Arena Sangrienta Casa Mautino

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por SacriDH, 16 Junio 2020.

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    Amelie

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    Aquello había sido muy extraño para el; Heida sentía placer por el dolor y la tortura, vaya que aquello era preocupante siendo la hija de su dominus; pero simplemente no pudo hacer nada para evitar aquello; al menos pudo evitar que el cuchillo bajara a su corazón, aquello hubiera sido el peor de los escenarios y al menos estaba agradecido de que aquello no se realizó. Heida descansaba abrazada a su cintura, un movimiento que parecía tierno después de toda la tortura anterior; aquello lo sacó de aquel estado de alerta en el que se encontraba del miedo al cuchillo. No podía ser un acto de cariño, le era difícil entender la diferencia al haber carecido de ese sentimiento en su vida; pero creía poder diferenciarlo, era mas el saber que le pertenecía a Heida, ese abrazo seguido de la mordida lo decían sin necesidad de palabras, a pesar de ello le dió el don de la elección, algo que había rechazado con anterioridad y a pesar de ser respetado, su libertad fue torcida a una tortura; Iulian era suyo, ella quería que entendiera lo obvio, sería de Iulian la elección si era de buena o mala manera.

    —Qué es lo que te gustaría...— preguntó con la misma inercia con la cual reaccionaron sus manos para limpiar su sangre; su mente y cuerpo no reaccionaban como siempre, ya no sabía si aquella pregunta era peligrosa o simplemente curiosa; posiblemente era el alcohol lo que lo hacía entrar en un estado distinto al usual. Posiblemente Iulian no tenía mala suerte como él tanto creía, sólo que el destino no le entregaba las cosas que el deseaba realmente, en eso se parecía a Heida; la única diferencia es que ella siempre conseguía lo que quería.
    El deseaba ir a la herrería; quería saber el valor de lo que había encontrado; pero no podía irse con una frase a medias.
     
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    Escuché con atención a Justino mientras le entregaba la esmeralda y le acompañaba en la forja, me quedé reflexivo en todo lo que dijo, mientras colocaba mi brazo izquierdo tocando el derecho, y este lo doblaba para que mi mano acariciase mi barba, estuve atento a su diálogo e inclusive su recomendación para con la Mazmorra, por lo que asentí lentamente y en silencio, tomaría en cuenta lo que me dijo.

    Iba a responderle cuando había acabado con el escudo y me quedé anonadado, la esmeralda en medio sin dudas le daba un aspecto maravilloso y el escudo se veía muy firme y fuerte, pese que Justino mismo me dijo que se hallaba limitado. Lo tome y si bien pesaba un poco, la sensación de cargarlo e inclusive de observarlo y juguetear un poco con él era idílico, no sabría explicarlo, simplemente se sentía curioso y distinto, muy distinto a cualquier otra cosa que haya cargado en mi vida.

    Justino poco después se despidió, por lo que asentí y abandoné el sitio, caminé entonces de vuelta a guardarlo cuando Detoxo me encontró, asentí ante el tema y guardé el escudo con recelo para casi que de una forma muy apurada me llevase a unos baños, distintos a los que usaban todo el mundo, quedé semidesnudo y me bañé, mientras cuidaba en no tirar el frasco y al acabar, empecé a colocarme el aceite mientras escuchaba a Detoxo, sentía mis nervios invadirme mientras hablaba. ¿Un señor adinerado, mujer desconocida y otra de edad? La fé que Detoxo me tenía era brutal y estaba claro a estas alturas lo que esperaba de mí. Cosa que honestamente me sorprendía... ¿De verdad no hay muchas opciones? Juraría que hay mucha gente, inclusive aspirantes que son mucho más extremos que yo. ¿Que tengo yo de especial?
    Que esto fuese una buena idea o no realmente no tenía muchas opciones, prefería tener a un posible aliado y tratar de mantenerlo contento a estar por ahí solo sin ningún respaldo.

    Fue como entonces que chasqueé la lengua... ¿Qué tenía que hacer? La opción del señor ricachón sonaba muy bien pero, como advertía Detoxo. Nada garantizaba que fuese un "simple trabajo" y listo. O tal vez se esta juzgando por su portada, la señora mayor era lo más fácil, pero analizándome creo que podía apuntar un poco mas alto, como la segunda opción y la chica joven pero desconocida. Honestamente no sabía que pensar, Detoxo tal vez esperaba que me fuese con todo, o tal vez quería ponerme a prueba, pero honestamente aunque tal vez me viese como alguien que quiere acaparar. No era así, realmente sentía que en cualquier momento podría irse todo abajo. Así inclusive se me dijera que regresara a la forja como estaba.

    —Yo... La verdad es que es un poco complicado pero. Me arriesgaré con el hombre adinerado. Si tienes mucha fé en mi Detoxo, haré lo mejor que pueda—. Dije, aunque tal vez se me notaba los nervios en mi voz, pero tenia que calmarme, una mente fría siempre funciona, aunque si era lo que creía sería muy complicado, pero me tenía fé a mi mismo también, Detoxo no era el único.

    Son este tipo de momentos en los que rezar podría funcionar, mas para que todo salga bien que otra cosa. No quiero que todo se estropee.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    A pesar de haber visto a Álvaro decides ignorarlo, no quieres tener problemas a esas horas. Caminas por los pasillos hasta el solar y de allí vas a la herrería. Golpeas y Justino te hace pasar para recibir tus materiales. Se sorprende al ver lo que le llevas, el plomo es muy escaso y los helechos fibrosos no son materiales que los guerreros van a traerle a menudo.

    —¡Buen trabajo! Uno pensaría que esto no me sirve mucho pero puedo sacar dos buenas redes de estos helechos y plomo. No puedo hacerte un arma de calidad con esto pero dejaré que elijas el tipo de arma que quieres que te prepare para la arena, realmente queda muy poco tiempo y lo mejor será que tengas algo de buena calidad.

    Puedes elegir cualquier tipo de arma y Justino te la hará en seguida. Luego de eso, no tienes más que hacer en la herrería.

    Sin embargo, te deja pensando el tema de la arena, pareciera que está muy pero muy cercano el nuevo encuentro y a ti ya te han dicho que lo vas a luchar por tu comportamiento. Estás algo cansado pero siempre puedes hacer un paseo por la sala de entrenamiento, Álvaro se había metido a la parte de entrenamiento físico, pero puedes intentar algún movimiento con algún arma de la sala de entrenamiento de habilidades.

    Sino, simplemente puedes ir a dormir o a dar una vuelta por la casa.

    Génesis Insane

    Tu actitud le ayudó a Gedric a relajarse un poco. Gracias que te tomaste un minuto para servirte vino y ponerte más cómoda el gladiador pudo acomodar sus ideas. Las mujeres que lo escoltaban no se separaron de su lado. Te sentaste cerca también remojando tus pies en el agua y conservando completamente tu decoro. Llamaste la atención del sujeto con la pregunta sobre Iulian. Gedric se quedó un momento mirando tus ojos, pensativo.

    —No lo he visto desde nuestro último entrenamiento. No tengo idea donde estará, quizá ya haya vuelto a dormir.

    Hubo un momento de silencio donde aprovechaste a tomar algunos tragos más. El vino estaba delicioso y dulce, te ponía en una nube de felicidad y pensar en Iulian ayudaba. Gedric hizo lo posible por acercarse a ti. Colocó delicadamente una mano fuerte y humeda sobre tu muslo.

    —¿Quieres terminar eso y lo buscamos juntos?

    Era una maravillosa idea. Te pusiste en campaña a apurar el vaso de vino y te diste cuenta que tus pataditas sobre el agua eran cada vez más intensas. Gedric hacía lo posible por separarse de las mujeres, que le reclamaban atención aplastando sus pechos gigantes contra el duro cuerpo del gladiador.

    Una vez terminado el vaso te levantaste y el suelo tembló. Te sorprendiste, el vino debía estar muy potente para que perdieras tu estabilidad así, o quizá lo habías tomado demasiado rápido. Sea como sea, estabas mucho peor de lo que esperabas. Te volteaste para hablarle a Gedric y ahí fue cuando todo se vino abajo.

    Sentiste un fuerte golpe en la cintura y una fuerza que parecía imparable aprisionó tu nuca y la llevó de un golpe hasta el suelo. Caíste de bruces, con la cintura y el cuello inmovilizados y percibiste una inmensa figura echando todo su cuerpo sobre ti. Intentaste deshacerte de tu atacante pero tus músculos no respondían bien, estabas torpe y lenta.

    —¡Oye, déjala o te mato! —Gedric contemplando la escena hizo ademanes de salir pero la fuerza de las mujeres reteniéndolo era bastante, además de lo pesado que lo hacía el agua caliente.

    Oíste reír no sólo a tu atacante sino lo que parecían ser otros acompañantes. Sentiste aflojar la presión en tu cintura sólo para sentir unas enormes manos rasposas masajear tu trasero y tus genitales con una brutalidad caprichosa.

    —Esta me parece que no cobra —comentó el sujeto que te había atacado con una voz ronca y cargada de alcohol y lujuria.

    Te habías arriesgado a disfrutar del momento, se suponía que todo debía estar bien, venias teniendo una buena estadía en el lugar pero de una forma o de otra siempre algo termina arruinándote las cosas, justo cuando empezabas a pensar que no estaba tan mal estar así. Te revolviste y forcejeaste contra la mano que se liberaba de tu cuello y buscaba aprisionar tus pechos. No podías hacer nada, el sujeto tenía mucha fuerza.

    Sentiste que empezaban a tironear tu vestido y pudiste sentir pasos rodeándote. No era solo uno. ERAN MUCHOS. Sólo podías ver sus piernas peludas caminar lentamente a tu alrededor. También viste las piernas de Gedric saltar fuera del pozo.

    Y vaya que pudiste verlo en acción. Completamente desnudo era una estatua de Febo, con la musculatura de Júpiter. Quisieron detenerlo los complices de tu atacante pero uno a uno fueron derrumbándose con los atronadores impáctos de los puños de Gedric. No creías en los dioses nórdicos hasta que lo viste ser tan implacable. Se sacó de encima a uno, a dos, a tres. Codazo, puñetazo en el abdomen, gancho a la mandíbula. Era letal, lo que habías visto en el entrenamineto no había sido ni una pizca de su poder.

    —Espera, Gedric, cálmate, yo sólo...

    Tu atacante trató de balbucear una defensa pero sin dejarlo terminar el noruego saltó con una vertiginosa patada voladora que envidiaste poder ejecutar y sentiste como con eso arrancaba toda resistencia que te tuviera prisionera. Te levantaste a los tumbos y buscaste protección cerca de su cuerpo desnudo y húmedo. Gedric abrazó tu cuerpo con fuerza y sin dudar te cargó sobre uno de sus hombros. A paso firme salió del baño. Pudiste ver como lo miraban con rabia y envidia mientras balbuceaban maldiciones a sus espaldas. Eso puede haberle costado más a él que a ti.

    Gedric caminó sin parar evitando guardias, gladiadores y alejándose de todas las miradas enemigas posibles. Iba directo a las habitaciones. En el trayecto y por obra del destino se cruzaron un conocido.

    —¡Iulian! —gritó sorprendido Gedric—. ¿Qué? ¿Y a ti que sátiros te han atrapado?

    (Continua abajo)

    Iulian Amelie

    Estuviste un buen rato siendo abrazado y sintiendo cómo la respiración de la chica iba haciéndose más lenta. Trataste de elegir las mejores palabras para saber qué decir. De verdad querías ir a la herrería pero dudabas si no debías hacer una parada antes en la sala de curaciones. Sabrías dónde ir una vez que estuvieras de pie: si te desmayabas debías ir a la enfermería.

    No pudiste saber qué era lo que le gustaría puesto que se durmió como un oso en invierno. Eso te dejaba en un predicamento. Si no te ibas perderías la obvia oportunidad de seguir con tu vida y si te ibas temías que al despertar estuviera furiosa y te despellejara... que era en parte lo que había hecho hasta ese momento.

    Como fuera, era tonto preocuparse pues Heida era impredecible. Hicieras lo que hicieras podría tomarlo bien o mal dependiendo su estado de ánimo y te mandaría a matar si quisiera aunque te quedaras con ella. Así que resolviste escabullirte de su agarre y dejarla tranquila durmiendo.

    Te acomodaste la toga nuevamente, cerraste con mucha precaución la puerta y comenzaste a bajar las escaleras con dirección a la herrería. No tenías ni idea qué momento del día sería y si el herrero estaría o no en un delicado sueño para ir a molestarlo pero algo tenías que hacer. Para tu suerte tus piernas respondían bien aunque empezabas a sentir mucho dolor en el abdomen. Tu toga se manchaba inevitablemente de rojo.

    Transitando los pasillos del primer piso, que no podías creer que se sintiera como en casa, casi corriste hacia la herrería tratando de no cruzarte con nadie.

    —¡Iulian! —reconociste la voz de inmediato, el nórdico tenía un acento muy distintivo—. ¿Qué? ¿Y a ti qué sátiros te han atrapado?

    (Continua abajo)

    Génesis Insane y Iulian Amelie

    Por acción del destino terminaron cruzando sus caminos. Génesis todavía borracha y angustiada por lo que le había tocado vivir colgando de espaldas sobre el hombro izquierdo de Gedric no había logrado ver aún el aspecto de Iulian. Él, con la toga completamente manchada de rojo, arañazos y tajos de cuchillo en lo que se dejaba ver de su piel y el cabello completamente alborotado, sólo pudo sonreír incómodo al ver la erótica escena de Gedric desnudo llevando a una semidesnuda Génesis con la fuerza de un titan. Temía que al fin y al cabo se hubiera dormido con Heida y la sesión de sadomasoquismo lo hubiera llevado a soñar cosas extrañas, que no se veían para nada mal pero que le daban algo de temor. Gedric se le acercó y tironeó de su toga en sentido contrario a la herrería, directo a las habitaciones pues, como era de esperarse, el destino no permitiría que Iulian alguna vez hiciera lo que quería.

    El noruego los llevó a su habitación a los dos. Estaba muy cansado por transportarlos a la fuerza y por el corto combate con sus compañeros. Su rostro se veía superado por el desconsuelo, parecía haber hecho algo que no le gustaba y sabía que no habría vuelta atrás. Los conmovió verlo así.

    —Escúchenme ustedes dos. —Les habló luego de depositarlos sobre la que era su cama. Génesis y Iulian estaban firmes uno al lado del otro, bien pegados. Gedric se arrodilló y se abrazó a los muslos de ambos—. Ya no quiero que anden solos, ¿oyeron? No se separen, se los digo en serio. Necesito que se cuiden lo más posible entre ustedes porque luego de los próximos combates nos vamos de aquí.

    Iulian ya lo sabía pero a Génesis nadie le había dicho nada hasta ese momento. Gedric le explicó muy por encima que pensaba escaparse de Casa Mautino pues pensaba que no había otra forma de ser libre.

    —Pueden quedarse a dormir aquí conmigo si quieren, no los obligaré a eso, pero al menos ustedes quédense juntos. De verdad, luego de lo que ocurrió en el baño ya es peligroso este lugar, sobre todo para Génesis.

    En ese momento, fue turno de Gedric de explicarle a Iulian el intento de violación en manada que había sufrido Génesis.

    —Y para ti seguramente también —Gedric no pidió explicaciones a Iulian pero ver sus fachas era suficiente—. ¿Tienen algo que decirme? Si no, ya duérmanse, apestan a vino los dos.

    Rundus Fustus Gigavehl

    Elegiste ser llevado ante el hombre adinerado y Detoxo asintió sorprendido.

    —Una opción inusual para tu primera vez como acompañante, eh. Pero me gusta que tomes riesgos, ven, sígueme.

    Detoxo te llevó rápidamente del baño a una de las habitaciones más alejadas, era una que estaba en un pasillo a oscuras, muy a oscuras. Pasaron frente a un guardia que le asintió a Detoxo y los dejó pasar. Llegaron a la habitación y el negociante te detuvo para decirte algunas cosas.

    —No sé qué te pedirá que hagas pero más te vale que lo hagas. O te mataré.

    La advertencia de Detoxo fue firme y clara.

    —Este sujeto tiene mucho dinero y poder, si pierdo su confianza pierdo mucho más que dinero, no tendrás forma de pagar eso ni con tu trasero. Ahora ve y buena suerte.

    Abrió la puerta y te metió de un empujón. El lugar por dentro era un sitio totalmente distinto a lo que parecía por fuera. Había una amplia cama con cobijas de seda y almohadones de lana. Las paredes de piedra estaban decoradas con cortinas de telar. El suelo estaba alfombrado. Era como encontrar un diamante dentro de una nuez.

    En la gran cama había un hombre de edad avanza, delgado, con una fina toga de impecable seda blanca. A ambos lados de la cama había dos esclavas jóvenes, dudabas que tuvieran más de 20 años. Las notabas algo temblorosas.

    Viste sonreír al sujeto cuando te observó analizando el lugar.

    —¡Bienvenido! Mi nombre, joven, no importa. Seré tu amo a partir de ahora y así me llamarás. ¿Estás listo?

    Preferiste no hablar mucho así que asentiste lenta y calmadamente con la cabeza. El señor hizo una seña con una mano y las esclavas caminaron como corceles domados a quitarte la toga. Sus manos tocaron tus músculos y te dejaron desnudo en un santiamén. Desnudar hombres posiblemente era una de las tareas que tenían que hacer a diario.

    —Oh, por Zeus —exclamó algo excitado tu amo—. Debo darle algo de propina a Detoxo, ha hecho bien las cosas esta vez.

    Pudiste ver cómo el sujeto casi saltaba en la cama como si fuera un niño. Se revolvió entre las cobijas hasta quedar con la cabeza a los pies de la cama, mirando cómo las esclavas se arrodillaban ante ti. La situación no te excitaba en lo más mínimo pero tenías que preocuparte, las esclavas lo harían por ti. Sentiste sus bocas sobre tu miembro y se te aflojaron las piernas. Estaban bien entrenadas. Por suerte para ti, la resistencia era una de tus virtudes y te mantuviste erguido y seguro por un buen rato. Tu amo se levantó de la cama. Para ser un hombre de edad avanzada tenía una increíble agilidad. Se acercó a una de las esclavas que estaba a tu lado izquierdo y tenía rulos castaños y de una suave patada la obligó a ponerse de bruces. Antes de que pudieras hablar la otra esclava, de piel muy blanca y cabello negro lacio, ya estaba dándote una mano para que penetraras a su compañera.

    —Sí, ¡sí!, ¡SI! —gritaba tu amo acariciándote el brazo derecho, la espalda y tu pecho mientras te daba empujones para que aceleraras las embestidas.

    Era una situación muy rara para ti, en realidad esperabas tener que hacer algo como eso pero no de esa manera. Sentías a la muchacha estremecerse ante la fuerza de tu cuerpo que ni en batalla habías demostrado tener. El viejo les daba nalgadas a la chica y a ti mientras iba de un lado al otro de la habitación agradeciendo a los dioses de la juventud y la lujuria.

    Viste a la chica de los rulos caer al suelo respirando con dificultad, con la entrepierna chorreando líquidos sexuales. Estaba agotadísima, necesitaba urgente un descanso y tú como si estuvieras tomando un baño, ni transpirabas. Tu amo se acercó y de una patada algo más potente la movió de allí y le indicó a la otra que ocupara su lugar. Te quedáste viéndolo. La cosa empezaba a ponerse violenta.

    Seguiste haciendo lo tuyo con la otra chica, que parecía un poco más activa que la otra y se movía junto contigo y arrojaba gemidos al aire. Tu amo se encontraba extrañamente tranquilo en un rincón de la habitación. Te empezabas a preguntar si realmente eras muy bueno en eso y nunca lo habías notado. A pesar de que no te salían muchas palabras hiciste un trabajo impecable, las chicas terminaron boqueando en el suelo como si estuvieran recién pescadas. Tus fuerzas todavía tenían mucho para dar y tu resistencia física y sexual se notaba firme como el acero. ¿Qué más podía pedir ese viejo? Ya tenías tus denarios ganados.

    Entonces, lo sentiste en tu espalda. Acarició con firmeza tu brazo derecho y lo llevó de tu costado hacia atrás para que sujetaras algo corto y duro con tu mano. Era una daga.

    Se agachó hasta quedar cerca de tu oído y con la voz quebrada cargada de lujuria y babas te dijo:

    —Ahora mátalas. Anda, hazlo, termina con ellas y tendré la mejor noche de mi vida en este momento, titan.

    Te quedaste como el mármol de las estatuas. Las esclavas estaban juntas, tiradas en el suelo, sin poder hacer otra cosa que no sea recuperar aliento. Tenías la daga en la mano y tu amo te había dado una simple orden que debías cumplir bajo órdenes también de Detoxo. Con buena precisión ellas no lo sentirían y se irían al inframundo completamente satisfechas. ¿Pero en qué estabas pensando? ¿Eras un asesino acaso? ¿Serían esas dos tus primeras muertes en tu vida como gladiador? Tienes que tomar una decisión.
     
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    Aldor

    "Pico".
    Esa palabra salió directamente de mí boca. Liberando el orgullo y honor que me he guardado este tiempo, desde la arena, no he soltado esa palabra.

    Me he derrumbado. Pero me mantuve firme y seguí adelante, ganando fuerza. Conocimiento. Llego el momento. Me siento digno de ti otra vez.

    "Quiero un. Pico minero".

    Esa es mí resolución.

    ...

    La obtuve de inmediato para ni sorpresa.
    El largo palo y la punta pesada. Familiar. Todo mí cuerpo lo reconocio, lo que sostengo en mis manos.
    Nada como que el hacha cuyo peso es desigual en sus lados.

    Pero. Se siente mejor que antes. La calidad no se compara.

    No puedo soportarlo. Quiero usarlo.

    Casi me encuentro rascando mí rostro contra las puntas. El plomo es muy diferente al hierro oxidado.

    A un paso apurado voy encaminado a la sala de entrenamiento (entrenamiento de habilidades). Todo sin aflojar el agarre del pico.

    Voy a probarte.
    A un debo tenerlo. Este talento con el cual me forje al crecer. El propósito de mí existir.

    Pico.
    Pico.
    ¡Pico!

    Y así. El cansancio dejo de importar. Todo mientras la sangre se me subía a la cabeza y explotaba desde mí brazos.

    El día de hoy. Me vuelvo a sentir completo.
     
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    Insane

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    Génesis

    Su cerebro vibró entre su cráneo al sentir el suelo moverse bajo sus pies. Trató de levantarse torpemente en búsqueda de Gredic para sostenerse, pero en vez de eso sintió el fuerte golpe en su cintura, sosteniéndose del suelo con las palmas de sus manos y rodillas, escociéndose la piel por el raspón que habían provocado. En cuanto hizo un ademán de buscar con su mano derecha las navajas en su cintura se dio cuenta de cuán desnuda estaba.

    Desprotegida.

    Percibió el cuerpo grande y fuerte sobre ella, tratando de quitárselo de encima pero por las posición apenas y lograba arañarle la muñeca que estaba presionándola contra el suelo. Gritó inconsciente al estar sometida, mordiéndose el labio inferior con furia al no emitir sus músculos respuesta a las órdenes que trataban de comunicar sus neuronas.

    Mareada.

    Sus orbes azules denotaron los hombres que comenzaban a rodearla, invadiéndole la desesperación. Tratando de patear mientras escuchaba a Gredic ser sujetado evitando su intervención. El pánico vibró en su sangre al ser manoseada con tal brusquedad que le provocó nauseas.

    <<Esta me parece que no cobra>>

    Hijo de puta... le arrancaría los testículos y le decoraría la cabeza con ellos.

    En cuanto sus orbes eran invadidos por las gotas saladas sintió que el peso sobre ella era retirado, escuchando golpes. Trató de ponerse de pie ajustando la prenda de seda fina a su cuerpo desnudo pero la cabeza le dolía, sus manos apenas y se movían.

    Estaba hecha un desastre.

    Y ahí lo vio, a Gredic defendiéndola sin importar la cantidad de hombres que estaban tras ella como depredadores interesados en carne fresca. Sus párpados comenzaron a pesar, su adrenalina no sobre pasaba el indicio del alcohol en su torrente sanguíneo, siendo levantada con ligereza. Se dejó hacer al cargarla uno de los hombres en los que confiaba, dejándose llevar cargada, visualizando de forma borrosa a los hombres que estuvieron presentes y en vez de ayudar se fueron sobre ella.

    Las cosas no se quedarían así.


    .
    .

    Escuchó una voz que reconoció al instante, pero no tenía las fuerzas para moverse. Gredic la sentó como una hoja de papel sobre la cama, dedicándose a escucharlo. Sus manos aún temblaban, no por miedo... por ira; su mano derecha viajó hasta el cabello de Gredic, acariciándolo con la yema de sus dedos como una madre cuando ve a su hijo en apuros.

    <<Nos vamos de aquí>>

    Parpadeó como si la levantaran de su ensoñación, mirando a su lado... Iulian.

    Sangre, cortadas, tortura.

    —Yo —su lengua apenas y pronunció las palabras para que fuesen entendibles.

    No estaba en condiciones para procesar la información, sintiéndose regañada ante el reproche por apestar a vino. Tragó grueso y retiró su tacto de él, dirigiéndolo ahora hacia Iulian, tumbándolo en la cama.

    Se sentía asqueada, iracunda, ultrajada.

    Se dispuso a dormir, cubriéndose apenas con una de las mantas gruesas, acobijando a Iulian en el proceso de forma inconsciente sin tomarse el tiempo de preguntarle si no le molestaría compartir cama con ella. No tenía el mero índice querer retirarse de dicha habitación. Por primera vez, en muchos años temía dejarlos a ellos dos. Asintió hacia Gredic... le debía una grande. Se acostó y deslizó una de sus manos por el abdomen de Iulian, sintiendo su mano caliente, percatándose de que aquella heridas estaban aún al rojo vivo.

    —Mañana —susurró hacia Iulian apretándole la camiseta rota, con el rostro escondido en su hombro—, me muestras quién te hizo eso.

    Definitivamente... no sabían quién era Génesis.
     
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    Al bajar aquellos escalones se sintió libre y feliz por serlo; un sentimiento que se vió perdido en segundos al darse cuenta que ya pensaba como un esclavo mas. Era momento de ir a la herrería pero la voz de Gedric lo detuvo; aquella visión parecía un sueño muy extraño, ver a Génesis así, sin oponer ninguna clase de resistencia parecía algo imposible, aun así Gedric lo hacía, a su vez sintió cómo era arrastrado como un pedazo de cuerda a las habitaciones, el no oponía resistencia aunque así lo quisiera.
    Llegaron a la habitación dónde Gedric parecía quebrarse, aquel hombre que era tan fuerte se veía vulnerable en emociones, no pudo evitar colocar su mano en su espalda cuando los abrazó

    —No hables así Gedric, todo me suena a que te has colocado en una situación comprometedora— Iulian miró a Génesis, ambos estaban en malas condiciones —¿Qué ha pasado?—

    Gedric siguió hablando, algo que a Iulian le preocupaba aun mas, cada palabra era escencial y odiaba que su sistema estuviera tan lleno de alcohol; no creía que lo que fuera a decir saliera con la elocuencia que el deseaba.

    —Gedric, nadie se va a separar de ahora en adelante —esto lo dijo tomando la mano de Génesis y el hombro de Gedric —Sé que puedes defenderte solo; pero cuenta con nosotros para cuidar tu espalda, aquel hombre con el que entrenamos en la mañana también podría ayudarnos — él sabía que su fuerza no ayudaría a nadie por lo que debía contar con músculos confiables que supieran usar un arma. Iulian no podía colocarse en ese momento como el ser débil que realmente era, sus amigos necesitaban del apoyo. Fue en ese instante cuando Gedric le explicó lo sucedido con Génesis, sintió cómo el alcohol parecía quemar su sangre; estaba demasiado molesto y se sentía tan inútil, pudo haberle pasado algo fatal a Génesis si Gedric no hubiera intervenido —Lo que has hecho por Génesis en mi ausencia me coloca en una constante deuda contigo Gedric, una que parece sumar cada día. Considérame otro mas de tus ojos y otra mas de tus manos, jamás dudes en pedirme algo que mi deuda siempre será contigo—

    Se giró a Génesis mientras ella también lo observaba. Ella no podía articular mas palabras y aquello lo llenó de rabia y deseos de abrazarla —Jamás me perdonaré el no haber estado a tu lado; todo por querer demostrar algo que no soy— apretó sus párpados con ambas manos, estaba demasiado frustrado, Génesis fue quien lo recostó en la cama, algo que tensó su cuerpo por los recientes acontecimientos, pero era Génesis; no Heida; se relajó dejándose llevar mientras ella lo cobijaba. Iulian la miró con tranquilidad mientras sentía su tacto por su abdomen, cuando la mano se detuvo la tomó con ternura.

    —Mañana me gustaría quemar todo— dijo suspirando con fuerza —Ver como aquellos que nos han hecho sufrir sean los siguientes en la arena— allí permanecieron, tan frágiles.
     
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    Rundus Fustus

    Tragué saliva, estaba tenso. En especial por la advertencia de Detoxo, pero lo tenía claro. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Morir, eso era lo peor.
    Al menos sorprendí a Detoxo, cosa que irónicamente me sorprendió a mi también. ¿Exactamente qué esperaba de mí? Me sentí con suerte, por lo que solo por eso tomé el riesgo.

    Al ser llevado con el señor y estar en un sitio muy anticlimático a diferencia de donde estaba hace un par de minutos, empecé a vivir una de las experiencias que seguramente los Gladiadores podrían darse el lujo, o las personas más lujuriosas y depravadas quisieran vivir, por mucho que quisiese resistirme me tuve que dejar llevar para que fuese natural, era increíble la forma en como calentaba el asunto, aunque que aquella persona "ayudara" era... extraño.

    Me quedé ciertamente anonadado por lo idílico de la escena y por lo extraño que era esto, los nervios no dejaban de carcomerme, pero todo salió increíblemente bien y mi resistencia hizo lo suyo, estaba entero pese a todo. ¿De verdad este soy yo? Simplemente no me lo podía creer.

    Cuando al fin creí que todo había acabado y que nada podría empeorar, sentí algo duro cuando jalaron sutilmente de mi brazo, creí que era otra cosa, pero honestamente, habría preferido una escena mucho más... cachonda, a algo que directamente me tomó muy, pero que muy desprevenido.

    El sujeto me susurró y sus palabras fueron las que me hicieron sentir en un vacío enorme. Uno tan grande que ni la arena misma me hizo sentir... Honestamente, de todas las posibilidades que pensé, esta no la tomé en la mas mínima cuenta y tenía que tocarme justo un psicópata. Estaba en una situación abrumadora, en una situación que simplemente todo podía pasar.
    Si no lo hacía, este sujeto podría tomarme de cobarde y hacer que Detoxo me matara, si las mataba, podría culparme de psicópata y echarme encima a todo mundo, más si hay un asesinato de por medio con uno de los luchadores de esta Casa. Y aún si no fuesen aquellas dos posibilidades, no podía hacer nada... Simplemente no sabía qué hacer. ¿Porqué matarlas? ¿Porque desear esto? ¿Porqué se le ve tan maravillado por el trabajo y que desee cerrar con "broche de oro" la apasionante noche con este acto tan cruel y vil?

    No lo entendía... ¿Era una prueba acaso? ¿Quiere medir mi frialdad, mi fidelidad? ¿Quiere inculparme? ¿Se esta aprovechando de que estoy contra la espada y la pared? ¿De verdad tengo que hacerlo?

    Se escapó un leve e insonoro quejido, no de dolor, si no de la tensión... Definitivamente no olvidaría esto.

    Athena... Perdóname Fue lo que pude pensar en mi mente y apuñalé certeramente en el corazón a la mujer que tenía enfrente mío para girar un poco la daga, garantizar así el asesinato, sin mayor complicación, sin mayor miedo ni drama ni escena sangrienta. Solo lo hice, mientras un sonido agudo y sordo se presentó en mis oídos por el severo shock en el que estaba pasando, saqué la daga y no tardé en ir sobre la segunda para hacer lo propio y repetir lo mismo que con la primera, sacando la Daga para esta vez dejarla sobre esta y sentarme en el suelo en shock, estaba tan... Aturdido.
    Era tan idílico eso y no sabía si era lo correcto, si me condenaría, si en verdad merecía esta experiencia. Yo solo quería impresionar a Detoxo para tener una posible segunda oportunidad con él cuando fuese necesario, pero esto.
    Simplemente... No lo entiendo.

    Jamás creí que este tipo de "quedarme sin opciones" era la que me iba a ver orillado.
     
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    En cuanto le dijiste al herrero que querías un pico de minero se sorprendió aunque no mucho. Le habían pedido cosas aún más extrañas. Se encogió de hombros y con absoluta habilidad se puso a trabajar sobre la forja, tratando de hacer un buen y afilado trozo de hierro para la cabeza del pico.

    Lo hizo más rápido de lo que pensabas, no tuviste que esperar más de una hora y el pico estaba listo. Era impresionante. Nunca habías visto una herramienta tan linda y tenerla en tu mano te hizo sentir como en tu casa. Podías estar seguro que te sentirías a gusto con esa arma, sea o no lo suficientemente buena como para una arena de combate.

    Entonces, decidiste probarla en la sala de entrenamiento de habilidades. Recordaste a Álvaro ingresando a la sala de entrenamiento corporal hacía más de una hora y te preguntaste si todavía estaría allí, pero no era de tu incumbencia. Decidiste portar tu pico y enfrentar a un monigote para ver de qué era capaz.

    Lo sentías mucho más pesado que cualquier otro pico que hubieras usado antes pero tenías la fuerza necesaria para manejarlo de buena manera. La curva hacia adentro de las puntas lo convertía un un arma de muy corto alcance, aun menor que el de una espada pequeña. Atacar por los costados era sencillo aunque debías estar prácticamente pegado a tu oponente para darle con una punta. Atacar desde arriba era un poco más complicado pero el angulo para darle un picazo era mucho mejor aunque posiblemente fuera fácil de esquivar para alguien ágil.

    Luego de una excelente sesión de entrenamiento, pudiste asegurarte varios trucos útiles que te servirían en la próxima batalla en la arena.

    Pico Marciano de Destrucción
    Calidad:
    Común
    Perfora armaduras.
    Habilidad: Excavar: Arroja arena en el rostro de tu oponente disminuyendo en 5 puntos su fuerza o resistencia.

    ¡Has aprendido la habilidad Empujar!




    El día de la nueva batalla en la arena los guardias te fueron a buscar y sin derecho a queja te llevaron hacia una carreta. Pudiste llevar a tu pico contigo. En la carreta te encontraste con algunos conocidos. Iulian, Génesis y Rundus Fustus estaban allí. Pudiste presumirles tu pico con orgullo.

    Génesis Insane y Iulian Amelie

    El vinculo que armaron con Gredic esa noche era fuerte. El gladiador se sintió algo contento al escucharlos y los dejó allí, para que se pusieran cómodos. Él se recostó a un lado, recargado contra una de las paredes pues la otra cama estaba vacía y no tenía ni cobijas pues su cama había sido ocupada por ustedes. No le dieron mucha importancia al detalle de dejar dormir a su salvador en el piso.

    El apasionado y algo mareado tacto de Génesis le dejó bien claro a Iulian que Heida tenía una posesiva rival disputando su propiedad. A pesar de que fuera hija del dominus el maltrato hacia alguien inofensivo no podría ni siquiera asomarse en la mente de la chica. Lo mismo pesó en las palabras de Iulian luego de haber escuchado lo que le había ocurrido a su compañera pues sentía la presión firme y cálida de su figura en la espalda y no podía ni siquiera pensar en lo cerca que había estado de haber sido ultrajada arruinando su estadía en la casa con él para siempre. Ambos querían revancha y querían un mejor trato. Gredic estaría ahí para ayudarlos pero no podían siempre depender de ese bondadoso sujeto.




    Gredic les había conseguido un pase a la batalla en la arena ese día. Iulian no lucharía pues Drecius aseguró que no estaba preparado. Sin embargo, Génesis tenía la posibilidad de luchar si quería hacerlo. El fuerte gladiador tuvo que viajar en una carreta aparte de ustedes que fueron juntos en una donde vieron llegar algunos compañeros conocidos como Aldor y Rundus Fustus.

    Rundus Fustus Gigavehl

    Tu mente se había partido en el momento en que tu "amo" te pidió que asesinaras a esas mujeres. Francamente no tenías opción y lo hiciste. Fuiste rápido y preciso, las mujeres sólo contuvieron el suspiro al sentir sus corazones detonar en una explosión de sangre y morir al instante. Tus manos y el suelo quedaron completamente manchados mientras te retirabas a tratar de rearmar tus ideas mientras el desagradable sujeto daba saltos de emoción sobre los cadáveres frescos de las chicas y se tiraba en la cama sumido en su nube de éxtasis.

    No sabes cuanto tiempo estuviste sentado en el suelo reflexionando y escuchando las risas y los suspiros de placer del sujeto. En un momento, la puerta de la habitación se abrió. Viste a Detoxo haciéndote señas para que te retiraras y no demoraste en hacerlo.

    —Lamento eso —dijo Detoxo seriamente. Levanto una pequeña bolsa y te la dio—. Esta es tu parte. Te lo haré saber cuando necesite un poco más de tus servicios. Hiciste un buen trabajo al parecer.

    Y allí quedó todo, con tu sucio dinero en la mano, la mente destrozada y dos niñas inocentes en el otro mundo.

    ¡Has ganado 30 denarios!
    ¡Has aprendido la característica Seducción!





    Como parte de estrategia de venta, Justino te había recomendado como luchador para las primeras rondas de la arena. Eran las rondas iniciales donde combatían los principiantes para ir calentando a la multitud. El riesgo de muerte era bajo. No estabas obligado a luchar si no querías pero te vendría bien ganarte el favor del herrero. Además de eso, viajarías en carreta hasta la arena para presenciar los encuentros aunque no participaras y en la carreta que fuiste a subirte te encontraste con algunos conocidos: Iulian, Génesis y Aldor.

    (tira un dado de 10 caras para saber con cuanto empiezas en Seducción.

    Debido a que descansaron pueden hacer una incursión en la mazmorra, como si la hubieran hecho en algún momento antes de subir a la carreta.
     
    Última edición: 17 Agosto 2020
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    (obviamente deben leer primero en la arena)

    Aldor Monpoke Iulian Amelie Génesis Insane

    De la arena fueron directo a Casa Mautino en carreta. Rundus Fustus no volvió con ustedes y comenzaron a pensar lo peor. La situación no se veía nada bien y con Gredic muerto o al borde de la muerte era aún peor.

    Génesis intentó como pudo calmar al desolado Iulian mientras Aldor se culpaba a sí mismo de que todas las cosas hubieran ido tan mal.

    Cuando llegaron a la casa, Fausto los mandó a llamar inmediatamente. Los tres fueron juntos, cabizbajos hacia el segundo piso, escoltados por los guardias.

    Su dominus se veía enardecido como nunca lo habían notado. Estaba claro que las cosas le habían salido muy mal. Tras dar vueltas en su despacho por al menos cinco minutos revolviendo pergaminos y libros levantó la cabeza para mirarlos. Sus ojos normalmente ocupados y cansados estaban rojos de furia.

    —Me decepcionan. Estoy muy decepcionado de ustedes.

    Dicho eso negó con la cabeza mientras empezaban a tragar en seco.

    —De hecho, sólo de ustedes dos. La verdad que el tipejo en el que menos confiaba fue el único, EL ÚNICO, de TODOS mis gladiadores y aspirantes que me sacó al menos una sonrisa hoy.

    Arrojó una fugaz mirada a Iulian y prosiguió, enfrentando a Aldor y Génesis.

    —Hoy he perdido mucho. Muchísimo. Y no sólo hablo de la caída del campeón del poblado, Gredic, sino por muchas otras cosas.

    Oyeron que lo dijo como si la muerte de Gredic no fuera más la pérdida de una apuesta arriesgada.

    —He tenido que vender a muchos buenos gladiadores y aspirantes por miserias para poder comprar un buen grupo de los nuevos y seguir produciendo pero si la mayoría van a salir defectuosos como ustedes la verdad es que estoy invirtiendo mis denarios en nada.

    Si bien se sentían mal por su demostración, la presión de Fausto los estaba agobiando. De nada servía que los tratara así.

    —¡Me extraña mucho de ti! —se dirigió a Aldor—. ¡Eres una bestia! Deberías haber hecho pedazos a ese debilucho y no hiciste más que golpear como una anciana.

    Aldor sintió la furia embriagarlo pero se contuvo. Era cierto que lo había arruinado pero se había esforzado mucho por mejorar y sobrevivir.

    —De ti —le habló a Génesis—, esperaba una decepción pero en el fondo, muy en el fondo de mí, quería con toda el alma que ganaras, que destruyeras a tu oponente aunque me significara luego tener que ponerme a entrenar esclavas con delirios de grandeza. ¡Pero nada! ¡Ni un rasguño a tu rival!

    Génesis estaba por sacar su lengua como daga y acuchillarlo con ella pero también se calmó teniendo en cuenta que al menos Iulian había recibido una palabra de aliento.

    —Les doy todo... les permito libertades en esta casa que ninguna otra casa les da a sus siervos, ¿y así me pagan? ¿Tengo que volver a los latigazos y a la comida sin sabor? ¿Apiño a todos juntos en una sola habitación y que sobrevivan los más fuertes?

    Se detuvo un momento y se masajeó las sienes. Estaba nervioso, temblaba mucho y era posible que no les permitiera otro fallo.

    —¿Qué tienen para decir?

    Pueden hablar, preguntar, proponer, intercambiar murmullos entre ustedes, en fin, lo que necesiten.
     
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    Monpoke

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    Es verdad. Incluso en la arena mientras luchaba esperaba este resultado, defraudar a mí amo. Al final, aun si trate de luchar con todas mis fuerzas, logre evitar eso. Pero mi destino cambio, se me permitió salir vivo.

    De él depende mí futuro. Mí entrenamiento actual y la forma en la cual vivo ahora. Me permitió crecer, y lo hice mal.

    Debo defenderme. Revelar mi opinión a mi amo, una acción que anteriormente me valía caro. Los esclavos no tienen porque devolver las palabras a su amo, sea verdadero o falso, él tiene razón.

    "Yo..."
    Bajo la cabeza derrotado, herido de que aun a pesar de todo igual no lograra nada. Me falta mucho.

    Él me permitió hablar. Esta bien. No quiero irme, que cambie algo.

    "Soy inexperto, la fuerza bruta. No es lo único que se necesita. Lo supe... Al instante en el combate. Toda mi vida solo, he manejado un Pico, mis manos no sirven para. Sujetar otra cosa..."

    Es un fracaso, me quitaran mi Pico y me mandaran a luchar manejando un arma extraña. Si es que me dan otra oportunidad. ¿Aceptare eso, ir sin mi Pico? ¿Qué otra me quedaría sino?
    ¡No lo se! ¡Para mi pico lo es todo! ¡Si tan solo eso fuera suficiente para mantenerme con vida! Pero... le he defraudado a Pico también. Decepciono a todos de quienes dependo.

    "Por eso"
    Vuelvo a poner la cabeza en alto y miro directamente al Amo, que vea la llama de determinación de mis ojos.
    "¡Quiero aprender! ¡Mejorar en la lucha! Permitirme formar un mejor Yo".

    No voy a renunciar. Nunca renuncie cuando se derrumbaba la mina y fui obligado a trabajar días enteros para desbloquear el camino. Cuando agarre un Pico por primera vez y no era capaz de hacer nada con el. Tuve que aprender, seguir avanzando.

    Jamas detenerme.

    "Torturarme, quitarme la comida o. Mandarme a la mazmorra y quedarte, con lo que consiga. Lo que Usted desee. Pero. Déjeme aprender a luchar e ir a la arena. Daré todo, de mi. Se lo Ruego"

    Ya he salido de la cueva la cual he permanecido encerrado toda mi vida y conocí el mundo exterior. En las minas he aprendido todo lo que hubiera podido aprender y más, un conocimiento que no sirve de nada fuera de ellas.

    Características:
    Fuerza: 30 (23+5+2-5+5)
    Carisma: 29 (13+1+5-5+5+10)
    Resistencia: 54 (17+2+10+5+5+15)
    Suerte: 19 (7-3+5+10)

    54 de resistencia... espero esta si sirva de algo...:criees:
     
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    Última edición: 4 Septiembre 2020
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Génesis

    El cuerpo comenzaba a dolerle como si tuviera agujas punzándole los músculos, el estómago contrayéndose al sentirse ida pese a estar ahí, pese a buscar consolar a Iulian en el traslado luego de la muerte de Gredic. Mierda, ella estaba mucho peor que Iulian, tenía las malditas nauseas recorriéndole hasta la médula, el cansancio a flor de piel, como si hace mucho tiempo no se permitiera sentir tan humana, tan abrumada frente a un sentir tan común como solía serlo el miedo.

    Tenía miedo, miedo de perder a Iulian al igual como perdió a Gredic.

    Sin no poder hacer nada para evitarlo.


    Las palabras que soltaba el Dominus atravesaban de un tímpano a otro, como si ni siquiera la alcanzaran a lastimar. ¿Qué más le podía quitar? Mantuvo la vista en el suelo, deseaba desesperadamente encaminarse hacia un baño, desnudarse y dejarse hundir en la amplia bañera hasta que el agua inundara sus pulmones.

    ¿Defectuosos?

    Estaba defectuosamente rota.


    En cuanto sintió la necesidad de cortarle la cabeza al asqueroso ser se frenó en el acto, sin dar índice de sus pensamientos. Escuchó al tipejo hablar y si no fuese porque se mordió la lengua no hubiese podido evitar aquella risa sin gracia escaparse.

    Ridículo.

    ¿Qué beneficio tenía seguir con vida en un mundo podrido y asqueroso como ese?


    Deslizó su mano derecha por su abdomen vendado, permitiéndose palpar la piel magullada. Por suerte sus intestinos no terminaron decorando el campo de batalla, entonces por el rabillo del ojo se permitió ver a Iulian. Había ganado, y aquello provocó algo de calidez en su pecho. Lo necesitaba, si lo perdía se perdería a sí misma en el proceso. Le miró con sutileza, como si hablase sin emitir palabra.

    Hablemos, a solas. Seguidamente observó a su amo.

    —Discúlpeme señor —se permitió hablar luego de escuchar a su compañero terminar—, no volveré a deshonrar su apoyo en mí.

    Sus orbes azules estaban fijos en los ajenos, como si los atravesaran pese a mantener aquella expresión plana, no permitiéndose exteriorizar sus miedos, súplicas... repudio.
     
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    Amelie

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    Lo que había pasado en la Arena lo había dejado en malas condiciones anímicas, sus pensamientos se enfocaban en Gedric y Rundus. Rundus había regresado a salvo de su pelea, lo vió en la celda pero fue escoltado lejos "Maldición... me tomaron desprevenido" pensaba mientras trataba de imaginar el destino de su amigo; después la imagen de aquella espada traspasando a la persona que jamás imaginó ver caer, eso lo había destruído pero no podía romperse frente a Fausto "Gredic, me prometiste que volverías..." seguía en sus pensamientos mientras apretaba sus puños recordando lo sucedido "Sextus, la Noche..." recordó el rostro de aquel hombre que conoció en la arena "la gloria lo es todo" esas palabras las recuerda muy bien pues las detestó cuando las escuchó, la voz de Sextus le retumbaba en la cabeza, era el hombre que había peleado con ellos la primera vez en esa pequeña arena, dónde el quería pelear por esa gloria otorgada por los aplausos de los espectadores. Lo había logrado, había obtenido su tan codiciada gloria peleando contra Gredic.

    Entrecruzó sus dedos "Jamás voy a perdonártelo" se prometió a su mismo mientras giraba su anillo en su dedo pulgar.

    Salió de su ensimismamiento cuando la voz de Fausto se hizo presente separando sus manos para enfocar su vista en él, levantó la mirada y escuchó atentamente esperando obtener información de Rundus o Gredic, nada. Escuchó lo que fueron palabras amables hacia él y desprecio hacia el hombre Pico y Génesis, ambos se veían lastimados, la apariencia de Génesis lo preocupaba, heridas como esas pudieron haberla matado; pero estaba aliviado de tenerla a s lado, no hubiera podido soportar el no saber de ella y luego enterarse de un fatal destino.

    Se mantuvo firme ante las palabras de Fausto, pero no soportaba que los tratara como mercancía "Sé perfectamente que somos esclavos, sé que para ti somos otra moneda de cambio. Sigue hablando, sigue diciendo lo que no somos, lo que nunca seremos ante tus ojos. Vamos, sigue avivando este fuego que algún día quemará todo lo que has construído" como deseaba poder externar esos pensamientos, pero todos los esclavos allí dentro debían ser uno, no alzaría la voz para desfragmentar y hacer más difícil la estancia para los demás.

    El hombre Pico habló, no pudo interferir aunque hubiera querido, sus palabras se volvieron ruegos. Todos éramos animales siendo castigados por su amo, incapaces de levantar la cabeza o soltar una mordida, sabíamos perfectamente lo que eso significaría. Pero el hombre Pico realmente lo creía, se sintió frustado por sus palabras. Pero guardó los sentimientos.

    Sintió la mirada de Génesis después de las palabras de aquel hombre, tan destruído. Entendió mientras escuchó sus escasas palabras. Después el decidió hablar.

    —Nos volveremos más fuertes, lo que hemos presenciado en la arena nos ha llenado con un sentimiento de furia; entrenaremos para derrotar a todo aquel que cruce en nuestro camino. Su apellido se levantará tan alto que que nadie osará pronunciarlo en vano. No dejaremos que esos demonios vuelvan a quitarnos a un Gladiador más, sólo le entregaremos la victoria que esta casa merece — miró a Fausto con decisión

    —Pero para poder servirle y ser más eficientes necesitamos conocer mejor a nuestros rivales ¿Qué era eso a lo que se enfrentó Gredic? y ¿Qué ha sucedidó con los demás que no están más en la casa Mautino?— quería hacer más preguntas pero con suerte con estas podría escuchar qué fue de Rundus, qué ha sido del cuerpo de Gredic y qué demonios era Sextus —Entiendo su frustración —dijo bajando la mirada mientras se llevaba la mano al pecho —La comparto, y volveré ese sentimiento mi fuerza, lo prometo —

    Aquellas palabras más que para su dominus era para él mismo, eran sinceras. Una promesa que debía cumplir para poder intentar buscar su libertad, una que creía perdida hasta que Gredic avivó la llama y ahora Sextus aparecía para apagarla nuevamente. El nórdico también tenía debilidades, pero peleaba con ellas, Iulian debía dejar de lamentarse y comenzar a actuar, miró las heridas de Génesis y el hombre Pico. Lamentó el hecho de que Rundus no estuviera allí con ellos.

    —Nadie es inmortal, nada dura para siempre; ni siquiera la Noche— Con cada palabra su odio crecía, lo que dijo no sólo era una referencia evidente a la muerte; también era a Sextus; y también a la obscuridad de la esclavitud que compartía con aquellos a los que amaba.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Fausto asintió conforme y un poco más calmado a las disculpa de Aldor y Génesis. Iulian, un poco más calmado por su demostración por encima de su media que en realidad él bien sabía que no había sido más que suerte, se animó a consultar algunas cosas más a Fausto quien lo observó extrañado, como si no lo conociera.

    —Ahora recuerdo. Mi hija te está buscando.

    Iulian se estremeció y Génesis apretó el puño.

    —No quiere que luches más en la arena... nunca la vi tan preocupada por algo, la verdad. No sé que le has dicho.

    Génesis cada vez hervía más de celos y Iulian estaba visiblemente incómodo con cada palabra. El chico del pico no entendía nada.

    —Sin embargo, aquí el dominus soy yo. Volverás a luchar en la arena, voy a empujarte porque me ha pasado muchas veces que no confié en quien parecía un debilucho y luego me terminaban sorprendiendo. Volverán a luchar muy pronto, en el Rodeo. Prepárense porque no es combate normal, los tres irán juntos. Los juegos del Rodeo no son a muerte pero el que se muere se muere. Y aquí es MUCHO más importante dar una buena presentación, habrá gente muy importante y no quiero ser el que entrena payasos en vez de gladiadores. Van a ir con Drecius y le van a decir que los entrene como gladiadores para batalla. Les recomiendo que se empiecen conocer mejor los tres pues batallarán juntos. El éxito o el fracaso será el de todos y no volveré a dar esta charla, irán a tirar de las carretas como los caballos si no sirven para la arena.

    Sin más, les hizo una seña para que se retiren. Cuando salieron del despacho de Fausto se toparon frente a frente con una chica muy joven, de baja estatura y cuerpo atlético. Iulian empezó a transpirar en seco cuando la vio. Génesis no la conocía pero no era ninguna tonta, sabía de quien se trataba y se molestó mucho al comprobar que era muy hermosa, quizá más que ella. Aldor casi se la choca al ir pensando en su nuevo objetivo, el Rodeo. La chica se veía inocente, una fachada que confundía a Iulian, que no le inspiraba nada de confianza a Génesis y que no afectó en lo más mínimo a Aldor quien la saludó con un movimiento de cabeza. Heida ni lo registró, sólo podía observar a Iulian con sus ojos húmedos.

    —¡Estás bien! Qué suerte, mis rezos a los dioses dieron su fruto.

    Iulian no olvidaba que casi lo había matado ella con sus propias manos antes que los tipos de la arena, incluso ella estuvo mucho más cerca de hacerlo. Génesis tenía las venas de su cuerpo como las de Sextus antes de darle fin a Gredic, si alguien no la detenía la mataría allí mismo, ¡ella había rezado por Iulian mil veces más que esa... pequeña harpía. Aldor empezaba a entender que Heida sería una demora en el entrenamiento que los tres deberían estar haciendo ya.

    —Ven conmigo, tenemos que hablar.

    Heida tomó la mano de Iulian y tira de él para llevarlo vaya a saber Júpiter donde. La puerta del despacho de Fausto sigue abierta y él está escuchando pero no parece estar concentrado en eso aunque saben que un altercado podría traerles problemas. Si Iulian acepta ir con Heida, Aldor y Génesis pueden continuar su camino a entrenar, a comer o a descansar, Génesis incluso podría ir a la Mazmorra. En el caso de que Iulian se quiera oponer a Heida deberá tirar un dado de 20 y un dos dados por carisma. Si Iulian se opone a Heida, tanto Génesis como Aldor pueden respaldarlo con sus palabras o a través de la fuerza, tirando su correspondiente dado de 20 y de carisma (si lo respaldan con palabras) o de fuerza (si lo respaldan a la fuerza), teniendo muy en cuenta que Heida no es un personaje inofensivo y que oponerse a ella puede resultar peligroso.
     
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    Amelie

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    Iulian

    "Maldita sea, Heida" pensó al escuchar su nombre, recordar aquel evento lo hizo estremecerse, no eran recuerdos gratos y no entendía por qué le había tomado cariño, si es que a eso se le podría considerar cariño. "¿Qué le he dicho?" pensó "Solo trate de aburrirla con historias y pasó todo lo contrario a lo que quería, sinceramente ya estoy acostumbrado a que eso suceda"

    No había obtenido respuestas de Fausto, simplemente dejó sus palabras al aire y se detestó por siquiera pronunciarlas y que no tuvieran ningún efecto positivo, al menos no había tenido uno negativo. Ni Heida ni Fausto responden jamás a las preguntas aparentemente.

    Al salir de allí pudo reconocer al instante el rostro de Heida, en ese momento sintió el verdadero miedo, uno más grande que en la misma arena. En combate al menos podía imaginar todos los escenarios posibles; con Heida no. Estaba sorprendido que se preocupara por él, siendo que las viejas heridas que tenía eran sólo por ella, no por ningún guerrero; ni siquiera la mazmorra lo había tratado tan mal.

    —Espera, por favor— dijo sujetando la mano de Heida con delicadeza, hasta el momento aquella mujer había respetado sus deseos, simplemente por lástima o por una extraña empatía que no lograba entender — Mi mente no está en el lugar que desearía estar, necesito este entrenamiento y no puedo retrasarme. Si no entreno es seguro que moriré en el siguiente combate — No quería que desatara su locura, esa que conocía, debía ser delicado y lo suficientemente listo para que ella no tomara nuevamente sus palabras y las pusiera en su contra. No quería tener que recurrir a la intervención de Génesis o el hombre pico, no los quería meter en los mismos problemas en los que él estaba metido — He perdido amigos muy queridos, necesito esto para poder desahogarme — dijo apretando ligeramente su mano —Si tus palabras necesitan ser escuchadas, las escucharé cuando vuelva a ser yo — lo decía delicadamente, con ello sabía perfectamente que le tendría que dar explicaciones a Génesis, a su vez sabía que no podía huir de Heida para siempre, estaba atrapado. Pero al menos procuría ganar un poco de tiempo, además de que genuinamente quería entrenar, se lo debía a Gredic. Pero si las cosas seguían su curso natural, por querer entrenar tendría que hacer todo lo contrario a eso, esa era su suerte.
     
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    Monpoke

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    Aaaah.

    Me quedé esperando unos valiosos minutos a que esté 'compañero' decidiera su actuar ante la hija del amo, aunque como escuché antes no es realmente su hija.
    Por normalidad, no tengo poder para oponerme a ella.

    El Amo me dio está segunda oportunidad, no pienso desaprovecharla. Espero está vez entrenar y aprender mucho más, lo necesito.

    "Adelantense. Debo hacer algo antes".

    Sin más me despido de ellos apenas molestándome, necesitamos estar juntos. Pero no perderé un día de entrenamiento por ello o, peor, ahora sí ganarme el lado malo del amo.

    Necesito ir a un lugar antes. He escuchado unos rumores de cierto lugar donde puedo conseguir ciertas cosas por drenarios.

    Mercado detoxo

    Cuando termine me dirigire a entrenar

     
    Última edición: 8 Septiembre 2020
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    Insane

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    Génesis

    Se tensó ante las palabras de Fausto, disimulándolo al morderse el labio de manera interna, escuchando poco y nada del discurso ajeno al sentir su sangre hervir. Faltas no le ganaban de arrancarle la cabeza a esa mujer detestable, no tendría que ignorar el dolor de su cuerpo en el proceso al tener los celos bestiales galopando por sus venas sin pudor alguno, sin embargo se mantuvo derecha en su posición, con aquel brillo amenazante en sus ojos. Al retirarse hizo ademán de sujetar la mano de Iulian, deteniéndose antes de llegar siquiera al tacto por la presencia desconocida.

    Ramera.

    <<Mis rezos a los dioses dieron sus frutos>>

    Vaya chiste de mierda.


    Si no fuese porque se mordió la lengua se hubiese permitido soltar una risa sin pizca de gracia, meditando antes de todo sus acciones, permitiéndose ser libre en pensamiento, más no en acción, al menos por ahora. Quedándose ahí, quieta mirándola como quien no tiene nada que ver en aquella conversación ajena, sin embargo ni un minúsculo movimiento pasó desapercibido, escudriñando a Iulian con su expresión no verbal de forma inconsciente al ser tomado de la mano.

    —Debemos entrenar —comentó a la nada—, debemos hacer que el señor Fausto se sienta orgulloso —continuó de forma impersonal, quedándose ahí, quieta esperando que Iulian comenzara a caminar.

    En cuanto lo escuchó dar sus patéticas explicaciones comenzó a avanzar, procurando esperarlo a lo largo del pasillo. En el momento que lo notó logrando distanciarse de la mujer lo tomó de la muñeca, quizá un poco más brusco de lo que debería si estuviese dentro de sus cinco sentidos. Estaba herida y una mierda más, al importarle poco en realidad. Haló a Iulian hasta uno de los cuartos de baño y cerró la puerta al estar ambos dentro, con pasador, procurando no tener interrupciones. No le reclamaría por la desagradable presencia de aquella fémina, a fin de cuentas no era más que un esclavo que debía seguir ordenes, pero, mientras fuesen esclavos de Fausto podían lavarse las manos un tiempo más.

    Y cuando ese tiempo acabara...

    Debían irse, tal y como lo comentó Gredic en su momento.

    Entonces el frío le recorrió la espalda. Gredic estaba muerto, Iulian y ella podían estarlo en cualquier momento. Apenas y fue dueña de sus acciones, acorralándolo en la esquina del estrecho cuarto de baño, mesiéndose la cortina rubia que pertenecía a sus hebras capilares, llevándose un mecho tras la oreja mientras su otra mano se aferraba al torso ajeno, acercando sus labios sin pensar en consecuencias.

    Lo besó.

    Lo besó tanto como su alma le permitió, entrecerrando sus parpados al dejar apenas un destello del ardiente azul cielo; con su muslo desnudo entre sus viriles piernas, rozando apenas aquella área sensible mientras hundía su lengua en la cavidad desconocida, recorriendo sus anchos hombros hasta terminar con sus gráciles manos en aquella mata de cabello.

    Tenía miedo.

    Tenía tanto miedo de perderlo sin siquiera atreverse antes a ello.


    Se distanció apenas, desajustando el nudo de su colorido traje de batalla, permitiendo que cayera a sus anchas en el suelo, continuando con su sostén blanco, quedando casi desnuda. Sus mejillas ardían, su piel apenas se mantenía cubierta por las vendas de su abdomen, callando cualquier palabra en réplica al besarlo de nuevo, deslizando sus uñas por el abdomen marcado como si lo delineara con aquella delicadeza de no querer lastimarlo, llegando hasta el inicio de su pantalón, mirándolo nuevamente a los ojos, como si esperara alguna autorización para continuar.

    Por favor.

    No se atrevió siquiera a susurrarlo, el aire de sus pulmones escasamente se liberaba de forma pesada.

    Por favor Iulian.

    Hundió su rostro en su cuello, inhalando su aroma sin importarle que acabasen de tener una batalla a muerte.

    No era solo sexo, era mucho más que eso.
     
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    Amelie

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    Iulian
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    Y así fue, las cosas no eran nunca como el las planeaba, el destino siempre lo llevaba a dónde este quisiera, pero a diferencia de otras veces, en esta ocasión se dejó llevar como hoja al viento.

    Se alejó de Heida mientras sintió el agarre en la muñeca de Génesis, por unos instantes creyó que lo guiaba molesta y que descargaría algún reclamo sobre de él; pero vaya que estaba muy equivocado.

    Ella se acercó a él, no hubo resistencia, sus labios se sentían tan naturales en los suyos, su lengua recorría su boca como si conociera cada espacio. Abrió los ojos cuando sintió que el cuerpo de Génesis se distanciaba, por un momento temió que aquello fuera sólo un breve momento; pero para su fortuna no fue así, dejó caer su ropa ante él. Trató de tocarla pero ella fue más rápida, de nuevo sus labios se encontraron y sintió su calor, su mente ya no estaba allí, sus deseos tomaron fuerza y controlaron el momento, uno que desaba en secreto por largo tiempo, desde que esos ojos celeste se cruzaron con los suyos, desde quel momento había perdido ante ella.

    Sintió las uñas deslizarse en su abdomen un no pudo contener un suspiro corto que terminó ahogado al tacto en su entrepierna, el calor recorría todo su cuerpo, sintió la respiración en su cuello; deslizó suavemente su mano por la espalda de Génesis, la tenía sobre de él por lo que se separó por unos instantes con su respiración apresurada, sin dejar de mirarla apresuró en soltar la toga de su cuerpo. Nada importaba en ese momento, eran sólo ellos. Carpe diem.

    La sujeto de la cadera para lentamente ir descendiendo, tocando su trasero que dirigía su mano en una curva perfecta para sujetarla de la pierna, llevándola así hacia él con ligera fuerza; lentamente se acercaba a ella, dejando que las cosas encajaran mientras la tomaba delicadamente del cuello para besarla nuevamente, sintió el calor recorrer todo su cuerpo; era allí dónde pertenecía, dónde realmente quería estar.

    Génesis.

    Mordió ligeramente su labio mientras se separaba de ella para mirarla, para encontrar de nuevo esos ojos que lo cautivaron desde el inicio; dejó escapar un gemido al sentir sus caderas en contra de su pelvis, una y otra vez. Sus respiraciones parecían sincronizarse con los movimientos, deslizó sus manos por todo el cuerpo, estaba envuelto de su aroma, de su calor; se sentía completamente protegido y en paz. La abrazó con fuerza mientras besaba su cuello; no quería que aquel momento terminara.

    —Siempre has sido tú; sólo tú— dijo con una voz suave, casi susurrante.

    Sujetó una hebra del largo cabello de Génesis, jugueteó con él mientras la miraba, estaba en pleno extasis perdiendo de nuevo la vista para dirigir su rostro entre sus pechos, escuchando su corazón latir con fuerza; escuchaba sus respiraciones agitadas, ahí se mantuvo unos instantes, hasta que levantó su vista nuevamente para encontrarse con su mirada, con un rostro ruborizado y una piel aperlada, se acercó nuevamente a sus labios, dejando que ella terminara mientras el comenzaba a temblar.
     
    Última edición: 9 Septiembre 2020
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    Insane

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    Génesis

    Sentir sus manos sobre ella, que estuviese descendiendo por su cuerpo provocó que llevase su mano izquierda a su propia boca, tratando de acallar aquellos sonidos que amenazaban con salir en cuanto la situación prosiguiera, ahogando los suspiros en los labios ajenos, sin perder en ningún momento el contacto visual, pese a tener el rostro ardiendo, las manos temblando ligeramente y su pecho desnudo subiendo y bajando por la pesada respiración, dejándose hacer.

    En cuanto lo sintió entrar mordió suavemente su cuello, aferrándose a su espalda como si fuese lo único en su vida, sintiéndose deslizar estrechamente, siéndole imposible el contener los gemidos en su garganta. Le miró con los ojos llorosos de placer, sintiendo el mordisco en su labio como un potenciador más, siendo imposible el ocultar aquella vulnerabilidad al dejarse tomar, embelesada como una criatura sedienta.

    —Por favor —siseó enterrando sus uñas en su espalda—. Iulian —le llamó entrecortando su voz, sin poder siquiera continuar articulando palabra al ser más constantes las embestidas.

    <<Siempre has sido tú; sólo tú>>

    Sus ojos se pusieron borrosos, por sus palabras, por su sentir, por el quererse venir en la persona que comenzaba a amar.

    Maldita sea.

    Le besó con sus piernas enredadas alrededor, mordiéndole el labio al empezar su interior estremecerse.

    Estaba viniéndose.

    La respiración agitada comenzó a apaciguarse al ser bajada con suavidad, sintiendo el suelo nuevamente en sus pies. Estaba sudando, su cabello un poco maltrecho, sus muslos temblando.

    Había tenido un orgasmo.

    Tragó grueso dejándose caer de rodillas sin lastimarse en el proceso, recuperándose lentamente del aturdimiento, con la cabeza gacha y sus manos buscando su ropa interior, vistiéndose luego de unos minutos de lucidez. Se levantó lentamente, vistiéndose.

    —Iulian —le llamó en un tenue susurro.

    ¿Cómo decirle que no quería volver a verlo cerca de esa mujer? Sí, ciertamente lo estaría, y ella se pudriría en celos.

    —No tardes —comunicó acariciándole el rostro con la yema de sus dedos—, te veré en el campo de entrenamiento.

    Salió del cuarto de baño recogiéndose su largo cabello en una coleta alta.

    Si antes no podía sacárselo de la cabeza, ya no podría sacárselo del corazón.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    No te hacía falta ser un genio para darte cuenta que estabas de más en ese lugar. Decidiste actuar antes que cualquiera, incluso antes que Iulian, y te despediste al instante de todos con la excusa de que debías entrenar.

    Yendo directamente a buscar la sala de entrenamiento te topaste a medio camino con un sujeto que a simple vista era otro esclavo gladiador pero cuando te habló ofreciéndote algunas cosas que podías necesitar te diste cuenta que era mucho más que un esclavo. Detoxo era un sujeto extraño que no tenía lugar de residencia ni ocupación más que ser proveedor de cosas extrañas.

    Te ofreció un llamativo libro de tapa color rojo. En un principio no quisiste tomarlo pero él insistió, te ayudaría mucho en tu entrenamiento.

    Fuiste hojeando el libro y no entendías prácticamente nada salvando algunas pintorescas imágenes de sujetos musculosos haciendo poses raras con pesas de gran volumen. De a poco fuiste comprendiendo que no siempre necesitabas más peso en los elementos para ser más fuerte, sino que podía bastar con usar menos peso pero sujetándolo de una manera distinta.

    Para ponerlo a prueba decidiste intentar algo en la sala de entrenamiento físico. Allí estaban las grandes pesas de cemento que podían ayudarte próximamente con tu ofensiva.

    Cerca de ti, ves a un sujeto bastante grande tratando de levantar una cantidad descomunal de peso y tiene serios problemas. No te gusta meterte donde no te llaman pero ayudarlo a él podría ayudarte a ti a crecer.

    Tira dos dados por tu fuerza y si lo ayudas tiras dos más y uno por tu suerte.

    Iulian Amelie Génesis Insane (estoy orgulloso de ustedes)

    Iulian ni siquiera vio irse a Aldor, estaba tan concentrado en acomodar su mente para cuadrar las cosas entre Heida y Génesis que prácticamente lo ignoró.

    Se quiso defender de Heida de la forma que mejor le salía: victimizándose como un campeón. Y sus palabras fueron precisas redes que atraparon el corazón de todos los que lo escucharon. Hasta Fausto en su despacho tuvo que carraspear para ahogar el llanto. Génesis se estremeció escuchando la súplica por paz del muchacho, el corazón le latió con mucha fuerza en el pecho y la obligó a actuar.

    Heida, por su parte, no estuvo conforme con lo que Iulian le decía. No le gustó nada de lo que le explicaba, ella no estaba acostumbrada a que le negaran ni una sola cosa. Pero esas palabras, las malditas palabras de ese sucio esclavo experto en el arte del carisma, la devastaron. Se le cayeron las lágrimas, sintiendo en su cuerpo todo el dolor que el muchacho expresaba con su voz como si fueran puñaladas.

    No pudo hacer nada cuando vio a Génesis casi arrastrar al chico. Lo dejó ir, sin quererlo, pero sin poder hacer nada para impedirlo.

    Génesis estaba explotando como un volcán. La ira por las palabras de Fausto y de Heida, la batalla tristemente perdida, el colapso de Gredic y ver a Iulian en ese estado de desolación tan deplorable la habían hecho entender que eran efímeros y de un momento para el otro sus vidas podrían acabar. No se iba a quedar esperando.

    Se metieron al primer baño que encontraron en un recodo luego de bajar las escaleras yendo hacia las habitaciones y allí lo hicieron. Fue rápido y eterno al mismo tiempo. Los cuerpos firmes y desnudos de ambos chocaron por minutos sin interrupciones. La espalda delicada de Génesis raspó en el suelo sin que le importara en lo más mínimo. Las rodillas de Iulian martillaban el concreto y ni siquiera lo sentía. Sólo importaban ustedes, el dolor y las preocupaciones las dejaron en otro plano por el momento.

    La iniciativa de Génesis había sido recompensada con la sumisa y alegre aceptación de Iulian que poco a poco se fue convirtiendo de un tierno corderito a un acalorado sátiro que la cubrió de caricias y besos húmedos. Y no fue lo único húmedo. Génesis no pudo evitar morderse los labios cuando sintió que su trasero patinaba por los adoquines con cada embestida de Iulian. Los gemidos de ella y los suspiros agotados de él impregnaron el baño y resonaron con un eco lujurioso. Cuando la fiebre de climax los empezaba a envolver, los aullidos alentadores de la chica deben haber hecho desviar la vista de varios dioses a ese lugar. Como una tigresa en celo se afirmó al chico y espoleó sus caderas para que la llenara profundamente.

    Luego de algunos minutos Iulian había a empezado a sentir que estaba entrando una y otra vez por las puertas de Olimpo, como si juguetear allí valiera más la pena que ir a encontrarse con los dioses. Grande, grandísima, enorme, COLOSAL, fue la sorpresa de Génesis cuando sintió que los embates del chico eran tan potentes que amenazaban con tirar abajo las columnas y las estructuras de la casa. Se rieron, se besaron sin parar y se amaron constantemente. Había sido el momento más placentero de su vida entera y las sonrisas en sus caras lo decían.

    Se revolvieron, agotados en el suelo, sintiendo nuevamente las pesadas obligaciones que les caían en los hombros pero ahora las llevarían con más calma. Génesis sabía que Iulian no era realmente suyo, pero lo haría, intentaría hacerlo de todas las formas posibles. Iulian sabía que no podía ofrecerse a Génesis pero nunca sentiría nada como lo de ese momento con nadie.

    Cuando salieron de la habitación, se toparon con Heida. La tipeja estaba sentada con la espalda contra la pared del pasillo que daba a la escalinata del segundo piso y desde allí los observó salir. Génesis apretó los puños y Iulian tragó en secó. Pero la chica no hizo nada, se quedó allí y su cara reflejaba disgusto y tristeza. El chico no supo bien si ir hacia ella o alejarse, no quería que lo mejor que le había pasado terminara con su cabeza en una pica. En un momento, Heida agachó su cabeza y la colocó entre sus rodillas. Parecía vencida y desolada. No pueden hacer nada por ella.

    El pasillo hacia el otro lado continuaba uniforme y tenían algunas opciones. Ir a buscar a Aldor, ya que debían entrenar con él pues iban a ser equipo en la próxima arena; podían ir a comer pues después de lo que habían hecho lo necesitaban; también era posible que dieran una vuelta por la mazmorra y por último podrían ir a entrenar tanto sus habilidades como sus destrezas sin buscar al hombre del pico.

    ¡Iulian gana 15 puntos en Carisma!
    ¡Iulian aprendió Seducción! (tira un dado de 20 por seducción)
    ¡Iulian aprendió Diplomacia! (tira un dado de 15 por diplomacia)

    ¡Génesis gana 10 puntos en Suerte!
    ¡Génesis gana 10 puntos en fuerza!


    (Además de esos dados específicos tiren un dado de 20 cada uno y Génesis un dado de 2 caras)
     
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    Me quedé esperando por cierto tiempo que mis nuevos compañeros de arena se aparecieran y comencemos a entrenar.

    Pero no llegaron por más que esperara, incluso después de haber pasado el tiempo con Detoxo. Al menos espere que ya estuvieran aquí.

    Yo entreno para seguir vivo, para demostrar lo valor y levantarme como un gran gladiador. Quiero ser libre.

    Me quiero esforzar por esta meta, y simplemente no logro a entender a estos que no entrenan. ¿Mucha confianza en sus habilidades? Yo era así en el comienzo, ahora no estoy seguro de nada...

    Trabajo duro es la única forma que conozco para ganar algo.

    Cansado de esperar decido poner aprueba el contenido del libro. En la búsqueda de pesas noto a alguien tratando de levantar un peso que sería más allá de su medida, aún si se trataba de un tipo bastante grande.

    Me quedo dudando unos segundos, de si debo ayudarlo usando el contenido de este libro. Quedaría bastante mal si resulta que no puedo levantar eso.

    Pero. Hay algo que he aprendido de Álvaro, ¿Será lo mismo con èl?

    Me acerco hacía unos bloques de igual tamaño. En mi camino al bloque me aseguro de llamar la atención del tipo.

    "Creo que es mejor hacerlo. Asi".
    Digo para que me preste atención. Lo voy a ayudar demostrando como se hace.

    El libro aconseja ir por algo menor, pero voy a experimentar con este peso y esas poses. Averiguar mí límite.

    Solo espero tener suerte por esta vez.
     
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