Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Al final... nuestra conversación había terminado en un punto bastante medio, ¿no? A pesar de la pesadez del ambiente sentía que pudo haber terminado mucho peor, quién sabe, conmigo montando un drama o cortando completamente lazos. De momento nos habíamos dado una chance, y aunque no me quitara por completo la intranquilidad del cuerpo era algo. También había soltado eso de que cuidara a mis hermanos, por una parte podía parecer una frase simple, pero también me daba cierta sensación de que esas palabras estuvieron cargadas con más sentimientos de lo esperado.

    Bueno, la cosa es que un nuevo día había llegado y como siempre había que afrontarlo, ¡de todas formas era el último de clases! Y la calificación del proyecto me había dado algo de ánimos para ponerle más empeño, a pesar de no sentir que hubiera aportado mucho.


    Masuyo-cinta-gigi-1.png

    Había que ver la calificación que habíamos conseguido, no me iba a enojar con ninguna de mis compañeras, claro, solo sentía que no había hecho lo suficiente y eso me llegaba a frustrar. Por andar distraída con cancioncitas, supongo, al menos no habíamos reprobado. Solo quedaba seguir poniéndole más empeño a las próximas evaluaciones y no volver a descuidar los estudios por otras cosas... Aunque de vez en cuando no venía mal, supongo.

    Lo que fuera, llegué con cierta seriedad a la escuela, tal vez con algo más de cansancio debido a que ya era viernes. Me cambié el calzado con la agilidad que te brindaba hacerlo todos los años, sin detenerme a mirar a nadie, últimamente estaba volviendo a pasar el tiempo algo sola, pero no es que le tomara demasiado peso, la verdad. Una vez tuve bien acomodados los zapatos procedí a subir a la primera planta.
     
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    Amane

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    La chica me intentó devolver la jugada, respondiendo de la misma manera que yo había hecho, e incluso con todo logró sacarme otra nueva sonrisa, porque ni siquiera hacía falta conocerla mucho más para darme cuenta de que no iba a aguantar mucho sin responderme de verdad. Así lo hizo, por supuesto, y volví a relajar la postura cuando recibí su respuesta.

    Kashya no era la persona más habladora del mundo, eso había quedado claro en general, pero había algunas cosas que disfrutaba genuinamente y con las que siempre ibas a poder sacarle conversación. Los libros y el club de lectura eran unas de esas cosas, ¿y qué clase de hermano sería si no me diese cuenta del cariño que les tenía a las chicas del club cuando me habló de ellas? No cualquiera lo notaría, pero yo sí.

    —¡No serías capaz! —solté, completamente indignado, antes de soltar el aire en una especie de risa y volver a hablarse con la liviandad de antes—. Soy su hermano, y es un placer conocer a una de sus amigas.

    Era sincero, eso desde luego, porque al final del día había sido el único de la familia que se había preocupado por la falta de amistades de la chica. Podía haber sido egoísta al decidir quedarme con mis padres, pero eso no quitaba que en el fondo no pudiese estar completamente tranquilo sin saber si había alguien que la protegiese o cuidase cuando los demás se metían con ella.

    >>Has sido muy amable conmigo, ángel Jez —solté de repente, separándome del casillero para inclinarme un poco delante de ella y extenderle la mano—. ¿Me permites agradecértelo acompañándote a tu clase? —pregunté entonces, levantando la vista lo suficiente para ver su reacción y también poder mostrarle la sonrisa caballerosa que me había echado encima.

    Y lo que yo adoraba un buen teatro, de verdad~

    Te lo puedes arrastrar, si quieres <3

    Alisha 2.png

    Mira que yo era la primera persona que no pretendía disimular en absoluto cuando le tenía ganas a alguien, si normalmente lo tendría que tener escrito por toda la cara, pero aun así me sorprendía un poco cuando encontraba a alguien que era igual en ese sentido, como venía siendo el caso del gemelo aquí presente. Al final del día, me había acostumbrado a que los salidos de turno fuésemos el trío de la desgracia que conformábamos Katrina, Joey y yo.

    —Libre como un pajarito~ —respondí, por la pura gracia de hacerlo, asintiendo un par de veces con la cabeza—. ¿Acaso me vas a cortejar, Zeldie~?

    No sabía que me hacía más gracia de todo el intercambio, si yo usando la palabra 'cortejar' aguantándome el tono de voz irónico al decirlo o el hecho de que Zeldryck se creyese que alguien se pondría celoso por lo que yo hiciese o dejase de hacer, especialmente alguien como Joey. Ah, ¿pero tan siquiera podía culparlo? Habiéndonos visto tan lovey-doveys el otro día en la azotea~

    Se distrajo con algo, ni idea de qué porque ni le quise prestar atención, y cuando volvió a prestarme atención se montó una movida de lo más divertida. Me hice la sorprendida cuando dijo lo de la mota y seguí sus movimientos con la vista, sin perder detalle en ningún momento y con la sonrisa sedosa empezando a formarse en mis labios.

    Tan sutil, oye~

    >>Thank you very much —murmuré, levantando la vista para volver a encontrar la suya con ello, y estiré entonces los brazos para comenzar a juguetear de manera distraída con la tela de su camisa entre los dedos—. Oye, ¿no que había perdido una apuesta contra ti la otra vez que nos conocimos? —pregunté, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿No te queires cobrar tu premio o qué~?

    De repente me acordé de que eso pasó y oh boy (?
     
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    Zireael

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    Así como un día me veías con la capacidad de prenderle fuego a todo, al siguiente solo pretendía fluir con la corriente o lo que fuese. Al menos me forzaba a ello, dejaba correr las suficientes cosas para no tener demasiadas cosas con las que mortificarme a diario, que la luego me cayera bomba atómica tras otra era un tema distinto por supuesto. Por lo menos ahora mismo solo estaba allí y ya, existiendo digamos.

    Como fuese, lo escuché con atención y seguí sus movimientos cuando miró hacia la puerta principal para secundar mi comentario. Al menos esperaba que el fin de semana hiciera mejor tiempo, no que tuviera planes más que hacer deberes, pero se entendía el punto.

    La neurona no me había dado hasta entonces para pensar que cuando lo vi con Katrina los dos desgraciados habían tenido P.E en el receso, pero bueno no era adivina y precisamente por eso andaba husmeando como toda la vida. Alcé un poco las cejas, volví a relajar los gestos casi de inmediato y ladeé un poco la cabeza.

    —Bueno, no moriste así que deberíamos contarlo como victoria, ¿no crees? —bromeé sin cambiar de tono siquiera.

    Preguntó por el proyecto después y cierta tensión me cayó encima, que nada tenía que ver con el trabajo en sí, fue que me regresó el cerebro al Hiradaira, mi seguidilla de cagadas y luego las suyas. Habíamos hablado un solo día como la gente decente, el del proyecto, y luego nos fuimos a la mierda como campeonas. Aún así ignoré lo que sea que me provocó la pregunta o a dónde me arrojó más bien para regresar el foco a la conversación.

    —Sí, era de geografía. Mi compañera y yo sacamos diez, así que todo bien~

    Estaba por seguir hablando cuando vi a Shimizu aparecerse por la fila de tercero, pasó sin demasiada prisa y fruncí el ceño al verlo con la nariz cubierta, además de que pobre imbécil se le estaban amoratando las zonas cercanas, debajo de los ojos y así. Joder, uno descuidaba a estos idiotas un día y les pasaba de todo.

    —Kuro-chan —saludó sin alzar demasiado la voz—. Kasun versión ligera~

    Le regresé el saludo con un movimiento de mano, no me dio la cabeza para más, además el otro solo siguió andando hasta su casillero sin dar tiempo a mucho más. Agité la cabeza suavemente, volví la atención a Zoldryck y me tomó unos segundos recordar qué le iba a decir.

    —¿Me acompañas a clase? Te invito a algo de la máquina de paso~


    si quieres te la arrastras <3
     
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    Insane

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    ¿Cortejar? Quién diría que la chica usaría palabras tan... técnicas, que venga, ni enterado estaba del trío de cerbero aunque rumores por los pasillos claro que se escuchaban, pero eso del miedo, de complejo de inferioridad, de respeto... pfff, me la sudaba. Solté la matica, cayendo al suelo en lo que ladeaba apenas la cabeza. La chica estaba buena, eso no era secreto de estado, si solo había que verla~

    —Uy, me había olvidado de eso~ —murmuré en lo que sentía apenas su tacto sobre la tela—. Sino te importa que te robe algo de tiempo —comenté sátiro, porque venga, quizá le quitaba algo de tiempo de clases de ser el caso.

    Claro, ni enterado estaba de que Génesis había llegado.

    Estiré apenas la izquierda, sujetando su mentón con los nudillos, casi exigiéndole que permaneciera ahí, quietecita, obediente. Aunque ni puta idea de lo que le iba a Ali en gustos, pero para descubrirla podría tomarme todo el tiempo del mundo~

    —Justo recuerdo que ayer dejé algo en la enfermería~ ¿Me acompañas, barbie?

    [​IMG]

    Alisé mi falda en lo que ingresaba, dejando mi cabello suelto. Aún continuaba húmedo por la ducha, me había levantado ciertamente algo más tarde que de costumbre, no había escuchado la alarma en realidad, así que simplemente me dediqué a que el tiempo fuese más óptimo. Desayuné con la tabla que mi madre había diseñado para marcar los nutrientes que debía meter al cuerpo en horas de la mañana, me vestí y pedí un taxy.

    Hacía algo de frío, pero no lo suficiente como para ponerme las medias que me había recomendado Shimizu, así que terminé con mis piernas desnudas, como era costumbre.

    Revisé el móvil, tenía un mensaje de Zeld preguntándome si quería salir el fin de semana, pero no respondí; caminé por los casilleros de tercero, reduciendo la velocidad de mis pasos al ver a Zold hablar con una chica, que no era ninguna de las dos que había conocido el día anterior. Tenía el cabello negro como el carbón, los orbes anaranjados, el uniforme impecable. Pestañeé en lo que desaparecían por el pasillo, llegando a mi casillero, escuchando la voz del otro gemelo ahora. Apenas y elevé la mirada para encontrarlo con la rubia que... nada que ver.

    Abrí la puerta de metal, dejé el paraguas dentro y lo cerré, con algo de fuerza sin darme cuenta. Ni siquiera me había percatado de que Arata estaba ahí, cerca hasta que giré el rostro.

    —Te ves horrible —murmuré sin siquiera pensar al notar partes de su rostro amoratado.

    Te lancé a génesis malhumorada sin preguntar, sorry (?)
     
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    Amane

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    Que se había olvidado de eso, decía, y tonta de mí se lo había ido a recordar a pesar de haber sido la que había salido perdiendo, so silly of me~. Lo hecho estaba hecho, sin embargo, y tampoco era como si realmente me fuese a arrepentir de ello, así que simplemente me encogí de hombros cuando dijo lo del tiempo, negando ligeramente con la cabeza en el proceso.

    Ni que fuese a ser la primera vez que me saltaba clases porque me apetecía o porque habían surgido cosas más interesantes que hacer que escuchar a la profesora hablar de álgebra... o lo que sea que nos enseñase, la verdad era que no le prestaba atención alguna.

    Luego sentí sus nudillos afianzándose en mi barbilla, un poco obligándome a quedarme quieta, y como respuesta simplemente entorné la mirada y lo dejé hacer sin ninguna réplica. Era curioso lo fácil que me dejaba hacer con algunas cosas cuando por regla general era tan reacia a seguir órdenes y basaba casi toda mi personalidad en romper todas las reglas que me fuese posible, así muchas veces ni siquiera fuera a propósito.

    Why, of course~ —respondí, bajando el tono de voz a posta al hablar.

    Le dediqué una última sonrisa sedosa antes de liberarme de su agarre, deslizando las manos por su brazo hasta engancharme del mismo justo después. En el proceso, eché un vistazo de reojo a nuestro lado, y la sonrisa de mierda se me quedó un par de segundos pegada a los labios, hasta que giré la cabeza para mirar al chico de nuevo con la tranquilidad de siempre.

    >>Te sigo, pues~

    El último post de la enfermería es mío y encima con Ali JAJAJ so te delego el llevarlos u-uwu
     
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    Zireael

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    Todavía no sabía qué cojones habría pasado con el imbécil de Ryouta, si los perros de Yuzu se lo habrían cargado o no, aunque ahora que lo pensaba era como si le hubiese relegado el trabajo sucio a otro montón de cabrones. Era diferente en el sentido que solía ser yo el que hacía precisamente esos trabajos, era yo el de los cuchillos de por sí, al que enviaban a tantear el terreno y toda la mierda.

    Qué gracia.

    Como fuese llegué a la escuela, todavía el cielo no parecía despejarse del todo, y caminé hasta la entrada luego de aparcar la moto. Ya de primera entrada me topé a Kurosawa con, no sé, el juguete de turno suponía, pero no podía hacerse mucho al respecto ni me interesaba en tanto no fuese el Kasun versión Infierno. Al seguir hacia mi casillero no le puse especial atención al resto de gente, al menos no hasta que Sonnen se apareció y lo sentí mirarme.

    El cabrón seguía intentando meter la nariz, vete tú a saber por qué, pero me negaba a soltarle nada a este hijo de puta o a nadie por los momentos. Me observó, intentó leerme y cuando lo vi con el rabillo del ojo tan siquiera se dio por entendido de forma que no abrió la boca. Igual se le notaba en todo el cuerpo que lo estaba persiguiendo algún diablo, así que mejor que arreglara sus mierdas antes de pretender meterse en las ajenas.

    Acababa de irse cuando noté el casillero cerrarse con cierta fuerza, la estupidez me hizo medio girar el rostro y noté a la rubita de turno. No iba a decirle nada, parecía de mala hostia también, pero a la otra se le ocurrió abrir la boca para básicamente decir que el cielo brillaba.

    Fruncí el ceño, solté el aire por la nariz de golpe y me las tuve que arreglar para no dejarle ir la tormenta encima sin razón real, porque ganas no me faltaron. Un relámpago alcanzó el suelo como ayer, la electricidad se proyectó y regresé la atención a mis mierdas, sacando un cuaderno del casillero para ver si hoy tan siquiera me dignaba a tomar apuntes.

    —Tengo un espejo en casa, ¿sabes, Allen? Sé que me veo como la mierda, pero gracias por señalarlo.
     
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    Insane

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    Llevé un mechón de cabello tras mi oreja en lo que éste respondía, que si fuese algún otro día hubiese fruncido el ceño y la contrariedad se hubiese apoderado de mi rostro, sin embargo apenas y pestañeé en lo que el trueno caía cerca del lugar. Si me ponía a detallar entre más días pasaban, los gemelos más se alejaban, como si encontrasen vínculos más importantes que el mío, y bueno, cómo culparlos, un robot andante no tenía mucho que ofrecer más que regaños cuando fallaba la mátrix.

    —Raro sería que no tuvieses uno en casa —agregué sin ninguna expresión partícular, sin siquiera pararme a pensar si aquello había surgido de un golpe en el rostro como tal—. De nada.

    Me eché a caminar pasando tras él. Era como el único con el que intercambiaba un par de palabras a parte de los Kasun, y vaya... sus pintas no era nada como para querer tenerlo cerca, sin embargo la ayuda que me dio en algún momento por la razón que fuese me fue útil, quizá por ello había seguido con la tontería de las clases, pero ya me estaba echando algo para atrás con eso.

    —Deberías maquillarlo, si yo fuese docente te llevaría al hospital, no a la enfermería.

    Asumiendo claro, que se trataba de alguna alergia bastante grave, que si hubiese sabido que le volvieron trizas la nariz... probablemente no sabría que habría dicho al respecto. Traía maquillaje en la mochila, sútil, claro, pero algo traía.

    —Puedo cubrirlo para que no se note tanto.

    ¿Buscando distraer la mente al ver a Zeldryck irse con la barbie escaleras arriba?

    Un poco.
     
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  8.  
    Zireael

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    Ni idea de qué coño esperaba de Génesis "respuestas obvias" Allen si debíamos ser honestos, parecía que el sarcasmo no le entraba en la cabeza y empecé a preguntarme seriamente si a la pobre desgraciada no la habían tenido encerrada en una torre rollo Rapunzel hasta sus jodidos dieciseis años. Llegados a este punto no lograba encontrarle la lógica a esto, de verdad, y eso que no era yo ninguna mente maestra.

    Su respuesta estuvo a nada de hacerme soltar un bufido, pero me silencié a mí mismo y de pura manía me pasé la lengua por los dientes, pensando que debía haberme quedado afuera dándole un par de pitadas a un porro o algo. Nadie me mandaba de estúpido a meterme a la academia, ¿verdad? Ahora me tocaba comerme una mierda.

    Me interesaba bastante poco, es decir, la relación de esta cría con los Kasun era una cosa rarísima y eso lo sabía hasta yo, pero estaba visto que tenía una neurona con atención selectiva y me dio por pensar que volcó su atención en mí para distraerse del par de idiotas, demasiado ocupados con Alisha y Kurosawa. Cualquier día me hubiese dado igual, ¿hoy? Estorbaba un poco.

    Si la caridad me la tendrían que hacer a mí, no al revés.

    —Los profesores dejan de fijarse en hijos de puta de mi clase mucho antes de lo que creerías. Podría llegar aquí escupiendo sangre que lo único que me dirían es que me largue porque les estoy manchando el suelo —respondí casi encima de sus palabras, cerrando el casillero de un portazo. Quizás fui algo más brusco de lo que pretendía, pero que supiera disculparme, llevaba bastantes días de mierda si me ponía a recapitular—. Guarda el maquillaje para ti, muñeca. A mí esta mierda se me desaparece en unos días y nadie se acordará de haberme visto con la nariz casi rota.

    Eché a andar porque no me quedaba mucho más que hacer en el casillero y la alcancé, adelatándome algunos pasos.

    —¿Subes, Gen?

    Si me soltaba que no fuera puto confianzudo me lo tendría ganado, pero así como lo de cubrir el desastre que tenía por cara, me daba bastante igual. Por otro lado se me ocurrió recordarle la estupidez de las clases particulares, porque pasta era pasta, pero la verdad era que si se arrepentía luego de verme así sería hasta normal.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Nuestro destino eran los casilleros, así que junté las cosas que me quedaban y le sonreí antes de empezar a caminar. Me puse los zapatos pero sin los calcetines, sólo para no ir descalza y clavarme algo en la planta de los pies. Qué pena no haber tenido P.E. ese día, de verdad, o podría haberme cambiado íntegra. Pero ni modo.

    Recordaba las taquillas donde había dejado las notas, así que no tuve mayor problema en detenerme junto a la suya. Claro que noté las miradas encima nuestro, si andábamos todos mojados como si nada, pero tocaba ignorarlo y ya. Los estudiantes me daban igual, ya un profesor sería otra historia.

    —Ah —murmuré, bajando la vista a mi bolso para sacar un tupper que le extendí, sonriente—. El postre~ Ojalá te guste.

    Había sido una apuesta arriesgada considerando que se trataba de su postre favorito, ese que me había mencionado el otro día. Pero mira, el que no arriesga tampoco gana, así que regresé el brazo a mi espacio y sencillamente aguardé por la camiseta.
     
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  10.  
    Insane

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    Aunque nos miraban de aquí para allá, escuchandose un par de murmuros no deparé en ello, pues mi cabello continuaba húmedo y el de Pierce ni qué decir, además de partes de la tela del uniforme, así que probablemente estuviesen sacando conclusiones que no me interesaban en lo más minímo. Nos desplazamos hasta llegar a los casilleros y de cierta forma ella casi que terminó guiándome, a lo que me sonreí apenas.

    Abrí el casillero luego de dar la combinación, sacando la sudadera negra que tenía estampado: "OROHB" en toda la espalda, platinado de por sí. Lo cerré y la vi extender tupper, a lo que pestañeé con calma, recibiéndolo para abrir mi mochila y guardarlo dentro.

    —Gracias, de seguro estará muy bueno —comenté en lo que le extendía la sudadera, colgándome nuevamente la mochila al hombro para volver con la izquierda al bolsillo del pantalón—, Por cierto, si alguien te pregunta el significado del estampado es fuego, en ruso~ —bajé bastante el tono de voz dándome vuelta hacia las escaleras—. ¿Subes conmigo, Pierce?~

    aquí cierro con este baby
     
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  11.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Recibí la sudadera entre ambas manos y la extendí frente a mí, echándole un vistazo al estampado justo antes de que me aclarara lo que significaba. ¿Cómo se pronunciaba eso, para empezar? Ensanché la sonrisa, dejando colgada la prenda de mi antebrazo, y lo vi rodearme para dirigirse hacia las escaleras. Giré sobre mis talones, recibiendo su invitación, y me sonreí sin ninguna cuota de malicia o sorna, sólo ligeramente satisfecha. No tenía problema en subir con él, por supuesto, pero necesitaba un momento para adecentarme, ¿no?

    —Voy a pasar por las duchas primero —avisé, alcanzándolo, y sin demasiado problema me estiré lo necesario para dejarle un beso en la mejilla. No me separé mucho al buscar sus ojos—. No olvides tu parte de la apuesta~

    Le sonreí, retrocediendo sin prisa, y ya luego de un par de pasos me giré y encaré hacia el gimnasio. Bueno, no sabía si iba a servirme de algo su sudadera, pero igual se apreciaba el gesto, por supuesto~

    y aquí cierro con sa-chan <3
     
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  12.  
    Amane

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    Ya era mala suerte ir a enfermarme después del fin de semana tan bonito que había tenido con Kou, pero la vida era la que era y, ni idea, ¿habría sido el universo intentando equilibrar la balanza? Quizás. Eso, o la jodida manía de papá de poner el aire al máximo en el coche aun cuando claramente no hacía tanto calor y yo me había duchado, pero ni modo, tampoco servía de nada decírselo así que me tocaba aguantar.

    A Alethea le dije que estaba fuera de la ciudad, porque la verdad no quería preocuparla y tampoco me apetecía que viniese a visitarme y acabase ella también enferma por mi culpa. A Hitoshi sí que le dije que estaba mala, porque mi culo no podía aguantar estar tantos días en casa sin tener a alguien pendiente de mí y cuidándome como si le fuese la vida en ello, que con todo seguía siendo la misma malcriada que adoraba tener al resto centrándose en mí.

    No me quitó el sueño tener que perderme las pruebas físicas ni la clase de P.E. que me tocó el jueves, pero me jodió un poco cuando Alethea me avisó de que mi grupo había suspendido el proyecto y que teníamos que hacer un re-entrega. De verdad que mis padres iban a tener razón y todo: si querías algo bien hecho, tenías que hacerlo tú. Claramente, no tenía que haberme fiado de los otros estúpidos, pero ya el lunes me encargaría de llamar a mi tutor para que me hiciese el trabajo y entregar algo como Dios mandaba.

    Y hablando de lunes... ¡llegué con energías renovadas! Claro que sí. Después de tanto reposo, de hecho, más bien estaba con un chute de energía que ni sabía cómo iba a gastar durante el día. ¡Era un culo inquieto! Y me gustaba no ir a la escuela como a cualquiera, ¡pero después de dos días me había cansado de estar todo el día metida en cama!

    Aun así, tuve la decencia de aguantarme un poco al llegar a los casilleros, por aquello de no ir asustando a alguien o qué sé yo. Y sí, aun con todas las energías que llevaba encima, prefería esperarme antes de acercarme a alguien para entretenerme. Había estado mala, sí, pero estaba convencida que un buen número de estornudos habían sido porque un par de chicos guapos me andaban echando de menos por aquí, y no quería precipitarme a elegir~

    SHE'S BACK
     
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  13.  
    Zireael

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    El viaje de regreso a casa con Ootori había sido una mierda en todas las de la ley, el cabrón había escarbado sin inmutarse, había picado la roca viva y contra todo pronóstico me había hecho escupir algo que tenía atorado en la garganta desde hace días seguramente.

    Al llegar a casa todo lo que había hecho fue dejar las cosas en la habitación, hacer la cena, comer por obligación y luego me eché el resto de la noche pasando mis apuntes como si no estuvieran aceptables ya. A alguna hora de la noche, pasadas las diez, noté por la ventana la silueta oscura de Altan escabulliéndose de su casa.

    Lo dejé ser, como siempre, ¿qué coño iba a hacer si no? Ni idea de a qué horas reapareció, debí estar dormida para entonces y, de nuevo, no era de mi incumbencia aunque suponía que debía estar deseando cagarse en sus muertos por la desaparición estelar de Hiradaira.

    Háblame de perros leales.

    Para el lunes viajé de nuevo con Ootori, nada nuevo bajo el sol, en silencio otra vez y me despedí de él al bajar del coche. Le dejé una bolsa de galletas de mantequilla que había preparado el fin de semana, quizás como disculpa por haberle pateado el tablero del coche de gratis el viernes o como disculpa general.

    Entré a la academia casi con pereza balanceando el maletín, asomé la cabeza en la fila de tercero por pura manía y cuando regresé sobre mis pasos casi choqué con Arata que venía entrando con Altan. El primero olía a hierba, el olor se lo había notado a Cayden la noche de la mascarada y ya lo tenía bien ubicado, el segundo olía a tabaco a secas.

    —Kurosawa —saludó Al con voz plana, no había nada que señalar en su aspecto general.

    Los moretones de la cara ya casi se habían difuminado por completo, si acaso eran sombras que podrían pasar por cansancio a secas, y esperaba que su costado estuviera siguiendo el mismo camino. De Arata, bueno, ¿qué mierda le pasaba a este cabrón? ¿Se había liado con una moledora de carne? Llevaba la nariz descubierta ya, tenía una herida que estaba cicatrizando, y lo de los ojos al menos parecía que comenzaría a volver a su color normal en algún punto de la semana ya.

    Estuve por abrir la boca para preguntar, pero volví a cerrarla al recordar lo que había dicho Masaki de que lo que tenía Shimizu era miedo así no supiera reconocerlo por sí mismo. No sentí el derecho de preguntar, eso fue todo, así que reinicié los pasos.

    —Al —murmuré—. Shimizu-senpai.

    —Nogitsune —dijo el otro retomando su propia marcha, supuse que en dirección a su casillero.

    Estaba por girar hacia la fila de segundo cuando me giré hacia Altan para decirle una sola cosa, ni siquiera lo miré.

    —La Golden Week —solté prácticamente al aire—. Tal vez el Hanami te sirva de algo, niño rico.

    ¿Por qué mierdas le trataba de iluminar la neurona cuando había pensado que en el fondo quería que fuese miserable de nuevo como lo era yo? Ni idea, tampoco me lo iba a cuestionar, quería pensar que podía ser algo más.

    Más que solo fuego irrefrenable.

    El otro se quedó estaqueado unos segundos en su espacio, ya sin Shimizu a su lado, suspiró con pesadez y siguió andando. Yo hice lo mismo en dirección a mi casillero por fin.


    Shio en la fila de segundo a disposición del público, Al y Arata en la de tercero pa lo mismo (?

    *inserte slide de bob esponja de "one eternity later*
     
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  14.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bueno, bueno, la cosa se había puesto interesante la semana pasada, ¿verdad? Lo suficiente para hacerme olvidar la tragedia de mi querido, queridísimo gorro durante un rato. Claro que no se nos iba a volar la pinza, al menos no demasiado, pero eso no le quitaba el encanto ni de coña. La rubia era un caramelito y me había dado una bienvenida de lo más cálida, ¿qué más quedaba?

    Devolverle el favor en algún momento, claro~

    Si acaso tuvimos la decencia de separarnos luego de todo el show, luego de que la barbie colara su lengua y yo le mordiera el labio. Por puro reflejo, eh, nada más. No había mucha ciencia, sabía su nombre y le recordé a qué clase iba antes de retirarme del club, echándole un vistazo a la cámara de la sala general en lo que salía al pasillo. Joder, ¿no que acababan de expulsarme por andar haciendo cosas así?

    Bueno, sólo quedaba ser un poquito más precavida.

    Era una chica muy, muy sencilla, la tontería me dejó con el suficiente buen humor el resto del día para despreocuparme del gorro. El fin de semana me moví entre mi casa, el sótano de los chicos y los clubes donde caíamos siempre cuando ya estábamos bastante dados vuelta. Además era el punto de reunión con los camellos de confianza y Cory casi siempre nos conseguía pase gratis, so win-win. Ya al día siguiente mamá solía despertarme con el móvil encendido y la frase de cabecera, dejándome elegir lo que me apeteciera pedir para almorzar.

    No, si buena vida sí que era la mía.

    Pero bueno, el domingo fui una buena niña y me quedé en casa ya que al día siguiente había escuela. Mamá se había ido a ver a alguno de sus novios (o novias, claro) y pensé hacer lo mismo, pero me dio perecita y me quedé viendo pelis cutres.

    Hoy hacía buen día, pues, Cory me echó un aventón porque no sé qué mierda tenía que hacer y en lo que yo me preparaba para salir del coche estiró el cuello, chusmeando el patio frontal.

    —Aquí venía un amigo mío. Te había dicho, ¿verdad?

    —Sí, imbécil, pero no quién.

    El chico se rió, repasó el volante de cuero con las manos y algunos de sus anillos chispearon bajo la luz del sol. Me limité a bufar en respuesta, meneando la cabeza, y me estiré para estamparle un beso en la mejilla.

    See ya, asshole. Thanks for the ride!

    Asintió apenas, se lo notaba divertido, y cuando rodeé el coche había bajado la ventanilla y llamó a mi nombre. Me giré, a las puertas del Sakura, y se acomodó las gafas tornasoladas para cubrirse los ojos... anaranjados, rosados, dependía la hora del día. El cabrón parecía modelo de revista y apenas eran las ocho de la mañana.

    —Si no te digo es para salvarle el culo —exclamó, sonriendo ampliamente, y oí el motor del coche—. ¡Les hago un favor a ambos!

    Ja, ja. Alcé mi dedo corazón por encima de la cabeza, él se alejó a velocidad y yo retomé mi camino. Me acordé del gorro de repente, me cagué un poquito en mis muertos y puse a correr la música apenas pisar el patio frontal. Venía algo distraída pero eso no bastó, claro, para omitir una cabellera que era prácticamente igual a la mía, sólo que corta y en tonos más suaves. Lo recordé como una jodida ráfaga, las fotos que tenía vistas de Instagram y tal, y me quité un auricular con movimientos lentos. Estuve a punto de estallar en emoción, correr y tirármele encima, pero quizá fuera la música que me estaba influenciando o qué cojones, el caso fue que me clavé otra jugada.

    Me deslicé con cuidado, me detuve a sus espaldas y me incliné cerca de su oído.

    —Pero bueno, bombón —murmuré, irguiéndome al ya haber llamado su atención, y le dediqué una sonrisa encantadora—, ¿pasas seguido por acá~?


    dije que iba a aguantarme hasta el receso pERO NO ME AGUANTÉ, SALE SNEAK PEEK

    CON PERMISO, ME ESPERÉ OCHENTA DÍAS PARA ESTE MOMENTO *rueda por todos lados* hOLA, BOMBÓN
     
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    Amane

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    A pesar de haber abierto el casillero para hacer el cambio de zapatos que correspondía y todo el rollo, lo cierto es que acabé distrayéndome con el móvil en cuanto sentí el mismo vibrarme dentro del bolsillo. El pobre Hitoshi llevaba preocupado desde el viernes, diciéndome que no me esforzase yendo a clase y que mejor aprovechase lo de la Golden Week para seguir descansando otro par de días, ¡pero es que me aburría demasiado! Pero bueno, tampoco iba a ignorarlo al pobrecito, con lo atento que estaba de mí~

    Así, tan centrada estaba en responderle al chico, que ni me di cuenta de la presencia de Arata en la línea de casilleros. Tampoco se me podía culpar, vaya, si ya se había visto que mi capacidad de atención era bastante pésimo a menos que me centrase o me llamasen la atención de alguna manera. Esa misma capacidad de atención tan desastrosa fue el principal motivo de que no me hubiese enterado de que alguien se estaba acercando a mí hasta que no oí el tono de voz femeneino cerca de mi oído.

    Di un respingo, porque me pilló completamente desprevenida, y si logré hacer que no fuese demasiado brusco fue simplemente porque de alguna manera me había mentalizado antes de la estupidez de alguno de los chicos con los que me había liado queriendo buscarme al verme sola o algo. Fue una chica, pero no reconocí el tono de voz como alguien cercano, y giré la cabeza con cierta curiosidad plasmada en el rostro.

    Puede que no la hubiese reconocido por la voz, pero fue completamente otra historia cuando di de lleno con su cara. Había pasado un tiempo desde la última vez que la vi, pero tampoco había tenido tantas amigas a lo largo de mi vida y me atrevería a decir que, aun así, Abby era una chica bastante difícil de olviar. Abrí los ojos por la impresión, ¿qué más iba a hacer? Y aunque, sin saberlo, tuve el mismo impulso que ella había tenido de lanzarme a sus brazos, logré controlarme por el bien de la pregunta que me habí soltado.

    —De lunes a viernes, bien temprano en la mañana. Así que bastante seguido, diría~ —respondí, logrando seguirle la broma, aunque no por demasiado tiempo.

    Qué va, por mucho que se me fuese la pinza y lo frívola que pudiese parecer al estar tonteando y acostándome con más de un chico a la vez, seguía teniendo un corazoncito dentro de mí. Uno bastante sensible, cabía aclarar, y pues acabé impulsándome hacia delante para apretujarla en un abrazo que extendí un poquito más de lo necesario. De hecho, ni siquiera llegué a soltarla cuando volví a hablar, más bien separé la cabeza para mirarla y poco más.

    >>¿Qué haces aquí, Milly? ¿Me viniste a visitar tan lejos o qué?

    ¿Que si se me había pasado por alto el pequeño detalle que llevaba el uniforme de la escuela por la emoción del reencuentro? Pues hombre, lo que se ve no se pregunta, ¿no?

    AAAAAA tenía tantas ganas de que se viesen, mira riri se ha emocionado y TODO, so im happy de que al final me cayeses, preciosa <3
     
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    Gigi Blanche

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    No esperaba que la pobre chica fuera a recordar mi existencia luego de los años que llevábamos sin vernos, la verdad, de modo que la mezcla de sorpresa y curiosidad con la cual se dio la vuelta me hizo la mañana. Seguía igual de bonita como la recordaba, qué va, aunque honestamente no me había permitido olvidar su carita con la de fotos que se echaba en Instagram. A ver, nada que yo no hiciera.

    Me siguió la broma, y de lo mucho que me gustaba el teatro me seguí aguantando la emoción para hacerme la interesante, elevar suavemente las cejas y entornar la mirada. No me duró nada, de todas formas, menos cuando Riri se me lanzó encima y la recibí entre mis brazos junto a una risa cristalina. Medíamos prácticamente lo mismo, así que me tomé el puro gusto de estrujarla y zamarrearla de acá para allá como si no estuviésemos en medio de los casilleros a las ocho de la mañana. Qué va, nunca algo así me había detenido.

    Sentía una alegría estúpida, joder, con lo bien que nos habíamos llevado de pequeñas y el tiempo que llevaba sin verla. No tenía la menor idea de que ella también iba al Sakura, que de haberlo sabido, ni idea, quizá me transfería antes y todo.

    Después de unos cuantos segundos se separó, aunque no mucho y yo simplemente dejé mis manos en su cintura. Recibí sus ojos rosados, le sonreí con un cariño estúpido e igual seguí tonteando porque era mi oxígeno, qué sé yo.

    —¿Eh~? Pues claro —afirmé, subiendo una mano para jugar con las puntas de su cabello—. He pensado que sería una bonita sorpresa, ¿no?

    Acabé botando el acting a la basura de un momento al otro, volví a apretujarla entre mis brazos y si la solté fue porque en algún momento me iba a tener que cambiar los zapatos y todo el rollo.

    I can't believe you're here, baby! —exclamé, sin filtrar el inglés de la pura emoción, mientras procedía frente a mi taquilla—. ¿Qué onda? ¿Llevas mucho tiempo aquí? Antes ibas a otra escuela, ¿verdad? ¡Tenemos tanto de lo que hablar!

    Era una radio descompuesta, sí, ni modo. Ya con los zapatos de interiores cerré mi locker, giré el cuerpo hacia ella y la rodeé con un brazo, arrastrándola en dirección al ascensor. Para qué andar esforzándonos si la escuela nos permitía accesos más fáciles, ¿no?

    —¿Cómo has estado, Riri? ¡Y tu cabello! ¡Me encanta!


    casi adjunto la cinta de sasha memeo, mi cuerpo necesita rolearla (??

    SHES WAY TOO EXCITED OMG SO CUTE
     
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  17.  
    Gigi Blanche

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    Luego del receso el día transcurrió, bueno, bastante regular. Me las arreglé para no convertirme en un manojo de nervios aunque la sensación pulsante de querer irme me siguió escociendo hasta que efectivamente tocó la campana. Ya fuera la cosa cambiaba, era lunes así que fui al gimnasio y de ahí, el bar del Krait. Me había echado buena parte de la tarde pensando en la tontería de turno, pero a la noche los reuní a todos y de alguna forma bastante cómica acabamos siendo un montón de imbéciles reunidos en torno a una libreta, definiendo formas, colores y palabras. Subaru era el más aesthetic de todos, para qué mentirnos, y las elecciones del Krait habían sido demasiado lúgubres como para tenerlas en cuenta. Más tarde que temprano me preguntaron a qué venía todo el dilema y Hayato se ofreció a ayudar con las impresiones. En el camino a casa, Kakeru me confesó que lo había regañado por dejarme andar sola tan tarde y que se sentía bastante mal respecto a lo que había ocurrido.

    Ni modo, eran un montón de idiotas.

    Jamás pensé tener al Krait de Shinjuku tocando a mi puerta a las siete de la mañana, pero ahí estaba y de lo más contento con su logro, debía decir. Hicimos todo el camino a la estación juntos, donde nos separamos y me deseó suerte con la mierda. Lo vi alejarse un par de segundos y luego afiancé el agarre en torno a la tira de mi mochila, poniendo un pie dentro del tren. Bueno, ya no había mucha vuelta atrás, ¿verdad? Quería decir, me caería la jodida regañina de mi vida si los chicos se enteraban que había botado a la basura todo su esfuerzo.

    Al menos hice bien los cálculos y llegué bastante temprano a la escuela, cosa de andar tranquila. Saqué la bolsita donde Hayato me había traído los cupones y sonreí, porque no pude sino imaginármelo recortándolos a las dos de la mañana o algo y de repente se me asemejó a un adolescente cualquiera. ¡Encima eran redondos! Y estaban muy prolijitos, tenía que haberle llevado su tiempo.

    Como fuera, arranqué por la línea de segundo y los fui repartiendo sin asco. Me había armado una listita, claro, pero al final había tantos impresos que no me hice mucho problema. Emily, Dante, Clevert, Aleck, lo dudé un rato pero al final también Kurosawa. Middel, White, Thornton, Koizumi. Básicamente cayeron todos aquellos con los que alguna vez hubiera topado, al menos hasta donde me daba la neurona, claro. Luego, seguí con tercero.

    Los cupones no eran nada loco, estaban decorados en una gama de tonos rosados y celestes, tenían algo de violeta salpicado y rezaban "martes de abrazos" bien grande al centro, con una inscripción pequeñita que delineaba el borde del papel y aclaraba "vale por un abrazo". Ya no lo estaba pensando en absoluto, sólo me subí al delirio y lo dejé fluir, como le había dicho ayer a Cayden, porque cuando usábamos demasiado el cerebro era cuando los miedos aparecían.

    Wickham bastante a regañadientes, Welsh también y ahora que lo pensaba, ¿no le debía a esa chica un juguito? Meyer porque era amiga de Jez, Chipe-chan, Riamu, ¿Shinomiya? Joder, no, tenía mis límites. Aya, por supuesto, y su hermano Haru también. Altan, Jez, Cay, Kohaku. Zeldryck, y ahora que lo pensaba ¿qué coño había sido del club de kickboxing? Tenía que preguntarle. Akaisa y el amigo de Al, Shimizu. Había abierto y cerrado casilleros a cagar, ya me sentía casi una experta, y retrocedí un par de pasos de lo más orgullosa. Todos eran iguales, claro, aunque en el camino en tren había intervenido algunos con lapiceras de gel. En el de Emi, por ejemplo, había tachado el "un" de abrazo y le escribí arriba "muchos". Claro que tuve cuidado de convertir la siguiente palabra en plural, ¡era temprano pero no tanto! Con el de Al le agregué a la frase "y besos también", y al de Cayden le puse una flechita que guiara al reverso y atrás sólo puse un "gracias", aunque cambié de idea y también escribí "¡úsalo sabiamente! Hay un secreto que proteger".

    Y ya con la jodida locura marcada, estuve por irme cuando noté que alguien más llegaba a los casilleros. La reconocí bastante rápido, era la pelirroja que había saludado a Al ese día que me andaba llevando en la espalda. Me sonrió, le echó un vistazo a mi mano y, bueno, que lo llamaran destino o lo que fuera, pero sólo me había sobrado uno.

    —Toma —le dije, extendiéndole el cupón, y ella lo observó con una sonrisa amplia.

    —¿Y esto? ¿Es para mí? —Asentí y recorrió los casilleros con la vista, me dio que entendió la situación y, no lo sé, su expresión me resultó de lo más cálida—. Qué bonito. Gracias, cariño.

    Y a mí me avergonzaba un poco saberme descubierta con las manos en la masa, de modo que asentí y me retiré hacia la línea de segundo para cambiarme los zapatos. De haberme quedado allí dos segundos más probablemente habría descubierto que podíamos ser, de hecho, un tipo de idiotas muy parecido.

    bueno me mamé, así que ahí les fueron *rueda por todas partes* hold my etiquetas furiosas Amane Rider Hygge Insane Nekita Yáahl Kuno Vizard Etihw

    mARTES DE ABRAZOS OH YAS

    Sasha 4.png

    El día transcurrió sin altercados, la rutina era rutina y no se modificaba ni en sueños. Escuela, trabajo, volví a casa y me puse a cocinar, luego de meter las cosas en el horno preparé la masa de las galletas y las dejé haciéndose mientras cenábamos. Eran todas iguales, de vainilla y con chips de chocolate, y mientras papá acostaba a los niños las dispuse en bolsitas individuales. Cuando me vio en la cocina se acercó y sonrió, alzando una tarjeta de las que había escrito.

    —¿Son para tus amigos? —me preguntó, mientras ataba el último paquete con un listón morado.

    —Sip.

    No dijo más nada, me estampó un beso en el cabello y me deseó buenas noches. La verdad era que estaba de un buen humor estúpido, fue cuestión de ponerme a organizar todo, de oír su pregunta y darme cuenta que, de una u otra forma, era verdad. Estaba haciendo amigos.

    Antes de acostarme organicé mi bolso de la escuela y recordé el dibujo de Kenneth, así que saqué el bloc de hojas y lo observé un rato más. Era la primera vez que me dibujaban y no que fuera a pecar de egocéntrica ni nada, pero estaba muy bonito y me hacía mucha ilusión que se hubiera tomado el tiempo de retratarme. Así fuera por un pago o lo que sea.

    A la mañana siguiente pillé un tren relativamente temprano y en los casilleros me encontré a la niña que ya había visto un par de veces con Sonnen. Me alcanzó un cupón, uno que rezaba "martes de abrazos", y no entendía nada pero sólo sabía que hoy era martes y que tenía pinta de haber repartido bastantes. La tontería me echó encima un boost de motivación y procedí con mis propios planes, que aunque bastante más modestos igual me dejaban de lo más contenta. Había armado bolsitas con galletas, lo mismo que siempre hacía por Maze, aunque esta vez le agregué una tarjeta que ponía "happy golden week, have fun and eat lots!". No creía que fuera a ver a nadie hasta la semana entrante en la escuela, de modo que me dieron ganas de desearles al menos eso. Y bueno, los afortunados acabaron siendo Maze, Arata, Suiren y Sanji. A este último, claro, le agregué un "perdona por lo que pasó" al final de todo, y me hizo bastante gracia ver otro de los cupones en el casillero de Arata. ¿Ese chico abrazando a alguien? No me lo veía, la verdad, pero a veces la vida sorprendía.

    Cuando acabé de repartir las bolsitas eché un vistazo alrededor, por si aparecía algún imbécil con ganas de estropearme la sorpresa, y en lo que retrocedía le presté mejor atención al cupón de abrazos. La sonrisa se me amplió y recién entonces me di cuenta que llevaba un buen rato tarareando una canción. Una muy simple canción.

    Venga, si no sería una niña de lo más dulce.

    listo, navidad acabó Yáahl Insane Reual Nathan Onyrian

    Considerenlo regalo de GM por la golden week (???
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    La Golden Week no me había hecho especial ilusión en ningún momento, incluso cuando Jez me invitaba a los festivales o lo que fuese, digamos que sentía que desencajaba bastante y de ahí que para mí fuese solo una semana de no ir a la escuela, no hacía planes, si acaso dormía hasta tarde y ya. Por otro lado teniendo en cuenta la situación la verdad es que tampoco sabía qué cojones hacer, tan siquiera Anna ya se había aparecido en la escuela, pero no tenía idea de qué estaba pasando ni por asomo y ya ni sabía si tomar la sugerencia aquella de Kurosawa, de que la Golden Week o el Hanami pudiesen servirme de algo.

    La mañana siguiente me costó despertarme más de lo usual, vete a saber por qué, y acabé llegando un poco después de lo habitual a la escuela. Venía dormidísimo todavía, eso era lo peor, y me desvié a la fila de tercero cubriéndome un bostezo con el dorso de la mano.

    El chispazo rojo lo vi ya tarde, recostado en la fila de taquillas, el cara de borrego estaba a sus anchas y como el día de las invitaciones parecía más que satisfecho consigo mismo. Tenía un papel redondo, ¿cupón? Sujeto entre el dedo índice y medio, y golpeteó su mentón con él un par de veces, sassy que te cagas. No alcancé a leer qué decía.

    Al final sí iba a ocupar gafas o algo.

    —Apresúrate, le van a salir raíces —dijo con un tono bastante suave, pero se veía que se estaba tragando la gracia—. Y con lo bonito que está sería una lástima~

    Fruncí apenas el ceño, seguí avanzando hacia mi propio casillero y aunque el idiota no se me puso al corte sí me di cuenta que mantenía la atención en mí. Pasé de su existencia, abrí el casillero con pereza y estuve por volver el rostro para preguntarle al otro que a qué se debía ese esquema de color, pero me callé al tomar el cupón y leerlo. Reconocí su letra en el añadido que le hizo.

    Pedazo de comeback.

    Solté el aire por la nariz, aflojé los gestos que ni había notado traía comprimidos y me guardé el cupón con un cuidado estúpido en el bolsillo. Hice el cambio de zapatos como si nada y no me di cuenta que una sonrisa ligera me había alcanzado los labios.

    —¿En un receso le enseñaste a colar papeles en los casilleros a primera hora de la mañana? —dije zambullendo un par de cosas en la taquilla, asumí que se daría por aludido—. Para tener esa cara eres peor influencia de lo que uno podría pensar.

    —Qué va —respondió, ahora sí se permitió una risa y lo vi despegar la espalda de los casilleros—. El único crédito que me llevo es haberle recordado el martes de abrazos por accidente.

    —¿Qué dice el tuyo? —pregunté cuando las neuronas me hicieron sinapsis, se detuvo en seco y suspiró, imaginé que decidió jugarse las pelotas.

    Igual parecía tan realizado con el teatro como si lo hubiese hecho él de principio a fin.

    —¿Estás asumiendo que por algún motivo debe poner algo diferente a lo que está impreso? —respondió en un murmuro a la vez que guardaba su propio cupón en el bolsillo, una risa la vibró en el pecho—. Me estás dando demasiada importancia~

    —¿Y cómo-

    —Le vino bien hablar, el comeback es la única respuesta que te interesa —soltó sin dejarme terminar la pregunta. Al final echó el peso de la espalda otra vez en los casilleros, ya algo más cerca de mí, tomó aire y al volver a hablar sonó repentinamente serio aunque no brusco—. Se estabilizó al parecer, vaya, eso fue lo que intenté. El resto te corresponde a ti.

    Chasqueó los dedos frente a mí, como para hacerme reaccionar aunque no estuviese ido.

    >>Ponle un poquito de emoción, cuervo, que tampoco me da la magia para tanto. Ni que fuese Harry Potter.

    Chasqueé la lengua, cerré de un portazo y al pasar a su lado estiré la mano para revolverle el pelo como si fuese un mocoso de siete años. Me apartó de un manotazo flojo, no se lo creyó ni él, y bufó por lo bajo como un perro viejo.

    —Gracias, mariposita —murmuré antes de seguir mi camino—. A ver si te pillamos de buen humor más seguido, eres significativamente más útil.

    Si iba a ponerme celoso del imbécil este no iba a ser hoy precisamente, así que solo dejé todo correr. Me cubrí otro bostezo en lo que caminaba en dirección a la fila de segundo, esperando que se me hiciera el milagrito o algo y la enana no se hubiese ido a la mierda luego de su trabajo matutino.

    Distinguí el cabello de chicle al vuelo y me llené los pulmones de aire antes de acercarme, para la gracia medio me había puesto nervioso, pero me lo aguantaba como los grandes. En sí es que seguía teniendo cierto miedo de que fuese a rechazarme o algo, por improbable que fuese teniendo en cuenta el cupón.

    —¿Puedo sumar este cupón a los otros que me habías hecho? Para armarme un combo de cupones o algo así, como las señoras americanas que compran con puros cosos de estos y luego pagan como veinticinco centavos —pregunté todavía a una distancia más o menos prudencial, pero le dediqué una sonrisa de imbécil—. Como que me pido un abrazo, los besos y un zumito.


    tenía que hacerlo y mi neurona seca a las 11 de la noche no iba a detenerme *patea una silla* perdón por el tocho que ni a cuento como siempre alv
     
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    Amane

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    Al final el lunes había acabado siendo un día de lo más productivo y, qué va, hasta Nana se dio cuenta de lo contenta que estaba cuando llegué a casa, que empezó a preguntarme al respecto... de manera para nada sutil. No me molestó, más bien todo lo contrario, y acabé por contarle con todo lujo de detalle sobre el reencuentro que había tenido con Abby. La mujer se emocionó casi más que yo con el asunto, al fin y al cabo ella nos había cuidado cuando la chica venía a mi casa a jugar de pequeñas y le había acabado pillando mucho cariño.

    Obvié el asunto del trabajo suspenso, en parte porque ni siquiera me acordaba ya con la emoción, pero también porque no pensaba decir nada al respecto hasta la re-entrega. Confiaba plenamente en la mujer y sabía que no le iría a decir nada a mis padres si yo no quería, pero era probable que recibir una mirada de decepción por su parte fuese uno de mis mayores miedos, y prefería evitarnos disgustos a ambas.

    El martes volví a tomar el tren junto a Alethea, que por suerte no me preguntó demasiado por el viaje que me había inventado para justificar que hubiese faltado tanto tiempo de la escuela, y mientras la contaba también lo que había estado haciendo durante el receso del día anterior, me di cuenta que se había puesto el broche de pelo que le traje de China. Fue una tontería, pero me ilusionó mucho, y aquello solo contribuyó a que mi buen humor general mejorase.

    —¿Tienes alguna actuación especial esta Golden Week, Thi? —le pregunté, de camino a la academia después de habernos bajado del tren.

    —Un par, sí. Ni siquiera sé si voy a tener mucho tiempo de ir a los festivales en sí... —me explicó, sin poder esconder el suspiro que le salió—. ¡Pero estás invitada como todos los años, Ri! Tu compañía siempre me viene muy bien~

    Mi rostro se iluminó al escuchar aquello último, porque realmente me gustaba mucho verla haciendo bailes tradicionales, y casi que ni me importó tanto que existiese la posibilidad de que no fuésemos a los festivales juntas. ¡Verla actuar era más personal! Y ya tendría con quien ir, si es que me apetecía~

    Llegamos así a la academia y no tardamos demasiado, ninguna de las dos, en darnos cuenta del cupón que había dentro de los casilleros. Nos miramos en cuanto dimos con los papelitos, aprovechando la cercanía de nuestros casilleros.

    >>¿Es cosa tuya?

    —¡Pero si he venido contigo, Thi! ¿Cómo va a ser cosa mía? —exclamé, ladeando ligeramente la cabeza por la confusión—. Además, yo si quiero abrazos los doy y ya, ¿sabes?

    Aun así, entendía el por qué de la confusión, pues la elección de colores de los cupones se acercaba demasiado a mis preferencias (solo había que ver mi pelo, vaya), y quizás fue eso mismo lo que hizo que se me iluminase la neurona. Recordé muy vagamente que la chiquilla de las mechas rosas, Anna creo que era, había mencionado algo de los martes de abrazos cuando la conocía gracias a Alethea y, bueno, ¿no manejábamos una paleta de colores parecida, también?

    Le hice una seña a mi amiga para que me siguiese, con una sonrisa juguetona, y recorrimos el pasillo de los casilleros de tercero para asomarnos a los de segundo. No esperaba que la niña siguiese ahí, en verdad, pero grande fue mi sorpresa al verla y, no solo eso, tan bien acompañada. Ah, qué pena, tendríamos que cobrarnos los abrazos en otro momento mejor~

    No puedo aventar a la novia PERO CON ALGUIEN TENÍA QUE REACCIONAR A ANNIE!!! so ya de paso dejo a estas dos por aquí, idk (?
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Escritora
    Anna 6.png

    Mis planes para huir de la escena del crimen lo más rápido posible se vieron frustrados con tal facilidad que genuinamente confirmé mi inutilidad como espía. O para plantar bombas, quizás, aunque ya estaba desvariando. El caso fue que ya con la mano en la puertilla de mi locker para cerrarla, una voz se alzó a mis espaldas y me hizo dar un respingo. La reconocí al instante, qué va, y tras soltar el aire de golpe me enfoqué en cerrar mi casillero con movimientos suaves y darme la vuelta. No me desagradaba para nada, sólo sentía que estaba en falta luego de todo lo que había ocurrido.

    Como que no lo merecía o algo así.

    Topé con su sonrisa, intenté mostrarme lo más relajada posible pero vete a saber si lo logré. Sabía que no tenía problemas conmigo, que mi ausencia no le había enfadado, de por sí ni siquiera tenía la certeza de haberlo preocupado. Sabía, en definitiva, que el puto issue nacía y moría en mí, y que de la misma forma debía ser arreglado. Quizá toda la movida de los cupones había sido una excusa estúpida para acercarme a él, ni idea, lo importante era que estaba ahí y recién ahora me daba cuenta lo mucho que había extrañado esa sonrisa.

    Dijo un montón de tonterías que pasaron a la papelera casi derecho, al final se puso codicioso y me hizo la suficiente gracia para esbozar una sonrisa. Abrazos, besos, zumitos, ¿qué más quería? ¿La escritura de mi casa? Qué va, quizá se la daba y todo. Lo miré, repasé su rostro incluso a esa distancia y me recordé a mí misma que el cerebro fabricaba los miedos, que usarlo mucho era contraproducente, así que no me pregunté por qué no se había acercado más; simplemente recorrí el espacio entre ambos, me puse de puntillas, me colgué de su cuello y respiré pausado.

    Estaba cálido, olía a él y me inyectó en el cuerpo una paz absurda.

    —No tienen restricciones —murmuré desde su cuello, sin despegarme ni un centímetro—. Aunque tampoco es como que les hayas dado mucho uso, eh.


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    Pero bueno, ¿qué estaba pasando esta mañana? No me quedaba mucho por hacer con los radares que llevaba incrustados en el cuerpo, fue cuestión de alcanzar los casilleros y percibir al vuelo que la atención general, usualmente dispersa, se revolvía en torno a un motivo concreto. Volví el rostro hacia mis cercanías, afilé los sentidos y no me llevó más de unos pocos segundos sacar conclusiones. No que fuera asunto de Estado, claro, y en líneas generales me importaba una mierda lo que el promedio hiciera, pero la manía. Ya de paso noté la movida de Pierce aunque el grueso del espectáculo no proviniera de ella, ¿verdad? No era su estilo. Es decir, tampoco la conocía realmente, pero basándome en mis ideas de su carácter.

    También noté al pelirrojo de la fiesta, el cachorro extraviado de Chiyoda, que para la gracia llevaba una de las mierdas encima y parecía bastante satisfecho al respecto. ¿Autor? Tampoco, qué va. Quizá le gustara el sabor del teatro pero no le daba el cuerpo para soportar su peso, estaba seguro. No vi chances de definir a la mente maestra detrás de la tontería de preescolar, así que lo descarté y seguí a lo mío. Eso fue, claro, hasta que noté la presencia de Riamu al final de la línea de tercero junto a mi compañera de curso, Ethans. ¿Eran amigas? Vaya, qué cosa la vida. Me acerqué ligeramente risueño, estaban ambas espiando hacia segundo y aproveché la distracción para inclinarme y hablar de repente. Ya de paso, ellas también tenían de esos papeles, cupones, lo que fueran. Iba a ofenderme y todo de no haber recibido uno, vaya.

    —Señoritas, ¿nadie les dijo que es de mala educación husmear así? Y a tan tempranas horas, encima.

    Aunque tras erguirme y repasar la dirección de sus miradas, acabé dando con Anna y algunas piezas cayeron en su lugar de golpe. Bueno, ahora tenía bastante más sentido.


    im weak, perdón uwu
     
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