Una muchacha pelirroja pasó a nuestro lado, mientras conversábamos. Creo que la había visto en clases, debía ir a mi curso. La saludé con una pequeña sonrisa y un asentimiento de cabeza, aunque parecía estar ocupada con otra cosa, o simplemente mi cabeza estaba demasiado alta como para que ella la notara. Y eso que no era bajita, pero bueno. Cuando terminé de contar todo lo que me aquejaba, Ali cerró los ojos, como si estuviera sopesando una respuesta. Me sonrió, y luego me tomó por sorpresa agarrándome de los brazos. Tuve un pequeño respingo y la miré con la cabeza algo inclinada, mientras me dejaba mover, después de haberme resistido una milésima de segundo. Más por costumbre que por otra cosa, la verdad. Me pidió que no me moviera, lo que hizo que mi confusión se incrementara. Miré por encima del hombro, y al notar la cámara, y luego lo que estaba haciendo, mis neuronas dormidas hicieron conexión. Le dediqué una media sonrisa relajada, con las cejas algo levantadas. — Si querías simplemente que te tape, me lo hubieras pedido —comenté, encogiéndome de hombros y extendiéndolos un poco a los costados, para cubrir mayor superficie. Tampoco que hiciera tanta falta, pero bueno. Me gustaba ayudar. Escuché sus respuestas, mientras torcía un poco la boca, sopesando todo. Sí, lo del secador de pelo o uniforme extra era algo exagerado, pero bueno, nunca se sabía. Sentía que en esta escuela, podían pasar muchas cosas. Además, me sorprendía que siendo justamente una escuela para gente rica nadie tuviera cosas extra. Se ve que era mucha la diferencia entre ser rico en Japón y rico en Occidente. O al menos, como se mostraba. Me pasé una mano por la nuca, sintiendo que ya había comenzado a sudar. Estar tan húmedo en un entorno con tantos cuerpos humanos era bastante poco agradable. Pensé en sacarme el blazer, pero luego recordé que tenía a Doña Mirona al frente. Chasqueé con la lengua. Bueno, a la mierda. Prefería estar cómodo. Igual me iba a quitar todo en unos momentos. — ¿Puedo usar el uniforme de gimnasia aunque no estemos en gimnasia? Pensé que no estaba permitido. Mejor que mejor —dije, mientras me desembarazaba de la prenda y la colgaba sobre mi hombro, y luego le sonreí.— Me alegro. El mío también, tranquilo. Sigo recorriendo la ciudad, para acostumbrarme a ella. Pienso que no hay mejor forma que conocer un lugar que no sea caminándolo. Pero Tokyo es enorme, me va a llevar un tiempo. Además, como sé poco y nada de japonés, moverse es complicado. Pero bueno... ¡Ah! Todavía tienes que decirme algún buen lugar para salir a tomar algo. Quiero conocer un poco de la vida nocturna de la metrópolis de Japón. Asentí ante lo último, mientras miraba alrededor. Alisha había dicho eso muy convencida, pero no se me hacía a Joey como alguien que estuviera a primera hora en el aula. Tal vez me sorprendía, y aprendía a no juzgar a la gente conociéndola tan tampoco. >> ¡Genial! Me cambio entonces y vamos para allá, ¿quieres? Bah, si tienes ganas. Me vendría bien algo de compañía —dije, dirigiéndome hacia el pasillo.
No seguí prestándole demasiada atención a la chica realmente, solo la dejé ser y ya. De nuevo, me gustaba fastidiar pero tenía límites para todo, y para sorpresa de cualquier diablo no sería yo el que se pusiera a molestar a una chica ciega por la pura gracia y tampoco la abordaría, eso en parte porque mira, no me quería complicar la puta vida. Ya bastantes líos tenía como para sumarme ese por puto cachondo o algo, aunque me apostaba los huevos que a alguno debía ponerlo la sola idea. Me pareció que limpiaba el casillero y de repente su voz volvió a llamar mi atención, haciendo que la mirara de soslayo. Preguntó si estaba mojado, me ofreció una toalla y al final preguntó como me llamaba. —Lo estoy, pero da igual —respondí con simpleza—. Shimizu. ¿Sin nombre siquiera? Bueno, normal por decir otra cosa, Japón por delante y eso. Ya por la pura gracia le alcancé el cabello de la nuca con los dedos, acariciándolo como si nada, y asentí suavemente a la pregunta del fin de semana porque ya lo había pensado, entre todo había dejado el culo quieto un rato. Se me aflojó una risa cuando se puso a explicarme que no podía ser imprudente, en sí no hacía falta, eran claros los motivos por los que no había que calarse hasta los huesos. —¿Que quizás te dura el buen humor? —pregunté entonces cuando terminó de hablar—. Qué cosas~ voy a tener que aprovechar este momento de gloria, ¿no te parece? Lo usé de apoyo para estirarme, dejarle un beso en la mejilla y ya luego regresar a mi espacio con la naturalidad de siempre. Vete a saber si le seguía causando cortocircuitos todavía, pero ya veríamos. —¿Qué dices? ¿Me aceptarías una invitación a almorzar entonces? Aprovechando tu buen humor~ Contenido oculto puro shitty post chale sowwy créditos a belu por el shimi-kun que me pasó u-uwu i love him
En cuanto recibí su respuesta lo pensé por unos segundos, no había sido un no rotundo, tampoco un sí, había dicho que daba igual y eso pero... enfermarse, sentirse indispuesto por no secarte a tiempo debía ser bastante tedioso, y mira que de estar enferma sabía bastante. Deslicé el cierre en lo que se presentaba, japonés como tal al escuchar unicamente su apellido, con voz tosca, gruesa de por sí. Me imaginaba un chico entre dos espectros en los que probablemente estaría equivocada, clasificándolo como un varón muy serio, o de mala cara. Un poco si sentía curiosidad por cómo se vería. ¿Tendría el cabello negro, café, rubio, albino como el mío? ¿De qué color serían sus ojos? ¿Su tono de piel? Extendí la toalla pequeña de por sí en su dirección. —Un placer, Shimizu-kun —sonreí ampliamente, un poco animada quizá al haber memorizado por fin lo de los honoríficos—. No es muy grande pero de seguro podrás limpiar tu cabello, tu nuca en caso de continuar húmeda, y tus brazos. Entre eso cerré el locker con calma, regresando hasta él en lo que llevaba las manos tras mi espalda, enlazándolas, esperando en realidad que no lo fuese aburrir lo suficiente para hacerlo marcharse. —¿A qué clase vas?
—He estado de buen humor contigo antes... —Cerró sus ojos unos segundos al sentir las caricias en su nuca antes de responderle en voz baja casi como si fuera un reproche de entender que ella no creía que hubiera tenido uno de esos aquellos "milagros" de buen humor, a fin de cuentas, le gustaba estar cerca de ella porque no era muy caótico, o tan siquiera así lo percibía —, así que no se que tanto puedas aprovechar en realidad. Podía tomarlo como un área gris en realidad, pero tampoco es que tuviera alguna idea para "predecir" a Katrina de alguna forma como para saber qué cosa pasaría por su cabeza para sentir que realmente estaba aprovechando ese humor que traía y en cuanto al beso en su mejilla, quizás era el hecho de que ya tenía más que aceptado que ella tuviera esa clase de contactos con él, unos más que otros pero sentía que tan siquiera un beso en esa área ya era algo más manejable. —Claro, la verdad me gusta comer contigo —Ni siquiera estaba seguro de si sentía que Katrina necesitara hacerle esa clase de pregunta cuando si ignoraba la semana pasaba se la había pasado casi todos sus recesos con ella, eran amigos a fin de cuentas—, así que hubieras tenido pase libre incluso si no estuviera de humor.
Aquella mañana no se presentaba nada apacible para mí. Los truenos y yo no nos llevábamos muy bien, su sonido siempre me sorprendía y no me gustaba nada la sensación que me dejaban en el pecho. Los ruidos fuertes eran horribles, se me metía la ansiedad por la garganta y algunas veces sentía como si me fuese a ahogar. Siempre me repetía que no me daban miedo, solo me tomaban desprevenida, hasta el punto de no entender si de verdad me sentía así solo por la impresión que me daban o si en serio me asustaban. Así que aquella mañana decidí ir a clases en coche, y tardé un ratito en salir de él. Estuve en silencio abrazando mis piernas en el asiento, con mis auriculares puestos y una de mis canciones favoritas al máximo. Aquella melodía me relajaba, y pensar en que Haru estaría a mi lado pronto me ayudaba todavía más. Habíamos pasado un buen fin de semana juntos, prácticamente lo arrastré a almorzar por las calles de Tokyo y a visitar tiendas de todo tipo. Siguió negándose a dejarme ir a su piso, así que mis planes de pasar todo un día entero con él se fueron al garete. Algún día me enteraría de qué me ocultaba en el lugar en el que vivía, si no no entendía cuál era el mal de que su propia hermana fuese a visitarlo. —Si no se siente bien puedo dar la vuelta y volver a casa. El señor Amagi se giró a verme desde el asiento del conductor cuando vio que me había quitado mis auriculares y me preparaba para salir, no sin antes coger el paraguas. Le devolví la mirada y le sonreí con gentileza, era demasiado bondadoso. —¿Por qué crees que jamás te pido traerme? Solté una pequeña risita en cuanto me devolvió la sonrisa, y me despedí de él antes de cerrar la puerta. Me gustaba mucho ir a clases, aprender, hacer amigos y estar con Haru, por supuesto que unos truenos no me iban a impedir hacer aquello que me gustaba. Además, menudo ejemplo estaría dando ahora que me había metido a las elecciones del consejo estudiantil. ¡Nada me iba a parar, no señor! Aun así no pude evitar el gran jadeo que brotó de mi garganta al escuchar un trueno. Creí que habían cesado ya pero estaba equivocada, y di un respingo que casi me hizo tirar el paraguas al suelo. Lo agarré con rapidez con las dos manos y me oculté bajo él, encogida y sintiendo el corazón latirme con fuerza en mi pecho. —No seas tonta, Aya— me murmuré a mí misma mientras avanzaba con rapidez hasta la entrada, casi que conteniendo el aire—. Solo es un trueno, un ruidito un poquiiiiito fuerte que dura unos segunditos. Cuando me adentré en los casilleros solté todo el aire de golpe, como si de repente hubiese entrado en una burbujita que me protegería. Cerré mi paraguas tratando de calmarme un poco y me dirigí torpemente a mi casillero para guardarlo. Aproveché el momento para coger la botella de agua del bolso pues sentía mi garganta algo seca, pero por supuesto debía sonar otro trueno, era obvio que iba a seguir escuchándolos incluso dentro pero era una idiota. Acabé tirando la botella lejos de un susto y todo mi rostro se volvió más rojo que un tomate al darme cuenta. Claramente no estaba sola en el lugar, era obvio que alguien me debió haber visto actuar de aquella forma tan vergonzosa. Me ardía la cara y mi cuerpo comenzó a temblar por la mezcla de los nervios y el susto que me había dado aquel trueno, no importaba cuantas veces intentaba anticiparlos, no había ni una vez que lograse estar tranquila en cuanto uno aparecía. Agaché la cabeza y salí lo más rápido que pude de allí, dejando mi botella de agua atrás. Contenido oculto y yo que venía con la idea de hablar con alguien en los casilleros y ayaya me lo impide aaaaaaaa
Bueno, se veía que esta no entendía que cuando uno decía que algo daba igual era porque no había que hacer nada más. Supongo que le estaba pidiendo demasiado a su neurona, ni idea, porque terminó por extenderme la toalla y solté un suspiro casi hastiado, aunque la tomé porque no vi por dónde rechazársela en realidad. Comencé a secarme en lo que hablaba, que al final igual algo de agua se me había colado por el casco y pues a la mierda todo. Que ni de dijera del agualotal que se me metió bajando del cuello a la espalda. Me sequé la nuca, parte de la espalda hasta donde me llegó la mano y ya luego me rendí porque el pedazo de tela no daba una. Se lo regresé sin complicación, porque su puta madre iba a lavarlo antes de regresarlo la verdad. —Gracias, Balaam. —A ver, que se apareciera Sonnen o Dunn para que me diese un premio por buen comportamiento—. A la 3-3. ¿Tú? No te he visto en mi vida. Poco sabía yo que Altan la había visto bien de cerca, que igual seguro me meaba si alguien me lo contaba. Que señalara que había estado de buen humor conmigo antes me hizo gracia, no solté la risa eso sí, pero es que seguía sorprendiéndome la capacidad que tenía este chico para tomarse todas las mierdas como algo serio a lo que debiese ponerle atención y responder. Claro, en realidad no recordaba una vez que este idiota hubiese estado de malgenio conmigo en específico, si acaso lo vi queriendo cagarse en todo el día de la azotea con Wickham y ya. Además, había que verlo nada más, cerrando los ojos por la caricia y reprochándome bajito~ No se murió ni nada con el beso en la mejilla, se veía que ya estaba habituándose a mi estupidez y todo, así que solo seguí acariciándole el cabello despacio, con aire casi distraído. Esta vez su respuesta sí me hizo soltar una risa baja, no que necesitara preguntar, como si me salía del coño solo buscarlo para almorzar lo hacía, pero igual la validación no se rechazaba así por la pura gracia. —Wow, gracias por semejante privilegio —bromeé y retiré las manos de sus hombros despacio—. Pues ya está, almorzamos juntos este receso. Con esta lluvia de mierda no podemos ir a la azotea y la cafetería seguro queda a estallar, así que... ¿El club de arte? ¿Qué te parece~?
En cuanto a su suspiro la idea del no rotundo divagó por mi cabeza, sin embargo la recibió, aflojando el agarre para no cometer ninguna tontería en el proceso. En realidad, no esperaba recibirla de regreso, es decir, mi intención era desde un inicio que se quedara con ella sin compromiso a devolverla, pero fuí algo tonta al no anticiparme y mencionarlo de antemano, así que simplemente me quedé con ella entre manos, guardándola en una bolsa plástica que acostumbraba a cargar conmigo en la mochila. A decir verdad, solía tener de todo dentro. Un poco porque no me gustaba pedir ayuda. Ya me sentía anulada por mi vista, y eso era más que suficiente. Ya después turné el peso de mi cuerpo de una pierna a otra, escuchándolo con suma atención, como si fuese mi único estímulo auditivo. —Puedes llamarme Violet sin problema —comenté al saber que por su cultura probablemente declinaría, pero igual estaba satisfecha si lo sabía—. 3-1. Mmm, nunca había escuchado tu voz en los pasillos tampoco, aunque estuve ausente mucho tiempo. Suponiendo que entraste en mi ausencia, ¿qué tal te has sentido en el instituto? La pasividad en mi voz era innata, dulce de por sí, todo lo contrario a las matices del chico frente a mí. >>¿Tienes muchos amigos y eso? —me reí, manchándose mis mejillas del carmín al no demorar en continuar—, imagino que sí, un poco tu voz me hace pensar en la de cualquier hermano mayor~
Había llegado a la academia y la verdad... Ni daban ganas de venir, estaba lloviendo a cántaros, y eso me hacía recordar la charla con Rachel. No pude evitar sentirme algo decaída por aquel pensamiento, pero el misterio era lo que me tenía más preocupada. ¿Que era? ¿Qué tan grave era? N-No, no pienses en eso, es de mala educación, apenas la conoces, ya hablará de eso de ser pertinente. Me acerqué a mi casillero luego de que pues pusiera una etiqueta con mi nombre el día anterior, para que pues... Se me hiciera más sencillo encontrarla. La abrí dejando de mi mochila algunas partituras y mis libros, había oído que pues había, o pensaba pudiera haber, un club de música. No tocaba la guitarra ni practicaba con el piano desde que nos mudamos... Y la verdad lo extrañaba, de alguna manera lo necesitaba, sentía que pues me daba propósito a pesar de lo distraída o cabeza hueca que podía ser en ocasiones. Pero si, el día había empezado muy raro. Lo del club de baloncesto había ido sobre ruedas así que pues no sé aguantaba las ganas de empezar. Después de todo, era lo que la había mantenido en el carril por su atropellada adolescencia, además pues disfrutaba de la disciplina y su físico le permitía aprovechar la misma de manera efectiva. Si algo te apasiona, sigue adelante con ello, ¿No? No se había sentido tan emocionada de estar en dicha escuela hasta ahora, conociendo lo grande que era, lo más seguro tuviera instalaciones deportivas a la altura del resto de la institución, que pues es un área en la que muchos institutos terminan atajando gastos. Hacía falta, no iba a negarlo, era algo que la mantenía enfocada y con una meta, incluso podría aplicar a becas deportivas si se lo proponía. Se acercó a su casillero pero no lo abrió, simplemente se recostó del mismo a comerse un chicle y revisar su móvil. El cielo es el límite... Contenido oculto Aquí las dejo para quien las quiera owo
Cuando el tacto finalmente terminó volvió a reincorporarse, despegándose finalmente de los casilleros ahora que no creía que Katrina volviera a volver a tomar alguna clase de cercanía en la que tuviera que hacer algo especial para tratar que fuera algo más cómodo para ella, ignorado un poco el hecho de que todavía no entendía del todo qué es lo que pudiera ser gracioso cuando para él era sola la realidad en la que estaba viviendo. —No hay de que, tengo momentos de ser considerado... —Se permitió tratar de seguir la broma solo por seguir aquel hilo de Katrina y bueno, tampoco es que fuera algo en si malo continuarlo y hasta darse algo de creidito de ese hipotético escenario —, me gusta la idea... quizás en un golpe de suerte te veo pintar y todo —Con un movimiento de cabeza le señaló el pasillo que daba hacia las escaleras —, ¿te gustaría ir subiendo? En el peor de los casos, solo se adelantaba y ya.
Clementine Crimson Entre la multitud de sombrillas agolpadas en la entrada de Sakura, Clementine llego hasta los casilleros. Risueña y serena un rostro con muy poca relación con aquella mañana gris de lluvias. —ni una gota...¡Perfecto!—Celebro al escudriñar su cabellera, la nueva sombrilla adquirida desde su natal Inglaterra había cumplido sus expectativas—buf pero que clima tan deprimente, nadie con depresión debería asomar su cabeza...uh...eso me recuerda... Crimson volteo hasta donde unos pasos le seguían obedientes. Un chico azabache con la mirada perdida en un reloj de bolsillo decorado con grabados de la baraja inglesa. Clementine soltó un suspiro sin borrar la sonrisa de su rostro. —Hermanito ¡pero mírate nada más! Creí haber mencionado que apresuraras el paso— Reclamo mientras secaba con un pañuelo las mejillas y cabellos de Clevert, en un descuido permitió que la lluvia le mojara—Y ademas, ya fue suficiente de esta baratija—sentencio para arrebatar el reloj a un enervado y sorprendido Clevert. —¡Hey!—el chico arrebató el reloj de las manos de la hermana mayor recuperandolo— ¿Así tratas una valiosa reliquia familiar? De veras no sabes hasta donde fastidiar. —Clev...mira a tu alrededor estás en la academia Sakura ¿Nunca imaginaste una academia tan magnífica? El chico solo rodó su vista con hastio, no parecía existir pisca alguna de entusiasmo. —Arriba ese ánimo hermanito, tal vez sea el inicio de algo nuevo—Clementine como podía buscaba encender una flama en el alma de aquel chico, la lluvia solo había empeorado su estado...debió haber esperado una semana más. Clevert White Tenía que ser...un dia de lluvia... Hace una semana atrás había logrado ingresar como estudiante de intercambio en Japón gracias a los hilos movidos por su familia...sobre todo por la excéntrica hermana mayor, el incesante hostigamiento de la mayor consiguió doblegar a la dama de hierro representada en la figura de Melisa Crimson. El turno de vivir como estudiante transferido había llegado, su primera experiencia destacó por un fuerte lazo creado solo para dejar el más profundo vacío. Apenas vio las primeras gotas caer una a una resonar en su nueva sombrilla. Tenía que ser ese día, tenía que ser en Japón; la tierra natal de la chica de cabellos azules. —Mizuki... Justo en una lluvia torrencial, ambos jóvenes cruzaron caminos truncados por la adversidad. Clevert cobijo aquella chica sin sombrilla resguardando su salud a toda costa. Sin darse cuenta había dado la bienvenida a una estudiante transferida incluso antes de saberlo. La relación de ambos fue creciendo con el pasar de los dias, con el pasar de las semanas llegó a ver a la nueva estudiante como algo más, entonces la inseguridad y la intriga le jugaron en contra; Mizuki se apartaria un día de su lado dejando atras palabras y sentimientos que jamás fueron declarados...y así permanecería. —Je oye ya puedes relajarte—dijo picando la mejilla de Clementine— Se que provocaste la migraña del siglo a mamá para poner un pie en Sakura...así que solo déjame el resto a mi ¿Vale? Clevert dedicó una sonrisa segura a su hermana a lo cual está respondio empujando a su hermano a los casilleros. —¡Pues vale andando! Y guarda algo de drama para el club de teatro, estoy segura que los deslumbraras. "Club de teatro" la existencia de tal club era suficiente para mantener un propósito para brillar en un lugar desconocido.
La chica guardó la toalla en una bolsa, no sé, mujer preparada valía por dos suponía. Me escuchó, cambió el peso de un pie al otro y luego soltó que podía llamarla Violet a secas. En realidad era usual que llamara a la gente por su nombre sin siquiera pedir permiso, que lo dijera la misma Riamu que a los cinco minutos de haberla conocido le había dicho Ri-chan en toda la cara, pero en fin, ya vería qué hacía con esta chica. Era de la 3-1, de la clase de Alisha y Pierce, aunque el hecho de que estuviera ausente explicaba que no la tuviese pero ni de vista. Debía haber entrado antes de que las cosas se fueran al garete y Sonnen moviese las piezas para que me transfirieran a este culo del mundo. —¿La academia esta? Para ser una escuela de niños bien es un desastre, eso tengo que reconocerlo hasta yo. —No respondía la pregunta de cómo me sentía yo en el instituto en sí, pero servía igual. De todas formas nunca me había detenido a pensar cómo me sentía en este Infierno sobre la tierra, aunque bueno, tampoco había ocurrido nada que no hubiese visto replicarse en la puta calle. A la otra se le subió el color al rostro cuando me preguntó si tenía muchos amigos, que le recordaba a su hermano y arqueé una ceja. Mira qué preguntas raras hacía esta niña para establecer una conversación. Digamos que podía responder que sí, pero más que amigos tenía un montón de conocidos y ya, porque debía insistir, no era ningún as del compromiso. —Los suficientes —respondí, escueto. Me sorprendió que se subiera al tren de la estupidez, con lo cara de moco que podía llegar a ser y me permití una sonrisa ligera. En sí no creí que me diera por pintar o dibujar hoy en particular, llevaba ya unos días de no hacerlo de hecho, entre la mascarada, el proyecto y la mierda de mi padre con los Aoyama, en sí era que solo se me apetecía estar en la sala de arte y ya. Teniendo en cuenta que no podría fumar era lo mejor que tenía digamos, eso o encerrarme en un cubículo para convertirme en chimenea y pues tampoco. —Ya veremos~ Lo vi señalar el pasillo con la cabeza, no respondí como tal pero me colgué de su brazo y comencé a caminar. —Ah, con este clima qué bien caería almorzar con un té caliente —comenté bastante al aire. Contenido oculto ayer me tomé un break sowwy uwu pero aquí estamos dE REGRESO te la puedes arrastrar <3 contesté aquí aprovechando que tenía que responderle a Insane nomás uwu
Decir que me había pasado todo el fin de semana pensando en la estupidez que había hecho apuntándome a las elecciones era decir poco, las cosas como eran. No que me arrepintiese en sí de ello, porque de verdad creía que podía ser una buena oportunidad para muchas cosas de cara al futuro, pero lo había hecho casi sin pensar y eso... eso no estaba bien, sobre todo cuando implicaba tener más responsabilidades encima. Pero lo hecho estaba hecho, ¿verdad? Y de todas formas, nadie me aseguraba que fuese a ganar nada, así que igual me estaba adelantando mucho a los hechos. El lunes llegué algo tarde, entre que el domingo me fui a dormir tarde de nuevo y que la lluvia me pilló completamente desprevenida, y cuando entré a los casilleros tanto Anna como Kohaku ya habían desaparecido del lugar, así que me quedaba esperar hasta el almuerzo para buscar a alguno de los dos... si se daba el caso, claro. Hice el cambio de zapatos, quizás con algo más de tranquilidad de lo normal, y estaba a punto de dirigirme hacia el aula cuando distinguí una pequeña figura que llamó mi atención. Era una chica muy pequeñita, más que Anna, y me pregunté si no estaría en el colegio equivocado o algo por el estilo. —Buenos días~ —saludé, agachándome un poquito para estar más a su altura—. ¿Estás buscando o esperando a alguien, cielo? Tal y como había supuesto, Ri utilizó la información que le había dado para sus propios planes y, vaya, no es que me hubiese preocupado lo suficiente para quitarme el sueño, pero tenía que admitir que me había tranquilizado bastante saber que nada de eso iba a salir mal. Es decir, habían quedado el fin de semana y el chico se apareció para recogerla con una limusina y otro montón de cosas preparadas, eso no sonaba como alguien molesto para nada. De verdad que a veces no entendía como Riamu siempre conseguía lo que quería y, sobre todo, como había acabado consiguiendo que alguien como Shinomiya le cumpliera los caprichos de aquella manera. Pero bueno, al final del día me alegraba por ella, porque me constaba que no era el tipo de persona de quedarse un fin de semana tranquilita en casa como a mi me gustaba, e igual le tenía mucho aprecio así que quería que estuviese feliz. Ya de paso, entre que tenía que estar cansada por todo el rollo y que habíamos amanecido con una tormenta digna de estudio aquel lunes, no estaba realmente segura de que la chica se fuese a aparecer por las clases, así que decidí ir sola a la academia solo por si acaso. Realmente la lluvia no me molestaba, si acaso muchas veces me inspiraba para componer, pero entendía que no debía ser lo más agradable del mundo tener que ir a clases cuando estaba cayendo la de Dios. Distinguí la cabellera albina de Sakuya no muy lejos de mi posición, una vez hice el intercambio de zapatos, y en un impulso repentino me acerqué a ella con una ligera sonrisa. —Buenos días, Izayoi-san, ¿cómo te encuentras hoy? Contenido oculto Two baby girls por aquí uwu
Era difícil pasarme por alto, sobre todo por ser más baja que la media, y pues... Me hacía inconfundible. Estaba curioseando dentro del casillero y pues recogiendo lo que había dejado allí ayer, unas partituras de piano que deseaba practicar con ansias... Sentir mis dedos resbalarse por esas teclas era muy satisfactorio, además del hermoso sonido que emanaba del instrumento. No había sentido la presencia de alguien acercarse a mi, y cuando pues habló, solté un pequeño chillido muy agudo. —Mon Dieu! —si, me había sobresaltado, no me lo esperaba para nada. Retomé la compostura por la vergüenza de que me tomaran así de desprevenida, y alcé un poco la mirada... Era una chica de cabello negro con tintes azulados o por lo menos el reflejo de la luz era lo que me dejaba ver. Se dirigió a mi con una dulzura muy natural, no pude evitar sonrojarme un poco por eso... ¡Mamá y papá eran los únicos que solían decirme cosas tan lindas! No podía quedarme atrás. —¡H-Hola! Soy nueva en esta academia... Soy de segundo —sonreí, aunque con bastante torpeza mientras me rascaba la nuca— S-Soy Marie Rose. Estaba haciendo frío, normal por el aluvión que estaba cayendo fuera, aunque la verdad, era un clima bastante agradable para no hacer ni mierda en absoluto. Memes, noticias tontas, imágenes de gatitos, el juego triple A del momento, los refritos de anime de fantasía que eran tan populares ahora con premisas absurdas, tramas aburridas y fanservice barato, no había mucho que ver por el móvil, salvo los gatitos, los mininos nunca son suficientes. Sakuya era amante de estos tiernos felinos, incluso se planteaba seriamente la posibilidad de adoptar uno, eran salvajemente populares en casa, así que... ¿Por que no? Tampoco es que fuera a ponerse un cintillo con orejas de gato... ¿O si? La mente de esta sirvienta albina podía correr maratones de cinco kilómetros sin problema, terminaba divagando con mucha facilidad. Pero... No se lo pensó en sonreír, la presencia que había llegado era lo suficientemente interesante e ingeniosa para dejar de lado las aburridas redes por la mañana >>¡Alethea-san! Es un gusto verte, le encuentro pues muy bien, ¿Como te encuentras?~
¿Eso tenía que reconocerlo hasta él? Lo pensé un poco, quizá se expresaba de tal forma porque no se clasificaba parte de la mayoría en aquel lugar, sin embargo yo nunca me había deparado a pensar en con qué tipo de gente me rodeaba, ni mucho menos diferenciaba el resto por algo en partícular, simplemente convivía con el atisbo de compartir tranquilidad sin siquiera percatarme de ello. Deslicé la yema de mis dedos por mis muñecas como la pequeña costumbre al sentirlas desnudas, por la ausencia de los sensores, sin embargo en ningún momento me aparté de su rostro mientras lo escuchaba atentamente. —Me alegra que así sea —murmuré, risueña de por sí. Pese a la simpleza de su siguiente respuesta podía creer simplemente que sí tenía amigos o algo, y que no estaba solo ahí dentro. —¿Te parece bien si subimos juntos? No era como si fuese a utilizarlo para subir los escalones, claro que no. >>Y Shimizu-kun, ¿estás en algún club escolar?
Esta chica no tenía pistas realmente de la clase de escoria con la que estaba hablando, vete a saber si eso era una suerte o una desgracia para ella. Suponía que un poco de las dos, como todo en la vida, porque aunque quisiéramos dividir las mierdas en buenas y malas a secas muchas se quedaban ahí, en la zona de grises y era una jodida cagada. ¿Que se alegraba? Vete a saber por qué si no me conocía de nada, pero cada loco con sus mierdas y pues como ella dijera. Más o menos el mismo principio orientó mi respuesta cuando dijo lo de subir juntos, aunque me olí que la pobre desgraciada quería que alguien la ayudase con las escaleras... aunque bueno, estaba el ascensor. Que mira, si no me fallaba la neurona, los botones de los ascensores tenían los puntitos estos, los de la escritura para la gente que no veía y que ahora obviamente no recordaba cómo se llamaba. —Como quieras —respondí sin más, no tenía mucho ánimos de poner resistencia a mierdas o hacer el tonto la verdad, no con el pedazo de aguacero que me había comido—. Y no. No me va eso de los clubes. Mejor dicho no tenía tiempo para quedarme haciendo el imbécil en la escuela. Lo segundo lo había soltado ya echando a andar, si me seguía al escucharme bien y si no también. Contenido oculto there, si te da tiempo y quieres arrastrarlo mañana adelante y si no, pues da por asumido que Violet subió con el pendejo (?
Había muchos momentos en los que me avergonzaba un montón por equivocaciones o fallos de lo más tontos que tenía, como cuando me pensé que Kohaku tenía nuestra edad y no era mayor, y sin lugar a dudas aquella situación iba a estar a la altura de todas esas otras veces. Si es que encima, para la gracia, la situación prácticamente se estaba repitiendo. Me erguí casi de golpe, notando como el rubor pronunciado se extendía por mis mejillas, y eché un vistazo rápido alrededor, como para cerciorarme de que nadie había visto la metida de pata que acababa de tener. ¿Pero de verdad esa chiquilla iba también a segundo? Bueno, al menos a Anna debería hacerle ilusión saber que ya no es la más tanuki de nuestro año o algo, al menos. —Bienvenida~ De alguna manera u otra, al ver que la pobre chica también se había avergonzado por mi repentina cercanía y al saber que era nueva, logré apartar mi propia vergüenza para poder responderle con más normalidad y, al menos, intentar ayudarla para enmendar mi error. >>¿A qué clase de segundo vas? Yo también estoy en ese curso, podemos subir juntas a clase, si te parece bien~ Me di cuenta ya demasiado tarde que parecía haber interrumpido a la chica cuando estaba mirando lo que fuese en el móvil, pero al ver su reacción inmediatamente después me tranquilicé al pensar que quizás no la había molestado tanto como hubiese podido parecer. Recibí su respuesta con una sonrisa ligera y asentí con la cabeza, como para confirmar que ciertamente se le notaba bastante bien y que, ya de paso, hacerle saber que eso me alegraba bastante. También serviría a modo de preludio para mi propia respuesta, ya que estábamos. —Todo bien por aquí también~ Todo lo bien que se esté teniendo que venir a clase en un día tan perfecto para quedarse en casa, claro —añadí, con una ligera risa, antes de encogerme de hombros—. Creo que ya queda poco para que toque la campana, ¿quieres que subamos juntas? Contenido oculto Te las puedes arrastrar, a ver si nos da tiempo a llegar a las clases antes de que acabe, y si no pues lo que dé (?
No iba a negarlo... Aquella chica era muy amistosa... ¡Que ganas de estar con ella! En todo momento se mostraba muy sociable, me caía muy bien ya a pesar de la pena de lo sucedido... ¡Pero eso ya no importaba! Me había dado la bienvenida a la academia y pues sonaba muy cálida, no evitaba sentirme como en casa... Y conocer a todos estos nuevos estudiantes era muy interesante. Lo que más me llamó la atención era que pues básicamente éramos compañeras de curso, estábamos en segundo año también. ¡Que emoción! Cosa que no disimulaba para nada, me parecía de lo más genial por los momentos. >>¡S-Soy del 2-1! Así que pues podemos subir juntas, si. Casi que temblaba de la alegría, no sé por qué estaba tan entusiasmada, pero no podía contenerme, tal vez sentirme así era lo que hacía falta en un día tan gris y frío. Aquella peliazul andaba de muy buena suerte, no había nada interesante a tan tempranas horas en la red, y que pues no era maleducada para anteponer el aparato a la interacción, así que de alguna manera u otra, la albina prefería socializar pese a no ser la mejor en el tema. Se le había visto complacida con el buen ánimo de la chica pese al desfavorable tiempo afuera, aunque pues era mejor así, el clima frío era lo suyo y la verdad ayudaba a mantener las cosas más tranquilas, a cambio de una sensación de parsimonia y flojera del ancho del universo. La acompañó en su risa, le había hecho gracia el comentario, una verdad como un templo, con la ira de Dios cayendo en forma de lluvia fuera del recinto pues lo más sensato era quedarse en casita con chocolate caliente y unas cobijas, ¿No? —El deber llama, Alethea-san, por más que esté de acuerdo contigo —soltó una leve risa nasal—, aunque bueno, apenas arranca el período escolar, va a estar pesado con ganas. Y pues no sé lo dudó dos veces en aceptar a su propuesta de acompañarla. >>Pues vamos, será todo un placer acompañarla, mademoiselle~
El sol seguía sin ánimos de querer aparecer pero bueno, al menos había dejado de llover. El paraguas ya no fue necesario, cosa que agradecí porque hoy llegaría a casa a la noche y habría sido un coñazo andar con eso todo el día. Se sentía un poquito extraño volver al café después de casi una semana, pero ahora que papá por fin regresaba a casa con la abuela no me quedaban excusas. No me habría quejado si me permitían seguir sin verle la cara al gerente, la verdad, pero obligaciones eran obligaciones. Ni que pudiéramos darnos el lujo de perder ese ingreso de dinero aunque, claro, iba a tener que quedarme con la duda de dónde coño el tío ese había conseguido mi número de teléfono para preguntarme cómo iba todo en casa. Nadie le había hablado de sutileza. Como fuera, llegué a la escuela otra vez en coche y divisé a Joey cruzando el patio frontal, pero ni apurando el paso logré alcanzarlo y en cuanto desapareció por las escaleras chasqueé la lengua, abocándome a mi casillero para disimular. El móvil de Alisha lo había dejado en casa, obviamente, no era tan imbécil, pero este cabrón parecía tener un demonio contratado que le cuidaba la espalda porque me negaba a hablar de ángeles guardianes. Resoplé, irguiéndome tras cambiarme los zapatos, y casi di un respingo al notar precisamente la existencia de Wickham a mi lado. Lo tenía encima y nada más ver mi sorpresa me sopló en la cara, soltando una risilla antes de alejarse. Fue una estupidez, pero de un momento al otro sentí que me había pillado, que me había leído la mente o algo, y el corazón me empezó a ir como loco. Me rebasó un poco, lo suficiente para alcanzar su propio casillero y sacar algo de ahí adentro. —Silly me, siempre olvidándome cosas~ Para qué mierda me hablaba, eso era un misterio. El caso era que seguía demasiado metida en mis mierdas para reaccionar de alguna manera, y así lo notara no se tomó la molestia de remarcarlo. Me guiñó un ojo, risueño, y apenas alcanzó unos pocos mechones de mi cabello para dejarlos caer a la pasada. Lo seguí con la vista hasta que se fue. Joder, me lo había inventado, ¿verdad? Claro que sí, no había manera de que ese estúpido sospechara algo. Tragué saliva y pasé el aire a consciencia, recuperando la compostura. Seguía todo en orden. Contenido oculto Tercer dado que Sasha falla, increíble, y como tenía que rolearla y como viene siendo usual(? pos ahí la dejo al servicio de la comunidad
Entre toda la estupidez acabé tirándome otra siesta en la enfermería, al menos esta vez tenía justificación porque la migraña no se me iba. No sé ni cómo logré dormirme, pero el caso es que fue así y me desperté cuando sonó la campana del final de las lecciones. Subí para traerme mis cosas, bajé solo para dejar unas mierdas en el casillero para que no se mojaran más y fue cuando lo vi. Bueno, más bien cayó por su propio peso y tuve que atajar las hojas en el aire. Al principio pensé que era algo que yo mismo había dejado, pero ya cuando me puse a revisar vi que no era el caso y los colores delataron a su remitente incluso antes de que leyese mi nombre o el suyo en el papel. Había… traducido la canción la muy tonta. En inglés. Ni había llegado a la mitad cuando sorbí por la nariz, pasándome la mano izquierda por el rostro, antes de poder seguir leyendo y ya con la carta me fui un poco a la mierda. Vete a saber cómo no terminé llorando como un crío, pero me llevé todas las hojas al pecho y las presioné contra mí, no lo suficiente para arrugarlas eso sí. Tuve que escarbar como un loco el casillero y la mochila para encontrar una bolsa plástica, meterlas allí y ya luego guardar todo en el bolsillo. Un chófer de los de papá iba a pasar por mí pero tenía que cruzar el patio frontal igual y no quería que se mojaran, así que eso fue lo que me quedó porque su puta madre iba a dejar eso en el casillero. Al llegar a casa saqué las hojas que tenían la letra de la canción, las dejé sobre el escritorio y unas horas más tarde las pegué en la pared con un pedazo de cinta de papel. La carta me la guardé en la billetera. Seguía con migraña, la verdad, así que después de cenar me zampé unos medicamentos y puse manos a la obra. Tardé una eternidad o eso sentí y aunque traté de resumir me salieron varias páginas, así que nada que hacerle, así se iba. Intenté revisarlo a fondo, que no se me fueran typos ni nada y una vez listo escarbé en las gavetas del escritorio hasta encontrar un sobre. Eran de los que habían restado de la gracia de Dunn para la mascarada, unos que el ploteador misterioso había hecho de muestra y no tenían la mariposa en el dorso todavía. Eran oscuros pero hacían el trabajo, así que imprimí la carta y la guardé allí. La otra idea me la pensé horas y horas mientras escribía, pero al final me decidí. Escarbé en las gavetas otra vez hasta que di con otra cosa; entre los anillos que me había dado papá ya hace días, había una cadena de plata que también debió ser del viejo Sonnen o de la abuela, porque era casi delicada. Debió haber tenido un dije pero vete a saber qué había pasado con él. El caso era que me servía para lo que se me había ocurrido. La dejé sobre el escritorio y me saqué uno de los anillos del viejo, para la gracia era el que tenía una cruz celta, así que recordaba un huevo y medio a parte de mi tatuaje de la nuca. Lo pasé por la cadena, la cerré y abrí el sobre para meterlo allí también. ¿Por qué? Porque sí, porque el símbolo en la plata vieja representaba protección, las cuatro estaciones y muchas otras mierdas, porque era mío, porque quería que lo tuviese y ya. Un poco Lord of the Rings sí que se veía, pero bueno. A la mañana siguiente me levanté temprano, me pegué una ducha rápida y gracias al diablo o quién sabe qué la migraña me había dejado en paz. Pude salir temprano de casa, pasé otra vez a la tienda de dulces del otro día y me hice con unos daifuku de durazno, que me había dicho que eran sus favoritos, antes de ir a la estación y logré llegar al Sakura antes de lo usual. Como Anna llegara temprano me iba a cagar en mis muertos, porque se iba a pasear en la sorpresa, pero debía confiar en que no iba a ser el caso ni nada. Caminé por el patio frontal sin prisa, había poca gente todavía con lo temprano que era, y solo noté una persona a mi lado cuando el chispazo de sangre del cabello de Dunn estuvo junto a mí. Lo vi escarbar en una billetera, que tardé más de lo normal en notar que era la mía, y cuando hice a tomarla ya había sacado la carta de Anna que asomaba apenas por el borde. La desdobló, como buen chismoso, y solté un bufido. —Just look at this. Lovely —murmuró con bastante diversión en la voz y la dobló con un cuidado estúpido para regresarla a su lugar antes de devolverme todo—. ¿Ya vas a salir con ella como Dios manda o no? —¿Siempre fuiste así de entrometido? —pregunté con cara de póker y soltó una risa por la nariz. Obviamente había recuperado el color, ya ni siquiera se veía tan flacucho como el otro día, solo lo flacucho normal. —Te lo llevas por haber metido las narices en mi mierda, Al~ —respondió con evidente burla, robándose de la carta lo de Al. —¿Y ya sabes lo que corresponde o no? Lo de Ishikawa. —¿Qué Chiasa está muerta? —Vete a saber por qué sonrió porque la tristeza se le notó en el gesto y en la voz. Solo entonces recordé que Hodges dijo que se conocían desde críos o algo así—. Pues tú qué crees, cuervo. —¿Hiciste lo que debías? —Hice lo único que sé hacer por mi niño, imbécil, así que sí. —Hundió las manos en los bolsillos y tarareó una canción, el tono de su voz se me antojó de lo más suave y pensé que había hecho ignición por fin—. ¿Qué planeas tan temprano en la escuela? —Cosas, pero te regreso la pregunta. Una risa cristalina le salió de los pulmones, se encogió de hombros y alzó la vista al cielo encapotado. Siguió tarareando la canción unos segundos, estirando los brazos hacia arriba y me recordó un poco a un gato que recién se despierta. —Cosas~ —Muy simpático, ¿le echaron más azúcar a tu café esta mañana, listillo? Se encogió de hombros y ya cerca de la puerta principal de la academia cada uno siguió su camino, no me fijé mucho en qué hizo él, pero yo entré y pasé directo a la fila de casilleros de segundo. Repasé las taquillas con la vista hasta dar con la de Anna, la abrí y dejé el sobre encima de la caja de daifukus. Me quedé con la mano sosteniendo la puerta un rato, como sopesando la tontería que andaba haciendo, y me encogí de hombros antes de cerrarla de una vez. Pues ya estaba, ¿no? Ni siquiera me había detenido a pensar en lo shady que se veía esa mierda, sobre todo teniendo en cuenta mis pintas y el hecho de que todavía tenía en la cara algunos moratones que iban de rojo a amarillo verdoso, ya que empezaban a desaparecerse. Como si me acusaban de estarle robando cosas a Anna, seguro sonaba mucho más creíble que pensar que le estaba dejando cartitas, un collar y dulces. Contenido oculto Gigi Blanche ola señorita, solo para que sepas que Al acaba de dejarle unas cositas a la niña en su casillero y sabrás disculparme cuz se me jue la olla bien duro con todo lo de de Anna, en un rato te paso link por whats para lo de Al. Perdóname el tocho dios mío por qué soy así Mr New Vegas listo para el momento voyeur de Aleck? digo qué perdona el tocho tú también, soy paula monólogos locos tengo más cosas que postear pero hacerlo en este mensaje ya era ilegal *c mata*
Había acompañado al chico nuevo hasta la enfermería para que ambos pudiéramos hacer algo con ese maldito resfriado que parecía que nos había asolado. Tras llegar a aquel sitio, tomar las pastillas y dejar la toalla colgada por ahí, ambos tomamos caminos separados. Pensé en buscar a Cay para charlar un poco pero no fui capaz de encontrarlo. De hecho, no fui capaz de encontrar a nadie conocido en la academia. Sin mucho que hacer me dirigí a la cafetería a comprar un emparedado —el más barato del menú— y me senté en una de las mesas a comer con calma y pasé la mayor parte del día sin muchas complicaciones, incluso me tomé la libertad de ir a visitar la biblioteca de la academia para disfrutar de un momento de paz y degustar parte del cereal de almohaditas que me había entregado Anna. Y porqué la lluvia me impedía ir al invernadero, no nos vamos a engañar. Sabía que no se permitía comer en la biblioteca, pero vamos, si nadie me veía no debería haber problema. Tras un par de horas, sonaron por fin las campanadas que indicaban en final del día. Y yo seguía sin sombrilla. Tocaría regresar así a casa. Al llegar al departamento me encontré en la puerta de entrada un obsequio por parte de la señora Sasaki: Una sombrilla azul junto con una pequeña nota. "Como vayas a la escuela aun si esta lloviendo, yo misma te golpearé con esta sombrilla." Ella siempre tan considerada...Y yo que aun no le había pagado la renta. Como sea, entré a mi departamento y deja por ahí mi ropa para que pudiese secarse y dejé la sombrilla junto a la entrada. Me daba igual si mañana no llovía, me llevaría ese sombrilla a la escuela sí o sí. A la mañana siguiente me alisté para ir a la academia como ya se me estaba haciendo costumbre, pero en esta ocasión, me levanté un poco más temprano para poder pasar a agradecerle a la señora Sasaki por el detalle. Ya partiendo de mi hogar y tras haber tomado el metro llegué por fin a la escuela, parecía ser que había madrugado de más, la escuela estaba casi vacía aun, bueno al menos quizás, por fin, tendría algo de tiempo de ir a ver el invernadero. —They call me the wanderer, yeah the wanderer. I roam around, around, around. —comencé a cantar alegre mientras avanzaba por el patio frontal. Era una mañana gris, pero al menos no estaba lloviendo y eso ya era de agradecerse. Entré por el marco de la entrada y me acerqué a mi casillero para poder dejar mi nueva sombrilla y cambiarme el calzado antes de que lo volviese a olvidar. —Oh well I roam from town to town. I go through life without...a...care- ¿Huh?— Lentamente detuve mi cantar cuando escuché a otro estudiante abrir un casillero relativamente cercano al mío. Desde mi posición, la puerta de la taquilla abierta me impedía ver de quien se trataba, pero por el número que tenía, pude notar que se trataba del casillero de Annie, pero quien parecía estarlo revisando no se parecía a la chica de los cereales. Al cabo de unos segundo, la persona que estaba parado frente a aquel casillero cerró la puerta. Se percató de que le estaba mirando, así que se giró en mi dirección para mirarme también. Era un chico bastante alto y de aspecto algo lúgubre, además de que parecía tener un par de moretones en la cara, aunque bueno, más bien parecían que ya estaban sanando. Por aquel fugaz instante no supe muy bien que hacer. De primeras podría parecer que este chico estaba haciendo algo altamente ilegal ahí, pero una parte de mi mente se negaba a creerlo. Era el casillero de Anna después de todo, ¿Quién querría hacerle algo tan feo a Anna cómo robarle? —Hi. — solté en saludo aun un poco dudoso mientras alzaba mi mano para complementar — Oye...¿Quieres algo de té? — rebusque en mi mochila el termo que siempre cargaba conmigo y lo extendí en dirección al chico. No supe muy bien porqué, tal vez el hecho de ver que estaba herido me hizo ignorar cualquier prejuicio en ese momento. Era té de limón con un toque de tomillo fresco. Excelente para los dolores musculares y de cabeza. — Hey, espera un segundo...Yo te he visto en otra parte ¿No es así? — cuestioné mientras me acercaba al chico ya algo más tranquilo y con una sonrisa.