Capítulo III

Lanre

Tas varios minutos cocinando; la sopa estaba lista; olía a la perfección gracias a la mezcla de tres mentes, era una gran combinación. Se acercó a la olla y olfateó; casi al instante de su acción, su estómago gorgoreo a la par del caldo, haciendo un ruido característico, ligado a un estómago hambriento.

—Oh vaya, que vergüenza tener un cuerpo tan honesto — Lanre tomó una toalla para sostener la olla caliente por las asas. Aun estaba ligeramente mareado por la bebida de hace rato; pero observó los ojos dilatados de Rash y después a Jou siendo una pequeña, debía cargarla él; así que decidió proceder con la olla hacia dónde el resto esperaba.

Caminó lento para evitar tropezar hasta llegar a la mesa —Es hora de llenar los estómagos y escuchar grandes historias. ¡Si! ¡Seguro!

 

Rash Colds

El rano caminó con ansía detrás del pato, siguiendo el olor delicioso que salía de la olla con la sopa. Su estomago también rugió con ansiedad, igualando al de Lanre. Se llevó ambas patas a ombligo y rió.

—Señora Todopoderosa, que vuestra misericordia se extienda sobre nuestros hermanos que acaban de dejar la tierra. Que vuestra luz resplandezca a sus ojos. Apartadlos de las tinieblas; abrid sus ojos y sus oídos. Que los buenos espíritus les envuelvan y les hagan oír las palabras de paz y esperanza. —se persignó con los ojos cerrados, incluyendo en su oración también al conejo oscuro que habían asesinado para salvar a Zer y a Jou. Rash concebía toda vida digna de un perdón divino. —Unos círculos se cierran, otros se abren. —dijo mirando a la pequeña elfa. —Somos sombras de la historia, leyendas, sueños de vida rodeados de muerte, relatos felices o tristes, con frecuencia las dos cosas al mismo tiempo. —miró a todos por turno, manteniendo el sereno silencio luego de sus palabras para concluir. —Sonrisas y lágrimas siempre iguales aunque vengamos de mundos distintos. —levantó su copa. —Por todos los presentes. ¡Salud!

Apuró el contenido de su copa y tomó asiento en la gran mesa, mirando con admiración al padre de Jasper. Estaba convencido que haberlo encontrado en aquella catacumba era el desenlace en aquella cena pacífica.

 

Dellen
Justo cuando iba a finalizar mi charla con Jou, Lanre (Quien aparentemente seguía aun algo ebrio, o demasiado emocionado) Gritó a todo pulmón que la reunión familiar daba para toda una celebración y que prepararan sus paladares porque iba a preparar la receta de su padre, algo que me hizo esbozar una sonrisa disimulada pensando en "Lo siento mucho Penélope, pero me da a mi que lo menos malo que te puede pasar es que no salga tu cocina por los aires por un incendio", más decidí callarme ya que Jou quería volver a hablarme, dirigiendo mi atención a ella mientras el rano y Lanre se dirigían directamente a la cocina.

Me dijo que sabia perfectamente lo que estaba pasando, algo que verídicamente me sorprendió, algo que me hizo arquear las cejas, ligeramente sorprendido por ello ¿La estaría subestimando por su aspecto? Era posible, así que sonreí para mirarla un instante.
— Entonces, discúlpame, no te conozco mucho pero tampoco quiero quedar mal, si lo entiendes, también es bueno, aunque solo sea para intentar no replicar ese comportamiento de cara a ti y a los que te rodean, si ese comportamiento, obviamente no es el correcto—. Sonreí cálidamente.

Acto seguido, la ví dirigirse hacia Rash, estirándole de la túnica, como ya era normal en ella, para de hecho, pedirle si dejaba ayudarle, por mi parte, me alegré horrores de que al menos poco a poco intentara abrirse al grupo que se había integrado mientras Zer se dirigía a hablar con el marido de Penélope, reverenciando para alabarle y felicitarle por lograr vencer a un dragón, reconociendo que nosotros estábamos también tras la caza de uno. La verdad era que, la apariencia de Ulises era muy significativa en lo que representaba ir de caza de dragones, algo que de lejos significaba mucha concentración, fortaleza y coordinación, obviamente, pero también lo que significaba ser padre.

Quise también presentarle mis respetos a Ulises, pero ¿Que podía decirle sin sonar redundante? Por lo que decidí caminar un poco, mirando a la nada pensando en birra, al menos de momento, cuando no había nada mejor que hacer. No quería hablar con Jasper, porque sonaría que me estaría metiendo en donde no me llaman, ni con Ulises, por no sonar redundante e interrumpir el reencuentro familiar que, aparentemente esta familia llevaba esperando más de dos décadas.

Así que, simplemente dejé de prestar atención a todo lo demás, hasta que escuché la voz de Zer, el cual se había acercado a mí preguntándome si alguien me esperaba en casa, lo que me hizo volver en sí.

— La verdad es que no lo sé... Honestamente no recuerdo nada de mi hogar o mis raíces—. Expliqué algo apenado, para sentarme y ofrecerle a Zer un asiento a mi lado, por si quería corresponder— Lo único que recuerdo soy yo recorriendo caminos en solitario toda mi vida, sin tener un lugar al que ir o regresar, ¿Que hay de tí? Quiero decir, ¿tienes un lugar al que volver o una familia que te espere?—. Pregunté con cierta curiosidad

 

Jasper

La mezcla de emociones por el regreso a mi hogar y el reencuentro con felinos que tanto apreciaba, por un momento hicieron que no pudiera articular muchas palabras pese a que yo era un poco callado por naturaleza y desconfianza. Pero ahora estaba en casa, con mi familia, con otros animales que había demostrado ser mínimamente confiables.

Lo único que me preocupaba era Paul. Matarlo en el callejón no hubiera servido, pues desconocíamos cuántas vidas le quedaban. Tenerlo dentro de mi antiguo hogar podía ser peligroso en algún punto, pero tampoco podía dejarlo suelto en la calle y arriesgarnos a que se escapara y causara más problemas. Sumido en estas dudas, lo dejé en un rincón visible del comedor para ayudar a poner la mesa en medio de un delicioso aroma a sopa proveniente de la cocina. Cuando terminamos los preparativos, me acerqué tímidamente a mi padre.

—Papá… —empecé, cargando a Paul en mis brazos y poniéndolos a sus pies, a la suficiente distancia como para que el gato gris no alcanzara a atacarlo si despertaba— Recuerdas a Paul, ¿no? Lo encontramos causando problemas en la ciudad junto a un conejo oscuro, el cual estos viajeros han derrotado para siempre —expliqué, refiriéndome a los otros aventureros—. No tuve el valor para matarlo ni para abandonarlo a su suerte… Por eso… ¿Podrías vigilarlo conmigo mientras cenamos? Mi idea era colgarlo en una pared, lejos de la mesa pero visible a nuestros ojos… por si llegara a despertar.

 

JOU
Me sentía de una manera extraña, pero agradable, nunca imagine que hubiese adultos amables que trataran a los desconocidos amablemente e incluso aceptaron mi presencia elfica diminuta, sonreía al escucharlos hablar sobre la comida que al parecer provenía de mi especie, acaso aun existían elfos libres?.

Seguía intuitivamente los pasos, cortando los vegetales y preparando el resto de las especias, busqué entre los trastes de la cocina, justo en los cajones de hasta abajo y me topé con una diminuta olla, parecía hecha para alguien de mi tamaño, quizás solo era de uno de los mininos que ayudaba a su madre, jalé el banquito cerca de la estufa y comencé a verter pequeñas cantidades de ingredientes —Espero no les moleste que tomase un poco de su comida— decía en voz alta recordando demasiado tarde que yo no los había comprado, y aunque era una mínima cantidad al final no era mío —podría darles mas oro si quieren comprar mas— me ofrecía mientras intentaba prender fuego a la estufa.

 

-Vaya, no me extraña...- mencionó Ulises al ver como había terminado Paul -No parece que vaya a despertar- agregó negando con la cabeza y llevándose las patas a la cintura -Puedes dejarlo en ese perchero- señaló con la cabeza hacia un perchero de madera clavado en la pared -Resistirá, yo mismo lo instalé hace veinte años y ha soportado hasta a un troll- aclaró pronto a sentarse a la mesa y prepararse para comer porque ya estaba entrando Penélope con el resto de los aventureros que traían la sopa.

-¡Qué bien huele! ¡Estoy hambriento!- se relamió el cazador de dragones que hacía muchísimo no probaba una buena comida -Pero si aguanté veinte años, puedo esperar unos minutos más ¡Bendice los alimentos, monje!- le gritó con tono festivo a Rash mientras levantaba su jarra luego de las palabras del rano.

Todos pudieron tomar asiento y una buena ración de sopa. No había lugar para todos, pero los gatitos eran como ágiles acróbatas que encontraban lugar subiéndose a los muebles y alacenas o simplemente se recostaban en el suelo al lado del hogar. Ya estaba comenzando el verano, pero los gatos amaban acostarse al calor o al sol en cualquier estación.

Ulises le dio el tiempo suficiente al monje para que bendiga la cena y luego comenzó a comer vorazmente, su apetito parecía interminable, pero no lo era. En un momento quedó satisfecho al fin y entonces tomó aire para hablar.

-Ahora sí, supongo que mi esposa e hijos querrán escuchar nuestra historia...- dijo lanzándole una mirada cómplice a Telémaco -...y ustedes querrán saber acerca del dragón- miró a los aventureros.

-Todo esto comenzó hace veinte años cuando, tras la desgracia ocurrida a mi hijo menor, tuve que embarcarme en una aventura para devolverle la vida. Tras los sucesos acontecidos acudí al rey con el cuerpo de mi hijo y allí lo devolvieron a su edad original y lo conservaron hasta que yo cumpliera con mi parte del trato.

El dragón a cazar se encontraba en la cima de Valentia. Chester tenía real interés en que lo exterminaran así que dispuso algunos hombres bajo mi mando para aumentar las probabilidades de realizar con éxito la hazaña. Sin embargo, el camino estuvo lleno d obstáculos, tanto de ida como de vuelta. Me tomó diez años encontrar y derrotar al dragón y otros diez años regresar.

Apenas comenzar la aventura, perdí a la mitad de mis hombres en el bosque de la espada. En un sector alejado crece una flor de loto muy particular que tiene un sabor exquisito y es extremadamente adictiva, todo el que la prueba se olvida de sus casas y sus familias y se queda en el bosque, consumiendo para siempre. Allí hay una comunidad de lotófagos que de alguna manera subsiste y allí deben vivir ahora estos hombres.

Quienes siguieron se volvieron muy fuertes, pues al llegar a la frontera de la montaña, está la torre de ingreso donde hay un destacamento de guardias reales comandados por un escarabajo increíblemente fuerte que prueba a quienes quieran pasar hacia las cumbres. El desafío sencillamente consiste en una pelea contra él hasta dañarlo hasta la mitad de su vitalidad. Nos tomó dos años a todo el grupo lograrlo.

Ni bien llegar a la montaña, un grupo de cíclopes nos raptó. Nos encarcelaron y su líder iba comiéndose uno a uno a mis compañeros por lo que lo embriagué y le tendí una treta para que podamos escapar, clavándole una estaca en su único ojo para dejarlo ciego.

Luego de sorteado este obstáculo, tuvimos que construir barcos y navegar un sinuoso río para bordear unos picos que era imposible escalar. Un ermitaño de la montaña nos advirtió de sirenas que eran capaces de navegar en aguas dulces, pero que eran malvadas y encantaban con sus cantos a los viajeros. Al llegar a la zona de las sirenas solicité que me amarraran al mástil y no me desataran por más que lo pidiera, algunos hombres hicieron lo propio y así logramos sobrevivir.

Cada vez quedábamos menos y el ermitaño me había obsequiado una bolsa mágica con vientos para poder mover mi barco a voluntad, pero parte de mi tripulación pensó que era oro y la codicia los llevó a tomar la bolsa y abrirla desatando vientos descontrolados que llevaron al barco muy lejos del destino y la vuelta llevó tanto tiempo que muchos murieron de hambre.

Al retomar el camino hacia el dragón, luego de tantas desventuras, sólo quedábamos cinco aventureros. Un elfo mago, un rano clérigo, un ratón explorador, una rata pícaro y yo, que ya había decidido que mi camino sería el de un guerrero. Nos volvimos extremadamente poderosos mientras llegábamos, hasta que finalmente teníamos al dragón en frente, volverse fuerte sólo se trataba de sobrevivir y continuar, no importaba si había comenzado como un simple almacenero.

Al llegar a la guarida de la criatura, ésta estaba repleta de oro y tesoros, pero también de los huesos de quienes habían intentado tomarlos. El dragón apareció cuando llegamos al sector donde estarían sus más preciados objetos, escupió una barrera de fuego para advertirnos y protegió celosamente sus tesoros con el cuerpo. Era inmenso, los gigantes parecían ratones a su lado, pero lo trepamos. Primero el clérigo cubrió con su escudo el fuego que emanaba de sus fauces, los arqueros le lanzaron flechas a lado interno de las membranas de sus alas, el mago conjuró hechizos de protección contra el fuego y yo arremetí con mi espadón sobre su pecho, era lo más duro que alguna vez golpeé. Esto fue apenas una distracción para poder escalarlo, cuando estuvimos arriba desplegó las alas y comenzó a volar, nos llevó de paseo por todo el reino. Nosotros íbamos arriba descargando nuestros mejores golpes, hasta que finalmente logramos que llegara a una altura considerable y allí dañamos sus alas para que cayera en picada. Ni el clérigo ni el mago sobrevivieron a la caída, pero el dragón tampoco, habían dejado sus vidas para generar en conjunto un campo de fuerza que salvó a los demás.

Estábamos en algún lugar del noreste, en una costa yerma. Vagamos sin rumbo largo tiempo hasta que comenzaron a haber algunos pájaros por la zona, estábamos casi muertos de hambre y el explorador y el pícaro me lanzaron una mirada que no necesitaba palabras. Les advertí que los dioses los castigarían, pero no les importó, se comieron esos pájaros prácticamente crudos hasta morir atragantados.

Llegando al final, sólo quedaba yo como único sobreviviente de esta travesía, pero aún me faltaba la última peripecia. Totalmente debilitado llegué al bosque maldito donde fui capturado por una poderosa hechicera. Me mantuvo cautivo realizando trabajos para ella cazando a las tenebrosas criaturas y monstruos que moran ese sombrío bosque. Luego de unos años decidió que finalmente me liberaría a cambio de un último trabajo, tenía que casarme con ella...-

-¡¿Qué?!- le gritó Penélope poniendo las patas en la mesa de golpe.

-Calma, querida, que para ese entonces yo ya había matado al dragón y Telémaco había revivido. Porque así funciona al parecer, el rey se entera de que has cumplido y también cumple. En cuanto el dragón cayó muerto, Telémaco fue revivido y salió en mi búsqueda a pesar de su corta edad. Lideró una partida de aventureros destinada a mi búsqueda y llegó al bosque maldito justo antes de que se celebrara la boda. Logró liberarme y juntos descubrimos que la hechicera era una lich que guardaba su alma en una filacteria que ocultaba. Con esa información fue fácil derrotarla para regresar a casa, Telémaco es también muy fuerte ahora, todos hemos pasado una odisea esperando volver- le sonrió al pequeño y luego miró a Jasper.

-¿Y que hay de ti, hijo? Imagino que tu historia habrá tenido obstáculos igual de interesantes, pero ahora ya te puedes quedar cómodamente con tu familia a descansar de tantas peripecias... ¿O acudirás de nuevo al llamado de la aventura?-

 

Rash Colds

Con su apetito voraz saciado y con su hidromiel aún a medias, escuchó el relato con toda atención. Las hazañas eran épicas, sin duda alguna, y muchos que quieran ser famosos podrían resaltar a la fama como los mejores conquistadores del mundo vigente. Pero Rash no quería eso, no le interesaba, su razón era un propósito más allá de un orgullo egocéntrico propio. Una parte de él, más animal que espiritual, latía con emoción al imaginar su nombre en boca de todos, como un campeón de la Rana Tuerta; pero su parte más sensata y más devota lo mantenía al margen de propósitos básicos para una vida terrenal. Lo importante era su senda personal, una que le daba fuerzas para seguir y no caer en las tentaciones normales de la vida cotidiana. El relato tuvo su fin con un final muy feliz. Rash apuró el trago de su jarra y la dejó sobre la mesa una vez vacía.

—Sinceramente una historia de cantares épicos, señor Ulises. Tenga por sentado que su nombre y prestigioso será recordado en muchas primaveras venideras, el clamor crecerá tanto que en miles de años su historia seguirá como un mito, una leyenda, de tiempos remotos. Y los relatos que asustan a marineros intrépidos bajo una noche sin luna, sin duda, esos relatos son los que nunca morirán. ¡Por su casta y su legado!

Quizá estaba con la sangre encendida, se encontraba muy exultante y con un par de licores encima, pero se encontraba sobre todo feliz. En una reunión de amistad y camaderia. Bebió otra jarra y cogió un poco de pan para mojar en su plato.

—Me interesaría entrar en detalle en un punto, señor Ulises, si es que no le molesta, claro. —se tomó un tiempo para remojarse los labios con su jarra. —El dragón. Necesito saber qué vio en él antes de su muerte. En sus ojos. Siempre en los momentos críticos de nuestras vidas, tanto nosotros los animales, como también esos seres mitológicos, no escondemos el miedo. Si tiene miedo, tiene emociones; si tiene emociones tiene sensaciones. Tiene alma. ¿Qué vio en sus ojos antes de que el ser expire su último suspiro de vida?

 

Lanre

Vio comer a todos antes de acercarse su plato hacer lo mismo, estaba contento, jamás había alimentado tantos estómagos y eso le llenó el espíritu a tal nivel que ya no estaba hambriento, aun así comió, pues quería probar nuevamente lo que tres mentes habían hecho. Para muchos sólo era un caldo, pero para él era mucho mas.

Escuchó la historia de Ulises y de nuevo sintió esa emoción por la pelea, deseaba pararse y salir por la aventura en ese preciso momento, todos su recorrido fue impresionante, incluso su sufrimiento le parecía inspiracional. La narración de como subieron al dragón lo hizo sonreír "¿A qué velocidad volaran?" Estaba maravillado pensando en como el aire golpeaba sus rostros, obligándolos a cerrarlos y confiando en su tacto para no caer a la muerte segura. Ese valor, esa fuerza... Tenía a un héroe guerrero frente a él, y siempre admiraba y mostraba respeto a alguien así, porque le recordaba a su viejo, quien ya no caminaba tan rápido o sostenía una espada sin trastabillar, aun así seguía siendo su héroe.

Y ese era Ulises, un guerrero que en su corazón tenía un sólo deseo que lo llevaba mas allá. Lanre miró al pequeño guerrero, quien acudió a salvar a su padre, eso explicaba la valentía y fuerza de Jasper, eran una familia de grandes aventureros, y eso se debía a su unión; ahora que Jasper había vuelto con Paul como enemigo, volvían a ser una familia completa, mas fuertes que nunca. Una lágrima escurrió del rostro de Lanre, estaba conmovido, así de simple.

Rash habló, e hizo una pregunta interesante. Era algo que quería escuchar, pues desearía preguntarle a esas criaturas muchas cosas... ¿pero contestarían?

Lanre apretó el tazón entre sus alas, absorto en la respuesta de Ulises hacia Rash. Abrió ligeramente el pico, una señal de que quería preguntar algo, una pregunta profunda, algo que lo iluminara como el guerrero que también era, tal vez preguntar que ejercicios debía hacer para mejorar, preguntar como el rey sabía que el dragón había muerto, preguntar algo útil, algo necesario.

—¿Por qué una lich se querría casar? Vaya, que raro— dió un sorbo a su sopa, pues sabía que su boca de nuevo le había ganado a su mente.

 

Dellen
Zer no respondió al instante a mis preguntas, algo que en esencia ví comprensible, tampoco es que fuera algo que resultara de imperiosa necesidad, más bien, odiaba que me dejaran sin respuesta a una pregunta, pero bueno. Todo se andaría, por lo que mis ojos se centraron ahora en Jasper, quien empezó lentamente a dirigirse a su padre, acercándose de hecho, con Paul, el cual mostró a su padre, preguntando primeramente si lo recordaba, y le explicó que lo encontró causando problemas en la ciudad junto a un conejo oscuro, a quienes derrotamos para siempre, bueno, derrotaron, yo no hice la gran cosa, pues me la pasé bebiendo Aguamiel en el bar, pero que no tuvo el valor de matarlo ni de dejarlo a su suerte, refiriéndose a Paul, evidentemente. Pero que tampoco quisimos matarlo porque desconocíamos su número de vidas, por lo que propuso vigilarle junto a él.

Ulises por su parte comentó que no le extrañaba... Y que lo dejara colgado en un perchero de la pared y que se mantuviera tranquilo porque no tenía pinta de que fuera a despertarse pronto ni mucho menos pudiera destrozar ese perchero ya que, por palabras del mismo ulises, lo instaló él hacía dos décadas y podía resistir hasta a un troll de lo resistente que era. A Ulises se le notaba feliz, y no era de extrañar, 20 años sin ver a una familia debía resultar duro, pero, me alegaba poder de hecho estar aquí, en una reunión familiar que se prometía feliz, al menos todo lo feliz que podían estar una pareja de gatos con 800 mininos a su cargo (exagerando) pero, al menos un agradable olor penetró mi hocico, honestamente, agradecía al fin algo caliente tras todas estas peripecias.

Y así, Lanre, Rash y Jou, salieron de la cocina, haciendo que colocaran la sopa y, hasta Ulises aguardó a que incluso Rash bendijera la cena antes de que todos empezaran a comer, mientras él volvía a intentar tomar el turno de palabra, diciendo que al fin podía explicar su historia. Por mi parte, me llevé una cucharada a la boca, haciendo que mis labios esbozaran una sonrisa, ¡Que rico! Miré a Lanre, Jou y Rash con una sonrisa de aprobación.
— Todo muy rico, felicidades chicos, tenéis buena mano para la cocina—. Sonreí mientras mi atención se dirigía a Ulises, quien empezó a hablar largo y tendido de sus peripecias, tanto que, empecé al final a comer con mucha más lentitud respecto a los demás, al menos desde mi perspectiva.

Aunque, en determinado punto del relato, explicó que, en determinado punto, solo él quedó vivo del grupo que había formado, pero que definitivamente pudo acabar con el dragón, pero luego acabó llegando al bosque maldito, bastante debilitado, por lo que se encontró con una hechicera que le capturó y la obligó a trabajar para ella, cuya única condición para liberarle era que se casara con ella, lo que hizo que Penélope se exaltara (Lo normal, ya ser infiel era un delito moral, pero ecima con una Lich, es que era de risa), pero Ulises le pidió que se relajara ya que para ese entonces el dragín ya estaba muerto y Telémaco, revivido, ya que el rey, de alguna manera, sabia cuando una misión había concluido, algo que de hecho me llamó la atención, ¿Como era posible? ¿Tendría que ver con esa misma supuesta bendición que los dioses le proporcionaron al ser el último doméstico? Lo ignoraba, sin embargo era un factor a tener en cuenta. Pero el mismo Telémaco a pesar de su corta edad lideró una partida entera para salvar a su padre de esa "Boda", algo que de hecho, tuvo éxito, y ambos salieron del bosque a tiempo, solo para pasar toda otra odisea entera en volver-

Luego miró a Jasper, preguntándole como le había ido, pero rash se le adelantó, resaltando la epicidad de sus azañas, las cuales eran indudablemente indiscutibles, muy fiel al "Estilo Rash" dijo que era una odisea que se recordaría por siglos, y que su nombre sería recordado por muchas primaveras más, aunque quería entrar en detalle sobre que vió en el dragón antes de su muerte, alegando que en los ojos siempre estaban los momentos más críticos de nuestras vidas, tanto nosotros como los animaes. "Redundante" pensé, pues técnicamente nosotros éramos animales, pero decidí seguir intentando discernir que quería decir Rash con sus palabras y, el punto es que alegó que hasta los animales como dragones tenían alma, y que no escondían el miedo, así que estaba interesado en conocer que vio en sus ojos antes de exhalar su último suspiro, por lo que le miré.

— Me llama la atención, y perdón por mi ignorancia a ese respecto Rash, más ¿Que sucede exactamente con un alma justo al fenecer?, siempre le das mucha importancia a las almas en general, no he podido evitar darme en cuenta en todo este trayecto desde Everfall hasta aquí—. Dije con calma, intentando comprender el por qué darle exactamente ese énfasis.

 

Rash Colds

La pregunta de Lanre hizo sonreír al rano que le miró con diversión; su amigo pato sabía transformar las situaciones en momentos descontracturados. Y además esa pregunta también resultaba del todo curiosa, ¿El lynch buscaba más poder al intentar desposar a un guerrero y absorberle la energía?

Luego miró hacia Dellen, el cual había manifestado su aprobación por la comida.

—El alma es eterna, don Dellen. El alma tiene ciclos, como la luna. —señaló el techo. —Un alma jamás puede romperse o quebrarse, es la esencia de cada uno de nosotros. Por eso es tan importante no perderla o corromperla con cultos ocultos y tenebrosos, los cuales los lynch pertenecen. Los hechiceros, que han dado su alma a cambio de poderes infinitos, no volverán a nacer. Su fin será eterno y no caminarán en el paraíso, caminarán otro camino mucho más tortuoso, representando sus acciones en esta vida terrenal. —sonrió, tomando otro sorbo de sopa. —Cuando abandonamos este plano terrenal, nuestra alma viaja. Viajamos para ser juzgados por nuestros actos. —se tomó el mentón. —Y si nos faltan cosas por aprender, por haber realizado, volvemos a nacer. Nacemos sin los recuerdos de la vida pasada, quizá hasta en otro cuerpo, con otro nombre y apellido, siendo un animal totalmente distinto al que fuiste. Es por eso que siempre las crías lloran al nacer; lloran porque guardan un atisbo de su vida pasada y saben que olvidarán todo en segundos. Pero el alma, la esencia de cada uno, se conserva, no transmuta. Por eso siempre vibramos distintos con ciertos animales, porque las almas se reconocen de otra vida. —miró a Lanre y ensanchó su sonrisa. —Los patos, los conejos, los animales que no viven tantos años como nosotros es que se encuentran en su recta final al paraíso. Viven poco pero intensamente, demostrando que lo poco que viven lo consuelan al vivirlo con todos sus sentimientos. Estoy convencido que nuestro amigo Lanre y el señor Horiazana les falta poco para fundirse en uno en la eternidad, siendo inmortales en el firmamento, ocupando el lugar en aquellas luces congeladas en el espacio que llamamos estrellas.

 

Dellen
Sabía lo de los Lynch, sin embargo, me dediqué a escuchar con total interés las palabras que el rano tenía que decirme al respecto sobre las almas. La explicación resultó mucho más longeva de lo que yo había esperado y sin embargo, tampoco resultaron soporiferas ya que aquel tono melodioso que empleaba para dar todas y cada una de sus explicaciones también avivaban mi interés tanto como la más épica de las gestas, así que mi mirada, se mantuvo igualmente fija e imperturbable mientras escuchaba toda la explicación que Rash me ofreció, la cual analicé con detenimiento.

— siendo así me gustaría saber entonces la razón por la que las especies cuentan con una vida terrenal, si el alma se mantiene eterna entonces ¿Por qué nosotros los gatos tenemos siete vidas? Aunque te pondré un ejemplo más claro para exponer mi duda. Si tres vidas y media somos las peores personas del mundo y otras tres vidas y media somos las mejores personas del mundo ¿Que crees qué ocurriría con nuestra alma?—. Pregunté nuevamente sin más motivación que la misma curiosidad

 

Mientras esperaba la respuesta de su hijo, Ulises giró la cabeza hacia el comentario de Rash que había hablado primero.

-¡Ah! Un poeta de Everfall creo lo hará oficial, está escribiendo mi historia, su nombre es Homero- comentó y siguió escuchando al rano. Cuando acabó, el pato lo hizo soltar una carcajada por ese comentario anticlimático al pie de las preguntas de Rash.

También esperó un poco a que uno de los magos desahogara sus interrogantes con el clérigo, pero antes que el otro mago se marchara apresuró la respuesta.

-El dragón tenía alma. Un alma codiciosa y oscura, seguramente, pero alma al fin. Además era una criatura astuta y con un lenguaje que nuestro mago pudo descifrar, pero yo jamás entendí, sonaba como un susurro filoso que cortaba mis tímpanos. Son seres milenarios, que pueden vivir varias de nuestras vidas en una, por lo que pueden acumular mucho conocimiento si se lo proponen y hasta conjurar hechizos. Sin embargo, milenarios y poderosos como son, pero siguen siendo mortales. Al momento de morir, justo antes de estrellarse contra el piso, sus ojos se abrieron como los de cualquier gecko o lagartija similar antes de ser aplastada-

Al terminar con el tema del dragón y su alma, miró a Lanre, pues no había olvidado su pregunta -Y lo de la lich nunca me quedó claro, pero sospecho que fue un malentendido semántico, seguramente oyó que yo era un gran "casador"-

 

Otto

Contenido oculto

Inserte relleno...​

Estaba sentado unos metros de la entrada, tomando un sorbo de agua del Odre cuando escuché el sonido de una puerta abrirse.

Mí primer pensamiento es que ya habían terminado su cena, pero lo que salió no fue todo el grupo de animales. Sino Zer saliendo en solitario.

El primero y único en salir, eh. Y se le ve nervioso.

"Las cenas familiares no son para todos ¿No?". Hablo rápido salpicando un poco de agua al alejarlo de mí hocico, si no lo hacía es probable se aleje demasiado.

"Niños revoloteando por todos lados, una Madre contando cosas vergonzosas y el Padre hablando por lo alto sin parar. Un montón de temas incómodos saliendo durante la comida, haciendo que uno quiera irse o desaparecer antes que los ojos caigan sobre ti ". Digo mirando hacia el cielo, recordando con nostalgia el pasado. "El calor de una familia, suena bien, pero yo paso".

Hay quienes solo prefieren a la propia.

 

Otto

Asiento en silencio a su dato personal, ser pocos, ser muchos o en el solitario. Es incómodo estar con lo puesto, más cuando se desconocen.

Voy guardando el odre mientras sonrió pícaro hacía el suelo. "Solo me aseguro que no hayas perdido el foco por completo y te acabes alejando sin darte cuenta. Los Dioses sepan a dónde se fugó Vite...".

"No te voy detener si quieres andar por ahí, tampoco creo haya un trampa a la vuelta de la esquina". Agregué considerando que se acercó a mí de forma obligada. "Parece se tomarán su tiempo ahí dentro". Estiro un poco los brazos antes de agarrar una de mis frutos secos, empiezo a comer sin molestarme de tener solo esto de cena.

"Solo no me he dado el tiempo de visitar estos últimos años". Hablo sobre su pregunta al terminar de tragar. "Fueron días agradables, pero siento que les escupirè en la cara si entro en la casa de otra familia antes de visitarlos".

"Y no es como que esté necesitado de amor y cariño para querer ir ahora mismo. Suena bien ir al terminar esta misión, hasta entonces, me contendrè de otros lujos". Termino masticando nuevamente el fruto, conteniendo ojos soñadores de una cálida cena.

 

Jasper


Cuando me padre aceptó la propuesta de estar atentos a Paul, sentí un enorme alivio. Hasta ahora me había puesto sobre los hombros, en soledad, la tarea de mantenerlo vigilado. Ahora que había vuelto con mi familia, que tenía el perdón de mamá, que papá había regresado y que toda la camada estaba completa, quería protegerlos más que nunca de cualquier adversidad. Papá se había vuelo increíblemente fuerte, por lo que no dudaba de que un cobarde como Paul se rendiría nada más verlo.

Ahora podía sentirme relajado y disfrutar de la cena, observando cómo mis pequeños hermanos se las ingeniaban para comer encima de los muebles. En ese sentido se parecían bastante a sus hermanos mayores, recordaba que mi lugar favorito era una alacena, ya que ahí tenía especias más a pata por si me entraban ganas de condimentar con algo. Papá me hizo una pregunta que me dijo pensativo el suficiente tiempo para que Rash, Dellen, Lanre y Zer participaran de la conversación, interesados en la historia de la caza del dragón. Me permití oír con admiración todas las peripecias por las que había pasado, un viaje que no estuvo exento de tragedias, pero tampoco de momentos increíbles. El tipo de aventura que habría podido tener si jamás me hubiera juntado con Paul, quien roncaba desde el perchero. Y sin embargo… No dejaba de mirar a mis hermanos pequeños, a mi madré, a Telémaco… Así como recordar ciertos eventos de las catacumbas…

Finalmente me volteé hacia papá. Ya tenía la respuesta.

—Yo… —empecé, mirándolo a los ojos— No tuve peripecias de lo más agradables. Viví en la clandestinidad mucho tiempo desde que Paul y yo hicimos un gran robo aquí en Shallowaters, muchos años atrás. Desde entonces el miedo y la culpa me amoldaron a ser lo que soy actualmente, un gato desconfiado y melancólico. Tuve que aprender a defenderme y a sobrevivir, morí dos veces, por eso parezco más grande de lo que en realidad soy…

>>Pero un día abandoné a Paul y desde entonces exploré el mundo en busca de redención. Queriendo llevar una vida más honesta, más contemplativa… Pero ahora me doy cuenta que lo que siempre llevé en mi corazón era a ustedes —añadí, mirando a mi padre, a mi madre y a mis hermanos con una sonrisa—. Todo lo que anhelé por tanto tiempo era volver aquí, pero tenía miedo de que jamás me perdonaran. Pero mamá ya me dijo que no hay problemas, y eso me hace feliz. También saber que tú y Telémaco están bien.

>>Por eso seguí a estos aventureros a las catacumbas. Un par sigue sin aceptarme como parte de su grupo, cosa que comprendo con creces; otros me recibieron con los brazos abiertos a pesar de no conocerme, cosa que aparte de confundirme me conmovió… En esas catacumbas luchamos contra esqueletos de antiguos guerreros elfos, de la época de la guerra contra los ranos. Peleamos contra armaduras vivientes y nos topamos con un conejo nigromante… Fue una peripecia de lo más interesante.

Me giré para mirar a los aventureros que aún seguían en la mesa. Zer y Otto, fieles a su estilo escabroso, se habían ido. Eran por lo que menos lamentaba lo que iba a decir a continuación:

—He decidido que voy a quedarme con mi familia —anuncié—. Me ha gustado compartir el viaje por las catacumbas con ustedes, pero ahora tengo la certeza de que mi lugar está aquí, con ellos y con el almacén. Trabajaré duro para reparar el daño que Paul y yo hemos hecho.

Finalmente, me llevé la mano al cinturón. Hacia Lanre extendí mis dos espadas, la de hielo y la de fuego. A Dellen le entregué la navaja de fuego, la que obtuve del primer cofre. Finalmente, dejé sobre la mesa mi bolsa de monedas.

—Ha sido un gusto conocerlos —dije—. Acepten estas armas y el dinero, los necesitarán para continuar lo que han empezado. Será mi forma de acompañarlos desde la distancia —luego me giré hacia Rash, haciendo un gesto de disculpas—. Lamento no ofrecerte nada, no sé si tu sendero espiritual te impide aceptar obsequios.

 

-¡Eso suena como una verdadera aventura, hijo!- comentó Ulises con euforia y su jarra en alto luego de escuchar sobre los sucesos en las catacumbas -¡Brindo por ti y tu merecido descanso que comienza hoy!- zamarreó el trago volcando un poco del contenido.

-Lo importante es que estés aquí- le dijo Penélope tomando con calidez una de las patas de Jasper que estaba sentado a su lado -¿Y ustedes, aventureros?- se dirigió a los demás -¿Se quedarán a pasar la noche aquí o ya deben continuar con su misión? Nuestra morada es humilde, pero podemos hacerles un lugar, es lo menos por traer a nuestro hijo de vuelta- les ofreció de buena manera, pero a sabiendas de que probablemente deberían continuar.

-Si se marchan no vayan a olvidarse esto- les recordó Ulises que se había parado y descolgado a Paul mientras lo sostenía con una pata en lo alto como si pesara lo que una pluma. El gato colgaba desmayado de la misma forma que había colgado todo el tiempo de ese perchero.