Interior Cafetería

Había subestimado lo idiota que podía ser Hanson, ¿no? ¿O él la había subestimado a ella? Cualquiera que fuese el caso el idiota había estado a un pelo de corresponderle, pero al final se había quedado como una puta estatua.
Luego de sentarse y volver a cruzar las piernas bajo la mesa, soltó una risa vacía, cargada de sorna al ver su reacción.

Venga, ¿preocupado por tu pseudo-novia?

Pues debiste pensarlo antes de meter la puta nariz en mis asuntos.​

Notó la forma en que comenzó a recoger Emily las cosas, con lentitud, y supo que habría deseado largarse con Ishikawa pero bueno, ella nunca pretendió disfrazar su manera de hacer las cosas ni nada y ella lo sabía, aún así entendía que debía haber sido jodido de ver, incluso solo por el hecho de parecer puto voyeur.
Se incorporó apenas para poder estirarse hacia ella y correrle un mechón de cabello detrás de la oreja, le picó la mejilla al retroceder.

Bueno en la noche podía pedirle a alguna de las criadas que hiciera dos almuerzos, ¿no? Uno para Emily, en compensación por el que ella le había hecho, y otro para el pobre voyeur de Ishikawa, que encima le había comprado el té.

Algo de principios tenía.

¿De haber sabido que Sasha Pierce estaba viéndolo todo habría hecho algo diferente?

Posiblemente no.

Después de todo la bronca, si caía, le caería a Hanson.

Luego escuchó la voz de Aaron, señalando lo que también ella había notado, las reacciones invertidas. Emily había pretendido hacer la vista gorda y Daute se había ruborizado como un mocoso, cuando se las daba de extrovertido y confiado al punto de la estupidez.
El último comentario del chico le arrancó una risa genuina y, porque le daba la gana, desenredó las piernas para estirarlas y dejarlas sobre el regazo de Aaron, como la maldita confianzuda y prepotente que podía ser, esa que amaba tensar cuerdas hasta reventarlas.

¿Qué seguía siendo bastante denso? Eso se podía arreglar.

—Bueno, él pidió el secreto~ ¿Y quién era yo para negárselo? —soltó tratando de contener una risa.

Dios, qué puta gracia.

 

Se lo estaba preguntando, ¿verdad? El porqué del trato diferenciado, era tan obvio a la vista que no valía ni la pena explicarlo como tampoco le molestaba explicarle realmente nada a nadie.

Había sido tosca porque sabía que podía serlo.

Si hubiese sido la mitad de brusca y agresiva que era normalmente con Aaron, el chico parecía perfectamente capaz de echar por patas o de malfuncionar como si fuese un procesador de principios del siglo.

Los kitsunes creaban ilusiones, engañaban.

Notó las intenciones de Aaron de quitarse sus piernas de encima pero que Daute volviera a abrir la boca lo detuvo, como si de repente hubiese pensado que quitársela de encima con la estupidez de Hanson al frente no fuese precisamente la cosa más inteligente que se le podía ocurrir.

Aaron me dijo que eran dos secretos, Katri.
​

Pero bueno, Yume, ¿y la capacidad de mentir dónde estaba?

—A ver, ¿qué pasa si ese secreto incluyera arrastrarte al armario de enseres que seguro ya conociste, Hanson? Que no lo incluye, cabe aclarar. —Qué malditas ganas tenía de repente de fumarse un cigarrillo—. Piensa un poco más en la bonita pelirroja del otro día tan siquiera. A mí no me interesa meterme en broncas con chicas, pero yo no creo que tú quieras una bronca con ella, ¿o sí?

Pero ya lo estaba haciendo, el muy estúpido, ¿no?

Y aún así había preguntado por el segundo secreto.
​

Su puta madre iba a abrir la boca.

—Deja de ser infantil y pedir que tu primer amigo en este chiquero de escuela te cuente hasta cuándo fue al baño. Si Aaron no te dijo que dejaras de joder, pues te lo digo yo. La gente tiene privacidad, por si no te has enterado. —Le colocó la botella de té a medio tomar en frente, con un golpe sordo—. Confórmate con eso, es lo único que vas a recibir de mí.

Había intentado que Emily quitara aquella cara, pero ahora con esa actitud que se había sacado del coño igual y se había ido a la mierda la intención.


Escuchó a la chica con atención, asintiendo ante sus palabras sobre que ya había hablado con el chico del club para que bueno la tuviese presente al menos, al no saber cómo estaba la cosa con la admisión y tal.
Abrió mucho los ojos cuando le preguntó por alguna canción en especial y negó rápidamente con la cabeza.

—Con que la canción te guste a ti, yo me quedo contenta de escucharte. —Estiró la mano para tomar otra galleta de las que había traído la muchacha—. Espera, ¿las galletas las hiciste tú entonces?

 

Emily Hodges

Escuchar las palabras de aquel otro chico la verdad es que no ayudaban mucho. No ayudaban nada, para ser más exactos. De todas formas, ¿qué sabía él? Si no me conocía de nada...

De todas formas, todo eso pasó a segundo plano cuando sentí un mano pasando un mechón de pelo por detrás de mi oreja y levanté la vista para comprobar que, ciertamente, se trataba de Katrina. Las mejillas se me sonrojaron otra vez cuando sentí el toque en la misma pero acabé por conseguir dirigirle una sonrisa, algo leve, pero tranquilizadora.

Estaba bien, no era tonta, solo un poco sensible y a veces no podía simular.

Pero no estaba siendo nada justa conmigo.

Ladeé la cabeza, sin embargo, y dirigí la vista hacia Daute frunciendo un poco el ceño. ¿Qué le pasaba? Si reaccionaba de esa manera, ¿por qué seguía insistiendo? Quizás no conocía de lo que era capaz la chica, seguro que era nuevo.

Fue extraño. Se suponía que aquel tono me diese miedo, muy posiblemente en otra situación lo hubiese hecho, pero no tuvo nada que ver con lo sentí al escucharla.

Calor.

Una jodida oleada de calor.

Quizás porque lo había dicho Katrina, quizás porque sabía muy bien lo que era querer privacidad y guardar secreto, pero lo cierto es que tenía razón. A veces la curiosidad le podía a uno, también lo sabía muy bien, pero había que saber cuando parar.

Dejé escapar un leve suspiro mientras terminaba de guardar mis cosas, intentando controlarme, y miré la hora en mi móvil. ¿Habría ido todo bien con Kohaku?

—Senpai —murmuré, dirigiéndome hacia ella mientras me ponía en pie—. Queda poco del receso, creo que volveré a mi clase~ M-me alegra que hayas almorzado con nosotros. ¡Nos vemos!

Me incliné hacia los chicos por educación y me despedí con la mano de la mayor, dirigiéndome no mucho después hacia la salida de la cafetería.

Quizás estaba algo, una pizca... solo un poquito avergonzada, por haber reaccionado así. Y prefería que no lo supiese.

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No serás tú también una kinky bitch? sí

 

Ni siquiera había tenido realmente que mostrar los dientes, había bastando con tensar un músculo para que las cosas recuperaran el curso que les correspondía. Sin gente metiendo las narices donde no les importaba.
No significaba, por otra parte, que le tuviera especial rencor a Daute ni nada por el estilo solo lo quería quieto. Si iba a andar molestando a Aaron no era su asunto, pero en tanto eso la incluyera en el paquete pues ya estaba visto.

Cuando alzó las manos como si lo hubiese apuntado con un arma volvió a tomar la botella que le había colocado al frente para beber un trago y, obviamente, lo dejó en paz por fin. Tampoco era de buscarse el desastre así como así, a plena luz del día mucho menos.

La reacción a la gracia de Daute que había tenido Emily la entretuvo porque ella sí lo sabía, hasta dónde podía llegar, así que ver que había un tonto ahí totalmente ignorante del asunto era, por demás, una extrañeza. En cualquier caso, la voz de Emily la hizo mirarla directamente y dedicarle una sonrisa ladeada.

—Bye bye, preciosa~ —ronroneó aún sin quitar las piernas del regazo de Aaron. Pobre diablo, ¿cómo había terminado ahí? Igual debía pedirle una disculpa o algo, quién sabe—. Espero verte pronto. Si necesitas algo me llamas, ya sabes, cariño.

Qué jodida cabrona.

Laila tomó otra galleta luego de haberse comido la anterior, porque bueno la chica había dado en el centro de la diana con aquel gesto, obviamente. Estaba bajándose el segundo mordisco cuando la muchacha afirmó y ella le dedicó una sonrisa amplia.

—No sé diferenciar mucho la preparación en las comidas —admitió algo avergonzada. Seguro su hermanastro se habría dado cuenta al toque—. De verdad muchas gracias por prepararlas, Kobayashi-chan.

Terminó de comer la galleta, sacó una botella de agua y le dio un trago largo.

—¿En la azotea? ¡Claro! Me encantaría~

De verdad esperaba que no lloviera, ese jodido clima era un desastre ya.

 

¿Qué le tenía aprecio? No era... precisamente la palabra más adecuada ni por asomo, aunque por lo que había podido ver de Emily Hodges desde el día de las pruebas de salto, la noche de la azotea y el fin de semana, la chiquilla parecía tomarle aprecio a la gente con facilidad. Se encogió de hombros ante el comentario y cuando el chico por fin retiró las piernas de su regazo le dedicó una sonrisa divertida para después sacarle la lengua, burlona.

—¿Hmh? Aaron, cielo, el que se fue está en nuestra clase. —Soltó una risa por la nariz—. Ishikawa es su apellido. Despiértate un poco más al venir a la escuela~

Como fuese se incorporó, estiró el cuerpo casi como si fuese un gato que pasó mucho tiempo echado en una sola posición y se colocó detrás de su silla, para echarle los brazos sobre los hombros. Apoyó la cabeza en su coronilla, lo apretó ligeramente hacia ella, con un tinte casi posesivo, y lo dejó ir no mucho después para luego acercarse Daute, que se había zambullido en su móvil, y revolverle el pelo como si fuese un chiquillo, aunque el gesto fue algo más tosco.

—Bueno, muchachos, nos vemos arriba —dijo para luego tomar la botella, la caja de almuerzo y navegar entre las mesas para dejar la cafetería.

Iba a meterse a los baños de tercero a fumarse un par de cigarrillos.

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A Kat ya se le fue la cabeza (?) alguien salve a Aaron de este desastre por amor a todo

 

Emily Hodges

No me molesté en absoluto cuando sentí la mano de Anna apartando la mía, más que nada porque había acabado asintiendo sin mucha queja y sabía que solo sería cuestión de que ella sí dijese lo que pensaba antes de irnos. Porque con todo yo no era capaz de decir todo lo que se me había cruzado por la mente, pero sabía que ella sí.

La escuché y observé con atención, bastante curiosa por saber lo que haría, y solo entonces mi expresión logro relajarse casi por completo. Y quizás, solo quizás, la estuve mirando con algo parecido al orgullo. Y también sentía aquella oleada de calor parecida a la que Katrina me había provocado el otro día, pero por Dios ahí sí que no era el momento y logré percatarme de ello justo al instante, zarandeando la cabeza solo un poco para despejarme.

Cuando terminó de hablar, la seguí sin decir mucho más y solo cuando estuvimos fuera del Invernadero solté el aire en un suspiro, dándome cuenta de lo tensa que había estado con la escena.

En fin.

Al final nos encaminamos a la cafetería y no fue muy difícil encontrar una mesa libre para las dos, sin mucha gente en las mesas contiguas tampoco. Hacía buen día y la mayoría de los alumnos irían al patio, así que pensé que ahí estaríamos algo más tranquilas.

Volví a suspirar en cuanto nos sentamos, aunque fue bastante más ligero.

—Lo siento, tenía que haber imaginado que habría gente. Solo no esperaba que fuese... justamente esa gente.

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Gigi Blanche heyo again baby uwu <3

 

Fue apenas salir y Emily a mi lado se desinfló los pulmones como si los hubiera estado conteniendo en medio de la garganta. La detallé de soslayo, bastante sutil y en silencio. Así como si nada, apenas cruzar la puerta del invernadero fue suficiente para devolverme encima una buena porción de la seriedad que, probablemente, insistiera ahora mismo en el núcleo de mis ánimos. Como sea, si Emily preguntaba se lo podría achacar a la mierda de escenita que me había tenido que montar.

No lo lamentaba.

Podría haber tenido más tacto o haber sido menos irónica, pero no lo lamentaba.​

¿Lo habría lamentado de haber sabido cómo quedó Suzu tras mi retirada?​

Una vez más, no tenía idea.​

Seguí a Emily hasta una de las mesas vacías y me acomodé sin más, casi arrojando el móvil sobre la mesa para no dejarlo en el bolsillo de la falda, que se podía caer, y quitándome el molesto cabello suelto de encima. Estaba a medio nervio de mandar todo a la mierda y atármelo en una coleta de las de siempre, pero bueno. Aún no me había colmado del todo la paciencia. Me distraje un poco viendo aquí y allá sin ningún objetivo particular, enroscándome un mechón bicolor en el dedo, cuando la voz de Emily llegó a mis oídos. La miré de soslayo.

—¿De qué te preocupas, Em? No ha sido tu culpa —solté, quizás un poco más brusca de como solía tratarla, y estiré el brazo sobre la mesa para extender la palma frente a ella. Le sonreí, invitándola a alcanzar mi mano—. Como sea, supongo que a veces las cosas no entran a menos que sea a la fuerza y... y ya.

Solté un suspiro pesado, similar a un bufido, y clavé el codo del otro brazo para recostar el rostro en mi mano. La miré con una especie de mueca en los labios, mezcla de cansancio y capricho, y deslicé la mejilla para rascarme las raíces del cabello antes de regresar a la posición inicial.

—En fin, ya quitémonos eso de la cabeza y comamos. —Esbocé una sonrisa ligera y entorné los ojos—. ¿Qué preparaste hoy de rico, hmm~?

Aún no revisaba el móvil, la verdad, como la idiota que era había olvidado que lo sentí vibrar en el invernadero.

 

Emily Hodges

Así de primeras tuve que pestañear un par de veces, no tanto por el tono que usó Anna si no por la pregunta en sí, y es que no supe que responderle. Tenía razón en que quizás no había sido mi culpa pero dentro de mí simplemente tenía esta idea de que tenía que haberlo sabido y que quizás hubiese evitado toda aquella escena que más que nada acabó poniéndonos de mal humor.

Aunque ahora al menos sabía de quién me tenía que alejar en los pasillos.

Al final me encogí ligeramente de hombros y no tardé en extender mi mano para colocarla sobre la suya, apretando después los dedos a los lados en un gesto cariñoso. De nuevo, tenía razón, mejor no darle vueltas si queríamos tener un almuerzo relativamente tranquilo.

Sin pensar mucho comencé a mover un poco su mano, de lado a lado, adquiriendo una ligera sonrisa orgullosa.

—Habías dicho que no comías mucha comida preparada, ¿verdad? Así que pensé en hacer algo variado que pudiese suplir eso~ Hay arroz, algo de verduras, unas trozos de pollo y un poco de pescado también. ¡Y manzana troceada! —tras enumerarlo, sin embargo, me di cuenta de que quizás me había pasado un poco y acabé por rascarme la mejilla con la mano libre—. A-aunque si hay algo que no te guste, puedes dejarlo claro. ¡Puedes decírmelo y así lo tengo en cuenta para la próxima vez!

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Emily aka la waifu de Anna idek

 

El hecho de que aceptara mi mano me arrojó una chispa de calidez al cuerpo. Fue breve, era tal el frío repartido por todo mi cuerpo que se consumió de inmediato, se dispersó y... desapareció. Pero estuvo ahí. Se lo agradecí en silencio y estreché su piel justo como ella lo estaba haciendo.

La dejé zarandearme un poco el brazo y me arrancó una sonrisa floja pero, si se quiere, un poco genuina. Al liberarme de su agarre crucé los brazos sobre la mesa y seguí sus movimientos, asintiendo de tanto en tanto o alzando las cejas al imaginarme la de comida que había preparado. Seguro un viejo japonés bien estúpido le soltaría la mierda de que iría a ser una gran esposa y cosas así.

Mientras me concedía la lista entera me puse a rebuscar hasta sacar el bento y ante su silencio deslicé la mirada hacia ella. Ahí estaba de nuevo, la gran tonta, con sus preocupaciones innecesarias.

—No te preocupes, Em, como como un tacho de basura. Le entro a cualquier cosa.

Decirlo así era bastante brusco y ciertamente poco femenino, pero ¿qué más daba? Era lo que era. Volví a rebuscar en mi mochila hasta dar con los palillos y una botella de agua que me había traído de casa. Recién entonces destapé la cajita y ver la comida, sus colores a mis ojos desvaídos e incluso ver cómo la había organizado, me lanzó el segundo chispazo de calidez por el cuerpo.

Podía identificar aquella forma de preocuparse por los demás como una de las más puras y genuinas.

Mantuve la sonrisa floja en el rostro al llevarme la primera porción de comida a la boca, algo de pollo con arroz, y obviamente tuve la decencia de buscar sus ojos y asentir, contenta.

—Está muy rico, Em. Muchas gracias.

De verdad.

Muchísimas gracias.

Le di un trago a mi botella y recién entonces se me dio por echarle un vistazo al móvil, ahora que ya estábamos comiendo y eso. Era un poco dependiente de esa mierda, ¿no? No siempre había sido así, pero bueno. Tenía unas notificaciones de mensaje y el pecho se me oprimió apenas al ver el nombre del remitente.

Altan.

Yo me había agendado en el suyo con una estupidez, pero su número lo agregué en casa y pues, no tenía diversión alguna montarme la gracia sola. Tragué lo que tenía en la boca y no busqué otra porción de comida, me aboqué a leer los mensajes que... eran un poco largos. Una ligera ansiedad se había asentado en la boca de mi estómago, presa de la anticipación y de mi maldito cerebro proyectando a velocidad bala los peores escenarios posibles, pero se disolvió bastante de golpe al corroborar que no era nada malo, ni estaba enfadado, ni nada parecido. La ansiedad desapareció, sí, pero la incomodidad se mantuvo allí al ser reemplazada por otra mierda.

Culpa.

La verdad sea dicha, la cara me había cambiado bastante. La sonrisa había desaparecido y la preocupación inicial, aunque consiguió relajarse, no perdió rigidez. Algo extraño se había removido en mi pecho y tomé aire profundamente, dejando los palillos sobre el bento para sostener el móvil con ambas manos, frente a mí. Era cálido y era frío, me había aliviado y me había tensado. Me alegraba y... y pestañeé, si acaso algo similar a las lágrimas había ardido tras mis ojos.

Maldito idiota.

Maldita idiota yo.​

¿Cuídalas? ¿Qué hacía soltándole esa mierda?

Golpeteé la funda con la yema de los dedos, intentando decidirme por la mejor elección de palabras. Me había empezado a mordisquear la uña sin notarlo y releí sus mensajes una y otra vez, como si pretendiera grabármelos a fuego o encontrar un significado oculto o qué se yo.

No te detuve, ¿cierto?​

No, pero no tenías por qué, cielo.

Te quiero conmigo.​

Te quiero aquí, conmigo, Al, ¿no puedes verlo?​

Sus palabras se solaparon con las mías y fue extraño, pero pude escuchar su voz en mi cabeza con una precisión casi aterradora. Volví a cargarme los pulmones de aire y empecé a tipear, dubitativa por demás. Escribí y borré, releí y chasqueé la lengua, una y otra vez hasta que quedó la versión final. Podía soltarle semejantes mierdas a Suzu o Gotho en la cara, pero luego me ponía como una cría para redactar un simple mensaje.

No te preocupes por nada, Al, yo también te solté mierda innecesaria
Perdona
Como sea, en otro momento te lo explicaré

Y dudé y dudé, aunque no demasiado pues no quería que hubiera mucha diferencia horaria entre mensajes. Además no quería verlo en línea y que me pillara dentro de su chat. Como fuera, agregué un poco a la carrera:

Y no me molestas, tonto
Jamás lo harías
Luego hablamos, beso
Ah y come bien, eh!

Eh, él había puesto un gatito así que me parecía apropiado hacer lo mismo. Busqué rápidamente entre mis stickers recientes y le envié uno de un gatito color té con leche, que llevaba un curioso disfraz de ama de casa con los bracitos en jarra y, bueno, la expresión del minino parecía estar regañándote como una madre cualquiera. Era de mis favoritos. Cerré la aplicación y bloqueé el aparato a la velocidad de la luz, sin darme cuenta que prácticamente lo había estampado contra la mesa.

Contenido oculto

Hitori cuz le respondí al bby so ahí te va uwu

 

Emily Hodges

Solté una sonrisa entre aliviada y divertida cuando le escuché decir lo de que se comería cualquier cosa, sin darle mucha importancia al hecho de que en verdad era bastante preocupante eso. ¡Pero bueno! Al menos podía asegurarme de que comía bien al menos durante la hora del almuerzo y eso era algo.

Sea como fuere, observé con cierta expectación su reacción y una genuina expresión satisfecha me cruzó el rostro cuando recibí sus ojos. Fue más que suficiente para permitirme abrir mi propio almuerzo y comenzar a comer también, bastante más tranquila. Y lo cierto es que aunque estuve bastante centrada en eso, también para querer darle algo de privacidad a la chica, me fue inevitable no notar sus movimientos e incluso facciones.

Había dicho que no la iba a molestar con ese tema, ¿verdad? Después de todo lo sucedido no se sentía del todo correcto. Pero me lo había dicho a mí misma, o sea, nadie más lo sabía y podía incumplir mi propia promesa, ¿cierto? Además, no solo me lo estaba poniendo en bandeja pero parecía un buena tema para distraerse en realidad... ¿o no?

Apoyé la mejilla sobre la palma de la mano, recibiendo su mirada con una sonrisa más que sugerente, y extendí entonces la mano contraria para jugar con los palillos delante de sus labios.

—A ver, ¿qué fue eso, Annie~?

 

Contenido oculto

dejo la rolita nomás porque shutub me la aventó mientras narraba y me gustó mucho idk, se fusionó bien con las palabras (?

No pasaron ni dos segundos tras recuperarme de la ansiedad de los mensajes que alcé la mirada y me encontré la sonrisa de Emily. Fruncí el ceño por inercia y, un poco a modo de escudo, recogí los palillos y me enfoqué en la comida, ignorando como una campeona de acero la forma en que ella jugaba con los propios sobre mis labios. Joder, lo tenía escrito en toda la puta cara.

Me había calado al dedillo, obvio, si debía haber sido más obvia que la mierda. A veces no servía para disimular absolutamente nada.

No me bastó con romper el contacto visual, claro, su voz me alcanzó similar a un ronroneo divertida y suspiré, masticando unas papas hervidas. ¿Que qué había sido eso?

—Era Al —solté sin más, cualquier otra respuesta evasiva habría sido alargar la tortura y lo sabía; sentí un ligero calor en mis mejillas que decidí sencillamente ignorar—. Hoy... no quedamos de lo mejor, pero creo que eran ideas mías.

Vaya, era un cúmulo de jodida energía disparándose de aquí allá, ya fuera en felicidad, absoluta ira o miedo, y cuando no, me desconectaba del mundo y me encerraba dentro de una perfecta burbuja indemne. A Altan le había soltado cosas de mi vida, pero es que cuando hablaba de mi vida siempre eran las mismas mierdas de pandillas, errores y desgracia. Como si fuera lo único que valiera la pena sobre mí. También le había contado de mi infancia, sí, pero no había sido en marcos cotidianos o exactamente distendidos.

¿Cuándo había tenido una conversación normal, de adolescentes normales, sobre mierdas normales?

Joder, creía que... nunca.

Que con los chicos solíamos charlar, claro, pero de una forma u otra siempre había estado todo empañado por el filtro sucio de la calle. Con Emi no había ninguna de esas estupideces de por medio y... me di cuenta que estaba nerviosa, como una chiquilla haciendo amigos por primera vez. Nunca había hablado con nadie sobre mi primer beso, la primera vez que lloré por un chico, y cosas así. Esa noche que me dio miedo volver sola a casa, la primera piedra de ansiedad sepultándose en mi estómago cuando me soltaron que Kakeru me engañaba, la primera mierda que fumé, la primera cerveza que bebí, pero también esa película que siempre me hacía llorar, cuánto me gusta que Berta se acurrucara a mi lado cuando me quedaba viendo series, incluso las personas random que seguía en Instagram y me divertían por X o Y.

O quizá sólo quería una amiga, en pocas palabras.

Me llevé otro montón de arroz a la boca y el móvil vibró sobre la mesa; una parte de mí había quedado pendiente a una posible respuesta y lo capté de inmediato. Venga, había respondido bastante rápido. Abrí los mensajes sin darle muchas vueltas. Que cuando yo quisiera, ¿huh? Si tenía que ser mortalmente honesta por mí lo buscaría ahora mismo, pero sabía que tenía que controlar esa ansiedad y que no podía estar todo el día encima suyo. Era una acaparadora de mierda, sí, e intentaba no serlo.

Suspiré.

Mañana supongo, quedé para hablar con Suzu después de clases
Deséame suerte, btw

Dejé escapar una sonrisa suave con respecto a la mierda del discurso y estuve por enviarle una foto de mi comida, pero ese bye había sido bastante ¿conciso? y no me pareció que le apeteciera seguir conversando. Bueno, era parte del no acapararlo. La comunicación virtual corría por el mismo carril.

Dale aire, Anna.

O lo asfixiarás.​

See ya~

Agregué otro gatito, uno lleno de corazones y mierdas, y ya. Tampoco era buena onda pasarme con el móvil en la mano mientras estaba con Emily. Lo dejé a un lado, boca abajo, y volví a mirarla. Me las arreglé para concederle una sonrisa que más o menos se sincronizara con su diversión de hoy, casi pícara.

—¿Y bien? ¿Algo más que quieras saber? Aprovecha que hoy me siento generosa.

 

Emily Hodges

—Al~ —repetí, suave, saboreando las dos letras sin lograr esconder la sonrisa sedosa que se me había formado.

Venga, pero que era medio obvio, ¿no? Le gustaba bastante el alemán, y podría poner la mano en el fuego que era bastante correspondido. Pero era un poco difícil aun así, ¿verdad? Aun cuando claramente ya se lo habían pasado más que bien el día anterior.

Seguí comiendo cuando volvió a centrarse en su teléfono, sin perder la vista de sus expresiones en ningún momento como si... intentase analizarla, o algo así. Costumbres que había adquirido de Kashya, no me pregunten. Pero que me venían más que bien para poder intentar adaptarme a según qué situaciones.

>>Bueno, ha sido un día un poco complicado, ¿cierto? Seguro que ha sido cosa del estrés, no te preocupes~

Cambié mi expresión casi por completo, recuperando la amabilidad que solía caracterizarme. Bien podía haberme aprovechado de su ofrecimiento y haberle intentando sacar detalles de lo de ayer, o lo de anoche, y mi alma de chusma en realidad estaba sufriendo por no hacerlo. Pero no era lo justo, podía notarlo, porque su sonrisa era más o menso forzada y lo último que quería era que se sintiese así.

>>Hace un par de años, aun no había entrado en la Academia, acepté ir a un cita con un chico de otra clase. Nunca solía aceptarlas, ¿sabes? Porque sentía que sería incómodo o qué sé yo, pero me dije: "venga, Em, no puedes pasar a la Secundaria sin haber tenido al menos un cita", lo cual es estúpido, lo sé, pero bueno, no me juzgues —comencé a narrar, jugando con un poco de arroz de mi bento, sin perder en ningún momento el tono de naturalidad porque en realidad no me molestaba mucho contar ese tipo de anécdotas—. Como sea, tuvimos la cita y me besó. Estuvimos saliendo un par de semanas más... pero lo único que hacíamos era... eso, besarnos, creo que nunca me supe ni su nombre completo.

Dejé escapar una risilla tras soltar todo el discurso y me tomé otro bocado de arroz mientras dejaba que asimilase la información, volviendo a alzar la voz después de unos segundos.

>>En fin, ahí acabó la cosa de todas formas, pero así fue mi primer beso. No muy romántico, ¿verdad? ¿Cómo fue el tuyo~?

Contenido oculto

Anna: nunca he tenido una conversación sobre mis primeras veces como una chica normal
Emi: hold my bentito for a hot second

 

Solté una risa nasal bastante vaga al oírla pronunciar de aquella forma el nombre de Altan, pinchando trozos de pollo aquí y allá pero sin llevarme realmente ninguno a la boca. Siendo honesta no tenía el mayor apetito del mundo, pero el jodido discursito del susodicho había vuelto a mi mente luego de que él lo mencionara y... y tenía razón, de una forma u otra. No podía venirme abajo porque sí, por el menor obstáculo. Debía hacer el esfuerzo.

Me llevé un trozo de pollo a la boca y asentí, en silencio. Cosa del estrés, ¿eh? Bueno, muy errada no estaba. Una vez estuve lista para un bombardeo de preguntas o algo así, me llamó un poco la atención que en su lugar abriera la boca para contarme una experiencia personal. Sin darme cuenta le estaba dedicando una atención estúpida y absoluta, como si intentara explicarme una fórmula química en vez de la sencilla anécdota adolescente que en realidad era. Emily parecía haberme leído la mente o algo y allí estaba de vuelta, el ardor tras los ojos parecido a las lágrimas. Se evaporó rápidamente, como le ocurría a cualquier sensación real que alcanzara mi cuerpo, pero logré concederle una sonrisa bastante genuina al acabar su relato y recibir sus ojos.

Pero hasta ahí llegó la liviandad.

¿Cómo fue el tuyo?​

Me llevé un poco de arroz a la boca, para organizar mis ideas y disimular el mal trago. Bueno, podía contarle al respecto sin entrar en detalles desagradables, ¿verdad?

—Fue el año pasado, en mayo. Un poco antes había conocido a mi ex novio, del que te conté el otro día, en una cancha de baloncesto del barrio —dije, en un tono más bien monocorde, jugueteando con los palillos entre mis dedos—. Había empezado a ir ahí para bailar y qué se yo, moverme en general, parecía bastante inutilizada. Resultó ser que era "propiedad de ellos" o algo así y a la primera quisieron echarme, pero no sé muy bien cómo acabamos cuajando y me dejaron estar. Empezamos a vernos ahí, a veces venían todos, a veces sólo él. Charlábamos, jugábamos algún partido, comíamos papitas y tal. Nadie lo había dicho ni establecido, pero acabó convirtiéndose en una rutina: todos los días, a eso de las cinco, después de clases. Una tarde vino él solo, entonces nos pusimos a encestar un poco y qué se yo, entre las idas y venidas acabamos cerca y... bueno, me besó.

Arrugué un poco el ceño y le di un trago a la botella de agua. Era tan extraño revivir esos recuerdos, toda la ilusión, la emoción y la alegría, como una auténtica cría de quince años al sentir que un chico estaba interesado en ella por primera vez. Y no era sólo eso, sino que venía de pasármela estúpidamente sola durante años y... y Kakeru fue una especie de salvador. Lo subí a un puto altar y no había forma de que no creyera haberme enamorado de él.

Así que sí, había sido un buen primer beso.

—Fue lindo —reconocí, una ligera sonrisa se había colado en mis palabras—. No fue... apresurado, ni brusco, ni nada de eso. Me sentí muy cómoda y bueno, luego de eso todo siguió su curso de forma bastante natural. Nunca formalizamos como tal, pero tampoco estuve con otro chico hasta que rompimos.

Hasta que intentó quitarse la vida.

Y yo huí, como una cobarde.​

No sabía qué más decir, así que rellené el silencio llenándome la boca de comida y le eché un vistazo al móvil, que había vuelto a vibrar. Otro gatito, ¿eh? Pues bien, si así iba a ser. Repasé mis stickers y le envié otro gatito que se mantenía en la onda, con florcitas y esas mierdas. Fue una cuestión de segundos y devolví el aparato adonde estaba.