Contenido oculto No me voy a andar con tonterías. Uso la Miel y el repelente que me queda lo utilizo para dar prioridad a los primeros veinte Pokémon. Drake Orestes Aquí estaba, otra vez. La Calle Victoria, aquel lugar que representaba el último desafío para quienes querían entrar en la Sede. Me gustaba venir a entrenar aquí de vez en cuando, pues era en este lugar donde se encontraban los Pokémon salvajes más fuertes. También era un lugar muy bueno para afianzar los lazos con mi equipo. Liberé a los dos nuevos compañeros, Mawile y Steelix. Ambos parecían ansiosos de poder curiosear por los alrededores. —Muy bien chicos, empecemos ya. Tenemos que entrenar hasta el mediodía, ya luego podremos ir a tener batallas en serio. Sonreí. Esto iba a ser bueno.
Drake Orestes Los Pokémon de la Calle Victoria eran extraños. Casi parecía que ellos mismos también estuvieran entrenando a su manera. Mawile acababa de lanzar un coletazo hacia un Beldum, lanzándolo lejos y haciéndolo huir. Mientras un Deino se decidía a ocupar el lugar del Beldum como su contrincante, un Mienfoo y un Makuhita hicieron equipo para intentar tumbar a la mole que era Steelix. Mawile esquivó los golpes que pudo, y al acercarse a su oponente solo fue necesario un Carantoña para que el Deino se debilitara. En el otro lado, los Pokémon tipo lucha no tuvieron oportunidad alguna: Steelix simplemente tenía demasiada resistencia. Una vez todos sus oponentes estuvieron en el suelo, seguimos nuestro camino.
Drake Orestes Mawile estaba en racha. Quizás solo era suerte de que estuviera luchando contra puros dragones y algún que otro Beldum, o quizás realmente era más fuerte de lo que parecía. Un Bagon y un Dratini le siguieron a la lista de Pokémon machacados por aquel sádico (si, resultó ser macho). Steelix en cambio había tenido una batalla fácil contra una Kirlia. Su ataque especial era muy bueno, pero en cuanto Steelix la atrapó con su cola la batalla estuvo sentenciada. Podíamos continuar.
Drake Orestes Mawile y Steelix seguían entrenando en aquel lugar. Mawile se enfrentaba en este caso a una Kirlia, y un Croagunk estaba intentando acabar con Steelix combinando ataques de tipo lucha con movimientos tipo tierra. Steelix se dedicaba a esquivar esperando el momento de dar su ataque. Al ser un Pokémon tan grande cualquier fallo que hiciera tardaría mucho en corregirse, y ese tiempo podría aprovecharlo el rival para atacarlo en donde más le doliera. Por eso tenía que pensar bien sus movimientos. Mawile golpeó a Kirlia en el vientre para posteriormente mandarla lejos. Mawile usaba su boca extra como una segunda mano con dientes, y a veces hasta como un mazo gigante. Era raro ver un Pokémon tan adorable con tantas opciones de batalla. Steelix en cambio era un muro infranqueable, y logró aguantar al Croagunk hasta tumbarlo de un golpe. Podíamos avanzar.
Drake Orestes Mawile decidió descansar un rato bajo una piedra. Mientras tanto, Steelix se enfrenta a un par de Croagunk que habían llegado allí junto a un Meditite. Los Croagunk le atacan saltando entre su cuerpo acorazado, y el Meditite parecía estar cargando un ataque mucho más fuerte de lo normal. Steelix comenzo a girar su cuerpo como una peonza buscando hacer caer a sus enemigos, pero ellos parecian poder aguantar eso y mucho más. Un Testarazo logró impactar en un Croagunk y lo dejo en el suelo, incapaz de moverse. El segundo Croagunk cayó ante otro de sus bestiales golpes, pero para entonces el Meditite ya había cargado su ataque lo suficiente. Ambos colisionaron, pero Steelix se mantuvo invicto. Aunque podía notar que estaba ya un poco agotado...
Drake Orestes Nos detuvimos un momento para que pudieran descansar. Steelix se contrajo a si mismo arrastrándose en círculos hasta descansar su enorme cabeza en su cuerpo. Se había hecho mucho más grande desde que había evolucionado, y ahora sus movimientos eran suaves y metódicos. Cuando un simple giro de cabeza puede destruir un edificio, tiendes a ser más reservado. Mawile había decidido echar una siesta, y había terminado recostándose en el cuerpo del acorazado. Los miré dormir un rato y me llené de cariño por aquellos dos. Eran dos nuevos miembros a la familia, tenía que asegurarme de que cumplieran sus metas. Miré a la distancia mientras decidía descansar yo también. Tanto entrenamiento no sería en vano...
Drake Orestes Un jadeo despertó a Mawile y a Steelix. El mío, para ser exactos. Había recibido una patada que me había sacado el aire de los pulmones. Al mirar arriba, pude notar un Lucario mirándome con desaprobación. ¿Acaso estaba durmiendo en su Roca o algo así? ¿O se quejaba de que estuviera durmiendo en vez de entrenar? En cualquier caso, fue Mawile quien intentó defenderme. Salto hacia Lucario, y por toda respuesta el Pokémon salvaje se limitó a agarrarlo del cuello y lanzarlo al suelo con todas sus fuerzas. Steelix comenzó a desenrollar su cuerpo, amenazante. Fue entonces cuando lancé la pokeball. Je, nunca se esperan la pokeball. Luego de que la captura fuera confirmada, me levanté y guarde la pokeball en el bolsillo. Tenía que ir a que me dieran un ungüento para el dolor.
Liza White Togekiss aterrizó en la entrada de la calle Victoria y bajé con cuidado, estirando todo mi cuerpo en el proceso. Me había dado un tiempo después de lo sucedido en el futuro para calmar mi malestar, y pasar el tiempo tan solo disfrutando de la compañía de mi equipo. Y debía decir que había dado sus frutos: me sentía revitalizada, y podía dar fe de que ellos también. —Bueno, cielo, ya sabes cómo funciona esto —Togekiss me seguía los pasos, y cuando le dirigí una mirada significativa puso los ojos en blanco; reí—. Si ves que paso varios días en el frente sin descansar tienes permiso para arrastrarme fuera de allí. Prometo cuidarme —y alcé la palma de mi mano, guardando un juramento improvisado. Aquel gesto le arrancó una sonrisa condescendiente; qué iba a hacer conmigo.
