—Eres una puta. No me importan sus palabras. —Sólo quieres coger y que el marido te madreé. No me importan. —Vas a sufrir, ¡Lárgate si quieres pero te vas a acordar de tu padre! No me importan. —No te creas inteligente, porque no lo eres. ¡Eres una inútil! No me importan. —No sabes hacer nada, la criada va a llegar más lejos que tú. No me importan. —¡Eres una mierda! No me importan sus palabras, no me importan, no me importan, porque yo así lo quise, yo lo decidí, no me voy a doblegar; la voy a proteger de él. Y entre su alcohol, golpes, mis lágrimas y la rabia, yo no voy a caer.
Las palabras pueden ser un arma o una caricia. Qué lástima que algunos las utilicen para lastimar y mutilar las esperanzas, deseos y ser de los demás seres humanos. En este caso, ella tenía mucho qué perder... si se quedaba ahí, más teniendo a su cargo a alguien. Triste y buen relato.
Qué crueles palabras y qué triste que, en realidad, estas cosas pasen casi todos los días. Lo que me fastidia de estos casos es que, a veces, incluso habiendo escapado y pedido ayuda, no se pueden evitar los finales desastrosos. La actitud de la mujer, el no querer doblegarse, es envidiable... pero no sé yo qué tan bien le irá...
Increible, la cruel realidad... triste relato, en realidad las palabras pueden herir mas que una daga... es admirable la valentia y fuerza de coluntad de la chica, verdaderamente no creo que yo pudiera soportarlo; Pero creo que ella ya no puede seguir ahí, sonde la tratan de manera tan despiadada. Quién sabe cómo le irá, pero igual... debe arriesgarse... cuándo hay tan pocas cosas por perder, cualquier cosa es ganancia...