Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Ese muchacho parecía incapaz de asimilar la situación por completo y aunque un poco en gracia me venía, de esa surgida de la más pura ternura, en resumidas cuentas no estaba tan de ánimos para demostrarlo. Me encogí de hombros ante su primera pregunta con cierto aire indiferente, balanceando aún el móvil entre nosotros.

    —No lo sé, es Dauti, ya lo has visto. Se para a hablar con la señora de la cola del super si le da el tiempo.

    La lógica de Aaron tenía todo el sentido del mundo, aunque el muchacho estuviera omitiendo el pequeño detalle de que mi situación actual con Daute no era la mejor posible. A mí también me resultaba extraña la idea de que estuviera ignorándome adrede pero, siendo justos, tampoco habíamos tenido mayores problemas hasta ahora. Joder, había estado tan putamente contenta al recibir la sorpresa de que iríamos juntos al Sakura, ¿cómo llegamos a irnos tan a la mierda en un par de días?

    ¿En qué había fallado?

    Aparté la cuestión de mi cabeza casi al instante, enfocándome en los movimientos de Aaron. Mi idea no había sido que me diera su móvil pero ni modo, lo acepté sin mayores complicaciones y le agendé el número de Daute para abrir su chat.

    —Bueno, la idea es que tú le hablaras —indiqué, mostrándole la pantalla—. No lo sé, cielo, ¿no quieres escribirle tú? Ni siquiera sé cómo hablas.
     
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    Nekita

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    Mordió el interior de su mejilla levemente, se sentía estresado por toda aquella situación pero también tenía sentido lo que decía, Daute era capaz de hablar con todos si se lo proponía, porque así era su personalidad a fin y al cabo. Así le gustaba ser.

    Bufó, sin entender en sí de que estaba hablando Sasha —¿Cómo cualquier otra persona? —preguntó genuinamente confundido con cierto tinte de molestia —, creí que ibas a intentar llamarlo por teléfono o algo así, así que realmente no importaba si no lo hacía yo, pero... Esta bien, escribiré.

    No veía diferencia alguna en que ella lo hiciera, pero si quería tan siquiera intentar otra cosa en vez de esperar, mejor lo intentaba de una vez.

    << ¿Daute? Soy Aaron, ¿vendrás hoy? >>
     
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    Kaisa Morinachi

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    Soltó una risa ligera y limpia ante los primeros comentarios de Liza, entrelazando sus manos tras su espalda y meciéndose con suavidad de un lado a otro. Que confirmara las sospechas le aceleró el corazón lo suficiente para brindarle a su cuerpo un subidón de energía. Sonreía a ojos cerrados mientras mostraba la ilera superior de dientes.

    —La misma en carne y hueso, aunque si gustas dime solo Yashi-chan —agregó melodiosa, no demorando en volver a buscar los ojos azules, con una sonrisa de oreja a oreja y expectación en los ojos por mucho que quisiera relajar el gesto. Aunque luego las preguntas que le soltó la chica ayudaron bastante.

    >>Oh, si, es mi primer año —soltó cada vez controlando mejor la emoción en su voz, terminando por decir lo siguiente con más calma—, supongo que no es un lugar perfecto, tal como todas las academias, pero está bastante bien—. Y a pesar de estar calmada, no podía borrarse la sonrisa cuando ladeó ligeramente la cabeza—, ¿y tú?, ¿qué cuentas?

    La verdad, a pesar de solo haberse topado tres veces, cada vez que se volvían a ver la adrenalina le subía igualando o superando la que sintió en el momento de la tercera carrera que echaron, ese primer día que se conocieron el verano pasado y nadaron un montón; la expectación por competir, casa día con menos sentimientos insanos relacionados, era increíble. Aparte de que Liza le había demostrado su mejoría respecto a no sentir envidia ni similares, sin ser consciente siquiera la castaña de esto. Todo el asunto no podía hacer más que brindarle grandes dosis de alegría que simplemente se filtraban sin mayor control.
     
    Última edición: 5 Enero 2021
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    Amane

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    No sabría decir cuanto tiempo estuve tensa esperando su reacción, solo fui consciente de ello cuando los músculos se me relajaron al ver que no había salido tan malo como esperaba. Podía rescatar bastantes cosas buenas, de hecho. Al menos quería creer que mis palabras le habían llegado porque me respondió sin rodeos, cosa que agradecía, y parecía que ya no hacía falta que fingiese que todo estaba bien a mí alrededor y eso... también era un avance.

    Asentí con la cabeza, con un ligero "mhm" acompañando al movimiento, y observé con una expresión mucho más relajada como rebuscaba en su maletín. Se lo había dicho, que entendía por qué lo hacían, y era verdad, así que no iba a darle más vueltas de las necesarias al asunto. Aunque eso me recordó que en el receso intentaría buscar a Anna para hablar con ella y ver cómo estaba, quizás Dante la habría ayudado a sentirse mejor sin ser consciente de ello. Él... tenía esa capacidad.

    —Yo me encargo, no te preocupes~ —murmuré, cogiendo la llave que me estaba extendiendo, con cuidado, y guardándola en un sitio seguro dentro del maletín—. Si quieres ayudarme a limpiar y pasarme recetas, te lo agradecería, síp. Y, por supuesto, eres más que bienvenida a volver cuando quieras, Shio.

    ¿De dónde había salido la confianza para llamarla por ese apodo de la nada? Ni idea, pero ahí estaba, y no sentí que tuviese que corregirme, la verdad.

    Buenas noticias así de buena mañana la verdad (?)

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    Un rayo de pura confusión me cruzó el rostro al escucharle decir aquello, y eso sumado a la voz en sí, me lanzó recuerdos dispersos de aquella noche que, juraría, me hicieron palidecer un poquito.

    Dirigí un vistazo rápido a mi alrededor antes de prácticamente abalanzarme para coger al chico del brazo y arrastrarlo lejos de aquella zona de los Casilleros. Yo no sabía que Altan ya le había contado todo lo que pasó a Konoe y, desde mi punto de vista, lo último que necesitaba era que se enterase y se pusiese a hacerme más preguntas innecesarias.

    —Eh~ En mi defensa, no te vi la cara esa noche, cariño~ —canturreé mientras nos alejábamos, recuperando con rapidez el tono ligeramente flirty—. Además... ¿amiguita? Dile eso al alemán y le da un venazo, si no me soporta —añadí, con una carcajada.

    Claramente, por eso me había quitado tremendo polvazo el cabrón.

    Cuando estuvimos finalmente a una distancia considerable de Konoe, que era realmente la única que me importaba que no se enterase demás, solté el brazo del chico y lo miré con una sonrisa ligera, como si nada.

    >>Y bueno, no me daba a mí que ese grupo fuese de los de ir a escuelas pijas como el Sakura, ¿eh? ¿No será esto cosa de Al-kun~? —pregunté, arrastrando las sílabas de ese apodo al final de la frase.

    Joder, cómo le iba a molestar con eso.

    ESTOS PENDEJOS JAJAJA
     
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  5.  
    Gigi Blanche

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    Permanecí a la espera sin mayor cambio en mi expresión, aunque el muchacho se notara claramente hastiado por toda la situación. No entendía muy bien si era fruto de preocupación, incomodidad o lisa y llana molestia que mi pedido le estaba provocando, pero no era un terreno donde fuera a meterme. No me apetecía morderlo, al menos no en tanto necesitara algo de él, y en sí no parecía mal chico. Podía dejársela pasar.

    Al final aceptó y asentí un poco por reflejo. Le dejé redactar el mensaje y cuando pareció haber acabado solté un suspiro bajo y me regresé el móvil al bolsillo de la falda, corriéndome el cabello con un movimiento de cuello.

    —Gracias, cielo, luego me avisas si te responde, por favor —dije, pasando a su lado, y apenas alcé una mano a modo de despedida; justo cuando lo estaba rebasando agregué, en una mezcla de seriedad y ligera, ligerísima ironía—: Perdona las molestias~

    Bueno, al final no se lo dejé pasar tanto.

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    Llegué a la escuela junto a Morgan, como cada mañana, estaba contándome sobre un concurso de escritura al que planeaba inscribirse mientras nos cambiábamos los zapatos. Me pareció una idea genial así que la apoyé, claro, y le deseé mucha suerte aunque no la precisara ni la esperara. Ella me sonrió con esa clásica suficiencia de quien tiene pintas de, no lo sé, contar con el secreto para comerse el mundo, y me preguntó si subiría.

    —No, voy a quedarme un rato a ver si me topo con Anna-chan.

    Morgan se encogió de hombros, suspirando liviano, y se puso de puntillas para presionar los labios en mi mejilla. Recibí su gesto con toda la naturalidad del mundo, como si fuera mi hermana de sangre, y la seguí con la mirada unos segundos antes de repasar los alrededores. No tenía idea que a la enana le había dado por llegar temprano esa mañana así que la espera iba a ser en vano. Nunca había respondido a mi mensaje, tampoco insistí con otros, pero sí me apetecía verle la cara para confirmar que, no lo sé, estuviera bien.

    Solté el aire por la nariz suavemente y enterré las manos en los bolsillos del pantalón, con la espalda recostada sobre el costado de los casilleros, de cara a la entrada. No había podido ver a Arata, la verdad, luego de que Alisha lo hubiera arrastrado lejos de la zona, así que aún no me enteraba de su transferencia.

    Weno si alguien quiere caerle al pendejo, bienvenido sea, si no its fine uwu
     
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    Amane

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    Al final no había podido encontrar a Anna después de clases para comprobar los abrazos que habíamos dado a lo largo del día, aunque podía agradecerlo porque... ¡seguro que me había ganado! Tenía que ponerme las pilas el siguiente martes si quería ser una digna competente.

    Sea como fuere, gracias a que ahora iba a una escuela de verdad y esas cosas, los ensayos y clases de canto se habían reducido durante la semana así que podía disfrutar de algo más de tiempo libre. No sabía muy bien qué hacer con él, la verdad, sobre todo porque a Riamu le gustaba pasar las tardes fuera de casa haciendo cosas que nunca me contaba, así que al final siempre acababa intentando aprenderme nuevas canciones o algo así.

    Por eso mismo estaba decidida a buscar al chico encargado del club de música aquel día, ¡así podría tener las tardes ocupadas! Y haciendo cosas que me gustaban, ¡sonaba a buen plan!

    Me despedí de Ri en cuanto se cambió los zapatos y se dirigió al interior del pasillo, habiéndolo hecho mucho más rápido que yo, y eché un vistazo a mi alrededor. Había bastante gente por los casilleros de tercero así que pensé que preguntar a alguien no sería mala idea, claro que... ¿a quién? Todos parecían bastante metidos en su propio mundo.

    Al final me decidí por un chico de pelo cian que, de primera vista, me parecía bastante amable.

    —Buenos días~ —saludé, haciendo una inclinación suave en el proceso—. Perdona que te moleste, pero... ¿eres alumno de tercero? Es que estoy buscando a una persona pero llevo solo un par de días en la Academia y no sé, necesitaría un poco de ayuda...
     
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  7.  
    Gigi Blanche

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    Seguía ahí parado, envuelto en la tranquilidad usual, cuando me pareció notar que una chica me hablaba. Volví la vista con cierta curiosidad y le sonreí por reflejo al advertir que se inclinaba y todo lo demás. Llevaba el cabello de un azul intenso, claramente más oscuro que el mío, y sus ojos eran de una tonalidad similar. Toda ella me recordaba al océano o algo así.

    —Sip —concedí en voz suave, regalándole una de mis sonrisas usuales de ojos cerrados—. Llevo poco tiempo en la Academia yo también, pero quizá pueda ayudarte. ¿Qué necesitabas?
     
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  8.  
    Amane

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    Suspiré aliviada al recibir la respuesta del chico, dedicándole después una sonrisa de agradecimiento mientras llevaba las manos tras la espalda.

    —¡Muchas gracias! —exclamé, sin poder esconder mi emoción en el tono de voz—. Leí el anuncio de un club de música en el tablón y estaba buscando a su encargado. Uhm... ¿Kohaku Ishikawa? ¡Sí! Creo que eso era. ¿Te suena?


    Ladeé la cabeza, en un gesto expectante, tras formular la pegunta.

    Ni idea tenía, por supuesto, que aquel iba a ser mi segundo día de buena suerte y que no tendría que buscar mucho más.
     
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    Zireael

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    La pobre estaba tensa que te cagas esperando mi respuesta, ¿no? Como si tuviese miedo de que en cualquier momento se me fuese a ir la pinza o algo. No tenía ni siquiera manera de culparla, en menos de una semana había intentado cerrar a hostias a Hiradaira, había hecho mierda un espejo en los baños y me había vuelto una suerte de huracán. No coincidía del todo con la imagen que debería haberse hecho de mí la primera tarde del club, aunque se revolviera con el hecho de que ambas habíamos estado en el desastre de la azotea.

    Solté un suspiro cuando tomó la llave y asentí apenas cuando la escuché aceptar mi ayuda. No creía volver en el futuro próximo, esa era la verdad, pero tampoco iba a desmotivarla de aquella manera.

    Shio.

    Bueno, ¿no te habrás puesto muy confianzuda de la nada?

    Ni idea de por qué, pero la sonrisa que se me formó en los labios tuvo cierto grado de condescendencia que no pude disimular. Estaba harta de todo, quizás hasta aburrida, ni idea, de forma que ya no podía conectar demasiado bien las ideas y tampoco podía disimular demasiado frente a una persona que se había tirado dos de mis espectáculos... Tres, si contábamos la gracia del pasillo cuando jugué un poco con ella.

    —Gracias. —Me acerqué despacio y le dejé un beso en la mejilla, delicado—. Si necesitas algo, lo que sea, puedes llamarme, Em.

    Me separé entonces, le dediqué una sonrisa ya algo más normal y le corrí algo de cabello detrás de la oreja antes de decir nada más.

    —Si me disculpas, tengo algo más que hacer. Supongo que nos veremos más tarde para las pruebas y eso.

    Asumiendo que vaya, para empezar.

    Redireccioné mis pasos hacia la línea de casilleros de primero. Quizás para mi suerte no vi a Nagi en ninguna parte, aunque lo cierto es que no la estaba buscando a ella, sino al chico de ayer, Shirai. Iba a primero, ¿cierto? A ver si tenía suerte de encontrarlo ahora.


    Hygge nada que ver aquí, yO CAYÉNDOLE ENCIMA A TODO EL MUNDO HOLA

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    La confusión que le pasó por la cara me hizo toda la gracia del mundo, era obvio que la pobre idiota, intoxicada como la habían dejado, no tenía forma de ubicarme la cara pero ni de coña. Tampoco era que me hubiese visto como tal de por, si acaso nos había escuchado descojonarnos hasta que Sonnen metió cuchara y mandó a callar a la mayoría.

    Antes de darme cuenta de nada la tonta, presa de una suerte de pánico, me había sujetado el brazo para arrastrarme consigo lejos de la línea de casilleros. Sacaba por defecto que el estúpido de Altan se había comido a la chica o lo que fuese, para que se apareciera después pidiéndome hierba y el día siguiente se pegara la borrachera de su vida, arrastrando a Kurosawa en el proceso.
    No me dijo nada y yo no pregunté, ciertamente. De forma que no sabía que la cagada en sí no había sido solo por comerse a esa gringa, sino también por la pata coja de la mesa y el motivo por el que la rubia aquí presente me había jaloneado lejos de los casilleros.

    En cualquier caso se me escapó una risa nasal cuando la escuché decir que si el otro escuchaba lo que había dicho le daba un venazo porque lo sabía y precisamente por eso lo había dicho.

    Cuando por fin me soltó y siguió hablando contuve el impulso de seguir riendo, porque venga, toda la situación parecía un chiste.

    —¿Qué pasa? ¿No confías en mi capacidad de ser un alumno honorable y toda la mierda? —Obviamente, si venía fumando hierba a esas horas de la mañana y tenía más tinta encima que algunos hijos directos de la yakuza—. De que le he sacado favores al niño se los he sacado, pero dejemos en el misterio si mi presencia en esta escuela de putos estirados es obra suya~

    Pobre diablo, eso sí. La chica iba a divertirse de lo lindo con el apodo que acababa de regalarle, pero venga que algo de diversión a su costa merecíamos los demás.
     
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  10.  
    Amane

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    —Mira, guapo, te conozco de hace aproximadamente... —dirigí la vista por encima de su hombro hasta el reloj que había colgado en la pared antes de volver a mirarlo, con las manos en las caderas y un sonrisa pícara—. ¿5 minutos? Pero mi radar me dice que de alumno honorable poco. Aunque, hey, no me malinterpretes... un poco harta estoy de los pijos de aquí así que no dejes que te conviertan~

    Una vez recuperada del susto inicial y tras haber comprobado que, efectivamente, no me importaba tomarme todas las confianzas del mundo con aquel chico, le eché un vistazo de arriba abajo totalmente desenmascarado y me sonreí.

    >>¿Amigo del alemán, huh? —murmuré, antes de volver a mirarlo a la cara.

    De todas formas, ¿de qué tanto me extrañaba? Me había encontrado en mitad de la noche tirada en un banco lo que significaba que él también salía por las noches por ahí, y tenía que estar jodidamente borracho para haberme dejado comerle la boca como hice así que... no tenía que tener las mejores juntas del mundo, en definitiva.

    >>Alisha, un placer~ —me presenté, finalmente, extendiendo la mano a modo de saludo—. Por cierto, no soy la chica más sana del mundo pero lo de la otra noche... fue cosa de una vez.

    Venga, que si me lo quería tirar quería que quedase claro que lo hacía por puro gusto y no por estar wasted as fuck en un parque cualquiera.

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    —¿Huh?

    No logré reaccionar a tiempo y no fue hasta que la chica se separó y pasó algo de pelo por detrás de mi oreja que fui consciente de lo que había pasado, notando como un potente rubor se apoderaba de mis mejillas.

    ¿Em?

    Me llevé los dedos hasta la mejilla donde había depositado el beso, apenas rozando la piel, y observé como se alejaba con una expresión anonadada. Incluso después de tontear con Anna y todo el rollo de Katrina, no dejaba de sorprenderme por aquellas muestras de afecto tan... corporales. Además, nunca me las esperaba de Kurosawa, para ser honesta.

    >>Nos vemos... —murmuré, aunque estaba ya demasiado lejos para escucharme.

    ¿Pruebas? ¿A qué se refería?

    Oh, bueno...

    Pestañeé un par de veces y carraspeé, recuperando la compostura. Miré alrededor rápidamente para comprobar que nadie conocido había visto mi reacción y me di media vuelta, saliendo hacia el patio frontal como si nada.

    Necesitaba un poco de aire fresco.

    NECESITABA rolear esta gayness ME DISCULPAN
     
    Última edición: 5 Enero 2021
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  11.  
    Gigi Blanche

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    La muchacha se notaba muy contenta por mi ayuda y se me contagió su alegría, reflejándose en mi sonrisa. Le presté atención, asintiendo y eso, y alcé las cejas al ir captando la dirección de sus ideas. Pero bueno, ¿acaso no sería su gran día de suerte? Mira que topar justo conmigo, de todas las personas de la Academia...

    Cerré los ojos al ladear la cabeza y volver a asentir, suave pero enérgicamente.

    —Es tu día de suerte, resulta que sí que lo conozco. —Deposité mi ámbar sobre ella y estreché los ojos antes de seguir hablando—. ¿Te gustaría unirte al club? Puedo comentárselo por ti~

    ¿Qué estaba haciendo? ¿Divertirme con la pobre criatura? Bueno, sí, pero de forma totalmente inofensiva, claro.

    —¿Cómo te llamas y a qué clase vas? Así le paso el dato.
     
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  12.  
    Amane

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    —Oh, ¿en serio? ¿Me harías ese favor? ¡Eres muy amable! Muchas gracias~

    La emoción inicial se entremezcló con la sorpresa para finalmente mostrar una expresión de alivio y alegría. Bueno, ¡eso me iba a ahorrar algo de trabajo! Claro que me hubiese gustado conocer al chico en persona y tener un poco de contacto antes de entrar al club, ¡pero no iba a desaprovechar la ayuda que se me ofrecía!

    >>Ah, claro. Me llamo Alethea Ethans, voy a la 3-1. Encantada, por cierto. ¿Cómo te llamas tú?

    Me regañé mentalmente por no haberme presentado de primeras, ya que era lo que normalmente uno tenía qué hacer, pero al menos había tenido tiempo de corregirme.
     
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  13.  
    Hygge

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    Me llevé el canto de mi mano cerrada al rostro y desvié la mirada, ocultando la ligera risa que amenazó con escaparse de mi garganta como quien no quiere la cosa. Había intentado avergonzarla un poco con el tema de las pegatinas, pero su sonrojo fue mejor de lo esperado. Aunque lo que no me esperé fue que se la quedase puesta, o no me reprochase por haberla tratado como una cría al menos.

    Alcé las cejas, un tanto curioso. ¿Cuántos años debía tener, quince? Debía rondar la edad de Yule al menos si iba a primero.

    —Lo esperaré con ansias; me pregunto cómo lograrás llegar hasta aquí arriba para poder pegármela —me toqué la frente con cierta gracia, aprovechando mi 1.75 para, por qué no, llamarle enana. Había un vacío legal bastante importante porque nunca dijimos dónde pegarla, pero nimiedades—. Igual supongo que deberías pegarme una de estas por llegar temprano también, que no se diga que soy injusto~.

    Escuché satisfecho su respuesta acerca de la apuesta. La chiquilla tenía agallas, ¿eh? Ladeé mi sonrisa por un instante, bajando la voz con cierto aire cómplice. Aquella tontería salida de la nada me estaba distrayendo, quién lo diría.

    >>Apostemos acerca de quien acumule más errores durante las pruebas físicas —propuse entonces, con cierto aire desafiante. Los ejercicios estaban adaptados a cada curso, así que no sería injusto para ella—. Si gano tendrás que hacer de recoge-pelotas en el club durante una semana~.


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    —¿Yashi-chan? —repetí, acostumbrándome así al apodo. Le devolví una fresca sonrisa en respuesta—. ¡Es un placer, entonces! En ese caso puedes llamarme Shiro-chan, ¿te parece? Quizás mi apellido real sea un tanto difícil de pronunciar.

    Bueno, bueno, el mundo era un pañuelo, ¿eh? Mi super archienemiga recién nombrada también acudía al Sakura. Y por su expresión, la sorpresa era mútua. Asentí con calma ante su valoración de la academia y le eché un vistazo rápido antes de volver a posar mis ojos en ella.

    —Sí, bueno, digamos que es un seis sobre diez en general. Pero el chocolate caliente de la máquina no está nada mal —le guiñé un ojo, soltando una ligera risa en respuesta. Me llevé una mano a la cintura, sin saber muy bien qué responderle. ¿Qué no me había pasado en esta semana y media de mierda?—. Digamos que han... pasado demasiadas cosas por aquí en muy poco tiempo. Pero podría ser peor, ¿huh?

    Sí, podría ser peor. Y el destino me estaba dando la oportunidad perfecta para despejarme un poco de todo con la aparición de Mao, así que quizás debía aprovechar la oferta.

    >>Supongo que a estas alturas ya te habrán orientado, pero si necesitas una guía soy bastante asequible, y tengo buenas recomendaciones —bromeé, liviana. Dejé a un lado la tontería para atenderla con algo más de seriedad—. ¿Te informaron acerca de las pruebas de aptitud física al menos?


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    Cuando la alarma sonó a la hora de siempre, el silencio de la casa me indicó que Shawn se había ido. No me sorprendió; lo prefería, de hecho. Nuestros padres trabajaban en la madrugada y solía ser yo quien lo despertaba, pero no me encontraba de humor para hacerlo y si lo hacía sería de muy mala gana.

    Estaba cabreado, no era para menos. Cabreado con su incompetencia y su carácter evitativo de mierda. Había aguardado toda la tarde con Satoko y mis nervios a flor de piel, deseando que todo marchase bien en la cabaña. Que al menos dejasen el orgullo de lado y se sincerasen de una jodida vez, pero estaba más que seguro que en el momento en el que la chica hizo ademán de hacerlo el otro se quedó completamente en blanco. Lo conocía de sobra, solo había que ver cómo se encerró en su cuarto sin decir palabra alguna.

    Me froté los ojos, conteniendo un bostezo mientras me adentraba en los casilleros al día siguiente. Mi mirada inmediatamente buscó la cabellera lila de Laila, pero no di con ella por ningún lado. Ansioso, preocupado y quién sabe qué más comencé a cambiarme el calzado, mis pupilas danzando de aquí para allá. ¿Quizás se le habían pegado las sábanas? De verdad que quería verla y preguntarle cómo estaba.

    En mitad de mis cavilaciones, sin embargo, noté la mirada de alguien más sobre mí. No fue hasta ese entonces que noté lo tenso que estaba y me aclaré la voz con cierta duda al reconocer a la senpai de ayer. Al parecer me estaba buscando, porque no tardó en acercarse.

    ¿Uhm? Curioso. La mecha ya no estaba.

    —¿Kurosawa... senpai? —murmuré.
     
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  14.  
    Kaisa Morinachi

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    Dejó de balancearse a medida de que su pulso volvía a la regularse, pero la sonrisa amplía y el brillo juguetón de sus ojos a esas alturas ya era imposible ocultarlos, aunque desde un inicio poco le importaba hacer aquello. Tal vez si guardar un poco la compostura, pero vamos, no se iba a estresar por eso tampoco.

    —Me parece genial, es hermoso~ —soltó con las mejillas sonrosadas de la pura emoción que había sentido hace unos momentos, porque la verdad era que no poseía ninguna pizca de vergüenza en esos momentos, aparte de no tener pensado para nada asimilarse a una cachorrita que te da la pata cuando se la pides.

    Se te tiraría encima o nada.

    La sonrisa por fin se apaciguó y el brillo pasó a ser el normal, tan solo por notar el tiempo que se tomó la mayor en responder y por todo lo que podía significar las palabras dichas. Ya tenía otra vez las manos entrelazadas tras su espalda cuando volvió a hablar.

    >>Claro, siempre se puede esperar la luz del mañana —respondió melodiosa a la conclusión de Liza, con una frase algo más positiva casi por reflejo, sacada de alguna parte de su cerebro donde guardaba todas las que sabía; ya fuera por que se la enseñaron sus padres, la escuchó en alguna canción, o se las dedicó algún docente o entrenador. A esas alturas era algo difícil discernir el origen de todas.

    Cuando le llegó la oferta de Shiro-chan ya se había apaciguado a su punto de inicio, por lo que la observaba con una sonrisa suave y parpados relajados, aunque no demoró en cerrarlos y extenderla antes de que la chica preguntara por lo de las pruebas.

    —Gracias~, creo que me falta ver lo más importante de la academia; los lugares deportivos. Y por suerte no lo he hecho, así puedo ir a verlos por primera vez contigo —habló con calma y buen tono, a ratos entornado la mirada como si de algún felino juguetón se tratara. Relajó sus facciones a una expresión pensativa por un breve momento, recordando el anuncio de las pruebas. No demoró en volver a su sonrisa radiante.

    >>Sep~, aunque no tomé mucho en cuenta el anuncio de la mañana—. Pues en ese momento se había distraído con Margarita. Luego la sonrisa se amplió y sus ojos se rasgaron retadores, ladeando la cabeza casi con inocencia sí no fuera por su cara y lo que se cargaba en su cabeza. Vamos, que se notaba a kilómetros que se la estaba pasando en grande—. ¿Estás lista para ellas, Shi-ro-chan?

    Fue inevitable soltar su nombre con un tono melodioso y marcado.

    Mori: Bueno, Mao es una niña muy soft y tranquila.
    Mao: *Le habla a Liza con un tono y mirada rozando lo coqueto*
    Mori: Ejem, bueno, y con mucha picardía.

    Ya, en serio, que me estoy matando de risa interna con esta niña. Y no es que esto me lo sacara de la manga o algo, tengo post en Tsu de S.S para comprobarlo (???)
     
    Última edición: 5 Enero 2021
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    Gigi Blanche

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    Seguí asintiendo ante la clara emoción de la chica y cuando me dijo su nombre me di unos golpecitos con el índice al costado de la cabeza, guiñándole un ojo.

    —Todo aquí~ Yo voy a la 3-3, por cierto, es un gusto. —Se ve que estaba de bastante buen humor o algo, porque le eché un vistazo a mi móvil y coloqué expresión de absoluta sorpresa, algo preocupado—. ¡Ah, mira la hora! Tengo que llevarle algo a una amiga. Nos vemos por ahí, Ethans-san~ ¡Hablaré con Ishikawa-kun, no te preocupes!

    Venga, qué innecesario todo. En momentos así me daba cuenta por qué había logrado volverme tan amigo de una salida como Morgan.

    Me fui alejando a medida que hablaba, saludándola con el brazo en alto, y di un par de pasos en reversa antes de enderezarme. Fue apenas un instante, una fotografía congelada en el maldito espacio de los casilleros, que ni siquiera pude confirmar como real. Fue un relámpago de recuerdos, dolor y absoluto terror.

    El cabello sedoso, de aquel castaño similar a la avellana.

    La tez pálida.

    Las malditas pintas de príncipe francés.

    Fue un destello entre la marea de estudiantes, pestañeé y ya no estaba. Me había estaqueado al piso y el mundo había desaparecido, fui consciente apenas los sonidos regresaron a mis oídos. Tragué saliva, regresando a mi eje, y comprimí los puños con una fuerza estúpida. Eché un vistazo rápido alrededor, respirando a consciencia, y retomé mi camino como si nada. Mierda, tenía el corazón atorado en el centro de la garganta.

    Tenía que ser mi imaginación, ¿verdad?
     
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    Zireael

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    I came to get down to get some fucking respect.
    Taking it back to hardcore level.
    .
    I want domination.
    I want your submission.
    I see you're not resisting
    to this temptation.
    .
    I got a jet-black heart,
    it's all fucked up, and it's falling apart.
    Shimizu 1.png
    ¿Dejarme convertir? Si es que había que ver, esa jodida escuela de mierda estaba llena de putos pandilleros de la nada. El cagado de Usui, Sonnen, Dunn y vete a saber cuántos más que debían estar revueltos en esas mierdas. ¿Tan bien se escondían, como para que la otra pensara que había puros niños pijos allí?

    No.

    La cosa es que una buena parte debía entrar en la otra categoría, la que rozaban Sonnen, Dunn y la que había rozado Yako.

    Eran jodidos de cuello y guante blanco.

    Como fuese terminé por apoyar la espalda en la pared en lo que la rubia hablaba, fue hasta que hizo una pausa que me recorrió con la vista sin pudor alguno. Me daba bastante igual, me gustaba que las mierdas fueran al punto, no tenía demasiado tiempo para juegos de niños o preparativos sin sentido.

    Amigo.

    Era una palabra extraña para definir una relación con alguien como ese cabrón, al que por mucho tiempo creí incapaz de formar amistades reales o siquiera una hermandad como había sido la de los chacales. Digamos que habíamos establecido desde el principio una suerte de relación simbiótica, favores de mierda, alcohol, hierba, lo que se nos atravesara en frente. Éramos una dupla jodida, la verdad, y había sido yo el primero en acercarlo a la calle de lleno.

    Tampoco era que yo conociera algo como el arrepentimiento de todas maneras.

    Estiré la mano para tomar la suya y le sonreí. ¿Dando la mano? ¿Qué era esa mierda? En fin, también pasé bastante de su aclaración. Como si se intoxicaba cada semana, me traía sin cuidado.

    —Shimizu Arata. —No podía pedirme tanto, era japonés al fin y al cabo, no como la mitad de los niños pijos de esa escuela—. Un placer conocerte formalmente, Ali-chan.

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    Había tenido que esperar un rato pero no fue realmente la gran cosa, me extrañaba un poco que Nagi no estuviese allí aunque sabía que era dada a llegar tarde, tampoco era que me fuese a ayudar demasiado verla y viceversa, lo mejor era que no tuviese que lidiar conmigo luego de la sarta de mentiras que le solté en la cara.

    ¿Qué tanto eran mentiras realmente?

    Distinguí la cabellera bicolor del chico mientras se acercaba, tampoco me le fui encima de una, al menos no hasta que se dio cuenta que lo estaba mirando. Me acerqué casi con cautela, ni idea de por qué y lo escuché murmurar mi nombre.

    —Buenos días, Shirai-kun.

    Así como había hecho con Emily le dediqué una sonrisa tranquila y mantuve la distancia suficiente para, mínimo, no ir a provocarle un colapso por nervios tan pronto. Asumí que iba a seguir viendo detrás de la máscara, pero como el chico seguía sin tener idea de nada pues la iba a mantener hasta dónde me fuese posible, quería decir, una parte al menos porque lo que estaba por hacer implicaba dejar un hueco en ella.

    Abrí el maletín para sacar una de las cajas que había preparado en la mañana, la que tenía el trozo más grande de pastel.

    —Solo quería disculparme de nuevo por lo de ayer. —Extendí la caja hacia él para que la tomara—. Ni idea de si te gustan las cosas dulces pero bueno, si no supongo que se lo puedes dejar a alguien más en casa si no fuese así.

    ¿Así nada más? Sí, porque era él el que lo había notado al pelo, que había una mierda mal, y por rebote merecía casi más disculpas que el resto. Era un razonamiento de lo más tonto, sin duda, pero me parecía correcto y no podía pasar de mis propias reglas morales.

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    Había hecho el cambio de zapatos con bastante pereza y con la cabeza dándome vueltas en las cosas de ayer todavía, en la conversación con Yuzu, luego en la cena y en sus hermanas revoloteándonos alrededor. Tenían mi edad en realidad y eran como versiones pequeñas suyas, pero les faltaba aquella vena celosa, protectora y hasta agresiva, no tanto porque fueran más jóvenes, era que a secas no la tenían. Si no la habían mostrado entonces, no lo harían mucho más tarde.

    En cualquier caso, el mismo auto que me recogió en la estación fue a dejarme a casa, así que al menos me ahorré el fastidio de tener que viajar con un montón de gente y tal.

    Me quedé apoyado en la línea de casilleros, había visto a Kohaku pasar pero antes de que pudiese acercarme o algo le había caído una chica de cabello azul, de forma que lo dejé estar. Me distraje de forma que cuando terminó la conversación no me di cuenta, tuve que volver a buscar al chico con la vista, solo para darme cuenta que había seguido caminando y algo lo había dejado estaqueado a mitad de camino.
    La cabeza nunca me iba a dar para conectar puntos que ni siquiera conocía, de forma que aunque me extrañó, solo aproveché eso para acercarme a él por fin.

    —Buenos días, Ko —saludé al llegar junto a él y le sonreí como había hecho ayer. Había perdido a Arata de vista y posiblemente el idiota ya estaba montándose un desastre o algo, de forma que no recordé siquiera mencionarle que andaba por ahí—. ¿Todo bien?

    Mínimo que no se me olvidara decirle que big sis quería verlo o seguro la chica me soltaba un golpe.

    I JUST WANNA BE, WANNA BE LOVED *vibing to Cay cuz he's my goddamn king*
     
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    Gigi Blanche

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    Había avanzado apenas unos pasos en dirección a las escaleras cuando la voz de Cayden llamó mi atención. Me giré en su dirección con movimientos lentos, quizá pasaran por calmos aunque fueran más bien precavidos. La tensión se me evaporó bastante al topar con su sonrisa y reflejé su expresión, entornando los ojos. Alcé el brazo, le revolví el cabello en un gesto fugaz y regresé las manos a los bolsillos, retomando el recorrido a su lado.

    —Cay-Cay —lo saludé, en voz suave, asintiendo ante su pregunta—. ¿Qué tal te fue con Yuzu-san ayer?

    No lo había olvidado, de hecho apenas había conseguido pensar en algo que no fuera eso. Me eché el día entero intentando procesar todo lo que significaba haberme reencontrado con Cayden. Los recuerdos, las voces, las emociones. Había sido como agitar de repente un tornado que levantó el polvo asentado durante meses, años. Se me metió en los ojos, en la nariz, escoció y me obligó a toser y estornudar.

    Molestó y molestó, como la costra de una herida a la cual jamás le permití sanar.

    Amenazó con caerse.

    Pero siguió allí, colgando de un hilillo.


    Regresé la vista al frente un momento, lo suficiente para chequear los alrededores y seguir convenciéndome de que... habían sido ideas mías. Que ese maldito lobo no estaba en el Sakura.

    Anna.

    El móvil me molestó en el bolsillo y le eché un vistazo breve antes de regresar mi atención a Cayden. Seguía sin responder.
     
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    Zireael

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    De verdad, vete a saber qué tenía ese chico pero fue verlo, que me revolviera el cabello y ya había arrojado toda la mierda al fondo del cerebro, silenciándola casi por completo.

    La sonrisa se me ensanchó justo después y me acoplé a su paso sin problema.

    Lo había dicho Yuzu, ¿no? Para ella íbamos a tener trece y cara de mocosos toda la vida. Quizás en mi mente también íbamos a ser críos hasta quién sabe cuándo.

    Había dejado la chaqueta en el casillero, justo como el día anterior, y mientras caminábamos por puro reflejo me acomodé un poco la ropa. La camisa lisa dentro del pantalón, el nudo de la corbata. Circo, maroma y teatro.

    Venga, que me las podía dar de estudiante honorable, niño pijo y de todo si me daba un poco la gana.

    El apellido tampoco lo tenía de adorno.

    —Bien~ —respondí entonces a la pregunta de Kohaku, con una alegría que no demostraba con mucha frecuencia. Se me coló en la voz, usualmente calmada—. Dios, me sirvió té negro y dorayakis y me dejó comer todos. Luego me quedé a cenar.

    Solté un suspiro algo avergonzado si se quiere y le pasé el brazo sobre los hombros. Pegué la mejilla a la suya después de eso.
    No me interesaba ni las pintas que debíamos dar, era posible que solo con Ko fuese así de suelto.

    —Quiere que vayas a visitarla un día. Bueno, dijo que podemos ir los dos. —Me despegué de su rostro pero le dejé el brazo encima de los hombros mientras caminábamos—. Dijo que hasta podíamos usar la consola de sus hermanas, como si fuésemos mocosos todavía.

    Cuando me transfirieron a esa escuela no esperaba topar con Kohaku de toda la gente, pero ahora no había cosa que me hiciera más feliz y no iba a dejar que nada me robara eso. Los recuerdos sólidos, estables y cálidos que tenía de los chacales, antes de que nos bañáramos en la sangre de Yako.

    Tenía a Ko y a Arata, tenía a Yuzu.

    Y haría cualquier cosa por ellos.
     
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    Gigi Blanche

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    Le pegué un vistazo de lo más disimulado a Cayden, con esa sutileza que cabrones como él y yo manejábamos. Desde pequeños supimos que estábamos cortados por la misma tijera y el resto, entre las juntas y la guía de Arata, vino solo. No me extrañaría enterarme que seguíamos moviéndonos en las mismas mierdas extrañas porque bueno, así habíamos sido y probablemente siguiéramos siéndolo. Detallé su precaución sobre la camisa, la corbata, el cinto del pantalón y eso, y regresé la vista al frente junto a una sonrisita voluble.

    Habíamos aprendido a camuflarnos como jodidos fantasmas.

    ¿Cay-Cay sería mi competencia o algo así?

    Qué gracia.

    Los dos llevábamos el uniforme con bastante decencia, a diferencia de idiotas que conocía como Altan o Anna. Era, si se quiere, un efecto rebote de lo que nos habían enseñado a explotar. No destacábamos, no teníamos la pasta para congregar multitudes a nuestro alrededor. Nos desenvolvíamos con mayor soltura tras bambalinas, lejos del ojo público, nos fundíamos en el elemento hasta tornarnos invisibles. Precisamente ahí labrábamos nuestro propio tipo de poder.

    Y como perros de la misma camada nos reconoceríamos a kilómetros de distancia.

    Así fuera sólo por el olor.

    La verdad era que no conocía mucho a Cayden por fuera de los chacales, así que generalmente siempre lo había visto con aquella soltura y alegría encima. Lo que me contó sobre Yuzu sonaba a algo que Yuzu haría e imaginarlo me arrancó una sonrisa nostálgica. Mierda, me encantaría volver a verla si ella estaba bien con eso, claro.

    —¿Te comiste una bandeja entera de dorayakis? —repliqué divertido, junto a una risa suave—. Hombre, te vas a empachar, ten cuidado.

    Cay me pasaba por un par de centímetros aunque para efectos prácticos no hacía mucha diferencia. Lo dejé echarme el brazo encima y aplastar mi mejilla con la suya con la misma naturalidad que manejaba junto a Morgan, incluso se me ensanchó la sonrisa y me atreví a frotarme apenas contra su piel. Parecíamos dos gatos mimosos o algo y me importaba de poco a nada, la verdad. Ya había estado haciendo el imbécil con Sonnen a ojos de todo el patio, al fin y al cabo.

    Ni que fuera la primera vez que me le acercaba tanto a un chico.

    Asentí efusivo ante la idea de visitar a Yuzu, volviendo el rostro hacia Cayden. Había separado su mejilla así que detallé su perfil un par de segundos antes de abrir la boca.

    —Cuando quieras, Cay-Cay, tengo muchas ganas de verla. ¿Hablaste con los demás?

    Se me ocurrió una estupidez para molestarlo como solía hacer antes, alcé un brazo y le piqué la mejilla externa, obligándolo a girar el rostro hacia mí. El movimiento me permitió estirarle también el otro cachete y para toda la gracia ya nos habíamos detenido y nos estábamos montando un numerito de lo más encantador al pie de las escaleras.

    —¿Te siguen tratando como un bebé o cómo? Porque la carita de mocoso la sigues teniendo, te digo~

    Solté una risa divertida, relajando la mierda por fin, pero apoyé las palmas a ambos costados de su rostro antes de bajar las manos hasta sus hombros y finalmente imitarlo, echándole un brazo encima. Retomé el camino arrastrándolo conmigo y lo presioné contra mi costado en un gesto cariñoso. Venga, ¿no iba a quitarle las manos de encima?

    La verdad que no.
     
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    Zireael

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    Un poco vanidoso sí que era, no podía ocultarlo. Venía con el paquete de querer buscar atención, admiración a pesar de no saber qué mierda hacer con ella del todo.

    Era una suerte de reto personal, querer robarme el podio de los extrovertidos sin dejar del todo mi naturaleza. Era, si se quiere, como un cambia formas.

    Shape-shifter.

    A la noche, si sabía mover bien mis cartas, iba a colarme en uno de los hoteles de putos ricachones de Chiyoda y levantarme varias cosas, sin siquiera alzar sospechas. No, si es que ya me tenía todo el espectáculo montado.

    En los casinos se lograban muchas cosas en tanto lograras colarte y para eso bastaba usar nombres que te dieran la entrada.

    Se me escapó una risa cuando lo escuché decir que tuviera cuidado de no ir a empacharme y asentí apenas con la cabeza.

    —Sí sí, no me regañes, Ko-chan~ —respondí con cierta diversión en la voz—. Pero tenía mucha hambre.

    Me dejó hacer, como era normal de por sí, y lo sentí frotarse contra mi piel. Eso me hizo consciente de que su cabello me estaba rozando y no sé, caí en que era suave, olía a shampoo y daban ganas de hacerle mimos por puro amor al arte, como si fuese un gatito o algo.

    Y mira que me gustaban los gatos a mí.

    Me respondió lo de Yuzu y me lanzó una pregunta que realmente no tuve demasiado tiempo de contestar. La mano que me alcanzó la mejilla, el movimiento fluido, mis ojos yendo a parar a los suyos. Lo que me arrojó la sangre al rostro sorprendentemente no fue todo ese contacto, no viniendo de él, fue lo que soltó después.

    De nuevo me dejé hacer, su tacto en mi rostro y cómo se deslizó a mis hombros para luego imitar mi movida, pasándome el brazo sobre los hombros.
    Solo por seguir motando el teatro contuve la sonrisilla que amenazó con surgirme en los labios cuando me presionó contra su costado.

    Eh, venga. Que andaba mano suelta.

    ¿No era esa mi área de trabajo?

    —Pero mira nada más quién habla de carita de mocoso. —Le dediqué una mirada de soslayo y cuando me permití sonreír lo que le impregné al gesto fue una prepotencia ridícula—. No se te ha quitado la cara de bebé.

    No sé de dónde coño surgió el impulso, supongo que del mundo de sombras o de la confianza estúpida que le tenía a Kohaku, pero deslicé el brazo junto a su cuerpo hacia él, lo pasé por su espalda, rodeándole el cuerpo y le presioné suavemente el costado.

    Vaya numerito.

    >>Cloudy baby. —El acento pesado se coló sin tregua, ciertamente—. Ah, como un angelito. Aunque no tengas mucho de santo~


    Amazing. Siempre supe que estas weas eran posibles pero NO CREÍ IR A PRESENCIARLAS (???

    Iba a idk arrastrarlos a los pasillos pero al final tiré el post aquí siempre jsjsj que me los imagino comenzando a subir apenas
     
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