Interior Cafetería

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Alcé un poco las cejas al escuchar su risa y, en general, todas sus posteriores reacciones. No entendía muy bien a qué venía tanta alegría repentina pero supuse que estaba bien, que era una buena señal, así que acabé por recuperar la leve sonrisa amable después de unos segundos.

    Me encogí de hombros cuando me miró, aunque no aparté la atención de mi propia comida en ningún momento.

    —No le gusta contar sus secretos pero si le dices lo de que es una experta seguro que se le suelta la lengua.

    Perdona, Ri-chan, por ventilar tus puntos débiles a una desconocida~

    >>¿Vas a ir a la fiesta de mañana? Seguramente la conozcas ahí si vas, le encanta llamar la atención y le encantan las fiestas.
     
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    Kaisa Morinachi

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    En cuanto una tercera identidad entró a ecuación dejé de lado aquella performance por un momento, virando mis orbes para ver con absoluta seriedad el papel frente a mi. Luego miré de reojo al emisor, con los labios separados de manera casi imperceptible y la seriedad de mi rostro era tal que, sumado a mis filosas pupilas, parecía que simple y llanamente lo anterior era una mera ilusión; un delirio del momento.

    Mantuve esa posición tal estatua por escasos segundos, las cejas solo un poco fruncidas, extrañado por la repentina aparición del naranjo; había que ver, si es que estaba rodeado de raros. Vaya generación se venía para el Club, eh. ¿Y qué diablos decía, ser anfitrión de qué? Diablos, sí había que ver; ni siquiera decía lo que deseaba en verdad, y andaba metiéndose en conversaciones ajenas con puro y duro ocultismo, sin ir al punto.
    Era un hombre ocupado, por favor.

    La sonrisa de terciopelo azul se amplió, mis ojos se entornaron y ladeé la cabeza hasta que mis cabellos rozaron mis manos entrelazadas; clavé mis pupilas azules sobre las amarillas, sin miedo alguno: Diferente en demasía a mi actitud con White-san, era cosa de él que supiera leer las alertas.
    —Ehhh~ —solté melódico, con la voz impostada solo un poco melosa—, ¿anfitrión de qué, Cay-den-sen-pai? —proseguí a un tiempo moderado, ralentizando mi hablar al pronunciar su nombre.

    Tras eso me llevé las manos a los bolsillos y me paré, para ponerme frente a frente ante él; como acostumbraba, cada movimiento mío generó el más mínimo ruido, la sonrisa amplia y los ojos sosegados no se me esfumaban de mi cara, casi como sí con esa expresión hubiera nacido y destinaba a cargarla siempre.

    Me acerqué a él, manteniendo dolo la distancia de unos 10 o 20 centímetros de pie a pie; me aproveché de mi altura para mirarlo desde arriba, acercar mi rostro hasta que mi cuerpo le hiciera sombra al suyo: Siempre tranquilo, siempre lento y sutil, nunca pasando a rozar ni la más mínima prenda suya. Cuando mis cabellos azul cielo se mezclaron con sus llamaradas sosegadas; hablé, siempre sonriendo como sí estuviera a punto de soltar una risa de reina tirana, pero eso no llegaría.
    —Estoy con White-san, Cayden-kun~ —murmuré para que solo él me escuchara, con esa voz algo dulce y en un tono más agudo, esa voz que le gustaba a mis dos senpais por igual; una voz arrulladora y casi maternal. Entorné la mirada, sonriéndole tal Kitsune estafador, casi y podría oír el kikiki a lo lejos. Me encorvé aún más, para ubicar mi cabeza al costado de la suya propia, ocultando así mi rostro del de Liza-san, que estaba al lado opuesto: Una vez cerca de su oreja, pero a una distancia aún respetable, susurré—; pero mientras me des una oferta, puedo pensármelo.

    Y entonces me alejé un paso, irguiéndome como correspondía; manos siempre en los bolsillos, pues no tenía ni una intención de tocarlo más allá que con la voz. Le sonreí amplio y apacible a ojos cerrados, casi risueño, para agregar ya a un volumen normal y con simpleza:
    >>No me van los tíos, lo siento~ —Sin perder nunca la mofa disfrazada de suavidad de mi voz.
     
    Última edición: 26 Febrero 2021
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  3.  
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    ¿Que si el mocosito me había tocado los cojones el otro día? Pues sí, bastante, con esa mierda de decirme pasivo sin venir a cuento y por parecer más fastidiado por la movida de la americana que yo mismo; también por haberse largado justificándose con un mal humor que vete a saber por qué se sentía en derecho de anunciar cuando el objetivo de la rubia ni siquiera había sido él.

    Weak as fuck, if you ask me.

    Genuinamente me preguntaba si el jodido había podido hacer dos más dos, si total estaban hablando de la fiesta y no me había salido de ese tema de conversación, pero me daba que no era el más avispado de la camada pero ni de putísima coña y habría que hacerle señales de humo.

    ¿Lo había hecho adrede para tocarle los huevos? Bueno sí.

    Parecía que había tocado los interruptores correctos para fastidiarlo y él me lo estaba regresando, cosa que me venía bastante en gracia porque estaba jugando en un terreno que ni siquiera conocía bien. Me fastidió su forma de decir mi nombre, claro, pero no lo demostré y solo permanecí allí de pie sin quitarme la sonrisa de la cara, como un chiquillo que no termina de leer la tensión en el ambiente.

    Pero la estaba leyendo de cabo a rabo.

    Se levantó, se acercó y se aprovechó de su altura para verme desde arriba, como un genuino bravucón disfrazado y aunque en otras condiciones la cercanía me habría tensado hasta el último músculo del cuerpo, esta vez no fue así. Tuve que hacer un esfuerzo consciente para que la sonrisa no perdiera el tinte de inocencia, para que no se me ocurriera descubrir los colmillos que había afilado en el Triángulo del Dragón desde que era un crío de trece años.
    Ni siquiera me moví cuando su cabello se revolvió con el mío, cuando me habló ni nada de lo demás.

    ¿Estaba tratando de hacer qué precisamente?

    Para ser un japonés se había olvidado bastante de su lugar como kohai.


    —Y yo solo vine a entregarte lo que pediste, Nakagawa-kun —murmuré antes de que se apartara—. La verdad me importa bastante poco si apareces o no a la fiesta a la que trescientos estudiantes están invitados porque yo colé las invitaciones hasta en el último de los casilleros.

    Solté una risa por la nariz cuando se apartó y sin molestarme en dirigirle la mirada apropiadamente me acomodé el blazer, la manía que me cargaba siempre. Señalé la hoja con un movimiento de cabeza, esa que había quedado frente al lugar en el que estaba sentado.

    —¿No? —dije a la estupidez suya de que no le iban los tíos, con cierta curiosidad impostada—. ¿Y quién dijo que te estaba invitando porque me interesabas~? No todas las invitaciones a fiestas tienen ese motivo.

    Como fuese tomé asiento junto a Liza, dejé caer mi peso en la silla y giré el rostro hacia ella, la sonrisa que le brindé, contrario a la que le había tirado a Yashihiro encima, sí era genuina.

    —De verdad me gustaría verte allí mañana. Seguro se pone divertido.


    Eso era decir poco.

    oh woah he just-

    Cay Cay what is this
     
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    Kaisa Morinachi

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    No pensé nada hasta que hubiera terminado de hablar, pues tenía que procesar todo su diálogo de una, los matices y demás. En cuanto se dirigió a White-san, yo aún con la sonrisa tranquila tomé el informe y lo ojeé por encima con precisión, para luego dejarlo con pulcritud en la mesa; procurando que estuviera lejos de cualquier posible mancha que arruinara el trabajo, pero tampoco tan lejos para perderlo.

    Me senté de nuevo en mi silla, bastante calmado la verdad, jugueteando un poco con los palillos y la comida, organizando toda la información obtenida. Poco tiempo pasó en cuanto suspiré, para luego apoyar mi mejilla en el puño derecho, recostando mi rostro y sosteniendo con una leve sonrisa la mirada de mi senpai.
    —¿Entonces sabes quién a hecho las invitaciones, Cayden-senpai? —hablé apacible y monocorde, ya sin ningún ánimo de seguir tonteando. Cerré los ojos y les brindé una sonrisa visible y genuina, aunque sin dejar la sutilidad de lado; ahí él cómo la interpretaba—. Están en verdad hermosas—. Y volví a enfrentar sus ámbar con el sosiego que había agarrado de repente, vamos; lo mundano.
    >> Los colores, la forma, el formato—. El cambio más relevante fue mi voz, con su gravedad natural y la calma que me había acompañado desde pequeño, una extraña paciencia; con un tono que invitaba a guardar silencio y dormir, pero una constancia que solía obligarte a quedarte atento a mis palabras—. Todo muy bien logrado—. Y volví a brindarle una última sonrisa amplia privándome de mi vista.

    Tras eso me centré de una buena vez por todas, para comer en silencio. En un momento, en cuanto el dúo hizo un silencio, agregué tan solo una frase monocorde y directa:
    —Ah, y eso de que no me interesan los chicos era una mentira... extraña —musité mirándolo de reojo, pues mi cabeza estaba gacha en dirección al bento, aparte de apoyada en una mano. Sonreí apenas perceptible, sin tensar ningún musculo de mi rostro—; no me interesa nadie en general—. Y entonces volví a jugar a hacer círculos en la comida con ayuda de los palillos, centrándome en lo que hacía, notando mi almuerzo cada vez más frío y escaso—, solo me preocupo por mis amigos y familiares. Así de simple.

    Un momento de silencio, no demoró la sorpresa en cubrir mi rostro, alzándolo de inmediato hacia ellos; brindándoles una sonrisa que reflejaba demasiada ternura, un cariño reservado a unos pocos cuantos.
    >>Y claro, a los miembros del Club también los cuido—. Y me quedé sonriente, a ojos y labios cerrados; porque eso último era la más verdadera de las realidades.


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    Me había distraído para comer un pequeño bocado, así que no demoré en virar el rostro para verla con una leve sorpresa, terminando de procesar la información recibida sin prisa alguna; no demoré en sonreírle amplió, alegre, pero más apacible que lo mostrado anteriormente con mi risa espontanea.
    —Jejeje —reí de todas manera con la misma velocidad de una ardilla, pero el tono era más grave que agudo. Posé mi mano en el puño cerrado que daba hacía el espacio vacío a mi izquierda, para mirarla como correspondía al hablar con alguien—. Vaya, suena a alguien... al menos amigable —intenté discernir alguna característica recalcable de la individua. ¿Cuál sería su nombre? ¡Oh, eso me recordaba! Le sonreí a ojos cerrados, sin ocultar mi pudor repentino, había que ver; olvidar presentarme en una sociedad tan estructurada como la japonesa.

    >>Lo siento por mi falta de costumbre —aclaré antes que nada, para luego mirarla otra vez con calma—; Margarita Nieves, o...— Y mis cejas se arquearon con preocupación, teniendo demasiadas dudas de frentón— ¿Nieves Margarita?— Y cerré otra vez mis ojos, sin perder la tensión en mi entrecejo, aunque tampoco la sonrisa—; Margarita es mi nombre de pila, Nieves mi apellido—. Y volví a abrir los ojos, para mirarla con algo más de calma, a pesar de que de seguro los nervios se seguían apreciando, aparte del rubor. Por lo menos mi voz no titubeaba, algo era algo—. Margarita, Nieves... Rita también —enumeré con calma, para luego volver a cerrar los ojos y sonreírle amplio, ya menos avergonzada—¡Tú puedes usar el que te acomode!

    Y luego devolví mi atención a la comida, la removí un poco con lo palillos y antes que nada, musité una última cosa.
    —¿Cómo se llama tu amiga?— Y tras eso procedí a comer otra vez, observando alegre y apacible a mi... no sé, ¿locutora? Nada, a mi acompañante, supongo.
     
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    Amane

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    Seguí escuchándola con atención, solo dirigiéndole miradas de reojo de vez en cuando mientras seguía comiendo. No podía quejarme, de todas formas, aquella conversación me estaba obligando a no olvidarme del bento y alimentarme como era debido, porque muchas veces me olvidaba y luego me regañaban por saltarme la comidas, la dieta y todo el rollo.

    Me digné a mirarla por completo cuando se presentó y otra sonrisa enternecida me cruzó el rostro. Era extranjera, ¿verdad? Claro que sí. Se había notado por su acento pero el nombre solo lo confirmaba más. ¿Margarita Nieves? No sonaba inglés, pero no podía estar del todo segura porque no era realmente tan buena con ese idioma. Tenía antepasados extranjeros, pero la verdad es que mis padres y yo éramos tan japoneses como la mitad de la academia.

    —Normalmente el apellido va antes —le expliqué, suave y paciente—. Pero en esta academia te van a entender sin mayor problema, hay muchos extranjeros y, los que no, tienen el suficiente contacto con el exterior para saber como funciona. Encantada, por cierto~

    Seguí comiendo un poco antes de volver a escuchar su voz alzarse. Tragué y abrí la boca, a punto de responderle a aquella pregunta también, cuando una nueva voz me interrumpió, provocándome un respingo.

    —¡Yumemi Riamu, para servirte!


    Giré la cabeza justo después, sin poder esconder la sorpresa, y distinguí a la chica con una sonrisa deslumbrante, sentándose justo delante mientras le daba un mordisco a un mochi anaranjado.

    —Ri-chan, ¿cómo sabías que se refería a ti?


    —¿De quién más vas a hablar si no de la maravillosa Riamu~?

    Solté una risa floja y volví a mirar a Margarita, con una ligera expresión avergonzada, no demasiado evidente.

    —Ahí la tienes, la amiga que te decía~

    Bueno, estaba haciendo el post y recordé que tenía a Ri sin nada que hacer y como me aprecio muy poco pues decidí tirarla. Controlar solo a 5 personajes a la vez es el modo fácil (?)
     
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    Hygge

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    Rodé los ojos ante la respuesta que me brindó Nakagawa, sin perder realmente la eterna paciencia que me cargaba. Digamos que mi pregunta tenía una doble intención; principalmente me apetecía pasar el rato con él en la fiesta y lo de acompañarme era una burda excusa, era más bien una suerte de capricho más que otra cosa. Pero por otro, como siempre me sucedía casi sin ser consciente de ello, estaba intentando darle el empujoncito que quizás necesitaba para poder soltarse y divertirse un rato.

    Algo me decía que era esa clase de persona.

    No obstante y aunque mi paciencia era grande no iba a arrastrarme como una estúpida ni nada así, no estaba tan desesperada. Me encogí de hombros ante su pregunta, continuando con mi comida sin más. Ya lo había dejado en claro, no iba a repetirlo dos veces.

    Para mi sorpresa, una nueva voz nos alcanzó a tiempo e interceptó el cauce de la conversación al vuelo. Alcé la mirada para notar la cabellera rojiza de Cayden, su comentario salido de la nada y si bien enarqué una ceja con escepticismo, pues había algo que no me encajaba del todo, me volqué en mi almuerzo sin añadir nada de momento. Tan solo disfrutar del espectáculo que se estaban montando.

    Nakagawa intentó sin éxito jugar un poco con el senpai, y tuve que tragarme la risa que casi brotó de mi garganta al verle la jodida cara de mocoso, fingiendo que no pillaba nada de lo que le decía. Después de todo lo que había podido ver ayer no me sorprendí tanto, casi que me iba haciendo una idea de lo errático que podía resultar, pero así y todo me parecía cuanto menos interesante de presenciar.

    El chico tomó asiento a mi lado cuando todo terminó, habiéndole entregado el informe, y nuestro presidente hizo lo mismo, dedicándonos unas palabras bastante tiernas a decir verdad. Quizás era algo extraño, pero no parecía un mal chico. Se notaba a leguas su amor por el club y quería contribuir a hacer su estadía agradable al menos.

    —Claro, allí estaré. No por nada el señor anfitrión me debe un baile, aunque ni él mismo lo sepa —comenté, liviana, mientras revolvía el arroz del bento dirigiéndole una mirada de soslayo a Cayden. Que acabase técnicamente de soltarnos en toda la cara que efectivamente él había puesto las invitaciones en los casilleros era algo que no comprendía del todo, sobre todo porque sabía de mis sospechas el día anterior. Pero si era cierto, lo del baile era una clase de pseudo venganza particular que se me acababa de ocurrir por divertirse conmigo la otra vez. Me incliné en el respaldo del asiento tras tragar la comida, fingiendo un mohín mientras señalaba su informe con la cabeza—. Hey, se suponía que tú tampoco deberías tenerlo para hoy. Ahora seré un desastre yo sola, I feel betrayed.

    Vaya gracia, ¿no? La naturalidad con la que ya trataba a esos dos con tan solo un día de conocerlos.
     
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    Kaisa Morinachi

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    —Jajajaja —solté despacio, acomodando con pulcritud el palillo y la caja de bento; entonces imité a White-san y me incliné todo lo que pude, como era más alto, más de la mitad de mi espalda quedó suspendida en el aire. Cerré los ojos, manos en los bolsillos, y encarando el techo seguí hablando sin mayores dificultades—; Mira que afortunada White-san—. Y de un solo movimiento fluido me encorvé, mirándola de reojo con una sonrisa ladina, que no dejaba de lado mi constante seriedad; pero era claro que estaba muerto de risa, osea, no reía: Pero la carencia de alguna arruga exagerada en mi rostro, aclaraba que relajado estaba—, ahora tienes dos pretendientes entre los cuales elegir —musité con esa voz estereotípica de locutor de telenovela, o qué se yo.

    Con mis movimientos sutiles, apoyé mi rostro otra vez en mi puño derecho; intercalé con calma miradas entre el senpai y White Liza, para luego sostener solo la de la chica.
    —¿A quién prefieres...—, y mis ojos se entornaron jubilosos, mi sonrisa se amplió con con calma; toda mi expresión gritaba en silencio sorna pura y dura— para este gran acontecimiento?

    Me volví a respaldar, esta vez manteniendo la espalda recta, pero ladeando la cabeza; le sonreí a la chiquilla a ojos cerrados, risueño y alegre, para agregar divertido sin salir de mi tono monocorde:
    >>¡No me enfado sí Cayden-kun; chico-senpai gana!

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    Vi esto y me dije: Diosito santo, sí ese es Yashi, los otros dos no pueden ser otros más que sus primos cercanos

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    La miré de reojo mientras comía, con la mirada relajada y masticando con calma; su voz siempre parecía viajar entre la comprensión y el optimismo, ¡en ese sentido me recordaba a las chicas! Había que ver, no pensaba nunca en ellas y ahora simple y llanamente, cualquier momento con ellas que no involucrara terceros, era más que lindo y hasta esperanzador. ¿Cómo pude haber estado tan ciega por tanto tiempo?

    Aunque, claro; había cosas que nunca se notaban, y a esas cosas estaba acostumbraba clavarle los ojos encima. La escuela nunca fue fácil, pero al menos me enseñó a no morir en una pelea callejera. Mi mirada se había ensombrecido, mi cara apática y ceño algo fruncido se aferró a la silueta de una peli-rosa que se acercaba más que sigilosa. No dije nada mientras escuchaba en segundo plano a la chiquilla Ethans: pelo teñido, sigilosa, pero con una calma risueña...

    Mi expresión se destensó para reflejar real sorpresa, inhalando un poco en el proceso y quitándome de encima cualquier estado de alerta. No demoré en ampliar mis labios en una sonrisa a boca abierta, tal vez demasiado emocionada por... por conocer a la amiga de alguien, supongo.

    Me costaba un mundo hacer amigos, así que ver una relación de amistad... siempre me alegraba, mientras no estuvieran en mi contra.


    Margarita-cinta-gigi-1.png

    Arqueé las cejas con un poco de pena ajena, cuando escuché su pretenciosa presentación, pero bueno; había conocido altaneras mucho peores. Así que mi sonrisa no se esfumó, y la tensión en mi ceño desapareció cuando Ethans Alethea soltó sus últimas palabras; le sonreí a Yumemi de oreja a oreja, cerrando mis ojos risueña y apacible.
    —Un gusto conocerte, Yumemi-san —solté monocorde, para después plantarle cara, clavando con una sobriedad extraña la vista colorida de la chica; mi sonrisa apacible se mantenía, y aunque no deberían por qué saberlo, era una expresión retadora: Era momento de evaluar quién era y cómo se comportaba, lo normal, vamos.

    >>Me contaron que había una senpai muy buena con los peinados y otras cosas de estética —hablé calma, tomando un mechón de mi pelo con elegancia, de esos que se desprendían de la trenza alborotada que me hice; era difícil controlarlo a veces. Sin quitar la vista de mi mechón seguí hablan, más bien musitando—; yo tenía una amiga que me arreglaba el cabello siempre que podía, y siempre que a mi me apeteciera—. Mi mirada viajó desde mi mechón a la mesa, de la mesa a los ojos azules de Ethan, y de ahí volví a sostener la mirada de la tal Ri-chan con una calma y sobriedad ambivalentes, sin perder nunca mi sutil sonrisa y mis parpados relajados. Ladeé la cabeza, tan solo ampliando un poco la tensión sonriente en mis labios.

    >>¿Crees tú saber quién es esa senpai?— Y entorné la mirada, amplié mi sonrisa; risueña, ambivalente, y me quedé quieta tan estatua; aún aferrada con suavidad a mi mechón, la cabeza inclinada y mi ojos pestañeando con lentitud y rapidez en un compás sinuoso.

    Vaya, sí la rara en verdad resultaba ser yo siempre; al final del día.
     
    Última edición: 27 Febrero 2021
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    Zireael

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    Todo el despliegue era comparable al de un par de animales jóvenes pretendiendo marcar territorio, había sido innecesario por decir poco pero tampoco era que yo supiera comportarme de otra manera en general. Menos cuando el idiota se estaba haciendo del rogar para la fiesta que había pretendido robarme.
    Como fuese cuando volqué la atención en Liza él no tardó en volver a sentarse, Nakagawa no tardó en volver a hablar y regresé la vista a él justo cuando soltaba la pregunta.

    —Las invitaciones las hizo otro chico de mi clase, sí. Todo el diseño es suyo. —Mientras le respondía abrí por fin la lata de café que me había comprado en la máquina antes de entrar a la cafetería como tal, le di un trago algo largo antes de seguir—. Digamos que hay unas cinco personas involucradas en todo el asunto, aunque el trabajo difícil se hizo entre tres mientras los dos restantes solo se ocupaban de respirar.

    Enarqué una ceja al escuchar su aclaración, que la idiotez de que no le iban los tíos era mentira y no sé qué, solté una risa baja mientras tamborileaba la lata con los dedos.

    ¿Qué no le interesaba nadie en general?

    Nada nuevo bajo el sol.


    Con cada segundo que pasaba no me quedaban dudas de que el chico era raro como él solo, no tanto por el resto de sus palabras, de preocuparse por sus amigos y familiares y toda la mierda, porque eso era básico y yo me movía de la misma manera; que lo dijeran con Ko y Shimizu, era raro por su forma de relacionarse con los demás y precisamente quizás porque compartíamos eso era que me tocaba un poco los cojones.

    La respuesta de la castaña me arrancó una sonrisa distinta, ya no cargaba la inocencia impostada que le había tirada a Nakagawa ni tampoco la alegría genuina, fue casi condescendiente en su lugar.

    Well, I guess we have a deal, Lizzie —murmuré y la voz me bajó un par de octavas, culpa del susurro y el cabrón acento irlandés colado que nunca fui capaz de reducir. Le di otro trago al café antes de regresar al tono de voz normal, también al japonés—. Perdón, no tendré la pinta pero trato de ser responsable así que no me quedé tranquilo hasta que lo hice. Venga, te invito a un dulce de la cafetería para compensar mi traición~ ¡El que tú quieras!

    Eché la espalda hacia atrás, encontrando el respaldar de la silla y solté un suspiro para luego dejar un comentario bastante al aire, para que lo tomara cualquiera de los dos.

    —Supongo que podemos cubrir el evento, como parte del club quiero decir. Asumo que van a pasar bastantes cosas y vamos, ¿a qué adolescente no le gusta cotillear? Es una oportunidad bastante interesante.


    Hace mucho tiempo perdí control de este niño en ambos universos
     
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    Observé con cierta confusión el comentario de Yashihiro, invitándome a elegir con quién ir a la fiesta y dejé escapar el aire por la nariz, con cierta condescendencia maternal.

    —En ese caso prefiero no ir con nadie, cielo. No es obligatorio llevar pareja, de todas formas —comenté con tranquilidad, acomodándome el cabello antes de volver a tomar los palillos—. Podemos vernos allí, ¿no suena bien?

    Mientras comía Cayden me ofreció un dulce en compensación, y negué con la cabeza en respuesta, con una sonrisa liviana. Realmente disfrutaba más dando que recibiendo, me resultaba difícil aceptar cosas del resto. Solo había que ver a Dante intentando comprarme algo de vez en cuando.

    —No es necesario, pero se agradece la intención~ —respondí sin complicaciones, y escuché con cierta curiosidad impresa en mi semblante su comentario salido de la nada. Me encogí de hombros tras tragar el arroz—. Por mí suena bien. Puede ser nuestro primer proyecto, para ir calentando motores. ¿Tú qué dices, presi?
     
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    Mis cejas se fruncieron un poco cuando oí que el diseño no era obra de él, vaya, al parecer me había equivocado~. Mi cara de irrelevancia muda, inexpresiva, se mantuvo hasta que mencionó que el trabajo de cincos había sido en verdad de tres; los otros solo respiraban. Una sonrisa ladina cubrió mis labios, soltando de paso un simple "Je" mientras desviaba la mirada a los ventanales.
    —Quién diría que respirar llegara a ser tan complicado —musité, para luego guardar silencio otra vez, sin sacar los ojos de encima de los orbes ámbar. ¿Había intentado mosquearlo con tan simples palabras? Ni idea, pero de seguro aquello que solté salió de lo más profundo de mis recuerdos, de cosas que ya no tenían importancia.

    Me empecé a comer uno de los duraznos, observando con cierto cansancio en mis parpados el intercambio entre los otros dos. Enarqué un poco la ceja, notando el cambio de actitud considerable que tenía Cayden-kun con White-san; vaya privilegiada. Hasta me daban ganas de suspirar y todo. Amplié mi sonrisa en cuanto el pelirrojo comentó sobre que podíamos cubrir la fiesta como parte del Club, Liza-san no demoró en sumarse con su propias palabras a la disputa.

    Solté el aire con suavidad por la nariz, respaldado en la silla tras tragar lo que tenía en la boca de la última mascada que le di a la fruta; los miré con la sonrisa calma un momento, luego cerré los ojos arqueando las cejas apenado.
    —Creo que no entendiste lo de ir juntos, White-san —hablé sin prisas, para luego sostenerle la mirada con las cejas aún penosas y la sonrisa sutil—; lo de elegir o no elegir era broma—. Y otra vez desviando la mirada a los ventanales, si es que en el fondo no dejaba de ser un cobarde—, recuerda que poco me importan las personas.

    Y con el rostro en dirección a los ventanales, miré a ambos de reojos, entornando la mirada y afilando la sonrisa, siempre monocorde y calmo.
    >>Lo que si me preocupa es la seguridad de los del Club—. Y volví a mirar a los ventanales—, pero solo Izayoi-san es miembro oficial de momento.

    Le di una pequeña mascada a la fruta, que no demoré en tragar. Apoyé mi mentón en ambas manos empuñadas, mirándolos con una calma ambivalente, aún sonriente.
    —¿Qué sí me interesa cubrir el evento?— Volví a mascar la fruta mientras me llevaba la mano vacía al bolsillo, mientras cerraba los ojos y me volvía a respaldar en la silla— Pues a mi no—. Abrí los ojos entonces, aun con la mano derecha que sostenía mi comida alzada; los miré con una seriedad tan sobria como amovible, la rudeza de la situación se notaba en mi voz monocorde e inquebrantable—; las fiestas son para divertirse, ¿no?— Mis ojos volvieron a caer en el paisaje tras los ventanales— Y el trabajo para centrarse —musité sin perder mi seriedad.

    Solo dejé un par de segundos de silencio en los que no los miré, centrado en mis recuerdos. Luego de ese efímero lapsus, les brindé una cordial y amable sonrisa a ojos cerrados.
    >>¡Pero ustedes son libres de hacer lo que les plazca!—. Volví a abrir mis ojos, encarándolos con una sonrisa aterciopelada y una mirada tan sobria como mi voz monótona—; ¿es su hobby entrevistar en medio de una fiesta? ¡Pues venga, háganlo! —exclamé lo último a ojos cerrados, para después mirarlos con el cejo fruncido con ligereza; mi voz salió tan gélida como mi dura expresión—, pero no quiero luego que se anden quejando conmigo por decisiones suyas.

    Y volví a mirar el paisaje a lo lejos, mientras le daba otra mascada a la fruta. No demoré en tragar, y tras eso concluí sin mirarles:
    >>Independiente de lo que hagan, yo decido qué cosas se escuchan y qué cosas no por los altoparlantes.
     
    Última edición: 28 Febrero 2021
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    Solté una risa por la nariz al escuchar la respuesta de Liza, había sido una versión bastante más amigable que lo que yo hubiese soltado de haber abierto la boca porque sí, nunca se dijo que se tuviese que ir en parejas. No era un baile de graduación versión película americana de bajo presupuesto después de todo, cada quien era libre de llegar solo, con una pareja o en grupo, como le saliera de los cojones básicamente.

    En tanto llevaran la ropa apropiada, la máscara y la invitación, claro.

    Vi a Liza rechazar mi ofrecimiento y bastó eso para que me hiciera una idea de la clase de persona que era, no parecía en sí que aceptara cosas de los demás y no era por pura mala educación ni nada. Entre eso y su tono de voz los tiros iban por otro lado, debía estar acostumbrada a ser ella quien cuidaba de otros en vez de a la inversa.

    Tocaría acudir al plan B.

    Por otro lado parecía que Yashihiro se había hecho bolas, que yo fuese el pseudo-anfitrión de turno no quería decir que fuese yo quien hizo las invitaciones, esa era precisamente la gracia del trabajo en conjunto que nos habíamos montando incluso cuando queríamos matarnos entre nosotros. Lo cierto es que todos preferíamos tener una fiesta bien organizada que darnos de hostias a fin de cuentas.

    Su aclaración de que la cuestión, de nuevo, había sido broma fue bastante innecesaria. En sí también lo eran sus bromas pero no sería yo el que se lo dijera al pobre diablo, así que solo lo dejé correr.

    —Me dijiste que Mason también lo era —atajé entonces, todavía echado a mis anchas en la silla—, pero dudo que a Mason le interese cubrir nada en medio de una fiesta.

    Le di otro trago a la lata de café antes de seguir hablando y volví a ponerme la sonrisa inocentona en el rostro.

    —Ah, nunca dije entrevistar, my bad. —Apoyé los brazos en la mesa entonces—. No hace falta ser tan obvios, observar con la suficiente atención, involucrarse en las cosas que se inventen los demás y ser parte de algunas charlas debería bastar para cubrir terreno. Perfectamente puedes cumplir con un par de tareas mientras te diviertes, en tanto no olvides dónde estás y sepas interpretar tu papel.

    Experiencia propia.

    No por nada le iba a sacar algo de dinero al montón de ricachones del Sakura esa noche.


    —Nadie va a venir a quejarse contigo de todas maneras, Presi, seguimos sin ser miembros oficiales del club y lo acabas de dejar claro. —Ensanché un poco la sonrisa, que consiguió afilarme los ojos aunque todavía no cargaba malicia como tal—. Por rebote no debes preocuparte por la seguridad de nadie porque aquí, que yo sepa, nos sabemos cuidar solos también. Piensa en esto como nuestra iniciación, siendo que tenemos que mantener todo lo suficiente family friendly para que pase por tu filtro... y luego por el de la dirección, que sigue teniendo control absoluto de los altoparlantes y obviamente un montón de adolescentes en una casa en el Triángulo del Dragón no van a mantener las cosas tan sanas como para que la tarea de síntesis de información sea tan fácil.

    Me levanté entonces, me excusé con ellos un momento y aproveché que fila de la cafetería prácticamente había desaparecido por ser los últimos minutos de receso para comprarme algo de comer y un chocolate, porque la verdad es que tenía hambre. Al regresar a mi lugar abrí primero el dulce, lo partí a la mitad dejándome yo una parte y deslicé el restante, todavía en la envoltura, hacia la castaña. Mi parte la partí de nuevo para extender un trozo hacia Yashihiro, colocándolo sobre una servilleta.

    Abrí el sándwich que había comprado, desaparecí una buena parte en un par de bocados y me los bajé con lo que me quedaba del café. Bueno, igual y el par de jalones al porro no habían sido la mejor de mis ideas.

    —No acepto devoluciones, se lo comen o lo tiran a la basura —atajé antes de que cualquiera de los dos se atreviera a rechazar el chocolate.
     
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    Hygge

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    ¿Hm? ¿Que era broma? Bueno, en tanto que no hubiera rollos demasiado raros entre los del club suponía que estaba bien así. De hecho ojalá el club lo formásemos únicamente nosotros, aunque Yashi no nos considerase parte aún, porque pese a que esos dos no parecían llevarse del todo bien no me resultaba particularmente incómodo estar en su presencia.

    Las conversaciónes eran... animadas, cuanto menos.

    —¿Quieres que tomemos nota de lo que se vaya cociendo en la fiesta, entonces? Nos van a faltar ojos y oídos por ahí —bromeé. Si ya de por sí meter a un par de adolescentes en una casa era un desastre, esa vez los resultados se triplicarían y estaba siendo generosa. Anyway eso solo nos daba más oportunidad de pillar cosas interesantes, y no dejaríamos de divertirnos en el proceso—. Suena a un win-win para mí. Y es tu oportunidad de evaluarnos más allá de un trozo de papel, Nakagawa-kun. No es que no me fie de su efectividad ni nada~.

    Let's be honest, la teoría podía comprobarse en la práctica mil veces mejor y dejar entrar o no a un club en base a tus pensamientos, bastante subjetivo todo, era cuanto menos cuestionable. Me reiría si supiese el caso del resto de chicas en mi lugar.

    Cayden atajó casi todas las pegas que encontré a la sentencia de Yashi, y con el camino bastante despejado me limité a terminar de comer un poco a mi bola, guardando la cajita del bento ya vacía en mi mochila. Mientras el mayor se disculpaba un momento me quedé con Nakagawa simplemente conversando, pero para mi sorpresa cuando regresó lo hizo prácticamente con su almuerzo y me extendió la mitad de un chocolate de paso. Hizo lo propio con el presi y para ese entonces arrugué la nariz, sosteniéndole la mirada a Cayden con evidente disgusto.

    Qué clase de encerrona era esa, for god's sake. Encima lo decía tan pancho, como si hubiese alguien en el mundo que fuese a tirar un chocolate por amor al arte.

    I hate you, you know? —bufé, porque ambas elecciones me parecían malas, pero la última sonaba aún peor. Solté un suspiro pesado y desvié la mirada lejos del ámbar del otro, llevándome un pedazo a la boca. La satisfacción que debía tener encima me subió cierto color al rostro—. I'll let you win this time, but i'll get revenge.

    Y lo decía mientras comía un chocolate de mi sabor preferido. Muy amenazante, sí.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Seguí mordisqueando el mochi entre mis manos con una expresión bastante indiferente, sin poder importarme menos que la chica me estuviese analizando como parecía estar haciéndolo. A saber cómo había acabado juntándose con Alethea, pero más le valía tener cuidado de cómo se comportaba con la chica si no quería presionarme los botones incorrectos. Aquella tonta de pelo azul era una de las pocas personas que me habían acabado importando de verdad y prometí protegerla a costa de lo que fuese.

    Solté una risa sin gracia por la nariz cuando comenzó a hablar, con aquel tono sutil y la mirada entornada. Era la primera que adoraba que le comiesen la oreja de esa manera, pero al mismo tiempo también era la primera que se ponía a la defensiva por ello. ¿Una completa desconocida siendo tan amable porque sí? Olía mal, y lo sabía porque yo era ese tipo de falsa.

    Y como era ese tipo de falsa, rápidamente coloqué una sonrisa amable sobre mis labios mientras me dignaba finalmente a mirarla.

    —¿Eh~? ¿En serio~? —solté, cantarina, dejando el postre sobre la mesa para inclinarme un poco sobre la misma—. Pero igual te han dado un poco mal la información, eso sí. Me gusta teñirme y todo el rollo, pero voy a una peluquería para ello. Y es lo más recomendable, eh, así te aseguras que todo salga bien~

    Le dirigí otra mirada a Alethea, pillándola con el ceño ligeramente fruncido, y le guiñé el ojo antes de volver a centrarme en el dulce.

    Era una verdad a medias, claro, pero no importaba realmente. No iba a ventilar mis trucos por ahí y, ¿qué? ¿pretendía que sustituyese a su amiga y la peinase porque sí? En otro universo, quizás.


    gabi: nah, pero riamu está muy tranquila cuando está con alethea
    Riamu: sí pero no
     
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    Zireael

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    No sé ni cómo mierdas habíamos terminado allí, pero el caso es que me estaba viendo ya que Liza podía ser una suerte de secuaz bastante interesante. Se subía al tren rápidamente, en general nuestras ideas parecían ir encajando y, aunque fuese un imbécil, cuando tenía que señalar los huecos en los planes ajenos los señalaba para poder arreglarlos de otras maneras.

    Como si tuviera una maldita checklist en la cabeza.

    La fiesta de aquellos tres imbéciles iba a ser un despliegue de desastres de proporciones colosales, no era solo una fiesta de un montón de adolescentes, era obra directa de Akaisa así que la cantidad de alcohol disponible iba a dar hasta miedo, sin mencionar las cosas que se fuesen a inventar para dejar a una buena parte wasted en cosa de minutos.

    En cualquier caso, luego de dale el chocolate a Liza noté el disgusto con que me sostuvo la mirada y tuve que contener una risa, porque la había acorralado de forma irremediable. No tenía cara de ir a tirar un chocolate la chiquilla, ciertamente, y obviamente me había aprovechado de eso para hacer la movida.

    Volví a sonreírle y le saqué la lengua en respuesta, como si fuese un mocoso, y volví a darle otro par de bocados al sandwich antes de decir nada.

    Good luck with that —dije entonces.

    Un poco estaba tentando mi suerte, si de venganzas hablaba lo cierto es que podía usar toda mi personalidad como una carta en mi contra pero bueno, yo me quedaba en paz con que se había comido el chocolate.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Lo miré de reojo, para escudriñar su mirada con la propia, entornando mis ojos con una antipatía a considerar: Silenciosa y pasiva. Mason, asentí a sus palabras, para luego darle otro mordisco a mi fruta, con seriedad, mirando el paisaje tras los cristales: Eso último era lo único que me mantenía... tranquilo. Cuando volvió volví a mirarle de reojo, masticando con calma, sin quitar mi cara de amargado desinteresado. No demoré muchos segundo en volver a buscar la silueta de los árboles y flores a los lejos, poco me interesaba ver las caras de las personas irrelevantes.

    Sepas interpretar tu papel... Mis ojos a esas alturas con dejaban una franja considerable para no cegarme, el ceño seguía tan solo un poco fruncido, pero igual de inamovible que mis labios en una expresión de seriedad inaudita; me centraba en masticar y tragar, procesando sus palabras solo para encontrar cosa desagradable tras otra. Cuando mencionó aquello de ver el proyecto como su iniciación, ya me había acabado la fruta, así que dejé el cuesco dentro del bote de comida, para luego llevarme ambas manos a los bolsillos y seguir mirándolo con esa seriedad casi hastiada; no diría que lo odiaba, estaba lejos de eso, solo... me parecía demasiado soberbio, plastificado y fácil de falsear. Dejé salir el aire de mi interior con ligeresa, exhalando por la nariz mientras no le quitaba mi ceño fruncido de encima a Cayden-kun; demasiado incomodado por su idea tan... nefasta.

    No me gustaba su metodología
    Su ideología se me tornaba peligrosa.
    —Okey —solté con voz plana y grave, cuando se excusó de que iría a comprar algo; recién cuando nos dio la espalda y se alejó un par de pasos, me permití suspirar con más pesadez, sin desaparecer mi expresión recriminadora y dura. Miré entonces White-san, consciente de que ella no tenía por qué tragarse mi mal humor. Apoyé mi rostro en mi puño derecho otra vez, viéndola con clara indiferencia—. ¿Cuáles canciones te gustan y por qué? —pregunté monocorde, calmado, lejos de sonar agresivo; pero ni cerca de amable.

    Esperé su respuesta y terminé con una sonrisa más genuina en el rostro, a pesar de que su comentario respecto a mi persona y métodos tampoco me había caído del todo bien; odiaba tener los focos sobre mí, las excusas por mí, los retos en mí y cualquier cosa relevante relacionándose conmigo. Solo quería vivir en paz y ya está.
    —Me servirá tener más estilos de música en mi repertorio —dije manteniendo una suave y sobria sonrisa, más cordial que otra cosa.

    Entonces volvió Cayden, repartiéndonos con esa sonrisa risueña y apacible un poco de su chocolate; yo observé sus movimientos y ojos con los propios, sin moverme de mi posición vaga y de mis ojos hastiados, todo en una expresión tan gélida como dura. Si... me estaba esforzando por mantenerme ahí; pero nadie me iba a felicitar por ello, tampoco era algo que deseara.

    Miré a White-san responderle con aquel tono infantil y quejica, en ingles; cuando terminé de hablar solté un efímero, pero pesado suspiro, con mis ojos yendo a acabar sobre los de Cayden-kun.
    —Encuentro injusto que obligues a aceptar a alguien cosas que no ha pedido —hablé monocorde, más bien musite con una irrelevancia y apatía normales en mí, pero que ellos no habían tenido demasiadas oportunidades de presenciar. Cerré los ojos, soltando un suspiro más suave e imperceptible—; pero no seré yo quien tire comida a la basura.

    No cuando hay gente muriendo de hambre allá afuera.
    De cualquier forma, no tomé la barra, más bien los observé en silencio esperando a que terminaran su intercambio... más que meloso.

    —Miren, les seré sincero —hablé con esa voz grave y monocorde, ya sin ninguna pizca de emoción; fruncí mi ceño más de lo normal, clavándole la mirada a ambos en intervalos constantes y calmados—: El Club de Radio a mi no es que me importe demasiado, lo que me importa es mi actividad dentro del salón de Audiovisuales—. Cerré los ojos, pero el calibre de mi voz no cambió ni un poco, me mantuve así por bastante tiempo—. Antes se componía por Hikari-senpai y Kenta-senpai, y ni idea quienes estuvieron antes de ellos; pero sé que ellos se encargaron de mantenerlo vivo, activo y apacible.

    Dejé de apoyar mi rostro en mi puño, para poner un brazo frente al otro, reposando en la mesa mientras yo tomaba una posición más simétrica; pero no del todo estoica ni mucho menos recta, tan solo estaba un tanto encorbado cargándome sobre la mesa: Sin quietarle mi vista ni seriedad al dúo.
    —Estaban para ayudar y animar al resto; ese es el objetivo del Club de Radio, y lamento ser pesimista—. Y entonces mi mirada se clavó en la de Cyaden-kun; sol contra cielo, ambos despejados—, pero no me fio ni un pelo de tus intenciones, Cayden-kun.

    Y me respaldé en la silla, irguiéndome sin perder la actitud perezosa que había agarrado a vuelo, llevándome mis manos a los bolsillos y mirándolo con el mentón algo alzado; siempre encarándolo.
    >>No con las pintas que lleva ni con los objetivos que te marcas: Los Akaisa no son nadie a quien uno pueda tocarle los cojones como se les pinte la gana, y eso me hace pensar solo dos cosas sobre ti.

    Y mi mirada se entornó, mi voz bajó a un susurro legible, pero que con suerte y solo habrá logrado escucharlo Liza y él.
    >>O eres un grandísimo idiota, o no eres nada un angelito a quién darle manoplas y cuchillas.
    Luego de eso me levanté con calma y parsimonia, a ojos cerrados y cabizbajo.
    —Eso es todo lo que tengo por revelar—. Fui ordenando mis cosas sueltas por ahí dentro de la cajita del bento, menos el chocolate que de momento lo dejé dónde Cayden-kun lo había dejado; arriba de la servilleta—; no impediré que nadie intente entrar al Club de Radio —seguí hablando monocorde y calmo, pero con clara hostilidad; una amenaza. Alcé la cabeza y me erguí como correspondía en cuanto tuve todo sujeto con mi mano y brazo izquierdos, mirándolos a ambos por igual: Severo—, pero si que haré todo lo posible para que no corrompan lo que crearon con tanto esfuerzo y dedicación los anteriores presidentes e integrantes del Club de Radio, menos proveniente de un chico que solo estará un año acá —hablé sin alterarme, pero era claro que no deseaba empatizar, no en ese momento.

    Hice una reverencia de unos 40° al menos, formal y estoico, mi voz dejó de lado la hostilidad para brindar al menos un poco de condescendencia.
    >>Gracias por almorzar conmigo—. Y alcé la vista, mirándolos desde mi posición erguida—, ahora iré a hacer otras cosas. Adiós —agregué lo último con una leve inclinación de cabeza.

    Tras eso me di media vuelta y me marché, sin mediar ninguna otra palabra más; a pasos constantes y monótonos, pero nunca acelerados y mucho menos desesperados.

    Sabía como enfrentar mis problemas,
    ya había pasado muchos años cuestionándome cómo hacerlo.
     
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    Hygge

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    Puse los ojos en blanco cuando le vi sacándome la lengua, pero bien que seguí dándole algún que otro mordisco a la tableta sin ser consciente siquiera. A veces el cuerpo era traicionero y aunque me costaba recibir cosas, no quería decir que no las disfrutase en el fondo. En cualquier caso el chico debía agradecer que fuese yo y no otra persona con la que se topaba, porque detalles suficientes tenía de momento como para vengarme. Digamos que tenía una mente bastante proactiva para urdir planes, la motivación de subirme a ellos también, pero ni el rencor ni la venganza me animaban a hacerlo así que simplemente lo obvié.

    En el fondo seguía siendo esa clase de tonta, aunque no actuase siempre como tal.

    ¿Había dicho antes que no había demasiado mal rollo en el grupo? Bueno, lo retiraba. Estaba claro por las expresiones que le echaba Nakagawa que si pudiese atravesar a Cayden con la mirada lo haría sin siquiera pensarlo, y por las respuestas sarcásticas del otro tampoco es que le hubiese tomado demasiada simpatía que digamos. No es como si pretendiese agarrar sus manos y que se la estrechasen para hacer las paces como críos de primaria, eran mayorcitos para resolver sus problemas y aunque me pesase en parte simplemente lo dejé correr, atendiendo al intercambio de manera distraída.

    Fruncí el ceño desde mi lugar cuando la irritación de Yashi tomó un rumbo extraño y le dirigí una mirada de puro desconcierto. Nos conocía de apenas un día, ¿con qué derecho podía atreverse a juzgar a una persona tan pronto? Quizás el chico no fuese un santo en apariencia o lo que sea, nadie lo era realmente, pero de ahí a lanzarle tremenda sentencia terminó por obligarme a entrar al intercambio.

    Era superior a mis fuerzas.

    —Nakagawa-kun, entiendo que mantener el club sea importante para ti. No pretendemos corromper nada de lo que han creado en este tiempo, pero tampoco puedes pretender mantenernos de manos atadas porque desconfíes de nuestras intenciones. No hemos hecho nada para que pienses así —Le sostuve los pozos azules con bastante seriedad. Me pareció innecesario el insulto hacia Cayden, pero también me movía algo de preocupación hacia el propio Yashihiro. Quería alcanzarlo, comprender el origen de su aparente desinterés y desconfianza con el mundo, pero no hacía más que alejarse con cada paso que daba—. Nada de lo que hagamos o dejemos de hacer podrá afectar al club directamente porque antes deberá pasar por la dirección. Sería estúpido hacer algo fuera de lugar y tampoco tenemos motivos para ello. Al menos yo no.

    No creía que el pelirrojo los tuviese tampoco, al menos no intenciones malas para con el club, pero como bien había dicho antes no éramos más que extraños y no había que juzgar un libro por su portada, para bien o para mal. Solté un suspiro pesado.

    >>Así que me temo que tendrás que hacer un esfuerzo y llegar a entender que no somos ninguna amenaza.

    Que le hubiesen alcanzado o no nuestras palabras era algo que se quedaría en el misterio, pues el chico no tardó en disculparse, recoger sus cosas y marcharse de la mesa. Torcí una mueca ligera, viéndolo partir con cierta intranquilidad, pero terminé por dejarlo pasar y me incliné en el respaldo como si me hubiesen drenado las fuerzas. Suponía que no podía alcanzar a todo el mundo, y aún así seguía siendo una maldita ambiciosa.

    La cafetería había quedado prácticamente desierta para cuando terminamos de comer, pero me mantuve unos minutos más allí al menos hasta que me terminase el chocolate y Cayden su sándwich. No debía quedarle mucho al receso de todas formas.

    —Supongo que tendrás que conformarte conmigo para tu plan —le dirigí una sonrisa algo cansada por todo lo sucedido, pero el interés seguía estando por allí oculto—. Gosh, me pregunto qué saldrá de toda esa locura.
     
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    Zireael

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    ¿Esperaba otra reacción de Nakagawa? No realmente, me estaba metiendo con su juguete, con la sala de audiovisuales, el supuesto club que manejaba y todo lo demás, era obvio que le iba a tocar los huevos porque ya de por sí tenía medido que su paciencia rozaba lo inexistente, así que su poste estaba bastante bajo apenas empezar. El gigantón era un asco para las interacciones y que yo de toda la gente lo dijera era algo de que preocuparse.

    ¿Le parecía falso quizás?

    ¿Me veía como un impostor, un farsante?


    Porque lo era, me había convertido en eso con los chacales y era quizás la única cualidad que apreciaba de mi persona. Mi habilidad para cambiar de forma hasta olvidar mi personalidad real, ignorar que no era más que un imbécil aterrado que buscaba recibir atención aunque no supiera realmente qué hacer con ella al recibirla, el idiota que rehuía del mínimo contacto como si fuese a quemarlo pero deseaba ser admirado por alguien, quien fuese.

    ¿Qué pasaba, prefería la teoría sobre la práctica? Qué muchacho tan cuadrado, con razón había bromeado con que no le iban los tíos. Si es que la criatura era más aburrida que un libro de matemáticas. Era posible que tuviese habilidades de organización, pero en general no creía que hubiese mucho más y tampoco servía de mucho si no estaba abierto al aprendizaje de otro. Si seguía por ese camino no sería diferente de los profesores que le tocaban los cojones a todo Dios.

    Cuando me clavó la mirada encima se la sostuve sin problemas, ampliando la sonrisa inocentona incluso siendo consciente de que podía tocarle más los cojones. En general evitaba el conflicto, era cierto, lo evitaba cuando sabía que podía llevarme unas buenas hostias... este no era el caso.

    ¿No se fiaba de mis intenciones por mis pintas?

    That's actually clever of you, big dude.
    Ah, tampoco dije ser justo nunca pero gracias por traerlo sobre la mesa.

    Era cierto también que los Akaisa no eran gente con la que uno anduviese jugando, pero quizás al pequeño Yashi le hiciera falta una visita directo de su heredera para darse cuenta que mi plan de hecho le venía como anillo al dedo a la chica, que iba a estar en su puta salsa de que toda la escuela tuviese su fiesta en la boca incluso después de que se llevase acabo. Además que nunca hablé de hacer nada que alterara a Katrina, hablé de revolvernos en la fiesta como gente normal, justo como ella iba a querer.

    No solo Honeyguide tenía habilidad para sacar información.

    Éramos de la misma camada después de todo.


    Le pegué el último trago a la lata de café mientras el chico soltaba lo de que era un grandísimo idiota o simplemente no era un angelito, lo hice para lograr contener la sonrisa de mierda, directamente aprendida de los lobos, y poder seguir jugando mi papel sin problema. Al bajarla alcé apenas las cejas como si pretendiera sorprenderme de su sentencia y me quedé quieto, escuchándolo y archivando.

    ¿Preocupado de que pueda arruinar tu amado club, big dude?

    Se estaba sintiendo amenazado por el mismo idiota al que le había soltado en toda la cara que por ser tan pasivo podía salir perjudicado, lo que era bastante estúpido. Como fuese su speech pareció activarle el gatillo a Liza, tocó algún cable incorrecto y la hizo meter la cuchara en el asunto, cuando yo solo pensaba pasar de él.

    Una parte de mí se lo agradecía, que hubiese intercedido en mi lugar, porque no creí que fuese a hacerlo pero ni de coña. Nunca esperaba que nadie que no fuesen los relacionado a la gang intercediera por nada relacionado a mí, igual venía porque ella estaba metida en el saco, claro, pero se agradecía su intención. También estaba más que agradecido por el hecho de que aclarara que nadie había pretendido hacer nada peligroso como tal en ningún momento, que los peligros se los estaba sacando él de la manga básicamente.

    —Suerte con tus cosas. —Fue todo lo que le dije al chico mientras se retiraba.

    No valía la pena responder a lo demás que había dicho ni hacer aclaraciones innecesarias que ya había hecho la castaña. Aunque por supuesto lo que sí iba a hacer era dejar en claro cuando hiciera falta que mis ideas eran mías y punto, incluso si Liza las apoyaba la responsabilidad iba por mi cuenta, solo en caso de que algo saliera lo suficientemente mal para que hiciera falta aclararlo.

    Podía no tener la pinta, pero también era el tipo de idiota que trataba de actuar para los demás, incluso después de semejante demostración de egocentrismo con Yashihiro. Si hacía falta me las jugaba de pilar, de hermano mayor, y sacaba del campo de tiro a quien hiciera falta aunque significara que yo terminara en la mira. Si de por sí el de los principios cuestionables era yo nada más.

    El mocoso se habría dado cuenta si no tuviera metido entre ceja y ceja un montón de prejuicios en torno a mi persona, pero me traía bastante sin cuidado si quería pensar que solo era un crío con aires estirados, un delincuente directamente o un cero a la izquierda. Si hubiéramos empezado con el pie correcto era capaz de meter las manos al fuego por él, pero no había sido el caso.


    Envolví en el papel lo que quedaba del sándwich, solo para no terminar de comérmelo tan a las carreras, y volví a pegar la espalda a la silla.

    —Igual y se me fue la mano —dije bastante al aire, soltando una risa por la nariz—. Ah, nunca consideré realmente la posibilidad de que el plan involucrara más personas. Nakagawa parece más negado a las interacciones que yo mismo y el resto de club nos es un absoluto misterio, así que por ahora, Liza, somos tú y yo recopilando la información de toda una fiesta.

    Le regresé una sonrisa bastante tranquila, si se quiere quería sacarle algo de tensión encima por toda la escenita que nos habíamos montado de la nada y luego regresé la vista al frente para echar parte del torso sobre la mesa, estirándome como un gato. Apoyé el rostro en mis brazos y la miré desde allí.

    —¿Quieres que te acompañe a tu clase?

    ¿Dos palabras amables, una tarde en la sala de audiovisuales y ya me le iba a pegar como garrapata a un perro viejo?

    me van a perdonar por este tochaco que no sé de dónde me salió
     
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    Kaisa Morinachi

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    Abrí los ojos, con mi cara de sorpresa que solo consentía en alzar mis cejas mientras abría mi paso. Me llevé las manos a los bolsillos, para luego mirar el techo con tranquilidad, pensativa.
    —Tienes razón, acá la gente anda con cabello geniales —solté con suavidad, para luego encorvarme y volver a encarar a la teñida, con esa sonrisa tímida por las cejas arqueadas—. Supongo que lo mejor sería ir a una buena peluquería, ¿no?— Me quedé mirando mis piernas, que se alcanzaban a ver debido al no estar tan apegada a la mesa; cabizbaja y puede que pecando de nostálgica—. Supongo que lo haré pronto...

    Y entonces volví a mostrar sorpresa, aunque esta vez más expresiva que la anterior, había soltado un "ah" y todo, para luego voltear a verlas con esas expresiones que no decían nada en especial, pero al menos desanimada o enfadada no debería verme; me sentía... calmada, supongo. Enarqué las cejas, dudosas.
    —¿Alguna sabe cómo llegar a Chidoya?— Volví a respaldarme en la silla, para luego pasar mis dedos por mi tranza, contorneándola y con una cara de... compungida, o abrumada con levedad, qué se yo; tenía las cejas fruncidas y casi que hacía un puchero—. Dicen que va a ver un fiesta...

    Y volví a mirarlas, sin dejar de lado la duda en mi cara, pero al menos cualquier ansia injustificada estaba lejos de emerger... espero.
    >>¿Creen que valga la pena ir?

    Yashihiro Nakagawa.png

    Escuché las palabras de White-san manteniendo la seriedad de siempre, tan solo entornando los ojos haciendo apenas visibles mis orbes, solo por que... ni idea; reacción natural, supongo. No supe bien que responderle, de todas formas ya me había dado vuelta y puesto los pies en marcha antes de que alcanzara a pensar una respuesta coherente.

    Oh, pero entonces Cayden-kun alcanzó hablar, logrando que me detuviera en seco. Los miré por sobre el hombro, con mi expresión sombría y apática.
    —Igualmente, a ambos —hablé con el volumen suficiente para que me escucharan, sin ninguna pizca de enojo o algo similar, tampoco alegría y mucho menos rencor, ni nada. Tal vez solo algo de cansancio acumulado, y si quedaba desconfianza solo se podría apreciar en mi mirada filosa.

    Entonces volví a centrar mi vista en el camino a recorrer, a paso firme y constante, apenas y haciendo ruido al pasar; como la sombra que era.

    ¿Estaba... siendo exagerado? Bueno, demás que si, pero ya no había de otra. Había soltado lo que había pensado y ya está, no se pueden borrar las acciones y hablar es una de ellas. Dejé desinflar mi pecho otra vez, soltando todo el aire con algo de brusquedad por la nariz, ganando un tic en el ojo y una mueca en la boca. En verdad... ¿era posible no estar a la altura?
    Compitiendo...​
    como sí la vida se tratara de demostrar quién es el más fuerte.

    Supongo que solo estaba aterrado. Nunca fui demasiado fuerte.
    Y ahora estaba algo solo.

    Si, quería poner la canción (?)
    Aparte de ser una de las chorrocientas canciones para Mar también
     
    Última edición: 1 Marzo 2021
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    Hygge

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    Para mi sorpresa Nakagawa alcanzó a frenar sus pasos, deseándonos un buen día con algo más de calma, y asentí con suavidad desde mi lugar. No podría decirse que estaba molesta con él, si había saltado en la conversación había sido únicamente por la forma en la que se había dirigido hacia Cayden, porque había sentido la necesidad de aclarar un malentendido que parecía rodearnos a todos los del club o algo.

    Solo deseaba que aquello le ayudase, que pudiese al menos darnos la oportunidad de demostrarle que seguiríamos con la tradición de sus senpais sin modificar nada desde la base.

    Pero para ello haría falta paciencia. Y estaba dispuesta a gastarla toda si hacia falta.

    Con tal de encontrar mi lugar al fin en aquella escuela.


    Escuché las palabras del chico, mencionando que quizás se le fue la mano y me encogí de hombros desde mi lugar. No tenía caso darle vueltas ahora; lo hecho, hecho estaba. Guardé un pedazo del chocolate en el envoltorio y después en mi bolsillo, almacenándola como una reserva de emergencia entre clases. Observé cómo se estiraba y se recargaba posteriormente sobre la mesa, y estiré la mano para revolverle el cabello por encima, reflejando su sonrisa tranquila antes de levantarme del asiento.

    —Daré mi mayor esfuerzo, senpai —comenté a lo de la fiesta, liviana, quizás por contribuir a restarle peso al asunto. Le hice un gesto con la cabeza, aceptando que me acompañase a clase como ayer. Iba a terminar acostumbrándome a eso como siguiese así—. Claro, vamos. Tenemos el tiempo justo para ir con tranquilidad.

    Ahora que lo pensaba aún desconocía quién era mi otra compañera en el proyecto de clase. Me preguntaba si Anna habría contactado ya con ella, aunque tampoco había tanta prisa.

    Cierro con Liz por aquí too, que como le dije a Rojito cuando acabe las clases a las tantas voy a estar tan muerta que no me va a salir postear (??)

    PD: They babies a
     
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    Amane

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    La niña era un poco rara, las cosas como eran, pero en realidad tampoco podía culparla porque yo era muy buena en lo mío. Eso de fingir e ir adaptándome a los demás según pudiese captar su personalidad. Cuando me apetecía caerles bien, claro, porque cuando no ni siquiera me esforzaba en esconder el mal humor que a veces me dominaba.

    Decía de ella, pero yo me movía por unos espectros jodidamente extraños.

    Me acabé el mochi de una, ya que solo me quedaba un bocado del mismo, y crucé los brazos sobre la mesa mientras me echaba hacia delante y cruzaba las piernas por debajo de la misma. Enarqué una ceja al escuchar su pregunta y tuve que hacer un esfuerzo bastante grande por contener la risa que pugnó por salirme de los labios.

    ¿Dicen que va a haber una fiesta? Pero cariño, ¿que no recibiste tú también una invitación como todo el mundo?

    Fue Alethea la que respondió, con el tono calmado y educado que siempre llevaba encima.

    —Creo que en la invitación venía un código qr y la dirección de la casa. Si coges el tren, es la estación de Suidobashi. Desde ahí debería ser relativamente fácil llegar andando hasta la casa que sea.

    El hecho de que la chica respondiese me dio el tiempo necesario para controlarme y recuperé la expresión amable de antes. Apoyé la barbilla sobre mis manos entrelazadas y ladeé la cabeza mientras la miraba, dejando que el pelo siguiese su camino hacia ese mismo lado.

    —Una fiesta siempre merece la pena, linda~ —respondí, sedosa—. ¿Pero esta en concreto? Tiene toda la pinta de que más que nunca~

    Era una mascarada, sí, pero realmente parecía un fachada elegante para lo que verdaderamente iba a ser: una fiesta de las buenas, con adolescentes hormonados, alcohol y ojalá una piscina para añadirle más diversión al asunto. ¿Pintaba mucho una niña como la rubia que tenía ahí delante?

    Ni de puta coña.

    >>Si tienes tiempo, deberías pasarte, parece que será divertido~

    Me incorporé después en la silla y miré a Alethea, haciéndole una gesto con la cabeza.

    —Ah, Nieves-san, vamos a volver ya a clase. Un gusto haberte conocido, nos vemos~

    Perdona Morita, ando cerrando todas las interacciones que pueda porque ando hasta arriba de cosas y me gustaría no petar hasta la fiesta (?)
     
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