Campo de Quidditch

Frans Andersson

Entonces noté una extrañísima sensación que rara vez había experimentado.

No sé si fue el hecho de ver a todos aquellos chicos apuntarse sin dudarlo ni un instante en uno de los equipos de Quidditch. Tal vez la ilusión y determinación en sus miradas generó ese sentimiento, que lucía tan irreal y tan extraño.
Puede que fuese ese estúpido de Parker, quien, pese al odio que parecía profesarle a Hogwarts, se notaba algo integrado en el grupo, el que hizo que desease ser como él también yo, que odiaba Hogwarts tanto o, probablemente, más.
Quizá simplemente fue un impulso, y nada más.

La cuestión es que lo hice. La escoba descendió, las piernas tocaron el suelo, caminé algunos pasos, y me coloqué frente a la profesora. Había otros dos chicos que estaban solicitándole un puesto en el equipo, de modo que no quise interrumpir, y aguardé pacientemente a que ellos callasen para luego hablar yo.

En esos instantes, tuve tiempo de sopesarlo, aunque lo hice, quizá, con demasiada presteza. ¿Qué estaba haciendo? Yo no quería hacer eso, yo no debería estar haciendo eso. No quería. Pero otra parte de mí quería querer. Quizá me estaba obligando a mí mismo a querer. Porque no había otra manera.

—Si no supone un contratiempo y la idea es de su agrado, me gustaría tener su beneplácito para...

Callé por un instante. "Bateador". Me gustaría ser bateador, sí. Golpear con el gran bate de hierro todo cuanto se acercase a mí; usar el mismo para tirar de sus escobas a los demás. Golpear, golpear, golpear. Dañar, dañar, dañar. Aquello era lo que quería en realidad, lo que me hubiese gustado.
Pero no se trataba de lo que me gustaba. Se trataba de superarme. Y sólo había una forma de decirlo.

—... ser uno de los cazadores del equipo de Slytherin.

Ya no había vuelta atrás.

 

Ryder Parker.

No lo creo... simplemente no me lo creo. Todo esto es un asco. Un profundo, agudo, rotundo y completo asco. Los potentemente estúpidos acontecimientos de HotDogwars prefieron hacer que el hobbit escupe flemas de ira de Daniel fuera el que atrapara la Snitch, ¡no yo! Argh. ¿Ven? Esto es lo que pasa. A este lugar con toda su gentucha les encanta que los odie, hice un esfuerzo y la cosa boba esta no pone de su parte... Lo odio de una manera horrible. Si tuviera la forma de comprar este terreno para ver como derrumban este lugar, oh créanme que lo haría.
¡Odio a este lugar más que a los estúpidos niños que se metían conmigo y mi grupo en mi anterior colegio! Hogwarts es un verdadero dolor en el trasero, y ahora también lo era esta horrenda cosa del Quidditch. Odio a todo ser, toda cosa y toda situación que tenga que ver con este lugar. ¡He declarado oficialmente!

¿Y no puede ser peor? Créanme que sí. La Daria Morgendorffer wanna be (a.k.a Melinda) fue extremadamente apresurada y altanera de exigir el puesto de buscadora. Ohhh... no. Esto fue la gota que derramó el vaso, oficialmente.
Picadísimo, boté la escoba bruscamente al suelo y comencé a caminar a zapatazos y hasta empujé a alguien en el camino. Era el pelirrojo (el cuál también odio ahora; su repentina aparición me entorpeció por completo y encima me mira con cara de arrogancia extrema y eso no lo tolero para nada), y no me molesté ni en mirar atrás para disculparme o algo así.

—Me encantaría golpear a alguien o algo... —dije, sin parar el paso— digamos que puedo ser cazador de Ravenclaw. Usted decide, doña McGonagall.

>>Y por cierto, Melinda, espero que tengas un desempeño horrible.

La verdad ni quise esperar respuesta de nadie y desaparecí de su vista antes de cualquier cosa. Quizá andaba con las mañas de la tercera edad y me decía que no porque lo pedí de mala forma y blah, pero meh, sí quedo: ok. Si no, también. Total, solo quiero salir de aquí luego. No pienso volver el siguiente año ni de chiste. Es más, si repruebo, genial. Ojalá me expulsen de hecho.

 

Andrew Aldridge

Me bajé de la escoba y me di unas palmadas en la mejilla para de ese modo "despertarme". ¿Qué te pasa, Andrew? ¿tanto te afectó lo de anoche? Me pregunté mientras caminaba hasta la profesora McGonagall. Escuché que Melinda se había ofrecido para el puesto de Buscadora y que Ryder se apuntó para Cazador, no sin antes dedicarle unas "lindas palabras" a Frenerich.

—Quiero apuntarme para el puesto de Cazador —dije sonriente a la profesora—. Andrew Aldridge, recuerde bien mi nombre, seré el mejor Cazador que Ravenclaw haya tenido.

Luego de esa demostración de seguridad, le ofrecí otra sonrisa a la profesora y me dispuse a volver al Castillo, pero antes de irme, miré a Melinda y le dije tranquilamente:

—Sé que lo harás bien, somos Ravenclaw después de todo.

Con eso me retiré del lugar para descansar un poco antes de que continuaran las clases.

 

Kyle

Tras el certero golpe de mi bate, la profesora pasa a anunciar el comienzo de la práctica de Buscador. Como no, ese puesto es el que todo el mundo adora, el punto culminante del partido, la última decisión del ganador. Pero por mi parte, más que el rol que desempeña, me enamora la pelotita, esa Snitch tan brillante y preciosa. En cuanto sale disparada, la observo maravillado durante un rato, con la escoba en la mano deslizándose poco a poco por mis dedos, con el peligro de caer bruscamente al suelo. En un instante, las alas de estilo colibrí del orbe se agitan, moviéndola apresuradamente, que la pierdo de vista al segundo. El hecho de moverse tan rápido me marea, aunque lo que daría por tener una pelotita como esa revoloteando alrededor mío.

Por ende, no me planteo ni elevarme en el aire para atraparla. Se de sobra que no la voy a conseguir, no ando tan diestro en reflejos de vista. Es más, creo que más que atraparla me siento identificado con la pelota, eso de no parar de moverse y resplandecer con brillos dorados (Si, mi cabello y yo somos amantes). En cuanto la escoba está a punto de caer de mi mano, la agarro fuertemente y me dedico a ver a mis compañeros pelear por conseguir la Snitch.

Cuando ya consigue atraparla un chico de Slytherin, la profesora Hooch indica el final de la clase, haciendo que todos nos acerquemos a ella. Al parecer, si queremos participar en los partidos de Quidditch, no tenemos más que acudir con la profesora McGonagall allí, en las gradas al lado nuestro. No me he dado cuenta en ningún momento que andaba por ahí, será que ha entrado sigilosamente transformada en gato, o a saber. El hecho es que más de un compañero se siente motivado a participar, por lo que van acercándose y comentándole a la profesora que rol quieren hacer.

En lo que a mi respecta, me quedo dubitativo. ¿Quiero ser parte de un equipo? La verdad es que el compañerismo y la cooperación siempre me han encantado, por lo que es una buena opción. ¿Qué opciones tengo? Cazador, Buscador o Bateador. Buscador queda descartada desde un primer momento, no estoy yo para marearme en medio de un partido y chafarles la jugada a todos. El rol de Cazador es bastante básico, pero al ser una pelota tan grande, no se si tengo la habilidad (Y unas manos muy pequeñas) como para coger la Quaffle en el aire y pasársela o meterla por el aro. Por tanto, me queda una opción válida. Y es que eso de descargar toda la fuerza en un golpe, hace un momento me ha llenado de adrenalina, ha sido una liberación a todo el estrés que pueda tener dentro (Que apenas es, pero que le hago). Así que me acerco con pasos pausados enfrente de la grada de la profesora.

—Profesora McGonagall... Si aún queda un puesto libre en el equipo de Hufflepuff, me gustaría... Ocupar el puesto de Bateador —le digo a la profesora, poniendo las manos entrelazadas detrás de mi espalda, y moviendo disimuladamente un pie apoyado en la punta. —¡No se si ha visto como he golpeado antes la Bludger! Ha ido.... ¡Fiiiuuuu! —y describo un arco con la mano, por encima de mi cabeza, como si de un arcoiris se tratase.

 

Danielle Abbadie.

Mientras la profesora explicaba el deporte me invadió un poco el miedo, ¿balones que intentan tirarte de una escoba?, ¡¿pero qué clase de deporte es este?!, ¿uno suicida?, respire buscando calmarme, cosa que no funcionó bien cuando decidieron practicar las posiciones.
Volé muy poco en la escoba, aún con el miedo a las alturas.

Vi como algunos intentaban hacer lo mejor posible para hacer lo que el deporte pedía. En algún momento una de esas pelotas locas paso muy cerca mío, los nervios me hicieron aferrarme a la escoba.

Cuando llegó el momento del buscador ya me había relajado, estaba mirando a mis compañeros, hasta que sentí un zumbido en la oreja, al final vi como la Snitch se alejaba, me recordó a un colibrí de cierta forma.

Entonces alguien atrapó esa pelotita. Daniel había logrado hacerse con la Snitch, sonreí levemente, al menos ahora se centraria en ese logro y no en los míos.

Desendi con lentitud y en el momento que mis pies tocaron el suelo me sentí mucho más segura. Deje la escoba donde correspondía y con la misma tranquilidad con la que llegue me fui del campo.

 

Frans Andersson

La situación me empezaba a incomodar demasiado. Todos, hablando entre ellos, siguiendo en los aires con sus escobas, sonriendo, riendo, divirtiéndose. Y yo en aquel rincón, escondido y agazapado. Me había venido abajo por un simple fallo.

De modo que me harté. Me harté, porque no quería seguir ahí, no quería seguir viendo a toda aquella gente. Probablemente, lo que en realidad no quería era verme a mí mismo. Solté la escoba en el suelo, y comencé a caminar por el borde del Campo, ignorando a todos, tratando de que nadie notase mi ausencia, de la misma forma en la que nadie pareció notar mi presencia...

... ni siquiera aquel chico que cayó sobre mí, Parker, que más bien pareció olvidarse por completo de mi existencia una vez hubo cometido aquella imprudencia.

Así que me marché, me alejé de allí, y me adentré en los pasillos.

Todo era un asco en esos momentos. ¿Por qué me sentía así? Era tan imbécil como los demás. Mucho más, quizá.

 

Kara Willson

Al final, ni siquiera había sido capaz de atrapar la snitch o siquiera buscarla, pero bueno... había hecho dos cosas de tres así que.. había sido un pequeño avance y aunque antes estaba bastante emocionaba... ahora dudaba bastante en tener algún puesto en Quidditch, no quería ser responsable ahora mismo de estar en el equipo y que se perdiera algún partido por mi culpa. Prefería quedarme con la experiencia de saber que lo había hecho bien y listo, asi que después de felicitar a Kyle por unirse y darle animos me retiré del campo de Quidditch, ahora mismo era probable que decidiera pasearme por los pasillos de Hogwarts antes de que surgiera cualquier otra cosa.

 

—Muy bien, muy bien —sentenció la profesora, tras oír a los alumnos y anotar sus pedidos en el pergamino correspondiente a sus casas—. Así quedarán.

>> Si algún estudiante desea cambiar de posición, anotarse en el equipo o por el contrario dejar el equipo de Quidditch, no tiene que hacer nada más que visitar mi despacho y pedírmelo. Buenas tardes.

Y tras decir aquellas palabras, la profesora de Transformciones abandonó el campo de Quidditch.

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Abriré en breve el tema "Despacho de McGonagall" donde podrán encontrar a la profesora. Allí, podrán anotarse en el equipo de su Casa si no lo hicieron a tiempo en este post, así como también podrán cambiar de posición en el equipo (de cazador a bateador, por ejemplo) o dejar el equipo también si así desean.

 

Melinda Frenerich

La profesora McGonagall no respondió verbalmente a mi pedido de ser la Buscadora del equipo de Ravenclaw, pero sí pude que las líneas que garabateó sobre el pergamino de mi casa conformaban mi nombre y mi apellido… Así, el primer paso ya estaba dado. De ahora en adelante, no había marcha atrás; zanjaría, de una vez por todas, el asunto pendiente que tenía con el cielo, con mis “alas”. Mi reacción ante aquel pequeño paso fue poner la escoba en posición vertical y acercarla un poco a mí, como si le estuviera dando una suerte de abrazos; sentía, en aquel momento, una mezcla de triunfo y temor.

Uno segundos después había sentido el sonido de la madera estrellándose contra el suelo. Cuando me volteé levemente para observar a quién se le había caído la escoba, pude ver a Parker, cuyo rostro era como un libro abierto… Tras dirigirse a la profesora McGonagall con palabras que me supieron como chillidos de un ente frustrado, el chico me dirigió unas palabras de desaliento: “…espero que tengas un desempeño horrible”

Las mismas palabras que hubieran escupido en mi hogar... Mis nudillos se tornaron blancos cuando apreté el mango de mi escoba con más fuerza, pero las palabras de Aldridge lograron tranquilizarme un poco… Debería aceptar que, incluso dentro de mi misma casa, existían los buenos y los malos compañeros; no importaba el color que nos uniera.

—Y tú, Parker, tendrás que sentarte a esperar con los demás Frenerich mi caída —dije, a la nada, mientras me retiraba hacia los pasillos de Hogwarts.

 

Alzando la vista, Victoria y Daniel lograron divisar una mancha blanca que iba y venía, de aquí para allá, andando a toda velocidad por el cielo a unos metros de altura del césped. Perseguía un objeto muy veloz, casi invisible, que daba destellos dorados cuando el sol lo enfocaba.

Tras unos minutos, aquella mancha desaceleró y descendió al campo, para revelar que no era una mancha sino el fantasma de un hombre de unos cuarenta años, que vestía un uniforme de jugador de Quidditch profesional.

—Ah, esa maldita… maldita snitch, ya te atraparé… —jadeó el espíritu; al parecer, se había agotado. Reparó entonces en los dos magos ante él—. Oh, ¿estudiantes? ¿Qué hacéis por aquí? Hoy no hay práctica de Quidditch, ¿cierto?

 

—¡Ah! ¡El aniversario de muerte de Nick Casi Decapitado! —exclamó Edgar—. Casi se me olvida… sí, claro que asistiré.

En ese momento, la Snitch dorada descendió y revoloteó alrededor del fantasma, como si lo estuviese provocando. Edgar intentó encerrarla en su puño pero, naturalmente, su mano traspasó a la Snitch. La pelotita dorada emprendió vuelo hacia el cielo nuevamente.

—¡Argh, regresa aquí maldita! —exclamó y salió volando detrás de la Snitch.

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Fantasmas encontrados: 4/6