Nota del autor:

Contenido oculto: ¡Buenas!

Este es mi primer fanfic por estos lares, espero estar haciendo todo bien. No se si habrá muchos fans de Inazuma Eleven, pero para mi primera vez quería ir a lo seguro. Espero que aunque no seáis fans sea una lectura agradable y que no os cortéis con las críticas. Me voy callando y os dejo con el prólogo

Fin de la nota.

「Prólogo」

"Koujirou!". La voz de él resonaba en su cabeza. "Te ordeno que sigas entrenando hasta que puedas parar sus tiros". Detuvo otro balón. "Sí, comandante". Suspiró, no podía negarse a una orden. La máquina se activó de nuevo y otro balón fue hacia él. Lo detuvo, otra vez. ¿Estaría ya listo? Seguramente no. ¿Qué más podía hacer para mejorar? Al pensar en ello, se olvidó de la máquina y del balón. Este le golpeó en la cara y le hizo caer al suelo con un golpe que resonó en todo el campo.

Genda Koujirou estaba tirado en el suelo, viendo balones pasar sobre él. Miró la hora, eran casi las 10 de la noche. Debía volver a casa, pero a penas se podía mover. El sonido repetitivo de la máquina lo mecía, estaba tan acostumbrado a él... Quizás dormir un rato allí estaría bien, quizás...

Abrió los ojos de nuevo al sentir como alguien le agarraba por los hombros. Una melena rubia, piel blanca, ojos claros...
—Yuki... —Dijo el chico, con un hilo de voz. Se percató de que el ruido de la máquina había cesado—. ¿Qué haces aquí?
—Vigilarte, Genou.
Él se sentó, con ayuda de Yuki.
—No deberías entrenar hasta tan tarde.
Le reprochó mientras le tendía un botellín.
—Tú tampoco deberías estar aquí aún.
Genda bebió un poco, ya se sentía mejor. Con ayuda de Yuki se puso en pie.
—Gracias Yuki, yo...
—Solo es mi trabajo.
La frase había sido cortante, excesivamente cortante. Sin mediar palabra se fueron juntos a casa, rodeados de una noche fría y cerrada.

"Solo es su trabajo...", pensó él, mientras entraba en aquella solitaria mansión a la que llamaba hogar. "¿Lo dirá totalmente en serio?".

LA HISTORIA ESTÁ A PUNTO DE COMENZAR...

 

Episodio 1:​

「Ojos claros」

Yukiko Moriya estaba sentada en su pupitre, tomando apuntes. A su lado, Saori Kashiwagi se retocaba la última uña de la mano izquierda, mientras el profesor la miraba con mala cara. Era otro día normal en la Royal Academy. Yuki y Sao habían sido amigas desde el jardín de infancia y ahora no lo eran menos. Sin embargo su apariencia era el día y la noche: Yuki tenía un rostro fino y facciones perfectas, resaltadas por su precioso cabello rubio y unos ojos claros que hacían volverse locos a los chicos. Por otra parte, la cara de Sao era redondeada, por lo que intentaba estilizarla con unos cuantos kilos de maquillaje. También pretendía ocultar así las enormes ojeras que tenía de salir de fiesta o de estar hablando por LINE con alguno de sus infinitos ligues. Además, su pelo era negro, muy ondulado y sus ojos marrones, bastante normales. Era habitual que hablara con Yuki sobre la envidia que sentía hacia ella por ser tan guapa y llamar la atención de los hombres.
—Yuki, tía —susurró Sao a su amiga—. ¿Hoy puedes quedar o te vas con los del club?
—Voy al club, ya sabes que tengo mucho trabajo.
—Joder tía, ni que lo hicieras para ligarte a alguno o algo.
—Sao, ya sabes que no me interesan esas cosas —respondió molesta—. Calla y atiende.
—Serás aburrida... —suspiró Sao antes de ponerse a dibujar en su libreta.

En la parte de atrás de la clase Genda Koujirou cabeceaba somnoliento. Entrenar tanto le estaba matando, pero eran órdenes del comandante y debía cumplirlas. Se apartó uno de los mechones de su inmenso pelo castaño para poder ver el perfil de Yuki. El aura de esa chica era realmente especial, le daba tranquilidad con a penas mirarla. Para su desgracia ella era muy fría con él, sin embrago Genou sabía que después de estar todo el curso juntos en el club Yuki le había cogido un poco de cariño. Estaba seguro porque aquellos ojos azules eran el reflejo de los sentimientos de la chica y ahora brillaban más que antes cuando se veían. Además esa mirada le encantaba. Él también tenía los ojos de un tono azulado, pero su expresión era mucho más dura que la de Yuki. De nuevo, se apoyó en la mano y fue cerrando los ojos poco a poco, estaba realmente agotado. Entonces recibió un codazo de su compañero de pupitre, Sakuma Jirou.
—Genou, estás fatal hoy —dijo preocupado—, ¿es por el entrenamiento intensivo? ¿No deberías dejarlo?
—Es una orden del comandante. Ya sabes lo que eso significa.
Sakuma lo sabía perfectamente, él también jugaba en el club de fútbol y sufría las decisiones del comandante. El chico se colocó con la mano su melena grisácea y luego suspiró. Nunca había tenido tantas ganas de acabar con el comandante como ahora. Desde el partido contra el Raimon estaba obsesionado con ganar a Gouenji Shuuya, el famoso delantero de fuego. Cuando Sakuma volvió a mirar a Genou, este ya se había quedado dormido. "Bueno, así al menos descansará un poco...", pensó con tristeza.

Las clases fueron pasando lentamente hasta que por fin llegó la hora del almuerzo. Yuki y Sao salieron de clase comentando alegremente los resultados del último examen, pues ambas tenían un 100. Nadie sabía muy bien cómo Sao se las arreglaba para sacar buenas notas cuando nunca prestaba atención en clase. Tras ellas iba uno de sus compañeros, Kidou Yuuto, capitán del equipo de fútbol. Al darse cuenta, Sao se giró para saludarlo. Desde que habían entrado a la academia, Saori había marcado a Yuuto como gran objetivo de sus ligues. Y la verdad no era para menos: un joven rico, trabajador, con un cuerpo bien trabajado y esos ojos rojizos terriblemente atractivos que harían enloquecer a montones de chicas y chicos. Eso si se vieran, porque casi nunca los mostraba por culpa de las horribles gafas que el comandante le obligaba a usar. Quizás las rastas de su cabello no fueran el mejor culmen para su belleza, pero eso a Sao le importaba más bien poco.
—¡Buenas, Yuuto! ¿Qué tal estás hoy? —le saludó alegremente.
—Bien. Gracias Kashiwagi —le respondió con seriedad—, ¿y tú?
El chico no mostraba sentirse especialmente atraído por Sao, de hecho había demostrado todo lo contrario en más de una ocasión. Sin embargo la chica le caía bien. Por lo general el dúo de Yuki y Sao caía bien a todo el mundo. Eran ambas muy alegres y siempre estaban dispuestas a ayudar a todos los que lo necesitaran. Mientras hablaba con Sao sobre las clases, Kidou dirigió su mirada a Yuki y le mostró una media sonrisa. Esta simplemente lo ignoró y aprovechó que Sakuma y Genou pasaban por allí para salir al patio con ellos. A este último se le escapó una sonrisa inocente cuando se saludaron.

En el patio los tres tomaron sus almuerzos tranquilamente, hasta que Sao apareció y se llevó a su amiga a una esquina, bajo la atenta mirada de los dos chicos.
—¿Qué tal ha ido? —preguntó Yuki con tranquilidad.
—Mal, como siempre. No entiendo por qué no me hace ni caso —Sao parecía bastante desesperada—. Es el tío más complicado que he visto en mi vida. Además hoy vi que te miraba a ti, ¿es que le gustas o algo?
—Sao no te inventes cosas —suspiró—. Sabes muy bien que yo no aguanto a Yuuto.
—Bueno, olvídalo —mustió su amiga—, vamos a sentarnos, que tengo el almuerzo sin tocar.
Se giraron para volver con los dos chicos, pero vieron que Kidou se había acomodado con ellos. Decidieron quedarse en esa misma esquina sentadas en el suelo, charlando tranquilamente.

Mientras, Sakuma y Genou hablaban con Kidou sobre el comportamiento de Sao. Eran buenos amigos, aunque el capitán fuera algo solitario.
—Os prometo que ya no sé cómo rechazarla —se quejó Kidou entre bocado y bocado—. De verdad que Saori me cae muy bien y me gustaría ser su amigo, pero es que al final voy a tener que cortar totalmente la relación para que entienda que no me interesa salir con ella.
—Ya sabes como es —Sakuma se encogió de hombros—, se liga a todo lo que tenga algo entre las piernas y no para hasta conseguirlo. Ya ha tenido como 10 líos en la Royal solo este curso.
—Ya... —Kidou suspiró—. Oye Genou, ¿tú qué opinas? A ti se te dan mejor estas cosas.
El chico hizo caso omiso de la pregunta, estaba abstraído observando detenidamente los movimientos de Yuki, mientras se quedaba otra vez ligeramente dormido. No pudo evitar sonreír cuando ella rió a causa de una broma de Sao.
—Eh tío, vuelve a la realidad —dijo Kidou mientras le ponía una mano en el hombro.
Genou dio un respingo al sentir el contacto con su amigo. Después lo miró, confuso.
—Últimamente estás muy raro Koujirou, ¿se puede saber qué pasa?
—Nada, nada —respondió rápidamente Genou—, solo no he dormido bien esta noche.
No iba a contarle a Kidou lo que el comandante le había ordenado, pues él solo le quitaría importancia y eso acabaría en un conflicto entre los tres. Seguramente le respondería con un "si no lo aguantas es porque eres muy débil" o algo parecido. Los tres se quedaron callados mientras Kidou terminaba su almuerzo. Genou se fijó en que su capitán también de dedicaba alguna mirada a Yuki. Sintió algo de rabia por ello. Si bien la chica era muy atractiva y muchos chicos le dedicaban miradas y suspiros, le molestaba que uno de ellos en concreto fuera Kidou. El poder de control y seducción de ese chico era increíble. Genou no quería que cayera en esas redes, se negaba total y absolutamente a ello. Él solamente la quería en las suyas.

 

Episodio 2:

「Perrito Faldero」

​

Pronto llegó la tarde y con ella el fin de las clases. Yuki y Sao se despidieron a la salida de la Royal y rápidamente la rubia fue a la sala del club. Allí cogió las bebidas de los jugadores y la merienda de ese día, unas simples bolas de arroz rellenas de atún. Lo dejó todo en el banquillo, dentro de unas neveras, y se puso a mirar el entrenamiento. Todo transcurrió con normalidad hasta después de que los chicos fueran al vestuario y ella terminara de limpiar y dejar todo listo para el día siguiente. Al salir de la sala del club se encontró con la persona a la que menos deseaba encontrarse: Kidou Yuuto.
—Buenas tardes Moriya —la saludó tranquilo—. ¿Te importa si te acompaño a casa hoy?
Ella encarnó una ceja y miró al chico. Yuuto le caía mal, siempre iba de resabido y con aires de superioridad. Además era el perrito faldero del Comandante.
—Me temo que tendré que rechazar esa oferta —dijo en un tono educado y bastante neutro—, aún tengo cosas por hacer.
—No tengo problema en esperar —insistió el chico.
Ella torció el gesto. No le gustaba hablar con Yuuto, a pesar de que fuera su capitán. Y mucho menos quería volver con él a casa. Además seguramente Genou seguiría entrenando y no iba a dejarlo solo. Después de Sao, el portero era el compañero más cercano que tenía. No lo consideraba su amigo, pero prefería mil veces supervisar su entrenamiento que acompañar a Yuuto a ninguna parte.
—Otro día mejor, si no te importa —respondió al fin, algo molesta—. Debo irme.
—Hasta mañana —respondió el chico, comprendiendo que había sido rechazado.
Ella se despidió con un gesto de la mano y fue hacia al campo, donde efectivamente estaba Genou. Yuki se quedó tras uno de los banquillos, para que él no la viera y entrenara tranquilo. Estaba preocupada por todo aquello, no sabía cuanto tiempo aguantaría el portero esos entrenamientos intensivos. Lo que sí sabía era que nunca le perdonaría al Comandante si Genou o cualquier jugador llegaba a lesionarse. Salvo Yuuto, él podía irse al infierno.

El tiempo pasó, junto a los ruidos repetitivos de la máquina y las paradas del portero. Serían las ocho de la tarde cuando el chico dio por terminado el entrenamiento y se sentó, apoyado en el palo de la portería. Solo entonces Yuki salió de su escondite y se acercó a Genou para tenderle una bebida.
—Gracias por esperarme hoy también —susurró él, con una sonrisa débil.
—Ya sabes que es mi trabajo —respondió ella con tranquilidad.
Esa respuesta hizo que Genou mirara al suelo durante un instante, mientras su compañera se sentaba en la hierba del campo a cierta distancia de él. Genou se sentía frustrado. ¿Por qué Yuki insistía en reducir su amistad a "es mi trabajo"? Igual no quería que fueran amigos, pero entonces... ¿Por qué lo esperaba? Se quedaron un rato en silencio, mientras él pensaba en lo mucho que le gustaría poder hablar con Yuki de cualquier cosa, sentirse más unido a ella, hacerla sonreír... Para él, Yukiko no era como las otras chicas.

Después de un tiempo, ambos se pusieron en pie y salieron del campo, todo ello sin romper el silencio sepulcral habitual. En cuanto Genou se aseó no tardaron en comenzar el camino a casa. Él iba unos pasos por detrás de ella. Caminaba lentamente pensando en qué podría decirle a Yuki para mantener una conversación. Sin embargo, era totalmente consciente de que al final no diría nada. Suspiró y siguió su camino, mirando a los pies de su compañera.
—Oye Genou —dijo ella, sacándolo de sus pensamientos—, tú eres amigo de Kidou Yuuto, ¿verdad?
Él asintió. Estaba tan sorprendido como confuso. ¿Se habría pillado Yuki por el capitán? Eso era imposible, todos eran conscientes de que lo odiaba. Pero, ¿y si había cambiado algo? Por un momento se le encogió el corazón en el pecho.
—¿Sabes si le gusto o algo? —continuó la chica, parecía algo molesta—. Hoy se ha puesto bastante pesado con acompañarme a casa —suspiró—, y mira, como entre nosotros hay cierta confianza te lo diré: el capitán no me cae especialmente bien.
Genou la miró, aliviado. Le gratificaba saber que confiaba en él. Además había rechazado a Kidou, algo que ninguna chica hacía. No pudo evitar sonreír.
—Si te estuvo esperando imagino que tendrá interés en ti —respondió él al fin, torciendo el gesto.
—Pues a ver si se olvida pronto de mi —se quejó Yuki. Estaba muy molesta—, no es para nada mi tipo de chico.
Al terminar la frase se giró para ver si Genou le seguía el ritmo. Él, al darse cuenta, le sonrió. No solo sonrió porque lo mirara, si no porque saber que ella no tenía interés en Kidou le alegraba. De repente, entre lo cansdo y lo distraído que estaba, Genou se tropezó consigo mismo. Por suerte Yuki reaccionó rápido, agarrándolo antes de que cayera. Se quedaron fundidos en un extraño abrazo del que se separaron rápidamente. Sentir un contacto involuntario entre sus cuerpos les resultó raro. Él se quedó clavado en el sitio, mirando al suelo. Estaba visiblemente sonrojado, aunque intentaba esconderlo de forma torpe bajo su enorme mata de pelo castaño. Ella retrocedió unos pasos y se sentó en un banco que había cerca, confusa por la situación.
—¿E-estás bien? —le preguntó muy nerviosa.
—Sí... ̣⨪suspiró Genou, tenso—. Lo siento.
—No es nada —respondió Yuki ligeramente más tranquila, aunque desvió la mirada para no mirarlo a él—. Siéntate, te irá bien.
Él obedeció sin rechistar. El banco era bastante pequeño, así que quedaron uno muy cerca del otro. Genou seguía cabizbajo. En cierto modo le había gustado poder estar tan cerca de ella aunque solo fuera por un instante, pero por otra parte se sentía muy nervioso y confuso. Mientras, Yuki miraba al cielo, pensativa. Le había resultado extraño entrar en contacto con Genou tan de repente, pero eso no significaba que en el fondo le hubiera disgustado. Miró al chico de reojo y se dio cuenta de lo nervioso que estaba. Sin embargo eso no le cuadraba, Genou tenía tanta fama de casanova como de rompecorazones, por lo que no tenía sentido que le diera vergüenza tocar a una chica. Al rato, Yuki se acercó un poco más a su compañero, empezaba a tener frío y Genou daba calor. Él hizo lo mismo y ambos compartieron una sonrisa momentánea, antes de que Genou desviara la mirada, nervioso. Sin saber muy bien cómo reaccionar, Yuki se puso a mirar de nuevo al cielo. Quería calmarlo, pero no sabía cómo.

Ambos ignoraban que, mientras estaban allí sentados, Kidou Yuuto pasó en su limusina por esa misma calle. El chico apretó los labios al ver la escena, sabía cómo trataba Genou a las chicas: un objeto de usar y tirar. No iba a permitir que le hiciera algo así a Yuki. Desde el día en que ella había entrado al club, Kidou estaba loco por esos ojos claros. Decidió que conseguiría conquistarla antes de que lo hiciese su amigo, aunque eso le costara la amistad con Genda Koujirou. Yukiko sería suya y nadie iba a tocarla entes que él.

 

Episodio 3:

「Voz Ronca」

Saori observaba a lo lejos cómo Kidou Yuuto había ocupado su sitio en la primera fila de la clase para intentar ligar con su mejor amiga.
—No me lo puedo creer —se quejaba—, ¿cómo se le ocurre? Me rechaza y al día siguiente va a tirarle los trastos a Yukiko. ¿Dónde se ha visto esto?
Sakuma suspiró mientras sacaba los libros de clase. La chica estaba sentada en el sitio de Genou, que aún no había llegado.
—No te preocupes, todos sabemos que Yuki lo odia —intentó calmarla mientras se ajustaba el parche que solía usar. Le daba un aspecto de pirata bastante curioso—. No lo demuestra, pero solo hay que ver las miradas de asco que le echa a Kidou mientras entrenamos. Seguirás teniéndolo para ti sola.
—Supongo que tienes razón —suspiró ella mientras miraba la escena con la cabeza hundida en sus manos—. Oye, ¿y Genou? —Pensó de repente en voz alta.
—Pues no sé —Sakuma torció ligeramente el gesto, parecía preocupado—. No me ha respondido a ningún mensaje esta mañana, igual se ha quedado dormido.
—Bueno, seguro que al final viene —respondió Sao mostrándole una ligera sonrisa a su amigo.
Sakuma le caía bien, más de una vez la había salvado de meterse en líos con compañeros y profesores. Le debía, al menos, intentar hacerlo sentir más tranquilo. Él le contestó con otra sonrisa y asintiendo ligeramente con la cabeza.

Mientras tanto Yukiko miraba a Kidou con una clara expresión de aburrimiento. El chico llevaba cinco minutos intentando convencerla para ir a cenar juntos esa semana. No iba a decirle a su capitán que no lo soportaba, pero las formas educadas de rechazarlo y la paciencia se le estaban agotando.
—En el restaurante que te digo hacen un pescado increíble —decía el chico—, aunque si prefieres carne hay uno a las afueras que...
—Yuuto —lo cortó con tono grave, clavando la mirada en sus ojos—, ¿por qué tanto interés de repente en ir a cenar conmigo? No pareces rendirte por mucho que te rechace.
Por primera vez desde que había entrado en la Royal Academy, Yuki llegó a ver con claridad los ojos rojizos a través de las gafas de Kidou. Eran mucho más bonitos de lo que esperaba, pero eso no iba a cambiar su opinión a cerca del capitán.
—Eres diferente al resto de chicas... —respondió con un tono entre preocupado y triste. No quería aceptar un no por respuesta, solo esperaba que Yuki le diera una oportunidad.
—No me conoces, Yuuto —se apresuró a contestar con sequedad.
—Pues déjame conocerte —suplicó el chico—. Solo una oportunidad, yo invito.
Ella resopló, algo molesta. Yuuto ya le había dejado claro que no iba a dejar de insistir hasta que aceptara.
—Está bien, el viernes a las nueve. Donde tú quieras. No llegues tarde —respondió finalmente en un tono algo desafiante, mientras volvía a clavar sus ojos en los de Kidou.
—Hecho, pasaré a recogerte por casa —sonrió de lado, dándose aires de superioridad, y se fue a su pupitre sin dar tiempo a Yuki para responder. Ella bufó, no entendía de qué iba todo aquello. Mientras, Saori se acomodó por fin a su lado, justo cuando el profesor entró en el aula.

No fue hasta el primer cambio de clase cuando Yuki se dio cuenta de que Genou no estaba en clase. Al mirar hacia atrás, como hacía a menudo, vio a Sakuma solo, seguramente dibujado. Era una de las pasiones del chico, aunque intentaba ocultarla.
—Sao, ¿y Genou? —Preguntó Yuki, confusa.
—Pues ni idea, pensaba que tú lo sabrías —. Respondió Sao, encogiéndose de hombros.
Yuki frunció el ceño, pensativa. Seguramente el portero se habría quedado dormido, pero no podía dejar de estar preocupada. De hecho, casi no prestó atención en clase hasta la hora del almuerzo. Se preguntaba si el chico estaba bien. Quizás se había lesionado y no había venido por ir al médico. Al salir al patio casi no le hacía caso a Sao, hasta que, mientras bebía un poco de su té, su amiga le preguntó por Yuuto:
—Oye, ¿qué te ha dicho el rastas? Parecía muy interesado en ti. Demasiado, diría yo —. Dijo con un tono preocupado.
Yuki tragó la bebida y suspiró.
—Me ha invitado a cenar —. No tenía ganas de hablar de eso, pero Sao era su amiga y merecía saberlo—. Iremos el viernes.
—¡¿Cómo dices,?! —la chica estaba incrédula—. ¿Se puede saber de qué vas?
Yuki miró al suelo y suspiró.
—No te enfades por favor...
—Cómo qué no me enfade. ¡Ese chico es mío! —la cortó Saori. Estaba hecha una furia.
—Déjame explicarte —suplicó Yuki para intentar calmarla. Sao la miró con los ojos muy abiertos—. No me ha dado la opción de rechazar la cena. Por eso estuvimos tanto tiempo hablando. Sao, te lo juro, a mi no me gusta ese chico.
Saori pareció relajarse, sabía que su amiga no le mentiría. Iba a decir algo, pero una figura conocida apareció delante de ellas. Los ojos de Yuki se iluminaron al ver la melena de Genou ante ella.
—Chicas, ¿sabéis dónde está Sakuma? —preguntó con voz ronca—. Acabo de llegar... me quedé dormido esta mañana.
—Ni idea —respondió Yuki, mirando al portero de arriba a abajo. Parecía estar bien—, pero puedes quedarte aquí con nosotras.
El chico no sé lo pensó dos veces, nunca rechazaría estar tiempo con Yuki. Aunque no hablaron mientras ella terminaba su almuerzo, Saori se dio cuenta de que se había formado un aura extraña entre los otros dos. Era una situación algo tensa, pero a la vez ninguno de los dos parecía incómodo. Ella tampoco añadió nada, solo pensó en que no debía dudar de su amiga. Yuki nunca la había traicionado y no lo iba a hacer ahora.

El resto del día fue normal, bastante tranquilo, salvando las miradas y sonrisas que Kidou dedicó a Yuki en el entrenamiento, a las que ella respondía con un gesto serio. Sin embargo cuando Genou vio la situación se le encogió el corazón. Tanto que pasó el resto del entrenamiento distraído y era incapaz de parar los tiros de sus compañeros. No podía enfrentarse al capitán, pero era obvio que esa situación les molestaba tanto a Yuki como a él. En la pausa de la merienda Kidou se acercó a su portero. El capitán parecía muy tranquilo y contento.
—Genou, te veo raro hoy. ¿Pasa algo?
—No nada —respondió apresurado—, supongo que tengo un mal día, a todo el mundo le pasa.
Kidou lo miró algo preocupado, el tono de su amigo tenía un matiz de desagrado y molestia. Iba a añadir algo más, pero Genou se levantó sin decir nada y fue hacia la portería. Entonces el capitán se dio cuenta de lo que pasaba: su amigo sabía lo de la cita con Yuki. Por un momento se cuestionó si valdría la pena perder a Genou por ella, pero al mirarla se reafirmó de nuevo en su objetivo. No iba a permitir que Genou o cualquier otra persona hiciese daño a Yuki.

El entrenamiento pasó y un día más Genou tuvo que quedarse practicando hasta tarde. De nuevo Kidou quiso acompañar a Yuki a casa. Estuvo esperándola durante un buen rato en la salida de la Royal Academy, pero ella nunca llegó. Aunque le resultó extraño, supuso que Yuki se habría marchado antes de que él se diera cuenta. Lo que Kidou no sabía era que la chica no se había marchado, sino que seguía dentro de la Royal, sentada de nuevo tras el banquillo. Para ella el tiempo pasó lento, hasta que poco después de las siete y media el portero se dió por vencido. La pareja hizo su habitual rutina y comenzaron a caminar juntos hacia casa. Sorprendentemente esta vez se atrevieron a hablar y Genou pudo explicarle a Yuki que simplemente se encontraba cansando por dormir poco a causa de los entrenamientos, pues ella estaba bastante preocupada tras lo de esa mañana.
—Me da mucha rabia todo lo que te obliga a hacer el Comandante —mustió ella—. ¿Seguro que te encuentras bien?
—Sí, no te preocupes —respondió con una ligera sonrisa—. Hoy descansaré bien y listo.
Yuki asintió, haciendo ver que se fiaba de él. Sin embargo Genou estaba algo serio de más, pues le preocupaba la actitud de Kidou frente a su compañera.
—¡Que suerte haber salido antes! —exclamó Yuki sacándolo de sus pensamientos—. El atardecer está precioso.
Genou giró la cabeza para mirar. Era cierto, el Sol se estaba poniendo entre las montañas y hacía un precioso juego de luces con las nubes. Genou se acercó a Yuki y le sonrió, estaba contento de poder compartir un momento así con ella. Después de un rato, el chico puso su mano sobre uno de los hombros de Yuki de forma casi inconsciente. Era como si la agarrara para que no se fuera lejos de él. Ella lo miró algo extrañada. Aunque la verdad era que no le molestaba, solo le había sorprendido. Sin darle más vueltas ambos siguieron mirando el atardecer hasta que el Sol se puso.

 

Episodio 4:

「Caos de Sentimientos」

Al día siguiente todo parecía volver a su tranquilidad habitual, pues las primeras clases habían pasado sin sobresaltos. En el recreo, Yuki y Sao se sentaron en un banco bastante apartado. Yuki estaba algo estresada por la cena con Kidou. Era al día siguiente y no quería ir. Sao intentaba animarla y darle soluciones como bien podía, aunque a ella tampoco le hacía ilusión ese intento forzado de cita.
—Tía, míralo de otra forma, vas a cenar en un buen restaurante de gratis.
Su amiga la miró con pesadez.
—No me hace gracia —mustió.
—Ya lo sé —suspiró Sao—. A mi tampoco, pero quiero buscar el lado positivo. Si no siempre puedes dejarlo plantado.
—Ojalá, pero al final me sentiría mal por él.
—Eres muy blanda, Yukiko.
Mientras terminaban de comer el almuerzo se formó un silencio entre ellas. Sao, que siempre había bebido los vientos por Kidou, estaba cada vez más molesta con él. No toleraba que nadie molestara a su amiga de esa forma. Además, por su culpa había estado a punto de acusar a Yuki por intentar robarle al chico que le gustaba, cuando simplemente el capitán la había obligado a ir a cenar con él. Sao era caprichosa con los chicos, pero no tonta.

En otra parte del instituto Genou y Sakuma charlaban sobre los partidos del Fútbol Frontier. Genou estaba sorprendentemente animado, el tiempo que había pasado ayer con Yuki y las horas de sueño le habían ayudado a recuperar energías. Por su parte, Sakuma parecía tan tranquilo como siempre. Aunque era un chico bastante inseguro, normalmente no había mayores problemas en su vida. Y si los tenía podía contar con la fortuna de sus padres para resolverlos. De repente Sakuma y Genou vieron pasar muy nervioso y apresurado a Kidou. Sakuma frunció el ceño al ver a su amigo. El capitán de la Royal tenía fama de nunca perder los nervios, por no decir que a veces parecía no tener sentimientos.
—¡Eh Capi! —le saludó Sakuma casi con un grito—, ¿todo bien?
—Estoy buscando a Yuki —respondió mientras se giraba—. ¿La has vist...? —la frase se ahogó cuando Kidou se dio cuenta de la presencia de Genou, pues en el fondo aún le costaba asimilar que se pudiera estar enfrentando a él por una chica—. Digo, visto —añadió finalmente recuperando la compostura.
El portero clavó la los ojos en su capitán, algo de lo que este se percató. En unos segundos un ambiente tenso reinaba entre ellos. Les reconcomía por dentro el desconocer las intenciones del otro. Sakuma, ajeno a esa situación, simplemente se encogió de hombros y respondió a Kidou con normalidad.
—No sé tío, la vi salir de clase con Sao, pero ni idea de a dónde fueron. ¿Por?
—No, nada. Solo quería preguntarle una cosa.
—Pues para no ser nada llevabas bastante prisa —intervino de repente Genou, frunciendo el ceño. No quería por nada del mundo que Kidou se acercara a Yuki—. No sé qué te pasa con ella, pero déjala en paz —su tono era bastante agresivo—, no tiene el más mínimo interés en ti.
Sakuma miró a su amigo bastante sorprendido por lo que acababa de decir, pero a penas pudo susurrar un tenue "Genou..." antes de que Kidou respondiera con su desagradable media sonrisa dibujada en la cara.
—Pues ha accedido a cenar conmigo.
De repente, Genou sintió cómo su corazón se partía en mil pedazos, para dejar que su cuerpo quedara dominado por una ira infinita a penas un segundo después. Antes de que Sakuma pudiera reaccionar, Genou dió varios pasos desafiantes hacia Kidou y, cuando tuvo a su capitán delante, lo agarró del cuello del unifirme y clavó su mirada llena de ira en él. Kidou sabía que Genou era el más fuerte de los dos, así que era inútil intentar luchar. Le había sorprendido la reacción de su amigo, pero estaba decidido a apostarlo todo por Yuki. Le sostuvo la mirada a Genou intentando no mostrar ningún tipo de sentimiento. Debía dejar claro que ese era su territorio. Sin embargo, antes de poder decir nada la voz del portero le inundó los oídos.
—¡No me toques los cojones!
El chico estaba hecho una furia. En sus ojos se podía el horrible caos de sentimientos que tenía en el interior. ¿Por qué Yuki le había dicho un par de días antes que no tenía interés en Kidou y ahora iba a cenar con él? Además, el capitán era suficientemente listo como para haberse dado cuenta de que Genou llevaba meses intentando acercarse a Yuki. Pensar que ayer había estado viendo el atardecer con ella, que por fin habían hablado y compartido algunos de sus pensamientos, que la había sentido cerca después de tanto tiempo... Y de repente hoy todo había cambiado. Ahora Yuki tenía una cita con el chico que siempre le había caído mal. En su confusión, Genou convirtió su mano libre en un puño dispuesto a golpear a Kidou en la cara. Este lo miró asustado, pero el puño terminó chocando en la pared. El portero, que había cerrado los ojos, los abrió de nuevo para lanzar una mirada desafiante a su capitán.
—No sé de qué va esto, pero yo seré quién consiga el amor de Yukiko —el tono era amenazante y se notaba que Genou tenía las ideas más claras que hacía unos segundos—. Nuestra amistad termina aquí, Yuuto —añadió haciendo hincapié en el apellido de Kidou, para así resaltar la distancia que los separaba ahora.
Entonces, sonó el timbre. Genou soltó a su compañero y se dispuso a volver con Sakuma. El capitán pensó en decir algo, pero sabía que era mejor no hacerlo. La verdad era que no le apetecía sentir cómo su cabeza era despejada cual balón por el puño de un portero.

Cuando Kidou ya se había ido, Sakuma comenzó a hablarle a su amigo, bastante preocupado:—Tío, ¿estás bien?
Genou se limitó a negar con la cabeza.—¿Se puede saber desde cuándo te gusta Yuki? ¿Y por qué te has encarado de esa manera con el capitán? —todas las frases iban acompañadas de gestos exagerados, con un tono de confusión y nerviosismo.
—No lo sé, solo pasó. Las dos cosas —el portero hablaba de forma seria, sin mucha expresión.
Los chicos comenzaron a caminar hacia clase. Un par de chicas que habían presenciado la disputa se apartaron de ellos asustadas.
—¿Pero no sabías lo de la cena...? —preguntó confuso Sakuma—, ah, claro. No estabas ayer.
Genou miró a su amigo con el ceño fruncido, invitándole a que se explicara.
—Ayer Kidou y Yuki estuvieron hablando unos diez minutos antes de que llegara el profe a la primera hora. Yo no soy un experto en sentimientos, pero Yuki estaba bastante incómoda. Parece ser que Kidou la ha obligado a ir a cenar con él. Bueno, no parece ser, estoy seguro de eso porque Sao me lo contó por la tarde. Me la encontré al salir de entrenar. Imagina cómo está ella, que lleva años detrás del capitán...
—Será hijo de puta —lo cortó de repente Genou.
—Ah... sí, supongo —respondió Sakuma nervioso.
Los chicos entraron en clase. Eran los últimos en llegar, justo a la vez que el profesor. Mientras iban hacia sus pupitres, Genou aprovechó para asesinar a Kidou con la mirada.

Después de unas cuantas horas sonó el timbre que indicaba el fin de las clases. Fue de camino al club cuando Yuki se enteró de la disputa entre Genou y Kidou, aunque nadie supo decirle claramente por qué había sido. Cuando le preguntó a Sakuma, este se limitó a mentirle diciendo que estaba en la cafetería cuando empezó el encontronazo y que tampoco sabía muy bien de qué iba todo aquello. No era la mejor forma para que Yuki se enterara de los sentimientos de Genou. En su ignorancia, la chica solo esperaba que se les pasara pronto, no convenía tener mal ambiente en el equipo. El entrenamiento siguió con un tono similar al del día anterior, aunque el portero estaba más centrado. Esa tarde Yuki se quedó encerrada en la sala del club hasta que estuvo segura de que todos sus compañeros se habían ido. No quería encontrarse con Yuuto por nada del mundo. De nuevo esperó a que Genou terminara su entrenamiento para marcharse juntos. Por desgracia, ese día ya era de noche cuando salieron. El chico caminaba mirando al suelo mientras Yuki lo observaba, preocupada.
—¿Todo bien hoy? —preguntó ella tras armarse de valor para romper el hielo.
—Sí —respondió él con algo de sequedad—, todo bien.
—Ah, me alegro —Yuki estaba nerviosa, pues la conversación parecía no ir a ninguna parte y le costaba decidir sus palabras.
Mientras tanto Genou estaba pensativo, no sabía si era buena idea preguntarle a su compañera por el tema de Kidou, pero ansiaba saber la verdad. Por otra parte tenía la necesidad de demostrar que era él quién debía estar con Yuki y no su capitán pero, ¿qué podía hacer? Le daba mucha vergüenza decirle nada, porque sabía que lo rechazaría. Igual debía olvidarse de ella y ya está. O igual debía de dejar de darle vueltas a todo y hacer como con otras chicas, simplemente dejarse llevar por su instinto. Pero Yuki no era como las demás, Yuki era la chica con la que quería pasar el resto de su vida. ¿Por qué? No lo tenía muy claro, pero era lo que su intuición le decía. No había podido olvidar el primer día que la vio, sentada el la primera fila de clase con su hermoso pelo rubio perfectamente peinado. Tampoco la cantidad de veces que lo había ayudado a estudiar, a entrenar, a resolver problemas con sus amigos, a sonreír cuando estaba desanimado... Pero sabía que solo lo hacía porque ella era así.
—¿Has arreglado tus problemas con Yuuto? —la voz de Yuki resonó en su cabeza, sacándolo de si mismo.
—Ah, sí. Todo está bien —añadió con la misma sequedad de antes.
Ella asintió y se puso a mirar el móvil. Se la notaba algo triste, pero Genou no sabía muy bien cómo intentar animarla, así que volvió a sumirse en sus pensamientos. Dudaba sobre cómo podía demostrarle algo a Yuki e imponerse ante Kidou. Pero por fin estaba seguro de lo mucho que ella le gustaba. Poco antes del lugar en el que sus caminos se separaban, Genou paró de repente en seco. Yuki lo miró sorprendida, pero antes de poder preguntarle si todo iba bien, el chico habló.
—Yuki, yo...
—¿Sí? —preguntó ella con curiosidad.
Sin decir nada, Genou le dio un abrazo. Ella, asustada, quiso separase de él, pero el chico la apretó contra su pecho.
—Me gustas, Yuki.
Ella lo miró con los ojos muy abiertos, sorprendida. Antes de que pudiera decir nada Genou la besó delicadamente en sus labios. No sabía si su compañera iba a reaccionar bien o mal ante la situación, pero al menos había sido capaz de expresar lo que sentía. Ahora lo que pasara era cosa de ella. El beso fue corto y, tras él, Genou soltó el abrazo. Ese había sido el resultado de dejarse llevar por sus sentimientos.

Yuki retrocedió unos pasos cuando él la liberó. Estaba tan asustada como sorprendida y la cabeza le iba a mil por hora. Comprendió que el motivo de la disputa entre Yuuto y el portero había sido, seguramente, por ella. No sabía qué hacer, ya que por muy bien que le cayera Genou ella no tenía el más mínimo interés en ningún chico. Además todo lo que acababa de pasar le había dejado el cuerpo muy extraño. No sabía qué decir ni cómo reaccionar, así que no tardó en entrar en pánico. De repente, Genou vio cómo Yuki echaba a correr en dirección a su casa. Él, con un nudo en la garganta, la observó irse para luego caminar hacia la suya. Ambos se sentían demasiado confusos, nerviosos y, en cierto modo, tristes. Ninguno sabía cómo se enfrentaría al otro al día siguiente.

 

Episodio 5:

「Dejar Fluir」

Yukiko a penas había dormido en toda la noche. No podía parar de darle vueltas a lo que había pasado con Genou. Era lo más parecido a un amigo que tenía en el club de fútbol, pero ahora... sabía que nada volvería a ser lo mismo. Ese día Yuki llegó muy temprano a la academia, dónde se sentó bajo un árbol a esperar a Sao. Tras media hora de aburrimiento, su amiga apareció saludándola efusivamente.
—¡Yuki! ¿Cómo tú tan temprano por aquí?
Ella se encogió de hombros y le hizo un gesto a Sao para que se sentará a su lado.
—No podía dormir —respondió con algo de sequedad.
Parecía que Yuki fuera a seguir hablando, pero justo en ese momento las chicas vieron acercarse a Genou.

Él no sabía dónde meterse. Sabía que tenía que hablar con Yuki de lo del día anterior, pero estaba convencido de que ella no le dirigiría la palabra. Y no se equivocó, pues cuando saludó con la mano a las chicas solo Sao le correspondió. La rubia simplemente desvío la mirada, nerviosa. Él, de nuevo con nudo en la garganta, siguió su camino.

Mientras, Sao miró a Yuki, muy confusa.
—Tía, ¿qué pasa? Se supone que te llevas bien con Genou.
Su amiga miró al suelo y se puso a juguetear con la hierba para después suspirar.
—Es complicado —le explicó con una voz algo nerviosa—. Ayer Genou se me declaró y ahora no sé qué decirle... —levantó la vista y Sao pudo ver que estaba algo afligida—. Pensaba que solo era mi amigo.
Sao estaba sorprendida. Era cierto que había notado algo extraño entre ellos hacía un par de días, pero también llevaba viendo mucho tiempo como Genou era muy respetuoso con Yuki. No entendía que motivo podría haber tenido el chico para declararse ante alguien que rechazaba a todo el mundo, hasta que vio cómo Kidou Yuuto se acercaba a ellas. Genou se había visto amenazado por él y había intentado marcar su territorio.
—Yo... Yuki, lo siento —comentó apresurada—. Sé que que te cuesta este tema, pero lo mejor es que hables con él, seguro que te entenderá —la chica tragó saliva y miró a Yuuto, que estaba cada vez más cerca—. Ahora céntrate en resolver los problemas con el que no te entiende... —añadió en un susurro.
Yuki llevaba ya un rato mirando a Yuuto. No quería hablar con él. Ni con él ni con nadie que no fuera Sao. El chico habló cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellas.
—Buenos días Yuki, espero que hayas dormido bien —la saludó intentando sonar lo más agradable posible—. Hoy estaré en tu casa a las 9, no lo olvides.
—No, no lo olvidó —respondió ella con frialdad.
—Bueno, ahora debo irme, tengo prisa —se despidió haciendo caso omiso del tono de ella. Dabía que era complicado, pero conseguiría captar la atención de Yuki.

Cuando estuvo segura de que Yuuto se había ido, Sao habló. Se la notaba molesta.
—Y yo bebiendo los vientos por ese despojo, bien ciego es el amor... Espero que te deje en paz pronto —añadió mientras le ponía una mano a Yuki en el hombro.
Ella miró al cielo, en silencio, sin responder a su amiga.
—Estoy cansada, Sao —dijo de repente—. No quiero saber nada del amor. No es tan difícil, ¿verdad? —sus palabras habían sonado duras, incluso se la notaba algo enfadada.
Sao la miró y dejó escapar un suspiro mientras torcía el gesto.
—Yuki, sabes que yo siempre he respetado tus decisiones —tragó saliva por un momento, no tenía del todo claro lo que iba a decir—, pero deberías dejar las cosas fluir un poco más a veces. Tienes que soltarte. Además, el otro día cuando Genou estuvo en el recreo con nosotras te noté muy unida a él. ¿Estás segura de que tus sentimientos hacia él son cero?
Yuki frunció el ceño. Parecía que fuera a decir algo, pero justo sonó el timbre.

Durante las clases Sao notó a Yuki algo molesta con ella. Seguramente, por lo que habían hablando antes de entrar, así que decidió no molestarla. En el descanso ambas almorzaron en silencio, observando el movimiento de la academia. Sin embargo Sao no sabía que Yuki estaba teniendo un fuerte debate interno por las palabras que le había dicho su amiga. En verdad no era que no le gustara nadie, si no que simplemente nunca se había parado a pensar en la posibilidad de tener una historia con nadie. Pensaba que era más sencillo así, pues creía que eso no causaría disputas. Sin embargo ahora había comprobado que los enfrentamientos llegaban igualmente. Ocupó la siguientes horas de clase en trazar un plan de acción para terminar con el problema de sus compañeros. Simplemente tenía que rechazar a Yuuto claramente esa noche, para poder hablar más tranquila con Genou el lunes. Estaba casi segura de que él la entendería y que podrían seguir siendo amigos. Yuki lo apreciaba mucho, pues tras todo el tiempo que habían pasado juntos por los entrenamientos le tenía bastante cariño. Sin embargo estaba segura de que eso no se consideraba "amor".

Para sorpresa de todos los miembros del club de fútbol, Yuki no fue esa tarde al entrenamiento, sino que volvió con Sao a casa. Eso hizo que Genou se sintiera bastante frustrado, pues tenía la intención de hablar con ella durante el descanso. Mientras los chico entrenaban, Sao ayudó a Yuki a prepararse para su cena. Necesitaban encontrar algo que no gustase a Yuuto, una misión bastante más difícil que encontrar algo que le gustase.
—Saori, no puede ser tan complejo —se quejaba Yuki—, tú nunca le gustaste, quizás algo que le recuerde a ti sirva.
—¡No es tan fácil! —bufó Sao—. Todo lo que te pones se vuelve bonito, eres guapa y no puedo cambiar eso.
—Pues probemos con algo de maquillaje, seguramente así no se me vea tan "guapa"como tu dices.
Tras un arduo trabajo artístico Sao consiguió que el rostro fino de Yuki se viera algo más pesado y oscuro. Aunque su hermosura natural estaba algo escondida, seguía siendo mucho más guapa que la mayoría de las chicas. Sao le puso un vestido rojo, bastante ajustado y corto, pero sin pasarse, pues su amiga se sentiría incómoda con una ropa tan escasa. Si a Yuuto le gustaba Yuki tal y como era no le gustaría ese vestido. Ella solía usar prendas más delicadas y largas, en muy contadas ocasiones simplemente sugerentes, pero sin mostrar nada. Cuando Sao dio por terminada su obra ya eran las 9, hora en la que Yuuto recogería a su amiga.

Efectivamente, Yuuto llegó exactamente a la hora acordada en su inmensa limusina. Tras darle la bienvenida con efusividad a Yuki, el chico le ofreció un té helado que ella aceptó con una sonrisa bastante forzada.
—Estás tan hermosa como siempre hoy —le dijo Yuuto con voz ronca.
Yuki tragó la bebida rápidamente, lo que le provocó una pequeña tos.
—Gracias, supongo —respondió con sequedad, mientras temía que todo el trabajo de Sao no hubiera servido para nada.

La pareja no tardó en llegar al restaurante, efectivamente era un lugar muy elegante y con buena comida, tal y como Yuuto había prometido. Los guiaron a una sala privada y el camarero les sirvió un aperitivo y las bebidas, mientras decidían qué comer. La cena transcurrió lenta y tensa, pues cada vez que el chico intentaba entablar conversación Yuki lo cortaba. De repente, mientras un Yuuto ya carente de temas de conversación hablaba sobre el trabajo de su padre, el móvil de su compañera comenzó a vibrar de forma intensa sobre la mesa. La pantalla se iluminó y se pudo leer claramente "Sao", seguido de un emoticono de corazón. El chico se quedó callado de repente y Yuki con los ojos muy abiertos a causa de la sorpresa, tragó rápido el pedazo de filete de ternera que estaba masticando. Aquello era raro, Sao no solía llamar a nadie al teléfono salvo si había una emergencia.
—¿Te molesta si contesto? —preguntó Yuki visiblemente preocupada.
—Claro que no, adelante —respondió Yuuto mientras la invitaba a coger el móvil con un gesto.
La chica descolgó apresurada ante la mirada de su compañero, quién parecía estresado. Al menos mientras Yuki hablaba por teléfono podría trazar un nuevo plan de acción para intentar que ella hablara con él. Empezaba a pensar que igual la había forzado demasiado con esa cena.
—¿Sí?
—¡Yukiko! Pensaba que no responderías —Yuuto podía escuchar la alterada voz de Sao desde su asiento. Parecía que algo grave había pasado, así que aguzó el oído.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Yuki ahora también alterada.
—¡En verdad no lo tengo muy claro! Me ha llamado Sakuma, parece ser que una limpiadora encontró a Genou desmayado hace un rato en el campo de fútbol y se lo han llevado a un hospital.
Yuki se llevó la mano a la boca, asustada. Yuuto se puso en pié, muy confuso y sorprendido. No entendía qué hacía su portero a esas horas en el campo de futbol.
—Parece ser que los señores Koujirou están en el extranjero —siguió explicando Sao—, y los padres de Sakuma están fuera de la ciudad, así que no tiene a nadie cercano que vaya con él. Yuuto y tú estáis cerca. Podéis ir hasta allí, ¿verdad? Los señores Jirou llegarán en unas horas, pero los médicos han dicho que no es conveniente que esté solo.
—Claro que podemos ir —sentenció Kidou antes del que Yuki pudiera decir nada.
—S-sí... iremos —añandió Yuki con la voz entrecortada. Parecía demasiado confusa con la información que acababa de recibir.
—¡Gracias! —respondió Sao—. Vete contándome qué pasa, ¿vale?
Tras eso, Sao colgó y Yuuto se apresuró en ir a pagar la cena. Yuki se quedó clavada en el sitio, con el corazón en un puño. Por un día que no se quedaba con él y acababa así... En el fondo se culpaba, pues sus últimos encuentros con Genou no habían sido nada agradables y quizás había querido desquitarse entrenando demasiado. Yuuto la llevó casi a rastras a la limusina y se fueron en dirección al hospital.

—Oye Moriya —dijo Yuuto después de que el coche arrancara—, ¿sabes por qué Koujirou se puede haber quedado entrenando hasta tarde?
La pregunta sacó a Yuki de sus pensamientos haciendo que tardara unos largos segundos en encontrar una forma coherente de responder.
—Le mandó el Comandante, lleva así un par de semanas...
—¿Cómo? —Yuuto estaba muy sorprendido, no entendía nada—. ¿Y por qué yo no lo sabia?
—No sé —ella se encogió de hombros—. Pensé que lo sabrías.
—No, no lo sabía —añadió bastante serio—. Espero que esté bien.
Yuuto pudo ver cómo Yuki desviaba su mirada por la ventana y se quedaba abstraída en sus pensamientos. Parecía realmente afectada. Quizás, por mucho que le doliera, intentar separarla de Genou no era una buena idea.

No tardaron en llegar al hospital, donde una enfermera los guió hasta la puerta tras la que se encontraba su compañero. Yuki entró a la habitación apresurada. Genou estaba allí, tumbado en la cama con los ojos cerrados. Tenía un enorme corte en la cara y un ojo hinchado. A Yuki se le encogió el corazón cuando vio a su amigo así. Aunque en el fondo sabía que todo era culpa del Comandante, no podía evitar sentirse mal por haberlo tratado tan mal hoy para después dejarlo entrenando solo. Con cuidado, cogió la mano de Genou y la acarició. Tenía muchos rasguños mezclados con un color rojizo en la piel, seguramente provocados por haber estado parando balones hasta el agotamiento. Fugazmente apareció en la cabeza de Yuki una idea terrible: ¿Y si Genou no despertaba? Rápidamente apartó ese pensamiento de su cabeza, pues sabía que él no estaba tan mal. Pero el hecho de que lo último que hubieran compartido fueran la indiferencia y el miedo de Yuki, hizo que ella se sintiera excesivamente mal. De repente, Yuki rompió a llorar mientras apoyaba su cabeza sobre la cama, sin soltar la mano del chico. Kidou, que observaba desde la puerta, quiso ir a consolar a Yuki, pero se frenó en seco al ver cómo Genou entreabría los ojos y ponía su otra mano sobre la cabeza de ella. La chica, sorprendida, miró a su amigo. Pudo ver como le sonreía, a pesar del cansancio que demostraban sus ojos azules.
—Genou... —dijo con un hilo de voz—. Lo siento tanto.
Él la miró pensativo, realmente debía de estar agotado. En el rostro de ella pudo ver un gesto de tristeza y dolor, agravado por la máscara de pestañas que las lágrimas habían arrastrado por sus mejillas. Sin decir nada le secó las lágrimas y luego, con cuidado, puso su cabeza sobre el pecho de él, mientras le acariciaba lentamente el cabello. Genou se encontraba realmente agotado y dolorido, pero tener a Yuki cerca le hizo sentirse inmediatamente algo mejor.
—Todo está bien... —le susurró mientras ella seguía sollozando—.

Mientras, Yuuto, que parecía haber comprendido sus escasas posibilidades con Yuki tras la escena que estaba presenciando, se armó de valor y decidió acercarse a sus compañeros. Sin embargo, antes de que pudiera sentarse al lado del portero este, con voz grave, lo echó:
—Aléjate de mi, Yuuto.
El capitán retrocedió algo asustado, recordando la pelea del otro día. En verdad quería hablar con Genou, sobre los entrenamientos que le había mandado el comandante y también sobre lo que había pasado entre ellos, pero decidió que no era el momento.
—Como quieras... —caminó hacia la puerta y, tras suspirar, se dio la vuelta una última vez—. Moriya, si luego no tienes cómo volver a casa puedes llamarme y te vendré a buscar. Y no te preocupes, ya he comprendido que yo no soy el hombre destinado a estar en tu vida.
Tras ver cómo Yuki lo miraba con indiferencia y asentía para hacer entender que lo había escuchado, el chico abandonó el hospital, dándose por vencido. Yukiko Moriya no le correspondería.

Mientras, en la habitación Genou seguía acariciando la cabeza de Yuki, quién había parado de sollozar. Estuvieron así, en silencio durante unos minutos, hasta que una enfermera vino a hacerle unas curas al chico y a darle un calmante para el dolor. La mujer les explicó que Genou seguramente estaría como nuevo con un par de días de reposo, pero que el médico le haría unas pruebas al día siguiente. Cuando la enfermera se fue ambos estaban mucho más tranquilos.
—Deberías limpiarte lo que tienes en la cara —le dijo él casi en un susurro.
Yuki se sonrojó ligeramente al darse cuenta de que seguramente su maquillaje estaría destrozado.
—Tienes razón... Si me voy un minuto no te dormirás, ¿verdad?
Él negó con la cabeza, sonriente.

Cuando Yuki salió del baño de la habitación se podía ver de nuevo su rostro fino y delicado. Aunque Genou miró algo sorprendido el vestido de ella, no hizo comentarios al respecto.
—Yo... —suspiró Yuki mientras se sentaba al lado de él—. Siento lo de estos dos días.
Él negó con la cabeza.
—Yo me precipité demasiado. Temía a Yuuto.
—Genou, yo no quiero a Yuuto —ella tragó saliva, asustada por lo que iba a decir—. Yo no quiero tener una relación, solo que seas mi amigo.
—Lo suponía —la miró con una pequeña sonrisa—. Está bien así, no tienes nada de que preocuparte.
A Yuki se le encogió el corazón al escuchar el tono triste de Genou. ¿Por qué aquello les estaba haciendo tanto daño a los dos? Además las palabras de Sao no dejaban de dar vueltas en su cabeza. ¿Debía dejar fluir más las cosas? ¿Pero cómo? Miró a su compañero con consternación. Se había encariñado con él, pero para ella eso no implicaba nada más que una amistad más cercana. ¿O esa amistad más cercana era lo que el resto de la gente consideraba ser pareja?
—Me preocupas tú... —añadió finalmente—. Y también me preocupa no tener claro lo que siento hacia ti.
—Vaya... —Genou suspiró, estaba bastante cansado—. Yuki, simplemente sigamos siendo amigos y dejemos que lo que tenga que pasar pase.
Yuki asintió, satisfecha con la respuesta de su compañero. Después lo abrazó mientras él le acariciaba la cabeza. Ambos necesitaban sentir el cariño del otro. Cuando Yuki se separó de Genou, este estaba profundamente dormido. Ella, sonriente, lo arropó y se acurrucó en una silla donde fue atrapada por los brazos de Morfeo.