Capítulo III

Rash Colds

Permaneció en silencio cuando la madre de Jasper se presentó y contó su historia. El monje miró a Jasper sin lástima; la lástima era encargada a algo que no tenía futuro, a algo que no era irremediable. Pero el noble Jasper aún podía hacer cosas, aún podía sacar más sonrisas que lágrimas a su madre. Era una situación delicada y no quería entrometerse más de lo que era necesario.

—Señora Penélope, usted tranquila. Mi nombre es Rash Colds, monje al servicio de la Rana Tuerta. —una pequeña inclinación. —Como bien ha dicho el maese Lanre, usted no se preocupe. Nosotros nos encargaremos de hacer una comida para todas las bocas presentes, incluida la de usted y la de los pequeños hermanos del noble Jasper. Su hijo nos ayudó a salir de una mazmorra donde podríamos habernos quedado atrapados para siempre. —observó los ingredientes que Lanre había comprado y le pareció acertado. Él compraría algo también, aunque ahora que lo pensaba no estaba seguro si tenía oro consigo. —Todos los animales llevan una sombra, y cuanto menos se encarna en la vida consciente del animal, más negra y densa es. Es todos los sentidos, forma un enganche inconsciente, frustrando nuestras intenciones más bienintencionadas. La luz es fácil de amar, no siempre la oscuridad. Créame que su hijo es noble y sobre todo, honesto.

Sacó un par de monedas de oro que depositó sobre la barra.

Contenido oculto

• 5 panes
• 3 lentejas
• 5 zanahorias
• 10 tomates
• 3 papas
• 1 tofu
• 1 miel
• 1 aceite de oliva
• 1 ajo

Le copio a Amelie y también quiero para una sopita.

Y agrego esto:

• 1 cerveza
• 2 papiro
• 2 tintero y pluma

 

JOU

La melodía que sonaba en mi mente era particularmente tranquila, parecía tan real que incluso inconscientemente mire a los demás para ver su reacción ante la música, pero a medida que Dellen me explicaba podía entenderlo, lo mire con ilusión y agradecimiento sacando de inmediato mi libro de hechizos para registrarlo, era la segunda vez que alguien me enseñaba un hechizo que no tuviese que ver con la magia oscura.

Extendí mi meñique asintiendo con una gran sonrisa a su pregunta— por su puesto ahora somos amigos— y enrollé mi dedo con su garra. Ese gesto me lo había enseñado jou, significaba mucho para mí, era como esas promesas inquebrantables donde das la vida para cumplirlas, la libertad no era tan mala después de todo,

Mire de reojo a Zer nuevamente preguntándome si él también me veía como a una amiga, o seguía siendo una desconocida, quizás tener un lazo oscuro en común no nos hacía tan cercanos, redirigí mi mirada al inconsciente paul y de lejos mire a Jasper, ellos solían ser amigos y no tenían ese lazo, la amistad parecía ser algo más complicado de lo que pensaba.

 

Almacén
[Otto, Lanre, Rash, Jasper, Dellen, Zer, Jou]
​

-Por los dioses...- exclamó Penélope, casi como en un suspiro y agarrándose la cabeza, al ver a Paul -Era sabido que tendría un final así, es un milagro que te hayas apartado a tiempo de ese camino- La almacenera estrechó a su hijo en un abrazo, uno de una clase muy particular que hacía tiempo no sentía, era un abrazo maternal.

Luego, sus nuevos amigos ayudaron a desdramatizar y quitarle peso al momento cuando comenzaron a hacer sus pedidos. Los primeros en habla fueron Dellen y, obviamente, Lanre que esta vez pensaba en hacerse una sopita. Quizás el reencuentro emotivo lo había hecho pensar en alguna receta familiar, eso inspiró a Rash que también compró para preparar lo mismo.

-Vaya, un pato y un monje.. supongo que esta vez has elegido un poco mejor- mencionó al ver bien a Lanre y Rash, mientras recogía las cosas que le habían encargado. También le agradó que los demás demostraron ser bastante corteses, al menos los que hablaron -Pueden utilizar mi cocina, es humilde, pero tendrán lo que necesitan- apuntó con su cabeza para señalar un fuego que había dentro del mismo almacén, con un caldero y varios trastos para cocinar.

-Pero no lo dejes aquí, llévalo adentro, algún cliente podría verlo y no estamos para espantarlos- volvió a dirigirse a Jasper, refiriéndose al Paul inconsciente. Atrás del mostrador había una puertita de madera que conducía a un angosto pasillo, y tras él, la casa en la que el gato se había criado. A pesar de ser humilde y con pocos muebles y lujos, era bastante amplia, contaba con muchas habitaciones para muchos hermanos. Al llegar a la sala comedor, pudo ver jugando junto al calor del hogar a unos siete cachorros de la camada más joven -¿Tú quién eres?- le dijo uno de ellos que se acercó con curiosidad a Jasper. Cuando se había marchado, los gatitos de esta camada aún eran un pequeños y ahora no lo recordaban.

-Las cosas no van muy bien con el negocio, su compra y que inviten la cena realmente es de mucha ayuda, aventureros- le dijo al resto del grupo, siendo estas palabras las más amables que un poblador de Shallowaters se podía permitir, a la vez que terminaba de dejar sobre el mostrador todos los productos solicitados y tomar a cambio el oro. La gente de este pueblo era hosca, pero seguía teniendo alma.

 

En ese momento, se empezó a sentir a lo lejos la música de una melodía que avanzaba hacia el almacén -Cinco calles he cruzado, seis con el callejón. Sólo me falta una, para llegar a tu corazón- alguien cantaba y ejecutaba un instrumento de cuerda.

-Oh, no otra vez...- esbozó Penélope, llevándose la palma al rostro. Acto seguido, un gato naranja con una lira abrió la puerta de una patada e ingresó, sin dejar de interpretar con su instrumento -Buenas tardes, aventureros. Mi nombre...- hizo sonar las cuerdas como en un flamenco -...es Eros- se presentó intentando una mirada seductora. Llevaba ropas de bardo color lila azulado y un sombrero del mismo color con una pluma roja.

-Penélope me ha flechado, y vengo a cortejarla. No quiero quedarme el negocio, tan sólo a la encargada- les aclaró -No esperes más por Ulises, tu amado no volverá. Si lo hace tendrá cicatrices, y tú ya no lo querrás. Elige a este gato apuesto, que ahora te vino a cantar. Un gato que no está muerto, que siempre te va a amar-

-Ya sabes que no saldré contigo, Eros, tus rimas son trilladas y de manual- lo cortó en seco la gata.

-Pero querida... es tanto lo que te quiero y tanto lo que te adoro, que tengo tu retrato en mi cuarto, dentro de un marco de oro-

-¡Qué asco! Vete, shu, shu!- le replicó Penélope y el gato se dio media vuelta y agachó la cabeza apenado, para luego marcharse con la lira bajo el brazo.

-Lo siento, esto pasa todos los días..- comentó la gata y Eros volvió a asomarse por la puerta -Como una pata sin dedos, como un jardín sin recreo, así es como me siento yo el día que no te veo- Penélope le lanzó con un zapato y el gato se fue, esta vez definitivamente, tras un maullido y el sonido de cuerdas rotas.

El rato que estuvieron ahí, desfilaron varios pretendientes más, que uno a uno eran rechazados. Intentaban conquistarla por su fuerza, riqueza, talentos, belleza o, como en el último caso, juventud. Un joven y apuesto gato aducía que su juventud lo hacía el mejor candidato y que su esposo ya estaba muerto, haciendo mucho hincapié en eso, lo que enfureció a Penélope porque realmente era algo que se comentaba mucho en el pueblo -Era un simple almacenero, ¿enserio crees que podía con un dragón? Incluso si tuvo la suerte de encontrar a uno, seguramente lo devoró de inmediato- mencionó el gato con frialdad y esto apuró la respuesta de Penélope -¿Y tú vienes a hacer leña del árbol caído? Retírate ahora mismo de mi tienda- le dijo muy enojada.

-¿Y si no qué?- la desafió el gato. Ella ni respondió, sólo sacó un cuchillo y comenzó a avanzar hacia el joven que intentó retroceder asustado. Sin embargo, se topó de espaldas con lo que parecía un bloque de acero, pero al darse vuelta vio que se trataba de un gato. Uno abrumadoramente fuerte, el ki nomás de este tipo les paró los pelitos a todos los presentes, salvo a Rash que era lampiño.

​

-U-u- ¡¿Ulises?!- gritó el gato y salió disparado, completamente pálido, hacia afuera.

-¡Ulises!- gritó Penélope -Has vuelto- exclamó primero contenta -¡Veinte años después!- agregó ya más enojada y se dirigió como a atacarlo o golpearlo, pero detrás del gato salió un gatito que se asomaba tímidamente detrás de su capa.

​

-Es verdad, me llevó 20 años matar a ese dragón, pero el rey nos ha cumplido nuestro deseo, Penélope, ¡le ha devuelto la vida a nuestro hijo!-

-¡Telémaco!- Gritó ella, cambiando su expresión, gratamente sorprendida y corrió a abrazar al cachorro. Había sido un día cargado de emociones.

Ante los ojos de los aventureros, estaba la prueba de que el rey cumplía muy bien los deseos reales y de que era posible vencer dragones entrenando adecuadamente por el camino, Ulises era un simple almacenero cuando emprendió su aventura de 20 años. También tenían la posibilidad de preguntar acerca de las debilidades de estas criaturas y con suerte poder oír algunas historias épicas.

 

Dellen
Seguí manteniendo mi mano sobre su frente mientras le seguía haciendo escuchar dicha música cuando en determinado punto, Jou empezó a girar su cabeza mirando a los demás, supongo que intentando comprobar si alguien más la escuchaba pero no tardó en llegar a darse cuenta que de hecho no, nadie lo hacía.

Acto seguido, sacó una libreta donde empezó a apuntar mis explicaciones con claridad. Por un instante, me miró con la mirada llena de ilusión y agradecimiento hacia mí para luego empezar a apuntar, punto por punto, aparentemente encantada de que se lo estuviera explicando todo con pelos y señales, hasta que finalicé mi explicación.

Luego extendió su meñique hacia mí y, con gran sonrisa decirme que por supuesto que éramos amigos ahora y enrolló su meñique en una de mis garras, ¿Así que realmente quería que se mantuviese como una promesa inquebrantable? Jé, de acuerdo, por mi parte no tenía el menor atisbo de problema, ¡Todo lo contrario!

Posteriormente miró a Zer de reojo, se quedó un instante mirandole, solo para luego mirar a Paul y a Jasper, algo que me hizo mirarla de nuevo.


— ¿Estás preocupada por algo?—. Pregunté aun con calidez, más casi no me dio tiempo a decir nada más cuando Penélope exclamó algo, lo que me obligó a voltearme solo para darme cuenta que había visto a Paul, para luego decirle que era milagroso que se hubiera escapado de ese camino a tiempo.

De hecho si... Honestamente de no haber salido nos hubiera tenido a nosotros como enemigos seguramente o, aun peor, a sí mismo... No tendría familia a la que volver, o, quien sabe si no habrían mandado matarlos. La magia oscura es lo que hacía, corrompía a todos, yo quiero estudiarla pero no aplicarla, porque sé por donde me llevaría ese camino...

Luego Penélope abrazó a Jasper, mientras que posteriormente le indicaba a Lanre que podía hacer uso de su cocina, no sin antes remarcar que había elegido mejor esta vez a sus amistades. Supongo que no tenía tampoco muy bien visto a nosotros los magos, aunque un monje y un pato eran mucho más importantes.

Jasper se marchó, tal como dijo, a ver a sus hermanos y, en cuanto a nosotros, Penélope nos confesó que las cosas no iban bien en el negocio y que precisamente nuestra compra y que ayudaran a la cena, era de ayuda. Bueno, era lo de menos, era la madre de un miembro del grupo así que lo suyo era ayudarnos mútuamente.

Cuando nos íbamos a mover, una voz cantante y el sonido un instrumentode cuerda entraron por nuestros oídos y, a juzgar por la reacción de Penélope, no era la primera vez que lo escuchaba.

— El típico idiota como si lo viera—. Dije en voz baja cuando el gato empezaba a hablar con rimas más cliché que las de un poema escrito por un amateur, quien intentó cortejar de todas las maneras posibles a Penélope. La gata comentó que eso le pasaba todos los días, algo que ya era usual que cansara, creí que tras el típico "¡Qué asco! Vete, shu, shu!" funcionaría pero nop, sinó que el gatito de marras empezó a asomarse por la puerta, y tras una rima proveniente de Peélope, le lanzó un zapato no jutsu que acabó expulsándolo definitivamente.

— Con necios como él la vida no vale la pena, la expulsión ha sido, más que digna para un insensato cualquiera—. Añadí con amabilidad al ver la sorprendete acción, solo para darme cuenta empezaron a entrar pretendientes uno tras otro, tras otro, pretendientes que Penélope iba expulsando sin titubear, hasta que el último de ellos que parecía la viva imágen de su juventud, diciendo que era la mejor elección a causa de la muerte de su marido y, esos comentarios del pueblo enfurecían a Penélope. De todos modos, al escucharle hablar... Dijo que "Era un simple almacenero que y preguntó con cinimso si era capaz de poder con un dragón, incluso si tenía la suerte de hallarse con uno lo habría devorado de forma instantánea, algo que me hizo apretar los puños con ira, algo que no me habría contenido, de no ser porque Penélope, empezó a encararse contra ese hijo de puta diciéndole que se largara por ir a hacer leña del arbol caído y que se largara, algo que me hizo asentir con la cabeza.

El bacilón del gatito guaperas le desafió pero Penélope sacó un cuchillo y comenzó a avanzar hacia el otro gato, el cual, aparentemente intimidado comenzó a retroceder mientras en mis labios se formaba una sonrisa, pero, me acordé de Jou, por lo que la miré rápidamente.

— Tranquila, esto no va a ir a más, solo trata de intimidarle—. Susurré hacia la elfita para volver a mirar a la situación.

El gato blanco se topó de espaldas con otro gato que estaba de "pilar" mirando a penélope.

Su presencia era imponente, hasta el punto de que mis pelos se me erizaron mientras el gato bacilón también se volteó a girar para ver contra lo que se había topado, sorprendiéndose a ver al gato al que llamó "Ulises". Su imponencia hizo que se me pusieran los pelos como escarpias y, tras mostrar su mayor cara de miedo, se fue corriendo mientras que la expresión de Penélope iba cambiando a una de total alegría al verlo, diciendo que había vuelto, solo para pasar a una de enojo para recriminarle por que haber estado dos décadas ausente, pero rápidamente Ulises le dijo que realmente había tardado ese tiempo en acabar con el dragón, de hecho un gatito se asomó por la espalda del enorme gato.

Ulises, felizmente dijo que realmene el rey le cumplió el deseo de devolverle la vida a su hijo, algo que realmente me alegraba horrores. Así que el rey realmente devolvía la vida a los caídos ¿eh?.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro, mirando a Jou mientras ellos se abrazaban.

— ¡Que alegría le daréis a Jasper!—. Exclamé encantado— Honestamente creo que la necesita como nunca.

 

Lanre

Sonrió a Penélope cusndo kba a dirigirse a la cocina; Rash iba junto con él, seguro ambos prepararían una gran sopita. Pero fueron irrumpidos por un disonante poeta —Sus rimas parecen de tarjetas de regalo, o de esas que te dan cuando estás enfermito—susurró Lanre ante Rash mientras escuchaba todo lo que sucedía. Lanre negaba a cada verso pero le parecía gracioso, hasta que comenzó a usar el verso con tono perverso.

—La poesía y la agresión nunca riman —dijo viendo correr al gato hacia el exterior por culpa del padre de Jasper; quien había obtenido el deseo que querían y el pequeño gatito lo acompañaba, el plumaje de Lanre se esponjó como si hubiera una gran corriente de aire, aquel gati verdaderamente desataba un aura impresionante. Lanre sonrió emocionado, el pesar que lo había embargado momentos atrás se esfumó; y el saber que sólo quedaba alegría dentro de ese sitio lo inspiró aun mas a crear una sopa que les permitiría a todos comer mientras escuchaban grandes historias.

—¡Esto da para una celebración! ¡Prepáren sus paladares que prepararé la receta de mi querido padre! Para honrar la presencia y regreso de otro. La reunión de una familia y la camadería en grupo.

Lanre estaba demasiado emocionado —Vamos Rash, te enseñaré un par de trucos, porque los monjes viven sin sazones ¿O no es así?

 

Rash Colds

Afirmaba a las palabras de su amigo pato mientras observaba las escenas cruzado de brazos. Le parecía inquietante las tragedias que podían acontecer con un corazón egoísta; los animales, después de todo, no eran tan distintos a los... humanos. La escena terminó abruptamente cuando un guerrero colosal hizo aparición divina por la puerta del comercio de la familia de Jasper. Rash no lo percibió del modo físico como sus compañeros, él lo vivió mentalmente, con sus sentidos palpando una densa aura que los envolvía a todos; sentía que hasta podía palparlo en el aire. Seguridad absoluta. Un guerrero de dimensiones desorbitantes.

—Nada me hace más placer que ver esta gran reunión, que por supuesto estoy seguro, la Rana Tuerta ha sabido convocar. —se persignó. —Mi nombre es Rash, antiguo clérigo de la Rana Tuerta, ahora monje de la divinidad de su Alteza. A su servicio. —chocó la palma de su pata con una pata cerrada. —Pero tengo tantas preguntas, tantas inquietudes que me gustaría que sepan respondidas por su experiencia en la caza. Mi pregunta quizá es un poco retroinspectiva. Me gustaría saber de su viaje de conocimiento, nada más. Cualquier cosa que pueda aportar a mi conocimiento sobre el mundo. Lo que no está escrito y lo que no está contado. Pero ahora disfrute de su familia, noble señor, que el maese Lanre me enseñará unos trucos de cocina que estoy seguro serán la combinación ideal para cerrar este ciclo de su aventura. Con permiso.

Mientras se daba la vuelta y seguía a Lanre, notó que sus pupilas estaban completamente dilatadas, producto del éxtasis que estaba recibiendo en su cuerpo en esos momentos; la droga libera de su organismo endorfinas que anestesiaban la razón, la gravedad y sobre todo, la realidad. Cerró los ojos y se rascó una pata en todo el proceso mientras miraba a Lanre producir una magia increíble digna de su especie mítica. Rash se sabía drogado y esperaba que algún vaso de agua le ayudase a quitarse el malestar. Pero se dio cuenta que no podía abrir la boca, se le derretía. Miró a Lanre, esperando que el guerrero adivine una razón a su mirada. Quería hablar. Mover la lengua. Nada. No tenía boca.

Eructó y mágicamente volvía a hablar. Aunque su eructo fue más un croar simple, siempre causaba mala impresión. Se disculpó con un leve asentimiento de cabeza antes de continuar con Lanre.

—Espero que no —bromeó con energía para luego dar una carcajada campechana. —Será la primera comida de monje que coma. Pero si repartimos la carne como la carne de la Rana Tuerta, podré comer mucho y estaremos bendecidos. Pero claro, no puedo hacerlo sin consultar al resto. No te preocupes, cocínalo como quieras. Entre tú y yo. —acercó su boca al oído de Lanre. —No siempre nos ve.

Le sonrió y le animó a que le enseñara los trucos de cocina al estilo Lanre.

 

Lanre

Observó a su compañero mientras se dirigían a la cocina que Penélope les había mencionado, pues no sólo quería cocinar, sino también darles su espacio a los gatos para que se sintieran cómodos en su reunión; dejándolos allí con sus otros dos gatos amigos, la pequeña elfa y Otto, el ratón.

Algo en la mirada de Rash le trajo recuerdos, ojos así los vió en el estanque en el bosque, su propia mirada dilatada por culpa de su hambre y unas setas dudosas; si bien, Lanre conocía los efectos, no entendía de dónde los había obtenido Rash. Sabía del veneno de la piel de Rash debido a su historia que contó antes de entrar a las catacumbas, pero su mente no hacía la sinapsis necesaria para ligar ambos factores —No creerás que la receta secreta de mi viejo es alguna especie de caldo cósmico ¿O si?

Siguió escuchando a Rash para después llevar su ala al pico para indicarle que se callara mientras veían a todos lados —¿Dijiste... carne? — negó —Leí que la carne de la rana tuerta es como decir pan ¿no es así? Pan... si, seguro.

Lanre sonrió —me alegra saber que no siempre nos ve; sería poco grato pensar que me ve volando cuando suelto regalos por los aires; no, qué vergonzoso.

Comenzó lavando sus alas para después iniciar cortando los ingredientes —Eres muy agradable mi estimado Rash— dijo con sinceridad; pues creía que el rano era alguien muy formal todo el tiempo y a veces, por ello cerraba el pico en su presencia. Todos el el grupo eran muy sabios y a veces él se sentía muy intimidado por ello — He sido afortunado de encontrarme con usted en esta vida tan corta que tengo.

 

Rash Colds

—¡Pan! ¡Claro! Que despistado de mi parte... —se llevó una mano a la boca y sonrió cómplice de su amigo mientras veía con atención los pasos a seguir. Le sonrió con gracia sobre el caldo cósmico de su padre. —No tendría ningún problema en probar algo de ese estilo. A decir verdad, mi dieta es muy variada e incluir algo cósmico no sería nada malo.

Él se quitó las vendas de sus patas y las lavó después que Lanre, procurando limpiar bien las membranas entre pata y pata. Se acercó con todo su corpachón a un lado del pato, ayudando a cortar las verduras y a calentar un poco de agua en una olla. Rash sonrió con nostalgia a las palabras de Lanre.

—Maese Lanre, creo que sólo una vez en la vida encuentras a ciertos animales que pueden dar un giro completo a tu mundo. Cuando ocurre algo maravilloso, no puedes esperar a contárselo, sabiendo que compartirán tu emoción. Nunca hay presión, celos o competencia, sino una tranquila calma cuando están cerca. Puedes ser tú mismo y no preocuparte por lo que piensen de ti. —le sonrió. —Así me siento contigo, Lanre. —tuteó por primera vez desde el comienzo de sus aventuras, demostrando que se sentía en plena confianza con el pato. —El afortunado fui yo al poder compartir este viaje de dimensiones exorbitantes contigo. Dime, Lanre: ¿Cuál será tu deseo una vez nos presentemos ante el rey?

 

Lanre

El efecto del alcohol comenzaba a bajar, volviéndolo algo mas lento; sirvió dos vasos con agua, uno para Rash para que los efectos de su droga disminuyeran y después el otro vaso para él, así disminuir el alcohol en su pequeño sistema.

Escuchó en silencio las palabras de Rash mientras sonreía y arrojaba las verduras al agua hirviendo que el rano había preparado. Así iniciaba la cocción mientra preparaba las especias para darle un mejor sabor —yo ya estoy viviendo mi mayor deseo — lo miró —siempre quise explorar nuevos horizontes y convertirme en guerrero, como ya podrás haberte dado cuenta, no puedo estar quieto, y eso es porque crecí escuchando historias de mi padre, quien es un elfo. Tenía tantas... —dijo mientras mezclaba los tomates con algunas plantas aromáticas y cebolla —y yo sé que mi vida será corta y no podré tener tantas historias como él; es por eso que soy impaciente —dejó el cuchillo a un lado — yo antes era un pato que comía todo crudo, a veces a ese tipo de aninales les dicen crudiveganos —soltó una pequeña risa — pero la razón de por qué lo era fue llanamente porque no quería perder tiempo cocinando — tomó la tabla con los ingredientes y los arrojó al agua con verduras — por ello terminé enfermo y casi muerto tras comer unos hongos en el bosque — volvió a enguagar sus alas limpiando cada pluma — mi padre me dijo cuando desperté días después, que era importante tomar mi tiempo de contemplación, quedarme quieto unos momentos, y me llevó a la cocina a preparar esta misma sopa — mencionaba con nostalgia, después acomodó lentamente unos lentes imaginarios en su rostro —Pequeño Lanre...— dijo imitando una voz mas grave que la suya—... si no bajas tu ritmo acelerado de vida, no vas a disfrutarla como deberías. A veces, los recuerdos que mas se mantienen frescos en nuestras memorias no son los más desenfrenados, a veces son estos... un hijo con su padre preparando estofado— una pequeña lágrima se escapó del ojo del pato, no la limpió pues fue absorbida por su plumaje —Y es cierto— su voz volvía a ser la de siempre —Ese día lo recuerdo mas vividamente que cualquier otro—miró a Rash nuevamente para después arrojar sal y pimienta al caldo antes de taparlo — así como recordaré este.

 

JOU

—Yo sé perfectamente lo que está pasando— le respondía a Dellen mirando la escena, las cosas de adultos siempre me parecían interesantes, los sentimientos de alguien maduro eran contradictorios hasta para ellos mismos, a veces pueden ser los más fríos e indiferentes, pero un claro ejemplo tan común como el alcohol los puede descubrir como gatitos dóciles y sentimentales.

Aprete la mano de dellen indicándole que todo estaba bien conmigo, era demasiado gentil y cuidadoso aun conociéndome tan poco, supongo que era por mi aspecto de niña pequeña.

El drama me abrumaba, así que seguí disimuladamente a ese par, ¿Cómo se llamaban? Ah si Larne y Rash, parecía que iban a cocinar y estaba interesada en dejar de comer solo zetas o pan duro, al entrar a la cocina note un ambiente bastante alegre entre aquellos dos, me acerque específicamente a la rana y di un par de tirones a su capa esperando no interrumpirlos —quisiera…ayudar— realmente quería sentir esa misma alegría que sentían, sin entender mucho el porque este simple acto se las causaba.

 

Rash Colds

Su corazón de rano se estrujo al oír la historia de la relación de Lanre con su padre; un lazo que lo unía, irremediablemente a él, junto a Luna, su madre postiza. Una nostalgia ardiente inundó su cuerpo mientras oía el relato de su amigo. Compartía el mismo sentimiento de pertenencia. Algo que aún la Rana Tuerta no había sabido cómo manejar. Hay olores que quiera uno o no, lo traía nuevamente hacia las garras nostálgicas del pasado; perfumes, olor a tierra mojada, tu mejor comida, el pelo de tu madre. Los ojos del rano estaban perdidos en algún punto de la olla a cocción, con sus pensamientos dando largos viajes al pasado, cuando Lanre terminó de contar su historia. Sus ojos estaban emocionados.

—Tu raza te hace curioso e intenso por naturaleza. Es normal que vivas así. Como dijo el primer pato de este mundo, según nuestra mitología: "Soy un viajero que tiene prisa de partir. Soy un alma impaciente e insumisa que se quiere ir. Soy un ala que trémula verbero... ¿Cuándo vas, oh destino, a quitar de mi pata tu grillete de acero y ¡por fin! a dejarme volar?". Uno no puede evitar lo que somos, nuestra esencia. Pero a veces, como tu querido viejo te ha sabido decir, a veces tenemos que darnos pequeños cambios de ritmo y encargarnos de observar los detalles. Porque detalles como estos, Lanre, estos son los detalles que debemos saber coleccionar; los momentos más cotidianos como lo es hacer una sopa de una gran receta familiar. —le miró con felicidad. —Vamos tan rápido que el mundo pasa por a nuestro alrededor sin darnos cuenta.

Entonces sintió que alguien tiraba de su capa con insistencia. Rash bajó la mirada y descubrió a la pequeña Elfa que acompañaba a Zer desde aquél encontronazo con los ocultistas. Parpadeó y sonrió hacia ella.

—Claro, pero primero debes lavarte las patas. —mostró sus patas, separando las membranas. —No querrías que esto caiga en tu plato. —lanzó una carcajada limpia. —Mi nombre es Rash Colds. Monje al... —se excusó con un carraspeó y se lo pensó mejor. Este día, solo por este día, se dejaría de formalidades. —Simplemente Rash. Y él es Lanre, no hay guerrero igual. ¿Y tú, como te llamas por cierto?

 

JOU

Mire a aquel rano desconcertada al notar que por costumbre diría todos sus nombramientos, pero era curioso que no me hubiese hablado frio y serio como aquel ratón, o incluso Zer —mucho gusto, mi nombre es Jou, bueno... pueden llamarme así— correspondí la sonrisa dirigiéndome a los dos seguido de reírme por su chiste con sus patas, escalé un poco con un banquito cerca al lavaplatos estirándome con trabajos, lavándome las manos,

Realmente estaba nerviosa, nunca había tenido la oportunidad de socializar, mucho menos a animales adultos y con un pasado probablemente sangriento lleno de aventuras como guerreros.

Acerque el banquito a la mesa donde estaban, justo entre ellos subiendo las mangas de mi túnica, Cloud gaznaba de felicidad, al parecer estaba emocionado como yo de conocer gente nueva, se posó en un estante a lo alto de la cocina para no interferir, y tener una buena vista de lo que hacía. —él es Cloud, es mi mejor amigo, y mensajero por si algún día lo necesitamos— puntualice intentando ser amable.

—quisiera...hacer algo para ese gato amargado—dirigiéndome a Zer mirándolo de reojo —El me salvo y quisiera agradecérselo—o eso esperaba, no sabía que tipo de gesto hace la gente para mostrar gratitud, además de un simple gracias.

 

-¡¿Jasper?!- esgrimió Ulises ante las palabras de Dellen que fue el primero en hablar. Enseguida Lanre propuso una cena para celebrar el reencuentro y junto con Rash, luego de presentarse, se dirigieron a cocinar. Más tarde Jou los seguiría.

-¿Quiénes son tus invitados?- preguntó Ulises intrigado.

-Ah, estos aventureros parecen haber caído del cielo. No sólo han colaborado con sus compras y prepararán la cena, también han venido acompañando a nuestro hijo pródigo, Jasper-

-¿Regresó? ¡El destino nos está volviendo a sonreír, Penélope!-

En ese momento, Zer se presentó solicitando consejo sobre los dragones y comentando algo de la misión del grupo.

-Ahh, cazadores de dragones, ¿eh? Tienen agallas, eso me agrada. Pero es cierto, con agallas no basta, con gusto les contaré todo acerca de mi aventura cuando la cena esté lista. Por lo pronto iré a ver a mis cachorros, mientras tanto tendrás que ser paciente, la paciencia es una cualidad fundamental del buen cazador-

Le respondió esto a Zer y se dirigió hacia el interior de la casa, hacia donde estaban los niños. Al llegar pudo ver a Jasper siendo interrogado por uno de los pequeñitos que le preguntaba quien era.

-Espero que de mí no se hayan olvidado...- mencionó Ulises y los gatitos corrieron a abrazarlo al grito de "¡Papi!" -¿No vas a saludar a tu padre?- le dijo a Jasper con una sonrisa de victoria, atrás suyo venía caminando Telémaco sano y salvo que también era recibido por sus hermanos. El explorador pudo sentir toda la energía de su padre que le erizaba los pelos, había cambiado desde la última vez que lo vio, ahora era un tipo poderoso de nivel 100.

 

Jasper

Recibí el abrazo con cierta sorpresa. Mi madre siempre fue una gata de gran corazón pese a su actitud hosca, por lo que lo mínimo que podía esperar debido a mis crímenes era un regaño de su parte. Su gesto fue inesperado pero, al mismo tiempo, el signo de que todo estaba bien, lo cual me alivió sobremanera. Acto seguido ella mi instó a ir a ver a mis pequeños hermanos, al tiempo que me pedí entrar a Paul para que los clientes no lo vieran y se espantara…

A decir verdad, no me daba confianza meter a Paul en casa, pero debía confiar en ella, en su sueño y mis ataduras. Por si acaso, me lo llevé conmigo pero lo dejé fuera de la habitación de mis hermanos, junto a la puerta, desde donde podría vigilarlo.

Cuando entré, allí estaban ellos, los siete. Habían crecido bastante cuando tuve que huir de mi propio hogar, para ese entonces eran unas pequeñas bolas de pelos. Ciertamente, ellos fueron lo que más me dolió abandonar. Pero entonces uno de los cachorros se acercó para preguntarme quién era. Me quedé mudo por unos momentos. Era lógico que no me recordaran debido a la corta edad que tenían y el tiempo que había pasado, pero la pregunta me había descolocado en un sentido superficial y profundo.

—Mininos… —dije, acercándome lentamente a ellos. Trataba de mantener una expresión serena, pero me sentía muy conmovido en ese momento. Acerqué una pata al chiquillo que me había hecho la pregunta— Soy yo, Jasper… Soy hermano de todos ustedes…

Pero apenas termine de decir esto, percibí una nueva presencia a mis espaldas. Una que emanaba una energía poderosa que hizo que se me erizara un poco el pelaje del lomo. Me giré con rapidez mientras acercaba mi pata a mi espada, pero mi gesto se suavizó cuando lo reconocí.

—Tú…

Y detrás de él, caminando como si nada, apareció…

—Telémaco… —en ese momento no pude contener las lágrimas. Corrí a abrazarlo, lo tanteé para asegurarme que no era una aparición— ¿Eres realmente tú? Mamá dijo… Que papá se fue porque tú…

Pero acto seguido se me escapó una sonrisa y volví a estrecharlo. Acaricié su cabeza con cariño.

—Por unos momentos pensé que no volvería a verte, se sintió horrible… —acto seguido me giré hacia mi padre y lo miré de arriba abajo, entre feliz e impresionado. No parecía ser él, pero eso no impidió que lo abrazara con fuerza—. Jamás te olvidaría… Papá.

 

Lanre

Las palabras de Rash lo sorprendieron, no conocía las palabras de aquel pato y por ello no pudo evitar mirar a Rash con asombro; después la plática fue interrumpida por la pequeña elfa quien pedía ayudar en la cocina, aquello llenó a Lanre de alegría, pues cocinar siempre era mejor si se hacía en equipo.

—Jou— repitió Lanre con una sonrisa —Qué bonito nombre, bienvenida a la cocina— dijo mientras hacía espacio en el sitio tan compacto —¿El gato amargado? ¿Zer? —comenzó a reírse — Pues la alta cocina dice que la sal y los alimentos salados en general equilibran el sabor amargo y potencian el sabor dulce. Así que mientras uses las especias con atención, tendremos una sopa perfecta para eliminar la amargura.

Lanre le entregó la cuchara para que probara la sopa —Esta, de hecho; es una receta élfica, así que qué mejor que una elfa de el visto bueno ¿Eh? —mencionó mientras dejaba junto a ella la sal, así podría sazonarla. —Seguro le falta sal y pimienta, si, seguro. —mencionó mientras olía del vapor que emanaba de la olla.

 

Ulises acarició a su hijo en la cabeza alborotándole un poco los pelos con ternura -Me alegra mucho que hayas encontrado el camino de vuelta a tu hogar, es bueno explorar el mundo, pero lo que me motivó durante toda mi aventura fue saber que tenía un lugar cálido donde esperaban por mí-

Mientras tanto, Penélope invitó a los demás aventureros a pasar al comedor donde estaban Jasper y el resto de su familia.

-Vamos mininos, a poner la mesa, los aventureros están preparando la cena para nosotros- le dijo a los cachorros cuando ingresó al comedor -Ustedes también- se dirigió a Jasper y su padre.

En un santiamén los gatitos y Ulises comenzaron a abrir alacenas y muebles de donde sacaron cuencos y cubiertos muy humildes donde servir la comida.

-Tomen asiento- les dijo a todos Penélope y se acercó hasta la cocina donde estaban Rash, Jou y Lanre -Vaya... eso huele bien- mencionó asomándose por la puerta -En cuanto terminen podemos llevar la sopa al comedor, la mesa ya está lista-

 

Rash Colds

Se quedó en silencio, observando la interacción entre la elfa y el pato, los unía la nostalgia del recuerdo del guerrero. Rash no pudo evitar en pensar en su hermano pato, aquél con el que entablaba largas charlas de filosofía; era un referente de sabiduría para el rano, por eso el monje tenía tanto respeto a la figura de su amigo Lanre. No podía evitar ver reflejado a su hermano en él.

Honrar y agradecer a quienes nos hacen y han hecho mejores es lo que elevará nuestras almas y nos alejará de toda negatividad, de toda escasez y de todo mal, pequeña Jou. Las palabras del rano estaban cargadas de su paz natural, como si fuera una pequeña lección de su antiguo trabajo clerical. Estaba de acuerdo en que la elfa ponga su granito de arena para devolver el favor a Zer. Era algo necesario en la vida cotidiana, según Rash.

Enseguida la tendremos lista, señorita Penélope. Acotó el rano. Con Lanre y la señorita Jou la tendremos lista en un parpadeo.