Interior Cafetería

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    ¡Pero bueno, los contraataques de estas chicas eran muy potentes! Los brazos de Anna se tensaron un momento, aún rodeando el cuerpo delgado de Jez, antes de hacer como si nada.

    Princesa de acá, princesa de allá. ¿Estaban mal de la cabeza?

    Así y todo, era una estúpida que no podía evitar alimentarse de los demás y eso… eso era ridículamente cálido. Tenía terror de acostumbrarse, darlo por sentado y que se desvaneciera en el aire.

    Otra vez.

    —¡Entonces tú eres una reina! —resolvió, orgullosa de sí misma, y se irguió para poner los brazos en taza.

    Sonnen estaba prácticamente muerto ahí, junto a Jez, y Anna tuvo la decencia suficiente de no seguir gritando. Su sonrisa lucía más calmada cuando se inclinó hacia la albina y agregó:

    —Jaque mate~

    Pero bueno, apenas había comido su comida y de repente tuvo la sensación de que al receso debía quedarle poco. Se apresuró hasta tomar asiento en su lugar junto a Kohaku y le dio un mordisco a su almuerzo. Pudo escuchar que el muchacho hablaba con Emily, con su semblante tranquilo de siempre.

    —Claro que no, Hodges-san. Hmm… realmente me arrastró mi mejor amiga. —Soltó una risa breve y se rascó el cabello—. Supongo que ¿cambio de aires y ya? Siempre fuimos bastante impredecibles, o quizá volubles. Cuando queremos hacer algo, lo hacemos y eso es todo. ¿Tú siempre viniste aquí?

    Cambio de aires era la forma bonita de ponerlo, claro. Bien, bien en el fondo estaba bastante seguro de las intenciones de Morgan al traerlo al Sakura, y aunque nunca lo habían hablado o él puesto resistencia, bueno… sólo le quedaba agradecerle en silencio. Cuando captó la presencia de Anna a su lado, le sonrió y se echó hacia atrás para incluir a Emily en la conversación, si así lo deseaba.

    —Te estás divirtiendo, ¿verdad? —dijo el muchacho.

    Anna simplemente asintió mientras masticaba y el muchacho le sonrió como si, no lo sé, como si no necesitara más en la vida. ¿Con qué demonio había pactado para vivir siempre tan sereno y suficiente?

    —¿Y tú, mini Ishi? ¿Qué tal el primer día?

    Esta vez, fue él quien asintió.

    —Ha sido todo genial, lástima que no pude pasarme por el invernadero. —Ante la expresión confundida de Anna, aclaró—: Me interesaba el club de jardinería, aunque… ¿saben si hay club de música? —inquirió, alternando su atención entre Emily y Anna.

    El rostro de Hiradaira se iluminó ante la idea, pero ganó opacidad al negar con la cabeza y volver la vista a su almuerzo, algo contrariada.

    —Es extraño, ahora que lo pienso. ¡Aunque sería muy lindo!

    —¿Verdad? —coincidió, ameno, y se rascó la barbilla—. Hmm, quizá pueda intentar abrir uno.

    —¡Oh! Eso sería genial, duende. Ya sabes, tú tocas y yo bailo.

    Kohaku se rió junto a Anna, pues ciertamente muchas veces habían acabado haciendo eso cuando quedaban en el parque mientras Rei se resignaba y se metía de lleno en el móvil.

    —¿Por qué no? —Los ojos de Hiradaira lo vieron de lleno, sorprendidos y… ¿eso era miedo, quizá?—. Sería divertido. ¿Ya te anotaste en algún club, An-chan?

    La chica negó, apretando un poco los labios, y Kohaku la observó. Ah, aún no se sentía lo suficientemente cómoda, ¿verdad? Incluso luego de todo lo lindo que le habían demostrado aquellas personas. Bueno, no iba a culparla.

    Sólo ayudarla.

    —Enana —la llamó bajito, para que nadie más le oyera, y rozó su hombro con el propio—, ahora que estamos aquí, y tenemos el mundo frente a nosotros, ¿por qué no hacer lo que más disfrutamos en la vida? Anda, date el privilegio. Te lo mereces.

    Anna permaneció quieta, lo había oído con atención y realmente… se lo estaba pensando. Kohaku tenía razón, y ella también tenía miedo, mucho miedo, pero… estaba avanzando, ¿verdad? Y ahí estaba, rodeada por sus amigos. ¿No debía ser un lugar seguro?

    Tenía que serlo. Lo convertiría en ello.

    —Oigan —llamó a nadie en particular, aunque fue alternando su mirada entre las chicas del grupo; sintió las mejillas acaloradas y tragó saliva, pero avanzó—. Uhm, ¿a alguna le gusta bailar?

    fue todo medio caótico actually pero ya quería aventarlo so alv
     
    Última edición: 2 Septiembre 2020
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  2.  
    Amane

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    —Oh~ Qué genial suena eso~

    No pude evitarlo, la idea de ser tan despreocupado y hacer las cosas según te apeteciesen me resultaba tan ajena que la sorpresa no tardaba en plasmarse sobre mi rostro cuando lo escuchaba. Su mejor amiga y él estaban ahí, ¿eh~? Qué gracioso, y la mía decide enfadarse cuando por una vez hago algo parecido.

    >>Mhm~ —asentí con la cabeza mientras volvía a centrarme en mi comida—. Mi hermano estudió aquí, yo estudio aquí y seguramente mi hermana estudiará aquí. Somos una familia de costumbres, supongo.

    Reí ligeramente al decir aquello último. La realidad es que no nos podíamos permitir cambiar de escuela según nos apetecía, esta era la más cercana a casa así que era lo que teníamos asumido.

    Seguí comiendo mientras Anna y el chico hablaban, negando con la cabeza cuando dijo lo del club de música. Quizás no le vendría mal uno a la Academia, así podríamos tener una especie de concierto en los festivales o algo así.

    >>Yo estoy en el club de jardinería, Ishikawa-kun, y no te conozco mucho pero creo que sí te pega estar en él. El invernadero es muy tranquilo~

    Tras decirle aquello, con una ligera sonrisa, me giré hacia el resto de los presentes con curiosidad, jugueteando con los palillos entre mis manos. ¿Bailar? Sonaba bien, pero me daba demasiada vergüenza.

    Quizás, dependiendo de lo que respondan las demás...
     
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  3.  
    Zireael

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    ¿Una reina? Pero por Dios, que Anna tuviera algo de piedad al menos, iba a humear de lo roja que sentía la cara. Guardó silencio, sin poder una forma de devolverle el cumplido ya, con la cabeza fundida, y se centró en comer los conejitos de manzana.

    Su atención la atrajo entonces la pregunta de Anna, derivada de la conversación del posible club de música con Ishikawa.

    ¿Bailar?

    —¡Un club de música sería genial! —saltó a decir Koizumi levantando la voz más de lo planeado, haciendo que Altan intentara cubrirse los oídos con el brazo—. Lo siento~

    Jez se detuvo antes de llevarse más comida a la boca, aún con el rostro encendido.

    —P-pues no lo sé —dijo casi en un susurro, nerviosa como un verdadero conejo—. Pero supongo que si fuese con ustedes estaría bien intentarlo.
     
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  4.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Apretó aún más los labios, tensa e incómoda, sintiendo los ojos verdes de Aika fijos sobre ella como dos filosas agujas. Sentía como si pudiera ver a través de ella, como si estuviese hecha de cristal. Como si sus emociones y sentimientos fuesen trasparentes y las tuviese escritas en el rostro. La inocencia en el gesto de Aika, la completa confusión era peligrosa. Prefería por mucho la condescendencia de Sonnen. Pestañeó con rapidez sintiéndose intimidada y llena de pudor y su mirada vaciló entre Aika y cualquier otro lugar de la cafetería.

    La situación ya era lo bastante vergonzosa de por sí, Dios.

    —I-Izumi-san...—masculló.

    Por suerte el universo no tenía demasiadas intenciones de conspirar en su contra. Watanabe se acercó entonces, tímida y esquiva y le ofreció su bento a Aika. La muchacha apartó la mirada del rostro enrojecido de Konoe y depositó sus ojos verdes en la mirada castaña de Nagi.

    —¡Woah!—exclamó—. ¿De verdad me lo das todo a mí? ¡Qué linda Watanabe-chan~!

    Acercó la mano a su cabeza y sin pretender incomodarla le acarició el cabello con suavidad. Su sonrisa de dientes descubiertos era amplia y honesta.

    Rara vez no lo era.

    Konoe se llevó la mano al pecho buscando calmar sus latidos turbulentos y dejó escapar un suspiro cuando la presión desapareció. Aika empezó a llenarse las mejillas de comida como un pequeño hamster glotón, comiendo con ansias y casi desesperación las sobras de bento. Llevaba horas sin probar bocado. Sin embargo su atención había cambiado de objetivo y sintió sus músculos destensarse.

    Gracias Watanabe-san.

    Dirigió su mirada al resto del grupo. Altan parecía tenso y agobiado—¿había ocurrido algo?—y Anna, Hodges y Jezebel charlaban animadamente. Un club de música no sonaba como una mala idea. Si no recordaba mal, de hecho, a principio de año, en primero, había un club de música ligera en la tercera planta. El grupo se disolvió al graduarse los integrantes y el aula se cerró.

    ¿Pero bailar?

    —Lo lamento—respondió con suavidad y se llevó un mechón oscuro tras la oreja—. Solo sé danza tradicional. Bon Odori y Yasukoi. Pero puedo intentarlo.

    —¡Ah! ¡Yo, yo!—Aika levantó la mano como un resorte. Granos de arroz dispersos salpicaban sus mejillas aquí y allá. Soltó una carcajada fresca—. Soy un pato mareado pero seguro es divertido. Yo quiero bailar con An-chin, ¡yay~!

    Su voz tuvo cierto tono infantil, de niña pequeña. Probablemente inconsciente. Esa actitud pueril se colaba en su voz vibrante casi sin darse cuenta.

    Los ojos de Suzumiya se clavaron en ella entonces al notar su aspecto desastroso. El corto cabello claro, los intensos ojos verdes, las mejillas enrojecidas y salpicadas de comida...

    Dios. Qué desastre de chica.

    Izumi-san.

    Cuando Aika se volteó, curiosa, Konoe acercó su mano a su mejilla y tomó un grano de arroz llevándolo posteriormente a su propia boca. Lo saboreó en silencio, con los ojos cerrados. Y sonrió después, gentil. Incluso había cierta diversión y burla en ese gesto que, de buenas a primeras, parecía un mero acto fraternal.

    Aquella que ansiaba la felicidad de todos.

    —Te has puesto como una niña—murmuró de forma casi sedosa, como un ligero ronroneo.

    Bueno, ella se tomaba confianzas excesivas poniéndole apodos siendo una kohai, no iba a quedarse atrás.

    Soltó una risa.

    Los engranajes del cerebro de Izumi parecieron cortocircuitar de súbito. El corazón le dio un vuelco brusco en el pecho y el rubor le subió de golpe al rostro de tal modo que se mareó; sintió incluso las orejas calientes.

    —K-Koe-chan qué cruel...—masculló con un hilo de voz incapaz de encontrar más palabras en su cerebro achicharrado. Podía esperar muchas cosas de la apariencia de princesa de Konoe, pero no definitivamente un movimiento tan audaz y descarado como ese.

    Parecía que habían girado las tornas... y ahora era ella la única avergonzada.
     
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    Gigi Blanche

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    Asintió ligeramente emocionado cuando Emily dijo que aquello era genial, pues así él también lo consideraba. Siempre se había considerado una persona tranquila y fácil de tratar, para nada problemática, pero que vivía a su ritmo. Individualista, si se quiere, y eso en su país y familia... bueno, era algo complejo. Fue cuando conoció a Morgan que encontró la mejor manera de expresarlo y adecuarlo a su entorno. ¿Sería porque era occidental? Quién sabe. Habían encastrado como piezas de rompecabezas y ya.

    Volvió a asentir con ganas al seguir escuchándola, pues estuvo a punto de decir exactamente eso: familia de costumbres.

    —Te entiendo —acordó, jugueteando con las migajas del sándwich entre sus dedos—. En la familia de mamá son iguales. Tienen un santuario, ¿no? Es su orgullo, realmente, y me encanta que disfruten tanto lo que hacen, pero a veces intentan imponérmelo y no está bueno. Por suerte son todas muy buenas personas y me dan algo de espacio. —Lo pensó un momento y rió suavemente—. En tanto los ayude los fines de semana, claro~

    Oh, ¿conque Hodges-san estaba en el club de jardinería? La idea le hizo mucha ilusión y sus ojos chispearon antes de cerrarlos en una sonrisa tranquila.

    —Ah, ¿en serio, Hodges-san? Me alegra mucho saberlo, será un placer compartir club juntos. ¿Podrías enseñarme el invernadero y todo? —Una ligera nota de picardía apareció en su mirada y agregó—: ¿Qué te parece mañana~?

    La intervención de Koizumi lo sorprendió un poco y se volvió hacia él medio de golpe, con los ojos abiertos; rápidamente recuperó la compostura, sin embargo, y le sonrió.

    —¿Te gusta la música, Koizumi-kun? ¿Tocas algún instrumento?

    Cuando Anna finalmente se animó a hablar, Kohaku permaneció en silencio y atento a las reacciones a su alrededor, aunque la sonrisa lo delataba. Joder, estaba orgulloso de la enana. Verla superarse a sí misma era algo que le daba mucha alegría. Observó a Emily de reojo, a su lado, juguetear con los palillos, y tras oír a las demás la codeó suavemente para captar su atención y le sonrió.

    —¿Qué puede salir mal~?

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    Había permanecido allí, prácticamente con el corazón en la boca, deseando que la tierra se la tragara a cada segundo que pasaba. Pero fue sencillo y fue repentino, como una brisa de verano. Sólo necesitó oírlas para que el enorme peso sobre su espalda se desvaneciera.

    No eran rocas, sólo arena seca, y había volado lejos, muy lejos.

    Jez, Aika, Konoe. Los ojos se le tiñeron de emoción contenida y se giró hacia Emily, luego Watanabe. A la segunda no la conocía realmente, pero de repente sintió los ánimos suficientes para invitarla.

    Sí.

    Habían dicho que sí.


    —¿Qué dicen~? —canturreó, animada, y soltó una risa breve—. ¡Vamos, será muy divertido! —Incluso se atrevió a mirar a Koizumi y soltar—: ¿Qué dices, Hiro-kun? ¿Te gusta mover el esqueleto~?

    Joder, habían dicho que sí.

    Su mirada conectó un momento con Ishikawa, quien le sonrió como solía hacer y siguió a lo suyo, pero Anna se quedó allí un momento antes de desviar su atención. Tendría que agradecerle luego, ¿no? Era... gracias a él. Había sido gracias a él. Cuando pensaba en los últimos meses, de hecho, muchas cosas habían sido gracias a él. Podía no aparentarlo, pero tenía un poder especial. Anna así lo creía.
     
    Última edición: 2 Septiembre 2020
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    Amane

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    Emily Hodges

    Mientras las chicas iban respondiendo, volví a girarme hacia Kohaku, con un sonrisa y un claro brillo de emoción en los ojos. Tanto así que acabé por dejar los palillos sobre la mesa para agarrar una de sus manos entre las mías.

    —¿Un santuario, dices? ¡Me encantan! ¿Podría ir a visitarlo algún fin de semana?

    Sin embargo, pronto me di cuenta de lo que había hecho y un sonrojo violento se apoderó de mi rostro mientras liberaba su mano, volviendo a centrar mi vista en el bento ya vacío. Dios, qué estúpida.

    >>C-claro, si no llueve estaré encantada de enseñártelo... —murmuré, asintiendo con la cabeza repetidas veces, en cuanto a lo del invernadero.

    Ah, los palillos de verdad que eran muy interesantes, tenía sentido que estuviese jugueteando con ellos de nuevo. No era por los nervios ni nada así... Pero tan metida estaba en ello que por un momento olvidé la propuesta de Anna y di un respingo cuando sentí el codazo del chico.

    Levanté la cabeza para encontrarme con la mirada emocionada de Anna y los nervios se fueron esfumando mientras una leve sonrisa se plasmaba en mis labios. Qué podía salir mal, ¿eh?

    >>Si estamos todas seguro que es divertido —empecé a decir, algo más calmada—. Así que claro, contad conmigo también~

    Club de jardinería, de cocina y de música, ¿mhm? Otra vez cayendo en la misma red de la que intentaba escapar.

    Pero no podía decirle que no a esa sonrisa ilusionada.

    bitch what are you? a gayass? (?)
     
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    Zireael

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    Asintió con energía a la pregunta de Kohaku, bueno a la primera parte de si le gustaba la música. ¿A quién no le iba a gustar? Sin embargo, se llevó la mano a la cabeza, rascándose las raíces del cabello con una sonrisa nerviosa en el rostro.

    —Aunque no sé tocar ningún instrumento, pero me interesaría aprender, de verdad —admitió sin más.

    Además con la cantidad de energía que se cargaba encima, ¿no le serviría para direccionarla a algún lado?

    Al lado de Altan, Jez le dio un toquecito suave en el hombro y este levantó la cabeza, aunque no se atrevió a mirarla.

    —¿Al, a ti no te gustaría intentarlo, lo de la música? —preguntó la albina, tanteando el terreno. El otro respondió con un gruñido casi quejumbroso antes de hablar.

    —Sabes que tengo nula capacidad musical, lo intenté de sobra —respondió casi en un murmuro. Aún así notó la frustración en el lenguaje corporal de Jez y suspiró con pesadez—. Pero tengo la teoría con la cabeza... como siempre. Si creen que les sirve de algo, pues bien.

    La correa, joder.

    Sentía unas ganas insanas de revolverse hasta zafarse.


    Dejó caer la cabeza sobre los brazos de nuevo, pero se rindió al intento de desconectarse, así que permaneció allí echado sobre la mesa, casi como un gato que se limita a observar lo que ocurre a su alrededor sin meter demasiado las narices.
    Koizumi dio un respingo cuando Anna se dirigió a él y negó con la cabeza casi con violencia. ¿No le había dolido?

    —Tengo dos pies izquierdos —soltó, nervioso, aunque más le parecía que le daba vergüenza la posibilidad—. Lo lamento, Hira-chan~


    primero revolvía moods en distintos posts, ahora los revuelvo en el mismo.
    Also behold mi incapacidad de no cambiar las cintitas a cada rato
     
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  8.  
    Gigi Blanche

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    Arqueó levemente las cejas cuando Emily tomó su mano, y mantuvo su mirada ahí un momento mientras la escuchaba. Pero bueno, si sus predicciones eran correctas... Se sonrió al sentirla alejándose y detalló su rostro sonrojado apenas unos segundos antes de desviar su atención hacia su almuerzo. No era su intención incomodarla, y a nadie le gusta saberse observado en una situación así, ¿verdad?

    —Claro, Hodges-san —acordó, risueño—. Puedes venir cuando lo desees, ¿por qué no me avisas si te apetece, y te paso la dirección? —Estaba alcanzándole su móvil, y cuando encontró sus ojos ensanchó su sonrisa—. Te daré una visita guiada especial~

    Ah, su abuela probablemente estaría encantada. Tenía una debilidad especial por las chicas jóvenes, bonitas y educadas como Emily.

    La energía de Koizumi era arrolladora, le recordaba en cierto sentido a la de Anna cuando andaba con ánimos livianos; cuando no se llenaba la cabeza de mierdas. Una parte de sus ánimos se le contagiaron, como un espejo, y los reflejó asintiendo varias veces con la cabeza.

    —Sí, sí, ¡querer aprender es lo más importante! —Tenía los codos apoyados sobre la mesa, y las manos entrelazadas bajo el mentón; soltó una risa algo avergonzada—. Bueno, no es que sea ningún genio, sólo me gusta hacerlo. ¿Algún instrumento que te interese en particular?

    Ciertamente, había muchos instrumentos en su casa. La mayoría eran tradicionales japoneses, aunque también se habían mezclado un par occidentales gracias a las últimas generaciones.

    El intercambio entre Jez y Altan no le pasó desapercibido, y estuvo por decirle al moreno que toda ayuda era bienvenida cuando percibió los movimientos de Anna por el rabillo del ojo. Se había inclinado ligeramente, con ambas palmas sobre la mesa.

    —¿Ah~? ¿Que no tienes ritmo? —soltó mirando a Altan; probablemente sólo se ganara un gruñido como respuesta, ¿no? Debía saberlo, pues había usado ese tono divertido con el cual solía molestarlo, y luego se giró hacia los demás—. Qué desastre somos, formando dos clubes en la sobremesa. ¡Pero será muy divertido! ¡Hasta podemos hacer presentaciones juntos!

    La siguió con la mirada mientras hablaba, rodeando la mesa para ir donde Koizumi y palmearle la espalda. Verlos juntos era casi peligroso, como una bomba a punto de explotar. Si se potenciaban... cielos.

    —¡Entonces te los cortamos y te ponemos dos derechos! —bromeó, riendo, y luego se encogió de hombros—. No te preocupes, Hiro-kun~ ¿Te unirás al de música? ¿Sí? ¿Síiii~?
     
    Última edición: 3 Septiembre 2020
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    Zireael

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    Prestó atención a la conversación que se desenvolvía entre Koizumi e Ishikawa, el segundo apoyando la idea del menor sobre aprender a tocar algún instrumento.
    No le vendría mal, ¿no? Poner la energía en otra cosa, quizás lo ayudara a centrarse.

    El menor se llevó una mano al mentón, pensativo. Luego estiró la mano y golpeó su palma con el puño.

    —Batería —dijo sin más, como si se le acabara de ocurrir.

    Altan enarcó una ceja, sin voltear a mirarlo.

    >>El bajo también parece interesante.

    Su atención la atrajo entonces Anna, inclinada ligeramente sobre la mesa. No es que quisiera mirarla, fue que no tuvo mayor opción.
    Le soltó aquello del ritmo con un evidente tono divertido.
    Frunció el ceño unos segundos, sin siquiera darse cuenta, y después suspiró con pesadez. No respondió en el momento, se limitó a seguir sus movimientos con la mirada, atento, cuando se incorporó para acercarse a Hiroshi.

    —¡Sí, señorita! —respondió Koizumi a la pregunta del club de música, haciendo un intento de saludo militar.

    Era imbécil, ¿qué iba a pasar si, además de Jez, esos dos idiotas se daban cuenta de lo que había pasado?

    Joder.

    Pues qué remedio, ¿no?


    Debería aprovechar esa ilusión hasta que se fuese todo a la mierda.

    Y buscar una forma de evitar que se fuese al traste tan rápido.

    Cómplice, cómplice.

    ¿Tolvaj? ¿Meyer, que estaba en la clase de la torpe defensora de Gotho? Ni de coña, Meyer era decente. ¿Akaisa? O acaso... ¿Kurosawa?

    Se incorporó entonces, levantándose de su lugar junto a Koizumi y le pasó el brazo sobre los hombros a Hiradaira, atrayéndola hacia él. No fue brusco en sí, hasta que le revolvió el flequillo, desordenándolo.

    —No deberías divertirte a costa de tus mayores, enana —dijo, conteniendo una risa, y después la soltó. Sus facciones se habían suavizado ligeramente—. Pero sí, no lo tengo.

    ¿A quién iba a engañar? No lo tenía ni por asomo, era como si su cabeza se negara a entender la forma de producir música.
     
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    Kohaku sonrió ante las elecciones de Hiroshi y asintió, casi como si deseara alentarlo.

    —¡Ah! Tienes pinta de baterista, ahora que lo dices... de alguna forma~

    Anna soltó una risa corta ante el comentario, que había estado escuchando la conversación, y luego volvió a reír cuando vio al muchacho hacer ese saludo militar. ¡Eh, le había salido super bien! Se irguió como granadero, repentinamente seria, y lo imitó lo mejor que pudo. Estuvo a punto de seguir bromeando con el moreno cuando sintió un brazo rodeándole los hombros y alzó la cabeza por reflejo, topándose con... ¿Altan?

    La sorpresa apenas le duró, sin embargo, pues Sonnen había dicho casi lo mismo que Ishikawa esa mañana y soltó una carcajada, divertida.

    —¡Anda, ya suenas como ese raro de ahí! —dijo, señalando a Kohaku, quien alzó las cejas y luego se encogió de hombros.

    —No le haces caso a tus senpai, An-chan, eres un caso perdido.

    Anna volvió a reír y, cuando Sonnen confirmó que efectivamente no tenía ritmo, Hiradaira cruzó los brazos bajo el pecho y lo observó largo y tendido, como si intentara dilucidar algo. Hmm... Su postura era algo mala, sí. Imaginarlo bailando como si tuviera patas de palo y con aquella cara de culo que solía portar le dio demasiada gracia y contuvo una nueva risa. ¡Encima lo había imaginado con un disfraz de mono!

    —¿Eh~? ¿En serio? —volvió a molestarlo con aquel tono ligeramente suave y divertido, y alcanzó sus dos manos para sacudirlo un poco sin ser brusca, de derecha a izquierda, como si siguiera el ritmo de alguna canción en su cabeza—. ¿Ni así? ¡Anda! Shake, shake, shake~

    Luego se volvió hacia Jez y le puso una mano sobre el hombro para captar su atención, muy sonriente.

    —Oye, Jezzie, ¿alguna vez viste a este grandulón bailando? —inquirió, señalando a Sonnen con el pulgar.
     
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    Koizumi había cruzado los brazos, enderezando la espalda con orgullo al escuchar el comentario de Hiradaira sobre que tenía pinta de baterista y se permitió una amplia sonrisa.

    Altan por su parte alzó las cejas, algo contrariado. ¿Que ya sonaba como Ishikawa decía? Bueno, quizás, pero si es que era una tromba de energía y hacía y deshacía sin dar mucho tiempo a nada, ni siquiera a reaccionar.
    Soltó una risa floja ante lo que añadió el chico. Cuando la enana se detuvo a mirarlo, con los brazos cruzados bajo el pecho, volvió a fruncir el ceño por reflejo. Estuvo por retroceder un paso por puro reflejo cuando se dio cuenta de lo que haría, pero tampoco es que tuviera mucho espacio, así que la chica logró alcanzarlo sin problema. De nuevo sintió el impulso de soltarse, de apartarla, pero no había en el toque Anna aquella cosa tan extraña e incómoda que había sentido ante la cercanía de Balaam.

    Además, allí estaba Jez.

    Dios, la cuerda en torno al cuello.


    Pero en el fondo... Estaba bien con ello. Con dejarla acercarse, aunque fuera un espejismo y todo se pudiese ir a la mierda en segundos.

    Quizás hasta era un poco egoísta.

    Bastante.

    Soy, de hecho, un cretino y lo disfruto.
    Se dejó hacer aunque permaneció quieto como un poste, negándose a seguir el movimiento de Anna. Aún así, la sombra de una sonrisa se le formó en el rostro. Definitivamente le quedaba mejor esa actitud que andar con cara de culo como él, sin duda alguna.

    Cuando llamó la atención de Jez esta se giró hacia ambos y negó con la cabeza a la pregunta de la muchacha mientras terminaba de comer uno de los últimos conejitos de manzana.

    —A Al solo le interesan los aparatejos electrónicos~ —respondió junto a una risa—. Ni siquiera sé cómo es bueno en deportes.

    —Era una pregunta sencilla, Jez. No tenías que destruirme. —Se quejó, aunque no sonaba realmente molesto.


    im living this
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Emily Hodges

    A pesar de todo, el chico pareció aceptar y, si bien aún algo tímida, la idea me emocionaba así que no dude en coger el teléfono y registrar mi número antes de devolverle el aparato con una sonrisa. ¡Definitivamente iría algún día! Quizás cuando lo conociese un poco más y me diese menos vergüenza, eso sí...

    Una vez arreglado eso, me tranquilicé de nuevo y volví a mirar hacia el frente, sonriente, tras recoger la caja de bento y devolverla a mi maletín. El ambiente estaba tan animado que había olvidado casi por completo la resaca, y de hecho, me daba algo de pena tener que volver a las clases en poco tiempo.

    ¿Volveríamos a comer todos juntos otro día, cuando no tuviésemos aquel dolor de cabeza? Lo cierto es que la sola idea me emocionaba.

    Apoyé el codo sobre la mesa entonces y dejé caer mi mejilla sobre la palma de la mano, mirando al frente con una sonrisilla.

    —¿Eh~? Entonces debe ser una señal de buena suerte o algo así, si alguien ve alguna vez a Sonnen-senpai bailando. Seguro que se le daría bien si quisiese~

    No sabía muy bien qué añadir para que no se quedase solo es: le doy mi número y sha so anyways, relleno pero aventándola al suicidio, como siempre (?)

    PD: me recuerda a una conversación que tuvimos hace poco con mis amigos en la que también estábamos sentados cenando y un chico de repente se dio cuenta que nunca había escuchado cantar a otro de los chicos e intentamos sacarle algo pero no surtió efecto (?)
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Logró recomponerse en poco tiempo, sin embargo. Soltó una risita baja, genuina y escuchó la breve conversación del resto con emoción en el fondo de sus ojos verdes y brillantes. No estaba en ningún club y aunque su mayor aspiración era un club de atletismo o de cualquier deporte, uno de música no sonaba como una mala opción. Y además poder compartirlo con aquellas personas a las que ya consideraba amigas era meramente lindo.

    ¿Qué mejor que una batería para una persona tan enérgica e inquieta? ¿O un bajo, con su ritmo tan intenso y grave?

    —¡La batería suena bien, Hirochin!—convino como si la idea acabase de aparecer repentinamente en su cabeza y lo señaló con el índice—. ¡O la guitarra eléctrica como Jimmy-kun!

    Konoe tomó con los palillos una tamagoyaki de su propio bento y se lo llevó a los labios. Al final con tantas emociones y eventos distintos sucediéndose con tal celeridad apenas había podido comer algo. Y el receso estaba a nada de terminarse.

    Si quería aguantar ese día iba a necesitar energías. El dolor de cabeza había remitido pero si iba a toparse nuevamente con el joven de los tatuajes y su inquietantes intenciones con Jezebel no sabía cómo iba a reaccionar.

    —¿Jimmy-kun?—cuestionó y ladeó ligeramente la cabeza arrugando apenas el ceño en una expresión de extrañeza e interés. La conversación con Sonnen la había distraído ligeramente. Solo imaginar a alguien tan aparentemente huraño y oscuro como Altan bailando le causaba gracia.

    —¡Jimmy Hendrix!—Aika se puso en pie de la mesa de un salto con las manos apoyadas en la misma—. ¡Era todo un virtuoso de la música! ¿No tienes ningún músico influyente que te guste, Koe-chan?

    Konoe soltó una risita ligera. Pero cuanta energía, Dios. Apenas sentía poder seguirle el ritmo. Por un lado Koizumi, por el otro Anna y por el otro Izumi. Menudo grupo se había unido por azares del destino. Si se unía al club de música, a fin de cuentas, se veía tocando algún instrumento de viento o percusión, nada demasiado movido. Era y seguiría siendo una muchacha tradicional.

    ¿Tal vez el violín? ¿El piano? ¿El Koto o el Shakuhashi si se iba por la música del periodo Heian? No.

    Intégrate, Konoe.

    También te gusta el pop y el rock americano.

    —Michio Miyagi—murmuró.

    Aika había aguardado en silencio esperando una respuesta por su parte. Pero la misma le sonó a un idioma extranjero. De cualquier forma no necesitó fingir el interés, porque lo sentía de forma genuina.

    —¿Eh~?

    —Me gusta la música tradicional japonesa—aclaró Suzumiya—. Pero no descarto la música clásica europea. Dabussy o Stravinski. Y... tal vez algunos grupos y cantantes solistas menos ortodoxos.

    Esa chica escapaba completamente a su comprensión. Era sofisticada, delicada y casi etérea.

    Como una verdadera princesa.

    Le recordaba a Kaguya, la princesa de la luna. Jezebel era uno de esos conejitos pequeños y suaves, tan blanca y pura como la nieve. Hiradaira era una princesa de chicle, tan bonita y alegre, con esa vibra carismática y llena de luz. Emily era bonita como una muñeca. Y Nagi...

    Nagi era taaan linda.

    >>¿Y a ti Watanabe-chan?—preguntó Aika con ilusión y le picó la mejilla con una sonrisa amplia buscando captar la atención que había centrado en su teléfono—. ¿Te unirías al club de música? ¿Qué instrumento te gusta?

    Well girls, probablemente cierre con el receso mañana así que si tenéis interacciones por ahí sería conveniente terminarlas (?)
     
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  14.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    ¿Aparatos y deportes? Menuda combinación, la verdad, solían repelerse mutuamente. Anna recordó la tabla de marcas y se irguió de golpe, girándose en redondo con el brazo extendido para señalar a Sonnen; casi se lo lleva puesto en el proceso.

    —¡Ah! ¡Cuatro metros! Menudas piernas, hombre, ¿qué mierda te inyectaste? —bromeó, riendo, con las muñecas en las caderas.

    Entonces Emi se unió a la conversación y asintió enérgica ante su idea, volviéndose hacia el muchacho para seguir molestándolo. Puede que sólo se estuviera cavando su propia tumba pero ahora que lo había iniciado y, encima, Hodges se le había unido, ¿cómo podía parar?

    —Senpai, ¿y si bailas para nosotros~? —murmuró, arrastrando las palabras en un tono sedoso impuesto, y estiró el brazo hacia Kohaku—. ¡Puedes seguirlo, tiene pies veloces!

    —¿Ah?

    Lo habían atrapado en medio de un gran mordisco a su pan de melón.

    —Mini Ishi, ¿le concederías una pieza a Sonnen-senpai?

    El muchacho prácticamente se atragantó con su comida, pero de la gracia, y se llevó una mano a la boca mientras desviaba la mirada hacia Altan. Siempre se subía en menos de un pestañeo a las ideas locas de Anna, ¿no? Y esa no sería la excepción.

    —Claro, ¿por qué no? Siempre quise bailar con alguien tan apuesto~

    me estoy meando
     
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    Kaisa Morinachi

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    Nagi Watanabe

    Se encogió levemente de hombros en cuanto Aika acarició con suavidad su cabello, sintiendo el rostro volver a enrojecer por el halago. La sonrisa radiante de la chica, que terminaba de confirmar lo bien que se tomó su gesto, logró que le sonriera de vuelta, esta vez menos tensa.

    Mientras los otros charlaban, Nagi parecía concentrada en esquivar obstáculos en el juego de su móvil, pero la conversación si había llamado su atención. A pesar de que no se veía dentro de un club de música, ella estaría más que gustosa de escuchar lo que sea que surgiera. En cuanto al baile, no. A pesar de que a veces junto a Kazuki se divertían con los vídeos que encontraban de Just Dance, estaba lejos de ser buena en ello, y de seguro el baile era mucho más que eso.

    La voz de Aika llamó su atención antes que le picara la mejilla, cerrando los ojos en cuanto hizo eso.

    —N-no, no creo. No sé tocar ningún instrumento —respondió posando sus dedos sobre la mejilla afectada— Hmm... ¿El piano, tal vez? —contesto a la segunda con una leve sonrisa sin perder sus cejas arqueadas—, mientras sea relajante supongo que está bien.

    Deshizo la sonrisa entrelazando las manos sobre su regazo, observándola con algo de curiosidad.

    >>¿Tú sabes tocar algún instrumento, senpai?
     
    Última edición: 3 Septiembre 2020
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  16.  
    Zireael

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    ¿Pero bueno qué carajos le pasaba a Hodges con esas intervenciones que ni a cuento?

    —No puedes tener todo, Hodges. O pongo menos cara de culo o decido bailar, y definitivamente no haré la segunda —atajó un poco más brusco, aunque realmente había sido sin querer.

    A Koizumi se le iluminaron los ojos cuando Aika también apoyó lo de la batería y además añadió la guitarra eléctrica. De repente parecía realmente ilusionado con la idea de aprender a tocar un instrumento y vaya, él no podía culparlo.
    Recordó a su madre, al violín, a sus manos incapaces de replicar la música que ella producía pero capaces de destartalar casi cualquier cosa y volver a armarla sin dificultad.

    Prácticamente tuvo que esquivar el brazo de Hiradaira cuando esta se giró, apuntándolo. Había olvidado su marca de salto, ciertamente, después de todo lo que había pasado en la noche y ahora con la cabrona de Violet.
    ¿Cómo mierda había pegado ese salto? Ni él lo sabía realmente.

    Frunció el ceño ante la idea de la enana de que bailara con Ishikawa, le daba lo mismo, es decir, el chico al menos no le había dado motivos para que no quisiera tenerlo cerca. Lo que seguía repeliendo era la idea de bailar como tal.
    Ni siquiera reaccionó al comentario y, contrario a todo pronóstico, se sumó a medias a la tontería.

    —Niñas, ya quisieran que Ishikawa y yo les deleitáramos la vista pero lamento informarles que el descanso está por terminar —dijo tratando de contener un poco la risa—. Así que bueno, quienes no hayan terminado de comer, atragántense o algo porque supongo que pronto tendremos que ir subiendo.

    Jez apoyó los brazos en la mesa y en estos la cabeza.

    —Pero tengo mucho sueño. —Se quejó entonces—. No voy a poder atender a la clase.

    Altan suspiró. Lo cierto es que él más que nadie deseaba saltarse las clases que quedaban, pero bueno era lo que había.
     
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  17.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Emily Hodges

    —Oh, ¿de verdad? Pero si lo primero te sale si querer, senpai~


    ¿A qué venía esa repentina confianza? Ni idea. Pero ver a Anna molestándole sin ningún problema y sus respuestas realmente me inspiraban confianza, aun cuando era consciente que ni de lejos teníamos el mismo nivel de amistad. Pero tampoco podía enfadarse conmigo, ¿verdad? No delante de Suzumiya-senpai ni mucho menos de Jez.

    Era demasiado obvio, no hacía falta tener la vista de Kashya para verlo.

    >>Ah, pero que pena~ —comenté, finalmente, al ver que rechazaba el baile con Ishikawa-kun.

    Eso sí que hubiese sido divertido de ver. La idea de levantarme e invitar a Anna a bailar para bromear y demostrarles que sí daba tiempo se me cruzó por la cabeza, ciertamente, pero... nah, ni siquiera eso era lo suficientemente divertido para superar mi vergüenza.

    Lo que sí hice fue inclinarme ligeramente sobre la mesa para darle un par de palmaditas cariñosas a Jezebel sobre la cabeza, aprovechando la última para pasar un mechón de pelo entre mis dedos, sonriente.

    Era tan blanco y el mío era tan negro...

    >>Pero al menos hemos recuperado un poco las energías tras comer, ¿no, senpai? Quizás se haga más llevadero~
     
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  18.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Había apoyado los brazos sobre la mesa y la cabeza sobre estos mirando a Nagi desde abajo. La sonrisa, imperturbable y aquella mueca dulce de ojos cerrados no parecía tener intención de borrarse.

    El ambiente era tan cálido y distendido. Tan apacible que se sentía liviana.

    Hasta eso.

    ¿Eh? ¿El piano como Mii-chan?—preguntó con curiosidad genuina, sorprendida, pero entonces sus propias palabras parecieron rebotar en su cerebro como una pelota de ping pong. Hicieron eco, se deslizaron entre todos los huecos. Y se percató de lo que acaba de decir.

    Mii-chan.

    El corazón se le apretó repentinamente en el pecho.

    Su expresión se ensombreció ligeramente, perdió su brillo usual y su sonrisa paulatinamente se borró. El día anterior había dicho que estaría con ella no importaba qué. Qué permanecería a su lado a pesar de todo. Sabía la nula tolerancia que Mimi tenía a la soledad, le aterraba. Nunca le había explicado por qué, pero probablemente tenía que ver con la nula capacidad paternal de su padre, la boda con otra mujer y la muerte de su madre. Pero los eventos se habían precipitado de forma catastrófica y ahora no sabía cómo mierda sentirse. ¿Debía intentar hablar con ella? ¿Cómo? Ni siquiera sabía con qué maldita cara mirarla. No entendía nada. Sentía que estaba pasando por alto una parte crucial del problema.

    La faltaban piezas.

    Se sobó la nuca tras escuchar la pregunta de Nagi buscando recomponerse y retomar su actitud despreocupada y soltó una risa ligera entre dientes.

    —Qué va, Watanabe-chan—dijo, se incorporó en la silla y apoyó ambas manos tras la nuca. Reclinó la silla hacia atrás balanceándose sobre las patas traseras y dirigió su mirada al techo. Su voz sonó suave, ligera—. Soy muy torpe para eso. Pero siempre he admirado la habilidad que tienen algunas personas para producir música. En manos no preparadas un instrumento musical es meramente ruido. Pero si está preparada se vuelve algo mágico.

    Cerró los ojos. El murmullo de la lluvia se había vuelto ruido blanco, sosegado y relajante. ¿La lluvia podía ser música también? ¿O el sonido de los platos y los vasos si tuvieran el tempo y ritmo adecuados?

    >>Mii-chan, ¿puedo escucharte tocar el piano?<<

    >>No<<

    Nunca había escuchado su voz tan áspera y brusca, tan sumamente cortante. Su expresión había sido una máscara pétrea. Había mucho más detrás de esa negación.

    No lo entendía para nada.

    Aika hizo un mohín. Su voz sonó como un suspiro quejumbroso y contenido cuando volvió a hablar.

    >>Ah~ quiero tocar la guitarra...
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anda, Sonnen había reaccionado bastante más divertido de lo que Anna había anticipado. Nunca había esperado verlos bailar, de todas formas, pero que hubiera hecho más que gruñir y fruncir el ceño era un avance en sí mismo. Poco a poco, todos iban conociéndose un poquito mejor, ¿verdad? Permitiéndose relajar sus bordes, para encajar entre sí y amoldarse, aligerar las defensas y... divertirse.

    Sí, se estaba divirtiendo mucho. Se lo había dicho a Kohaku, ¿no?

    Sólo se rió ante la escena, no siguió echando leña al fuego. Se rió y su risa contuvo una nota de cariño y alegría que difícilmente podría haber filtrado, incluso de intentarlo; y es que eso era lo importante: no lo había hecho. Se permitió expresarse como le había apetecido y ya, sin miedo a ser juzgada.

    Volvió a su asiento, junto a Kohaku, y sonrió tranquila mientras atendía al intercambio entre Emily y Jezebel. El muchacho, por su parte, había prestado atención a las palabras de Aika e intervino de repente, sin mayores complicaciones.

    —Ah, yo toco la guitarra, de hecho. —Le sonrió, dulce, y extendió una palma en señal de ofrecimiento—. Podría enseñarte, si quieres aprender.

    Anna se echó sobre el respaldar de su silla, con el juguito en la boca, y fue viendo a todas las personas de aquel grupo. Se habían encontrado por azar, se habían reunido sin más, y de una forma u otra habían acabado unidos por diferentes clubes. Se seguirían viendo, ¿verdad? En el comedor, o en clases, o en los clubes. Se seguirían viendo y serían más, y más, y más amigos.

    De repente, el ataque de asma lucía tan lejano que una oleada de calidez le bañó el pecho y... sólo se quedó allí, disfrutando de la sensación.

    Ciertamente, casi la había olvidado.
     
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  20.  
    Zireael

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    Fulminó a Hodges con la mirada casi por mero reflejo, pero de inmediato apartó la vista y agitó la mano, restándole importancia.

    Jodidas crías confianzudas.

    Jez alzó la vista hacia Emily y sonrió con suavidad, como era normal en ella. Asintió apenas con la cabeza.

    —Pues sí, supongo que sí —respondió antes de volver a recostarse—. Gracias por los conejitos, Emi~

    La risa que soltó Anna llamó la atención de ambos, sin que fueran consciente de ello siquiera, era una risa de verdad, alegre, cargada de dulzura en sí misma. No tenían siquiera que acordarlo entre ellos, en el fondo de sí ambos sabían que proteger esa risa, a la verdadera Anna, era lo que correspondía, lo que debían hacer.
    Jez estaba dispuesta a morder a quien fuese por sus amigos y Altan era en el fondo... un perro guardián. No había más.

    Él se dejó caer en la silla de nuevo. ¿Cómo podía siquiera poner cara de culo con esa gente? Tampoco era un robot, y en el fondo de sí, en aquella pantalla que recuperaba uno a uno sus píxeles de color, ciertamente deseaba encajar allí aunque fuese a la fuerza.

    ¿Quién iba a cuidar a esa manada de estúpidos si no?
     
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