Cambio de vida.

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Poikachum, 21 Septiembre 2012.

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    Poikachum

    Poikachum Gurú Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Título:
    Cambio de vida.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    839
    Parecía que el viaje iba a terminar en el océano Atlántico, cuando una patrullera de la guardia civil, remolcó la patera donde viajaba yo, y otras sesenta personas más, personas que soñaban con alcanzar la costa española, para poder tener una segunda oportunidad, vivir medianamente bien, no pasar hambre, y tener una casa en condiciones, pero eso es un sueño que solo cumplen unos pocos, y yo esperaba ser uno de esos pocos.

    Cuando llegamos al puerto de Algeciras, comenzamos a bajar de la embarcación, embarcación en la que habíamos estado viajando durante veinte días. Varias personas de la cruz roja nos daban una bolsa con algo de comida, agua y una manta, cuando estábamos todos en el muelle, exhaustos por el viaje hecho, unos agentes de la guardia civil nos empezaron a preguntar como nos llamábamos, y por supuesto si teníamos papeles. Al cabo de varias horas, nos dejaron marchar, pero no podíamos salir de la ciudad, pero yo tenía otros planes, mi destino era la ciudad de Valencia, he intentar trabajar, pero lo primero era llegar. Durante la travesía en la patera, conocí a Abeeku que era un chico de Mauritania y a Aisha que era una chica de Senegal y yo era Danjuma también de Senegal.

    No hicimos caso a la Guardia Civil, y de madrugada abandonamos la ciudad de Algeciras, con destino a Valencia, excepto Abeeku, que se dirigía a Almería. El trayecto lo hicimos prácticamente a pie, a excepción de una vez que no cogió un camionero unas de las muchas veces que hicimos autostop. Tardamos tres días hasta llegar a Almería, tres días en lo que dormíamos a la intemperie, luchando contra el frío estival, y por el día contra el calor sofocante que hacía. En Almería Abeeku, tenía unos amigos con lo que se iba a quedar para empezar su nueva vida, sabía la dirección, pero no sabía por que parte de la ciudad quedaba, de modo que tuve la genial idea de preguntar un grupo de abuelos que había que en banco, y en que mala hora lo hice.
    -Perdone, ¿Me podría... .
    Y, antes de que pudiera terminar de formular la pregunta me dijo uno de los abuelos.
    -¡Largo de aquí, negro de mierda! ¡Lo único que hacéis es molestar! ¡Y dar por culo! –decía el abuelo mientras se levantaba hacía mi con la garrota en alto.
    Antes de que pudiera agredir a uno de nosotros tres nos fuimos corriendo, sin más percance que el del abuelo. Yo ya no iba a preguntar más, pues para recibir insultos me hubiera quedado en Senegal. Esta vez, fue Aisha la que se decidió a preguntar, en ese momento pasó una mujer de mediana edad, Aisha se acercó, y le formulo la pregunta.

    Perdone, ¿Podría decirme por donde queda la calle de San Luis?
    Pero fue como si hablara en otro idioma, porque la mujer continuó caminando, ni siquiera la miro a la cara. Parecíamos apestados, nadie nos miraba ni nos hablaba, y, si nos hablaban era para insultarnos. Pensábamos que no encontraríamos la calle, ya que nadie nos lo decía, cuando se acercó una chica de unos dieciséis años.
    Perdonad, ¿Vais buscando la calle San Luis? Preguntó la joven.- es que se lo habéis preguntado a esa señora, y, como que ha pasado de vosotros
    Eh, sí le respondí.
    Ir a la avenida de nuestra señora de Montserrat, y, cuando estéis llegando al final, volved a preguntar, vale, adiós.
    Se puso a caminar, y, en la primera bocacalle, desapareció. Nosotros nos pusimos a caminar hacía donde nos indico la chica, esta vez no tuvimos tantos problemas a la hora de preguntar, ya que en esta zona habían más inmigrantes, y enseguida nos dijeron donde estaba la calle.
    Bueno, aquí es nos dijo Abeeku mientras se detenía en un portal.
    Ha sido un placer conocerte Abeekule dije mientras lo abrazaba.
    Te echare de menos le dijo Aisha, y le dio un par de besos.
    Abeeku pulso el timbre, y al poco se escuchó una voz la típica pregunta de “quien es”, Abeeku dijo su nombre, y enseguida le abrieron.
    -Espero que lleguéis bien a Valencia –dijo Abeeku desde el patio del que ahora sería su hogar, le dijimos Aisha y yo adiós de nuevo, y emprendimos de nuevo el camino.

    Continuara...
     
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    Cambio de vida.
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    4
     
    Palabras:
    1550
    De nuevo tuvimos que dormir a la intemperie, y al día siguiente como los demás días, caminar bajo el sol ardiente. Llegada la noche, encontramos una caseta, parecía que íbamos a dormir algo calientes, pero no fue así, hacía el mismo o más frío en la caseta que si hubiéramos dormido al raso. Al día siguiente, no nos fue mejor a Aisha y a mí, pues el día comenzó lloviendo, el viaje hacia Valencia, se estaba haciendo más largo de lo esperado. Al cabo de seis días llegamos a nuestro destino, al cabo de seis días caminando y comiendo lo que podíamos, pero lo conseguimos. Era medio día cuando llegamos, lo primero que hicimos fue ver un poco la ciudad, conocer la que sería nuestra ciudad. Todo era diferente a nuestras ciudades natales, las calles asfaltadas, semáforos, ruido, anuncios, el barullo de gente por las calles, todo un mundo a parte.

    Se aproximaba nuestra primera noche en Valencia, y, todavía no habíamos encontrado un sitio donde pasar la noche. Nos dirigimos al cauce antiguo del río Turia, donde encontramos un hueco en la base de un puente, y, aún, tuvimos suerte, ya que los demás huecos que había, estaban ocupados, por gente en la misma situación que nosotros. Aún teníamos las mantas que nos dio la cruz roja, eso nos ayudaría a combatir un poco el frío. Aisha se puso en la parte interior del hueco, de modo que quedó entre la pared del puente y yo, que estaba en la parte exterior. Nos juntamos un poco para darnos calor. Estaba a punto de dormirme, cuando Aisha me hizo una pregunta.
    Danjuma, ¿Tienes mujer en Senegal?
    Si, atrás he dejado a mí mujer y a mis dos hijas le contesté- he venido a España para ganar dinero, y, bueno algún día volver a mi hogar, volver a ver mis hijas y a mi mujer y a mis amigos le añadí a la respuesta. Y tú ¿tienes marido? le pregunté.
    No, en Senegal solo tengo a mi padre, y ya está algo mayor, como tú, quiero ganar dinero y volver me contestó con un tono melancólico.
    Si puedo, intentaré, después de ir a Senegal traerme a mi familia y vivir aquí, y trabajar, con eso me conformaría le dije.
    Yo, conseguiría suficiente dinero y no volvería, me quedaría allí para el resto de mi vida –me dijo Aisha.
    Estuvimos charlando un rato más hasta que nos dormimos.

    Al día siguiente, me despertó Aisha, ya era de día, y nuestra prioridad era buscar algo para desayunar, ya que no nos quedaba nada de lo que nos dio la cruz roja, y buscar un trabajo. Lo de desayunar lo hicimos juntos, pero no fue de una forma honrada, ya que robamos algo de fruta, algo de lo que no estuvimos orgullosos, pero teníamos que comer, a la hora de buscar de trabajo, decidimos que cada uno fuera por su cuenta, quedamos en hueco del puente, a las ocho de la noche, y que cada uno llevaría algo para cenar.

    Yo en Senegal, era pastor de ovejas, pero no creía que en una ciudad hubiera trabajos como ese. Me decidí a pasear por la playa, por si algún casual, en algún bar hubiera trabajo, y, en uno de los bares había un cartel de se busca camarero, no tenía nada que perder, de modo que me decidí a entrar, cuando entré me acerqué a la barra para preguntarle al camarero.
    Perdone, ¿Quería saber si aún está bacante el puesto de camarero? le pregunté.
    El puesto de camarero, lo siento, pero ya está cubierto me respondió el camarero.
    Lo siento, pero como había visto el cartel en el cristal le dije.
    ¡Ah!, Es que se nos olvidó quitarlo, lo siento –me dijo el camarero.
    Ahí ya no tenía nada que hacer, de modo, que salí y continué buscando. Me recorrí buena parte del paseo marítimo, pero todos los sitios en lo que había un cartel de trabajo, y preguntaba, todos me decían lo mismo. No se como acabe por la zona de la catedral, vi una pequeño bar, en el que también se buscaba camarero, no tenía nada, y, un no más no me haría daño, pregunté a un hombre mayor que había en la barra, y de nuevo formule la misma pregunta.
    ¿Aún está vacante el puesto de camarero? le pregunte al hombre.
    Si, si lo quieres, aún esta libre me dijo el hombre,- pero antes tienes que rellenar este formulario.
    Claro, ¿Me deja un bolígrafo? le pregunte.
    Claro, aquí tienes, si quieres te puedes sentar en esa mesa de ahí –me dijo mientras me señalaba la mesa.
    Me senté y comencé a contestar las preguntas, me llevó unos diez minutos, y excepto las preguntas de tienes papales y si hablaba y entendía valenciano, que marqué que no, el resto fue si. Se lo entregué al hombre y empezó a mirar las contestaciones.
    Bueno, lo del valenciano, en cierto modo, me da igual, pero lo de los papeles no pasa me dijo el hombre, el martes que viene iremos a ponértelos en regla, si quieres puedes empezar mañana o pasado, todo lo más tarde, para entonces te tendré hecho el contrato, vale –puntualizó el hombre.
    ¿Podré empezar mañana? –le pregunté al hombre, ya que no me había tratado como los demás.
    Claro, si quieres empezar mañana, vale, lo que pasa que hasta la semana que viene no tendré el uniforme, ¡Ah!, Se me olvidaba, estarás sobre unos quince días de pruebas, vale –me dijo el hombre.
    Vale vale –le dije con una sonrisa de oreja a oreja.
    Me disponía a salir, cuando me volvió a llamar.
    ¡Espera!, Se me ha olvidado decirte la hora a la que tienes que estar me dijo el hombre, tienes que estar aquí a las siete, ¿de acuerdo?
    Sí, sí, a la hora que haga falta –le contesté entusiasmado.
    Tenía ganas de contárselo a Aisha, pero hubo algo que me hizo olvidarme de lo del trabajo, el hambre, no había comido nada desde las nueve de la mañana, y ya eran las dos y media. Pensé en que estaría haciendo Aisha ahora, y si le había ido tan bien como a mí, o al menos eso esperaba. No tenía dinero para poder comprar algo de comida, y no pensaba en volver a robar, eso sería como última opción, no tenía nada que hacer, me paré un momento a observar mí alrededor, vi un grupo de negros que se dirigían hacía el cauce antiguo del río, me puse a seguirlos, pues tenían pinta de saber donde se podía comer, y, si ellos podían, quizás yo también podría. Al cabo de unos quince minutos siguiéndolos, llegaron a un edificio, del cuál salía, una larga cola, en la puerta había un letrero en el que ponía “beneficencia”. Estuve al menos cuarenta y cinco minutos en la cola, cuando entré, había como una pila de bandejas de plástico y a continuación una barra, donde habían una serie de ollas, y unas mujeres que servían la comida. Me senté donde pude, y comencé a come, cuando terminé, deje la bandeja en un montón donde vi que la dejaban, la puse, y me fui.
     
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    Drama
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    4
     
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    Ya no tenía nada que hacer, había conseguido un trabajo y acababa de comer, no sabía si Aisha habría comido, pero yo no podía hacer nada. Decidí, no sé por que en volver los bares donde por la mañana había pedido trabajo, y me dijeron que el puesto ya estaba ocupado; como me temía, los carteles aún estaba allí, no me habría sentido tan insultado si me hubieran dicho que no me querían, en lugar de mentirme, pero gracias a ellos acabé encontrando una persona que le daba igual de que raza o color de piel fuera su empleado, mientras que lo hiciera bien, le daba igual.

    Se acercaba la hora de cenar, y no había encontrado nada para llevarnos a la boca, esperaba que, al menos a Aisha le hubiera ido mejor que a mí en el tema de la comida. A las siete y media, ya estaba en el hueco del puente en el que había quedado con Aisha, cuando llegué, ella ya estaba allí.
    Aisha, ya estoy aquí le dije,- que tal ha ido el día le pregunté.
    Bien, pero no he encontrado trabajo –me respondió,- bueno, excepto, un hombre, que me ha confundido con una prostituta, ¡El muy cabron! me añadió.
    Y ¿No le dijiste nada? le pregunté.
    No, no le dije nada, prefería pasar de ese capullo –me dijo con un tono molesto.- ¿Has conseguido algo para cenar? –me preguntó llevándose las manos al estómago.
    Pues la verdad, es que, no, no e conseguido nada para comer le dije, pero, he conseguido un trabajo, mañana mismo empiezo le dije entusiasmado. y ¿Tú, has conseguido algún trabajo? le pregunté esperando que Aisha dijera que sí.
    Pues, la verdad, es, que no, no he encontrado nada –me contestó agachando la mirada.
    ¿Has comido algo en todo el día? le pregunté.
    No, hoy no he comido nada me dijo.
    A ver si mañana, mi jefe me adelanta algo de dinero, y puedo comprar algo de comer, vale –le dije para darle algo de esperanza.
    Continuamos un rato más hablando, y dormimos igual que el día anterior.

    Cuando me desperté, miré un reloj digital que había un poco más delante de donde dormíamos, casi me muero al ver la hora que era, ya eran las ocho, mi primer día y ya llegaba tarde, me apresure a ponerme las zapatillas, desperté a Aisha para decirle que me iba, me fui corriendo. Llegué aproximadamente en unos veinte minutos, cuando llegué, la cafetería ya estaba abierta. Sabía que llegaba tarde, pero no tenía reloj ni despertador, decidí entrar, y explicarle a Juan, mi jefe, el porque había llegado tarde.
    Juan, siento llegar tarde, pero… .
    ¿Por qué has llegado tarde? me preguntó interrumpiéndome.
    Lo siento, pero es que, no tengo reloj, de modo que me he dormidole dije intentando arreglar la situación.
    Aquí, se valora la puntualidad, pero dada tú situación, por esta vez pase –me dijo.
    Ya lo… .
    Espera –me dijo interrumpiéndome de nuevo,- te voy a dar un pequeño adelanto, con eso te comprarás un reloj y un despertador, vale me dijo.- y si no tienes ninguna pregunta más, puedes ir montando la terraza de fuera, ahí tienes las mesas, las sillas y las sombrillas. Al final del día te daré el adelanto, venga, a trabajar me dijo para terminar.
    Saqué las cosas poco a poco pero sin tardar demasiado, quería conservar el trabajo, pues era algo que me hacía demasiada falta. Cuando terminé, le pregunté a Juan que tenía que hacer, dio una libreta un bolígrafo y me dijo que tomara nota y sirviera a la gente que sentara en la terraza. Me quedé fuera en la entrada, para no hacer esperar demasiado a los clientes, pero lo que pasó fue, que al verme la gente no sentaba, si no que se iba al bar de al lado, de modo que decidí quedarme dentro, y esperar a que la gente se sentara, y funcionó, excepto un par de mesas, el resto estaban llenas. Era la hora de comer, Juan me llamó, teníamos que comer allí, y parar de comer cuando algún cliente nos llamaba, mientras comíamos, Juan me recordó lo de los papeles.
    Estamos a viernes –me recordó, el martes iremos a ponerte en regla lo de los papeles, aunque los martes cerramos, estate aquí a la hora de siempre, de acuerdo –dijo para terminar.
    Yo asentí con la cabeza mientras continuaba comiendo.
    Y ahora mira a ver lo que quieren los clientes de la mesa cinco.

    Por fin se terminó mi primer día de trabajo, me disponía a salir, cuando me llamó Juan.
     
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    Drama
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    4
     
    Palabras:
    2022
    La historía continua :)

    Toma –me dijo mientras me daba un bolígrafo y me acercaba unos papeles.
    ¿Qué es esto? –le pregunté.
    Esto es un contrato de quince días me dijo,- son los quince días que estarás a prueba, cobraras trescientos setenta y cinco euros, y si veo que le haces bien, te haré uno de mayor duración dijo para aclarármelo.
    Cogí el bolígrafo, miré el contrato de arriba a bajo, Juan me indicó donde tenía que firmar, y, sin dudarlo lo firmé. Antes de irme, me dio un reloj y un despertador, me dijo que el reloj, ya estaba puesto a la hora que me tenía que levantar, lo cogí todo y me fui al hueco del puente.

    Antes de llegar al hueco del puente, vi que había una tienda de comida abierta, Juan, me había dado cincuenta euros, de modo que compré algo de fiambre y pan, por lo menos, si Aisha no había comido hoy, al menos cenaría algo.

    Cuando llegué al hueco del puente, Aisha aún no había llegado, esperé una hora y media esperando a que apareciera Aisha, pero ya no podía esperar, tenía hambre, de modo que empecé ha cenar sin ella. Al cabo de media hora, ya había terminado de cenar, y Aisha aún no aparecía, solo me venía a la cabeza que le había pasado algo. Era la una media de la madrugada, y Aisha aún no había aparecido, me hubiera quedado toda la noche esperándola, pero al día siguiente tenía que madrugar, de modo que me dormí.

    A las seis y cuarto, sonó el despertador, casi me llevé un susto al ver que alguien estaba allí junto a mí, pero comencé a tranquilizarme, cuando vi que era Aisha, pensé en no despertarla, ya que no sabía a que hora había llegado, decidí comerme el fiambre que me sobró de la noche anterior, y me fui a trabajar. Llegué cinco minutos antes de las siete, Juan no tardó mucho en llegar, levantamos la persiana, y entramos, igual que el día anterior, yo saqué las cosas de la terraza, mientras Juan se encargaba del interior. El día transcurrió como el día anterior. Cuando terminó el día, Juan me dio el treinta y cinco por ciento de las propinas, bajamos la persiana, y nos fuimos. Compré algo para cenar, como el día anterior, compré comida para dos, esperando que hoy estuviera Aisha. Cuando llegué, Aisha no estaba, de modo que cene sin ella. A la hora de dormir, todavía no había llegado, me dormí pensando donde se metía Aisha, o si le había pasado algo.

    A las seis, volvió a despertarme el zumbido del despertador, y, Aisha estaba allí de nuevo.

    Llevaba ya unos días trabajando, pero ya había cogido la rutina. Al ser domingo, hubo más trabajo que el resto días. Cuando terminó el día, Juan se quedó contando la caja, mientras yo recogía la terraza, me dio de nuevo el treinta y cinco por ciento de las propinas. Seguí la misma ruta de todos los días, cuando torcí la esquina que daba a la calle, donde estaba la tienda donde compraba la cena, vi una escena, en la que no pude evitar involucrarme, estaban pegando a una persona de color, me acerqué corriendo, y a uno de los agresores, le propine una patada en el costado, y, al otro un puñetazo en la cara, salieron los dos corriendo, yo mientras tanto ayudé al chico que estaban pegando, lo primero que le pregunté fue como estaba.
    ¿Estas bien? ¿Te duele algo? le dije.
    me duele un poco el costado me dije mientras se ponía la mano en las costillas.
    ¿Te puedes levantar y caminar? le pregunté mientras le ayudaba a incorporarse.
    Si, puedo dijo mientras se quejaba un poco del costado,- por cierto, me llamo Adika añadió.
    ¿Has cenado? le pregunté.
    No, de hecho, hoy no he comido nada –dijo un poco triste.
    Espera aquí un momento, voy a comprar algo para cenar y me dirigí hacia la tienda donde compraba la cena todos los días.
    Después de salir de la tienda, nos fuimos los dos al hueco del puente. Allí cenamos, me dijo que era de Camerún, y que también era pastor, estuvimos un rato hablando, le dije que se quedara conmigo a dormir, ya que no sabría a que hora volvería Aisha. Cuando nos íbamos a dormir, apareció Aisha, no tenía muy buena cara, le pregunté que le pasaba, en un principio, no me hizo mucho caso, pero al cabo de unos minutos me llamó.
    Estos días, el dinero que he ido ganando –se quedó callada, mirándose las manos.
    ¿Qué pasa con ese dinero? No lo habrás robado le dije en un tono serio.
    No, robarlo, nunca. Lo gané de una forma que no estoy muy orgullosa me dijo casi llorando.
    Bueno, ¿Cómo lo has ganado? le dije.
    Me he tenido que prostituir me dijo entre lloros,- yo no quería, pero necesito el dinero dijo mientras se secaba las lágrimas.
    Mientras tanto, Adika, se quedó a un lado.
    Aisha, vale que necesites el dinero, pero el prostituirse no es la solución –le dije mientras la abrazaba,- mañana, hablaré con mi jefe a ver si conoce a alguien que necesite una chica para que le ayude, vale, pero no hagas más eso, vale.
    Vale –dijo mientras se apoyaba en mi hombro.
    A la hora de dormir, dormimos algo apretados, pero se podía dormir bien.

    Al día siguiente, llegué un poco tarde a trabajar, pero Juan no me dijo nada. Como era lunes, no hubo mucho trabajo hasta la tarde. Cuando terminé de servir las mesas de la terraza, entre dentro a descansar un poco, cosa que no pude hacer, ya que me llamó uno de los clientes, de modo que fui a ver que quería.
    Si, ¿les pasa algo? –le pregunté.
    pues, si, el café que me has traído está frío dijo el hombre mientras me lo acercaba.
    Pero, cuando se la traje estaba caliente, lo que pasa es que estaba hablando, y se le ha enfriado le respondí.
    ¿Me estas llamando mentiroso? dijo el hombre en un tono enfadado mientras se levantaba.
    No, no le dije intentando evitar la discusión. Ahora le traigo otro.
    Mientras entraba en el bar, escuché lo que le dijo el hombre a su amigo:
    “Mira el negro de mierda ese, que cojones se cree, vienen aquí y se creen que tienen todos los derechos del mundo, los negruzcos estos de mierda”.
    Estoy seguro, de que si el camarero hubiera sido un español, no le habría hablado del modo en que me había hablado a mí.
    Le puse otro café, y, decidí olvidarme del tema. A la hora de cerrar, Juan repartió las propinas como siempre, cuando bajamos la persiana, Juan me recordó, que, aunque era nuestro día libre, tenía que estar a la hora de siempre, para ir a poner los papeles en regla, nos dijimos adiós, y cada uno se fue por donde siempre.

    Cuando torcí la esquina de la calle en la que estaba la tienda donde compraba la cena, lo primero que vi y sentí, fue un bate, que me golpeó en la cara, caí enseguida al suelo a causa del golpe, notaba, como me salía la sangre por la nariz y la boca, mientras estaba en el suelo, escuchaba como dos hombres se reían.
    ¡Míralo!, ¡Hoy ya no es tan valiente nuestro amigo! dijo mientras me propino una patada en el costado.
    No sabía que más me podrían hacer, lo único que sabía era que estaba en el suelo sangrando, a merced de dos hijos de puta, que no tenían otra cosa que hacer.
    -¡¿Por qué no te defiendes como defendías a tu amigo ayer?! ¡He! ¡Negro de mierda! dijo gritando, mientras se reía.
    No sabía como salir de esta, o si saldría de esta.
    -Te ensañaremos a respetar a la gente, cabronazo –dijo mientras me daba con el bate en la cabeza y por el cuerpo repetidas veces.
    Yo me cubría la cabeza para evitar mayores daños. Mientras se ensañaba conmigo el del bate, el otro sacó una navaja.
    -¡Te arrepentirás de lo que hiciste, negro cabrón! dijo con un tono de desprecio.
    Fue entonces cuando me asestó una puñalada en el abdomen y otra en la espalda, no podía pensar en otra cosa más que en el dolor que me recorría todo el cuerpo, entonces, escuché una sirena.
    ¡Tío! ¡La pasma! ¡Venga nos tenemos que largar! dijo ahora con un tono preocupado.
    ¡Venga, total este ya ha recibido su merecido! le dijo a su compañero entre risas mientras me pegaba un par de patadas en las puñaladas.
    Hubo un momento en el que el dolor cesó hasta desaparecer, ya no sentía nada, ni siquiera las puñaladas, estaba a punto de perecer, recordé todo lo que pasé en España, por desgracia, habían más recuerdos malos que buenos, y todo para morir, a manos de cualquiera. A mi mente, vino la imagen de mi mujer y mis dos hijas, sus sonrisas, las había dejado atrás, les dije que algún día volvería, pero ni si quiera sabrían como habría muerto, lo dejé todo atrás, para nada.


    Fin.
     
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