Canción de Invierno. (hakuoki shinsengumi)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Temática Libre de Anime' iniciado por maferguns, 20 Enero 2016.

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  1.  
    maferguns

    maferguns Iniciado

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    Título:
    Canción de Invierno. (hakuoki shinsengumi)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    153
    Sinopsis:

    Joyce es una joven universitaria con notas sobresalientes, su vida transcurre relativamente "normal" hasta que cumple los veintidós años. En ese momento su abuela, muy preocupada, le dice que no puede verla en... el futuro. La muchacha intenta tranquilizarla y le resta importancia a lo que le dice su excéntrica nona.

    Meses después se encuentra en el extranjero para hacer el trabajo de fin de curso, aquel que definirá si se gradúa o no. Sin embargo, está a punto de descubrir que ese es solo el menor de sus problemas... porque dicen que la curiosidad mató al gato.

    Debido a una serie de acontecimientos inusuales, termina metida hasta el cuello en una pelea que a simple vista parece un evento bélico como cualquier otro, solo una pugna por el poder... Pero pronto descubre que el trasfondo es más importante, mucho más importante. Nadie podrá mantenerse al margen.

    Ni humanos.

    Ni seres sobrenaturales.
     
  2.  
    AxelPaul

    AxelPaul Allá a lo lejos

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    La sinopsis no me convenció mucho.
    Aunque espero que el primer capítulo sea algo que enganche al lector y sea bueno
    Voy a seguirla para ver como queda.
     
  3.  
    maferguns

    maferguns Iniciado

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    Vale, gracias por pasar, alguna recomendación?. Advierto desde ya, que es bastante fantasiosa
     
  4.  
    maferguns

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    Canción de Invierno. (hakuoki shinsengumi)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Fantasía
    Total de capítulos:
    3
     
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    3091
    Al comienzo es un poco lento debido a que es como una introducción. Cualquier cosa uds me corrigen. ¡Que lo disfruten!

    Capítulo I

    ¿Creen en la magia?
    ¿En el destino?
    ¿No?
    No se preocupen, yo tampoco lo hacía…
    Siempre he sido una chica corriente, con una vida bastante normal. Tengo a mis amigos, no he tenido novio (la razón la podemos obviar por el momento) y luego está mi familia. Mi madre es instructora de yoga, mi padre es empresario, mi hermano es un estudiante universitario y la última integrante… bueno, es otro caso, digamos que es una persona con habilidades que están fuera de lo normal. Algunos les dicen brujas o hechiceras, otros las llaman estafadoras, charlatanas… yo le digo: abuela, siempre he sido muy escéptica así que no me tomo muy a pecho las cosas que vaticina mi querida nona. ¿Ya lo adivinaron? Somos de Italia… bueno yo no, mi familia.
    Yo soy tan venezolana como cualquier otro individuo nacido en esa bella tierra; por razones ajenas a nuestra voluntad (entiéndase el gobierno) tuvimos que abandonar nuestro país. Llevamos poco más de un año en la ciudad de Victoria y no me quejo, Canadá es precioso aunque cualquiera que haya pasado por una situación similar les dirá lo mismo… no hay lugar como el hogar y mi hogar está allá al sur. Pero basta de divagar, vamos al punto.
    Cumplí los veintidós hace como ocho meses, el 31 de diciembre y ustedes dirán… ¡que chévere! Pues ¡no! No es lindo cuando olvidan tu cumpleaños por andar parrandeando, celebrando que el año viejo se va.
    ¡Hello, ya pasó, se fue, adiós! Tampoco es que no quiera que celebren, solo que lo hagan por partida doble. ¡Dios ¿acaso es mucho pedir?!

    El hecho es que, increíblemente este año (bueno, el pasado) mis suplicas fueron escuchadas, mi familia lo recordó. El cambio de ambiente, me imagino y entonces mi nona salió con una de las suyas, me sacó de la habitación después de partir la torta y con una voz preocupada me dijo “No puedo ver hacia dónde va tu hilo rojo… no entiendo por qué” luego les explicaré lo del hilo.

    “tranquila nona, tal vez tus sentidos se han visto entorpecidos por el licor” le respondí riendo; y eso fue todo. Sí, soy bastante escéptica.
    Después de mucho rogar, finalmente logré que mis padres me regalasen un viaje, pero antes de que me cuelguen por ser una malcriada; en mi defensa, alego que es por una buena causa, con fines estrictamente académicos y de hecho es lo único en lo que he podido pensar las últimas semanas. Estoy bastante ansiosa, pero el ajetreo del día y el estrés del viaje me hacen caer como piedra.

    Abro los ojos. Estoy en un lugar desconocido… ¿Por qué hay tanta sangre?

    Entonces veo a alguien, no puedo identificar a esta persona pero una opresión en el pecho al ver sus heridas mortales, me indica que es importante para mí — ¡No se supone que mueras así! — Se escapan las palabras de mis labios temblorosos — Me lo prometiste — sollozo mientras tomo su rostro, pero antes de que pueda verlo…

    Arriba.
    Arriba.

    Un fuerte golpe me despierta.

    — ¡Ay! ¿Pero qué te pasa Joseph? — gruño malhumorada.

    — Agradece que tienes un hermano menor responsable, ya vístete; yo te voy a llevar al aeropuerto — dice con calma desde la puerta de mi habitación.

    — No es justo, yo soy la mayor, deberían dejarme conducir a mí — Agarro lo primero que veo: una camisa manga larga y unos vaqueros desgastados.

    — Eso es solo porque eres la peor conductora de Victoria hermana, voy a llevar tu equipaje al carro, mamá y papá están abajo — dice antes de marcharse.

    Un momento.
    Algo raro pasa, Joseph en su sano juicio no sería tan amable. Y cuando caigo en cuenta; salgo corriendo al pasillo.

    — ¡Ni creas que te vas a adueñar de mi habitación!

    — Si te vas a teletransportar del otro lado del mundo hasta aquí para impedirlo… — responde él desde el piso de abajo.

    — ¡olvídalo! ¡mamá! No lo dejes entrar — bajo las escaleras intentando controlar mi rebelde cabello ondulado.
    — Joyce, ya tienes veintidós, compórtate como un adulto cariño — me dice ella cuando me ve entrar.

    — Pero él también es adulto, ya tiene veinte — intento justificarme.

    — Pero nada jovencita, no te preocupes, no lo dejaré hacer desastres de ningún tipo; ahora come, necesitas energía para el viaje — me sirve un plato con hotcakes, mermelada de fresa y queso. Ocupo el asiento que está junto a mi padre.

    — Buenos días Pa.

    — Buenos días Dolccezza — responde, odio ese apodo, pero extrañaré a mi familia así que por esta vez decido dejarlo así.

    — Cuando llegues nos llamas — me recuerda mi madre antes de salir.

    — Cuando salgas de excursión, de compras, a la biblioteca, al centro comercial, donde la vecina, al mercado de la esquina, a la tienda de al lado y creo que ya quedó claro; ¿quedó claro? — continúa mi papá.

    — Oigan, relájense, no es la primera vez que salgo del país; yo los llamo cuando llegue al apartamento, los quiero mucho, que tengan un feliz día.

    — Buen viaje mi amor — dice papa. Lo voy a extrañar un montón; no tengo ninguna preferencia, pero por alguna razón mi padre y yo siempre hemos congeniado de lo mejor. Subo al auto donde me espera mi hermano y arrancamos en dirección al aeropuerto internacional.

    — Tienes que traerme algo interesante — me dice una vez que hemos tomado la autopista.

    — Ya veremos Joseph— repaso el libro de frases básicas, después de todo la lengua que hablan allá donde voy sigue siendo poco familiar.

    — A mí también deberían regalarme viajes, no tengo deudas de choques como otras, merezco una recompensa por ello — Joe coloca una mano en su pecho como si estuviera herido.

    — ¿De qué te quejas si te lo has pasado los últimos dos veranos entre la toscana y Florencia?

    — Era con fines estrictamente académicos, aprender otro idioma es importante Carangi— responde él mientras cruza para entrar al estacionamiento y comienza a buscar el sótano que queda más cerca de mi puerta de embarque, la letra F. Está bastante retirada. Algo a lo que aún no me acostumbro es que en este lugar todo es Macro.

    — Mi viaje también es estrictamente académico, de este trabajo depende la calificación de mi tesis.

    — De todos modos, ¿por qué te vas tan lejos? México está más cerca y también es interesante— aún faltan dos secciones para llegar a la que nos corresponde.

    — Siempre me ha gustado la cultura oriental, y hay mucho material; el Sr. Wilson va a tener un buen entretenimiento en el corte de febrero cuando corrija mi trabajo, además creo que si puedo estudiar la cultura y el folklore desde adentro va a ser una experiencia aún más enriquecedora — llegamos. — Ya sabes; el periodismo de investigación requiere diferentes enfoques, estudié desde afuera, ahora quiero pasar al siguiente nivel — cuando se detiene, me bajo del auto y lo ayudo a cargar las maletas.

    Decidí estudiar comunicación porque considero un deber mantener a las personas informadas, en mi país de origen: Venezuela, no podría ejercer esa carrera en un momento como este. La persecución contra aquellas personas de libre pensamiento es implacable. Eso, en parte me ha hecho inclinarme por esta profesión, algún día quisiera volver y poder hacer mi trabajo allá, hay tanto que quisiera mostrar.

    Pero no me mal interpreten, no solo fue la situación de mi nación. No me gusta la monotonía y prefiero interactuar con la gente antes que estar encerrada en una oficina; además suelo ser bastante creativa al momento de realizar mis proyectos, supongo que eso influyó para que me ganara el puesto de estudiante destacada.

    — Cuando seas una periodista famosa, me tienes que llevar a vivir a tu mansión y quiero de cena: pizza— hace un pausa y agrega— todos los días.

    — Sueña Joe — chequeo mi boleto. Asiento 52 A, puerta 18 ¿eh? … Debe estar en el piso de arriba. — Muévete que ya me tengo que chequear — lo empujo para que suba rápido las escaleras eléctricas.

    — A ver dime, ¿Quién era la que no se quería levantar? — dice bastante mosqueado. Unos diez minutos después, nos encontramos en la fila de inmigración.

    — Bien enano, nos veremos en enero; cuídate mucho y a ver si cuando regrese, logras hacer unas papas fritas decentes — Molestarlo es mi pasatiempo preferido, si yo soy mala conductora. Mi hermano es el equivalente a los kamikazes japoneses en la cocina… hablo en serio. Es un atentando.
    — Claro pitufa y a ver si cuando regreses puedes sacar el carro del garaje sin acabar con la casa antes — replica él con una sonrisa triunfal. Le doy mi mejor mirada matadora, aunque pronto dejo a un lado mi falso enojo. La verdad es que nos queremos mucho pero no lo admitiríamos ni por casualidad.

    — Buen viaje hermana — me abraza y espera que pase a la sala de embarque.

    “Pasajeros del vuelo BA269 British Airways con destino a la ciudad de Bollywood, por favor hacer una fila en la puerta numero dieciocho, primero embarca la letra A.”
    Viajo en clase turista, pero al menos me ha tocado la ventana, paso y me siento. No puedo evitar pensar que es un poco aburrido, normalmente Joe y yo formamos un alboroto por ver quién llega primero a la ventana.
    Media hora después, despegamos. Tenemos previsto llegar a la India a eso de las 5 de la tarde.
    Bien, mi conexión la tomaré a las 11 de la noche, así que lo primero que hago al llegar al aeropuerto es ubicar mi puerta de embarque. Se los dice una persona con experiencia. Busquen la puerta apenas lleguen. No querrán pasar cuatro horas en un aeropuerto extranjero buscando la puerta y pasar un buen susto, embarcándose de últimos.
    Asiento 42 D, puerta 25. ¡Caray! En el pasillo. ¿Por qué? ¡Lo sabía!, no podía tener tan buena suerte. Suspiro resignada. No tengo nada que hacer así que entro a una librería que está diagonal a la terminal 25.

    A las 7 compro un wramp de atún y curioseo un poco en las tiendas.
    Pronto me canso y me siento a tomar una siesta.

    “Pasajeros del vuelo BA154 British Airways con destino a la ciudad de Tokyo, favor embarcar por la puerta 25. Se iniciara el proceso por orden alfabético”

    Al fin.
    ¡Allá voy!

    Entro a la aeronave y me invade una extraña sensación, un cosquilleo constante que atribuyo al nerviosismo. A las 8 me despiertan paraseñor tomar el desayuno y a las 10 de la mañana entramos en el país del sol naciente. Ahora sí que estoy nerviosa.

    Hago un esfuerzo por preguntar cómo tomar el tren a la ciudad de Kioto. La antigua capital de Japón, al menos lo fue hasta la restauración de la era meiji. Llego a la estación de Shibuya y es sorprendentemente grande, aunque es de esperarse, después de todo, de allí parten los trenes hacia todo el país.

    ¡No me lo puedo creer! en shinkansen (el tren bala) solo toma llegar a Kioto 2:30h. El boleto me ha costado 13.000 yenes y aunque al principio fue un poco difícil habituarme al cambio monetario y mucho más al cambio horario; ahora no me importa en lo absoluto. El apartamento que será mi hogar durante los próximos tres meses se encuentra a las afueras de la ciudad. Tipo estudio, con una linda vista panorámica.

    Llego. Desempaco mis cosas, ceno y después de llamar a mi familia, duermo como un si no hubiese un mañana.

    Al sonar la alarma, abro los ojos y me desperezo. No es un sueño, de verdad estoy aquí.
    Primero voy a la biblioteca pública y después a visitar algunos templos.

    Una vez en la biblioteca y al cabo de un rato de fallida comunicación, obtengo una ficha.

    ¿Sobre qué debería hacer el trabajo? Camino por el pasillo de historia. Y después de unos minutos de vagar, un viejo libro rojo llama mi atención “los últimos samuráis” y más abajo puedo leer en letras doradas. “El shinsengumi”… Interesante. Aquellos personajes marcaron un hito en la historia de Japón, así que podría incluirlos en mi producción. Tomo el libro junto a otros sobre la cultura e historia nipona, adicional a eso, me las arreglo para meter un libro sobre demonología, ¿qué puedo decir? Me gusta ese tema.

    ¿Qué sería de nosotros sin las buenas historias? Está claro que tienen mucha ficción y son mitos, pero eso no le resta belleza literaria a las representaciones divinas ¿verdad? Aunque la mochila pesa mucho, decido continuar con el itinerario.

    La ciudad de Kioto es muy famosa por la gran cantidad de templos que alberga, muchos han sido escenario de antiguas leyendas. Para los que no lo saben: en Japón, antes de que inicie el nuevo año, las personas suelen congregarse en estos santuarios para pedir a Buda que les traiga prosperidad. Hoy solo me dará tiempo de visitar uno pero tendré doce semanas más para hacer turismo, así que no estoy afanada.

    La estructura se alza imponente sobre una colina y no puedo entrar sin subir antes por una gran escalera de piedra. Genial, con lo que me gusta el deporte (nótese el sarcasmo). Después de lo que parece una eternidad subiendo y justo cuando estoy a punto de tirar la toalla, llego.

    Yo opino que la belleza existe para ser apreciada así que una vez dentro no puedo evitar observar las esculturas, las pinturas y pergaminos que yacen en aquel lugar. El ambiente es tan tranquilo. No sé si les ha pasado que al entrar en un recinto sagrado de cualquier religión, sienten una paz casi antinatural. Bien, a mí me sucede todo el tiempo.

    Al salir, camino hacia un pozo que está al frente. Lanzo una moneda, oro un poco y toco la pequeña campana que cuelga de un marco rojo que se alza sobre el pozo; en la cultura oriental tienen la creencia de que al hacer esto, Buda voltea a escuchar a quien le hace la petición. Y no me vendría mal un poco de sabiduría.
    Si, amigo, es contigo. Necesito inspiración ¡¿me oíste buda?!

    — En pocos lugares se respira tanta tranquilidad en estos días ¿no cree? — Doy un salto y volteo a mirar a mi interlocutor, un anciano que viste como monje. ¿Y este de dónde salió? casi me mata de un infarto. Intento encontrar las palabras adecuadas para responder, pero por donde se le mire, mi japonés da pena.

    — estoy de acuerdo señor— Articulo con dificultad.

    — ¿Qué la trae por aquí? — el hombre camina hasta llegar a mi lado.
    — Estoy haciendo un trabajo de investigación y elegí venir a Japón. Escuché sobre los templos de Kioto y también leí un poco sobre la historia de la ciudad, me pareció interesante,por eso he decidido darme una vuelta— no puedo evitar emocionarme al hablar del tema, sé que le costará entenderme pero parece tener paciencia. El anciano sonríe un poco.

    — Pues ha hecho usted una buena elección señorita, en la tierra del sol naciente existen muchos misterios; me gusta cuando las personas jóvenes se interesan por rescatar tradiciones. Así que si me lo permite, me gustaría aportar mi grano de arena — No todos los días te consigues con alguien dispuesto a ayudarte con tu tarea de historia, asiento de inmediato.

    “Este es uno de los templos más antiguos de la región. Cuentan que hace alrededor de quinientos años, una gran batalla tuvo lugar aquí, el líder del clan perdedor fue un gran guerrero, con habilidades espirituales inigualables. Justo antes de ser capturado por el enemigo hubo un gran resplandor; y cuando se acercaron para ver qué había sucedido, no hallaron nada… el guerrero y lo que quedaba de su ejército se desvanecieron… como si no hubiesen existido.
    Algunos días después, los aldeanos que vivían cerca, encontraron una hermosa y diminuta gema; transparente como el agua, la colocaron bajo la protección de los monjes de la aldea”
    — el anciano cuenta la historia como si él mismo hubiese estado ahí — “con el tiempo levantaron un templo en aquel campo de batalla y en él depositaron la joya, de modo que reposara en el mismo lugar donde se cree que fue creada. Muchas historias surgieron entorno a ese singular objeto, se rumoreaba que podía cumplir cualquier deseo; humanos y demonios se peleaban por ella. Se dice que la última vez que la vieron fue hace ciento cincuenta años y desde entonces su paradero es un misterio” — finaliza.

    — Vaya, que interesante, en verdad sería emocionante formar parte de una historia como esa— digo mientras observo el cielo, ahora naranja.

    — Tal vez no jovencita, la época de las guerras fue muy cruel.

    — Como periodista no me puedo dejar intimidar ante esas cosas — Aunque, valorando el asunto, si casi me desmayo al ver sangre en un sueño, no puedo esperar mucho de la vida real.

    — Pues para lograr cualquier cosa se requiere voluntad — el monje saca una pequeña bolsita negra, extrae de su interior un sencillo brazalete de cuero, con una piedra transparente en el centro y dos piedras verdes a cada lado. Me gusta. Es sencillo… pero creo que en esa simpleza radica su atractivo.

    — La gente ya no suele venir mucho por aquí, a menos que sea una temporada especial. Creo que usted lo cuidara muy bien — ahora si me ha pillado desprevenida, un lindo detalle.

    — Muchas gracias señor y disculpe que lo deje tan pronto, pero otro día me gustaría conversar con usted; ¿me diría su nombre?

    — Eso no es necesario jovencita, cuando venga a visitarnos probablemente seré yo el que la reciba, que tenga un buen día.

    Ya ha oscurecido cuando regreso a casa, me coloco el nuevo brazalete y comienzo a leer, tengo aún mucho trabajo por delante. Descubro un par de cosas interesantes sobre los personajes que me dedico a estudiar.

    Los samuráis fueron guerreros que en sus inicios sirvieron al emperador como guardaespaldas; con el tiempo pasaron a ser una fuerza militar de mayor envergadura, juraron lealtad al shogun (los antiguos señores feudales japoneses) y tenían un código de vida bastante estricto, el incumplimiento de sus normas les llevaba a cometer Sepukku (muerte ritual o suicidio a través de la espada. Seguro que les suena de algún lado). Sus primeras armas fueron los arcos, flechas y lanzas; que más tarde evolucionaron a espadas.
    Un buen samurái utilizaba dos armas; una espada larga, llama katana y una más corta, llamada wakizashi. Estas eran forjadas por herreros de renombre, se decía que sus creadores dejaban parte de su alma en las katanas y por ello antes de fabricar una, realizaban distintos rituales para purificar su cuerpo.
     
  5.  
    maferguns

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    3462
    Capitulo II
    El Bosque.



    Bloqueo de escritor. ¿Les suena de algo? Si, señores a todos nos afecta alguna vez. Reviso mis apuntes, pero es inútil.


    Han pasado casi dos meses desde que llegué aquí, estamos a finales de noviembre y he podido investigar un montón pero tengo serios problemas para organizar mis ideas.


    Necesito relajarme, así que saldré de excursión. Ya he avisado a mis padres. Probablemente piensan que me iré por varios días… pero no. Esta vez será un paseo corto, oí de un bosque que se encuentra a las afueras de la ciudad, al ser un lugar tranquilo tal vez podría leer e inspirarme para comenzar a escribir.

    Empaco mi mochila.


    — veamos, agua y chocolates. Listo. Libreta, lapiceros, lápices, sacapuntas y borrador. Listos. Libros y diccionarios. Listo — tacho todo lo de la lista


    — ah por último pero no menos importante: linterna, celular, mp3 y el cargador híbrido. Ahora a meterlo todo en bolsas plásticas. Prevención ante todo. — Me encanta irme de campamento para despejar mi mente y pensar en nuevas ideas. De hecho, antes solía irme con mi padre y mi hermano todas las semanas; al mudarnos dejamos nuestro hobbie a un lado. Pero hacía unos meses lo habíamos retomado.


    Se preguntarán ¿qué pinta el cargador híbrido en todo esto? El asunto es que amo la naturaleza pero no vivo sin música. Nuestros paseos eran muy largos, así que el verano pasado reuní suficiente dinero como para comprar un cargador que no utilizara electricidad. Tiene una célula solar y no es tan eficiente como un cargador común, tarda unas tres horas en cargar el iPod pero… ¡hey! Eso es mejor que nada.

    — Listo — tomo las llaves, el mapa y me voy.


    Wow… es muy hermoso. Ante mí se extienden miles de hectáreas de naturaleza, a pesar de que está finalizando el otoño y la región se está enfriando, el bosque aún conserva ese vibrante color naranja que en el transcurso de las siguientes semanas irá desapareciendo, cuando las hojas caigan y dejen desnudas las ramas de los árboles.


    Sigo el sendero que llega hasta la base de la montaña, donde veo una caverna. Las diez menos cuarto. Supongo que echarle un vistazo no estará de más. Saco mi linterna y entro; con cautela camino unos cincuenta metros.

    Escucho un ruido acuoso a la derecha y observo una especie de pasillo, me aseguro de que no hay bifurcaciones pues no quiero perderme. Camino durante unos cinco minutos hasta que comienzo a sentir una brisa; un aire más frío de lo habitual en esta época. Más adelante sorprendentemente encuentro una cascada, un lago se encuentra debajo, gracias a la erosión algunos rayos de luz se filtran a través de las paredes rocosas, por eso puedo ver con bastante claridad. Me acerco un poco más y llego a la orilla.


    Un momento.

    Imposible.


    El agua, que de por si tiene un extraño color azulado, no cae. Está al revés. Observo ensimismada cómo fluyen las corrientes, apacible y lentamente hacia arriba, donde veo una réplica exacta del lago que está a mis pies — Debo estar soñando — Aún así, es tan hermosa. Ustedes dirán que quién en su sano juicio se queda sola en una cueva donde hay una cascada que, de paso desafía las leyes de la gravedad… vale, me declaro culpable, la curiosidad siempre me puede.

    El agua parece fresca así que bebo un poco, me lavo la cara y me siento a la orilla a leer el libro que me falta. Aja. Así, de lo más tranquilaza.


    El final de los samuráis llegó con la restauración de la era meiji, en 1868; ahora las katanas eran armas obsoletas e inútiles contra las escopetas traídas de occidente, los diferentes clanes se debatían entre morir defendiendo sus ideales en una guerra civil que sabían perdida o rendirse y aceptar que ellos debían avanzar al mismo paso que lo hacían otras potencias, en el primer grupo se encontraba el shinsengumi. La fuerza militar encargada de proteger a la ciudad de Kyoto. Se caracterizaban en batalla por utilizar un haori (capa que va sobre el kimono, forma parte de la vestimenta típica japonesa) de color azul claro, con un patrón de montañas blancas en los extremos de las mangas, un cordón blanco cruzaba su pecho y eran considerados de los mejores espadachines.

    Al principio la gente les tenía miedo. Los llamaban los lobos de Mibu (la aldea donde se encontraba su base principal) pues su antiguo líder, Zerisawa, cometió muchas fechorías, pero luego llego Kondo Isami. El nuevo general y sus capitanes, limpiaron el nombre de la organización cuando durante el incidente de Ikedaya en 1864, evitaron que el clan Choshuu (enemigos declarados del shinsengumi) quemara Kyoto.


    Quiero continuar leyendopero una súbita sensación de malestar me invade, comienzo a sentirme muy mareada y de pronto todo se oscurece.


    Frío.

    ¿Por qué hace tanto frío? Despierto desorientada sobre el suelo helado de la caverna, lo único que recuerdo es que estaba leyendo y… ¿me desmayé?

    Intento levantarme pero las piernas entumecidas apenas responden. Cuando logro moverme comienzo a andar, ya está bastante oscuro, enciendo la linterna y busco el pasillo de roca por el que ingresé a esta sección. Está helando.

    ¿Cómo es posible que haga tanto frío si apenas han pasado unas horas desde que llegué?

    Al salir de la caverna una ráfaga de viento me golpea en la cara. Entonces me doy cuenta de que el sendero ha desaparecido — ¿Qué hago? — busco el móvil pero está sin señal. Ahora si me estoy asustando. Después de pensarlo un rato decido caminar, por lo menos si estoy en movimiento no moriré de hipotermia.

    Me he perdido ¡fantástico! No puedo escapar a la densidad del bosque y la ropa que abriga mi cuerpo cada vez pierde más calor. Debo encontrar un refugio pronto... Al rato, en medio de la neblina veo un resplandor blanquecino, una pequeña esfera de luz flota frente a mí. Otro resplandor llama mi atención, la perla del brazalete está brillando, poco a poco deja de ser transparente; para dar paso a un color azul marino.


    La esfera comienza a moverse lentamente, como esperando que la siga y aunque estoy un poco (bastante) asustada, lo hago. Después de vagar en la tierra fría por lo que calculo que han sido un par de horas, puedo divisar en el horizonte, lo que parece una ciudad.


    — Disculpe — detengo a una lugareña en la entrada — podría decirme ¿Dónde estoy? — la mujer me mira de arriba abajo como si fuera un bicho raro y huye. Sucede lo mismo con las siguientes cuatro personas, después de un tiempo, me doy por vencida.


    Entonces caigo. Los comprendo con claridad y el idioma me sale bastante natural. Eso no es posible… apenas sé lo básico de japonés. “mamá esa mujer se viste muy raro” le dice un niño a una joven de unos dieciséis años. ¿Qué pasa con los anticonceptivos en este lugar? ¡Caray! Sexo con responsabilidad muchachos, no lo olviden.

    Ha dicho que visto raro ¿no? Pues aquí los que visten raro son ellos. Había oído de aldeas que aún se aferraban a sus viejas costumbres de utilizar kimonos, pero esta es una ciudad grande y para terminarla de completar, no veo rastro de tecnología.


    Escuchando los murmullos de la gente, me doy cuenta que estoy en Kioto.

    ¡¿Qué?!

    Bueno, con calma, tal vez estoy en un lado de la ciudad que no conozco, pero entonces… ¿Dónde están los buses, los trenes y autos? ¡Ah! ¡Qué frustrante! Estoy agotada y tengo tantas preguntas sin respuesta.


    — Eso no sirve, no acepto moneda extranjera.


    — Pero si es de aquí— replico irritada. El dueño de la posada me mira y se hecha a reír.


    — No juegues niña.


    — pero—


    — Ya vete, sino quieres que mis amigos te saquen de aquí— dice señalando a dos fortachones que están sentados tras él.


    Me ha echado... ¡Me ha echado como si fuera una delincuente juvenil! ¡¿Qué se cree?! Por eso es que no tiene clientes.


    Observo un gran abeto que se encuentra cerca de lo que parece ser una mansión; no queda de otra así que dormiré allí. Por lo que veo, mi dinero aquí no vale y no puedo hospedarme en ningún sitio. De algo tienen que servir años de práctica en los campamentos. Lo que me preocupa es el frío, no debo dormir mucho a la intemperie, no con esta temperatura, pero después de un rato no puedo más y me rindo al sueño.


    La felicidad dura poco… no pasa mucho tiempo hasta que escucho un grito desgarrador, es un hombre, el aire hiede a hierro. Bajo del árbol y me pongo en marcha en dirección al sitio del que proviene ese desagradable olor, algo pasa y no sé cómo pero soy capaz de escuchar claramente cómo gotea la sangre, a pesar de que ni siquiera he llegado al lugar del suceso, tengo una extraña sensación sobre esto, pero no hay tiempo para detenerme a pensar.


    Llego a una calle oscura y allí, bajo la suave luz de la luna, veo agachado a un sujeto de cabello oscuro, vestido con un haori azul; a sus pies se halla un hombre… un cadáver, es como si lo estuviese comiendo, una escena de lo más repulsiva. De pronto el temor me invade, tengo que salir de aquí y cuando reacciono para comenzar a correr, noto que eso ha detectado mi presencia, ahora me mira como un cazador cuando estudia a su presa. No pienso quedarme para ver qué hará, así que inmediatamente hecho a correr, la mochila en mi espalda pesa un montón (debí dejar el libro de leyendas) pero logro escabullirme en un callejón y me escondo tras unos barriles de madera.


    Esa criatura no es humana ¿Qué pesadilla es esta?

    Despierta.

    Despierta.

    Pero sigo aquí. La cosa posee inteligencia, seguramente va a encontrarme. Respiro y en silencio ruego por una muerte rápida, lo escucho acercarse, oigo su respiración agitada. Pero el ataque no llega. Olfateo el aire en busca del aroma de eso pero nada, simplemente se ha desvanecido.

    Y de pronto escucho un conjunto de pasos que se acercan a gran velocidad.


    — ¡Maldición! Se ha escapado — escucho la voz de un hombre joven — estuvimos tan cerca. Vice-comandante, iré a buscarlo con mi escuadrón.


    — No, Heisuke tú te vas al cuartel, avísale al doctor Moir que prepare lo necesario para atender a varios hombres; nosotros nos haremos cargo de esto.


    — Está bien Hijikata — responde el muchacho con un tono de decepción en su voz y se marcha.

    Me voy relajando, al parecer estoy a salvo, tan concentrada que no me percato de que los hombres están revisando el callejón.


    — Pero ¿qué tenemos aquí? — Dice un pelirrojo de ojos verdes mientras se agacha para verme mejor, lleva el mismo haori azul que la cosa — Hijikata creo que tenemos a una espía, ¿la ejecutamos? — ¿Una espía? ¡¿Que?! ¡Ah no! sobreviví a esa cosa, no me van a matar ahora.


    — No soy una espía, estaba huyendo de… algo— digo intentando mantener la calma.


    — nos la llevamos, es un testigo, en el cuartel decidiremos que hacer con ella — dice aquel hombre, Hijikata.


    Está muy serio, tiene unos raros ojos amatista y un largo cabello negro atado en una coleta alta. Aunque, ahora que observo al otro, también lo tiene largo, solo que está atado de otra forma y no se nota tanto.


    —Y yo que quería divertirme un poco — responde el pelirrojo — Tu ¿Qué me ves? — me pregunta en forma amenazante. No puedo dejar de pensar que su moñita es graciosa, desde el frente no se ve, pero al voltearse puedo observarla claramente. Claro que eso no le quita el atractivo al chico ¿eh?


    — Nada, nada — respondo rápidamente haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para no reírme por su expresión.


    — Por acá nada — Alguien más llega al lugar.


    — Entiendo, encontramos a una mujer — le informa Hijikata girandose para ver a esa persona— puedes adelantarte si quieres, Okita se encargará de llevarla.


    — Es un testigo, vice-comandante — le recuerda aquel hombre con un tono de voz que me hela la sangre.

    — Lo sé, pero también es un civil, esta decisión no nos corresponde a nosotros.


    — Está bien, en ese caso, nos vemos en el cuartel — y cuando reúno el valor de levantarme a ver, ya no está. El pelirrojo me ata las manos y confisca mi mochila. Definitivamente será una larga noche. Entonces no puedo contenerme.


    — ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿Qué van a hacer conmigo?! Ya les he dicho que la cosa me ataco de la nada, no soy una espía, oigan no sé ni como llegue aquí ¿Van a matarme?


    Vale, vale. Tal vez no es la mejor idea actuar como una histérica desquiciada frente a unos tipos peligrosos, que de paso quieren pasar inadvertidos, pero es que me da coraje ser tratada como un criminal y todavía tengo el susto del bicho aquel que me persiguió.


    — Shhh cariño, si continuas aturdiéndome de esa manera, tendré que matarte — se burla el chico, pero hay cierta seriedad en su amenaza.


    — Silencio ustedes dos—dice el vice-comandante; está molesto.


    Finalmente llegamos a lo que parece una mansión, aunque por dentro y con tantos soldados, se asemeja más a un cuartel… Okita, supongo que es su nombre, me lleva a una habitación oscura y su compañero se va en una dirección diferente. — Nos veremos más tarde… si no tengo que matarte — murmura él antes de irse y podría jurar que tiene una sonrisa en su rostro.

    ¡Genial! no termino de salir de una para meterme en otra. No sé si lo mencioné antes, pero Joyce Carangi es una fuente segura de problemas.


    Al cabo de lo que calculo que sería una hora, un soldado me saca del cuarto. Aún estoy amarrada como una delincuente y mis muñecas arden, caminamos por largos pasillos exteriores. Definitivamente esta es una mansión tradicional japonesa. Pasamos junto a un gran jardín y de pronto nos detenemos frente a un salón, dentro se escucha un gran bullicio, entre tantas voces realmente no me esfuerzo por entender de qué hablan.


    — General Kondo — grita el soldado desde afuera.


    — Adelante — responde alguien desde el interior.


    — ¿es una espía? Pero si se ve tan frágil — murmura un joven castaño, es el que he escuchado en cuanto desapareció la cosa. Ahora soy yo el centro de atención. Qué horror. ¿Saben que odio con ganas? Que me miren como si fuera un extraterrestre, justo como en este instante.


    Venga ¿qué tengo de raro? soy pequeña, de contextura normal, con un largo y ondulado cabello negro que cae desordenado sobre mi cintura. A estas alturas parezco una bruja seguro… tal vez se han espantado por eso. Y no puedo evitar reír un poco al imaginarme a un grupo de maleantes aterrorizados por mi melena, pero al ver la cara de pocos amigos que pone Hijikata, se me pasa.

    Llevo una camisa manga larga, un mono negro y unos tenis azules… Okey, okey definitivamente desentono, pero es que ellos visten raro.


    Aunque... Lo que están mirando en realidad es mi rostro. “es extranjera, como tú, Okita” dice el mismo jovencito. Ah, es por mis facciones… no soy pálida como las personas asiáticas o Europeas, tengo la piel dorada como casi todas las mujeres de mi país y los ojos almendrados propios de la gente de occidente. Lo único que siempre he tenido raro es el color, de un gris que se asemeja al acero.


    — Bien, ¿Quién eres y que hacías con ese oni? — pregunta Hijikata interrumpiendo la tensión que comienza a formarse en la habitación debido mi presencia.


    — Soy estudiante. Cuando llegue aquí, oí algo raro y fui a investigar, cuando luego me encontré con esa cosa, me atacó, me escondí y ustedes me encontraron, fin de la historia — necesito con urgencia un descanso.


    — General Kondo — Hijikata se dirige a un hombre de unos treinta años en busca de una opinión.

    — Creo que dice la verdad, pero por medida de seguridad la señorita tendrá que quedarse en el cuartel una buena temporada — responde el hombre, Kondo, en un tono paternal.


    — Pues yo digo que deberíamos matarla, ¿Cómo sabes que no está mintiendo? — Okita me lanza una mirada felina. ¡Ese imbécil! ya verá un día de estos.


    — Yo creo que deberíamos quedarnos con ella — murmura el más joven.


    — Ah Heisuke, el primer amor es siempre tan tierno — dice un hombre más grande que está a su lado mientras se ríe del pobre.


    — Cállate Harada, era solo una sugerencia... al menos no seré un viejo solterón — contraataca el muchacho en represalia. Esto se está poniendo divertido.


    — No soy viejo, enano — levanta un poco más la voz Harada.


    — Enana tu abue —


    — ¡Silencio ustedes dos! par de inmaduros — grita Hijikata para terminar con la discusión y ambos aludidos se voltean en direcciones diferentes para ignorarse.


    — ¿Dónde está Kazehaya? — pregunta Heisuke.


    Justo unos instantes después, la puerta se abre, dando paso a un joven.


    — Hablando del rey de Roma — susurra Okita.


    Y me quedo de piedra, tiene un aura peligrosa y magnética.

    El hombre que acaba de entrar tiene la piel nívea que contrasta con un cabello tan oscuro que parece púrpura. Lo lleva largo, atado en una baja cola de caballo que cae sobre su hombro derecho y un largo flequillo oculta su frente. Al igual que Okita, de nariz afilada y ojos almendrados, parece extranjero. Lleva un kimono negro, con el haori azul y una bufanda blanca… manchada de sangre.


    Se voltea a verme… y sus ojos son fríos, de un color azul marino que no he visto… tan peligrosos e inexpresivos. Pero tiene algo, un resplandor… que a pesar de todo inspira seguridad. Sí, estoy medio chiflada, después de todo supongo que si le temes a algo no puedes sentirte seguro con eso ¿no?



    — ¿Quién es? — pregunta aquel hombre. Resulta que tengo un serio problema, me distraigo con facilidad en las situaciones menos oportunas, siento debilidad por las cosas hermosas; así que mientras admiro al joven. No me doy cuenta de que la tensión va en aumento… gracias a mi silencio.


    — Responda — tiene una profunda voz que me produce escalofríos, es como si resonara en el interior de mi mente, pero antes de que lo tomen por el lado romántico del asunto… no, es que da miedo. Es el muchacho del callejón.

    Despierto de golpe de mi ensoñación y finalmente respondo.

    — Joyce Marie Carangi Wade — “debe ser de occidente” murmura el general Kondo.


    — Siéntate — me ordena Hijikata de pronto. Obedezco, me siento junto a Heisuke y para mi mala suerte, quedo justo en frente de Kazehaya que me mira con ojos inquisidores, ¿Qué tiene contra mí? Ni siquiera me conoce.


    — ¿de dónde vienes? — pregunta Hijikata haciendo un gesto de gravedad. Ahora cómo les explico.

    — De América, llegué a este país hace un par de meses. Me fui de excursión, me perdí y después de caminar varias horas terminé en esta ciudad— espero que no decidan ejecutarme por las extrañas condiciones de mi aparición.


    Kondo, Hijikata y Kazehaya, comienzan a discutir en voz baja del otro lado de la habitación.


    — ¿Cómo podemos llamarte? Solemos usar los apellidos pero es que tu nombre es raro, aunque creo que tus padres se equivocaron; debieron llamarte Izayoi — exclama Heisuke, está alegre.

    — ¿por qué ese nombre enano? — Pregunta Harada pensativo.


    — que no soy enano… pues por el color de sus ojos, ¿no ves? Se parecen a la luna — el chico se acerca mucho a mi rostro, para demostrar su punto. Me incomoda.


    — Heisuke no es una mascota, es la prisionera — le recuerda Okita — deja de comportarte de esa manera — internamente le agradezco la interrupción.


    — Puedes llamarme Joy, es más corto.


    — Bueno, valorando la situación, le sugiero que se quede señorita, asumo que no tiene idea de dónde puede ir y para compensar este desafortunado incidente le ofrezco hospedarse en el cuartel mientras hallamos algo que pueda sernos útil — dice el general Kondo. Sospecho que de por las buenas no me van a dejar ir y tampoco tengo muchas opciones; estaré junto a estas personas mientras encuentro la manera de regresar.


    — Permítame explicarle, se encuentra en la sede principal del shinsengumi —


    — ¡¿Qué?! Ahora sí, es oficial, estoy loca. Voy a terminar recluida en un manicomio. No volveré a ver a mis padres. ¿Qué voy a hacer? — Esa organización ha sido exterminada hace ciento cincuenta años… ¡ciento cincuenta años! — Esto no puede estar pasando. Alguien pellízqueme — Harada lo hace y duele un montón — ¡auch!


    — Lo siento, lo siento — se disculpa.

    No estoy soñando.


    — ¿Estás bien? Te ves muy pálida — pregunta Heisuke.


    — ¿Me podrían decir la fecha? — Pregunto.


    — el último año de la era Eiko — responde Harada.


    — Lo siento, no entiendo, de donde vengo no utilizamos eras para enumerar el tiempo — digo apenada.

    — 12 de noviembre de 1867 — miro a Kazehaya. ¿Cómo terminé aquí?
     
  6.  
    Okita

    Okita Adicto

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    Lo vas a continuar? quede algo pegada, aunque la realidad de Hakuouki lo unico que tiene son los personajes.

    (Me hace acordar al juego de celular, Bakumatsu Shinsengum)
     
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