Finalmente volvió a la mesa con dos botellas de té matcha, no tenía idea sobre los gustos de Katrina pero una vocecilla, o el sexto sentido, si se quiere, le dijeron que no debían pegarle demasiado las bebidas muy dulces. O quizá sólo estaba juzgándola en base a su aspecto. Se acomodó en el asiento junto a Emily, frente a Katrina, y le extendió una de las botellas junto a la eterna sonrisa calmada. Luego tomó los palillos, los separó y destapó el bento. —Vaya —soltó, genuina emoción chispeaba tanto en su mirada como en su voz al volverse hacia Emily—. Qué buena pinta tiene, Hodges-san. Muchas gracias por prepararlo~ ¿Cómo se conocían, exactamente? Quién sabe, aunque algo le decía que debía haber una historia más o menos interesante por detrás. Tampoco iría a preguntar, sin embargo.
—Tendremos una mesa que también nadie nos va a querer quitar apenas nos descuidemos —rio con suavidad, acariciando ligeramente la mano ajena en su hombro con la diestra, todavía mirando hacia el frente por la fila que seguía avanzando y también para hacer entender que no le molestaba aquello, realmente dudaba que eso en sí fuera a molestarle un día, le divertía bastante —. Comeremos tranquilos~ Finalmente fue su turno tal y como Liza había indicado, le pidió de favor a la encargada de la cafetería los postres que habían seleccionado, los pagó una vez que le fueron entregados, para cuando salieron de la fila le mostró los postres con una sonrisa. —¿Estas lista para irte?
Era perceptiva, inteligente, culta. Por ello solía dirección en base a su conveniencia el conocer sobre la vida personal de quién involucraba en su ser, sin embargo esta vez, no tenía de cerca aquel deseo cruel de reconocer daños inmensurables para luego aprovecharse de ello, por el contrario, el interés provenía de querer saber aspectos que nadie más conocía sin intención de dañar en el proceso. ¿Cómo se le llamaba a eso? ¿Estupidez? ¿Perdida de tiempo? Interés. Cruzó su pierna izquierda sobre la derecha por debajo de la mesa, bebiendo un poco más del té de menta apaciguando la línea que mantenía hace poco como una sonrisa. —El creer conocer a alguien por lo que hablan los demás, es algo tonto, ¿sabes? —habló. Aunque los rumores sobre ella en su anterior instituto solían ser todos ciertos, qué irónico. Le vio entonces rascarse la nuca y parpadeó con sutileza, sintiendo el cosquillear en sus dedos ante la trivia que le estaba proporcionando. —Nobiliario —paladeó con cierto deje de diversión en la punta de su lengua, aunque no se burlaba de ello, sino de que hacía referencia al contraste de lo que ella era—, y no de noruega —continuó negando con la cabeza ante su propuesta de utilizar libros o aparatos inteligentes—, con quién crees que hablas, Shawn —murmuró divertida, cubriendo sus labios con la tela de la bufanda negra para terminar clavándole los ojos sangre entre los zafiro. Mmm, de dónde, de dónde puedes ser. Familia creyente. Viajando a Europa por su cercanía. El fleco escondió sus pestañas por unos momentos, como si se concentrara buscando en su cerebro. Recordaba que su primer interés recayó en su nombre, el cual él mencionó que era bastante común de donde venía, pero para ella resultaba nuevo, eso significaba que no provenía de Europa, ¿verdad? Elevó el dedo índice derecho, comenzando a teorizar: —He primero de pensar, que es un país económicamente estable —elevó el dedo corazón de la misma mano, manteniendo ya dos levantados—, descarto Latinoamérica, descarto el continente asiático por razones obvias, ¿podría descartar Europa como tal? —cuestionó más para sí misma que para él, en realidad—. Tu nombre puede tener un nacimiento cercano al estadounidense, pero no te me asemejas para nada a un americano nativo. ¿Qué tal un canadiense? O... ¿un inglés? —murmuró, entrecerrando las pestañas. Vaya, no quería fallar, por o tanto no se estaba atreviendo a dar respuesta a la ligera. Lo vio elevar los pulgares y una pequeña risa se le escapó por la nariz, comenzando a sentir sus pómulos calientes al sentirse adulada pese a éste no emitir palabra alguna, tampoco es como si esperara que la respuesta fuese verbalmente explícita. Su alevosía provenía más en satisfacer por medio del paladas el placer de lo que podía representar el arte culinario, siendo aquello más que suficiente. Le siguió con la mirada hacia la máquina expendedora. No recordaba nunca haber tomado de esas cosas, de esos jugos de caja. Eugh. <<Espero no te sientas insultada ni por ofrecerte algo tan... distinto a lo que me ofreciste tú>> Se enderezó pese a estar perfectamente recta, recriminándose mentalmente por su pensamiento de desagrado, dignándose a mirar las dos pequeñas cajas de leche saborizadas mientras él respondía sobre su cuestión en el proceso. Asintió con calma, sin preguntar de más al creerle de lleno. Un accidente... lo sabía, ella podía ser tan brillante. Y tan estúpidamente crédula también. —¿Veneno? —preguntó abriendo de más los párpados, sujetando la de fresa entre sus pequeñas manos, mirando los ingredientes con detenimiento—, ¿d-dónde lo especifica?
Emily Hodges Y casi como si alguna especie de dios hubiese escuchado mis plegarias, Kohaku apareció en ese instante con las bebidas y no pude esconder el suspiro de alivio al notarlo. Le dirigí una sonrisa amable mientras se sentaba y volví mi atención al bento segundos después. —No es nada, de verdad —respondí, sincera—. Espero que os guste aunque no se la gran cosa, de todas formas~ Contenido oculto Post de relleno just because quiero rolear y es la que me queda so (?)
Contenido oculto Masuyo Kobayashi La expresión de asombro de su senpai, la pequeña y significativa sonrisa, seguida del halago tras probarlas la llenó de regocijo, ampliando aún más su sonrisa si era posible. De seguro hubiera dado un par de aplausos con la punta de sus dedos de la pura emoción, pero era imposible teniendo la cajita entre sus manos. —Eso me alegra, senpai —respondió, para luego seguir los pasos de la chica con algo más de calma. Ya en la cafetería el cabello como el de Shawn y Kohaku resaltaban entre el resto, así que a pesar de ni esforzarse por ello los localizó con facilidad, pero los ignoró sin más, centrada en encontrar una mesa vacía. Como era de esperar en un día lluvioso, cada mesa de la cafetería parecía repleta, pero Laila encontró una sin mucha demora y Masuyo le siguió en cuanto notó que reanudaba la marcha. Se sentó delante de Meyer dejando la caja con galletas en el centro, para luego frotar sus manos entre sí, cubrirse la boca y soltar el aliento sobre ellas, en un intento algo vano de calentarlas. Había que ver, traía paraguas, pero no se abrigaba lo suficiente. Tendría que estar más atenta si no quería enfermar de nuevo. Apoyó un codo en la mesa, reposando acto seguido el rostro en la palma de su mano, el otro brazo lo dejó horizontal a su cuerpo. Estaba expectante a los movimientos de Laila, intentando imaginar que podría llevar el almuerzo que le preparó. —Hey, senpai —se decidió por rellenar el silencio—. ¿Hay algo más que te guste aparte del esgrima?
Contenido oculto: uwuuuuuuuuu '¿Veneno? ¿D-dónde lo especifica?' La miró con los ojos casi como platos. ¿Le estaba preguntando eso en serio? Parpadeó un par de veces, y apretó los labios tratando de contener una sonrisa, ahogando una pequeña carcajada contra su paladar. Solo había que verle la pinta para darse cuenta de que estaba preguntando en serio, y bien en serio. —Vaya —soltó en voz baja, volviendo a mirarla, sin poder contener una sonrisa entre ligeramente burlona y pícara, bastante divertido por la situación—. Debí imaginármelo desde el principio. —Hizo una breve pausa mientras, con ambas manos, se dedicaba a abrir ambas cajitas, acercándoselas a Asteria, con los sorbitos en sus correspondientes orificios—. Tú tranquila, que no es veneno. Seguro has probado un sin fin de manjares y un par de leches saborizadas no se te hacen para nada especiales, es más, quizás ni siquiera te gustan... Y pausó brevemente, por unos escasos segundos, donde los recuerdos prácticamente abrumaron su mente: cuando era pequeño y jugaba con los niños de su barrio y les alcanzaban las monedas para comprarse una para cada uno; cuando en esos días de calor acompañaba a su mamá al super y pedía una caja de leche antes que un helado; cuando tenía que ir al médico y ese dulce néctar de banana, fresa o chocolate, era la recompensa por portarse bien; cuando los viajes en auto se hacían inmensamente largos e interminables... —Pero saben a... —continuó, mas hizo otra breve pausa, buscando la palabra exacta—, infancia. A la mía, al menos. Entonces tragó grueso, dándose cuenta de su confesión, sintiéndose avergonzado de sus propias palabras. La verdad era que no solo sabían a infancia pues aún siendo un adolescente de diecisiete años, Noah seguía consumiendo esas leches como si fueran crack, pero no estaba dispuesto a admitir eso del todo. «Si no le gustan, siempre puedes fingir demencia y decir que hace mucho no las pruebas», pensó, y enseguida cruzó los brazos sobre la mesa, apoyando la barbilla sobre la misma, viéndola atentamente. Y si le gustan siempre puedes invitarle una leche saborizada de vez en cuando. No pudo evitar sonrojarse cuando escuchó aquello en su cabeza, y aunque quería mirar hacia cualquier otro rincón o hacia cualqueir otro desconocido, no podía dejar de mirar a Asteria. No quería perderse su expresión cuando las probara, ni mucho menos, cuál de las dos sería su favorita.
Se quedó atenta, deslizando sus pupilas violáceas por los ingredientes: Ácido cítrico, citrato de sodio, estabilizantes, azúcar, monoglicerios destilados. Estaba a punto de continuar la larga lista al identificar cada uno de ellos, buscando la palabra veneno explicita en el empaque, sin embargo la voz de Noah la sacó de su trance, sintiendo el rostro caliente ante la vergüenza de ser presa de una broma. Eso era normal, ¿verdad? El hacerse bromas entre persona de su edad. —L-lo sabía —fingió sabiduría desviando la mirada de forma tímida, escuchándolo aún. ¿Infancia? —Oh, quizá son similares a unas que me preparaba mi abuela —dijo entonces, recordando que cuando pequeña su abuela le ayudaba a romper la estricta dieta saludable de su adorado padre, dándole caramelos llenos de diabetes. Negó internamente entonces, reprochándose por siempre asociar cualquier cosa con enfermedad o accidente, procurando su corta vida mantener alejada de ambas cosas, siendo enteramente sana, amada, adorada, apasionada por la educación culinaria, como estilo de vida. Dirigió entonces sus pupilas a las de él al ver como ofrecía ambas, para que degustara y escogiera. Tragó entonces. ¿Y si no le gustaban? ¿Y si sabían horribles y debía fingir que eran deliciosas? Casi y se pellizcó la pierna por debajo de la mesa, lejos de la atención ajena, buscando tranquilizarse ante la ansiedad crítica que surgía por alimentos procesados. Se inclinó levemente entonces, relamiéndose los labios antes de llevarlos sobre el primer pitillo, sorbiendo con delicadeza al entrecerrar los ojos, llenándola el sabor dulce que le provocó una suave sonrisa en los labios. Le recordaba a algo, y ese algo era a su abuela. Sin pensarlo si quiera probó el otro sabor, también del pitillo, identificando en su paladar el sabor a banana, distanciándose para mirarlo directo a los ojos, con sus pupilas brillando. —Banana —murmuró pasando su largo cabello dorado sobre sus hombros, extendiéndole a él la leche saborizada contraria—. Gracias, Noah. También había pensado en la cafetería al ser el sitio más visitado en el receso, asintiendo con la cabeza ante la preferencia de Aaron por una bebida fría, pero realmente él si quería algo caliente luego de acabarse el caramelo, escuchándolo continuar hablando. <<y ¿Qué se supone que pasaría si no te cuento?>> Lo miró de reojo por un momento, sin embargo en cuanto iba a responder identificó las mechas rojas no muy lejos de ellos, en una mesa cercana en realidad. Elevó la mano, alto, moviéndola como si buscase la atención de Akaisa en ellos. —¡Ey Katrina, por aquí!
¿Que Ishikawa era buen chico? Bueno, ni idea, tenía toda la pinta de como mínimo, ser bastante sosegado y tranquilo, quizás algo distante pero no por ello maleducado. Si a ella le parecía bueno chico, no sería Katrina quien le llevase la contraria realmente. Enarcó una ceja al ver que la chica se cortaba en seco antes de señalar que el muchacho se estaba tardando y soltó una risa nasal, para luego asentir con la cabeza. Qué desastre con patas. En cualquier caso, poco después de eso Kohaku reapareció con dos botellas de té en mano y se la extendió, ella lo tomó sin mayor complicación luego de agradecerle de nuevo. Que el chico se sentara y halagara la comida de Emily la hizo consciente de que realmente no recordaba haber tenido, al menos, la decencia de agradecerle. Abrió la botella de té, le dio un trago y luego posó la vista en la morena. —Gracias, Em. Acababa de terminar de hablar cuando una voz llamó su atención, obligándola a volver la vista hacia su origen. Se veía que Daute no solo no sabía callarse, sino que directamente era ruidoso con ganas. Venía acompañado de Aaron, para variar. —¡Mueve el culo, Hanson, estoy almorzando! —espetó para que fuese él quien se acercara, luego se volvió hacia Emily de nuevo y se explicó con el tono neutral de siempre—. Son nuestros compañeros de clase también. Vio a su kohai echarse el aliento en las manos y fue entonces en que cayó en que realmente no iba particularmente abrigada a pesar del clima. Enarcó un poco una ceja, mientras una sonrisilla se le escapaba. —¿Tienes mucho frío, Kobayashi-chan? —Empezó a escarbar entre sus cosas—. Creo que tengo la bufanda por aquí. En eso estaba cuando vi las dos cajas de almuerzo, de las que se había olvidado por completo, y sacó la que había preparado para la menor y la colocó frente a ella. Entre la mierda de Shawn, la jugada rara de Altan y todo pues si acaso había podido enfocar su atención en las galletas. —No suelo cocinar, así que mi hermanastro me ayudó un poco. —Lo cierto es que era un almuerzo bastante sencillo, unos cuántos onigiris, vegetales y trocitos de pollo frito—. Ah, también te traje esto. Volvió a zambullir la mano en el maletín, para sacar una taza de frutas cortada con extremo cuidado, y la colocó frente a ella luego de sonreírle. Al menos estar con la muchacha la distraía, aunque de todas maneras dio un respingo cuando escuchó su pregunta, pues no la esperaba. —¿Algo más además de la esgrima? —Pareció pensárselo más de lo necesario—. Pues en realidad nunca tuve pasatiempos muy claros hasta que me interesé en la esgrima, poco más hacía que, no lo sé, mirar series. Aunque me gusta estar en movimiento, así que antes de la esgrima siempre estaba metida en otros clubes de deporte y así, incluso si no se me daban muy bien. Al menos había sido hasta su anterior instituto y la tutora salida de mierda. Arrojó el pensamiento al fondo de su mente, para volver a enfocar su atención en la muchacha frente a ella. —¿Y a ti, qué cosas te gustan?
Dio un nuevo trago a su botella, mirando de forma perezosa la cafetería sin realmente prestar atención, confinado plenamente en los ojos de Daute para encontrar a Katrina y en efecto, ni siquiera tardó demasiado en localizarla y tampoco ella en responder, permitiéndole localizarla con mayor facilidad en una mesa acompañada de otros dos estudiantes, los mismos con los que la había visto en el pasillo del tercer piso si no se equivocaba. Inició su caminar esperando que Daute también lo siguiera y antes de que viera donde sentarse, tomó la llave de su bolsillo y se la mostró, esperando paciente para que la tuviera en su poder de nuevo. —Te lo devuelvo, todo esta en orden. —Miró de reojo a Daute, sentía que solo ver aquella llave le iba a cuestionarse qué demonios era eso o qué era lo que estaba en orden, pero ya estaban a mano, al final del día todo dependía de Katrina misma.
Dejó la mano alzada mostrándole el pulgar, con una sonrisa extensa que le hacía brillar la dentadura. Los había invitado a la mesa, eso sonaba bien, sonaba divertido. Bajó el brazo a su costado para comenzar a seguir a Aarón mientras buscaba con la Mirada alguna máquina dispensadora, quizá ahí conseguiría también alguna bebida caliente. Podía aprovechar y comprar alguna para Sasha, ¿tendría frío también? Esas faldas escolares, podían provocar que se enfermara... <<Te lo devuelvo, todo está en orden>> Miró sin filtro la llave que le pasaba la llave desconocida, sacándolo de sus pensamientos románticos. Ya eran tan amigos que tenían una llave en común. Desvió la mirada mientras se sentaba y recostaba el mentón en el dorso de la mano, mirando a Emily para saludarla con ánimo. —Hola, espero no te incomode que estemos aquí con Katri —le acortó el nombre sin siquiera darse cuenta.
Emily Hodges "Gracias, Em." Fue tan repentino que ni siquiera tuve la capacidad de reaccionar a tiempo. Sentí como las mejillas se me volvía a colorear pero en aquella ocasión no eran nervios ni vergüenza, era algo muy parecido a la alegría, algo cálido que me hizo sonreír sin darme cuenta. Qué estupidez, ¿verdad? Solo me había dado las gracias y me había llamado Em. Asentí con la cabeza cuando volvió a girarse y me fijé un poco mejor en los dos chicos que se estaba acercando. Me fue inevitable no notar como uno le pasaba una llave a Katrina y por mucho que me estuviese picando la lengua por preguntar, fui capaz de aguantar la curiosidad. Me levanté un poco de la silla cuando finalmente ambos estuvieron acomodados y me incliné en una ligera reverencia antes de volver a sentarme, con una sonrisa. —Encantada, senpais, soy Emily Hodges. Dirigí la vista entonces hacia el chico que me había hablado, con los ojos ligeramente abiertos, y no tardé en negar con la cabeza, recuperando la sonrisa. Levanté solo un poco la vista hacia Kohaku, antes de responder. >>No es ninguna molestia para mí~ Contenido oculto Emi rodeada de puros senpais, es que me meo (?)
El primero en acercarse fue Aaron y como si quisiera quitarse el peso de encima, le extendió la llave. Ella la tomó de inmediato mientras asentía ante sus palabras. —Gracias, cariño~ —respondió con cierta diversión en la voz, solo porque bueno, le daba la gana. A pesar de todo, vigiló los movimientos de Daute mientras se sentaba a la mesa con ellos, dirigiéndose a Emily. Era un mero reflejo, de esos que poseía por ser, a fin de cuentas, un animal desconfiado. Había aflojado apenas las espinas de su acacia para confiarle a Joey y Aaron una tarea como la de cuidar al gato, uno hoy y el otro si tenía, por A o por B regresar con él el lunes y dejarlo como segundo gato de la escuela, pero no más. Vio que la morena se levantó para presentarse y cayó en que no se había molestado ni decir los nombres de los chicos. —Aaron Yume y Daute Hanson —dijo, señalando a uno y luego al otro—. Por cierto, ¿me estaban buscando para algo o fueron puras ganas de molestar~?
La vio presentarse mientras volvía a buscar con la mirada una máquina dispensadora, ubicándola por fin mientras se comía el bombón de forma fresca. Cuando acabase el receso compraría alguna bebida para tomarsela mientras subiese las gradas. <<Por cierto, ¿me estaban buscando para algo o fueron puras ganas de molestar~?>> Oh sí, acababa de recordarle el por qué la buscaban en la cafetería. Ladeó la cabeza,mirándole las mechas. El color rojo se le veía muy bonito, a cualquiera en realidad al ser un color tan vivo. —Queria preguntarte, bueno, más bien pedirte un favor —platicó risueño, inocente a lo que estaba a punto de solicitar—, ¿podrías mostrarme que le diste a Aarón está mañana? No hablo de la bebida —aclaró creyendo que le explicaría sobre la llave que éste acababa de pasarle al comérselo la curiosidad de lleno—, no tiene que ser ahora si estás ocupada con Emily-chan. Continuó jugando con el palillo del caramelo entre los labios, mirándole el cabello, las mechas en realidad.
Antes de sentarse estuvo a punto de debatirse si debía allí mismo que tendría a dos chicas molestándola en la hora de la salida para entrar al club de arte por haberlas prácticamente encerrado fuera sin ninguna excusa demasiado buena para darles pero, al tomar asiento finalmente se decidió que no. Lo haría mas tarde, cuando estuvieran de vuelta en el salón de clases para tener menos horas encima que justificarse en caso de que aquellas chicas terminaran siendo gente conocida para Katrina. Asintió a modo de saludo cuando los presentó y solo dio un par de tragos más a su botella de agua, mirando a Daute al ser su plan prácticamente justo cuando preguntó que hacían allí. Pero claro, lo que salió de los labios del chico no era en lo absoluto el plan que conocía. —Supongo que es otra forma de saberlo.—murmuró, más para si mismo que la mesa en general aun manteniendo su gesto de sorpresa, supongo que ese era el tema "caliente" en realidad para Daute, ¿qué secretos se habían formado tan solo en ese día?
Masuyo Kobayashi El ofrecimiento de la bufanda le agarró por sorpresa, por lo que no demoró en sentir el leve calor en sus mejillas. —¿Eh? —soltó una risilla, negando con la mano que no sostenía su mentón—. No te preocupes, senpai. Gracias. Luego Laila dejó la caja de bento que le preparó frente a ella, la atrajo hacia sí con delicadeza, abriéndola del mismo modo. Tras ver el contenido una sonrisa enternecida surcó sus labios, se veía bastante bien y lo apreciaba aún más teniendo en cuenta que no parecía ser el fuerte de la chica. —Gracias a ambos —dijo antes de probar bocado, sin menospreciar la ayuda que le brindó el hermanastro—. Hmmm, está sabroso —halagó, para luego prestar atención a las palabras de Meyer y acercarse la taza con fruta. Aparte del esgrima, el resto de sus actividades eran más comunes. Los pasatiempos propios tampoco le parecían extravagantes, y prestó especial atención a que le gustara moverse, ¿habría chance de que disfrutara de nadar? Podría llegar a ser divertido ir con su senpai a la piscina. —Amo nadar —respondió, la emoción chispeaba en sus ojos—. En mi anterior escuela estuve mucho tiempo en el club de natación. Logramos entrar a competir y todo, aunque nunca llegamos muy lejos, de todas formas fue divertido —obvió los malos tragos, como la frustración tras errores desembocados en derrotas, o las riñas nacidas de una mala actitud deportiva. Aunque con todo y lo malo, ahora podía lidiar mejor con aquellos sentimientos molestos, en parte por conocerlos de primera mano. >>Aparte de eso suelo cantar, también disfruto de cocinar.
Por la petición de Daute intuyó que ya debía haber interrogado al pobre Aaron hasta el punto del cansancio o lo que fuese, para llegar a decirle a ella esa mierda y era obvio que, con todo, Aaron al menos era bueno para mantener la boca cerrada. Realmente a ella le daba igual si el otro soltaba a los cuatro vientos que lo había besado, porque bueno, se había comido a la mitad de los hijos de puta de esa escuela de mierda, mínimo, pero le hacía algo de gracia aún así. Dejó los palillos sobre el bento, le dio un trago al té que Kohaku le había traído y balanceó la pierna cruzada bajo la mesa, aguantándose las ganas de soltarle la carcajada a Daute en la cara. ¿Por qué tendría qué? Pedazo de entrometido. No podía parar quieto, ¿no? El jodido idiota era un culo inquieto de categoría mundial, por eso hablaba con cuanta persona se le pusiera en frente, no hablaba con su sombra de puro milagro, y por eso había dejado a Aaron esperando como idiota mientras él follaba con la bonita pelirroja aquella. ¿Qué si confiaba en Daute para soltarle lo del gato en la sala de arte? No, porque no iba a arriesgarse todavía a que lo supiera todo el puto Sakura, podía decírselo a Emily sin problema, porque la chiquilla bueno era una tonta nivel Vólkov en el fondo de sí, quizás a Ishikawa si estiraba demasiado la cuerda, solo por lo calmado que parecía y porque Emily confiaba en él. ¿Qué quedaba entonces? Decirle que se fuese a tomar por culo. O comerle la boca. Al menos sabía cuál era más divertida, aunque los otros se tuviera que tirar el rollo. Se levantó de la silla, caminó hasta el lado de la mesa en la que se había sentado Daute, lo tomó del cuello de la camisa sin delicadeza alguna y estampó la boca contra la ajena de la misma manera, le mordió el labio y luego cambió la dirección de sus movimientos para alcanzar a hablarle en el oído. Su aliento lo chocó contra él. —Claro, con Aaron fui más cuidadosa~ —dijo de forma que solo él la escuchara. Lo soltó con la misma brusquedad, antes de regresar a su asiento como si nada y volver a darle un trago a la botella. Pensó en darle la bufanda a pesar de que la chica negó el ofrecimiento, porque realmente no le apetecía verla soportando frío ni que corriera el riesgo de enfermarse en sus primeros días de clases, pero tampoco quería ser tan pesada realmente. Esperó a que probara el almuerzo y una vez fue así, le dedicó una sonrisa algo más amplia, aunque lo que la había afectado seguía allí, colado en sus ojos que no parecían del todo enfocados en el mundo frente a ella. Tomó nota mental de la respuesta de la chica. Nadar, eso era lindo, a ella también le gustaba de vez en cuando, cantar y cocinar. Alzó las cejas, algo sorprendida, porque no se esperaba la segunda. —¿Cantas? ¡Qué lindo! Me gustaría escucharte alguna vez~ —soltó sin pensárselo demasiado, aunque luego algo de color le subió al rostro y trato de disimularlo bajándose un par de bocados de comida—. ¿Ya preguntaste por el club de música? Creo que andaban buscando gente y tal.
La vio levantarse y caminar hasta él, quizá al ser un secreto se lo susurraría al oído, sobre la llave, o sobre que solo había sido una lata fría de bebida, que le compraría una a él más tarde. Que idiota. La sintió jalarlo hacia él, abriendo los orbes con un tinte de sorpresa impregnado en ellos, apenas y por inercia movió los labios como si por un momento se pensara en corresponder, sin embargo terminó estático, sintiendo el cómo le mordía la carne inferior. Mierda. Mierda. <<Claro, con Aaron fui más cuidadosa>> Sus mejillas se tiñeron en contra de su voluntad, llevando la palma de su mano a su propio rostro, sobando sus ojos con el dedo pulgar e índice para verla regresar a su asiento entre las pestañas, evitando el jugar con su cadena de plata para desviar las pupilas avellana, como si se hubiese quedado sin palabras. ¿Y ahora? Mierda... debía decirle a Sasha, ¿cierto?
Emily Hodges Asentí ligeramente con la cabeza cuando Katrina dijo los nombres de los chicos y poco después simplemente volví a comer, no queriendo interrumpir siendo que estaba hablando con sus amigos. ¿Amigos? ¿Katrina? Qué curioso. Noté como Kohaku atendía una llamada de teléfono porque, bueno, solo él estaba sentado a mi lado así que era imposible no notarlo y lo miré con un deje de preocupación. ¿Habría pasado algo? Parecía bastante contrariado. Quise levantarme para acompañarlo pero supuse que, en realidad, si no me había dicho nada sería mejor no inmiscuirme. Tampoco nos conocíamos tanto, ¿verdad? Y aunque quisiese ayudarlo porque ya lo consideraba mi amigo, quizás mi presencia más bien molestase. Así que finalmente giré la cabeza hacia los demás y... en realidad deseé no haberlo hecho en ese mismo instante. Unos segundos después me hubiese permitido no ver el beso. Podría haberlo imaginado pero hubiese sido mucho mejor que verlo. ¿Pero qué derecho tenía yo de sentirme así de extraña? Agaché la mirada y me dediqué a recoger las cosas de mi almuerzo, pues ya había acabado de comer, con una lentitud innecesaria pero que me permitía estar atenta a algo, lo que fuese. Ahora que Kohaku se había ido... sentía como que sobraba.
Contenido oculto She was five foot four with some money on the floor and box that's hidden under her bed . I was brought up great living Section 8 Social security's paying the rent The landlord called, she said you gotta go Little one, you just lost your Se había quedado en la cafetería luego de almorzar con Daute y que él se excusara para... ¿cómo le había llamado? ¿Charla de chicos? Bueno, le daba bastante igual. No era de meterse donde no la llamaban y no le sorprendía que en apenas dos días ya hubiera hecho amigos con los cuales quedar. El sábado, después de todo, había llevado a Aaron a casa. ¿Sería con él la dichosa charla? Probablemente. Como fuera, le alegraba que no dependiera de ella para nada porque apenas tenía tiempo para encargarse de sí misma. Vio a Daute alejarse hasta que se perdió entre la marea de estudiantes y volvió a su móvil, golpeteando las uñas sobre la mesa. Aguardó un par de segundos, tecleó. Aguardó, tecleó. Estuvo así un buen rato, hasta que recibió el mensaje que esperaba. Llámame. Se llevó el aparato a la oreja de inmediato y por reflejo se incorporó, tenía la manía de caminar como un león enjaulado mientras hablaba por teléfono. Uno, dos tonos. La voz de su padre al otro lado de la línea venía acompañada de un molesto bullicio; bueno, ella debía sonar igual. —¿Cómo que te lo denegaron? —Tomó la palabra de inmediato, ansiosa y molesta como estaba; así y todo, no se oía particularmente agresiva o avasallante—. ¿Con qué excusa? Fue recorriendo los pasillos concurridos de la cafetería, ignorando a todo estudiante que tuviera que esquivar o rebasar. —Políticas de empresa, actualizaciones en los planes, blablabla. —El hombre suspiró con fuerza, aunque en general sonaba más atemorizado que molesto. Siempre había sido demasiado blando, el pobre idiota. —No pueden hacer eso, papá —insistió, dejándose caer contra una pared con cierta fuerza—. Las cuotas están al día, ¿verdad? Pues no pueden hacer lo que les salga del puto culo. —Vas a decírmelo a mí. Paseó la mirada alrededor por mero reflejo, y sin querer dio con la mesa donde se encontraban Daute y los demás, a unos cuantos metros de distancia. La marea de estudiantes iba y venía, pero su estatura le permitía verlos de tanto en tanto cuando la muchedumbre clareaba. Mantuvo su vista allí por tenerla puesta en algo más que otra cosa, su atención estaba volcada a la conversación telefónica. —Muy bien, ¿y cómo se puede resolver? —¿Qué dices? Sasha, te dije que- —Tiene que haber una forma, papá. ¿Qué te dijeron? ¿Cambiar de plan? ¿Presentar nueva documentación? Silencio. La sangre en sus venas comenzó a burbujear, consecuencia de estar chocándose contra la maldita pared que sabía se encontraría enfrente. Así era siempre, desde quién sabe cuánto tiempo. Su papá era un amor de persona pero no tenía la templanza ni la fortaleza de carácter para hacerse valer frente a esos jodidos carroñeros. Y al final ella tenía que hacerse cargo de todo. Una puta niña de diecisiete años. —No, no lo sé, Sasha —balbuceó, nervioso—. Te digo, me cerraron todas las puertas y... Contuvo un auténtico suspiro de hastío, no quería hacer sentir mal a su padre, que era un inútil; de por sí estaba ya bastante segura que lo tenía metido en la cabeza y no pretendía reforzarlo. Podía ser devastador. Vio a Katrina incorporarse de su asiento, sus mechas rojas danzaron mientras rodeaba la mesa. La siguió con la vista como un maldito perro guardián, como si una alerta en su cerebro se hubiera activado y temiera lo peor, aún sin saberlo. —Hablaré con ellos —resolvió, un poco más tajante de lo que había deseado—. Iré hoy, después de clases. —Pero, Sasha, ¿hoy no trabajas hasta tarde? —Papá, Danny necesita los putos medicamentos. Veré cómo lo resuelvo, yo- La marea había clareado, Katrina se había agachado. Y estaba besando a Daute. Silencio. —¿Sasha? ¿Sasha, estás ahí? Una espantosa opresión se cernió sobre sus costillas y escaló hasta rodearle la garganta. Tragó grueso, apretó los labios y pese a todo no pudo desviar la maldita mirada. No hasta que acabaron. Se dio cuenta que se había congelado un par de segundos después, cuando volvió a respirar y soltó el aire contenido de golpe; resolló débilmente entre sus labios. —Sí, sí. Tengo que volver a clases, luego te hablo. Nos vemos, papá. Las palabras le salieron a tropel, vomitadas, contenidas y planas. Cortó la llamada, se devolvió el móvil al bolsillo de la falda y recién en el pasillo, tras abandonar la cafetería rápidamente, se corrió el cabello hacia atrás y chasqueó la lengua, haciendo un esfuerzo titánico por tragarse las putas lágrimas. ¿Qué era eso? Patético. ¿Ponerse a llorar por un tío que ni siquiera era su novio? Patético. Contenido oculto
Casi que por mera curiosidad de ver qué terminaba haciendo Katrina con la pregunta de Daute, terminó observando de reojo lo que hacía mientras terminaba de comer su almuerzo que en su momento se vio interrumpido cuando Daute lo sorprendió en el pasillo. Así que el ver que Katrina se levantaba prácticamente le dio por primera vez todas las respuestas y no tenía que quedarse con la intriga de lo que pasaría, incluso lo sintió como una respuesta a su propia pregunta sobre lo que había pasado en si. Confirmándole que en efecto, era algo que sólo pasaba. Lo que si no se esperó fueron las reacciones de la mesa, Daute algo más sonrojado como le había pasado a él en la sala de arte y Emily prefiriendo ignorar lo que había pasado centrándose en su comida. —No sabía que se iban a tener dos reacciones aquí en la mesa y que estarían al revés—comentó una vez que cerró de nuevo su bento y dio un trago de agua a su botella, le parecía más natural que Daute actuará como si nada de acuerdo a lo poco que conocía de él —, creí que era más común que terminara en un sonrojo por no verlo venir, al estar frente a ti. Aquello había sido dirigido a Emily, sin que él realmente le diera importancia, lo veía como un comentario al aire, luego miró a Katrina, apoyando la mejilla sobre la palma de su mano. —Pero quizás sigo siendo bastante denso. —Agregó algo más divertido, no ser a quien tomaban desprevenido en la mesa le agradaba mucho más.