Microrrelato Cariñitos de otra clase

¡Hola! Este drabble es fruto de mi desenfrenado deseo de escribir, ¡tanto tiempo que no lo hacía! A ver si lo hice bien...

Cariñitos de otra clase​

Se levantó con el sol. Le encantaba sentir la cálida brisa que entraba por la ventana, y las manos de su madre haciéndole cosquillitas. También le encantaban las tostadas de pan integral con chocolate, y las galletitas de la abuela. Y acariciar a su perro Rodolfo y a su gato Gaspar. Y que su papi le dijera que era una princesita.

Era muy feliz. Disfrutaba ver las estrellas tendida en el césped y pasarse las tardes tocando el piano. También jugar en las tardes con Rodrigo y Macarena, sus mejores amigos.

Se levantó con el sol, pero esta vez, fue distinto. No sintió la brisa cálida de siempre; no, esta brisa era fría, helada. No había ladridos ni maullidos, no había hermanitos que saltaran ni primitos que brincaran. No sintió el olor a galletas desde la cocina; en su lugar aspiró la esencia de alguien más que rodaba por su piel.

Aunque le seguía gustando el pan y el chocolate, esta vez era ella quien lo preparaba, y no lo hacía para ella sola.

Apagó el aire acondicionado. En las noches, desde su ventana en el 11vo piso, todavía veía las estrellas, las mismas que veía con Rodri y Maca cuando eran niños, las mismas que arropaban el cielo cada noche allá en su pueblo natal. A menudo un fuerte brazo rodeaba su cintura mientras lo hacía, para luego invitarla a pasar a un lugar más íntimo.

Aunque ya no tenía un papi que la añoñara y la apapachara, seguía siendo una princesita. Su madre no venía en las mañanas a hacerle cosquillitas ni a darle besitos, ahora era otro el que cada noche le hacía cariñitos. Allá en su reino en un 11vo piso, era la dueña y señora de un corazón que latía por ella, de unos ojos que la miraban con dulzura, de unos labios que ansiaban besarle, de unas manos que gustaban de sus caricias. Un hombre que la amaba, y al que ella amaba, profundamente, y con el que compartía más que su casa o su habitación, uno al que amaba con toda el alma y al que se entregaba en todo su ser. Y aunque extrañaba ser niña y esconderse detrás del sofá, no podía negar que no la pasaba nada mal.