Si notaba o no mi cambio de comportamiento daba igual, después de todo era lo que solía hacer, ¿no? Me acompasaba a los demás, imitaba sus pulsaciones y ajustaba toda mi personalidad a eso sin dificultad. Así era como me relacionaba con los otros, por eso podía hablar con cualquiera y a la vez pasarme los recesos sola. La máscara que había levantado del pavimento ensangrentado me lo permitía. —Mi padre de vez en cuando, si no está muy cansado —respondí con sencillez, balanceando la pierna que había cruzado. Suponía que le pesaba verme encargándome de eso todo el tiempo, ni idea, tampoco importaba mucho. Agradecía cuando de repente se levantaba para prepararme el desayuno, así fuese una taza de arroz con un huevo, pero lo cierto era que no se trataba de algo que esperara. Estaba acostumbrada a hacer las cosas por mi cuenta, todas. Le di otro sorbo al jugo, lo dejé seguir comiendo y cuando me regresó los palillos los tomé, aunque me permití una sonrisa un poco difícil de leer. Ni siquiera yo supe si solo era de cortesía, si algo de suficiencia se había colado en ella o incluso de burla al recordar que Craig había mencionado lo quisquilloso que era. De la manera que fuese, comí algo de pollo, algunas verduras y noté que rechazaba una llamada. —Puedes contestar si quieres —dije luego de comer un poco más—, digo, puedes levantarte a contestar, no que vayas a tener la conversación aquí. Sería medio raro.
Era notable que estaba con una muchachita autosuficiente, fuese por el motivo que fuese, me hacía entender que sino lo hacía ella la probabilidad de que su papá la hiciera era muy baja, y no mencionó a su madre por lo que, o no la tenía o su progenitora simplemente no se metía a la cocina. Pero bueno, cada familia tenía su propia dinámica y yo no era nadie para pensar el cómo debía funcionar, mucho menos tomando la mía de referencia. Cuando le regresé los palillos noté la sonrisa, y no supe que intención darle. No hice reflejo de ello, ni reaccioné como tal, solo la dejé ser esperando y no se estuviera divirtiendo a mi costa. Me dijo que podría contestar, pero no ahí porque sería raro. ¿Qué tenía de raro contestar una llamada al lado de otra persona? Tampoco es que me fuese a quedar todo el receso en la llamada, pero los Japoneses y sus cosas. Aún así me quedé con la mitad de la sugerencia al volver a ingresar la video llamada, contestándola. Sujeté el móvil entonces y vi a mi hermana del otro lado, estaba en lo que parecía un salón de clase de la universidad, bebiendo un jugo de cereza, me sonrió del otro lado y me saludó casi con mimo. >>Casi que no contestas, hermanito. ¿Ya almorzaste? ¿O te hiciste el orgulloso? A ver —contrajo el ceño como si tratara de ubicar algo—. ¿Con quién estás? Supuse que trató de ver si se trataba de Craig, pero el cuerpo a mi lado era notablemente más pequeño que el de Suiren, además que la cascada negra corría sobre su blusa escolar así que era facilmente descartable. Moví el móvil en dirección de Shiori y ya luego lo regresé a mí. >>¿Quién es? Deja que salude, grosero —una sonrisa con tinte de burla se me dibujó ligeramente en la cara. Mi hermana, a diferencia de mi persona, solía ser muy caprichosa. Regresé el móvil a Kurosawa—. Hola, ¿cómo te llamas? ¿Y qué haces almorzando con un perdedor como mi hermano? Ay, no me digas que le estás compartiendo de tu almuerzo, él es un berrinchudo, nunca le gusta nada, una vez una amiga de la escuela le compartió un sandwich, dió un mordisco y se lo pasó a Craig, diciendo que estaba horrible, la hizo llorar. Torcí los ojos de tanto en tanto. —La vas a agobiar, Alika. Contenido oculto Para que Shio y tú se hagan imagen mental de Alika Paimon, hermana mayor de Orn <3 Tienelosojistosnegros
Le dije lo de que contestara allí era raro porque era consciente de que a ciertas personas no les gustaba hablar por teléfono frente a otras, fuese por incomodidad personal o cortesía, daba un poco lo mismo. Igual fue una cosa más de "haz lo que te plazca" que nada y lo cierto era que, en lo que llevaba de hablar con él, este muchacho no parecía complicarse mucho por ciertas nociones sociales. El caso fue que cuando volvieron a llamarlo atendió a la llamada, la que llamaba era su hermana y al escucharla hablarle me congelé un ínfimo segundo. Estaba estirando los palillos para tomar un trocito de pollo, pero continué el movimiento casi de inmediato y comí sin más. Tampoco supe muy bien a qué sentimiento respondió esa suerte de atasco, preferí ignorarlo, así que para cuando la chica estaba preguntando que con quién estaba yo ya había terminado de masticar. Giró el teléfono en mi dirección, pero ni siquiera dejó espacio para nada y al final fue ella la que le exigió que dejara que saludara, así que cuando volvió a girar el aparato ya me había dado tiempo de colocarme una sonrisa de las de toda la vida en la cara. Dejé los palillos sobre el bento y alcé la mano para saludarla con un movimiento breve. Soltó un montón de cosas en cosa de un minuto, que qué hacía almorzando con un perdedor como su hermano, lo de que era un berrinchudo y que había hecho llorar a una chica porque no le había gustado lo que le regaló para comer. El montón de información me arrancó una risa fresca y me encogí de hombros como primera respuesta, ignorando el comentario del moreno de que iba a agobiarme. —Kurosawa Shiori, es un gusto. —Me presenté cuando me dejó un espacio para hacerlo y atendí al resto de cosas—. Parece que de una u otra forma siempre termino topando con él desde hace unos días. Después de lo de su almuerzo le dije que podía compartirle del mío, ya había comido de algo que dejé en la casa de Craig-senpai cuando acompañé a un amigo. Podría decirse que ya tuvo su oportunidad para romperme el corazón diciendo que mi comida está horrible.
Kurosawa la saludó con la cortesía que parecía tener impregnada de fábrica, sonriéndole en lo que mi hermana parecía una metralleta humana hablando sin parar, contando situaciones que no le correspondían como era costumbre y llevándome en medio de ello. En resumen, estaba acostumbrado, por lo que me digné a tomar otro sorbo del café en lo que recordaba el sandwich mencionado, la verdad si estaba bastante mediocre por lo que lo dije sin pensarlo a grandes rasgos en su momento. Shiori se rió; no solo había escuchado su risa sino que la había denotado por el rabillo del ojo, dándome la impresión de que había sido genuina. Se presentó y continuó la charla con mi hermana mayor, entre tanto Alika tomó del pitillo de la bebida y recostó el mentón sobre el recipiente que parecía de plástico, sonriéndole con animosidad a Kurosawa del otro lado de la pantalla, se veía entretenida. >>Alika Paimon, un gusto Shiori Kurosawa —pareció debatirse si decir el primero o el segundo, porque bueno, ella era más consciente de la cultura de acá al acompañar en algunos veranos a nuestro padre por Japón, aunque había decidido por estudiar la universidad en Rusia—. ¿Ah sí?~ Orni, ¿ya habías probado su comida y no dijiste nada malo? Eso es algo verdaderamente raro de su parte —se rió entre dientes, divertida—. ¿Y estuviste presente en el despiste de nuestro padre? Pai odia cuando papá hace eso a medias, bueno, él realmente detesta lo que considera mediocridad, es algo orgulloso, caprichoso, altivo y egoísta aquí entre nosotras. —Exageras. Pasó de mí aunque le hizo un gesto a Kurosawa con la mano, similar a Craig en la piscina para dar a entender que no estaba exagerando. >>¿Y qué edad tienes? ¿Van a la misma clase? Tienes unos ojos muy bonitos, ¿ya te lo habían dicho? Son muy naranjas —pareció pansar algo que a la final se dignó a preguntar—: ¿Y tienes novio, Kuro-chan? Sujeté los palillos al saber que mientras no le colgara no dejaría comer a la pobre en paz, por lo que prefería llevar otro pedazo de pollo a mi boca, y luego de tragar murmuré con tinte claro de reclamo. —¿Me estás buscando una cita acaso? >>No, solo estoy charlando con ella.
En lo que a mí me concernía todos los hermanos soltábamos un poco la lengua cuando no nos lo pedían, Kaoru había llegado a llamarme un poco la atención por eso en determinados momentos, pero nunca había sido un gran drama. De lo que Alika decía todo parecía corresponder con lo que había dicho Craig, así que nadie le estaba ayudando mucho a la imagen de este chico; todo apuntaba a que, por lo menos, se mostraba altivo sin siquiera procesarlo. Amplié un poco la sonrisa cuando ella se presentó como Alika, atendí al resto de sus palabras y asentí con la cabeza a lo de que si había estado en el despiste del padre. Lo de que él odiaba lo que consideraba como mediocridad me arrancó una risa floja, cosa de nada, y observé al muchacho con el rabillo del ojo un momento, entretenida con el montón de información que me estaba soltando su hermana por la cara. El otro se defendió diciendo que exageraba, pero ella hizo más o menos el mismo gesto que había hecho Craig y supe que ninguno exageraba realmente. Iba a decirle justamente eso, que dudaba que alguno hubiese exagerado, cuando la chica me bombardeó de nuevas cuentas, preguntó por mi edad, si iba a su clase, halagó mis ojos y soltó la duda existencial. El gemelo de Zoldryck había preguntado exactamente la misma cosa hace días, también en presencia del otro, y me pregunté hasta dónde no era lo único que sabían preguntar. Algo parecido a la molestia me corrió por el cuerpo, pero no lo demostré y me enfoqué en contestar las preguntas. Paimon había seguido comiendo en vista de que yo no lo haría. —Hago diecisiete a finales de julio. Estoy en segundo —contesté con la educación de siempre, no dije nada a lo de mis ojos pero hice una inclinación de cabeza a modo de agradecimiento y atendí a lo demás. ¿Qué si pensé en Zoldryck? Quizás, pero eso no tenía nombre de nada y dudaba que lo tuviese—. No tengo novio, no. Paimon preguntó si le estaba consiguiendo una cita, ella se defendió diciendo que solo charlaba y a mí la suerte de molestia, incomodidad, vete a saber qué me creció un poco más en el cuerpo. Quizás lo suficiente para ponerme a tensar hilos de la manera en que me diese la gana. —No parece interesado de todas formas —solté como si nada, manteniendo la sonrisa—, en citas quiero decir. Contenido oculto 5mentarios
Era risorio, el que Shiori conociera ya la mitad de mi familia en menos de una semana de lo que llevaba aquí, porque bueno, era una familia pequeña en realidad. Seguí comiendo de tanto en tanto. Mi hermanita podía pecar de metida, por lo que no hice mayor esfuerzo en detenerla al mirar mi reloj de mano. Conocía su horario porque involuntariamente lo memoricé al saber las horas en que solía llamar a papá, y sabía que sus clases apenas estaban por iniciar siendo aún de madrugada por allá. Que ahora que lo pensaba la pobre le tocaban clases bastante temprano. Ya sabía que el gemelo de la piscina no era su novio, pero era más que obvio que estaban enredados de una u otra forma. Dejé los palitos sobre el bento, no iba a ser tan grosero como para comerme todo su almuerzo. Cuestioné entonces lo de la cita, mi hermana no demoró en dar respuesta y luego Kurosawa dejó entrever algo similar a la molestia. Mi hermana se rió suave del otro lado de la pantalla, alguien pareció hablarle por lo que supuse y ya estaban llegando sus compañeros de clase. >>Eso es una lástima —bebió un sorbo del jugo que tenía entre manos y luego murmuró hacia el micrófono—, Kuro-chan, empiezo clases. Fue un gusto conocerte —le sonrió con mimo—. Me cuidas a mi hermani- Me incliné ligeramente hacia Kurosawa, estirando la derecha para presionar la parte táctil de colgar la video llamada, sujetando ya mi móvil como tal. —Depende lo que evalúes como interés —murmuré pasando de lo de las citas y centrando mi comentario en el inicial de ella, bloqueando el aparato y haciéndome de nuevo con la soda, para tomar el último sorbo.
No me había detenido a pensar en el hecho de que conocía a la familia de este muchacho más de lo que conocía a la de otras personas con las que había sido cercana por más tiempo, porque en buena parte me importaba bastante poco. Solo había sucedido y ya, el porqué era insignificante y no parecía implicar la gran cosa, como no lo implicaba nada más. De la misma manera, me importaba poco el hecho de que se notara que había algo sucediendo conmigo y Zoldryck por lo mismo de que no tenía un nombre ni parecía ir a tenerlo en el futuro próximo. Esa clase de ambigüedad era la que me permitía seguir haciendo el imbécil, como siempre, y la que me dio la libertad de soltar la estupidez de que Paimon no parecía interesado en mí, escudándome con que no parecía interesado en citas en general. En cualquier caso, Alika pronto tuvo que despedirse y su hermano cortó la llamada antes de que pudiese terminar la frase en que me encomendaba cuidarlo, aunque era por demás obvio el pedido. Me permití una risa baja en consecuencia, volvió a tomar los palillos y tomé algunas verduras luego de regresarle su teléfono sin ningún problema. Su respuesta me pescó un poco en frío, pero terminé de masticar y contuve una risa antes de posar la vista en él. Bueno, ¿pero a qué venía esa aclaración absolutamente innecesaria? Literalmente nunca reaccionaba a nada y ahora venía a reaccionar a esto, nadie me podía culpar por asumir que todo le interesaba entre poco y nada. Mastiqué con calma, casi con desinterés, y dejé los palillos en el bento de nuevo. Aproveché para beber algo de jugo, seguí subida en el tren de "tengo más tiempo que vida" y al regresar la caja a la mesa volví a descansar el rostro en mi mano luego de anclar el codo allí. —No tengo criterios de evaluación formales con personas como tú. Demuestran muy poco para crear juicios de valor —admití sin detenerme en sutilezas—, no me agrada mucho esta noción de asumir cosas de los otros. Deja demasiado espacio al error como para resultarme agradable. Contenido oculto vengo en tamaño de bolsillo y tengo tres cervezas en sangre, así que me disculpo
No era de demostrar mayor cosa; mi sentido de movilidad no era más que el existir, aunque a rasgos amplios, o en palabras de Craig podría determinarse como difícil de leer, aunque igual el albino no pintaba nada, porque ese era otro igual que para pillarle las intenciones había que interactuar a fondo con él, definir la estructura y con base a eso saber que había cierto rango de probabilidad con respuestas, acciones o intenciones, pero en definitiva aquello no era de mi partícular interés. A diferencia de lo que había dejado ver el gemelo. Pecaba de sincero posiblemente, y sino lo hacía con la boca su cuerpo simplemente reaccionaba sonrojándose tan solo porque Shiori le ponía los ojos encima. De igual forma, aquella relación sin título me tenía sin cuidado, si debía ser honesto. La cosa fue que ella mencionó lo de criterios, juicios, y margen de error. Me sonreí ligeramente con algo de arrogancia, porque con aquello me hacía la ídea de que evaluaba la situación lo suficiente para sentir que tenía algún tipo de control, y bueno, conmigo las cosas no funcionaban así. Por fuera de lo acádemico, o la culinaria, el control me causaba repelús. —Personas —paladeé, apegándome a su palabra para reciclarla—. ¿Acaso has tratado con muchos como yo? O eso era lo que daba a entender con su discurso, por lo que le seguí el hilo sin intenciones en específico.
En mi defensa no esperaba que medio mundo reaccionara de la manera en que lo hacía Zoldryck, porque de hecho era raro en sí que las personas reaccionaran de maneras tan evidentes. Por lo general acostumbraba más a notar la resistencia, la negación o la indiferencia, como señales contradictorias de una misma cosa, pero con Paimon era solo la última. Parecía que no le interesaba nada en lo absoluto y ya. La respuesta que le di dejó bastante en claro que hablaba de cierto... control en el espacio, al menos cierta noción del mismo, y su sonrisa fue arrogante algo que no acabó de molestarme. Seguí balanceando la pierna suavemente, algo de la arrogancia de su sonrisa alcanzó la mía y su pregunta acabó por sacarme una risa floja, casi igual de arrogante. —Uno —dije como si nada, pues porque daba un poco lo mismo—. Difícil de leer y de controlar, también más agresivo en comparación, al menos de lo que puedo ver por ahora. Aunque incluso en esas condiciones se puede lograr algo.
Kurosawa mencionó que había tratado con uno que se movía en la misma línea de indiferencia, lo que en realidad no me inmutó, llevábamos muy poco interactuando como para darse la atribución, pero si en realidad el chico al que se refería se parecía en la estructura que manejaba no dejaba de tener su gracia, la cuestión era... ¿Lo atípico en esta caso vendría siendo el gemelo? Porque en mi opinión, si fuese una chica, preferiría a un tipo detallista, amable, y noble, en vez de un sardónico desinteresado, eso lo había notado con el novio de mi hermana, la importancia que tenía para ella sentirse perteneciente al corazón de un hombre, pero conmigo no se podría esperar eso, porque aún no me interesaba sentir control de ningún tipo, ni cuerdas ni hilos. Entorné ligeramente la mirada al sentir que la conversación se ponía tenuemente interesante. —¿Algo cómo qué? —imité la posición de su brazo y anclé el mentón en la palma abierta. Por la forma de la mesa podríamos estar más distanciados, sin embargo, el compartir del almuerzo y la llamada de mi hermana nos habían dejado cierta cercanía, más de la que me hubiese permitido en un principio, sintiendo el movimiento de su pierna bajo la superficie.
Contenido oculto: Vira me musicaliza la vida de Shio bye Su línea de pensamiento no estaba errada en lo absoluto así no lo supiera, Zoldryck era la anomalía, el ruido y el error. Junto a la máscara ensangrentada que había levantado, la silueta del nogitsune, había adquirido para bien o para mal las mismas costumbres de Kao o quizás las había tenido toda la vida. Podían definirme casi sin espacio a dudas de la misma manera, como una amante de rechazados, los que se percibían como tales y los que no. Las bestias tenían cierto encanto, pero también lo tenían quienes no ponían resistencia. Era una dicotomía con la que debería vivir de ahora en más por la presencia de Zoldryck, quisiera o no, pero eso no anulaba mis antiguas costumbres o tendencias. Tenía poco sentido de la preservación en determinados momentos, justo por eso ciertas cosas habían estallado a mi alrededor, como minas plantadas en terreno de guerra. Había sido un desliz de mi parte, uno inmenso. Ya se lo había dicho a Ootori, ¿no? Aquella tarde en medio del colapso, el hecho de que envidiaba lo que fuese que tuvieran Altan y Hiradaira no porque tuviese celos de ella o me importara él, era solo la noción de que hubiese alguien dispuesto a entregarme el corazón de esa manera. Sonnen no me había querido y yo no lo había querido a él, pero lo demás... lo que vino después y lo que reventó. Habría podido tener mi pequeño cuento de hadas, pero había elegido mal. ¿Ahora aspiraba a eso? En lo absoluto, por eso iba provocaba a Zoldryck y volvía como si nada, ni siquiera lo buscaba en la escuela ni me molestaba en si habría alguien que se pudiese sentir mal por el numerito que podía o no montar en cualquier momento. Dentro del control que establecía existía un caos inminente, la libertad de hacer lo que me diese la gana en los términos que se me antojara. Era irresponsable y volátil, así lo dejaba en claro mi círculo de fuego. Reflejó mi postura, notarlo me hizo soltar una risa por la nariz y su pregunta me hizo gracia. Estábamos más cerca de lo que habría aspirado en una primera aproximación, pero así lo había dispuesto el almuerzo compartido y la llamada de Alika, que al final había sido el golpe en la pata coja de la mesa que hizo que todo se fuese al suelo. —Ah, vaya, ¿ahora te interesa? —apañé tan bajo como me lo permitió el ruido ambiental y sostuve su mirada—. Todo lo que pueda conseguirse de una persona. ¿Compañía? ¿Favores? ¿Unos besos? ¿Un polvo? No sé, el límite depende de ambas partes. Despegué el rostro de mi mano, relajé la postura y al hacerlo me incliné apenas un poco hacia su espacio antes de volver al mío, descansando el peso en el respaldo de la silla. La cosa pudo pecar de involuntaria, pero yo tenía claro que de accidental no había tenido un pelo. —Cuando se entiende que no hay que controlar a los rebeldes ni a los indiferentes es posible llegar a acuerdos con ellos —continué con el mismo aire desinteresado de antes, pero la arrogancia no desaparecía del todo—. Acuerdos que no signifiquen atar a nadie, por supuesto. Contenido oculto en cualidad de tocho me salió el post (? edit: mentira porque no me dio monedas >:(
Lo cierto era que hasta el momento no me movía por el prototipo de interés en compartir una vida sentimental, así fuesen días, meses o años no me interesaba en lo más minímo, y por mi personalidad desapegada era fácil de identificar, por lo que imaginaba que Kurosawa lo supiese de lleno. El hastío hacia el compromiso no traía más que desastre para la persona que se involucraba con ideas equivocadas, aún así, tampoco me interesaba comerme media escuela, digamos que en esta ocasión lo que me representó un minímo interés había sido el verla en casa de Craig, luego manteniendo esa energia en los casilleros, cambiando en la piscina con el otro, y por último, la cara que creía real, la analitica con interés de control, que decía las cosas y ya sin importar como sonaran. Me había gustado ese detalle. Era como tratar con dos personas diferentes, que modulaban dependiendo con quién estuviesen, porque seguramente, si el gemelo anduviese cerca la dulzura surcaría la tonalidad de su voz. Ah, vaya, ¿ahora te interesa? Quizás. El movimiento de los estudiantes en la cafetería se había reducido, las filas habían mermado por lo que varios grupitos se terminaron dispersando por fuera, aún así continuaba algo de ruído al rededor pero no era molesto, al menos no cuando mi concentración estaba focalizada. No dije nada en lo que ella continuaba con un listado específico de lo que podría conseguirse con las personas; dos calificaban de soso, y los otros dos rayaban en lo carnal. Pecó de sincera y luego se dejó caer un poco hacia mí, apenas y moví contra la piel de mi mejilla la yema de mis dedos. Acentué la sonrisa arrogante con lo último dicho. Ella ya se había echado sobre el respaldar en lo que despegué el mentón de la palma de mi mano, apoyé el antebrazo en la superficie. —Luego no te vayas a arrepentir de con quién te metes —murmuré en sentido de advertencia, estirando apenas la mano para desajustar el lazo bordeaux rojo de su uniforme, apartando luego el tacto al dejarlo desordenado, con la vista en sus ojos, dejándole de nuevo su espacio al regresar al mío—. Porque no seré bueno para una niña como tú, Shiori. ¿Iba de buen tipo al mostrarle las cartas abiertas? No en realidad, tan solo no quería luego lidear con preguntas que carecían de respuestas emocionales por mi parte, así que probablemente sería la primera y última vez que se lo diría directamente, sin andar con juegos o rodeos.
No había que ser ningún genio de la NASA para asumir que el interés de Paimon en mierdas serias estaba en números negativos, incluso si pecaba de prejuiciosa lo cierto era que su personalidad desentendida no parecía dar espacio a nada de eso. Tampoco podía construir ideas demasiado sólidas, tenía poca información con la que trabajar, pero era mejor que nada. Además, un poco por el orden de los acontecimientos él comenzaba a descubrir lo versátil de mi carácter por decirlo de alguna manera. Podía replicar las melodías ajenas para reflejarlas con una facilidad estúpida, ni siquiera podía compararse con la capacidad de hablar de los loros, era algo más conciso, más inteligente y premeditado a pesar de lo instintivo que me resultaba. Era una forma de supervivencia, claro, pero la había especializado por cuatro años. La calidez era inherente a mi personalidad, eso lo reconocía, pero había mutado hasta dar nacimiento a un ente diferente, controlador y violento. El incidente de Hiroki lo había dejado claro como el agua, hasta dónde podía arrojar mis hilos y en lo que podía convertirme si alguien anulaba esos puntos de control, aunque claro que allí habían demasiados afectos de por medio. Estaba destinado a la muerte. Como todo lo que se acercaba a mí. Había notado que algo del movimiento en la cafetería se había reducido, aunque me importaba más bien poco, y cuando regresé la espalda a la silla noté que la arrogancia en sus gestos se había acentuado. Me hizo su debida cuota de gracia, me tragué una risa y crucé los brazos bajo el pecho. Su mano navegó el espacio, desajustó el lazo de mi uniforme y retrocedió luego de haber hecho su pequeño espectáculo, advertencia incluida. No puedo prometerte príncipes azules, había dicho Ootori. —¿Te parece que busco príncipes azules acaso? —apañé en el mismo tono bajo y esta vez fui yo la que estiró la mano hacia él. Mis dedos rodearon la corbata del uniforme, pulcramente anudada, y colé los dedos con suavidad para aflojar el nudo apenas un centímetro—. Es terriblemente aburrido. Dejé ir su corbata despacio, estiré la sonrisa y sostuve su mirada sin ninguna clase de dificultad. Todo el asunto rozaba el suicidio por honestidad, pero no eran cosas lo suficientemente profundas para que llegaran a preocuparme. Era, si acaso, una aproximación más directa a lo mismo de siempre.
Lo pensado, la niña no se echó para atrás, nisiquiera trastabillo en sus decisiones próximas a tomar o mostró índice de duda, podría parecer que hasta estaba a la espera de algún interruptor para dar con un juego poco conveniente, y a la final lo había encontrado. Al dejar el lazo carmín suelto de su uniforme fue notable el inicio de sus clavículas, aún así fue solo por la visualización panóramica que lo noté, dejándola quieta en lo que ella se quedó un rato con las manos bajo el pecho, no podía negar que esperé algún mohín, algún tinte rosado en sus pómulos o cualquier índicio de vergüenza, pero por el contrario pareció bastante tranquila. —Tienes pinta de esperar alguno con esa descripción —respondí sin complicaciones, y aunque no había apartado mis ojos de los suyos fui consciente de que acercaba su tacto en mi dirección, adueñándose de la corbada y desanudándola con ligereza, sin desordenarla ni arrugarla, había sido un gesto grácil acompañados de su comentario. Solté el aire por la nariz con un deje de burla. Ella había tirado un anzuelo, eso no había que negarlo, yo había picado por su comentario de no parecer interesado, y simplemente la cuestión fue creciendo, interpuse los límites y lancé la advertencia, no demoró en ceñirse a lo impuesto. Estiré la mano entonces a su bebida de frutas, destapándola para beber un sorbo de ésta y luego dejarla frente a ella, nuevamente sellada. Repasé los ventanales por unos instantes sin interés real. —¿Y qué me pedirás a mí, Kurosawa? —regresé la vista a ella, llamándola por su apellido por primera vez, sin pelos en la lengua al retomar su lista—. ¿Favores, abrazos, besos o un polvo?
En mi defensa, prácticamente debió esperar mi falta de reacción, se había comido el numerito en la piscina y me había visto, aunque a la carrera, en casa de Craig. La vergüenza no era algo que sintiera con frecuencia, para nada, me la pasaba haciendo y deshaciendo alrededor de las personas. No tenía tiempo para distraerme con algo tan poco útil como la posibilidad de avergonzarme, ese trabajo se lo dejaba a Zoldryck. ¿Qué tenía pinta de esperar a uno con esa descripción? La respuesta consiguió sacarme la risa que me había tragado antes, fue ligera y sostuve su mirada como si nada. Ajusté apenas las posición de las piernas, todavía cruzadas bajo la mesa, y el movimiento corrió un poco la tela exponiendo algo más del muslo. —Voy a tomarme eso como un halago. Si tengo cara de buscar príncipes es porque debo tener pintas de princesa. ¿Así nada más? Así nada más. Ya de por sí había lanzado una cuerda, él le hizo el suficiente caso y ahora estábamos aquí. Podía pecar de egocéntrica, pero no dudaba de mis capacidades y cuando dudaba entonces le ponía fin a todo, lo cortaba antes de que se desmoronara. Mi retirada del club de cocina era un ejemplo, aunque extraño, de esa misma lógica; me había retirado al ser consciente de que no podía continuar. Era importante retirarse con honor después de todo, algo que los malditos Lobos no me habían permitido. Parpadeé despacio al escuchar que me llamaba por mi apellido de repente, siendo que desde el inicio se había decantado por mi nombre, además de que había tomado de mi jugo tan pancho. Para ser tan quisquilloso estaba compartiendo demasiadas cosas en un espacio cortísimo de tiempo, supuse que era una señal como tal. Suspiré con el desinterés impostado del inicio, tomé el jugo para beber un poco más y al terminar lo devolví a la mesa, todavía sin dignarme a responder su pregunta. Unos segundos más tarde volví a estirar la mano para tomar su corbata, deslicé el nudo apenas unos milímetros más de su lugar y en vez de dejarlo quieto como antes me incliné en su espacio de nuevo, sin retroceder. —¿La última no es como difícil de separar de la que está antes? —pregunté por hacer el tonto nada más. Seguí mi camino, me detuve estúpidamente cerca de sus labios y sonreí—. No tienes pinta de estar interesado en las dos primeras, ¿o acaso te estoy juzgando mal? La pregunta no cumplía a ningún propósito real más que, si acaso, molestarlo un poco. Había consumido el espacio porque me daba la gana, como todo lo que hacía, y en vez de hacer lo que parecía decente o correcto me lancé hacia el otro extremo. La ínfima distancia que quedaba la eliminé y encontré sus labios en lo que podía calificar casi como un roce, apenas para tantear el terreno. ¿En plena cafetería? No podía importarme menos.
Contenido oculto Y no tenía menos razón con lo de las pintas, porque bueno, por fuera de lo que estabamos hablando en este momento Shiori tenía apariencia de niña bien portada, la que obedece a sus padres, la que es risueña, amable y amigable por ahí derecho; aunque no sabría que tan buena estudiante sería, pero tampoco pensaría en que fuese una mediocre, no tenía pintas de desteñirse en la muchedumbre de malas notas. Era soberbio, claro, pero ella había logrado captar la suficiente atención como para dejar de lado el repudio de compartir un par de palillos, o de beber directamente de su botella, convirtiéndose en algún tipo de detalle al ya Craig darle información sobre ello, y mi hermana reforzarlo con la llamada de la tarde. No respondió de inmediato, se tomó su tiempo, a lo cual sinceramente no tenía ninguna prisa. Entre lo que Shiori dejaba la botella noté la vibración de mi celular, suponía que sería mi padre o Craig, sin embargo el movimiento de ella volvió a acaparar mi atención. Repasé sus facciones con un tinte de fatuidad al sentir como la corbada se desajustaba un poco más, inclinándose más hacia mi posición. Torcí la sonrisa con ligereza, escuchando su voz en el murmuro que se perdía con facilidad entre el ruido ambiental. Sus labios rozaron los míos por la cercaní, acentué la expresión de vanidad sin moverme de mi posición. No asentí ni nada a su pregunta, tan solo relajé los hombros y de ahí entorné la mirada al sentir sus labios. Fue en automático, ladeé la cabeza y mi mano izquierda deparó en el lazo carmín, sujetándolo entre el dedo índice y corazón, jalándola con firmeza, casi con la intención de que no se moviese en lo que presionaba su labio inferior entre mis dientes, no había sido brusco, apenas y rozaba en lo tentativo. Me relamí los labios luego de dejar que la tela se deslizara entre mis dedos sin desprenderme del ocaso que traía como ojos, por el lugar había sentido varias miradas encima, y para ser honesto, me daba lo mismo que me involucraran con ella, sin embargo no era de mi afecto el complacer a los voyeuristas. —Supongo que no está mal centrarnos en las dos últimas de la lista. En lo que dejaba caer la mano sobre la silla rocé la tela de su uniforme, y ya luego sujeté la lata vacía de café, como si nada. —No sé tú, pero yo, detesto el público —solté el aire de los pulmones con cierto hastío de los pocos grupitos que quedaban en las mesas, recordando la conversación del primer día con cierto sarcasmo—. ¿Y esto calificaría como para terminar en rectoría? —repasé sus labios con una facilidad risoria—. Porque ha sido poco y nada. Tampoco tenía prisa en realidad, pero solo por picarla un poco.
Parte de la ciencia del asunto era justamente que no iba por la vida con cara de iniciar desastres por puro amor al arte, porque no lo hacía. Una cosa era la gente con la que por desgracia u obra del destino acababa juntándome, otra era lo que yo pretendía ser al ojo público. Era educada, amable y una estudiante con buenas notas, excepto por algunos deslices aquí y allá en el historial académico, cosas puntuales. Si no me salía del molde de maneras evidentes, si mantenía las apariencias como correspondía, nadie podía reclamarme nada, ¿cierto? Esa había sido mi lógica desde hace tiempo. Una lógica quizás no debería tener una chica de mi edad, pero tampoco iba a entrar en detalles, tampoco era que pudiese sentarme por ahí y pretender tener la edad que me correspondía. Era contraproducente, pero mis únicos puntos de comparación real en esa escala de "mocosos que no se comportan como tales" eran Altan y Shimizu por motivos completamente diferentes entre sí. Con el acercamiento su sonrisa se torció y con cada tontería que le siguió la arrogancia no hacía más que acrecentarse. Ese detalle, combinado con la pulcritud de su uniforme y todo lo demás hizo que su figura se fundiera y se separara de la de Altan en el mismo espacio corto de tiempo. Era lo mismo de ese entonces, ¿no? Estaba aburrida como la mierda y me había buscado al primero que parecía capaz de acceder a mis estupideces por un rato. La historia está condenada a repetirse. El cabrón volvió a pescar el lazo, ya desarreglado de antes, pero esta vez tiró con firmeza y tuve que modular la sonrisa que quiso alcanzarme el rostro. A ver, tampoco tenía que ponerle tanto empeño a mi nula posibilidad de escapatoria, si yo lo había iniciado todo, pero me hizo cierta gracia que quisiera anularme la posibilidad de retroceder. Me mordió el labio inferior, no fue brusco ni nada, más bien rozó lo provocador y la tontería me lanzó algo de calor por el cuerpo. Me salté una respiración, pero cuando me dejó ir también me relamí los labios y volví a mi lugar como si nada, soltando su corbata en el proceso. Soltó que estaba bien que nos centráramos en las dos últimas de la lista, la estupidez alcanzó a hacerme reír por lo bajo y volví a anclar el codo a la mesa, para descansar el rostro en mi mano, mirándolo. —¿Ah sí? —pregunté haciéndome la tonta con lo del público, me recordó lo de mandarme a dirección y volví a reír al escucharlo decir que había sido entre poco y nada—. ¿Qué sugieres? Mantuve la posición, en el rostro me quedó la sonrisa de suficiencia y mis ojos navegaron su rostro sin intención particular. Los ojos, los pómulos, la nariz, los labios y de vuelta al principio. —Tengo mejores razones para terminar en la dirección, lamentablemente. Sería muy feo hacer que la directora perdiera tiempo por una cosa de estas.
Lo cierto era que había obviado el reglamento estudiantil, el mensaje que llegaba al correo electrónico con toda la información y demás; había sido en automático, por ende tampoco me fijé en lo que envió la docente en su momento indicando mi salón de clase, situación que dió paso a la primera conversación con Shiori en los casilleros. Y suponía que era lo de todas las escuelas, el uniforme de manera decente porque lo mediocre no me iba de todas formas, notas aceptables, nada de espéctaculos que incluyeran ningún tipo de violencia, y un comportamiento minimamente decente. Cumplía todo lo anterior, pero vete a saber si por ser Japón el reglamento traía algo más de lo que ya tenía codificado en mi cerebro. Recibí su pregunta y una risa ronca vibró en mi pecho, cosa de nada. —El nuevo aquí soy yo —le recordé, echando la espalda contra el respaldar—. Imagino que eso te convierte en algún tipo de guía, como te habías ofrecido en algún momento. Repasó mis facciones en lo que continuaba mirándola, hasta ya ubicar la vista en el cesto de basura que estaba al lado de la puerta. Jugué un poco con la lata de café vacía entre mis dedos, al ritmo de una de las canciones que solía escuchar en ratos de ocio, en lo que me seguía el hilo de la directora. Relajé los hombros, mirándola por el rabillo del ojo. —¿Ah sí? —solté el aire por la nariz, incrédulo—. ¿Mejores cosas cómo cuales, Shiori?
Tampoco pretendía montarme aquí un espectáculo tan de gratis, eso cabía resaltarlo, primero porque los chismosos no faltaban y segundo porque si se me volaba mucho la pinza de verdad iba a acabar en la dirección. Habría sido muy descuidado de mi parte tirar año y pico de apariencias en esta escuela por la cañería solo por esta tontería. Ya había cometido bastantes errores en un espacio de tiempo corto, debía regresar al centro de la red, donde pertenecía. Lo escuché reír y estupideces a parte ahora por fin estaba consiguiendo reacciones de su parte. Era mortalmente aburrido esto de que pareciera que le daba igual el mundo, a algo tenía que reaccionar y si yo era el detonante, ¿era realmente tan malo? A mí no me lo parecía. —Pues claro, pero te recuerdo que soy una buena estudiante —solté con algo de diversión colándose en mi tono—. A la escuela se viene a estudiar, ¿no? Todo lo que conozco en esta escuela es tan aburrido como los motivos que me hicieron sentarme aquí a soltarte indirectas. Al decirle la tontería de turno reí por lo bajo, lo vi jugar con la lata y suspiré con cierta pesadez al escuchar su siguiente pregunta. Ladeé la cabeza, algo del cabello se me coló en el rostro y sonreí con una inocencia bastante impostada. —Quizás las descubras con el tiempo, senpai. Los secretos de una mujer son algo muy preciado, si me lo preguntas.
Dijo lo de ser una buena estudiante por lo que la sonrisa apenas se acentuó, sin tinte particular de nada, pensando por un momento el cómo la conversación de no morir de hambre había terminado en algo como esto. Ladeó la cabeza después, el cabello le siguió el movimiento como una cascada negra sobre el tono de piel porcelana. Por las atribuciones que se había tomado, el discurso y lo demás no dudaba que escondiese un par de cosas, pero tampoco era de mi interés enterarme en realidad. —Buena suerte siguiendo como buena estudiante —acoté sus propias palabras un poco porque sí. Me levanté del asiento por fin, miré el móvil. Dejé un mensaje de respuesta a Craig al ser él quien me había dejado el mensaje, y luego me lo guardé en el bolsillo del pantalón. Me dediqué a arreglarme la corbata hasta sentirla lo suficientemente en su sitio, la miré luego en lo que cogía de nueva cuenta la lata del café vacía. —Te veo el sábado, princesita Shiori —enterré la mano libre en la bolsa del pantalón, con el aire indiferente de costumbre, moviendo la mano en señal de despedida, echándome a caminar hacia la salida. Tiré la lata vacía al cesto de basura, siendo consciente que no tenía carta de presentación el irse así, pero no era más que la realidad que habíamos pactado, nada de formalidades. Contenido oculto Me encantó la interacción, todo fue super inesperado <333