Calle Victoria

—Parece que Bisharp decidió aceptarte como entrenadora al fin y al cabo —comenté tras la acción del Bisharp.

Este pokémon fue la tercera adición al equipo de Mimi desde que habíamos comenzado desde Pueblo Lápiz, con los otros dos siendo Audino y Glameow. Con ahora Bisharp agregado a sus filas, el equipo de la Honda se iba volviendo uno de cuidado… recordé como los Bisharps de Delta y Sigma habían estado a punto de vencer a Gardevoir y Dragonite en la Torre Espejismo y tenía que concluir que sí, era un pokémon que sería formidable cuando nos enfrentemos nuevamente en batalla.

—En cualquier caso… hora de seguir avanzando, ¿no? —dije, mirando tanto a Mimi como a Emily—. Me pareció escuchar agua un poco más adelante, a ti también Emily, ¿verdad? Vamos; si hay un lago interno por aquí, no puede estar muy lejos….

[17/20]

 

Mimi Honda

Y la pokéball que acababa de atrapar a Bisharp cayó al suelo, cerrándose con un efímero destello. Suspiré antes de recogerla y guardarla dentro de mi bolso.

—Parece que Bisharp decidió aceptarte como entrenadora al fin y al cabo.

No tenía muy claro como sentirme al respecto. Un pokémon que había estado a punto de matarme, ¡debía estar mal de la cabeza! Y sin embargo, ahí estaba. Perfectamente sano gracias a los cuidados de mi Audino.

Entrenar a un pokémon así, tan parecido a mí... iba a ser un absoluto reto, ¿verdad? ¿Podría hacer eso? No era como si pudiese quejarme después de todo. Si pretendía fortalecerme, superarme a mí misma era uno de mis quehaceres. Ahora sólo tenía que pensar un buen nombre para él.

Por otra lado...

Que ganas tenía de salir de esa cueva mugrosa. La humedad había rizado mi cabello, seguro debía verme como un Flaffy con electricidad estática en el pelaje y coletas. Así que, cuando Effy sugirió seguir avanzando, yo tomé a ambas por las muñecas y las arrastré tras de mí lo más rápido que me permitían los pies, siguiendo el murmullo del agua.

—¡Sólo vamos de una vez!— exclamé— ¡Si ese lago no está lejos, la salida tampoco debe estarlo!

 

No pude evitar reír ante la acción de Mimi. De verdad detestaba las cuevas, ¿verdad? Bueno, no era exactamente un lugar que se caracterizaba por ser hermoso o acogedor, aunque tenía un cierto encanto, al menos para mi… era algo así como el camino hacia el final, ¿no?

No nos tomó mucho avanzar hasta oír más claramente el sonido del agua, y tras otro rato de caminata siguiendo el ruido, finalmente dimos con el lago interno de la caverna. Excepto que no era un lago pequeñito como había imaginado en mi mente; era bastante extenso, al punto que no podía llegar a ver donde terminaba a lo lejos, y tampoco podía ser bordeado puesto que el camino terminaba allí. Resultaba imposible avanzar por tierra, de modo que sólo nos quedaba avanzar por agua ahora… ¿y que era ese ruido a lo lejos, el sonido de agua cayendo serenamente sobre el lago? ¿Acaso había una cascada más adelante?

—Bueno, parece que tendremos que avanzar por agua… así que espero que todas tengan un pokémon que conozca Surf —sonreí de lado, mirando a Blastoise. El tipo agua asintió, comprendiendo mi mirada, y se zambulló al lago en el acto—. Marowak, tú mejor regresa, ¿sí?

Sin mas, regresé a Marowak a su pokebola, y el tipo tierra desapareció tras ser envuelto por la característica luz roja. Blastoise se había colocado boca abajo sobre la superficie del lago, dejando su caparazón listo para ser abordado. Di un largo salto y aterricé sin problemas sobre el caparazón de Blastoise.

—¿Y, qué esperan? ¿Vienen o no?

[18/20]

 

Mimi Honda

Finalmente, llegamos al tramo final de la ruta. Finalmente... ¿Final? Sonaba muy redundante. Se trataba de un enorme lago subterráneo, de un color azul profundo y cristalino. Pero, dado que la luz del sol no llegaba hasta ese punto, el agua debía estar helada.

—¿De verdad que vamos a entrar ahí?— fue lo único que pude preguntar, reticente. Caminé unos pasos con cierto recelo y traté de avistar la otra orilla... pero se perdía entre grutas de piedra al otro lado...— ¿En serio este es el camino correcto?

No había tierra firme se mirase por donde se mirase. A lo lejos podía escucharse el murmurllo de una cascada, como si quedase tras las grutas que separaban este lago del resto de Calle Victoria. La idea de entrar ahí no me era agradable en lo absoluto. No quería saber nada más de grutas... y mucho menos si estaban pasadas por agua.

—¿Y, qué esperan? ¿Vienen o no?

—¡Ya vamos, ya vamos!— respondí con ligera molestia, liberando a Moo de su pokéball. Era el único de mis pokémon que conocía ''Surf''... pero era demasiado pequeño para ir montada sobre su lomo como con Blastoise— Pero si me resfrío, que quede claro que la culpa será toda vuestra.

 

—No se preocupen por eso —murmuré en respuesta a Emily, dirigiendo instintivamente una mano a la pokebola que contenía a Vaporeon—. Si hay que remontar la cascada, ya nos ocuparemos de eso cuando lleguemos a la cascada… bueno, ¡en marcha!

El avance por el lago era lento y sereno; no podíamos avanzar demasiado rápido, porque no sabíamos lo que nos esperaba adelante. Un pequeño grupo de Spheal pasó nadando no muy lejos de nosotras, y en un momento me pareció ver la sombra de un Dratini pasar por debajo de nosotras, pero no encontramos más pokémon salvajes que esos.

Poliwhirl, Dewott y Blastoise llegaron a un alto frente a la catarata del lago. Era considerablemente alta, pero era mucho menos que la Gran Catarata, la cual tuvimos que remontar para alcanzar Ciudad Acuarela por primera vez. Comparado con esa gigantesca catarata, esto sería más fácil que robarle un dulce a un bebé.

—Muy bien, llegó el momento… claramente la salida está allí arriba, y ya estoy harta de este lugar, así que hora de irnos —declaré, tomando dos pokebolas—. ¡Vaporeon! ¡Masquerain! ¡Salgan ahora!

Ambos pokémon fueron liberados de sus esféricos en el acto. Me quité mi ropa, quedando en una bikini blanca, y la guardé en mi bolso. Tras entregarle el bolso a Masquerain para que lo llevara volando (con la excepción de la pokebola de Blastoise, la cual llevaba en mi mano derecha), me zambullí de cabeza al agua. Desde allí, regresé a mi inicial a su pokebola y luego pasé a aferrarme a Vaporeon, encarando hacia la cascada.

—No se preocupen, enviaré a Vaporeon por ustedes cuando esté arriba; subiremos una por una —le dije a mis compañeras, luego encaré hacia el frente—. ¡Vamos, Vaporeon! ¡Cascada!

El pokémon tipo agua obedeció y remontó la cascada, haciendo gala del movimiento aprendido gracias a la misteriosa chica del Espeon. Escalar la cascada fue bastante sencillo, a decir verdad, pues el agua caía mucho más tranquilamente que en la Gran Catarata, y en una cuestión de minutos nos encontramos en la cima. Allí, nos encontrábamos en un lago diminuto que daba origen a la catarata, y donde finalmente el agua terminaba para dar paso a la tierra… y frente a mí en la tierra se encontraba, finalmente, la salida a la caverna.

Tomé mi bolso del agarre de Masquerain, saqué una toalla y comencé a secarme una vez ya parada en tierra, mientras que Vaporeon y Masquerain volvían a descender para ayudar a las otras dos.

—¡La salida está aquí! ¡Apresúrense! —exclamé, emocionada.

[19/20]

 

Mimi Honda

El agua estaba tan fría como había parecido a simple vista. Incluso más. Dejé escapar un grito ahogado cuando me rozó el bajo de la espalda, pero me costaba quejarme del frío, de las condiciones y del hecho de que todo el mundo parecía haber previsto esto menos yo. ¿Por qué no avisaron de que hubiera sido genial traer ropa de baño? ¿Ellas sabían que esto pasaría? ¿Emily también? Sí, desde luego que lo sabían... ¿cómo podían hacerme esto?

¡Traidoras!

Tratando de ignorarlo (de momento) me aferré con fuerza a Monomaru cuando nos lanzamos al agua, desesperada por no caerme en ella, porque sí lo hacía, definitivamente sería mi fin. Definitivamente moriría... ese agua me engulliría y nadie se acordaría de mí. ¿Cómo de profundo era este maldito lago? ¿Por qué me pasaban a mí estas cosas?

Yo... ni siquiera sabía nadar.

—Moo, no me sueltes— le suplicaba en voz baja a mi pobre pokémon, apretándolo con mis brazos con desesperación. Mantenía los ojos cerrados fuertemente porque realmente, realmente... no quería ver como iba a perecer tarde o temprano.— Por nada del mundo me sueltes. No lo hagas. Moriré. Defitivamente me ahogaré. ¡Moriré! ¿entiendes?

—W... wott...

En aquellos momentos tal vez mi mente estaba tan llena de dramas infundados que era incapaz de ver que era yo quien no soltaba a mi pokémon. De hecho, lo agarraba con tanta fuerza, con tanto ahínco, que había empezado a faltarle el aire. Cuando me quise dar cuenta, sus ojos estaban girando en espiral...

—¡W-wah!— chillé— ¡L-lo siento! ¿Estás bien? ¡Moo! ¡Hey, Moo! ¡No te mueras!

Parecía un poco mareado, pero en cuanto aflojé mi agarre en su cuello, volvió en sí y suspiró con alivio. Yo también pude respirar tranquila. La palidez de su rostro fue lentamente desapareciendo para tomar su tono azul natural. Probablemente, si hubiese tardado un poco más, se hubiese debilitado en mis brazos. ¿Tanta fuerza tenía cuando estaba asustada?

— Ve tú primero, Mimi — escuché que Emily me decía entonces, y me giré para mirarla antes de que ella también se lanzase al agua — Así te secas más rápido, no vayas a resfriarte~

Yo... ¿primera? ¿Qué estaba deciendo...? En ese momento, bastante tarde debo decir, fui consicente del rumor del agua. De como caía desde un hueco entre la pared de roca y salpicaba abajo en un poderoso torrente, de tal forma que hacía daño a los oídos. Debía medir unos cinco metros de alto... y Effy estaba en la cima, agitando el brazo como si nos apremiase a subir también.

—¿¡Yo?!— repliqué, reaccionando al fin a las palabras de Emily—. ¡Yo no tengo buenas experiencias remontando cascadas!

De hecho, la última vez que había pasado por algo así fue junto a Alpha y su Gyarados, remontando la Gran Catarata para alcanzar Ciudad Acuarela. No había sido algo que quisiera repetir. De hecho, había jurado odiar a los Gyarados después de eso.

Pero, si quería salir de ahí de una vez y cerrar este capítulo en mi vida— el de la maldita Calle Victoria que promete ser algo y luego no—, más me valía darme prisa. Le entregué mi bolso al Masquerain de Effy con cierto recelo, porque no dejaba de ser un pokémon tipo bicho y después, una vez me sentí segura junto a Vaporeon, devolví a Monomaru a su pokéball.

—¡Ya podemos irnos!

La pokémon de Effy asintió, y comenzó a ascender la cascada usando su cola como propulsor. No pude evitar pensar que se sentía mucho más solitario sin Alpha.

 

Y por fin, las dos chicas habían logrado montar la cascada con ayuda de Vaporeon. Tras haber terminado de secarnos y ponernos ropa adecuada nuevamente, resolvimos continuar avanzando hacia la salida… y finalmente nos encontramos frente a la salida de la caverna, una apertura por la cual se colaba luz solar y entraba una bocanada de aire fresco, que tan bien se sentía…

Sin embargo, una inscripción a la derecha de la salida llamó mi atención. Tallado en la piedra, una especie de cartel rezaba la siguiente inscripción:

"Aquí se abre el camino hacia la Sede del Gran Campeonato, a donde sólo los mejores y más fuertes entrenadores pueden acceder.

Como muestra de vuestra valía, se exigirá la muestra de al menos una medalla obtenida en un torneo de la región Galeia. También son válidas para acceder al lugar las medallas al segundo y tercer puesto en torneos de Galeia."

Se me cayó el alma a los pies. Esto no era algo que hubiese anticipado… yo poseía la Medalla Témpera, y Emily había obtenido la medalla al segundo lugar en el Torneo Óleo… pero si la memoria no me fallaba, Mimi no había participado en ningún torneo de la región. ¿Qué haríamos ahora?

Pero… ¿me había adelantado? Sí, así parecía, pues debajo de lo que acababa de leer había una tercera inscripción, la cual estuve a punto de pasar por alto… me dediqué a leerla, esperanzada, quizás aún había una salvación…

"Así mismo, se permitirá el acceso a cualquier otra persona, por el precio único de 3000 puntos."

Sí, sí, ¡aún había esperanza! Dejé escapar un suspiro, aliviada, al leer esa última parte… si Mimi pagaba los 3000 puntos, entonces también podría acceder a la sede, ¿no? Eso significaba que las tres podríamos ingresar… ¡y finalmente conocer el lugar del Gran Campeonato!


¡[20/20]!

 

Mimi Honda

Que bien se sintió sentir la luz solar en la piel de nuevo, por un momento había creído que no volvería a ver la luz. Fuera de Calle Victoria, se extendía un camino no demasiado largo, bordeado de pequeños árboles. Y allí, en el fondo, probablemente lo que podría considerarse como la Sede del Gran Campeonato de Galeia.

Años y años de duro esfuerzo al fin habían dado sus frutos (en realidad había sido poco más de un año) y ya estaba atardeciendo... pero estábamos aquí.

Me sentí embargada por la emoción. ¡Oh Arceus, estaba aquí! ¡No podía creer que después de todo al final hubiésemos llegado! ¡El lugar más importante para un entrenador pokémon!

Si mi móvil no hubiese perecido horriblemente bajo el peso de aquel Bronzong en el Monte Corona, ya habría tomado más de veinte mil fotos de este sitio y actualizado mi perfil de redes sociales un millón y medio de veces. Pero el universo me odiaba. El universo me tenía una manía horrible. El universo era un gran hijo de Ditto.

—Mimi... ¿tienes los puntos para entrar?

—¿Qué?— pregunté, volviéndome para mirar a Emily. Ella y Effy se habían congregado en un rincón frente a lo que parecía ser una inscripción de piedra. Yo no podía ver nada desde allí— ¿De qué puntos estás hablando? ¿Cuantos?
No hay manera de que eso sea posible...

Me acerqué hasta allí solo para asegurarme. Primero leí el cartel con cierto escepticismo —porque no quería pensar en que aquello pudiese ser cierto. En que todo el horrible viaje que había tenido hasta aquí no hubiese servido para nada— y después... después sólo palidecí. Palidecí casi cuatro tonos, tanto, que podría haber pasado por un fantasma.

Dejé escapar una risita incrédula, nerviosa.

—¿T-tres mil puntos? Esto no puede ser real...

 

Antes de que Mimi pudiera reaccionar, Masquerain tomó su bolso y se lo sacó de un tirón siguiendo órdenes mías. El tipo bicho/volador lo llevó hacia mí y saqué de su interior la pokedex de Mimi.

—¿300 puntos, eh? —dije tras observar el resumen de cuentas de la Honda en su aparato—. Pues no hay remedio, ¿verdad? Emi puede darte 200 puntos, y yo te daré 2500… con eso te alcanzará para pagar la entrada a la sede.

>> Que quede claro que yo no hago caridad, ¿eh? Así que no pienses que este es un acto caritativo… consideralo un préstamo, si quieres. Espero que me lo devuelvas algún día, ¿sabes?

Y con una pequeña risa, saqué mi propia pokedex, mientras Masquerain devolvía el bolso a su legítima dueña para luego apartarse volando velozmente de ella. Antes de que Mimi protestara, transferí 2500 puntos a la cuenta de ella, sin rechistar. Ahora sólo faltaba que Emily le diese a la rubia originaria de Sinnoh los 200 faltantes y podríamos encaminarnos hacia la sede finalmente.

 

Entramos por segunda vez a la Calle Victoria. Emperador salió de la ball sin que se lo ordenara, al notar donde estabamos. Recordaba como había sido este lugar para mí: peligro de muerte, peligro de muerte, capturar a un Kirlia y más peligro de muerte. Un Rhydon, un Golbat, fantasmagoricos Golett y una manada de bombas Koffing habían hecho los imposible por sacarme de la ruta. Había sobrevivido por los pelos, con una pierna lastimada.

Ahora volvía, a atrapar a los pokémon que no había podido atrapar la vez anterior. Empezamos a caminar.

 

Algunos pokémon me llamaron la atención.

Emperador se deshizo de un Bagon que le molestaba, así como asustar a un pequeño Drillbur antes de que hubiera podido atraparlo. Se enfrentó a un Hariyama en dos ocasiones, ganando en ambas. Derrotó a un Rhydon, y hizo que un Kirlia se alejara. Seguimos adelante, preguntandome si encontraría algún pokemon que quisiera.

 

Emperador alejó a un Larvitar de nuestro camino, y entonces vimos algo nuevo.

A nuestra izquierda se encontraba un grupo de pokémon de aspecto extraño: parecían soldados metálicos, con manos en forma de bala y una hoja cortante en las mismas. Se encontraban haciendo un circulo, y dentro del mismo dos de ellos estaban luchando. Uno era del color normal, mientras que otro era de color azul oscuro, e iba ganando la batalla.

Nos acercamos. En un momento, el Bisharp azul hizo una finta, haciendo caer al otro. presionó el pecho de su rival con una pata y alzó la guadaña en su brazo, la cual brilló al bajar....

...y fue interceptada por la dura aleta de Emperador, deteniendo el golpe. Bisharp le lanzó una mirada furiosa al Empoleon, pero un gruñido de su parte bastó para que el soldado azul se lo pensara mejor. Hizo un gesto restandole importancia, y se fué rápidamente. El grupo de Bisharp no tardó en seguirlo.

El otro Bisharp parecía herido, pero supuse que su orgullo era el más afectado.—¿Estás bien?—pregunté.

Bisharp hizo un ruido bajo. Hiko tradujo—Dice que no es lo suficientemente fuerte.

Me sentí mal con él. Sobre todo porque "No lo suficientemente fuerte" era la forma en la que yo mismo me definía—Yo estoy buscando hacerme fuerte también. Quizás deberíamos intentarlo juntos.

Bisharp me miró, como sopesandolo. Luego asintió. Ni siquiera dudó un momento al lanzar la pokeball, por lo que la misma capturó al pokémon sin sacudirse.

—Bien—dije.—Salgamos de aquí.

 

Mimi Honda

Y me quedé allí, estática y sin palabras, segundos que se sintieron horas. Después de haber cruzado un asqueroso lodazal, que un Glameow me robase mi bolso, torcerme el tobillo en una caída, encontrarme con la bastarda de Rhyme y casi morir a manos de un Bisharp... ¿no iba a poder entrar en la Sede?

Sentí un tic en mi ojo izquierdo. Aún... después de todo ni siquiera... ¡Casi había muerto en este maldito viaje! ¡Al cuerno todo, ni siquiera quería entrar ya aquí! apreté los puños y estaba por soltarle un golpe al cartel (aún partiéndome la mano, porque no dejaba de ser de piedra y yo no era un Graveler) cuando escuché la voz de Emily muy cerca de mi oído.

''¿Cuántos puntos tienes actualmente?''

—¿E-eh?— musité, extrañada. Pero igual tanteé mi bolso en busca de mi tarjeta de entrenadora—. Pues tengo... ¡Oye!

Jamás pude comprobar por mí misma los puntos que aún me quedaban en mi cuenta. El Masquerein de Effy se había hecho con él y lo había dejado caer en manos de su entrenadora. Observé con absoluta incredulidad, primero, como sacaba a Dex del interior del bolso. Y con molestia, después.

—¿Qué crees que estás...?

—¿300 puntos, eh? —dijo entonces, mirando mi pantalla. ¿300 puntos? Juraría que eran más... —. Pues no hay remedio, ¿verdad? Emi puede darte 200 puntos, y yo te daré 2500… con eso te alcanzará para pagar la entrada a la sede.

—¡¿Qué?!

>> Que quede claro que yo no hago caridad, ¿eh?— continuó, ignorándome. Porque Effy era experta en ignorar mis desconciertos y enojos. Siempre— Así que no pienses que este es un acto caritativo… consideralo un préstamo, si quieres. Espero que me lo devuelvas algún día, ¿sabes?

¿Q-qué demonios estaba diciendo?

No dije nada. Sólo me mantuve ceñuda, incapaz de entender que acababa de pasar cuando Masquerain me devolvió el bolso. Acaso... ¿acababa de prestarme sus puntos para que yo pudiese pagar mi entrada aquí?

Sentí que mis mejillas enrojecían... y sólo pude apartar la mirada, sin tener la más mínima idea de donde fijarla. Eso había sido tan repentino... ¿cómo se suponía que iba a responder? Yo no quería su caridad. ¡Eso era humillante de todos modos!

Era humillante aceptar préstamos y era humillante tener que pagar entradas. Era un golpe certero a mi orgullo que me recordaba que seguía siendo una persona como todas las demás a pesar de que yo me empeñaba en creer lo contrario. Y no era como si quisiera olvidarlo, por supuesto. Simplemente a veces sólo se me iba de la mente y tendía a sentirme diferente al resto. Y entonces, cosas como aquellas, como ese estúpido cartel de la sede, me bajaban de la nube y me hacían estrellarme de cara al suelo.

Apreté mi bolso contra mi pecho.

— Y-ya que insistes... —dije, con un tono bajo e inestable—... supongo... Supongo que no tengo más remedio que aceptar tu préstamo, ¿verdad? Tampoco es como si quisiera rechazar algo que me ofreces de tan buena fe.

Dije, y desvié la mirada para disimular el brillo de las lágrimas en mis ojos.

 

La primera vez que estuve aquí, para llegar a la cueva de las ilusiones y atrapar a Registeel, fue un viaje duro.

Dirigirme a la Sede del Gran Campeonato fué aún más duro. Aunque mi equipo estaba más preparado que la vez anterior, seguimos teniendo problemas para avanzar.

En primer momento, había un pequeño lago en el que era necesario ir surfeando. El lugar estaba atestado de Dratini. Y no eran Dratini amables, como mi Dratini. Eran Dratini enfadadas que amenazan con crear ciclones y sacarnos del agua haciendonos volar por los aires. Emperador tuvo que encargarse de eso.

Subiendo por la Cascada con Emperador, un grupo de Croagunk nos habian atacado, lanzandonos mugre. O esperaba que fuera mugre, por lo menos. No estaba muy seguro, por el olor.

El recorrido siguió dificultandose, con hordas de Golbat revoloteando a nuestro alrededor o una docena de Ekans siseandonos con furia.

Pero, luego de unas horas, cansados y mallugados, llegamos a la entrada de la Sede.

Una pequeña inscripción en roca decía lo que yo ya sabía: se necesitaba una medalla de Torneo para entrar, o en su defecto, tres mil puntazos. Parecía que quien había grabado eso en la piedra no tenía ni idea de lo que costaría reunir esa cantidad de puntos. Yo mismo había tenido que ahorrar un montón para ello.

Decidido a seguir, avancé. Había llegado por fin a la Sede del Gran Campeonato.

 

Alpha Xenodis.

Siempre había escuchado de un lugar llamado "Calle Victoria", sabía que eran cuevas que se encontraban en distintas regiones y que dentro de ellas había una enorme cantidad de pokémon poderosos, que eran sitios donde perderse era pan de cada día y que era el paso final para todo entrenador que deseaba retar al Alto Mando de las regiones. Pensar que Lance había pasado una vez por una de estas me encendía. Necesitaba demostrar por mí mismo que yo podría igualar la acción de un campeón. Y sí, sé que mis compañeros también pueden hacerlo... Yo también quiero ser como ellos.

—¡Acabaremos con todos ustedes, insectos! ¡Venid aquí y enfrentarme a mí y mi equipo!—Salieron Flame, Rook y Venus directamente a acompañarme en el recorrido. Togepi igual decidió liberarse de su esférico y subirse a mis brazos.
>>H-Hey, nos restas rudeza en nuestro aspecto.

Me ignoró. Se durmió y yo simplemente sonreí.

>>Genial. Chicos, derrotadlos a todos.

[1/10]