Cualquiera me iba a decir que el día de ayer iba a ser tan productivo cómo lo fue. No académicamente, quiero decir, porque tenía que admitir que las clases de la tarde se me hicieron especialmente insoportables. Pero vaya, que si me preguntaban al respecto, había merecido completamente la pena y lo volvería a hacer en cualquier otro escenario posible. Me había pasado gran parte de mi infancia intentando llamar la atención de mis padres, pasándolo mal por todo el tiempo que decidían no dedicarme, y no era como si ahora lo hubiese superado por completo, pero toda esa necesidad había acabado mutando hasta convertirse en algo más parecido a la molestia y un poco de rebeldía. Solo la justa y necesaria, no quería que me castigasen por liarla demasiado, pero sigamos que todo eso había contribuido a que una satisfacción de lo más jodida me cayese encima al darme cuenta que mamá había acabado por no conseguir su objetivo al haberme obligado a madrugar para ir a clase porque al final me lo había pasado más que bien. Así y todo, fue llegar a casa y darme cuenta de lo terriblemente cansada que seguía. Al final me había librado de Saku-chan sobre el trabajo, así que le cancelé a Hitoshi sin ninguna clase de vergüenza al respecto y me pegué tal siesta que al despertarme ni sabía a qué día estábamos. Tampoco había recuperado mi lazo aún, para la gracia me olía que acabaríamos haciendo el tonto de nuevo cuando fuese a por ello, y aunque tenía otro uniforme de cambio al que podía haberle cogido el accesorio pues no se sentía como tal, por lo que me aparecí sin nada decorando la camisa a diferencia del resto de días. Era como una broma interna que solo yo iba a entender y me hacía la suficiente gracia como para mantenerlo un par de días si hacía falta. Me dirigí hacia mi casillero sin poder disimular el bostezo que se me echó encima, haciendo el cambio de zapatos con cierta pereza. Vi a Arata por ahí tonteando con una pelirroja bastante bonita y decidí dejarlo en paz, a pesar de que eso significaba que no tendría nada con lo que entretenerme por el momento. Contenido oculto Un examen menos, un personaje más a Gakkou (?) Dejo a la pendeja por aquí si alguien quiere caerle uwu y si no, pues nada *saca la lista negra* (?
Dejé a mi gemelo atrás al acordar que quizá y nos veríamos en el receso, pero con él nada era seguro así que pues de afianzarme a ello poco en realidad. Comencé a quitarme los audífonos con la derecha mientras con la izquierda abría el locker, comenzando a hacer el cambio de zapatos en lo que desocupé las manos, lo cual aún me resultaba bastante gracioso, ya que de donde venía eso era... Hasta extraño. En cuanto lo cerré bostecé sintiendo los párpados ligeramente pesados pese a tener aún el cabello húmedo, fue entonces que la tonalidad francesa por el idioma que sabía medianamente al estudiar en Canadá, siendo la lengua madre de Génesis me hizo elevar las cejas ligeramente, ladeando la cabeza hasta que me di cuenta que debía elevar un poco la mirada. Me eché a reír entre dientes pese a que acababa de tocarme el cabello y todo, relajado en todo momento al verlo como otro extranjero perdido en un país desconocido, haciéndome deslizar la palma de mi mano por el rapado bajo en mi cabeza ante el comentario del corte cuando él lo traía hasta trenzado. —No creo que quieras cortarlo cuando lo traes largo, pero si en verdad te animas no tengo problema. Capté la guitarra al tiro por razones obvias y enterré las manos en los bolsillos, relajando los hombros al deslizar en mis labios una sonrisa amable. —Zoldryck, pero puedes decirme Zold —moví la cabeza como quien da a entender que da igual que me haya tocado de buenas a primeras, no se veía como un tipo mal intencionado ni mucho menos, más bien desorientado—. Bien, con bastante sueño pero se hace lo que se puede. Bienvenido, por cierto. No es como si llevase mucho tampoco, así que era más bien como si me proyectara en él si hubiese llegado solo a dicho sitio. >>¿Qué número de casillero te fue asignado? Así te guío sin problema, hermano.
Sin ningún pendiente en sus manos todo su resto del día fue provechoso, pudo salir ayudada de sus perros en su penny a recorrer varios lugares para pasar el rato, inclusive encontraron cafeterías donde se les permitió estar en su área exterior con ellos aunque trajeran atención de bastante gente en general al ser un punto bastante grande de atención pero dentro de lo que cabe, fue divertido. Así que, con una tarde/noche bastante divertida y una mañana bastante agradable y con buen clima, estaba con el mejor de los humores cuando se encaminó hacia la escuela, yendo directamente hacia los casilleros para cambiarse sus zapatos al ritmo de una canción imaginaria en su cabeza, contrastando bastante con la persona que tenía cerca. Un mood completamente distinto para una tan bonita mañana. —¿Todo bien? —Preguntó luego acortar la distancia entre ambos con un par de pasos, recargándose en los casilleros —, se que es jueves y se tiene que entregar un trabajo pero no creo que sea la gran cosa para que arruine tu mañana~
Por un momento entorné la vista en el móvil, como acostumbraba al ser una entrada extra de unos cuantos dólares mientras le cogía el tiro al programa como tal, que según me informaron los malditos era solo convencer la gente de meter el dinero de mierda en la aplicación y ya estaba, hasta que llegó una idiota a hablarme como si nada. —¿Qué te hace pensar que no? —murmuré como un gruñido con el puto genio que me cargaba descendiendo la mirada al dar con unos ojos idénticos a los míos, hasta rubia era la tipeja. ¿Qué faltaba? ¿Una hermana perdida o qué putas? —No tengo que entregar nada —atajé al haber llegado luego de ese periodo de notas, a fin de cuentas por lo mismo había realizado un examen de ingreso para contrarrestar los espacios en blanco al menos, en esa ocasión. Con lo desconfiado que era me mantuve observándola, no quería otra sorpresa como con el idiota de los baños o el payaso del recorrido.
Definitivamente había dado en el blanco, incluso si solo hubiera una pequeña posibilidad de estar equivocada no le molestaba la actitud del chico, nadie actuaba de la forma más decente cuando se estaba teniendo algo más de peso encima y vamos, tampoco es que podía molestarle cuando hasta la pregunta que hizo le pareció hasta divertida. —Don't know, the air is heavy here.—Bromeó sabiendo que en lo absoluto era la respuesta que buscaba señalando el espacio a su alrededor, manteniendo la sonrisa casi curiosa y algo divertida hasta que finalmente pudo ver sus ojos y terminó haciendo un gesto de sorpresa, ambos rubios y del mismo color de ojos, ¿quién lo diría? Japón tenía su versión masculina. —Si no es la escuela lo que te tiene en ese mood no se puede hacer mucho, ¿qué tal una bebida? Ahora que veo que somos twins siento que ya es una misión personal bajarte el mal humor~ Quizás se estaba dando muchas libertades, el chico quizás pudiera tener la mecha corta para aquella clase de juegos pero no estaba mal intentar.
A ver, ¿de repente tenía alma de criminal o algo así, para sentirme tan jodidamente satisfecha de que un cabrón que arrojaba cuchillos en plena fiesta pija reconociera mis manos ligeras? El asunto era que no me interesaba cuestionármelo lo suficiente, quizá bajo la excusa de mantener todo en el terreno de los juegos. No le había robado nada a nadie, me decía, no me había aprovechado de ningún imbécil borracho para sacarme beneficio de su estado. Pero ¿y si hubiera sido el caso? ¿Qué habría sentido? Vete a saber, quizá le tuviera miedo a la ligera sensación de que no habría vuelta atrás. Como un puritano negándose a las tentaciones del mundo. Acepté el móvil de regreso sin dejar de prestarle atención a su sonrisa, se había ensanchado bastante y ahí iba de vuelta, la satisfacción. Qué va, rozaba casi el orgullo. Dejé caer el aparato en el bolsillo de mi falda y lo escuché, ¿que tenía un don? Vaya, vaya, esas eran palabras grandes. Pero qué honor~ —Sasha Pierce, sir, at your service —murmuré, por demás entretenida con la situación, y no me molesté en morderme la lengua—. Los primeros fueron fáciles, había un grupo de gente jugando a un ahorcado o algo así y sólo tuve que colarme por detrás. Ni siquiera me notaron. La del collar estuvo más difícil, guess I got greedy. —Solté una risa floja, apoyando la espalda completa en los casilleros, y lo miré de costado; mis ojos se desviaron a su cuello de puro reflejo, por lo que iba recordando de la fiesta y Margarita—. Tuve que distraerla yo misma y bueno, podría haber salido muy mal. ¿Qué había pensado cinco minutos antes? ¿Que me daba vergüenza hablarle? Yeah, sure. Había que ver la facilidad con la que me soltaba un chute de orgullo. Dejé la frase un poco en el aire y regresé a sus ojos, ampliando la sonrisa. —Pero fue muy bien~ —Me removí apenas, jugueteando con un cabello que se me había soltado, y tomé aire por la nariz—. Bueno, ¿del uno al diez, entonces? Contenido oculto qué wena rolita che, las arctic vibes *vibing af* Realmente agradecí que Hodges se tomara con tanta calma mi rechazo a su petición, sabía que casi cualquiera en su posición se habría enfadado, ofendido o, como mínimo, puesto incómodo, y para incómodos ya estaba yo. No me apetecía ni un poquito lidiar con otras personas en ese estado y además, qué sé yo, no que estuviera particularmente interesado en hacer buenas migas con ella pero la niña ya me había dado de su almuerzo y sí que parecía ser amiga de Kohaku, así ella lo dudara. Quiero decir, desde que te preocupas tanto por alguien, ¿eso no te arroja de cabeza a la categoría? Eh, ¿y yo dónde cojones quedaba con ese concepto? Bueno, que tampoco me hacía mayor gracia quedar en malos términos, así que agradecí su tranquilidad. Acepté el móvil de regreso sin revisarlo ni nada, así que seguía ignorando la forma en que se había agendado, y oí el resto que dijo mientras me lo guardaba a tientas. Se me aflojó una sonrisa, fue pequeña pero genuina, y desvié la mirada un instante. De un momento al otro pude imaginarla jalando al otro idiota de las orejas y me hizo mucha gracia, como cuando Aya me regañaba y así. —Vale, se lo haré saber. Sacudí la cabeza lentamente, como diciéndole que no se molestara en agradecerme, que no era nada. Y es que no lo era, en serio, de por sí ya planeaba convencerlo para que dejara de ser tan cabezota y volviera a su casa. Digamos que la única modificación al plan original sería acordarme de enviarle un mensaje. Luego cambió el tema y parpadeé, enfocando mi atención en ella. No esperaba que le interesara seguir hablando conmigo, la verdad, pero en sí tanto no me molestaba y mucho menos era un borde de mierda, así que me quedé allí con la expresión neutra de toda la vida. —Hmm, sí, va bien. Normal. —Bueno, sacando el fuego de Akaisa y el raspón de Aya, todo iba bien, ¿no?—. ¿Conoces mucha gente de tercero, Hodges? Muchas veces tendía a soltar preguntas que en mi cabeza habían seguido un hilo de razonamiento lógico, pero que puestas en palabras perdían todo contexto y se sentían estúpidamente descolocadas. Venía de su duda, la de si ya habíamos conocido gente, y de recordarla entrando tan pancha a una clase de tercero. Hice dos más dos y bueno, ahí estaba.
Poco interesaba si se había quedado con las mierdas o no realmente, el caso era que se las había levantado y ya solo con eso la cosa se ponía interesante. Qué iba a saber yo si lo hacía por pura cleptomanía, para entretenerse con algo o por la sensación de éxito a secas, ninguna de las tres hacía diferencia real al final del día si uno solo cedía al impulso o la mera satisfacción. Fuera la que fuera, sucedía que las cosas las había tomado y eso no podía negarse. Pierce. Además, ¿no se estaba divirtiendo un poco demasiado la cabrona? Ni detalles le había pedido, pero me los estaba soltando encima casi con orgullo si me lo preguntaban y siendo sincero no iba a ser yo el que se quejara. De hecho es que una fiesta de esas era una mina de oro para los manos ligeras, eso lo sabía yo y todo Dios que se lo pensara un poco posiblemente. Gente ebria enfocada en otras cosas, pertenencias descuidadas y la seguridad estúpida que otorgaba creerse en un espacio libre peligros inmediatos como lo era una residencia privada con un gorila apostado en la entrada. La gente bajaba las defensas y pasaba lo que pasaba, Akaisa tenía suerte de que a Dunn no se le hubiese ido lo bastante la pinza como para vaciarle los bolsillos a la mitad de sus invitados y de que yo ya no me dedicara a esa mierda. Me hizo gracia que su vista se deslizara a mi cuello en lo que contaba lo del collar y no sé, la imagen mental de esta chica montándose una distracción para robar algo como eso solo terminó de meterme entre ceja y ceja que podía montarse un puto acto de magia con la suficiente experiencia. —Ya decía yo que ese collar era la cereza del pastel —comenté junto a una risa, la verdad era que sí, el plan le podía haber salido como el culo. Volvió a mis ojos, se le amplió la sonrisa y me vi venir la pregunta—. ¿Del uno al diez? Ocho punto cinco, la cajita de mentas le quitó emoción al conjunto de cosas, pero sigue siendo respetable y es motivo suficiente para que comience a cuidarme los bolsillos a tu alrededor, Pierce. Eso sí, te lo digo de una vez, no tengo ni una moneda partida en dos en la billetera.
Lo cierto era que no había esperado en absoluto que mi mañana empezase hablando tan normalmente con un chico que había conocido, en buena teoría, hacía dos días y con el que apenas había cruzado palabra. Es que, para colmo, en verdad le había estado tocando las narices con la tontería de Kohaku, así que digamos que no habíamos empezado con el mejor pie. Pero bueno, estaba ahí contestándome a las preguntas a pesar de ello, por lo que suponía que ni tan mal. Asentí una vez con la cabeza cuando respondió, sin perder la sonrisa, y acabé por ladear la cabeza inmediatamente después, pasando a mirarlo con algo de curiosidad al escuchar la pregunta que me devolvió de alguna manera. Entendía que tenía su razón de ser, al fin y al cabo me había conocido cuando había entrado a su clase como si fuese la mía o algo, y así como que muy normal no era. —Eh~ Pues ahora que lo dices... parece que sí~ —respondí, de repente algo divertida con la realización, y erguí la cabeza para llevar la vista al techo en un gesto pensativo—. A ver... están Ishikawa-senpai, claro, Akaisa-senpai, Vólkov-senpai, Tolvaj-senpai, Mason-senpai... ¡Dunn-senpai! Sonnen-senpai también, y supongo que O'Connor-senpai debería contar. ¡Y Welsh-senpai y Wickham-senpai! —había acabado nombrándolos a todos, levantando incluso los dedos según iba mencionando la lista, y ensanché un poquito más la sonrisa al mirarlo de nuevo—. ¡Y ahora Sugawara-senpai! Me quedé un rato en silencio, repasando el número de dedos que había levantado, y acabé por llevarme una mano a la mejilla con una expresión de sorpresa. >>¡Creo que podría montar un equipo de fútbol completo con todos vosotros! Contenido oculto Lo diré las veces que haga falta pero es que Emi y Anna son dumb and dumber y demostrado queda (?
Bellamy Dubois Alcé las cejas ante la actitud calmada y hasta cordial de aquel chico. Usualmente obtenía una respuesta muy distinta, mucho más desconfiada, de modo que no pude evitar parpadear, algo sacado de base al principio. —¿Oh? ¿Por qué no? —Sostuve la trenza entre mis dedos—. El cabello nunca deja de crecer, mon gars. ¿No sería un desperdicio desaprovechar la oportunidad? —Le mostré los dientes, jocoso—. Quizás te sorprenda rapado al cero algún día. Me aparté de los casilleros con movimientos lentos, buscando con toda la tranquilidad del mundo el rincón que me habían adjudicado mientras tarareaba por lo bajo, tamborileando los dedos sobre las piernas al ritmo de la música. Era tan expresivo que no fue difícil intuir que no tenía ni idea de cual era el número. Tampoco me esforzaba en ocultarlo. Mi memoria solia estar llena de muchos otros datos sin importancia, como partituras y acordes en su mayoría. —Así que Zoldryck —comenté, mientras buscaba uno por uno hasta dar con mi nombre—. Apostaría mi único yen, un chicle y la pelusa de mi bolsillo a que no eres de aquí. De hecho, es la primera vez que escucho ese nombre. Me gusta, suena melodioso. Zold-ryck —Me detuve al notar que me había pasado de largo mi nombre, soltando una risa baja. Estaba demasiado distraido, se ve—. Ah, aquí está. Parece que voy a la 3-1. ¿Mi nuevo hermano es de allí? Me giré hacia él de vuelta, confianzudo como yo solo, y le di un golpecito amistoso en el hombro. >>Deberías tomarte un café antes de entrar a clase y estarás como nuevo. C'est promis.
La bromita y esa mierda no provocó absolutamente nada más que el que bloqueara la pantalla del móvil al no ver índice que continuaría con su camino, sino más bien que se quedaría ahí un rato más. Me irritaba con todo a mi alrededor en realidad, así que no es como sino la hubiese seguido viendo mal todo el rato que se la pasó frente a mis narices, guardando silencio pese a que no duré mucho cerrando la boca. —No somos mellizos, nisiquiera nos parecemos, ¿sabes? —fruncí el ceño ligeramente dispuesto a negarme a lo de la bebida hasta que sentí el tacto sobre mi hombro que me echó tensión encima. —Ey, no puedes negarte a la amabilidad de una señorita Alek, qué poco caballero~ Di con los orbes lavanda de Katherin, la cual le sonrió ligeramente a la rubia. Puff. —Como si me importara. —Imagino entonces que prefieres pasar el rato conmigo, vamos entonces Alek~ Mi ceño terminó frunciéndose un poco más porque la estúpida simplemente me conocía lo suficiente como para orillarme a lo que estaba por decir: —Muévete Blondie, no tengo todo el día —me eché a caminar aceptando la bebida para alejarme de la otra idiota que prefería cerca únicamente en los ensayos, de resto podía desaparecer y me daba exactamente igual. Contenido oculto Si quieres te lo arrastras Nekilandia Casi que miré su sonrisa en forma de broma al verlo sujetarse el cabello trenzado, porque bueno, claro que el cabello no dejaría de crecer pero la idea de que dejarlo crecer y el tiempo que tardaba me hacía dudar el que pudiese perderlo así por así. —Si llega a pasar no me lo creeré aunque te tenga de frente —comenté risueño. Y poco después noté el que se había echado a andar buscando probablemente el nombre u apellido, a lo que le seguí a paso lento pues porque sí, era un chico nuevo y sino sabía dónde estaba el casillero dudaba que tuviese idea de dónde se encontraría su salón de clase. —Te debo un chicle, una pelusa y un Yen entonces —le mostré los dientes en una sonrisa empática—. Efectivamente, no lo soy~ —miré de soslayo la guitarra—. Quizá puedas hacer una canción con mi nombre entonces —comenté un poco al aire jocoso para después retractarme—. Es broma. Le ví frenarse a lo que lo miré estando un par de pasos atrás, viéndolo retroceder hasta alcanzar el que parecía su locker, bostezando mientras lo escuchaba. Con las dos latas de café el día de ayer no me animaba para nada el meterle cafeína al cuerpo, hasta pensaba que me caería mal y todo al estómago. —Si siento que no aguanto quizá lo haga —resolví, ladeando ligeramente la cabeza recibiendo el golpecito como si nada—. Ah, yo voy en la 3-3, pero puedo guiarte a la 3-1 si te parece bien, Bell~ No es como si tuviese prisa ni mucho menos.
Asentí con bastante calma a lo de que el collar había sido la cereza del pastel, porque razón no le faltaba. También era cierto que luego me pilló algo de culpa por no haberme cerciorado de que lo recuperara, entre la llamada de papá y la mierda, y que intenté disculparme con ella así no la encontrara finalmente. Le había horneado galletas y todo, venga. Pero bueno, lo hecho, hecho, y sería hipócrita decir que me moría de remordimiento o algo. Una mentira a secas. Sonreí satisfecha con el ocho punto cinco, que me bajara puntos por las mentitas me echó encima una decepción impostada que no tardé en mitigar. Lo señalé con un dedo, como queriendo captar su atención, y alcé las cejas. —Eh, di lo que quieras, pero la mentita estaba buena. Porque sí, claro que le había quitado una antes de regresarle la caja al pobre imbécil. Si me ponía a hilar fino técnicamente le había robado la condenada mentita, pero estaban los grises de la vida que nos permitían no enloquecer y entre ellos se movía la sutil diferencia de hacerse con un caramelo, un fajo de billetes o un móvil. Al final todo se medía según su valor monetario, ¿verdad? No parecía tan terrible si la mierda equivalía a unos mugrosos centavos. Ahí nadie era malo ni merecía escarmiento. Si no seríamos unos hipócritas. Relajé el brazo para oír el resto y solté una risa breve, encogiéndome de hombros. La verdad que pintas de pijo no tenía, yo tampoco lo era pero un poco asumía que podía disimularlo mejor. ¿Este de aquí? Imposible. Vete a saber qué mierda hacía en el Sakura, si tampoco portaba cara de empollón como para haberse ganado una beca, pero la peste a gang boy me ahuyentaba lo suficiente de buscar respuestas que, al final del día, tampoco me interesaban. También pensé en decirle que no se preocupara, que no me interesaba quedarme con lo que le quitaba a la gente, pero de un momento al otro no me apeteció gastar saliva en eso. No lo consideré necesario, quizás, o preferí abstenerme de abogar por una moralidad que, visto estaba ya, podía pecar de ambigua. —¿Y tú qué onda? ¿Trabajas de eso o algo así? —le pregunté con una tranquilidad estúpida, como si habláramos del clima afuera. Bueno, si la lista de senpais de Hodges no sería digna de estudio o algo. ¿Akaisa-senpai, había dicho? Pequeño que era el mundo. Bueno, si hacía memoria, ¿no la había saludado cuando fue a la 3-3 para almorzar con Kohaku? Y de cualquier forma, ¿qué hacía una tía de segundo involucrándose con tanta gente de tercero? Vete a saber. Sólo reforzaba mi punto de que, probablemente, no era ni tan inocente ni tan mojigata como cualquier cabrón apostaría de buenas a primeras. Que a ver, no estaba diciendo que por ello fuera, no lo sé, un demonio, pero si se movía con soltura entre gente mayor a ella y siendo japonesa era una cosa curiosa. Cuando me incluyó en la lista alcé apenas las cejas, como si no me lo hubiera esperado, pero le imprimió bastante emoción y se me ocurrió, así sin venir a cuento de nada, que era una chica bastante simpática, de hecho. De esas con las que es sencillo conversar y no exigen demasiado. Repasé su expresión, se llevó la mano a a mejilla y la tontería que soltó me aflojó una sonrisa. —No acepto menos que la ofensiva —respondí, pues porque ya me había relajado un poco y sin darme cuenta. Total que apareció una tercera persona de la puta nada, fue un auténtico torbellino que se lanzó encima de Hodges y me echó encima un poco de tensión sólo por la descarga repentina de energía. De hecho retrocedí un poco de puro reflejo, recorriéndola con la mirada. Era otra niña con las puntas del cabello teñidas de rosa y me quiso sonar, pero entre tanto espamento no me funcionaba mucho la neurona. —¡Emi-chan! —saludó animada, colgada del cuello de Hodges por detrás—. ¡Buenos días~! Contenido oculto yo es que ya planeaba aventar a Anna aquí y justo has venido a nombrarla y yo no puedo con nuestro pisces ass ASJAKSAK
Sabía mejor que nadie la clase de imagen que tenía que dar admitiendo tan pancha que andaba revuelta con tanta gente de tercero, y eso que el muchacho posiblemente ni conocía la fama tan nefasta que la mitad de ellos tenían, pero digamos que a aquellas alturas no era que me importase mucho con él. Para empezar, ya se había tenido que dar cuenta así que no tenía mucho caso esconderlo; después estaba el hecho de que era amigo de Kohaku y, sin importar qué, eso me daba ciertos puntos de confianza extra; y, para acabar, me daba un poco igual porque no era ninguna clase de crimen. Tampoco era como si yo formase plenamente del club de corderos degollados que de corderos tenían bastante poco, ¿no? Bueno, por ahora, al menos~ Aunque, venga, si tenía que ser sincera ni yo había sido tan consciente hasta el momento de la cantidad de personas que conocía de tercero. ¡Si es que ahora entendía porque ya no me daba tanto miedo ir por ese pasillo! ¡Eso sí que era madurar y lo demás eran tonterías! Sea como fuere, parecía que mi tontería del equipo de fútbol le había hecho bastante gracia y su respuesta me sacó también una carcajada ligera. —¡Hecho! Reservada la ofensiva para Sugawara-senpai~ Estaba tan metida en la conversación y, bueno, Anna llegó tan como un torbellino, que su presencia logró pillarme completamente desprevenida. No sé como conseguí mantener el equilibro al tirárseme encima, pero en un acto reflejo tensé el cuerpo lo suficiente para no irnos de boca al suelo y fue una vez asegurado eso que me permití finalmente sonreír al distinguir de quién se trataba. >>Buenos días, An-chan~ —contesté, subiendo un poco el tono de voz casi sin darme cuenta, y subí una mano para llevarla hacia uno de los brazos que tenía colgando de mi cuello y poder darle un apretón cariñoso—. ¿Qué tal todo, linda? Había girado el rostro para poder mirarla mejore y dedicarle una sonrisa de lo más alegre, pero justo después de pronunciar la pregunta recordé que había estado acompañada hasta el momento e intercalé un par de miradas fugaces entre ambos. >>Ah, Annie, ¿conoces a Sugawara-senpai? En teoría tenían un montón de conocidos en común, ¿o no? Pero mejor asegurarme antes de cometer algún error al asumir lo que no debía. Contenido oculto repito lo que te he dicho por wa: menudo combo destructor Y ADORO NUESTRO ASS *insertar sticker de pisces tú ya sabes cual*
Tamborileando un poco con los dedos, al ritmo que escuchaba y recitaba en sus auriculares, la albina había puesto pie en la entrada de la academia. Un ritmo nostálgico e incluso algo deprimente, pero bueno, en cierta parte tranquilizante, pero muy embrujante. Cash Rules Everything Around Me. C.R.E.A.M Get the money! Dollar dollar bill, y'all. En general podía sentirse identificada con aquel ritmo deprimente, pero no iba al caso por los momentos. Se acercó al casillero, no se veía del todo motivada por los momentos, tal vez la flojera o el sentirse extenuada. Lo primero que hizo fue meter algunas cosas dentro, y mantuvo consigo el trabajo final del proyecto. El arranque le había hecho hacer el trabajo al menos el doble o quizás el triple de lo indicado, ni idea si el sensei se lo iba a leer todo, pero si no lo hacía, había tabla. Que podía ser una cabrona orgullosa a veces, anda ya. Hacer eso no fue más que un arranque que le salió del forro, perfectamente pudo haber hecho un trabajo normal, pero para empezar, ella no lo era. No se andaba con chiquitas ni resultados mediocres. Cerró el casillero, caminando sin rumbo por los alrededores, a ver si se topaba con algo. It has to be accepted. That what? That life is hectic.
Alcé las cejas cuando me señaló, luego de haberse puesto encima una decepción fingida y su respuesta esta vez sí consiguió hacer que soltara la carcajada. Digamos que no esperaba que se hubiera dado el lujo que quitarle una menta al pobre diablo al que le había sacado la caja, así que eso era una sorpresa de lo más grata. No que me interesara demasiado corromper a nadie, pero si no ponía ni resistencia y luego iba, se levantaba unas mentas y se comía una, bueno, al menos indicaba que sabía divertirse o algo por el estilo. Total que en medio de toda la estupidez me saqué del bolsillo los dulces que me había dado Riamu ayer, que ni idea de por qué cargaba todavía, y me llevé un par de las monedillas esas a la boca en lo que escuchaba la pregunta de la bonita pelirroja aquí presente. Mi foco de atención en general daba bastante pena, así que no había notado a Yumemi por ahí por estar ocupado con Pierce y su cleptomanía. Mastiqué un par de segundos, regresé el resto al bolsillo y se me escapó otra risa mucho más controlada. Ni idea de si había preguntado en serio, por hacer el tonto o qué cojones, pero el caso es que había acertado como una campeona y lo había soltado como si estuviéramos allí hablando de películas nada más. La vi jugar con su cabello, respirar y un poco porque sí recosté la espalda en la fila de casilleros también. —Trabajaba —corregí soltando el aire por la nariz y giré el rostro para encontrar sus ojos, con la sonrisa pegada en los labios—, pero desde hace años lo dejé porque la cara ya no me ayudaba. Cuesta mucho montarse el teatro cuando pareces hijo de la yakuza, pero de todas formas aparecieron algunos que me relevaron y hacen el trabajo mejor que yo, para qué mentirnos. Sin embargo, sé reconocer a las joyitas cuando aparecen~
Al final ayer todo había ido más que bien con Kurosawa, pudimos trabajar en el proyecto y le volví a agradecer las galletas antes de separarnos. En el gimnasio las habían pillado en mi mochila y estuvieron a punto de comérselas, los muy cabrones, por suerte los pillé de los pelos y los amenacé con perder las bolas si se acercaban a menos de tres metros de mi locker. Pobres para los que hubieran guardado sus cosas al lado, ¿no? Pero bueno, tendrían que comerse su propia mierda. Me llevé las galletas a casa, todo el impulso por defenderlas había salido, vete a saber, de una suerte de orgullo personal y también porque quería compartirlas con mamá. Luego de cenar nos echamos en el sofá a ver tele un rato y las traje de arriba, dejando el tupper entre ambas. Nos las zampamos en quince minutos, si éramos el mismo tipo de idiotas, y cuando me preguntó de dónde las había sacado me dio mucha pereza entrar en detalles, de modo que lo resolví en pocas palabras. Que me las había dado una amiga, dije, y así Kurosawa no fuera exactamente eso igual me di cuenta que había alguien dispuesto a hornear y regalarme galletas. Y también estaban Jez, y Emi, y Kohaku, y Altan. Mamá me acarició el cabello y me concedió una sonrisa estúpidamente cálida, podría jurar que también brilló con una alegría casi infantil. Debería haber permanecido allí, darme cuenta que era más que suficiente y quitarme el veneno de adentro. Debería haberlo dejado ir. Pero no podía. Y le escribí al Krait. Al llegar a la escuela distinguí a Emi sin problema, me estaba dando la espalda en lo que charlaba con un chico que ni idea quién era, pero eso nunca iría a detenerme. Me le eché encima, con la energía de toda la vida, y cuando recibí sus ojos le concedí una amplia sonrisa. Asentí, aflojando el agarre hasta regresarle su espacio. —Todo bien, ¿y tú? No había pretendido ignorar al muchacho misterioso, sólo era que Emi había sido mi prioridad. En cuanto Hodges lo mencionó me volví hacia él, parpadeando, y lo miré bien ya que ¿se suponía que lo conociera? Al menos esa sensación me había dado la pregunta de Emily. El moreno se notaba un poquito incómodo con mi presencia pero no moví un dedo para modificar la situación o hacerme cargo de ella. No era así como que la mejor del mundo lidiando con introvertidos. —Nop —resolví, alegre, y volví los ojos a Emi—. ¿Por? ¿Debería? No había esperado exactamente que la tontería de las mentitas le arrancara una genuina carcajada, así que me descolocó un poco y me quedé allí hasta que volví a reaccionar y esbocé una sonrisa pequeña, apenas un remedo de la diversión que él había soltado de la puta nada. No lo había sentido como una burla de todos modos, lo tiré más por el lado de la incredulidad y bueno, no iría a culparlo. Si se suponía que era una niña buena, responsable, diligente y todo eso, ¿qué hacía robándole mentitas a desconocidos? Hablando de caramelos y cosas, lo vi sacarse esas moneditas del bolsillo pero no hice mayor cosa al respecto. Si acaso se me había ocurrido molestarlo con no convidar, pero no lo conocía de nada y la confianza no me daba para tanto, así que sólo lo dejé allí. Lo seguí de soslayo en lo que recostaba la espalda en los casilleros también, pobres los diablos a los que estuviéramos bloqueándoles los lockers, y el cabello suelto se me quebró entre las manos. Me dio pena e hice un mohín pero lo dejé correr casi al instante, en lo que se disponía a responderme y abocaba mi atención en él. A ver, me sorprendió de poco a nada. Pintas de ciudadano modelo claramente no tenía, si parecía que se esforzaba y todo por que lo criminal se le notara fuera adonde fuera. Lo de que la cara no ayudaba me arrancó una sonrisa divertida que sólo se acentuó luego de lo otro, de ser hijo de la yakuza, y repasé sus facciones ya que lo había traído a colación. Como tal no lo había pensado pero vaya que tenía razón, ni siquiera le daría dieciocho si me hubiese preguntado. Bueno, también a mí me habían dicho que aparentaba más edad así que podía entender el sentimiento. La estupidez de las joyitas me regresó la satisfacción tonta al cuerpo, suavicé la sonrisa y entorné apenas la mirada, desviándola al frente. No, si estaba en mi puta salsa. —¿Debería sentirme halagada, Honey? —indagué, más en broma que otra cosa, y me encogí de hombros, volviendo a mirarlo de reojo—. Igual intuyo que sí, ¿verdad? ¿Qué mejor que un niño con cara de ángel o una encantadora señorita para bajar la guardia? ¿Acababa de considerarme una encantadora señorita o algo así? Oh, well, si a veces el orgullo me alcanzaba para tirar manteca al techo y eso ya estaba visto. Al menos el cabrón este no se había espantado ni nada luego de mi numerito de la fiesta, y eso me ayudó a pensar que quizá lo recordaba peor de lo que había sido o qué sé yo. Como fuera, hacer de cuenta que nada había pasado me ayudaba un huevo a ser la misma de siempre.
Seguí a Anna con la mirada en cuanto se soltó, fijándome en sus reacciones y en las del pobre chico también, dándome cuenta apenas al ver la expresión de la chica que había hecho lo correcto al no haber asumido que se conocían de antemano. Bueno, aún estaba verde en cuanto a información sobre los amigos pandilleros de Anna, así que me podía permitir un error aquí y allá. Extendí el brazo hasta alcanzar el suyo y acabé entrelazando mis dedos con los contrarios, haciéndome con su mano y comenzando a balancear un poco ambas. Lo hice sin pensar mucho, solo porque me pintó y ya, y digamos que tenía la convicción de que a Anna no le molestaría porque... ¿no que siempre acabábamos toqueteándonos todo el rato? La cuestión es que la chica confirmó que no lo conocía y el mayor parecía algo incómodo, así que pensé que mejor no me iba mucho de la lengua solo por si acaso. Negué ligeramente con la cabeza y volví a intercalar miradas entre ambos, con una sonrisa suave. —Nope, pensé que quizás se había dado la casualidad~ Bueno, pues él es Sugawara-senpai y ella es Anna, va a segundo como yo~ —hice una presentación exprés, aunque sin perder nunca el tono educado con ello, y cuando terminé con eso, intenté llamar la atención de la chica de nuevo tironeando de su mano con cierta emoción—. ¡Annie! Estábamos haciendo un equipo de fútbol con los de tercero. ¿Tú qué crees? ¿Sonnen-senpai iría mejor en la defensa o en la ofensiva? Contenido oculto may i point out que ahora sí que las cintas de las niñas están fucking conjuntadas???? tú a mí no me engañas, eso ha sido a propósito (???
En cualquier otra circunstancia era posible que hubiese pensado que esta chica era rígida que te cagas, no como Allen posiblemente, pero que no le andaba muy lejos. Era alta, con ese aire casi sofisticado y podría tener los dieciocho si acaso, pero parecía mayor quizás por un revoltijo de circunstancias. En ese sentido los dos entrábamos en la misma categoría, no teníamos cara de críos incluso si a ojos del resto seguíamos siéndolo. Era una ventaja y una maldición al mismo tiempo. Pasaba que la había conocido ya pasada del alcohol y con el castigo ese estúpido de por medio, así que ya ilusión se había roto o algo así. No me había parado a pensar que le estábamos estorbando a nadie, que de por sí hasta me gustaba estorbar de forma consciente así que no importaba demasiado y solté una risa por la nariz al ver el mohín que hizo cuando el cabello se le quebró entre las manos. Podía ser extrañamente infantil, como si fracciones de su personalidad genuina se colaran por debajo o algo así y, no sé, era hasta refrescante por alguna razón. Me revolvía con gente amargada con facilidad, pero aún así no iba a negar que encontrar gente más relajada era un regalo del cielo. Por otro lado iba oliendo por dónde iban los tiros con la rojita esta tan simpática, debía haber en sus movidas una necesidad de éxito muy marcada y, para terminar de hacerla, me recordó a Yako por ese mismo motivo. Una personalidad calmada, centrada, extremadamente diligente que podía reunir personas a su alrededor con la facilidad de los mejores oradores. Su búsqueda por el éxito era activa, pero no agresiva. —Quizás, no lo sé, tú dirás —respondí con evidente diversión en la voz y me desinflé los pulmones sin prisa—. Claro que en eso tienes toda la razón, encantadora señorita. La gente baja mucho la guardia con los cara de bebé y las chicas bonitas. Pero, vamos, ¿quién podría culparlos? Bueno, ¿y ahora sí le tiraba caña? En fin. Estaba por decir algo cuando otra mata de cabello rojo, de un color casi idéntico al de Pierce, se apareció delante de ambos y aunque me pareció que se tensaba por mi presencia volcó toda la atención en la muchacha, dedicándole una sonrisa de lo más amplia. Poco o nada le faltaba para agitar la cola como un perrito si debía ser honesto, así que asumí de lleno que era el chico que había quedado sin hierba en la partida de beer pong. —Morning, Sash —saludó con tono tranquilo—, perdona por interrumpirte, pero tú y yo tenemos un almuercito pendiente. ¡Así que despeja tu agenda para hoy! Tendrás el mejor almuerzo de tu vida o bueno, algo así, se hace lo que se puede. ¿Qué podía haberme ido? Pues sí, pero no me apetecía del todo. Contenido oculto se me resbaló un Maze por aquí, agárralo que si no se cae y pobrecillo (? Me hace gracia que vine a contestar después de gabi JAJAJA what is this
Dios, qué sueño tenía. Justo en día de semana se me tenía que haber ocurrido aventarme una maratón para acabar la temporada de la serie que estaba viendo. Vete a saber a qué hora me había dormido y encima a eso de las cinco Hanabi tuvo otra de sus pesadillas. Nada nuevo, de vez en cuando le ocurría y bueno, sólo quedaba vivir con ello. Había habido épocas muchísimo peores. Cuestión que sus gritos nos despertaron y mamá se encargó de tranquilizarla mientras yo observaba la situación desde el marco de la puerta. Cuando consideré que todo iba bajo control les deseé buenas noches y regresé a mi habitación, aunque me costó volver a dormir. La alarma sonó y sentí que, de hecho, no lo había logrado. Para colmo Kohaku seguía desaparecido y no hubo nadie que me entretuviera en el camino de ida a la escuela. Dios, qué jodido aburrimiento. Entré a los casilleros con bastante pereza, eché un vistazo alrededor y le dediqué una sonrisa a Pierce al segundo que nuestras miradas chocaron. —Buen día~ ¿Todo en orden? Claramente me refería al proyecto, claro, y asumí que le daría la inteligencia para entenderme. No tenía idea si le hacía gracia o no tratar conmigo, intuía que no pero, siendo el caso, lo disimulaba bastante bien. —Sí, nada de qué preocuparse. Asentí apenas, como aprobando su respuesta, y seguí camino hacia mi casillero. No reparé mucho en el rubio que la acompañaba, sólo le eché un vistazo a la pasada. Comencé a cambiarme los zapatos, bostezando de vuelta, y noté al vuelo que una chica parecía estar sufriendo de lo mismo a mi lado. La repasé con cierta indiferencia, el cabello rosa y los ojos a juego. Si no parecería una muñequita de azúcar o algo~ —Qué pereza da estar vivo tan temprano, ¿no? —comenté al aire, con la suavidad usual, pues porque sí—. Debería ser ilegal. Contenido oculto wey surprise se me había ocurrido aventártela desde el viernes o así? pero la neurona me falló al postear adjsak sO HERE I AM, SURPRISE I SAID Era consciente de que a veces me movía por espectros que podrían considerarse disímiles a secas, aunque yo no lo viera del todo así. Qué sé yo, no me creía que el mundo fuera tan blanco o negro como para no poder ser responsable y relajada al mismo tiempo, o que un perfeccionista no supiera divertirse. Quizá no tuviera el espíritu indómito de otros y prefiriera pensar las cosas antes de hacerlas, pero eso no me convertía en un autómata o un cacho de cartón. Además, todo el rollo de la diligencia había empezado con bastante fuerza tras la muerte de Eloise. De pequeña, en Australia, había sido una niña totalmente ordinaria, puede que incluso un poco caprichosa. Tenía algún que otro recuerdo de unos buenos berrinches, y las veces que me había pillado la noche andando en patineta con mis amigos así me hubieran pedido que regresara antes. Luego todo se enderezó o, más bien, me forzaron a enderezarme. O me forcé yo solita. Qué sabía yo. Si me pedían que diseccionara mi personalidad entre las partes genuinas y las falsas, lo cierto era que no tenía puta idea. Me gustaba creer que todo era yo, por más contradictorio que resultara. Podía ser yo y estaba bien porque nada era blanco o negro, aunque muchas veces la idea fuera tentadora. La respuesta tan ambigua que me brindó sólo contribuyó a la diversión que nos habíamos montado un poco del aire. Digamos que no necesitaba mucho para entretenerme o tontear, si acaso una apertura que me asegurara cierto intercambio fluido. Había regresado la vista a él, de modo que me imprimí su respuesta sin problema y a quién mierda iba a engañar, no me decepcionó ni un poquito. —¿Verdad? —murmuré, casi que sedosa, y regresé el cuerpo en su dirección—. Si no seremos peligrosos y todo para... La neurona se me anuló al reconocer a Morgan por el rabillo del ojo. Le regresé el saludo, respondí sobre el proyecto y justito detrás suyo apareció Maze. Me pilló bastante desprevenida, recordé de repente que al final no le había dejado las galletas en el casillero y el corazón me martilleó en el pecho, fue un boost repentino de pura ansiedad que no duró mucho, pero me obligó a maldecirme mentalmente. Total que su sonrisa fue tan amplia que no vi por dónde no reflejarla, tapando por completo lo que venía pensando, y meneé la cabeza suavemente a lo de que estaba interrumpiendo. Era una estupidez, sólo estaba invitándome a almorzar como siempre, pero eso disolvió en un santiamén las dudas que me habían estado comiendo la cabeza hacía quince minutos. Era una tontería, ¿no? Lo sabía, era obvio. —¿Lo tenemos? —repliqué, confundida, ¿ese no era el que habíamos pasado con Saku-chan? Oh, well, no que fuera a quejarme. Su entusiasmo me arrancó una risa suave—. Sure, hon, ¡reservado queda! No estaba muy segura de cómo proceder, así que se me ocurrió fungir de bandera de la paz y crucé los brazos bajo el pecho, buscando los ojos del rubio. —Ah, Maze, ¿recuerdas el beer pong que jugamos? Aquí está el señor presente, in the flesh. Ya lo identifiqué para recuperar tu hierba cuando se distraiga, pero no le digas, es un secreto~ —Volteé ligeramente hacia Honeyguide y le sonreí, divertida—. No se te ocurra bajar la guardia, ¿eh? Aunque tampoco podría culparte~ Contenido oculto hola maze bb i lov u *holds him* woah dos husbandos de pau, tremendo combo 10/10
Contenido oculto: culpo a esta rola de lo que sea que pasó con Arata en ese post Igual era yo o nosotros, los de la calle como entidad, los que separábamos tanto las actitudes de una persona hasta crear blancos y negros. Suponía que tenía que ver con que nos deshacíamos de muchas cosas de forma voluntaria o no para sobrevivir en las sombras, dejábamos atrás nuestras actitudes infantiles, nuestra edad real y dejábamos que la oscuridad nos rodeara dándonos nuevos matices, que nada tenían que ver con lo que fuimos alguna vez y nos desprendíamos de ello. Muchos dejábamos atrás nuestra capacidad de demostrar emociones, de amar a secas, y nos movíamos por inercia, sabiendo que si nos estancábamos el agua iba a ponerse turbia, sucia y nos iba a envenenar. Igual nos lo merecíamos. No tener sueños, perder la alegría infantil, morir en el mismo hueco en el que habíamos nacido. Pero no importaba si sacábamos a los demás del campo de tiro, ¿o sí? El pelirrojo este era una personalidad de lo más extraña, me recordaba un poco a Yako y quizás a Ishikawa y Cayden. Parecían hechos de aire o lo imitaban perfectamente, se movían con ligereza, giraban y giraban, pero nunca se conectaban, vivían de sonrisas, de conversaciones livianas y de escaparse entre los dedos de todo el mundo. Creía recordar haberlo visto por las noches en los parques mientras yo andaba en mis mierdas, se revolvía con todo Dios y quizás alguna vez, siendo más jóvenes, se había llevado palizas por meterse con chicas que no estaban tan libres como parecía. ¿Lo habrían dejado tirado en un callejón alguna vez, como a Sonnen, ahogándose en su sangre? La tensión de su cuerpo al verme decía que sí, lo gritaba por todas partes, y aunque me divertía verlo cagado hasta las patas por mi presencia cuando era claro que no iba a hacerle nada, pensar en eso, en el escenario que había visto en Taito, de repente me hizo sentir algo remotamente parecido a la lástima así que me callé y los dejé ser. Asintió con rapidez cuando la chica preguntó si tenían un almuerzo pendiente y la sonrisa se le amplió más de ser posible a pesar de la cuota de tensión que le bañaba el cuerpo. —Podemos almorzar en tu clase, ¡o en el patio! ¿Quizás la azotea? Bueno, no sé, te busco en el receso y tú eliges, ¿qué tal? —Habló bastante rápido, con una energía que me recordó a la de la muchacha, y luego pareció parar el carro ligeramente, su sonrisa fue mucho más sosegada e incluso a mí me calmó un poco el culo inquieto—. Por cierto, gracias por los postres de estos días. La chica encontró mis ojos y entendí que de alguna forma estaba levantando una banderita blanca de paz, allí en medio de los casilleros, así que cedí solo porque tenía en el fondo de la cabeza las imágenes del domingo en la madrugada. Se me aflojó una risilla al escuchar que me tenía ubicado para recuperar la hierba del pelirrojo y me encogí de hombros. Una parte ya la había gastado, hasta le había compartido a Riamu, así que bueno, daba un poco lo mismo. —El mismísimo loco de los cuchillos en cuerpo y alma —añadí por la gracia y el otro me repasó con la vista. —Confío en Sash para recuperar la mercancía perdida, así que cuidado~ —soltó el pelirrojo, hubo algo bastante ambiguo en la oración, pero lo dejé correr—. Eh, Sa-chan, ¿todavía no sabes cómo se llama, like for real? —¿Quieres matar la magia? Qué aguafiestas, rojito~ —Permaneció allí, expectante, así que solté el aire por la nariz—. Shimizu. Shimizu Arata. —¿Agua pura? ¿Y cambio? No, ¿gran tormenta? —Me pareció que repasaba los kanjis en la cabeza. Total que acabó por sonreír de nuevo, como si no supiera hacer otra cosa y me puso de los nervios por las personas a las que me recordaba, que parecían cerradas a cal y canto. —La segunda, rojito —regresé la vista a la chica entonces—. ¿Tendré que vigilarte las manos entonces, Pierce? Contenido oculto damn tengo que dejar de contestar el rol con whisky en la sangre combo de husbandos para belu-chan uwuwuw
Las pocas ganas que tenía de quedarme rondando por ahí solo eran comparables a las que tenía por subir a clase, pero viendo el panorama que había por la zona... parecía que era la única opción que tenía. A ver, también podía saltarme las clases y quedarme durmiendo en la enfermería, pero lo cierto era que pretendía mantener mi expediente lo más limpio posible y suficiente tenía por el momento con la falta injustificada del día anterior. Así pues, cerré el casillero y estuve a punto de redirigir mis pasos hacia el pasillo cuando escuché una voz femenina a mi lado. Motivos para pensar que había sido hacia mí no tenía, en realidad, porque la muchacha habló bastante al aire y qué sé yo, no había realmente nadie más lo suficientemente cerca, pero quizás sí hubiese alguien que podía habérseme pasado desapercibido. De todas formas, al terminar de procesar sus palabras me di cuenta que, sí, solo podía estar hablándome a mí; que seguramente me había visto bostezando y, bueno, siendo un zombie viviente, y de ahí sus palabras. —Concuerdo~ Y además nos tienen aquí metidos hasta tan tarde, ¿no cuenta como maltrato infantil o algo? Hice un puchero mientras me quejaba e inmediatamente después me di media vuelta, para poder mirar a la muchacha mejor. La repasé con la vista en un gesto vago, fue cosa de inercia más que nada, y acabé por dedicarle una sonrisa suave cuando volví a su rostro. >>Yumemi Riamu, un placer~ ¿Con quién tengo el honor de estar hablando? Bueno, era una chica bastante linda, ya de paso~ Contenido oculto oh my gosh una reina me ha hablado *panic in gay*