Nota del autor:

Contenido oculto: ¡Buenas!

Este es mi primer fanfic por estos lares, espero estar haciendo todo bien. No se si habrá muchos fans de Inazuma Eleven, pero para mi primera vez quería ir a lo seguro. Espero que aunque no seáis fans sea una lectura agradable y que no os cortéis con las críticas. Me voy callando y os dejo con el prólogo

Fin de la nota.

「Prólogo」

"Koujirou!". La voz de él resonaba en su cabeza. "Te ordeno que sigas entrenando hasta que puedas parar sus tiros". Detuvo otro balón. "Sí, comandante". Suspiró, no podía negarse a una orden. La máquina se activó de nuevo y otro balón fue hacia él. Lo detuvo, otra vez. ¿Estaría ya listo? Seguramente no. ¿Qué más podía hacer para mejorar? Al pensar en ello, se olvidó de la máquina y del balón. Este le golpeó en la cara y le hizo caer al suelo con un golpe que resonó en todo el campo.

Genda Koujirou estaba tirado en el suelo, viendo balones pasar sobre él. Miró la hora, eran casi las 10 de la noche. Debía volver a casa, pero a penas se podía mover. El sonido repetitivo de la máquina lo mecía, estaba tan acostumbrado a él... Quizás dormir un rato allí estaría bien, quizás...

Abrió los ojos de nuevo al sentir como alguien le agarraba por los hombros. Una melena rubia, piel blanca, ojos claros...
—Yuki... —Dijo el chico, con un hilo de voz. Se percató de que el ruido de la máquina había cesado—. ¿Qué haces aquí?
—Vigilarte, Genou.
Él se sentó, con ayuda de Yuki.
—No deberías entrenar hasta tan tarde.
Le reprochó mientras le tendía un botellín.
—Tú tampoco deberías estar aquí aún.
Genda bebió un poco, ya se sentía mejor. Con ayuda de Yuki se puso en pie.
—Gracias Yuki, yo...
—Solo es mi trabajo.
La frase había sido cortante, excesivamente cortante. Sin mediar palabra se fueron juntos a casa, rodeados de una noche fría y cerrada.

"Solo es su trabajo...", pensó él, mientras entraba en aquella solitaria mansión a la que llamaba hogar. "¿Lo dirá totalmente en serio?".

LA HISTORIA ESTÁ A PUNTO DE COMENZAR...

 

Episodio 1:​

「Ojos claros」

Yukiko Moriya estaba sentada en su pupitre, tomando apuntes. A su lado, Saori Kashiwagi se retocaba la última uña de la mano izquierda, mientras el profesor la miraba con mala cara. Era otro día normal en la Royal Academy. Yuki y Sao habían sido amigas desde el jardín de infancia y ahora no lo eran menos. Sin embargo su apariencia era el día y la noche: Yuki tenía un rostro fino y facciones perfectas, resaltadas por su precioso cabello rubio y unos ojos claros que hacían volverse locos a los chicos. Por otra parte, la cara de Sao era redondeada, por lo que intentaba estilizarla con unos cuantos kilos de maquillaje. También pretendía ocultar así las enormes ojeras que tenía de salir de fiesta o de estar hablando por LINE con alguno de sus infinitos ligues. Además, su pelo era negro, muy ondulado y sus ojos marrones, bastante normales. Era habitual que hablara con Yuki sobre la envidia que sentía hacia ella por ser tan guapa y llamar la atención de los hombres.
—Yuki, tía —susurró Sao a su amiga—. ¿Hoy puedes quedar o te vas con los del club?
—Voy al club, ya sabes que tengo mucho trabajo.
—Joder tía, ni que lo hicieras para ligarte a alguno o algo.
—Sao, ya sabes que no me interesan esas cosas —respondió molesta—. Calla y atiende.
—Serás aburrida... —suspiró Sao antes de ponerse a dibujar en su libreta.

En la parte de atrás de la clase Genda Koujirou cabeceaba somnoliento. Entrenar tanto le estaba matando, pero eran órdenes del comandante y debía cumplirlas. Se apartó uno de los mechones de su inmenso pelo castaño para poder ver el perfil de Yuki. El aura de esa chica era realmente especial, le daba tranquilidad con a penas mirarla. Para su desgracia ella era muy fría con él, sin embrago Genou sabía que después de estar todo el curso juntos en el club Yuki le había cogido un poco de cariño. Estaba seguro porque aquellos ojos azules eran el reflejo de los sentimientos de la chica y ahora brillaban más que antes cuando se veían. Además esa mirada le encantaba. Él también tenía los ojos de un tono azulado, pero su expresión era mucho más dura que la de Yuki. De nuevo, se apoyó en la mano y fue cerrando los ojos poco a poco, estaba realmente agotado. Entonces recibió un codazo de su compañero de pupitre, Sakuma Jirou.
—Genou, estás fatal hoy —dijo preocupado—, ¿es por el entrenamiento intensivo? ¿No deberías dejarlo?
—Es una orden del comandante. Ya sabes lo que eso significa.
Sakuma lo sabía perfectamente, él también jugaba en el club de fútbol y sufría las decisiones del comandante. El chico se colocó con la mano su melena grisácea y luego suspiró. Nunca había tenido tantas ganas de acabar con el comandante como ahora. Desde el partido contra el Raimon estaba obsesionado con ganar a Gouenji Shuuya, el famoso delantero de fuego. Cuando Sakuma volvió a mirar a Genou, este ya se había quedado dormido. "Bueno, así al menos descansará un poco...", pensó con tristeza.

Las clases fueron pasando lentamente hasta que por fin llegó la hora del almuerzo. Yuki y Sao salieron de clase comentando alegremente los resultados del último examen, pues ambas tenían un 100. Nadie sabía muy bien cómo Sao se las arreglaba para sacar buenas notas cuando nunca prestaba atención en clase. Tras ellas iba uno de sus compañeros, Kidou Yuuto, capitán del equipo de fútbol. Al darse cuenta, Sao se giró para saludarlo. Desde que habían entrado a la academia, Saori había marcado a Yuuto como gran objetivo de sus ligues. Y la verdad no era para menos: un joven rico, trabajador, con un cuerpo bien trabajado y esos ojos rojizos terriblemente atractivos que harían enloquecer a montones de chicas y chicos. Eso si se vieran, porque casi nunca los mostraba por culpa de las horribles gafas que el comandante le obligaba a usar. Quizás las rastas de su cabello no fueran el mejor culmen para su belleza, pero eso a Sao le importaba más bien poco.
—¡Buenas, Yuuto! ¿Qué tal estás hoy? —le saludó alegremente.
—Bien. Gracias Kashiwagi —le respondió con seriedad—, ¿y tú?
El chico no mostraba sentirse especialmente atraído por Sao, de hecho había demostrado todo lo contrario en más de una ocasión. Sin embargo la chica le caía bien. Por lo general el dúo de Yuki y Sao caía bien a todo el mundo. Eran ambas muy alegres y siempre estaban dispuestas a ayudar a todos los que lo necesitaran. Mientras hablaba con Sao sobre las clases, Kidou dirigió su mirada a Yuki y le mostró una media sonrisa. Esta simplemente lo ignoró y aprovechó que Sakuma y Genou pasaban por allí para salir al patio con ellos. A este último se le escapó una sonrisa inocente cuando se saludaron.

En el patio los tres tomaron sus almuerzos tranquilamente, hasta que Sao apareció y se llevó a su amiga a una esquina, bajo la atenta mirada de los dos chicos.
—¿Qué tal ha ido? —preguntó Yuki con tranquilidad.
—Mal, como siempre. No entiendo por qué no me hace ni caso —Sao parecía bastante desesperada—. Es el tío más complicado que he visto en mi vida. Además hoy vi que te miraba a ti, ¿es que le gustas o algo?
—Sao no te inventes cosas —suspiró—. Sabes muy bien que yo no aguanto a Yuuto.
—Bueno, olvídalo —mustió su amiga—, vamos a sentarnos, que tengo el almuerzo sin tocar.
Se giraron para volver con los dos chicos, pero vieron que Kidou se había acomodado con ellos. Decidieron quedarse en esa misma esquina sentadas en el suelo, charlando tranquilamente.

Mientras, Sakuma y Genou hablaban con Kidou sobre el comportamiento de Sao. Eran buenos amigos, aunque el capitán fuera algo solitario.
—Os prometo que ya no sé cómo rechazarla —se quejó Kidou entre bocado y bocado—. De verdad que Saori me cae muy bien y me gustaría ser su amigo, pero es que al final voy a tener que cortar totalmente la relación para que entienda que no me interesa salir con ella.
—Ya sabes como es —Sakuma se encogió de hombros—, se liga a todo lo que tenga algo entre las piernas y no para hasta conseguirlo. Ya ha tenido como 10 líos en la Royal solo este curso.
—Ya... —Kidou suspiró—. Oye Genou, ¿tú qué opinas? A ti se te dan mejor estas cosas.
El chico hizo caso omiso de la pregunta, estaba abstraído observando detenidamente los movimientos de Yuki, mientras se quedaba otra vez ligeramente dormido. No pudo evitar sonreír cuando ella rió a causa de una broma de Sao.
—Eh tío, vuelve a la realidad —dijo Kidou mientras le ponía una mano en el hombro.
Genou dio un respingo al sentir el contacto con su amigo. Después lo miró, confuso.
—Últimamente estás muy raro Koujirou, ¿se puede saber qué pasa?
—Nada, nada —respondió rápidamente Genou—, solo no he dormido bien esta noche.
No iba a contarle a Kidou lo que el comandante le había ordenado, pues él solo le quitaría importancia y eso acabaría en un conflicto entre los tres. Seguramente le respondería con un "si no lo aguantas es porque eres muy débil" o algo parecido. Los tres se quedaron callados mientras Kidou terminaba su almuerzo. Genou se fijó en que su capitán también de dedicaba alguna mirada a Yuki. Sintió algo de rabia por ello. Si bien la chica era muy atractiva y muchos chicos le dedicaban miradas y suspiros, le molestaba que uno de ellos en concreto fuera Kidou. El poder de control y seducción de ese chico era increíble. Genou no quería que cayera en esas redes, se negaba total y absolutamente a ello. Él solamente la quería en las suyas.

 

Episodio 2:

「Perrito Faldero」

​

Pronto llegó la tarde y con ella el fin de las clases. Yuki y Sao se despidieron a la salida de la Royal y rápidamente la rubia fue a la sala del club. Allí cogió las bebidas de los jugadores y la merienda de ese día, unas simples bolas de arroz rellenas de atún. Lo dejó todo en el banquillo, dentro de unas neveras, y se puso a mirar el entrenamiento. Todo transcurrió con normalidad hasta después de que los chicos fueran al vestuario y ella terminara de limpiar y dejar todo listo para el día siguiente. Al salir de la sala del club se encontró con la persona a la que menos deseaba encontrarse: Kidou Yuuto.
⨪Buenas tardes Moriya ⨪la saludó tranquilo⨪. ¿Te importa si te acompaño a casa hoy?
Ella encarnó una ceja y miró al chico. Yuuto le caía mal, siempre iba de resabido y con aires de superioridad. Además era el perrito faldero del Comandante.
⨪Me temo que tendré que rechazar esa oferta ⨪dijo en un tono educado y bastante neutro⨪, aún tengo cosas por hacer.
⨪No tengo problema en esperar⨪insistió el chico.
Ella torció el gesto. No le gustaba hablar con Yuuto, a pesar de que fuera su capitán. Y mucho menos quería volver con él a casa. Además seguramente Genou seguiría entrenando y no iba a dejarlo solo. Después de Sao, el portero era el compañero más cercano que tenía. No lo consideraba su amigo, pero prefería mil veces supervisar su entrenamiento que acompañar a Yuuto a ninguna parte.
⨪Otro día mejor, si no te importa ⨪respondió al fin, algo molesta⨪. Debo irme.
⨪Hasta mañana ⨪respondió el chico, comprendiendo que había sido rechazado.
Ella se despidió con un gesto de la mano y fue hacia al campo, donde efectivamente estaba Genou. Yuki se quedó tras uno de los banquillos, para que él no la viera y entrenara tranquilo. Estaba preocupada por todo aquello, no sabía cuanto tiempo aguantaría el portero esos entrenamientos intensivos. Lo que sí sabía era que nunca le perdonaría al Comandante si Genou o cualquier jugador llegaba a lesionarse. Salvo Yuuto, él podía irse al infierno.

El tiempo pasó, junto a los ruidos repetitivos de la máquina y las paradas del portero. Serían las ocho de la tarde cuando el chico dio por terminado el entrenamiento y se sentó, apoyado en el palo de la portería. Solo entonces Yuki salió de su escondite y se acercó a Genou para tenderle una bebida.
⨪Gracias por esperarme hoy también ⨪susurró él, con una sonrisa débil.
⨪Ya sabes que es mi trabajo ⨪respondió ella con tranquilidad.
Esa respuesta hizo que Genou mirara al suelo durante un instante, mientras su compañera se sentaba en la hierba del campo a cierta distancia de él. Genou se sentía frustrado. ¿Por qué Yuki insistía en reducir su amistad a "es mi trabajo"? Igual no quería que fueran amigos, pero entonces... ¿Por qué lo esperaba? Se quedaron un rato en silencio, mientras él pensaba en lo mucho que le gustaría poder hablar con Yuki de cualquier cosa, sentirse más unido a ella, hacerla sonreír... Para él, Yukiko no era como las otras chicas.

Después de un tiempo, ambos se pusieron en pie y salieron del campo, todo ello sin romper el silencio sepulcral habitual. En cuanto Genou se aseó no tardaron en comenzar el camino a casa. Él iba unos pasos por detrás de ella. Caminaba lentamente pensando en qué podría decirle a Yuki para mantener una conversación. Sin embargo, era totalmente consciente de que al final no diría nada. Suspiró y siguió su camino, mirando a los pies de su compañera.
⨪Oye Genou ⨪dijo ella, sacándolo de sus pensamientos⨪, tú eres amigo de Kidou Yuuto, ¿verdad?
Él asintió. Estaba tan sorprendido como confuso. ¿Se habría pillado Yuki por el capitán? Eso era imposible, todos eran conscientes de que lo odiaba. Pero, ¿y si había cambiado algo? Por un momento se le encogió el corazón en el pecho.
⨪¿Sabes si le gusto o algo? ⨪continuó la chica, parecía algo molesta⨪. Hoy se ha puesto bastante pesado con acompañarme a casa ⨪suspiró⨪, y mira, como entre nosotros hay cierta confianza te lo diré: el capitán no me cae especialmente bien.
Genou la miró, aliviado. Le gratificaba saber que confiaba en él. Además había rechazado a Kidou, algo que ninguna chica hacía. No pudo evitar sonreír.
⨪Si te estuvo esperando imagino que tendrá interés en ti ⨪respondió él al fin, torciendo el gesto.
⨪Pues a ver si se olvida pronto de mi ⨪se quejó Yuki. Estaba muy molesta⨪, no es para nada mi tipo de chico.
Al terminar la frase se giró para ver si Genou le seguía el ritmo. Él, al darse cuenta, le sonrió. No solo sonrió porque lo mirara, si no porque saber que ella no tenía interés en Kidou le alegraba. De repente, entre lo cansdo y lo distraído que estaba, Genou se tropezó consigo mismo. Por suerte Yuki reaccionó rápido, agarrándolo antes de que cayera. Se quedaron fundidos en un extraño abrazo del que se separaron rápidamente. Sentir un contacto involuntario entre sus cuerpos les resultó raro. Él se quedó clavado en el sitio, mirando al suelo. Estaba visiblemente sonrojado, aunque intentaba esconderlo de forma torpe bajo su enorme mata de pelo castaño. Ella retrocedió unos pasos y se sentó en un banco que había cerca, confusa por la situación.
⨪¿E-estás bien? ⨪le preguntó muy nerviosa.
⨪Sí... ̣⨪suspiró Genou, tenso⨪. Lo siento.
⨪No es nada ⨪respondió Yuki ligeramente más tranquila, aunque desvió la mirada para no mirarlo a él⨪. Siéntate, te irá bien.
Él obedeció sin rechistar. El banco era bastante pequeño, así que quedaron uno muy cerca del otro. Genou seguía cabizbajo. En cierto modo le había gustado poder estar tan cerca de ella aunque solo fuera por un instante, pero por otra parte se sentía muy nervioso y confuso. Mientras, Yuki miraba al cielo, pensativa. Le había resultado extraño entrar en contacto con Genou tan de repente, pero eso no significaba que en el fondo le hubiera disgustado. Miró al chico de reojo y se dio cuenta de lo nervioso que estaba. Sin embargo eso no le cuadraba, Genou tenía tanta fama de casanova como de rompecorazones, por lo que no tenía sentido que le diera vergüenza tocar a una chica. Al rato, Yuki se acercó un poco más a su compañero, empezaba a tener frío y Genou daba calor. Él hizo lo mismo y ambos compartieron una sonrisa momentánea, antes de que Genou desviara la mirada, nervioso. Sin saber muy bien cómo reaccionar, Yuki se puso a mirar de nuevo al cielo. Quería calmarlo, pero no sabía cómo.

Ambos ignoraban que, mientras estaban allí sentados, Kidou Yuuto pasó en su limusina por esa misma calle. El chico apretó los labios al ver la escena, sabía cómo trataba Genou a las chicas: un objeto de usar y tirar. No iba a permitir que le hiciera algo así a Yuki. Desde el día en que ella había entrado al club, Kidou estaba loco por esos ojos claros. Decidió que conseguiría conquistarla antes de que lo hiciese su amigo, aunque eso le costara la amistad con Genda Koujirou. Yukiko sería suya y nadie iba a tocarla entes que él.

 

Episodio 3:

「Voz Ronca」

Saori observaba a lo lejos cómo Kidou Yuuto había ocupado su sitio en la primera fila de la clase para intentar ligar con su mejor amiga.
—No me lo puedo creer —se quejaba—, ¿cómo se le ocurre? Me rechaza y al día siguiente va a tirarle los trastos a Yukiko. ¿Dónde se ha visto esto?
Sakuma suspiró mientras sacaba los libros de clase. La chica estaba sentada en el sitio de Genou, que aún no había llegado.
—No te preocupes, todos sabemos que Yuki lo odia —intentó calmarla mientras se ajustaba el parche que solía usar. Le daba un aspecto de pirata bastante curioso—. No lo demuestra, pero solo hay que ver las miradas de asco que le echa a Kidou mientras entrenamos. Seguirás teniéndolo para ti sola.
—Supongo que tienes razón —suspiró ella mientras miraba la escena con la cabeza hundida en sus manos—. Oye, ¿y Genou? —Pensó de repente en voz alta.
—Pues no sé —Sakuma torció ligeramente el gesto, parecía preocupado—. No me ha respondido a ningún mensaje esta mañana, igual se ha quedado dormido.
—Bueno, seguro que al final viene —respondió Sao mostrándole una ligera sonrisa a su amigo.
Sakuma le caía bien, más de una vez la había salvado de meterse en líos con compañeros y profesores. Le debía, al menos, intentar hacerlo sentir más tranquilo. Él le contestó con otra sonrisa y asintiendo ligeramente con la cabeza.

Mientras tanto Yukiko miraba a Kidou con una clara expresión de aburrimiento. El chico llevaba cinco minutos intentando convencerla para ir a cenar juntos esa semana. No iba a decirle a su capitán que no lo soportaba, pero las formas educadas de rechazarlo y la paciencia se le estaban agotando.
—En el restaurante que te digo hacen un pescado increíble —decía el chico—, aunque si prefieres carne hay uno a las afueras que...
—Yuuto —lo cortó con tono grave, clavando la mirada en sus ojos—, ¿por qué tanto interés de repente en ir a cenar conmigo? No pareces rendirte por mucho que te rechace.
Por primera vez desde que había entrado en la Royal Academy, Yuki llegó a ver con claridad los ojos rojizos a través de las gafas de Kidou. Eran mucho más bonitos de lo que esperaba, pero eso no iba a cambiar su opinión a cerca del capitán.
—Eres diferente al resto de chicas... —respondió con un tono entre preocupado y triste. No quería aceptar un no por respuesta, solo esperaba que Yuki le diera una oportunidad.
—No me conoces, Yuuto —se apresuró a contestar con sequedad.
—Pues déjame conocerte —suplicó el chico—. Solo una oportunidad, yo invito.
Ella resopló, algo molesta. Yuuto ya le había dejado claro que no iba a dejar de insistir hasta que aceptara.
—Está bien, el viernes a las nueve. Donde tú quieras. No llegues tarde —respondió finalmente en un tono algo desafiante, mientras volvía a clavar sus ojos en los de Kidou.
—Hecho, pasaré a recogerte por casa —sonrió de lado, dándose aires de superioridad, y se fue a su pupitre sin dar tiempo a Yuki para responder. Ella bufó, no entendía de qué iba todo aquello. Mientras, Saori se acomodó por fin a su lado, justo cuando el profesor entró en el aula.

No fue hasta el primer cambio de clase cuando Yuki se dio cuenta de que Genou no estaba en clase. Al mirar hacia atrás, como hacía a menudo, vio a Sakuma solo, seguramente dibujado. Era una de las pasiones del chico, aunque intentaba ocultarla.
—Sao, ¿y Genou? —Preguntó Yuki, confusa.
—Pues ni idea, pensaba que tú lo sabrías —. Respondió Sao, encogiéndose de hombros.
Yuki frunció el ceño, pensativa. Seguramente el portero se habría quedado dormido, pero no podía dejar de estar preocupada. De hecho, casi no prestó atención en clase hasta la hora del almuerzo. Se preguntaba si el chico estaba bien. Quizás se había lesionado y no había venido por ir al médico. Al salir al patio casi no le hacía caso a Sao, hasta que, mientras bebía un poco de su té, su amiga le preguntó por Yuuto:
—Oye, ¿qué te ha dicho el rastas? Parecía muy interesado en ti. Demasiado, diría yo —. Dijo con un tono preocupado.
Yuki tragó la bebida y suspiró.
—Me ha invitado a cenar —. No tenía ganas de hablar de eso, pero Sao era su amiga y merecía saberlo—. Iremos el viernes.
—¡¿Cómo dices,?! —la chica estaba incrédula—. ¿Se puede saber de qué vas?
Yuki miró al suelo y suspiró.
—No te enfades por favor...
—Cómo qué no me enfade. ¡Ese chico es mío! —la cortó Saori. Estaba hecha una furia.
—Déjame explicarte —suplicó Yuki para intentar calmarla. Sao la miró con los ojos muy abiertos—. No me ha dado la opción de rechazar la cena. Por eso estuvimos tanto tiempo hablando. Sao, te lo juro, a mi no me gusta ese chico.
Saori pareció relajarse, sabía que su amiga no le mentiría. Iba a decir algo, pero una figura conocida apareció delante de ellas. Los ojos de Yuki se iluminaron al ver la melena de Genou ante ella.
—Chicas, ¿sabéis dónde está Sakuma? —preguntó con voz ronca—. Acabo de llegar... me quedé dormido esta mañana.
—Ni idea —respondió Yuki, mirando al portero de arriba a abajo. Parecía estar bien—, pero puedes quedarte aquí con nosotras.
El chico no sé lo pensó dos veces, nunca rechazaría estar tiempo con Yuki. Aunque no hablaron mientras ella terminaba su almuerzo, Saori se dio cuenta de que se había formado un aura extraña entre los otros dos. Era una situación algo tensa, pero a la vez ninguno de los dos parecía incómodo. Ella tampoco añadió nada, solo pensó en que no debía dudar de su amiga. Yuki nunca la había traicionado y no lo iba a hacer ahora.

El resto del día fue normal, bastante tranquilo, salvando las miradas y sonrisas que Kidou dedicó a Yuki en el entrenamiento, a las que ella respondía con un gesto serio. Sin embargo cuando Genou vio la situación se le encogió el corazón. Tanto que pasó el resto del entrenamiento distraído y era incapaz de parar los tiros de sus compañeros. No podía enfrentarse al capitán, pero era obvio que esa situación les molestaba tanto a Yuki como a él. En la pausa de la merienda Kidou se acercó a su portero. El capitán parecía muy tranquilo y contento.
—Genou, te veo raro hoy. ¿Pasa algo?
—No nada —respondió apresurado—, supongo que tengo un mal día, a todo el mundo le pasa.
Kidou lo miró algo preocupado, el tono de su amigo tenía un matiz de desagrado y molestia. Iba a añadir algo más, pero Genou se levantó sin decir nada y fue hacia la portería. Entonces el capitán se dio cuenta de lo que pasaba: su amigo sabía lo de la cita con Yuki. Por un momento se cuestionó si valdría la pena perder a Genou por ella, pero al mirarla se reafirmó de nuevo en su objetivo. No iba a permitir que Genou o cualquier otra persona hiciese daño a Yuki.

El entrenamiento pasó y un día más Genou tuvo que quedarse practicando hasta tarde. De nuevo Kidou quiso acompañar a Yuki a casa. Estuvo esperándola durante un buen rato en la salida de la Royal Academy, pero ella nunca llegó. Aunque le resultó extraño, supuso que Yuki se habría marchado antes de que él se diera cuenta. Lo que Kidou no sabía era que la chica no se había marchado, sino que seguía dentro de la Royal, sentada de nuevo tras el banquillo. Para ella el tiempo pasó lento, hasta que poco después de las siete y media el portero se dió por vencido. La pareja hizo su habitual rutina y comenzaron a caminar juntos hacia casa. Sorprendentemente esta vez se atrevieron a hablar y Genou pudo explicarle a Yuki que simplemente se había quedado dormido esa mañana, pues estaba bastante preocupada.
—Me da mucha rabia todo lo que te obliga a hacer el Comandante —mustió ella—. ¿Seguro que te encuentras bien?
—Sí, no te preocupes —respondió con una ligera sonrisa—. Hoy descansaré bien y listo.
Yuki asintió, haciendo ver que se fiaba de él. Sin embargo Genou estaba algo serio de más, pues le preocupaba la actitud de Kidou frente a su compañera.
—¡Que suerte haber salido antes! —exclamó Yuki sacándolo de sus pensamientos—. El atardecer está precioso.
Genou giró la cabeza para mirar. Era cierto, el Sol se estaba poniendo entre las montañas y hacía un precioso juego de luces con las nubes. Genou se acercó a Yuki y le sonrió, estaba contento de poder compartir un momento así con ella. Después de un rato, el chico puso su mano sobre uno de los hombros de Yuki de forma casi inconsciente. Era como si la agarrara para que no se fuera lejos de él. Ella lo miró algo extrañada. Aunque la verdad era que no le molestaba, solo le había sorprendido. Sin darle más vueltas ambos siguieron mirando el atardecer hasta que el Sol se puso.