Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    Nunca se lo había planteado realmente, eso cuál era su momento favorito del día pero en realidad podía ser el atardecer, sí. Aún así respondió encogiéndose de hombros, sin darle demasiada importancia. El atardecer era el fuego antes de que entrara la noche, cuando ella se ponía en movimiento.

    Qué chico extraño, de verdad. ¿Qué había superado el té? No pretendía superar nada, no sabía qué quería en realidad.

    —De nada. Cuando me vuelva famosa puedes venderlo o alardear, lo que te parezca mejor~ —bromeó, giñándole un ojo. Realmente era improbable dado que pensaba hacerse con la titán de la salud que lideraba su padre, pero bueno nunca se sabía realmente.

    Desvió la vista hacia el interior de la Academia. Desde hace rato estaba haciéndose una idea de lo que debía estar ocupando a Daute y le venía en gracia, porque no había tardado el cabrón en estrenar el Sakura aparentemente, aún así seguía pareciéndole una grosería. La próxima que fuese a ofrecerle a Aaron eso de ir a su casa bueno, tenía que acomodar mejor esa agenda de cuarta en lugar de dejarlo esperando como un idiota.
     
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    Nekita

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    Aaron Yume

    Preferiría alardear que tengo una obra en mi posesión, aunque, seria el alardeo más importante discreto de todos porque no soy fan de estar siendo ruidoso —O de estar en lugares muy agitados, sentía que le robaban la energía que tenía (no mucha, la mayoría del tiempo) disponible siendo alguien perezoso.

    Ahora que lo pensaba, quizás solo sacaba energía para el Kendo.

    —Espero que tenga tu firma entonces, para el futuro. —Continuó con la broma, viendo que parecía buscar algo, cosa que quizás debería estar haciendo él pero claramente no tenía muchas intenciones de hacerlo,confiaba en que solo aparecería.
     
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  3.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Un par de minutos después, cuando su respiración finalmente fue calmando, se irguió. Daute se estaba vistiendo y ella empezó a imitarlo, arrancando por el sostén y los botones de la camisa. Ugh, estaba toda sudada.

    Y no le daría el tiempo para tomarse una ducha.

    —¿Se puede saber qué hacías con preservativos en tu primer día de clases, Hanson? —lo molestó, dejándole que le acomodara el cabello aquí y allá mientras ella terminaba con la camisa.

    Estaba buscando el resto de prendas en silencio cuando el móvil de Daute rellenó la habitación de un momento a otro. Se tensó, no sabría decir bien por qué, pero solía tensarse cuando algo, alguien, lo que fuera, encontraba la manera de interrumpir los instantes que podía compartir con él y nadie más. Lo cual ocurría bastante seguido.

    Como si sus peores miedos acabaran materializándose, era él. Su padre. Un considerable agobio reptó por su pecho y le envolvió la garganta, que intentó mitigar tragando saliva una y otra vez. Terminó de acomodarse el uniforme, sin perderle palabra a la conversación.

    Dios, ¿qué había hecho?

    ¿Y si ahora la echaban? ¿O la suspendían?

    No es mi novia, ya te dije, hombre.

    Se corrió el cabello tras la oreja, con cierta timidez. Daute tenía razón, no lo eran y probablemente nunca lo fueran, pero así y todo... dolía un poco oírlo de forma tan directa, y encima de su boca.

    Silencio otra vez. No se creía capaz de sonreírle al muchacho como siempre, si había encontrado una pizca de felicidad estando allí con él... ya se había ido todo a la mierda. Se estaba arrepintiendo, como siempre, de permitirse ciertas libertades. Aceptó su mano, sin embargo, y asintió quedo. En cuanto se incorporó, se las arregló para buscar su mirada, sonreírle, hacerle un mimo breve en la mejilla y empezar a andar fuera del gimnasio, camino a los casilleros.

    Insane holi
     
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  4.  
    Insane

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    <<¿Se puede saber qué hacías con preservativos en tu primer día de clases, Hanson?>>

    Comenzó a reír como un niño pequeño. Él no salía de casa sin un par de condones en la billetera.

    Él lo sabía.

    Ella también.


    Fue entonces que entró la llamada, y al finalizarla suspiró suavemente. Su padre era hostigoso en cuando a Sasha y su persona, recriminándole el hecho de que parecía el polvo más largo que se había echado con una de sus trabajadoras, pero no, Sasha no era como el resto de chicas con las que se había metido en su vida promiscua, manteniéndose callado sin embargo a la agresión verbal por parte de su progenitor, a fin de cuentas la única que sabía algo de lo que pasaba era su madre.

    Le soltó la mano con suavidad y pasó su brazo sobre su hombro.

    —¿Todo en orden? —susurró cálido al notarla tan callada, sin embargo a lo lejos logró observar a Aaron en compañía de Katrina, continuando sus pasos hacia ellos al dirigir a Sasha a su lado.

    Guiñó un ojo entonces hacia Aaron.

    —Espero no haberte hecho esperar demasiado —se disculpó mostrándole los dientes blancos, alzando luego las cejas como si apenas viese a Akaisa—, aunque Katri —le acortó el nombre, jugando con la r en la lengua al amar la pronunciación de la misma—, parece que te acompañó lo suficiente.

    Sacó el móvil y marcó, esperando que le contestaran.

    <<—Ya salí —avisó a lo cual se asombró levemente al escuchar del otro lado que ya estaban en la camioneta esperándolo—, dejaremos a Sasha en el camino —deparó nuevamente en Akaisa—, oh, y también dejaremos otra amiga—, la incluyó en el plan de la ruta a Katrina.>>

    Colgó, enterrando la mano libre en el bolsillo.

    —Vamos —pidió travieso a los tres—, pasamos primero por la casa de Sasha, seguimos por la de Katrina —comenzó a hablar sin parar sin siquiera darse cuenta—, y seguimos con nuestra noche Aaron —los ojos le brillaron al pensar en todo lo que tenía planeado en la cabeza.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    "¿Todo en orden?"

    Asintió por mera inercia, porque, en definitiva, casi nunca compartía sus rollos y problemas con Daute. Era una estúpida, sí, y también una orgullosa de mierda. Si no era su novio, ¿qué razón habría para utilizarlo como almohada de lágrimas? Sería injusto y, por sobre todo, la pondría en desventaja.

    La haría ver débil.

    El agobio no hizo más que incrementarse en cuanto notó que Daute se dirigía hacia dos personas. Estaba Akaisa en el grupo, pero en ese momento no podía importarle menos. ¿Esperar? ¿Ese chico los había estado esperando mientras ellos...?

    Oh, Dios.

    Daute, ¿qué mierda?

    Eso ya fue demasiado. Se corrió del abrazo de Daute, lo hizo con la mayor delicadeza que la ansiedad y el hastío le permitieron, y le concedió una sonrisa breve a los presentes. Tampoco es como si fuera a hacer una escena, no le correspondía y sería un papelón tremendo.

    —Perdona, Dauti, pensándolo mejor iré a hablar con el gerente —se excusó, en tono suave, y le dio un beso dulce en la mejilla porque, pese a todo, seguía siendo una posesiva de mierda—. Un gusto conocerlos.

    No esperó ninguna respuesta, realmente, inclinó apenas la cabeza como los japoneses solían hacer y se retiró del establecimiento.
     
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    Zireael

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    Evidentemente no era que Aaron fuese a alardear como alardeaba toda la gente, con bombos y platillos, así que le hacía gracia imaginar esa suerte de alarde silencioso.

    Apenas un rato después notó dos siluetas acercándose, obviamente.
    Sus gestos recuperaron la tensión usual de nueva cuenta, incluso si el que había aparecido era Daute, pero bueno era normal sobre todo si había aparecido con la chica.

    No prestó atención al intercambio, la traía sin cuidado.

    —No es necesario que pasen a dejarme a mí tampoco —atajó después de que Sasha se retiró—. Pedí que no me recogieran en coche, tengo ganas de caminar. Como sea, thank you~


    Giró sobre su propio eje para redireccionar sus pasos para comenzar a cruzar el patio frontal, despidiéndose con un movimiento de mano, y a medio camino alzó un poco la voz.

    —Cuidado con eso de dejar esperando a la gente por irte a follar, Hanson.

    Siguió su camino con la vista puesta en el cielo, hasta perderse por los portones abiertos del Sakura y luego por el camino.
     
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    Insane

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    Sintió el cómo fue apartado, y aunque sus delicadas manos lo hicieron con suavidad sus cejas se levantaron incrédulo, sintiendo después el beso en su mejilla, y luego, al verla irse sin siquiera dejarlo hablar la sensación extraña le invadió las costillas, pese a no hacer ademán de seguirla.

    ¿Hablar con el gerente?

    ¿Pero de qué hablas?


    No era como si fuese a correr tras ella, no era su novia a fin de cuentas, pero entonces por qué se sentía tan molesto, tan idiota, tan vacío. Sacó nuevamente el celular y abrió el chat con Sasha, mirándolo por unos segundos para después guardarlo de nueva cuenta en el bolsillo, escuchando a Katrina. Sus mejillas se tornaron levemente rosas sin embargo negó con la cabeza como si nada. Si se enteraba que su padre le llamaba la atención pese al dar las razones por las cuales se ausentó en el trabajo, terminaría peleando en su oficina sin siquiera pensar a grandes rasgos las consecuencias.

    —Katri, no sé qué tienes en la cabeza —alzó las manos como si hubiese sido apuntado por un arma de fuego, despidiéndola con una sonrisa suave.

    Volvió su vista a Aaron con aquel tinte amistoso.

    —Vamos —susurró pasando su brazo por el cuello ajeno, como un niño pequeño.
     
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    Nekita

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    Parecía que de todos allí presentes, él era el único que no veía aquello "extra" que significaba que Daute regresara acompañado, limitándose a alzarse de hombros cuando mencionó su espera y asentir bastante tranquilo cuando mencionó que Katrina le había hecho la compañía necesaria porque prácticamente era el resumen de los hechos y no veía mucho la pena agregar cosas al asunto si era bastante obvio.

    Y aunque el plan que mencionó por teléfono y luego les avisó le parecía bien, sabía por el comentario de Katrina que tan siquiera, ella se iba a desaparecer de este mucho antes de que Daute pudiera iniciarlo.

    Lo que sí no esperó en lo absoluto fue que la otra chica abandonara el plan, convirtiéndolo nuevamente en la idea original que Daute había propuesto en el salón de clases cosa que le hacía algo de gracia por alguna razón.

    —Nos vemos. —Se despidió de la otra chica y antes de que pudiera decirle algo a Katrina, su comentario lo sorprendió de forma notoria, sus ojos se abrieron completamente y prácticamente comenzó un ida y vuelta de miradas entre la pelirroja y Daute que no detuvo hasta que sintió aquel agarre de Daute que lo hizo comenzar a moverse y a tan solo unos pasos se escabulló para liberarse y empujarlo un poco.

    ¿Por qué sentía más vergüenza él al enterarse que Daute mismo? ¿Estaba siendo muy japonés acaso con respecto a la privacidad ajena?

    —¿Qué mierda Daute? ¿Cómo...? —Negó rápidamente con la cabeza y soltó una risa nerviosa—, no, no quiero saber, creía que estabas viendo un club o algo, me impresionas.
     
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    Insane

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    S llevó las manos al estómago al escapársele una risa, de esas que no podía detener al ver a Aaron con el rostro más colorado que el suyo, negando rápidamente con la cabeza a medida que se reincorporaba.

    —No sé Katrina de dónde saca esos cuentos raros —susurró con un deje genuino en su voz—, ya sabes... las personas hablan desde su experiencia, o al menos eso se dice en mi país —jugueteó con las palabras al dirigir la mirada a la salida del instituto, deparando a lo lejos en la camioneta blanca para volver sus orbes sobre Aaron—. Conocerás a mi gato hoy.

    Comenzó a caminar, mirándolo por encima del hombro.

    —No vayas a dejar que te arañe —dijo travieso—, puede ser algo inquieto —jugó con la cadena de plata entre sus dedos—, nos están esperando, partner.
     
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    Nekita

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    Una vez más se acercó para empujarlo ligeramente como si lo estuviera reprimiendo, terminaba de parecerle curioso que con Katrina terminara soltándose un poco con la conversación y con Daute, terminara soltándose solo por la situación que lo había tomado completamente desprevenido y le daba la misma gracia y vergüenza.

    —No quiero más imágenes mentales, gracias —Pasó una mano por su cabello, despeinándose un poco y respirando profundo para calmarse y dejar que el tema se fuera y dejarlo morir en paz —. No creo darle razones para que me arañe, pero lo tendré en cuenta —Dio un vistazo a aquel vehículo que les esperaba cuando se fueron acercando, dándose cuenta que en efecto Daute parecía tener dinero —. Pero ya no creo que sea mas inquieto que tú.

    Dejaría que Daute ingresara primero y así, suponía que iniciaría su noche de chicos.
     
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    Gigi Blanche

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    Mierda, pedazo de frío que hacía.

    Se frotó los brazos intensamente apenas llegar a los casilleros, soltando el aire de golpe en una suerte de bufido entre hastiado y friolento. Tenía la punta de la nariz congelada y esperaba no arrepentirse luego de no haberse puesto una bufanda, que el frío en el cuello era lo peor y la ciudad lo había ablandado: se resfriaba de nada.

    Caminó hasta su casillero frotándose las manos entre sí y se puso a cambiarse los zapatos, como la eterna rutina escolar que ya llevaba repitiendo desde que vivía en Japón. Echó un vistazo vago alrededor, sin ninguna intención particular de nada, y distinguió ese cabello negro y rosado que correspondía a... Anna, ¿cierto? La pequeña de la fiesta, esa que no parecía tragárselo del todo. La amiga de Jez y los demás. Como fuera, la siguió unos segundos hasta que la vio desaparecer por las escaleras y siguió a lo suyo. Parecía llevar cierta prisa pero ¿qué le importaba a él?

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    Kohaku había estado algo más callado de lo usual. Es decir, no es como si alguna vez hubiera sido un gran charlatan, pero ella lo conocía casi mejor que nadie y podía notar incluso esos minúsculos detalles. No había hecho más que preguntas superficiales al respecto de lo que había ocurrido el viernes y, como anticipaba, no había recibido más que respuestas superficiales. Kohaku siempre había sido así, después de todo.

    Había tenido que ver con la niña de segundo y esa era toda la información que tenía.

    Nunca se había sentido particularmente atraída al mundo nocturno de las pandillas. Cuando estaba hundida en la mierda se había asegurado de moverse sola, siempre sola, como un auténtico felino cazador. No construía lazos con nadie, no se involucraba con nadie, no permitía que nadie, absolutamente nadie viera más allá de la superficie. Por eso lo entendía.

    No era sencillo abrirse al mundo.

    Como fuera, que la niña sí andaba metida ahí, sabía que se juntaba con Kohaku y sus amigos, y no necesitaba demasiadas luces para deducir que los tiros vendrían por ahí. Mierdas de calle, en definitiva. Mierdas que no le iban ni venían en tanto no involucraran a Kohaku directamente, y de eso podía quedarse tranquila.

    Kohaku nunca se involucraba.

    —¿Hmm? ¿Buscas a alguien? —le preguntó al muchacho mientras se cambiaba los zapatos, al reparar en su ligera inquietud.

    —Gotho-san. —Su respuesta fue algo vaga, en verdad—. Tengo que darle unas cosas desde la semana pasada.

    —¿Vas a esperarlo? —Ishikawa asintió—. Muy bien, entonces nos vemos después, quiero revisar unos apuntes antes de que comiencen las clases. Suerte.

    El muchacho le dedicó una sonrisa tranquila antes de encargarse de su propio casillero y Morgan se retiró sin más.

     
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  12.  
    Insane

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    Cerró el casillero luego de guardar dentro la tarea que había realizado el fin de semana, ya que debía presentarla al día siguiente, sin embargo aprovechó su tiempo libre para hacerla lo mejor posible. Al cerrar el pequeño seguro elevó el mentón con una sonrisa suave en los labios, manteniendo sus mejillas pálidad por el frío clima que le recordaba a su hogar natal.

    —No ha llegado, ¿verdad?

    —Es raro que sea impuntual —murmuró la voz masculina deslizando sus pupilas azules por el espacio, pasando de los rostros desconocidos—, un tipo tatuado no pasa desapercibido —comentó carismático.

    Violet asintió con la cabeza suavemente, con un deje de preocupación en sus expresiones faciales. Para Suiren aquello no pasó desapercibido, a fin de cuentas la conocía como la palma de su mano.

    —Solo se le habrá hecho tarde —suavizó la conversación, ajustando los botones del gakura con lentitud—, o sabrá que estaría hoy por estos lares.

    La jovencita se permitió reír con gracilidad, tapándose los labios con el dorso de la mano.

    —Seguramente, no es por eso que está tardando.
     
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  13.  
    Zireael

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    ¿Cómo es que de entre toda la gente era ella quien tenía la suerte cabrona de haberse topado con aquella escena? Podía ignorar muchas cosas, de hecho demasiadas, y no tanto porque no le importaran sino porque se forzaba a ello con tal de no mostrar ni un atisbo de debilidad.

    Pero allí estaba.

    A pesar del clima horrible, de la brisa fría y de todo había pedido que no la fuesen a dejar en auto a la escuela, así podía fumarse un cigarrillo o dos por el camino. Ese era el plan al menos, pero luego de haber caminado unos metros un sonido atrajo su atención, un maullido quejumbroso que la hizo girar la cabeza de golpe.
    En el canal del desagüe, más perdido que la mierda, había un diminuto gato blanco que no parecía tener más que unas semanas de vida. La gente pasaba y pasaba y lo ignoraba.

    Como ella ignoraba casi todo.

    ¿Qué más remedio tenía?


    El resto del camino al Sakura lo hizo casi corriendo, arrollando a la gente a su paso, y solo se detuvo en una minisuper para comprar una cosa a la carrera antes de seguir su camino. Cruzó el patio frontal con la misma prisa y en el proceso le dio un empujón brusco a varias personas, entre ellas Hiroshi Koizumi, Laila Meyer y, en la puerta de la academia, a Altan Sonnen.

    —¡Aparta el culo de la puerta, maldito alemán! —espetó y pasó recto, sin siquiera detenerse a hacer el cambio de zapatos.

    Entre sus brazos, apretado contra su pecho, cargaba al pequeño gato.

    Vaya mierda, ¿dónde podía dejarlo mientras tanto?

    Joder.


    Ni siquiera se había molestado en buscar con la vista a Hodges, a pesar de que se la había comido la noche del viernes sin ningún miramiento.


    Bitches dije que lo haría y here we are (???)

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    Si Katrina Akaisa se hubiese detenido un solo segundo a su lado, si lo hubiese mirado, se habría dado cuenta de dos cosas. La primera que el hijo de puta olía a humo como ella misma, como nunca antes en su vida, además de que tenía pintas de cargarse una resaca que daba gusto, y la segunda que precisamente esas dos cosas habían fusionado su figura con otras, incluso más oscuras si es que era posible.

    El cabello desordenado, la cara de poker, las manos en los bolsillos y el uniforme a medio hacer como siempre, pero mierda, parecía no tener nada en los ojos.

    Ojos huecos de lobo.

    No respondió siquiera al hecho de que Akaisa lo empujara a un lado ni a su insulto, se limitó a redireccionar sus pasos a los casilleros mientras se rascaba el costado de la cabeza, apartando el cabello lo suficiente para que las perforaciones fueran evidentes. La línea de aros en el lóbulo y el industrial.

    Al estirar la mano para abrir el casillero detuvo la vista en su propia extremidad, en la serie de anillos en sus dedos. Se los había dado su padre el día anterior, apenas unas horas antes de que volviese a dejar la casa para buscarse el desastre de las manadas de la calle, bueno más bien de los lobos hambrientos.
    Aparentemente había olvidado que los tenía guardados por ahí en alguna parte de su estudio. Habían pertenecido al viejo Sonnen, al abuelo de Altan, y habían pasado a Erik en algún punto de su adolescencia pero nunca los había usado en realidad, así que cuando los sacó terminó por entregárselos.

    Plata genuina.

    Jodido viejo, eh. Como buen Sonnen le gustaban las mierdas caras y bien hechas.


    Tenían diseños que parecían ser celtas, vete a saber por qué y de dónde los había sacado su abuelo en primer lugar. Tampoco hacía falta preguntarse demasiado por ello, había visto fotos del viejo cuando era joven, y decir que había salido como una copia de carbón era poco. Era más parecido a él que su propio padre.

    Y dado el caso, bien podía haber andado en mierdas raras.

    Tenía toda la pinta.


    En todo caso, ¿qué se sentiría aflojarle la mandíbula a alguien con ese trío de anillos en la mano? Quién necesitaba manoplas así.
    Se le estaba yendo la cabeza, bueno, más de lo normal incluso a pesar de que el cerebro le enviaba punzadas de dolor de tanto en tanto. Después del fin de semana desastroso que había acabado por tener desde el minuto cero en que se lo ocurrió llevar el puto culo intoxicado de Alisha Welsh a su casa, no había hecho más que seguirla cagando por pura voluntad.

    La comida de boca de Welsh.

    El haber arrastrado a Shiori consigo el sábado.

    Haber intentado besarla sabiendo las consecuencias.


    Estaba hecho un desastre, ¿no? Absolutamente.

    Después de hacer el cambio de zapatos y todas esas mierdas se llevó la mano al bolsillo de nuevo, solo para sentir el puño de cupones que había hecho para la culo inquieto de Anna a pesar de todo. ¿Debía dárselos de verdad? No tenía ni puta idea, no con la cabeza destrozada como la tenía. Al menos los caramelos sí podía dárselos, ¿o no? Tampoco estaba seguro. No estaba seguro de una puta mierda ya.

    Al menos había logrado parte de su objetivo. El ruido en su cabeza de archivo había bajado de volumen un par de puntos.
     
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    Yugen

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    Nunca le habían desagradado los días lluviosos. Pero ese día no era lluvioso. Era gris, cenizo. Sucio. Era un color frío que le recordaba al hormigón, al hermetismo gélido de las ciudades. Se había criado en un pequeño pueblo de Kyoto. Tradicional, con su típico y tradicional templo Shinto. Había trabajado de Miko en el santuario alguna que otra vez a pesar de que no era excepcionalmente religiosa.

    No le desagradaba.

    Había, a fin de cuentas, dedicado su vida los demás.

    —¡Cerasus-chan!

    —Buenos días Mamiya-san.

    Ese día en particular Konoe Suzumiya no se sentía con ánimos para nada. La escena de la semana pasada, su pequeña escapada prohibida con Alisha al armario de enseres se repetía una y otra vez en su cabeza. Apenas había podido dormir por lo que se había pasado la noche entera estudiando, haciendo apuntes y preparando resúmenes de los distintos temarios. Ansiando apagar su cerebro, su mente, su culpabilidad, su ansiedad y lo inmensamente estúpida que se sentía en el fondo. Sucia. Como ese día gris. La semana de examenes estaba próxima y estar preparada para ellos siempre le había sido imprescidible... pero no lograba concentrarse. No importaba qué hiciera, qué tratara, cuantos Teru Teru Bouzu colgara en su ventana ansiando el buen tiempo. Sintiendo que el calor del sol le haría ver las cosas bajo un prisma diferente.

    Ai Mamiya hizo un mohín.

    —¿Dónde estuviste el viernes durante el receso? No viniste al invernadero... me quedé sola cuidando los rosales.

    Estaba jodida.

    No la miró. No podía hacerlo. Se llevó un mechón tras la oreja mientras se afanaba en cambiar sus zapatos.

    Me quedé estudiando en la biblioteca.

    Estaba jodida hasta decir basta.
     
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    Insane

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    Su lacio cabello se meseó por la rapidez con la que corrieron cerca de ella, denotando por el rabillo del ojo el pequeño animal peludo que traía entre manos la chica tosca de la azotea. Aquellas apriencias de carácter fuerte no eran más que muros de papel, al menos, esa sensación era la única que sentía de parte de la niñita que se creía rebelde por fumar un par de cigarrillos. Fue entonces que dio vuelta sobre sus talones, con el propósito de comenzar sus pasos hacia las escaleras, sin embargo notó el tipo de mirada oscura.

    Vacío.

    Como su hermano.

    Que tremendo asco.

    Apestaba a cigarros.


    Procuró mirarlo por encima del hombro pese a éste ser más alto que ella, sin expresión facial alguna, por meramente un par de segundos con aquellas perlas sangre que representaban sus pupilas, como si observase un animal abandonado que se podía patear en cualquier momento pese a los colmillos que pudiese mostrar. Tantas calles a temprana edad le habían enseñado bastante en realidad.

    Los que más racios se mostraban.

    Más faciles eran de quebrar.


    Y el desconocido, no parecía una excepción a la regla, aunque en realidad el interés no existía, tan solo por mero vicio surgía el burlarse en silencio por las tinieblas ajenas; deslizó sus graciles dedos por los tablones de su falda perfecta, continuando su caminar mientras sacaba de su bolsillo el celular.
     
    Última edición: 27 Octubre 2020
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    Ceci

    Ceci Usuario VIP

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    '¿Y si alguien te pregunta, Noah?'

    Se detuvo en seco frente a la puerta del instituto sin recordar exactamente cuánto tiempo llevaba caminando. Dio un pequeño suspiro mientras se mordía el labio inferior, apretando el agarre de sus manos sobre las correas de su mochila, sintiéndola ligeramente más pesada que tres toneladas y media. No podía acostumbrarse a los nervios en el estómago que sentía cada vez que le tocaba entrar a una escuela nueva, sin importar cuántas veces lo transfirieran; Noah no era para nada era ajeno a tener que empezar de nuevo.

    Vio su reflejo por una última vez: un hematoma entre verdoso y amarillento bajo su ojo derecho que aún se rehusaba a terminar de abandonar su tez del todo, una bandita sobre el puente de su nariz, una pequeña costra en la comisura de su labio inferior.

    Suspiró de nuevo, subiéndose la bufanda para tapar sus labios antes de dar el primer paso a subir las escaleras. Al menos podría esconder algo.

    Trató de ignorar la ansiedad y a todo aquel que le rodeaba, con la mirada clavada en el piso. Evitar cualquier clase de contacto era la mejor forma de evitar preguntas que no tenía ganas de responder, y mientras más rápido encontrara el casillero que indicaba el papel es su mano, más pronto podría cambiarse los zapatos y encontrar su dichoso salón de clases.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    En busca de Natsu como andaba, su único entretenimiento era repasar caras ajenas. Vio a varios conocidos ir y venir. Balaam-san, aunque aún desconocía su relación con Gotho y no tenía forma de atar los cabos. Sonnen-kun, lucía algo apagado pero ¿no era muy similar a su cara usual? Tampoco lo conocía tanto. Suzumiya-san, hablando con...

    —Mamiya-san. —El muchacho se materializó junto a las chicas y les sonrió una a una, sin perderle pista a los casilleros de tercero—. Suzumiya-san, muy buenos días.

    Bueno, sería más divertido hacer algo de conversación, ¿verdad? Y recordaba que le habían comentado que Konoe también estaba en el club de jardinería. No venía mal conocer a sus compañeras.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Alisha Welsh

    Ugh.

    ¿Por qué mierdas había decidido venir hoy a clase? No tenía motivo alguno salvo el hecho de que, quizás, era masoquista.

    Y desde luego lo era.

    Me llevé la mano a la cabeza, pasando un par de mechones entre los dedos, y miré alrededor mientras me cambiaba los zapatos. Extrañanamente, no observé a todos como solía hacer, más bien busqué rostros conocidos.

    Lo que fuese.

    Juraría haber visto a Joey entrando en la Academia y no supe muy bien qué hacer. Quería esconderme de él y al mismo tiempo lanzarme y darle un abrazo, o comerle la boca, que sé yo.

    Estaba molesta pero lo había echado de menos, y sinceramente, quizás me hubiese librado de volver a cagarla.

    Pero qué va, eso último se había convertido en mi pasatiempo favorito.

    —'morning, alemán~

    Me deslicé por los Casilleros hasta alcanzarlo, apoyándome en los mismos a su lado. Lo miré de reojo, estaba claramente en la mierda, pero yo no me quedaba muy lejos.

    Y siempre me había gustado jugar con fuego.

    >>¿Qué tal tu fin de semana, handsome? —deslicé mi mano hasta rozar su brazo, en una caricia sutil y breve—. ¿Hubo alguna más afortunada que yo contigo~?

    Quería provocarlo pero no sabía exactamente para qué, porque casi parecía estar buscándome una bofetada a consciencia.

    De repente sonó como la opción más adecuada.

    Bueno, que son las cuatro de la mañana y debería seguir durmiendo BUT suddenly i just had to so yeah (? Disculpen si hay alguna incongruencia no me lo he leído todo no voy a mentir (?

    Y LO SHITTY TAMBIÉN
     
    Última edición: 28 Octubre 2020
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    altan c2-1.png
    Estaba todavía en los casilleros cuando apareció Suzumiya junto a la otra salida de mierda, ¿cómo era que se llamaba? La que lo había bautizado como eléboro negro. Ah, Mamiya Ai.
    Por un momento pensó en acercarse, escarbar en la mochila y darle uno de los caramelos que había traído para Hiradaira a Suzumiya, antes de soltarle una escueta disculpa por su comportamiento del viernes pero cómo cojones iba a hacer esa hipocresía luego de la mierda con la maldita zorra de Welsh.

    Sintió una mirada encima, como un depredador que siente los ojos de otro en la espalda, pero como siempre no reaccionó de manera visible. Cabello lacio y negro como un velo oscuro, la chispa rojiza fue el único color que logró colarse en su mundo gris, porque era del mismo tono que la sangre que forzaba sobre el mundo y sobre sí mismo con una frecuencia enfermiza.

    La voz que se abrió paso sobre el bullicio de los demás alumnos era la que no quería volver a escuchar en toda su puta vida, aunque ciertamente tampoco reaccionó hasta que la hija de puta le puso las manos encima y la apartó de su brazo con un manotazo. La estúpida estaba jugando con fuego de forma consciente, ¿no? Porque había que ser puto retrasado mental para hacer lo que la rubia estaba haciendo así sin más.

    —Deja de hablar estupideces, intoxicada de mierda. Quién sabe qué cojones consumiste. —Para su propia sorpresa no alzó la voz—. Si quieres alguien que te siga el rollo o te dé el castigo que andas buscando Tolvaj puede hacer las dos cosas a la vez y lo sabes bien.

    laila c2.png
    Luego de que Akaisa práticamente le pasara por encima se había ajustado la bufanda al cuello antes de seguir su camino por el patio frontal sin prisa. El día anterior había hablado con Jez por vídeo llamada y de alguna forma agradecía que la chica no hubiese regresado todavía porque con ese clima seguro se hubiese venido abajo.

    Había dado un par de pasos dentro de la academia cuando notó a un chico de cabello oscuro con un papel en mano, de alguna manera le recordó a Hiradaira en su primer día en el Sakura y por eso se decidió a aproximarse con pasos livianos hasta estar a su lado y notó... Todo, pero no era quién para preguntar nada cuando ni siquiera conocía al chico.

    —Buenos días —saludó con voz suave—. Parece que buscas algo, ¿o me equivoco?

    eris c2.png
    Entró a la academia con las pintas de siempre: el uniforme desarreglado, los brazaletes de cuero y los cascos en los oídos con el rock a todo volumen.
    Caminó hasta los casilleros de tercero, notó allí al trío de la mierda absoluta que correspondía a Sonnen, Suzumiya y Welsh, la última había abordado al primero. No se detuvo a nada con ellos, avanzó hasta su casillero y a mitad de caminó ubicó a un albino que le recordó demasiado a Shawn Amery como para dejarlo seguir su vida en paz. Estaba junto a la chica ciega.

    Lindo combo.

    Buenos días~ —dijo saludando a ambos luego de quitarse los cascos y bajarle el volumen a la música.
     
    Última edición: 27 Octubre 2020
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Joey Wickham

    Distinguió la cabellera dorada de Alisha mientras se erguía tras acomodarse los zapatos y deslizó apenas la mirada hacia su costado, mientras cerraba su casillero con movimientos lentos y silenciosos. Se giró hasta apoyar la espalda en los mismos y alzó la vista al techo; en su recorrido había notado claramente que andaba flirteando con el alemán.

    Eh~ Qué rápido me reemplazas, Ali-chan.

    Desde aquella posición notó, una vez más, el destello de una cabellera; sólo que esta vez se le asemejaba a la sangre oxidada, a un labial de marca. Al más añejo vino tinto. La siguió con la mirada sin el menor disimulo mientras hacía lo que cualquier estudiante, y por primera vez su seriedad fue reemplazada por una pequeña sonrisa, juguetona y... algo oscura.

    No había visto a Katrina salir pitando con el gatito en brazos, o de otra forma muy probablemente la hubiera seguido.

    —Hey. —Apoyó el hombro sobre la línea de casilleros, junto a Sasha—. ¿Qué tal va todo, linda?

    Su juego con Sasha era más bien un tipo de insistencia entretenida. Nunca había logrado convencerla de salir a beber algo pero tampoco le transmitía un franco e ineludible rechazo. Como si siempre encontrara la forma de mantener encendida una pequeña chispa de esperanza.

    O como si, en definitiva, esa atención recibida le alimentara el ego.

    —Hola, Joey —dijo en un tono más o menos neutral, tras inspeccionarlo de reojo—. Bien, ¿y tú?

    —Bien, bien, todo bien. —Se encogió de hombros—. Oí que tu novio se transfirió al Sakura~ Debes estar contenta.

    Una carcajada casi irónica pero cuanto menos vacía brotó de su pecho y se enfocó mejor en él.

    —No es mi novio —puntualizó, ligeramente áspera.

    Joey ladeó la cabeza y Sasha arrugó el ceño al verlo; casi parecía ronronear.

    —¿Hmm? Ah, disculpa. Mi error, entonces~

    Pierce suspiró y se corrió el cabello del hombro con un manotazo. Joey detalló el vaivén tan vigoroso que realizó antes de rebotar suavemente contra su espalda.

    —Sí que corren rápido las noticias por aquí.

    —Ya llevas tres años en el Sakura, cariño. Deberías saber cómo funcionan las cosas.

    Ahí iba de nuevo, la risa vacía.

    —Sí, supongo que sí. Ni remedio, ¿verdad?
     
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