Emily Hodges La conversación fue fluyendo y no tuve intenciones de intervenir en la misma, por lo que me dediqué a ir abriendo mi almuerzo mientras el resto regresaba. Con resaca y todo, había sido capaz de hacer una comida bastante decente antes de salir de casa de Kashya así que no pasaría hambre. Sin embargo, mi atención se vio entonces distraída por Suzumiya-senpai y la chica que vino con ella. Mi labios formaron una 'o' al darme cuenta de la venda que llevaba en los ojos y una extraña energía me hizo ponerme de pie prácticamente de un salto y acercarme a ella. —Hola, hola~ —dije, con voz cantarina, al hacerlo—. ¡Ninguna molestia, señorita! ¡Me llamo Emily Hodges, encantada! Cogí entonces una de sus manso entre la mía, sin pararme a pensar demasiado en si aquello podía molestarla o no. A veces no pensaba demasiado lo que hacía, ciertamente. >>Hey, hey, ¿me dejas describirte a mis amigos mientras se van presentando? ¿Te gustaría eso? ¿A qué venía tanta emoción? Ni yo lo sabía, a decir verdad. Contenido oculto Ruego me disculpen a esta pendeja (?) Va a tantear el terreno antes de soltar la gayness so (?)
Nagi Watanabe La fila avanzó más rápido de lo esperado, cuando la atendieron pidió un bento sencillo de arroz y verduras. Se apartó del lugar para que los siguientes en la fila pudieran ser atendidos, encontrando sin demasiada dificultad al grupo con el cual almorzaría. Sorteó estudiantes y mesas, hasta llegar con el resto, fue cuestión de segundos para que Anna y Aika aparecieran también. Nagi tomó asiento en el costado donde estaban Altan y Jez, dejando una silla de distancia entre el dúo y ella. Antes de poder destapar su almuerzo, llegó Suzumiya junto a la chica que había chocado antes contra Hiroshi, recién notaba la vendas en sus ojos, ¿se debería a un accidente reciente? Devolvió su atención a la caja de bento, evitando pensar en ello. A los pocos bocados recordó que Izumi no había traído almuerzo, así que alzó el rostro en busca de los iris verdes. —Uhm, senpai... —le acercó el pote, sonteniéndo por encima de este los palillos que sostenían un poco de arroz y verdura salteada—. ¿Quieres probar? Ya había compartido bento una vez con la chica, no le molestaba hacerlo otra vez.
Se separó la mano del rostro para hacer un gesto de "más o menos" en respuesta a la pregunta de Kohaku mientras seguía comiendo. Para ser un niño rico sus modales dejaban demasiado que desear casi todo el tiempo. Notó que Jez lo miraba con el rabillo del ojo, esperando una suerte de justificación que no había recibido en la mañana cuando ambos estaban demasiado muertos por la resaca para detenerse en esos detalles. —No tengo las mejores compañías, no hay que ser un genio para darse cuenta —soltó sin dignarse a mirarla. Ciertamente nunca le había hablado demasiado de eso a Jez, sobre todo luego de que los separaran. Para su suerte, la albina regresó su atención a Anna casi de inmediato y se le escapó una risa suave. —Gracias, Anna —respondió y estiró la mano para sujetar la de la chica unos segundos—, pero prefiriría que nadie salga golpeado. Eso va para ti también, Al. Agitó la mano libre, buscando restarle importancia, y su mirada se detuvo en el móvil que Ishikawa acababa de extenderle. "Si recibes algún mensaje extraño solo dile que deje de molestar". A Sonnen se le escapó una carcajada genuina, liviana y fresca, mientras prácticamente le arrebataba el objeto al chico de las manos y con movimientos fluidos registraba su número antes de regresárselo. Después siguió comiendo, con los gestos considerablemente más relajados. —Me gusta cómo piensas, Ishikawa —murmuró entre bocados—. Bienvenido al club de idiotas que se formó aquí. Reparó entonces en Suzumiya y la chica que la acompañaba, si acaso hizo un sonido afirmativo, para confirmar que su presencia en el grupo no era molestia. Era la chica que Bleke había estado ayudando en la biblioteca, así que ya conocía su condición. —¡No es ninguna molestia! —Prácticamente saltó a decir Jez. —¿Quieres sentarte junto a Suzu? —preguntó él entonces luego de tragar—. Podemos acomodarnos para hacerles lugar juntas. De nuevo, nada sabía de que Violet ya lo había pintado como un cretino e, incluso de saberlo, no podía discutir su lógica. Guardó silencio cuando Emily habló, preguntando si quería que los describiera cuando se presentara. Bueno, eso era lindo de su parte, a decir verdad. Como fuese, la aparente tranquilidad no duró mucho, apenas Watanabe reapareció lo hizo también Koizumi tras ella, como si se hubiese quedado a esperarla sin siquiera preguntarle. Se dejó caer en la silla libre que dejó la castaña al lado de él y Jez, hasta después reparó en Violet. —Perdona, te dejé sola antes. —Se disculpó el menor genuinamente apenado—. Pero veo que se solucionó, así que me quedo tranquilo. Abrió su propio almuerzo, para empezar a comer con rapidez, y luego abrió la caja de jugo que le había dado Anna.
Su corazón se llenó de felicidad ante el recibimiento, exceptuando la voz viril de aquel chico que ya había diferenciado en su cabeza, prestando completa atención al tacto que ejercía sobre ella, asintiendo de forma tímida y medianamente risueña, como si no se creyera lo que estaba sucediendo al ser incluida de aquella forma natural, amable, amena... definitivamente le contaría a su madre sobre su primer día de clases. —El placer es mío, Emily —comunicó tranquila pese a la sensación de emoción que la invadía por el ambiente—. Por favor —pidió ante la propuesta de describir las personas que se presentarían—, sería muy ameno. <<¿Quieres sentarte junto a Suzu?>> —¿Suzu? Pequeño demonio altanero. Tenía grabada la voz con etiqueta y todo, solo faltaba el nombre de ese hombre. —¿Quién es Suzu? —cuestionó al hacer un esquema mental de los nombres que conocía desde que llegó. La señorita Bleke, la señorita Konoe, la señorita Emily... y no conocía el nombre de esa persona. <<Podemos acomodarnos para hacerles lugar juntas>> Niño sucio. <<¡No es ninguna molestia!>> Dio un pequeño sobresalto al salir de su ensimismamiento ante aquella expresión que sintió palpable sin siquiera tocarle, recordándole a la amabilidad de su madre cuando deseaba hacerse escuchar, provocando que una pequeña risa se le escapara de los labios por aquella sutil voz. <<Perdona, te dejé sola antes>> Negó con la cabeza suavemente. Estaba agradecida... Si no fuese porque todos estaban ahí, se echaría a llorar de alegría.
Emily Hodges Di un saltito, emocionada, al escuchar que aceptaba y me coloqué entonces mejor, a un lado suyo, para mirar hacia la mesa. —¡Vale! Que ilu~ Pues mira, Suzu-chan es Suzumiya-senpai, la chica que ha venido contigo. Tiene el pelo largo violáceo y los ojos de un tono parecido, está en el club de jardinería y tiene las facciones muy amables, ¿sabes? Porque es muy buena con todo el mundo~ —comencé a hablar, cantarina, mientras movía la mano que se había quedado sujetando la suya de un lado a otro—. El chico que ha hablado es Sonnen-senpai, es muy grande y tiene el pelo negro y los ojos oscuros, y da un poco de miedo cuando lo ves de primeras pero lo he visto ablandarse, ¡le queda bien! Reí ligeramente, sintiéndome protegida por el momento aun cuando sabía que estaba jugando peligrosamente con fuego al decir aquello. >>La chica que ha hablado justo antes es Vólkov-senpai y, dios, es preciosa. Tiene un pelo blanco hermoso, parece un manto de nieve, y unos ojos ámbares super dulces, parece un conejito~ Sonreí después dirigiendo la vista hacia los demás. Nagi-chan parecía seguir algo nerviosa así que sería mejor no llamar la atención hacia ella, o se pondría peor. >>¡Ah! ¿Conoces a Koizumi-kun? ¡Yo lo acabo de conocer hoy también! También tiene el pelo negro y tiene un aspecto muy joven, eh~ Tenemos la misma edad pero no lo parece, hmpf. Me quedé en silencio unos segundos, parando también el movimiento de la mano. >>¡Oh! No te he dicho~ Yo tengo el pelo negro y los ojos violetas, nada especial~ Pero a ver, a ver, ¿quién es siguiente en hablar~? Contenido oculto La gayness por partes (?)
Había abierto su propio almuerzo para empezar a comer cuando Emily se convirtió de repente en una especie de tromba de energía versión light y empezó a describir a los que acababan de hablar. Inició por Suzumiya, aclarando quién era dado que Altan se había referido a ella por Suzu solamente, la describió con precisión. Las facciones amables, porque era amable con todos, tanto que le salía mal a veces. No era realmente muy diferente a ella. Luego se refirió a Altan y el chico junto a ella inhaló aire con fuerza, haciendo que algún grano de arroz tomara el camino equivocado. Tosió, cubriéndose la boca con la mano, y evitó mirar a cualquiera de los presentes adrede. —¿Qué mierda dices, Hodges? —masculló, brusco. Jez le dio un codazo en el costado, genuinamente divertida. —Que te queda bien no ser un amargado~ escucha eso. Deberías hacerle caso a Emily —dijo tratando de contener la risa, él le dio un empujón antes de tomar su lata de soda y darle un trago sin detenerse a preguntarle siquiera. Jez no puedo evitar reír y añadió algo más, echando carbón al fuego—. Pero bueno, ¿qué te pasa, cielo? Estás actuando como el amigo de Kuro-chan. Él la fulminó con la mirada, regresando la atención a su almuerzo como un chiquillo enfurruñado. Poco le tardó la diversión a la albina, porque pronto Emily mencionó su nombre y el color le subió al rostro con violencia. Hasta las orejas se le enrojecieron. ¿Preciosa? —¿C-conejito? —preguntó con un hilo de voz y sintió la mirada de Altan encima, sonreía con malicia. —Usagi-chan —soltó sin más, inclinándose hacia ella, invadiendo algo de su espacio—. Usagi~ ¿Dónde estaba la mentira, por otro lado? Lo que había dicho Hodges era cierto desde perspectiva, siempre lo había sido. —¡Cállate, Al, nadie te preguntó! —chilló mientras volvía a comer, pretendiendo escudarse con la caja de su bento. El siguiente en caer en la lista de descripciones de Emily Hodges fue Hiroshi, quien reaccionó dando un respingo en su asiento. —¡¿Ah?! —exclamó aún con la boca llena—. ¡¿A quién le dices cara de crío?! No sonaba molesto realmente, de hecho el reclamo tenía más un tono de broma que de otra cosa. Altan volvió a revolverle el cabello, esta vez con el puño cerrado, había cierto dejo de crueldad en el gesto pero parecía divertirse de verdad. El otro se quejó en respuesta. —Ya para. ¡Deja de tratarme como un niño! —Pero si eres un jodido mocoso, Hiroshi, ¿qué coño dices? Rio una vez más y Jez recuperó algo de compostura. Nunca lo había escuchado reír tanto en un solo día con gente que por poco no eran extraños. Sonrió y miró a los que faltaban de hablar, en espera de las descripciones de Hodges, aún con el rostro enrojecido. Contenido oculto era necesario? absolutamente
Había acompañado a Anna a por los mochis pero no había podido comprar ninguno porque como le había comunicado a Nagi no había traído dinero. De modo que se limitó a acompañarla con las manos cruzadas tras la cabeza. —Ah, ¡mira eso An-chin!—exclamó con ojos brillantes y se acercó para apoyar las manos en la vidiera—. ¡Sí tienen! Pensaba que solo los ponían en año nuevo. Se le escapó una risita al apartarse. Simplemente no podía contener su emoción y entusiasmo. Haber conocido a Anna y poder tratar con todos los amigos que tenía había levantado los ánimos que habían permanecido apagados desde el incidente con Honda. Tomó asiento en la mesa en el lado contrario de Anna. Nagi se había colocado en frente y en ese instante le acercaba los palillos para que comiera de ellos. Aika la miró con evidente sorpresa. Ya habían compartido bento nada más conocerse ¿verdad? En aquel momento se había comido prácticamente toda su comida. Soltó una risita ligera, casi tímida al recordarlo. El ambiente distendido había relajado sus ánimos y empezaba a sentir un poco de hambre. Al fin. No se había dado cuenta de que se estaba muriendo de hambre. De modo que se inclinó sobre la mesa y cerró los ojos mientras abría la boca. Tan confianzuda, despistada y despreocupada como era. —Aah~—dio un bocado amplio. El arroz frito y las verduras salteadas estaban deliciosas y su semblante no tardó en demostrarlo. Sus mejillas tomaron ligero color, ruborizánsose—¡Está muy bueno, Watanabe-chan! ¿Lo preparaste tú? Reparó en la otra presencia en ese momento, en la joven que no se había presentado. En sus ojos cubiertos y su corto cabello claro. En ese momento Emily y Suzumiya estaban con ella y Hodges parecía estar ayudándola a hacerse una imagen mental de los presentes. Aika incorporó el brazo el alto, como un resorte. >>¡Yo, yo, yo!—exclamó con entusiasmo y se levantó de la mesa para acercarse a ellas—. Soy Aika. Izumi Aika. Tengo el cabello claro, aunque realmente no sé si es... ¿celeste o blanco?—tomó un mechón de su flequillo y alzó la mirada. Bajo las intensas luces artificiales se veía casi blanco. Lo soltó con un suspiro—. Y mis ojos son verdes. ¡Ah! ¿Quieres tocar mi rostro para reconocerme mejor, senpai? ¡Dime, dime~!
Aceptó la mano que Jez le había extendido a través de la mesa y, sin reflexionarlo siquiera, acarició su dorso con mimo. Para cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo ya era demasiado tarde, así que sólo le sonrió con una calma considerable, a juzgar por su energía usual, y asintió. Vólkov realmente podía apaciguarla con apenas un toque. Lo entendía, además. Anna aborrecía la violencia, en especial luego de haberla ejercido. La aborrecía y sería incapaz de presenciarla sin hacer nada al respecto. Era, si se quiere, su sentido más firme de justicia. Era también un poco lenta y no terminó de entender por qué Kohaku le había pedido el número a Altan, pero el moreno se echó a reír como si lo hubiera comprendido todo y, aunque Hiradaira arrugó el ceño, confundida, acabó por forzarse a apartar la vista. Le quedaba bien, ¿no? Reír así. Qué molesto. Kohaku, por su parte, compartió ligeramente la diversión de Altan con cierta complicidad y tomó su móvil, guardándolo en el bolsillo del gakuran. Sonrió aún más al oírlo hablar. —Muchas gracias~ —canturreó, dándole un mordisco al sándwich. Anna iba a preguntar de qué iba todo aquello cuando Konoe llegó junto a una muchacha que llevaba los ojos vendados. Le tomó un rato comprender, hasta que Emily empezó a describirlos a todos. Hiradaira había permanecido extrañamente callada, observando la situación. Vaya... era ciega. Tragó grueso. La miró y la miró, aprovechándose, quizá, de que Violet sería incapaz de notarlo. Podría oír sus movimientos, o los cambios en su respiración, pero jamás podría notar los ojos sobre ella. Le resultaba sencillamente imposible. Le había sido negado algo que era casi un derecho. Se forzó a recuperar algo de alegría, en especial cuando escuchó a Aika y le pareció una buena idea su propuesta. —Yo igual —acordó, sin tanta energía como Izumi, y se acercó a Violet con movimientos tranquilos—. Puedes tocarme si quieres, senpai... aunque eso suene bastante mal~ Miró a Kohaku por sobre el hombro y estiró la mano hacia él; el muchacho la tomó casi de inmediato y se posicionó junto a ella. —Lo mismo digo, Balaam-san. Tus manos son tu visión, ¿verdad? Permítete vernos, como nosotros podemos verte a ti.
Movió levemente las piernas al escuchar la descripción de las personas que se habían presentado, imaginándolos como le fue posible, riendo suavemente ante las bromas que soltaban e intuía por la tonalidad de las cuerdas vocales, sintiendo el rostro caliente al sonrojarse por la atención prestada. Más de lo que estaba acostumbrada a sobrellevar. Oh, cuánto quería verlos. Detallar sus risas. El movimiento de sus manos. Sin embargo al recibir la invitación de Aika a tocarla el rostro se estremeció, invadiéndola el pudor por el hecho de hacerlo públicamente. No... ¿qué dirían los demás? Se mordió el labio mientras negaba apresuradamente con las palmas. —Así está bien —expuso con premura sin perder aquel tinte educado al hablar, escuchando ahora a Anna, seguida de la voz juvenil de un varón. La calidez la invadió ante ese tono de voz. Que dulce. <<Tus manos son tu visión, ¿verdad? Permítete vernos, como nosotros podemos verte a ti.>> Tragó grueso. ¿Cómo se veía ella? Por Dios. La última vez que logró verse a un espejo fue hace tres años, cuando su cuerpo apenas y comenzaba a desarrollarse. ¿Era fea actualmente? Su cabello... ¿estaba sedoso al cuidarlo delicadamente, su piel estaba hidratada, sus uñas perfiladas? Llevó su palma derecha sin pensar hacia el rostro de Kohaku, deslizando la yema de sus dedos por sus rostro, perfilando su nariz, sus pómulos, sus pestañas con sumo cuidado de no lastimarlo. Continuó por su cabello y sintió la necesidad de aproximarse, quizá podría grabar su colonia como solía hacerlo. Apenas y dio un paso adelante, dejándose llevar hasta terminar con sus uñas sobre los juveniles labios, sintiendo la necesidad de enterrarse en la curvatura de su cuello con la intención de memorizar el perfume, pero fue entonces que retiró el tacto, como si se hubiese espantado de su acción, subiéndole fuertemente el color desde su cuello, hasta su frente. —Lo lamento, yo —titubeó—, no deseo incomodarte —se disculpó nuevamente inclinándose como lo indicaba la cultura ajena. No volvería a tocar a alguien más en público. Por su madre, que no volvería a hacerlo.
Suzu. El apodo del desastre. Empezaba a tener una musicalidad distinta que ciertamente no le desagradaba. Incluso si se lo había puesto Wickham abusando de confianzas, ya no sonaba como una amenaza implícita ni se sentía como una presa bajo la mirada de ansiosos depredadores. Suzume. Gorrión. Le hacía sentirse parte de algo grande. En boca de Sonnen, incluso con su tono monótono y tosquedad usual, sonaba cálido. Casi dulce. Agradeció que Hodges aclarara la leve confusión y permaneció junto a Violet en todo momento incapaz de dejarla a su suerte con personas que le eran completamente desconocidas. Incluso si eran amables y estaban llenas de calidez cualquiera podía sentirse abrumado ante tanta atención repentina. No quería ni imaginar lo que debía ser encontrarse en una situación similar sin poder reconocer facciones o rasgos. Sin poder poner rostro o identidad a tantas voces nuevas. Su cuerpo se tensó ligeramente. —También puedes tocarme si lo deseas, Balaam-san—ofreció. >>Tócame<< El pensamiento le rayó la cabeza con la intensidad de un rayo y se llevó la mano a las sienes con una leve mueca de molestia. Soltó un quejido bajo. Había logrado ignorar el dolor punzante en su cabeza gracias al ambiente distendido y el alivio, pero seguía allí, sigiloso, como una serpiente. Inyectándole su veneno. Sus propias palabras en el invernadero rebotaron en su cabeza con fuerza, como un eco distante y casi onírico. Las recordaba con perfecta claridad. El calor de su propia piel, el olor de las flores, el mundo menos nítido de los usual. >>Quiero que me toques. Y quiero tocarte<< Estúpida. Sintió el rubor escalar sus mejillas bruscamente y retrocedió un paso casi de forma automática cuando Violet se rehusó a la propuesta de Izumi y deslizó los dedos sobre el rostro de Kohaku. Le sorprendió. No pudo evitar quedarse casi paralizada observándolos. Siguió sus movimientos con atención, detallando el cuidado, la fragilidad de cada uno de ellos. Era un mero reconocimiento... pero tenía un leve tinte posesivo, casi erótico, que no pudo pasar por alto. Oh. Sus manos suaves rozaron el puente de su nariz, delicado; los pómulos, el cabello del color del cielo un día despejado—¿cómo explicar los colores a una persona que no podía verlos? ¿Su condición era congénita o adquirida?—, los labios. Oh, los labios. Los perfiló con sutileza y fue entonces, solo entonces, en ese preciso momento, cuando el extraño hechizo se rompió. ¿Podía presuponer que Ishikawa era de su agrado? Konoe desvió la mirada y apretó ligeramente los labios en un repentino ataque de pudor. Dios. Esa estúpida e hiperactiva imaginación suya, alimentada con una ingente cantidad de novelas románticas. No lo iba a poder sacar de la cabeza.
Cuando supo que Violet lo tocaría, se agachó lo suficiente para facilitarle la tarea. Apoyó ambas manos sobre las rodillas y cerró los ojos mientras sentía la suavidad de sus dedos sobre la piel. Vaya, de repente el mundo se había ido a negro. Estaba en igualdad de condiciones que ella. —¿Conoces los colores, Balaam-san? —inquirió en un susurro—. Espero que sí. Fue, entonces, mencionando ciertos colores que poseía a medida que Violet los encontraba. Un celeste algo opaco, similar a un río de suelo rocoso, para su cabello. Un dorado blanquecino, como miel derretida mezclada con nieve, para sus ojos. Un negro intenso, así del carbón, para sus cejas y pestañas. El pequeño lunar bajo su ojo izquierdo, de un marrón chocolate. En cuanto Balaam perfiló sus labios, Kohaku entreabrió los ojos y guardó silencio hasta que la muchacha se alejó, claramente avergonzada. —Son algo pálidos, pero igual de un rosado tierno, como la piel de un bebé. —Su sonrisa bañó su mirada de dulzura, aunque Violet no fuera capaz de verlo, y le acarició la cabeza suavemente—. Nada de lo que disculparse, Balaam-san, no me incomodaste en lo más mínimo. Entiendo que quizá sea algo extraño de buenas a primeras, pero como dije: es tu visión, ¿verdad? Tienes todo el derecho de ejercerla. Apartó la mano de su cabello y las enterró en los bolsillos, ladeando apenas la cabeza al sonreírle. —Me gusta tu pelo, es muy suave~ Contenido oculto hold my kinda sexy softness
Se bajó lo que quedaba del almuerzo preparado por la tía de Jez en lo que terminaban de presentarse y la cuestión se tornaba cada vez más rara, con eso de dejar a la chica tocarlos. Tenía sentido para él, claro, como lo tenía para los demás, pero no por ello dejaba de antojársele algo extraño. Lo dejó estar, ¿qué le importaba de por sí? Aún así, enarcó una ceja cuando notó que, literalmente, a la chica se le iba la mano incluso desde su propia perspectiva y se disculpaba con Ishikawa. Al chico lo traía sin cuidado, obviamente, había sido idea suya, pero ella estaba abochornada por sus propias acciones. Como fuese, no pasó desapercibida la reacción de Konoe a lo que acababa de pasar. El violento rubor, el paso atrás. La forma en que desvió la mirada. Pero qué desastre de chica, por Dios. Cerró la caja del bento, ahora vacía, y se la regresó a Jez mientras se levantaba de su lugar. —Iré a comprar algo a la máquina para no seguir tomando tu soda, Jezzie —explicó para que ella supiera a donde iba. Luego soltó algo que fue más una queja—. Tengo una sed del demonio. Por supuesto, estaba malditamente deshidratado con semejante resaca encima. Avanzó entonces, pasando a un lado de Konoe y estiró la mano para revolverle el flequillo. De nuevo, no había intenciones raras en el gesto que por sí mismo sólo pretendía decirle que juntara su mierda de una vez. —Contrólate, Suzu. —La sentencia fue casi un murmuro, para que de ser posible lo escuchara solo ella. No esperó una respuesta, continuó su camino. Algo de cafeína le caería bien para esa migraña que no se terminaba de ir del todo, sin duda, en vez de tantos refrescos con azúcar.
Se quedó quieta al ensimismarse en su propia vergüenza, escuchando la pregunta sobre los colores luego de éste describirse aún más detalladamente, logrando ponerle tinte a la imagen mental que había logrado dibujar, gracias a su atenta colaboración y su indiscriminada acción. Su voz era tan suave, tan pacifica que asintió al lograr relajarse. —Los conozco —murmuró con una sonrisa enternecedora—. Muchas gracias —rebuscó el nombre en su archivo mental, no dando con una respuesta, para después tomar el cumplido de su cabello. Oh, estaba cuidándolo bien. Y fue entonces, que se dio cuenta que no daba con un nombre por el cuál llamarlo. ¿Él se había presentado? Quizá por la cantidad de personas su memoria no funcionaba correctamente, sin embargo escuchar la tosca voz varonil no le pasó desapercibido, tensándose levemente, ocultándolo a la perfección al alisar el estado de su falda, procurando verse presentable para la cantidad de palabras que estaba por soltar... a solas. —Mi madre ha de estar llegando a hablar con el docente —avisó como una pequeña mentirilla blanca, de esas que solía utilizar solo en caso de verlo necesario—. Espero estar con ustedes nuevamente, muchas gracias —aquello fue tan sincero como la suave sonrisa que ejerció. Se dio vuelta con delicadeza, palpando con sus dedos la punta de la mesa, retirándose con suavidad en la misma dirección que los pasos de Altan. Oh por Dios, si Natsu viera lo que estaba a punto de hacer. Aceleró el paso al denotar que el tipejo se encaminaba hacia el pasillo. Evitó tropezar al guiarse por la lisa pared, con disimulo de su tacto en la superficie.
Emily Hodges Reí ante las reacciones de los nombrados, sobre todo la de Altan, y movida por un impulso infantil les saqué la lengua durante unos breves segundos. —¡Descripciones Hodges tienen un 100% de precisión, no acepto quejas! —exclamé, llevándome entonces un brazo hacia la cadera con una sonrisa orgullosa. El momento de mi distracción fue perfecto para que los presentes que quedaban se presentasen ellos mismos, y si bien ya tenía preparado lo que decir en cada caso, acabé por quedarme callada y observando lo que sucedía con curiosidad. Oh, bueno, no me molestaba... había conseguido ver a Altan claramente avergonzado y a Jezebel sonrojándose, y eso había sido una victoria para mí. Violet acabó por irse, justo después de Sonnen-senpai, a lo que me despedí de ellos con la mano en alto. Eso había sido divertido, eh~ Pero lo cierto es que aún seguía con intenciones de jugar un poco así que, sonriendo, rodeé a Anna hasta quedarme a sus espaldas y pasé mis brazos por su cintura, atrapándola en un abrazo mientras apoyaba mi barbilla sobre su hombro. >>Ah~ Qué pena~ Y yo que quería decirle que Anna-chan parecía una princesita hecha de chicle o algo así~ —murmuré, con tono quejumbroso, antes de soplar ligeramente sobre su oído, divertida. Contenido oculto ¿Que me cortas la gayness? Hold my bitchy Emi, Gigi (?)
Aika soltó una risilla entre dientes, restándole importancia cuando Violet rechazó su oferta y se llevó las manos a la parte posterior del cuello en un ademán despreocupado. Bueno, ¿quizás había sido tomarse excesivas confianzas? ¿Otra vez estaba metiéndose demasiado en el espacio personal de otros? Pero Violet no parecía japonesa. Tenía entendido que los extranjeros eran más abiertos en cuanto a esa clase de cosas. Aunque Mimi era medio inglesa y era una rara con todas las letras. Observó el curioso reconocimiento que hizo la joven del chico buena onda del cabello azul y enarcó las cejas con sorpresa. No era muy espabilada para esa clase de cosas pero ni siquiera a sus ojos parecía un mero reconocimiento. Tenía un tinte distinto, algo que le tensaba el cuerpo. Cuando el momento terminó, aún en estado de shock, se volteó rapidamente hacia Ishikawa. —¡Woah, woah, woah! ¿qué fue eso?—preguntó evidentemente alterada. La tensión no le duró mucho, sin embargo. Evidentemente no hablaba en serio incluso si cierto resentimiento se coló en su voz vibrante, siempre alegre, cuando prosiguió hablando—. Ah, ¿por qué te tocó a ti y no a mí Ko-kun? Bu~ Aún así no parecía realmente molesta. Nunca parecía realmente molesta. No es que supiera disimular bien porque por otro lado, no sabía hacerlo. No de forma correcta. Si no que simplemente era demasiado consciente de la brevedad de la vida como para perder el tiempo con molestias tontas. Volvió a llevarse los brazos tras el cuello y soltó una risilla entre dientes. Eso había sido... ¿raro era la palabra? Konoe, mientras tanto, había estado tratando de poner en orden sus ideas. La escena que acababa de presenciar su mezclaba de forma extraña con lo ocurrido en el invernadero y con sus propios deseos erráticos. Con el tacto cálido, efímero de los labios de Alisha. Incluso si no era precisamente la cara lo que ansiaba tocar. El pensamiento le envío aún más sangre al rostro y pasó de apretar los labios a terminar mordiéndolos ligeramente. Era un maldito desastre. Un completo y total desastre. Dios. El tacto de Altan la tomó por sorpresa y la hizo sobresaltarse. Sus palabras y el hecho de que su situación fuera meramente tan obvia para él, el chico de la mente afilada, que sabía leerlos a todos como un libro, fue suficiente para sentir que se hacía pequeña en su lugar. >>Contrólate Suzu<< Eso estaba tratando. Eso le gustaría poder hacer. Pero por mucho que tratara y amagara por recuperar su antiguo ser, el recuerdo de aquella noche terminaba colándose entre las grietas, sinuoso. Se deslizaba y terminaba recordándole que la hermana mayor era también una adolescente como todos. Una adolescente enamorada y no correspondida además. Agachó la mirada y rodeó su propio cuerpo con sus brazos. Buscaba resguardarse, protegerse de sus propias emociones y vulnerabilidad. Fue en ese momento que sintió un golpecito en el hombro. El tacto ajeno, incluso más inesperado que el de Sonnen, le arrancó un ligero respingo y su rostro casi mudó de color. ¿Es que era tan obvio para todo el maldito mundo? Joder. —Hey Koe-chan ¿estás bien?—inquirió una voz femenina, ligera— ¿también querías que senpai te tocara? ¿Koe-chan? Por supuesto se trataba de Aika. La pregunta le produjo un ligero estremecimiento y sacudió la cabeza. Fue todo lo que alcanzó a hacer en medio de la vergüenza y sus emociones convulsas. Aflojó el agarre en torno a sí misma. —E-estoy bien Izumi-san. Aika ladeó ligeramente la cabeza, confusa. Pestañeó con rapidez tratando de entender el desastre que tenía delante en forma de su senpai, buscando activar los engranajes en su cerebro. Pero los datos se le escapaban como agua de las manos.
Continuó comiendo en silencio, demasiado ocupado en masticar, pero prestando atención a todo lo que ocurría. También se le antojaba extraña toda la escena, pero bueno, ¿qué iba a decir él? Observó a Altan irse, iba a decirle que le trajese algo también a él, pero al final se distrajo al ver a Aika volcar su atención sobre Konoe. ¿De verdad estaba bien? No parecía. Se bajó lo últimos bocados de su almuerzo con rapidez, antes de levantarse como un resorte, limpiándose la boca con la manga del uniforme. —Voy a buscarme algo también —anunció—. ¿Alguien más quiere algo? Si acaso le dio algunos segundos para que respondieran, antes de encaminarse también a la máquina del pasillo. Contenido oculto wey no de verdad los tengo que sacar porque F por Violet
La verdad, así como varios, se había quedado bastante prendada a la extraña escena desarrollándose en medio de la cafetería. Comprendía que fuera su forma de grabarse en la memoria el rostro de las personas, pero… bueno, mierda. ¿Estaba loca o no se veía tan inocente como aparentaban? De cualquier manera, Kohaku seguía siendo el estanque imperturbable de siempre y la chica le daba ternura y algo de pena, pero jamás demostraría lo segundo. Después de todo, era la primera en odiar que le tuvieran compasión por alguna condición especial. Quería correr, danzar, volar como todos. Más, incluso. Siempre lo había ansiado, ¿no? Alcanzar la puta cima. Era esa clase de ambiciosa. —¿Hmm? ¿Qué fue eso~? —molestó a Kohaku, codeándolo. El muchacho le sonrió en absoluta calma y Anna casi pudo ver la aureola radiante alrededor de su cabeza. Qué cabrón era, con ese talento para emanar inocencia. —¿De qué hablas, Anna? Iba a responderle cuando Emily la atrapó por detrás, sorprendiéndola. Hiradaira sintió el color subiéndole al rostro de golpe y se removió inquieta. —¿E-eh? —¿Princesa de chicle? ¿Y eso?—. ¿Qué mierda dices, Em? No sonaba brusco, sin embargo. De alguna forma, logró recuperarse rápidamente de la vergüenza inicial para girar sobre los talones, sin deshacer el abrazo de Hodges, y atrapar su rostro entre ambas manos. —¡Pero mírate, por favor! —dijo con alegría, estirándole las mejillas, y soltó una carcajada corta—. Eres taaaan bonita, me dan ganas de hincarte el diente y todo~ Le guiñó un ojo, juguetona, y en un abrir y cerrar de ojos había llegado detrás de Jez para atraparla y mecerla de lado a lado, aplastando su mejilla contra el cabello de la albina. —Además, si de princesas hablamos, ¡creo que tenemos una ganadora! —Se detuvo sólo para mirarla y le sonrió—. ¿No cierto, Jezzie~? Kohaku, entre tanto, se había girado de improviso cuando notó que Aika le hablaba y, tras pestañear algo sorprendido, soltó una risa suave y meneó la cabeza, alzando ambas manos. —Lo siento, juro que no sé nada, soy inocente —bromeó, relajando la postura. Luego volvió a su asiento para seguir comiendo sin mayores complicaciones, mientras oía la voz de Anna y la veía corretear de acá para allá por el rabillo del ojo. Meneó la cabeza suavemente ante el ofrecimiento de Koizumi y lo vio marcharse, mascando su sándwich. Vaya grupo en el que había acabado metido, ¿no? Era tan animado y variopinto. Le encantaba. Contenido oculto just hold my gayness, parfavar
Nagi Watanabe La escena de ella dándole de comer a Izumi se le tornaba vergonzosa, provocando que su corazón bombeara con más fuerzas. Aún así supo sobrellevar los nervios, gracias especialmente a que la atención de todos había caído en la chica de vendas. —N-no, Izumi-senpai. Compré este bento acá —murmullo sin mucho entusiasmo, pero luego hizo un intento de sonrisa, en un intento de demostrar que el comentario no le había molestado. Siguió comiendo en silencio tras dividir en dos porciones lo que quedaba en la caja de almuerzo, observando de reojo a ratos la interacción que se llevaba al frente. La chica había rechazado a Aika, pero si se permitió tocar el rostro de Ishikawa, lo que podría significar algo o no, pero nuevamente Nagi prefirió no darle vueltas a los asuntos de ella. Al rato Sonnen se marchó a comprar una soda, seguido de Hiroshi, Balaam también se retiró excusándose por tener que atender unos asuntos, nadie tenia motivos para dudar de aquellas palabras, mucho menos Nagi. —Hey, Senpai —buscó nuevamente la atención de Aika, arrastrando la caja de bento otra vez frente a la chica. Solo quedaba una porción que con anterioridad dividió en dos, la comida ya no estaba tan humeante, pero aún conservaba calor. Esperaba que el gesto no le sentara ofensivo a Aika—. Toma, todo tuyo —otra vez intentó sonreír, pero se le seguía complicando hacerlo. Por ahora Kurosawa era la única que solía llevarse sus sonrisas más relajadas. Llevó sus manos a los bolsillos de la chaqueta al separarlas del bento, sacando con una su celular, comprobando que no quedaba mucho tiempo de receso. Mientras escuchaba la voz risueña de Anna contestar el comentario de Emily, Nagi desbloqueó el aparato para así poder empezar a jugar el juego de turno, uno de los típicos de ir alineando elementos iguales para ir ganando puntos.
Observó la escena entre Anna y Emily genuinamente enternecida, con una sonrisa en el rostro, mientras abría la bolsita que la morena la había dado hace un rato. Al sacar uno de los conejitos desvió la mirada a este, conteniendo una risa. ¿Usagi-chan entonces? Se llevó la manzana a la boca, aunque casi le pasan las de Altan cuando sintió a Anna atraparla entre sus brazos y mecerla. El color le volvió a subir con violencia al rostro cuando la llamó princesa y encima la llamó Jezzie. Casi nadie le decía así, además de su familia y Altan, que venía a ser lo mismo. —¿Q-qué dices? —Logró articular, casi en un murmuro—. Si también eres de lo más linda, además tienes toda esa energía y haces cosas por los demás porque te nace. ¿Las princesas no son así? ¿Amables con los otros, cariñosas y cálidas? Lo eran. A mitad de las palabras de Jez, Koizumi había regresado junto a Altan, con una nueva lata en reemplazo de la que el mayor le había arrebatado. Se dejaron caer en los lugares que había estado ocupando antes. Sonnen recostó la cabeza en la mesa, usando los brazos de almohada. —¿Al? —Lo llamó Jez—. ¿Cielo, estás bien? Cielo. Él se limitó a soltar un sonido afirmativo, mientras se colocaba la lata fría en la frente. —Parece que le regresó la migraña —atajó Koizumi, salvándole el culo. La albina estiró el brazo y le acarició la espalda con mimo unos segundos. Notó que se tensaba, pero se le escapaba el motivo. ¿Qué haría Jez si se enteraba de lo que acababa de pasar? Dios. Aparentemente iba a tener que buscar algo así como... Un cómplice para librarse de la estorbosa de Balaam. Cerró los ojos, centrándose en el murmullo lejano de la lluvia, mezclado con las voces en la cafetería. Contenido oculto Que no se puede mezclar gayness con sadness? Hold my beer girls
Emily Hodges La reacción inicial de Anna me hizo sonreír pero realmente no esperé que me devolviese la broma y acabé por sonrojarme cuando su rostro quedó tan cerca y comenzó a decir aquello, aflojando el agarre de mis manos por los nervios. ¿H-hincarme el diente? Pero bueno... La observé alejarse hasta su próxima víctima y aproveché el momento para tranquilizarme, llevándome las manos a las mejillas. Ah, de verdad que no servía para eso, ¡tendría que practicar más! ¿Cómo lo hacía Katrina con tanta facilidad? Ojalá poder preguntarle. Negué rápidamente con la cabeza y volví a mi sitio, yendo prácticamente detrás de Kohaku para ello. Comencé a comer mientras Altan volvía. Parecía especialmente cansado así que lo mejor sería no molestarle más, huh. —Ishikawa-kun, ¿cómo es que decidiste venir a esta Academia? S-si no es mucha intromisión por mi parte preguntar, c-claro...