Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Estuve roleando a Joey con esta rolita y literalmente cuando me puse a preparar el post empezó a sonar en shutub JAJAJA así que nada, la voy a dejar cuz fate

    Joey.png

    Su tono quejumbroso pero ligeramente juguetón me causó la gracia suficiente para soltar una risa suave y menear la cabeza, regresando mi atención a ella. La observé un par de segundos sin abrir la boca hasta que me digné a hablar, inclinándome apenas en su dirección. Unos mechones de cabello se deslizaron hacia el frente y quedaron colgando a un costado de mi rostro.

    —Bueno, preciosa, no soy yo quien descuidó el cumpleaños de alguien, ¿o sí?

    Regresé el pelo a su lugar cuando me erguí y asentí, lleno de confianza, ante su pregunta que parecía hasta ilusionada. Es decir, era el puto rey del teatro. Si me daban ganas de conseguir a alguien para que diseñara una tarjeta de invitación, imprimirla y conseguir a alguien más que se vistiera de mayordomo y la entregara en su clase, lo hacía. Los medios siempre los conseguía, de una forma u otra. Realmente, ¿cuándo el dinero había sido un impedimento?

    ¿No acababa de disfrutar acaso un pedazo de fiesta que, a efectos prácticos, había sido básicamente mi idea?

    —Cuenta con ello, sweetie.

    La dejé hacer, por supuesto. Que envolviera mi brazo, me jalara hacia su posición y me plantara un beso en la mejilla. Sonreí con una satisfacción estúpida, risueño, y la observé con la mirada entrecerrada con una intensidad que podía ser hasta ilegal. Me habló sin alejarse ni un centímetro y yo tampoco me moví, detallando sus facciones.

    Mírala a la polilla.

    Bye bye, Emi-chan —murmuré, en tono liviano.

    Me erguí lentamente, siguiendo su silueta al alejarse. Había regresado mis manos a los bolsillos y ahí las dejé, echándole un vistazo a los casilleros antes de emprender el camino hasta el tercer piso. Bueno, bueno, iba a tener que ponerme manos a la obra con esa invitación si pretendía recibir visitas en mi casa del arte. Un hombre debía hacer lo que tenía que hacer, ¿no?

    Solté una risa floja, meneando la cabeza, y me perdí entre las escaleras.

    *vibing*
     
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    Haciendo caso a lo ya recomendado por ambos, se dispuso a buscar la biblioteca luego de bajar con ellos al área de casilleros, que era el lugar más cercano a dicha área.

    —Muy bien, la biblioteca está cerca de aquí, si no me equivoco es luego de los casilleros —les comentó con un dejo pensativo.

    El área de la biblioteca se le hacía familiar y debería de estar en las proximidades, por lo que pues no habría de suponer un problema para esta pandilla

    >>Oh, ya la acabo de ver, vengan por aquí.

    Insane owo
     
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    Gigi Blanche

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    Anna 3.png

    ¡Pero bueno, qué frío hacía! Y yo que creía ya haber podido recluir las pantimedias bien, bien al fondo de la cómoda, ¡ahora resulta que si no las usaba me congelaba! Es decir, lo intenté, salí de casa e incluso caminé dos cuadras... pero no. Ese viento parecía diseñado para atacarme las piernas, tan desnudas y desprotegidas. Y bueno, que odiaba las pantis, picaban un huevo y tal, pero tampoco quedaban tan mal, ¿a que sí?

    ¡El negro adelgazaba, después de todo!

    En la entrada de la escuela me topé con Kohaku, tenía que ser obra del destino o algo luego de que ayer a la noche hubiera caído redonda antes de recordar enviarle un mensaje. Iba con Morgan, esa super mejor amiga suya secreta de la que nunca hablaba, y lo aceché por detrás hasta saltarle encima. La chica me había detectado con sus poderes de lince o vete a saber qué, pero no me había delatado frente al chico y ya con eso se había ganado mi corazón.

    —¡Mini Ishi! —exclamé, entre risas, captando la atención de los que había a nuestro alrededor.

    Kohaku se encorvó al recibirme pero no tardó en erguirse, buscando mis brazos para anclar la mano encima de ellos. Se quedó quieto un instante, yo también, y buscó mi rostro de reojo. Le sonreí ampliamente.

    —Buen día, mini Ishi~ —agregué, más calmada.

    Morgan había seguido caminando y nos superó por unos pocos metros. Qué chica extraña. Kohaku me regresó al suelo y atravesamos el patio frontal en lo que una correntada de viento soplaba con bastantes ganas, agitándome el cabello dentro de la coleta.

    —Buen día, Anna.

    Lo veía normal, vaya. No tenía idea de nada de lo que le había pasado desde el sábado y, maldita yo, lo veía totalmente normal. ¿Cómo sería capaz de ayudarlo cuando prestaba tan poca atención? Siempre que estaba de buen humor y con ideas estúpidas en la mente me pasaba lo mismo, perdía noción del escenario y me descuidaba. Y las cosas pasaban.

    —¡Hombre, qué frío hace! —me quejé, abrazándome con ganas. Correteé hasta los casilleros y desde allí lo esperé, sonriente—. Oye, oye, ¿me ayudarías con algo? ¡No puedes decir que no!

    Me enganché de su brazo y lo arrastré a los casilleros de tercero. Ya que iba a aprovecharme de su bondad al menos podía acompañarlo, ¿verdad?

    —¿No? —sopesó, quizás un poquito más apagado de lo usual, pero no le di relevancia.

    —¡No! —Lo apunté con un dedo y luego relajé los brazos, apoyándome en la línea de casilleros—. Necesito que pongas un cartel falso en el tablón de anuncios.

    —¿Qué?

    —¡Sí, sí! Que diga esto. —Le estampé una hoja de papel en el pecho y él le echó un vistazo, arqueando una ceja al buscar mis ojos.

    —¿Y esto?

    —¡Secreto!

    —¿Tiene que ver con eso? —indagó ligeramente irónico, señalando la bolsa gigante que llevaba en un hombro, encima de la mochila.

    Me acomodé el peso a la espalda, con la barbilla en alto, y no tardé en volver a reír.

    —Tiene que ser ahora, antes de las clases. ¿Cuento contigo, mini Ishi? ¿Sí? ¡Gracias~! —Me le fui encima de vuelta, el pobre chico trastabilló brevemente pero me recibió sin mayores problemas—. ¡Martes de abrazos!

    Buscó algo de equilibrio, espacio y tiempo para dignarse a responderme. Terminó de cambiarse los zapatos, ya que estaba, y miró otro rato el papel antes de suspirar y asentir.

    —No entiendo una mierda y hay chances de que me meta en problemas, pero sí, claro. —Esbozó una sonrisa floja, no contó con mucha energía pero encontré algo sincero en sus ojos—. Más te vale que valga la pena.

    —Oh, mi querido, lamentablemente no depende de mí, ¡pero es la idea! —Comencé a retroceder, alzando la voz para que me oyera, y lo despedí con un saludo militar—. ¡Nos vemos, Ko!

    Di la vuelta para zambullirme en los casilleros de segundo y cambiarme los zapatos. Dejé la bolsa enorme en el suelo, que bastante pesada estaba la jodida, y ya había sido una ladilla andar cargándola desde casa. Pero valía la pena, ¿no? Estaba cien por cien, no, ¡ciento veinte por ciento segura de que valía cada maldita pizca de esfuerzo! Además, ¡era martes de abrazos! Lo había recordado esta mañana mientras desayunaba, o más bien intentaba no dormirme encima del tazón de cereales con leche. Mamá andaba hablando por teléfono, dijo algo de martes y abrazos en la misma oración y se me encendió la lamparita. ¡Tenía una tradición que mantener!

    Qué conveniente haberme erguido tras cambiarme los zapatos y notar a alguien conocido, ¿verdad? Sonreí con genuina malicia, me acerqué por detrás y ataqué a Emily justo como había atacado a Kohaku. Hoy nadie iba a escaparse de mí, ¡no, señor!

    —¡Martes de abrazos! —volví a exclamar, como si fuera el grito de guerra o algo así, y esculqué en mis bolsillos al dejarla en paz para extenderle un montón de caramelos—. ¡Mira, Emi-chan! ¡Conseguí de toooodos los sabores!


    demasiada energía para mi five ass but ohgosh i missed her so much

    Amane HOLA TE ATAQUÉ

    Also, Kohaku quedó en los casilleros por si alguien quiere caerle (?
     
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    Zireael

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    Cayden1.png
    Joder con el clima de verdad, había que ver el sol que hizo ayer y ahora teníamos ese pedazo de cielo encapotado que parecía que nos habían cambiando de universo. En sí no me llevaba mal con el frío, de hecho lo resistía bastante bien si tenía que ser honesto, pero había que admitir que no era fan de esa oscurana en el cielo. No era mejor que el violeta raro que había visto ayer en medio de mis delirios, que terminó por parecerme un mal augurio.

    Había postergado más de lo que me gustaría admitir el tema de Hikari, sabía que debía hablar con él pero seguro tenía encima una mala hostia increíble, así que tampoco se me apetecía tocarle más los huevos. De todas formas era un idiota orientado a metas y dilatar el tema me estaba angustiando un montón, así que mientras avanzaba por el patio frontal me saqué el móvil del bolsillo y marqué el número de memoria, mientras con la mano libre me aflojaba la corbata del uniforme que sentí que me estaba estorbando como nunca en la vida.

    —Heyo, senpai —dije al escuchar que levantaba el teléfono y lo escuché suspirar con pesadez. Por reflejo nervioso me ajusté mejor la sukajan, que de nuevo no se había movido un centímetro de su lugar. El dragón dorado en la espalda resaltaba como puta bandera con ese día tan apagado—. ¿Qué tal?

    —Empezando turno, Cayden. ¿Qué cojones haces llamando tan temprano?

    —Podrías empezar con un buenos días, ¿sabes? —solté sin pensar, pero en sí no lo dije con mal tono—. Nada, hombre. ¿Tienes la noche libre?

    —Ajá.

    —Pues eso, ¿caes a tomar algo?

    —¿Dónde? —preguntó y me pareció escuchar que acomodaba unas cosas.

    —En Minato.

    —¿Terreno de Yuzu? Pues como quieras, luego me dices a qué hora, tengo que colgar.

    Ni siquiera me dejó despedirme ni una mierda, pero tampoco pidió explicaciones así que me valía.

    Me regresé el móvil al bolsillo del pantalón, suspiré con cierta fuerza y ya cerca de la puerta estiré el brazo hacia atrás para sacar de la mochila que llevaba en solo un hombro una lata de café que había comprado en una expendedora antes de salir de Shinjuku, la abrí para darle un par de tragos mientras entraba a la academia. También me había traído unos dulces que había dejado mi madre en la encimera antes de irse, eran un revoltijo de sabores de frutas, y luego de beber saqué uno sin fijarme de qué era y lo desenvolví para llevármelo a la boca, resultó de fresa. El dulce iba hacer que el café supiera más amargo, pero no era que interesara.

    Al entrar todo lo que vi fue un chispazo rosa zambullirse a los casilleros de segundo, le dediqué una mirada de soslayo mientras seguía caminando y me pareció que Hiradaira se le iba encima a Emily. Eso podía pecar hasta de tacleada, ¿o no? Madre de Dios, yo seguía sin entender cómo mierdas Sonnen soportaba el culo inquieto de esta cría.

    Solo esperaba que la burbuja de felicidad le durara al menos un día, porque todo era una mierda y no parecía ir a mejorar. Porque aunque la energía de los demás llegara a ponerme nervioso, prefería mil veces ver a la gente reír, brillar como lámparas, que el extremo contrario. Cuando personas como Hiradaira se apagaban el mundo estaba jodido después de todo, porque solo quedábamos los demás... Que habíamos nacido en la cueva fría y oscura.

    Martes de abrazos.

    ¿Ah? ¿Y esa idea de niña de preescolar?


    De cualquier forma me metí a la fila de tercero en lo que mordía el caramelo, dejándome con un montón de fragmentos que se deshicieron más fácil y había dado un par de pasos apenas cuando distinguí el pelo de nube de Kohaku. Ni modo, le compraba la idea de preescolar al tanuki, venga, si decía que era martes de abrazos pues sería martes de abrazos y me agarraba a golpes con quien fuese que dijera que no.

    Me acerqué sin prisa y antes de que pudiera decirme nada le eché los brazos encima, con cuidado de no ir volcarle el café en el uniforme ni nada y lo estrujé un poquito antes de dejarlo ir.

    —En el bajo mundo escuché que era martes de abrazos —dije a la vez que le dedicaba una sonrisa—. Aunque bueno, seguro lo escuchó toda la academia.

    Lo repasé con la vista de pura manía, solo para tratar de leer cualquier cosa superficialmente, la que fuese.

    —¿Cómo estás?


    ups se me resbaló un abracito para el niño y me lo robo un rato cuz lo misseo un huevo pERMISO

    por un momento creí que me iba a salir con el scattered seven a toda potencia cuz estrés, pero parece que todavía resiste (??? so just a softie five for u

    Shiori.png
    ¿Cuántos días llevaba sin pisar la escuela ya? ¿Tres o eran cuatro? No era capaz de recordarlo, tenía un parchón en la memoria del día del llavero ensangrentado a la mascarada, luego otro el domingo brincando al lunes. No tenía ni idea de cómo había logrado encontrar la energía o los ánimos para levantarme esa mañana con intenciones de prepararme para ir de una vez por todas.

    Seguía sin haberle respondido los mensajes a Nagi y, aislada como estaba, tampoco me había enterado ni en broma de que habían agarrado a Altan como saco de boxeo y que la historia prácticamente se estaba repitiendo si acaso con un par de niveles menos de intensidad. Estábamos todos metidos en una espiral, giraba, giraba y giraba sin pasar por el mismo lugar, pero sin perder nunca las similitudes.

    Caminé por el patio frontal con la mirada puesta en el suelo, entré de la misma forma y solo me detuve cuando me di cuenta que estaba por meterme a la fila de los de tercero sin motivo alguno, porque allí ya no había nada que me estuviese esperando. Podía hacer el imbécil con Alisha, quizás disculparme con Katrina o hasta con Cayden, pero en sí no había nada para mí.

    Ya no.

    Vi al pelirrojo con un chico de cabello celeste, me faltaban piezas pero en sí me sorprendió que no estuviera guardando su sana distancia. Lo dejé estar claramente y regresé sobre mis pasos, al asomarme a la fila de los de segundo vi a Emily con Hiradaira, así que acabé por descartar el meterme allí también, de forma que quedé en un punto muerto entre ambas filas de casilleros.

    Y a un pelo de decidir irme a casa otra vez.

    Insane holi (?
     
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    Gigi Blanche

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    Kohaku 3.png

    La energía de Anna era algo que definitivamente no necesitaba. No lo había hecho el sábado, ahogados dentro de ese taxi, y seguía sin hacerlo. Ahora que lo pensaba, vete a saber en qué punto concreto había comenzado a sentirme así. Quizá fueron las luces en la sala de los Fujiwara, los mensajes de Rei, la fiesta en sí o incluso antes, cuando la situación con Natsu se había complicado y no me decanté por ningún bando. Fuera de fuego o de agua, fuera tierra o incluso aire demasiado violento, ya lo había pensado.

    Que los elementos me eran un peligro.

    Morgan se acercó a mí apenas Anna se fue y sentí el tacto gentil de su mano en la solapa del blazer. Lo acomodó aunque no hubiera nada que acomodar y me dedicó una sonrisa suave, de esas que se reservaba para mí y su familia. Era una promesa tácita que nos habíamos hecho el uno con el otro, una especie de pacto de sangre del cual ya no iría a zafarme. Morgan le escapaba a mis reglas para todo y yo a las suyas, por eso lo sabía.

    —Ánimo, cariño —murmuró, regresándome el espacio—. Y ya deja esa mierda, apestas a hierba.

    Que el demonio rondaba demasiado cerca.

    Le dije que se adelantara, total aunque acabara de pedírmelo, lo cierto era que no me apetecía negarme a esa simple y estúpida necesidad. Cerré mi casillero, a punto de desviarme del camino, cuando noté una chispa roja de soslayo. Era intensa, era probablemente el único fuego incapaz de quemarme. Aún así estuve a medio pelo de ignorarlo, de seguir girándome y apretar el paso, porque no tenía muchas ganas de lidiar con nadie. Pero lo dudé el tiempo suficiente para permitirle alcanzarme.

    ¿En el fondo había sido la intención desde un principio?

    Vete a saber.


    No nos creía tan imbéciles para pensar que la mierda del sábado iría a torcer nuestra relación sin retorno, pero también mentiría si dijera que no me había preocupado un poco al respecto. Era probable que la ligera cuota de tensión que sentí disolviéndose al echarme sus brazos encima proviniera de eso, ni idea. En cualquier caso lo agradecía, aunque la garganta se me hubiera retorcido como un trapo húmedo.

    Ahí radicaba el problema.

    Todo quemaba, asfixiaba o aplastaba.

    De la forma que fuera, mis brazos reaccionaron en automático y envolvieron su espalda con la misma firmeza que él me transmitió. Lo único que me molesté en contener fue el impulso de enterrar el rostro en su cuello, como un niño asustado que ansía hacer desaparecer el mundo un rato. Busqué sus ojos al separarse y me las arreglé para fabricar una pequeña sonrisa, que como tal desapareció en pocos segundos pero milagros tampoco hacía. Martes de abrazos, otra vez.

    —Sí, se le ocurrió el martes pasado —murmuré en un tono bastante plano—. Es decir, sale con una idea diferente cada tres días. Ahora esto.

    Ni siquiera sabía que Cayden de hecho conocía a Anna, así que no me molesté en nombrarla. Le estiré la hoja que la chica me había dado, su caligrafía parecía la de una niña y estaba todo lleno de garabatos en bolígrafos de colores; en una esquina había hasta un recordatorio que rezaba "tarea de química" con un montón de signos de exclamación. Ahora que tenía las manos libres, me hice con un papel nuevo para redactar el mensaje breve que quería colgado en el tablón. Mejor proceder antes de que me cayera con la bronca.

    —Lo quiere en el tablón, vete a saber para qué. Me condenó ser miembro del club. —Meneé la cabeza mientras hablaba con el capuchón del bolígrafo entre los dientes, el cabello acompañó el movimiento y luego regresé todo a mi maletín excepto la hoja—. Así que eso, cumpliendo caprichos. ¿Tú cómo vas, Cay?


    hes so weird rn and im kinda sad but that huggie ohgosh ;;

    técnicamente aún no colgó el cartel pero como Cay lo leyó pos lo voy a publicar (?
     
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    Zireael

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    En sí sabía que Kohaku y yo no éramos muy diferentes, incluso si al final del día estábamos hechos de elementos distintos había en nosotros una distancia del mundo que era nuestra fortaleza y a la vez nuestro talón de Aquiles. Levantábamos paredes que nos separaban del mundo, nos aislaban y nos permitían no morir consumidos por un espacio que parecía tener más ruido del que podíamos soportar. No sabía decir si era porque nuestro umbral de resistencia daba risa o porque estaba tan jodidamente amplificado que sentíamos la mínima cosa en el ambiente con una fuerza capaz de rompernos los huesos.

    Pero yo sabía que a veces ese aislamiento podía ser espantoso también, sin importar si era voluntario.

    La estupidez del sábado no me preocupaba como tal, si hubo un instante en que tuviese miedo de haberla cagado por montarme semejante espectáculo con él desapareció antes de que fuese plenamente consciente de que me había asustado por la posibilidad de haber hecho algo que alterara la amistad que teníamos. El caso es que al final Ko era mi amigo, así se me hubiese ido la putísima olla, Ko era el mejor amigo que había tenido nunca y tenía que ser retrasado mental para comerme la cabeza con las medias tintas que hubiese con algunas cosas.

    La ligera tensión que la llamada con Sugino me había metido en el cuerpo se disolvió como azúcar en un vaso de agua cuando sus brazos me correspondieron el gesto y aunque lo había dejado ir poco después, la verdad es que me arrepentí en el segundo cero, hubiera querido alargar el gesto aunque fuese un par de segundos. No sabía si por mí, por mi eterna ansiedad, o por él y el olor a hierba que le sentí encima.

    Alcanzó a dedicarme una sonrisa que no tardó en desaparecer y le pegué un trago a la lata de café porque me empecé a sentir inquieto de repente, pero inquieto con ganas, era como si alguien hubiese metido un toque con un cable pelado. Me pasaba cuando estaba cansado o estresado, ahora quizás fuese una combinación de ambas cosas no tenía idea, pero tampoco se lo iba a tirar encima a Ko sabiendo que podía acabar por abrumarlo.

    Seguí repasándolo con la vista tratando de sacar lo que fuese, la mínima pista, el tono plano no me ayudó a darle claridad a nada y giré la lata en mi mano sin darme cuenta, como quien rueda un bolígrafo entre los dedos a mitad de la clase. Cambié la vista al papel que me extendía, lo tomé y me tuve que tragar la risa no tanto por la caligrafía, que venía a ser como descubrir el agua tibia, sino por los garabatos y el recordatorio de la tarea de química con los signos de exclamación.

    ¿Se acordaría de la tarea tan siquiera?

    —Se ve que la cabeza le va a mil, ¿no? Hiradaira te acompaña dos segundos y te chupa la energía de toda la semana —comenté sin mala intención mientras lo veía redactar el mensaje—. Espero al menos luego enterarme de qué va el asunto como para esforzarse en mantener el invernadero cerrado.

    Lo escuché regresarme la pregunta y pues me tocaba comerme una mierda, yo había preguntado, obviamente se me iba a devolver la tortilla. Aún así estábamos entre evitativos del demonio, tampoco se podía esperar demasiado. Eché la espalda contra la línea de casilleros, inhalé aire despacio y bebí algo más de café. Estaba el pollo con Sugino, Sonnen en casa de Arata recuperándose de la apaleada, Kurosawa vendiéndome como carne de cañón y faltando a la escuela todavía, luego el príncipe de las tinieblas de ayer.

    —Viéndote cumplir caprichos —respondí sin más junto a una risa un poco sin gracia y estiré la mano para pellizcarle la mejilla—. Preferiría estar durmiendo en casa, pero se hace lo que se puede con lo que se tiene.

    Acabé por zambullir la mano libre en una de las secciones de la mochila de nuevo, tuve que esculcar unos segundos y acabé por sacar unos cuantos dulces, iban varios de uva, un par de fresa y uno ahí perdido de naranja. Los estiré hacia él un poco porque sí, aunque quizás una parte de mí lo hizo esperando que los tomara y se jodiera los dientes con un montón de azúcar en vez de seguir cocinándose en quién sabe dónde a punta de porros. Como si me decían que fuese a comprar toda la bolsa al centro de Tokyo y me regresara lo hacía.

    Mi fuego no tenía mucha fuerza, si acaso era la llama de una vela a medio morir, de hecho muchas veces titilaba y amenazaba con apagarse, pero en ocasiones no se necesitaba mucho. Una sola lengua de fuego en la oscuridad bastaba para hacer compañía, no tenías que incendiar todo el espacio y consumir el oxígeno; solo saber que había algo más allá, crepitando, existiendo, alcanzaba para no perder la cabeza.

    —Martes de abrazos y azúcar, para terminar de hacerla. —Eché la cabeza contra el metal de las taquillas y solté algo casi al aire—. Ko, ¿confías en mí?

    Cayden "preguntas estúpidas" Dunn en acción.


    im crying over here Cay me está entrando en big bro mode, Ko better be ready bitch cuz this sadness?? la vamos a compartir aunque sea en silencio

    no me pregunten de dónde me saqué el tocho, ya saben lo que pasa con Cayden (??? la rola no me ayudó gOODBYE LOVER
     
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    Amane

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    No podía asegurar que mis intenciones por tranquilizarlo hubiesen sido 100% efectivas; es decir, no había manera de saber si se había calmado un poco o solo se estaba obligando a ello, sobre todo siendo que estaba dando palos de ciego y me estaba guiando por algo que había sentido un poco porque sí. La cuestión es que me acompañó hasta mi aula, nos despedimos, y quise pensar que algo tenía que haber logrado.

    El día transcurrió con la normalidad que podía esperar y antes de poder darme cuenta, ya estábamos en martes. Un martes que, por cierto, había llegado con un cambio de temperatura de lo más jodido. ¡Y eso que le había dicho a Cayden lo bien que se estaba al solecito ayer! No puede ser, ¿quizás había sido yo la que había invocado el mal tiempo? ¡Qué mala pata!

    Pero, sinceramente, ni siquiera todo el viento del mundo me podía quitar el buen humor con el que me había despertado. Estaba emocionada porque se suponía que hoy ya iba a venir Anna y sí, ya sabía yo que no podía ser ni medio normal haberme encariñado tanto de ella que la estaba echando un montón de menos solo por no aparecerse un día, ¡pero una no decidía esas cosas! Había dicho que la quería, y no había ni una pizca de mentira en ello.

    No esperé que hubiese llegado tan temprano como para lograr pillarme desprevenida, pero lo hizo y bueno, era cálido. Digamos que no reaccioné de manera demasiado exagerada porque parecía que mi cuerpo había aprendido a estar preparado para cualquiera de sus ataques, pero aun así logró sorprenderme lo suficiente.

    Solté una risilla al escucharla gritar aquello del martes de abrazos y me giré en cuanto me liberó, pasando un poco de largo de los caramelos para acercarme y rodearla con mis brazos. La achuché con algo de fuerza y me moví un par de veces hacia los lados con ella atrapada, y fue cuando me separé que finalmente me digné a coger un par de los caramelos que estaba extendiendo.

    —Siempre me peleaba con mi hermano por los de piña, ¿sabes? Son los más ricos~ —comenté así de la nada, abriendo el envoltorio del dulce para llevármelo a la boca justo después—. Buenos días, Annie, ¿qué tal todo~?

    Alethea 2.png

    Riamu podía ser un poco caótica, muchas veces no tenía ni idea lo que le pasaba por la cabeza y a veces me preguntaba cómo es que habíamos acabado siendo amigas si éramos polos opuestos, pero lo cierto era que me había acostumbrado a su presencia y la echaba de menos cuando no se aparecía.

    Y aquella mañana había sido el caso, por supuesto.

    Thi~ Voy a estar fuera un par de días, ¡no me eches mucho de menos!
    Si alguno de mis novios te pregunta por mí, diles que estoy de retiro espiritual o cualquier cosa que se te ocurra~


    Las cosas cómo eran, al menos me hacían mucha gracia sus estupideces. ¿Novios? No era divertido tener que encargarme de sus ligues, pero al menos me había dado libertad creativa y sabía que le daría igual con lo que justificase su falta si se daba el caso de tener que hacerlo. Quizás lo hiciese, ¿quién sabía~?

    Si tenía que sacar algo bueno de todo era que... bueno, al menos habría algo más de tranquilidad un par de días.

    Perdonad por ser tan chaotic pero es que si no me monto estos pollos yo sola me aburro so (? anyways, la aventé para poner lo de ri-chan pero se queda por ahí si alguien quisiera~
     
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    Me encontraba asintiendo de manera ausente, siguiendo el ritmo que Theory lanzaba a mis oídos a través de los auriculares. El día anterior había sido entretenido, la verdad, para ser un primer día propiamente dicho. Al menos, ya tenía una idea general de todo el plano del colegio. Tenía que visitar el gimnasio y el dojo. Me daba bastante curiosidad ver que deportes se practicaban aquí. Aunque teniendo una tercera pierna y una de las originales poco funcional no ayudaba mucho, la verdad. Suspiré, mientras me sentaba en el suelo para quitarme las zapatillas. Costumbres raras que tenían aquí.

    Volví a incorporarme, con algo de esfuerzo, apoyándome en los casilleros, y luego me dispuse a abrir el mío. ¿Cuál era la combinación? Tendría que anotarla en algún lado. Era horrible para recordar todo eso. Tenía un cuadernito en donde solía escribir todas mis contraseñas, pero me lo había olvidado. Esperaba que no me hiciera especialmente falta.

    Giré mi cabeza alrededor, a ver si encontraba a alguno de los chicos que había conocido ayer. No pude divisar ni a Morgan, Bleke, ni Dellen. Ahora que me daba cuenta, estaba encontrando a bastante gente con el pelo blanco. Bah, Bleke creo que era rubio ceniciento. Pero igual. Era bastante raro. Suponía que era algo que se había puesto de moda. Me encogí de hombros. Tal vez podría averiguar eso luego. Sabía que Japón tenía algunas tendencias extrañas.

    Lo que si pude ver fue una cabellera rubia, que me parecía haber visto en otra parte. Hice un poco de memoria, y recordé que era una compañera de mi clase. Bueno, bien podía comenzar a conocer más gente de mi curso, ¿no? Igual todavía tenía que conversar con mis compañeros de proyecto. En nada teníamos que entregarlo, y había estado algo ausente.

    — ¡Buenas, buenas! Creo que nunca nos presentamos correctamente. Soy Jack. Jack Atkinson. Vamos a la misma clase —comenté, quitándome los auriculares y sonriendo.— ¿Te puedo molestar un poco con mi presencia?
     
    Última edición: 19 Mayo 2021
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    Amane

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    La subida en el ascensor había sido... interesante, cuanto menos. Tres pisos daba para bastante más de lo que uno esperaba, sobre todo para un par de salidos como nosotros, y realmente no sé de dónde sacó Joey la decencia de parar e ir de verdad a clases cómo si nada; pero bueno, ya había quedado más que demostrado que de los dos, él tenía más fuerza de voluntad que yo para algunas cosas.

    En fin, ni siquiera el bitchy weather de ese día iba a conseguir que me dignase a usar el uniforme de manera decente o me pusiese medias, eso era más que obvio. Fuck you, Mother Nature, I'm not letting you win! Y si me preguntaban por qué demonios había llegado a la academia a una hora normal y no media hora tarde, pues sinceramente, ni idea.

    Había querido buscar a Cayden para dejar ya solucionado nuestro pequeño negocio, pero lo vi poniéndose todo lovey-dovey con el sky boy y no me apetecía molestarles (por el momento, claro). Así que estaba en mi casillero, aprovechando el tiempo de la mejor manera posible: había encontrado la hierba en el not-so-secret cajón de las bragas y me había traído una parte para guardarla ahí entre mis cosas, ¡siempre había que tener una reserva!

    En eso estaba cuando escuché la voz masculina abriéndose paso entre las demás, claramente dirigiéndose a mí, y saqué la cabeza del casillero para mirarlo. ¿Un Jack Atkinson que iba a mi clase? Lo recorrí con la vista sin ninguna clase de vergüenza y le dediqué una sonrisa suave cuando volví a sus ojos dispares.

    Eh, como Katty-chan, qué lindo~

    —Ninguna molestia, cariño~ —contesté con un tono de voz igual de suave, cerrando la puerta del casillero con cuidado para poder mirarlo mejor—. Alisha Welsh, un placer~ ¿En qué puedo ayudarte?
     
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    Insane

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    Entre que entrabamos y demás nos dimos cuenta que al menos no éramos de los primeros, a fin de cuentas la idea era ajustar un poco el reloj y no madrugar tanto, aunque esa noche la travesía fue ingresar a la habitación de Génesis mientras dormía y cambiar la hora en su despertador, de lo contrario nos hubiese despertado para llegar con la persona encargada de abrir las puertas. Esa noche sin embargo la noté re-estructurando su itinerario de tiempo luego de la cena. En medio de una cosa y la otra terminé dirigiéndome al casillo al alejarme de los otros dos, con las manos enterradas en los bolsillos y la mochila colgando en el hombro izquierdo. En cuanto me giré a los casilleros de tercero sentí el choque con un cuerpo mucho más pequeño que el mío, estirando la derecha a puro reflejo para evitar que ella fuese a caer al suelo, sujetándola de la muñeca.

    —Hey, lo siento —me disculpé buscando sus ojos para saber si todo estaba en orden, o si reaccionaría sumamente molesta conmigo.

    No recordaba haberla visto el día de ayer ni nada parecido, pero si estaba en los casilleros de tercero probablemente iba al mismo piso. Aparté el tacto luego de caer en cuenta que aún tenía su muñeca afianzada entre mis dedos, regresando la mano al bolsillo.

    [​IMG]
    Ver de soslayo tanta gente de aquí para allá era preferible a encontrar esa mierda casi deshabitada, así que continué mis pasos por el frente del instituto hasta meterme dentro. Tenía puesto los audífonos en los oídos con la electrónica retumbando en mis tímpanos, a punto de seguir a mi hermano hacia su casillero, sin embargo en cuanto llegamos a la sección de las hileras de tercero diferencié una cabellera castaña, aunque más que el cabello fue el porte.

    Y mira nada más a quién me acabo de encontrar.

    Una sonrisa de lo más torcida me decoró el rostro, aprovechando de cierta forma que estaba dándome la espalda me saqué un audífono que dejé colgando sobre el hombro y le bajé volumen al móvil en eso que me acercaba, volviendo las manos a los bolsillos del pantalón. En cuanto estuve atrás de él a nada de no respetarle el espacio personal hablé en un murmuro tenue, esperando a clavarle la mirada encima:

    —Buenos días, príncipe.

     
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  11.  
    Reual Nathan Onyrian

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    Creo que no estaba de más decir que había quedado un poco apabullado por la muchacha cuando esta se había dado la vuelta. O sea, uno podía notar que llevaba el uniforme de manera algo... particular, desde el costado, pero cuando uno la miraba de frente... Bueno, había un par de razones para sorprenderse un poco. Parpadeé y meneé la cabeza. La verdad me había descolocado un poco. Me froté la frente. Era muy temprano para estar teniendo esos pensamientos.

    Me mordí los labios, algo incómodo con la inspección de la rubia. Mis mejillas se colorearon levemente, y carraspeé. La verdad, no esperaba tanto atrevimiento tan temprano. Pero suponía que tenía que acostumbrarme. En especial si esa chica iba a mi clase. Obviamente, no parecía para nada japonesa.

    — Eh, lo siento. Supongo que es muy de mañana y no me quito la almohada todavía —comenté, con una ligera carcajada, rascándome la nuca.— Alisha, ¿eh? Un placer.

    Mejor me centraba en sus ojos antes que en sus piernas. Sin embargo, tampoco era tan sencillo. Había cierto brillo en ellos que, por alguna razón, hacía que se me erizaran algunos pelos de la nuca. Cierto instinto, se podía llamar. Ese brillo podía ser peligroso. O también divertido. Sea como fuera, tenía que tener un poco de cuidado.

    — Verás, tengo algunas preguntas, no sé si podrías ayudarme —comenté, apoyándome en los casilleros, para descansar la pierna un poco.— Principalmente, ya que vamos a la misma clase, con nuestros compañeros. Tengo que hacer el trabajo de Biología con...

    Busqué en mi chaqueta, para luego recordar que me había olvidado mi cuaderno de olvidadizo.

    — ...Scheiße. Emm... ¿Alethea, creo que era una? Kou, ese era fácil, y... ¡Laila! Sí, Laila. Con esos tres. ¿Me podrías indicar quienes son? Me gustaría preguntarles como van con el mismo. También, ayer con Morgan, que me guió un poco por la escuela, que pobre, no se la veía muy contenta, y no la culpo. ¿Perderse el recreo por guiarnos? Seguro fue frustrante. ¿A qué iba? Ah, sí. Mencionó un club de fotografía, y eso suena interesante. No sé si conoces a alguien que sea miembro del mismo. Y por último, ¿puedes contarme un poco sobre nuestro curso? Ya sabes, cada grupo tiene sus dinámicas, y demás, y estaría bueno conocerlas.

    Me encogí de hombros.

    >> Creo que todo eso se englobaría en... ¿tienes problema en mostrame un poco la escuela más a fondo? Si no tienes demasiados planes. Además de contarme un poco sobre la misma. No sé, tienes pinta de conocer algo a fondo la idiosincracia de la misma.

    Jack, maldito zopenco, que estás haciendo, huye de allí. Corre ahora que puedes. Bah, renguea rápido.
     
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    Zireael

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    No supe si me quedé allí tratando de decidir si largarme de forma definitiva o esperando a que Emily y Hiradaira se fuesen. Si tanto me incomodaba tener que lidiar con la segunda, siendo que tenía el condenado proyecto con ella y todo el asunto bien podía tener la decencia de disculparme con ella de una vez por todas y agradecerle por haberme vendado la mano. No sé, algo que hiciera la gente decente, aunque con cada día que pasaba parecía ir olvidando más las cosas que se supone que debían hacerse y la máscara que había robado de mi hermano perdía la forma hasta volverse una cosa irreconocible.

    Estaba dando media vuelta para irme, habiéndolo decidido de repente, cuando alguien me llevó en banda por estar atravesada a mitad de las líneas de casilleros y como había cambiado el punto de equilibrio justo en ese momento casi acabo por comerme el suelo, aunque la persona que me llevó por delante estiró la mano para evitarlo.

    Imaginé que era un muchacho por la diferencia de altura y toda la cuestión, cosa que acabó por confirmarse cuando encontré su rostro mientras se disculpaba. No recordaba haberlo antes en la escuela ni nada y eso que vivía revuelta con la gente de tercero, así que solo asumí que debía haber entrado gente nueva en los días que estuve ausente, cosa que no era rara en el Sakura. Esta gente aceptaba nuevos alumnos en cualquier momento del año.

    Negué ligeramente con la cabeza cuando logré conectar neuronas suficientes.

    —No te preocupes, yo era la que estaba estorbando —respondí, sacando ánimos de vete a saber dónde para dedicarle una sonrisa suave. Ni siquiera le había puesto atención a su tacto en la muñeca, tampoco cuando me soltó porque en sí me daba igual—. ¿Eres nuevo? No me parece haberte visto antes.

    ¿Soltando la pregunta así nada más? Bueno, nada que hacerle, digamos que hablar con alguien que no supiera nada de la mierda que andaba encima quizás pudiese hacer que me olvidara de ella un rato.
     
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    Rojo FireRed

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    Un nuevo día, y bastante del asco su inicio, el mal clima ya era de por sí una putada, pero el cambio de calor a frío era bienvenido al menos.

    Llegando al recinto, pues se topó que a diferencia del día anterior, había más gente ya adentro, se escuchaba bastante alboroto y las voces de aquellos jóvenes que habían llegado ya.

    Fiel a su estilo austero y solitario, se limitó a acercarse a su casillero correspondiente y abrirlo, esta vez dejando en el mismo algunos libros y otros materiales didácticos que le pudieran ser de utilidad, además de las revistas que siempre cargaba consigo, al menos para paliar el aburrimiento.

    Sin embargo... Terminó por realizar algo, y era en el proyecto escolar que era para dentro de dos días, por el amor a todos los santos.

    Soltó un suspiro de abatimiento, y más con el grupo que se cargaba para realizar el mismo, lo más seguro Riamu ni siquiera se acordase del mismo, Lena no se le veía por ningún lado con su encantadora actitud, ¿Y quién puñetas era Yume?

    Cerró el casillero para ver el techo un momento y volver a suspirar, sentenciando la situación con un improperio muy peculiar, manifestando así su inconformidad con la situación

    Puta madre.
     
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  14.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    A la final terminé encontrando sus orbes anaranjados, y en realidad ese color no era para nada común; parecían los de un atardecer embravecido, intensos y profundos. En cuanto negó con la cabeza me relajé bastante, al menos no tendría que arreglármelas con una chica temperamental o similar. No me pareció mala idea continuar con la conversación, a fin de cuentas aún quedaba bastante para subir a clase, y hacer nuevas amistades siempre era bienvenido.

    —Sí, recién entré ayer. ¿Tanto se nota? —pregunté risueño, identificando que la chica era japonesa. Agradecí el hecho de que no hablase como metralleta, porque de ser el caso no le podría seguir el ritmo.

    Abrí mi casillero sin intenciones de perder el hilo de la conversación, para solo hacer un cambio de libretas y volver a cerrarlo. Zeld me había mostrado ayer al salir de la cafetería la máquina dispensadora, y no me sonaba mal la idea para completar esa disculpa a medias de mi parte por casi hacerla caer en el suelo.

    —Por cierto, mi nombre es Zoldryck Kasun —me presenté sonriendo ligeramente—. Un gusto.
     
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bu, había esperado pillar más desprevenida a Emi, pero al parecer estaba empezando a saber leer mis estrategias. ¡Debería cambiarlas radicalmente! Cuando la dejé ir esperé a que se girara con una cantidad estúpida de emoción contenida, como quien planea una fiesta de cumpleaños sorpresa durante meses y meses y se queda mirando al afortunado para pillarle la reacción. También tenía los caramelos entre mis manos ahuecadas porque era imbécil y había olvidado meterlos en una bolsita o lo que fuera, y casi se me cayeron al suelo cuando Emi pasó entre mis brazos para abrazarme. Es decir, un par murieron, el resto alcancé a comprimirlos entre mis puños... que muy grandes no eran, ¡pero algo era algo!

    Mis brazos la envolvieron de inmediato, con las manos llenas de caramelos que no paraban de caerse. Todo el desastre me arrancó una carcajada cristalina y acompañé el movimiento de Emily sin problema, meciéndola con ganas de lado a lado. Llevábamos ¿qué? ¿Dos días sin vernos? Y nos comportábamos como si hubieran sido meses.

    Qué sé yo, con todo lo que me había pasado sí se sentía lejano.

    Luego de separarnos, relajé las palmas para dejar caer en las suyas los pocos caramelos que había conseguido salvar y me agaché para recoger el resto. ¡Con envoltorio aplicaba la regla de los tres minutos!

    —¡Objeción, Su Señoría! —me quejé desde ahí abajo, alzando el rostro para sonreírle—. Los de limón son los mejores, ¡está en la biblia!

    Me erguí de un salto, soltando el aire de golpe, y le seguí llenando las manos de caramelos. Y los que no cabían ahí, se los empecé a colar en los bolsillos.

    —En serio, hay una parte donde Jesús y Lucas están discutiendo y Lucas se queja de que los de limón son demasiado ácidos, a lo cual Jesús le dice "¡oh, buen hombre! ¡Sabio y necio hombre! ¿Acaso no consigues ver la verdad de Dios a través de los caramelos de limón? ¡Me decepcionas, Lucas! ¡Yo, que soy tu padre!"

    Me había clavado una voz de anciano bastante convincente y ¿acababa de mezclar la biblia con Star Wars? Bueno, sí.

    Me reí apenas terminar de soltar la estupidez y relajé un poco el cuerpo, aflojándole a las cantidades ridículas de energía. Le dediqué una sonrisa más suave a Emi y asentí. No había visto a Shiori ni de casualidad, tan enfocada en mi torbellino de estupideces como estaba. Aunque, de haberlo hecho, ¿habría cambiado algo? Probablemente no. Sabía que tarde o temprano debería hablar con la chica para acordar lo del proyecto, pero no tenía la más puñetera idea de cómo hacerlo.

    —Buen día, Emi-chan~ Todo bien, todo bien, aunque hace mucho frío, ¿no? Seguro es porque prefieres los de piña. Hiciste enojar a Dios. —Le había dado medio la espalda pero no tardé en buscar sus ojos de soslayo—. ¿Y tú, cariño? ¿Qué tal va todo? ¿No pasó nada loco ayer? ¡Dime por favor que no aparecieron agentes secretos del FBI buscando arrestar a un estudiante contratado por los alienígenas para dominar el mundo!

    Kou 2.png

    El almuerzo con Riamu ayer no derivó en nada diferente a las tonterías que ya nos habíamos marcado. Comí a mi ritmo, como si contara con todo el jodido tiempo del mundo, y luego subimos hasta el tercer piso. La acompañé a su clase, claro, si era un remarcado caballero, y al despedirla me tomé el atrevimiento de recoger su mano para depositar un beso allí. A la 3-3, ¿eh? Ishikawa iba a esa, si la memoria no me fallaba.

    El día siguió con normalidad, llegué a casa y un poco antes del crepúsculo Teruaki-san se apareció para charlar cosas con mi padre. Se quedó a cenar, de paso, y luego me arrastró al club para beber un par de tragos. Nada que hacerle, era un mero peón, al fin y al cabo.

    Al llegar a la escuela no tardé nada en distinguir un par de cabezas entre el gentío de tercero. Es decir, ¿cómo no, si parecían casi un puto semáforo? Estaban ahí el pelirrojo de ayer, el que apestaba a chacal, y el pobre diablo. El Ishikawa menor, primo de Rei. Vete a saber si debajo de la satisfacción sentía algo remotamente parecido a la culpa por haberle cagado un poquito la vida a un familiar de quien alguna vez fue uno de mis mejores amigos. Vete a saber si era capaz de eso.

    Al parecer, el poder de imprimir terror le ganaba a todo lo demás.

    Lex talionis.

    La criatura debía tener un radar o algo, pobrecilla, que fue cosa de compartir espacio cinco segundos y conectar miradas. Otra vez, se las apañó muy bien para disimular lo que sea que hubiera sentido y no tardó en desaparecer, en dirección al pasillo. Me limité a esbozar una pequeña sonrisa y me seguí cambiando los zapatos, como si nada. Tampoco iría a torturarlo por puro amor al arte, ¿no? Al menos por ahora.

    Una sensación atípica me recorrió el cuerpo, fueron las alarmas que nunca descansaban y en ese preciso instante retumbaron apenas, forzándome a prestar atención. No lo conseguí a tiempo, sin embargo, y recibí justo encima del oído una voz masculina que creía recordar bien. Me las apañé para regular la tensión que había amenazado con evidenciarse en mi cuerpo.

    Cabrón.

    Lo observé de soslayo y topé de lleno con sus ojos miel. Estaba cerca que te cagas, no debía ni ser legal, pero ¿no vivía yo para el puto teatro, acaso? Cerré mi casillero a tientas, deslicé la mano por la superficie metálica hasta dejarla caer y me giré enteramente hacia él, con la sonrisa suave y la mirada entornada. Sin retroceder ni un centímetro.

    Ni de coña.

    —Ah —solté en una especie de suspiro decepcionado, repasando sus facciones sin el menor apuro—. Sí, definitivamente te ves mejor sin tatuajes. Qué pena~


    a Cay Cay me lo arrastro al pasillo
     
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    Zireael

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    Por una vez en la vida me alegraba no haber terminado encontrando otro amargado, vivía rodeada de ellos y no me había salido muy bien la jugada, ¿o sí? Las cosas como eran, me había salido que daba puta pena. El chico parecía normal por lo menos, a eso era a lo que quería llegar, en ese momento se agradecía bastante porque no creía poder lidiar con ningún extremo de la escala.

    Se notaba que tampoco hablaba japonés muy bien, el pobre diablo, así que gracias debía dar que no había topado con una ametralladora de palabras o la hubiera visto fea. En general mi tono de voz era suave pero claro, además de que no hablaba con prisa casi nunca, aún así al ser consciente de ese detalle me forcé a encontrar la decencia suficiente para pausar un poco más las palabras.

    —Un poco —respondí sacándome la bufanda de alrededor del cuello, la doblé a como cayó y la guardé en el maletín—. Solo digamos que paso mucho tiempo entre los de tercero y me tengo memorizadas bastantes caras.

    Lo vi abrir el casillero, sacar cosas y demás antes de cerrarlo de nuevo. En sí era que no tenía nada más que mirar, aunque no quería pecar de rara así que acabé por ponerme a repasar el espacio con la vista. Cayden había desaparecido y en ese momento también me di cuenta que la sombra que Altan traía consigo tampoco estaba presente, Shimizu mucho menos. El segundo no parecía interesado en llegar a tiempo, pero Altan era como un jodido reloj incluso si la escuela le importab poco o nada, así que era un poco extraño.

    —¿Kasun es el apellido? —pregunté solo para estar segura, regresando la atención a él. Hice una ligera reverencia, las víboras oscuras acompañaron el movimiento de mi cuerpo y cuando me enderecé volví a sonreírle—. Kurosawa Shiori. El gusto es mío, senpai.


    por alguna razón tuve flashbacks de vietnam con esta niña diciéndole senpai (?
     
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    Insane

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    Vaya que aquel día el clima si estaba varios toques más fríos que el anterior, sin embargo por el saco del uniforme que estaba extrañamente en perfectas condiciones a causa del perfeccionismo de Génesis antes de salir de casa el clima no me afectaba en lo más mínimo, además de que estaba aplanchado por el personal de servicio que habíamos contratado, como la corbata anudada que me había aligerado al bajarme del auto, aunque no podía ser tan modesto, si en realidad parecía que me hubiesen hecho sobre la llamarada del holocausto porque el fuego que mantenía dentro no debía ser ni normal.

    Lo seguí milimétricamente con la mirada al verlo girarse, si es que ya lo había recorrido de pies a cabeza al apenas entrar, y se seguía viendo igual de bien a como lo vi en la fiesta. Y qué decir que no tardó para nada en soltar lo de los tatuajes, a lo cual solo me acentuó la sonrisa sin complicaciones.

    —Aún no los has visto todos —ladeé ligeramente la cabeza, con el aire eterno en mofa—. Cuando quieras me dices y te los muestro.

    Entre todo eso no le quité la mirada de encima, dejando las pupilas miel sobre las contrarias.

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    Por el rabillo del ojo la vi desprenderse de la bufanda. Era común tanto en Canadá, Serbia y ahora Japón el hecho de que por el tipo de uniformes en el género femenino terminaran siendo más vulnerables al clima, aún más en ese país en donde las faldas eran extrañamente más cortas de lo que debería, tal cual los programas que daban en televisión. Quien los hubiese impuesto de seguro se traía dobles intenciones en todo aquello.

    —Es agradable escuchar eso. Quiero decir, has de tener bastantes amistades de tercero —comenté ajeno a su realidad, entendiendo ahora que no era del mismo grado. Probablemente sería de segundo, porque de primero no tenía pinta tampoco a menos que hubiese reprobado año—. Sí, Kasun es mi apellido pero llámame como quieras. Shiori —pronuncié su nombre con cierto deje de duda, casi a tientas de si lo había hecho bien, regular o nefasto por ahí derecho.

    El senpai me hizo elevar ligeramente las cejas, terminando con la mirada desviada ligeramente, rascándome la nuca. En lo que llevaba nadie me había llamado así, a lo que una risa floja se me escapó. Volví mis ojos hasta los de ella no mucho después.

    —Shiori, ¿te gusta el café? —pregunté entonces, moviendo la cabeza hacia el pasillo para invitarle una bebida de la máquina.
     
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    Zireael

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    Hice un gesto de "más o menos" con la mano ante comentario de que debía tener bastantes amistades de tercero, entre Meyer, Katrina, Al, Cayden y los que venían con ellos por rebote conocía bastantes o por lo menos a la cremita del último año, eso era innegable. El comentario me jodió un poco porque no era por ellos que me acercaba en automático a la línea de casilleros, pero no se lo iba a soltar así en toda la cara. Con costos se lo había dicho a la gente que estaba metida en la mierda conmigo.

    Alcé un poco las cejas al escuchar que me llamaba por mi nombre cuando acababa de conocerme, relajé los gestos casi de inmediato porque no iba a ponerme a reclamarle al pobre que parecía recién llegado en Japón al respecto, no era tan rígida tampoco. Asentí con la cabeza levemente, para decirle que lo había dicho bien y me hizo algo de gracia su reacción al haberlo llamado senpai, hasta parecía que se había avergonzado un poquito.

    Qué lindo~

    —¿Con este frío? Puedes apostarlo —respondí dando un par de pasos en dirección de la máquina. No me había cambiado los zapatos ni nada, pero que me preguntaran si me importaba—. Así que te acepto el café de disculpas, Kasun-senpai~
     
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    Amane

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    ¿No era acaso la vida maravillosa? Si Joey no sabía que clase de pacto con el demonio habíamos hecho para acabar en el Sakura siendo unos pobres campesinos, yo no sabía el pacto que había hecho para ser tan hija de puta con todo el mundo y aun así recibir tremendo bomboncito de la nada, como caído del cielo o algo por el estilo.

    Me sonreí con aquella satisfacción estúpida cuando recibí sus reacciones, porque estaba claro que el pobre diablo no se esperaba tremenda imagen y, ¿yo qué podía decir? Orgullosa estaba de que llevar el uniforme cómo lo llevaba siguiese teniendo el mismo efecto que siempre. Algunas cosas no fallaban~

    Lo escuché con una atención ridícula, intentando disimular la diversión que quería abrirse paso hasta mi rostro por la verborrea de palabras que estaba soltando. ¿Sería siempre así o estaría nervioso~? La cuestión es que logré seguirle el hilo sin mayor problema, porque cuando me interesaba las neuronas me funcionaba con ganas, y le sonreí de nuevo con aquella sedosidad natural antes de girarme un poco para poder ver mejor el pasillo entre los casilleros.

    ¿El trabajo de Biología había dicho? La manera en la que había borrado todo aquello de mi cabeza era digno de admirar, la verdad.

    —Alethea es... la chica aquella de pelo azul, y un poco más a la derecha, ¿el tipo ese que va con aires de príncipe y que casi se está comiendo al tatuado? Ese es Kou —los fui señalando según los iba encontrando en el espacio y miré a Jack de reojo después de un rato, bajando la mano—. Laila parece que no ha llegado aún, pero la vas a reconocer porque tiene el pelo lila y los ojos rojos. It's kinda creepy~

    Otra cosa no, pero al menos tenía que admitir que sí le había caído a la persona correcta en cuanto a conocer la academia y los alumnos. Los tenía a todos ubicados, por claro motivos, y después de tres años sneaking around para saltarse las clases, follar y fumar, me conocía el lugar al dedillo.

    >>Yo estoy en el club de fotografía~ Pero mejor habla con Joey, él se encarga de todo por ahí. O le puedo decir que te busque, solemos pasar el tiempo juntos~

    Puede y solo puede que aquello último lo dijese con un tono de voz algo más genuino, no era algo que pudiese controlar fácilmente, pero recuperé tan rápido la chispa de diversión que casi podía pasar por un delirio de fiebre. Además, un poquito de gracia me había hecho su pregunta de la dinámica de grupo en nuestra clase. Pues... no sé, había unos cuantos salidos, que era lo que me interesaba, y... ¿el resto iba a su rollo? La verdad es que no había nada demasiado interesante que contar de ellos.

    >>Bueno, depende de lo que quieras saber realmente del sitio, cielo. ¿Los sitios sin cámaras? ¿Cotilleos de los clubes? ¿Cuáles son las mejores frituras de todas? I can help with that kind of stuff, yeah~

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    La escena que nos estábamos montando en mitad de los casilleros por puro amor al arte tenía que ser digno de admirar, a decir verdad. Anna me dejó caramelos en las manos y los bolsillos, un montón se le cayeron al suelo, y comenzó a soltarme un discurso de lo más tonto mientras los recogía.

    —Bueno, te recuerdo que Jesús también confió en Judas y este lo traicionó, ¿realmente nos vamos a fiar de su palabra? No sé yo, no parece muy confiable.

    ¿Le había respondido con toda la seriedad del mundo a su argumento, como si aquel fuese un debate de verdad o algo? Pues claro. No sabía yo qué era lo que tenía Anna, pero conseguía pegarme su energía con una facilidad ridícula, y simplemente me salía natural seguirle el rollo con lo que fuese. Igual solté una risilla después y acabé por encogerme de hombros, con una expresión rendida.

    >>Vamos a quedarnos con lo bueno: nosotras no nos vamos a pelear por los caramelos entonces~

    Abrí mucho los ojos cuando escuché su teoría y me llevé las manos a la boca para taparla, pues también había acabado abriéndola culpa de la sorpresa. Había guardado los caramelos en mis bolsillos para poder hacer todo eso, claro, y justo después me acerqué más a ella para poder engancharme de su brazo y hablarle en un tono de voz bajo, confidencial, mirando varias veces por el pasillo con sospecha.

    >>¿Cómo sabes lo de la misión de Kashya? ¿Quién te lo ha dicho? ¡No la habrás delatado! —murmuré, alarmada, y acompañé cada pregunta con diferentes golpecitos en su costado con intenciones de picarla un rato.

    Al final no pude soportarlo más y solté otra risa antes de erguirme, aunque no solté su brazo y me quedé ahí enganchada.

    >>Nah, no pasó nada. Ayer almorcé con Dunn-senpai y el resto del día fue bastante normalillo, nada que destacar~

    Me quedé mirándola un segundo, con la duda impresa en mis ojos, pero en cuanto me percaté de que podría estar incomodándola la aparté y recuperé la expresión serena de siempre. No sabía cómo de correcto sería preguntarle por su fin de semana, siendo que en sus mensajes no me había querido decir nada y tampoco quería invadir su privacidad demasiado.

    Alethea 2.png

    Vaya, los casilleros estaban más animados que nunca aquella mañana. Mientras recogí mis cosas para las clases, un montón de alumnos habían llegado, y muchos de ellos estaban interactuando entre sí de alguna u otra manera. Era realmente lindo ver cómo los demás formaban diferentes relaciones con sus compañeros, en relaciones que seguramente acababan siendo más complejas de lo que podría llegar a imaginar.

    Era lindo, pero también un poquito solitario.

    Dejé escapar un suspiro y me dispuse a dirigirme hacia el aula, a aprovechar el tiempo hasta que las clases empezasen para completar tareas o corregir canciones como solía hacer siempre. Quise no darle mayor importancia al hecho de que no había hecho ningún amigo desde que había llegado a la academia, realmente lo quise, pero la idea se me quedó incrustada en lo profundo del cerebro y cuando distinguí una cabellera albina como una de las compañeras de proyecto de Ri, no lo pensé mucho antes de acercarme.

    Solo me había hablado de ellos por encima, porque a ella le encantaba hablar y siempre tenía más cosas que contarme que viceversa, ¿y qué estaba buscando en realidad al acercarme? Podría... quizás podría avisarle para que no contasen con Yumemi para el trabajo. ¡Sí, eso sonaba bien! No parecía la mejor manera para caerle bien a alguien, ¿pero qué sabía yo al respecto de eso en realidad?

    —Disculpa, ¿por algún casual eres Izayoi Sakura-san?

     
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    En lo que estaba dispuesta a irse, sintió una voz femenina a sus espaldas, además de su presencia, para luego darse la vuelta y ver a aquella chica.

    Era una peliazul, con ojos de la misma tonalidad, al parecer pues la estaba buscando, incluso preguntó su nombre.

    —Hmm, la misma, pero es Sakuya —sonrió, al menos el prospecto de socializar le había sacado de su desgano momentáneo con el proyecto—, ¿Me permite conocer su nombre, milady?

    Educación y cortesía por delante.
     
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