Interior Cafetería

Catherine Whitman

Una pequeña risita de pura ternura se le escapó de sus labios cuando sintió que le arreglaba el cabello, realmente estaba feliz, por mucho que le agradara vivir allí tener esa clase de contactos físicos era algo que le gustaba bastante, la hacía sentir algo cálido y agradable...pero en esa ocasión eso era muy distinto a lo que normalmente ella deseaba porque todo eso eran atenciones de una persona que consideraba interesante y bastante bonita, interacciones que le aceleraban el corazón, la ponían nerviosa, la hacían sentir avergonzada.

Interacciones que aunque sabía que debían formar una amistad de primera mano, no podía no verlas como cosas algo sentimentales.

La siguió hasta la mesa, sentándose a su lado y apoyando su brazo libre sobre la mesa para poder reposar su rostro sobre la palma de su mano, observándola con bastante atención todavía sin perder la sonrisa de su rostro.

—No he tenido mucho tiempo de conocer gente aquí en la academia... —Confesó aunque fuese lo más obvio del mundo y tan solo se animó a romper la unión de sus manos para acariciar con suavidad uno de los mechones de su cabello para acomodarlo solamente antes de volver a tomar su mano —, pero creo que puedo decir con seguridad que estoy interesada en ti, incluso solo como una posible amiga~

 

Catherine Whitman

La emoción de tener todo más claro entre ellas hizo que mantuviera la sonrisa en su rostro incluso cuando sus manos se vieron separados al momento de llegar Kohaku, haciendo que se acomodara mejor en la mesa como Morgan para recibirlo. Sabía que de ahora en adelante podía relacionarse de una forma un poco menos ambigua y quizás iniciar a ser algo más clara con la forma en la que ellas interactuaban ahora que ya no tenía que temer en resultar incómoda para Morgan o causarle alguna molestia.

Todo podía ir bien.

—¿Hm? Claro Ishikawa-senpai, no te preocupes —Se reclinó para recoger del suelo una pequeña bolsa de tela donde se encontraba su bento y abrir la tela para poder deshacerse de la tela en cuestión —, que les aproveche~ y si algo de aquí les llama la atención son libres de probar un poco, no me molesta. —Si ya lo había hecho, realmente no le molestaba compartirlo con ellos, más si se quedaban con algo de hambre o bien, si tenían ganas de probar algo de lo que traía.

—Por cierto... Ishikawa-senpai, ¿también irás a la misteriosa fiesta que habrá?

Contenido oculto

Momento de pretender que ha tenido una mini cajita de bento porque realmente me había olvidado de ese detalle (?

 

Catherine Whitman

Se alzó ligeramente de hombros resignada cuando vio a Kohaku negarse, pero no podía hacerse nada y tampoco es que lo fuera a obligar si no se sentía cómodo o algo similar, pero sí podía dejar la opción al aire en caso de que cambiara de opinión. Tomó sus palillos y dio el primer bocado de su arroz moviendo sus pies ligeramente al ritmo de un compás imaginario..

Era una dinámica muy distinta estar comiendo acompañada a estar en algún rincón del patio comiendo mientras observaba todo a la deriva al no animarse demasiado a convivir.

—¿En serio? Quizás para la próxima tenga que traer unos cuantos más para que los puedas comer~ —Dejó un par apartados en el bento para ella y continuó comiendo mientras esperaba a que Kohaku hablara y poder escuchar su respuesta, asintiendo ligeramente cuando finalmente lo hizo para que supiera que lo estaba escuchando.

—Ya veo...espero realmente que puedas ir, siento que será divertido y sería una buena forma de despejarte de toda la escuela y demás, ¿no crees? Incluso podrías ver si alguien te puede prestar algo en caso de que no quieras comprar, a fin de cuentas, será cosa de una noche, ¿no? —A menos que esa clase de fiestas se repitieran más seguido de lo que había pensado, allí si que eso de pedir ropa prestada pudiera no ser tan conveniente.

—Efectivamente noche de chicas~ hace mucho que no tengo una, así que me alegra tener la experiencia de vuelta.

 

Contenido oculto: Yoake to Hotaru

Me quedé observando mi teléfono, con el ceño algo fruncido, con levedad; no sabía que hacer, mis labios eran una fina línea y solo veía el listado de contactos para mensajear, y... el de Ichirou onii-chan estaba demasiado abajo en mi reducida lista, que cada día aumentaba sin siquiera percatarme. Terminé por soltar un pesado suspiro, cerrando los ojos en el proceso, mientras dejaba otra vez mi teléfono en el bolsillo de mi cárdigan. Me llevé las dos manos a la cintura, respaldé mi cabeza en la pared de concreto y miré el cielo despejado y azul... Terminé por sonreír, a pesar de mis cejas arqueadas era una sonrisa algo melancólica, pero de genuina alegría también; él me había llamado, por voluntad me había intentado encontrar: Comunicar, reconectar...

Recordar.

No quería olvidarme.​

Eso era suficiente por ahora.​

​

Me desprendí de aquel oscuro y frío rincón, encaminándome de nuevo a mi salón, a espera de que los chicos y Gardner-san siguieran allí. Me dirigí a paso calmo, con una seriedad apacible, con la vista algo alzada al techo, mirando de vez en cuanto las cosas al frente mío, proyectando mi camino para no chocar con nadie. En un momento visualicé aquel rincón dónde, a fin de cuentas, había conocido a Shirai-kun... ¿Cuántos éramos? Rachel y su compañera, Shirai... Cinco, éramos cinco, ¿no? Me dirigí a la maquina y con la habilidad de quién a batallado mucho con ellas, junto a la práctica de la cotidianidad, ya tenía cinco jugos entre mis brazos: Manzana, damasco, mora, cereza, naranja. Me puse el de manzana en la mejilla, disfrutando con una leve sonrisa el poco frescor que mantenía. Mira, que funcionaban mal, pero al menos esa en especifico aún mantenía el frío de los bebibles.



Aquella mañana fue peculiar, incógnita de alguna extraña manera; pasaron tantas cosas, que cuando llegué a mi salón tan solo quería dormir... y lo hice, me dormí el primer bloque de la clase, luego intenté prestar atención de la mejor manera posible. En los recesos me quedé observando mi teléfono, leyendo cosas aleatorias en internet; leyendas, mitos, cuentos, teorías, sospechas, noticias: La mayoría las olvidaba al segundo, pero sabia que de alguna forma recopilaba cierta información sobre todo aquello. Cuando sonaron las campanadas para el receso fue como despertar de un sueño; el almuerzo. Miré en dirección del sonido, más bien ladeé la cabeza hasta que mi oído izquierdo diera con el lugar de donde provenía... Interesante, ¿se podría acceder a esas campanas? Sí algo amaba del internado, era su campanario. La pequeña capilla también era curiosa, por más tirria o hastío que le tuviera a los rezos mañaneros, las aves que anidaban en ese lugar en los invierno, otoños, primaveras o veranos eran simple y sencillamente hermosas; podía fingir rezar, para en realidad solo enfocarme en el viento sinuoso de la mañana, el frescor de la neblina, del canto y vuelo lejano.

Lejanos... Con habilidad, me trencé el pelo en una sola y gran trenza espiga, mientras observaba de una manera silenciosa, pero sin intenciones de discreción, Kou ; quería pedirle los apuntes, pero tal vez siendo viernes no era tan recomendable. Así que, decidida, me dirigí a su asiento y le dejé un papel.
—Es mi número de teléfono, me ayudarías un montón enviándome imágenes de la materia —hablé con mi voz baja y monocorde, con la mano sobre el pequeño, y recortado con exactitud, papel que contenía mi número. Entonces alcé la vista, ladeando un poco la cabeza al sostener su mirada y brindarle una suave sonrisa—. Aunque puedes hablarme de lo que te apetezca—. Cerré los ojos, sonriendo con cierto pudor—, o no enviarme ningún absoluto mensaje—, di media vuelta, lista para marcharme; mirada enfocada en la puerta de salida—, no me molesto sí me ignoras —musité, sonriente, y de manera paulatina volví a mi seriedad, mientras avanzaba hacia la salida.

...

Contenido oculto: Sentimental Rain

Ya tenía mi almuerzo, ese más barato que venía en embace de plumavit o algo similar; me acerqué a la zona de las mesas y empecé, con lentitud, a mirar todo el panorama a mí alrededor: Desde lo más lejano hasta lo más cercano y... Enarqué una ceja, extrañada, cuando vi a una chica de azul cabellera. Vaya, a ratos dudaba sí los japoneses nacían con pelos de colores o todos tenían un disfraz constante... yo no era muy distinta, la verdad.
—¿Estás almorzando sola? —pregunté con monotonía, volviendo a mi expresión seria, pero calmada; miré al paisaje tras los ventanales a lo lejos, quedándome de pie frente a ella, como había estado desde que me detuve—. Yo tampoco tengo a nadie con quién almorzar... por ahora.

Vamos; sí quería compañía, me invitaría a sentarme. Sí no, me rechazaría. Solo tenía que esperar sin alterarme alguna respuesta de su parte.

 

Me quedé sosteniendo su mirada con mi seriedad calma, ahora encarándola más que simplemente mirarla de reojo; apacible, de momento. Su respuesta me sorprendió mucho más de lo esperado, aunque algo me decía del inicio que no sería rechazada, era grato ser tan bien bienvenida: Le brindé un sonrisa sutil, apenas entornando los ojos, entonces incliné tan solo mi cabeza.
—Muchas gracias, en verdad —solté con una voz susurrante, pero me aseguré que tuviera el volumen suficiente para ser escuchada por la peli azul, aparte de modular lo mejor que pudiera mis torpes palabras en japonés. Me senté entonces en el lugar que ella me apartó, descentrándose en su labor, la situación me hizo brindarle una sonrisa algo tensa y compungida; en verdad no deseaba incordiar.

Me senté a su lado entonces, y empecé a ordenar con lentitud y precisión las pocas cosas que teníamos para comer: Pote, palillos, fin; listo.
—Tu pelo... es bastante peculiar —murmuré, manteniendo una apacibilidad irrisoria, pues cada segundo que pasaba, más sensibles se volvía mi sistema nervioso; atenta sin siquiera querer al más mínimo estimulo de los alrededores ajenos a mi persona y cuerpo. La miré de reojo, entornando la mirada con un deje de pena, pero la sonrisa sutil y ambivalente se mantenía— ¿Teñida o...?

Fui incapaz de concretar la palabra; pues bajo mi criterio, lo segundo era imposible... pero la realidad nunca se sabía...

no al completo.​

 

Contenido oculto: Musiquita

Su sonrisa genuina me hizo relajar mi propia expresión, destensando el rostro para sonreírle aun algo sobria; pero con suavidad y calma también, cerrando los ojos antes de centrarme en mi comida. Usé los palillos como pude, colocando mi palma debajo de la comida agarrada para evitar cualquier tragedia; la observé entonces, masticando con la boca bien cerrada, curiosa a pesar de no demostrar ninguna expresión en especifico; hasta que mencionó que era natural y alcé las cejas mientras mis parpados excedían algunos limites, sorprendida. Tragué entonces, y le volví a sonreír con suavidad.
—Me parece maravilloso —sinceré despacio, apenas y alzando la voz para hacer frente al murmullo ambiental. Tomé un poco de mi propio cabello de entre mis hebras onduladas, observándolo con una mirada bastante monótona, como una calma constante; a pesar de que sabía que aquella era escasa, al menos fuera de mi casa—. Tal vez yo debería teñirme otra vez—. Y la miré de reojo, manteniendo la sutil sonrisa—; me pintaba mechones aleatorios de café oscuro—. Y le sonreí amplio, cerrando los ojos—, me gustaba el contraste, aunque desde que me cambié de casa no lo he vuelto a pensar.

Tras eso volví a centrar mi atención en la comida, para dar otro bocado y luego observar los alrededores, mientras escuchaba la respuesta de la chica.




Bueno, bueno; el almuerzo era sencillo como siempre, pero debido a que nadie había podido ir a hacer las compras de la semana, me las tuve que ingeniar para completar los carbohidratos a suplir. El arroz era bueno, como de costumbre; el tomate y brócoli no estaban tan frescos ya, pero irrelevante. El pescado que sobraba fue preferible botarlo, así que me valdría de un par de duraznos que me eché a los bolsillos de la sudadera. Entonces llegué la cafetería; opté por sentarme en un lugar cerca de la salida al patio norte, para que me llegara la brisa de afuera, pero me posicione en un lugar donde el sol caía no con tanta intensidad.

Una vez preparado todo, sin prisas saqué mi almuerzo; como siempre, agradecí con mi voz monocorde y una leve sonrisa la comida de este día.

Contenido oculto

Kuno Vizard uwu <3
Y si le quieres caer con Koizumi en algún momento, Hitori , pues todo suyo; el pibe no se enoja con esos dos, algo me dice que no lo haría (?)

 

Ah, al fin viernes. Lo cierto es que me encontraba especialmente emocionada por la fiesta que se acercaba, ya estaba a la vuelta de la esquina y tenía el vestido y la máscara ubicadas desde el minuto uno. Solo debía pasarme a recogerlas a la tienda en la tarde y revisar la ubicación, pero me había quitado el peso de encima y ahora solo me quedaba disfrutarlo sin más. Estaba segura de que lo haría.

Decidí dirigirme hacia la cafetería durante el receso con el bento en mano, sin demasiado que hacer realmente. No había visto a Dante hoy pero ya le preguntaría si se pasaría por la fiesta mañana. Seguro que se veía lindísimo en traje. Mientras buscaba un asiento libre distinguí la cabellera azul de Nakagawa y me acerqué a su mesa con una sonrisa amable.

—Buenos días, Nakagawa-kun~ ¿Está libre? —cuestioné, echando un vistazo al resto de asientos vacíos. Quizás esperaba a alguien. De repente caí en algo y agregué, un tanto avergonzada—. Ah, cierto, ¿Cayden-senpai ya te entregó el informe del club? Se me pasó por completo.

 

Contenido oculto: Entrevistador

Mis ojos volvieron a abrirse con sorpresa, mientras oía el halago que me dio. No demoré en tragar con algo de fuerza, nunca quitándole de encima la mirada. Entonces mencionó lo de su amiga, y ya para la conclusión la risa fue insostenible; me cubrí la boca con el dorso de mi mano, risueña, dejando salir aquel son melodioso y genuino. Me limpie el par de lágrimas traviesas, murmurando un leve "Lo siento"

Volví a centrar mi atención en el bento, sostenido el recipiente por ambos lados, no demoré en agregar;
—Eso suena genial—. Entonces alcé la mirada hacia adelante, notando como otra cabellera de peculiar coló azul cielo pasaba por delante de nosotras, rumbo a quién sabe dónde; lo seguí con la mirada y él me miró un solo momento de reojo.

Tras eso, aún con la caja entre manos, volteé a ver a Alethea, ladeando la cabeza para sonreírle alegre y amplio.
>>Sería genial tener consejos de tal experta —hablé ya con un tono mundano, perdiendo cualquier timidez inicial de paso.




Miré de reojo a la chica que se asomó por mi lado, escuché sus pasos y con facilidad predije que se detendría al menos cerca de mi persona; lo inesperado fue que era White-san de quién hablábamos, aparte de estar dirigiéndose a mi.

La sorpresa inicial, leve y calma, fue calmada y no demoré en cambiarla por una sonrisa amplia de alegría genuina; calmado y sosegado nunca le quité la mirada de encima.
—Claro, toma asiento —hablé solo con el volumen suficiente para que me escuchara.

Tras eso observé cómo se... ¿avergonzó? Alteró ante eso de, al parecer, olvidar lo del informe. Volví a cambiar mi ligera sorpresa por una sonrisa, está vez más nerviosa por mis cejas arqueadas, pero aún calmo y sosegado.

Cerré los ojos, como anteponiéndome a un golpe que jamás llegaría.
—No hemos hablado, así que supongo que no ha podido hacerlo o no ha tenido tiempo para entregarlo—. Luego de eso volví a mi mirada sobria y apacible, sonriendo con sutileza y seriedad calma.

Apoyé mi mentón sobre mis dedos entrelazados, encarando a White sin ningún tipo de problema, cordial y puede que pecando de engatuzádor
>>Y tú, White-san —saqué con mis voz grave, pero suave, entornando los ojos un poco a posta, ampliando mi sonrisa sobria de terciopelo solo un poco—: ¿Ya tienes planeado que escribir?

 

El chico me sonrió en respuesta y me invitó a tomar asiento junto a él, oportunidad que no dudé en tomar con gusto. Siempre era agradable disfrutar de un almuerzo con otra persona. Me senté justo en frente abriendo mi bento con movimientos calmos, y escuché su respuesta con cierto alivio, no nos íbamos a mentir.

Vaya par estábamos hechos; solo teníamos una única tarea y en su defecto nos metimos a dibujar gatitos en el club.

Not that I care at least.

—Bueno, ya no me siento tan mal entonces —respondí con sinceridad, brindándole una pequeña sonrisa al alzar de nuevo la mirada. Escuché su pregunta y me llevé algo de comida a la boca, reflexionando en silencio antes de hablar—. Digamos que hice un ensayo ayer y tengo más o menos la idea. Podría resumirlo en un cambio de aires, aprovechar un poco más la vida académica aprendiendo de un club y esas cosas.

No estaba tan relacionado con lo que se llevaba a cabo en el club de radio en sí pero el interés existía, solo que aún debía explorar las oportunidades y tal. De momento, de lo que había conocido, me había llevado una buena impresión. Ingenua de mí que no era consciente del trío que se acercó a la sala multimedia en mi ausencia.

Algo de interés se me coló en la voz mientras reparaba en el chico y no pude evitar soltar la pregunta.

>>Así que, Naka-kun... ¿Irás mañana a la fiesta?

 

Contenido oculto: The Vampire Mascarade

Vaya, entonces sí que se había sentido mal, pero que adorable chiquilla~. Con una sutil sonrisa en los labios, mis ojos de ambivalente calma bajaron hasta observar mi almuerzo, del cual saque una porción de arroz prudente; comiendo de a bocados pequeños, para no llegar a hacer esperar mucho a mi acompañante con la inminente respuesta. La escuché con calma, mastique sin prisas, tragaba sin siquiera hacer mayor ruido o movimiento; todos mis pasos estaban calculados para que mi presencia fuera lo más irrelevante que mi humanidad me permitiera: Malas costumbres~

que luego nunca se iban.
​

La miré sonriente, a ojos cerrados, volviendo a apoyar mi mentón sobre mis dedos entrelazados: Medité solo un momento la respuesta, ya sabía qué decir de todas maneras. Ni yo sabía cómo conseguía de manera tan veloz las palabras que más necesitaba en el momento.
—¿La fiesta? —hablé calmo y bajo, sin perder la característica de terciopelo en mi voz. Miré el paisaje a mi derecha, ese tras los ventanales, apacible continúe hablando—; No me interesa de momento, a menos...— La miré por el rabillo del ojo, ampliando la sonrisa filosa y entornándo los ojos, todo al musitar lo último.

No concluí la frase por puro gusto; no regalaba oportunidades tan a la ligera. Seguí comiendo en silencio y calma, con una sonrisa casi imperceptible y con ojos calmados, centrándome en mi bento: Ignorándola a posta.

¿Esto también era una prueba? Solté una risa seca y monosilába, jugueteando con la comida gracias a los palillos.

Amaba poner a los humanos a prueba. ​

 

Si al chico le pareció bien o no mi respuesta era algo que nunca llegaría a saber, pero no me quitaría el sueño así que seguí comiendo con la tranquilidad con la que solía moverme siempre. Me amoldaba realmente a cada persona, le dejaba su espacio en caso de necesitarlo y, por lo que podía ver, Yashihiro tampoco era de demasiadas palabras en general. Por ello le concedí una mirada paciente cuando hizo alusión a la fiesta, aguardando por una respuesta que...

¿...No llegó del todo?

El tipo cortó justo en el momento para dirigirme una mirada sugerente, volcándose en su comida e ignorando por completo mi presencia, a la espera de que obviamente añadiese algo más. No oculté lo extraño que me resultó aquello, pero más que tomármelo a mal or whatever apoyé la mejilla en la palma de mi mano, posando mi atención en él de nuevo con algo más de gracia.

—Ah, no me digas. ¿Estás intentando hacerte el difícil~? —respondí, y algo del tono sedoso por el que me movía a veces se me coló en la voz entonces. No podía evitar divertirme con todo aquello de repente y de nuevo volví a la sonrisa inocente y dulce, la del puro teatro, solo por hacer la coña y seguirle un poco el juego—. No es como si hiciese falta pareja pero me da la impresión de que, si me acompañas, quizás logre hacerte cambiar de idea.

 

Terminé de tragar y una sonrisa ladina adornó toda la extensión de mis labios; inhalé despacio, exhalando por la nariz de igual forma. Esperé paciente a que dejara de hablar, ojos cerrados, no movimiento ni un solo músculo; cabizbajo, demasiado centrado en cada cambio en su voz, manteniendo la sonrisa que con suerte, y ella lograría ver un indicio de ella desde su perspectiva.

—Así que si quieres un acompañante —solté suave, aumentando el tono de mi voz dos notas más agudas, pero lejos de sonar estridente; mi control... había practicado bastante en vacaciones y en otros contextos. Cuando alcé la vista aun mantenía los ojos cerrados, las cejas solo un poco alzada, y la sonrisa alegre y cordial surcando con prudencia mi rostro. Vaaamos, que lo divertido de una mascarada, era continuar con el papel sin la máscara. Entrelacé mis manos, los dedos, para abrir tan solo un poco los parpados y poder clavar mi mirada en la ajena: No me importaba sí un poco de color me había subido al rostro, mientras mantuviera la cabeza fría tenía todas las de ganar...

¿Ganar qué, Yashihiro?​

Ja, cómo sí fuera necesario cuestionárselo tanto.​

Tan solo disfrutaba de una buena compañía y ya está.
​

Hikari-senpai estaría orgullosa y todo, de verme dialogando con una chica tan mona.
>>¿Quieres que yo sea aquel afortunado?— Y hablé casi murmurando, musité apenas para que solo ella me escuchara, con la voz grave, pero sin sonar rasposa, lejos de ello:

En la sutileza y la suavidad recaía la victoria,​

al fin y al cabo.​

Contenido oculto: LaVozDelPibe

Cantando como puede nomás:


Hablando: