Interior Casilleros

Al final ninguna de las chicas pareció sufrir un golpe por parte de la otra, cosa que me alivió bastante porque Joey ni siquiera tenía que responderme para darme cuenta que definitivamente Alisha y Sasha no se llevaban para nada bien. Me causaba un poco de curiosidad, porque yo no había tenido problema con ninguna de las dos a pesar de conocerlas hace poco, pero también era consciente de la otra fama que se traían la rubia y el chico sentado a mi lado, así que no me sorprendió del todo.

Todos los partidos acabaron después de un rato más y decidí no robarle más tiempo a Joey, así que le agradecí por haberme llamado para hacerme compañía dándole un beso en la mejilla y me despedí con la mano en lo que me alejaba al interior de la academia. Me cambié y reuní con Kashya no mucho después, dirigiéndonos hacia casa con cierta rapidez y bastante en silencio, claramente cansadas después de aquel día.

A la mañana siguiente, hice lo posible por llegar un poco antes y me dirigí hacia el casillero de Anna sin pensarlo demasiado. Había pensado que lo mejor decisión había sido dejarle espacio, pero eso no significaba que no estuviese preocupada por ella y que quería ayudarla de alguna manera a sentirse mejor, aun sin saber del todo que era lo que le estaba sucediendo. Es decir, seguían sin llegarle los mensajes al teléfono y eso no era buena señal, pero ni idea.

Había preparado un almuerzo especialmente para ella, pero realmente no quería obligarla a pasar el receso conmigo por si aun no le apetecía, así que decidí dejárselo dentro de su taquilla y que ella decidiese lo que hacer con él. No le dejé ninguna nota ni nada, tampoco buscaba a pulso hacerle saber que había sido yo o algo así, pero dentro de todo supuse que quizás se daría cuenta.

Sea como fuere, una vez realizada la misión de dejarle el bento sin ser pillada en el proceso, me dirigí hacia mi propio casillero para hacer el cambio de zapatos.

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Gigi Blanche heyo uwu no sé si tengas planeado algo con Anna o no, pero Emi no iba a simplemente no hacer nada para ella kñasna obviamente no quiero interferir ni obligarte a nada so cualquier cosa que hagas ya sabes que no me molesta (?)

 

El día se había cernido gris y opaco desde el alba, casi como un presagio o un mantra ajeno. No disfrutaba particularmente de los climas tan oscuros, tendían a dificultarme un poco más el buen ánimo, arrastrándome a rincones ruidosos y desagradables de mi mente que tendía a sellar bajo cal y canto, pero no tenía mucha voz al respecto. Era el clima, al fin y al cabo. En algún momento cierta humanidad se creyó capaz de controlar el sol, la luna y las tempestades, y quizá sí pudieran, ¿quién era yo para negarlo? Pero vaya, en lo que a mí concernía, sólo eran cuentos para niños. Vías de escape, quizá, o meras conveniencias.

El coche me dejó a las puertas del Sakura, como siempre, y avancé con calma por el patio frontal. Fue a llegar a los casilleros que advertí la presencia de una de mis compañeras de clase en la línea de tercero, y como tal no poseía razones de peso para inmiscuirme en sus asuntos pero sólo me apeteció y ya. Lo pensé, claro, todo eso que me había dicho mi madre sobre la comunicación, las relaciones sociales y la importancia de la discreción, pero ¿cuándo le había hecho caso?

Algo de gracia me dio reconocer al rubio del otro día, ese que había estado fumando afuera, pero no le llevé el apunte. Me incliné por encima del hombro de Yamanata-san, leyendo el nombre del pobre casillero que intentaba abrir, y regresé a mi espacio antes de hablar.

—Yamanata-san —la llamé en el tono firme de siempre, sin perder la cordialidad, y mantuve el maletín aferrado con ambas manos al frente—. Es una casualidad bastante cómica que haya otra estudiante con el mismo nombre que tú, pero esta es la línea de tercero, ¿no crees? Aún nos faltan dos años para venir aquí.

Si a mi tono le imprimí cierto grado de condescendencia, lo cierto era que no lo noté o no me importó. Siempre hablaba así, al fin y al cabo.

—¿Vamos, entonces? —Me abrí hacia un lado, invitándola a caminar a mi lado, y decidí no comentar nada al respecto de su estatura aunque, vaya, alta sí que era—. ¿Qué tal han ido las clases hasta ahora, Yamanata-san? ¿Te han traído alguna clase de dificultad?

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madarauchiha como te dije hace un rato por whats, aquí está la niña uwu

En sí no era la más avispada de la camada, en plan, no era tonta pero tampoco tenía ojos biónicos ni un sexto sentido. No descifraba a la gente de un solo vistazo, necesitaba conocerlas de mucho tiempo para ello y quizá la diferencia radicara no en mis habilidades sino en la importancia que le proporcionaba a cada cosa. Papá era puto transparente, ni modo, y a los niños me dedicaba el tiempo suficiente, día tras día, para aprendérmelos de memoria quisiera o no. Al menos ahora hablaban y con eso las cosas se simplificaban, Lulu había sido casi un acertijo encriptado hasta que empezó a comunicar sus necesidades, así fuera con balbuceos o en voz baja. Siempre me preguntaba si estaría haciendo un buen trabajo, vaya, si llenaba los espacios vacíos lo suficientemente bien, aunque al final del día la conclusión era la misma una y otra vez.

Eloise siempre les haría falta, y sólo les quedaba vivir con ello.

La cuestión era que la gente no solía importarme lo suficiente para dedicarles demasiadas neuronas y quizá pecara de egoísta al tiempo que, por alguna razón, no me gustaba ver a nadie sufrir frente a mis putos ojos. Era bastante contradictorio probablemente, quizá sólo se tratara de la distancia que me imponían las paredes de la torre, pero en definitiva me servía para no dejarme arrastrar. No hundirme bajo las reglas de ninguna corriente que no fuera la mía. Podía ayudar, sí, ¿pero involucrarme? ¿Empaparme? Quizá por ello no noté ni de coña el cambio interno del chico frente a mí, no olí el peligro ni percibí la electricidad serpenteando de su cuerpo al espacio, y de regreso a su cuerpo. Como chispas de pura energía, una que sólo ansiaba descargarse ciegamente.

Sólo parecía de mal humor y ya.

No parecía de los que exageraran por amor al arte, así que cuando me corrigió no hice ademán de responder o modificar mi gesto liviano, pero me pregunté qué clase de vida tendría. Si no sería otro imbécil tapando los problemas y ya. Que, a ver, casi todo el mundo lo hacía, pero me refería a problemas reales. Problemas de adultos.

Igual algo de humor conservaba, al menos el requerimiento mínimo para usarlo con acidez, y a mí realmente me daba igual. No me lo tomaba personal y además nunca había sido ningún rey de la cortesía, de modo que lo dejé correr y filtré sus palabras para atajar el sentido real. Ya con los zapatos cambiados, me agaché para recoger los otros y guardarlos en el casillero.

—¿Estás repitiendo? —No sonaba sorprendida ni nada, sólo lo repetí para tomarlo de base para lo demás—. ¿Cómo coño hiciste para entrar aquí? A mí me costó un huevo y casi pierdo el año.

Y lo habría perdido de no ser porque Eloise trabajaba aquí, dicho sea de paso.

Se regresó el móvil al bolsillo y sus gestos se comprimieron apenas, en sí no dije nada pero me miró casi de inmediato. Supongo que una ligera chispa de duda, confusión, preocupación o lo que fuera se me cruzó por la cara, y es que tuve esta imagen repentina del cabrón moliéndose a palos con otro tío y agradable tampoco fue. Fue como, la dureza de los nudillos contra la carne, o algo así. Una cosa bastante imprecisa. De la forma que fuera, ya estaba visto que no solía meterme donde no me llamaban así que no pregunté.

Cuando volvió a hablarme, alcé un poco las cejas y solté una risa floja, echándome un vistazo a mí misma. Tenía la rodilla un poco raspada pero nada serio, la verdad. De por sí nunca me quejaba y menos ahora, cuando él tenía la carita hecha un poema.

—Ayer me jodió un poco la pierna después de los quemados, pero no me quejo. Así que sí, puedo ser la entera de los dos. —De repente recordé esa tontería que había hablado con Altan cuando el pobre diablo estaba encerrado en el gimnasio, ¿algo de unos decimales? —. Estoy en un… ocho cincuenta, digamos.

Cincuenta centésimas menos por la pierna, otras cincuenta por el jefe que ya no toleraba, veinticinco por Danny y otras veinticinco por… los imbéciles de Wickham y Welsh, quizá.

Dicho sea de paso, Sonnen pasó con una cara de moco bastante similar a la del rubio y ni siquiera sabía que se conocían o me habría hecho algo de gracia. Solté el aire por la nariz, recordando el cielo gris, y repasé la iluminación tan sombría de los casilleros. Los tubos fluorescentes blancos tampoco ayudaban. Vaya, tenía pintas de ser un día difícil para varios.

En esas estaba cuando una chica altísima se apareció frente a nosotros. No pude disimular la sorpresa del todo, alcé el rostro para encontrar sus ojos y estuve a punto de abrir la boca para responderle cuando otra niña apareció a sus espaldas. La conocía, al parecer, y… ¿eran de primero? ¿Eran de puto primero? Les sonreí al retirarse, bastante cálida, pero luego recuperé algo de seriedad.

—Joder —solté una vez se fueron, cruzando los brazos bajo el pecho—, ¿qué le dan de comer a los niños hoy día?

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*rueda en los tochos de pau y se avienta mÁS TOCHOS*

 

La niña se ruborizó, pobrecilla. Tendía a ocurrirle a las personas en momentos de vulnerabilidad, ¿cierto? Cuando se sentían demasiado expuestas o en escenarios incómodos. Muy observadas, muy juzgadas, incluso cuando cometían un minúsculo desliz y ya. Rumié entre las opciones en lo que Yamanata-san se disculpaba con los muchachos de tercero y luego aceptó mi oferta. La dirigí con calma hacia la hilera de primero, me detuve a un costado y estiré el brazo, indicándole que aquí era. Todo con la fluidez ceremoniosa de siempre.

—¿Clubes? Puedes informarte al respecto, en el tablón de anuncios hay una lista detallada con todos los clubes de la academia, sus actividades, miembros y lugar de reunión —le informé mientras me cambiaba los zapatos, tras erguirme me acomodé el largo cabello castaño tras la espalda—. Y no te preocupes por disculparte con nadie, no has cometido ninguna ofensa grave.

Fue lo siguiente que dijo que me sacó un poco de mis casillas. Parpadeé, cerrando mi casillero, y me reuní junto a ella. Le dediqué una sonrisa cordial, algo distante, de esas que solía esbozar y ladeé ligeramente la cabeza. Afiancé el maletín al frente.

—Yamanata-san, vamos a la misma clase —apunté, como si fuera lo obvio, y una cuota de diversión algo baja se me coló en la voz al agregar—: ¿Acaso nunca habías reparado en ello?

Contenido oculto: cuz yes? cuz yes, yes

Vale, vale, vale, era un día de mierda pero ¿y todas esas caras largas? ¡Qué poca emoción para vivir, hombre! ¿Dónde estaba la juventud, la energía y las libertades que nos iban a arrancar a la mierda dentro de unos años? En serio, eran todos unos aburridos, ojalá aprendieran un poquito de mí.

A montarse el teatro, sí, eso.

Igual estaba bien, qué sé yo. Lo normal, ¿no? Había conseguido pollo y refrescos en oferta y hacía mucho que no le veía la cara a mi viejo, eso ya era un win-win para mí. Era un tipo simple, qué va, así que el clima no me afectó mucho el estado de ánimo.

En lo que llegaba al Sakura noté bastante más adelante que Alisha venía acompañada de un tío que no tenía de nada, cosa que me llamó bastante la atención. Lo despachó en la entrada, se coló sola en el patio frontal y le eché un vistazo al tipo al pasar a su lado. Nop, de nada. Strange. Y que me llamaran loco o cualquier mierda, pero no me pareció que tuvieran la mejor relación del mundo, o sea que se conocían, o sea que... ¿sería un amigo americano? Porque mira, sin ánimos de inflarme el ego, pero creía conocerme su vida social japonesa de pe a pa.

Pero bah, qué sabía yo.

Pensé en saludarla, pero en un pestañeo se rodeó de tíos y bueno, ya tres serían multitud, ¿no? Uno de ellos era Jack pero, ni idea, mejor la dejaba ligar en paz, que luego me caía con la bronca o algo si le arruinaba alguna oportunidad. Y estaba de buen humor pero tampoco con ganas de comerme una hostia.

Y hablando de comerse hostias, ¿qué cojones le había pasado en la cara al gangster boy?

Sonnen también estaba para enmarcar, la verdad. Joder, so bad vibes. A esa escuela de repente le hacía falta un exorcismo o algo. A la final noté a nuestro tanuki favorito, también de mal humor, cómo no, pero según recordaba eso nunca me había detenido para hablarle a alguien.

—Morning, Kitty Kat~ —le murmuré encima, risueño, y la rodeé para posicionarme frente a ella. Tenía las manos hundidas en los bolsillos y me incliné para colocarme a su estatura como si fuera un niño, echándome encima una preocupación impostada—. Ah, ¿qué es esa cara larga, bonita? ¿Qué le pasó a nuestra gatita favorita?

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uuuups

 

Tenía su gracia por otro parte, porque era culo inquieto por naturaleza, no que tuviera un petardo detrás como tal pero no paraba quieto. Hablaba con todo Dios que se me cruzara por delante, le jodía la paciencia a una gran mayoría y así todo el rato, ahora tenía energía de una naturaleza diferente, pero energía al fin y al cabo, y me estaba llevando el diablo como si no hubiese sido un montón de presión esperando por estallar toda la vida.

Como fuese, no esperaba nada de la pelirroja, es decir, no esperaba que metiera las narices porque me parecía que no era esa clase de gente. No lo dejaba estar tampoco, pero no escarbaba con cuchara y al menos por ahora suponía que eso me venía bien. No que le pusiera fin a la tormenta, pero de alguna forma supo mantenerla contenida, más o menos como había hecho Izumi con el abrazo antes de irse.

Igual debía notárseme que yo no era de andar exagerando las cosas por amor al arte, si acaso tendía a hacer lo contrario y minimizarlas, claro que eso era cuando mi padre no se aparecía para pretender sacarnos el dinero que apenas nos alcanzaba para lo básico.

Cuando preguntó si estaba repitiendo me permití una sonrisa resignada y su pregunta siguiente casi me hace soltar la risa, me contuve de buscar al cuervo con la vista y me encogí de hombros sin más. Noté la confusión o lo que fuese que le cruzó por la cara cuando yo arrugué los gestos al guardar el móvil, no que me interesara por nada en especial, pero tampoco lo pasé del todo por alto.

—Digamos que me hicieron el favor de meterme en este imperio de niños pijos y gente becada —respondí con simpleza.

Atajé su respuesta a lo de ser la entera de los dos y me acordé un poco de repente que esta había querido matarse a balonazos con Alisha, o eso me había parecido. No que las juzgara realmente, si se tenían tirria o si era tirria unilateral pues eran libres de arrancarse los pelos si les daba la gana, cada quien que hiciera lo que le saliera del culo, pero me hizo gracia recordarlo.

Como fuese bajé la vista a sus piernas sin demasiada maña, fue solo para repasar su estado por encima y noté el raspón. Su respuesta con décimas me hizo arrugar el ceño, regresando a sus ojos.

—¿Y eres imbécil como yo o sí hiciste algo respecto a tu pierna? —Ni idea de por qué pregunté, solo se me salió con todo y la cara de moco. Cosa de cuidar de dos críos suponía—. ¿Con decimales? ¿Por qué con decimales? ¿Redondeas hacia arriba o hacia abajo?

Acababa de terminar de decir eso cuando la cría esta se apareció, me quedé con la palabra en la boca digamos y alcé la vista porque la cabrona era altísima. Ni siquiera dije nada, fue como que me bloqueó la neurona, ni puse atención a que compartía nombre con Kurosawa. Encima, ¿qué dijo la varilla, la que me había pedido probar la hierba el otro día? ¿Que les faltaban dos años? ¿Eran de primero las jodidas? Pero ni en mis mejores sueños iba yo a poder alcanzar la altura de la segunda.

—Pues mínimo sí les dan más comida que a nosotros —solté cuando se fueron y la cabeza se me puso en funcionamiento de nuevo—. Te lo digo, la jugadora de baloncesto nos da un empujón y nos manda al otro lado del mar.

Poco o nada me interesaba la vida de Shimizu, si seguía encabronada era por la estupidez del proyecto, aunque cuando le vi la cara me pareció que ya alguien se había cobrado esa mierda por mí. Igual cuando le solté la ametralladora de maldiciones fue solo porque me había llevado en banda y mira, yo sabía que era pequeña, pero tampoco para me llevaran por delante.

Como fuese, seguí mi camino para cambiarme los zapatos y un poco sin darme cuenta no me quité el ceño fruncido de encima, cosa que no era rara en sí misma. Obviamente no iba a tener una mañana tranquila, porque cuando quise darme cuenta Wickham se había materializado en mi espacio y supuse que me eligió para fastidiar un poco por rebote. A ver, las opciones eran Shimizu, Sonnen, la pelirroja y fin de la historia, supuse que no querría morirse tan temprano.

Bufé al verlo agacharse, ya nada me sorprendía de este cabrón de por sí, y pasé como una campeona de su preocupación impostada. Me aparté algunas hebras de cabello del rostro, se me habían desacomodado por el viento de afuera, y encontré sus ojos después.

—Morning, babe —atajé por la pura gracia, de por sí todos éramos un montón de desgraciados—. Pues resulta que nuestro yakuza boy favorito prácticamente me pasó por encima, ¿no te parece una falta de respecto?

Relajé los gestos de a poco, tuve que hacerlo a conciencia obviamente, pero se veía que me había subido al tren de la estupidez sin motivo especial. Estiré la mano sin venir a cuento, alcancé el cuello de su camisa y lo repasé con los dedos con aire distraído.

—Al menos tú tuviste la consideración de agacharte, qué lindo~

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hermana no sé qué pasó JAJAJAJA she talked to me in a bad way

 

Su respuesta a las razones que lo habían metido en el Sakura sonó bastante shady y me permití una risa breve, ligeramente divertida, porque entre sus pintas y toda la mierda cualquiera podía montarse la telenovela del siglo en medio segundo. Quizá no estuviera tan alejada de la realidad, de hecho, con la facilidad que había tenido para aceptar el negocio de los móviles, pero bueno. De por sí no era de andar juzgando a la gente y menos si me involucraba con ella de pura voluntad, había que ser idiota o hipócrita a secas y quizá pecara de algunas mierdas, pero algo que no toleraba ni en mí ni en nadie era la inconsistencia. La falta de principios. Y ni siquiera hablaba de moral y ética, sólo apegarse a uno mismo.

Cada quien se montaba su propio código de conducta, al fin y al cabo.

De la forma que fuera, por la misma shadiness fue que no seguí preguntando y me quedé en el molde, con la respuesta abstracta, si es que en definitiva había preguntado por preguntar. Ni que pretendiera una confesión de pecados del pobre hombre, que encima había amanecido con el pie izquierdo y suficiente hacía llevándome el apunte.

Noté que siguió el trayecto de mi propia atención, claramente no le di importancia y su pregunta me sacó un poco de base. Ni idea, quizás asumí que yo era la loca de las preguntas y ya, pero tampoco me molestaba ni mucho menos. Si acaso me resultó un poquito divertido y que Dios me perdonara, pero acabé ensanchando la sonrisa y la tontería me animó el tono de voz.

—¿Dormir cuenta? —repliqué en broma, acompañándolo de una risa breve, y me encogí de hombros bajando la vista un instante a mis zapatos—. No, qué va, ni que tuviera tiempo. Escuela, trabajo, los niños. Apenas paré quieta ayer.

Luego aparecieron y se esfumaron las niñas de primero, el chico me había preguntado sobre los decimales con una seriedad que hasta me dio algo de ternura y cuando se hubieron ido, retomé la idea.

—Si uso decimales es porque no estoy redondeando, cielo —aclaré, no sonó para nada condescendiente, de hecho fue mera información que solté con un resabio del tono que utilizaba cuando le explicaba cosas a los niños. Tranquilo, incluso cálido, como Eloise siempre les había hablado—. Pero si tuviera qué... Mejor redondear para abajo, ¿no? No le veo sentido a agregar cosas que no hay.

Luego dijo que si la niña de primero nos empujaba seguro nos mandaba al otro lado del mar y solté otra risa ligera.

—Me manda de regreso a Australia, seguro —anoté por la pura gracia, de por sí nunca sobreanalizaba ninguna conversación y sólo lo dejaba fluir. Regresé la mirada a él, ligeramente pensativa, y acabé por soltar el aire por la nariz, resignada—. Ya, dime tu nombre. Está empezando a molestarme no saberlo.

Que Katrina no se molestara en disimular lo mucho que le fastidiaba mi presencia era música para mis oídos o algo así, de verdad, algún día toda esta gente debería aprender que el mejor remedio para los dolores en el culo como yo era pasar de nosotros. Su bufido suavizó aún más mi expresión, entorné la mirada y toda la mierda cuando me regresó el saludo, montándose el teatro, y su respuesta me ayudó a seguir fingiendo preocupación.

—No shit, really? —solté en una exhalación, indignado, y al erguirme alcé la voz por encima del barullo general para que me oyera—. Eh, gangster boy! ¿Respetarías un poco más a los tanukis del ecosistema? It's an endangered species!

Había notado que andaba hablando con Sasha, claro, aunque no la tuve en cuenta en la ecuación por nada en especial. Me hizo bastante gracia que se diera vuelta en mi dirección, clavándome la mirada. Parecía que me quería comer o algo.

—Mind your own fucking business, Wickham.

Ah, ni modo, era muy bonito su acento. Igual no pretendía sacarme boleto para una muerte segura, así que sólo mantuve la sonrisa totalmente divertida pegada en mi cara y me encogí de hombros, regresando a Katrina. No esperé realmente que se tomara el teatro tan a pecho, pero se tomó la molestia de relajar el gesto y hasta alcanzó el cuello de mi camisa.

—Sure —concedí en voz baja, fue prácticamente un ronroneo y ladeé la cabeza, dejándola entretenerse lo que le diera la gana—. I've been missing you, you know~ ¿En qué anduviste este tiempo?

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oh yas vibing hell, just how i like it

 

Si lo ponía en perspectiva, si el padre de Altan fuese un cabrón de los grandes algún día podía cobrarme esa mierda de la transferencia con sangre así como se la iban a cobrar los perros de Yuzu a Ryouta. Deudas eran deudas al final del día y el dichoso emperador era un completo desconocido para mí si debía ser honesto, así que como si un día se despertaba, se le antojaba cargarse a todos por el favor que no podría pagarle nunca, pues estaba jodido.

Claro, poco sabía yo que el padre de Altan pecaba más de bonachón que de cualquier otra cosa, pero ya estaba paranoico.

Igual intuí que la chica no escarbaría mucho más en mi respuesta, quizás por eso se lo dije como cuando le solté que durante un tiempo había robado. Mira que si a la jodida un día la buscaban para testificar en mi contra tenía más información de la que uno podría estimar, pero bueno, también la tenían otro montón de diablos y era bastante indiferente. Además, qué sé yo, daba una sensación ahí de camaradería y todo.

Arrugué más el ceño cuando la otra preguntó si dormir contaba, porque estaba hecha una idiota pero con ganas y me desinflé los pulmones, negando suavemente con la cabeza. Que apenas había tenido tiempo decía.

Escuela, trabajo, los niños.​

Si no seríamos la misma clase de estúpidos de repente.

—Si te lesionas vas a preocupar al pelirrojo que se caga hasta las patas cada que me ve, Pierce. Eso es todo lo que diré —solté sin más, no había reproche ni nada en mi voz y tampoco había que ser un genio para saber que lo que estaba diciendo no era mentira.

El caso es que como mucho fue una puntualización que así como la pregunta no supe de dónde me salió, el tono fue bastante parecido al de ella al decirme que si usaba decimales era porque no estaba redondeando y la similitud me hizo cierta gracia que no dejé ver. Se veía que pasábamos demasiado tiempo explicándole mierdas a mocosos, la verdad.

Lo de redondear hacia abajo, bueno, tuvo sentido para mí así que lo tomé y dejé que la conversación siguiera. Mi estupidez de que si la cría aquella nos empujaba nos cambiaba de país le sacó una risa que, quisiera o no, me sacó algo de tensión del cuerpo y me dio por pensar que esta chica tenía facilidad para darle forma a corrientes de aire, viendo su relación con Mason al menos.

Aflojé las facciones cuando soltó el aire por la nariz para decirme que le dijera mi nombre, me quedé un par de segundos en blanco y entonces se me soltó la risa. No fue una de las carcajadas tocahuevos de siempre, cargó menos peso y me hizo aflojar los hombros sin siquiera darme cuenta.

—Rojita, ¿no eras tú la que quería que quedara en el misterio? —pregunté con la risa colándose en mis palabras, inhalé para recuperar algo de compostura y con la vista todavía pegada al gris de sus ojos tuve la decencia de dedicarle una sonrisa—. Arata.

Le solté el nombre directamente porque se veía que no iba a usar el apellido, así que con esto los dos quedábamos tranquilos, que de por sí no tenía muchas ganas de ser Shimizu ahora mismo.

Escuché una voz alzarse por el ruido generalizado, por lo de gangster boy pues solo era de hacer dos más dos para saber que la cosa era conmigo. Suspiré con pesadez al ver que era el inglés de Alisha, ni le presté atención a lo que dijo, aunque sí a la respuesta de Pierce y el hecho de que bueno, si las miradas mataran, este cabrón estaría enterrado en un segundo.

¿Esta se había enemistado con dos de tres cabezas de Cerbero? Había que joderse.

Se veía que el desastre de ayer le había dado casi la vuelta completa a mi cerebro o algo, porque estiré la mano sana, le di un golpe liviano a la pelirroja en el hombro y señalé el pasillo con un movimiento de cabeza.

—¿Vamos? —pregunté despegando la espalda de la línea de casilleros por fin, el resto lo solté pues porque sí, ni idea—. A donde quieras si no quieres subir a tu clase aún.

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alguien que me explique cómo es que cuchillitos locos se quiere cargar el mundo and still esto es lo más cerca que ha estado de conocer su growth line

No era tonta, sabía que con gente como Joey y yo misma la cosa era ignorarnos, pero que me preguntaran sin me interesaba. Como le había dicho a Sugawara, me gustaba ser un incordio de vez en cuando, así sin venir a cuento, de forma que cuando se me antojaba solo me subía al tren de desastres ajenos y ya de paso incomodaba a más gente.

Que siguiera con la preocupación fingida solo sirvió para lanzar virutas de madera a mi fuego, dándome motivos para seguir haciendo el imbécil. Sonreí para mí misma, casi satisfecha, al verlo erguirse y llamar la atención del otro idiota que a decir verdad no le llevó mucho el apunte, le puso más atención la pelirroja cosa que también tuvo su gracia. La suficiente para que ignorara lo de los tanukis como especie amenazada tan siquiera.

Total que debía insistir en que al menos hoy Joey no andaba con ganas de morirse a las ocho de la mañana, así que regresó la atención a mí. Se me soltó una risa baja y hablé sin alzar demasiado la voz.

—Booooring~ —dije al ver que no había conseguido mayor reacción de Shimizu y seguí repasando el cuello de su camisa porque sí—. Really? Oh, sweetheart, I'm so sorry. Te tengo un poquito abandonado, pobrecillo. ¿Yo? Nada importante, cariño, pero se ve que descuidé algunas cosas.

Dejé el cuello de su camisa quieto solo para deslizar la mano, acaricié su nuca y acabé por hundir los dedos en su cabello. Alguien debía darme un Oscar hoy, la verdad.

—¿Algo que tengas que contarme? Hace días no sé nada, seguro me perdí algo importante digo yo.

 

Quizás me quedé un rato demás esperando por la zona, con una ligera cuota de nerviosismo encima aunque no sabría decir muy bien el porqué de la misma. A decir verdad, sí que había pensado en la posibilidad de que Anna no quisiese venir hoy a clase, cosa que sería completamente comprensible, y no había nada que pudiese hacer al respecto salvo esperar y ver, pero eso no quitaba que siguiese un poco nerviosa por ello.

Al final decidí no darle más vueltas al asunto, negué un par de veces con la cabeza para mí misma y me alejé de la línea de casilleros de segundo. Como venía siendo costumbre, lo primero que hice fue asomarme por la línea de tercero a ver si veía a alguien conocido para saludar, aunque especialmente estuve buscando la cabellera rojiza de Sasha ya que también había traído algo para ella. La encontré, pero parecía ocupada y claramente no quería molestar, asunto que se repitió con Katrina y Joey por allá.

Nada que hacerle, los de tercero tenían sus propios temas que tratar y eso lo sabía muy bien, así que le eché un vistazo rápido a la fila de primero también y, por suerte, encontré una cara conocida en la misma.

—¡Watanabe-chan! —exclamé con una sonrisa, acercándome a su posición—. ¡Buenos días! ¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no te veo~

 

Había que ver nada más, la sola idea de recordar lo mucho que había querido arrastrarla de regreso a nuestro hueco del infierno en la azotea seguramente debería mortificarme, empujarme a la tierra o como mínimo detenerme de asomar la puta cara. Algo nada bonito, eso lo veía cualquiera, pero si me preguntaban al respecto... bueno. Seguro lo hacía esa y mil veces más, las que hicieran falta o las que me siguieran entreteniendo, ni idea.

No era ninguna bestia del orgullo, además, así que un par de atenciones no venían mal de vez en cuando~

El rubio no reaccionó y chasqueé la lengua bajito, echándole mi peso a la línea de taquillas. Aburrido sí que era, pero ni modo, tampoco pretendía instigar tanto a una muy probable fuga de gas. No lo conocía de nada, realmente, pero el olor llegaba hasta mi posición. Era de esas mierdas que percibía y luego no hacía nada al respecto, sólo las dejaba correr y seguía a lo mío, pero las veía con una claridad que a veces me resultaba indeseada.

Era una estática extraña, de esa que se anuncia erizándote la piel.

Al final nuestro big boy se fue con Sasha y me enfoqué en Katrina. Estiré un poco las piernas valiéndome del apoyo en las taquillas, cosa de bajar un par de centímetros y quedar más a su altura, y mantuve la vista pegada en ella sin ninguna clase de decoro. Se revolcó en la tontería, diciendo que me había descuidado y toda la mierda, y como estaba de humor hice un puchero y asentí, con cara de cordero degollado.

En cuanto avanzó a mi nuca, mi brazo se activó casi en automático y alcanzó su cintura. Estuve a punto de atraerla hacia mí cuando noté la presencia de Aaron justo después de que me preguntara sobre los últimos días. Se me tuvo que imprimir en toda la cara, la diversión de mierda, y presencié con un gusto bien cagado el saludo que el chico le dedicó antes de alejarse.

—Aw, so sweet —murmuré, fue casi un ronroneo y ahora sí la atraje, acomodándola más o menos entre mis piernas—. Y yo pensando que ya te habrías aburrido del cachorro, what a shame~

Igual pretendía responderle, así que distraje mis dedos en la tela del blazer y me lo pensé unos segundos antes de retomar la conversación.

—Let's see, creo que no hubo nada interesante. Ah. —Alcé las cejas y luego sosegué mi expresión entera, era prácticamente un preludio de la mierda que iba a soltarle—. La semana pasada fue mi cumpleaños, ¿sabes? Y creo que alguien no me saludó~

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estoy un 99% segura de que no le dijo nada por el cumpleaños pero no confío del todo en mi neurona, así que cualquier cosa me dices y edito JAJAJA

 

Escuché la respuesta de Nagi con una sonrisa suave y llena de paciencia, pues lo último que quería era por algún casual intimidarla con mi presencia. Ella era una de las pocas personas, por no decir la única en realidad, que conocía de primero y me causaba bastante ternura, especialmente cuando me decía senpai. ¿Pensarían los mismo los de tercero de Anna y de mí, que no parábamos de buscarlos como si fuese ese nuestro curso y no segundo? Ni idea.

—Me alegra oír eso~ —contesté, sin perder la suavidad de mi expresión y tono de voz en ningún momento—. Bastante bien todo, también, síp. Ah, Watanabe-chan, ¿te acompaño hasta tu clase? Me pilla de camino, de todas formas~

Después de los días tan bonitos que habíamos tenido, el cielo otra vez se había encapotado de nubes y, vaya, quizás hasta llovía por la tarde, qué pena. Entre el mal tiempo y el hecho de que Ri siempre iba en coche cuando era el caso, al final cedí yo también y dejé que el chófer de mis padres me llevasen a la escuela aquella mañana. Le avisé al mismo de que solo tendría que venir a recogerme si empezaba a llover, en caso contrario no hacía falta que se molestase, y me dirigí hacia el interior de la academia.

Me sentía un poco mal por haber dejado tirado a Jack justo después de decirle que podíamos encontrarnos en el tren, siendo que vivíamos en el mismo barrio y todo, pero tampoco había mucho más que pudiese hacer al respecto en esos momentos. También tenía que admitirlo, quizás estaba un poco preocupada por su estado después de haber visto que se había puesto a jugar a los quemados a pesar del estado de su pierna, así que cuando lo distinguí en la línea de casilleros no dudé mucho en acercarme a él.

—Jack, buenos días —saludé, con la tranquilidad de siempre, haciendo una pequeña reverencia en el proceso—. ¿Cómo te encuentras? Vi que ayer jugaste a los quemados, ¿está bien tu pierna?

 

Contenido oculto: me acordé y pues chale

Youtube te odio

No esperaba nada de esta gente, de las otras dos cabezas de Cerbero quería decir, si éramos todos el mismo tipo de hijos de puta. Como si hubiéramos nacido y en algún momento solo nos hubiéramos dado cuenta que no servíamos para nada más que tensar cuerdas, arrasar con lo que teníamos al frente y girar como un jodido huracán. Era si acaso nuestra forma de afirmar que no considerábamos que tuviéramos arreglo o no nos interesaba a secas. También se notaba que los tres nos aburríamos mucho.

Además, llevaba muchos días tranquila, ¿no? Sin dudas, lo más que había hecho era picar un poquito al pobre desgraciado de Sugawara que no me hubiese hablado en la vida de no ser porque Ishikawa lo había enviado. Respecto a eso, seguía sin saber si tenía que darle las gracias al cara de bebé por eso, porque me había entretenido bastante más de lo que estimé de primera entrada.

Igual Joey tenía pintas de no tener una neurona viva en la cabeza, pero tan siquiera el olfato parecía funcionarle lo suficiente para saber cuándo dejar la cosa fluir, no sabía si llamarlo sentido de la preservación porque no parecía tener mucho de eso tampoco. Si acaso postergaba las cagadas y ya.

Como se fue el bufón de turno regresó la atención a mí, nos seguimos revolcando en la estupidez que dio gusto y me permití una sonrisa al ver su puchero junto a la cara de cordero degollado. Insistía en que llevaba muchos días con el culo del desastre quieto, así que aunque se veía que había venido a joder al final me estaba entreteniendo bastante.

La vida siempre podía sorprender o algo así.

Su brazo me alcanzó la cintura, amplié la sonrisa y cuando quise darme cuenta Aaron había aparecido un poco de la nada. Me pregunté si este chico no sería suicida a secas, porque sí, se revolvía conmigo sin mucho problema y había comenzado a seguirme el rollo, pero hablarme cuando estaba con Wickham era un poco el equivalente de que hubiésemos seguido picando al yakuza boy.

Un atentado a la propia integridad.

Al imbécil de Wickham se le notó en toda la puta cara la diversión cagada, no esperaba menos, y ya que estaba subida al tren como una hija de puta ni siquiera se me suavizaron los gestos ante el saludo de Aaron. El cabrón de Joey esta vez sí me atrajo hacia sí, la estupidez me envió un chispazo por la columna y solo después giré el rostro en dirección a Aaron, la sonrisa que le dediqué fue casi imposible de diferenciar de las que acaba de estar dedicándole a Joey.

—Morning, babe —atajé en el aire y después regresé la atención al inglés, se me escapó una risa floja, tampoco anduvo lejos de ser un ronroneo—. ¿Aburrirme? Im just getting started.

Tuvo la decencia de esperar a que le respondiera, supuse que para seguir viendo el show, y cuando retomó me di cuenta que iba a soltar más estupideces. No era que supiera hacer otra cosa de por sí.

—Oh God, tienes razón —dije cuando soltó lo de su cumpleaños, ya que tenía los dedos entre su cabello le dediqué una caricia que pecó hasta de liviana—. Qué desconsiderado de mi parte~

Encajé la mano libre en su mentón, de forma que alcancé sus mejillas con los dedos y lo apretujé por la pura gracia, como si fuese un crío. Me estiré para alcanzar sus labios, le estampé un beso porque me dio la gana y le regresé su espacio después.

—Happy birthday, darling.

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tu neurona estaba en lo correcto porque creo que solo le dijo algo el día de la azotea, pero nada el propio día de su cumple and im vibing hell as always

 

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Iba a responder en las salas primero pero acabo de descubrir esta joyita y supe que tenía que aventarme aquí jujuju

Podría haberme dedicado a molestarla, claro, colmarle la paciencia hasta que me arrojara un mordisco de los suyos y se fuera. Me daba igual, me adaptaba prácticamente a todo y contaba con este poder o maldición de tomar lo que me dieran y retorcerlo, mancillarlo, despedazarlo si hacía falta, con tal de acomodarlo a mi entretenimiento. Huesos, madera, piedra, era indistinto. Lo lanzaba encima de mi hombro para seguir construyendo el teatro que siquiera volteaba a mirar.

Era puro vicio.

Pero, al parecer, le había jalado de otros cables que ni tanto lo había pretendido, pero vaya, mira que uno iría a quejarse de explotar los fusiles de luz, de sumir la habitación o lo que le saliera de los huevos en plena oscuridad y deslizarse allí dentro. Era el fondo del océano, de un volcán, de una cueva, estaba hecho de huesos, de madera o piedra. Daba igual en tanto la luz no alcanzara.

Y para la gracia, ¿a que el día estaba de lo más gris?

Supuse que la aparición del cachorro la forzaría a bajarse del escenario al menos un segundo, pero no lo hizo y la mierda me arrojó una cuota de satisfacción de lo más extraña. Cavó aún más hondo, profundizó el puto agujero en la tierra y no me molesté en disimular la sonrisa de plena suficiencia que tenía pegada al rostro cuando ya tenía a la niña en brazos, cuando esperó para voltear hacia Aaron y, en consecuencia, yo hice lo mismo. Como si me recordaban que no era rey de una puta mierda, en ese preciso momento me les reiría en la cara.

Con lo fácil que era acomodarse entre el humo cuando los pulmones ya siempre quemaban de por sí.

Podía insistir lo que quisiera y seguiría convencido de que la idiota tenía al cachorro entre almohadones, que fácilmente podía pasar de su soft spot y que si instigaba lo suficiente, si lo acercaba a la pira, me saltaría directamente a la yugular. Sin aviso ni medias tintas, como un genuino depredador y ¿quién sabe? De repente la maldita idea me seducía y todo.

Empujarla a mancharse.

Asfixiarse con los huesos.​

—Way to go, Kitty Kat —susurré, tranquilo, y así el tono se mantuviera el resto fácilmente podía pasar como advertencia, amenaza o lo que fuera—. Espero grandes cosas, ¿sabes~? Sería una lástima que no estés a la altura.

De ser una puta cabeza de Cerbero.

Tampoco era yo ningún mafioso ni retoño de la yakuza, no pasaba del hijo desgraciado de un campesino pero vaya, por la gracia. Tampoco podía hacerle mucho cuando me conocía, cuando me despreciaba y sabía cuán bajo podía hundirme. Y lo más importante de todo, cuando no me importaba ni un poco que a esta cría le quedara claro como el agua que podía ser un hijo de puta si me daba la jodida gana.

Only a lil' reminder~

Que me cortaran un brazo si había esperado nada diferente, ya viendo que siquiera se había molestado en rechazarme cuando la atraje a mi posición. Le solté la tontería y básicamente me quedé allí, esperando recibir mi saludo como un buen niño. Si hasta le colé cierta expectativa inocente a mi gesto, cerré los ojos al recibir su caricia y también al estrujarme las mejillas. El beso fue un puto chiste pero cumplía. Por ahora, digamos.

—Thanks. Recibí un montón de regalos, ¿sabes? Best birthday ever. —Quité la mano libre de mi bolsillo y ya rodeé su cintura con ambos brazos, afirmando apenas el agarre—. ¿Asumo que ese era el tuyo~?

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kinda felt this was dark af and i loved it (?