La mañana transcurría en la Madriguera, Molly y Ginny se habían levantado temprano para prepara el desayuno, la pequeña encendió la radio de su padre, una canción muy pegadiza estaba sonando y de hecho, su madre y ella no podían dejar de tararear. —Des-pa-ci-to—Cantaba la pequeña mientras echaba lentamente la leche en el bol. Molly también se unía cuando hacía las tortitas para los chicos. Entonces Harry que había madrugado antes que el resto de los Weasley entró en la cocina y vio aquello, no pudo evitar reír cuando la pequeña Ginny se puso incluso a bailar a su manera. —Buenos días Harry—Dijo Molly al verle. —Buenos días señora Weasley—Devolvió el saludo el joven. Ginny al escuchar aquello se dio la vuelta,aún podía ver al chico esbozar una sonrisa por aquel espectáculo, se puso roja, pero fue diferente dado que esta vez hasta se desmayo.
¿Por qué se tiene que desmayar? Jajajaja, dramático. ¡Qué vergüenza! Pues, a mi me ha pasado, soy de las que canta a todo pulmón con los auriculares puestos.