— ¡Claro que sí! ¡Ya pensaba mandar a un entrenador a casarte! — sonrío el hombre.— Me alegró que lo hayas recordado.
Hubert Como temía, detectar la presencia de Mike nos fue imposible. Sobrevolamos diferentes lugares de la región con la esperanza de verlo caminar por alguna de las rutas; con la vana idea de que pronto avistaríamos a una persona acompañada por un Umbreon. Pero, al final, el esfuerzo que realizamos no rindió sus frutos. Bueno, en realidad, no fue totalmente así. Mientras sobrevolábamos el Gran Desierto, Reshiram giró bruscamente su cabeza. Me había quedado mirándole con curiosidad, tentado de preguntar si había descubierto al misterioso chico y su pokémon. Más cuando gran dragón blanco desvió su vuelo hacia la Casa del Montañero de Subastas, lo comprendí. Cerca del lugar nos encontramos con un vórtice que reconocí al instante. ¡Era una entrada al Mundo Espejismo! O mejor dicho, al Mundo Original. Aquel en el que todos habían muerto y no quedaban más que unas especies de pokémon. Por un momento me preocupó la presencia de la conexión con nuestro mundo, pero me tranquilicé un poco al recordar que Iota era su guardiana y que, a diferencia de Tau, su actitud era radicalmente opuesta. Ella no deseaba la destrucción, o eso quería creer. Al final, sentí mucha curiosidad. Vería ese lugar con otros ojos. —Vamos, Reshiram. No creo que esté mal explorar un ratito. El dragón asintió, movió sus alas y nos metimos por el vórtice. Así, descubrimos que el portal conducía a una extraña fábrica.
Mimi Honda Cuando emergí del vórtice el escenario que me recibió logró sorprenderme. Era... ¿una casa? ¿Por qué demonios un vórtice espacio-temporal interconectaba una fábrica decrépita y abandonada con una casa? ¿Dónde narices me había metido? Era un lugar bastante acogedor, de alguna forma. Pero no podía quedarme allí mucho tiempo. ¿Y si alguien me veía? ¿Cómo iba a explicar la forma en la que había aparecido allí y sonar creíble? ¿Eso no era allanamiento de morada? Me aseguré de pasar desapercibida y no hacer ruido mientras alcanzaba la puerta y abandonaba la casa. Fuera arreciaba una vasta tormenta de arena.
Alpha Xenodis. —Hey, hay un pequeño portal en tu casa así que si no te molesta voy a atravesarlo y atrapar pokémon extraños que hay ahí, ¿sí? Claro, es lo primero que quieres oír de una persona que haz visto un par de veces en tu vida y que simplemente llega y abre la puerta de tu casa. Claro, soy buenísimo relacionándome con la gente, ¿verdad? Pese a que me miró con extrañeza, yo solo pasé directo a la Fábrica.
Orgen Llegué a una casa en medio del desierto, al entrar llamé por si había alguien. Parecía un refugio para los forasteros que se atreven a netrar en la tormenta del desierto. —¿Hola?, ¿hay alguien? —pregunté
Pocos segundos después de que Orgen se adentrase a la casa del montañero, éste apareció. Era un hombre alto y un poco regordete que vestía con ropajes adecuado para adentrarse en los hostiles ambientes de montaña o desierto. —Yohoho~ Chico, ¿vienes interesado en algún objeto evolutivo?
Orgen — Pues vaya que me encantaría, pero disculpe la pregunta y mi ignorancia, ¿Que es este lugar? —le pregunté al Señor montañero, tenía un aspecto rudo o al menos era la impresión que daba dada su contextura y ropajes.
El hombre pareció un poco ofendido cuando Orgen rechazó su oferta; Se había entusiasmado por comenzar una subasta con él. —Pues ésta es mi casa, un lugar que he establecido para aquellos valientes que se atrevan a pasar por el desierto en búsqueda de conseguir objetos a mejores precios mediante a mis subastas—Habló con mucho ánimo sobre aquello último. Le brillaban los ojos incluso.—. Oh, y claro, suelo hacer entrega de ésto a quienes me visitan.—Entregó al chico un disco de colores azules en el cual estaba escrito MO: 03 >>De todas maneras, ¿de verdad no te interesa alguno de mis objetos? Tengo desde piedras comunes como la hoja hasta cosas raras como magmatizadores, protectores e incluso piedras como la día y noche. >>Obtienes la MO SURF.
Orgen Agradecí el gesto de haberme entregado la Mo Surf, y le estreché las manos. —Bueno, ya que insiste en la subasta. Me gustaría ver que me ofrece de especial. —realicé un gesto con mis manos de manera negativa y concluí. —No tengo mucho dinero, mejor en otra ocasión —comenté y finalicé sonriendo y marchándome.
