Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

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    Sentí su tacto a lo que ella continuaba la rima, acentuando mi sonrisa en lo que recostaba el mentón sobre su cabeza, sintiendo las cosquillas en mi nariz por el aroma dulce de su shampoo.

    —¿Una voz parecida? —repetí sin moverme un ápice—. Whitman, y yo que me creía único~ —agregué sátiro al pestañear con parsimonia, siguiendo el tacto de sus dedos sobre el dorso de mi mano.

    Y lo disfruté como el diablo que era, dejándola entrelazar nuestras manos a lo que mencionaba mi nombre, soltando una pequeña risa ronca.

    —Mereces un premio, Cathy, Cathy~

    Dejé caer la mano a su costado sin dejar de entrelazar sus dedos, aunque algo si que aflojé el agarre para que ella pudiese retirarlas a voluntad, aún con el aroma de su shampoo impregnando mis fosas nasales, aunque no lograba identificar el fruto o la escencia en su totalidad, tampoco me importa es en realidad.

    Solté el aire de mis pulmones con una lentitud ridícula.

    >>¿Siempre hueles tan bien, Cathy?~
     
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    Zireael

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    Si cualquier persona se detenía a dar una descripción superficial de mi persona la cosa era bastante sencilla, era un idiota callado que se volcaba sobre sí mismo, si estirabas mucho la cuerda podía decirse que rozaba lo gloomy, y en el fondo o a veces en plena superficie palpitaba un eterno miedo. ¿A qué? Al mundo, quizás, a las emociones que venían en el paquete y a toda proximidad.

    No era raro verme saltar al otro lado de una habitación si algo amenazaba siquiera con presionar el gatillo de cualquiera de mis límites, era eso o la resistencia. Huía o luchaba, pero la reacción siempre surgía del miedo, no parecía haber mucho más de primera entrada.

    Pasaba que Kohaku no estaba en ese extremo.

    De ahí que la mera suposición o la idea creara una disonancia capaz de fracturar la roca viva por la mitad sin previo aviso, era la labor de un hilo negro como el vacío del espacio que se movía a una velocidad vertiginosa. Era, como siempre, una mera corazonada, susurros venidos de la red porque seguía sin tener una afirmación.

    Había preguntado.

    Pero el silencio de Kohaku había respondido.

    El niño se había quedado pegado al suelo, puse en duda hasta que hubiese sido capaz de respirar y otro par de conexiones se forzaron sobre mis sistemas solo para pensar que, mínimo, lo había tenido más cerca de lo que cualquier ser hubiese deseado en su sano juicio. La idea me jodió un par de circuitos, lo sentí, pero volqué la atención en Ko y dejé los cables inútiles en el suelo. No era momento de ver qué hacer con ellos.

    Además estaba tratando de procesar el golpe de realidad todavía, había pasado varios días demasiado tranquilo y regresar el cerebro a la configuración por defecto fue chocante hasta cierto punto. Incluso si fue como si algo hubiese regresado al lugar que le correspondía, por jodido que sonara, como si una pieza hubiese vuelto a encastrar.

    Suponía que era lo que pasaba cuando uno estaba acostumbrado a vivir de cierta forma, así no hubiese nada sano en el encuadre. Era una rutina, era un espacio donde pasaba siempre lo mismo y a la vez no. Una zona de confort, así dicha sensación viniese de un montón de sombras.


    Había amenazas en todas las putas esquinas.

    Y las sirenas de alarma no se callaban nunca.

    Con todo cuando se giró en mi dirección y alcanzó a sonreírme bajé un par de interruptores, ni siquiera fue voluntario, solo pasó y lo dejé ser. El resto me pilló un poco en frío, más que todo porque seguía sin poder borrarme de la retina la silueta del otro cabrón, pero me quedé quieto y recibí el beso en la mejilla con gusto, pues porque también era bien simple. Esas cosas que parecían tan sencillas me podían dejar barriendo el suelo con la cola, qué decir.

    —¿Yo? —cuestioné, ni siquiera me di cuenta que había suavizado el tono. Estiré la mano y le corrí un par de hebras de cabello de la cara, entre la tontería se me asomó una sonrisa de idiota—. Estoy bien, por mucho que el sol haya pretendido asesinarnos a todos ayer. ¿Y tú, cloudy baby?

    El otro me había fichado en el patio hace días y solo hasta ese momento me pregunté a ciencia cierta si me importaba, la pregunta surgió, rebotó y se quedó dando vueltas. ¿Me importaba? Sí, porque había temido a Shibuya toda mi vida y la sangre de lobo que a fin de cuentas sentía me corría bajo las venas. ¿Me importaba lo suficiente? No sabía, si el otro me fichaba pero podía acudir a Ko me daba lo mismo.


    oof me salió tocho como siempre im sowwy x2
     
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    Gigi Blanche

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    Joey 3.png

    La bendita y tan esperada respuesta de Matty llegó a eso de las cinco de la tarde, saliendo de la escuela. Era un puto llorón, siempre se quejaba de su desempeño y al final sacaba puros sobresalientes mientras uno estaba aquí, conformándose con las migajas y rascando aprobados. Pero bueno, así lo queríamos. Me había enviado un audio, además, se oía bullicio de fondo y las voces, estaba seguro, de sus amigos, así que las suposiciones de Ali habían sido correctas.

    Bueno, así podía perdonarlo.

    En el tren de camino a casa pensé qué coño podía cocinar, como tal no había necesidad de agasajarlo pero ¿eso me había detenido alguna vez? La chica de la tienda ya debía estar cansada de verme, con la de veces que me había aparecido en las últimas semanas para comprar hasta un paquete de sal, pero igual siempre la notaba muy contenta, ¿verdad? Me preguntaba por qué sería~

    Esa mañana hacía menos calor y se agradecía. Tenía la chaqueta colgando del bolso y la camisa arremangada, aún así, pues siempre me había agradado sentir la calidez del sol contra la piel. En lo que llegaba a la escuela noté el chispazo dorado desviándose hacia un costado de la Academia, por supuesto, y como no sería sorpresa para nadie... no la seguí. Alcancé los casilleros, me cambié los zapatos y reparé en la presencia de Jez. Era mi culo evitativo, después de todo, el mismo que me había puesto a veinte kilómetros de distancia de Vólkov cuando dijo que había perdido a sus padres.

    No sabía cómo lidiar con situaciones complicadas ni me interesaba hacerlo.

    Me acerqué desde su costado con pasos livianos, me hice con algo de su cabello y lo deslicé por mis dedos hasta dejarlo caer de regreso. No era mentira, su color me seguía pareciendo asombroso. Aguardé a recibir sus ojos para dedicarle una sonrisa tranquila y ladeé apenas la cabeza, risueño.

    Morning, bunny~ Hace mucho no te veía por aquí, ¿o me hice ciego y no me enteré?


    Kohaku 4.png

    Creo que ni siquiera me molesté en analizar exhaustivamente aquello que Cay pudiera estar diciendo con su cuerpo o sus ojos, digamos que la neurona apenas me alcanzaba para mantener mi propia compostura y el resto, a dar por culo. Sólo me quedó confiar. Confiar, irónicamente, en su dificultad para meter la nariz donde no lo llamaban; una cualidad que compartíamos, una que a veces me avergonzaba pero, en resumidas cuentas, a veces servía. Y no era una cuestión de honor o heroísmo, genuinamente no le encontraba sentido a que nadie supiera lo que había ocurrido con Shinomiya.

    Sólo revolvería la mierda, agitaría las sombras y ¿la verdad?

    Las posibles consecuencias me asustaban aún más que el incidente en sí.

    Cay pareció aflojar un poco el cuerpo, me dio la sensación y cuando me acomodó parte del cabello, parpadeé más despacio. No pude evitar compararlas y preguntarme cómo dos manos podían ser tan diferentes entre sí. Con todo, la tontería me ayudó a seguir reduciendo el agobio y exhalé a consciencia, con el aire se fueron algunos demonios. No muy lejos, estimaba, pero lo suficiente para permitirme funcionar con normalidad.

    Su comentario del sol me arrancó una risa suave y asentí. Una parte de mí no quería voltear hacia el pasillo ni empezar a caminar por si Shinomiya seguía ahí, así que hice el tonto y eché la espalda contra los casilleros.

    —Bien, normal —concedí, sentí que había hablado muy suave y carraspeé la garganta, elevando el tono por sobre el bullicio general—. Ando algo atrasado con las clases desde vacaciones, así que he estado ocupándome de eso. ¿Cómo pasó? Ni idea, un misterio de la ciencia.

    Por lo demás no había mucho que reportar, ¿cierto? El caso fue que, al final del día, seguía siendo el imbécil que encontraba un tipo de confort específico en la proximidad física, uno que le servía y, a veces, mal usaba. Mantuve la sonrisa en mi rostro, mis ojos en los suyos, y estiré el brazo para jalar del borde de su camisa en mi dirección. Sólo un poco, lo suficiente para que sus pies toparan con los míos.

    Puse cara de angelito y el resto de la historia se contó sola.

    —Te extrañé, Cay Cay~
     
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    Era bastante tonta, pero habían cosas que se sentían en el cuerpo así no tuvieran nada que ver contigo, la tensión y el miedo en particular. Quizás era yo, ni idea, siempre lo había sentido con particular intensidad, las sensaciones de las personas angustiadas tenían un poder especial para proyectarse, lanzar hilachas y enredarse a mi alrededor. A cualquier otro lo habría aterrado, pero a mí solo me empujaba a crear puentes.

    Pasaba que a veces pegaba con cerca, habían núcleos que rechazaban cualquier intento de aproximación.

    Dunn me había dejado medio colgada, pero tampoco pude culparlo cuando vi que había pasado directo hacia otro muchacho y pues me daba igual. Si yo no podía husmear había alguien que sí, al menos eso pensé de inmediato, y seguí hacia mi casillero con calma para hacer el cambio de zapatos y todo el tema.

    Estaba terminando de ajustarme uno con un par de golpecitos contra el suelo cuando noté a alguien aproximarse y mientras reaccionaba me di cuenta que se hacía con algo de mi cabello. El gesto no me molestó, mucho menos cuando al girar el rostro al que me encontré fue a Joey, así que reflejé su sonrisa y si acaso algo de sangre se apresuró a alcanzarme el rostro al escuchar cómo me llamaba, pero nada fuera de lo normal.

    —Buenos días, cielo —saludé bastante tranquila y me estiré para estamparle un beso en la mejilla, pues porque sí—. Me pasé unos días metida en la biblioteca y luego me enfermé, pero ya estoy bien. ¿Ves? Healthy Jez!

    Estiré los brazos a los lados de mi cuerpo, poniéndome de puntillas también, y ya luego relajé la postura de nuevo. No que me hubiese preguntado nada, pero pues se comía mis explicaciones y ya. En cualquier caso estiré un poco el cuerpo en su dirección, lo repasé con la vista y volví a sonreírle.

    —¿Tú cómo estás? Hace rato no te lo pregunto, así que ahora te aguantas.

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    Si un mal día me levantaba para tropezar con la piedra que me hacía resentirme a mí mismo por ser incapaz de conectar y aferrarme a nada demasiado tiempo aborrecía el hecho de no hacer preguntas, pero cuando lo pensaba en frío sabía que aunque era un obstáculo también tenía sus ventajas. Había revuelto demasiado la mierda un día, no veía por qué intentarlo otra vez y sabía que Ko entendía que no tenía nada que ver con que lo quisiera menos o no me importara lo que pasara con él. Quería pensar eso porque me entendía, porque era mi espejo.

    No sabía que el otro estaba allí pensando en la diferencia abismal que había entre dos manos, pero tenía razón, cada una estaba en un extremo completamente distinto. Así como a veces no hacía falta tocarle un pelo para que entendiera el cariño que cargaban mis gestos a su alrededor, por mucho que me pusiera de mano suelta.

    Supuse que realmente ninguno de los dos quería enfrentar al demonio, ni siquiera verificar si seguía en el mismo espacio físico, así que seguimos con la atención volcada en el espacio entre nosotros. Nada que fuese raro en sí mismo si debíamos ser honestos.

    —Puedo ayudarte con eso si quieres, así al menos no te aburres tanto —respondí a lo de que estaba atrasado con la clases y es que realmente no me molestaba ayudarlo, así no fuese el más listo de la camada—. ¿Estoy asumiendo que te aburres? Totalmente.

    La siguiente movida tan siquiera no me tomó tan fuera de base como la primera, mantuvo la sonrisa, me sostuvo la mirada y cuando me di cuenta me había arrastrado un poco en su dirección. Mis pies toparon con los suyos y me desinflé el pecho de un suspiro resignado cuando lo escuché decir tan fresco, con su cara de angelito, que me había extrañado.

    Mira, ¿y quién iría a quejarse?

    Además ya estaba visto que solo bastaba un empujón para subirme al bote, así que estiré el cuerpo en su dirección de forma que esta vez fui yo el que le dejó un beso en la mejilla. Quizás lo alargué un poquito más de lo necesario, pero tampoco hacía falta señalarlo, ¿o sí?

    —Bueno, ya estoy aquí —dije en voz baja mientras regresaba a mi espacio, finalmente volví al tono más o menos normal—. También te extrañé, por si te lo preguntabas.
     
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    Nekita

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    —Parece que siempre termino ganando en los juegos que propones, ¿no? —Preguntó con cierta curiosidad con una ligera risa antes de irse girando para quedar apoyada sobre los casilleros, dándose cuenta de cómo estaba acomodado el uniforme de Zeldryck y negó con suavidad como si lo estuviera regañando en su cabeza.

    Así le iban a llamar la atención seguro.

    —Procuro que siempre sea así, me gusta estar cerca de la gente —confesó con tranquilidad, deshaciendo la unión de sus manos para empezar a acomodar la camisa de su uniforme con delicadeza —, te van a estar regañando si andas con el uniforme así Zeldryck~, sabemos que el clima no ayuda pero mejor prevenir que te regañen.
     
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    Insane

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    —Parece que la suerte siempre está de tu lado~

    Seguí el giro grácil de su cuerpo con una precisión ridícula, deslizando el ámbar por sus facciones, deparando apenas en el tono rosáceo de sus labios, con aquel brillo usual. Si hasta se veía preciosa reprochando con aquella negativa sutil.

    Ladeé mi cabeza para darle mayor acceso al orden en el cuello de la camisa, disfrutando de su atención en lo que relajaba los hombros, como a quien no le importa una mierda nada de su advertencia, vamos, si es que solo había que verme la cara.

    —Aunque, si fueses tú la que me regaña no me quejo, Cathy~

    Volví las pupilas doradas, de por sí opacas al chocolate de sus ojos, moviendo la cabeza hacia las escaleras.

    —Te acompaño a tu salón Princess, no vaya a ser que alguien quiera secuestrarte a primera hora de la mañana~
     
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    Gigi Blanche

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    Su reacción fue, digamos, classic Jez. No me molestaba en absoluto, cabía destacar, si acaso me daba ternura que pudiera seguir avergonzándose por un simple apodo, y en definitiva tampoco se lo mencionaría. No tenía sentido, ¿no? Era imbécil, pero no tanto. A la gente no le gustaba que le enrostraran lo que de por sí ya sabía, además estaba esta regla que había visto en Instagram, ¿cómo iba? Eso de sólo mencionarle a otra persona aquellos aspectos físicos que pudieran cambiar en quince segundos; si no, no era relevante. Bueno, claro que la regla me la pasaba por el culo cuando estaba convertido en un dolor de huevos, pero detalles.

    El caso era que no me interesaba molestar a Jez y punto.

    Me saludó con la calidez usual, recibí su beso en la mejilla y el cuerpo, un poco sin querer, se me relajó algunos niveles. Cuando volví a encontrar sus ojos llevaba una sonrisa bastante suave pegada a mi rostro, y su numerito de después me arrancó una risa liviana que no cargó ninguna clase de burla. Venga, ¿no se suponía que fuera yo el crío de los dos?

    —Bueno, me alegro, entonces. Healthy Jez, best Jez. —Repasé un poco la caída de su cabello, no lo analicé en absoluto y regresé a sus ojos—. ¿Qué te agarró? ¿Un resfrío o así?

    Noté su acercamiento al vuelo, si para esas cosas era casi experto, y por supuesto no me molestó. Si acaso sonreí divertido al notar que me repasaba con la vista, como si pretendiera escanearme o cerciorarse de que todo fuera bien, y me tragué la respuesta cuando noté que Hiradaira pasaba a nuestro lado y la saludaba. Bueno, a mí también, pero la diferencia de amor entre los saludos fue tal que casi, casi me ofendió. Junto a ella pasó Ali, claro, así que las saludé a ambas con una sonrisa liviana y regresé a Jez sin problema.

    No tenía la menor idea de los cacaos mentales que se andaba haciendo la muy idiota.

    Y del resto pasé como un campeón, claro.

    —Todo bien. —Respuesta de manual, ugh. Arrugué el ceño y lancé la vista al techo, pensativo, para darle algo mejor—. Hmm... Ayer horneé unos panecillos de queso que estaban muy buenos, ¡y la carne! Good Lord, creo que fue la carne que mejor sazoné en mi vida. Ah, y llevo toda la semana haciendo la tarea.

    El orgullo con el que solté aquello último debería haberme dado vergüenza, pero ya estaba visto que no conocía esa palabra. Detuve el speech innecesario y apoyé un hombro en los casilleros, concediéndome un segundo para únicamente sonreírle. Había sido bastante estúpido de mi parte, ¿verdad? Irme a la mierda sólo por lo que había dicho.

    A ver, que no iba a obligarme a charlar sobre eso ni usarme de paño de lágrimas.

    —¿Qué tal las vacaciones, linda? ¿Hiciste algo divertido?

    Y además, me alegraba volver a verla.


    he soft
     
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  8.  
    Zireael

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    Agradecía que Joey no se detuviera a señalar obviedades, porque en sí solo servían para aumentarme el bochorno, pero si nadie me lo mencionaba se me pasaba en unos segundos y seguía sin más. En general suponía que se me notaba tanto por ser tan paliducha, porque así hubiese gente que tuviese la misma tendencia como que no era tan evidente.

    Por otro lado, aunque había cosas que intuía o daba por sentadas podía, en cierta medida, dejarlas correr. Él no me molestaba, de hecho parecía aflojarse cuando hablaba conmigo y a mí me valía como una victoria, respecto a lo demás pues no era tampoco dada a andar metiendo tanto las narices. Digamos que era una de las pocas cosas genuinamente egoístas que sentía que me permitía.

    Revolcarme en el trato que se me brindara a mí.

    La sonrisa que se le pegó al rostro me pareció de lo más bonita y pensé que podía hacer el tonto más seguido si sonreía de esa manera. Su comentario me arrancó una risa de nada y le dediqué una sonrisa de ojos cerrados junto a un asentimiento de cabeza a lo de que healthy Jez, best Jez.

    —Ah sí, creo que me lo pegó mi prima, que alguien la contagió en plena primavera. No me enfermo mucho, pero cuando lo hago me pierdes la semana entera —comencé a contar luego de un suspiro—. Además me preocupaba venir a contagiar a alguien aquí así que mejor me quedé quietecita en casa.

    Apenas había terminado de hablar cuando Anna pasó juntó a nosotros y me saludó, iba con Welsh. En sí mismo no le vi nada extraño, Anna hablaba casi con cualquier persona y Alisha un poco de lo mismo. Tampoco estudié a ninguna con particular intensidad por la brevedad de todo el asunto, pero le regresé el saludo con genuina alegría antes de volver la atención a Joey que respondió mi pregunta.

    Me hizo gracia que se diera cuenta de que había contestado algo de cajón, así que esperé a que acomodara las ideas y sonreí con suavidad cuando siguió hablando.

    —Veo que estás orgulloso de tu trabajo en la cocina. Lástima que no pueda juzgarlo yo misma esta vez —bromeé sin pensarlo demasiado y solté una risa por la nariz—. Joey Wickham, ¿de verdad estás diciéndome que has estado haciendo la tarea? Disculpa, pero suena bastante increíble.

    De todas formas mi atención la ocupó su pregunta no mucho después. Ni siquiera me había parado a pensar en que se había distanciado por la bomba que había recibido sin venir a cuento, pero me alegraba que estuviese allí.

    —Mis tíos organizaron un viaje de un par de días al campo, en una cabaña y tal. Estuvo muy bonito. —Mientras hablaba había estirado la mano en su dirección y me distraje con los botones de la camisa—. Luego lo normal, una vuelta en el festival y tal. Tal vez te arrastre al próximo, quién sabe.

    Lo había soltado sin venir a cuento, pero no vi motivo especial para detenerme ni nada aunque en sí tampoco lo miré al decirlo. En cualquier caso después subí la mirada a sus ojos de nuevo, sonriéndole, y descansé la mano que no lo dejaba en paz en su pecho.

    Siempre había sido confianzuda, vamos.

    —Es bueno verte, cariño.


    excuse me but im weak just like jez
     
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  9.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    La verdad es que tenía que admitirlo: poder pasar el receso en el invernadero era todo un privilegio, especialmente con ese calor. Las plantas hacían que se mantuviese una temperatura más que agradable en su interior y, sinceramente, me parecía una recompensa más que suficiente por el tiempo que le dedicábamos a que estuviese bien cuidadas. Así que pase el receso de lo más tranquila y fresquita, aun si era cierto que eché en falta algo de compañía.

    A la mañana siguiente el calor pareció querer darnos algo de tregua, pero decidí seguir usando el uniforme de verano, pues no creía que fuese a haber mucha bajada de temperatura drástica a partir de ese día. Para la gracia, me topé con Fred entrando en casa justo cuando yo pretendía salir de la misma, y al final se me fue parte de la mañana en intentar hacer que llegase a su cuarto sin que llamase demasiado la atención. Al parecer, había ido a celebrar que un amigo suyo había acabado un examen que lo tenía preocupado y se les había ido la hora, y aunque papá y mamá nunca le decían nada, tampoco era que quisiese hacerlo delante de sus narices.

    La cuestión es que llegué un poco tarde a la academia, pero realmente no pasaba nada teniendo en cuenta que solía salir muy temprano por si algo pasaba en al camino. Hice el cambio de zapatos y me dio por asomarme al casillero de tercero, pues ya venía siendo sorpresa de nadie que era prácticamente mi segunda casa. Distinguí la melena celeste de Kohaku con facilidad y, no sabría decir muy bien por qué, fruncí ligeramente el ceño al hacerlo, como si sintiese que algo estaba mal aun cuando, aparentemente, no era en absoluto el caso. Decidí no darle muchas más vueltas cuando vi que Cayden se le acercaba, y dirigí mi atención hacia otro punto de los casilleros.

    Vi por ahí a Joey con Jezebel, lo que consiguió sacarme una sonrisa enternecida antes de cambiar mi rumbo de nuevo, pues no iría a molestarles estando los dos solos. No me dio tiempo a ver a Anna con Alisha, lo cual era una pena porque tenía muchas ganas de hablar con la primera, pero finalmente mis pasos acabaron dirigiéndose a un rostro que se me hacía completamente desconocido. Y, como había dicho, prácticamente conocía mejor a los de tercero que a los de segundo.

    —Buenos días~ —saludé, haciendo una ligera reverencia, y ladeé la cabeza con curiosidad cuando me erguí—. Disculpa, ¿eres nueva? ¿Necesitas ayuda con algo, quizás?

    holii <3 me sentí un poco mal de decirte que no la otra vez y no es que ande super bien de tiempo, pero tengo a emi libre que siempre me apetece rolearla y supongo que para un par de posts aunque sea me dará la vida, so aquí te dejo a la niña uwu

    also uf esta pendeja, puede dejar de conocer a literalmente todo el mundo (??)
     
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  10.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Arrugué ligeramente el ceño, porque la verdad que enfermarse en plena primavera era bastante mala suerte. Podía entender las alergias y esas cosas, a mí en particular no me afectaban pero eran consecuencias evidentes de los cambios de estación y tal. Quería decir, el mundo entero mutaba, ¿no? Bueno, el hemisferio, pero se entendía. Era como mudar de piel y ante cualquier cambio, cualquier organismo necesitaba un pequeño reajuste. Algunos cuerpos lo manejaban mejor que otros.

    Una de las ventajas de ser un peasant boy, suponía.

    —Qué mala suerte, oye —murmuré, soltando el aire por la nariz, y me encogí de hombros—. Pero bueno, ojalá al menos hayas quedado inmunizada por un par de meses.

    No percibí ninguna intención extraña en su comentario sobre mi cocina, de por sí no esperaba que una chica como Jez hiciera cosas del estilo, así que lo dejé correr sin más. No se me volaría tanto el sombrero como para, de repente, imaginarnos cenando juntos o algo del estilo, pero tampoco me molestaba la idea de cocinarle. Era, si se quiere, una de las poquísimas conexiones reales que me permitía con el mundo. Alegrar a las personas, agasajarlas, probablemente sólo supiera hacerlo con comida mediante. Era lo que había aprendido a hacer por mamá cuando su salud fue empeorando, robarle el cuaderno de recetas escrito a mano y disfrazarme de mago en la cocina.

    Y los años pasaron, pero los hábitos no murieron.

    Si lo veía desde cierto ángulo, igual y me había congelado un poco en el tiempo.

    Su cuestionamiento sobre la tarea fue gracioso, pero me lo tragué por el bien del teatro y asentí, bien erguido, como todo un niño orgulloso. Luego, sin embargo, fingí ofenderme seriamente por sus dudas. Me llevé una mano al corazón y todo.

    —Ah, Bellabel, me lastimas —suspiré, derrotado—. Ahora uno no puede ser un muchachito responsable sin que lo cuestionen, ¡a qué hemos llegado!

    En cuanto se dispuso a responder a mi pregunta, la vi estirar el brazo y ponerse a juguetear con los botones de mi camisa pues porque sí. Yo ya había dejado el teatro a un lado, claro, mantuve el hombro sobre los casilleros y la vista puesta en su rostro, así ella se hubiera distraído con sus propios movimientos. Ya que estábamos, pues imbécil era pero no para todo, me permití el pequeño vacío legal para repasar sus facciones sin ningún tipo de prisa. Una cabaña con sus tíos, ¿eh? Sonaba muy lindo.

    Su invitación a un hipotético, futuro festival hizo vibrar una risa que apenas alcanzó mi boca. Pero bueno, no recordaba a esta chica tan confianzuda.

    —¿Que una dama tan bonita me secuestre, dices? —bromeé una vez conectó con mis ojos, pues porque igual era un poquito malvado y quise disfrutar de su reacción—. No veo cómo negarme a eso~

    Su mano había permanecido en mi pecho, en cierta forma era cálida y la busqué con cuidado. La separé de mi cuerpo, entonces, y la sujeté de forma tal que pude acercarla a mis labios y depositar un beso en su dorso. Por el teatro, pero también porque me apetecía, al hacerlo me incliné en su dirección. La tontería me dejó cerca de su rostro, había cerrado los ojos y luego la miré desde allí, risueño.

    Que era bueno verme, decía.

    —En ese caso, me alegra honrarla con mi presencia~
     
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    Virgo
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    Prácticamente mi huida había sido un fracaso, bueno era muy buena haciéndolo siempre me salía a la perfección, y mas cuando estaba rodeada de muchas personas, o quería huir de las replicas de mi padre, pero parece que esta vez no seria el caso de mis gloriosas huidas, pues no esperaba que mis pasos fueran interrumpidos por alguien, así que, un suspiro salió de mi al mismo tiempo que alzaba mi ojos para mirar a la persona que tenia al frente.

    Vamos para ser sincera lo que ahora quería hacer, era dar media vuelta y avanzar, pero esta chica se había acercado a mi sin conocerme así que, no me haría mal interactuar con alguien hasta llegar a mi salón ¿no?.

    ─ Buenos días.─ Respondí, a lo que reía en boca cerrada ante su pequeña reverencia, aunque para decir verdad me daban ganas de repetir la acción, pero pensándolo bien yo no era una reina y ella tampoco para que hiciera lo mismo, así que me mantuve neutra. ─ Disculpada, se puede decir que si, soy un poco nueva ¿tanto se nota?.─ Rei un poco. ─ Pues lo único que necesito es llegar a mi salón por ahora claro ¿Sabes, donde queda la 3-2?..─ Inquirí apartando un poco el cabello de mi frente.


    ¿Tratando de escapar?, pues si.


    Heyo tranquila uwu, no importa para ser sincera ni yo tengo tiempo ahora mi yo interior me dice.

    quem sabes que deberías de estar haciendo tarea ¿no?.
    Yo: Pues si, pero prefiero responder.

    Así que, aquí esta la niña podía decir que ella es algo difícil, solo espero que se entiendan uwu.
     
    Última edición: 21 Mayo 2022
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  12.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    En ningún momento me di cuenta de que la chica pretendía escapar de los casilleros lo antes posible, porque claramente no habría intervenido en sus planes de haberlo sabido; simplemente asumí que necesitaría ayuda porque era lo que siempre hacía: pensar que todo el mundo me necesitaba de alguna manera. La cuestión es que si se molestó por mi repentina aparición, no lo demostró demasiado, así que seguí en la seguridad de mi ignorancia.

    No pude evitar ladear ligeramente la cabeza, con clara curiosidad, al escuchar la risa que pareció querer retener. ¿Había sido por mi reverencia? Me di cuenta de que no la repitió, aunque a aquellas alturas me había acostumbrado a que los extranjeros de la academia no lo hiciesen, ¡pero yo era japonesa! Así era como nos saludábamos ahí y a mí me habían enseñado a ser educada, especialmente con los desconocidos, ¡así que no me avergonzaba en absoluto!

    Tampoco pude disimular la sorpresa que sentí al escuchar su primer comentario, alzando una ceja ligeramente antes de obligarme a suavizar la expresión. ¿Disculpada, decía? Apenas la conocía, pero algo me decía que todo aquello no era más que su... curiosa personalidad. Solté una risilla liviana, llevándome las manos tras la espalda, y negué ligeramente con la cabeza cuando siguió hablando.

    —No es eso, no te preocupes —aseguré, con una sonrisa que pretendía transmitir el mismo sentimiento de calma—. Paso bastante tiempo con los alumnos de tercero, así que he empezado a reconocer muchas caras de por ahí. No me sonaba la tuya y de ahí pensé que eras nueva~ —expliqué, intentando no hablar demasiado rápido.

    ¡Anna tendría que estar orgullosa de mis dotes detectivescas! ¿Por qué? No lo sé, solo tendría que estarlo. Si conseguíamos ser buenas detectives, también descubriríamos cotilleos con más facilidad, ¿o no? Sí, algo así tenía lógica.

    >>¿La 3-2? —repetí, intentando recordar a quiénes conocía de ese aula—. ¡Claro! Si sigues hacia delante por este pasillo llegarás a las escaleras, y solo tienes que subir hasta el tercer piso. Las clases están en orden así que la 3-2 es la que a mitad del pasillo, ¡no hay perdida! También puedes coger el ascensor, aunque en teoría es para alumnos que no puedan usar las escaleras... pero nadie hace caso de eso.

    Había señalado con la mano el pasillo en cuestión y había hecho todas las indicaciones posibles de esa manera, por si en algún momento se perdía con alguna palabra o algo por el estilo. Era cierto que había asumido que era extranjera un poco por la cara, pero había varias pistas que me lo indicaban y estaba bastante segura de haber acertado con aquella suposición también. De todas formas, no hacía ningún mal ser lo más claro posible así fuese japonesa.

    >>¡Yo voy a segundo! Pero si quieres puedo acompañarte hasta arriba, ¡no tengo ningún problema!

    A la 3-2 justamente iba Jez, ¿cierto? Pero se la veía bastante ocupada como para traerlo a colación. También estaban Altan y Cayden, aunque del primero no había ni rastro y el segundo, bueno, ya se había alejado con Kohaku hasta las aulas. Si no recordaba mal, también era ahí dónde almorcé con aquellos dos senpais, Eris y Maze, pero claro, apenas los conocía en realidad. Suponía que, dentro de todo, tampoco era tan mal grupo para la chica, ¿cierto?
     
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  13.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Me encogí de hombros también cuando me dijo lo de la mala suerte, porque tenía razón había que ser un poco salado para ir a enfermarse cuando se supone que todo el mundo estaba más saludable. También venía un poco con lo de que hubiesen niños en casa, vete a saber por qué se enfermaban en los momentos más extraños del año y sin venir a cuento, así que había terminado por acostumbrarme.

    —Eso esperaría, yo digo que me merezco no enfermarme por un buen tiempo —atajé e inflé un poco las mejillas.

    Ninguno de mis comentarios cargó mayor intención que molestarlo un poco y a su vez seguir creando puentes, por decir algo. Además un poco por la vez de los scones me daba a mí me a Joey la idea de cocinarle a alguien no le significaba nada raro en sí mismo; en realidad en ese sentido tan siquiera pensábamos igual, por los motivos que fuesen.

    Habían hábitos nacidos de los pilares caídos que nunca nos abandonaban.

    En cualquier caso, siguió con el teatro y me aguanté un poco la risa al verlo llevarse la mano al corazón, haciéndose el ofendido. Solté parte de la risa por la nariz después, eso sí, porque no creí poder aguantarla mucho y balanceé el cuerpo de un lado al otro suavemente.

    —Más cuestionable me parece lo de muchachito, pero se te deja pasar. Además, ¿ahora me vas a culpar por no creerlo? No soy yo la que se salta las tareas.

    Si repasó o no mis facciones cuando me distraje en mi propio movimiento no me di cuenta, aunque en caso contrario tampoco me hubiese importado, era algo que yo tendía a hacer aunque fuese por motivos diferentes, así que no había caso en reaccionar como tal. Lo escuché, o más bien lo sentí, reír por mi hipotética invitación y me enfoqué un poco más en mi tontería de jugar con los botones de su camisa antes de dignarme a verlo.

    —¿Secuestro? —cuestioné y algo de sangre volvió a alcanzarme el rostro, pero me las arreglé para sostenerle la mirada—. Cielo, es secuestro solo si te llevo por la fuerza y tú mismo acabas de decir que nos vas a negarte.

    Cuando quise darme cuenta había buscado mi mano, se las arregló para dejarme un beso en el dorso y la gracia lo dejó cerca de mi rostro. Repasé sus facciones mientras tenía los ojos cerrados, pero me prendé a su mirada apenas conectó conmigo de nuevo y de una forma extraña todo el cuerpo se me puso algo inquieto. Ni siquiera le presté mucha atención a lo que me dijo, aunque sí que lo escuché.

    Tomé aire por la nariz, alcancé su mejilla con la mano libre y de dediqué una caricia liviana, cosa de nada, aunque no mucho después lo insté a regresar a su postura anterior. Me estiré para poder dejarle un beso en la mejilla, bueno, al menos algo así porque se lo dejé en la comisura de los labios y ni siquiera yo supe del todo si fue realmente un error de cálculo o no.

    —Pues un honor sí que es, caballero~ —Medio me subí al tren, cosa que empezaba a notar se me facilitaba bastante con él—. ¿Me permitiría ese honor también mientras me acompaña a clase?


    jezzie, my baby, puedes dejarlo quieto fIVE MINUTES? no? okay
     
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  14.  
    quem

    quem Orientador ejemplar Orientador

    Virgo
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    Alce un poco una ceja, al ver el destello de sorpresa que cruzo por su rostro ante mi comentario, para decir verdad tenia un poco de explicación la sorpresa, además no había venido a la academia durante meses, y bueno no era que todo el mundo me conocía, y claro tampoco tenia ese placer ser reconocida por alguien mas bien mientras que menos me reconocieran, mejor para mi.

    La vi soltar una risa algo suave, a lo que también negaba por lo que yo había dicho, prestando un poco de atención a lo que ella decía reí un poco, así que era por eso que había reconocido que era algo nueva, entonces en ese caso éramos muy diferentes; no me gustaba estar rodeada de muchas personas, solo que se tratara de alguien que conociera bastante bien, y claro no olvidar también que esas personas no tentaran la poca paciencia que a veces me cargaba.

    Toque un poco el dije de mi cuello, se podía decir que tenia una obsesión de tocarlo y si no lo hacia me agarraba algo raro, además era el único recuerdo que tenia de la única persona de sangre, que realmente se preocupo por mi, porque así quiera negarlo sabia que mi padre no lo hacia, se podía decir que para mi era mejor vivir en la realidad, y no basarme en mentiras. Aun seguía tocando el dije cuando aparte un poco el pelo de mi frente, creo que ese era el mayor problema de una persona con un cerquillo que ya estaba creciendo.

    ─ Aja.─ Afirme cuando repitió mi salón, a lo que ella me mostraba y señalaba por donde podía ir para llegar a mi salón, ¿así que podía llegar por este pasillo?, no era tan largo el camino así que llegaría con facilidad, lo bueno era que tenia buena memoria.

    Regrese mi vista a ella, para mirarla con cierta curiosidad ante su propuesta de acompañarme, y claro una sonrisa apareció en mis labios sin quisiera retenerse al escucharla que era de segundo, era la primera persona que conocía que fuera de otro salón y conociera algunas caras de otro salón que no fuera el suyo, podía decir a mi conclusión, que ella era ese tipo de personas que le gustaba relacionarse con todos, así no estuvieran en su zona de confort. Ella me hacia recordar un poco a Fiorella, aunque no la conocía muy bien para compararlas claro estaba.

    Pensando en su propuesta, no me molestaba para nada que lo hiciera pero.. ¿ella realmente estaba segura que quería hacerlo?, bueno no me conocía así que se me hacia raro, y ya que ella lo había propuesto no podía negarme, después de todo tenia modales.

    ─ Claro, no hay problema.─ murmure soltando el dije, ahora que lo pensaba bien no sabia su nombre.─ ¿Puedo saber tu nombre?, bueno lo pregunto porque se me hace extraño, no saber como se llama la persona con la que voy a caminar.─ Inquirí.

    No se de donde había salido tanta amabilidad, pero talvez era porque ella no había mostrado lo contario, así que, la Adara fría y distante por ahora no aparecería.

    Te la puedes arrastrar si quieres uwu.
     
    Última edición: 22 Mayo 2022
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Verla inflar las mejillas fue bastante adorable, me recordó con una claridad diferente que era, bueno, una chica muy... inocente. ¿Pura? Ni idea, tampoco pretendía encerrarla en una casa de muñecas, pero si la comparábamos conmigo la historia se contaba sola, incluso desde nuestra mismísima paleta de colores. Ella era blanco, yo era negro, y mejor parar de contar. El caso fue que, aún así, pese a ser tan consciente del hecho no llegó a importarme lo suficiente.

    Porque era negro, precisamente.

    —Eh, eh, eh, ¿y quién te dijo a ti que yo me ando saltando tareas? —intenté defenderme con el índice en punta y todo—. ¿Son acusaciones infundadas o estuviste hablando con alguien? ¡Confiesa!

    Su rostro volvió a teñirse en cuanto respondí a su invitación a un festival, en sí predije que ocurriría y, como antes, no dije nada al respecto. Sólo mantuve mis ojos en ella, le presté atención a su voz tan suave y, junto a ella, mi semblante también se relajó.

    —Ah, ¿o sea que debería negarme? —la molesté casi en un susurro—. Con tal de que puedas secuestrarme, soy capaz de hacerlo~

    Luego me marqué la mejor actuación de caballero de mi puta vida, se prendó de mis ojos apenas los busqué y la tontería, para qué negarlo, me gustó más de lo que iría a admitir. Su resina dorada, tan pura y cristalina, me reflejó como un manchón sin problema y pestañeé lento al recibir su caricia. El resto de su movida no la predije, tampoco me sorprendió, realmente me echaba la vida entera en ese estado. Sus labios apenas rozaron los míos, fue una estupidez de primaria y el chispazo que me recorrió parte del cuerpo me obligó a mantener la sonrisa de niño bueno en su lugar.

    A ver, bonita, ¿no andábamos muy mano suelta?

    —Pero por supuesto —canturreé, risueño, y me acomodé a su lado para ofrecerle mi brazo—. Usted lidera, señorita~


    ofc te lo puedes arrastrar, my love uwuwu
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    La salida al club nocturno con los chicos había sido interesante, por decir algo. Había podido conocer más sobre ellos, y también como era un poco de la vida nocturna de Japón. O al menos, una vida nocturna que yo no conocía mucho. La verdad que ese club no era el ámbito que solía frecuentar. Sin embargo, la había pasado francamente bien. No estaba mal salir a divertirse en demasía de vez en cuando. Lo extrañaba un poco, de hecho. Todos terminamos bastante pasados de vuelta, yo con un poco más de consciencia que el resto. Suponía que haber tenido un tío dueño de un pub en Irlanda había ayudado bastante con mi tolerancia. Pedí un taxi, y sin que se me ocurriera una idea mejor, en especial porque no tenía idea de donde vivía cada uno, los llevé hacia mi casa. Mis padres ya se habían acostumbrado anteriormente a que cayera en la misma con varios amigos borrachos, aunque por la cara que pusieron, se ve que habían albergado la esperanza de que Japón iba a calmar un poco los viejos hábitos. Con una simple sonrisa de disculpa, y prometiéndoles que eran buenos chicos, pudimos alojar a los otros tres. Le cedí mi pieza a las chicas, y con Joey dormimos en los sillones del comedor.

    A la mañana siguiente fue despertarme con una interesante resaca, y encontrarme a Joey conversando super campante con mis padres. Me restregué los ojos, todavía abombado por el sueño. ¿Estaban hablando en inglés? Ah, cierto. Joey era inglés. Bueno, suponía que mis padres estaban contentos de conversar con otro europeo, la verdad. Me uní al desayuno y a la charla, y después de un tiempo y de que las chicas despertaran, los tres se despidieron y se fueron de casa. Me aguanté el sermón clásico sobre los excesos y traer a mis amigos borrachos a casa sin avisar, dije que no volvería a pasar, todos en la habitación sabíamos que mentía, y luego me puse a hacer mis quehaceres diarios. Había que prepararse para las vacaciones. O al menos, el pequeño descanso que se avecinaba.

    Luego de eso vino el festival, y en donde al fin pude tener aquella tarde planeada con Alethea. La verdad que la había pasado hermoso, y por las expresiones de la chica, ella se había sentido similar. Me llevaba muy lindos recuerdos de esa noche. Y bastante cálidos. Sin embargo, el receso había terminado, y no quedaba otra que volver a clases, y a la vieja rutina. Lo malo de los períodos de descanso es que me acostumbraba mucho a ellos. Volver a clase se me volvía algo complicado, por lo que estuve los primeros días intentando ajustarme de vuelta al ritmo. Encima los días se venían bastante calurosos, y el uniforme escolar no ayudaba mucho para paliar la temperatura. Por suerte, el viernes fue bendecido con una corriente de aire fría, que auguraba que el fin de semana iba a refrescar. Eso era bueno. Soportaba bastante mal el calor.

    No quedaba otra que empezar el viernes. Me dirigí hacia los casilleros, tamborileando mis dedos sobre los mismos al ritmo de la música que sonaba en mis auriculares. Lo mejor era intentar iniciar el día con el mejor humor posible.

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    Esta semana había hecho un calorcito precioso. Sin embargo, el viernes decidió que ya no quería ser un día genial y se le ocurrió traer vientos provenientes del culo de un pingüino para arruinarme seguramente el fin de semana. ¿Qué se le había pasado por la cabeza? O sea, un mínimo de coherencia, por favor. ¿Qué le costaba haber mantenido el objetivamente superior clima cálido? Una de las pocas veces que me sentía verdaderamente a gusto en este país de estirados (aunque no en altura) y reprimidos, y de la nada decidía que no, las cosas buenas no podían durar, y había que terminar arruinándole la vida a uno. Pero no ibas a ganar, Japón. No importa lo que intentaras, no ibas a doblegar mi espíritu. No lo pudo hacer mi abuela, no vas a poder hacerlo tú.

    Vaya, andaba algo confrontador el día de hoy. El frío me había hecho levantarme de mal humor, sí. Eso era. Eso y nada más. Como fuera, me las tenía que desquitar con Japón ahora. Él muy maldito se había levantando ese día eligiendo violencia, y yo iba a responder de la misma manera. En mi camino a la escuela, ya había birlado cuatro billeteras y las había vuelto a dejar en otros bolsillos sobre la misma persona, cambiado de lugar los objetos de un escaparate de una tienda, corté camino por la mitad de la calle, había hecho que un gato se alterara y atacara a un perro que era paseado por una pareja de estudiantes que parecían universitarios, y había pasado justo por detrás de varias personas tomándose fotos en el momento justo, arruinando completamente la imagen.

    Esas y otras pequeñas obras del caos fui sembrando hasta que llegué hasta los casilleros. Era poco, y tampoco es como si tuviera tanta relevancia, pero cada pequeña cosa sumaba. Le iba a demostrar a Japón que yo era el que mandaba.

    Ahí están ambos pibes, para disfrute del que quiera (?
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El almuerzo con Emi ayer había salido más que bien. Me había dado bastante miedo la idea de haber arruinado todo con mis reacciones estúpidas y luego cómo eso afectó sus ánimos, pero conseguimos sortearlo y aunque no logré deshacerme plenamente de esa idea molesta, insistente de que la chica se había forzado para preservar la situación, tampoco le permití ganar más terreno. Digamos que se lo debía, y si ella hacía el esfuerzo, yo también tenía qué.

    Al final, en lo que volvíamos, le pedí que me esperara mientras compraba una soda de la máquina y nos despedimos en el segundo piso. Subí hasta tercero, más específicamente a la 3-2, y busqué entre las cosas de Al por el almuerzo que me había mencionado en sus mensajes; me importaba bastante poco que alguien me viera metiendo las narices en propiedad ajena. Había revisado el móvil unos pocos minutos antes de abandonar el invernadero y supongo que fue lo mejor, porque habría estado dándole vueltas a la tontería de gratis.

    Ya con almuerzo y soda encima, volví a bajar hasta la enfermería y entré con cuidado por si estaba durmiendo. Ya no quedaba nada de receso, pero tampoco sabía si pretendía asistir a la primera clase de la tarde y, en todo caso, apenas verlo tumbado en la cama le sugerí que se quedara una hora más para poder comer algo. Era lo único que me importaba, realmente, así que tampoco quise molestarlo más de la cuenta. Le pregunté si necesitaba alguna otra cosa, me estiré para darle un beso breve y ya luego de eso me fui. Cerca de la noche, por supuesto, le envié un mensaje para preguntarle si se sentía mejor.

    Y lo admitiera o no, haberlo visto al menos cinco minutos me había alegrado bastante el día.

    A la mañana siguiente llegué a la escuela con los cascos puestos, como siempre. No me gustaba sentirme muy poser, pero es que Harry Styles no se cansaba de sacar mierdas buenas y ya no podía luchar contra sus vibes. ¿Ex miembro de One Direction? Daba igual, había caído. Culpable, me declaraba absolutamente culpable.

    Si la otra vez había salido con la chaqueta puesta y me arrepentí a mitad de camino, esta vez me pasó lo opuesto. Digamos que por donde vivía había muchísimos edificios que hacían reparo al viento y oh, Dios, ¿qué eran esas monstruosas fuerzas de la naturaleza queriendo arrancarme del suelo a toda costa? Me sacudieron sin piedad apenas me bajé del tren, ya me lo había temido durante el viaje en cuanto noté el movimiento de los árboles afuera. Maldije en todos los idiomas conocidos (vamos a decir que tres), y seguí mascullando tonterías en el español argentino más enfadado existente hasta que por fin llegué a los casilleros.

    Pero la puta madre, ¿y si me enfermaba? ¡Encima a la vuelta iba a ser igual o peor!

    Bueno, quedaba rezar por que el viento calmara para las... cinco de la tarde. El abrigo de una edificación gigante me hizo suspirar de alivio, aunque no desenredé los brazos en ningún momento, y me fui derechito a mi casillero para hacer lo que las normas dictaban. Después di la vuelta para meterme a la fila de tercero y busqué el casillero de Cayden, dejándole adentro una bolsita con la chaqueta que me había prestado la otra vez. Mamá había insistido en lavarla apenas la descubrió, digamos que gracias a ella también me acordé que estaba en casa. No me salvé de las bromas estúpidas, por supuesto, pero me dejó un poco en paz cuando le dije que era un amigo de Ko, que me la prestó por el frío cuando mini Ishi se quedó a dormir con él.

    Y ahí arrancaron las preguntas, pero las que no me involucraban y que, encantada, por supuesto, respondí.

    De la forma que fuera, a la bolsa le había agregado una notita simple que ponía "gracias" con un par de corazoncitos rosas y, habiendo dado ese asunto por concluido, empecé a recuperar algo de temperatura corporal. Esa que el viento me había arrebatado. Iba a subir cuando percibí un anaranjado bien intenso por el rabillo del ojo y me pregunté qué coño con el Sakura, ¿de dónde salían tantos pelirrojos? Lo miré un poco mejor, reparé en el sombrero y una sonrisa burlona asomó en mis labios. Me bajé los cascos al cuello con una mano, usando la otra para señalarlo vagamente.

    —Cuánta clase —solté, digamos que sin vergüenza alguna de abordar así a un completo desconocido, y la sonrisa se ensanchó—. ¿Y los profes no te dicen nada?


    perdón por el tochazo che, debía un wrap up de muchas cosas con Anna (?
     
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  18.  
    Reual Nathan Onyrian

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    — ¿Eh? ¿Quién me habla? —pregunté, girando mi cabeza de izquierda a derecha, con cara de extrañado. Bajé lentamente la mirada, hasta dar con la chica que se había referido a mi sombrero, y le dediqué una sonrisa radiante y encantadora.— ¡Ah, hola! No te había visto, la verdad. Pasas algo... desapercibida.

    Obviamente que la había visto. Ya la venía ojeando por el rabillo del ojo en cuanto comenzó a acercarse hacia mí. No la había visto antes en la escuela, aunque la verdad tampoco prestaba mucha atención a los cursos más chicos. ¿Era de secundaria, incluso? Llevaba el uniforme, al menos, y por la forma en la que temblaba todavía un poco, el frío la había tomado totalmente desprevenida. Estaba usando auriculares, también. La música apenas se escuchaba saliendo de los mismos, pero algo se distinguía. La miré de arriba a abajo (aunque tampoco es que se tardara tanto en esa tarea) y me encogí de hombros ante su pregunta.

    — Teniendo en cuenta que dejan que una pitufo ande dando vueltas por los pasillos, creo que un sombrero es la menor de sus preocupaciones. Además, siempre puedo hacerlo desaparecer, si hace falta —me saqué el sombrero, y lo guardé dentro de mi chaqueta.— Aunque solo es divertido hacerlo cuando me están viendo. Apenas se dan vuelta, ya lo tengo de nuevo en mi cabeza. O en la tuya, en este caso.

    Le quité el sombrero, y lanzándolo al aire, volví a colocármelo. Le guiñé un ojo y le volví a sonreír, apoyándome en los casilleros luego. Miré alrededor, como si estuviera buscando a alguien.

    — Y dime, chichón del suelo, ¿qué te trae por estos lares? ¿O viniste solo a admirar mi sombrero? Lo cual lo entiendo perfectamente, la verdad. La gente debería hacerlo más a menudo. De hecho, me he estado enfrentando a días en los cuales ni una persona se me acerca a decirme algo sobre él mismo. ¿Puedes creerlo? Ni a regañarme por usarlo ya. Voy a tener que cambiar un poco las tácticas, hacer algo que vuelva a llamar la atención. ¿Cómo voy a vivir, si no? ¿Cómo acaso voy a moverme por la vida, si no es iluminando a todos lados y que las miradas de cada uno se volteen hacia mí, para luego deslumbrarlos con mi magnificencia? Que futuro trágico me presagia si no logro que incluso un profesor me regañe por mi código de vestimenta. La verdad, tiempos difíciles en los que vivimos.

    Me llevé una mano al rostro, con aire derrotista, y solté un largo y pesado suspiro de fingida agonía y tragedia. Me quedé así durante unos segundos, pero cuando no recibí una ovación de pie por parte de los alumnos a mi alrededor, bufé con aire molesto. Amateurs. ¿Qué sabían de la buena actuación? No reconocerían a una estrella ni aunque esta explotara frente suyo y se transformara en una enana negra. Qué vida tan difícil la mía. Otra razón más para maldecir a Japón. Hablando de eso...

    — Oye, tú tienes pinta de que te gusta el caos, o al menos, disfrutes moderadamente de él. ¿Te interesaría unirte a mi cruzada del día de hoy contra Japón? Tengo muchas cuentas pendientes contra el bastardo. La más reciente fue este frío de mierda que por alguna razón pareció ser una buena idea un VIERNES.
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Supongo que más adelante me tocaría definir si haberle hablado a este hijo de payaso y ser humano había sido una buena idea, pero de momento me tocaba comerme las consecuencias de mis propios actos. Me confundió un poco apenas inició el acting, ese de mirar en todas direcciones en vez de dar conmigo, y cuando noté cómo bajaba la vista adrede enarqué una ceja. ¿Desapercibida?

    Me repasó de cuerpo entero, prácticamente me sacó radiografía y yo aún intentaba alinear mis neuronas para asimilar lo que estaba pasando. De 'desapercibida' pasamos a 'pitufo', arrugué un poco más el ceño pero mi expresión mutó a confusión otra vez cuando se guardó el sombrero dentro de la chaqueta, ni hablar de la sorpresa al advertir que el accesorio se encontraba ahora encima de mi cabeza. De veras me estaba costando seguirle el ritmo, y viniendo de mí eso era mucho decir. Alcé los ojos, con la intención de tocar el sombrero, pero él me lo arrebató primero y dejé salir el aire en una especie de suspiro exasperado.

    A ver, ¿iba a dejar de moverse o hablar por tan sólo un segundo?

    Desapercibida, pitufo, chichón de suelo.

    Su speech se prolongó y siguió prolongando, incluso cuando guardó silencio para fingir derrota me quedé a la espera, convencida de que iba a seguir haciendo el payaso. Decir que estaba atónita era poco, ¿con quién mierda había dado? ¿Habría una cámara oculta o algo escondida por ahí?

    Cuando volvió a reparar en mí alcé ligeramente las cejas, otra vez, intentando seguirle el ritmo. ¿Que si disfrutaba del caos? Bueno, ese concepto era un poco laxo y dependía de algunos factores, pero... ¿suponía que sí? A ver, al menos creía estar más cerca de quienes lo disfrutaban de quienes lo aborrecían, y eso ya era algo. Su énfasis tan marcado en el día que era fue una suerte de interruptor que finalmente me acomodó las neuronas y me arrancó una risa del pecho. Era una mezcla de incredulidad, diversión, extrañeza y aún más incredulidad. En serio, qué puto payaso.

    Era de los míos, ¡pero peor!

    —Una cruzada contra Japón suena bien —acordé, asintiendo, hasta me llevé una mano a la barbilla para sumarle teatralidad al asunto—. Además hoy el viento me jodió un montón y, aunque no lo parezca, estoy de mala hostia.

    Que realmente no era cierto, pero digamos que me servía de excusa. Crucé los brazos bajo el pecho, ya bien recuperada del frío de afuera, y alcé la barbilla y todo para tratar al idiota este.

    —Así que, cielo, soy toda oídos~

    No tenía la menor idea a qué mierda se refería pero mira, me daba bastante igual. No podía ser peor que muchas cosas que ya había visto o hecho, ¿verdad?
     
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  20.  
    Nekita

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    —Puedes llamarme por mi nombre sin problemas —Dijo con tranquilidad mientras los seguía en su camino a la entrada de la academia—, o quizás Cathy, lo que te guste más, ¿podría llamarte a ti por tu nombre, Balaam-san? —Preguntó con curiosidad, con su hermano ni siquiera hubo la oportunidad de preguntarle si prefería su apellido o nombre pero no por eso simplemente iba a asumir que podía llamar a su hermana por su nombre, no cuando parecía seguir un poco las costumbres japonesas.

    Una vez dentro, no le molestó en lo absoluto acompañarlos a la sección de tercero, todavía sentía que era demasiado temprano como para apresurarse a hacer su cambio de zapatos o algo similar.

    —Ah, voy a la 2-3, tengo compañeros muy amables~ ¿ustedes tuvieron la suerte de tocar juntos o van a diferentes salones?
     
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