Capítulo I

( madarauchiha )
Aramil

-¡Pero si eres un gato! Si a algo no deberías temer es a la muerte. Tienes una larga vida por delante, no te preocupes tanto en lo que te queda por aprender y disfruta más de lo que ya conoces, el resto llegará solo. Hazle caso a este viejo trozo de metal- intentó animar al felino.

 

Dellen

Capté las intenciones de la espada, dirigiéndole una cálida sonrisa, asintiendo con la cabeza. Tenía razón, al menos eso supe y quise comprender para mirarle, agradecido.

—Tienes razón, dicen que tenemos siete vidas, esta y otras seis—. Le sonreí— ¿Tienes más batallas que gustes compartir?

 

( madarauchiha )
Aramil

-¡Nueve! Nueve vidas y muchos otros talentos ocultos que irás descubriendo en tu camino. Yo tengo muchas historias, pero un mago en una armería no tiene mucho que hacer, te convendría luego de aquí visitar la tienda de pociones y artículos mágicos antes que cierre-

 

Dellen
Le miré para asentir sonriendo por el comentario, la verdad era que Aramil sabía como animar a sus clientes.
—¿Falta mucho para cerrar?—. Pregunté con amabilidad. No iba a negar que ahora me sentía de mejor humor— Vine a acompañar a Lanre, es el nombre de este pato que está por ser antedido por esa chica

 

Lanre

Escuchó atento a Aramil, su historia le llenó el corazón de emoción, tanto que llevó su ala al pecho en respeto ante la unión de su alma a su espada; iba a comentar pero Matilda se dirigió a ellos al terminar con Otto; Lanre afirmó ante Matilda —Quiero platear mi espada; el noble Aramil menciona que ayuda a pelear con los no-muertos, también quiero llevar flechas, yo no uso el arco; son para un compañero de aventura; tal vez unas cuarenta—mencionó ante Matilda dejando las monedas frente a ella y colocando con sumo cuidado su espada, la cual apreciaba demasiado.

Siguió escuchando la conversación de Dellen con Aramil, estaba de acuerdo con las palabras del viejo en la espada; al ser un gato tenía mucho tiempo de vida —Puedes ir por tus cosas mágicas de las cuales no entiendo, podremos reunirnos en el puerto; no me gustaría que perdieras una oportunidad como esa por hacerme compañía, la cual aprecio —mencionó hacia Dellen —Yo esperaré mi espada. Sigue los consejos sabios de Aramil.

 

( madarauchiha )
Aramil

-Creo que si vas ahora podrías encontrar aún a Edgar, el tendero, está aquí a unos metros-

( Amelie )
Matilda

-Muy bien, serían 30 monedas. Tu espada estará lista después que la del ratón, si quieres puedes darte una vuelta por ahí y regresar luego o esperar aquí, como gustes- le dijo la herrera al pato, mientras le daba las flechas y recibía las monedas, dejándole vía libre por si quería ir con su compañero a la tienda de magia o hacer algo más mientras esperaba.

 

Dellen

Cuando escuché a Lanre solo pude reir ligeramente para asentir con la cabeza.
—De acuerdo Lanre, nos veremos entonces en el puerto. Aun así créeme, me es muy grata tu compañía.—. Añadí finalmente, antes de, igualmente, dirigirle una sonrisa a Aramil justo para darme la vuelta y salir del sitio.
¿Edgar, eh?—. Murmuré para mí mismo con la finalidad de asegurarme de no olvidar ese nombre.
Salí de la tienda para ir fijándome en los carteles, para percatarme de que, efectivamente, había una tienda de pociones y artículos mágicos con el nombre del "escarabajo de oro" apenas unos metros de la tienda.
¿Será aquí? Bueno, solo había una forma de averigüarlo.
Así que, simplemente me introduje al interior y, como hacía en cada tienda que veía, dirigí mi mirada a los escaparates

 

Lanre

Dellen era un gato muy amable, así se decidió a seguirlo siendo que Matilda le mencionó que se tardaría plateando la espada —Entonces volveré después, iré a alcanzar a mi amigo; somos un equipo ¿Sabes? y por eso siento que no es bueno separarnos a menos que sea necesario —mencionó Lanre ccomo si tuviera que justificarle a Matilda, era inercia, ella era una elfo y siempre tenía que hacer eso con su padre, siempre mantenerlo al tanto de sus acciones para que este no se preocupara y supiera dónde estaba. Pero ahora era mayor, hacía las cosas por su cuenta; aun así, se preguntaba si su padre estaría preocupado por él, debía de cuidarse, no quería angustiarlo de mas.

Lanre tomó las flechas y guardó las monedas restantes —Agradezco sus atenciones —mencionó cordial ante Matilda y Aramil, después salió de la herrería para buscar esa de pociones y cosas que no entendía, y así regresar con Dellen.

 

Dellen

Al ver que ese "Edgar" tardaba en aparecer, me mantuve observando con calma los escaparates, hasta que escuché la puerta abrirse detrás de mí, acción que hizo que me diera la vuelta y ver a Lanre entrar a la tienda. Me alegré horrores al verle, acercándome con calma justo para darme cuenta de que no tenía ninguna espada.

—¡Hola! Gracias por venir, parece que Edgar se está demorando un poco, pero ¿Y tu arma?—. Pregunté sorprendido—Si no tienes dinero, podría....

E hice ademán de sacar dinero de la bolsa de tela que llevaba.

 

Contenido oculto: Sonido real

Vite Horiazana
Templo de Raménides

Escuché asombrado la explicación del aparecido ratón, pero... ¡¿Quién demonios se creía para lanzar así al Señor Rano?! Mi cara de sorpresa, acompañado de un grito ahogado, tensando todas mis extremidades tras dar un leve salto inconscientemente; terminé con orejas extendidas hacia arriba, manos hacía los costado y piernas en v invertida. Y tan rápido como me llegó la sorpresa, todo mi cuerpo volvió a moverse; agaché un poco el rostro, encorvé mi espalda, empuñé mis manos y, con las orejas virando en dirección a cualquier mínimo sonido, me acerqué a ese ratón presuntuoso.

Cuando estuve a dos pasos de él me detuve, solemne; me crucé de brazos y lo observé con severidad, orejas rectas que tan solo me sumaban puntos en altura.
—Señor Ratón, entiendo que tenga mucha fe en sus creencias, muchas esperanzas en sus acciones y mucha confianza en sus conocimientos —hablé sin alzar el tono; monocorde, sin dejar de ser suave, pero con una dureza a considerar—; pero no me parece justo, ni mucho menos adecuado, hacer una demostración de poder de tal manera—. Alcé un poco el mentón, sin quietar mi mirada de sus ojos; sin una pizca de temor, de inseguridad, pues en ese instante estaba totalmente confiado en mis palabras—. ¿Qué quiere demostrar, eh? ¿Más fuerza, ingenio, habilidad de sorprender? Sí en verdad siente que sus acciones y poder lo valen, no tiene por qué demostrarlo tan de improvisto, menos aún cuando hemos venido por voluntad, dispuestos a aprender lo que nos enseñen; no ha ser tomados con la guardia baja.

Mis ojos se entrecerraron y tuve que inhalar profundo inflando el pecho. Joder, Vite; no eres nada un crío para largarte a llorar ahora. En vez de exhalar el aire contenido, seguí hablando con firmeza.

>>Así que, efectivamente; independiente de sus creencias y religiones: El método utilizado para darlas a conocer me parece de lo más...— me mordí la lengua a tiempo, inhalando hondo otra vez, para no soltar "nefasto" Suspiré corto y pesado, para seguir hablando—, inadecuado, en nuestro contexto.

Luego miré al Señor Dash, y mi expresión se entristeció por un leve momento, casi llegando a bajar las orejas, pero antes de mostrar genuina debilidad sacudí el rostro con rapidez. Me descrucé de brazos para poner las patas en mi cintura; otra vez firme, volví a encarar al ratón.
—Eso sería todo lo que tengo que decir, sí está de acuerdo o no, no será mi problema; es inconveniente suyo. Con permiso —agregué lo último con una leve reverencia, para luego darme media vuelta y caminar a zancadas constantes, enfadado.

Entonces me percaté del otro gato... ¿cual era su nombre? Aún con la cara de mal genio me acerqué hasta él, aunque a un paso menos acelerado. Cuando llegué frente a él solté un pesado suspiro, cruzándome de brazos, cabizbajo con las orejas caías cubriéndome la espalda.
>>¿Actué muy mal? —murmuré, no con la voz rota, pero sí apenada.

Contenido oculto

Gigavehl uwu <3

 

( Amelie madarauchiha )

El escarabajo de oro​

Mientras se encontraban conversando, de un cuarto aledaño a la tienda sale Edgar, el escarabajo que la regentea -¡Ah! Clientes. Lo siento, es que estaba haciendo el inventario porque ya casi me iba, ¿pero qué se les ofrece?- dice masticando algo que no saben bien qué es, pero que desprende un muy mal olor.

Contenido oculto: PRECIOS

( rapuma Mori Gigavehl )

Templo de Raménides​

-Ahh joven conejo, lo he hecho con el debido cuidado para que no sufra ninguna molestia. A veces se hace necesario sentir la técnica en carne propia antes de aprenderla, sirve saber lo que sentirá nuestro adversario- decía el ratón mientras Vite se alejaba -¿Verdad que te encuentras bien? ¡Anda, arriba clérigo de fe!- se dirigió a Rash, aún apoyando su bastón en el suelo para que el rano pudiera incorporarse.

 

Rash Colds

El rano rió con alegría a las palabras de su compañero animal. Intentó darle un suave golpe en el hombro, inofensivo, pero detuvo la mano en el aire y la volvió a apoyar sobre su falda. No quería lastimar a su amigo nuevo.

—Todos somos maestros, en cierta forma. —levantó su manita. —Todos podemos aprender de otros y viceversa; la información es un don que se transmite de animal a animal. Ya sea entre páginas de libros o en charlas triviales. ¡Somos los maestros de ciertas personas y hasta los alumnos mas vivaces de otros! Es por eso, Maes... Señor Vite, que pondré todo el empeño posible en que aprendas en todo lo posible respecto al clero, pero no de una forma religiosa, podrás tomar mis libros de fe como unos libros de historia más; lo importante es la esencia, como yo aprenderé de ti. —mientras el conejo hablaba, Rash miraba la estatua del rano. Aún con la mirada puesta en la estatua, el clérigo habló. —La religión como tal puede aprenderse, claro; cualquier raza podría optar por una vida de castidad y plenitud celestial, aunque no siempre es así. —giró la vista para verle. —No siempre es tan fácil. Míreme a mí: un sacerdote de la Fe armado de maza y escudo. Algunos dirían que la religión no se extiende con armas, y yo pienso lo mismo. Es por eso que a veces en este camino que opté por caminar, siento que me pierdo; que pierdo el rumbo, que no creo en nada. Pero luego conozco a alguien como tú y todo cobra sentido. —sonrió. —El mundo es bello ahí donde no alcanzamos a ver, justo en este preciso instante. El presente. El regalo más hermoso que podemos tener para sentirnos agradecidos y hacer algo a cambio por ello.

"La fe es más que mera esperanza, el poder de los dioses es muy real"

La voz del sacerdote del templo sacó de sus pequeño monólogo al rano quién, curioso por la repentina presencia, admiró la presencia del ratón con la boca abierta. Lo siguió con la mirada, muy atento a sus sabias palabras. Cuando se colocó frente a él y habló en una lengua muerta, también alzó su entrecejo y voló a unos pocos pasos de ellos, siempre con la expresión de sorpresa en su rostro. Se levantó sin muchas complicaciones, aunque sí con cierto ardor de aventuras en su estómago: ésa demostración había sido muy buena y el espíritu aventurero del clérigo se encendió como una mecha de pólvora.

—Tranquilo, Señor Vite. Me encuentro en perfectas condiciones. —se limpió los hombros para sacarse la mugre. —Un honor conocer al clérigo del templo de Raménides, Maestro Ratón. —hizo una leve reverencia. —Me sentiría muy agradecido en que me diga el lugar exacto del templo en de Ráclito; creo que finalmente tengo una ruta de viaje. —caminó hacia la estatua y cerrando los ojos, se persignó y susurró las palabras dichas. —Panta Rei.

 

Dellen

Por mi condición de gato, arrugué el hocico al sentir el olor esperando haber podido ser discreto, no quería tampoco causarle una mala impresión, sonriendo al ver a Edgar, para reverenciar.

— Usted debe ser Edgar ¿Me equivoco? Encantado, mi nombre es Dellen y...—. Dirigí la mirada a la lista de precios. La estudié minuciosamente, esperando exactamente que objeto debería elegir de entre todos ellos teniendo en cuenta mi, actualmente, precario estado económico...

—Quisiera una poción de curación, una varita de detectar magia y, un misil mágico, a ser posible—. Sonreí con amabilidad para redirigirle la mirada al esarabajo

 

Vite Horiazana
Templo Ranémides

... Contuve el aire, tras haber oído a los lejos las palabras de Rash Colds y luego las del otro gato, intentando mínimo entender la línea de conversación, pues nada; terminé por soltar una risa genuina.

—Jejeje —sonreí a ojos cerrados, terminando por despeinar mi nuca, algo avergonzado—. Si, fue de lo más curioso—. Volteé a mirar al Señor Ratón y al señor rano, para luego volver a mirar al gato con una sonrisa apacible, manos en los bolsillos de mi pantalón—. Deberían haber ido a la herrería...— Alcé la vista y el mentón, pensativo—, y supongo que después a una tienda de utilidad para... ¿un mago, era el otro gato?—. Bajé la cabeza y la sacudí con rapidez, para luego mirar al señor gato ya con irrelevancia emocional; ni feliz, ni enojado, ni asustado, ni triste—. Quedamos en juntarnos en la posada cuando acabemos nuestros quehaceres—. Le brindé una pequeña sonrisa alegre—, así que una vez termines tus cosas, nos podemos juntar en la posada cercana al bar —hablé sin prisas, para luego reverencias un poco con la cabeza—, permiso.

Y me dí media vuelta, pude haber corrido, pero al estar en un templo opté por trotar hasta donde el ratón.

—Bueno, Señor Ratón; Mi nombre es Vite Horiazana, y soy nuevo en esta ciudad—. Empecé presentándome—, no me retracto de mis palabras, pero sí de mi anterior emoción; me he enfadado, pues no me gusta ver a la gente siendo dañada, pero como sus acciones no han impuesto ningún daño ni problema al Señor Rano Colds—. Hice otra leve reverencia, ahora si inclinando un poco la espalda—, estoy libre de enfado, y lamento haber sobreactuado ante está situación; tan solo se me hizo desconocida.

Y alcé la vista, sonriendo con cierta determinación.
>>Y ante lo desconocido hay que estar atentos... Jejeje —solté una risita a ojos cerrados al final, para luego mirarlo alegre—, ¿cuál es su nombre, estimado?... ¡Ah! —tras un gesto de sorpresa, desvíe la vista hasta dar con el caballero rano—. ¡Estimado compañero Rano! —empecé con una expresión de genuina molestia, pero lejos de furibundo—, por favor, dígame Horiazana o solo Vite; sí agrega señor...

Bajé la vista, con todas mis facciones tensándose con desagrado, casi sintiendo un escalofrío recorre toda mi espalda.
>>Me sentiré demasiado viejo —alcé la vista con un tic en el ojo derecho, una cara... tal vez graciosa sí le agregamos la mueca con la boca—. Yo... no soy viejo...

Fruncí el ceño, dándome golpesitos suaves en la sién con el dedo de una pata, pensativo.
—No... no soy viejo, ¿no? No, yo soy joven... —murmuraba para mí mismo, terminando en un tono susurrante que; cuando me pasé un brazo por sobre mi torso, y me sostuve el mentón la otra pata, cabizbajo; ya era incomprensible.
>>¡Ahhh! —exclamé con fuerza poco después, apuntando con el dedo al señor rano tras alzar la vista, piernas separadas—. ¡Eso, solo tengo 19 otoños, Señor Rano! —luego extendí los brazos en horizontal hacia mis costados, en una posición abierta, mirándolo casi con preocupación—, ¡los señores... mínimo 26 otoños, Señor Rano!

Y cerrando los ojos, ceño fruncido, me llevé las patas enpuñadas a mí cintura.

—Y hasta ellos se enojan sí les llamas señores.

 

Rash Colds

—Entonces será Horiazana. —afirmó con la cabeza, aunque apenas se mostró movimiento, ya que el cuello de Rash era inexistente; era como si saliera de sus trapecios, dos grandes bolas de músculo le protegían esa zona. —¡26 otoños! ¡Entonces a mí qué me quedará! —se le escapó una pequeña carcajada campechana mientras se señalaba a sí mismo. —Seguro tendría que ser Don Rash. No se me ocurre otro mote. —y sonrió levemente, mirando al gato que se encontraba en una esquina del templo. Se acercó a él, esperando que Vite le siguiera. —Me alegra no ser el único devoto por aquí. —se colocó frente a Zer, admirando el color de ojos del felino. —Rash Colds es mi nombre, creo que no pudimos presentarnos en la taberna. —no extendió su musculoso brazo para estrechar la pata del gato, sabía que un simple movimiento como era el de un apretón podría terminar en una fractura triple de huesos del otro animal, es por eso que Rash, siendo tan sociable como era, no podía expresar sus sentimientos con soltura; debía de mantenerse al margen de todo contacto físico. —Y creo que conoce al señ... a Vite Horiazana.

 

Vite Horiazana

—Jajaja, ¡pues Don Rash será, Don Rash! —exclamé alegre a ojos cerrados, para después seguirlo con pasos ligeros y una sonrisa amplia, patas tras la nuca, con calma.

Me quedé mirando con la cara de bobo el intercambio entre el gatete ese y don Dash, vaya, ¡hasta sonaba divertido y todo! Don Dash, don, don, don Dash.
—¿Eh? —solté con clara confusión, desprendiendo mis patas de la nuca y dejándolas en el aire, intercalando miradas de confusión entre el rano y el gato, terminando con una sonrisa torcida cuando terminaron de hablar.

Apunté al gato con un dedo, mirando al señor Colds con esa mezcla de incredulidad, esceptisismo y la sonrisa de "No te creo, hombre"
>>No parece de los más devotos —hablé sin tapujos, tranquilo. Luego miré al gato, cabizbajo, pero sin soltar su mirada, mientras me rascaba la nuca con cuidado—. Y no es por ser prejuicioso, no. Yo tampoco me consideraría devoto...

Aparte, no había afirmado a la pregunta ni nada, ¿verdad? Ladeé la cabeza, sonriendo a ojos cerrados con cierta vergüenza, reflejada en mis orejas caídas; aunque dejar mis brazos simple y llanamente colgando, exponiendo mi pecho, daba a entender que inseguro o miedo no tenía.
>>Bu-bueno, supongo que yo podría ser devoto a la aventura, como mi madre al trabajo y mi padre a la cosecha—. Entonces me erguí como correspondía, solemne, cruzándome de brazos, sonrisa amplia y ojos entornados sobre el gato, retador.
>>¿A qué eres devoto tú, estimado? —solté con calma, con un tono de voz demasiado sosegado y grave, contrastando con fuerza toda la actitud que había tenido hasta el momento.

Porque vamos; no era un crío, aunque lo pareciera muchas veces.

Contenido oculto

Gigavehl