Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 18 Noviembre 2020.

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    El frío que sentía en mi cuerpo por el tiempo expuesto al clima gélido del lugar poco a poco se desvanecían mientras entrabamos en confianza sobre aquel sofá y éramos abrigados por la calidez de la cabaña, aun si no había tantas personas en ella cómo me gustaría. Pero no podía negar que era pacifico, sereno, en vueltos en un silencio casi total, sólo interrumpido por los ruidos de la leña reventando en las brazas de la chimenea.

    —Yo no quiero otra chaqueta, yo quiero esa chaqueta. No me importa si la mancha no se quita —Contesté aun algo preocupado por la prenda, después de todo era un regalo del pelirrojo, y no me importaba cómo quedara la chaqueta, no lo quería cambiar por nada. Mi preocupación disminuyó un poco al escuchar al pelirrojo una risa algo discreta y mencionar algo sobre la evidente herida en mi frente— . ¿Huh? Oh vamos, soy más cabeza dura de lo que puedo aparentar ¿sabes? además, un cráneo se consigue en cualquier lado.

    Bromeé sobre el asunto con bastante más naturalidad, pudiendo recuperar la sonrisa en mi rostros. Realmente el corté en mi frente podía parecer aparatoso, pero realmente lo más molesto era el dolor de cabeza que aun cargaba.

    Antes de que el chico siguiese respondiendo a todas mis interrogantes arrancó la cantimplora de mis manos y se dispuso a beber de la misma. Estaba demasiado cansado para a tratar de arrebatarla de vuelta, pero eso no me impediría reclamar dicho acto.

    — ¡Por Arceus, Cayden, estas medicado, no deberías beber! —reclamé aunque sin demasiado éxito— . Si entras en un coma etílico no seré yo quien te atienda ¿Eh? — Estaba bromeando evidentemente. No por lo del coma etílico, que combinar antinflamatorios con alcohol era una pésima idea y realmente podía suceder. Sino porqué aun si al pelirrojo le diese una enfermedad súper rara y complicada eso no me detendría para atenderlo. Cómo no me detendría con Gen ni con ningún otro de los holders.

    Tras que Cay diera el primer trago se tomó la molestia de explicarme que había sido todo aquello en la yurta. Aparentemente Mimi no se había convencido de nuestras palabras, creyendo que podía haber algo más entre el pelirrojo y yo. En esencia esa parte si la había captado, pero no sabía que la rubia había insistido con el tema.

    — Pero aun no lo capto. ¿Qué tiene de malo ser amable y hacer favo...?—Me interrumpí súbitamente cuando el chico separo sus labios de la cantimplora y especificaba a que tipo de favores se refería— ¡Oooooh! ¡Esa clase de favores! Ya entiendo, ya. — Respondí, evidentemente sorprendido por lo directo de las palabras del chico, mi iluminación duró poco y fue rápidamente opacada por la vergüenza de no haberlo pillado antes, incluso me di una fuerte palmada en la frente, lo cual sólo empeoró el dolor de cabeza.

    El chico me regresó aquel embace plateado, ya casi con nada de liquido. Habría que rellenarlo más tarde.

    — Por todos lo cielos, a veces mi propia idiotez me sorprende hasta a mí. Nunca he sido bueno para captar indirectas y el doble sentido de las oraciones— No eran mentira aquellas palabras, podía tener los gusto de una adulto de mediana edad, jubilado y enojado con la vida. Pero para ciertos temas era peor que un niño de preescolar. Era en el fondo por eso que aquella intervención de la rubia en estado de ebriedad me había logrado agitar de tal manera la noche anterior, había sido directa y sin miramientos— . Bueno, si dices que defendiste nuestro honor te creeré. De cualquier modo, seguro eso no bastará la Mimi ¿Verdad? Es curioso, durante ese momento, parecía que ustedes dos finalmente habían cedido con su competencia de muros reforzados.

    Solté risa nasal mientras acomodaba mis piernas sobre el sofá justo cómo hizo el pelirrojo, pero yo me quedé con mi cuerpo hacia el frente, bebiéndome lo ultimo de licor que quedaba. El chico picó mi mejilla con el indicé. Parecía que el 'Big Bro Cay' había vuelto, y la verdad me sentía feliz por ello.

    — La sangre no es la que hace a las familias ¿No? Pero si no es eso...¿Entonces que es? — Cuestioné, un poco más para mi mismo que para el pelirrojo, que tal vez ya había tenido suficientes preguntas por una noche— Hey, mi familia entonces también es la tuya ¿No? Y no tienes ni idea de cuanto lo siento por ti. — Solté una par de risas sincera ante mi propia broma, en fondo siempre parecía que la familia sí se podía elegir.

    >> Me encantaría conocer a las personas que criaron tan fascinante espécimen. Aunque me va dar mucha pena tener que ser yo quien le de el diagnostico a tu familia sobre el estado de tu amargura crónica.
     
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    Su respuesta a lo de la chaqueta hizo que se me formara una sonrisa en el rostro, era una estupidez pero que se hubiese aferrado al regalo que le había hecho en la mañana de esa forma me lanzó una ola de calidez en el cuerpo. Y es que aunque yo no lo hubiese externalizado también pensaba igual de los regalos que ellos me habían hecho con los que parecían haberse esmerado tanto, y hasta ese momento recordé que todo el día los anduve encima. La pulsera y el collar, también la camiseta aquella que nos había regalado Niko aunque la llevaba bajo la camisa.

    Me llevé la mano al pecho, presionando un instante el dije del collar que había acabado bajo la ropa con el trajín del día.

    Una parte de mí quiso soltarle una hostia en toda la cara cuando dijo lo del cráneo incluso si había sido broma, pero no me quedaban fuerzas para intentarlo siquiera así que lo dejé correr. Me hizo gracia que me llamara por mi nombre precisamente para regañarme cuando pasaba todo el día Fueguín, pelo de fuego o Cay para arriba y para abajo, como de verdad hacían las madres, pero solo me encogí de hombros.

    Tardó lo suyo en conectar neuronas, bueno de hecho las conecté yo por él. A este chico si alguien le caía a mitad de la noche a pedirle un "favor", seguro ni se enteraba de la clase de favor que era hasta estar de rodillas y oír una bragueta bajándose.

    —No me digas —respondí a su comentario de que nunca había sido bueno con el doble sentido y solté una risa sin gracia por lo de que en ese momento parecía que la rubia y yo habíamos logrado detener la competencia de muros—. Estuvo al borde de morir congelada en esa maldita caverna, si no aceptaba mi calor se moría... Así de sencillo. El mundo acaba reducido a actos de confianza ciega, nos rechazó todo el viaje pero aún así corrí a su lado como un estúpido cuando la vi en ese estado, hay cosas contra las que el orgullo no puede luchar.

    Escuché el resto de sus palabras y recosté el rostro en el respaldar del sillón. La repuesta a lo que formaba las familias, además de la sangre, acababa de darla.

    Confianza.

    Tu familia es esa gente a la que le confías tu vida.

    —Mi madre debió ser la primera persona en darse cuenta de mi amargura crónica, así que solo le dirías que descubriste el agua tibia —comenté con tono bastante liviano porque además era ella la que decía que mi padre había sido igual, así que debía estar acostumbrada a los amargados. De cualquier forma tomé aire con cierta fuerza y despegué la cabeza del respaldar para estirar los brazos en dirección a Aleck—. Venga, estás ventilándome que tu familia es una jodida basura así por la gracia, yo creo que lo que quieres es un abrazo y no sabes cómo pedirlo.

    En sí no sabía qué decirle, así que eso era todo lo que tenía para ofrecerle.

    —Pero con cuidado que si me aprietas mucho seguro me perforas un pulmón.


    Cuz el malestar de estómago no me deja dormir and I wanna die u know, así que se aguantan mis tochos
     
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    Una suerte de risa nasal se me escapó al escuchar la explicación de Cay sobre porqué había bajado sus muros con la rubia. En el fondo era hasta preocupante pensar que habían tenido que estar al borde de la muerte para aceptarse el uno al otro, aun cuando era ella quien necesitaba ayuda y fue el pelirrojo quien se la brindó sin dudarlo. Tenía su parte de gracia también, si la situación hubiese sido al revés el resultado hubiese sido el mismo. No importaba cuanto nos rechazaran, en el fondo solo se necesita que se nos de una oportunidad.

    — Eh, al menos ya le abriste los brazos al mundo; aunque también se podría decir que el mundo te dio las circunstancias para abrirlos ¿No?

    Realmente creía en mis palabras, era una filosofía de vida de la cual difícilmente me harían cambiar de parecer. Cosas buenas pasan cuando te abres al mundo y dejas de crearte muros. Lo sabía de primera mano, después de todo, me había enfrentado a uno en la cueva y había perdido.

    Continué escuchando con atención a Cay mientras hablaba de su madre. El pelirrojo había extendido sus brazos hacía mí, pero antes de que pudiera reaccionar para abrazarlo por puro reflejo hubo unas palabras que rebotaron en mi mente, haciendo estragos. ¿Había llamado basura a mi familia? Mi gesto cambió un poco de aquella alegre sonrisa a lo más parecido a una mueca algo disgustada y discreta, pero aquel seño fruncido era algo inocultable. Me crucé de brazos y desvié un poco la mirada en otra dirección.

    —No son basura...—Musité en un tono seco— Sólo son...Diferentes a mí ¿De acuerdo? No son la familia perfecta, pero yo tampoco soy el hijo perfecto. —Solté algo seco, en un tono que rayaba con lo que era mi característico entusiasmo. Y ese era el problema: No era el hijo perfecto. Después de todo lo que había pasado, después de todo lo que me habían hecho, ¿Con que cara los defendía? ¿Cómo era posible que siguiera negándome a mi mismo de la realidad?

    Eran mi familia después de todo, cada parte de mí me lo decía: "No puedes odiarlos, son tu sangre". Cómo si se tratase de algún estúpido código de moralidad que me había autoimpuesto. No quería odiarlos, no quería guardarles rencor, al final de cuentas, tengo aun unos pocos recuerdos apreciados con ellos. No quería pensar que yo era basura, pero por tanto tiempo me habían tratado cómo tal...

    — Hicieron lo mejor que pudieron conmigo —solté junto con un pesado suspiro— . Incluso si fueran la peor familia de la historia...hicieron lo mejor que pudieron...quiero creerlo. —Apreté mis brazos contra mí, tratando de aliviar el repentino malestar que sentía. Me mataba la idea de pensar que todo este viaje, todos estos sueños e ilusiones, toda esta persona que era ahora no era más que un remedo de excusa, mi pobre y miserable intento por demostrarles que estaban equivocados, que no era tan malo cómo ellos creían.

    Cuando fui consciente de lo hosco y descortés que estaba siendo mis pupilas se contrajeron y un cierto rubor de vergüenza me llenó las mejillas. No me gustaba ser así, no me gustaba ser tan cerrado, tan distante, no era lo común para mí, menos con alguien como Cay, que, de manera literal y metafórica, me había abierto los brazos desde que me conoció. El chico tenía razón, debía dejar de comerme la cabeza tanto en temas que no valían la pena.

    Me descrucé de brazos y seguidamente los usé para contestar el gesto del pelirrojo, abrazándonos sobre el sofá. Solté una risa nasal al recordar las palabras del pelirrojo que había mencionado hacía tan solo unos instantes.

    — A diferencia de ti, yo sí se pedir las cosas.— Le mencioné a manera de broma por esa manía que estaba adquiriendo de tomar mis cosas sin pedirlas, pero todo sin soltarlo, mientras mi gesto se relajaba y la sonrisa volvía poco a poco a mí.

    Aleck indeed necesitaba un abrazo ;n;
     
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    Cayden Dunn

    No creía que valiera la pena volver a ponerme a explicar lo de abrirle los brazos al mundo o no, porque en el fondo yo sabía que seguía sin hacerlo de verdad. Todo lo que me limitaba a hacer era seguir dejando gente entrar al círculo, abrirle los brazos a ciertas personas y luego volver a mi cueva. Eso lo llevaba grabado en el alma, no era algo de lo que pudiese deshacerme así como él no se desharía de ese optimismo suyo que parecía no tener fin.

    Era lo que nos diferenciaba y estaba bien, no había nada malo con eso.

    Sin embargo, se veía que había elegido mal las palabras porque cuando pareció procesarlas sus gestos cambiaron por completo y aunque discreto, detecté el disgusto al vuelo incluso antes de que abriese la boca, no era que creyera que Aleck no fuese capaz de enfadarse o ponerse triste ni nada de eso, pero era emociones tan distintas que apenas una gota de ellas bastaba para que se notara.

    Lo que dije tuvo la fuerza suficiente para que ahora fuese él quien se cerrara, cruzó los brazos y desvió la mirada. Yo por mi parte dejé las manos en el regazo, viendo que por ahora mi gesto no tenía razón de ser.

    Su tono seco en lugar de molestarme alcanzó a hacer que se me formara una sonrisa suave en los labios, quizás algo resignada, si había metido la pata hasta el fondo me comía las hostias y ya. Era su familia, él podía quejarse de ella si quería, hablar pestes a su manera y buscar liberar lo que sea que hubiesen hecho con él, yo solo había excedido mis libertades diciendo a los cuatro vientos lo que me cruzó por la cabeza sin pensarlo, posiblemente por culpa del agotamiento.

    Lo escuché, ni siquiera me molesté en ofenderme por su tono o en debatir nada de lo que dijese, solo le presté atención.

    Porque a veces la gente nos hacía daño y nosotros no dejábamos de guardarle cariño, mucho menos si compartían nuestra sangre.

    Nadie era perfecto, ni los padres o los hijos o los hermanos. Nadie lo era, si fuese el caso no necesitaríamos de las demás personas, nuestra imperfección e inexperiencia eran las que nos hacían necesitar de las interconexiones del mundo. Era cierto que mi forma de ver todo era algo cuadrada, rígida si se quiere o más bien fría, y pensaba en el mundo como una checklist infinita, pero encima de eso discurría la enorme tela de un Galvantula, las relaciones de las personas estaban representadas por cada intersección de la tela. Podían extenderse, encogerse, pegarse y hasta reventarse, pero era ese su carácter orgánico.

    En un punto pareció darse cuenta de cómo se estaba comportando, algo de vergüenza le cayó encima y todo su comportamiento general me recordó a mí. Se había comportado como un pokémon acorralado, había buscado defender lo que creía importante o a sí mismo y ahora había regresado a su centro a medias, sin sentirse orgulloso de su reacción.

    Volví a estirar los brazos hacia él entonces y está vez sí aceptó el gesto diciendo que él sí sabía pedir las cosas. Lo abracé con algo de fuerza y le acaricié la espalda con mimo como si fuese un crío de seis años.

    —Si hicieron lo mejor que pudieron contigo —comencé a decir en un murmuro—, entonces de verdad lo hicieron muy bien. Aleck, idiota, eres el mejor amigo que cualquiera podría pedir y aún así nos diste mucho más que eso al llamarnos tus hermanos. Siempre das más de lo que se te pide.

    Me seguían faltando detalles de toda la cargaba Aleck, la soltaba por partes y tenía que irlo uniendo con pinzas, pero si entre todo el desastre al menos algo de lo que sea que hicieran había logrado que fuese un buen chico, entonces no les iba a arrebatar que habían hecho bien.

    Este imbécil que a veces parecía no poder hacer dos más dos llevaba cuidándonos horas, semanas, meses. Lo hizo en la yurta, lo hizo ayer en la noche al quedarse aquí con el resto e intentar calmarlos mientras yo recogía mi mierda, lo llevaba haciendo desde el segundo en que nos encontramos con él en Risco.

    Era su naturaleza simplemente. Amable y torpe, pero asombrosamente atenta, la fortaleza de su carácter yacía en eso.

    —Perdona por hablar sin pensar —dije y me las arreglé para acomodar su cabeza contra mi pecho. Le revolví un poco el cabello una vez lo logré, pero acabé por afianzar el agarre en torno a su cuerpo—. A veces soy medio bocazas como la rubia.


    hombre, yo lo siento por todos pero dadas las condiciones este pedazo de relleno no va a ver el fin (?? cuz i have no self-control y si no me aviento softness en algún sitio no puedo con este dolor llamado vivir en el tercer mundo con el sistema de salud ya colapsando por el covid
     
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    Aquel abrazo me devolvió la paz que aquella pensamientos intrusivos me habían arrebatado, incluso podía jurar que el dolor de cabeza había disminuido. Poder sentir algo de calor humano me hacía poner nuevamente los pies en la tierra, me recordaba a aquellas tardes en que mi abuelo me abrazaba después de contarme parte de sus historias de juventud en altamar o cuando nos cargaban a mí a mis hermanos dormidos después de todo un día de juegos. Los abrazos me recordaban todo lo bueno que había vivido, lo mucho que apreciaba mi vida, aun con todas sus peripecias. Y ahora también podía recordarme que ahora forma parte de una nueva familia, una familia con un lazo más fuerte que el sanguíneo.

    Una familia en la que sabía que ellos dos estaban ahí.

    Apreté un poco más al pelirrojo, un poco por reflejo de lo bien que me sentía y un poco como venganza sutil por haberse terminado mi licor, pero sin llegar al punto de lastimarlo. Que tampoco era un jodido lunático, después de todo aun era su medico. Me alivió saber que Cay no se había tomado a mal mi repentina actitud hosca. Sabía perfectamente que en comparación de otras personas mis "enfados" parecían más un chiste, pero ahora porqué realmente me esforzaba en no dejar que emociones negativas y compulsivas me dominarán, porqué sabía las cosas que era capaz de decir cuando eso sucedía, las cosas que podía hacer...

    — Ellos no hicieron todo el trabajo—Contesté a las palabras del chico mientras palmeaba su espalda con suavidad—, parte de que ahora sea una mejor persona de lo que era antes de iniciar este viaje es por ustedes. Siempre estaré agradecido por ello —Una sutil sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar aquella ultimas palabras del chico—. Oye, oye, no soy el mejor amigo del mundo, sólo trato de ser un buen amigo, además, yo no creó propiamente en el destino, pero...no lo sé, siento como si hubiéramos estado conectados los tres desde antes de siquiera conocernos ¿Sabes? Como si hubiéramos sido hechos para ser un equipo, una hermandad.

    >> Ah, tan solo escúchame, ya estoy desvariando otra vez. —El pelirrojo se las arregló para colocar mi cabeza junto a su pecho y revolver mi cabello, como a estas alturas ya era costumbre en él. Solté una risa nasal, ya no solo por el gesto, sino por escucharlo disculparse cuando no tenía realmente porqué hacerlo.

    — Hey, no pasa nada ¿De acuerdo? No dijiste nada que no fuese del todo una mentira y sé que no tenías malas intenciones al decirlo. Pero esto solo prueba mi punto de que tú y Mimi se parecen más de lo que jamás admitirán. —Solté un par de risas por mi propio comentario, separándome esta vez del chico para recobrar mi posición original. Toda la amargura y los malos recuerdos se habían quedado atrás, y había sido todo gracias a él y ese abrazo.

    >> Bueno, creo que tendremos que esperar un rato ¿Eh?—le comenté al chico junto a mí—. Siendo que ya bebí suficiente té por un rato y que alguien se acabo mi licor ¿Te apetece beber algo de café?

    Post chikito pero lleno de feels pa'a seguir el bro momento y mantener despierta a Mel uwu Also sáquenme de Latinoamérica.
     
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