Tenía cero retentiva, se había distraído tanto con Hiraidara, Aika y Sonnen que se le escapó completamente la presencia de Violet, a pesar de que se lo había llevado en banda. Sin embargo, como Watanabe sí se había dirigido a ellos directamente antes de retirarse, la siguió con la vista, como si quisiera asegurarse que estaría bien sola. Era un maldito culo inquieto, pero también era especialmente atento con aquellos que parecían, de alguna forma, algo más vulnerables. Le gustaba pensar en sí mismo como una suerte de guardián, por egocéntrico que sonara. Cuando escuchó a la muchacha de ojos violeta corregir su apellido por su nombre, le sonrió con calidez, regresando la atención al grupo. Chocó el puño que Anna le tendía, sin dudar siquiera, contento de recibir la bolsa con la cajita de jugo. Frunció el ceño apenas, pensativo ante las formas de llamarlo que ella había pensando. ¿Izumi? Era el apellido de Aika, sonaba extraño desde su perspectiva. —Koi está bien —respondió luego de pensárselo un rato—. Hiro también, en casa me llaman así. ¡Perdona por no dar una sola respuesta! Altan soltó un suspiro pesado, al caer que ya no era solo Koizumi y Anna, sino la otra chica, la alta. ¿Cómo mierda Watanabe había terminado con esos dos para empezar? No tenía ni pies ni cabeza, la chiquilla parecía al borde de un colapso nervioso. Sin dudas estaría más calmada si la jodida Shiori estuviera allí, pero quién sabe qué estupideces tenía en la cabeza ya. Pasó junto al menor y le revolvió el cabello con cierta brusquedad antes de dirigirse a la mesa que había encontrado Anna, en lo que los demás hacían lo que tuviesen que hacer. Koizumi lo miró confuso, nunca antes había hecho nada de eso, era raro pero de alguna forma era cálido que por primera vez el hosco Sonnen realizara un movimiento que, de hecho, lo hacía sentir más como un senpai. ¿Qué había dicho Altan en la mañana? Que era irritante. Mentira no era, lo sacaba un poco de quicio, pero realmente era cierto lo que había dicho Kurosawa: no era mal chico. De hecho pecaba de ser demasiado bueno. Jez siguió sus pasos, arreglándoselas para no chocar a nadie en el camino. —Los esperamos en la mesa —dijo alzando la voz a medio camino—. Guardaremos espacio para todos, Altan le suelta un golpe a quien intente quitarnos una silla. —¿Que yo qué? —preguntó el otro—. ¿Desde cuándo te viene en gracia que golpee a alguien? —Prioridades~ —canturreó. Con todo y la resaca, sonaba genuinamente contenta. Cuando llegó a la mesa se dejó caer con pesadez en la silla junto a Altan, para luego abrir el jugo que le había dado Anna. Contenido oculto no puedo yo con esta softness, wa llorar. Also me descojono que ahora tenemos dos Hiro we, qué cosas. Its kinda soft if u ask me
Solo cuando la joven se volteó se dio cuenta de su error. No se trataba de que la máquina no funcionase... si no que estaba privada del sentido de la vista. No podía ver. Konoe sintió el corazón encogérsele en un puño prieto. El shock le cruzó el pecho como una daga helada. Durante el ataque de Anna había podido imaginar lo angustioso que debía ser no poder respirar. Y en ese instante pensó como debía ser vivir en una oscuridad constante. No ver. No poder apreciar los colores y la luz. Las flores del invernadero, sobre todo en primavera, cuando florecían y lo llenaban todo con las pinceladas sublimes y majestuosas de un experto artista. La belleza nostálgica de un paisaje al atardecer, una carta de amor, la novelas de Mamiya que no estaban en braile. Aquellas imágenes le pasaron rápidamente por la mente, una tras otra y se sintió meramente culpable por haberlo pasaso por alto. Dios, Konoe. —Oh—exclamó en voz baja—. Lo... lo lamento. No me di cuenta de que...—sacudió la cabeza a pesar de que no podía verla, abrumaba. El lacio cabello oscuro se meció con el movimiento. Sentía sus mejillas calientes—. Lo lamento muchísimo. Realmente no sabía si se disculpaba por su situación—aunque probablemente no era lo más educado que podía hacer. La peor forma de tratar a una persona invidente era actuando como si fuera diferente—o si lo hacía por no haber reparado antes en ello. Le había hecho una pregunta bastante ridícula en su ignorancia. Logró recomponerse en poco, sin embargo, y prestó atención a la petición de la joven. Su mirada revisó el panel de la máquina expendedora. Limón. Solo necesitaba encontrar el sabor correcto. Dios, si lograba alcanzar la presidencia del Consejo se aseguraría de que las instalaciones estuviesen adecuadas para personas con necesidades especiales. ¿Por qué no lo estaban ya? Una infracción como esa era perfectamente denunciable. Se permitió una sonrisa ligera, enternecida por la actitud de aquella joven sin embargo. Su inocencia y su vulnerabilidad activaba esa parte de sí, esa que buscaba cuidar de otros. Procurar la felicidad de los demás, asegurarse de que estuvieran cómodos y seguros. No era tan distinta de la madre loba, Jezebel Vólkov. —Por supuesto—soltó con una ligera risa que no estaba motivaba por la burla, si no por la dulzura que Violet le inspiraba. Por su timidez, como si temiera estar molestándola. Con suavidad y movimientos delicados, no queriendo ser brusca ni asustarla, tomó su mano con la suya—. El panel está divido en cuatro filas. La fila de abajo son bebidas calientes y las de arriba son bebidas frías. Los sabores de la primera línea son tres. Cola—con delicadeza llevó su mano hasta el panel y permitió que sus dedos rozaran el botón suavemente, sin presionarlo—; Naranja—se repitió el mismo procedimiento—y, si desciendes desde el naranja dos botones hacia abajo... Limón. Segundo botón de la fila del centro. >>Para meter las monedas... aquí—deslizó la mano de Violet hasta la ranura y le permitió colocar la cantidad correspondiente. Luego repitió el mismo procedimiento y el refresco de limón cayó, rebotando contra la superficie del dispensador. La lluvia opacó el ruido metálico. Se sentía tranquila, relajada. Su voz tenía ese tono dulce y comprensivo y a la vez maduro de una hermana mayor. Liberó entonces su mano con la misma delicadeza con la que la tomó. Era sencillo de recordar. No obstante, si no podía, siempre podía inventar alguno de esos juegos que usaba con Alisha para ayudarla a recordar las lecciones. —Aquí tienes—dijo y le entregó la lata en las manos—. Es un sabor refrescante, no me desagrada. Aunque mi bebida favorita es el té negro.
Emily Hodges Poco a poco el grupo se fue dispersando por diferentes motivos, algunos tenían que comprar la comida y Suzumiya-senpai parecía estar yendo a ayudar a alguien, así que seguramente nos reuniríamos todos después. —Ah, voy con vosotros, senpais~ Me despedí rápidamente del resto y aceleré el paso para alcanzar a Jezebel y Altan, sentándome delante de ellos una vez alcanzamos la mesa. Traía mi propio almuerzo pero esperaría a que todos estuviésemos presentes para empezar a comer. Era lo educado. Comencé a balancear mis piernas, no sabía si movida por los nervios, la emoción, o ambos. Pero al final, movida por las palabras que me había dicho la chica y lo que yo misma había observado, acabé por tener el valor de mirar a Altan y hablarle. >>Sonnen-senpai —llamé su atención, inclinándome un poco sobre la mesa para facilitar que me escuchase—. ¿C-Cómo te encuentras? Contenido oculto Cuida de tu hija adoptiva, anda, que la otra madre está en breakdown (???) Also, niña, no sabía que tú tampoco apreciabas tu vida... bueno, qué digo, si adoro echarte a los desastres.
El que se disculpara en repetidas ocasiones provocó que sus labios mostrasen una sonrisa cálida. No era la primera vez en que se disculpaban con ella reiteradamente por su condición, ya se había acostumbrado a ello, llegando al punto en que le causaba algo de gracia, permitiéndose centrar sus agudizados sentidos en aquella chica que parecía e iba a ayudarla. Asintió a medida que ésta hablaba, susurrando las indicaciones dadas, como si aquello ayudase a memorizar la posición de los botones. Dejándose llevar al ser sujetada y recibir aquella oportunidad de ser guiada en totalidad, disfrutando de la atención prestadas hasta el punto de introducir las monedas dentro de la ranura, escuchando el rebotar de la lata. —Limón —susurró recibiendo la bebida en manos, procediendo a abrirla—. Muchas gracias, por favor disculpe las molestias —se hincó ligeramente al posar su pie izquierdo tras el derecho—. ¿Té negro? Oh... como Natsu —comentó sintiéndose cálida—. ¿Podría saber su nombre? —cuestionó cordialmente procediendo a presentarse. Era una oportunidad invaluable, como lo fue aquella vez en la biblioteca con la señorita Bleke. —Mi nombre es Violet Balaam, por favor si algún día necesita algo —sus mejillas se mancharon de nueva cuenta—, no dude en pedírmelo, estaré satisfecha con regresarle el favor que ha hecho por mí.
Jez sacó su almuerzo del maletín, además de la bolsita que le había entregado la otra chica de parte de Emily y para terminar sacó otra caja, que colocó frente a Altan. —¿Lo envía nani? —preguntó el con la sombra de una sonrisa en el rostro. —Ya la conoces, cielo. Cuando le dije que volveríamos a ir a la escuela juntos se emocionó como una niña. Le gusta enviarte el almuerzo. Jez le dedicó una sonrisa a Emily, suave, al verla sentarse frente a ellos, y cuando la menor llamó la atención de Altan lo observó con el rabillo del ojo. Se tensó un instante, casi confundido. Esa chica era... La que se había liado con Wickham. Pero allí estaba, sentada frente a ellos, balanceando las piernas como una chiquilla. A saber si era de nervios o de qué mierda, pero a final de cuenta era un movimiento casi infantil. Enarcó una ceja al escuchar su pregunta. —¿Bien...? —Había sido considerablemente más sencillo casi regañar a Hiradaira que intentar tener una conversación medio normal con Hodges. Tampoco le interesaba ser brusco, después de todo Jez estaba ahí como si nada. La albina le dio un codazo, que consiguió sacarle el resto de palabras de protocolo de la boca. >>¿Y tú, Hodges? —Dijo que podíamos llamarla Emily. —No me presiones, soy japonés al final del día —soltó rápidamente, con cierto tono de niño regañado.
Emily Hodges Asentí ligeramente con la cabeza al escuchar su respuesta, incorporándome en la silla con una ligera sonrisa. Observé la escena entre los dos con las cejas alzadas y finalmente no pude esconder una risilla divertida. ¿Qué era eso? Si se veía hasta tierno y todo. —Puedes llamarme cómo te sientas más cómodo, senpai —respondí, con un tono realmente calmado para estar hablando con él. Jugueteé con los dedos sobre al mesa, pensando con detenimiento mis siguientes palabras. >>Estoy bien, gracias~ Tuviste que beber mucho anoche, ¿cierto? Así que pensé que estarías peor que nosotras pero... ¡parece que no! Qué envidia~
Vaya, la cafetería estaba ciertamente concurrida, incluso más de la primera vez que habían entrado. Caminó un poco por el pasillo principal, viendo de acá para allá, en busca de alguna cara conocida. Al final, el grito de "¡mini Ishikawa!" captó su atención y encontró el cabello rosado de Anna en la cola para comprar el almuerzo. Le sonrió amplio y le hizo unas señas extrañas que involucraban su billetera y los bentos apilados en el mostrador, y Kohaku alzó un pulgar en alto, asintiendo. Iba a comprarle el almuerzo, ¿no? Al menos... eso creía. La siguiente seña fue hacia la izquierda, algo más adelante, y Kohaku distinguió a los amigos de Anna, esos a quienes les había comprado los juguitos. Fue hasta la mesa a paso lento y tomó asiento junto a Emily, frente a Jez y Altan, y acomodó su saco en el respaldo de la silla contigua para guardarle el lugar a Anna. —Hola —soltó sin mayores complicaciones, la verdad era que siempre había contado con aquella facilidad para socializar como un pez en el agua—, son amigos de Anna, ¿cierto? Luego se volvió hacia Emily y ladeó apenas la cabeza al sonreírle con los ojos cerrados. —Lo siento, nuestra presentación fue bastante caótica, Hodges-san. Es un placer conocerte. Abrió los ojos de golpe, junto a un suave "¡ah!", y reparó en Jez y Altan. Aún no se había presentado, ¡qué descortés! —Soy Kohaku Ishikawa. —Su voz, a pesar de la suavidad, lograba hacerse oír por sobre el murmullo general—. También es un placer conocerlos. No se le habían pasado inadvertidas las características físicas de Jezebel, y lo cierto es que al verla pensó de inmediato en el pedido de Natsu. ¿Habría tenido tanta suerte de dar con ella así de fácil? Bueno, estaba a punto de comprobarlo.
Dejó caer la cabeza sobre la mesa con pesadez, y soltó un suspiro. Las hebras oscuras se esparcieron ligeramente sobre la superficie. La verdad es que estaba jodidamente muerto todavía. —Estaba peor en la mañana, se me ha ido pasando. El jugo de Anna ayudó un poco también, entre eso y una soda al menos sé que el estómago no se me va a volver al revés si como. La albina estiró la mano, acariciándole el tupido cabello negro. Estaba en eso cuando el chico que se había llevado a Anna a la enfermería apareció de nuevo y se sentó con ellos. Altan se incorporó al reconocerlo. —El placer es nuestro, Ishikawa-kun —respondió la muchacha—. Jezebel Vólkov, pero puedes decirme Jez sin problema. —Sonnen —añadió él. Se lo pensó un rato más antes de decir otra cosa—. Gracias por llevar a Anna a la enfermería. Si tuviera idea siquiera del pedido que Natsu le había hecho a Ishikawa, ¿habría sido hostil? Posiblemente. Pero no había nada cómo vivir en la ignorancia.
Emily Hodges Justo cuando terminé de decir aquello, noté la presencia de una nueva persona sentándose a mi lado y no pude evitar girar la cabeza con algo de brusquedad, sin saber quién podría ser. Me relajé, por suerte, cuando comprobé que se trataba del amigo de Anna. Por regla general, me hubiese sonrojado al verlo centrar su atención en mí, pero había algo en sus movimientos que no lograban ponerme nerviosa. No era como con Jezebel o Shiori, que me inspiraban confianza por ser claramente bondadosas, era... simplemente su aura era tranquilizadora. Imité sus acciones, pues, ladeando ligeramente la cabeza e inclinándola un poco a modo de saludo, con los ojos cerrados cuando se presentó de nuevo. —El placer es mío, Ishikawa-kun~ Volví a enfocar la vista hacia el frente y asentí con la cabeza un par de veces tras escuchar a Altan. >>Sí, sí, menos mal que estabas ahí con nosotros. Gracias~
Asintió cortés al escuchar sus nombres, lo cierto era que a su expresión no llegaba nada que no fuera calma y amabilidad. Vólkov, ¿eh? Bingo. De modo que el muchacho a su lado debía ser de quien Natsu le había advertido. "Gracias por llevar a Anna a la enfermería" Pestañeó, ligeramente sorprendido, y no tardó en recuperar la sonrisa. Anna también era nueva ahí, ¿no? Se preguntó cómo había hecho amigos tan cercanos, tan rápido. Curiosidad aparte, una calidez de lo más reconfortante le bañó el corazón y puede que eso sí haya alcanzado sus ojos color miel. Parecían buenas personas, quizá Sonnen le enviara señales dispares pero las chicas irradiaban amabilidad e inocencia. Definitivamente esa pequeña albina no era del tipo de Tsun-tsun. —Deben haberse llevado una buena sorpresa, yo me enteré de forma similar —confesó llevándose una mano al cabello, mientras soltaba una risa corta—. No es muy comunicativa con algunas cosas, así que les agradecería si le echan un ojo encima. Lleva poco tiempo con ese problema y aún no se acostumbra. Apoyó los codos en la mesa y se puso a juguetear, distraído, con las muñequeras que solía llevar en los brazos. El tono liviano y ligeramente distraído que usaba para hablar ocultaba a la perfección las intenciones que mantenía por debajo. —Como sea, me encontré a un viejo conocido en la enfermería así que todo ha sido bastante curioso. Ah, ¿son de tercero? —inquirió, mirando a Jez y Altan—. Puede que lo conozcan, ya que no va conmigo. ¿Natsu Gotho? Ya saben, el tipo alto y mala onda de los tatuajes. Mantuvo su atención sobre el par, sin perder la sonrisa, atento en especial a las reacciones de Jezebel.
¿Molestias? No habían sido molestias en lo absoluto. Después de todo, era su devoción ayudar a los demás. Amaba hacerlo. Como la figura protectora que resguardaba a todos bajo su ala. —Puedes tutearme, no hay ningún problema con eso—le respondió con suavidad. No eran necesarios tales formalismos. Sonrió de forma cálida y a pesar de que no podía verla y porque era más una costumbre que cualquier otra cosa, hizo una reverencia gentil—. Mi nombre es Suzumiya. Suzumiya Konoe. Es un placer Balaam-san. Se incorporó y en ese momento echó un vistazo breve a su alrededor. ¿Estaba sola? Era una chica nueva ¿cierto? Quizás... aún no hubiese hecho amigos o encontrado alguna figura con la que sentirse segura. Buscó a Altan y a Jezebel con la mirada y la idea apareció casi sin permiso en su cabeza. >>Balaam-san, quizás esto sea un poco osado y me disculpo si así es pero—se llevó un mechón tras la oreja, nuevamente en un ademán casi tímido. No pretendía importunarla, tal vez no estaba tan sola como parecía— ... ¿te gustaría almorzar con nosotros? Unos amigos y yo. La mesa está cerca.
¿Tutearla? Aunque quisiese hacerlo no podría, apenas y lograba hacerlo con Natsu cuando la hacía enojar -lo cual sucedía muy a menudo-, sin embargo le costaba en gran medida tomar confianza deliberadamente, antes se sentía avergonzada por no lograr hacer uso de los modismos japoneses, sin embargo se sentía gratamente incluida por la chica que sentía grácil, gentil y dulce como un pluma que se movía al son del viento, aceptando aquella invitación con un asentamiento de cabeza luego de beber el ácido cítrico que se deslizó por su garganta. Le venía tan bien para la sed que sentía anteriormente. —Suzumiya —le llamó con delicadeza. ¿Tenía el cabello largo o corto como el suyo? ¿De qué color serían sus ojos? ¿Era más alta o baja que ella? Oh, la curiosidad le picaba, aún así no se atrevía a pedir permiso para reconocerla con su tacto. No sería una mal educada, jamás. —Sería un placer —murmuró mostrándole sus blancos dientes en una sonrisa cálida—, te sigo —avisó. En caso de que la recién conocida no sujetara su mano; ella simplemente se dedicaría a seguirle los pasos de cerca, confiando en los sensores de sus muñecas.
La sonrisa volvió a dibujarse en sus labios cuando Violet aceptó. La llenó de un sentimiento sumamente cálido. No le había preguntado al resto pero dudaba que tuvieran inconvenientes en aceptarla. ¿Cómo tenerlos? Era tan cálida y linda. Y si alguien los tenía meramente por su condición, tendría que vérselas con ella. Respondería como solía hacerlo y sería una espada o un escudo según lo viese conveniente. Podía aceptar muchas cosas pero jamás las injusticias. Nunca. Había visto demasiadas. En ese momento se percató de algo al mirarla. Las vendas sobre los ojos de Balaam le lanzó la imagen de una diosa a la mente. Hades era Sonnen. Ella era Hestia. Cerbero era el guardián del Averno cuyas tres cabezas se correspondía con los tres miembros del trío del desastre. Alisha, Katrina y Joey. ¿Quién...? Temis. Hablando de justicia. —Por aquí—casi murmuró y volvió a tomar sus mano con la suyas guiándola como un lazarillo entre los alumnos congregados, entre el murmullo de la lluvia y las conversaciones diversas. Caminaba despacio, encarándola en todo momento procurando no tropezar ella misma—. Violet no es un nombre muy común en Japón. ¿Debo suponer que procedes de otro país? Balaam...—murmuró para sí misma, pensativa, buscando en la base de datos de su cerebro una concidencia. Era un personaje bíblico, profeta de Mesopotamia— ¿tal vez de Oriente Próximo? Probablemente no. Pero su curiosidad era inmensa. >>Yo soy de Uji, en la prefectura de Kioto—contó—. Es donde transcurre en parte un clásico de la literatura japonesa, Genji Monogatari. Es una ciudad preñada de historia y templos shinto.
Jez asintió con calma a las palabras de Kohaku sobre lo ocurrido con Anna, aún con cierta preocupación en los gestos. —No te preocupes —empezó e inclinó ligeramente la cabeza, sonriendo—. Quizás ahora Anna tenga más guardianes de la cuenta, ¿no? Lo había preguntado al aire realmente, pensando en Emily, Suzumiya, incluso la otra muchacha enérgica, Izumi. Era posible que no lo reconociera, pero ella había sido quien le dio el empujón a Anna para que regresara a ser quien era y al hacerlo, había conseguido un montón de amigos en un solo día. Gente que la iba a querer, que iba a cuidarla sin titubear siquiera, porque ella intentaba cuidarlos a ellos. Es más, seguro terminaba mal acostumbrándolos a sus atenciones, se lo veía venir. Altan, a su lado, soltó un suspiro parecido a un bufido. Anna lo había alcanzado, ¿no? Era demasiado obvio, también lo había alcanzado Suzumiya y ahora pobre de los idiotas que se atrevieran a tocarlas y pobres ellas mismas, que se iban a tener que aguantar sus regaños en algún momento. —¿Qué hace un chico con tus pintas juntándose con Gotho, Ishikawa? —Lo atajó Sonnen. No fue tosco, se limitó a dirigirse a él en ese tono monótono usual—. No es que tengas cara de pandillero específicamente. —¿El necio de la biblioteca? —preguntó Jez, soltando un suspiro. La ponía nerviosa de una forma distinta, ciertamente, además había sido claro con sus intenciones y ella no le interesaba nada de eso de parte de Natsu Gotho o de nadie por ahora—. Es demasiado insistente. Abrió la lata de soda que había comprado antes entrar a la biblioteca y le dio un trago. Tenía el ceño ligeramente fruncido.
Algo parecido a la ternura chispeó en sus ojos al oír a Jezebel y asintió, calmo. —Me tranquiliza saberlo. Puede que fuera esa la cuestión, más que un tema de alegría. Cuando empezó a frecuentar a Anna, quien parecía llevarse bastante bien con Rei, su primo le comentó a grandes rasgos cómo la había conocido y a Kohaku no le pasó inadvertida su preocupación. Tiempo más tarde, al preguntar al respecto, obtuvo un panorama mejor detallado. Había quedado sola de vuelta, y no solo eso, sino que se había convertido en carne de cañón ante las autoridades y el resto del alumnado. Puede que los muchachos se hubieran llevado la tajada más pequeña del pastel, pero Hiradaira había recibido una destruida, embarrada con veneno y escupitajos. No le sorprendía que se hubiera transferido. Tenía muchas ganas de juntarse con Rei y comentarle todo lo que había visto el día de hoy; estaba seguro que lo alegraría muchísimo. Su atención se distrajo de Sonnen momentáneamente cuando sintió un soplido repentino en su oreja. Dio un respingo, girándose, y se encontró con el rostro risueño de Anna. —Tu comida, Ishikawa, sándwich de pavo y pan de melón con agua mineral. Kohaku le sonrió, ya se conocía sus preferencias al dedillo. Siempre prestaba mucha atención a esos detalles, ¿no? Aunque en el grueso de la vida fuera tan despistada. Mientras Anna se acomodaba en su asiento y le agradecía por guardarlo, el muchacho se dispuso a responderle a Altan. —No me junto con ellos —resolvió, con la sonrisa usual—, sólo los veo de vez en cuando. Lo que más le importaba era, de todos modos, la reacción de Jezebel. La miró mientras hablaba y se hizo una idea bastante clara de la situación. Bueno, en definitiva era una apuesta... como todo lo que hacía. —¿Insistente? —Arqueó las cejas, sorprendido, y demostró cierta preocupación—. Ah, Tsun-tsun. No me digas que estuvo molestando a una chica otra vez, o tendré que hablar con él muy seriamente. —¿Con quién? —preguntó Anna, clavando la pajilla en su juguito de naranja. —Un muchacho de tercero. —Le picó la nariz entre dos dedos y la muchacha se zafó meneando la cabeza, a lo que Kohaku rió—. No lo conoces, enana. —¿Ah? —Anna arrugó el ceño y clavó su mirada rosada en Jez—. ¿Alguien te estuvo molestando? Ishikawa se mantuvo atento, a decir verdad, agradeciendo la intervención de Anna. Le estaba ayudando a conseguir la información que buscaba con toda la ingenuidad del mundo.
Se sintió observada, provocando que perfilara el rostro hacia la izquierda para evitar que ésta viese que se mordía el labio. Era un vicio ante el nerviosismo. Entonces, el tacto cálido le hizo retornar su semblante de frente, con parsimonia. <<Por aquí>> Se dejó llevar hasta la mesa, escuchándola atentamente al no querer perderse una sola palabra de parte de Konoe, pues sentía que aquel contacto podría repetirse, y quizá en un futuro lejano podía tomarse el atrevimiento de preguntarle si le interesaba forjar un lazo de amistad, transparente, con valores y cariño. Sacudió su cabeza al dejarse llevar por sus fantasías deliberadas. —Oh, mi apellido —respondió procurando no apretar con sus dedos la mano ajena. No deseaba ejercer algún contacto que resultara desagradable para la otra persona—. Mi padre es Francés, mi madre Rusa —comunicó entusiasmada—. Cuando era niña, papá me solía decir que nuestros ante pasados se dedicaban al cuidado de las cosechas... aunque, también me mencionó el hecho de que el apellido nació de las ansias de morir —se tensó un poco—, ciertamente creo que viene de las cosechas—, soltó una risa tímida, escuchándola hablar luego sobre sus raíces, interesándose sumamente. Violet gustaba de la lectura, sin embargo habían muchísimos libros que no estaban adaptados a sus necesidades, y en el tiempo que podía ver, no los apreció lo suficiente. —¿Genji Monogatari? —susurró para sí misma, interesada—, ¿te gusta la historia, Konoe? —cuestionó sutilmente, como si se le iluminase el rostro. Pero, la manija de su mano libre vibró. Estaban frente aquella mesa al cesar el caminar, permitiendo que sus tímpanos se llenasen de distintas voces. En ese momento, sus dedos se cerraron entorno a la delicada mano de Suzumiya, tal cual como solía refugiarse en la chaqueta de Gotho.
Apoyó el codo en la mesa, para poder apoyar el rostro en su mano. Si en algún momento hubo algo de suavidad en sus gestos, definitivamente ya no era el caso, había regresado a ser el cara de culo de siempre. No porque quisiera hacerle mala cara al chico en realidad, parecía de hecho ser su expresión por defecto. ¿Que solo los veía de vez en cuando? Pues vaya elecciones para la gente que veía, aunque él no podía hablar realmente, si ubicaba a Gotho era por obvias razones. No era ningún santo tampoco, vaya. —Gotho siempre ha sido bueno para tocarle las pelotas a la gente de por sí —respondió mientras con la mano libre destapaba el almuerzo que le había extendido Jez—. No debería quejarme demasiado, no es que sea diferente. —Ya, pero tú no vas detrás de chicas que te dijeron directamente que no querían nada contigo. —Se quejó la albina, cruzando los brazos bajo el pecho. Clavó sus ojos dorados en Anna cuando preguntó por la situación y le sonrió—. No te preocupes, cariño. Al parecer no es más que la quinta pata del gato, por lo que dice Ishikawa-kun. Debería calmarse después de un rato, ¿no? Cariño. Ni pareció consciente de la forma en que se había dirigido a Anna, como era usual, le salía tan natural como respirar. —No sabría decirte, Jez —respondió Sonnen, llevándose el primer bocado a la boca—, pero más que un sermón de Ishikawa se puede llevar unas hostias. Contenido oculto hold my gay Jez for a sec
Su tacto era suave y poco firme como si temiese incomodarla si apretada de más sus manos. Konoe pretendía transmitirle algo de confianza, hacerle ver que todo estaba bien... pero esa inseguridad seguía estando presente. La escuchó con atención. Sobre los orígenes de su apellido y la procedencia de sus padres. Francia. Ah, Europa. Secundó la ligera risa de Violet cuando finalizó su explicación buscando resolver los nervios y la tensión que habían generado aquel dato. "Ansias de morir". Si no recordaba mal, Balaam tenía también un significado bastante oscuro y ocultista. Un demonio mayor, rey de las cuarenta legiones de demonios. Cabeceó apartando aquella idea de su mente de la misma forma que apareció. De ninguna manera podía imponer esa imagen en la criatura angelical, tan frágil, que estaba sosteniendo. Con suavidad afianzó el agarre a las gentiles manos de Violet. —Me encanta—susurró en respuesta. Amaba la historia, la literatura, el ikebana. Cualquier arte que ahondara y enalteciera las más bellas y puras cualidades del ser humano—. Creo que saber de dónde venimos es indispensable para conocer hacia donde vamos. Genji Monogatari es, de hecho, la obra escrita más antigua de la que se tienen datos ¿no es maravilloso? Tenía un montón de datos irreverentes almacenados. >>Mis padres regentaban un ryokan en Uji. Es como... ¿una posada?—trató de explicarse temiendo que al igual que había ocurrido con Alisha al inicio, no estuviera familiarizada con los términos. La sonrisa se coló en su voz. Estaba francamente orgullosa de sus raíces—. Si quieres vivir realmente el Japón más puro y endémico, ciertamente debes alojarte en un ryokan. En ese momento se detuvo percatándose de que habían alcanzado la mesa. La conversación leve y distendida y la presencia de Violet habían hecho el paseo breve y ameno y apenas sí había logrado darse cuenta de que habían llegado antes de lo previsto. El tiempo vuela cuando te diviertes ¿no? —Balaam-san, aquí estamos—informó y soltó con delicadeza las manos de Violet—. Tranquila, son buenas personas. ¿Quieres intentar presentarte o prefieres que lo haga yo?
—¿Ah? —Su mirada se entornó ligeramente al regresar hacia Sonnen tras oírlo—. ¿Acaso conoces a Natsu, Sonnen-kun? Vaya, eso era una sorpresa. Aunque... en vistas de la situación, puede que cooperaran más de lo que había anticipado. Jezebel era clara como el agua y las sospechas de Kohaku no hicieron más que confirmarse. ¿Para qué quería Natsu el teléfono de una chica que no estaba interesada en él? La información personal era algo que a veces respetaba y, esta vez, era uno de esos casos. —Que no me preocupe —murmuró Anna, algo más calmada tras el arrebato inicial, aunque seguía frunciendo el ceño y ahora había inflado los cachetes como un crío—. ¡Bueno, pero si te sigue molestando me avisas, eh! Sé kickboxing. Se le notaba en la cara que iba bastante en serio y Kohaku soltó una risa fresca al verla, acariciándole apenas el cabello para que se calmara un poco. Era adorable. —Bueno, entonces tengo que pedirles un favor —dijo, y le extendió su móvil a Sonnen—. Anótame tu número aquí, por favor, y si recibes algún mensaje extraño sólo dile que deje de molestar. Su sonrisa adquirió cierta nota de picardía, aunque todo él irradiara inocencia, y ladeó la cabeza al cerrar los ojos. —Pero que quede entre nosotros, ¿sí~?
Asintió con el propósito de presentarse con una sonrisa, hasta que escuchó el nombre de Natsu en la conversación, tensándose y desvaneciéndose de apoco la curvatura gentil que habían adquirido sus labios. Quizá era otro chico que compartía su nombre en el instituto, al menos trató de creerlo hasta que rellenaron con su apellido. ¿Molestar a una chica? Pff, el jamás haría eso. Frunció el ceño sin siquiera darse cuenta en dirección de la voz de Altan que hablaba como si lo conociese. ¿Qué podía saber él que ella no? Absolutamente nada, porque nadie conocía a Natsu Gotho más que ella, y vaya que podía sacar las uñas sin importarle su condición, sin embargo permaneció en silencio, retumbándole la cabeza sobre las hostias que podía llevarse. Cretino. Se mordió la lengua ante el insulto que su mente había soltado sin regulación alguna. Idiota. Natsu le partiría la cara. No, no, la violencia no era buena. Inhaló al apretar los puños, clavándose las uñas sobre su propia piel, soltando el aire retenido por la boca sutilmente, tratando de relajarse y pasar inadvertida, volviendo su atención a Konoe para después elevar un poco la voz. —Buenos días —saludó despacio, con cuidado de no dejar que el ofuscamiento se notara en su voz—. Espero mi presencia no moleste su hora de descanso —tragó grueso, esperando que Konoe no se apartara de su lado.