Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Luego de haber el cambio de zapatos me quedé estática, con la mano aferrada a la taquilla durante unos segundos que se me antojaron eternos.

    —Al. —Volví a llamarlo, escuché un sonido de su parte que me indicó que estaba escuchándome—. Lo siento, por meterte en esta mierda.

    Lo había invocado incluso antes de que Hiradaira pudiera que lo trajeran. Fue lo primero que hice porque no tenía nada más, porque había abofeteado a Katrina, porque Nagi jamás podría procesar esa información, porque además de ella y Hiroki mi mundo era increíblemente vacío.

    Y Altan era un arma y un escudo.

    Era el que había llenado mis vacíos.

    Y ahora lo había perdido todo otra vez.


    —¿Vas a disculparte luego de que no pudiste tocarme en la enfermería? —soltó con tono con monocorde.

    Despegué la mano del casillero, soltando una risa sin gracia, y empecé a caminar hacia la salida de la academia. Él se quedó unos pasos por detrás.

    Era cierto, no había podido.

    No sentí el derecho.

    La Shiori que había sido durante años no escatimaba en alcanzar a otros, no se metía con dilemas morales ni nada de eso, solo se arrojaba de cabeza y ahora, de repente, había retrocedido ante la necesidad de otro.

    —¿Y qué? —solté sin más, ni siquiera me giré para mirarlo.

    —¿Vas a seguir fingiendo que no sientes nada?

    —No esto-

    —No me vengas con mierdas —espetó y no tuve que verlo para saber la cara de culo que debía tener—. Apalearon al imbécil de tu novio y estás aquí, como una jodida roca de sal.

    —Tampoco lloré a Aniki. —Prácticamente se lo vomité encima—. Literalmente vi a mi hermano convertirse en carne molida y no lo lloré. Cielo, ¿qué es diferente aquí? Sustituyes el auto por unos pandilleros y el resultado es casi el mismo… Sangre, huesos rotos, carne aplastada. Si acaso falta la parte irremediable de arrojar un cuerpo a un agujero en el suelo.

    Nunca se lo había dicho, Altan no tenía los detalles de la muerte de Kaoru como no los tenía casi nadie que no fuesen mis padres y ahora Hiroki, porque le había soltado toda la mierda encima. Pero allí estaba, sacando mis trapos sucios con Sonnen que no venía ni a cuento.

    >>Así que no estoy fingiendo, Al. Esto es lo que hay.

    Lo escuché dar un par de pasos en mi dirección y de nuevo ya no solo tuve el impulso de no moverme, sino que directamente sentí que debía apartarme antes de que me alcanzara pero no lo hizo y solo me giré para verlo con el rabillo del ojo.

    No estoy fingiendo.

    Y no hay derecho alguno que tenga sobre ti.

    No cuando usé tus sobras.

    Cuando fuiste el comodín.

    La carta segura.

    No cuando estás en tu propia trinchera y yo caí en otra.

    La figura de Altan se amalgamó con la de Hiroki por primera vez de forma consciente cuando lo que le surgió del pecho fue una suerte de gruñido hastiado, como la queja de un perro viejo harto de que le toquen los cojones, y recordé que no importaba que fuese un jodido niño rico porque se había revuelto con las bestias de la calle.


    Shimizu Arata.

    Dunn Cayden.

    Y vete a saber cuántos más.

    Tenía en el campo de visión a un cordero disfrazado de lobo en lugar de al revés, aunque ya de por sí era una oveja negra desde antes. Una oveja negra, un jodido cuervo, no sé yo, cualquier criatura de sombras que se me pasara por la cabeza, pero tenía esa habilidad estúpida de echarse la piel de lobo encima y fusionarse con ella casi al punto de que no había marcha atrás.

    —¿Sabes que no tienes que ser una maldita muñeca perfecta?

    —¿Ah?

    —No tienes que ser perfecta, Shiori. A ver cuándo lo entiendes.

    Esta vez sí se acercó y yo retrocedí, me llevé otra cara de disgusto de su parte y al final solo desvié la vista mientras redireccionaba mis pasos hacia la salida de la academia, prácticamente me dejé caer a un lado de la puerta.

    No sabía qué cojones iba a hacer, largarme a casa, salir pitando a casa de Hiroki o una tercera opción que tampoco tenía idea de cuál era, pero el caso es que no la haría ya. No podía.

    Altan se quedó de pie a mi lado, dejó la burbuja con el pastel en el espacio entre nosotros y se encendió un cigarrillo allí, fuera de la academia como si no le importara ya nada y lo cierto es que eso no estaba demasiado alejado de la realidad.
    Si ya de por sí se pasaba un montón de normas por los huevos luego de la mierda de la mañana simplemente no le interesaba ni veía importancia alguna en llevarse otra sanción.

    Y la verdad a mí tampoco me importaba.

    Como si se trataba de quemar esa puta escuela de mierda.


    Cuando bajó la mano con el cigarrillo y quedó a mi alcance prácticamente se lo arrebaté, le di una calada y dejé caer las cenizas frente a mí. El humo del pequeño incendio me llenó los pulmones, adormeció algunas sensaciones apenas por encima y luego lo dejé salir mientras le regresaba el cigarro a Altan.

    —¿Y para eso no echas atrás, cabrona?

    —¿Y qué es nuevo en eso? —atajé.

    —¿Desde cuándo te doy miedo, Shiori?

    Alcé la vista hacia él con el ceño fruncido y estuve por darle un golpe en la mano para tirarle el cigarro de entre los dedos pero solo regresé la vista al frente luego de bufar como hacía Katrina.

    —Siento que no puedo tocarte cuando te desmoronas, cuando se supone que necesitas un soporte y eso.

    Le dio una calada al cigarrillo de nuevo.

    —Eres una jodida estúpida, porque fuiste tú la que dijo que éramos amigos, ¿qué somos ahora entonces?

    Volví a arrebatarle el objeto de entre los dedos con un movimiento tosco.

    —Lo que hemos sido toda la vida, imbécil. —Otra cortina de humo—. Cómplices.

    Clavé la vista en el cielo entonces, en los colores rojizos que comenzaban a mezclarse con tonos más violáceos, azulados, más cercanos al negro de la noche y tuve esta estúpida realización sin sentido que hizo que las palabras me salieran de la boca.

    —El cielo está amoratado.

    Y a Altan su cerebro de archivo le arrojó otra mierda.

    —El dilema del erizo —murmuró al aire—. El grupo de erizos que siente frío, se acurrucan y conforme más se acercan más daño se hacen con las púas de los otros. Shiori, ¿vas a elegir el frío o las púas?

    El frío.

    No hay forma de que lo sienta de por sí, ¿no?

    Con este maldito fuego perenne.

    Y así mis púas no dañan a nadie más.
    pedazo de relleno jsjsjs 1.1k para el dato

    A Aaron le respondo más tardito y busco cerrar la interacción or something.
     
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    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Volvió a esconderse en los baños de primero, para terminar de descargar todo lo que llevaba dentro, deteniendo el llanto cada vez que sentía que alguien entraba al lugar. Se quedó ahí todo lo que quedaba de clase, incapaz de enfrentar las miradas de Satoko o Yule, aparte de que no quería arriesgarse a llorar en media clase.

    Una vez las lágrimas cesaron se quedó abrazada a sus piernas, pensando en lo ocurrido. Le había pedido disculpas a Shiori, a pesar de que ella misma sentía que poco tenía que ver con lo ocurrido, tal vez sus acciones fueron la que la llevaron a que se encerrara en la cocina, pero aparte de eso seguía viéndose incapaz de alterar así a la chica. Algo había ocurrido y le faltaban todos los detalles, tragó grueso mientras recordaba las palabras de su senpai. ¿Cuánto tiempo había estado usándolos? Fingiendo, no veía posible que Kurosawa hubiera hecho aquello todo el tiempo que llevaban juntas, tan solo pensarlo le dolía, y en caso de que solo ese día intentó usarlos para sentirse mejor, había que ver como lo único que logró ella en especial fue alterarla aún más.

    Soltó un suspiro pesado, sacando luego de su bolsillo el celular, al cual no demoró en bajarle todo el volumen. Se metió en el juego de plataformas de siempre, logrando centrar todos sus sentidos en este, en verdad era de las pocas cosas en la que era buena, por no decir la única. Así pasaron las horas, dando un respingo en cuanta las campanadas anunciaron el fin de las clases, soltó otro suspiro volviéndose a centrar en el aparato, esperaría un rato a que los pasillos se vaciaran un poco para ir en busca de sus cosas.

    Una vez pasados los minutos fue hasta su salón, por fortuna no había rastro de su profesor y solo había un par de alumnos que apenas reconocía. Ingresó al lugar cabizbaja, como el animalito asustadizo que era la mayoría de las veces. No había nada en su puesto más que su bolso, ya todo debería estar guardado dentro y seguro fueron Yule o Satoko quienes lo dejaron ahí, le fui imposible no sentir cierta culpa. Lo tomó y salió con rapidez del salón, avanzando de igual forma por los pasillos. Cuando se topó con Shirai en el primer piso tan solo lo miró de reojo, conteniendo el aire de paso, deseando que el chico no se percatarse de ella al estar centrado en lo que parecía ser buscar algo. Ya en los casilleros cambió su calzado con la maestría de haberlo hecho ya por años, cerrándolo con algo de fuerza al final.

    No le pasó desapercibido el ocaso anaranjado, al parecer se había quedado más tiempo encerrada de lo que había pensado. Tampoco pasó por alto a las dos siluetas que estaban a un costado de la puerta de la academia, las observó de reojo por un momento efímero.

    Dos cabelleras negras, el cigarro en las manos finas de la chica. En ningún momento detuvo su andar, ni siquiera alcanzó a volteárse, manteniendo un paso veloz que no llegaba a trote.

    Todo lo que conocía de su amiga parecía estar cubriéndose de negro, dejándole claro lo poco que en verdad la conocía.
     
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    Amane

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    Me apoyé sobre el pupitre con la cadera en cuanto me separó y la observé con una sonrisa divertida amenazando por asomar en mis labios. Ya en aquellas alturas ni hacía falta señalar que sus movimientos bruscos más que molestarme o algo así, conseguían el efecto totalmente contrario.

    Quizás ella sí sirviese, después de todo, para lo que buscaba.

    Bye, sweetheart~ —me despedí, con el tono más irónico que pude formular, moviendo los dedos de la mano con un movimiento claramente burlón.

    Tampoco yo me quedé mucho más en el aula, a decir verdad. En cuanto la corta melena de Morgan desapareció de mi vista, me incliné para recoger mi móvil y mirar la hora, así como las notificaciones ya de paso.

    Nada nuevo.

    Cogí mi maletín y salí del aula, a paso lento, que aún tenía que recuperarme un poco de toda aquella estúpida escena que me había buscado yo solita. No fui muy consciente de que mis pies se habían desviado un poco del camino hasta que vi que me estaba acercando al club de fotografía y me tuve que parar a mitad de camino, al darme cuenta.

    No iba a entrar, eso lo tenía claro, pero me sorprendió ver la puerta cerrada y el murmullo de una conversación me alcanzó, aunque no pude distinguir de quien se trataba la otra persona. Aun así, un suspiro lleno de alivio escapó de mis labios y ni siquiera supe cuanto tiempo había estado con aquella estúpida preocupación encima.

    ¿Desde ayer? ¿Desde antes del fin de semana?

    Bueno, qué más daba.

    Me sentía terrible por haberlo dejado solo, sabiendo perfectamente que se había atrincherado en el club y que posiblemente poca gente se fuese a pasar por ahí así de la nada. Pero... alguien lo había hecho, vete tú a saber quién, y era más que suficiente por el momento.

    Me di la vuelta como si nada y bajé las escaleras, sintiendo como el móvil comenzaba a vibrar más o menos a mitad del camino.

    —¿Pasa algo?

    —Espero que estés de camino a casa, Alishita, necesitas descansar.

    I'm on my way, granny. Me entretuve con una chica.

    —Vale, vale. Tengo algo para ti, además.

    —Oh, ¿en serio~? Voy corriendo entonces.

    —¡No corras!

    Solté una risilla, avanzando hacia los casilleros al alcanzar la planta baja.

    Fine~ Quítale la diversión a la vida —su suspiro casi de hartazgo me hizo sacar otra sonrisilla genuina—. Okey, bye~

    Colgué justo al alcanzar mi taquilla y me cambié los zapatos, sin ninguna prisa en realidad, pero demasiado centrada en la tarea como para fijarme a mi alrededor. Tenía club y quizás hubiese estado bien para despejarme, pero no iba a mentirle a mi abuela y en realidad... de repente me apetecía mucho acurrucarme en la cama e ignorar la existencia de todo el mundo durante el resto del día.

    Salí pues del lugar y fue ahí, en el exterior, que sí logré distinguir un par de figuras que llamaron mi atención. Bueno, venga, que tampoco es que pasasen desapercibidos. Qué hacía la muñequita de Kurosawa fumando me despertó algo de curiosidad, pero lo dejé pasar tan rápido como el sentimiento apareció. Ni ganas de molestar al alemán tenía ya, y ellos tampoco parecían estar muy de humor, así que pasé de largo.

    Ya le contaría a Katrina lo nuevo que había descubierto al día siguiente; estaba bastante segura de que le iba a gustar saberlo.

    Well, no tengo gran cosa que hacer con ningún personaje en realidad y estoy con cosas de la facultad so por mi las interacciones están técnicamente acabadas por hoy (?)
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    ¿Qué me había pedido exactamente, entonces? No se me ocurría forma de eliminar los grises que no fuera echándonos al cuello la correa que él había afirmado no desear el día anterior, ¿y ahora qué? ¿De repente sí la quería? No acababa de entenderlo, pero seguí escuchándolo porque no me gustaba anteponerme a las personas.

    Al final me quedó más claro que el agua.

    Me había visto con Maze, claro.

    No quería ser hostil ni injusta, no quería escupirle nada encima porque nunca lo había hecho y no era mi estilo. Nunca había pretendido cargarlo con mis problemas, a él ni a nadie. ¿Solidaridad, caridad o liso y llano orgullo? Qué iba a saber yo, lo cierto es que toda la situación acabó por molestarme bastante pero me limité a fruncir el ceño, sin mirarlo.

    ¿La puta correa venía de un ataque de celos?

    ¿En serio, Daute?

    Fue una estupidez, pero de repente asocié eso a sus manos vendadas y no es como si se me hubiera ocurrido que fue capaz de destrozárselas de pura furia, pero sentí que de alguna manera iban relacionados y que, en definitiva, seguía sin responder a mi pregunta inicial. Lo miré entonces, a punto de abrir la boca, pero retrocedió por sí solo todos los pasos que había dado y... me quedé allí.

    Sólo olvídalo.

    Suspiré, una clara nota de hastío se coló allí y ni siquiera me preocupé por aplacarla. Ya tenía todo listo y avancé en su misma dirección, hacia la salida.

    —Sólo te pedí pensarlo, Daute, no sé si esperabas que me lanzara a tus brazos o algo similar, pero las cosas no funcionan así fuera de las películas. —Lo miré de reojo—. Tampoco pretendas tomar decisiones bajo el calor de un impulso repentino o de un ataque de celos, a largo plazo nada te garantiza que sea una buena idea.

    Mi voz no denotaba molestia, resentimiento ni ninguna mierda, parecía más bien que estaba regañando a un niño de comportamiento problemático recurrente, y un poco de repente me di cuenta que últimamente lo estaba tratando así casi siempre. Y podía ser cariñosa, cálida y maternal, podía quererlo con todo el corazón, pero tampoco tenía mucho filtro para decir ciertas cosas.

    —Deja de ser un niño, cielo. No pretendo arrancarte de mi vida, no te comportes como si fuera el fin del mundo porque hay cosas peores. Ve a casa, descansa y piénsatelo con la cabeza fría. —Alcancé su hombro para darle un apretón y le sonreí antes de girar en una dirección contraria a la suya—. Lo siento, hoy prefiero ir sola. Nos vemos, Dauti.

    Kohaku.png

    Morgan no era de hablar mucho y mantuvo la tradición, por suerte, ya que seguía con todas las neuronas puestas en la información que Cayden me había soltado. No sé muy bien cómo o de dónde saqué una porción de cerebro para echar un vistazo al pasillo del segundo piso y agarrar el móvil, abriendo el chat de Anna.

    Todo bien?

    No lo sé, estaba un poco preocupado y ni siquiera sabía de qué. Sexto sentido, si se quiere. Mantuve el aparato en mi mano por si respondía o algo, lo cierto es que no lo hizo y cuando alcanzamos los casilleros, luego de cambiarme los zapatos y eso, le eché un vistazo a su locker. Las cosas estaban allí, así que seguía en la Academia.

    —Eh~ ¿Qué haces, Ko? So creepy.

    Ignoré de plano el comentario de Morgan, tampoco iba a molestarle y lo sabía. Estaba entreteniéndose con algo en su propio móvil y enganchó su brazo al mío para enderezar nuestros pasos hacia la salida. Los vi, estaban a un costado fumando y el corazón se me atoró en la garganta. Joder, tenía los mismos ojos de su hermano y las piezas cayeron de repente.

    La chica de la mañana.

    Una suerte de oreja cortada.

    Kurosawa.

    —Nos vemos, Sonnen-kun —lo saludé a la pasada, concediéndole una sonrisa breve, y no me detuve a nada.

    Necesitaba tiempo y espacio para procesar todo lo que estaba enterándome, y la escuela no era el lugar ideal para eso. Arrugué el ceño, captando la atención de Morgan mientras volvía a revisar el móvil. Nada.

    —¿Todo bien?

    —Sí, sí, no te preocupes~ —Resoplé, quitándome parte del agobio de encima, y le sonreí—. ¿Le compramos un crepe a Hanabi?

    Morgan sonrió con una chispa genuina, incluso cálida, que se reservaba únicamente para mí y su hermana, y asintió.

    —Tú sí que sabes cómo consentirla, eh~
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    I need to know where your loyalties lie.
    Tell me, are you gonna bark or bite?
    Do you really wanna twist a knife in the belly
    of the monster?
    .
    暗い、この見えない世界
    まだ消えない未来
    ただ手に入れたい another world.
    .
    This is your wake up call.
    We're going down the rabbit hole.
    Are you ready?
    I can't feel you.
    .
    Is this what you want?
    This is what you'll fucking get,
    you motherfucking shit.
    Jez.png
    ¿Siete sobre diez? Venga, que era más de lo que esperaba y todo. Le sonreí cuando me regresó el móvil, ni enterada de la estupidez que se le había ocurrido porque había seguido distraída con los rayos de sol y tal mientras el veía las fotos, así que me lo guardé sin que siquiera se me pasara por la cabeza que se había agendado así tan pancho. Igual no era que me fuese a molestar.

    Me enderecé cuando noté que su móvil había empezado a vibrar, un poco anticipándome a la situación, y asentí con la cabeza a sus palabras. Vi que no iba a esperar realmente a que le respondiera, así que lo dejé ser y una vez se encerró en el cuarto oscuro bajé de la mesa y recogí el maletín para disponerme a salir del club. Le eché un último vistazo a las fotos antes de cerrar la puerta tras de mí.
    Tampoco iba a molestarme porque me hubiese pedido que me fuese, no tenía pinta pero para ese tipo de cosas al menos la mente no me funcionaba tan mal y además yo le había dicho que si necesitaba o quería que me fuese, lo iba a hacer. Me iba bastante contenta con el hecho de haber podido entregarle las cosas y pasar un rato con él, porque no sé, me daba la sensación de que necesitaba compañía.

    Mientras bajaba las escaleras me saqué el móvil de nuevo para buscar el número de tío Vic, porque era una bestia para memorizar números de teléfono, y decirle que ya estaba lista para irme, aunque asumía que debía estar por llegar, y mientras pasé los contactos vi el nombre de Joey.
    Luego de haber llamado a mi tío, colgué luego de que me dijera que estaba a un par de minutos de la escuela y seguía hasta los casilleros para cambiarme los zapatos. Mientras salía de la academia, luego de haberme despedido de Al que estaba afuera con Kuro-chan, le envié un mensaje a Joey para que lo viera cuando pudiese.

    No te olvides las cosas en el club. Espero que llegues bien casa.
    Nos vemos mañana.
    Bye bye.


    ¿Era suicida? Posiblemente, qué sé yo.

    Tampoco interesaba demasiado.


    Le había ofrecido a Laila un aventón pero la chica me dijo que debía atender algo antes de ir a casa y por puro descarte asumía que debía ser el asunto con Amery que me había dicho muy por encima. Mientras avanzaba por el patio frontal dediqué una mirada de soslayo en dirección al dojo.

    Suerte, cariño.

    Cay 2.png
    Las serpientes dispersas de Shinjuku.

    Lo cierto es que había conversado con el Krait apenas moverme a Shinjuku pero poco más, no ubicaba al resto y tampoco me había interesado en ello nunca, me daba un poco igual, además que para pandillas dispersas ya me bastaban los propios chacales y yo mismo. Quizás en ese ligera diferencia de relaciones estuviese el detalle que impidió que nos cruzáramos antes, además que me movía un poco por todo sitio porque más que camello me dedicaba a la reventa de mierdas robadas y lo otro, de mantenimiento de armas, de ahí que hubiese seguido en contacto con Arata en particular.

    De nuevo así como de alguna manera me alegraba que se hubiera desentendido de los chacales moribundos me alegraba saber que no se metía en Shibuya, porque esos jodidos hijos de puta eran una manada de erráticos y si me hubiese dicho que se movía por ahí me hubiese dado un venazo o algo ya. Así como me lo hubiese dado saber que ya lo había aprendido por las malas.

    Mira que tocar a Kohaku, de toda la gente posible.

    Al final tenía un montón de deudas que saldar con Shibuya.

    Y por mis muertos me las iba a cobrar todas.


    Mi naturaleza no era violenta pero mi miedo podía mutar en la más pura agresión y cuando se trataba de mis hermanos, joder, que Dios los agarrara confesados a los hijos de perra. No me iban a temblar las manos para meterme en la mierda de cabeza así tuviera que convertirme en la fuerza armada de los chacales sobrevivientes y de Sonnen, de forma que sin saberlo iba a matar dos pájaros de un tiro.

    Y una plaga de lobos.

    De cualquier manera haber topado con Ko me había arrojado una alegría encima que no podía ser opacada con demasiada facilidad, así que antes de ponerme a pensar en esas cosas, al menos me iba a permitir eso, estar allí hablando con él aunque le hubiese soltado una bomba de información encima.
    Lo vi quedarse casi congelado porque no sabía que tenía las piezas sueltas y estaba tratando de unir el rompecabezas, asentí a su pregunta de si conocía a Sonnen y que Arata también. De hecho Arata conocía más a Sonnen de lo que lo conocía yo, creo que habían sido compañeros de instituto o algo así, claro luego el idiota de Shimizu había reprobado tercero y allí estaba, repitiendo como un imbécil.

    Antes de que pudiera ponerme a contestarle una chica apareció, un poco de la nada, y cerré la boca casi con candado. No era un maleducado así de puro gusto, como sí podía serlo Altan, así que cuando ella reparó en mí le regresé la sombra de una sonrisa.

    Yako siempre la quiso al margen, a ella y a sus padres, sí.

    Sonnen intentó cumplir con eso incluso sin saberlo, al menos hasta el viernes de la desgracia.


    Cerré los ojos por reflejo cuando Kohaku me revolvió el cabello de nuevo y le dediqué una sonrisa bastante amplia, parecida a la de un chiquillo. Cuando amoldó la mano en mi mejilla prácticamente le dejé caer el peso de mi rostro como si fuese un gato.

    —Nos vemos mañana entonces, Ko —dije mientras asentía con la cabeza a lo de saludar a Yuzu de su parte. Dios, se iba a alegrar tanto, me lo estaba viendo.

    Lo despedí con un movimiento de mano y me quedé allí en la clase vacía unos minutos, observando el atardecer a través de las ventanas, los colores que yo mismo llevaba encima de nacimiento. Rojo, los destellos naranja, el ámbar.
    Me volví a poner la chaqueta antes de salir y solté un suspiro bastante pesado.

    —Bueno, los Kurosawa nunca van a dejar de sorprender, ¿o sí? —murmuré para mí mismo mientras cruzaba el umbral de la puerta—. Y a veces no en el buen sentido.

    Se camuflaban, Yako lo hacía, pero al final del día eran monstruos como todos en la calle.

    Todos atraían problemas al final del día.

    La cosa era si la enana iba a saber librarse de ellos como lo hacía su hermano.

    Llegué a los casilleros, hice el cambio de zapatos y me dispuse a dejar la Academia, bueno al menos era la idea, porque apenas pasar la puerta noté las siluetas a un costado. Sonnen se había despedido de Kohaku que acababa de salir no hace mucho y Kurosawa había hecho la vista gorda cuando vio salir a Watanabe, perfectamente consciente no solo de las pintas de Altan a su lado, sino de que estaba fumando ahí en la puerta de la escuela.

    —¿No se han ido a casa? —pregunté y la chica reaccionó, alzando la vista hacía mí. Vi el fantasma de su hermano en el fuego palpitante de sus ojos, acentuado por el atardecer.

    —Cay-senpai.

    Heyo. —Le dediqué una sonrisa, no sé ni de dónde me salió porque su voz sonaba como una cuerda sostenida en una sola nota y atajé su posible pregunta al vuelo—. Transferido.

    Regresó la vista al frente mientras aplastaba la colilla en el suelo con aire ausente, en comparación a la chica que había conocido el viernes lo que veía ahora parecía... Un cascarón vacío, hueco.
    Lo sentí como mi deber de repente, quedarme allí con ambos así que me apoyé en la pared al lado de Sonnen, le escribí a Yuzu que llegaría algo más tarde y posé la vista en el cielo amoratado cuando me regresé el aparato al bolsillo.

    —¿Ahora tengo una escolta? —preguntó bastante al aire.

    —¿Tengo pinta de ir a darme de hostias con alguien, Kuro-chan? —Negó con la cabeza—. Entonces no es una escolta. Piensa que tienes un hermano acompañándote a la salida de la escuela y... un Altan, que no sea qué sea.

    —Oh vaya, muchas gracias, Dunn —soltó el otro de mala gana.

    Always a pleasure, german.


    Necesario? Absolutamente. Que si me aventé todo el post con fucking Kingslayer? Yes, yes i did.

    Con esto están mis interacciones en su mayoría. Me quedan Laila y Shawn en el dojo y si Neki se arrastra a Katty pues me quedaría un último post con ella.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    De nuevo se encontró con otra sorpresa cuando la escuchó, ahora le encontraba más sentido a aquello y lo relacionaba más ahora como cuando detectaba que Daute le soltaba palabras en español y bueno, ahora también conocía algo más de Katrina y de paso hacerla reir de una forma nada intencional.

    —Eso ya me hace más sentido, no lo sabía...—Estaba acostumbrado a que en si no se escuchara mucho inglés por parte de los japoneses, solo aquellos que accedían a dar pequeños tours para sus escuelas a los extranjeros para obtener puntos extra o los que en sí no tenían vergüenza de hablarlo cuando se topaban a uno para practicar.

    — Pero no, no me molesta solo tenía curiosidad, siéntete libre de no filtrar palabras~ —Asintio al segundo comentario, mostrando su maletín y la siguió, saliendo por fin del aula, cerrando la puerta tras él para encaminarse hacia les escaleras para bajar hacia los demás pisos hacia los casilleros.

     
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    Zireael

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    Llevaba un par de días preguntándomelo, por qué seguía hablando con el par de estúpidos que eran Daute y Aaron si me estaba oliendo que no iba a recibir nada de ellos, nada que me interesara por lo menos o me iba a costar bastante más trabajo del que quería. Encontraba puras respuestas de mierda que prefería ignorar, sobre todo luego de que Daute me tocara los ovarios, pero seguía allí, encima de Aaron de una forma más o menos discreta.

    Primero ese par de idiotas.

    Luego Alisha en el almuerzo.

    El mensaje de disculpas de la tonta de Kurosawa.

    ¿Amigos? No me jodan.

    Luego Rachel con aquella mierda de que no era un monstruo.

    Solté otra risa nasal al escucharlo, ¿qué no me molestara en filtrar? Dios, qué chico de verdad. Volví a acompasarme a sus pasos para bajar a los casilleros, ya sin engancharme a su brazo, y al llegar a abajo hice el cambio de zapatos sin prisa realmente. Dejé algunas cosas en el casillero, guardé otras y de paso le di tiempo a él para que hiciera lo que tuviera que hacer también.
    Mientras tanto recibí una llamada que atendí solo para responder un conciso "Ya voy", antes de acercarme al chico de nuevo, echarle los brazos a los hombros y estirarme para dejarle un beso en la comisura de los labios. Fue un movimiento más rápido de lo que se podría pensar, cosa de abrir y cerrar los ojos, pronto le regresé su espacio y todo.

    —¿Seguro que no quieres el aventón? Última oportunidad~ —pregunté mientras daba unos pasos en dirección de la salida. Noté el trío junto a la puerta pero lo ignoré como una campeona—. En fin, see ya~

    No creí que fuese a cambiar de opinión realmente, pero le pregunté pues porque sí. De cualquier manera seguí andando de forma que pronto me encontré cruzando el patio frontal, ya el auto estaba en el portón principal.


    ustedes me preguntan qué pretende Kat realmente y les prometo que no tengo idea en este momento JAJAJA

    Weno ahí se jue la pendeja también
     
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    Nekita

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    Apenas llegó a su casillero hizo el cambio de zapatos como Katrina y volvió a cerrarlo con llave cuando colocó los de la escuela en este, y aunque no entendía exactamente que parte de lo que decía era lo que le causaba gracia a la de mechas rojas, también le terminaba contagiando un poco poco aquel ánimo, calmando un poco aquel lado preocupado que se le había quedado luego de todo lo que había pasado.

    Espero a que ella terminara la llamada y antes de poder siquiera sugerir que la acompañaba, ya la tenía demasiado cerca como para poder siquiera hablar, sintiendo el peso extra sobre sus hombros y de pronto, el contacto cerca de sus labios que lo sonrojó apenas —Seguro, te avisaré para la próxima...—La observó irse y luego de dejarla adelantarse un poco, él inició su caminata hacia el patio para dirigirse hacia su casa.

    Definitivamente no creía que fuera a entender sus intenciones nunca.
     
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    Yugen

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    El asfalto olía a óxido, a herrumbre, a sangre fresca. Los pasos de las alimañas se había alejado hacía tiempo, como sombras en la noche, solo dejando tras de sí la carroña en descomposición. Habían aparecido, destruído y vuelto a desaparecer.

    Porque eso hacían los hijos de puta.

    El gruñido le nació en el fondo de la garganta, quejumbroso, ronco, como si sus cuerdas vocales simplemente no tuviesen fuerza para pronunciar sonido alguno. La boca le sabía a óxido.

    Y era rojo profundo, rojo sucio. Rojo manchado. El blanco y el naranja también se habían parchada de rojo. El suelo. La pared. El aire. Penetraba su piel expuesta, embebía la camiseta, las mangas, los pantalones oscuros. El pelaje suave y mullido. Lo rodeaba un charco de sangre espesa.

    Joder.

    Joder.

    Joder.

    El pecho le pesaba como si tuviera piedras en los pulmones y tomar oxígeno se le tornaban un esfuerzo titánico. Hacía minutos que había dejado de oírlo. El silencio cayó pesado, inerte, como una sentencia de muerte. No había más sonido que el las sirenas allá fuera, más luz que el neón.

    Las luces que incidían en el callejón en sombras daban vueltas en su cabeza como un giroscopio. El collar. La navaja. Los puños expuestos.

    El dolor intenso y sordo.

    No lo había visto venir.

    No estaba preparado para un ataque directo. No estaba preparado, coño.

    Debió imaginarlo cuando la hiena se le acercó sonriendo como un cordero degollado. Debió haberlo visto en la sonrisa desquiciada, en el metal del bate destellando momentáneamente bajo la luz del alumbrado público, en sus miradas llenas de una sed criminal.

    Los lobos estaban de caza.

    La hiena no estaba sola.

    Y joder, él tampoco lo estaba.

    Rojo.

    Rojo.
    Negro.
    El móvil sonó entonces.

    Uno. Dos. Tres tonos.

    Ni siquiera la dejó responder cuando tomó la llamada al otro lado. Ni siquiera le dio tiempo a que abriera la boca. Le dolían todos los putos huesos del cuerpo y había necesitado horas no solo para hacerse a la idea, si no para tomar el jodido teléfono y llamarla. Había estado desde la noche lamiéndose las heridas como un perro viejo, había arrastrado el cuerpo inerte de Ike, lo había tomado en brazos y el olor de la muerte se le impregnó en la piel.

    Y se había quebrado como ese niño de siete años. Ese que vivía bajo el yugo de un padre maltratador y borracho. Se había roto, se había fragmentado en mil pedazos.

    Sabía que iban tras él. Lo sabía, nada quedaba salvo de cuentas en la ley de la calle.

    —Shiori—habló. Su voz sonó apagada, más áspera que nunca. Era el gruñido de un animal. Sombrío, amargo. Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. No podía verlo pero por su voz podía imaginarlo con una claridad abrumadora. La mano hundida en la frente, entre el rebelde cabello cenizo, un rictus amargo recorriendo su expresión a punto de quebrarse—. Esos hijos de puta mataron a mi perro.

    La oreja cortada.

    El llavero ensangrentado.

    Los lobos se habían cobrado la traición con sangre.

    No me salió lo que quería pero ni de coña alv (?)

    Cerramos día por fin. Dejo en manos más capaces el resumen y demás. ¡Chicas, nos vemos por acá el próximo año! Feliz 2021 <3
     
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  10.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    I'm at the edge of the world,
    where do I go from here, do I disappear?
    Edge of the world.
    Should I sink or swim or simply disappear?
    .
    Wake up,
    take my hand and give me a reason to start again.
    Wake up,
    pull me out and give me a reason to start again.

    ¿Cuánto tiempo habían estado los tres allí, esperando a que ella diera alguna señal de vida o tomara una decisión? ¿Minutos, una hora? Ni idea, el paso del tiempo había perdido forma desde la mañana, cuando Tomoya dejó la oreja cortada, cuando Suzumiya buscó a Sonnen y cuando este llamó a Arata y luego habló con Dunn. Para cerrar el pelirrojo había puesto en movimiento otra pieza bastante más peligrosa.

    El tiempo se desdibujó, perdió forma, sentido y utilidad. Todo era un continuo, el fluir de un río que no tiene un dique que lo contenga y va a desembocar en el océano, que tampoco tiene contenciones.

    Un mundo corrupto sin límites, podrido y terrible. El mundo sin color que veían Sonnen y Hiradaira, el que también había conocido Jezebel, y el que Kurosawa intuía que existía a pesar de solo poder ver el rojo profundo de la más salvaje de las iras.

    Cuando Hiradaira pasó y se despidió de Altan con aquel tono neutro, Shiori, todavía sentada en el suelo, consideró la posibilidad de que al chico le diera otro venazo pero se despidió de ella con un tono casi idéntico.
    Cuando la muchacha posó la vista en el sitio donde estaba clavada la de Altan, allá en el portón principal, detalló dos siluetas que se encontraron con la enana.

    ¿Eso es lo que te basta, que no se vaya sola?

    Pedazo de imbécil estás hecho y no te das cuenta siquiera.

    El río siguió fluyendo sin contención, sin que a nadie le interesara demasiado hacia qué océano se estaba dirigiendo y cuando Kurosawa sintió el móvil timbrar la primera vez en el bolsillo de la falda lo sacó con un movimiento tan rígido que dio la sensación de que tenía las articulaciones herrumbradas.
    El movimiento alertó a Dunn, que al detallar la silueta de la chica vio el corte en la media y la mancha oscura, la sangre que había manado del corte de la esquirla.

    ¿Qué cojones pasa con esta niña?

    Vio también el nombre en la pantalla, los kanjis y el emoji, además de la forma en que había empezado a temblarle todo el cuerpo a Kurosawa. Buscó la mirada de Sonnen, al que tampoco le pasó desapercibida toda la escena.

    Y tuvo que hacerlo, mierda. Tuvo que hacerlo porque ella parecía congelada en el flujo del río que había sustituido al tiempo.
    Sonnen tuvo el impulso, fue obvio, pero el pelirrojo se adelantó pensando en lo brusco que podía llegar a ser el otro y se acuclilló junto a la chica, estiró la mano para alcanzar el móvil y abrir la llamada.

    Cayden Dunn podía ser un maldito pilar, incluso cuando parecía una bola de nervios. Él mismo lo había dicho de por sí.

    No subestimes a las mariposas.

    —Atiéndelo, Kurosawa —murmuró con voz suave y eso logró ponerla en movimiento, haciendo que se llevara el móvil a la oreja.

    Ni siquiera pudo decir una palabra, al otro lado de la línea Usui la atajó de inmediato y le congeló la sangre dentro del cuerpo. Solo escucharlo, que su voz se confundiera con el gruñido de un animal adolorido y, por qué no, resentido, le dejó el cerebro inútil.

    Y luego…

    Esos hijos de puta mataron a mi perro.

    —¿Qué? —La voz de Shiori salió como a exhalación ahogada y es que el fuego que llevaba dentro había consumido ya todo el oxígeno, el resto de palabras parecieron brotarle directo de los pulmones, como si le hubieran soltado un golpe en el estómago y estuviera buscando recuperar el aire—. ¿Qué mierda me estás contando, Hiro?

    Dunn, todavía acuclillado cerca de ella, había escuchado toda la mierda y se quedó estaqueado en esa posición, con la mente casi igual de inútil que la de Shiori de repente.

    Su perro.

    Un jodido animal había salido pagando los platos rotos del perro-lobo.

    Los bastardos de Shibuya habían sido siempre unos putos salidos, ¿no?

    El móvil se resbaló de las manos de Shiori y fue a dar al suelo con un sonido sordo, de nuevo los engranajes de Dunn se pusieron en funcionamiento y mientras la chica se levantaba dando traspiés, él alcanzó el aparato antes de que lo hiciera Sonnen y se lo llevó a la oreja mientras se ponía de pie.

    —No me cuelgues. Soy amigo de tu chica —Y un traidor a la sangre de Shibuya, si se quiere. Le había hablado con el mismo tono que a ella, suave, bastante sosegado, casi conciliador pero aún así se notaba el acento pesado. La resina de la mirada de Dunn conectó con los pozos oscuros de Altan, que había formulado una palabra: Honeyguide. Cayden apretó el agarre entorno al teléfono—. Lamento lo de tu perro, de verdad, y ella… Lo siento, pero creo que no queda nada de la Shiori que conocías, o casi nada.

    Mentira no era.

    Shiori se había levantado, había dado varios pasos en círculos como un jodido león enjaulado y al no saber en qué volcar la ira, el maldito fuego, se había vuelto hacia los arbustos a la orilla de la entrada y estaba destrozándolos con las manos desnudas. Las astillas y las hojas más gruesas se le enterraban en la piel, pero a la otra no le interesaba ya nada que no fuese romperlo todo.

    Qué jodido peligro.

    >>Lamento tener que decirte tantas mierdas cuando debes parecer un saco de boxeo, pero tus lobos estuvieron aquí hoy. Le dejaron una oreja cortada a Kurosawa —dijo sin anestesia alguna y soltó el aire de golpe—. Afuera de tu apartamento o en tu calle debe estar apostado un imbécil tatuado, rubio, seguro con cara de culo. Es tu niñero hasta nuevo aviso, responde al nombre de Mitsuoshie, Honeyguide.

    —Lo pidió Kurosawa —dijo entonces Altan, lo suficientemente alto para que se escuchara al otro lado de la línea. Era verdad a medias porque la idea había sido suya pero Shiori se había subido al tren de inmediato, consiguiendo poner a Arata en movimiento—. Y si yo fuese tú lo aceptaría… O esta chica va a empezar una matanza antes de tiempo.

    Altan sacó las manos de los bolsillos, avanzó hacia Shiori y la obligó a detener su tren del desastre.

    —¡No me toques! ¡Los hijos de puta mataron a Ike! ¡Los hijos de perra lo molieron a palos y mataron a Ike! —Y por fin terminó de quebrarse—. ¡Lo único bueno que tenía, Al, se lo arrebataron esos putos inservibles!

    En medio de los insultos, de la ira sin contención, se colaron los primeros sollozos terribles, aparecieron los surcos de lágrimas y su visión enrojecida del mundo se cristalizó hasta que prácticamente le impidió ver nada.

    Nada que no fuese el rojo y el negro.
    —Cuelga, Dunn. ¡Vamos!

    El otro obedeció, se quedó con el móvil y aunque creyó que la chica se le iba a terminar de ir encima a Sonnen, cuando este la dejó ir solo se dispuso a levantar sus cosas con brusquedad, sin dejar de llorar como una cría y con el estómago amenazando con volvérsele al revés por segunda vez.
    Altan levantó lo único que había dejado atrás, el contenedor plástico.

    —Pediré un coche. Esta idiota no puede dar un solo paso a la estación ni a ninguna otra parte. ¿Vienes?

    El mayor le alcanzó el móvil ajeno y negó con la cabeza. La resina, casi idéntica a la de Kohaku, se había opacado de golpe y permaneció estático mientras Altan le seguía los pasos a Kurosawa.

    Habían… cobrado la deuda con un montón de sangre ajena.

    ¿Qué mierda habría hecho Yako al ver este desastre?

    Luego de que los otros dos subieran al coche que había pedido Sonnen, Cayden dejó la academia también mientras marcaba un número de memoria.

    Ike.

    Usui.

    Kurosawa.

    Todos eran peones de una partida... ¿Pero cuál era el rey que defendían? ¿Tenían uno siquiera, un objetivo real más que el de crear caos?

    ¿Qué estaban cobrando más allá del abandono de Usui?

    Querías dejar cliffhanger pero yo es que no podía dejar esto así y como se cierra todo oficialmente con el resumen, aproveché el vacío legal (?) Sorry me llevaba la verga con Shio si la dejaba sin reaccionar a tremenda bomba, I mean igual me lleva la verga con ella cuz chale está más destrozada pero se entiende mi punto.

    En un momento tiro el resumen, que ya está listo igual.

    Nos vemos en unos días pues~ Si se van a embriagar en fin de año, háganlo con ganas que razones para hacerlo sobran luego de esta mierda de 2020 (???)
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    BUENO los messes uno a uno y ya todos sabemos que este es prioritario (?)

    Gigi Blanche ;-;

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    Nuevo día, nueva mí... o algo así tendría que estar pensando, ¿no? Bueno, seguía siendo yo pero al menos me encontraba mucho mejor del resfriado. Había tenido que pasar todo el día en cama, comiendo sopas y tomando hierbas medicinales o qué sé yo ya que me dio mi abuela.

    Sea lo que fuere que me había dado, debía admitir que había funcionado y me encontraba mucho mejor. La fiebre me había bajado, la migraña prácticamente había desaparecido y lo único que me quedaba era algo de cansancio general y la voz algo ronca por el dolor de garganta.

    Aun así, haber sido recibida por el anuncio de que las pruebas iban a seguir ese día, contrario a lo que pudiese parecer, no me animó en absoluto. El ejercicio siempre me había ayudado a despejar la mente y a centrar mis energías en una sola casa para evitar... que las centrase en otras cosas más conflictivas, pero en aquel momento era lo último que me apetecía.

    Nada que se pudiese hacer, por otro lado, había que completarlas.

    Tardé un poco más de lo necesario en cambiarme los zapatos, refugiándome en la protección que el casillero parecía darme. Lo había decidido anoche; que si me encontraba mejor y lo veía, le hablaría. Pero una vez en la Academia y a punto de hacerlo, estaba entrando un poquito en pánico. No sabría decir exactamente de qué tenía miedo, si me había dicho en la Azotea que no podría odiarme ni nada así y no tenía motivo para mentirme, ¿verdad?

    El problema era que yo no sabía lidiar con eso, por mucho que quisiese. Y aunque era consciente que algo había tenido que ver para que todo se fuese más a la mierda, el problema de Joey escapaba completamente de mi persona y nunca nos metíamos en la vida del otro, porque cuando lo hacíamos... well.

    Cerré el casillero con lentitud, solté al aire de golpe en un suspiro y me giré hasta que distinguí la oscura cabellera no muy lejos de mi posición. Me acerqué a su espalda con el mayor sigilo que me fue posible y, tras dejar el maletín entre mis piernas, pasé los brazos por sus hombros hasta conseguir taparle los ojos con las manos.

    —¿Quién soy~?
     
    Última edición: 3 Enero 2021
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  12.  
    Kaisa Morinachi

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    A pesar de que le preocupaba como le iría a Laila en la conversación con Shawn, el asunto estaba lejos de abrumarla, al punto de que pasó por alto preguntarle al respecto por centrarse en repasar materia y ayudar con cosas de la casa.

    A la mañana siguiente despertó con buen ánimo, había descansado bien y el cielo despejado le brindaba aún más energías, por lo que partió a la academia más temprano que de costumbre, no estaría mal mantener eso. Ya en el lugar cruzó el patio norte con paso calmo, fijándose como siempre en los árboles de cerezo que tanto le gustaban. Una vez dentro fue directo a su casillero para cambiar su calzado con la facilidad que brindaba hacerlo todos los años, una vez finalizado aquello se dirigió sin pensarlo mucho a la hilera de los de tercero, a ese paso se volvería una costumbre ir en busca de la cabellera lila cada mañana.

    Soltó el aire por la nariz e hizo un pequeño mohín al no visualizarla, como mero reflejo. Podía ser que llegaría más tarde, no estaba segura, como tampoco sabía que tal sería el ambiente del club que ni siquiera había empezado si la relación entre Shawn y Laila se deterioraba hasta un punto sin retorno, pero no tenía motivos para pensar que la situación fuera tan grave. De todas formas, al encontrarse una melena rubia frente a uno de los casillero cualquier pensamiento pasó a segundo plano, alzando las cejas en un gesto algo sorprendido y luego acercarse con calma con una sonrisa suave en los labios.

    —Buenos días, senpai —saludó cerrando los ojos y ladeando un poco la cabeza, entrelazando los dedos tras su espalda. La mayor, quien recién había guardado su calzado dentro de la casilla, giró tan solo un poco para observarla. El ceño fruncido se destensó un poco cuando pareció reconocer a quien le hablaba.

    —Ah, hola —contestó algo plana, resguardando sus manos y llaves en el bolsillo de su cárdigan negro, Masuyo mantuvo su leve sonrisa a pesar del recibimiento poco recíproco.

    —¿Todo bien? Creo que no me topé contigo ninguno de estos días —prosiguió la pequeña con calma, sin apartar su mirada de la chica, notando sin problemas como a veces desviaba la vista hacia un costado, como si los cuatro días sin verse hubieran desecho el poco avance que tuvieron al conocerse. Margarita termino por mirar un punto irrelevante por detrás de Kobayashi antes de hablar, ya girada completamente hacia su persona.

    —Ya sabes que el primer día que vine lluvió y que no tenía paragua, así que al devolverme terminé por mojarme. Al día siguiente desperté con fiebre —relató sin vacilar, aunque estaba lejos de sonar animada. Al finalizar fijó sus ojos con algo más de firmeza sobre la chica—, estuve así hasta que ayer me sentí mejor, y aquí estoy otra vez.

    Durante el relato Masuyo la miró con un deje de lástima, en cuanto terminó se llevó una mano a su mejilla soltando un suspiro pesado, para luego darle una sonrisa algo torcida.

    —Diablos, lo lamento. Me olvidé por completo de ti cuando me marché ese día—. A pesar de que poco se conocían, por haberla acompañó aquella mañana sentía que llevarla como mínimo a la estación era casi una obligación, completar el favor. La mayor alzó una ceja bastante extrañada por lo dicho, para no demorar luego en negar con la cabeza y restarle importancia al asunto con un gesto de mano, manteniendo la seriedad de su rostro.

    —Nah, no digas eso, fue culpa mía no haber llevado paraguas en primer lugar—. Masuyo respondió a esas palabras con una sonrisa más genuina, entrelazando otras vez sus manos.

    Hubo un pequeño silencio donde Margarita volvió a desviar la mirada antes de hablar.

    >>Bueno, yo ya voy subiendo. Adiós.

    —Nos vemos~ —contestó Masuyo aún sonriendo, Nieves simplemente asintió sin perder el deje de extrañeza en su expresión, volteándose luego para encaminarse hacia las escaleras con lentitud.

    Hygge ahí está Mao uwu

    Y, pos, si alguien quiere interactuar con la otra, aún se la pueden topar en los casilleros (?)
     
    Última edición: 3 Enero 2021
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La verdad, no reparé demasiado en lo que Jez podría llegar a pensar tras haberla prácticamente echado del club. ¿Porque era una buena niña, quizá, y las buenas niñas no se molestan por cosas así? Y aunque lo sientan, preferirán reprimirlo antes de generar una situación desagradable. Cualquiera de los dos escenarios me permitía mantenerme en la línea de siempre y hacer la vista gorda, así que me daba igual. Además la llamada de Matty me devolvió un poco el alma al cuerpo, al parecer papá iba mejorando sin problemas, ya había despertado y... no iba a presentar denuncia.

    Era un cobarde de mierda por aliviarme gracias a eso, ¿verdad?

    Bueno, es lo que hay.

    No podía negarlo, cualquier cantidad de mierdas se me habían ocurrido durante esos días. Desde la preocupación casi asfixiante de haberle generado algún daño crónico a la lisa y llana idea de que ya no quisiera verme ni en figuritas, y eso... eso no estaba tan mal, de hecho. A ver si dejábamos de jugar a la casita de una puta vez.

    Llegué a los casilleros con la pereza de siempre y dispuse sin reparar demasiado en nada; estaba, de hecho, pensando en las fotos que había conseguido sacar al salir ayer de la escuela y que me apetecía revelar a la tarde. El anuncio de las pruebas físicas se solapó encima de mis ideas y bufé bajito. Bueno, era lo que había, ¿verdad? Tan sólo esperaba no... desconectarme o algo parecido.

    Joder.

    Estaba por cerrar el casillero, ya habiéndome cambiado los zapatos, cuando sentí unos brazos rodeándome desde atrás. Me tensé, la verdad, me tensé porque últimamente vivía tenso, aunque no me llevó más de un par de segundos reconocerla y... no logré relajarme.

    Alisha.

    Se me escapó una risa floja, de cualquier forma, porque era el jodido maestro del engaño o algo así; tan, tan bueno, que me la pasaba mintiéndome a mí mismo. Busqué sus manos para quitármelas del rostro con movimientos suaves y mierda, fue extraño. Era extraño volver a tocarla luego de... lo que le había hecho. Junté voluntad o lo que fuera antes de girarme hacia ella y topar con el azul de sus ojos. Para ese momento, ya había logrado evaporar la tensión de mis músculos y le regalé una sonrisa pequeña, bastante casual. Como si nada.

    Hice lo de siempre, la escaneé a velocidad luz y noté que parecía encontrarse mucho mejor de su resfrío. Eso era bueno.

    —Pues Ali-chan, claro, ¿quién más va a ser~?

    Anna dark mode.png

    Llegando a las puertas de la escuela tuve esta suerte de epifanía reveladora y absolutamente inútil: ese día cumplía una semana asistiendo al Sakura. Pensarlo me obligó a repasar mi vida estudiantil allí, hacer un balance, si se quiere, o sólo convencerme aún mejor de que el mundo, el universo o lo que fuera era una puta mierda.

    Las manos enterradas en los bolsillos del blazer, la coleta de costado, el chicle verde agua y los cascos chillones rompiéndome los tímpanos. Exactamente igual que hace una semana.

    No busqué a nadie en particular, aunque tampoco me topé con ninguna cara conocida. Fui donde mi casillero y cuando fui a abrirlo me di cuenta que la manija estaba trabada o qué se yo. Chasqueé la lengua, rodando los ojos, y lo intenté con algo más de fuerza. Nada. Estaba bastante apática o al menos de eso me había convencido, porque esa estupidez tan grande me descargó un impulso de corriente por el cuerpo y estampé la mano sobre la puerta metálica, haciendo bastante ruido, antes de dejar caer la frente en el mismo lugar.

    —Mierda —mascullé en español.

    Puede que muy en el fondo siguiera jodidamente furiosa.

    Bufé, bajándome los cascos de un manotazo, y erguí el cuello dispuesta a intentarlo otra vez.

    Nekita owo
     
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  14.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    No iba a negar que sentía sus días raros, como si simplemente pasaran sobre él y no tuviera mucha oportunidad de acoplarse a la corriente en la que estaba pero, tan siquiera podía distraerse con otras cosas como la tarea que encargaba la academia, salir un poco de los viajes donde acompañaba a su padre para pasear y tomar sus fotos, hablar con Liza.

    Y si quería ver algo positivo, de cierta forma se había arreglado el problema de su grupo de amigas, ¿no?

    Apenas se adentró a la academia pudo escuchar perfectamente el aviso sobre las pruebas de aptitud física, y aunque antes le hubiera hecho algo más de ilusión, ahora le daba algo de pereza. Fue a su casillero para hacer el cambio de zapatos y apenas pasó la llave, escuchó aquel golpe seco que lo asustó al estar tan concentrado en sus pensamientos.

    Hizo una ligera mueca de preocupación y buscó la fuente de aquel sonido con cierta precaución hasta que dio con la chica en cuestión tratando de abrir aquel casillero —Hey...¿todo bien? —Preguntó en voz baja al no querer en sí asustarla aunque sabía que la pregunta no era la mejor de todas, la veía adecuada —, ¿necesitas ayuda? Podría intentarlo yo, si quieres.

    ESTO ES HORRIBLEEEE, SORRY
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La fortuna parecía que no quería sonreírme y como si no tuviera ya suficiente, el anuncio de los altoparlantes me obligó a comprimir el gesto en una mueca de desagrado. Bueno, me lo había visto venir con el clima increíble que hacía desde ayer, la verdad, sólo esperaba... no lo sé, que se olvidaran del asunto o algo así. Me habría encantado poder disfrutar de la idea de tener pruebas físicas, pero ahora sólo pensaba en los posibles ataques de asma y no, gracias.

    Bueno, al menos tenía suficiente batería en el móvil para echarme la tarde encerrada en el baño.

    Una voz suave aunque masculina me llegó desde la izquierda y lo observé de reojo. Detallé sus ojos verdes, el cabello oscuro y todo lo demás. Curioso, era como una versión apta para todo público del Krait. Debíamos compartir año, ¿verdad? Si estaba en la hilera de segundo. Eché un vistazo más global un poco por reflejo y me encogí de hombros, retrocediendo un paso para permitirle acceso a mi casillero.

    —Todo tuyo —murmuré en un tono bastante plano, indicándole el compartimento con la mano en un gesto casi caballeroso.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Lo noté tensándose, por supuesto, pero decidí no darle mayor importancia como ya solía ser costumbre. El tacto de sus manos sobre las mías me lanzó un escalofrío a lo largo de la espalda y, curiosamente, me acabó tensando de igual manera, aunque una vez más intenté ignorarlo y disimularlo de la mejor manera que me fue posible.

    Si tenía que ser sincera, no estaba muy segura del por qué mi cuerpo había reaccionado de aquella manera, si en mis diecisiete años de vida nada había logrado tensarme nunca, mucho menos el contacto físico. Acabé por no darle demasiadas vueltas porque fue tremendamente fugaz, me relajé a los pocos segundos y observé con extremo detalle como se giraba para encararme.

    Quizás solo me asusté por la idea de que fuese muy pronto y saliese corriendo de nuevo.

    Pero no lo hizo y eso me alivió.


    Aun así no fui capaz de devolverle la mirada, apartando la misma hacia un lado en cuanto recibí un atisbo de sus pozos oscuros. Podría perfectamente fingir una sonrisa, incluso mi energía o tono de voz usual, pero me era imposible intentar simular el brillo usual de mis ojos cuando por dentro seguía sintiendo la nada más absoluta.

    Así y todo solté una risilla ligera mientras balanceaba de un lado a otro las manos, en un movimiento suave y casi casual. Casi, porque en realidad debía ser cosa de los nervios.

    —Eh~ Seguro que podemos sacar una larga lista de candidatos~

    Paré el movimiento al mismo tiempo que mis palabras y volví a dirigir la vista hacia él, aunque por supuesto fue a parar directamente sobre nuestras manos.

    >>Hey, I have something for you. Dare to guess what?

    Creo que no fui muy consciente pero apreté los dedos un poco más, como si quisiese asegurarme que no podía escapar de esa manera y estuviese aferrándome a él de manera casi desesperada.

    Tanto dármelas de independiente con mis padres para que, al final del día, me asustase quedarme sola tanto como al resto del mundo.

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    El almuerzo acabó de forma algo extraña, a decir verdad. Yukie volvió para avisarnos que ni Watanabe-chan ni Kurosawa-senpai volverían para acabar de comer con nosotros. No le di muchas vueltas, porque de todas formas la campana anunciando el final del receso sonó no mucho después.

    El club de cocina se había cancelado así que me dirigí al de baloncesto y ayudé a Shirai-kun tal y como había prometido. Aunque a decir verdad no tuvimos mucho que hacer porque varios miembros acabaron por faltar y... bueno. ¡Pero al menos pasé un buen rato con el chico!

    Había conseguido dormir algo mejor aquella noche, aunque aquella sensación asfixiante seguía sintiéndose cuando puse un pie en casa. Papá había intentando no volver a sacar el tema y hacer como si nada estuviese pasando, ¿pero de verdad se creía que no había visto las cajas de mudanza en su cuarto? La mayoría de las veces le hacía creer lo contrario pero la verdad es que era terrible mintiendo o fingiendo.

    Sea como fuere, había descansado algo y, curiosamente, estar en la Academia conseguía distraerme de la situación en casa así que por primera vez en mucho tiempo deseé tanto estar aquí que salí a tiempo e incluso llegué temprano a los Casilleros. Bueno, aquello sí que era un acontecimiento digno de recordar, ¿eh?

    El anuncio de las pruebas me sacó una ligera sonrisa mientras me cambiaba los zapatos. Como siempre, el deporte era algo en lo que podía llegar a destacar... o por lo menos podía no liarla demasiado, así que las pruebas aquellas, por duras que fuesen, podrían lograr animarme.

    La cosa era que, tras haber acabado con el calzado, aun tenía bastante tiempo por delante antes de subir a clases y ninguno de mis amigos había llegado, o no los había visto, así que... ¿qué podría hacer? Me asomé por los casilleros de segundo, pero nada, así que fui a los de tercero y... ¡bingo! Amery-senpai estaba ahí.

    Senpai —llamé con voz suave en cuanto llegué a su posición, inclinándome a modo de saludo—. Buenos días~ ¿Te encuentras mejor?

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    Última edición: 3 Enero 2021
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  17.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Espero a que ella se apartara para colocarse frente a su casillero y luego le dirigió una mirada con una sonrisa nerviosa —De no poder hacerlo, tan siquiera lo habré intentado —comentó con una pequeña risa, si no lograba nada podía ayudarla a...encontrar a alguno de los maestros o intendentes para que ellos si se hicieran cargo de hacerlo —, pero bueno, veamos que pasa.

    En vez de jalar hacia fuera como ella había estado haciendo, agarrando la manija presionó hacia dentro y luego ejerció algo de presión hacia un lado de forma continua hasta que escuchó un ruido que le indicó que ya era momento de jalar para abrirlo, si así es como solía abrir las puertas que se llegaban atorar en su casa, no debía ser diferente a un pequeño casillero.

    En el momento que jaló se escuchó un molesto rechinido que le hizo hacer una mueca de incomodidad al no gustarle demasiado.

    —¡Listo! Todo tuyo. —Le sonrió y dio unos pasos hacia atrás para no bloquearle el paso a su casillero.
     
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  18.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Los dos nos estábamos forzando, ¿eh? Como unos estúpidos incapaces de, no lo sé, ¿dejarse el orgullo de lado y hablar las cosas? Hablarlas de verdad, quitarse la carga de encima, en fin, esas cosas que suelen hacer los amigos. A decir verdad, no recordaba si alguna vez tuve las agallas de hablar en serio con alguien. Siempre resultaba más fácil ser el payaso, el picaflor, el desastre, lo que fuera. Cualquier cosa antes que, no lo sé, ¿una persona?

    No me miraba y había un par de razones posibles. No creía que estuviera enfadada por lo del armario de enseres, sí quizá confundida, incómoda, ¿preocupada? Fuera de la forma que fuera, era por demás extraño que se hubiera acercado tan rápido. Nuestras estupideces solían durar así como una semana, hasta que el agua corría sola o andábamos con demasiadas ganas de follarnos a alguien.

    Y bueno, así funcionábamos.

    Mantuvo el agarre sobre mis manos, las balanceó un poco, presionó después. Seguí todos y cada uno de los movimientos que ejecutaron sus ojos azules, porque en verdad era ese hijo de puta sin problemas de mantener el contacto visual, sin importar lo que estuviera sintiendo. Además Alisha no estaba mirándome.

    Qué cosa curiosa, ¿eh? Yo la había cagado sin parar desde el fin de semana, con mi viejo, con Matty, con Alisha, y luego eran ellos los que me buscaban para ¿arreglar las cosas? Tendría que darme vergüenza, de hecho me la daba, pero no la suficiente para hacer algo al respecto. Siempre me encerraba, hacía como si nada y dejaba que la mierda corriera. Si volvían, bien, ¿y si no? ¿También? No tenía idea porque siempre volvían.

    ¿Y si un día no lo hacían?

    Otra risa floja de esas que no me costaba nada fabricar y me encogí de hombros, manteniendo mis brazos y manos relajadas para que hiciera con ellas lo que le viniera en gana.

    —Bueno, imagino que comida casera no~

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    Hablaba bastante el muchacho, además se veía simpático y servicial. Su tono de voz suave me recordaba, si se quiere, al de mini Ishi. Pacífico, capaz de calmar bestias, lo que fuera. Sonaba agradable en mis oídos, aunque en ese momento no me importara demasiado. No era como si mis miedos fueran a activarse con un simple desconocido así que me quedé ahí, observándolo maniobrar con la jodida puertita, en silencio. El click del éxito me arrancó una pequeña, muy pequeña sonrisa y alcé la vista a sus ojos apenas él se volvió hacia mí. El chirrido me dio igual.

    —Eh~ Gracias por abrir el frasco por mí —bromeé, adelantándome al casillero para cambiarme los zapatos y eso.

    Era una confianzuda de mierda así que llevé una mano a su hombro para asirme mientras enganchaba las zapatillas en mis talones, una a una. Le dediqué una mirada de soslayo y ladeé la cabeza, quitándome de encima suyo con movimientos suaves.

    —¿Su nombre, caballero de brillante armadura? —Contrario a mi actitud reciente, lancé los zapatos dentro sin demasiado cuidado y cerré el compartimento de un portazo; bueno, tenía sentido que ya le hubiera falseado las tuercas—. Yo soy Anna, por cierto.
     
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  19.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Mira que ir a parar a una puta escuela de niños pijos por la situación con los lobos no estaba en mis planes de ese año o de esa vida en general, mucho menos transferirme cuando estaba repitiendo tercero y era una jodida mierda el papeleo, de hecho ni siquiera estaba terminado, pero el jodido Altan había hecho un huevo de movidas con ayuda de su padre, que no estaba enterado realmente de los rollos de pandillas del todo, y allí estaba.

    Becado en una escuela de niños ricos a pesar de estar repitiendo y tener un historial de problemas con la ley.

    Había que ver.

    Los Sonnen tenían contactos de mierda a pesar de dárselas de santurrones.
    Erik Sonnen tenía la misma cara de borrego degollado que Cayden y Kohaku, pero podía mover cuántas piezas le diese la gana.

    Le pegué el último jalonazo al porro antes de arrojarlo a un lado del portón principal y seguí me camino por el patio frontal. Había un flujo de gente importante pero tenía el ojo afilado, bastante a decir verdad, era el poder de la calle. Noté a Altan caminando unos metros delante, aunque no es que fuese difícil verlo con esa jodida altura al hijo de puta, a su lado iba la princesa de Chiyoda, la viva copia de Yako.

    ¿Así como si nada? Si habían apaleado a su Hiro-chan, joder.

    Bueno, de que era una Kurosawa lo era.


    Lo noté al pelo, que había desaparecido la víbora azul de forma que ahora se parecía más que nunca a su hermano fallecido. Le sensación de ver un fantasma se acentuó todavía más de ser posible.

    Seguí recorriendo el espacio con la vista, un poco más allá noté la melena rojiza, la sukajan del dragón dorado y solté una risa sin gracia. Se me había olvidado decírselo al mocoso, pero bueno que se llevara la sorpresa entonces.

    Dios, qué jodida mierda eso de los uniformes de verdad. Una cosa sobre la otra, además de la corbata que ni siquiera sabía anudar. Con las prisas no tenía todavía el blazer, el pantalón del otro instituto me funcionada eso sí.
    Altan había terminado prestándome la corbata y una camisa, algo floja sí que me iba pero si acaso lo notaba yo y pasaba bastante porque ni siquiera la abotoné, me la eché encima de una de las camisetas negras estas de tirantes de toda la vida y así me fui. La corbata me la eché en el bolsillo solo por si me jodían demasiado la vida y tenía que ponérmela.

    Seguro me armaban la bronca por los tatuajes, ¿cierto? Que con la manga corta de la camisa se veían de sobra, pero bueno también era probable que pasaran un poco de mi existencia, teniendo en cuenta los acuerdos rastreros que debieron hacer para transferirme y toda la mierda.

    Sonnen y Kurosawa entraron, dividiéndose apenas acercarse a los casilleros y yo seguí mi camino siguiendo los pasos de Altan a la fila de tercero.

    —Bueno, baby boy —dije apenas alcancé a Altan—, quién diría que seríamos compañeros de instituto una vez más~

    —Imbécil, se supone que no deberías siquiera estar en el instituto ya.

    Solté una risa floja al escuchar el fastidio en su voz y me limité a hacer el cambio de zapatos. Ya tendría más tiempo para joderle la vida o de darme de hostias con él en las pruebas físicas, lo que pasara primero.

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    Había dormido como la mierda, me desperté tantas veces a lo largo de la noche que perdí la cuenta y al final me había despertado unos minutos antes de que me sonara la alarma. Si soñé algo realmente no lo recuerdo, olvidé todo apenas despertar y tampoco le presté demasiada atención al asunto.
    De nuevo dejé la chaqueta de Hiroki encima de mi cama, de no ser porque el clima no estaba para abrigarse era posible que como la loca que era me la hubiese llevado puesta.

    Era todo lo que tenía.

    Bueno, eso y Altan, que no era más que el escudo y el arma.

    No me quedaba nada más por el momento.


    Me levanté, me preparé para la escuela y luego guardé dos trozos de pastel en cajas separadas. Uno era considerablemente más grande que el otro y es que no era para mí, estaba en eso cuando mamá terminó de servir el desayuno y habló, sacándome de mis pensamientos o bueno, más bien del ruido blanco.

    —Sonnen-kun te está esperando fuera.

    —¿Ah? ¿No se fue temprano?

    —No, tocó la puerta hace unos cinco minutos.

    Solté un suspiro algo pesado mientras guardaba ambas cajas en la mochila antes de dirigirme hacia la puerta, ponerme los zapatos y abrir. Estaba esperando en el portón de afuera, apoyado en él y mirando hacia la calle. Volví a reparar en el tatuaje que se asomaba en su nuca y las piezas cayeron un poco de golpe.

    Protección.

    No era propia.

    Era protección para los demás.

    Estúpido.


    Tomamos el tren, viajamos en silencio y llegamos al Sakura de la misma manera. Si acaso le pregunté si había enviado a Shiro-chan sola, a lo que me respondió que su tía había ido a dejarla en coche aprovechando que tenía unos días libres todavía.
    Nos separamos apenas llegar a los casilleros, si se quiere el haber llegado juntos era solo una cuestión protocolaría. Todo fuese por evitar que el imbécil de Tomoya hiciera una aparición triunfal de nuevo, qué sé yo.

    Seguí mi camino a los casilleros de segundo, vi a Hiradaira recibiendo ayuda de otro chico y seguí con mis cosas, haciendo el cambio de zapatos de forma bastante mecánica. Había escuchado el anuncio de las pruebas físicas y pensé que ganas de encerrarme en el club de cocina, de nuevo, no me faltaban.

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    Shimizu era un dolor en el culo una mayoría importante del tiempo, de eso no cabía duda, pero el caso era que para lograr algo y evitar más movidas rastreras de los lobos en mis putas narices necesitaba a tener a Arata cerca. A él, su información, su ojo afilado y sus putos cuchillos.
    Solo por eso le había metido a papá un cuento de mierda de que había un amigo que necesitaba transferirse de escuela porque estaba teniendo problemas con otros alumnos y no sé qué, pero que ningún instituto lo estaba aceptando porque había tenido que repetir.

    ¿Qué si se lo creyó? Improbable, después de todo el cerebro maldito que cargaba era herencia suya.

    ¿Por qué cojones accedió? Bueno, ya había accedido a mi propia transferencia el año pasado y ahora, que estaba hablándole por primera vez de una amistad, seguro se pensó que había llegado el momento en que había dejado de ser un raro de mierda y estaba haciendo amigos por fin. No estaba muy alejado de la realidad ciertamente, pero me servía.

    Dependiendo de con quiénes hubiese hablado papá seguramente se había enterado, al menos, de la verdadera naturaleza de Arata pero tampoco me la echó en cara por ahora.

    Había visto la coleta rosada de Anna en la línea de segundo pero estaba con otro chico que al parecer tuvo que ayudarle con su casillero así que lo dejé estar, la saludaría más tarde o le enviaría un mensaje.

    No tenía demasiadas ganas de cumplir con las pruebas físicas, pero bueno era lo que había y de que eran mejor que atender a clases, lo eran.

    Como fuese no vi a nadie más conocido en los casilleros, nadie que interesara por lo menos, y seguí caminando hacia las escaleras y revisé el móvil de paso. Estaba enfrascado en eso así que no me di cuenta de que había una chica por el mismo camino y sin querer la golpeé un poco al pasar.
    Levanté la vista del aparato, di con la cabellera rubia y los ojos de un tono algo más oscuro, no era tan baja como Anna pero bueno, qué culpa tenía yo de haber sacado la altura del abuelo en lugar de la de papá, algo más decente. En fin, que no ubicaba a la chica de nada en realidad.

    —Lo siento —dije con el tono plano usual mientras me guardaba el móvil en el bolsillo—. ¿No te hice daño ni nada?


    Mori jsjsjs aber qué pasa
     
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  20.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    —No hay de que~ —Volvió a tomar su maletín y la mano libre la volvió a colocar dentro de los bolsillos, por alguna razón a esperarla. Quizás porque en sí ya no tenía nada que hacer, podía irse directamente a su salón luego de eso y solo esperar a que iniciara la clase y mantenerse enfocado hasta que le tocaran las pruebas, porque ya no tenía nada que ver allí al ya haber cumplido lo que había dicho pero... convivir podía ser algo más interesante.

    Incluso si eso iniciaba siendo el bastón humano de la chica, cosa que aunque lo había sorprendido por sentir el repentino tacto, le había causado algo de gracia al ser completamente fuera de lo normal para él y aquella sonrisa divertida se mantuvo hasta que la escuchó hablar de nuevo y su cabeza hizo clic en algo.

    Sonaba bastante similar a la voz de la chica que había estado en el club de fotografía y de pronto se sintió algo incómodo y en parte agobiado aunque intentó que se evitara notar en su rostro lo más posible. —Dante, un gusto, no se que tanto caballero puedo ser por solo ayudar a abrir un casillero pero lo acepto.

    >> Puedes ignorarlo si gustas pero, ¿mal día?
     
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