Cafetería

En lo que caminábamos, le eché un vistazo a las monedas que tenía entre dedos. Uy, ¿acababa de cortarle la inspiración? ¡Eso estaba mal! ¡Muy mal! A ver cómo lo solventaba~

—Of course! —exclamé animado, estirando el brazo libre hacia el costado; casi golpeo a una chica que parecía de primero, pobrecita—. I'm always here for you, you know it. I'm super Joey!

Nos metimos en la cafetería, estaba algo atestada pero bueno, no quedaba de otra. Le quité el brazo de los hombros, viendo el largo de la cola para pedir comida, pero primero lo primero. La observé de soslayo, risueño, y giré sobre mis talones para detenerme frente a la máquina expendadora que había ahí.

—Oh, muy bien, estuvo bien —le respondí, concentrado en las hileras de frituras. A ver, estaba manteniendo la conversación, eligiendo un snack y rememorando lo bien que la había pasado donde Ri-chan. Alguien que me diera un premio al multitasking o algo—. ¿Qué tal el tuyo, Ali-chan~?

Se me iluminó el rostro al dar con lo que buscaba, escarbé en mi bolsillo por unas monedas y le di al botón que me alcanzó las papitas que Alisha había estado por comprar antes. Bueno, bueno, no por nada éramos los mejores amigos del mundo mundial.

—Sorry~ —murmuré, agitando el paquete frente a ella—. No me di cuenta que estabas a punto de comprarlas.

Igual seguía siendo un cabrón, y tenía escrito en toda la cara que no planeaba dárselas así porque sí.

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la puta que los extrañaba im chillando

 

Se me escapó otra carcajada cuando vi que una pobre chiquilla casi se comía un golpe de Joey, que se había tomado mi pregunta bastante en serio. Quizás no le di demasiadas vueltas en aquel momento, teniendo las neuronas derretidas como las tenía, pero lo pensé; lo mucho que había echado de menos verlo tan animado. Y un poco por rebote, estar yo misma tan animada por ello.

Me llevé los brazos tras la espalda, enganchando uno con la mano contraria, cuando me quitó el suyo de encima, y observé con una ceja alzada como desviaba su camino para dirigirse a la fila de máquinas expendedoras del lugar. Me contestó en lo que revisaba el contenido de una de ellas, y aunque intenté asomarme para descubrir qué quería comprar, no lo tuve para nada fácil y acabé por desistir de la tarea. La verdad, ni se me pasó por la cabeza que estuviese por comprarme lo que quería.

—También estuvo bien~

Lo que se podía traducir como que ambos nos habíamos echado nuestros buenos polvos, ¿verdad? Claro que sí.

Se giró entonces con la bolsa de patatas entre sus manos y lo agitó delante de mis narices, sacándome otra sonrisa con ello. Es decir, primero me sorprendí ligeramente, pero no tardé mucho más en suavizar mi expresión. Claro que iba a saber exactamente qué es lo que iba a comprar, si seguramente le podrían preguntar cuál era mi sujetador favorito y sabría contestar sin problema.

La cuestión era que tenía escrito por toda la cara que el favor venía con un precio y, bueno, ¿a quién pretendía engañar a aquellas alturas de la vida? Me hubiese decepcionado enormemente si no hubiese sido el caso.

Me acerqué a su posición con pasos lentos, apoyé una mano sobre su pecho y seguí caminando, empujándolo sin mucha fuerza, hasta acorralarlo contra la máquina expendedora. Estábamos en mitad de la cafetería y quizás alguien necesitase usarla, pero como venía siendo costumbre, poco o nada me importaba.

>>Well then, thank you for spoilin' me, darlin'~ —canturreé, en un murmullo, acercándome lo suficiente para que pudiese escucharme a pesar del barrullo de la sala.

Y aun así, no intenté hacerme con la bolsa ni nada, simplemente lo miré con una chispa de expectación en los ojos. A ver si lograba sorprenderme~

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Woohoo

 

Me causó una alegría hasta infantil notar sus intenciones de asomarse para adivinar lo que estaba haciendo, objetivo que frustré al anteponer mi espalda por cada agujero del cual pretendió valerse. Al final se rindió, lo noté de reojo y me sonreí, divertido. Era una chiquilla.

Suavicé mi expresión en sincronía con la suya, bajando también el paquete de papitas, y retrocedí sin oponer resistencia hasta que mi espalda encontró la máquina expendedora. Eché un vistazo breve a la cafetería en general, sonriendo al pensar en lo estúpidamente expuestos que estábamos y lo poco que me importaba. No por nada éramos el mismo tipo de salidos, ¿no?

No atinó a robarme las papitas, detalle que me ensanchó aún más la sonrisa, y me empapé de la estupidez general y su acento.

—A pleasure —respondí en el mismo tono bajo y me relamí los labios, aprovechando el ángulo para repasarla con la vista porque, bueno, porque era gratis—. Always a pleasure, honey.

Me incliné hacia ella, alcancé su cintura con la mano libre y esbocé una sonrisa torcida al detenerme justo antes de alcanzar sus labios.

—There you go —murmuré, irguiéndome de golpe, y le estampé con delicadeza las papitas en el pecho.

Me concedí un momento para detallar su expresión con la mirada entornada, siendo el cabrón que era. Eh, ¿decepcionada~? Me las arreglé para deshacerme de su pequeña cárcel y comencé a caminar en dirección a la fila, manos a los bolsillos. Giré sobre mis talones de un movimiento hasta teatral y la busqué con la mirada, sin dejar de andar en reversa.

—Pick a table!

 

En qué momento habíamos dejado de tener filtro alguno era una pregunta que sinceramente no sabría responder, porque estábamos ahí haciendo el imbécil delante de toda la academia y no parecía importarnos ni lo más mínimo. Aunque, to be completely fair, a aquellas alturas los demás habían aprendido a ignorarnos sin más cuando la situación lo requería.

Bajé la vista hacia sus labios apenas comenzó a hablar de nuevo y, si bien sabía perfectamente que el cabrón solo iba a jugar conmigo, tampoco podía yo controlar mi cuerpo veces y me quedé a la espera de que completase la movida y acortase por completo la distancia que había entre nosotros. No lo hizo, of course, y me sacó un resoplido bajo antes de hacerme finalmente con la dichosa bolsa.

Me giré, lo vi colocarse en la fila y me dirigí hacia las mesas no mucho después, pasando de largo con la cabeza bien alta en una 'pataleta' que, como mucho, me duraría cinco minutos. Le eché un vistazo al lugar, buscando alguna mesa libre que estuviese algo alejada o protegida de alguna manera de todo el barullo de la cafetería, porque todo ese ruido no le estaba haciendo nada bien a mi pobre cabeza. Hubo una que cumplía con ello, aunque estaba ocupada, y me acerqué a la misma formando una sonrisa sedosa en cuanto estuve lo suficientemente cerca.

—Buenos días~ —saludé, echándome hacia delante en la mesa—. Ya os ibais, ¿verdad~?

—A-acabamos de sentarnos...

—Oh, really? Pero no sería mucha molestia para vosotros cambiaros a otra mesa tampoco, ¿no? Hay un montón libres~

—Ocupa tú una de las libres.

Eran dos tipos y había decidido centrarme en el que claramente parecía más sensible y fácil de convencer, aunque eso no le impidió al otro intervenir cuando creyó que era necesario, claro. Alcé una ceja cuando giré la cabeza para mirarlo y me erguí, estampando la mano sobre la superficie de madera mientras lo hacía. Sin embargo, antes de que pudiese decirle nada el tipo maleducado, su amigo pareció reaccionar y se lo llevo prácticamente a rastras lejos de aquella zona.

Me despedí con una sonrisa, moviendo la mano un par de veces como si nada hubiese pasado, y me subí a la mesa pegando un salto, girándome sobre la misma hasta poder apoyar las piernas sobre una de las sillas. Con eso hecho, solo quedaba esperar a Joey y para hacer la espera más amena, abrí la bolsa de patatas para empezar a comérmelas al fin.

God they were tasty.

¿Inoportuna? Claro, y yo me iba a tragar el cuento de que no le había caído como agua del cielo la llamada porque estaba entrando en pánico con la propuesta estúpida del tatuado.

No dije nada al respecto, sin embargo, porque en realidad tampoco podía llegar a juzgarlo por ello. Simplemente me encogí de hombros y luego le dediqué una sonrisa suave, porque aunque no tenía ni idea de lo que podría estar gestándose, supongo que no podía evitar alegrarme de que no fuese nada grave y tuviese solución.

—Por supuesto. Nunca he tenido problema en encontrar entretenimiento, cariño~

Honestamente, tampoco era yo del tipo de ir acostándome con cualquiera que apareciese en el plano todos los fines de semana ni mucho menos. Pero cuando sucedía, pues me encargaba de que mereciese la pena y que fuese productivo, y en aquella ocasión lo había sido con creces.

Con toda la conversación, alcanzamos finalmente la planta baja, y tomé la delantera para poder guiarlo hacia la cafetería, ya que era obvio que no había estado nunca en la misma y asumí que ni siquiera tendría que saber dónde estaba localizada o algo. Me paré nada más entrar, extendiendo el brazo hacia el interior con una sonrisa de lo más divertida en lo que buscaba su mirada.

>>Bienvenido al lugar dónde los pobres compran su almuerzo —anuncié, con una voz solemne impostada que me duró apenas un par de segundos—. O dónde una viene a entretenerse cuando se aburre porque hay un montón de gente, lo que prefieras~ Hay que hacer cola, eso sí, espero que tengas la paciencia para ello. Ven~

Ocupé el espacio correspondiente en la fila nada más terminar de hablar, sin darle mucho espacio a réplica, y fue una vez asegurado el sitio que lo busqué con la mirada para ver si me había alcanzado ya o no. ¡Es que había que ser rápido o se te colaban tres personas delante! Y encima se ponían de un agresivo a estas horas, no era para nada divertido~

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There is just too much seven here but i won't complain (?)

 

Molestar a Alisha nunca perdía el encanto, la verdad. Era una cuestión de lo más sencilla, nos manejábamos con semejante soltura y libertad que entre nosotros nunca entraban en juego mierdas como la prioridad o el orgullo. Hacíamos lo que nos salía del culo, vivíamos nuestra mejor vida y siempre estábamos bien con ello. Lo que tapáramos por debajo de la superficie era otra historia.

Me había posicionado en la fila y no me quedaba más que esperar, la verdad, algunos dolores de cabeza eran inevitables. De cualquier forma no me molestaba como tal, andaba de bastante buen humor y ahí estaba, paradito en la fila, todo risueño tarareando una canción en voz baja. De tanto en tanto echaba un vistazo general a las caras de la gente para no aburrirme, y así fue como di con una cabellera que recordaba bastante bien.

Si no sería mi compañera de misterios~

—¡Ri-chan! —la llamé, animado, encontrándola unos cuantos puestos por detrás. Tenía una alegría estúpida impresa en la cara y francamente me dio lo mismo que estuviera con un chico, quizá podía divertirme y todo. Le agité la mano, insistente—. ¡Vengan, vengan!

¿Los estaba colando en la fila? Claro, ¿para qué funcionaban los conocidos si no era para ayudarte a saltar posiciones? Era la ley de la selva, ¡la supervivencia del más apto!



La verdad, no dudaría ni por un segundo nunca que Riamu sabría divertirse hasta en un geriátrico. Sólo había que recordar la forma en que había detenido el juego entero del salón con tal pedirme un beso, el resto de la puesta en escena y las apuestas con el tío de los tatuajes. La chica encontraba el entretenimiento y si no, se lo inventaba.

No respondí nada, me limité a soltar una risa nasal suave y seguir caminando. Llegados a planta baja la seguí porque nunca había pisado la cafetería, y ya el ruido que llegaba desde el pasillo me hizo fruncir el ceño. Dios, odiaba las multitudes. A cada segundo que pasaba me daban más ganas de hacer despedir a la idiota de la cocina. Todo era su culpa.

Riamu parecía hasta divertida de presentarme la cafetería y yo simplemente entré sin esforzarme en disimular el desagrado que sentía. Ugh, tanta gente comiendo en el mismo lugar. Suponía que al menos podríamos salir al patio o algo para evitar parte de la desgracia.

La seguí hasta la fila, ya que andaba jugando a ser un caballero podría habérselo ahorrado pero mira, estaba muy a disgusto ahí, prefería apoyo logístico o me iba a morir. Me detuve donde nos correspondía, sin dejar de arrugar el ceño a todo momento, y observé alrededor. En eso un tío moreno llamó a mi compañera desde adelante, tuve que deducirlo ya que entre toda la tontería aún no nos habíamos presentado, y en el movimiento distinguí a alguien más. El cabello rojizo y los ojos miel.

—Oye —llamé a Riamu, antes de que pudiera responderle al otro cualquier cosa—. ¿No tenía tatuajes en toda la cara la otra noche o yo me lo inventé?

Claro, cómo me iba a imaginar que Zeldryck tenía un puto gemelo suelto por ahí.

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me estoy meando JAJAJAJA Kou así de: im CONFUSED

 

Dios, no tenía que ser ni legal lo bien que me lo estaba pasando con las expresiones del chico desde que pusimos un pie en la cafetería. Ya se la había notado que no le hacía ilusión tener que comer ahí, pero ahora no era solo eso; estaba completamente disgustado al respecto. Se estaba comportando como un niño pequeño al que le estaban obligando a comer un plato entero de las verduras que más odiaba y, dejando de lado el deje elitista de esta situación en concreto, era francamente adorable.

Apenas nos habíamos colocado en la fila cuando escuché la voz de Joey llamándome desde un par de metros adelante. El rostro se me iluminó al reconocerlo y moví ambas manos a modo de saludo, para hacerle ver que lo había escuchado, antes de girarme de nuevo hacia Kou para decirle que nos adelantásemos a la posición del otro chico. ¡Eso nos iba a ahorrar algo de tiempo!

—¿Huh?

Su pregunta me tomó completamente desprevenida y tuve que tirar de unas cuantas neuronas para entender a qué se refería, poniéndome un poco de puntillas para buscar a quién se estaba refiriendo con la mirada en el proceso.

>>Ah, eso —dije finalmente con una risilla, dejándome caer para poder mirarlo de nuevo con algo más de seriedad—. Tiene un trastorno de personalidad, el pobre. Los tatuajes son dibujos y se los hace solo cuando está con la personalidad que corresponde, claro.

La seriedad que me eché encima para decir toda esa estupidez tenía que ser digna de enmarcar, de verdad. La cuestión es que tampoco dejé que durase mucho, porque dudaba que se lo creyese así de buenas a primeras y, total, solo lo había soltado por la gracia del momento.

>>Nah, son hermanos... gemelos o algo así, no sé. Este y la rubia están en mi clase, bendita afortunada, por cierto; nuestro amiguito el tatuado... asumo que no está contigo tampoco, así que estará en la 3-2.

¿Se habrá encontrado con algo divertido que hacer en su primer día y por eso no estaba ahí con su hermano y su amiga? Pues las probabilidades eran bastante altas, después de lo visto en la fiesta, y me estaba haciendo gracia imaginar el venazo que seguro le daba a Génesis. Bueno, dos más dos, yo también estaría pillada por ambos si fuese tan cercana a ellos como parece. Es decir, era como tener al mismo chico guapo dos veces o algo así, no sé.

>>Voy a ir donde Joey, que así nos ahorramos unas cuantas personas. ¿Vienes? Digo, si quieres preguntarle a Kasun por su hermano tampoco seré yo la que te detenga, ¿sabes~?

Le guiñé el ojo, habiendo utilizado un tono sedoso para decir aquello último, y me dirigí después hacia la posición del moreno tal y como había dicho. Me llevé las manos a las caderas en cuanto estuve a su lado, con una expresión divertida.

>>Mister Holmes, ¿está aquí para comprobar si la comida está envenenada o algo~?

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Gabi: es que kou is a dick, but he makes me horny
also Gabi: WOW A CONFUSED BABY BOY, SO CUTE

 

Me había enfrascado tanto en la confusión que sentía que estaba mirando al tipo como si fuera un jodido fantasma. Riamu se alzó en sus puntillas, la oí reírse y regresé mi atención a ella en cuanto se dispuso a responderme. Fruncí el ceño, sin entender ni mierdas, y dos segundos después las neuronas se me reconectaron y me di cuenta que estaba jugando conmigo. Mi semblante se relajó, adquiriendo cierta nota de ironía, y le dediqué una sonrisa forzada en lo que me respondía de verdad.

Por descarte, de sus palabras deduje que ella iba a la 3-3. Conque gemelos, ¿huh? Bueno, eso tenía sentido. Le eché otro vistazo al muchacho, ahora que lo pensaba despedía... vibras bastante diferentes a Zeldryck. Como si fuera el gemelo bueno o algo así, qué sé yo. Mejor dejaba de mirarlo o iba a pasar de puto acosador.

Cuestión que Riamu seguía divirtiéndose a costa mía y por la cara que le dediqué supuse que quedó bastante claro cuán poca gracia me hacía. No planeaba hablarle al tipo, en sí no me interesaba lo que él o su hermano hicieran y de cualquier forma ¿qué información de utilidad se suponía que consiguiera? No respondí nada directamente, sólo me metí en mi papel de diva y rodé los ojos, resignándome a seguirla para encontrarnos con el payaso que iba a mi clase.

Pero bueno, si la mierda no hacía más que empeorar.

—¡En efecto, señorita! —exclamó Joey, con una energía que casi me dio migraña—. ¿Quién más, si no nosotros, para salvar a toda la población estudiantil de un posible envenenamiento?

¿De qué mierda hablaban? Me daba bastante igual, sólo me interesaba que bajara la voz. Me había quedado a un lado, prestándoles atención a medias, y en un momento mis ojos chocaron con los de Wickham. Había una diversión tan jodida de fondo que tuve que preguntarme si acaso esa Academia no estaría atestada de putos salidos.

Yo incluído, claro.

—Wickham, ¿no? —indagué con suavidad, el moreno alzó brevemente las cejas. ¿Sorprendido por mi intervención?

—The one and only. ¿Y tú eras...?

—Shinomiya.

—Ah, sí, sí. A veces me cuesta diferenciar apellidos japoneses, sorry~ ¿Cómo va?

En serio, ¿quién me enviaba a soportar esta clase de imbéciles? La sonrisa que le estaba dedicando se notaba sarcástica a kilómetros de distancia y me daba igual, si al jodido loco parecía divertirle y todo. No éramos más que combustible mutuo.

—Podría ir mejor —respondí, consistente, y regresé mi atención a Riamu. Me encargué de suavizar la voz adrede—. Así que, ¿Ri-chan? Creo que aún no nos hemos presentado, si mal no recuerdo~

 

¿Eh~? Pero qué decepción más decepcionante, ¿no quería saber nada de su amante? Con la chispa tan bonita que habían tenido en la fiesta, oye, yo los shippeaba y todo~ Pero nada, se ve que el chico no era para nada romántico, una verdadera pena.

Al final decidió seguirme, a pesar de que claramente no le estaban gustando para nada mis bromas a su costa. Bueno, pobrecillo, iba a tener que calmarme un poco y todo, que por el momento seguía bastante interesada en su compañía y no pretendía asustarlo ni nada por el estilo. No podía prometer lo mismo de Joey, ¿verdad? Si se notaba a leguas que era del tipo que lo molestaría a propósito con tal de divertirse.

—Wow, qué gran responsabilidad. Más les vale a los demás agradecernos por el riesgo que estamos tomando por ellos, ¿eh~?

Entrelacé las manos tras la espalda después y observé el intercambio entre ambos con cierta curiosidad plasmada en los ojos. Vaya, y luego decía de Génesis, pero yo también estaba en buena situación ahora, ¿o no? Aunque, joder, que casi podía cortar la tensión con un cuchillo y ya no sabría decir si era intimidante o más bien otra cosa.

>>¿Os conocéis? —pregunté, señalándolos con el dedo índice un par de veces a cada uno.

Antes de poder recibir una respuesta, sin embargo, volví a girar el rostro para centrarme en Kou cuando me habló de nuevo. Noté cómo suavizaba la voz, ni modo de no hacerlo, y casi por reflejo hice lo mismo con mi expresión y mi postura, adoptando también una sonrisa algo sedosa.

>>Ah, ¿no lo hicimos? Qué maleducados~ Yumemi Riamu, Ri para los amigos, un placer. ¿Y tú? ¿Shinomiya qué más?

Porque definitivamente me iba a tomar la libertad de llamarlo directamente por su nombre; era una cláusula que venía estipulada para las personas a las que les había comido la boca, después de todo.

 

Otra vez, no tenía idea de qué hablaban y tampoco me importaba. Si debía hacer un balance diría que yo era el extraño ahí, el que no cuajaba con la energía desenfadada de los demás. Y así había sido toda la puta vida, ¿dónde estaba la novedad? Que hubiera dejado de esconderme en los baños o en la biblioteca como un maldito cobarde no cambiaba mucho dentro del núcleo.

Nunca los entendería.

—Ya digo yo que es lo menos que merecemos —respondió Wickham, clavando las manos en las caderas con el orgullo pegado al rostro—. Aunque ¿quién dijo algo sobre catar los alimentos? ¡No, señor! ¿Acaso el gran Sherlock Holmes arriesgaría todo su talento en una misión tan burda?

¿Burdo era salvar a una escuela entera de comida envenenada? No sabía yo, aunque ¿por qué mierda me estaba metiendo en los delirios del imbécil este? Venga, dos minutos en su presencia y ya se me achicharraban las neuronas. Qué desgracia.

Estaba de repente tan indignado por mi pequeño desliz que me determiné a no prestarle ni un gramo de atención. Deslicé la mirada hacia Riamu, entonces, que coincidió más o menos con el momento en que preguntó si nos conocíamos. Solté una risa nasal prácticamente en automático, curvando los labios en una sonrisa llena de soberbia.

—Por suerte no —me adelanté a responder.

Wickham puso cara de ternero degollado y me miró con las cejas alzadas.

—Woah, so mean, Shi-kun~

Era obvio que no le afectaba una mierda y así lo hubiera hecho, lo cierto era que tampoco me habría importado. Ni siquiera me digné a mirarlo, regresé las manos a los bolsillos y me enfoqué en la presentación de Riamu. Bueno, hasta que le ponía nombre y apellido a su carita. Me había tomado mi tiempo.

—Kou —resolví con simpleza, esbozando una sonrisa ligera—. Shinomiya Kou, un gusto, Ri-chan~

Me pareció ver de refilón que al famoso Sherlock le causaba gracia la forma en que había dicho aquello último, cosa que me hizo mirarlo con el ceño fruncido y él se hizo el estúpido, regresando su atención a la fila. Ya casi era nuestro turno, Wickham de hecho se adelantó y comenzó a fijarse en los diferentes platos que había para elegir. Para mal o para bien acabé imitándolo, repentinamente preocupado por la comida... otra vez.

Igual me las arreglé para reiniciar el teatro y regresé la vista a Riamu.

—Bueno, ya sabes cómo funciona esto. Tú elige y yo pido.

 

—Pues ahora que lo dices, supongo que no~ Holmes es el estereotipo del genio que repudia a la gente, ¿verdad? Watson es un amor, en cambio~

O bueno, ¿qué sabía yo realmente? Si solo me había visto un par de episodios de la serie y por el actor principal, nada más. Pero nunca estaba de más aprovechar para halagarse a una misma, aun si era de esa manera tan indirecta y con la gran probabilidad de que solo Joey me entendiese.

La respuesta de Shinomiya sobre si se conocían me sacó una risa divertida; diversión que se mantuvo por medio de la sonrisa que se me quedó en los labios mientras veía la reacción de Joey. Una vez más, qué pena, porque yo les veía futuro como dúo cómico o algo por el estilo.

>>Kou~ —repetí, arrastrando un poco las letras—. Lindo, pero muy corto. Uhm... va a tener que ser con tu apellido, entonces —me llevé la mano al mentón, con un gesto pensativo, y después de un rato me sonreí mientras lo señalaba con el índice—. ¡Shino-kun será!

Orgullosa de haber conseguido un apodo que me gustase tan pronto, no me hice mucho de rogar y me acerqué también para ver los platos cuando el chico me lo recordó. No me pasó desapercibida la forma en la que me llamó, obviamente, pero simplemente preferí no decir nada más al respecto por el momento. Ah, ¿me considera un amiga? ¿Algo más que una amiga? Woah, qué nervios por descubrirlo~

Revisé la cristalera un poco por hacerles compañía a ellos o algo, porque lo cierto es que me sabía ya lo que había ahí y exactamente lo que quería. Después de un tiempo prudencial volví a acercarme al chico y, un poco de la nada, me enganché a su brazo para llamar su atención y mirarlo haciendo ojitos. ¿Para qué, si ya me había dicho que pagaría sí o sí? Pues ni idea, solo me apetecía y ya.

>>Quiero una porción de kasutera, unos mushi-pan... ¡y mochi! De los rositas, si eres tan amable~

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¿Que si me he marcado un research de postres? obvio, ¿acaso dudáis de mi five? (?)

 

Me había tomado el tiempo para dedicarle a Riamu una sonrisa apenas ella acabó su idea sobre Sherlock y Watson. Quizá llevara más razón de la que pensaba, oye. ¿Qué era al fin y al cabo, sino un cabrón jodidamente resentido con la vida que le había tocado? Con la madre que había perdido y el padre que sólo entendía con los puños.

No más que eso.

Pero mi sonrisa no cargaba nada remotamente similar a ello. Mi sonrisa era la de un imbécil que pretendía traer a colación, en medio de una cafetería atestada de gente, el recuerdo vívido de mis manos en su cuerpo, el agua caliente del jacuzzi y sus putos gemidos. Sólo eso, sólo en la sonrisa y en el bronce oxidado de mis ojos, demasiado cercano al negro para ser sano.

Acabé acercándome a la comida para comprar un par de bentos estándar, además de unos takoyakis de pulpo y dos mochis. Apilé todo en una bandeja y en cuanto pasé junto a Riamu y Shinomiya les dediqué una sonrisa sedosa, cargada de intención.

—Nos vemos por ahí, tortolitos~

No me creía ni de coña que fueran algo ni remotamente similar a una pareja, pero mi concepto de diversión nunca fallaba en necesitar de los demás para existir. Así funcionaba.

Navegué la cafetería hasta que di con la cabellera de Alisha. Estaba literalmente sentada en la mesa, escarbando de sus papitas. Dejé la bandeja a sus espaldas con cuidado, me estiré y colé el rostro en la curvatura de su cuello para hablarle cerca del oído.

—¿Están ricas? —susurré, bajando el tono a propósito, y me alejé un poco para buscar sus ojos justo antes de retroceder por completo—. Bueno, ¡traje comida para un ejército! Vamos, vamos, a comer, Ali-chan. Hay que combatir todo el alcohol que te enchufaste ayer.

Porque no necesitaba oírlo de su boca ni que se apareciera con aspecto de cadáver vomitado. No necesitaba nada para saber que Alisha estaba tan cagada como yo y hacía esa clase de estupideces a diario, en busca de alguna suerte de castigo, de escapatoria o vete a saber qué. Yo tampoco lo entendía.

Me senté en una silla frente a ella y repartí los bentos y los mochis, dejando los takoyakis al medio. Me detuve a medio camino, arrugando el ceño, y decidí sacarle el mochi.

—Para cuando acabes el resto —sentencié, como un padre estricto que conoce a su hija—. Será el postre y sólo el postre.



La forma en que mi nombre brotó de sus labios me arrojó una mezcla de lo más extraña de satisfacción y desagrado. No era nada personal, si yo mismo estaba metiendo la cabeza en ese pozo, pero de un momento al otro tuve esta sensación insoportable que me ancló al pasado y tuve que contener el impulso de sacudirme como un perro mojado. De la forma que fuera, la chiquilla se las arregló para clavarme un apodo ridículo en cero coma y alcé las cejas en respuesta, soltando una risa breve. Que me dijera como le apeteciera, me daba igual.

Shino-kun, ese era nuevo.

Aunque, en sí, la lista de apodos tampoco era muy larga.​

El tarado de mi clase se esfumó no mucho después, cargando comida para un regimiento, y adiviné que tendría a alguien esperándolo. Regresé mi atención a los platos de comida, sin importar cuánto los mirara no lograba hacerlos verse mejor y acabé con el ceño fruncido de toda la vida, disgustado. La opción del ayuno comenzaba a verse tentadora. En eso estaba cuando fue nuestro turno de pedir y sentí el peso de Riamu directamente en mi brazo. Bajé la mirada hacia ella, apenas de soslayo, y reparé en la expresión de ternero degollado que estaba poniendo.

Si no le encantaría jugar.

Esbocé una sonrisa ligeramente torcida, relajando el gesto, y escarbé en mi bolsillo con la mano libre en lo que volvía la mirada a la empleada. Hablé suave y pausado, era el tono de toda la vida con la jodida altanería pegada en cada sílaba

—Ya oíste a la señorita, y para mí... ese sukiyaki de Wagyu. —Le extendí la tarjeta de crédito que, cómo no, era dorada, y seguí demandando como si tuviera todo el puto derecho del mundo—. Nada de palillos descartables, te lo pido por favor, si tienen bandejas que no sean de plástico ya sabes qué hacer y... un vaso de vidrio, ¿sí? Detesto el sabor del plástico.

En lo que me clavaba la lista de caprichos saqué un par de billetes de la billetera y los deslicé suavemente sobre el mostrador, en dirección a la empleada. ¿Que hacía eso cada maldita vez, donde sea que estuviera? Pues sí. Y me daba igual hacerlo frente a quien fuera, ya que era la estupidez que había convertido en escudo y armadura.

No había siquiera atinado a deshacerme del agarre de Riamu. Cuando estuvo todo comprado me encargué de recibir la comida y le dediqué una sonrisa. Eh, la bandeja era de madera. Qué buen servicio.

—¿Vamos afuera? Este lugar me pone de los pelos.

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la diva del siglo