Capítulo VII

Rash Colds

El bastón le quemaba el hombro derecho, haciendo que sus golpes no fueran tan certeros y perdieran fuerza en la proyección. Estaba cansado, sintiendo la fatiga en sus extremidades mientras su amplio tórax de rano subía y bajaba a velocidades exageradas. Unas gruesas gotas de sudor se deslizaban mágicamente por su piel, algo atípico en un ser de sangre fría como lo era Rash. A ese nivel estaba llegando su cansancio.

Pero una flecha se atravesó en su ángulo de visión y siguió la estela como pudo; yacía clavada en el pecho de Rolen, el cual dejaba de resistirse. El monje giró su cabeza en dirección dónde había sido disparado aquél proyectil con tanta destreza que lo dejó pasmado. Visualizó a Jasper, su amigo, el cual había decidido dejar la vida de casa, nuevamente, y partir en rumbo de aventuras. Rash sonrió, feliz de saber que el felino volvía a estar entre ellos, su maestría con el arco y flecha serían necesarias en el camino que aún les quedaba por andar.

La llegada de los nuevos integrantes de los Capas Rojas alertó al rano, el cual se posicionaba nuevamente en una postura defensiva, con el bastón en lo alto. Se acercó lentamente hacia Taqui, la cual yacía inconsciente. Se agachó junto a ella y llevó su pata hacia ella pero se detuvo unos momentos antes. ¿Sería correcto tocarla sin su permiso? Rash entendió que se trataba de una situación por fuera de lo común, por lo que tomó la iniciativa y la recogió y la cargó sobre su hombro.

—Estás a salvo, Taqui. —susurró mientras contaba a los nuevos enemigos que los superaban por creces. Fue en ese momento que Rash supo que moriría antes de dejar a Taqui a merced de sus enemigos. Su voz tenía una convicción fuerte y segura, era el escudo en vida. Buscó una poción en el bolso que colgaba de lado y se la llevó a los labios de la rana, la cual absorbió el líquido con ayuda del monje. Esperó a que despertara mientras oía la voz de Zer dentro de su mente, comunicándose por el anillo. Se observó la pata por inercia, viendo el anillo entre sus membranas, como si pudiera ver al mago a través de ése objeto.

"Antes hay algo que debo hacer, maestro Zer"

Respondió mentalmente de la misma forma que el gato y se giró hacia los Capas Rojas. Su capa hondeó un poco, estaba desgarrada y pendía de un hilo. Cuando Lanre le entregó la capa por primera vez, justo luego de conocerse, se encontraba en perfecto estado y bordeada por los laterales con oro en espiral. Ahora ese brillo estaba apagado en la tela y desgarrado como el corazón de Rash que gritaba desesperado por tanta matanza.

—Le daré un entierro apropiado a todos los que cayeron. Nadie merece irse de este mundo sin una plegaria en tu honor.

Dijo con un aplomo tan fuerte que no daba lugar para réplicas. El monje haría ese entierro.

 

-Snowball...- contestó con una sonrisa la gata que había hincado una rodilla y permanecía apoyada sobre su espadón, clavado en el suelo. También se había apartado para que Zer pasara.​

-¿Podríamos quedarnos al pato? Por favor, Bricia... jamás comí pato, quiero hacerlo a la naranja- rogó el perro, chocándose con la negativa de su jefa.

-Ahora no, Cliford, hazte el muerto- le señaló el suelo con desdén y mal humor, el perro la obedeció tirándose al suelo que retumbó por su gran tamaño. El resto seguía en absoluto silencio.

Rash se había dirigido hasta Taqui, seguido a la par por la mirada de la líder de los Capas Rojas. Antes que el monje pudiera verter la poción, la elfa realizó un gesto de desgano ante lo que ella consideraba debilidad y lo detuvo verbalmente antes de tener que aplicar la fuerza.

-Detente ahora- le dijo sin tener que esforzar la voz gracias al silencio que de pronto reinaba -Dije que podían seguir, no que podían juntar la basura- lanzó una mirada despectiva hacia la aventurera caída -Esa rana ahora nos pertenece y forma parte del sacrificio, pero somos justos, también nos comeremos a nuestros caídos. De hecho Erica huele bastante bien...- inhaló el humo de la coneja chamuscada, inflando el pecho con placer -Es el derecho de los más fuertes y si viertes una gota de esa poción en nuestro sacrifico, desafiarás a nuestras tradiciones y por ende, tendrás que pelear por tu vida junto con cualquiera de tus amigos que quiera seguirte-

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Pueden seguir adelante y dejar a Taqui atrás a cambio de continuar o decidir jugársela por ella y quedarse a pelear con todas las de perder.

Si las decisiones están divididas, quienes quieran seguir podrán hacerlo y quienes quieran quedarse también. Simplemente se separaran los personajes. A quienes no quieran desafiarla, Bricia los dejará seguir. Los demás, deberán pelear por su vida.

 

Otto

Respiré y suspiré en un ritmo bajo y calmado. Tirando la vista sutilmente a los alrededores, midiendo los enemigos y la amenaza que presentan.

Inevitable...

Una conclusión sencilla, fácil de percatar desde el primer segundo. Las opciones son irse o pelear, mejor dicho, irse o morir.

Es una amenaza. Una real.

Me volví, un poco mirando al equipo e imaginando la opción que irán tomando todos. Se por bien propio o por elección de corazón, cual sea, no tengo derecho a juzgar o detenerlos.

Cerré los ojos y continúe respirando, dejé fluir el tiempo en cámara lenta. Los segundos mismo incapaz de seguir el ritmo de mis propios pensamientos.

Preparado para tomar una desición difícil...

Mire hacia la elfa, la líder del grupo y le hable en neutral. Confiando, que mientras no tomemos decisiones de romper su tracción, no hará anda. "Mira, me importa de nada a nada lo que hagan con el cuerpo de los suyos. Pueden quedarse a la Rana, de nada nos sirve alguien inútil e infantil". Sacudí la cola contra el suelo detrás mío, mostrando poco interés e impaciencia. "Si quieren su carne, nuestras carne o si están aquí por carne de dragón. No es mí negocio entrometerme".

Cambié la vista, mirando al cuerpo de los bandidos caídos. Pero dándole una leve mirada a la Rana, una mirada dura en vez de lástima.

"Pero si se trata de los objetos de cada quien, tenemos derecho a reclamarlos y recuperarlos por vencer". Esto último mirando a la Rana fantasma. "¿No es así?". Resople molesto ante la idea de dejarles esos posible tesoros que tendríamos derecho a reclamar.

"Soy un saqueador a fin de cuentas". Sonreí hacía todos, entusiasmado por la idea de tesoros.

 

La elfa sacó una daga de entre sus ropas, con una velocidad tan imperceptible, que parecía que el arma había aparecido de pronto en su mano. Al verla con mejor atención, podía notarse que más bien se trataba de un kunai, lo giró entre sus dedos unos instantes como si fuera una hélice y luego apuntó a Otto.

-Ni te atrevas, pequeñín, me importa un bledo lo que seas. Si das un paso más hacia nuestro alimento, lo único que serás es la entrada de mi cena- Permaneció apuntando con su kunai...

 

Otto

Cerré los ojos y asentí lento, aceptando la amenaza tal por lo que es.

Sonreí por los bajo, burlón. "Un paso, eh". Clave las patas firme en el suelo y evite moverme incluso un centímetro. "Espero mantengas esa palabra".

Volví a abrir los ojos y la mire desafiante ante la amenaza de ser la cena. Tal cosa no me hiba a doblegar de mis principios.

Y luego deje de mirarla, cambiando al resto del equipo. "No se hagan los héroes y largarse de aquí". Mire a Rash específicamente. "Todos". Aunque, dudo este me haga caso.

Déjenme el resto.... Hubiera querido decir, pero no sería más que una farsa.

Yo no creo ser ningún Santo por el estilo. Incluso un título de bien animal me queda grande.

¿Saqueador? Bueno, eso es cierto. Pero antes que eso soy un explorador que guía el camino.

Y tengo el principio de llevar vivo al equipo al objetivo. Todo el equipo.

Y, por los Dioses, a un si me cuesta la vida lo voy a intentar. Que el abandono y la muerte sea el fracaso, no la opción.

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Vamoooos a moriiiiiiir

 

Jou

Mi cabeza estaba dando grandes punzadas, incluso podía sentir como mi respiración estaba aún más cálida ,quemando la parte superior de mis labios, toda esta situación me alteraba, la pelea habia Sido detenida sorpresivamente y no pude salvar a taqui, las palabras de aquella mujer me helaban la sangre, me sentía impotente al no poder hacer algo por Taqui, me acerque a Zer y Dellen y particularmente apreté la capa de Zer encubriendome con ella tratando de controlarme, mientras me salian lágrimas.

Apreté mi collar para dar un suspiro y calmarme un poco más, accedí a mantenermea su lado jalando un poco a Dellen para que se nos uniera y estar más tranquila y calmada cerca de ellos.

 

Lanre

Escuchó las palabras del perro y frunció el seño, pues no le gustaba la naranja; pero sus pensamientos se vieron detenidos por las palabras de Zer, estaba dispuesto a seguirlas a la pata de la letra; más no sería así. Las acciones de Rash junto con su palabras eran de esperarse de la cálida aura del rano; pero la elfo líder no permitiría que nos lleváramos a Taqui.

La mente de Lanre quedó en blanco unos instantes, con su expresión congelada en el seño fruncido y el pico abierto por la impresión; no podía concebir abandonar a alguien del equipo. ¿Cómo podría vivir con ello después?

Otto hizo su jugada, seguramente con un plan tejido en su mente, un plan que Lanre no veía, por lo que su pecho se comprimió al escuchar que quería saquear a la ranita inconsciente. Después las palabras de Zer volvieron a resonar; pero en su interior no quería abandonar a nadie, en especial sabiendo que aun respiraba, que aun podían hacer algo por ella.

Pero algo en la mente de Lanre comenzó a funcionar "Las ranas son altamente venenosas" se dijo a sí mismo en su mente "La primera mordida les dejará a otro muerto, y ese muerto se volvería incomible porque estará lleno del veneno de Taqui; pero los caníbales seguirán consumiendo a cuanto muerto vean" Lanre sonrió emocionado, algo que para aquellos que lo podían ver pero no escuchar en su mente, resultaba algo extraño "¡UNA CADENA DE MUERTE! ¡Taqui es una genia!¡Se está haciendo pasar por desmayada para llevarse a todos los caníbales en una sola mordida, y así ganar la experiencia de combate infinita! ¡Taqui será imparable! ¡SI, SEGURO!"

El pato era muy tonto, en demasía para su propia desgracia; pero esa ignorancia a los eventos, sumándole su infinita imaginación causada por demasiadas historias fantásticas; creaban en su mente un colchón que no le permitiría caer en cuenta de la desesperación del momento. Hasta que fuera demasiado tarde.

 

Rash Colds

Su expresión de horror luego de oír las palabras de Otto fueron desencajando su rostro siempre bueno en una horrible mueca de espanto y terror. Las palabras del explorador le escandalizaban, no por el mero hecho de saquear a un aventurero, sino también por no tener la empatía de dejar en paz el cuerpo de un aliado. Le miró sin poder creer sus palabras, Rash sabía que el ratón no era esa clase de animal, que aquella pregunta hacia la líder de los Capas Rojas fue no hecha por un fin de propio beneficio, no; era algo más. El ratón siempre era un acertijo... entonces Rash cambió su expresión a una de total sorpresa, logrando quizá conectarse con la idea de su compañero animal.

Otto quería al genio de la lámpara que poseía Taqui y así poder tener ese as bajo la manga, eso debía de ser. Era la única razón que se le ocurría ahora que centraba su mente y lograba poner un pensamiento frío entre tanta tensión. Sus ojos se llenaron de agua y no pudo contener las lágrimas que brotaban como fuentes de sus grandes ojos. Reía por tener la dicha de poder decir que tenía un amigo astuto, siempre una pata delante del resto, silencioso pero atento, muy observador y detallista. Su amigo era el claro ejemplo del explorador perfecto, único en su especie. Rash afirmó con la cabeza hacia sí mismo, complacido de poder decir con orgullo que Otto era el mejor explorador que tenía el reino.

Ya a sabiendas de que Otto no era un animal sin tacto, caminó con tranquilidad hacia Lanre, quien se encontraba a un lado de ellos. Rash acunaba entre sus poderosos brazos a Taqui como si fuera la cría de un pichón herido. Depositó con mucho cuidado al pícaro entre las alas del guerrero. Le dio un tierno beso en la frente, sintiendo la humedad suave y perfumada de su piel. Se quedó unos segundos sobre ella, sintiendo el perfume natural de su piel, pareciera que mantenía el aliento para dejar inmortalizado ése aroma en su nariz. Uno que no volvería a sentir nunca.

—Lanre, amigo mío. Me encantaría poder abrazarte para poder demostrar todo mi cariño. Eres un guerrero con el corazón más fuerte y grande que vi en mi vida. Serás el mejor en todo lo que te propongas. Cuida por favor de Taqui, al menos hasta terminar esta aventura. Te lo imploro, guerrero. No hay otro que pueda estar a la altura. Taqui es demasiado grande para un reino demasiado pequeño. Necesita vivir. Debe vivir.

Hizo una reverencia hacia el pato y se giró hacia Otto, quién estaba a su lado, imponiendo su mirada entre los Capas Rojas como si pudiera contra todos. Otto era fiereza y astucia, un elemento extraordinario ya que por lo general no iban de la mano.

—Gracias, Otto. —le dijo al ratón sin sacar sus ojos de la mirada de la líder de sus enemigos. Tener a Otto a su lado le daba más valor para lo que estaba por hacer. Tomó aire con fuerza antes de volver a hablar.

—Nadie tocará a Taqui. Mi vida por la de ella. —dijo hacia Snowball, dando un paso hacia el frente. —No tengo miedo, estoy en paz con mi espíritu, porque ya sé a qué he venido a este mundo. Y mi propósito es éste. "El miedo viene cuando lo hemos perdido todo y estamos solos; es en ese momento cuando uno se enfrenta consigo mismo y descubre si realmente tiene el valor de doblegar el miedo", El Gran Profeta, artículo quince.

"Unos círculos se cierran, otros se abren. Somos sombras de la historia, leyendas, sueños de vida rodeados de muerte, relatos felices o tristes, con frecuencia las dos cosas al mismo tiempo, sonrisas y lágrimas siempre iguales aunque vengamos de mundos distintos."
Rash Colds.

 

-Pss, por allí- le dijo Snowball a Rash, por lo bajo, señalando con la cabeza a Bricia. Con la elfa tenía que hablar al respecto, la gata era un simple soldado.

Sin embargo, al parecer Bricia se había convencido también de sus palabras, si algo admiraba era la valentía.

-¡Al diablo con los dioses domésticos! Pero respeto tu voluntad, puedes quedarte es su lugar, tienes mucha más carne que ofrecer- mencionó mientras algunos secuaces se relamían -Pero es lo último que diré, si me hacen perder el tiempo una vez más con otra opinión o cambio de planes, estarán todos muertos- mientras terminaba de decir esto, señalaba con su kunai hacia la salida que formaban los Capas Rojas que se habían hecho a un lado -Avancen... ¡AHORA!- los apresuró.

 

Contenido oculto: Victim-Lucas King

Musiquita por si les sirve para bancarse tanta palabrería.

Vite Horiazana

Entre todas las cosas que podría haber escuchado, las palabras de la gata blanca creo que fueron mala opción para centrarse. Escondido tras un tocón internalicé lo que escuché a lo lejos y prácticamente quedé paralizado, el asunto era claro y la imagen horrorosa, tanto que arrugué todo el gesto e incluso sentí mi estomago contraerse en contra de cualquier voluntad mía. Lo mismo con las garras, lo mismo con mis ideas. Las bloquee como pude, no tenía sentido darles demasiadas vueltas, no si quería evitar terminar moribundo solo de lo enfermiza que se tornó la situación de repente.

Carnívoros, vamos, todos los gatos lo eran por naturaleza, pero no solo eso: Había conejos entre sus líneas y un elfo... Inhalé hondo a ojos cerrados, exhalando con suavidad, había que ver. Me volteé a ras de suelo y observé el panorama, gusto cuando escuché con más dificultad de la normal, tal vez debido a mi naturaleza de elfo, las palabras de mi contrincante... Mis ojos se abrieron como plato, ¿cómo eso de que descansara? Intenté apartarme, pero el hechizo me llegó antes de que pudiera hacer la gran cosa, por suerte el movimiento me ayudó a caer dormido detrás del tocón en el que me había ocultado...

Sin pensar nada en especifico, mis parpados cayeron junto a mi conciencia. Escuché un leve gruñido, quejica, mientras el sueño era insostenible y todo ser tornaba oscuro. Tras sentir mi corazón adrenalinico reconocí ese claro sonido furioso, pero débil, como mío propio... Los conejos no solíamos hacer ese tipo de ruidos, ¿cierto?

Vaya mierda más grande, ni modo, no sacaba nada con preocuparme.

Apenas pude, dentro del ardor de la batalla desperté. Estaba mareado, primero reconocí voces y apenas supe que no eran parte de ningún sueño tuve que hacer un esfuerzo por desperezar mi cuerpo en tiempo record. Pestañee y me agarré la cabeza, aun seguía como elfo y, aun con las desventajas por mala costumbre que conllevaba, pude identificar a quién anhelaba mi atención. Lo miré en silencio y con extrañeza, algo serio y no por ello menos preocupado. ¿So... sorprenderlo? Apenas pude reaccionar cuando alzó su brazo y comencé a flotar en el aire. Mis ojos se abrieron como plato y quedé cuanto menos atónito, aún así el pánico demoró en apoderarse de mi y por ende no llegué a mostrarme desesperado en ningún momento, aunque mis piecitos patalearan con lentitud en el aire, como buscando algo de que sostenerse, cosa imposible.

Eso sí, la furia no demoró en cubrir mi mirada cuando sentí que todo me apretaba, aferrando de repente mis brazos a los costados de mi torso. La mira fue silenciosa, pero intensa. Pude haber gruñido, pues sentía los dientes apretados, lo suficiente para emitir ese característico sonido.

Aun con la ira contenida logré escuchar esas palabras tan... características. Enemigo mortal, ¿tan falto de adrenalina se encontraba? Mi anterior expresión se bañó de una curiosidad seria... ¿En verdad era capaz de dejarme de lado por mero capricho?... Interesante.
—¡Ah! —solté un grito ahogado y mis ojos volvieron a abrirse como platos cuando sentí la gravedad volver a apoderarse de mi cuerpo, fortuna la mía de haber sido un bruto de niño, mis reflejos actuaron más rápido que mi mente y amortigüe la caída cayendo con bastante gracia, una pirueta rara— Tch —chasqué la lengua y sobé mi muñeca, era claro que impune no iba a salir, pero al menos el dolor de espalda y nuca era menor que el de la pobre extremidad que se llevo gran parte del peso.

Y aun librado por ese extravagante elfo, el panorama no era para nada alentador, la batalla seguía estando bastante a la par y con Lanre chamuscado, Taqui otra vez inconsciente y Dellen diciendo barbaridades que me llevaban al extremo de querer llorar... Básicamente el alma se me calló al cuerpo, incluso olvidé por qué estábamos ahí en primer lugar.

Pero el resto que nos vino encima fue peor... era simple y llenamente abrumador. Pasé de estar paralizado a no saber que hacer, pero con la daga en mano. Fruncí el ceño con frustración, aunque mis manos no temblaran la verdad es que estaba atemorizado y poco sabía ya que hacer. Era demasiada información a procesar y, la verdad, ahora sí que quería llorar como un crío y esconderme en algún lado. ¿Por qué? ¿Desde cuando estaban ellos acá? ¿Era el dragón el encargado de la neblina tóxica en el bosque? Porque... ¿qué pasaba sí el dragón buscaba protegernos, o ellos llegaron después de que el ya se posara en este lugar?

Quería... dejar de preocuparme, pero parecía inconcebible. Misterio tras misterio, sorpresa tras sorpresa: Se suponía que esta era mi tierra, aquí se encontraba mi hogar... ¿Y siempre permitimos tener esta gente alrededor? ¿Y nos quejábamos del dragón? Mi mirada se desconcertó, erguido ya sin ánimos de atacar a nadie, apreté los labios y guardé la daga antes que se resbalara de mis patas élficas. Exhalé por la nariz, abatido, asiendo lo imposible por no dejarme llevar por ninguna de las abrumadoras sensaciones que me invadían por dentro. Por primera vez... seguro, era la primera vez que me sentía tan... cobarde. Era un caso perdido, siempre tuvieron ventaja sobre nosotros, nos dieron falsas esperanzas y ahora... no nos iban a morfar, al menos. Cuando llevé una pata a la cabeza y presioné con fuerza fue que la voz de Zer resonó en mi cabeza. Miré confundido a los alrededores, recordando poco después el cachivache que teníamos para comunicarnos, traté de no ser tan obvio y me dediqué a ver la reacción de mis compañeros con seriedad, por un momento me abracé a mi mismo, efímero, y a sabiendas de cómo lucía un temeroso no demoré en colocar mi patas sobre las caderas y sacar pecho. Volví a suspirar... las cosas no fueron para mejor.

No podíamos revivir a Taqui, uno se tenía que quedar por los otros, querían morfarse a Lanre y no paraban de decir atrocidades... eran tan... tan crueles. Y la realidad nunca me había pegado tan fuerte, ni con los Geckos sentí el pavor que me hizo tiritar ahora, mis piernas cedieron a la par que mi voz entrecortada gemía más bien despacio, agudo, pero manteniendo con las pocas fuerzas que me quedaran la compostura. Miré el suelo, sentí las lágrimas fluir como nunca mientras mis patas se aferraban al pelaje sobre mi frente.
—Ng... Ah.. Ufff...— Miré hacia arriba, tratando de ponerme en pie sin poder dejar de llorar en ningún momento, miraba con los ojos nublados la figura de Rash y Lanre a lo lejos.

Rash y Lanre, Taqui y Rash, el ahora monje... Exhalé por la nariz, cabizbajo y derrotado. No era necesario recordar nuestro tiempo junto para saber todo lo que significaba para mí... por primera vez... alguien fuera del pueblo, todos ellos... y ahora parecía que no había más opción que perderlos... Apreté los labios con amargura, no había más que hacer, ¿verdad?

Era la decisión de Rash y no podíamos perder acá... pero...

siempre habría una forma de luchar...​

de progresar...​

¿Cierto, Ma?
Me limpié las lágrimas cuanto antes con el antebrazo, le hice un gesto con la cabeza a Kevin para que siguiera a Zer y compañía, mi cara era de pocos amigos y la seriedad contrastaba en demasía con mi reciente llanto. Sin prisas saqué una inofensiva fruta y la dejé reposando en la pata que caía con tranquilidad a mi costado. Llegué a dónde Lanre y con mi otra pata, vacía, toqué su hombro con firmeza. Mis ojos serios lo miraron sin temor alguno, más bien determinados. "Te han encomendado una misión, debes cumplirla" trasmitía el valor de esas palabras, pero lo único que dije con calma y sin necesidad de gritar ni susurrar fue.
—Alcanza al resto, Lanre...— Y ahí mi expresión seria se tornó demandante, dictatorial, incluso alcé el mentón y todo, sonando más rudo que nunca antes—. Ahora.

Voltee entonces a mi compañero, a Rash, solo me quedaba confiar en él. Tenerle fe, ¿no? Como el le tenía fe a la rana tuerta... yo no creía en esas cosas, no en cualquier dios, al menos, tampoco creía que fuera de utilidad comandarse a alguien que tiene variedad de fieles y seguidores, al fin y al cabo, los seguidores y los fieles nunca se van, así que... ¿Para qué preocuparse por su bienestar? Mientras se mantengan fuertes... perseverantes... y creyentes. Tomé su anca con mi pata vacía y, sin apartar mis mirar se su cara, posé mi fruta de goma sobre la mano que había tomado. Apreté con cierta fuerza, no la suficiente para dañar la fruta, su viscosidad era cuanto menos agradable.

Mis ojos entornados y la sonrisa lo más amplia posible, sin dientes, solo tranquilidad...
>>Disfruta tu última cena, Rash...— Me acerqué a dónde deberían estar sus orejas, esos peculiares agujeros de rano—, espero saludes a mi madre y le cuentes de estos gamberros —murmuré en extremo bajo, la sutileza que solo conoce aquel que debe evitar despertar a veinte orejitas sensibles, una noche sin viento, cuando las tablas rechinan al mínimo toque.

La sutileza única de cualquier presa, vamos. A ver sí nuestro monje había prestado atención a las lecciones de Garret sobre la fruta recolectada... No me aguanté y aproveché de envolverlo una última y, en parte, primera vez entre mis brazos. Sonreí, ya no quedaba de otra, me aferraría a la pequeña esperanza que estaba tratando de formar.

>>Llegarás lejos, compañero...—seguí hablando en mi propio código, solo que ahora usé un tono tranquilo y audible, porque con esa fruta que brindaba elasticidad podría huir hasta el pueblo e informales a todos de las atrocidades que ocurrían dentro del bosque. Tenían que saberlo, porque ahora me parecía más claro que los desaparecidos se debieran a estos locos trastornados y no al dragón per sé, sí no... ¿cómo habrían logrado mis hermanitos y el resto huir de él? — Hasta siempre, Rash... eres un gran hermano —empuñé la anca que él tenía vacía con mi propia pata, lo miré con la sonrisa firme, los ojos entrecerrados y la mirada determinada.

Entonces volví a ser veloz, me volteé al público y les saqué la lengua de la manera más infantil posible, sí ellos no tenían respeto por los muertos y su carne, yo no lo tendría por sus creencias y normas.
—Nggggg —sonó el gesto con nariz arrugada—. Tontos —espeté de paso.

Y corrí tras el resto, despavorido más bien, a pesar que mi cara solo reflejaba seriedad. Era claro mi pavor cuando apenas llegué al lado de Kevin, porque con mi carita de crío preocupado y alzando las manitas para alcanzar una de las patas mecánicas, no era más que un bebé queriendo ser alzado y resguardado en los brazos de su progenitor... Aunque, bueno, Kevin era solo mi hermano mayor... el más mayor... Nehhh, si era como nuestro segundo padre, para todos, para qué mentirnos.

Contenido oculto: Acción

Hago entrega de Fruta Goma a Rash y luego le pido a Kevin que me tome en upa, porque cobarde se nace, no se hace (?)

 

Lanre

Observó las acciones de Rash quién le entregó en alas a Taqui, él la sostuvo con la delicadeza que era capaz de dar; después escuchó las palabras de Rash con calma, tardó un poco en entenderlas, porque lo hacía pisar una realidad que no podía aceptar; pero el peso de Taqui lo ancló al suelo, pues sabía que no podía seguirlo, Rash le puso el peso necesario para que no levantara alas en vuelo, siguiéndolo sin cuestionar su lógica.

Le había entregado al amor de su vida; y era su deber cuidarla. Porque a dónde Rash se dirigía, no había vuelta atrás. Se había despedido, y eso era lo que Lanre no quería aceptar; pero perseguirlo sería una imprudencia. Sus ojos se cristalizaron mientras su pico se tensaba completamente cerrado. El rano lo puso en la situación más compleja que había experimentado en su corta vida; él, como guerrero que era, se quedaría a luchar o morir con sus camaradas; pero en sus alas estaba la seguridad de Taqui. Pues sabía perfectamente que podía entregar a Taqui a otras patas; pero fue la decisión de Rash al elegir sus alas, fue su voluntad la que decidió por Lanre, esa decisión no le pertenecía, y aquello le dolía.

—Maldita sea, Rash — cerró los ojos, maldiciendo por primera vez; volvió a abrirlos y miró a Taqui en sus alas —Soy un guerrero que cumple sus promesas... cuidaré de Taqui con mi vida —levantó la vista a Rash —Si, seguro.

Escuchó después las palabras de Vite y afirmó, no sin antes mirar a Otto quien iba a acompañar a Rash, no podía creer que él no estaría allí, que no pelearía a su lado, que no moriría con ellos —Rash; me has negado morir defendiendo a los míos. Así que viviré para proteger lo más preciado para ti —miró a Otto, entendía su valentía y deseaba compartirla en ese momento, buscaría pelear si no tuviera una nueva misión —Gravo con cincel sus rostros en mi memoria, porque llevaré su recuerdo a dónde vaya.

Con esto, Lanre dejó a Otto y Rash mientras Vite también se despedía, avanzó siguiendo a Zer con la mirada en Taqui, una completamente nublada por las lágrimas que caían en la ranita con cada paso que daba el pato —Hoy es el día más triste de mi vida... si, seguro.

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La elfa tamboreaba con el pie y miraba su reloj de sol de pulsera, una innovación de Silver City que había conseguido de un desayuno tiempo atrás. Se veía irritada, les había dado un preciso ultimátum y seguían haciéndole perder el tiempo con cursis despedidas.

Ya casi se había colmado su paciencia, cuando un pequeño portal de teletransportación se expandió al lado de Bricia. Era celeste y redondo, con el tamaño justo para que una criatura entrara o saliera de ahí cómodamente. Y justamente, del portal emergió otra elfa muy similar a la primera, pero más alta. Llevaba en su mano izquierda una piedra extraña.

​

-La jefa de jefas...- balbuceó Cliford y se hizo pequeñito. Todos los demás que ya estaban mudos, ahora parecían directamente paralizados.

-¿Aubrey?- exclamó Bricia sorprendida.

-Así es hermanita, lo has hecho bien hasta ahora, pero llegó el momento de relevarte-

-¿A qué te refieres? ¿Y los Capas Rojas del norte?-

-Los malditos soldados reales masacraron a mi escuadra y, como sabes, tengo derecho a reclamar el liderazgo de la tuya-

-¿Pero de que derecho me hablas?- comenzó a responder ofendida e irritada -Vete a la...-

-El derecho a la más fuerte- la interrumpió Aubrey con la sonrisa de quien logró imponer su argumento y lo sabe -¿O acaso quieres volver a probarte contra mí?- extendió aún más su sonrisa, mientras llevaba su mano libre a la empuñadura de la espada enfundada en su cintura, como una simple amenaza.

-N-no... creo que has demostrado tu punto- intentó ocultar su temor Bricia -Has lo que quieras...- agregó con resignación, bajando la cabeza en un suspiro.

-¿Y estos invitados?- se refirió la recién llegada a los aventureros.

-Acababan de pasar la prueba-

-Mi experiencia en el norte me enseñó que perdemos recursos con esos juegos infantiles, acábenlos a todos- sentenció ante la disconformidad de Bricia que igualmente no podía hacer nada.

-¡HURRA! ¡LA NUEVA JEFA NOS DEJARÁ COMER PATO! ¡AUUU!- Aullaba de la felicidad Cliford, mientras volvía a hacerse gigante y todos sus compañeros generaban un estallido al abalanzarse sobre los aventureros.

Hechizos y ataques les llovieron a los héroes que uno a uno iban perdiendo la consciencia. El último en pie era Zer, apenas lo lograba, sólo lo sostenía su amuleto. Sin embargo, el conejo negro le clavó su roja mirada y chasqueó los dedos hacia él, conjurando un conocido hechizo oscuro que alguna vez habría tenido la oportunidad de comprar en el mercado negro.

-Obsidendam- pronunció y finalmente, el último de los aventureros caía y todo se ponía negro...

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Lo que se decidía con esto era la antagonista principal de los Capas Rojas, si todos tomaban la misma decisión sería Bricia, si estaban divididas sería Aubrey como finalmente pasó.

Todos menos Lanre deben lanzar 1d20 en el último post que hayan hecho (tienen 2 días para hacerlo, pero si no lo hacen no será tan grave porque no es para algo muy muy importante así que tranquis).

No hace falta que hagan otro post para eso, de hecho están todos inconscientes técnicamente así que tampoco pueden hacer mucho jaja pero si quieren narrar todo lo sucedido hasta que los dejan inconscientes obviamente aún pueden, simplemente decidí adelantar este post porque ya sé la mayoría de sus decisiones (por el grupo de wsp) pero los que no habían posteado reacciones si aún quieren, re pueden.

Luego verán de qué era el dado y la razón por la que Lanre no lanza, por ahora misterio...

Luego de tener sus dados, realizaré un nuevo post con lo que sucede después de que se les apaga la tele a sus personajes.

 

Jasper

Su ataque llegó certero hacia el objetivo que tenía en mira, haciendo que se desplomara contra el suelo y dejando a salvo a Rash, a quien sonrió cuando éste se giró a mirarlo. Para Jasper era un placer volver a combatir en compañía del imponente rano. Presenció el posterior intercambio de ataques de sus compañeros, acechando alguna posible oportunidad de volver a contribuir a aquella batalla, hasta que todo se vio interrumpido para la aparición de una elfa y un conejo oscuro como el cielo nocturno. Jasper mantuvo su arco tensado, sin despegar la mirada de los nuevos enemigos. Ni siquiera se inmutó al notar que estaban rodeados por una mayor cantidad de enemigo. Más empezó a bajar su arma al escuchar la voz de Zer. El gato negro no era ningún temerario, sabía guiarse por la lógica y Jasper estuvo de acuerdo en marcharse de allí a través del camino que los Capas Rojas abrían en ese momento para dejarlos pasar...

Pero las cosas se tornaron oscuras y desesperantes cuando la líder de los Capas Rojas mencionó que debían abandonar a la rana Taqui. Ella iba a formar parte de un sacrificio por el hecho de haber caído y sería devorada junto a los enemigos caídos. Ante estas palabras Jasper, volvió a alzar el arco y apuntó entre los ojos de Bricia. Se mostraba molesto por aquella complicación y no pensaba permitir que se llevaran a nadie. "Quien quiera que se acerque a un compañero aventurero, antes deberá vivir con el recuerdo eterno de un flechazo" pensaba sin mucha convicción, pues los enemigos eran numerosos...

En ese momento... Pensaba en cómo había llorado por la muerte de su hermano. E imaginó lo mucho que llorarían los demás, toda su familia, si moría en ese momento por soltar la cuerda del arco. Consideraba digno morir por salvar a alguien más pero... Nada le aseguraba que dejarían tranquila a Taqui después de atacar a un grupo de enemigos que lo matarían antes de darle la chance de defender a los suyos... "¿Qué hago?" pensó entonces, mientras el pelaje de su lomo se erizaba producto del miedo... "Si muero ahora... estaré más cerca de necesitar un bastón para caminar" pensó con terror, pues todavía le quedaban siete vidas y envejecería si moría ahora...

Seguía observando a sus compañeros... Cómo cada uno de ellos sacaba a relucir lo que de verdad residía en sus almas. En algún momento sintió furia hacia uno de ellos, pero calló. No era momento de divisiones...

Entonces Rash se ofreció como sacrificio. Sin dudarlo, valiente y convincente ante unos enemigos que accedían a su propuesta.

—Rash... —musitó Jasper, que bajaba el arco producto de la conmoción que le hizo sentir la actitud del monje...

Se mordió los bigotes. La lógica gritaba que debía marcharse para que el sacrificio de Rash no fuera en vano, para no hacerle padecer una pérdida mientras luchaba. Pero Jasper no podía evitar sentirse un cobarde. Se sentía avergonzado por haber dudado cuando la vida de un compañero estaba en peligro. Aunque su familia llorara su muerte, se sentirían orgullosos al saber que había caído defendiendo a los suyos. No era este el final que imaginaba para sus aventuras junto a Rash, pero Jasper se iba a quedar con él. "Paul me abandonó a la muerte dos veces. Pero yo no abandonaré a este valiente rano" pensó, más tranquilo, volviendo a alzar su arco. "Lo cubriré desde la distancia. Espero que esos Capas Rojas puedan con mi agilidad".

Sin embargo, apareció otro plot twist élfico y, cuando quiso darse cuenta, lo habían aplastado con un sin fin de ataques y hechizos. Jasper quedó inconsciente al instante.

 

En algún lugar de Bosque Muerto​

...

Todo estaba oscuro, no habían muerto, pero eso no era mejor que la situación actual.

Los habían dejado inconscientes y trasladado a algún lugar del bosque donde los Capas Rojas tendrían una guarida, había caído la noche. Todos permanecían dormidos y ni despertando podrían precisar donde se encontraban con exactitud. Lanre ya estaba teniendo otra vez sueños con la mosquito.

Jasper fue, no obstante, el primero en despertar. Pudo notar que se encontraba en una pila de animales formada por sus compañeros dormidos y que todos estaban amordazados y con las cuatro patas maniatadas. Lanre dormía, pero se sacudía producto de estos sueños, en una pata le habían colocado también un grillete conectado con una cadena a una bola de acero para que no se volara. Rash y Taqui roncaban, o más bien croaban, con la papada inflada. Los habían despojado de todo su equipo, no tenían más a Roronoa ni a la lámpara con el genio, hasta habían separado a Kevin de su armadura volviéndolo un aldeano cualquiera. Lo único que no habían podido quitarles era el brazalete de Vite.

Un poco más lejos se escuchaban algunos sonidos de otras voces amordazadas, había más criaturas ahí en la misma situación de secuestrados.

Pero lo más llamativo y aterrador fue lo que Jasper pudo ver delante suyo. Apenas abrir los ojos, lo primero que percibió fue la espalda de un conejo enorme, vestido con un delantal cubierto de sangre y con una cuchilla de carnicero.

​

Escuchaba el “¡TAC!...¡TAC!” de los golpes fuertes y certeros con los que cortaba la carne. Estaba rebanando un cuerpo, trozándolo con ese cuchillo que cortaba hasta los huesos. El cuerpo estaba tendido, obviamente ya sin vida, en una mesa que este conejo tenía delante suyo y a medida que le cortaba trozos, los iba tirando a un carrito de metal que estaba debajo de la mesa. Del carro sobresalían unas manos, brazos y otras partes de diferentes cuerpos.

Al aclarársele un poco la vista luego del aturdimiento de despertar, Jasper pudo notar mejor que el animal que estaban cortando era Garret, el ratón que acompañaba a los aventureros cuando los reencontró.

El matarife parecía divertirse haciendo su trabajo, silbaba una melodía alegre y bailoteaba un poco con los hombros mientras seccionaba el cadáver. En un momento tomó una de las orejas y le habló desde la distancia, preguntando a la cara del ratón si podía oírlo.

Una vez el carro estuvo lleno, el conejo lo agarró de una manija que tenía y salió de ese recinto llevándoselo, se escuchaba el ruido del carro y el silbido que se alejaban y los dejaba solos, no había nadie más en el lugar.

Todo era al aire libre, si miraban hacia arriba se veía el cielo, y hacia adelante y los costados había árboles que hacían las veces de paredes en esa guarida que se habían armado haciendo uso de la misma vegetación del sitio, la cual además indicaba que seguían en el mismo bosque en una zona también libre de toxinas. Detrás de los aventureros había una pequeña montaña, estaban como a los pies de esta elevación, por eso el suelo rocoso.

A todo esto, Lanre seguía durmiendo y soñando con esa cosa. Pero en un momento, Jasper que estaba mirando al matarife marcharse, escuchó algo y volvió a mirar para donde estaba el pato, llevándose un lindo susto porque vio de golpe a la mosquito que estaba ahí, en vivo y en directo, acechando a Lanre. Jasper no había conocido ese detalle de la aventura, pero su amigo se había convertido en el huésped de un extraño parásito tras su último viaje en barco.

​

Era de una altura mediana como cualquier conejo y estaba con los brazos extendidos sobre el pato, olfateándolo casi en un trance como si degustara el mejor platillo del mundo. Estaba distraída con esto y de pronto sintió la presencia del gato que creía que estaba dormido como los demás. Se sorprendió tanto como él al verla, incluso podría decirse que se asustó un poco también.

Hizo "¡JJJ!" y dio un salto hacia atrás. Al escuchar este sonido también despertó Lanre y vio toda esa situación y principalmente a la mosquito que estaba de pie frente a ellos y de sólo verla le provocó un terror paralizante

La mosquito no tenía ojos, tenía como las dos ranuritas nomás y llevaba un colgante que sí se trataba de un ojo extraño. Ella tomó ese objeto con las manos y se lo llevó a la cara, donde irían los ojos. Con este ojo en la cara, los observó como si fuera un cíclope y les dijo -Veo que necesitan ayuda- Su voz era áspera, como un Batman femenino. Luego de decirles esto, soltó el colgante, porque igual no precisaba ver para manejarse, no era su principal sentido, usaba la vista más bien por curiosidad.

Caminó hacia ambos con una daga y le cortó la mordaza a Jasper, lo hizo sin mucho cuidado. Ahora, cuando hizo lo propio con Lanre, actuó con mucha delicadeza y le acarició la cabeza mientras lo olía -Jamás en mis cortos cien años había probado una sangre tan exquisita, ¿de qué especie eres?– dejó el espacio para que respondiera y prosiguió con sus observaciones...

-Veo que debe haber pocos como tú, tenemos más en común de lo que crees, soy la última princesa de mi estirpe, de la cual quedamos muy pocos desperdigados por este mundo y ocultos ante la peligrosa intolerancia de sus habitantes hacia los diferentes como nosotros-

Hizo una pausa en la que pareció reparar en la infortunada situación de los aventureros -Puedo ayudarlos a salir de este lugar, de nada me serviría que mi huésped muriese, pero tienen que darme ahora mismo ese... ungüento infernal que no me permite acercarme a mi manjar!!!-

Esto último lo dijo desencajada, tenía un claro desequilibrio emocional. Por ahí estaba tranquila y de repente se sacaba, cuando esto sucedía daba mucho más miedo. Las facciones se le arrugaban dándole un aspecto más monstruoso, si algún enemigo la veía cuando hacía eso, sufriría el doble de miedo y tiempo paralizado.

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Sólo Jasper y Lanre están despiertos por ahora, la mosquito ofrece liberarlos, decirles donde está su equipaje, la salida y ayudarlos a salir y pelear con quien sea hasta que salgan de esta guarida enemiga.

A cambio pide el ungüento para destruirlo.

Pueden decidirlo entre Jasper y Lanre.

Si no aceptan, la mosquito se va, los demás despertarán y tendrán que hacer tiradas para ver si se pueden desatar por su cuenta, de sigilo si viene el matarife, de ataque si lo quieren atacar, etc. y además no sabrán donde está la salida ni su equipaje y deberán explorar un mapita (de un dungeon-bosque, es bastante más pequeño que el de las catacumbas por suerte xd) para encontrarlos.

Si aceptan, ella los desata, los guía directo a equipajes y salida, para que no tengan que dar vueltas de gusto y recorrerían con el mapa todo desbloqueado en vez de irlo descubriendo. Podría avisar de peligros más adelante y también combatiría. Una vez en la salida, se marcharía luego de haberlos ayudado. No les hará nada malo, pero obviamente saben que en unas noches volverá a picar a Lanre.

Si alguien que no sea gato o elfo la mira por primera vez (en Lanre ya sucedió narrativamente) deberá hacer tirada de salvación por fuerza de voluntad y si no la supera queda paralizado por el susto 1d4 de turnos. Con desventaja y doble dado de turnos si ella está haciendo su cara monstruosa.

pd: posteo de nuevo porque dudo que alguien saque otro 20 y a lo sumo, si eso pasa, pues se agrega como que despertó después de Jasper y podría formar parte de la decisión también.

Este sería el mapa de la "sala" en la que están ahora por si hay dudas al respecto:



- El círculo rojo es donde están sus pjs apilados y atados.

- La flecha es por donde salió el conejo, es un pasillo formado con la misma arboleda del bosque auspiciando de paredes.

- El rectángulo girs sería el banco ese donde estaba trabajando el matarife trozando cuerpos.

 

Lanre

Habían caído, habían sido derrotados; ahora sólo la muerte los esperaba; o eso pensó Lanre antes de caer al suelo, sabiéndose débil; era una pésima forma de irse de ese mundo.
Pero despertó. Y miró a "su epifanía" nuevamente, sintió como cada pluma se le levato del pellejo, quedando completamente esponjado; y sin armadura se le notaba más.

Rápidamebte miró a su alrededor; Jasper tenía sus ojos abiertos; los demás dormían, sólo faltaba Garret. Aquel sitio olía a muerte; trató de volar y le fue imposible por el grillete. Instintivamente buscó a Roronoa y notó que no lo tenía mas a su lado y toda la situación cayó sobre sus hombros; haciédolo sentir tan pequeño e impotente.

Al ser liberado de la mordaza sintió un atisbo de calor, era alivio —gracias— murmuró mientras era acariciado —soy un pato —dijo sin temor a la mosquita quién les contaba de su propia estirpe, para después decir que los ayudaría si entregaba ese ungüento, que por fortuna no se puso antes de la batalla.

—Eres muy noble al querer ayudarnos a todos—dijo Lanre levantando la vista hacia ella, no quería cuestionar su benevolencia —Tengo otro amigo al que necesito rescatar; Roronoa, ese es su nombre, no está a mi lado. Es una espada dorada con una joya incrustada, un dúo hermoso —seguía hablando, su voz mostraba tristeza absoluta; a su vez de un alivio al ver a la mayoría con bien... aún.

—Mi sangre es tuya; princesa —su tono de voz cambio a uno con mayor seguridad. A pesar de las palabras que la adivina le dijo tras darle el ungüento resonaban en su mente. Observó a cada uno de sus compañeros; y sonrió para después encontrarse con la mirada de Jasper —haría lo que fuese por ustedes. No hay duda en mi decisión. Mi sangre por que la de mis amigos no sea derramada; si, seguro.

Volvió hacia la mosquita, algo temeroso, la princesa era intimidante —pero no vuelvas a gritarnos, das miedo.

Antes de extender su ala para cerrsr el trato, volvió hacia Jasper —¿Ella es real, cierto? ¿No estoy alucinando, verdad? ¿Estoy haciendo lo correcto...no es así?

 

Jasper

Un sonido sordo y lejano resonaba en lo más profundo de la negrura. Jasper hizo una pequeña mueca con los bigotes, sintiendo que sus sentidos gatunos se ponían en estado de alerta. Por su estado de inconsciencia no podía entender dónde estaba, qué sucedía y porque se sentía tan incómodo. El sonido sordo se volvía cada vez más cercano y potente. Tac. ¡Tac! ¡TAC!

Abrió los ojos lentamente, aún desorientado. La vista se lo tornó borrosa por momentos, pero se adaptó con rapidez a la oscuridad que yacía en aquel páramo desconocido. Pudo notar que se encontraba en lo alto de una pila de cuerpos de animales. Cuando quiso moverse advirtió que se encontraba inmovilizado, sus patas habían sido atadas y tampoco podía emitir sonidos por una mordaza atada con firmeza en sus fauces. Su mirada se volvía de a poco más nítida y pudo reconocer a sus compañeros, por suerte seguían con vida. Lanre no se encontraba muy lejos de él, le habían atado una bola de acero a la pata porque, según imaginó, maniatar a un pato debía de ser demasiado engorroso.

Entonces detectó al conejo inmenso que tenía delante. Jasper se quedó profundamente impresionado cuando notó que estaba cortando en trozos el cuerpo de un animal. Su cuchilla era la que emitía el sonido que lo había despertado. Atravesaba carne y hueso como si no fueran nada, y los trozos iban a parar a un pequeño carro junto al Capa Roja, junto a partes desmembradas de otros animales. El gato sintió náuseas. Era consciente de la existencia del canibalismo en los animales, pero verlo con tanta crudeza era terrible. El conejo se marchaba, mientras Lanre seguía gimoteando entre sueños, al parecer estaba teniendo pesadillas.

“¿Qué hago?” pensaba, observando con detenimiento al matarife y el sitio que los rodeaba. “No conozco este lugar. Aunque estamos vivos, poco duraremos si permanecemos desarmados y atados” meditó un instante… “No he visto si olvidó el cuchillo en la mesa. Tal vez si rompo mi mordaza y me arrastro hasta allí…”

Los pensamientos del gato se vieron interrumpidos por un extraño sonido. Se giró con rapidez y lindo fue el susto que sintió al ver a la criatura que acechaba a Lanre. “¿Cómo…? ¿Un mosquito?” pensó con horror. La criatura detectó su presencia y se asustó tanto como él. A Jasper le hubiera gustado responder a su “JJJJ” bufándole un “AAAJJJJ”, pero con la mordaza no era posible. Jasper no le quitaba los ojos de encima pese al miedo, no le gustaba la forma en que estaba acechando a su amigo pato. Sin embargo, para su sorpresa, la mosquito les quitó las mordazas. Jasper hizo una mueca cuando sintió un ligero corte en la mandíbula inferior; la sangre se impregnó en su lengua, pero al menos ahora podía hablar.

Notó cómo la criatura trataba a Lanre con más cuidado. Jasper no sólo era explorador de tierras, a veces le gustaba explorar información sobre el mundo. Conocía un mínimo sobre la biología de los mosquitos, pero sólo eran datos estimativos y poco precisos. Sin embargo, sus lecturas le habían servido para comprender que Lanre había sido elegido como huésped de aquella mosquito, lo cual no le hacía gracia. Ella les ofrecía ayudarlos a escapar de aquella situación peliaguda, pero a cambio de destruir un ungüento protector. Lanre, en su gran nobleza, aceptó entregar su sangre con tal de salvarlos a todos. Justo en ese momento Rash soltó un sonoro croar-ronquido que le hizo rememorar su voluntad para sacrificarse por los demás aventureros.

¿Ella es real, cierto? ¿No estoy alucinando, verdad? ¿Estoy haciendo lo correcto...no es así?​

“Pero… a la larga te dejará seco y morirás” fue el pensamiento que rondó la mente de Jasper mientras clavaba sus ojos gatunos en su amigo. No quiso mostrar tristeza hacia Lanre ni desconfianza hacia la mosquito, lo peor que podían hacer en ese momento era rechazar la ayuda que ofrecía. Era aquello… o ver cómo cortaban a los aventureros en trozos… Pero, finalmente, Jasper asintió lentamente con la cabeza. “Lo prioritario es escapar de este lugar. Luego veré qué puedo hacer por ti”.

—Yo también puedo verla, por lo que no es una alucinación, es tan real como nosotros —dijo con un tono de voz calmado. Había logrado serenarse un poco—. No sé si es correcto o no, lo importante es que tu decisión nos da una oportunidad de salvar nuestras vidas. Ese conejo que se ha marchado hace unos momentos estaba despedazando al ratón que iba con ustedes cuando llegué al bosque. Si no actuamos rápido, si no estudiamos el terreno a tiempo, los siguientes seremos nosotros —miró a la mosquito y tragó saliva. Esperaba que no volviera a poner esas horrorosa cara arrugada—. Acompaño a mi amigo en su decisión —afirmó—. Pero… ¿Cuál es tu nombre, eh… su alteza?

 

-Intentaré controlarme, pero no prometo nada- le respondió a Jasper, era un poquito encorvada y tenía un comportamiento que denotaba bastante falta de tacto y habilidades sociales, su condición la obligaba a marginarse -Mi nombre es Epifania- agregó desconociendo lo irónico de esa casualidad, mientras rompía la cadena del grillete de Lanre, liberándolo.

-Sígueme, te guiaré hasta el equipaje, delicia- le dijo avanzando unos pasos hasta lo que parecía una pared de árboles sin sendero alguno.

-Ahora podrás volar, pero te recomiendo que no lo hagas o podrían detectarte, si necesitas un panorama general yo me encargo-

Dicho eso, avanzó por la espesura unos pocos metros y otro claro auspiciando de sala se desplegó ante ellos.

Los ojos de Lanre brillaron un momento, encandilados por un destello dorado. En ese lugar tenían la montaña más grande de oro y joyas que esos ojos habían visto.

-¡Por aquí, guerrero!- se escuchó luego, a un lado del tesoro, donde también podía notarse la pila de sus equipajes junto con los de algunas otras víctimas recientes.

Inmediatamente, Lanre pudo reconocer la voz, se trataba de Roronoa que agitaba alegre una pata como llamándolo.

-Gracias a los dioses, pensé que me quedaría solo otros cinco mil años, junto a otra pila de tesoros que no podría disfrutar- festejó al reencontrarse con su amigo, para después reparar en la mosquito y pegar un grito -¡AHH! ¿Qué es eso? Con... todo respeto, se... ¿señora?-

-Señorita, ¿pero quién está hablando?- reaccionó Epifania con confusión, debiendo utilizar su ojo para comprender que se trataba de un ser incorpóreo, por eso no lo percibía con sus otros sentidos -Oh, ya veo...- exclamó y luego se dirigió a Lanre -Bien, ahora dame ese ungüento, dulzura...- Por lo visto no sentía pudor a la hora de llamar a su manjar de maneras incómodas.

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Amelie Bruno TDF



En el 1 estaría Jasper con los demás, en el 2 sería donde entraron Lanre y la mosquito, lo cual es un claro con un gran tesoro de oro y joyas y los equipajes.

Una vez pueda destruir el ungüento, la mosquito revelará toda la panorámica del mapa e indicará la salida y demás. Cuando eso suceda ya les colocaré el mapa completo y marcada la salida.

También una vez hecho esto, liberará y despertará al resto.

 

Lanre

Las palabras de Jasper le preocuparon, habíamos perdido a Garret, no lo conoció mucho; pero no era ajeno a su grupo, así como lo era Solerade. Ya no podían hacer nada por él más que desearle un reencuentro en el más allá con familia y amigos. Después, Jasper hizo una pregunta que Lanre no había pensado, en su descortesía no había preguntado su nombre; y al escucharlo sonrió ante la ironía de todo aquello.

Ahora estaba libre; pero sólo el, mostrando que Epifanía quería librarse primero de aquel ungüento para poder confiar plenamente en su huésped. Epifanía lo fue guiando hasta llegar al destello dorado, una montaña de tesoros. Y entre ellos, se encontraba el brillo de su amigo, allí estaba Roronoa quién lo llamó alegre, Lanre le respondió con una sonrisa y sus alas al aire; emocionado con ese reencuentro. Avanzó hacia él y este reaccionó ante Epifanía y ella hacia Roronoa.

—Esta es mi Epifanía—mencionó Lanre a Roronoa, ignorando lo extraño que sonaba aquello a oídos de alguien que no había convivido con ellos en todo ese proceso —Y él es Roronoa, el mejor comediante y poeta, un guerrero admirable y mi increíble amigo— mencionó buscando entre su mochila el ungüento, tratando de desviar su vista al tesoro, pues primero debía sacar a sus amigos de su predicamento.

—Aquí está— mencionó mostrándole el frasco — Ahora volvamos con los demás, no quiero que suceda otra desgracia.

Lanre estaba preocupado por sus amigos; aquella angustia era mucho más grande que su avaricia, sus pecaminosas alas no se verían tentadas por el oro.

"¿De qué me sirve el oro si pierdo al más grande de mis tesoros?" se dijo mentalmente mientras ignoraba el brillo —Volveremos aquí con mis amigos cuando nos ayudes a liberarlos, dulzura —Respondió ante la palabra, pensando que era una cortesía entre los mosquitos — Y con ellos recuperaremos nuestras cosas y saquearemos juntos a estos malditos caníbales —sonrió con una leve malicia —y Zer podrá hacer popó en alguna esquina para dejársela de regalo; todos podemos hacerlo, si seguro —su humor escatológico era demasiado —Ni los escarabajos presentes se alegrarían con aquel regalo, todos fruncirán sus asquerosos orificios... nasales, con el hediondo aroma de las zanahorias procesadas por un sistema digestivo vegetariano —Apretó su puño y levantó su ala al aire de manera revolucionaria.

 

-¡JJJ!- reaccionó la mosquito ante el frasco, cuando Lanre lo mostró y se lo puso cerca -Tendré que envolverlo- mencionó sacando un antiguo pañuelo negro con ribetes rojos de entre sus ropajes. Tuvo que hacer eso porque la pintura exterior del recipiente también llevaba componentes del mismo ungüento.

-Ahora vuelvo- exclamó, con el frasco en sus manos, voló hacia arriba unos centímetros y luego desapareció de golpe. Sólo se escuchó un leve zumbido que se alejaba por unos instantes. A los pocos segundos se volvió a escuchar el mismo zumbido, pero ahora cada vez más cercano, hasta que la mosquito volvió a aparecer de la nada -Listo- culminó sacudiéndose y las manos.

Luego el pato habló y Epifania estuvo de acuerdo con todas sus peticiones, mientras que Roronoa lo alentó y secundó en su venganza escatológica.

-¡Así se habla! ¡Yo les dejaré ectoplasma regado por todos lados!-

Finalmente, regresaron a donde estaban los demás y la mosquito cumplió con su palabra, cortando con su daga las ataduras de los aventureros. Lanre y Jasper pudieron despertar al resto, quienes además de la horrible situación, también se encontraron con la horrible visión de la mosquito.

Tuvieron unos breves momentos para recomponerse, ponerse al día y asimilar lo sucedido, pero no tuvieron tiempo para ir a buscar su equipaje, pues enseguida comenzó a sonar el silbido y el ruido del carro del matarife aproximándose. Jasper sabía de qué se trataba, la mosquito también.

-¡Rápido! ¡Escóndanse!- les recomendó, mientras se preparaba para intentar paralizar al enemigo con su mueca tenebrosa.

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Monpoke Mori Gigavally rapuma Amelie madarauchiha Bruno TDF Alisse Madness Ayeah Sensy

Todos han despertado!

PV ACTUALES:
El Guerrero y el Monje tienen 5pv
Exploradores tienen 3pv
Magos y Pícaros 1pv

EQUIPO ACTUAL:
Todos, excepto Lanre están sin su equipo, sin armas, armaduras, etc.
Lanre tiene acceso a los objetos de su inventario, pero no tiene puesta su armadura y no se la puede colocar en batalla o situación de peligro.

DAÑO ACTUAL:
Los que no tienen armas ni lanzan hechizos atacarán con sus puños (no sumarán su nivel en el d20 de Impacto, salvo por el Monje que suma su nivel con puños, y harán 1d4 de Daño).

HECHIZOS ACTUALES:
Los magos cuentan con los hechizos diarios que tenían cuando los derrotaron +1 (recuperaron 1 mientras dormían inconscientes)

HABILIDADES ACTUALES:
Obviamente siguen teniendo acceso a todas sus habilidades de clase o raza y suman sus niveles en las tiradas que lo permitan.

Cualquier duda o si me faltó aclarar algo más me avisan!