Frans Andersson Al principio pensé que íbamos a parecer borregos siguiendo a su pastor, pero parecía que había oído mal a la profesora. O, lo que era más probable, no había prestado atención a sus palabras. No, aquello era mínimamente men os vergonzante. Al menos, no iríamos todos a una detrás de una bola dorada; de trataba de agarrar otra bola y colarla en una suerte de portería. Vaya, como en un altísimo porcentaje de deportes de equipo y con pelota. Observé cómo varios de los estudiantes intentaban atinar con su tiro en la portería, o lo que fuese aquello, tampoco me importaba demasiado. La última en intentarlo, fracasando en ese intento, dicho sea de paso, fue la niña a la que recordaba vagamente, del encuentro con Peeves, o como se llamase aquel desagradable ser con una especie de fetiche por los eructos. La incompetencia de aquella chica me irritó bastante. Y quedé quieto, esperando a que la profesora lanzase otra vez la Quaffle para ser yo quien la agarrase y marcase un tanto. No es que fue de uno de los mejores deportistas del mundo, desde luego que no. Pero los ineptos de mis padres me tuvieron desde bien pequeño acostumbrado a todo tipo de disciplinas; académicas como deportivas. Y, tal vez, mi lanzamiento estaba un poco oxidado tras tanto tiempo sin practicar. Esto era algo así como el balonmano; no podía ser tan difícil. Eso sí, n-no me resultaba nada divertido. Simplemente... era porque... bueno, porque no había nada mejor que hacer.
Madame Hooch La profesora atrapó la Quaffle antes de que pasara por el aro de la derecha, por donde Victoria lo había lanzado. En eso, detectó a los dos alumnos que acababan de llegar, pidiendo disculpas. —Señor Tyler y Señorita Tyler, allí tienen un par de escobas —dijo la profesora, señalando dos viejas Barredoras cerca del baúl de pelotas—. Elevenlas a sus manos pronunciando "Arriba" y monten vuelo para unirse a la clase. Y dicho esto, volvió a lanzar la pelota roja por los aires, a ver quién la capturaba esta vez.
Frans Andersson Sonreí con perspicacia y algo de malicia, y me elevé en los aires subido en aquella escoba. En aquellos momentos no reparaba en lo ridículo que era. Estaba subido a un maldito utensilio de limpieza, volando por el efecto de quién sabe qué horrible conjuro mágico, emocionado, en parte, por poder practicar un maldito deporte de magos. Pero supongo que ni siquiera yo podía reprimir, a veces, mi lado infantil. No solía salir a la luz a menudo, así que, por una vez, no pasaba nada, supuse. La cuestión es que antes de que me diese cuenta y pudiese, siquiera, tomar conciencia de la verdadera situación, me encontraba con la Quaffle en la mano, volando raudo hacia los aros. Cerré los ojos instantes antes de lanzar. Hacía tiempo que no practicaba deportes similares. Igual hacía el ridículo delante de todos y fallaba. Igual todos me miraban fallar el tiro y se reían. No me importaba especialmente. Aquellas personas me daban igual. Prácticamente todo el mundo me daba igual. Pero... algo dentro de mí quería acertar el tiro. Tal vez era para estar en paz conmigo mismo, una especie de autosuperación. Y sí, sé que era una ridiculez, que hacía una montaña de un grano de arena, ¡si era un simple tiro de práctica! Pero para mí, tenía mucho significado. Acertar ese tiro significaría que era capaz de cumplir aquello que me proponía. Que era alguien fuerte, decidido y hábil. Que todo cuanto aprendí aún seguía palpitando en mi interior. Que no necesitaba de entrenadores, profesores... ni de padre o madre... para ser el mejor. Yo sólo me bastaba. No necesitaba a nadie. Y lancé la bola, aún con los ojos cerrados. Contenido oculto Como falle, verás el berrinche (?) Frans va a parecer Mimi Honda (???)
Madame Hooch La instructora de vuelo se alzó al aro del centro y con su escoba golpeó a la Quaffle que hacia allí se dirigía, bloqueando efectivamente el tiro de Frans. Decidió que este sería el último tiro; no quería que se extendieran demasiado en la clase, ya que casi era hora del almuerzo, y aún tenía que hacer un par de anuncios más…
Daniel Brown Ya había visto un par de ejemplos, ¡ahora era mi turno! Monté en la escoba lo más rápido que pude para agarrar la pelota al vuelo. Parecía que algunos alumnos más estaban también deseosos de esperar, pero tendrían que esperar: esta vez me tocaba a mí. Así, sin remordimiento ninguno, me adelanté y posicioné frente a todos, cogiendo la pelota en el aire. La escoba se tambaleaba un poco por ser la primera vez que la montaba, pero podía más o menos controlarla. Volé en dirección a los aros, como les había visto hacer a los anteriores y apunté. Vinieron entonces recuerdos a mi cabeza. Recuerdo de todas las veces que jugábamos a balón prisionero en el cole. Y tiraba y fallaba. Y se reían de mí. Hasta aquel día en que… Esta vez no podría ser igual. No debía tener miedo, eso solo provocaría que fallase más aún. —C-concéntrate, Daniel, concéntrate —susurré para mí, pese a que en las alturas nadie me oiría. Cerré los ojos, y cuando los volví a abrir me sentí mucho más relajado. ¡A tirar!
Madame Hooch logró atrapar ágilmente la pelota lanzada por Daniel; no era ninguna sorpresa que había sido una hábil jugadora de Quidditch en su juventud, pues aquella había sido una atrapada particularmente impresionante. —¡Muy bien, creo que ya es suficiente de esto! ¡Procedamos a practicar el rol de bateador! —exclamó Madame Hooch, descendiendo para guardar la Quaffle. Desabrochó las ataduras que unían a una las Bludgers al baúl y la agresiva pelota mágica se alzó por los aires, andando como loca por todo el estadio de Quidditch—. ¡Tomen uno de los bates de metal que hay aquí e intenten batear las Bludgers! ¡Tened cuidado; no son nada cariñosas! Contenido oculto Un par de intentos de bateadores y procedemos a buscadores… y con eso concluiremos la clase. Para más información de como funciona el rol de bateador y qué dado lanzar, consultad el Manual De Quidditch ;)
Contenido oculto Yo sólo quería hacer un post antes de caer rendida de sueño en mi cama, algo es algo~ @Noir <3 Emma Tyler~ A diferencia de lo que había temido la voz de la profesora no tenía ni un deje de enfado... es más, nos indicó qué hacer como si nada. "Señor Tyler y Señorita Tyler, allí tienen un par de escobas. Elevenlas a sus manos pronunciando "Arriba" y monten vuelo para unirse a la clase." —¡Entendido, muchas gracias por la explicación! Con una pequeña sonrisa me dirigí a coger una de las escobas que se encontraba al lado de un curioso baúl. Estaba bastante emocionada e impaciente por volar, pero respiré hondo y me relajé. —Buena suerte, Addie~—le susurré a mi hermano para luego dirigir toda mi atención a la escoba que se encontraba en el suelo—. ¡Arriba!
Kara Willson Al final, parecía ser que yo había sido la única en lograr pasar la Quaffle por el aro, ¡que emoción! Si en la escoba se pudieran dar saltitos como lo hacía yo en tierra, ya lo hubiera hecho para festejar este gran momento pero.. como no era posible, me conformaría con esforzarme también para el siguiente puesto de Quidditch que practicaríamos: bateador, este si que me daba un poco más de miedo. Bajé poco a poco la escoba hasta poder alcanzar uno de los bates y luego me volví a elevar intentando ubicar donde se encontraba alguna Bludger y estar preparada cuando viniera hacia mi. "Vamos Kara, tu puedes... solo tienes que pegarle a esa pelota que viene y listo..."
Ryder Parker. La profeescoba (le llamaré así en mis voz-en-off ahora porque suena cool y aún no me sé su nombre a pesar de que ella sí se sepa el mío) comenzó a dar una explicación exhaustiva del Quidditch, ¡y hell! Quedé mareado; parecién tres deportes en uno, ¿cómo es que hay tantas pelotas y roles de por medio?, ¿en verdad podía funcionar algo así o era más bien una excusa para tirar pelotas a lo loco y jugar quemados? Si ese es el caso, vaaaaya que le entro, tengo unas ganas gigantes de agredir a ciertos "entes" de por aquí... Y entonces, comenzó la primera posición. Y... uff, como agradezco enormemente que haya decidido dar las lecciones por secciones, porque en verdad sonaba todo muy enredado. Comenzaron con la de lanzadores, y en resumen: Kara les pateó el trasero a todos. Ella a la primera logró meter un gol (o como se diga en este deporte). Victoria no logró darle al blanco, y Daniel menos... aunque de él no me sorprende, digo, para ese deporte se necesita llegar alto y él tiene la altura del alcalde de las Chicas Superpoderosas, de hecho todos somos la señorita Bellum al lado de él. ¿Y saben quien más falló? Este chico Andersson... Síp. Debo admitir que esperaba más de él, y su reacción, ni hablar... pensaba que era más maduro. Quedé con gusto a poco ahí. Y luego se continuó con la segunda, la del bateador. Kara volvió a ser la primera y... Oh my God! logró batear la cosa (tiene un nombre raro). Vaya, esta chica sí que se tomó los Zucaritas al desayuno... Luego de que volvió a aterrizar feliz como una lombriz, la quedé mirando fijamente por unos leves segundos... —¿De casualidad tu padre es deportista o te hacían jugar mucho de chiquita o algo por el estilo?
Kyle Con un gritito de emoción, la escoba sube hasta mi mano, como le había indicado. —¡Genial! Ahora toca volar. —Mientras el resto de mis compañeros se dedican a practicar con la Quaffle, a pasarla por el aro, yo paso una pierna por encima de la escoba, y dando una patada al suelo me elevo un metro como mucho. Esta sensación de libertad es muchisimo mejor que simplemente verla. Que experiencia. Poco a poco hago decender la escoba, y mirando hacia el grupo, veo que la profesora detiene la práctica de Cazador. El próximo movimiento es de Bateador, y eso me llama mucho más la atención. En cuanto mis pies tocan el suelo, agarro la escoba con las manos y con un movimiento esbelto avanzo mientras la capa ondea detrás mío. Alcanzo por fin al grupo de Quidditch, y me acerco a la zona de los bates. La Bludger sale despedida al cielo, volviéndose loca por todo el estadio. La primera en marchar contra una de esas pelotas endemoniadas fue Kara, y se me cruza una expresión de admiración al verla ejecutar una técnica impresionante. Estoy alucinado, pero más incluso por pensar en darle por mi cuenta. Mirando al cielo, cruzo de nuevo en mi escoba, bate en mano, y con una rápida patada me elevo más que la anterior vez en el aire. Cuanto más me elevo, la sensación de adrenalina se incrementa, y es azucar pura para mi cuerpo. ¿¡Dónde hay una Bludger de esas!? Inclinando la escoba, me dirijo por la zona en la que se mueve, esperando el momento idóneo con el bate en la mano, queriendo darle con todas mis fuerzas.
Andrew Aldridge —¡Muy bien, creo que ya es suficiente de esto! ¡Procedamos a practicar el rol de bateador! —exclamó la profesora y procedió a liberar a la inquieta pelota, la cual se mostró bastante inquieta al verse libre de ataduras. Tomé uno de los bates y me elevé teniendo en la mira mi objetivo. —Veamos... sólo tengo que golpear esa pelota, ¿no? —me dije y agarre con firmeza el bate de metal.
Madame Hooch observó mientras sus pupilos se desenvolvían en el rol de bateadores; vio a Kara y Kyle lograr batear efectivamente a la Bludger, mientras que Andrew no logró darle cuando se dispuso a intentarlo. De reojo, también logró ver que Emma Tyler, a pesar de haber llegado tarde, había logrado elevar su escoba y ya se había unido a sus compañeros en el aire. La instructora decidió que ya había sido suficiente tiempo de práctica e hizo sonar su silbato como para indicarlo a sus alumnos. Sacando su varita, hizo un hechizo de congelación que detuvo a la Bludger en el aire y la metió de nuevo en el baúl. Por último, le pidió a todos que devolvieran los bates que habían agarrado. —De más está decir, por supuesto, que no podrán usar sus varitas durante el partido —mencionó Madame Hooch, sacando la Snitch Dorada del baúl—. Por último, intentemos el rol de buscador… ¡adelante! ¡Veamos quien tiene el talento para atrapar la preciada Snitch! Dicho esto, la profesora abrió la palma de su mano y la Snitch comenzó a aletear. La pequeña pelota dorada se alzó en vuelo a gran velocidad, tan rápido que enseguida se volvió invisible… ¿dónde se habría metido a escurridiza Snitch? Contenido oculto Ya saben, consultar el Manual de Quidditch… si la Snitch les aparece, tendrán una única oportunidad de capturarla… en cuanto uno de ustedes logra atrapar la Snitch, habrá concluido la práctica :3
Daniel Brown Las bolas negras se movían muy rápido, y personalmente no me atraía el golpearlas con un bate. Había mejores cosas que golpear en esta escuela... Pero cuando llegó al fin el turno de el rol buscador, fui el primero en prepararse. Esta explicación la había escuchado y era la que más me gustaba, por supuesto. ¡Encontrar una pelotita amarilla! No tenía gracia, vale. Pero oye, al menos era un trabajo solitario y fundamental para el equipo. Al ser liberada la Snitch elevé la escoba y subí sobre ella. Ascendí unos cuantos metros sobre el suelo para tener una mejor visión del campo, en busca de la pelota que hacía casi ganar los partidos. Quizá si lo hacía bien podría ser el buscador de mi casa... Escuché un revoloteo a mi derecha y enseguida me giré empecé a volar en esa dirección para encontrar la Snitch y si podía conseguirla. Era mi oportunidad de hacer algo bien al fin. ¡Lo conseguí, la había encontrado! Mi vista había percibido la estela que dejaba tras de sí. Ahora solo quedaba acelerar un poco y... —¡Atrapada! —grité.
Melinda No me había molestado en tomar los bates para practicar el rol de Bateador. En primer término, porque me hallaba algo ocupada planeando con la escoba, no muy lejos del suelo. Mi cuerpo estaba más rígido de lo que me hubiera gustado… En mi hogar había volado una sola vez en escoba, motivada por las provocaciones de mis hermanos. No guardaba un recuerdo muy grato de aquella vez, porque terminé cayendo desde una altura de dos metros tras esquivar uno de los árboles del bosque; al hacerlo, mi muñeca sufrió una torcedura y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no mostrar, ante mis hermanos, signos de que tenía ganas de llorar, más por la humillación que por el dolor… Sólo cuando volví a encerrarme en mi habitación dejé caer las lágrimas, pero no los gemidos. Desde aquella experiencia, sentía demasiado respeto por las escobas voladoras. Esa sensación había hecho que me costara domar la mía durante esta clase; y cuando por fin se hubo alzado para ser atrapada por la mano que me había lastimado hace años, lo consideré un pequeño paso para superar aquel trauma. Ahora bien, ser parte del equipo del Quidditch era una de mis máximas ambiciones en Hogwarts. Porque aunque mis hermanas supieran volar mejor que yo en escoba, nunca superaron las pruebas para ser jugadores del equipo de Slytherin. Quisieron ser Bateadores, pero fallaron en el intento. Al final, ellos terminaron llorando ante el público de la enfermería. Pero no quería ser Cazadora. Ni mucho menos, Bateadora. Lo que me interesaba era ser la mejor Buscadora de mi casa. Iba a ser una buena manera de superar el obstáculo de mi miedo a volar y una buena demostración para que mi familia se tragara sus palabras de desaliento. Con mucho orgullo, iba a volar como un halcón, y no a arrastrarme como una sucia serpiente. Pasé rápidamente mi mirada en todas direcciones, atenta al más mínimo movimiento... [Editando...]
Ryder Parker. ¡Y al fin! Llegó el momento que estaba esperando. Venía finalmente el rol de buscador. Y sí, me lo aprendí todo perfetamente. En el instante en que Hooch nos mostró esa perla dorada de inmediato sentí atracción por ella y mis ojos brillaron exactamente igual que la esfera. Es que... ¡¡Woow!! Era realmente brillante. De hecho aún me estoy preguntando de qué está hecha. ¿La mejor forma de saberlo? Tocándola. Y la verdad es que tenía múltiples motivaciones para hacerlo. ¡Sólo mírenla! Su aspecto grita riqueza, y riqueza = mi vida normal. Es lo más cercano que tengo para recordar todo lo bueno en mi vida, así que sí... esa pelotita llamada Snitch sera mía... ¡¡He dicho!! Vi que Daniel creyó haberla atrapado, pero nope, sólo fue uno de sus gritos sin sentido. Por otro lado, Melinda estaba mirando de un lado a otro... Hell to the no! Estamos en la misma casa, y eso significa competencia directa. La Snitch tiene que ser mía, y sí hay algo que tiene Ryder Parker es que todo lo que quiere lo consigue, sea como sea. —Comencemos a buscar. Parker people: Mándenme todas las buenas vibras; ustedes quieren que me acostumbre a esta escuela, y yo quiero tener esa pelota que refleja nuestro status social... ¡Cooperemos! Este es el puente que nos hará feliz a ambas partes —susurré, en una muy discreta posición de ruego. Contenido oculto: Yo después del segundo dado
Madame Hooch asintió con aprobación al ver a Daniel aterrizar frente a ella con la Snitch dorada aprisionada en su mano derecha. El muchacho le devolvió la pequeña pelota dorada y la mujer la sujetó con firmeza antes de guardarla en su lugar correspondiente en el baúl. —Eso ha estado muy bien, señor Brown, parece que tiene un gran talento como buscador. Anótese unos 20 puntos para Slytherin. —comentó la bruja una vez guardada la pelota, luego alzó la voz para el resto de la clase—. ¡Muy bien todos! ¡Las prácticas terminaron, desciendan aquí de inmediato! Todos los alumnos aterrizaron en el césped y descendieron de sus escobas tras recibir la órden de Madame Hooch. El grupo de alumnos se reunió en torno a la instructora, que parecía lista para dar el cierre de la clase especial. —Como algunos de ustedes sabrán, cada una de las Casas de Hogwarts tiene un equipo de Quidditch, integrado por siete miembros de la respectiva casa —explicó Madame Hooch—. Los equipos se enfrentan en partidos de Quidditch a lo largo del año escolar, y aquel equipo que termine el año victorioso sobre los demás se coronará el campeón de ese año y recibirá la Copa de Quidditch. Sin mencionar que, además, cada partido ganado supone una gran recompensa de puntos para su casa, por supuesto. >> Aquellos de ustedes que deseen unirse al Equipo de Quidditch de su Casa pueden hacerlo en este momento. Encontrarán a la profesora McGonagall en las gradas; acudid a ella y decidle en qué posición queréis jugar en el equipo de su respectiva Casa, y ella os anotará en el equipo si aún hay vacantes disponibles… Señaló a las gradas hacia la derecha, donde se encontraba sentada ahora mismo Minerva McGonagall, observando toda la práctica con una mirada que, por primera vez, no parecía severa y estricta sino más bien amable. Tras señalarla, Madame Hooch dio por finalizada la clase, recogió tanto el baúl como las escobas y se lo llevó todo, marchándose del estadio. Contenido oculto ¡Clase especial finalizada! Aquellos que deseen unirse a los Equipos de Quidditch, para jugar al Quidditch cuando sea la época de los partidos, sólo debéis ir a McGonagall y decirle de qué quereis jugar (cazador/buscador/bateador) :3
Daniel Brown L-lo había hecho... ¡Sí, lo había hecho, había ganado puntos para mi casa! ¡Y veinte, muchos más de los que había hecho perder! Estaba tan... ¿Orgulloso? Por fin hacía algo a derechas... ¡P-pero qué digo! ¡No me importan lo más absoluto esos puntos! N-no, lo mejor de todo es que había quedado por delante de Melinda y Ryder, los cuales aunque subieron a la escoba no tuvieron mi suerte. Guau, esto de ser buscador estaba siendo verdaderamente satisfactorio... ¡Menuda la cara que se les debe haber quedado! Al escuchar de nuevo a la profesora decirnos dónde se encontraba McGonagall y que debíamos ir a ella a decirle en qué posición nos gustaría jugar, no perdí ni un segundo. ¡Yo debía ser el buscador de las serpientes, había atrapado a la Snitch! —¡McGonagall, McGonagall! ¿H-ha visto eso? Atrapé la Snitch... ¿Podría ser yo el buscador de Slytherin, por favor?
Frans Andersson Había fallado el tiro. Me quedé tan consternado ante aquella derrota que no pude sino ignorar todo cuanto sucedía a mi alrededor tras el estrepitoso fracaso. Ni siquiera me percaté del movimiento que sucedía a mi alrededor, de los estudiantes que se movían a un lado y otro, incansables, en sus escobas. Yo sólo me aparté, quedé en un rincón, flotando sobre la escoba torpemente, con la mirada verde clavada en el suelo. "He fallado", repetí mentalmente. Como si el acto de repetirlo fuese a cambiar el resultado, qué ingenuo. Estaba claro que no, que no podría conseguir aquello que me propusiese. Ni siquiera acertar un maldito tiro. Ni siquiera eso. Pero no entendí muy bien por qué me afectó tanto. Al fin y al cabo, ya debía estar acostumbrado a que las cosas no saliesen conforme a mis deseos. Después de todo, quemé toda una reserva natural, fui ingresado en este maldito internado, y mi padre... Zarandeé la cabeza, tratando de apartar todos los recuerdos dolorosos. Todo el dolor, el odio y la ira. Pero era imposible. A veces, el hecho de no sentir nada me dolía más que a nadie. Ese fuego que era capaz de provocar ardía también dentro de mí, avivándose en una llama de creciente rabia y odio generalizado hacia todo cuanto me rodeaba. No entendía por qué la gente sonreía. Tampoco por qué lloraba. No entendía por qué la gente reaccionaba de formas para mí bruscas ante cosas que me resultaban naturales y nada relevantes, como la muerte de un familiar, el éxito de un amigo, o la ruptura con una pareja a la que se amaba. Para mí, todo aquello no tenía ningún valor. Y no porque no quisiese dárselo; bien sabía que lo "normal" era que esas cosas provocasen sentimientos en mí. No, no era una elección. Era un sentimiento. Yo era así. Y no podía cambiar lo que era, por mucho que quisiese. Pero, sin embargo, ahí estaba, torturándome a mí mismo por fallar un tiro con una pelota mágica en una mísera práctica de un deporte que no me interesaba lo más mínimo. Ni siquiera temblé cuando quemé el bosque y maté a tantos animales en aquel accidente. No lloré, no me enfadé, nada, porque, sencillamente, no era capaz de sentir pena. Lo único que sentía era descontento conmigo mismo, pero no por haber causado daño, sino por haber fallado. Por haberme decepcionado a mí mismo. La opinión de otros me daba igual; siempre me había dado igual. Pero la mía... la mía era importante. Quizá yo era la única persona que me importaba. Quizá yo era la única persona hacia la que podía sentir algo más que indiferencia. Y por eso, cuando desperté de mis cavilaciones y miré a aquellos chicos, que jugaban con entusiasmo a aquel deporte, pensé, por un momento, que quería ser como ellos. Yo también quería disfrutar de esa forma. En cierto modo, tal vez era algo parecido a la envidia. En el fondo, me habría gustado, tal vez, haber intervenido ahí, en ese juego, en esa práctica, en esas relaciones sociales, para ser feliz, para enfadarme, para llorar, para sentir. Pero, ¿para qué? Sabía que no iba a lograrlo. Nada haría que sintiese algo distinto al fuego que ardía dentro de mí. Un fuego encendido con el combustible de la amargura. Un fuego que me quemaba por dentro. Contenido oculto Y esto es lo que pasa cuando me inspiro de repente (?)
La profesora asintió con la cabeza cuando el primer alumno de primer año llegó frente a ella. —Por supuesto que lo he visto, señor Brown, una gran demostración de habilidades de buscador —comentó la profesora McGonagall con suavidad—. Y por supuesto, el puesto aún está vacante, de modo que ya estás inscripto como el Buscador del Equipo Slytherin. Y tras decir esto, inscribió el nombre Daniel Brown en un pergamino que contaba con el escudo de Slytherin arriba de todo.
Melinda —Esto no se va a quedar así. La clase había llegado a su fin. En cierto modo me sentía muy insatisfecha, porque no había llegado a practicar en ninguno de los roles que componían un equipo de Quidditch. Pero guardé la esperanza de que el campo estaría disponible los días siguientes para realizar los entrenamiento pertinente, con los que podría mejorar mis habilidades. De momento, lo que me importaba ahora mismo era que las cosas no quedaran así como así con el Llorón... Desde la distancia, casi podía sentir un aura de burla... Él me había demostrado de lo que estaba hecho. Ahora me tocaba a mí mostrarle quién es, verdaderamente, Melinda Frenerich. Con esta idea en mente, me dirigí a las gradas, hacia el sitio donde se encontraba la profesora McGonagall. Una vez que tomé la cercanía suficiente como para notara mi presencia, la saludé educadamente y le dije el puesto al que aspiraba: —Quiero ser la Buscadora del equipo de Ravenclaw.
