Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La música venía sonando en mis cascos con el volumen suficiente para opacar el resto del mundo aunque, y quizá por primera vez, su objetivo no era ocultarme de él, reducir mi silueta a una sombra translúcida y omitir mi existencia. Era, si se quiere, una muy modesta forma de forzar mis colores sobre los demás. Verlos a través de mi filtro, quizás algo opaco, pero mío en definitiva. No era rojo tal cual, al menos ya no, pero tampoco se libraba absolutamente de esa carga y ¿la verdad? No podía importarme menos.

    Un poder nuevo, si se quiere.

    En cuanto abrí mi casillero recordé los papelitos que me había dado Emi el otro día, ese montón de memos de cuando Clevert se comió el balonazo y entré en crisis como por ¿tres días? Ya de paso se había mezclado con la mierda del asalto porque, visto estaba, me había meado una manada de elefantes al nacer. Bueno, al menos el trasto de la mariposita funcionaba decentemente. Instagram se pegaba de vez en cuando y la cámara del anterior era mejor, pero me lo había cobrado monedas. Su puta madre iría a quejarse.

    Metí la mano en el bolsillo de la falda, encontrando los famosos papelitos, y tras pegarles una releída los regresé adonde estaban. Llevaba ya no sabía cuánto tiempo sin hablar con Altan además de los mensajes que nunca me había contestado, pero había aprendido a forzar mis colores sobre el mundo y aparté el asunto con la agilidad suficiente para no irme en banda con la mierda.

    —Hiradaira.

    Casualidad o no, su voz se alzó en un silencio de la canción, lo hizo con la precisión suficiente para omitir mis colores y me giré lentamente sobre mis talones, teniendo que alzar la mirada un par de centímetros (como siempre) para dar con sus ojos miel. Reflejé su sonrisa tranquila.

    —Shinomiya. —Me bajé los cascos a los hombros, aunque de alguna forma la canción siguió rebotando en mi mente—. ¿Ahora me saludas de buena mañana y todo? Qué bonito de tu parte.

    —Bueno, te lo dije, ¿no? No me gusta estar en guerra sin motivo.

    Le sostuve la mirada, en mi sonrisa se coló una nota de hipocresía y volví a darle la espalda para cambiarme los zapatos.

    —En cualquier caso, me vino bien tu estupidez. ¿Cuándo estarás libre? —Kou se posicionó a un lado y lo miré de soslayo—. Me gustaría hablar contigo.

    Aún tenía demasiadas dudas, y el... obsequio del otro día sólo las había incrementado. Las palabras del Krait, de ellos y la actitud de Kakeru se arremolinaban en una espiral que nadie se había tomado la molestia de explicarme. Ahora iban a hacerlo, lo quisieran o no.

    Ya no iba a ser la puta muñeca de trapo de nadie.

    —Cómo no —concedió, con voz suave, y noté que repasó el espacio con la vista—. Luego te escribo, entonces, y coordinamos.

    Despegó el hombro de los casilleros, pensé que lo hizo dispuesto a retirarse, pero noté por el rabillo del ojo que se inclinaba hacia mí y giré el torso en su dirección con una ligera cuota de tensión impregnada en los músculos. Él lo notó y se sonrió, como se regodeaba cada maldita vez que le demostrábamos el poder que tenía sobre los demás.

    Me enervaba, siendo honesta.

    Pero tampoco podía negarlo, ¿verdad?

    —Nos vemos, Hiradaira.

    Me había obsequiado algo.

    Y estaba encantada con mi nuevo juguete.

    belu aún no pudo acabar el fic que tiene empezado hace mil años pero aún así quería rolear esto, so dont mind her

    annita y kou quedan en sus respectivas líneas de casilleros como servicio a la comunidah uwu/
     
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    Kaisa Morinachi

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    Yashihiro Nakagawa.png

    Lo de ayer... me había dejado atontado, lo admitía. No había mucho que hacerle, pero sí algo deseaba es que, a pesar de cualquier cosa, era un tiempo en solitario. Yo y yo mismo, mis pensamientos con mis dudas, así funcionaba y así sería siempre. Precavido, observador, más metódico que espontaneo y... podía hacer muchas cosas, este año pude comprobar que disfrutaba de varias que antes ni siquiera se me cruzaron por la mente, ni siquiera los veía como imposibles, porque ni siquiera fueron una posibilidad ni imaginativa. Pero la vida parecía ser así, las cosas te llegaba como una fuerte paliza, fuera negativa o entrañable, y uno tenía que agarrar lo recibido y aprender qué hacer con eso. Decir que estaba inspirado era poco, pero era mucho más claro y tangible tener en cuanta que estaba en las nubes o en el más claro alcantarillado, con las ratas y el putrido olor a agua estancadas.

    Y es que era la verdad, solo como me creía estar, ahora entendía que era mi momento de elegir que hacer: Brillar o quedarme en las sombras, reír o amargarme, tomar la responsabilidad o fingir qué nada podía hacer y que nada podía cambiar... cuando eso último siempre era una mentira. Siempre se podía hacer algo y los cambios ocurrían siempre, ahora, que las cosas fluyeran en dirección a tus anhelos para cumplir tus sueños más profundos... eso era realmente lo complicado.

    Pero... tenía un par de cosas claras: Me agradaba Ayala-chan, como también lo hacía con White-san y al final del día Dunn-senpai se coló en mi corazón idiota, ese frío que cargaba, pero en realidad tenía una facilidad absurda para calentarse y embobarse por la energía ajena y... era distinto. Ayala-san era distinta, me generaba cosas distintas y, la verdad, lo desconocido me inquietaba, no por nada era medio ratón de biblioteca y me la pasaba coexistiendo con mi computadora más que con cualquier otro.

    Las cosas que me aterraban las evitaba, las cosas que me daban curiosidad las analizaba y, con esa mezcla, me volvía alguien que con... mucha facilidad prefería tratar todo como sí de un videojuego o programa de computadora se tratara, antes de afrontar que el mundo era un caos, fiero y natural, que nunca podría estar bajo mi control...

    Pero al menos siempre podría intentar estar yo mismo bajo mi propio control, así había sido en la mayoría de ocasiones descontando el fatídico hecho de quedar en vergüenza frente a una castaña que ni conocía y, aparte, amenazar a Amery-senpai con golpearle.... ¿Qué diablos me pasaba en ese momento? En verdad prefería esconderme debajo de una piedra y no volver a salir nunca más.

    En fin, por eso mismo quería estar solo, porque tenía muchas cosas que pensar y, la verdad, prefería no distraerme con más sucesos inesperados que me dejaran pensando en más cosas, porque en verdad tenía graves problemas con... con estar tranquilo, supongo. La adolescencia era un fiasco, debe ser eso, maldita primavera, ya había superado mis 14 abriles... o tal vez no, ¡pero de hacerlo, quería que fuera lo más pronto posible, joder!

    En fin, que me levanté más temprano de lo usual solo porque me nació el deseo ignorable de andar en skate, me preparé como siempre solía hacer y llegué a la escuela no muy tarde. Con movimientos tranquilos y centrado solo en mi persona, procuré cambiarme rápido de zapatos y lo que fuera necesario, siempre teniendo la patineta ya sea en mi mano o pisada con firmeza con el pie. Ya le pediría a un auxiliar que me la guardara bajo llave o permiso al profesor de tenerla al lado de mi pupitre y jurarle por todos los dioses que no haría que interrumpiera la clase la cosita esa.

    Como fuera, observé un par de veces a mi alrededor, frío por fuera, pero el corazón latiendo como loco por dentro, solo para asegurarme de que White-san o, peor aún, Ayala no estuvieran cerca. Lo he dicho, soy ultra virgen y de momento así me quiero, así que como tal, una vez los zapatos estuvieran bien puestos, tomé mi patineta de manera algo ágil y me dirigí firme, encorvado y a un paso veloz, cabizbajo también, hacia mi aula de clases. Algo hecho ya muchas veces de la misma forma, pero por primera vez parecía estar avergonzado sin mayores motivos, bueno, sí los tenía...

    Pero no sabía sí prefería estar tranquilo o enrabiado. En verdad, prefería estar sin ninguna de estas fuertes sensaciones guiando mis pasos, buscando tomar el control.

    Relleno puro y duro, Yashihiro pasó por la linea de casilleros y se dirigió a su salón, así que sí alguien quiere interactuar con él, puede interceptarlo en algún pasillo o hablarle en el salón de clases correspondiente uwu <3
    Vite-Gigi.png

    La vida me traía alegre y la alegría me entusiasmaba y el entusiasmo... ¡solo me daba más vida! Y un ciclo sin fin de energía empezaba hasta que no supiera dónde caerme muerto, me caería, dormiría y seguro incluso podía llegar a deprimirme y pensar en lo absurdo que era todo el mundo... ¡Para luego recordar que tenía una vida que vivir! ¡Y yo quería vivir mucho, porque viajar cuesta dinero y para eso debo trabajar, y para trabajar debo tener pega, y para tener pega es siempre mejor estudiar, y para estudiar...! Mejor dejemos el asunto hasta ahí, ¿entendido? Bien.

    Llegué risueño y saltarín, el almuerzo con Yamanata-chan fue de lo mejorcito, aunque no sé sí me terminaba de acomodar, supongo que el hecho de que fuera chica me jugaba en contra, ¡pero al menos era muy cortés y ordenada! Cualquier cosa, podía decirle que me surgió algo, pedir disculpas y huir, tehee~

    En fin, en los casilleros me tope con Nagi-chan y la saludé con mi cada vez común: "Buenos días, Watanaba-san" Y le sonreía amplio y radiante, ella algunas veces me saludaba con esmero, otras con ternuras y en ocasiones con suerte y me dirigía un par de palabras más por cortesía que otra cosa. Al menos sabía que yo motivos para enojarse o entristecerse no le había dado, no que yo supiera la menos, así que asumía que cualquier problemas tiraban por otros lados y... ya sabría ella sí quería contarme o no, ¡yo me encargaría tan solo de sonreírle animoso!

    Parecía estar bien e intercambiamos palabras contundentes, pero rápidas, así solían fluir nuestras conversaciones cuando estábamos cada uno con nuestra cabeza por nuestro lado, sin fluir a la ves ni al mismo objetivo, vamos, que éramos unos centrados en lo que nos importaba y, sí surgía algo no relacionado con eso, o lo ignorábamos o tratábamos de librarnos de ello lo más rápido posible, ya sea huyendo o resolviéndolo.

    Tras no ver ningún otro rostro interesante, pero saludar alegre al par de compañeros que me dirigió la mirada, me digné a dirigirme a mi salón... Sorprendido quedé al ver al senpai cabellos azul cielo caminar... muy gracioso, hasta solté un "Je" nasal con una mezcla de compasión y mofa en la cara, parecía mejor no molestarlo de momento...

    "... No me gusta estar en guerra" una frase sonó con más fuerza a comparación del resto de murmullos, al menos mi ser copuchento la discernió del resto. Miré por sobre mi hombro, intentando identificar quién hablaba. Abrí mis ojos como platos al ubicarles, poco los conocía... pero la chica me sonaba un montón. Miré el suelo frente mío, al final del día les estaba dando la espalda y sí iba andar de metiche en conversaciones ajenas, por último no incomodarles con mi mirada, ¿cierto?...

    Nah, seguro mi madre me daría un manotazo en la nuca por ser tan irrespetuoso... pero mi madre no estaba en la academia~

    Me quedé ahí, saqué mi celular incluso y revisé mi playlist, cada semana conseguía como tres a siete canciones nuevas, era... inevitable, me gastaba toda mi memoria y recursos en eso: Música, partituras que no entendía del todo, me costaba un kilo descifrarlas, pero algo entendía de lo que me enseñó mi hermana y, nada, muchos memes, videos y digitaciones para la ocarina, aunque a estas alturas ya me sabía todas las notas y cómo lograrlas.

    Vamos, que solo era para mantener una fachada que miraba el celular ese. Miré de reojo como el... el palillo ese, alto y café en general, se marchaba a su respectivo casillero. Lo vi, porque escuché que terminó de hablar y, discerniendo sus pasos entre el resto de caminares, pude seguirlo un par de segundos con la mirada. No quería verlo mucho, tampoco, me daba repelús que fuera algún agresivo en potencia que se enojaran solo por mirarles y, la verdad, aunque no creía que se me diera mal pelear y me tenía mucha confianza con los puños, no por nada la mayoría de mis familiares eran gigantones que araban la tierra, preferiría siempre no dañar ni ser herido. Era un fiasco y al final del día las heridas dolían un montón y el orgullo pisoteado era algo difícil con lo que lidiar.

    Como fuera, guardé mi celular en el morral de siempre, que tenía ya seguro unos cuatro años, y me dirigí casi y dando saltitos dónde la chica de mechones rositas. Creo que incluso se puede decir que corrí y todo, pero la cosa es que frené a un metro de ella, con clara intención de dirigirme a ella. Manos extendida a mis costados y una sonrisa amplia, pero media ridícula que fuera tan alegre, intenté pensar para no meter mucho la pata en hablar con desconocidas.

    Ladeé la cabeza, puse mis manos tras la espalda como el "niño bueno" que crio mamá y le sonreí con una absurda pureza infantil, solo era capaz de imaginarlo, porque todos mis primos, lejanos o cercanos, que se alineaban con mi personalidad tenían la misma boba sonrisa.
    — ¿Eres tú la creadora de "Martes de Abrazos"? —tras eso me enderecé y la miré directamente a los ojos, con el filo en la mirada y también en la sonrisa que, imagino, podía a un par de personas ponerle en duda mi real edad. ¡Seguí siendo crío, en cualquier caso, tehee~! Tras esa mirada momentánea volvía a cerrar mis ojos, algo dramático, sonriente aun y solo saqué una mano tras mi espalda para ofrecerla firme. Tenía alzado un poco y todo el mentón, aires de grandeza, porque exagerar me agradaba—. Un gusto, soy Horiazana Vite.

    Me podía ver todo lo firme que quisiera, pero la verdad es que los nervios me andaban estrujando el corazón y yo sabía que eso solo podía terminar en una risa de ardilla muy avergonzada, ¡mantente fuerte, Vite, mantente fuerte!


     
    Última edición: 16 Febrero 2022
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    Amane

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    La visita de Abby había sido mucho más tranquilizadora de lo que hubiese esperado, siendo que tanto ella como yo podíamos llegar a ser puras bolas de energías la mayor parte del tiempo. Acepté quedar con ella ese mismo fin de semana, no tenía ningún otro plan de todas formas, y me quedé tranquilita en el sitio sin ninguna intención de dejarla ir. Solo la escuché cantar, ladeando apenas la cabeza para unirla más a la suya, y pensé que, vaya, podía acostumbrarme a aquella calma.

    Me despedí de ella después, asintiendo con la cabeza cuando dijo que me escribiría, y lego comenzaron las clases de la tarde. Atendí más o menos lo mismo que a las de la mañana, lo que venía siendo nada, y fui especialmente feliz al volver a casa después de las mismas. Después de aquello solo quedaba un día por delante y, para la gracia, ahora tenía incluso más motivos para querer que el fin de semana llegase.

    Por desgracia, me tocó la clase de PE el viernes por la mañana y pocas cosas había que odiase más que madrugar para hacer deporte un día antes del fin de semana. Y, sin embargo, el día fue a peor cuando vi que habían colgado las notas de las re-entregas y descubrí que nuestro grupo había suspendido... de nuevo. La molestia que me cayó encima no fue inesperada, aunque lo cierto era que no me molesté tanto por el suspenso en sí como por lo que ello conllevaba. Eso no implicaba que no fuese a buscarme a otro tutor para este tipo de cosas, claro.

    Mis padres me ignoraban la mayor parte del tiempo y me dejaban hacer lo que me diese la gana, incluso financiándome con una tarjeta que no parecía tener fondo, pero sabía que en cuanto se enterasen que no había pasado el mínimo en aquel proyecto (uno con el que le había dado el coñazo a mi madre para librarme de sus trabajos) intentarían reprenderme por ello. No les duraría mucho, a lo sumo una semana, pero eso era más que suficiente para joderme cuando acostumbraba a no tener límites.

    De alguna manera agradecí el ejercicio en esos momentos, porque me sirvió para desquitarme de algo de esa rabia, pero realmente solo fua una solución temporal. Vi a Joey por ahí teniendo la clase conmigo, y aunque lo saludé al dar con su mirada, no me dieron las ganas para ir a molestarlo en las duchas como bien sabía que podría haber hecho estando de mejor humor.

    Tenía el pelo aun húmedo cuando entré a la línea de casilleros de tercero, donde hice el cambio de zapatos, y saqué un par de galletas de la taquilla para comérmelas y reponer fuerzas después de la clase de gimnasia. Estuve algo dispersa hasta entonces, pero me centré un poco más después de cerrar la puertecilla, dándome cuenta recién entonces de la presencia de Kou a un par de metros de mí. No había que ser ningún genio para saber lo que hice después, ¿verdad? Hacía mucho que no lo veía y, ni idea, no era la primera vez que buscaba a un chico cuando mi humor cambiaba.

    —Kou-chii~ —saludé al alcanzar su costado, con voz ligera, y me apoyé en la línea de casilleros con la espalda—. ¿Me has traído algo de tu viaje familiar, entonces?

    what is this? a thirsty gabi?
     
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    Gigi Blanche

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    Se podría decir que era bastante curioso ver a Hiradaira luego de lo ocurrido el otro día en Shibuya. No que fuera una nueva persona ni nada remoto, pero... había algo, vete a saber qué. ¿Una libertad, quizá? Recuperada o nacida de la oportunidad que le había dejado al alcance de la mano. Una seguridad, puede que también, y si lo estiraba un poco... tranquilidad. Irónico, considerando que hablábamos de mí, pero lo que mis acciones le significaran me la traía floja. Yo sólo había pretendido firmar la paz.

    Y, como siempre, todo me había salido bien.

    Dejé pues a la chiquilla en su fila de casilleros y me dispuse a cambiarme los zapatos para subir a clase cuando noté al vuelo un chispazo rosado cruzando el espacio a mis espaldas. De por sí parecía haberme incrustado radares bajo la piel a partir de más o menos los ocho años, cuando los monstruos de fantasía y los demasiado humanos también habían comenzado a morderme los talones. Eran sensores que ya no sabía ni me interesaba quitarme, me funcionaban para sobrevivir y era más de lo que quizá mereciera. El caso es que, fieles a su naturaleza, no distinguían realmente por categorías. Demonios, lobos, serpientes, y también alguna que otra chica bonita.

    Me sonreí con ligereza, pues algo en mi sistema me dijo que ella también me vería y decidiría acercarse, de modo que ralenticé parte de mis movimientos a consciencia para... darle un poquito de ventaja. Estaba a punto de agacharme para recoger el calzado de exterior cuando su voz se deslizó hasta mis oídos, junto al ya conocido tinte alegre en el apodo que me había clavado por la cara.

    —Ri-chan. —La repasé con la mirada de costado, noté el cabello húmedo y su pregunta ensanchó mi sonrisa—. Ah.

    Fue un murmullo vago que solté al aire en lo que, ahora sí, me agachaba y guardaba los zapatos en mi casillero. Cerré la puertecilla con movimientos suaves, la empujé hasta sentir el click y mantuve la mano allí un par de segundos en lo que volteaba el rostro para mirarla plenamente.

    —¿Vienes a saludarme luego de tanto tiempo y lo primero que haces es pedirme un regalo? —repliqué, risueño, y deslicé los dedos por el metal hasta hundir ambas manos en mis bolsillos. Mi hombro fue a parar a los casilleros, junto a ella, y solté un suspiro impostado—. ¿Qué tal tus vacaciones? ¿Te divertiste?

    Eso tenía que responder a su pregunta, ¿verdad?

    HEYO LOV OF MY LIFE lets be cerdas impunes together
     
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    Amane

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    No era ya ninguna sorpresa a aquellas alturas, el hecho de que Kou seguramente me había sentido pasar incluso antes de que yo me diese cuenta de que él estaba por ahí, pero eso no le quitaba parte de su encanto, ¿verdad? Al fin y al cabo, que siguiese haciendo el imbécil en su casillero cuando seguramente podía haberse ido hacía ya un buen rato solo significaba que me había estado esperando, ¿y no era eso lindo por su parte? Lindo por decir algo, claro.

    Seguí sus movimientos de reojo, notando cómo me repasaba con la vista y se le ensanchaba la sonrisa, y por pura inercia me removí en el sitio cuando vi que se agachaba. Lo hice para llamar su atención, obviamente, y moví la pierna más cercana a su posición con el claro objetivo de hacer que la tela de la falda se levantase un par de centímetros por mi muslo. Me mantuve atenta a sus movimientos en todo momento, hasta que se dignó a mirarme por completo, y solté una risa floja en respuesta a su pregunta.

    —Pensé que ya sabías que era una interesada~ —comenté, encogiéndome de hombros, y seguí sus pasos para girarme también, quedándonos cara a cara—. Ah, sí, estuvieron muy bien. Yo siempre sé cómo divertirme, ¿sabes? —había bajado la voz al decir aquello último, aprovechando que de por sí no había mucha distancia entre nosotros, y dejé caer la cabeza hacia un lado mientras mi vista iba viajando por su camisa de manera distraída.

    Di un paso hacia él entonces, acortando aun más esos centímetros de distancia, y paseé mi mano por su brazo hasta alcanzarle el hombro, dejándola apoyada ahí en lo que levantaba la vista para buscar su mirada desde abajo.

    >>Yo sí te he preparado un regalo de reencuentro, cielo. ¿Quieres que te lo dé ahora o lo guardo para después~?

    OH YES, ser cerda con mi soulmate? qué más puedo pedir? uwuwuw
     
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    Gigi Blanche

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    Riamu difícilmente perdía oportunidad para... dar la talla, digamos. No le veía nada de malo a revolcarse en la atención ajena cuando era un talento que se había sabido afinar, así como nadie renegaría de un excelente pianista sobre el escenario. Cacé al vuelo sus intenciones, la noté removerse prácticamente sin verla y parpadeé lento, repasando sin dejar evidencia alguna la piel de su pierna antes de erguirme como si nada. ¿Semejantes horas de la mañana y ya en esas?

    Ah, casi se me había olvidado.

    Casi.

    Su respuesta no acarreó novedades, tampoco era yo ningún rey de la conversación de modo que decidí dejar el asunto allí. Interesada o no, en definitiva no podía darme más igual. Había surgido de mi propia voluntad, de mi propio capricho, incluso, todo el bendito teatro del club, la limo y demás. Si ella encontraba provecho allí, o aún mejor, si me buscaba a posta para salir a cenar o ir a lugares fancy, ¿me importaba?

    Por favor.

    Noté cómo bajó el tono de voz, también que su vista comenzó a pasearse en mi silueta, y la dejé hacer sin más. Una chispa de satisfacción sí me provocaba, pero de ahí a demostrarla había un océano de distancia. Mentiría, de hecho, si dijera que no me quedé allí esperando a ver qué jugada se clavaba, sabiendo ya que Riamu... bueno, digamos que le costaba dejar las manos quietas. Al menos a mi alrededor, claro.

    ¿Debería sentirme halagado~?

    Se acercó, pues, dio un paso en mi dirección y seguí sus movimientos envuelto en la calma y suavidad de siempre. Parpadeando casi a cámara lenta, respirando tan sutil que si acaso se percibía sonido alguno. Su mano navegó el espacio hasta mi brazo, mi sonrisa se estiró apenas y di con sus ojos en cuanto ella buscó los míos. No lo planeé como tal, pero acabé por alzar ligeramente el mentón y una cuota de prepotencia se me imprimió en el gesto.

    —Ri-chan. —Fue casi una queja envuelta en un susurro, incluso una regañina—. ¿Tengo cara de que me guste que me dejen esperando?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Gianna Fiore

    Como era de esperar, la escuela era ruidosa... el problema es que... todo Tokyo lo era. ¿Qué tan distraída debía estar para haber pasado por alto esta realidad atormentante? De un pueblo pequeño en la nada misma a una urbe con sobrepoblación, pero bueno, las ansias de libertad me ganaron e ignoré todos los inconvenientes para enfocarme en todas las maravillosas probabilidades a favor cuando mis padres me comentaron sobre hacer lo del intercambio de estudiantes... Yo me quedaría en casa de un japonés y ese japonés terminaría en casa de algún francés, increíble.

    Como fuera, luego de comerme parte del numerito de un tipo grandote y expresivo terminé por adentrarme a la academia. No había tenido el tiempo hasta ahora, entre comprar el uniforme, los utensilios y cuánta cosa sintiera que me faltaba... Miré de arriba hacia abajo, de un lado hacia otro y... Uhm... supongo que...

    Sin mediar palabra, me dirigí por la fila del centro, observando los números deduje que esos casilleros eran de segundo, así que adelanté el paso hasta el final para virar de inmediato a la fila donde vi la mayor cantidad de rostros maduros.

    No era lo más bajo del mundo, pero mi contextura y rostro, a pesar de demacrado y con perfiles marcados, pecaban de infantiles. "Ya llegará tu momento" dijo mamá respecto a lo que crecer refiere... también podría ser que nunca cambiará realmente, tenía casi la misma altura, cara y expresión desde hace muchos años, al fin y al cabo.

    Identifiqué sin mayor dificultad mi casilla, me había preparado desde hace su buen par de meses para al menos saber leer y pronunciar lo básico. Había estudiado otros idiomas antes, bastante irrelevantes, así que tenía algo de práctica con el tema.

    Saqué la llavecita que me entregaron con anterioridad de mi carterita circular y negra, con tres bolsillos en ella, y le acerté a la segunda con bastante fluidez. Lo abrí... vacío. Eché mis zapatos tras fijarme que el suelo estuviera más limpio que sucio y lo cerré asegurándome de haberlo hecho correctamente. Con la seriedad en el rostro siempre, más allá de los ligeros cambios, saque mi otro par de zapatos a la intemperie, como era de esperar iban dentro de una blanca bolsa plástica ideal para el tamaño que tenían.

    Y ahí me coloqué los zapatos sin prisas, apoyando una sola mano en mi propia taquilla, porque no me iba a acuclillar para colocarlos, pero tampoco iba a forzar mi pie dentro de ellos como tal.

    Momoka Ashikaga

    Era... la recta final, ¿no? ¡Lo había hecho bien el año anterior, este no debería ser distinto! Pero pensar que podía hacerlo aún mejor... me emocionaba, quería lograrlo, quería en verdad enorgullecer a mis padres y cercanos, ¡Podía hacerlo! Aun tenía mis dudas, claro... pero bueno, tampoco era la idea presionarse al extremo, que nada bueno podría salir de eso y fue una enseñanza que mi madre siempre buscó dejar en claro para mí. Como fuera, ¡hacía un día precioso y eso siempre era bueno! Me até de manera pulcra el cabello que no se escapaba de la coleta alta, no era mi más lujoso peinado, pero sí el más refrescante. El flequillo fino y algo desprolijo caía por delante sin llegar a entorpecerme la vista. Me estaba bloqueando la cara cuando una voz llamó mi atención y apenas la reconocí me hizo frenar en seco...

    —¡Momoka!— El tiempo se detuvo, era imposible que alguien en el patio norte no hubiera escuchado ese firme vozarrón que, se notaba a leguas, nacía de querer llamar mi atención e incluso puede que la de algún curioso más. Mi cuerpo congelado se reactivó cuando volteé hacia atrás en cámara lenta, sintiendo mi corazón irse por la borda en ese preciso momento.

    Claro, volvió a detenerse cuando di un pequeño respingo y vi mi muerte anunciada. En un pestañeo, tenía un gran par de brazos sosteniéndome por encima de los hombros.
    >>Me alegro tanto, tanto de verte —dijo ya en un tono normal, igual de emocionado y firme... Me quedé mirando la nada, sintiendo su calor y sus palabras, seguro tenía mi propio rostro ardiendo por mero pudor, pero...— No te imaginas todo lo que esperé para que este día llegara.

    Mis gestos de sorpresa se apaciguaron en una mirada perdida, podía pecar de abatida, pero en ese mismo momento mis manos terminaron por sobre los brazos ajenos y la dulce sonrisa brotó en mis labios. Claro, ¡yo también me alegraba! Aunque no terminara de entender lo que ocurría. Alejé la cabeza del chico, le sonreí a ojos cerrados y hablé con genuino cariño, más tranquila.

    —También me alegro de verte, Kenta-kun...— Miré de reojo, con claro nerviosismo, al par de alumnos que logré identificar prendados a nuestro... inesperado encuentro.
    —¡Lo sé!— Este chico aún parecía estar demasiado metido en su exaltación y, claro, se olvidaba de todo el mundo a su alrededor. Le sonreí con una cuota de lástima, como sí en verdad me doliera lo que iba a pedir.
    —¿Puedes soltarme, por favor?...— Y me acerqué a su oído, tampoco es que estuviera tan lejos, me recibió con una mirada de sorpresa—. No querrás dar una mala impresión, ¿cierto?

    No sé qué significado agarraron mis palabras en su cabeza, pero sirvió para que llevara sus manos abiertas a la altura de sus hombros, aun con una sorpresa plasmada en su rostro. Yo aun con un poco de crema solar en las manos reí en respuesta con una suave sonrisa y ojos cerrados.
    —Jeje, disculpa —soltó él, para luego llevarse las manos a los bolsillo de sus pantalones y dejar atrás cualquier rastro de posible pudor, yo solo le respondí un "No hay de qué", eran detalles y momentos que surgían, no había real motivo del cual preocuparse. Me sonrió ahora con la confianza de siempre y sin mediar palabras al respecto nos encaminamos a la zona de casilleros a la par—. Y bueno, ¿Qué tal?

    —Ey~ Yo debería preguntarte eso —fruncí el ceño pero la sonrisa no se borró de mis boca, aunque de todas formas después me hice la indignada cerrando los ojos y alzando incluso un poco el mentón—. Sorprendida estoy de que llegaras hasta acá con ese cerebro tuyo...
    —¡Hey!
    —Me alegra, en verdad —solté entonces, volviéndole a mirarlo con la sonrisa amplia, llena de regocijo. Al chico de le iluminó la mirada y no demoró en sonreírme radiantes, me dio un mimo en el cabello y todo.
    —Gracias, preciosa.
    —No hay de qué, te lo mereces al menos —solté una risa nasal al final, agraciada e ignorando el alego a conciencia—, de solo imaginar lo que sufriste estudiando...— Lo miraba de reojo, con esas cejas fruncidas y la sonrisa ladina. Luego le palmee el hombro y le sonreí a ojos cerrados, exagerando un poco la vibra de rayos y flores—. Eres un buen chico
    —Jeje —sonrió él inflando incluso un poco el pecho de orgullo...

    En verdad... ¿Era un crío... o un cachorro que subsistía a base de premios? Le sonreí rendida, pues solo me respondió un "Gracias, Momoka", pero bueno, que cuando llegamos a nuestra línea de casilleros pareció percatarse de todo el asunto. Me habló indignado y todo, yo solo me centré en abrir mi taquilla con una suave sonrisa en los labios.
    —¡Hey! ¿No me estás diciendo idiota o algo así, verdad? —siempre era muy imponente tanto en cuerpo como en acciones, así que él no solía manteer demasiadas distancias y siempre debías andar doblando el cuello hacia arriba sí resultabas ser más baja que él, pues se acercaba un montón, vamos, era eso o verle el pecho. Pero bueno, que estaba más que acostumbrada.
    —Yo no he dicho nada de eso~ —juguetee con mi voz y lo miré con esa sonrisa cargada de astucia pícara mientras me cambiaba el calzado—. ¿Tú crees que lo eres, Kenta?

    Me miró con clara expresión de enojo, se había terminado por cruzar de brazos y todo... yo esperé interesada su respuesta.
    —Claro que no, boba, ¿Cómo podría haber terminado acá sí no? —expresó cerrando sus ojos y yo solté una risa suave y divertida frunciendo el ceño con pudor.
    —Cierto... ¿En qué salón quedaste?
    —¡En el 3-1!
    —¡Ah, estamos en el mismo!— Ahora era yo a la que no le cabía la alegría en el rostro, abriendo boca y ojos como platos. Kenta me reflejó la sorpresa, pero no el entusiasmo, se veía por completo escéptico.

    Bueno... lograr entrar a una buena academia teniendo en cuenta el expediente escolar que se cargaba era realmente un logro, ¡Pero que quedáramos aparte en el mismo curso, eso sí que ya era capricho del destino! Y su nuevo abrazo me dio a entender que no podíamos estar más felices ambos, se notaba que quería puro gritar, pero se conformaba con el quejido prolongado que contenía su emoción. Yo solo solté todas mis emociones a través de la risa y luego busqué calmarle los humos acariciando con suavidad sus fuertes deltoides.

    —Ya, ya... —decía otra vez con la expresión por completo avergonzada pero con la sonrisa mantenida a flote, ¡Es que este tipo no se frenaba a pensar en la imagen que estábamos dábamos! Pero claro, no se lo recriminaría en público.
    —Es que te quiero tanto... —soltó más bien despacio, pero la emoción seguía ahí. De acuerdo, esto se estaba saliendo de nuestras manos.
    —Sí sigues comportándote como un niño de siete años, Kenta, que no puede soltar a la madre tras volver de la escuela, me veré obligada a ser muy, muy dura contigo —hablé con calma y cariño, con la comisuras de los labios sonrientes aún y todo, pero claro, él más que nadie entendía el peso gélido tras esas palabras.

    Siempre solía hablar en serio, a fin de cuentas.

    —S-sí... está bien— Se apartó entonces, desviando su mirada de mi rostro, pero sus manos se quedaron descansado sobre mis hombros. Enarqué una ceja y sonreí ladina, ¿ahora te me ponías vergonzoso, grandote? Que gracia.

    No me extrañaría que más de uno hubiera reído al vernos... o incluso detestado, quién sabe~

    Okey, ahí se quedan. Momoka y Kenta juntos y Gianna por separado, en la línea de casilleros, jeje
     
    Última edición: 18 Febrero 2022
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    Amane

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    A Kou le encantaba disimular, o quizás estaba tan acostumbrado a ello que ni siquiera se daba cuenta, y al parecer yo también estaba empezando a acostumbrarme a ello más de lo que hubiese imaginado. Por regla general, eso sería algo que podría llegar a frustrarme bastante, pero realmente no era el caso, ni idea de si era porque parecía tener cierta tendencia a pasarle la mano con aquellas actitudes por el simple hecho de ser él o si era por cualquier otro motivo. Poco importaba, a decir verdad; lo único que importaba era que me daba espacio a imaginar lo que más me apetecía y, sinceramente, creía acertar la mayoría de las veces.

    Lo pensé con mi movida de la falda y seguí pensándolo cuando me monté todo el teatro para acercarme a él, sin decirme nada al respecto pero dejándome hacer con una facilidad absurda. Se le notaba tranquilo, era obvio que mi presencia ya no le incomodaba de ninguna manera, y no podía estar más satisfecha por saberlo con seguridad, especialmente con el mood tan extraño que llevaba encima.

    Alcé levemente las cejas al escuchar su tono de queja y la suave prepotencia que había adoptado su rostro, dejando salir el aire por la nariz en un risa floja con su respuesta final. No dije nada más, sin embargo, si acaso me sonrisa se ensanchó un poquito más antes de deslizar la mano hasta su nuca e inclinarme hacia delante. Me enredé en su cabello, quizás con más ímpetu del que hubiese estimado, y me alcé sobre mis puntillas para rozar sus labios con los míos. Aproveché el impulso, ya de paso, para buscar su entrepierna con mi rodilla y poco o nada me importó estar en mitad de los casilleros para incluso mover la misma, afirmando el contacto.

    —Pues no sé... Quizás tenga que dejarte esperando para comprobarlo~ —susurré, sin separarme ni un milímetro de sus labios.

    Me dejé caer sobre mis talones cuanto terminé de hablar, liberándolo por completo de mi agarre, y di un paso hacia atrás mientras me echaba encima una inocencia que nada que ver con lo que estaba sintiendo en mi cuerpo. En el fondo, no quería ser una completa bitch con Kou, pero a la vez me estaba resultando bastante difícil controlarme del todo.

    >>¿Al menos me vas a contar qué tal fueron tus vacaciones mientras subimos a clase~? —pedí, haciendo un puchero y llevándome las manos tras la espalda, y esperé su respuesta solo haciéndole un poco de ojitos.
     
    Última edición: 19 Febrero 2022
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Quizá debí anticipar que Ri iba a aprovecharse de mi respuesta para seguir estirando el hilo, o quizá me importaba tan poco que lo hiciera que apenas le brindé pensamiento. La mano que había descansado en mi hombro no tardó en subir a mi nuca, me hizo apenas cosquillas y se aferró a mi cabello. Pensé que iba a besarme, para qué mentirnos, así que su movida tentativa me arrancó una sonrisa amplia. Fue una mezcla de varias cosas. Sarcasmo, una chispa de sorpresa, los resabios de la prepotencia y, por qué no, decepción.

    Y yo que esperaba mi regalo~

    Se había estirado sobre sus talones para alcanzar mis labios y yo, casi sin darme cuenta, me incliné apenas para facilitarle la tarea. Debía decir que la rodilla entre mis piernas fue más de lo que había esperado y acabé soltando el aire por la nariz, disimulando con la sencillez usual el chispazo de corriente que la muy idiota me lanzó por la columna. Fue recién en ese momento donde se me ocurrió pensar que, más allá de sus locuras usuales, se estaba saliendo un poquito de la tangente.

    ¿O quizá simplemente me había extrañado demasiado?

    —Tan mala —susurré, sin disimular que estaba en mi puta salsa, y repasé su rostro y cabello con la vista en cuanto regresó a su posición—. Y yo que pensé que te había consentido lo suficiente.

    Quité una mano del bolsillo, que alcanzó las puntas de su cabello y se coló con cuidado para medio encajarse detrás de su oreja. Me incliné, entonces, y mi respiración rebotó en su rostro un segundo antes de besarla. Nada muy loco, presioné mis labios contra los suyos, parpadeé y cerré los ojos, reiniciando el contacto para profundizarlo sólo un poco. Luego regresé a mi lugar como si nada, con la fragancia de su shampoo aún impregnada contra mi nariz.

    —Tuviste P.E. —destaqué, como si no fuera una obviedad, y por el puto teatro le ofrecí mi brazo para que se enganchara a él—. ¿Cómo te fue?

    ¿Ignorando por completo su pregunta? Pues claro. Como si me fuera a apetecer hablar de unas estúpidas vacaciones familiares.


    te lo arrastras, si quieres uwuwuw
     
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    Zireael

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    Los días de sol dieron tregua esa mañana, cuando aparqué la moto me detuve a mirar el cielo unos segundos, las nubes cubrían el celeste e impedía que se nos me cocinaran las ideas a las ocho de la mañana. No que tuviera muchas ideas de por sí, pero el punto se entendía, y además aunque no tenía nada contra el sol de vez en cuando un descanso se agradecía. Imaginaba que a otros estas nubes no les harían tanta gracia.

    Como fuese, entré a la Academia con bastante pereza y revisé el bolsillo del pantalón solo para asegurarme de que el sobre no se me había quedado a medio camino de ni nada. La mariposita me lo había dado después del día del festival, bueno, lo había dejado entre los arbustos de la entrada de su casa y yo lo recogí, lo de siempre. La idea era que yo vendiese los trastos, pero entre una cosa y la otra él se encargó, de forma que solo le pedí que me diese la pasta completa y arreglábamos después.

    No puso demasiadas pegas.
    El caso es que me metí a la fila de los de tercero, busqué en los casilleros el nombre de Sasha y cuando lo ubiqué me detuve antes de colar el sobre para sacar un bolígrafo y escribirle encima "Honeyguide". Mi caligrafía daba pena en grandes rasgos, pero me esforcé porque se entendiera, y así finalmente metí el sobre en el casillero de la pelirroja. A la pobre desgraciada la había hecho esperar demasiado y aunque no habíamos acordado todavía el porcentaje ni nada, simplemente lo dejé correr.

    Esta chica me había ayudado la mañana siguiente a que Ryouta me reventara la nariz.

    Me quedé mirando el casillero unos segundos antes de retroceder para buscar el mío, sacar lo que hiciera falta y zambullir lo que no iba a necesitar. A ver, no significaba que fuese demasiado, si no hacía una mierda en la escuela, pero pues por hacer la lámpara.


    Gigi Blanche im dumb te iba a etiquetar como BELU pero bueno, eso que Shimi-kun le dejó el sobrecito con el dinero a Sash uwu no hace falta que le respondas ni nada, pero pa que quede constancia

    El pendejo queda ahí para la comunidad in any case (?
     
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  11.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Esa mañana había ocurrido lo que nunca: me dormí. Siquiera tenía idea por qué o cómo había llegado a esa situación. ¿Olvidé configurar la alarma la noche anterior? ¿La apagué sin darme cuenta? ¿Mi móvil había fallado? Fue un poco caótico, pude hasta notar la sorpresa en el rostro de la empleada al entrar a mi habitación con el desayuno habitual. Es más, hasta creería que se contuvo de reírse. No me molestaba realmente, sólo estaba tan o más pasmada que ella.

    Tuve que hacer todo a las apuradas. Ducha breve, desayuno en tiempo récord, siquiera llegué a secarme el cabello. El viaje en coche fue lo único que me permitió llegar a la Academia habiendo recobrado mínimamente la compostura. ¿Me avergonzaba? No tal cual, aunque se sentía extraño. Impropio, quizá. ¿Y eso de andar con el cabello húmedo?

    No me gustaba mucho, no.

    Me despedí del chofer con una sonrisa breve, quien me deseó buena suerte en la escuela y se marchó. Me aferré a las tiras del maletín, inspiré por la nariz y llegué a mi casillero con, creería, la tranquilidad usual. ¿Sentía más miradas encima o era mi imaginación? Nadie debía darle tanta importancia como yo a un detalle tan nimio, ¿verdad?

    Aunque ¿qué hacía preocupándome por eso, en primer lugar?

    Volví a suspirar, algo de cabello me rozó la mejilla y abrí mi casillero, dispuesta a cambiarme el calzado. Al menos hacía calor, ¿no? Se secaría rápido.


    weno, andaba con ganas de rolearla just because así que ahí queda por si alguien quiere *c va rodando*
     
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  12.  
    Amane

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    Morgan me siguió el rollo a la tontería, así como había estimado que haría, y no mucho después vi que se bajaba de la mesa para despedirse de mí e irse del lugar. Le correspondí a la despedida con un gesto de cabeza y, por mi parte, decidí quedarme un rato más disfrutando de la tranquilidad del invernadero antes de subir finalmente a clase. Mi propia hermana me había traicionado y seguía dolido por ello, pero al final había acabado siendo un día de lo más satisfactorio.

    Por supuesto, para la hora de volver a casa por la tarde ya se me había pasado el dolor con Ka-chan, y el día siguió transcurriendo con normalidad. Después de hacer la tarea, pues al menos eso era algo que nos habíamos inculcado ambos muy bien, dediqué el resto de la tarde y parte de la noche en garabatear en mi cuaderno. Lo hizo medio sin pensar, medio pensando, y para cuando me quise dar cuenta, había acabado haciéndole un retrato a Morgan.

    Ah, qué cosa curiosa.

    Antes de dormir, busqué el nombre del tulipán así cómo le había prometido a la muchacha y, aprovechando que también había imágenes, rodeé el dibujo de su rostro con unas cuantas de aquellas flores, dándole un toque realmente oscuro a todo el retrato en sí. Pero no le quedaba mal, ¿verdad que no? Aquella era totalmente su paleta de colores: el negro y el morado.

    "Lo siento, Morgan, pero te mentí. Tenía la esperanza de que te ganase la curiosidad y buscases tú el nombre de los tulipanes, así quizás entenderías porque te dije lo que te dije. Por si acaso, te informo que los tulipanes tardíos se llaman Tulipa 'Queen of the Night'... bastante apropiado, ¿no crees? Son típicos de Europa y Asia, quizás alguna vez puedas verlos."

    Con aquel mensaje escrito por detrás del dibujo, busqué el casillero de la chica en cuestión a la mañana siguiente y le colé el papel cuidadosamente doblado en el interior, sin esconder la ligera sonrisa satisfecha mientras lo veía deslizarse por la rejilla. Un poco atrevido, quizás, pero estaba seguro que acabaría dando en algo bastante divertido~

    En esas estaba cuando me di cuenta, casi de rebote, de la presencia de Arata haciendo prácticamente lo mismo que yo pero en otro casillero. Ya que había cumplido mi misión de manera satisfactoria, tenía algo de tiempo libre, y el muchacho me había caído bien cuando me enseñó la academia, así que me acerqué a él con las manos metidas en los bolsillos del pantalón.

    —¿Declarándote tan temprano por la mañana? Al final va a ser verdad que eres un payaso~ —murmuré, en un ligero tono de burla, apoyándome en la línea de casilleros con el hombro.

    Gigi Blanche heyo~ se me ocurrió esta tontería cuando estábamos en el invernadero and i just had to do it today uwuwu Kenny, regalando retratos a literalmente todas tus waifus, que picha brava (?)
     
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  13.  
    Insane

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    [​IMG]

    Aparentemente los días seguían el flujo tranquilo, luego de la salida con Lena, y eso, no es como si hubiese hecho algo particular más que trabajar haciendo un par de fotografías para una revista, estudiar, los deberes, controles médicos, entre otras labores hogareñas. Me bajé del auto de mi madre en lo que Violet sujetaba su mochila, mantuve la puerta abierta para darle el tiempo necesario, siguiéndola con las pupilas hasta que ésta se alisó la falda.

    —¿Muchas nubes?

    —Un poco, pero no tiene apariencia de que vaya a llover.

    —Eso suena bien, ¿no crees? —jugó con la yema de sus dedos por el corto de su cabello—. Adiós madre, te amamos.

    Cerré la puerta del auto en lo que ella se daba vuelta, echándose a caminar luego de murmurar la despedida a nuestra progenitora. Mi hermana se adelantó apenas en lo que entrabamos a los casilleros, ocupándome momentáneamente en el móvil al estarme vibrando en el bolsillo en lo que ella se perdía de mi vista.

    Suiren queda a disponibilidad <3

    [​IMG]
    La felicidad de la noche anterior aún me hacía cosquillas en las mejillas, quizá al mismo ritmo del viento ligero que rozaba mi piel al caminar, contabilizando el cuadrillo del suelo con los pasos que daba sin tanta ímpetu, quizá ya me estaba acostumbrando con un poco de naturalidad, sin darme cuenta siquiera.

    Fue en cuanto sabía y mi casillero estaba frente a mi que deslicé las yemas para girar hasta dar con el código correcto del candado. Lo abrí entonces para sacar un par de bolígrafos que había guardado días atrás, que sino mal recortada su color era...

    Su color era...

    Giré el rostro, podía sentir el que alguien estaba medianamente cerca así que me arriesgue a elevar ligeramente la voz.

    —Buenos días, disculpa, ¿podrías por favor recordarme el color de este bolígrafo?
     
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  14.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Quizás aún fuera demasiado pequeña para comprender ciertos matices de la vida, aquellos que se negaran a mostrarse con claridad incluso bajo luz blanca. Serían los matices retorcidos, negados e incluso cifrados que, por lo general, venían con la edad. Como si nuestros ojos cambiaran su configuración, como si aprendieran a leer otros idiomas; o quizá sólo perdiéramos la inocencia. Y todo dependía del momento, ¿cierto? La posibilidad se convertía en sentencia y, en definitiva, nadie lamentaría que un adulto encuentre los fantasmas en cada esquina. Era bastante injusto, e incluso así había injusticias peores. Estaba la tormenta en los ojos de Ophelia, en sus piernas delgadas; estaba la incertidumbre y la cobardía en las uñas estropeadas de Jenkin.

    Y había una venda negra en el rostro de Violet.

    Con todo, yo aún no era plenamente consciente de los matices o, al menos, no los veía adonde fuera que vaya. Vivía mi vida con relativa calma, relativa simpleza, entre los muros y las personas que conocía. No noté la presencia de la chica hasta que se detuvo junto a mí porque no tendía a asumir que nadie se acercara a hablarme, y me di cuenta que la había arrancado de raíz. Llevaba semanas sin verla y una cantidad de tiempo similar sin preguntarme por ella. Así era más fácil, ¿verdad?

    Lamentablemente, sí lo era.

    Su nombre se me atoró en la garganta, retrocedí sobre mis impulsos y le sonreí. Aunque no pudiera verme, sabía que llegaría a oír el gesto en mi voz.

    —Balaam-san —murmuré, con una cuota de genuina alegría en el tono suave—. Tanto tiempo.

    Asumí que sería capaz de recordarme, vete a saber si por altanería u otra cosa, y le eché un vistazo al bolígrafo.

    —Es azul.


    Sasha 4.png

    Las cosas habían ido bastante normales, la verdad. Ir al trabajo, hacer la tarea, que papá volviera de la farmacia con que, otra vez, la prepaga no había cubierto todos los medicamentos necesarios. Nada atípico, vamos. No tenía idea si se encargaría de resolverlo o esperaba que asumiera la responsabilidad, estaba bastante cansada y en todo caso le dije que al otro día lo hablábamos. Pude dormir bien y en la mañana llené a los niños de besos antes de irme. Lulu andaba con algo de catarro pero nada grave.

    No estaba pensando mucho en nada mientras llegaba a la escuela, aunque por desgracia o fortuna topé con un par de caras que no sabía si me apetecía ver o no. Suspiré bajito, debatiéndome mentalmente, y como era usual en mí, no lo pude dejar estar. Arata iba acompañado de alguien (¿no era Kenny?), así que no tenía puto sentido preguntarle por el dinero. Suiren, por otro lado, estaba distraído en su móvil. Me acerqué a él antes de hacer cualquier otra cosa, reafirmé el bolso en mi hombro y aguardé un segundo a captar su atención.

    —Suiren. —Le sonreí, porque igual no me salía ser tan grosera, y me detuve en sus ojos—. ¿Recuerdas el pastilá del otro día? Nunca me regresaste el envase, que es de casa.

    Tampoco había recibido acuse de recibo alguno de las galletas que le había regalado, pero digamos que me pateaba menos el orgullo hablarle del tupper antes que eso.


    sowwy, sa-chan is kinda mad y no le gusta quedarse callada unu
     
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    Zireael

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    En mi defensa me había metido por el pasillo de tercero sin realmente fijarme quiénes estaban allí o no, en gran parte porque me interesaba entre poco y nada en ese momento, donde me valía que Sasha no hubiese llegado todavía y me viera montarme el numerito. Además, ni siquiera sabía si la chica estaba encabronada conmigo, de hecho solo hasta ahora lo pensaba y se me ocurrió que además del apodo debí escribirle en el sobre que lo sentía, pero ya ni modo.

    El punto era que no había reparado en la presencia de Thornton, mucho menos que también estaba allí metiendo cosas en casilleros ajenos, así que cuando lo noté acercarse me tomó un poco por sorpresa. Metí la última cosa en mi casillero, cerré de un portazo y estaba girando el cuerpo en dirección al chico cuando soltó la estupidez de turno que consiguió hacerme reír.

    Tan siquiera el vibe check lo pasaba todas las veces el cabrón.

    —¿Qué te digo, Kenny? Le tengo cierto afecto a ser el bufón. —Al pobre desgraciado ya Sasha y Mason lo andaban de Kenny para arriba y Kenny para abajo, claro que yo no lo sabía, pero el apodo se me ocurrió de la puta nada, así que lo tomé. No me parecía que fuese a ofenderse ni mucho menos—. La pregunta es qué crees tú, ¿me van a rechazar o no~? Sería una lástima que me rompieran en corazón, eso sí.

    No recordaba haber hecho todo el espectáculo de declarármele a alguien nunca en la vida, muy honestamente, y si se me cruzó por la cabeza alguna vez en la vida debió haber sido antes, mucho antes de los chacales. Nunca había tenido un máster en tacto, imagínate en declaraciones románticas. Igual no iba a juzgar a ninguno que se le confesar a Pierce, pues porque todos teníamos ojos en la cara.
     
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    Insane

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    Entre que deslizaba el pulgar por el aplicativo, contestando uno de los mensajes escuché una voz familiar, apartando la vista del móvil para dirigirla hacia la de ella.

    —Buenos días Sash —parpadeé con parsimonia recordando que luego de la piscina me había quedado con ello, lo había lavado esa noche en casa en lo que hablaba con mi madre y a la final lo deje sobre el mesón, dónde probablemente lo habían terminado guardando en la alacena—. Mañana te lo entrego sin falta.

    Deslicé entonces los audífonos que colgaban sobre mis hombros para guardarlos en el bolsillo.

    —Y gracias por las galletas, las comí con mi hermana en casa, estuvieron deliciosas —no nos habíamos visto en días, asi que no tenía modo de hacérselo saber antes—, a ver si un día me enseñas a hacerlas.

    [​IMG]

    En cuanto la suave voz se deslizó por mis tímpanos elevé las cejas ligeramente, suavizando aún más mis gestos al reconocerla, de hecho, recordándome el primer día en la biblioteca, en cuanto creí encontrar el libro por mí misma.

    —Middel-san —murmuré ampliando mi sonrisa a medida que deslizaba su nombre en mis cuerdas vocales—. ¿Cómo has estado?

    Frené cualquier intención de querer estirar las manos y juntar sus manos con las mías; fue entonces que recordé y le había preguntado el color, interiorizando su respuesta.

    Azul.

    Como el cielo, como las pupilas de mi hermano, como las mías antes de perder la vista.

    —¿Te gusta el color azul, Middel-san?

    Sino mal recordaba, tenía dos bolígrafos del mismo tono, según las compras de mamá.
     
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  17.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Sasha 4.png

    Correspondí a su saludo ampliando brevemente la sonrisa y me limité a asentir en cuanto dijo que me lo traería mañana. No había mucho más que hacer, la verdad. Fuera o no una maniática de esas cosas, mi intención había sido avisarle y ya. En plan, no que creyera que había querido robármelo ni nada similar, pero siendo que se le había olvidado... Tomé aire por la nariz y lo liberé a consciencia, diciéndome a mí misma que sería mejor si me relajaba un poco. Era difícil cambiar los hábitos, pero eso. Lo intentaba.

    Seguí el movimiento de sus manos al quitarse los audífonos, realmente no había pretendido robarle más tiempo del necesario y quizá se me notó en la cara que estuve a punto de decirle que no hacía falta, pero me ganó de mano y volvió a hablar. Parpadeé y volví a sonreír. ¿Cómo era? ¿Me había leído la mente o algo?

    —¿Estaban buenas? Me alegra —murmuré con honestidad, en especial me alegraba que las hubiera compartido con su hermana. Lo otro me arrancó una risa breve, cosa de nada, y me pasé una mano por el cabello al desviar la mirada—. ¿Eh? Sure.

    No sabía si debía irme o seguir charlando, la verdad. En general no tenía problema alguno reclamando mierdas que, creía, estaba en el derecho de reclamar, pero por lo general era en ambientes específicos que no ameritaban otra cosa. Podía reclamarle al jefe, a la secretaria de la prepaga, o a los del cable, o al cajero del mercado. Pero ¿a un amigo? Se sentía extraño.

    —¿Todo bien, entonces? —agregué un poco encima de lo último que había dicho, regresando a sus ojos.


    Bleke 2.png

    Por su expresión deduje que había reconocido mi voz, cosa que me alegró y ensanchó apenas mi sonrisa. Asentí quedo tras oír mi nombre de su boca, incluso si no podía verme, y me dispuse a contestarle de inmediato.

    —Bien, ha sido tranquilo. ¿Tú?

    Preferí omitir la pregunta directa con respecto a su repentina ausencia tan prolongada, quizás implicara tocar temas que no me concernían, que le incomodaban o lo que fuera. Llegado el caso, prefería que fuera ella quien tuviera la iniciativa de hablar al respecto. Su pregunta me hizo pensar en mis propios ojos, en los ojos de papá y de todos los Middel que había conocido. En las paredes de casa, incluso la lluvia, si tenía sentido alguno. Pensé que era un color elegante y profundo, calmo, pero también algo triste.

    —Sí —murmuré con simpleza, y unos pocos segundos después agregué—: Es de mis favoritos, de hecho.

    Vete a saber si por genuina preferencia o por costumbre.
     
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  18.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

    Leo
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    Seguí sus facciones con ligereza, sin embargo no estaba detallando especialmente si tenía prisa o algo por el estilo, quizá porque personalmente no solía sentir la vida correr como un cronómetro desde hace varios años atrás.

    Recibí sus ojos de nuevo y asentí con liviandad.

    —Todo bien, Sash.

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    Me alegraba genuinamente de que estuviese todo tranquilo en sus días, me daba un poco de curiosidad saber sobre las personas, pero también me daba vergüenza el estar haciendo preguntas personales por lo que apenas y ladeé la cabeza.

    —Las mañanas un poco agitadas —deslicé los dedos de mi mano izquierda por el borde de la falda, un poco para saber si todo continuaba en su lugar—, he tenido muchos controles médicos pero aparentemente todo está saliendo bien —ladeé el rostro, casi como si desviase la vista bajo la venda, regresando el mentón al frente en cuando me comentó que el azul era de sus colores favoritos.

    Sin darme cuenta sonreí.

    —De los míos igual. Es un color muy bonito en realidad.
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

    Piscis
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    Me quedé unos muy pocos segundos aguardando tras su respuesta, en caso de que, ni idea, ¿me regresara la pregunta o algo? Pero la cosa no tenía pinta de ir a ocurrir y se me ocurrió, de un momento al otro, que quizá se había molestado con mi aparición o de plano prefería estar solo esa mañana. De la forma que fuera, en verdad no tenía mucho más que hacer ahí. Tampoco era de andar forzando conversaciones.

    Alright then, see ya~

    Definitivamente no había sido como imaginé que eso ocurriría en mi mente y la sensación de incomodidad persistía, de modo que mejor alcé la mano para despedirme del muchacho y, tras dedicarle una sonrisa, me retiré en dirección a mi casillero.


    Bleke 2.png

    Seguí parte de sus movimientos con la mirada, recordando con mayor claridad (y también intensidad) lo que había ocurrido aquella vez, desde la enfermería hasta los baños. Lo pensé al verla acomodando su uniforme, o más bien cerciorándose de que todo estuviera en su lugar. Pensé que, en líneas generales, no le dejaba espacio a errores. ¿Cómo se sentiría no poder saber con certeza qué clase de imagen le estabas dando al mundo? La verdad, siquiera era capaz de imaginarlo. Quizá me moviera como si no me importara, pero luego aparecía en la escuela con el cabello mojado y me daba cuenta que sí, sí me importaba.

    Salirme de mi molde era incómodo.

    —Me alegra oír eso —le concedí y, por las razones de antes, decidí no ahondar en el tema.

    Su sonrisa apareció inadvertida, la repasé y cerré mi casillero con movimientos suaves, volviéndome en su dirección.

    —¿Te acompaño a tu casillero? —inquirí, más como una invitación a subir juntas a clase que por pretender asistirla.
     
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  20.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Numéria Russo-Yaahl cintita 2.png

    Transcurrían los días, sin detenerse los acontecimientos. Poco a poco y de forma paulatina, aunque no por eso con un tiempo de espera tortuoso, me iba acostumbrando a la atmosfera japonesa. Era un faro, aquel mosquito molesto, incluso la extravagancia de turno, pero me amoldaba a las cosas que me acomodaban, me aprendía jergas cada que podía y, a pesar de que fuera tiros al aire la mayor parte del tiempo, cuanto más transcurría el año escolar, mejor comprendía las vibras de esta nueva tierra que experimentaba: Japón, en verdad que, entre todos los lugares que podría haber terminado pisando, este era el que menos esperaba. No me interesaba... pero de que serviría quejarse.

    A pesar de cualquier cosa, la serendipia que significó encontrarme con los hermanos Kasun y Génesis... la atesoraba en verdad. Personas asombrosas había en cualquier lado, no eran ni de cerca personas extravagantes... pero aun y con ciertos humores de perro o actitudes raras en un inicio, se dieron tiempo de conocerme y, qué decir, parecía que disfrutar la presencia del otro era mutuo. En verdad me alegraba, aunque no estuviera entre mis planes exteriorizarlo con claridad.

    Como fuera, el cariño o interés de todas formas se expresaba de otras formas, era incluso más divertido~ Vivir y disfrutar, experimentar para comprender, ¡vivir la vida misma! Qué importaba el resto, cuando podrías llegar a sentir la gran mayoría de tus propios anhelos. Al caso, a penas pisé la cerámica de los casilleros e intercambié mis zapatos, todo con la precisión y rapidez de quién ya sabe lo que quiere y como conseguirlo, busqué con la mirada a cualquier grato conocido... A ver quién se me acercaba primero~

    Insane Aquí tienes a Numéria uwu
    Igual, supongo que si alguien más se le quiere acercar, no habría problemas (?) Pero tomando en cuanta que la reserva me la hizo Insane y tenderé a ir a su ritmo uwu

    W8mQC42.png

    Ayer había ocurrido un pequeño incidente, nada sorprendente por mi parte, a ratos pecaba de torpe y en general era medio desastre, sumando a andar por lo aires. Como fuera, que tropecé con un chico y el muy amablemente me ofreció su mano y todo para levantarme, era un gesto cortes y no se veía como alguien atemorizante, pero de todas forma mi pudor bloqueaba cualquier oferta de ayuda, por lo que de todas formas negué con suavidad con la cabeza y terminé por levantarme por mi propia cuenta. La sorpresa no terminaba ahí, mezclada con preocupación negué otra vez con mi rostro, solo que ahora sumaba mi mano desocupada.

    —N-no es necesario...— Y con un puchero sutil de lástima miré el suelo, tenía zapatos bien lustrados, los míos estaban polvorientos con ligereza. Agarré valor de quién sabe dónde, para alzar el rostro y sonreír con una clara mezcla de timidez, nerviosismo y vergüenza, esa última me coloreaba todo el rostro, contraído en pudor, de rojo—. El jugo sigo intacto —comenté tras sobar con mi izquierda el cuello, para calmar de esa manera un poco mis nerviosismos. Luego alcé hasta la altura de mi pecho el jugo, tomándolo con ambas manos. No podía mirarle a la cara, así que solo observé el empaque mal trecho, pero servible—. ¿Ves?...

    Tensé los labios y otra vez me mostré nerviosa. En ese preciso momento opté que huir sería la mejor opción. Así que me adelanté dos pasos despacio, alcé la mano como gesto de despedida, y con esa sonrisa nerviosa hablé con un hilillo de voz, pero al menos parecía que la modulación se me entendía.

    >>Fue un accidente, nadie es culpable, así que puedes estar tranquilo...— Bajé la mano, ya había avanzado un par de pasos, por lo que lo tenía que mirar por sobre el hombro, pero entonces se presentó y me quedé estática, no sería tan descortés como para ignorarlo y pasarle por alto las ganas de presentarse. Así que me voltee otra vez hacia él, agarrando el jugo con ambas manos a la altura de mi regazo. La preocupación ligera, expectante, se vio interrumpida por una sonrisa enternecida. Así que nuevo...—Jijiji —reí medio atropellado, sin dejar de lado el tono sereno de mi voz, aun con las mejillas sonrojadas. Era... adorable, cuanto menos, ¡y extranjero! No debía ser fácil acostumbrarse al ritmo de Japón. Con una sonrisa más serena hable—. No es necesario que me compres algo...— Me di media vuelta, lista para partir, mirándole sobre el hombro—, pero podemos compartir el tiempo del almuerzo. Vamos— Y le hice un gesto de mano para que me siguiera, empezando la marcha, rumbo a...— ¿Prefieres el patio o el comedor?

    ¡Y eso sería todo! Llegué a la academia, cambie mis zapatos sin prisas, porque por fortuna llegué temprano y... Me pregunto... ¿Podría ser buena oportunidad para buscar a Kurosawa-chan hoy? Miré el paisaje tras los ventanales, entristecida... no me trasmitía buen augurio, pero... ¡Qué importaba! Era Shiori el rayo de energía que necesitaba en variedad de ocasiones, incluso con todo y problemas, por su parte o conflictos internos míos, aun nuestra relación se mantenía, aunque a ratos pareciera pender de un hilo...

    ¡Me aferraría a eso! Claro, si las cosas debían terminar, lo aceptaría... pero mientras hubieran chances de seguir estando la una para la otra... lucharía por ello. Suspiré, abatida por sentirme más una soñadora que alguien responsable que afrontaba la realidad como se debía... pero bueno, ¡éramos jóvenes! No siempre teníamos que ser realistas o responsables.

    Debería agradecerle a Ichirou, porque seguro ocasionó más desastre que yo en su juventud de los que yo podría generar siendo amiga de Shiori... ¡Yo creo que si vale la pena esforzarme por ella!

    —Jejeje...

    madarauchiha Por sí le quieres caer con Kein al menos para que se intercambien un buenos días (?) Con él o cualquier otro de tus personajes. Incluso me parecería muy hilarante mezclar a Dellen con Nagi XD Pero eso lo podemos dejar para otra ocasión uwu

    Gianna Fiore-Yaahl preciosa.png

    Era raro, como la gran mayoría de sensaciones que me rodeaban, claro, pero... ayer, a pesar de que era alguien en extremo complicada de complacer, pues bueno, la señorita Aoyama y compañía no me parecieron desagradables. Era un gran proeza aquella, no porque fuera una orgullosa altanera que pensara que nadie se igualaba a mi persona y, por ello, nadie me complacía, porque era mejor que todos ellos... La idea era similar, pero el origen diferente.

    Rodeada de tormentos e ideas macabras, sumado a que era en extremo desagradable, porque todo a mi alrededor tendía a artarme, poder encontrar placer, alegrías y "Un buen rato" con personas dentro de cosas cotidianas... era en verdad algo que nunca, creo, experimenté de esta manera. ¿Importaba? Claro, experiencias nuevas eran dignas de realce... ¿Sería diferente por ellas? Creo que la respuesta sería negativa.

    La oscuridad dentro de mi cabeza era aun abrumadora, podría reírme, más bien estar al borde de una sonrisa genuina, experimentar placer... pero a la vez, todo eso me era más bien desconocido, poco atractivo, ¿atemorizante? De una manera diferente a la que acostumbraba. Aoyama era diferente a todo lo que había conocido hasta ahora, puede que por eso me atrajera, porque a pesar de las cosas que siempre me hartarían y desagradarían, lograba mantenerse dentro de una actitud que, por lejos, me sentaba de lo más agradable, sobrellevable...

    Para la tristeza o incordio de otros, no podría decir lo mismo de su amiga pelirroja. No era culpa de la chica, claro, pero su energía y como la expresaba que generaba tirria y preferiría ignorarla dentro de lo posible... El chico, neutro, me era interesante de manera diferente a Aoyama, pues la chica era llamativa por su novedad, el azabache me intrigaba. Quería saber qué había detrás de su temor, el que comentó mi compañera de curso. ¿Me esforzaría por conocerle y, por ende, averiguarlo? La verdad es que no, dejaría que las cosas tan solo se dieran, si descubría más cosas interesantes, pues mejor, pero sino... ¿Qué importaba?

    Quedaban muchos humanos por descubrir, ¿cierto? Mejor evitarme problemas.

    Con calma busqué cambiar mi calzado, de a poco mis prendas se tornaban más extravagantes, pero de momento no era la gran cosa. Calcetines y blusa con un sutil estilo victoriano, para ver cuánto eran capaces de soportar los normativos de la escuela. El resto lo de siempre, el blazer, ña falda correspondiente... Ah... el supuesto lazo bourgogne era de un bleu marine oscuro... rozando lo negro.

    Kuno Vizard Te etiqueto, por sí te interesa caerme o al menos leer algún tipo de cierra a lo del invernadero uwu

    Ehhhh, quién quiera también puede caerle con quién sea, a ver qué surge, estoy abierta a planes
     
    Última edición: 10 Abril 2022
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