PRÓLOGO El tiempo parece detenido, igual que el tambor de aquel frío cuerpo cubierto de sangre.Se escucha el suspiro del viento, el caer de las gotas del grifo roto del baño, el avance de aquel lago denso rojo, el llanto de un alma devastada por la culpa. 16 semanas después... Nunca creí que mi carácter explosivo me llevara a cometer el más grande error de mi vida.Aún puedo escuchar sus gritos de suplica, el sonido del cuchillo desgarrar la carne, el goteo incesante de la sangre, mi respiración inregular. Su rostro manchado y sus ojos opacos, sin vida, me siguen en sueños.Creo que me he vuelto loco, veo su rostro reflejado en el espejo sonriendo tristemente. ¿Siempre estuve loco o solo ahora? ¿Por qué no paré cuando ella me lo pidió?Quisiera la respuesta de muchas preguntas, pero nadie me las va a dar. Jake Barbaroux
…Carta Uno… Querida Valery: Francia, Marzo 18 Aún recuerdo la primera vez que te vi. Estabas sentada en aquel banco del parque, mirando a la nada, perdida en tu mente. Recuerdo que no eras como las demás chicas de tu edad. Siempre mostrabas una sonrisa que deslumbraba a los que se hallaban a tu alrededor. Sonreías, te reías, solo para complacer a tu madre; te quedabas quita y te mostrabas sumisa para demostrar ser la hija perfecta; te enojabas cada vez que la señora L. no comprendía tus acciones, tu modo de ver las cosas, tus pensamientos, cuando te hacia vestir como una pequeña muñeca. Siempre fuiste una, como las de porcelana, aquellas de mirada vacía, de cuerpo frágil. ¿Recuerdas la primera vez que te vi llorar y fui a tu encuentro a consolarte? Me dijiste que ya no querías estar más así, con ese sentimiento de no ser comprendido, de que no te dejen hacer las cosas que quieres. Me gustaría tenerte de vuelta en mis brazos como aquel día, sentir ese suave y cálido calor emanar de tu frágil cuerpo. Te extraño. Siempre tuyo, Jake.