Interior Casilleros

Por su reacción, parecía bastante obvio que no se había esperado para nada mi aparición, e iba a tener que agradecer que no se hubiese percatado de mi presencia hasta ese instante. Quería decir, ¿qué imagen hubiese dado de estar burlándome de él por algo que fácilmente podría ser lo que yo mismo estaba haciendo? Una no muy buena, ¿verdad? Aunque, de haber sido el caso, tampoco me habría molestado demasiado.

Sea como fuere, dudaba honestamente que el chico se estuviese declarándose a alguien de verdad, no de esa forma y a plena luz del día, al menos. También había asumido un poco por la cara que me seguiría el rollo, que no se ofendería demasiado por andarle de metiche, y aunque fue una suposición arriesgada, acabó saliéndome bastante bien. Así pues, me siguió la broma sin mayor problema y acabé por soltar una carcajada ligera al escuchar su respuesta.

—¿Uhm~? —dejé salir, con claro aspecto pensativo, y lo repasé con la mirada de forma algo perezosa antes de encogerme de hombros—. No sé yo, diría que depende de tu talento como escritor. ¿Sabes la diferencia que puede hacer una buena carta a la hora de declararte? —informé, añadiéndole un poquito de seriedad a lo último, y noté cómo la sonrisa se me ensanchaba antes de volver a hablar—. Así que... ¿qué crees? ¿Eres un Shakespeare en ciernes? Si no, es probable que sí te rompan el corazón...

 

Ya vería tú qué bonito iba a hacer si en algún momento venía a enterarme que este había andado dejando mierdas en los casilleros también, porque seguro no lo dejaba en paz, pero vete a saber si me enteraba a algún día así que ni modo. De cualquier manera, no dudaba que fuese capaz de encontrar cualquier otra cosa con la que molestarlo por puro amor al arte, como siempre.

Igual no creía que nadie fuese lo suficientemente imbécil para creerse la tontería, así que todos salíamos ganando suponía. Su respuesta a mi estupidez no dejó nada que desear, la verdad, hasta me aguanté la risa para que terminara la idea y se me debió notar en toda la cara que era un esfuerzo consciente. Mira que siempre, de alguna puta forma, terminaba juntándome con personas que se montaban en el juego así nada más.

—Una lástima entonces. No tengo especial talento para la escritura —respondí por fin, soltando un suspiro exagerado y el resto de la estupidez se me ocurrió sobre la marcha. Amplié la sonrisa, me incliné un poco en su dirección y le invadí algo el espacio porque sí—. Igual y podrías ayudarme con eso, ¿no? Digo, tienes pinta de escribir mejor que yo, eso seguro~

Contenido oculto

hold mi speedrun de respuestas

why is he so stupid istg

 

Mi sonrisa se ensanchó un poco más al escuchar su respuesta, sin perder el aire de diversión en ningún momento mientras él se montaba el teatro de la decepción y todo el rollo. Sabía que no estaba bien guiarse por las apariencias, pero vamos, ¿alguien me iría a culpar por no sorprenderme de su respuesta? Diría yo que no, la verdad. Lo que hizo a continuación, sin embargo, sí que logró sacarme un poco de base y, en consecuencia, alcé las cejas en un claro gesto de sorpresa.

Pero eso fue todo, en realidad, porque siquiera me inmuté algo ante su acercamiento. No me tense en lo absoluto, ni tampoco hice el amago de apartarme, y acabé por entornar ligeramente la mirada mientras escuchaba lo que sea que tenía que decirme estando tan cerca. Dejé salir algo de aire por la nariz, en una risa floja, y me encogí de hombros mientras sopesaba su propuesta durante unos segundos.

—Quizás podría, pero te aviso que ese don lo heredó más bien mi hermana —comenté, con aire casual, antes de deslizar la vista hacia el lado de los casilleros y girarme para separarme de los mismos—. Aunque... ¿quién sabe? A lo mejor prefiero hacerte la competencia, Arata~

Le guiñé el ojo, divertido, una vez recuperado parte de mi espacio personal, y me despedí de él con un gesto de cabeza, dirigiéndome después hacia el interior del edificio propiamente. No tenía idea alguna de que había sido el casillero de Sasha, justamente, el que había dado pie a toda aquella conversación, pero... ¿acaso hubiese hecho alguna diferencia saberlo? No, realmente.

En todo caso, lo hubiese hecho aun más divertido, de ser posible.

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Bueno, leí que te ibas de viaje por Semana Santa y, a decir verdad, en un principio ni si quiera pensaba rolear con nadie, pero la estupidez de estos dos juntos acabó ganándome so here we were (?) anyways, eso, que perdón por haberte secuestrado a Arata para esto que ha sido tan poquito, pero ha sido tan divertido, no me arrepiento de nada (?)

 

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Puto calor que hacía, eh. Técnicamente no debería quejarme cuando agitaba la flamante bandera del team verano, pero a nadie le importaba lo que pensara y estábamos en un país libre, así que: puto calor. No me lo había esperado, por la mañana fui a calentar el agua para un té en piloto automático y, Dios, cómo me arrepentí. Tendría que reponer los cereales para hacérmelos con leche la próxima. Considerando, claro, que no volviera el frío.

Los cambios de temperatura de las estaciones intermedias eran una ruleta rusa.

De hecho en casa seguía bastante fresquito, me desayuné las llamas del diablo al poner un pie fuera. Tuve que comerme todo el viaje con la chaqueta debajo del brazo, en el tren la até como pude a la mochila y ahí fui, un poco más cómoda. Confiaba demasiado en mis habilidades secretas de marinera, se ve, ya que en ningún momento corroboré que la prenda siguiera donde la puse. Y eso que poco me enteraba con la música de los cascos.

Entré a los casilleros caminando con movimientos fluidos, justo sonaba una canción que se prestaba a ello. Fui al mío en automático, completamente metida en mi mundo y murmurando la letra en voz baja.

—Neon lights, bloody fights. Your cross on the mirror, I'll drive you through the night. I'm gonna love you with all I've got. Even if it kills me, you're the one that I want.

The world, baby, is scary.

I know.​

La verdad, podría acostumbrarme a esta jodida tranquilidad.

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ola paso a evangelizar y a dejarla ahí porque siempre es un buen día para rolear a anna we

*c va vibeando*

 

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Las vacaciones habían sido... ¿sorprendentemente tranquilas? Síp, esa iba a ser una descripción más que adecuada para describirlas. Los días entre la salida del Villa y la Golden Week habían sido... uf, a whole and messy another story, pero la tarde de chilling en casa de Joey me había reiniciado todos los sistemas; tanto así, que por un segundo había olvidado que la abuela iba a volver a casa para las vacaciones... 'pánico' sería poco para describir lo que sentí cuando vi que habían entrado en casa.

Tenía que admitir que seguía un poco turbada por culpa de Aiden, quién sabía si en algún momento dejaría de sentirme así en tanto supiese que el imbécil seguía dándose vueltas por el único lugar en el que pensaba que estaba a salvo de él, y como tal, no tenía muchas intenciones de salir durante la semana libre. Joey, al parecer, tenía otros planes, y acabó arrastrándome a uno de los festivales incluso cuando dije que no me apetecía demasiado.

Al final acabamos en su piso jugando a videojuegos con Matty y me di cuenta de que, a pesar de todo, seguía sin tener que fingir absolutamente nada alrededor de ellos.

Así que ahí estaba el miércoles por la mañana, llegando con mi energía habitual y el uniforme aún más retocado de lo que normalmente lo llevaba, si es que eso era acaso posible. ¡No era mi culpa, tho! El tiempo había decidido echarnos una ola de calor digna de Chicago en pleno verano, ¿y qué se suponía que iba a hacer? ¿Llevar el uniforme bien y morirme de calor? Pues iba a ser que no me daba la gana~

I also preferred to sweat in other situations~

Me coloqué las gafas de sol encima de la cabeza en cuanto entré al interior de la academia, echando un vistazo rápido a mi alrededor en lo que me dirigía hacia mi casillero. Tenía el terrible presentimiento de que la tranquilidad se me iba a acabar muy pronto, pero pensaba aprovechar la que me quedase hasta el último segundo.

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supongo que va siendo hora de dejar de disimular el hecho de que relaciono a ali con esta clase de música (?)

also BITCH HOW I MISSED YOU WTF

 

A ver quién me explicaba qué era este pedazo de calor infernal a estas horas, porque no era normal, y mira que me gustaba llevar sol y toda la cosa, pero había límites en el cuerpo humano. La sorpresa me cayó al abrir la puerta de casa, de hecho retrocedí para mandar la chaqueta a la mierda y como iba medio tarde estuve por dejarla tirada en cualquier parte, pero la voz de mi madre me llamó como si tuviese ojos en la espalda y me soltó una regañina. La dejó ir en inglés, su inglés casi escocés para la gracia, y me dijo que luego por eso me resfriaba en los cambios de estación, por andarme desabrigando a la mínima.

No que le hiciera caso, lo único que cambió fue que dejé la chaqueta en el perchero en vez de tirada por ahí y cerré la puerta con cuidado, mientras estaba en medio regaño todavía. A la noche, si recordaba que la había dejado hablando sola, me soltaría otro regaño sobre el respeto posiblemente pero dudaba que fuese a pasar.

A medio camino hacia la Academia me tuve que marcar un Sonnen, no aguanté llevar el uniforme como la gente decente y aflojé el nudo de la corbata porque era eso o morirme, entre la gente, el calor del clima en sí y toda la parafernalia a cualquiera podía darle un colapso. Tampoco se me podía pedir tanto, ya cuando tuviese que meterme a la clase y eso me adecentaría.

Llevaba los cascos conectados, los de cable, así que cuando entré al terreno de la escuela iba sonando una canción que me habría caído del aleatorio de la playlist recomendada de Spotify y a la que no le puse demasiada atención hasta entonces. Mientras entraba a la fila de tercero saqué el móvil del bolsillo, retrocedí la canción para volver a escucharla y, para variar, me llevé a alguien en banda.

—Perdón —solté antes de siquiera alzar la vista, pero lo que me alcanzó fue el sutil olor a humo y el cerebro vomitó uno de sus mil apodos en lugar de su nombre—. Mishi.

—Mariposita —atajó Arata regresando su propio teléfono al bolsillo, debía haberse quedado prendado al aparato y por eso lo alcancé, así hubiese entrado varios minutos antes que yo—, ¿qué bicho te picó?

No me dio tiempo a responder, el idiota frunció el ceño, estiró las manos y me ajustó la corbata de un movimiento seco que un poco más y me ahorca. Lo aparté sin fuerza real, aflojé un poco el nudo y lo dejé estar por raro que fuese el gesto en sí mismo. Era y no era el Arata de siempre, me di cuenta, había sido brusco pero sus facciones no eran tan duras, al menos no lo fueron unos segundos.

>>Se supone que eres un niño bueno, idiota.

En comparación a don tatuajes, camisetas sin mangas y botones sin abrochar cualquiera lo era, claro.

—¡Hace un calor del diablo, ni que fuese mi culpa! —Se me escapó algo parecido a un bufido—. En fin, es bueno ver que ya estás mejor, Honeyguide. De la paliza quiero decir.

Ahora fui yo el que no lo dejó contestar, seguí el camino a mi casillero y él por alguna razón se quedó estaqueado en su lugar, si acaso lo escuché soltar algo parecido una risa como toda reacción. El intento había sido bastante penoso, pero imaginaba que había entendido que mis palabras eran genuinas como la mayoría del tiempo y que había logrado conectar un hilo diferente a él o lo había recuperado, quién sabe.

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debería haber respondido otros roles? yes but im dead y quería el confort de algunos de mis estúpidos (? anyways ahí quedan repartidos Cay y Arata pues

 

El ir y venir a mi alrededor era completamente normal, claro, así que no le presté atención a nada hasta que Dante estuvo junto a mí. Subí a sus ojos, aunque justo hizo la reverencia y seguí su movimiento por inercia. Me bajé los cascos al cuello, el cabello suelto se aplastó y le sonreí, aunque intenté mantener la sonrisa a raya para corresponderle el gesto de la forma más elegante posible.

—Muy buenos días, Sir Dante —lo saludé, poniendo la voz grave. Bueno, lo más grave que pude.

Él entonces se dispuso a cambiarse los zapatos y yo me acomodé a su lado, siendo que ya había hecho lo mismo con los míos; aproveché para sacar el móvil y pausar la canción que seguía sonando. No había vuelto a verlo desde la noche del Yozakura, y pese al trago amargo ya estaba bastante superado. Además nunca le había echado la culpa, realmente, así que no había pasado ni pasaba nada malo con él. Si acaso me alegraba que coincidiéramos en los casilleros, de verdad.

—No, para nada —le concedí con calma, sacudiendo la cabeza casi a cámara lenta, y me desinflé los pulmones antes de estirar los brazos hacia arriba, desperezándome—. Todo va bien, no me quejo. Aunque ¿qué onda este calor? ¿El diablo amaneció inspirado?

Solté una risa floja, fue más aire que otra cosa, y acomodé los brazos cruzados bajo mi pecho en lo que seguía sus movimientos sin motivo aparente.

—¿Usted, mi noble caballero~? —La tontería me estiró la sonrisa—. ¿Todo bien?

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a

no pls, no interrumpes nada, no tenía nada planeado *le echa la alfombra al piso* yo encantada de recibir a bby dante <33

 

En líneas generales no solía preocuparme por la gente de gratis. Con la despedida tan repentina de Dante en el festival se me ocurrió, luego de quitarme algo de mal humor de encima, que quizás había ocurrido algo. Él había dicho que debía salir sin que su padre se enterara, ¿cierto? ¿Y si se había metido en problemas? La idea, en un fogonazo de las tres de la tarde, me inquietó un poco. Sin embargo, la sensación no duró demasiado.

Ahora que lo tenía frente a mí recordé parte de la cuestión, aunque nada en él lucía diferente de lo usual. El problema era que, así como con Kohaku, Dante no exteriorizaba las cosas.

Y de la misma forma, no servía de nada preguntar.

—Eso es muy tonto de su parte, la primavera es su aliado —argumenté, totalmente convencida, y hasta suspiré resignada—. Bueno, si Dios obra de formas misteriosas, supongo que el diablo también.

Había apoyado el costado de mi cabeza contra los casilleros como parte del teatro, aunque tampoco iba a negar que estaba cómodo y que, siendo aún las ocho de la mañana, bien habría preferido tirarme bajo la sombrita de un árbol a ver la vida pasar. La indicación de Dante me arrancó de mis cavilaciones, arrugué apenas el ceño y eché la espalda contra los casilleros para ver en dicha dirección, hacia el pasillo. Ahí estaban las máquinas, claro, y cuando regresé la mirada a él lo hice con una sonrisa de pura ilusión pegada al rostro.

Mutó, sin embargo, a una especie de ternura, porque recordé que Dante era un buen chico y que había sido muy estúpido de mi parte enfadarme con él, así hubiera sido por cinco minutos.

—Bueno, ¿cómo decir que no a la invitación de un caballero? —murmuré, despegando la espalda de los casilleros.

En lo que me paraba frente a él, vi cómo volteaba hacia la entrada y su sonrisa se ensanchaba. Hubo una gran cuota de verdad en sus palabras, lo sentí en el pecho, y no me pareció necesario preguntar si ahora las cosas iban mejor. Recibí sus ojos, renové mi sonrisa y me deslicé a su lado para enganchar mi brazo al suyo sin ningún problema.

—Me alegro mucho, cielo. —Me había inclinado apenas hacia adelante para encontrar sus ojos y luego jalé de él con suavidad, en dirección al pasillo. Fui alternando algunos saltos pequeñitos entre los pasos que daba—. Hagamos así, tú me invitas la bebida y yo te invito la tuya. ¿Qué te parece?

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te los arrastras sin problema, bby <3

 

Contenido oculto: do you smell it ma'am

No me consideraba ningún fan del uniforme de verano, las camisas manga corta eran para vacacionar en Hawaii o no tener vida social, period. Matty me advirtió que el sol había amanecido con ganas de joder, él siempre tan diligente, así que dejé la chaqueta en casa, me arremangué la camisa y junté mi cabello en una ponytail. Sentir la brisa en la nuca era agradable y refrescaba bastante, la verdad, aunque ninguna razón tuvo el peso suficiente para llevar bien la corbata. Quería decir, igual nunca la había.

Era un hombre simple: si no tenía motivos para estar de mal humor, entonces estaba de buen humor. Una ecuación sencilla. Llegué a los casilleros con las manos dentro de los bolsillos, tranquilo pero espabilado, y en lo que me cambiaba los zapatos repasé el espacio con una sonrisita plantada en los labios. Suponía que a veces... bueno, era como con los gatos, ¿no? Cuando se les notaba en la puta cara que andaban con ganas de mandarse una cagada.

Yeap, that was me.

Cerré la puerta de mi casillero con movimientos vagos y aproveché que andaba distraída en su propio calzado para acercarme por detrás. Estaba ligeramente encorvada, enganchando el zapato en su talón, así que me incliné hacia adelante de igual forma. Cernió una sombra sobre ella.

—¿Hmm? —Podía jurar que había sentido mi presencia un segundo antes de que abriera la boca, se volteó en un pestañeo y me fulminó con la mirada. Le sonreí tranquilo, estirando el cuello para espiar su casillero—. ¿Ningún sobre misterioso hoy?

—Why would you care? —masculló en voz baja, el acento se le marcó bastante y volvió a darme la espalda para proseguir con sus asuntos.

No había nada, claro, más allá de lo usual, de ahí que no me echara prácticamente a patadas como ayer. Eché un vistazo alrededor una vez más, casi como si buscara alguna clase de respuesta en nuestros alrededores, pero no encontré nada. Ninguna alarma, ninguna sensación en la nuca. Ninguna ráfaga negra.

No como ayer, quería decir.

—Porque somos compañeros desde hace tres años, of course —argumenté con absoluta inocencia, siguiendo sus movimientos desde ahí atrás. El reflejo del sol le arrancaba destellos de fuego a su melena rojiza—. ¿No es normal sentir un poco de curiosidad~?

—¿Por un puto sobre? Me parece una razón bastante pobre.

—Pero estamos hablando de ti, linda. —Su cuerpo se ralentizó apenas un segundo y relajé la sonrisa, bajando a su vez el tono—. Además, no es el sobre en sí. No hace falta que lo diga, ¿verdad?

Suspiró, cerró su casillero y dejó su mano sobre el metal un momento. Cuando volteó hacia mí, podría jurar que en el movimiento hubo algo que llamó su atención. Parpadeé, sus ojos plateados lucían muy bonitos. Lástima que siempre me miraran así, claro.

Ah, ¿de quién sería la culpa~?

—Te lo diré una, sólo una vez más. —Se acercó a mi rostro, pude oler su perfume y le regalé una sonrisa burlona—. Mind your own fucking business.

Su hombro chocó el mío al retirarse, tuve que dar un paso hacia atrás y me desinflé el pecho en una risa liviana, vacía. Mis manos, que no habían salido de mis bolsillos en todo el rato, se removieron apenas y repasé el espacio una tercera vez antes de desviarme hacia las escaleras. ¿Qué buscaba? No estaba seguro, realmente, pero lo olía. Había una peste suspendida en el aire, era negra y me atraía demasiado para ignorarla.

Quién sabe, quizá me llevara a algo interesante.

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*siembra las semillas del caos y c va*

 

Regresé el móvil a mi bolsillo en lo que ingresaba al sector de los casilleros, la luz del sol acabó recortándose hasta desaparecer y parpadeé tranquilo, deslizando la mirada al tumulto de gente. Aún no me respondía. Tampoco era grave, si apenas le había escrito ayer a la noche, pero eso no iba a minimizar el impulso de revisar el aparato cada cierto tiempo. Era una pequeña obsesión, la necesidad de control, era girar mi reloj sobre sí mismo y corroborar constantemente el estado de mi uniforme.

Era, si se quiere, la comezón de ciertas cicatrices.

Exhalé pausado y viré en la fila de tercero. Hacía algo de calor, pero no se comparaba en absoluto al puto infierno de ayer. Suficiente, en definitiva, para que insistiera en vestir el uniforme como debía: camisa manga larga, corbata, chaqueta. No sabía qué era peor, la verdad, si sudar o lucir desaliñado. Llevaba las manos dentro de los bolsillos y una sonrisa extraña, más bien el atisbo de ésta, revoloteó en mis labios apenas distinguí... algo. Ralenticé el paso. Me daba la espalda, ocupado en el cambio de zapatos. Su cabello destacaba bastante de la multitud, lo había hecho siempre; incluso bajo las luces de neón.

Era un celeste tan puro que parecía directamente extraído del cielo.

Quise sorprenderlo, pero el crío advirtió mi presencia de antemano y volteó, chocando con mis ojos. El chispazo de precaución, casi miedo, que parpadeó en su mirada ambarina fue una puta delicia, y tuve que suprimir la sonrisa viciosa.

—Ko-chan —canturreé, liviano, y entrecerré los ojos—. Creo que así te dicen tus amigos, ¿no?

—¿Qué quieres?

Su voz pretendió ser brusca, aunque sonó más bien monótona y pestañeé, repasando sus facciones. Era, en efecto, una buena pregunta. ¿Qué quería? Ni idea. Una válvula de escape, tal vez. Un pequeño capricho. Como pasar por una tienda, ver algo y comprarlo sin analizarlo demasiado.

—Oye, qué frío. Es impropio de ti. —Mantuve el tono suave, ese tan similar a un arrullo, como si no fuese perfectamente capaz de las cosas que hacía—. ¿Viniste solo hoy?

Lo vi arrugar el ceño, denotaba cierta confusión y me revolqué, de nuevo, en el detalle. ¿Qué? ¿Tanto le sorprendía que le hubiera prestado la debida atención? Tampoco era difícil, la verdad, si acaso distinguía a... cinco o seis personas en toda la Academia. Era un juego de niños para la información que acostumbraba recabar y analizar.

Lo dudó, dudó su respuesta lo suficiente para suponer que estuvo a medio pelo de obedecerme y contestar. Al final, sin embargo, soltó algo muy parecido a un bufido y cerró al casillero tras su espalda.

—Déjame en paz, Shinomiya.

Ahora sí consiguió un punto de autoridad, no supe si la tontería me gustó o me crispó los nervios y solté una risa floja, desviando la mirada un instante de pura inercia. Regresé a él, sin embargo, lo hice con un chispazo molestándome en el cuerpo y, un poco de repente, saqué una mano del bolsillo para rozar su mejilla con los nudillos. El pobre niño se congeló en su lugar y apareció, por fin.

El miedo de verdad.

—Se curó bien, ¿eh? —susurré, absolutamente complacido, y le devolví su espacio—. Me alegra~

No reaccionó, al menos no de manera visible, le concedí una sonrisa tranquila y tras murmurar un simple "nos vemos" me alejé en dirección a mi casillero. Ah, sí. Había valido la pena.

Ahora me sentía mucho mejor.

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algo de chaos porque sí, porque me divierte, y weno ahí quedan Kou y Ko jajas al servicio de mis cristianos

 

Debía agradecer que el calor no pintaba ser ni la mitad del de ayer, porque eso había sido un intento de homicidio de la naturaleza sin espacio a dudas. Además de eso no había mucho que reportar si debía ser honesto y lo prefería así, porque significaba que podía seguirme moviendo sin que sonaran mil alarmas a la vez ni nada del rollo.

Había cantado victoria antes de tiempo.

Al llegar a la Academia topé con Vólkov entrando casi al mismo tiempo que yo, la muchacha me saludó y se me puso al corte para preguntarme si podía prestarle mis apuntes, porque ella había estado faltando varios días y no se enteraba de nada. Accedí, obviamente, le dije que se los daría al final del día y que si se me olvidaba que me lo recordara, lo que pareció aliviarle algo de la ansiedad que cargaba.

Podría haberse desentendido, pero era ella así que seguimos caminando juntos y tal. La chiquilla era dulce, para qué decir otra cosa, así que no había razones para rechazar su compañía. Me hizo conversación trivial, ya de paso le pregunté si había estado enferma y me dijo que sí, pero que ya estaba mejor y tal. Nada del otro mundo.

Fue al entrar al pasillo de tercero cuando un bloque de concreto pareció caer de ninguna parte directo en mi nuca, me reseteó todos los sistemas en un segundo y Vólkov, todavía a mi lado, coló el rostro en mi campo de visión siendo que me había quedado estaqueado casi al inicio del pasillo. Tardé más de un segundo en enfocar bien su silueta y la preocupación en sus gestos.

—¿Estás bien, cariño? —dijo casi en un susurro que estuvo a nada de perderse en el ruido ambiental.

Parpadeé, puse la atención en ella y asentí con la cabeza como si nada, como si el cerebro no se me hubiese regresado a la programación default. Me repasó con la vista de todas formas, sentí que me leyó en un burdo intento de encontrar algo pero en sus ojos, como espejos, solo apareció la misma incomprensión que en la mirada de mamá.

No entiendo, gritaba.

No importa, no busques más.
​

Me despedí de la chica, hice lo propio en mi casillero en un parpadeo y desvié mis pasos en dirección a Kohaku apenas pude. ¿Había visto la movida? No y gracias debía dar, porque hubiese montado el numerito del año importándome tres mierdas todo lo demás. Sin embargo, el lobo estaba en el mismo espacio y eso había sido suficiente para hacer vibrar las paredes de la cueva, ansiosas.

Antes de alcanzarlo me llené los pulmones de aire, me sacudí todo de encima y solo cuando estuve seguro de no tener cara de haber visto un fantasma me acerqué lo suficiente para darle un toquecito en el hombro, ligero.

—Buenos días, Ko —le dije, soné compuesto, tranquilo y todo.

A medio camino del saludo me acordé que de hecho pretendía buscarlo porque mamá me había encargado llevarle algo, pero eso podría esperar. Quería decir, no era tan urgente como las alarmas que me hacían eco en la cabeza.

Y es que de hecho tardé mucho en darme cuenta, que Vólkov lo había sentido.

Las serpientes de fuego que amenazaron con entrar en frenesí.

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ups *c muere cuz va tarde a la uni* qUÉ COSAS NO?

 

Me gustaba mantenerme... optimista, quizá, creer en los aspectos agradables del mundo y tal, pero tampoco podía negar que, de tanto en tanto, era precisamente ese mundo el cual parecía empeñarse en mancharlo todo. Como si enloqueciera, como si chocara contra sí mismo y se hundiera en el más absoluto de los caos. Y no hablaba de eventos conducidos por decisiones conscientes, esos pertenecían a otro espectro. Hablaba de perder el tren a un segundo de alcanzarlo, de no saber jamás que estuviste a una esquina de topar con esa persona. Era la baldosa floja precisamente en lo alto de las escaleras y que, por encargarse de Hanabi, Morgan no me hubiera acompañado a la escuela.

Eran, en resumidas cuentas, fatalidades.

La armonía de mi alrededor se quebró repentinamente, como si los colores se hubieran congelado y volcado a sus negativos. Me volteé en redondo, lo hice con el corazón en la garganta, pues creí sentir sobre la piel aquel frío helado del palco, del club en Minato, de los lobos y la certeza indiscutible, agobiante, de que estaba a su merced. De un puñado de hijos de puta.

Lo había pensado con Fiorella el día anterior, no era una persona que se asustara fácilmente, así que la historia se contaba sola. Pude manejar la situación repitiéndome mil veces que estaba a salvo, que Shinomiya no haría nada en la escuela. Que estaba a salvo, que estaba a salvo. Me rayé el cerebro con la maldita frase hasta desgastarla. ¿Sirvió de algo? Podría haberlo hecho.

Pero el cabrón tenía que tocarme.

No era una mano, era violencia pura y sentí en la nariz el olor asqueroso de mi propia sangre. Me quedé estaqueado al suelo, incapaz de seguir lidiando con él, y el mundo se reinició sólo cuando Shinomiya por fin se retiró. Volví a respirar, al menos a ser consciente de ello, y enfoqué la pared que siempre había estado tras su figura oscura. Era blanca, los estudiantes pasaban frente a ella y parpadeé. Pasé saliva.

Estaba a salvo.

Estaba a salvo.

Estaba-

Mis sentidos volvieron a encenderse, esta vez bajo un chispazo de fuego y tomé aire, girando suavemente el rostro en dirección a Cayden. Él entonces se detuvo a mi lado, me saludó como si nada y mis sistemas estropeados no notaron nada extraño. Había ocurrido similar cuando Anna me citó en Kabukicho y me sacó información de Hikari tan fresca. Junto al miedo volvió a materializarse la voz del lobo. Era baja, estaba agitada y me imprimió la amenaza a fuego.

¿Ahora lo entiendes, Ko? Lo que pasa cuando metes las narices donde no te llaman.​

Las fatalidades siempre conseguían sortear los hilos, eludir las líneas de defensa.

Y lo que puede seguir pasando si abres la puta boca.​

Atacar directamente al núcleo.

Realmente no supe cómo lo conseguí, pero logré recostarme en la tranquilidad que me confería, al menos su apariencia, me recosté en su suavidad y el calor de su cuerpo tibio y le sonreí. Estaba a salvo, ¿verdad? No era mentira. Estaba a salvo.

—Buen día, Cay Cay —murmuré, fue suave y acuné su mejilla para dejarle un beso en la otra—. ¿Cómo estás~?

Y también necesitaba que él lo estuviera.

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ooof pedazo de tocho im sowwy