No tenía sentido negarlo, me movía con bastante simpleza por el mundo, sin pretender ni demandar mucho, pero tampoco renegaría nunca de la atención que tal o cual estuviera dispuesto a entregarme. No sólo la reconocía con una facilidad estúpida, también la tomaba y la disfrutaba. Sabía cómo manipularla sin agobiarme, digamos, desde que tenía uso de razón. Sabía tratar a la gente, lo hacía todos los días en el café, con la jodida prepaga de Danny, en la escuela, donde fuera. Leía el ambiente, lo descifraba y me adaptaba. Y luego seguía como si nada. Era muy probable que Maze tuviera alguna que otra idea rara rondándole la cabeza y estaba segura que si hacía algún movimiento del estilo, él no opondría mucha resistencia. Como fuera, en tanto no se le volara la pinza y supiera dónde dejar las manos tampoco sería yo quien lo detuviera o pusiera el grito en el cielo. No era mi estilo anticiparme a fatalidades hipotéticas o qué se yo, estaba dispuesta a tomar y disfrutar de lo que me ofreciera en tanto no pretendiera pasarme por encima. Un intercambio justo, digamos. ¿Que si era consciente de los espectros entre los cuales nos íbamos moviendo? Un poco sí, y puede que estuviera alimentando el vaivén sin darme del todo cuenta. Reparé en el jade oscurecido de sus ojos un momento antes de volcar mi entera atención a la lista de bebidas. Me golpeteé la barbilla, pensativa, hasta que elegí un zumito de manzana y me agaché para recogerlo. Siempre mierdas rojas, ¿eh? ¿Qué con la fijación? Hasta se veía egocéntrico. Bueno, no estaba del todo errado. —¡Ah! —exclamé con cierto apuro al ofrecerme elegir mesa, y me regresé hacia él con cierto tinte de cordero degollado en mi expresión—. Pero me dejé los rollitos arriba, ¿no querías? Bueno, igual los podemos buscar luego, supongo. ¿Rollitos de pescado como postre? Seems fine to me. Al final me había replicado y tomado la decisión por sí sola, sin darle demasiado espacio a queja. Paseé la mirada por la cafetería, valiéndome de mi estatura aunque igual me puse de puntillas por puro amor al arte, y estiré el brazo en dirección a una mesa que pegaba contra los ventanales y tenía vista del patio. Busqué los ojos de Maze para confirmar que me hubiera visto y empecé a caminar tras sonreírle, bueno, como yo solía caminar. Fue en el camino que identifiqué por el rabillo del ojo a esta chica de mi clase que aunque no la habían presentado, tampoco la tenía de nada. Una vez más, no esperé por opinión ni confirmación, simplemente me detuve junto a su mesa para llamarle la atención y le sonreí, alzando la mano a modo de saludo. —Hola~ Vamos a la misma clase y eso, me llamo Sasha. Un poco random todo esto, sólo quería que supieras que si necesitas algo puedes contar conmigo sin problema. Nos vemos luego, ¡que tengo hambre! Así como aparecí me fui, en mi despedida solté una risa corta y confirmé la presencia de Maze antes de retomar el camino. A la mesa que había elegido le daba el sol pero también estaba cerca de la puerta abierta, así que corría cierta brisa y en general se estaba bien. Ocupé una de las sillas, dejé el zumito en la mesa y mantuve mi vista sobre el chico, expectante. Ahora que lo pensaba, ¿no tendríamos que haber hecho la cola primero?
Tan solo alzó su vista hacia Altan con cierta confusión cuando notó que la fila ya había avanzado y no se había movido en lo más mínimo, pero aun así, decidió esperar detrás hasta que decidiera avanzar porque no planeaba en lo absoluto rodearlo para simplemente ignorar que algo lo había ¿molestado? Lo suficiente para que tuviera que mantenerse en su lugar. Pero definitivamente nunca esperó un comentario así. Sintió de pronto cierta vergüenza al sentirse regañado, volviendo a fijar su vista lejos de él —La realidad es que no planeo llevarte la contraria —confesó de una vez por todas antes de avanzar finalmente, ¿de qué le servía iniciar una posible discusión con él? —, parece importante para ti creer que no... y esta bien. De igual forma todo lo que hacía con su pasatiempo era exclusivo para él la mayoría del tiempo. Cuando llegó su turno terminó comprando un sadwich de fruta solo para justificar su ida a la cafetería y salió de las fila en cuestión como él antes de caminar para poder quedar frente suya y seguir la conversación aunque fuera un poco, incluso aunque ahora se animara a verlo como si realmente no pudiera creerle. —¿En serio? Yo creo que... de ser así esto...no estaría pasando en realidad —Porque hasta antes de esas dos oraciones, sentía que se estaba burlando de ver, y si aquello le divertía...¿podía realmente lamentarlo? —, quizás lo estoy sobrepensando, pero gracias. —Pese a que Altan ya había comprado su respectiva comida, le ofreció una mitad del sandwich que aparentaba ser la otra mitad una especie de girasol con la naranja, la uva y el kiwi. —Esto puede ser un buen postre para lo que compraste y guardes tus dulces para después de las pruebas... yo...quizás regrese al aula, no te quiero quitar tiempo. —O directamente no sabía cómo iban a pasar el tiempo manteniendo ese ambiente extraño que en realidad, quizás solo él sentia. Contenido oculto
Contenido oculto: Maze vibeando esta rola y yo poniéndome en soft mood jsjs Put your ear to my heart or set your teeth against my throat, give me something pretty to wear beneath my bloodstained clothes. . My darling, the devil knows my name. . Tell the crows they can have their pound of flesh. Fue lo que fuese, sin importar los espectros por los que me moviese ya no solo con Sasha, sino por mi cuenta simplemente lo cierto es que no podía decirse que fuese un jodido diablo por deporte. No era mi estilo. En general me movía bastante al ritmo del mundo, tomaba lo que este tuviese que ofrecerme y luego veía qué cojones hacía. La observé elegir su bebida con una sonrisa tranquila en el rostro y algo de gracia me hizo que eligiera un jugo de manzana, así como había elegido el de cereza. ¿Le gustaba el rojo de esa manera? No podía culparla tampoco. —Don't worry, dear —respondí a lo de los rollitos a pesar de que ella casi se había contestado sola y en sí a pesar de que la había llamado de esa manera, no había ningún segundo tinte en la expresión. Era un poco como cuando se lo dices a un niño, qué sé yo. Cuando buscó e identificó una mesa me la señaló, yo no hice mayor cosa que asentir y seguirla. No me di cuenta, pero mientras la seguía había comenzado a tararear una cancioncilla con un ritmo medio folk. Vamos, la verdad es que estaba de un humor que hasta que daba gusto y quizás, solo quizás, se lo podía atribuir a la presencia de Sasha, no lo sé. Estuve a un pelo de seguir caminando cuando la pelirroja se detuvo junto a una de las mesas y por suerte me di cuenta a pesar de ir enfrascado en mis pensamientos, porque si me la llevaba puesta allí en plena cafetería iba a ser bien vergonzoso la verdad. En fin, cuando siguió caminando volví a ir tras ella hasta la mesa y cuando se sentó, puse la mochila en la mesa de enfrente para sacar las cosas. Saqué una caja de bento de esas que había comprado mamá apenas mudarnos, las bonitas vamos, que no le iba a traer el almuerzo en el tupper viejo que a veces usaba yo y la dejé frente a ella, dejándole los palillos encima. —Behold! —anuncié buscando no reírme—. El almuercito de Sa-chan. Pasé la mochila de asiento para poder acomodarme y hasta después de eso saqué mi propio almuerzo, que bueno era lo que había quedado del suyo. No era tampoco así como que nada del otro mundo, al final había aprovechado que en el freezer quedaban unas piezas de salmón, así que era eso, el arroz blanco, una hojita de lechuga, varias rodajas de tomate. En otro de los espacios, que no supe con qué llenar, habían una fresas cortadas en trocitos pues porque, no sé, porque sí y se iban a poner malas en la refrigeradora si la dejaba más días. Eh~ eran rojas, qué oportuno. Motivos para no creerme tenía de sobre el pobre crío, eso sin duda, de forma que tampoco iba a tomar personal incluso si me decía que me fuese a tomar por culo aunque lo veían incapaz de hacer semejante cosa, incluso en esas condiciones tan jodidas. Cuando dijo que no planeaba llevarme la contraria alcé las cejas de puro reflejo, confundido, y creo que fue el único momento en que no tuve cara de cabrón o de póker directamente. Bueno, al menos tiene algo de cerebro. —No voy a negar que me estaba divirtiendo un poco a tu costa, ni que fuese a cubrir el sol con un dedo —admití ya con la expresión neutral de toda la vida. Joder, de verdad, ¿cómo hacía esa mierda de soltar ese tipo de cosas con esa cara?—. Pero no tiene mucho sentido molestar a un chico que sigue usando honoríficos conmigo incluso con semejante presión encima. De nuevo la cara de póker se desvaneció cuando me alcanzó la mitad de sándwich y solté una risa nasal, antes de dedicarle una sonrisa completamente diferente a las anteriores. Era significativamente más suave. Extendí los dulces en su dirección, una barra de chocolate y un mochi. —No los había comprado para mí, eran un tratado de paz. Puedes tomarlos o rechazarlos, no voy a morderte tampoco si no quieres recibir nada de mí, sería más que comprensible. —Miré la mitad de sándwich que seguía sin aceptar, en gran parte porque ahora tenía las manos ocupadas—. O puedes verlo como un trueque nada más, como sea.
Como ya había pensado, no iba a entrar en pánico ni montarme una película entera por algo tan estúpido como un apelativo cariñoso. Además ¿no era yo la primera en andar diciéndole cielo, honey, lo que fuera a todo Dios? En casa, la escuela, el trabajo. Comprendía mejor que nadie su ligereza y vamos, más de una vez había tenido que ver las caras imbéciles de quienes le otorgaban demasiado crédito al oírme soltarlo como quien pregunta por el clima. Really, not cool. Seguí sus movimientos desde mi posición, algo confundida, arrugando el ceño y eso. ¿Lo tenía en la mochila? ¡Espera! ¿Lo había traído de casa? Maze fue más rápido que mis pensamientos y antes de conseguir procesarlo o anticiparme a los eventos, una muy bonita caja de bento apareció frente a mis ojos. Levanté las cejas, sorprendida, y alcé la vista hacia el muchacho. —¿Qué? —solté a modo de exhalación, pasmada; tenía la emoción de una chiquilla impresa en toda la cara—. ¡No me digas que lo...! ¿Lo hiciste tú? Me interrumpí a mitad de camino porque, bueno, me di cuenta que me había entusiasmado demasiado y tampoco era la idea lucir cual cría de cinco años, ¿verdad? Si era una muchacha super madura y eso. Seguía con la sonrisa pegada al rostro, sin embargo, cuando busqué la tapa y le eché un vistazo dentro. Mierda, ¿recordaba acaso la última vez que alguien me preparó el almuerzo? No eran cosas que ansiara, añorara o lo que fuera, no era ese tipo de persona, pero tampoco iría a negar que ser tratada así de vez en cuando tenía un encanto indiscutible. Like, saber que hubo alguien ocupando tiempo y energía en ti era bonito. Porque de eso se trataba siempre todo, al fin y al cabo. Puros intercambios. Además su presentación del almuercito me había resultado adorable y venga, ¿en general no se estaba comportando un poco como un niño? Se me escapó una risa suave, hasta incrédula, y recogí los palillos casi con cuidado, cariño, lo que fuera. Quizás en el fondo, muy, muy en el fondo, sí esperara que alguien me cuidara de vez en cuando. —Damn, hon —solté, recargando la mejilla en el dorso de mi mano para verlo a los ojos—. Pero qué pedazo de honor, no sé qué decir~ ¡Oh, ya sé! ¿Puedo llorar? Porque voy a llorar. Volví a reírme luego de lanzarle esas estupideces y me corrí el cabello de encima con el movimiento usual, jugueteando con los palillos entre mis dedos. —Muy bien, soy una niña super educada y no empezaré sin ti.
Contenido oculto: We are... La observé mientras cumplía con mi cometido; seguir comiendo, y puede que haya alzado levemente una ceja, pero no estoy segura de sí se notó siquiera. Pero bueno, el impulso estaba; incredulidad y extrañeza, a la espera de algo más para poder... juzgar, pero no tan de buenas a primeras. Así era el mundo, después de todo; juzgador y competitivo, como sí esas cosas en realidad trajeran algo bueno. Yo vivía con ellas dentro y, por más que quisiera eliminarlas, simplemente no podía. Lo había intentado, una y otra vez, con métodos diferentes entre muchos o pocos aspectos. Parecía imposible, y por eso quedé anonadada en mi indiferencia, porque esas palabras me parecían imposibles; por lo que la conclusión que llegó me hizo dejar los palillos con suavidad en un borde de la caja, y cubrirme la boca con el torso de una mano. Una risa fuerte, melodiosa, tan dulce como la miel; pero fresca también, no fuera a ser demasiado empalagosa. Cuando me calmé, algo rápidos como siempre solía ir, apoyé mi mejilla en una mano y miré los ventanales. —No lo negaré, es un país lleno de oportunidades; donde tienes que sacar garras y dientes, romper piernas y empeines; en los peores casos dejarlos cojos, o quitarles algún ojo... y puede, puede, que solo así puedas encontrar paz en tanta ira y caos. Nostalgia, absoluta y dura nostalgia; de algo que sentía, había conocido toda mi vida. Contenido oculto: The Beggining
Bueno, sin lugar a dudas no esperó que fuera a admitirlo de esa forma por la misma forma en la que él había hablado manteniendo todo como si fuese su propio problema para deslindarlo por completo de la situación, pero bueno, tenía razón, no podía tapar el sol con un dedo. —¿Esperabas que te tratara de alguna forma distinta? —Preguntó ahora él genuinamente curioso —, como minimo la situación hubiera sido peor y la verdad, no gano ni pierdo tratandote de senpai.. —Aunque lo intimidara no venia necesario actuar de mala manera con él, entendía que debía mantenerse en una buena actitud, no "caer" en la provocación aunque lo deseaba. Y como si Altan hubiera decidido que era mejor cambiar tácticas y solo avergonzarlo con nuevas sorpresas, sintió el calor crecer en sus mejillas cuando lo vio sonreír para ofrecerle los dulces. No entendía de dónde venía ese pronto cambio de actitud pero tampoco es que se quejara, incluso le parecía menos intimidante en ese momento. —Un trueque suena feo... —murmuró tomando lo que le ofrecía abrazandolo a su pecho con su pedazo de sándwich para que le fuera mucho más fácil, no le iba a negar unos dulces—, me gusta mas el primer nombre y gracias, me gustan los dulces. —Por primera vez le sonrió, todavía ofreciéndole aquella mitad de su sandwich con la esperanza de que la tomara ahora más que no creía que fuera a comer otra cosa. Se sintió más relajada cuando la escuchó reír, ensanchando su sonrisa aún más, porque lo que menos quería era asustarla haciéndole creer que era alguna clase de extremista o algo similar cuando su intención era justo esa, hacerla sentir algo más relajada y sintiera que necesitaba pensar todo de antemano. Podía simplemente dejarse llevar un poco. —Es que son las letras pequeñas que no muchos ven —le dio un guiño antes de soltar una pequeña risa, se notaba que Margarita habría tenido una situación completamente distinta a la suya que sabía podía llamar altamente privilegiada, pero lo entendía —, pero bueno, ¿qué se le va a hacer?, de igual forma... ¿Qué te esta pareciendo japon? ¿Te gusta? Había que mantener la conversación a flote y claro, también quería conocerla un poco más, era la primer interacción decente que sentía había tenido en esa academia.
Contenido oculto: Nobody's home Ya lo había pensado, ¿no? Lo fácil que era; alegrar un día, soportar una tarde, navegar una noche. Esos momentos que, cuando ocurrían, eran tan extensos como efímeros, pero luego se te hacían lejanos. Muy, muy lejanos. Aunque, claro, me veía incapaz de alguna vez hablar desde otra perspectiva que no fuera la mía. ¿Una actitud egoísta? Sí, aunque tampoco es que sienta que yo ande aprovechándome demasiado... no demasiado. Verme reflejada en el buen humor de la chica, sinceramente, era un gran alivio. ¿Cómo se llamaba?, ¿ansiedad social? No me gustaba eso, ponerle nombre a mis problemas; a las personas, a las situaciones. No cuando yo estaba involucrada, pues sabía que mi juicio no seguía lo "moralmente correcto", o mi escaso "uso de razón" Así que sí lo que me llegaba era positivo, como esta chica; o era negativo, como el mal trago al pedir un simple cuaderno. Pues que llegaran, pasaran y luego siguieran con lo suyo, como yo seguía con lo mío. Borrón y cuenta nueva; aunque luego me quejara por dentro de estar totalmente sola. Había parado de comer un rato, para disfrutar de ver a la chica, su alegría; la propia, una actitud ahora bastante más relajada y abierta. Todo había cambiado en Japón, así que asentí. —No es un mal lugar —hablé con calma, con más sentimiento y calidez en la voz—. Podría pecar de aburrido, o demasiado estructurado; apático. Pero creo que a mi me gusta. Comí un poco, me tomé mi tiempo, luego volví a verla en otra posición relajada; sosteniendo mi cabeza con la mano derecha. >>¿Qué tal tú?, ¿quieres volver a algún lado, o ya estas imaginándote volando hacia otro continente? Ahhh, era todo tan agradable cuando las cosas se quedaban en palabras. Solo palabras; no gritos, ni susurros, ni golpes, ni rasguños.
De nuevo otra risilla se le escapó de los labios cuando la escuchó describir el lugar, no la culpaba en lo absoluto y llegaba a comprenderla bastante, quizás era la falta de bullicio extremo que solía haber en las calles de su hogar, o quizás es que realmente no estaban acostumbrados al orden y a la tranquilidad que los japoneses podían tener por todo el respeto hacia los demás pero también, mucho más fríos en algunas ocasiones. —La diferencia de culturas puede ser bastante shockeante, ¿no? —Se tomó un poco más de tiempo antes de seguir hablando para comer un poco y dar un trago a su té —, quería venir aquí desde hace mucho tiempo así que no me imagino en otro lugar en mucho tiempo si soy sincera, incluso si a veces parezca algo aburrido y formal, son cosas a las que se que eventualmente me mantendrán entretenida mientras me adapto~ Y estaba segura que le tomaría mucho tiempo. —A veces salgo con mi penny por las calles y hace que mis exploraciones sean algo más divertidas, además...que tambien atrae japoneses curiosos con los que conversar mientras tomo mis descansos, así me he mantenido bastante entretenida. —Dejó sus palillos un momento para llevar su diestra al bolsillo de su uniforme para sacar su celular y deslizarlo por la mesa ya desbloqueado. —¿Te gustaría agregarte, Margarita?~
Contenido oculto: Búho Se había estado perdiendo muchas cosas, ¿no? La necesidad de mantener una rutina predecible, de que todo quedara inalterable, así sería más fácil respirar con tranquilidad al día de mañana. Sin alteraciones, sin demandas, sin altibajos... ¿a qué le tienes miedo en especifico, Mar?, ¿A qué? Pestañeo con suavidad, enajenada, con una sonrisa pequeña aún en los labios. Me perdía a ratos, pero con lo calmada que era no había demasiadas dificultades en recordar sus palabras y tal. Dentro de mi cabeza era mucho más expresiva, en verdad que estaba apreciando este momento exacto como mi más grande tesoro; el primer tesoro en Japón. Por estos momentos vivía, poco me importaba sí terminaba o no de demostrarlo, mientras lo sintiera yo, mientras la otra persona no huyera de mí. Porque a veces yo sí quería huir, huir, huir. Cuando me ofreció el celular salí de mi trance, despegando la vista de los ventanales. Tomé con calma el aparato, sacando el mío del bolsillo. "Margarita" y lo agregué junto a una flor. Una flor... blanca, con centro amarillo; sol y nieve. —Nunca he tenido una mascota, creo que tampoco las soporto demasiado tiempo cerca—. Como a cualquier ser vivo, un rato esta bien, dos ratos tal vez; en el tercer rato, sí ya no es como en el primero... pues la actitud cambia, y cuesta bastante a que sea la misma. No despegué mi mirada tranquila de la ajena, aprovechando de hacer un contacto visual amable siempre que podía, debía aprovechar los escasos momentos. Tal vez mantenerme inamovible era mi verdadera forma de comunicarme... o no sé, ¿tenía alguna necesidad de en verdad clasificar algo así? >>Pero...—proseguí una vez ella ya tenía su objeto de vuelta; entrelacé mis manos, apoyando los codos y luego el mentón sobre los dedos. Me fui otra vez, a buscar entre mis memorias siempre tan desordenadas, con esos filtros opacos, grises, de tonalidades tranquilas—, ¿una, dos veces?— Volví a buscar sus ojos, una vez había recordado parte de la historia—. Salvé un pájaro, o algo así. Le brindé una leve sonrisa, entre orgullosa de mi acción y aliviada por la misma, para luego seguir comiendo. >>... ¡Ah, un penny!—. Solté una exclamación suave, con claro gesto sorprendido; no demoré en compungirme y soltar una risita nerviosa, acariciando parte de mi cabello—. Bu-bueno, eso también suena genial... yo trepaba árboles. No se qué tanto se pueda comparar, eso sí.
Sonrió apenas para si misma cuando vio que si aceptaba su oferta de registrarse en la lista de contactos, bastante contenta en realidad de que no lo viera como algo raro por el poco tiempo que llevaban hablando incluso aunque supiera que ambas venían del mismo lugar y allá era algo casi común que solía pasar cuando conocías a alguien nuevo. De allí solo se dedicó a escucharla, con su mirada altamente curiosa por lo que había decidido contarle y con sus ojos atentos a ella, asintiendo de vez en cuando para que supiera que la estaba escuchando. —Hay personas que creen que todos deberían tener a una mascota porque lo consideran lo normal, pero a decir verdad, no todos los necesitan si estan bien por su cuenta —Se alzó de hombros despreocupada, ella por ejemplo, sentía como si le faltara algo si no tuviera a sus dos "pequeños" perros a su lado —, pero es bastante lindo que salvaras a un par de pájaros, se dice que son capaces de recordarte y todo, seguro si se quedaron por la zona se ponen feliz y todo. Lo imaginaba tal cual las princesas disney, con un par de pájaros volando hacia ella. Cuando recuperó su celular no tardó en mandar un mensaje a su teléfono para que ella también lo tuviera registrado, aunque fuera un simple sticker de un cachorro mostrando una pizza. —Yo tengo dos perros, Hell and Hope~ porque era una niña muy creativa... —Sonrió divertida y buscó en su galeria la foto de sus perros en cuestión para mostrárselos a Margarita —, a Hell lo rescatamos ya con sus orejitas así y Hope no se graduó de su academia por ser...muy amigable, así que mi padre la adoptó —Después de un rato volvió a bloquear su celular para guardarlo —, fue horrible encontrar un lugar donde nos dejaran tenerlos, pero finalmente lo conseguimos~ Y cuando mencionó lo que ella hacía no pudo evitar sonreirle con ternura —Lo tuyo también es cool, tienes vistas mucho más limpias de lo que uno en tierra tendría y si estas en una buena rama, seguro hasta puedes dormir cómodamente, ¿no? Contenido oculto: Sus babieeeees
La sorpresa que le cruzó por la cara y se le impregnó en la voz me arrancó una risa que amenazó en convertirse en una carcajada, fue una reacción tan genuina que yo tampoco pude disimularme demasiado pero en cualquier caso mantuve algo de compostura al ver que ella trató de regularse a sí misma. Asentí con la cabeza a la pregunta de si lo había hecho yo, eso sí. Seguí sus movimientos mientras retiraba la tapa y apoyé el codo en la mesa, solo para poder reposar el rostro en mi mano mientras tanto y todavía tenía la melodía que había tarareado haciéndome eco en la cabeza. ¿Había sonado en la playlist que tenía puesta mientras cocinaba? Ni idea ya. Que la sonrisa no se le borrara de la cara también se me hizo de lo más tierno, no sé. No era dado a sentir ternura realmente, ahora que lo pensaba, pero ver a una chica que parecía tan centrada como ella comportándose de aquella forma era algo distinto, si se quiere. —Ya que tú me compartiste tu almuerzo casero luego pensé que lo equivalente era prepararte algo también —añadí mientras despegaba el rostro de mi mano para tomar los palillos también—. Bueno venga, estoy listo. Lo probé todo mientras lo hacía así que confirmo que no moriremos envenenados al menos. Le dediqué una sonrisa amplia a ojos cerrados antes de destapar mi propia porción. >>Pero tienes que probarlo tú primero, es ley~ no sé dónde pero lo es. —Era la posibilidad más lógica —respondí sin dudar ni nada—. Quiero decir, casi cualquier persona reaccionaría de forma más evidente, como mínimo. Como fuese, entre que no había reaccionado tanto como hubiese esperado, sí que reaccionó mucho más al gesto de entregarle los dulces que había comprado con ese fin y me arrancó una risa que realmente no cargaba nada de burla en ella. Se le había subido la sangre al rostro con sorprendente facilidad, tanto que parecía un mocoso confundido y, bueno, es que eso era después de todo. Lo había molestado pero al final me había rendido para solo firmar la paz. ¿Qué un trueque sonaba feo? Pues sí, pero qué sé yo. Aceptó las cosas, las sujetó contra su pecho, aclaró que prefería más el primer término y fue capaz de sonreírme por fin. Liberé el aire contenido rápidamente antes de mover suavemente lo que sujetaba en la otra mano, un bento de esos en caja plástica. —Tengo esto. —De todas maneras estiré la mano para tomar la mitad de sándwich que me ofrecía—. Pero no pienso rechazarte un sándwich de fruta tampoco. Dejé la mitad sobre la tapa del bento para tener la mano libre y empecé a caminar hacia, no sé, el pasillo o el patio norte porque no tenía ganas de comer entre tanta gente. —Eres libre de acompañarme o seguir los planes que tuvieras inicialmente. No iba a arrastrarlo conmigo tampoco, no era esa clase de persona pero bueno, la oferta quedaba y allá él si prefería despejarse la cabeza.
Bueno, su lógica tenía mucho sentido y era ampliamente probable que de estar en su lugar hubiera tomado las mismas decisiones. No me gustaba deberle nada a la gente, aunque fuera en nimiedades que ni parecieran cuentas a saldar, pero así funcionaba. Algo así como el ojo por ojo, pero para cosas buenas y con motivos nobles. Pero qué gracia, Sasha. Tú, hablando de mierdas nobles. Me reí a su comentario sobre morir envenenados y asentí, llevándome la primera porción de comida a la boca. Si quería que lo probara primero tampoco iba a negarme, ¿verdad? Como si seguía mirándome con tanta insistencia, la misma historia. Mira todo lo que quieras, cariño. La chispa de emoción volvió a apoderarse de mis ojos al mirarlo y sonreí, apresurándome por tragar para hablar. —¡Está muy bueno! —solté un poco a la carrera y luego me tomé un par de segundos para regresar a mi eje y alcé mi zumito, solemne—. Por nuestros almuercitos~ Well, si no estás bebiendo nada puedes brindar con los palillos, seguro la ley lo permite en alguna parte~
Si me paraba a mirarlo de afuera debía ser hasta raro que estuviera tan fijado en mirarla comiendo pero no podía importarme menos, tenía que saber si como mínimo la comida había quedado aceptable aunque no es que fuese la primera vez que cocinaba, porque total a veces pasaba varios días solo en casa porque mamá debía quedarse en los hoteles en los que trabajaba y tal. La emoción le volvió a pasar por el rostro y yo enderecé la espalda de repente, sin darme cuenta siquiera que había estado algo encorvado hasta entonces y solté una risa al escucharla. —Me alegra que te haya gustado, sería vergonzoso haberte hecho el almuerzo y que te lo tuvieras que comer por compromiso. —Como sugirió, usé los palillos para brindar o algo así—. Por nuestros almuercitos~ Me llevé un par de bocados de arroz a la boca luego de eso y de paso dejé mirarla tantísimo, volviendo a mi centro también si se quiere. —Y por las leyes que al parecer nos vamos a seguir inventando.
Contenido oculto: Supalonely Escuché con la calma y paz de un momento precioso, pero una respuesta simplemente me llegó como una daga; como la daga de esa noche, esa que me hizo sentir frío y calor, desesperación y esperanza, odio y amor; darme motivos para no rendirme nunca, para ser siempre como era, a mi estúpida y descuidada manera. La única diferencia es que esta vez la daga no rozó el inicio de mis costillas; fue directamente a contraerme el corazón, partirlo, descongelarlo. Ablandarlo, acurrucarlo. Cuando me di cuenta estaba mirando fijamente mi caja de almuerzo, como quién ve a una bestia enorme. Sentí tan solo escurrir dos o cinco lágrimas, mientras mi respiración se volvía lenta, pesada y mecánica, mientras con una mano tapaba mi boca y la otra la empuñaba con el brazo horizontal a la caja de almuerzo. "...seguro si se quedaron por la zona se ponen feliz y todo." Era eso, ¿no? El motivo de por qué Jacob me protegió tanto, por qué Lily me cuidaba tanto; por qué Kate nunca parecía tirar la toalla conmigo, aunque a veces sentía que la había perdido por completo; los sentimientos de Jenny que a veces salían a la luz, perdiendo todo su nerviosismo y timidez para defenderme con palabras, cuando yo siempre me daba como un caso perdido. No era muy distinta a esas aves. No sé como me habré visto por fuera, pero me sentía algo rota, aunque el dolor era distinto; era como darme cuenta de lo resquebrajada que estaba, tal cual los pájaros que me encontraba por ahí tirados, o cualquier ser que necesitara ayuda, una mano, una garra; un entierro digno. Cuando me sentí recuperada, aunque con la cara y mente aún algo perdidas, pero sin rastros de compungida; observé con una ambivalencia de dolor y calidez las fotos de sus perros. La de, quien seguramente era Hope, me sacó una sonrisa, de esas que siempre eran una mezcla rara de sentimientos. Esperé que terminara de hablar, me apoyé la mejilla en la mano y la miré como Lily me miraba a mí cuando le hablaba de las pocas cosas que me entusiasmaban; con una paciencia de anciana, pero el amor juvenil de una madre. —Creo que yo también tengo un pequeño "Hope"~ —canturrié, para luego mirarla con algo más de picardía—, pero creo que se ha quedado en America, ahora solo está en mi espalda baja, a la derecha. Es un tatuaje echo por una buena artista, se parece a tu bebito. Era lindo, ¿no? Hablar con calma, recibir saludos desinteresados como los de la tal Sasha, y poder hablar sin miedo a equivocarte o algo; o que te aislaran, te apuntaran con un dedo y te gritaran con fuerza cada cosa que has hecho mal. Así se sentía cada día del internado y, sin siquiera percatarme, todas las que nos quedamos hasta el final entendimos eso; lo superamos y crecimos más que nunca. No por nada... terminamos en una especie de calma comprometida con Ashley. "Ya no somos niñas, ya no podemos quejarnos por todo. No me caes bien, pero espero que no te vaya mal" Pues al final del día, no éramos más que dos tontas con demasiado orgullo y pocas ganas de apoyarse en los demás. Tan solo recordar eso me sacó otra risa floja, con algo de gracia, con algo de cansancio. Sep, este inicio escolar fue mejor que el día con lluvia. Con la sangre hirviendo de Altan, con la frialdad del japones ese malhablado y ahora, con la fresca briza de White: Podía sentirme mejor, más viva, más fuerte. —¿Te has dado cuenta? "Nieves" es "Snow" en español, nos conecta la pureza y frialdad de la nieve, linda~. Pero nuestro pelo brilla como el sol, o como las mañanas en primavera. Somos un jodido espejismo.
Podía decir sin lugar a dudas que en ningún momento esperó que Margarita comenzara a llorar por algo que dijo, no sabía con exactitud qué era lo que había dicho para entristecerla de esa manera, causando cierto pánico en ella misma, no sentía que fuese la mejor persona para consolar a alguien, menos cuando no sabía la causa de la tristeza y mucho menos cuando era una extraña. Porque bien podía ser que, quizás no solo no le gustaban las mascotas por lo que había dicho, si no porque pudo haber tenido algún perro o mascota similar que hubiese muerto y hubiera sido demasiado doloroso para Margarita hasta una molestia de recordar cómo algun perro pudo atacarla y estaba provocando recuerdos malos. La variedad era casi infinita cuando se trataba de animales. Apenas la escuchó hablar de nuevo se levantó un poco de su asiento para inclinarse sobre la mesa y limpiar un poco su rostro con el pulgar de su dedo con una sonrisa más tranquila de la que estaba en realidad para...quizás no asustarla más. —¿En serio? Eso es bastante interesante, quizás algún día pueda ver a tu Hope —Lo dijo bastante casual, sin pensar dos veces en que pudiera ser interpretado de esa forma porque en realidad, no lo veía como demasiado importante, luego, volvió a sentarse —, me gustan mucho los tatuajes aunque no creo ser capaz de hacerme uno. —El simple hecho de que fueran permanentes era algo que no le gustaba mucho, el miedo de que podría dejar de gustarle y tendría que vivir con estaba bastante presente. —No lo había visto de esa forma pero, te daré la razón aunque solo deba darte el crédito solo a ti, no todos los días conoces a alguien que pueda tener dos puntos tan distintos conviviendo de esa forma tan bonita, ¿sabes? El significado, la persona y la conversación obtenida, todo muy bonito~
Me tomé un par de minutos para relajarme, aunque siguiera en el pasillo de tercero y la mayoría de los idiotas rondándolo me hubieran visto de por sí estampando a Shinomiya contra la ventana. Estaba confundida, nerviosa, un poco asustada y ciertamente enojada. Y sentía demasiados pares de ojos encima mío, que comenzaban a agobiarme, a reducirme y forzarme a revivir sensaciones desagradables. Al final ¿tenían la culpa? ¿No era yo la imbécil que causaba desastres, pisara la escuela que pisara? Y de repente era una alumna regular en ese puto colegio pijo. ¿Qué cojones, mamá? ¿Qué putos cojones? Kou había desaparecido del pasillo y cuando tragué saliva me di cuenta que pasaba como una lija por mi garganta. La botella de agua me la había acabado, así que bajé a mi aula para dejar mis cosas y seguí camino hasta la cafetería. La sensación de agobio se redujo, habiendo cambiado el ambiente, aunque no del todo. Andar sola siempre me había hecho sentir vulnerable y estaba la estúpida paranoia de pensar que llevaba un jodido reflector encima, como si mi mera presencia fuera a llamar la atención de toda alma. Y no en el buen sentido. Resoplé, metiendo unas monedas en la máquina, y mientras le ponía el sorbete al zumito me vibró el móvil en el bolsillo. Me le fui encima con una ansiedad de mierda, me había caído del cielo la excusa perfecta para abocarme a algo y conseguir que la gente dejara de mirarme. Que no lo hacían, en verdad, pero no tenía forma de verlo. ¿El tío este me había enchufado micrófonos en la ropa o qué? ¿Cómo siempre era tan oportuno, el condenado? Volví a resoplar y recosté la espalda en la pared, tipeando con la mano libre. Al menos los primeros mensajes me arrancaron una pequeña sonrisa, entre divertida e incrédula. No shit, con Sir Dante? Cómo mierda jajaja Ah, había usado el apodo sin darme cuenta. Bueno, qué va. Golpeteé la funda del móvil un par de segundos antes de responder al resto. ¿Que cómo estaba? Hasta el coño, ciertamente, bastante agobiada y si me presionabas dos minutos puede que hasta me largara a llorar. Ni idea. No quería echarle la mierda encima pero tampoco quería mentirle, llegados a ese punto. No me parecía justo, luego de que él se hubiera esforzado por hacerme sentir mejor y se hubiera encargado de pedirme explícitamente que confiara para contarle lo que me apeteciera. Lo mejor que podía hacer ahora era justamente apartar la mierda mental para darle un voto de confianza, ¿verdad? Ya que tanto quería tomar las decisiones pensando en los demás y blablabla. Navegué el teclado táctil un poco al azar antes de escribir al fin. Tranquilo, Al Yo tampoco te pregunté, la verdad Perdón Venga, Anna, sigue escribiendo. Levanté la vista del móvil, repasando la cafetería un poco para juntar coraje o qué se yo, y le di un trago al zumito. Tampoco quería tardarme mucho, mira si abría el chat y yo seguía ahí tipeando como imbécil por no decidirme. Por miedo, falsa modestia, por culpa o lo que fuera. ¿Qué puto sentido tenía callarme la boca si seguramente se lo soltaría encima de tenerlo frente a mí? Como que... quería verlo. Pueeeeees Si debo ser honesta, pasaron un par de cosas Ya sabes, el Sakura nunca deja de sorprender~ Cuando puedas o quieras me gustaría hablarlo contigo Si no te molesta, claro Solté el aire de golpe y bloqueé el aparato a la velocidad del rayo, devolviéndolo a mi bolsillo. Sentía hasta una ligera oleada de calor bañándome las mejillas y me aplasté el zumito frío sobre ellas, mordisqueándome el labio. Joder, cómo odiaba pedirle cosas a la gente. Me enchufaba un miedo que no era ni medio normal. ¿Y si le daba pereza? ¿Y si lo molestaba? ¿Y si me decía que no? Mierda, ya puto cállate, ¿quieres?
Contenido oculto: Mente Este es mi último post de Margarita acá, luego público en los casilleros en el tiempo que nos corresponde ahora. El gesto de que me limpiara el rostro prácticamente me paralizó, tal vez mis ojos se vaciaron por completo un segundo, sentí que mi pulso se detuvo y me esfumaba en el aire; pero ahí estaba, el calor en el rostro, en mis mejillas. En cuanto ella volvió a su puesto y pestañeé un par de veces, entumecida y anonada, logré procesar lo ocurrido con una lentitud extraña. Entonces, tras mencionar "Esperanza" mi cabeza se ladeó por reflejo, mi piel cosquilleó de nuevo, pero de una manera agradable que pocas veces sentía. El calor no era ni de cerca parecido a la ira continua, era... simplemente cálido, como la luz del sol en los días de otoño. Puede que hasta con tanta cosa terminara por gustarme el verano o incluso la primavera. Ni siquiera tuve que forzarme o algo para responderle a la chica con una sonrisa, enternecida, agradecida. Luego cerré los ojos con clara vergüenza y puede que nerviosismo, pero nada que se me fuera a salir de control, o eso quería creer. Aun con la cabeza ladeada, le respondí a su charla: —Mi esperanza... aunque me haya costado años y muchas riñas admitirlo, cre-creo que es mi amiga. La que me hizo el tatuaje—. Fue imposible ocultar mi poca costumbre de sincerarme con esos temas, lo notaba en la tención en mi cara y la debilidad en mi voz, pero al menos no dejaba de ser una calidez templada la presente, como la misma primavera. Apoyé mi mejilla en una de mis manos, y por fin volví a abrir los ojos, de manera bastante entornada; como sí quisiera verla con algún tipo de filtro—. Así que sí... supongo que algún día puede que la conozcas. De seguro te agrada—. Volví a cerrar los ojos, ampliando la sonrisa—. Es bastante agradable, eso es mucho decir viniendo de mí, créeme. Asentí con la cabeza a su comentario sobre los tatuajes, comprensiva y sin demorar en soltar la primera tontería que se me vino a la cabeza: >>Hay que ser o muy idiota o muy valiente para hacerse un tatuaje—. Otra vez le dediqué una sonrisa a ojos cerrados, sintiendo que aquellas en especifico empezaban a tener un significado más especial—. También ambas, ¿por qué no? Muchos idiotas son valiente, y los valientes pecan de idiotas. Me sentí algo ansiosa al sentir que divagaba en voz altas, algo que nunca en mi vida sentía haber hecho, a pesar de que probablemente lo hacía todo el rato en mi cabeza; de otra forma, ni idea de cómo le tenía esperanzas al planeta o qué sé yo. La cosa es que me callé hasta que pudiera responder a todas las tonterías que le soltaba como sí ya la apatía fuera un mal sueño del pasado. Tan vez solo estaba demasiado distraída, o concentrada, ni idea. —¿Uhm, créditos?— La observé algo compungida, pero más bien el nerviosismo tomaba la delantera. Tras divagar tanto con mi mirada rápida y mi mente lenta, negué suavemente con la cabeza, para luego sostener su mirada con seriedad, aunque los restos de compunción seguían—. No te preocupes, no los necesito. Desvié otra vez la mirada, esta vez a mi plato a medio comer, mientras acariciaba las raíces de mi cabello con suavidad. >>Tómalo como un regalo, sí quieres —concluí, sin pararme a pensar de que estábamos hablando de una simple frase, comparación, algo tan intangible; ¿se podía regalar siquiera? Bueno, ya lo había dicho: un detalle que pasé olímpicamente por alto. Tras haber resuelto mi propio dilema, volví a sonreírle con algo de más calma, pero de repente parecía que lo antipática se perdió quién sabe dónde y ahora simplemente era como una enana tímida de primaria y parlanchina. Me daba mucha pena y vergüenza verme así, pero me esforzaba por mantener esa idea sometida. —Y sí, es muy lindo poder hablar tan calmadamente con alguien—. De nuevo la sonrisa a ojos cerrados—, en verdad lo aprecio mucho y espero poder repetirlo en otra ocasión—. Entonces volví a mirarla ojos contra ojos; entendiéndonos como parecía que nos entendíamos, cosa que estaba lejos de poder clasificar, en parte por que en esos instantes bastante irrelevante se me hacía. >>Así que... ¿quieres volver a almorzar conmigo mañana?
Catherine Whitman Parpadeó lento incluso quizás bastante confundida de la respuesta que estaba obteniendo, quizás porque no lo había visto venir pero si lo pensaba bien, sentía que era realmente una forma en la que pudieras conocer a alguien de un curso mayor pero...¿acaso su compañera se habría atrasado un año al llegar aquí? ¿Perdió un curso como ella? ¿Serían realmente de la edad? Asintió todavía algo perdida, prefiriendo guardar aquel conocimiento que no solo Kohaku, si no que también Morgan la conocía, haciendo que el circulo social comenzara a crecer en realidad. —No creo que sea una historia aburrida, es lindo encontrarte con gente que ya conoces, brinda confort~ —E iniciar de nuevo todo nunca era algo agradable en lo absoluto, pero era algo que podía lidiar de poco a poco mientras se adaptaba, y en cuanto escuchó a Morgan hablar nuevamente no pudo evitar sonrojarse un poco, Kohaku le parecía alguien bastante serio y sentía que aquella pregunta bastante personal podía ser muy invasiva, ¿no? No todos podían estar de acuerdo en decir esa clase de cosas, ¿verdad? —¿Yo? Realmente no lo sé, no siento que sea muy creativa y tampoco soy de preguntar cosas demasiado personales...no me gustaría incomodar —Sonrió soltando una pequeña risa, tampoco es que supiera que contar en realidad, sentía que prefería escuchar —, pero si tengo que hacer del mismo estilo que la tuya...quizás tenga una pregunta muy típica, ¿te interesa alguien de la academia?~
Me dio la ligera sensación de que Catherine estaba teniendo dificultades para procesar la respuesta de Kohaku, que tan simple parecía, y aunque me pregunté dónde radicaba el problema tampoco abrí la boca. No me concernía como tal. Luego de lo que dijo me pareció deducir que quizá habríamos interpretado mal su duda y Kohaku recorrió la misma línea. —Whitman-san —la llamó, ligeramente precavido, y compartió una mirada conmigo—. ¿Te referías a nosotros? Me digné a soltarla cuando llegamos a la cafetería, sólo para recorrer el espacio en busca de un lugar libre. Ugh, había mucha gente pero nada que hacerle, ¿verdad? Bah, quizá pudiéramos ir al patio luego. —Ko —capté su atención, depositando la mano en su brazo—, ¿vas a comprarnos algo~? Le alcancé unos billetes y el muchacho se retiró luego de dedicarle una sonrisa a Catherine. Ah, siempre tan educado, era adorable. Seguí su camino un par de segundos, hasta que se acomodó en la fila de espera y recién entonces deslicé la mirada a la chica, dispuesta a oír su pregunta. Por favor, si casi ronroneé y todo, mira lo que venía a soltar la muy tonta. No me cansaba de tantear límites, ¿verdad? Me acerqué a ella, lo suficiente para rozar su brazo en sentido descendente hasta entrelazar nuestras manos. Me prendí de sus ojos, no dejé de mirarla ni un instante, hasta que me incliné lentamente y a último momento me desvié a su mejilla. Le deposité un beso suave. —¿Eso responde tu pregunta, cielo? —murmuré, regresándole el espacio, aunque no desenredé nuestras manos.
Catherine Whitman Creer que quizás se hubiera salido con la suya incluso si sentía que había distorsionado todo el tema de la conversación sin llegar a entender del todo la respuesta había sido, claramente, un error cuando escuchó a Kohaku hablar. Sus ojos se abrieron con sorpresa y sus mejillas se sonrojaron ligeramente, haciéndola desviar la mirada hacia el suelo como si eso fuese a hacer que la pregunta desapareciera o se perdiera en el aire. Quizás había sido demasiado obvia. —¿U-Ustedes? No...en realidad pero eso tiene algo más de sentido... —Habló en voz baja dirigiendo su mirada a Kohaku casi como si se estuviera disculpando por no haber seguido el hilo de la conversación de forma correcta y los hubiera metido en ese enredo —, lo siento...pero realmente no pasa nada, ahora se como se conocieron. —Sonrió tratando de arreglar la situación que creía incluso algo rota por su descuido y al mismo tiempo despedir a Kohaku. Suspiró, cubriendo su rostro con sus palmas hasta que sintió el primer roce en su brazo que la hizo descubrirse con rapidez, permitiéndole a Morgan llegar a entrelazar sus manos haciendo que su corazón se acelerara y los nervios aumentaran sintiendo la expectativa crecer y crecer mientras la veía acercarse hasta que sintió sus labios sobre su mejilla. Cerró sus ojos de forma momentánea al saber que era mas que notorio que no iba a deshacerse del ardor de su cara en mucho tiempo, apretó un poco su mano cuando volvió a centrarse en ella, mordiendo con suavidad su labio inferior para contener la sonrisa que se quería formar en sus labios. —...Sí...definitivamente, yo...con esto realmente espero que este bien para la fiesta... será lindo pasar más tiempo contigo.