Sasha parecía bastante apurada, la verdad. No sabía de que se trataba todo esto, pero la seguí campante, con las manos en los bolsillos. Por sus movimientos, su sonrisa, y su actitud, parecía que iba a darle una sorpresa, o jugarle una broma, a alguien. Me encogí de hombros, guardando la entrada de nuevo, y la seguí con la vista luego, mientras inspeccionaba por encima de los casilleros. De más está decir que no se me escapó una sonrisa. Tanta energía infantil resultaba contagiosa, la verdad, y lograba sacarme un poco la modorra de la mañana de encima. — ¿Misión secreta? ¿Podemos usar códigos y nombres claves? O tal vez tengas que borrarme la memoria luego, puedo ser un doble espía —bromeé, mientras dejaba que me llevara entre estudiantes que se preparaban por iniciar el día. Prontamente, llegamos a destino, la muchacha abriendo un locker que parecía ajeno, y depositando una caja sobre unos zapatos. Parecía primorosamente decorada, con un sencillo lazo dorado. Levanté una ceja, divertido. Le escribió "postre" arriba, una de las pocas palabras que podía leer en japonés. Era de las que me interesaban, principalmente. Después de dejar el paquete, me siguió arrastrando, esta vez hacia el final de la línea de los casilleros. Parecía como si hubiera cumplido una misión secreta que guardara dentro de sí el futuro del mundo tal cual lo conocíamos. Puede que en estos momentos nos estuviera espiando un megalómano ruso-iraquí-alemán a través de moscas con cámaras en vez de ojos. — Misión cumplida, supongo. Espero que el agente logre encontrar el dead drop antes que las fuerzas de Piraña. La sociedad moderna podría colapsar si esos secretos logran salir al aire. ¿Supongo que aseguraste el paquete con listones-sierra triples, y dentro del mismo hay bombas de brillantina cegadoras ultra? —comenté, asumiendo la mejor pose que tenía de agente secreto. Me faltaba un traje nomás, y un martini. Dejé de lado la persona teatral con una risotada, y le guiñé un ojo. — Yo todo bien, por suerte. Tenía sueño hasta hace unos segundos, pero todo el rollo de espías secretos hizo que mi cerebro trabajara y ahora estoy despierto. Y la vida me trata bien. Tan bien, que pensé luego en ir a por un café. ¿Tienes alguna recomendación en la zona? Oh, y también un lugar en donde comprar café de verdad. Uno se acostumbra a la excelencia en casa, y luego cuando viaja, el paladar se le confunde. Sonreí, apoyándome yo también en los casilleros, y mirando alrededor. Debería apurarme un poco para llegar a clases, pero no me encontraba de mucho humor para eso, la verdad. Todavía había tiempo. Volví a posar mis ojos en los grises de ella. Giré un poco al cabeza, en un dejo de preocupación. — ¿Tú estás bien? Se te nota algo cansada.
Bueno, bueno, ¿acaso no acababa de conseguir almuercitos de Emi así por la pura gracia de haber estado molestándola hasta el cansancio? Sonaba a un plan sólido, uno al que no debería acostumbrarme... ¡pero las recompensas eran demasiado buenas! Me quedé sonriendo como tonta al ella aceptar y sólo recuperé la diversión inicial cuando nos zambullimos en la bolsa. No me avergonzaba nada porque era Emi y ya me conocía, así hubieran sido apenas dos semanas, lo cierto era que ya habíamos ido a dos fiestas juntas, al cine, bebido como estúpidas, la había arrastrado a Kabukicho, quedamos en mi casa, nos arreglamos juntas, bailamos, nos zampamos frituras y vimos Orgullo y Prejuicio. Háblame de friendship goals, ni idea. Su beso en la mejilla me sacó un poco de base, pensé que iba a bañarme a preguntas, pero en su lugar sólo me deseó suerte y comprendí que, bueno, había entendido. Me erguí a la par que ella, alisándome un poquito la falda, y le concedí una sonrisa llena de cariño y un poquito de nervios. Estaba por lanzarme de cabeza a un océano enorme, al fin y al cabo. —Gracias, Em. —Me balanceé suavemente sobre los talones y entrelacé las manos a la espalda, negando con la cabeza—. Nop, no espero a nadie. Me eché la bolsa gigante al hombro de vuelta, alcancé el brazo de Emi y me enganché a él, irguiéndome con la nariz bien en alto. —Oh, excelentísima y bella dama, ¿me concedería el honor de acompañarme a mi clase?
Me había comido otro cuadrito de brownie antes de volver a tapar la caja para poder cambiarme los zapatos y todo el asunto, porque había que verme nada más, me distrajo una caja con postre como si tuviese tres años. Nada que hacerle, tocaba admitir que una de las prioridades en la vida eran los buenos dulces y allí estaba yo, con comida gratis sin tener idea de qué había hecho para ganármela. Estaba cerrando la puerta del casillero mientras me acomodaba el zapato de un par de golpecitos en el suelo cuando me pareció notar con el rabillo que una silueta se acercaba a mí. Giré el cuerpo cuando me quedó claro que sí, que era a mí a quien se dirigía y reflejé su sonrisa cordial con una facilidad estúpida como respuesta a su saludo incluso si no me sonaba haberle visto la cara nunca en los días que llevaba en el Sakura. Además saltaba un poco a la vista que no tenía un máster en socializar, así que era lo menos que podía hacer. —¿Con mechas rosadas? —pregunté aunque fue un poco para mí mismo y traté de hacer memoria, a ver si ubicaba a alguna chica que calzara con la descripción que el muchacho me estaba dando, claramente no logré nada de forma que negué con la cabeza—. Me parece que no. ¿Quizás ya subió a su clase? ¿Sabes a cuál va? Abrí un poco más los ojos al caer en que ni siquiera sabía si el chico era nuevo o qué demonios, que tenía toda la pinta con el desorden que manejaba esa escuela con los ingresos. —O quizás se le hizo algo tarde, seguro si la esperas un momento aparece. —Amplié un poco más la sonrisa sin restarle tranquilidad a mis facciones—. Si te aburre esperarla solo te puedo hacer compañía. Contenido oculto aquí rodando en los niños de belu, what else is new *gritos de perra loca*
Bueno, el chico era en efecto amable, puntos para mis habilidades deductivas o mi suerte, vete a saber. Era como mínimo una buena decisión para meter a la bolsa. Aguardé con una expresión bastante neutral en lo que intentaba hacer memoria y me encogí de hombros tras recibir su respuesta. Observé los alrededores por el rabillo, como un gato silvestre, antes de regresar la mirada al muchacho. Había algo tosco en mi semblante usual que me costaba manejar, digamos que estar serio solía darme la apariencia de cargarme una mala hostia del demonio aunque no fuera el caso. Como fuera, que el chico se veía amable y no me costó tanto reflejar su sonrisa. —A la 3-1 va, pero acordamos en encontrarnos aquí. Es un poco despistada así que vete a saber. Confiaba en la importancia que todo esto tenía para Aya y decidí que lo mejor sería esperarla un rato más, no me gustaría que llegara tarde a su clase por yo haberme ido y ella quedarse aguardando. A todo esto, podía llamarla, ¿no? Palpé mis bolsillos y fruncí el ceño. Probé los del blazer, de los pantalones, metí la mano en el bolso y bufé. Genial. Le lancé una mirada al chico frente a mí y esbocé una sonrisa entre avergonzada e incómoda, vete a saber. No era su presencia como tal, sólo eran mis nervios. —Olvidé el móvil —avisé porque, ¿pues por qué? ¿Qué mierda le importaban mis despistes? Ya cálmate, Haru. Inhalé por la nariz, cargándome los pulmones, y un poco por inercia lo contuve al notar que abría los ojos, como si hubiera notado algo. Su invitación a hacerme compañía me sacó de base pero no me desagradó ni nada. —Eh, claro —acepté, reflejando su expresión, sólo que no tan relajado, y asentí con la cabeza a modo de saludo—. Sugawara, un gusto. ¿Vas a tercero, imagino? Contenido oculto pobre criatura se habría muerto si se lo lanzaba a arata (? also *big uwu*
Si tenía cara de mala hostia o no me importó bastante poco, en sí no me costó darme cuenta de que debía ser porque era más introvertido que pagado a hacer y quizás hasta nervioso, además de que mi ligereza acabó por ayudarlo a reflejarme los gestos con algo más de soltura. En rasgos generales no sabría decir si me recordaba a un gato a medio domesticar o a una comadreja nerviosa que te cagas, independientemente no me parecía mal chico así que era igual. ¿A la clase de Alisha? Pedazo de lotería se había ganado. Lo vi buscar hasta en el último de los bolsillos sin éxito hasta que admitió que había olvidado el móvil. Este pobre chico no estaba teniendo lo que se dice una mañana de diez, pero bueno, peor habría sido para él acercarse a hablar con el rubio que parecía que tenía Gangsta's Paradise sonando en bucle en la cabeza. Que dicho fuese el caso, hasta ahora me fijaba que no podía ser otro que el de la partida de beer pong con Sasha y el cabrón apestada a desastre aquí o en la China. Ya incluso en la fiesta me había puesto jodidamente nervioso, con la de veces que me había llevado palizas de los de su tipo. —Qué mala pata —respondí a lo del olvido y solté el resto solo porque me pasó por la cabeza—. Si te sabes su número puedes llamarla del mío. En realidad cuando lo vi tomar aire me quedó clarísimo que o había sabido leer el ambiente o había tenido suerte en su elección sin pensar, porque a este muchacho parecía que haberle hablado a cualquier otro ser humano podía haberlo matado de un venazo. Ni Swallowtail me parecía tan nervioso a ojos de todo Dios, quizás porque lo suyo estaba más focalizado, qué iba yo a saber. Sugawara entonces. Asentí con la cabeza cuando quiso corroborar si iba a tercero. —A la 3-2. Soy Mason, el gusto es mío —dije con el tono ligero de siempre—. ¿Eres nuevo o vas a decirme que estás en mi clase y no te vi nunca? Porque eso sería muy vergonzoso para mí. Aunque la verdad era que no me fijaba mucho en la gente con la que compartía clase, filtraba el mundo de forma muy visual así que si algo no me llamaba la atención en el primer mapeo solo acababa por descartarlo. Contenido oculto confirmamos que arata lo mataba en dos segundos? confirmamos
Avancé torpemente hacia la entrada, con las piernas temblándome a cada paso. ¡No estaba nerviosa en lo absoluto! Y tampoco era por el frío que hacía esa mañana que, de hecho, me resultaba agradable de sentir contra mi rostro tan temprano. Pero no, no, nada de eso. Tan solo estaba un pelín emocionada. E Ilusionada. Y Feliz. Bastante. Se me escapaban risitas tontas y tarareaba una melodía alegre mientras caminaba, acercándome al fin a mi destino. Quien iba a decirme que ir al instituto volvería a ser algo que me hiciera feliz. Este año en el que Haru abandonó la casa nuestros padres fueron todavía más estrictos conmigo, y si no sacaba las notas que esperaban de mí recibía grandes reprimendas y castigos que me resultaban injustos. Eso a veces me hacía dudar de si en verdad nos querían, y aunque era tratada super bien cuando lograba lo que esperaban de mí, no sabía si era por mí misma por crecer como persona o si era solo por mis logros académicos. Aún así me sentía incapaz de darles un disgusto, porque soy afortunada de vivir con muchas comodidades y tener la oportunidad de estudiar tanto como quisiera, prefería que Haru pudiese tener libertad lejos de demandas que a veces eran caprichosas. Aunque no sabía cuánto tiempo más iba a poder vivir así. Me sentía atada de pies y manos en casa, hasta asfixiada, y si no fuese por la gentileza del señor Takizawa no estaba segura de lo que habría sucedido conmigo. Ese idiota. Jamás de los jamases le contaré que solía ir a su cuarto cuando me sentía mal, con la ligera esperanza de que volviese a estar ahí algún día. A lo mejor se burlaría de lo infantil que era. Pensándolo bien, no me importaba ser infantil si eso hacía que me prestara un poco más de atención. Puede que le haya mentido un par de veces solo porque quería verlo, pero ya no tendría que ser así a partir de ahora. Porque aunque seguíamos sin vivir en la misma casa, ya no estaba tan lejos de él. Ahora podría verlo a diario, y solo eso era suficiente para que mi corazón estuviese tranquilo. Porque si yo me sentía sola teniendo gente en casa, ¿qué tan solo se sentiría Haru viviendo sin nadie? ¿Podría el pequeño Kiro llenar ese vacío? Me preocupaba. Bueno, que aquí ahora lo que importaba era encontrar a Haru, así que empecé a buscarlo nada más llegar a los casilleros, moviéndome inquieta de un lado al otro. Había un montón de rostros desconocidos que esperaba tener el gusto de conocer pronto, y quizá más pronto de lo que creía porque encontré a mi hermano hablando con alguien que no me sonaba de nada. ¿Ya estaba haciendo amistades? ¿Él? ¿Tan pronto? Eso me hacía sentir orgullosa. Me acerqué a ellos con calma, sonriente, y me paré en seco a su lado, no siendo mi intención el asustarlo ni nada, pues sabía que venir ya le habría puesto lo suficientemente nervioso como para sorprenderse de cualquier cosa. —No va a la 3-2, ¡y tampoco va a mi clase! —Hice un mohín, entrometiéndome en su conversación sin darme cuenta. Recordar que no íbamos a la misma clase me puso algo triste y no pude evitar quejarme, pero rápidamente sonreí de nuevo al abrazarlo—. ¡Muy buenos días, Haru! ¿Me estabas esperando? ¡Seguro que sí! Le dije al señor Takizawa que quería venir caminando a la escuela a ver si te encontraba y te daba yo una sorpresa, ¡pero debí de avisarte, jo! Asi que como se me hizo tarde pensé en esperarte aquí, pero te me has adelantado. Y todo porque me perdí. Eso no puedo contárselo. Me separé de él, no es que fuese mi intención meterme tanto en su espacio, pero tampoco quería alejarme del todo de él. Solo por hoy, al menos. Apoyé mi cabeza en su hombro y abracé su brazo, mirando con curiosidad al muchacho que teníamos delante. —¡Hola! Perdona por interrumpir de esta forma, no era mi intención ser una maleducada. ¡Tienes una sonrisa muy bonita! —Era un simple comentario inocente, de verdad que lo decía en serio. Simplemente me hacía ilusión que alguien tratase tan bien a Haru en su primer día después de tanto, eso podría ayudarlo a sentirse bien en volver a clases—. ¿Tu nombre es Mason? ¡Encantada! Yo soy Ayako Sugawara, su melliza. ¿Quieres ser nuestro amigo? ¡Somos nuevos, pero te prometo que somos buena gente! Igual yo estaba siendo demasiado lanzada. Sabía bien que para tener amigos había que hacer algo más que pedirlo. O al menos, crear confianza entre ellos. Pero quizá esta era una buena oportunidad de incentivar a Haru a hacer amigos y de que no estuviese solo. Porque, hasta donde yo sabía, no es que realmente tuviese amistades en las que confiar. Y, siendo totalmente honesta, yo tampoco. Me estaba comiendo mi propio nerviosismo y ansiedad por él, y no me molestaba, porque estar cerca de él era suficiente para mí. Miré a Haru sonriente, admirando esos bonitos ojos que compartíamos, y cogí su mano. Al menos, nos teníamos el uno al otro. —Estoy contigo —le susurré. Contenido oculto Lo reescribí cuatro veces my lord pero creo que ya entiendo cómo es aya and im happy about that, me alegra poder volver a rolear again so thank you very much por tu paciencia Gigi <3
Su idea de contactar a Aya a través de su móvil me hizo alzar las cejas y entreabrir los labios, aunque de inmediato regresé a la expresión neutra y meneé la cabeza. No iba a ponerme así de pesado con alguien que apenas conocía, no me daba la cara y además ¿no estaba siendo un poco paranoico, ansioso o todo junto? La chica ya iba a aparecer, no había necesidad de inflar tanto el asunto. —Gracias, pero no te preocupes. Confío en el instinto. Seguía bien imbécil soltándole cosas a medio cocinar, como si el chico pudiera adivinar que éramos mellizos y de tanto en tanto compartíamos este instinto, conexión o vete a saber qué para dar por sentado algunas cosas. Volví a concederle una sonrisa al recibir su apellido, asintiendo. Bueno, creo que gradualmente me iba relajando. Creo. Su siguiente pregunta me arrancó una risa bastante breve y floja, pero siguió ayudándome a descomprimir. —No, no, tranquilo: soy nuevo, es mi... Una voz femenina se abrió paso en la conversación y la reconocí al vuelo. Giré el rostro con calma, encontrándome la silueta de Aya a mi lado, y como por arte de magia todas mis facciones se relajaron. No duró mucho, igual, que la niña se me echó encima y tuve que retroceder para no irme a la mierda ni nada, y recordar que estábamos en medio de los casilleros no ayudó en mi tranquilidad. Habló hasta por los codos en lo que me esforzaba por recobrar la compostura, volví a erguirme y la regresé a su espacio con movimientos suaves. Solté el aire por la nariz, repasé sus facciones y le sonreí. —Buen día, Aya. No hizo falta presentarla, claro, ella se encargó solita de todo el trámite. La dejé engancharse a mi brazo como probablemente le habría dejado hacer lo que le saliera del coño y permanecí en silencio, observando el intercambio. Fijé la mirada en ella a lo último, cuando soltó aquello de ser amigos. —Aya, no estamos en preescolar —me quejé, en voz baja. Igual preferí no involucrarme más, que en definitiva era problema del chico lo que hacía con las ideas de Aya. Tampoco tenía pinta de ir a incomodarse, con lo tranquilo que parecía. Un pequeño silencio me lanzó la sensación de que tenía los ojos de Aya puestos sobre mí. Giré el rostro, corroborándolo, y esbocé una sonrisa suave. La tensión volvió a disolverse como azúcar en agua tibia. Sí. Estás conmigo. —Así que —dije al aire, con una cuota de seguridad agregada—. 3-1, 3-2 y 3-3, ¿eh? No sé decir si es mala suerte o satisfactoriamente simétrico.
Acabó por rechazar mi oferta, era de esperarse entre su ansiedad y toda la cosa, pero igual lo había soltado solo por si prefería asegurarse, uno nunca sabía. No le presté particular atención a lo del instinto, total ya estaba visto que se me iba un poco la pinza con ciertos temas así que no iba a ser yo el que pusiera en duda algo como eso. Asentí con la cabeza nada más, por darle algún tipo de respuesta. Igual me alegraba que de alguna forma mis preguntas y gestos lo estuvieran ayudando a relajar un poco el culo, porque el pobrecillo se iba a morir de estrés antes de cumplir veinte a ese paso. Estaba confirmando que era recién llegado cuando una voz se coló en la conversación, la melena rubia apareció en mi campo de visión y entre eso y sus palabras asumí que era la chica que estaba esperando. Los dos tenían los ojos del mismo color, era un azul zafiro, brillante y vivaz. Al chico le acentuaba el aire ya de por sí introvertido de su personalidad por alguna razón y a ella le iluminaban el rostro. Bueno, había tenido la suerte de no caer en la clase de Tolvaj conmigo, eso podía considerarse el triunfo de toda una vida con su personalidad. La chica hablaba hasta por los codos, a cualquier otro seguro le hubiese molestado y de hecho me pareció hasta que el gang dude por excelencia fruncía el ceño al escucharla, pero a mí me hizo gracia. Sus disculpas y el halago lograron aflojarme una risa que permaneció en mi rostro como una sonrisa amplia que hasta me rasgó los ojos. —No te preocupes, de verdad. —Asentí con la cabeza a su pregunta—. David Mason en realidad. Que soltara que eran mellizos me hizo comprender varias cosas de repente, desde que la estuviese esperando hasta lo del instinto, pasando también a que el chico recibiera su energía sin más. Me pareció que él le decía algo por lo de haber preguntado así como si nada si quería que fuésemos amigos; en sí la dinámica era cremita, con la comadreja nerviosa y su melliza que parecía que le habían metido un chute de energía apenas levantarse. —Oye, pues a mí me gustaría que fuésemos amigos. No suena mal realmente. Una cosa era decirlo y otra ponerlo en práctica, ya se lo había dicho a Sasha o se lo había dado a entender al menos. En sí no tenía amistades cercanas, conocía mucha gente y hablaba con todo Dios con una facilidad estúpida, ajustándome a los contenedores como un gas, pero no me abría con nadie ni establecía relaciones que valieran demasiado la pena. Sasha era lo más cercano a una amiga que recordaba tener desde que llegamos a Japón y eso que me la había intentado ligar así apenas empezar, ya luego la cosa se había enderezado. El comentario del muchacho me hizo regresar la atención a él, soltando una risilla baja. —Se ve que ni siquiera se preocuparon mucho por poner a los mellizos juntos. —Repasé a ambos con la vista un poco porque sí, sin motivo en especial—. Los dos son Sugawara así que para no hacerme un lío voy a tener que llamar a alguno por su nombre. Contenido oculto pero y este casi tocho de dónde me salió ashuda
Me sorprendió un poco que Mason asimilara con tanta facilidad lo que Aya le había soltado en toda la cara, aunque en sí no lo demostré, sólo mantuve mi atención puesta en él. Digamos que lograba mitigar los nervios, la incomodidad o lo que fuera cuando algo me ocupaba las suficientes neuronas para abstraerme. Podían ser segundos, minutos o incluso horas, el caso era que intenté definir si la respuesta del muchacho era sincera o mera formalidad. Un poco de ambas, me pareció. Suficiente para mí. Igual no lo miré tanto tiempo, que no vivía de ser puto acosador o algo. Como respuesta a su pseudo invitación colé las manos en los bolsillos del blazer, me encogí de hombros y, gracias a la presencia de Aya, me permití una pequeña cuota adicional de confianza. —¿Por qué no? —solté junto a una pequeña sonrisa—. No viene mal arrancar con el buen pie, para variar. Noté que nos repasaba con la vista, no me incomodó como tal pero sí me hizo preguntarme qué rayos estaría pensando. Como fuera, lo averigüé poco tiempo después. Tenía su punto y me permití ensanchar la sonrisa. —Ella es Aya y yo soy Haru. —Quiero decir, igual nadie nos llamaba por nuestros nombres completos así que ¿para qué ponerme quisquilloso?—. Elige el que más te guste, es una oferta de oro.
Las pequeñas sonrisas de Haru me parecían las más brillantes, bonitas y llenas de luz de todo el mundo, las que más me tranquilizaban y me hacían feliz. Y tener la oportunidad de verlas más a menudo era algo que iba a aprovechar al máximo, iba a hacerle sonreír al menos un poquitito todos los días aunque me costase los dos riñones. Seguí mirando con curiosidad a Mason, tenía un nombre bonito y se notaba a leguas que no era de por aquí, era normal encontrarse con personas de otro país en este tipo de escuelas. Pero me importaba más bien poco de donde era, porque lo único que me importaba era quién era. Su respuesta a mi propuesta de ser amigos me sorprendió, y que Haru también aceptase me sorprendió todavía más. Se notaba que Mason era un encanto de muchacho y me sentía super afortunada de que nuestro primer contacto en el Sakura fuese tan amable. —¿Pero no sería una oferta de oro que nos llamase a ambos por nuestros nombres en vez de tener que escoger a uno? —Comenté pensativa, estaba tan acostumbrada a que me llamasen por mi nombre que no estaba segura de sentirme cómoda del todo si se dirigían hacia mí por mi apellido—. ¡Y nosotros te llamamos David! O como más te guste. Hmm... ¿qué tal Viddy? No, no, espera, creo que es muy pronto para tantas confianzas. ¡Perdona! Son los nervios, espero no haberme pasado. Me mordí el labio sin atreverme a mirarlo, cuando estaba nerviosa o emocionada me ponía a charlar sin parar y era consciente de que podría llegar a abrumar a las personas, o quizá ofenderlas sin darme cuenta. Era increíble que Haru todavía me soportase. Contenido oculto Sowwyyy me ha costado mucho for reasons y además mi wifi está funcionando muy mal para meterme ;-; sowwy sowwy sowwy
Ni siquiera me pasó por la cabeza que el chico se pusiera a leer la naturaleza de mi respuesta, aunque de haberlo sabido habría confirmado que mi respuesta par la rubia había sido un cincuenta y cincuenta de mera formalidad y una respuesta genuina. Lo noté mirarme, nada que me resultara extraño tampoco, pero solo eso y para mi sorpresa estar con su hermana parecía haberle dado algo más de confianza, así que acabó por aceptar. Era una estupidez teniendo en cuenta que mi respuesta no había sido del todo genuina o abierta, pero que aceptara y hasta se permitiese sonreír me alegró de alguna manera. Aunque ya estaba visto que tampoco se necesitaba demasiado para tenerme contento, me acomodaba a lo que fuese llegando y cualquiera diría que de hecho me faltaba ambición en la vida. Poco o nada me interesaba realmente, no sabía vivir de otra manera. Aya y Haru. ¿Haru como primavera o el kanji sería otro? La pregunta de Aya acabó por aflojarme una risilla, lo cierto es que si a ellos no les molestaba tampoco había gran lío en hacerlo, en realidad a mí me facilitaba mucho la tarea porque aunque llevaba años aquí, no terminaba de sentirme a gusto llamando a la gente por su apellido. Recordaba usar los apellidos para referirme a familias, a personas mayores y ya estaba, el resto daba igual y uno sacaba apodos hasta de debajo de las piedras el primer día de conocer a alguien. —Pues si no les molesta puedo hacerlo —admití entonces y alcé un poco las cejas al escuchar el apodo que se le había ocurrido a ella, un poco rebuscado pero daba igual—. Puedes llamarme como quieras, Aya-chan. La gente que conozco suele decirme Maze, estoy acostumbrado a eso, pero si se te ocurren otras no me molestan. Le dediqué una sonrisa tranquila y al caer un poco en cuenta de la hora acabé por acomodarme la cajita de los brownies bajo el brazo, para señalar el interior de la academia con un movimiento de cabeza. —Podemos ir subiendo, ¿no? —Di un respingo al recordar algo de repente—. Si quieren pasar el receso con alguien podemos juntarnos, hoy o cualquier otro día. ¿Qué tal? Contenido oculto la softness hermana i cant handle it, maze los quiere apachurrar or something lo prometo tremendo parkour me marqué *sorbito*
Me habría dado mucha gracia de saber a ciencia cierta que Aya y yo estábamos pensando lo mismo. Una cosa de mellizos, digamos, nos había ocurrido con frecuencia toda la vida. El caso era que yo también creía que había sido una gran cosa haber topado con Mason de buenas a primeras, el muchacho se notaba amable y relajado que te cagas. Ese tipo de gente era mi favorita. Visto estaba ya. La sugerencia de Aya me obligó a regresar mi atención a ella y me encogí de hombros, bastante indiferente. Me daba igual la forma en que los demás me llamaran, en tanto no me exigieran a cambio la misma familiaridad o alguna mierda así. El apodo que se le ocurrió de la nada me hizo gracia y solté una risa de nada por la nariz, subiendo la mano a su cabeza para acariciarle el cabello apenas. Fue una cosa automática, siquiera la razoné. Obvio que iba a estar nerviosa, ¿no? Era su primer día también, y encima también acababa de mudarse a la ciudad. Toda esa situación era peor para Aya que para mí, y a pesar de ello ahí estaba, tragándose los miedos para colocar su mejor sonrisa e intentar animarme. Siempre me estaba cuidando, la muy tonta. Maze, ¿eh? Bueno, igual me quedaría con su apellido de momento así que me daba igual el apodo. Aún así, como la máquina que era, me tomé la molestia de almacenarlo en algún archivo de mi memoria. No me gustaría haberlo olvidado si en un futuro lo necesitaba. Asentí a lo de ir subiendo, que ya debía estar por sonar la campana, y me pregunté si acaso un chico así no tenía que estar rodeado de amigos. ¿No era que así funcionaba el mundo? Bueno, esa cajita parecía un regalo. Ahí había información. Qué va, información había en todas partes. Su invitación me arrancó una sonrisa bastante sincera y miré a Aya, colocando una mano en su espalda para instarla a caminar a mi lado. —Suena bien, ¿verdad, Aya? —acordé, regresando la atención a David—. De paso me cuentas cuáles son los mejores platos de la cafetería, esa información es muy valiosa. Iba a la 3-2, ¿no? Podía esperarlo en la puerta y luego recoger a Aya por la suya con el mismo modus operandi. Era una estupidez, venga, pero la idea de ya contar con alguien para que Aya y yo almorzáramos me instaló una sensación cálida en el pecho. Qué cosas. Contenido oculto woah soft haru pa la banda maze my boy i lov u
Cerré el casillero de un portazo, soltando un suspiro pesado en el proceso, después de haberme cambiado los zapatos. Mi plan, por supuesto, no había sido venir a clases después de haberme comido seis horas de avión en apenas dos días; no había persona humana que pudiese soportar aquello, en serio. Mi madre, por otro lado, molesta por mi poca disposición a ayudarla y "preocupada" por el proyecto al que tanta importancia le había dado, tenía otros planes para mí. Me hizo madrugar, la muy cabrona, incluso estando a casi dos mil kilómetros, y ahora me tenía que comer el jodido día de clase quisiese o no. Claramente no quería, pero ahí estaba, y encima no me apetecía ver a Alethea así que salí incluso más temprano de casa y... ¿ahora qué? No me apetecía entrar a clases ni de coña, podía librarme de ello, pero tampoco me apetecía estar sin hacer nada tantas horas y... se me ocurría algo para solucionar eso también. Seguía cansada y terriblemente molesta con todo, pero si en algo era buena era en fingir como una jodida zorra, así que cuando vi a Arata finalmente aparecer por los casilleros, me acerqué a su posición con una sonrisa suave, como había hecho todos los días hasta el momento. —Shimi-kun, buenos días~ —saludé, sedosa como nunca, y aproveché para deslizar los dedos a lo largo de su brazo en una caricia improvisada, buscando su mirada desde abajo en el proceso—. Oye, ¿tú le harías un par de favores a esta chica tan linda? Prometo saber recompensarte por ello~ Y que no faltasen los pestañeos suaves y los ojitos, por supuesto, ¿qué clase de zorra falsa y aprovechada sería si no? Contenido oculto Yáahl heyo baby, let's be gay and do crimes 7u7 (?)
Vaya sorpresa me llevé cuando al subir a clase el día anterior vi la silueta oscura de Sonnen entrar a su salón, así como el pedazo de carne que estaba hecho, y apenas unos pasos antes de entrar a mi propia aula noté un chispazo rojo sangre detenerse a mi lado. —Te lo dije, un mal augurio. —Fue lo que soltó en un murmuro tosco—. Como le dé un colapso por esforzarse demasiado pago un coche que lo deje en Taitō para que Sugino termine lo que comenzó. Es un imprudente de mierda. El puto imbécil obviamente no regresó a casa después de clase, pagó un Uber y se largó a la suya. Si acaso me envió un mensaje horas más tarde, un agradecimiento bastante torpe si debía decir, y me ahorré el regaño porque tenía que ir a la tienda a comprar la comida de la semana. No tenía tiempo para soltarle discursos a estúpidos. A la mañana siguiente no tuvo tanta suerte, estaba dándole un jalón al porro a medio consumir cuando bajó del coche que pasó a dejarlo y reparó en mí. Pretendió seguir caminando, pero apagué el pitillo y me le puse al corte, todo para alcanzarlo y soltarle un golpe con la fuerza medida en la boca del estómago que lo hizo doblarse sobre sí mismo. —Serás hijo de puta —soltó mientras trataba de recuperar el aire. —Y tú un absoluto imbécil —escupí de mala gana reiniciando la marcha hacia la academia—. Espero que no le hayas roto la burbuja de felicidad. —¿Ah? —Al tanuki, en la mañana parecía que le habían metido pólvora por el culo —atajé sin más—. No hay que ser muy listo para saber que la felicidad ajena, en tanto no hiera a nadie, debe respetarse. Incluso el infierno tiene reglas para nosotros. —Cincuenta y cincuenta —respondió cuando pudo ponerse en marcha otra vez. —Entonces al menos espero que haya valido la pena hacerla comerse el espectáculo. —Inhalé con cierta fuerza—, porque parece que tenemos problemitas otra vez para variar. —Suéltalo y ya. —Nada, nada. Ayer en la noche abrí el libro de biología por la pura gracia y leí de pasada algo de los lobos, ¿sabes? Y hombre, qué peligroso~ —Cuando me daba la gana me podía montar el teatro bien—. ¿Te imaginas que alguien metiera un lobo a su casa? Qué jodidas mierda. Dicen que las cruzas con lobo se escapan si no haces vallas lo bastante altas y amplias y que si los dejas dentro rompen todo por exceso de energía al no poder caminar lo que deberían. Definitivamente no es como cuidar un perrito. Incluso si estaba medicado o no, el caso es que las neuronas se le conectaron a la suficiente velocidad y se quedó estaqueado en el patio frontal. >>Ni tu clase ni la mía, la restante. Eso fue lo último que murmuré antes de dejarlo allí, al parecer regresó sobre sus pasos hasta el portón principal y vete a saber si se encendió un cigarro o qué, pero el caso es que entré yo solo al edificio. Caminé hasta las filas de tercero tan distraído como era usual, podía haberme puesto a hacer un mapeo del espacio solo para confirmar la información pero la verdad era que ese trabajo mejor se lo dejaba al corderito. Su ansiedad venía como anillo al dedo para muchas cosas. Apenas estaba abriendo del casillero cuando noté el cabello de chicle por el rabillo del ojo, lo cierto es que no había puesto atención suficiente para echar en particular falta la ausencia de Riamu y bueno, no era mi asunto tampoco, así que verla aparecer no implicó mayor novedad. La cosa es que hasta para ser ella digamos que estaba haciendo un poquito más el imbécil de lo usual. Recibí la caricia en brazo echándole una sonrisa de las de siempre encima y me forcé a tragarme un poco la gracia de verla con semejante espectáculo, pero tampoco iba a ser yo el que desaprovechara semejante oferta a las ocho de la mañana. Le eché el brazo sobre los hombros porque pintó, acerqué el rostro al suyo y después le hablé casi en el oído. —Depende de los favores, Ri-chan —dije con evidente diversión en la voz—, y de la posible recompensa. Te escucho~ Contenido oculto Let's be gay and do crimes yES No, no pude contenerme de contestar y de soltar relleno (?)
Lo que hubiese pasado en mi ausencia de ayer lo cierto es que poco o nada me importaba, así como el hecho de si este o cualquiera de los otros alumnos se había dado cuenta de ello. No era así por regla general, claramente, pues en cualquier otra situación habría hecho lo posible para dejar bien claro que no había estado ahí y que, como mínimo, me tenía que haber echado de menos. Pero qué va, no me interesaba en tanto me estuviese siguiendo el rollo en ese momento, que era lo que quería. ¿Y si se daba cuenta que estaba montándome más teatro del normal? De nuevo, me daba bastante igual mientras no sacase el tema de forma explícita. Dejé que me echase el brazo por los hombros sin mayor problema y recibí su voz sin más, formando una pequeña sonrisa con una ligera chispa de la misma diversión que había en su tono de voz. Joder, que eran los ocho de la mañana y no había que ser ningún genio para imaginar lo que debía estar rondando su cabeza ya con lo de la recompensa. Dios, qué básicos podían llegar a ser algunos, y que poco me importaba aprovecharme de ello. —Solo quiero fumar algo de hierba y la compañía de un chico guapo, ¿crees que me puedes ayudar con eso? —murmuré, girando apenas el rostro hasta chocar con su mirada de nuevo—. Y la recompensa... lo que el cuerpo te pida, cariño, estoy dispuesta a escuchar propuestas~ Lo repasé con la vista antes de decir aquello y al terminar de hablar, levanté la mano para pasar el dorso de la misma por su mandíbula, en otra nueva caricia suave. Todo completamente intencionado, para qué vamos a mentirnos, no esperaba ninguna clase de sorpresa si es que acababa pidiéndome algo.
Pese a que su día anterior solo había sido resumido en estar prácticamente absorbido en las clases y luego encontrar una esquina tranquila donde pasar el rato, no sentía que todo hubiera sido malo o algo similar, toda su atención se vio volcada en su celular y su libreta para empezar a buscar cosas que le interesaran para el trabajo en cuestión, no había visto a la parte de su equipo que conocía y había un nombre que ni siquiera reconocía, siendo también bastante perezoso de buscarla por su cuenta. Porque si era el último nombre agregado, mínimo se excusaba con que tampoco había alguna clase de interés de la otra parte en aparecerse. Y por eso es que al final había hecho todo como si hubiese sido en equipo, lo entregaría a alguno de ellos y si gustaba y servía tan solo lo pasaba a limpio y el problema terminaría resuelto, sin más complicaciones. En el peor de los casos, realmente si tendrían que organizarse y estar con quien estuviera para hacer algo nuevo, pero eso ya era algo que lidiaría cuando iniciaran las clases. Caminó directamente hacia los casilleros en busca de su taquilla para iniciar a cambiarse sus zapatos, de cierta forma, sentía que poco a poco estaba volviendo a organizar las cosas necesarias para mantenerse algo más tranquilo. Contenido oculto Gigi Blanche
Ah, pero si no sería... un día de mierda. Era una cuestión bastante sencilla, la verdad, nunca había sido un tipo complicado. Me daba igual cuánto brillara el sol en el cielo, que las aves piaran o que Matty me despertara a las siete de la mañana con un pastel recién horneado. Dieciocho velitas llevaba encima, ni una más, ni una menos. Me daba igual la alegría temporal de saber que, hey, mi hermano se preocupaba por mí, y definitivamente me daba igual que el viejo no me hubiera llamado. Pondría la mano en el fuego por que no lo haría ni ahora ni cuando diera medianoche otra vez, ¿y la verdad? No lo culpaba. ¿Qué padre querría felicitar al hijo que lo cerró a hostias? ¿Qué había para celebrar, de todas formas? Una puta mierda. Llegué a la escuela armándome una lista mental de, no sé, cosas que agradecerle a la vida. Tenía buena salud, no pasaba hambre, había un techo sobre mi cabeza. Hacía lo que quería, de una u otra forma siempre me salía con la mía y... ¿la hora del té? Venga, ya. Pero bueno, a todos les gustaban los cumpleaños y no sería yo quien le arruine la diversión a los demás, ¿verdad? Era como Navidad. Una sola noche al año para fingir que nada iba mal en el mundo ni en la familia. Por eso había comprado las botellas y todo, aunque Matty me recordó del proyecto y me regañó, más o menos convenciéndome de dejarlo para otro día. En serio, qué aguafiestas. Con lo efectivo que era ponerse hasta el culo de alcohol y olvidarse de todo. Iba con las ganas suficientes de montarme el teatro como para no reparar mucho en nada. Le eché el brazo encima a Sasha tras alcanzarla, atravesando el patio frontal, y la chica dio un respingo, removiéndose hasta poner distancia real. La mirada que me echó encima podría haber congelado un volcán. —Huh, scary~ —murmuré, risueño, y hundí las manos en los bolsillos—. Morning, Sash- —The fuck do you want, Joey? Bueno, si no estaría más grumpy de lo usual. Alcé las cejas, con la diversión impresa en el rostro, y me encogí de hombros en lo que suspiraba. La luz del sol desapareció al ingresar al edificio y la seguí porque pues, no tenía mejores planes. —Nada, nada, sólo pasaba a saludar~ No se detuvo en su locker, se adelantó un poco y al sacar algo de su bolso se le cayó un papelito. Lo recogí y le eché un vistazo, en lo que ella abría otro casillero y dejaba una bolsita. Se dio cuenta de lo que le faltaba y me arrebató la tarjeta de las manos justo luego de que pudiera leerla. Tenía la ligera sensación de que podría matarme si la seguía picando, pero nada que me hubiera detenido antes, ¿verdad? —Sorry about yesterday? —indagué, divertido—. ¿Qué es esto, Sa-chan? ¿Problemas del corazón~? Bufó, cerrando el locker con fuerza luego de acomodar la tarjeta, y se fijó en alguien antes de seguir conmigo. —Hola, Aaron —la escuché decir, en un tono bastante plano. Cuestión que allí estaba Yume, a un par de casilleros de distancia, no mucho más. Reparé en él apenas un momento, con la sonrisa floja de siempre, y luego me volví hacia Sasha cuando se alejó para cambiarse los zapatos. Me quedé en un punto intermedio entre ambos, balanceándome sobre los talones, y la curiosidad me picó tanto que acabó por vencerme. Deslicé la mirada al famoso locker frente a mí y leí el nombre antes de abrirlo. ¿David Mason? Ni idea. —Well, well, what do we have here~? Era una bolsita de lo más bonita. Cuando la recogí me alcanzó un aroma a limón de lo más apetecible, parecían rodajas de budín pero ni modo, mucho no pude hacer. Sasha regresó casi a velocidad ninja y me quitó la bolsa de las manos, devolviéndola al casillero para, otra vez, cerrarlo de un portazo. Pobre puertita, se iba a estropear y todo. —¿Puedes meterte en tus putos asuntos, Wickham? —bramó, más alterada de lo que la había visto nunca. Yo, mientras tanto, seguía con la sonrisa pegada al rostro. Venga, si ya no sabía quitármela ni aunque quisiera. Me incliné despacio para alcanzar su estatura y apoyé una mano en su hombro. —I'm just worried about you, honey —ironicé, usando el apelativo que ella le arrojaba encima a todo Dios—. Can't you see~? Hubo algo, era de esas cosas que percibía aún así fueran una puñetera ladilla. Algo que me atravesó justo en medio del cerebro la sensación del frío en la piel, las esquirlas contra mi puta cara, las luces desvaídas del callejón y la silueta delgada y temblorosa de la chica, hecha un ovillo encima de la pared. La tensión que percibí bajo mi mano, en el cuerpo de Sasha, fue prácticamente un delirio de fiebre y rehuyó de mi mirada. Saqué la mano despacio y ella pareció reiniciarse. —Déjame en paz —murmuró, regresando a su casillero—. Lo digo en serio. La información estaba ahí, se esparcía como un charco de mierda alrededor de la chica y, siendo ya lo usual, no hice absolutamente nada al respecto. No que me concerniera, ¿verdad? Cuando me había dejado tan en claro que no me metiera en sus asuntos~ Suspiré, repasando los alrededores con la vista, y decidí que, bueno, ya era hora de avanzar hacia mi siguiente víctima. —Ah, hombre, demasiado temprano para semejante espectáculo, ¿no? —Apoyé el hombro en la línea de casilleros, junto a Aaron, del lado que daba al pasillo; sólo por si se le ocurría dejarme hablando solo—. Buen día, por cierto~ ¿Cómo te trata la vida? Contenido oculto perdón por el pedazo de tocho Neki xdd no pensé que quedaría tan largo
El día anterior había sido bastante divertido. Me había cruzado con gente interesante, por decir lo menos, y quería creer que había comenzado a hacer amigos ya. No estaba nada mal para los primeros días. Bueno, los "primeros" días. El inicio de la cursada no contaba. Había aparecido en el acto de principio de año y listo. Joey tenía mi número ya en su celular, aunque había sido algo críptico con su mensaje. Bien podía ser su forma normal de actuar, la verdad. O sea, actuando. Creo que me estaba haciendo un lío yo solo. Suspiré, mientras intentaba despertarme. Hoy era la última oportunidad que tenía para poder congeniar con mis compañeros de proyecto, y ver de poder terminarlo. Suponía que luego podría seguir haciendo migajas con Joey y Alisha. Hablando de ello... Una conmoción parecía estar teniendo lugar entre los casilleros. Llegué justo cuando las cosas se habían calmado un poco. Joey estaba ahí, conversando con otro chico, mientras una pelirroja, que iba a mi clase, si mal no me confundía, paercía alejarse de allí. Vaya, se la veía muy alterada. Me balanceé un poco, mientras me quitaba los zapatos. ¿Tal vez debería ir a hablarle? No sé que tan buena idea podría ser. Siendo sincero, no la conocía, y no sabía que decirle. "Hola, ¿cómo estás? Soy Jack, voy a tu clase. Al parecer, estuviste en un altercado hace unos segundos. ¿Quieres contarme de que se trata?". ¿Quién era, la directora? No, mejor dejarlo pasar. Seguramente iba a hacer más mal que bien. Suspiré, mientras miraba alrededor, y saludaba a Joey con la mano y una sonrisa. A ver si recordaba lo que Alisha me había contado. Lai... ¿Laila? Creo que era Laila. Pelo lila, ojos rojos. Seguramente no sería difícil de encontrar. Luego... Kou. Ese era fácil. El nombre, al menos. Por ahora no lo veía. Tal vez había llegado algo temprano. Y por último, A... Alethea. Vaya nombre raro. Y eso que era irlandés, y había visto mi buena ración de nombres raros. Bueno, tenía el pelo azul, otra característica fácil de hallar. Y prontamente la pude encontrar. Me terminé de calzar, y me acerqué hacia ella, sonriendo. — ¡Buenas! ¿Alethea, no? Soy Jack. Jack Atkinson. O Atkinson Jack. Creo que era así. Bueno, a lo que iba. Soy uno de tus compañeros de proyecto, para lo de Biología. Mil perdones por no haber estado presente antes, la verdad, ocurrieron... ocurrieron ciertas cosas —me disculpé, rascándome la nuca.— Pero bueno, de eso te venía a hablar. Todavía tengo que hacer mi parte, y no sé como vas tú con la tuya. Bah, o sea, sería conversar sobre el mismo. ¿Te importaría si te acompaño hasta el aula? De paso podemos ir arriando al resto de nuestro grupo, si los encontramos. Tengo una propuesta para todos. Contenido oculto Amane comienza la captura de mis compañeros de trabajo.
Ri no me había vuelto a hablar desde su último aviso, y lo cierto era que no esperaba que estuviese de vuelta tan pronto, así que no me cuestioné en absoluto el tener que venir sola a la Academia. Diría que me sorprendió verla ya en los casilleros cuando yo llegué, pero la sorpresa duró tan poco que casi podría parecer que no estuvo ahí. No me molestaba que no me hubiese avisado, y para ser completamente sincera, yo tampoco pretendía inmiscuirme en su vida aun cuando podía notar que no todo estaba bien con ella. Vaya amigas se suponía que éramos, cada una completamente por su lado. No le pude dar muchas más vueltas, tampoco me interesaba hacerlo, porque en lo que hacía el cambio de zapatos noté una figura acercándose y al terminar comprobé que, efectivamente, el chico se estaba dirigiendo a mí. Me giré para encararlo, sin poder esconder la sorpresa inicial al darme cuenta de lo alto que era, e intenté centrarme apenas un par de segundos después para no quedar de maleducada. Asentí ligeramente con la cabeza cuando terminó de hablar, con una sonrisa suave de cortesía, y señalé el pasillo con la mano antes de empezar a dar un par de pasos hacia el interior del mismo. —Claro, vamos, ¿prefieres que usemos el ascensor? En cuanto al proyecto... Meyer-san nos pidió los números a Shinomiya-san y a mí la semana pasada, para ponernos de acuerdo con algunas cosas, pero entre una cosa y otra no definimos nada. Así que estaría muy bien poder encontrarlos y hablar con ellos, sí. ¿Me puedes ir adelantando esa idea mientras tanto, quizás? Contenido oculto No paniquees tom, lo de a continuación es puro relleno (?) Also te la puedes arrastrar si quieres. O no, como prefieras really (? Era obvio que por mucho que Jackie hubiese salido con sus amigos a beber o en muchos países que se hubiese despertado borracho, no podría llegar a compararse con la mierda que hacíamos los desgraciados como Joey y yo. Podíamos fingir que salíamos a pasarlo bien, que bebíamos por diversión, pero la verdad era que solo intentábamos llenar vacíos y acallar ruidos hundiéndonos en el infierno que habíamos acabado adoptando como hogar. Él sabía que era cruel, pero no me dijo nada al respecto. Yo también sabía que era cruel, pero no me importaba lo más mínimo. Supongo que hay cosas que nunca cambian, y ser unos cabrones con cualquiera parecía que era una de esas cosas. Joey tuvo una idea y observé el intercambio con una sonrisa floja, minutos antes de que el receso terminase y tuviésemos que volver al aula. Eh~ Ni tres días desde la fiesta y ya me estaba oliendo que se iba a montar otro posible mess, so funny~ El resto del día fue tranquilo. ¿Aburrido? Desde luego, but it is what it is. También podía portarme bien si me lo proponía y en eso estaba. Además, qué sé yo, tampoco había nada muy interesante qué hacer y prefería estarme quieta en lo que el tatuaje se asentaba, que luego las cosas se salían de las manos y vete tú a saber qué podía pasar. Para cuando llegué a clases al día siguiente, la línea de casilleros de tercero estaba jodidamente animada. Arata y la princesita punk parecían estar entretenidos, Jack había logrado interceptar a una de sus compañeras del proyecto, Sashie no parecía estar de su mejor humor y Joey andaba molestando al puppy de Kat, poor thingie. Nothing too worthy for me, apparently. Me dirigí hacia mi casillero, resoplando ligeramente, y prácticamente me hundí en el interior para buscar los zapatos y hacer el cambio. En realidad comprobé que la hierba siguiese ahí escondida y, tras pensarlo un buen rato, acabé liándome un porro ahí dentro para guardármelo en el bolsillo de la falda antes de volver a esconderlo todo en su sitio. Podía ser una buena chica y estar preparada para lo peor, ¿vale?
Pasé la yema de los dedos por mi cabello húmedo, estaba haciendo algo de frío a lo que opté en quitarme el ridículo blazer antes de salir de casa, remplazándolo con una chaqueta de jean. Ya había pasado por fuera de ese instituto en algunas ocasiones aunque a altas horas de la noche así que no me costó para nada llegar, pues bastante reconocido si era, y más en cuanto le mencioné a mi jefe en donde ingresaría. Busqué el casillero con el malgenio innato en la cara permeado de desinterés, dejando un par de cosas dentro para no mantener con la mochila repleta de cosas estúpidas que sabía y si a mucho utilizaría una vez a la semana. En el transcurso de cambiarme los zapatos me desajusté la corbata que sentía y me asfixiaba, pues no era partidario de ni mierda de eso, pero algo me dejé por si algún listillo decidía llamarme la atención. Enterré la izquierda en el bolsillo y con la derecha me puse a ver el móvil, recostando la espalda en el metal. Solo era conservar la beca deportiva de mierda, mantener la cabeza ocupada y trabajar como animal para no dejarme morir de hambre. Contenido oculto Ahí queda mi niño por si alguien quiere hablarle (?)