Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 18 Noviembre 2020.

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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Todo se había vuelto una montaña rusa de emociones en cuestión de segundos. Dante, Emily y yo aguardamos por una respuesta, crispando aún más los nervios de Nikolah sin quererlo. También llegó Ian, tratando de intercambiar su puesto como compañero de Mimi, y Emi terminó por aceptar su lugar, dejando a la rubia sola. Fruncí el ceño, buscándola con la mirada por inercia, cuando un grito me estremeció.

    Nikolah estalló, apartándome y arrancándome un grito del pecho, y terminé por caer al suelo, de espaldas, confusa y atemorizada ante su reacción. Abrí los ojos de par en par, tratando de entender lo que le sucedía. Tenía un cuchillo en la mano y sangraba, lo suficiente para paralizarme en el sitio. Intenté abrir la boca pero nada salió de mis labios.

    "Lo siento"

    Sus palabras se me clavaron como una estaca y apenas reaccioné cuando este echó a correr fuera de la cocina. De verdad que quería ir tras él, pero de repente me sentía demasiado consternada como para atreverme siquiera a mediar palabra. Me levanté del suelo con cierta ayuda, agradeciéndoles apenas, y salí de la cocina sintiendo un nudo en mi garganta. Apenas alcancé a escuchar lo que me dijo Dante.

    Había sido una estúpida, ¿no? Apremiándole de esa forma dos veces, cuando era claro que no quería nada. Había sido mi culpa.

    Mis pasos me llevaron hacia el salón, pero fui incapaz de mirar a nadie. Noté a Mimi tumbada en el sofá y me acurruqué en la esquina, zarandeándola con suavidad con la mano. No sabía si estaba dormida, pero de repente necesitaba asegurarme. Tenía los ojos vidriosos cuando la miré.

    —¿Puedo... ir contigo? —murmuré, abrazando mis rodillas poco después. Enterré la cabeza entre mis piernas, soltando una risa sin gracia por la nariz—. Niko me rechazó, o algo así.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    El susurro del crepitar de la chimenea había empezado a resultarme soporífero. El calor de la estancia era tan diferente del frío de afuera que me daba una sensación de seguridad y calma. Había cerrado los ojos y aún divagaba entre el sueño y la vigilia cuando una voz distante se coló entre las nebilnas oníricas.

    ¿Quién era? Era una voz conocida que me resultaba muy familiar.

    Ugh, déjame en paz. ¿No ves que estoy de vacaciones?

    Fruncí el ceño, molesta, cuando sentí un toquecito insistente, como si buscaran zarandearme. Una. Y otra. Y otra vez. Contuve el deseo de soltar un manotazo en respuesta.

    Conocía esa voz, por supuesto que lo hacía.

    Y sonaba... quebrada.

    Abrí los ojos con lentitud y tardé unos segundos en enfocarla. Se trataba de Liza. Estaba allí, acurrucada y tenía los ojos húmedos, cristalizados por las lágrimas. El mismo fogonazo que había sentido en el pecho con el chico extraño y Alpha me asaltó justo en ese momento. Un abceso de preocupación, de culpa y de confusión repentinos. ¿Perdón? ¿Nikolah la había rechazado? Pero era tan obvio que babeaba por ella como un Lillipup meneando la cola... ¿lo había malinterpretado acaso?

    Arceus, qué importaba si lo había malinterpretado. Yo le había sugerido que fuese con él. Aquello era en parte mi culpa.

    —Ese maldito estúpido—gruñí con frustración y llevé mis manos a las mejillas enrojecidas de White. Busqué reconfortarla, ser su apoyo como ella lo había sido para mí en su momento. Mi tono se suavizó, cálido, fraternal incluso y rodeé su cuerpo con mis brazos—. Está bien, Liz. Todo va a estar bien. No sé lo que ha pasado pero... por supuesto que puedes quedarte conmigo. Que le den a Ian.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cayden Dunn

    Me dejé hacer por Aleck como ya era usual, a pesar de que siempre me tensaba un poco por reflejo y negué con la cabeza a lo de roncar, porque al menos que yo supiera, no lo hacía y nadie en casa me había dicho que lo hiciera tampoco así que iba a confiar en eso. Poco después se separó para acercarse de nuevo a la rubia, sacarle el pokémon de encima y regresar sobre sus pasos, al menos siendo capaz de entender que interactuar con ella no era la más sabia de las ideas por ahora.

    —Mejor esperemos a que los demás decidan porque parecen... No saber tomar decisiones en general —respondí casi en un murmuro.

    El resto de cosas bueno, pasaron un poco rápido, las conversaciones sobre compañeros de habitación, de cambiarse frente a los demás. Bueno, chica, existen los baños que yo sepa o puedes pedirle a cualquiera que te haga el favor de salirse del cuarto, ¿cuáles son tus ganas de complicarte la vida con una sola opción?

    Nikolah y otros desaparecieron en la cocina, finalmente dejando a la rubia en el sofá, que pronto se hizo un ovillo y me pareció que se quedaba dormida casi de inmediato, o al menos estaba descansando la vista. En cualquier caso, al menos así, se veía algo más tranquila.

    Estaba por sentarme en uno de los sillones, lejos de la chica para no fastidiarle el momento de tranquilidad, cuando Nikolah salió de la cocina como una tromba, pero pasó recto y salió de la cabaña, así como si nada, como si no estuviese haciendo un frío de cuidado afuera. Bueno un poco parecía de goma, con las caídas que se llevaba y todo, pero que se fuese así no me encajaba con el chico que habíamos conocido en Nueva Puntera.

    Había cosas que me accionaban, que me activaban como un resorte y lanzaban reacciones que casi no terminaba de relacionar a mi carácter normal, pero lo cierto era que si tenía la sensación de que alguien estaba mal, tenía algún tipo de problema o lo que fuese, era capaz de lanzarme aunque fuese para darles compañía silenciosa, apoyo emocional o algo. Además no me gustaba eso de que se hubiese ido solo entre la nieve.

    Ni siquiera recordé tener la decencia de decirle algo a Aleck, me aparté de su lado, recogí la chaqueta y la bufanda que había dejado colgadas y me puse todo mientras salía detrás del rubio, tratando de ubicar sus pasos sobre la capa de nieve.

    —¡Nikolah! —Lo llamé, usando las manos para ampliar la voz—. Arceus...

    Logré seguir el camino de sus pisadas, aquí y allá, al menos no estábamos en plena tormenta de nieve o de verdad nadie lo iba a encontrar, con las huellas siendo cubiertas por nieve fresca a cada segundo, pero allí estaba, unos metros lejos de la cabaña. No fue hasta que llegué a su lado que noté el parche rojizo bajo su mano, la que tenía apoyada en el suelo. Fuese o no un corte grande, las manos tenían la manía de sangrar como si hubieras abierto el grifo o quién sabe qué mierda.
    Me agaché junto a él, soltando una bocanada de aire que seguro lo alertaría de mi presencia además de bueno, el hecho de que había salido llamándolo casi a gritos cuando yo no era muy dado siquiera a levantar la voz.

    —Niko. —Ni siquiera me di cuenta que había acortado su nombre, con quién sabe qué derecho, y aunque trastabillé terminé por soltar la pregunta con mi tono de voz usual—. Hombre, ¿qué te pasó adentro? Mira que salir así.

    No parecía realmente dejarse afectar por el frío, pero aún así me saqué la bufanda del cuello y se la coloqué a él.
     
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    Rider

    Rider One of a Kind and... yes?

    Cáncer
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    Aleck Graham

    El tiempo seguía corriendo, llevamos rato tan sólo en organizar las habitaciones, y para colmo unos se habían ido a la cocina, la única compañía que me quedaba era el pelirrojo que seguía a lado mío y Mimi quien se había recostado en uno de los sillones para dormir un poco. Hablé efímeramente con Cay un poco sobre toda la situación.

    —¡Y que lo digas! Llevamos horas sólo para que elijan compañeros, aun falta instalarnos, desempacar...— Me detuve al ver a Nikolah salir de la cocina rumbo a la salida a toda velocidad, parecía sentirse mortificado por algo, al salir no cerró la puerta, ni tomó su abrigo o algo para cubrirse de este frío; instantes después salió Liza igualmente de la cocina, parecía triste, desanimada, con los ojos llorosos se acercó directamente a la rubia, despertándola de su corto sueño.

    — De acuerdo...Igual y algo turbio acaba de pasar.— Pensé en acercarme con Liza a preguntarle que había pasado; pero pude sentir de reojo, casi penetrante, la mirada de Mimi, y pese a que me desagradaba la idea, quizás lo mejor sería esperar para hablar con ella después, ahora era momento para que la rubia la consolara.

    También pude notar cómo había unas pequeñas pero inconfundibles manchas de sangre en el piso, justo por donde había pasado Nikolah, además, el Pelo de Fuego ya no estaba a lado mío.

    — Bien, es un hecho: algo turbio pasó.

    Me dirigí hacía la mesa en donde estaba mi mochila de cuero y busqué en su interior mi antiguo y poco practico de kit de primeros auxilios; al abrirlo, fruncí el sueño al notar que ya casi estaba vacío, pero por suerte aun quedaba unas cuantas gasas y vendas. — Esto bastará.— Tomé lo poco que pude y una manta que también guardaba en casos de emergencias. Me acerqué a la entrada, tomé mi abrigo y me dispuse a salir en búsqueda de Cayden y Nikolah.

    — Curioso, son las primeras vacaciones que tomo en años, y no he sido yo el primero en meterse en problemas serios...Estoy perdiendo mi toqué. — Froté mis manos cubiertas por los guantes y soplé en ellas para combatir el frío; avancé por la cercanías de la cabaña, por suerte ni Cay ni Niko habían llegado muy lejos, estando el segundo tumbado en la nieve, mientras que su mano cortada teñía la nieve de rojo.

    Yo no era precisamente el más astuto del grupo o el más espabilado, pero no hacía falta para notar que algo le dolía al buen Niko, pero no era la cortada, no era algo físico, era algo por dentro; me acerqué despacio al ver que el pelirrojo ya estaba al lado de él, tratando de hablarle, y por primera vez en mi vida, decidí cerrar la boca, sólo me coloqué al lado de Nikolah y coloqué una gasa gusto donde se encontraba la herida, sabía que lo ideal era echar alcohol primero, pero no tenía...Bueno, no alcohol etílico al menos.

    Después de presionar la gasa por unos segundos, tiré la que se había manchado y le coloqué una nueva mientras comenzaba vendar su mano; a su vez dejé que esta vez fuera el Pelo de Fuego quien expresara una palabras, sabía que era raro que Cay se lanzara a socializar con alguien, más si ese alguien acaba de salir a toda velocidad de un lugar de manera sospechosa, así que sabía que su mero instinto y sentido común le dirían que hacer o decir, en el fondo Cay tenía un don para preocuparse por la gente y ayudarlos.

    En cuanto terminé de vendar a Niko, no hubo bromas, no hubo caras graciosas, sencillamente me senté a lado de él, le puse encima la manta que había triado y coloqué mi mano sobre su hombro, tal vez no lo conocía mucho, pero conocía lo que era estar dolido por dentro y necesitar algo de apoyo.

    No sabía si querría contarnos lo que ocurría o si nos quería ahí en primer lugar, pero era lo mejor que podíamos hacer, lo mejor que podíamos hacer por un compañero...no, por un amigo.

    Perdón cada átomo de mi ser me pide que me una a este drama de cualquier forma (???
     
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    Hygge

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    Liza White

    Qué maldito desastre. De todas las situaciones que se me pasaron por la cabeza, jamás imaginé algo así. Había pasado días enteros preparándolo todo, asegurándome de que aquellas vacaciones fuesen especiales. Y ahora allí estaba, acurrucada frente a la chimenea, con el dolor punzante de la caída en mi espalda y una sensación extraña cruzándome el pecho de lado a lado.

    Noté cómo Mimi se reincorporaba sobre el sillón. Me esperaba una respuesta, un sí o un no, pero en su defecto tomó mis mejillas con mimo y me hizo mirarla, rodeándome con sus brazos en un intento por darme consuelo. Por un momento sentí cómo el rostro se me contraía en una mueca, abrumada por las emociones en mi pecho, pero logré contener las lágrimas y rodeé su espalda con mis brazos.

    —...Gracias —susurré.

    Sorbí por la nariz cuando me separé, frotándome los ojos, e hice un esfuerzo por poner mejor cara. Nikolah se había marchado pero había escuchado la puerta abrirse varias veces, sabía que estaría en buenas manos. Tenía que recoger aquel desastre o al menos suavizar el tenso ambiente que había quedado en el interior de la cabaña.

    No podía arruinar la navidad por una estupidez adolescente como esa.

    —Voy a subir mis cosas a la habitación, Mims —le avisé, bajándome del sillón para caminar a paso lento hacia mi maleta y mi mochila. Le dirigí una ligera mueca, similar a una sonrisa culpable—. Perdona por haberte despertado.

    Las habitaciones parecían ser todas iguales cuando llegué. Tan solo había una, la que estaba cerca del baño, que ya había sido ocupada. Saludé a Lucas desde la puerta, pero estaba tan concentrado en su tarea que quizás no me escuchó. Solía ser bastante despistado, pero era entrañable a su manera. Me encaminé hacia la habitación del fondo, abrí la puerta y la cerré tras de mí, con un pesado suspiro.

    Bien... ¿Qué debería hacer ahora?
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    No me gustaba aquella situación de mierda. No se suponía que fuese así. Nikolah era un bobo entrañable como Alpha, puede que el doble de idiota. Era un niño grande y cada vez que hacía algo, lo hacía con tal emoción que parecía estar descubriendo el mundo. Que rechazara compartir habitación con Liza me resultaba... ridículo.

    Volví a tumbarme una vez White se fue pero no mantuve los ojos cerrados por demasiado tiempo. Aquel evento inesperado había sembrado la chispa de la preocupación en mi pecho y no iba a poder conciliar el sueño. No había caso en eso. Me incorporé con un suspiro exasperado y con un gesto me aparté el cabello suelto del rostro deslizando mis dedos desde el flequillo hasta la coronilla.

    Que vacaciones tan divertidas ¿huh?

    Me acerqué a la cocina solo para encontrarme con Emily, Dante y el idiota de Lockhart. Había escuchado la puerta abrirse y cerrarse varias veces pero no había visto a Nikolah salir como una tromba de la cocina.

    Me apoyé contra la pared y crucé los brazos.

    —¿Qué ha pasado exactamente?—les cuestioné con severidad—. Vosotros lo habéis visto ¿no?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Emily Hodges

    —...al final lo teníamos que haber echado a suertes, ¿eh? —murmuré, volviendo a morder la chocolatina con una expresión contrariada.


    Todo había sido tan rápido que, a decir verdad, ni yo sabía lo que había pasado del todo. De repente Niko se había tirado sobre Liza, un cuchillo había aparecido de la nada y el chico salió prácticamente corriendo aun con una clara herida en la mano.

    Me asomé por la puerta después de que Liza también se fuese, comprobando que estaba con Mimi y que los chicos de Gérie habían ido detrás de Nikolah así que... ahí estaba de nuevo, suspirando.

    Le devolví lo que me quedaba de chocolate a Ian y miré a Dante con una ligera sonrisa, dispuesta a salir de la cocina para comenzar a llevar las cosas a la habitación cuando Mimi apareció.

    >>Pues... que te cuenten ellos, voy a ver como está Liza~ —respondí, con tono suave, dirigiéndole una ligera sonrisa a la chica.

    La di una pequeña palmadita cariñosa en el hombro al pasar a su lado y volví al salón, yendo rápidamente a por mi maleta y mochila para comenzar a subir las escaleras con ellas.

    Una vez arriba miré alrededor, viendo que dos habitaciones ya estaban ocupadas, y notando que en una de ellas estaba Lucas... significaba que la otra era donde estaba Liza, ¿cierto? Me acerqué a la puerta de la misma y toqué un par de veces con los nudillos de la mano que se me había quedado libre.

    >>Eh, Li —murmuré—. Lo siento, no teníamos que habernos metido todos... pero es Niko, seguro que en un rato todo está bien, ¿verdad? No te preocupes.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Ninguno de los tres respondió de inmediato. Dante estaba sacando cuchillos y objetos punzantes de los armarios y cajones y aquello me hizo enarcar una ceja con suspicacia.

    ¿Ah?

    Emily dejó la cocina para comprobar el estado de Liza y no insistí con mi pregunta porque sabía que el carácter naturalmente cándido y amable de Hodges podía obrar milagros. No era volátil ni reaccionaba por impulsos como yo solía hacerlo, por lo que podía hacer de moderadora mucho mejor que yo.

    De cualquier forma, no me iba a ir de allí sin una respuesta. Me negaba. Necesitaba saber si iba a terminar buscando pleito con Nikolah o no. Podía ser pura ira inflamable sin dirección, pero era una persona protectora con aquellas que se habían ganado mi lealtad y confianza. Como un Liepard guardián.

    Ah, yo sí que podía funcionar como tal y no ese estúpido Snorunt.

    —¿Y?—pinché, insistente, aguardando una respuesta con toda mi ínfima paciencia. Tamborileé los dedos sobre el brazos contrario.
     
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  9.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Liza White

    La soledad de la habitación se sintió como un bálsamo capaz de aclarar vagamente mis ideas. Coloqué la maleta en el suelo, abrí el armario y empecé a doblar algún que otro recambio de ropa, para evitar que se arrugase con el pasar de las horas. El paisaje nevado al otro lado de la ventana tenía el efecto de contagiar su perpetua calma, y me distraje contemplando los árboles cubiertos de escarcha en la distancia más tiempo del que esperaba.

    Escuché que alguien llamaba a la puerta y volví el rostro por inercia, reconociendo la voz de Emily al otro lado. Podía entender el motivo de su disculpa, pero a pesar de todo había sido yo quien terminó cediendo a la presión. Era mayorcita para elegir mis decisiones y lidiar con sus propias consecuencias.

    Caminé hasta la puerta y la abrí, recibiendo a Emily con una ligera sonrisa cansada.

    —Tranquila, cariño, estoy bien. Siento... toda esa escena de antes —me apoyé en el marco de la puerta, cruzando los brazos bajo mi pecho. Paseé la mirada por el pasillo; ¿qué habitación elegiría?—. Seguro que se le terminará pasando pronto, pero aún así tengo que ir a disculparme más tarde. Fui un poco estúpida.

    Conociéndole, un poco de presión bastaría para hacerle entrar en crisis, y aún así había actuado de manera egoísta estirando más y más el chicle hasta conseguir una respuesta. Me había sentido algo dolida con el rechazo, quizás por eso me había puesto tan insistente. No dejaba de ser una cría.

    Recordé algo de repente, cortando el tren deprimente de mis pensamientos, y volví a adentrarme al cuarto, en busca de unas cuantas bolsas. Alcé la voz hacia la chica.

    >>Oye Em, cuando acabes de colocar tus cosas... —me asomé de vuelta en la puerta, con dos bolsas de adornos navideños en mis manos. Amplié ligeramente mi sonrisa, un tanto ilusionada con la idea—. ¿Me ayudarías con algo?
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Había cruzado la mano herida sobre mi pecho, cerrándola en un puño, y me encontraba contemplando el cielo, con mirada ausente. Seguía sin poder entender todo lo que había pasado hace apenas unos minutos. ¿Por qué había reaccionado de esa manera? Parecía que era muy difícil aceptar una propuesta tan simple como esa. Suspiré. No tenía ningún sentido.

    Me incorporé, quedándome sentado, mientras hacía volutas de vapor con mi aliento, y contemplaba como se deshacían en el aire. Apenas sentí los pasos de las personas que se acercaban hasta que los tuve al lado. Y para mi sorpresa, eran Caleb y Alejandro. Uno me puso una bufanda, mientras el otro se encargaba de mi mano y me ponía una manta. Yo me dejé hacer, curioso como estaba, y también sin energías. Sonreí. Parecía que estuvieran decorando un hombre de nieve. Un segundo. Esa era una excelente idea.

    — ¿Qué pasó ahí dentro? Que casi mato a Liza con un cuchillo. Ahora sé que no son el mejor método para elegir que comida hacer. Aunque si uno tiene guantes y un casco, no sería tan mala idea.— dije, mientras me rascaba la barbilla.

    Me quedé un rato en silencio, contemplando el bosque blanco. El día estaba super tranquilo, la tarde asentándose sobre los árboles y bañando todo con un aura de tranquilidad que resultaba contagiosa. Habían pasado otras cosas ahí dentro, pero no sabía si quería conversarlas con los chicos. No es que no confiara en ellos ni mucho menos, pero sentía que tal vez tenía que estar un rato solo para acomodar mis ideas. Ya estaba grandecito, y no solo en altura. Tal vez había un par de cosas que tenía que darme cuenta por mí mismo.

    — Pasaron otras cosas, pero son difíciles de explicar. Porque ni yo sé que pasó bien, la verdad. Últimamente me estoy sintiendo muy raro, en especial cuando Liza está cerca. No sé.

    Les sonreí a ambos, mientras me levantaba.

    >> Voy a salir a caminar un rato, a ver si así se me enfrían un poco las ideas. Y no se preocupen, voy a volver. Todavía tengo que cocinar todos los postres para la noche y para mañana.

    Y antes de que pudieran decir nada, me interné entre los árboles, llevándome la bufanda y la manta. No podía hacer un muñeco de nieve y no vestirlo, después de todo.
     
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  11.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Dante Miles

    Estaba quizás demasiado centrado en pasar las cosas a un cajón menos accesible, dejando solo los cuchillos sin tanto filo como los de la mantequilla donde estaban, todo lo hacía sentir como cuando vivía con su hermana y por precaucion y evitar accidentes todo lo peligroso había tenido que subirlo a los cajones más altos de la cocina donde ella no podía acceder.

    Y quizás nunca pensó que tendría que hacer esas cosas de nuevo pero era claro que no se podía confiar en eso allí, porque todo pudo ir a peor, podría haber sido otra persona, pokémon o él mismo y ni siquiera entendía como aquel cuchillo había caído.

    Esperó un poco, creyendo que Ian iba a hacerse cargo pero, cuando no escuchó ninguna respuesta suspiró, dejando su actividad para darse media vuelta y ver a Mimi.

    —No se cómo lo hizo, pero casi hace que un cuchillo le caiga a Liza, por mera suerte, reflejo o Arceus mismo también empujó a Liza fuera del camino y creo que se cortó. —Masaejo el puente de su nariz, en una ocasión normal sabía que era más normal en él ir a perseguir a la persona herida y asegurarse de que estuviera bien pero allí, simplemente no podía.

    —...Así que no quiero que les lluevan objetos punzantes solo porque si, por muy paranoico que suene.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2020
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cayden Dunn

    Un poco era como ponerse a decorar un muñeco de nieve, porque el rubio se había dejado hacer así nada más, con si de repente le hubiesen drenado toda la energía del cuerpo. Recordé entonces que antes de que saliera detrás de él, Liza había salido también de la cocina, había despertado a la chica con pintas de princesa y poco más, porque me fui pitando.

    "Que casi mato a Liza con un cuchillo".

    ¿Ah? ¿Y así elegía qué comida preparar? Si me preguntaban a mí, sonaba bien peligroso desde el inicio...


    Apoyé una mano en su espalda cuando se quedó en silencio, quizás animándolo ya fuese a dejarse el resto para sí mismo si lo quería o en caso contrario contarnos lo que creyera necesario decir, pero optó por una mezcla de ambas cosas y yo lo dejé estar. No iba a sacarle las palabras con cuchara de la boca a nadie en una situación así o en ninguna otra. Era obvio que había pasado más, aunque solo lo del cuchillo ya fuese bastante por sí mismo.

    Se estaba sintiendo raro con Liza cerca.

    Contuve la sonrisilla que amenazó con formarse en mis labios, sin retirar la mano de su espalda todavía y solo lo hice cuando él se incorporó. Me levanté también, llevándome las manos a los bolsillos de la chaqueta, y asentí ante sus palabras.

    —Procura no regresar congelado con eso de enfriarte las ideas —dije cuando ya había comenzado a alejarse. Necesitaba estar solo y si alguien entendía eso era yo, el resto prácticamente lo murmuré para Aleck y para mí mismo—, o Liza va a preocuparse.

    No me sentía del todo cómodo con dejarlo irse así nada más, pero no iba a interrumpirle el momento de soledad, me quedaba tranquilo son saber que tenía la heridad vendada y estaba tan siquiera algo más abrigado, así que solo giré en redondo en dirección a la cabaña, subí la cremallera de la chaqueta hasta arriba pues la bufanda se la había dado a Nikolah y estiré la mano para tomar a Aleck de la muñeca, arrastrándolo conmigo.

    —Vamos. —La voz me salió amortiguada contra la tela del abrigo—. Si se tarda demasiado volveremos por él, no nos debería costar rastrearlo con un pokémon si fuese necesario.

    Al regresar a la cabaña volví a colgar la chaqueta por ahí e inhalé aire con fuerza antes de dirigirme a la cocina, asumiendo que los humores seguía caldeados o lo que fuese. Entré, repasando a todos con la vista para darme cuenta que Liza no estaba y tampoco la morena, mientras tanto la rubia parecía estar en pleno interrogatorio y aunque no quería meterme en ese terreno, tampoco me iba a quedar sin decirles nada si había sido yo quien había corrido detrás de su amigo.
    Me rasqué la nuca en un movimiento ansioso antes de abrir la boca.

    —Aleck le vendó la mano a Nikolah y aunque parezca inmune al frío, lo abrigamos un poco. Quiere un momento a solas así que dice que volverá en un rato. —Posé la vista en alguna parte de la pared frente a mí—. No está seguro de qué pasó o bueno, no sabe darle forma todavía, pero asumo que ustedes sí.

    Cualquiera con dos dedos de frente en realidad, porque no me refería en sí al desastre con cuchillos cayendo del techo, manos cortadas y todo eso, sino al asunto central de Nikolah sintiéndose raro con Liza.
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    —¿Un... cuchillo?—repetí con lentitud, como si las palabras de Dante no hicieran sentido en mi cabeza. Chasqueé la lengua—. Nikolah es más torpe que un Spinda borracho. Me sorprende que no se haya cercenado la cabeza.

    Era como un bebé grande. ¿A quien demonios se le ocurría dejarlo en la cocina sin supervisión, solo? El evento del cuchillo claramente había sido un accidente. El idiota había sido el torpe inconsciente de siempre, había salvado a Liza y se había terminado cortando. Eso no aclaraba mis dudas en relación a su rechazo, pero era suficiente para saber que seguía siendo el mismo.

    Giré la cabeza al escuchar una voz grave y pausada y mis ojos de encontraron con la mirada de ojos caídos del chico pelirrojo. El tipo que me recordaba a Arnie. Él y su amigo habían ido tras Nikolah así que no tuve más remedio que escucharle con atención, de forma cuidadosa.

    Cuanto más oía, más lograba colocar las piezas faltantes del puzzle.

    ¿Un momento a solas? Ese tonto... ¿pero que tan tonto podía ser? No había estado solo ni cinco minutos y casi se rebana la cabeza.

    Suspiré con la mano en el puente de la nariz, tensa, y alcancé mi bolso para tomar uno de los esféricos. De su interior se liberó mi siempre servicial Indeedee en un chispazo de luz blanca.

    —Kokoro—le dije— usa tus poderes psíquicos para encontrar a Nikolah. O se pierde en el bosque o muere congelado por caer a las aguas de un lago helado.

    Solícita, la Indedee hizo una reverencia gentil y desapareció de la cocina con pasitos cortos.

    —Tsk. Nikolah es un niño grande—le dije con seriedad, molesta, a los novatos como quien reprende a unos críos por una trastada—. ¿Cómo lo dejáis solo?
     
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  14.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    Pero, para sorpresa de todos, Kokoro no pudo ir demasiado lejos. Al abrir la puerta y poner un pasito fuera de la cabaña la luz roja de la pokéball de Mimi la rodeó de improvisto, forzándola a regresar a su pokéball incluso desde esa distancia, a varios metros de Honda. El esférico se removió con brusquedad durante un instante, y pronto cesó, liberando a la confusa Indeedee frente a su entrenadora.

    Tan solo había un rostro que no se mostraba desconcertado con aquella escena. De hecho, se le veía bastante divertido, recreándose con las expresiones de cada uno de los presentes. Cuando se fijaron mejor, pudieron ver al pequeño Yukio sentado sobre el equipaje de Mimi, moviendo sus patitas en el aire con una sonrisa enigmática. Travieso, les sacó la lengua desde su lugar.

    Su collar, que pareció emitir un extraño brillo azul durante el suceso, regresó a la normalidad entonces, como si nada hubiese pasado.
     
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    Nekita

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    Dante Miles

    —No es torpeza, Mimi —Hasta apenas ver el techo pudo ver la pequeña hendidura del objeto allí, marcada —, es tener una gran inconsciencia sobre tu seguridad y la de los demás, decir que lo que paso fue algo por una torpeza es minimizar el problema... —O era su forma de verlo, una cosa era lo poco que lo conocía y lo que había visto de él, lastimándose una y otra vez por no ser cuidadoso o incluso (ahora sí) torpe.

    Pero nadie más corría riesgos cuando era así, unas caidas, tropiezos.... y clavar un cuchillo en el techo y tener la fortuna de tener reflejos para apartar a la persona de allí, no era torpe.

    Terminó con el cajón en el que estaba y comenzó a abrir otros para cerciorarse que no hubiera cosas con las que se podía lastimar o pudieran ser lo suficientemente punzantes para ser arrojadas por allí, luego suspiró con alivio cuando uno de los holders nuevos que no conocía pareció decirles que ya habían controlado la situación de Nikolah, tan siquiera ya no tendrían que estar preocupados que tuviera una herida abierta mientras iba por allí.

    De nuevo, se giró para prestarles atención.

    —Muchas gracias por haber ido por él, soy Dante, no...es la manera más normal de conocernos, pero es un placer —Se centró en Mimi —, y Mimi, se que no es lo mejor viniendo de mi, pero no creo que hubiera sido responsabilidad de nadie dejarlo solo en la cocina, no es un niño aunque lo parezca y sea realmente amable. —lo recordaba con sus interacciones con Talia también, y por mucha molestia y susto que le hubiera dado, no lo consideraba mala persona.

    Estuvo a punto de agregar otra cosa cuando aquel suceso lo dejó callado, Mimi no...había regresado a su pokémon a la pokebola, ¿cierto? ¿Qué había pasado? Su mirada no dejaba de pasearse entre Yukio y Mimi con cierta confusión e incredulidad, casi negándose a aceptar que eso había pasado.

    —Hey...¿el acaba de regresar a tu pokémon a su pokebola o...?
     
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  16.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Cayden Dunn

    Y allí estaba, la capacidad para tocar cojones que seguro traía de nacimiento esa chica. Tomé aire con fuerza antes de atreverme a posar la vista en ella, en la severidad de sus ojos azules y fruncí el ceño. Ganas de que me regañaran como si fuese un mocoso no tenía, mucho menos si su pseudo regaño metía a Aleck en el saco.

    —En realidad hasta que apareció gente a su alrededor estaba relativamente normal. La tensión hizo todo el trabajo, debió sentirse presionado por todas partes o algo. —Un poco estaba actuando como cuando la tipa aquella de los Bluefire se nos cruzó en el camino—. Tenle algo más de fe al chico, avanzó por parte de Gérie solo y no le pasó nada después de todo.

    La voz de otro de los chicos llamó mi atención, obligándome a relajar los gestos.

    —Cayden. —Me presenté conciso como siempre antes de dignarme a añadir algo más—. Un gusto y no fue nada, después de todo Nikolah empezó su viaje casi al mismo tiempo que nosotros.

    ¿Qué podía decirle a la chica que teníamos dos buenos rastreadores? Podía, pero no me daba ya la gana porque bueno ella iba a hacer lo que le saliera de los ovarios, evidentemente. Lo que sí planeaba soltarle en toda la cara mientras salía de la cocina era que a mí no me parecía ningún pecado darle soledad al otro pobre chico, pero ni siquiera había terminado de pensarlo cuando vi que el Indeedee regresaba a su pokéball a la fuerza y regresé la mirada a ella luego de haber visto lo entretenido que parecía Yukio con las caras de todos.

    —Diría yo que sí —respondí a la pregunta de Dante antes de dirigirme a la rubia de nuevo—. Si quieres buscarlo tendrás que hacerlo a la vieja usanza y espero que seas buena siguiendo huellas en ese caso. Me parece que cierto enano no quiere dejarnos hacerlo de otra manera.


    No solo Aleck es suicida aquí eh
     
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  17.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Ian Lockhart

    Demasiadas cosas pasaron en un breve espacio de tiempo; Emily aceptó ser mi compañera de cuarto y evitar que Mimi y yo terminásemos en una batalla campal, y entonces reparé en que todos miraban al otro chico, expectantes. Y su expectación me puso a mí mismo bastante expectante también. ¿Qué esperábamos? No tenía idea.

    Y me quedé sin saberlo cuando un cuchillo cayó entonces de pronto del techo, en dirección a Liza. Aunque el chico logró "salvar" la situación, se terminó cortando la mano con el mismo, y salió huyendo de allí. Ciertamente me faltaba contexto para entender lo que había ocurrido, pero no parecía que el resto se hubiese enterado demasiado tampoco. Liza se quedó pasmada durante unos segundos, antes de salir corriendo de la cocina.

    Por lo que entendí de las palabras de Emi, aquello en parte debía haber sido ocasionado por la elección de compañeros de cuarto. El cómo o porqué escapaba a mi comprensión, de manera que decidí no darle demasiadas vueltas al asunto y me quedé mirando a Dante organizar cuchillos, hasta que la presencia inquisitiva de Mimi hizo presencia, demandando saber lo que había pasado.

    "Un cuchillo cayó del techo y casi rebana a Liza, pero el tal Niko lo detuvo antes y se fue corriendo". No sonaba muy convincente, ¿Eh? Quizá los otros tuviesen algo mejor que responder, que Mimi pensaría que me lo había inventado. Así que permanecí callado y dejé que alguno de los otros dos respondiese.

    Emily le dijo a Mimi que nos preguntase a Dante o a mí, y ambos nos quedamos en silencio. Hasta que el chico respondió lo mismo que pensaba yo; parecía que ninguno de los dos teníamos mucha más información. Luego llegaron más y más personas, y me desligué del asunto aprovechando que la atención no estaba puesta en mí, aunque aún los escuchaba disimuladamente, tratando de enterarme de algo.

    Lo más interesante de todo en realidad no tuvo nada que ver con el tema, si no el hecho de que el pokémon de Mimi regresó a su pokeball en cuanto salió de la cabaña. Así que una medida para que usáramos nuestros pokémon en el área protegida, supongo. Aunque algún tipo de rango máximo tendría que tener.

    —Podemos tenerle algo de fe, pero hay que poner un tiempo límite —me metí en la conversación—. Si para cuando comience a atardecer aún no ha vuelto, probablemente debamos ir a buscarlo. Encontrar la cabaña de noche en medio del bosque va a ser sin duda más complicado que hacerlo de día. Y si hay algo que no le deseo a nadie es pasar la noche fuera en medio de este frío infernal.

    post de relleno para no quedarme tan atrás (?)
     
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  18.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Kokoro regresó a su pokéball con tal rapidez que me sorprendió. Fue... completamente inesperado. Cuando emergió de su esférico lo hizo con evidente confusión y yo me volteé en todas direcciones, contrariada, porque no había activado el botón de la pokéball.

    —¿Qué—?—musité— ¿Quién ha...?

    Fue entonces que di con el culpable.

    Yukio.

    El Snorunt se había sentado sobre mi equipaje y se jactaba de su travesura. Ese collar que llevaba de alguna manera había actuado como un campo de fuerza o los relojes inhibidores de Zach. Había evitado que Indedee abandonara la cabaña y fuera tras Nikolah. Apreté un puño, tensa.

    ¡Venga ya, no tenía tiempo para eso! ¡Tenía que buscar a Nikolah, saber qué demonios había sucedido! ¿Qué sabía Dante si se había pasado meses sin saber nada de nosotros porque tenía miedo de encarar a Emily tras romper su relación? Sí, Nikolah era un inconsciente. Y no era un niño, pero actuaba exactamente como tal. ¿Era un delito preocuparse entonces? ¿Era un crimen temer por la integridad de mi familia?

    Fulminé al pelirrojo con la mirada.

    Cayden.

    Duh.


    Lo cierto es que en el fondo estaba aterrada. Me aterraba ver cómo se desestabiliza mi zona de confort, mis amigos, mi mundo. Todo lo que me había costado construir durante tanto tiempo, cuidar y resguardar. Mi pequeña burbuja de seguridad.

    Tenía la capacidad de cerrarme por completo con aquellos que me importaban dentro del escudo y no dejar pasar a nadie más. Salir era prácticamente imposible y entrar requería un trabajo y esfuerzo constante que casi nadie estaba dispuesto a asumir. Nadie quería tratar con mi carácter tosco y egoísta. Estaba acostumbrada a estar sola, a hacer las cosas sola. Pero aquellas pocas personas que me toleraban tenían por completo mi gratitud. Incluso Dante o Ian, a los cuales no quería ver ni en pintura en la inmensa mayoría de ocasiones. Que aquellos tres desconocidos estuvieran allí, que actuaran como si fueran uno más tras mi muralla, realmente lograba crisparme los nervios. Me atenazaba el corazón como una garra gélida y me apretaba el estómago con saña, haciendo burbujear mi ansiedad hasta niveles críticos.

    Unas vacaciones de Navidad.

    Cuando debíamos estar en familia.

    Liza, Emily, Lucas, Dante, Ian, Nikolah y yo.


    ¿Qué tenían que ver esos tres allí? ¿Por qué no se habían quedado en Gérie? Apreté el puño con tal fuerza que mis nudillos se tornaron blancos y las uñas se me clavaron dolorosamente en la palma de la mano.

    Solté una risa sardónica.

    —Oh. Y eso lo sabes tú porque lo conoces de toda la vida ¿no es cierto?—respondí con sarcasmo pero no sonó como tal. Sonó como un gruñido áspero o como un toque de atención nacido en el fondo de pecho. Estaba preñado de una rabia sorda—. ¿Qué sabrás tú de Nikolah? ¿Qué sabrás tú de ninguno de nosotros? ¡No sabes nada, así que deja de actuar cómo si lo hicieras!

    Apreté los dientes hasta que casi me dolió la mandíbula.

    Mierda.

    Salí de la cocina, me coloqué mi anorak y poniéndome apresuradamente los zapatos abrí la puerta y eché a correr fuera.

    Y así es como Mimi se perdió en el bosque (?)
     
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  19.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Ian Lockhart

    —Y el tiempo límite ha sido de... cero segundos —comenté cuando Mimi abandonó la cabaña en busca de Nikolah. Aquello había sido rápido—. ¿Alguien más planea ir con ella? Por mi parte, soy incapaz de hacer la labor de apoyo emocional para ninguno de los dos que está allá fuera, y creo que el efecto del collar de Yukio no llegará hasta el bosque, así que probablemente podrán usar sus pokémon allá fuera.

    —Pero si tengo qué, realmente no me importa acompañarlos a buscar a esos dos imprudentes —examiné al tal Cayden una vez más; parecía bastante templado y racional—. Tanto tú como Dante parecen capaces de tomar decisiones con la cabeza fría, a diferencia de cierta persona que nos acaba de dejar. ¿Deberíamos ir tras ellos o dejarles estar? Yo creo que probablemente estén bien, pero es verdad que ninguno de los dos tiene las emociones en orden en este momento, y es hasta probable que Mimi se extravié tratando de seguir a Nikolah.

    Me recargué sobre la barra de la cocina, y me terminé el chocolate que me había dejado Emily, mientras esperaba a que los otros dos respondiesen.
     
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  20.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Dante Miles

    Quizás lo de las habitaciones fue la presión...pero, sigo sin justificar nada del cuchillo y esas cosas, estoy seguro que eso fue antes de que...sintiera alguna clase de presión —Volvía a comprobar que su pregunta realmente había tenido un muy mal momento de ser dicha, las desventajas que se tenían cuando ibas de una conversación a interrumpir otra sin saber nada de lo que se estaba hablando —, y coincido con el hecho de tenerle fe, si dicen que en su nuevo viaje se mantuvo sano...probablemente sea igual en esta ocasión, pero no vamos a dejarlo fuera, solo necesita tiempo de despejarse....

    A fin de cuentas, si estar todos allí metidos lo había alterado, lo mínimo que podían hacer ahora era darle un tiempo para que se relajara y pudiera respirar un poco, ¿no?

    "Oh. Y eso lo sabes tú porque lo conoces de toda la vida ¿no es cierto?"

    Lo había visto venir y ya hasta casi había suspirado desde su esquina de la cocina, él ni siquiera tenía conocimiento de que Mimi conociera a Nikolah pero estaba seguro que no viajaban juntos por el simple hecho de que no la imaginaba prefiriendo su compañía siendo él tan enérgico.

    "¿Qué sabrás tú de Nikolah? ¿Qué sabrás tú de ninguno de nosotros? ¡No sabes nada, así que deja de actuar como si lo hicieras!"


    Y adiós Mimi también.

    —No creo que sea muy buena idea que los dos vayan... creo que de los tres, quizás me odie a mi menos, ¿no? Ya ha sido mucho tiempo sin vernos la cara —suspiró cubriendo su rostro con las manos—, también me la vivo en el bosque del lago...puedo...intentar tenerles un ojo encima y revisar que esten bien. Pero tampoco me importaría si vienen, así si se molesta...tiene mas direcciones a donde mandar su enojo.
     
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