Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 18 Noviembre 2020.

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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

    Piscis
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    Escuché las voces nada más alcanzar la segunda planta. Liza y Nikolah se encontraban hablando en el pasillo. ¿No podía estar hablando en otro lugar? Pasé por su lado sin mirar a ninguno y abrí la puerta del baño para ingresar dentro y cerrarla a mi espalda.

    No tenía tiempo para una ducha larga, pero el tiempo que fuese lo iba a disfrutar.

    Abrí la llave del agua y dejé que el vapor caliente empezase a acumularse en la habitación. Denso, blanquecino, como la niebla matutina en los campos de Sinnoh. Pronto, incluso el espejo quedó cubierto por él. No era un baño muy grande pero era suficiente para que me sintiese cómoda. Estaba ricamente decorado con mármol blanco y madera de alerce.

    —Arceus, qué ganas de ir a un onsen.

    Crucé los brazos frente a mi torso y me deshice de la blusa, arrojándola posteriormente al suelo. No me había puesto el pijama para dormir así que había pasado la noche con la ropa que me había colocado para la cena, exceptuando los zapatos de tacón. Tenía mis medias negras—de las cuales me deshice pronto al deslizarlas desde mis muslos hasta los tobillos—y el cabello suelto con sus ligeros bucles en las puntas. Ni siquiera me había peinado antes de bajar a desayunar.

    —Ah~—suspiré sin contención al sentir el tacto del agua caliente sobre mi piel. Parecía que habían pasado semanas desde la última vez que logré relajarme así. Pocas cosas había en el mundo que me gustase más que tomar un baño caliente. Cuanto más caliente estuviese el agua, tanto mejor. Incluso cuando tenía muy claro que la fría era mejor para la piel. Dejaba mi mente en blanco, abría mis poros y destensaba mis músculos.

    Ya sentía bastante frío de por sí en mi vida, no necesitaba más, gracias.

    Tras unos minutos bajo el chorro caliente y una vez terminé de asearme cerré la llave.

    Até una toalla blanca alrededor de mi cuerpo sosteniéndola a la altura del pecho y tras secar mi cabello apropiadamente lo recogí en mis dos típicas coletas. Me vestí y guardé en mi bolso todo lo que creí necesario: Mi equipo, barritas energéticas, Dex.

    Y... el regalo del amigo invisible.

    ¿Siquiera le gustaría algo como eso? Lo había buscado por todas partes cuando la solución hubiera sido tan simple si tan solo me hubiera parado a saber algo más de él. Bueno, ya no tenía caso. Lo hecho, hecho estaba. Solo quedaba lidiar con las consecuencias.

    Sonaba tan irónico.

    —Lucas—llamé al entrenador nada más alcanzar la planta baja y sostuve el pequeño paquete a mi espalda con una mano mientras que con la otra jugaba nerviosamente con uno de mis mechones enredándolo en el índice. Maldita sea, lo cierto es que no había pensado que sería tan vergonzoso—. ¿Puedes... acercarte un momento?

    No iba a irme sin dárselo.

    Yo era su amiga secreta.

    Como cuando meto fanservice para rellenar (?)
     
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    Zireael

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    Leo
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    Ahora que lo pensaba, me había olvidado de decirle a Aleck que el regalo para él también era porque, así como me había tocado matarlo en el juego y pues genuinamente quería hacerle un regalo, resultaba que era su amigo secreto, pero bueno ya tendría tiempo de decírselo más tarde o eso quería pensar. Cuando escuché el reclamo de que su té no era una poción se me escapó una risa y me encogí de hombros, restándole algo de importancia.

    —Oye, ya me gustaría a mí preparar pociones —añadí poco antes de que regresara su atención a Mimi.

    Gen tomó el regalo mientras, agradeciéndome y le sonreí sin más, me alegraba que ambos parecieran contentos con lo que había conseguido para ellos. En toda la tontería ni siquiera se me ocurrió pensar que él tuviese algo para mí hasta que extendió la cajita en mi dirección. Estiré la mano un poco en automático, tomándola, y la abrí mientras hablaba como si no tuviera la paciencia suficiente para dejarlo terminar.

    Me detuve un solo segundo cuando lo escuché decir lo de la llama, que no dejara que se apagara, y lo de mi fuerza de voluntad. En realidad me sorprendía que siguiera pensando eso luego de cómo habían sido las cosas pero tampoco iba a arruinar el momento a posta. Me distrajo lo suficiente para que con costos le prestara atención a su felicitación por la jugada de haber matado al castaño.

    Terminé sacando el objeto de la caja en lo que Gen se alejaba hacia Aleck, solo para darme cuenta que era una pulsera que claramente era parte de otra cosa y me hizo gracia que, al final del día, todos parecíamos estar sintonizados en más o menos lo mismo. Éramos una estructura, parte de un todo que habíamos formado apenas conocernos, y como piezas de un rompecabezas encajábamos a nuestra manera. Me la coloqué casi con cuidado para luego guardarme la caja en el bolsillo.

    El teléfono había sonado, así que escuché las palabras del hombre que nos había recibido ayer con atención, soltando un suspiro siendo que se había juntado con eso de que Yukio había desaparecido.

    ¿Qué nos había durado el descanso? ¿Media hora? Ni idea.

    Me acerqué a la mesa para tomar algunas cosas de las que había preparado Nikolah, ni siquiera me senté y empecé a comer a velocidad, bajándome los bocados con el té raro de Aleck. Por estar volcado en pretender comer algo antes de salir no escuché a Mimi decir que iría a revisar el perímetro del lago, solo noté a Aleck hablándome y me comí el último mordisco de una galleta antes de contestarle. Noté a Gen diciendo que iría con Lucas a una de las cabañas.

    —Al lago supongo, de por sí ya me tiré un bonito recorrido por el bosque ayer, ¿qué puede ser peor? —dije mientras me quitaba las migajas de la boca con el dorso de la mano—. ¿Vas conmigo o acompañas a alguno de los otros chicos?

    Una parte de mí prefería que se quedara con los demás, la verdad, pero sabía que cuando a alguno de ellos se les metía algo entre ceja y ceja no había mucho que hacerle, así que si iba a hacer alguna estupidez, bueno, que al menos lo estuviese acompañando. Estiré la mano para tomar otro par de galletas y desaparecer cada una de un par de bocados en lo que esperaba su respuesta.


    nadie preguntó pero el hecho de que Cay come como si lo hubiesen tenido aguantando hambre dos días es más canon que su necesidad de recetas psiquiátricas ansiedad
     
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    Rider

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    Cáncer
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    Aleck Graham

    Givan después de que se acercara a Cay, se acercó a mí, parecía tener una caja verde en sus manos. ¿Era otro regalo? De verdad que ésta se estaba convirtiendo en la mejor navidad de mi vida, por mucho. Mis ojos se llenaron de brillo, me llenaba de alegría el corazón saber que mis hermanos se habían tomado la molestia de conseguirnos regalos. Abrí la caja que me había entregado Gen, con prisa y entusiasmo, cómo si fuera un niño pequeño que aun no se libraba de ese espíritu navideño al abrir los regalos.

    — ¡Me encanta! — Exclamé al ver que se trataba de una preciosa pulsera dorada, que contaba con una esmeralda semicircular en el centro. Coloqué la pulsera con prontitud en mi muñeca izquierda, realmente iba a juego con mi nueva chaqueta, además de que el color verde era un acierto total para mí. Me acerqué nuevamente a Gen y le di un fuerte abrazo, mientras le susurraba las palabras "Gracias, de verdad, muchas gracias" Comencé a contemplar con orgullo mi nuevo accesorio, realmente estaba encantado con el detalle; cuando repentinamente recordé que yo no les había dado sus regalos.

    — ¡Arceus! ¿Cómo pude olvidarlo? — Salí de la cocina a toda prisa, poniéndome rumbo a la sala. Ya había dejado sus regalos debajo del árbol, planeaba indicárselos después del desayuno, pero siendo que ahora el deber nos llamaba, no había punto en seguir posponiéndolo, además, si íbamos a separarnos en una de nuestras acostumbradas peripecias y desventuras, que menos que yo pudiera portar algo para recordarlos, y que ellos tuvieran algo para recordarme.

    Tras regresar de la sala, traía conmigo las cajas pequeñas y coloridas que había conseguido para ellos, haciéndole entrega de ellas a cada uno de los chicos. — Bueno, supongo que si vamos a embarcarnos al peligro nuevamente, y siendo que ambos me han dado tan magníficos regalos, es justo que haga lo mismo por ustedes, además, así podrán recordarme si sufro de alguna muerte tragicómica ahí afuera.

    Eso ultimo lo dije en broma, evidentemente. Las pequeñas cajas, incluida la mía, contenían unos dijes de rubí, zafiro y esmeralda, justo de la misma manera en que Gen los había conseguido, me hacía preguntarme si de pura casualidad no los habíamos comprado en un sitio similar. Me colgué el collar, que hacía juego perfecto con el nueva nueva pulsera que me había regalado Gen, a la vez que lo hacía con mi nueva chaqueta, cortesía de Cay. Estaba repleto de verde por todos lados, y me encantaba.

    Imagen de referencia, porqué no tengo creatividad JUAS
    Nappin' Kraken Crafts by NappinKraken on Etsy.jpg

    —¡Feliz navidad, hermanos! — Exclamé con alegría, mientras abrazaba a ambos por el cuello con mis antebrazos, ya no importaba tener que sacrificar el descanso por ir en una nueva aventura, esta mañana había sido perfecta, y nada cambiaría eso.

    Cuando volví a poner mi atención en el pelirrojo, él mencionó con toda la tranquilidad del mundo que iría en el grupo que exploraría los alrededores del lago. Parpadeé perplejo ante tal afirmación, había elegido ir en el mismo grupo en el que iría Mimi. — ¿A-Al Lago? ¿Estás seguro? — Le cuestioné aun atónito, pero el chico respondió afirmativamente, parecía que estaba decidido.

    — Eh...Bueno, supongo que yo también iré, tenía ganas de ir a pasear al lago de todos modos, además, esta será una buena oportunidad de descubrir si hay alguien aun más imprudente en el mundo que yo cómo para elegir acampar junto al lago en plena tormenta. — Respondí, aun algo confuso por la elección del pelirrojo. ¿Acaso quería poner a prueba su teoría de los muros con Mimi? Ni idea, pero ¿Quién era yo para juzgar? Además, a mi no me molestaba ir en el mismo grupo con la rubia, así que esto podría servir para limar asperezas.

    Me encogí de hombros, y decidí dejar de darle vueltas al asunto por ahora. — Bueno, está decidido, iremos al lago a reconocer el perímetro. Iré a preparar mis cosas y a tomar un baño rápido antes de salir.

    Salí de la cocina y me dispuse a subir a la planta alta, antes de pasar al baño, me dirigí rumbo a mi habitación, en donde aun tenía todas mis cosas, tomé mi confiable mochila de cuero que llevaba a todos lados durante mi viaje en Gérie, sacando todo aquello que no fuese de utilidad, dejando dentro de la mochila solo mi kit de primeros auxilios, mi termo para té, una manta, un encendedor, la vieja navaja multiusos del abuelo y mi cantimplora plateada para mi "jugo". Vamos, que ahí adentro había licor, pero no necesitaba que nadie lo supiera en realidad.

    — Bueno, eso debería bastar, tampoco es que esto se una expedición de vida o muerte o algo así. — Resolví, mientras cerraba la mochila y la cargaba hasta dejarla afuera en el pasillo, para poder tomarla en cuanto saliera de la ducha. Antes de salir de mi habitación, tomé mi toalla y la ropa limpia que planeaba ponerme al terminar.

    Sin mayor dilación, me dirigí al baño de la cabaña, que por suerte, se encontraba desocupado, aunque aun se encontraba un poco empañado por el vapor ,la verdad es que no había nada de que quejarse, tenía un tamaño apropiado y el blanco de las paredes de mármol ayudaba a sentirse mucho más tranquilo y relajado, cerré la puerta del lugar y me dispuse a no demorar demasiado ahí dentro.

    — De acuerdo, no hay mucho tiempo, así que habrá que recurrir al baño ruso: La cara limpia, lo demás sucio. — Tras pronunciar estas palabras, una voz en mi cabeza resonó, probablemente mi conciencia, que se había manifestado en un tono similar al de Cayden.

    No seas repugnante, Graham.

    Era un poco espeluznante, pero suponía que debía hacer caso a mi cerebro; aun si teníamos el tiempo encima, debía tomarme la molestia de asearme de manera adecuada. Me despojé de la chaqueta que el pelirrojo me había regalado, así cómo de el collar y la pulsera de esmeraldas, colgando todo sobre uno de los respaldos para toalla del baño. Seguidamente retiré el resto de mis prendas y abrí la llave del agua, tal vez no midiendo muy bien que tan caliente podría estar.

    — ¡Ah! — Exclamé de dolor al sentir el chorro de agua sobre mi cuerpo, casi podía jurar que estaba hirviendo, parecía que la ultima persona que se había duchado le gustaba el agua demasiado caliente, o mi piel era demasiado sensible para eso, yo que sé. Me quedé un poco pasmado al recordar que de hecho la ultima persona en haber usado la ducha había sido la propia Mimi.

    Sacudí un poco mi cabeza, para seguidamente colocar mis manos alrededor de mi cara y dar un par de golpecitos. — Concéntrate, Aleck. — Musité, mientras esperaba a que la temperatura del agua disminuyera un poco, al punto en que fuera agradable de entrar, tratando de ignorar a toda costa el rubor en mis mejillas.

    Cuando finalmente terminé, cerré la llave de la regadera; tomé mi toalla para secarme con prontitud y vestirme, estaba bien que me tomara mi tiempo en la ducha, pero esperaba no haber tardado demasiado. Me coloqué unos Jeans negros, la misma camisa que Niko me había regalado, así cómo mis nuevas piezas de joyería, me coloqué seguidamente mis botas marrones y por ultimo, mi nueva chaqueta, subiendo el cierre hasta la parte baja de mi cuello.

    Antes de salir del baño, tomé nuevamente mi toalla y la restregué por toda mi cabellera, no acostumbraba peinarla demasiado, pero sabía que la humedad en el cabello en un ambiente como este podría hacer estragos. Pasé mi mano sobre mi pelo, en un intento vago de darle una forma parecida a lo que se podría llamar un peinado, pero tampoco es que me esforzara demasiado.

    Cuando finalmente salí de aquel lugar, tomé rápidamente mi mochila del pasillo y bajé las escaleras un poco apresurado, temía haberme demorado más de la cuenta, pero para mi suerte, aunque así había sido, aun no todos estaban listos para salir. Con ese extra de tiempo, me dirigí nuevamente a la cocina, para aprovechar y llenar mi termo con el té de jengibre que aun estaba caliente, sólo por si acaso llegaba a ser de utilidad durante nuestro recorrido.

    — ¡Bien, ahora sí estoy listo! — Exclamé con cierta alegría en mi voz, la verdad que no podía ocultar que me hacía ilusión ir al lago, aun si no era en las circunstancias que yo esperaba. Finalmente, me dirigí a la sala y me eché bocarriba sobre uno de los sillones, mientras esperaba que el resto estuvieran listos para salir.

    Me quería aventar el tocho de una vez para dejar listo a Aleck para arrancar el evento y se me reinicia la PC justo cuando iba a terminar, en fin, que estoy salado hasta luego.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    No pude evitar sonreír ante el comentario del regalo de Santa. Bueno, al menos alguien se había dado cuenta. Era medio obvio el teatro, así que supuse que no iba a engañar a muchas personas. ¿Tan poca gente seguía creyendo en Santa? Era algo desesperante, la verdad. Había que retomar un poco la fe navideña. No tanto en un gordo que traía regalos, si no en la ilusión de que algo mágico podía ocurrir y sorprenderte.

    Sin embargo, me llevé una sorpresa al ver que la castaña me extendía otro regalo. ¿Algo para mí? ¿Ya estaban repartiendo los regalos abajo? ¿O de verdad había ocurrido magia? Liza se había puesto nerviosa. Le sonreí, calmado, y comencé a quitar el envoltorio. A pesar de que no estar perfectamente envuelto, si se podía notar el cariño que le habían puesto al mismo. El cuanto el papel colorido dejó paso a su preciado contenido, mi cara se transfiguró. Me quedé perplejo, sin palabras, mientras observaba la foto.

    Las manos comenzaron a temblarme mientras pasaba los dedos por el cristal. Había cuatro figuras dibujadas a los costados, que parecía representarnos a Liza, Talía y a mí, junto a Pupper. No era el mejor dibujo, pero no me importaba. No me importaba para nada. En ese momento, me podían haber regalado solamente esos cuatro garabatos y sería para mí el presente más hermoso del mundo. En la foto nos encontrábamos los tres, en una de las pocas veces en las cuales habíamos podido coincidir sin tener la carga del mundo a nuestras espaldas. Era uno de esos preciados momentos en los cuales simplemente habíamos podido... vivir y ya. Disfrutando del momento, y de la compañía de los demás.

    Algo caliente comenzó a descender por mis mejillas. No me di cuenta que lagrimeaba, tan absorto como estaba ante el obsequio. No le prestaba atención a nada a mi alrededor, ni siquiera cuando Lucas, Mimi o quien fuera hubiera pasado a nuestro lado. No escuché las voces de los demás, diciendo que una vez más necesitábamos salir a cumplir nuestro deber. No, en ese momento, tan solo existía ese regalo, y Liza al frente. No había cabaña. No habían paredes. Y no habían doncellas en bosques nevados. Una sonrisa completamente estúpida se dibujó en mi rostro, y sin previo aviso, me abalancé sobre Liza.

    La rodeé con mis brazos en un abrazo fuerte, uno que la pudiera proteger de todo el mundo alrededor. Era demasiado preciosa para dejar que algo la lastimase. Era un abrazo que transmitía calor, y que no la dejaría soltarse. La apretujé contra mi cuerpo, sintiendo su aroma, embriagándome con su presencia.

    — Santa de verdad que sabe tocar nervios sensibles, ¿eh? —le dije al oído, sorbiéndome los mocos.— No recuerdo la última vez que me hubieran regalado algo tan hermoso. Gracias, de verdad.

    No me refería a la foto, específicamente, a pesar de que era un detalle precioso. No, me refería a todo lo que transmitía. A todo lo que había detrás. De verdad que, sin saberlo, Liza, y todo el resto, me había brindado el tesoro más preciado de todos.

    Después de lo que pareció una eternidad, aflojé el abrazo y le dediqué una sonrisa radiante, mientras me secaba las lágrimas.

    — Vamos, todavía tenemos que desayunar. Hay que llenar estos estómagos para afrontar el día —comenté, mientras la tomaba de la mano, y me dirigía hacia las escaleras.

    Sin embargo, al bajar, no me encontré a todos desayunando en la cena, juntos. De hecho, parecía que algo hubiera ocurrido, pues a pesar de que estaban dándose regalos los unos a los otros, cosa que me recordó que todavía debía entregar el mío a mi amigo invisible, también parecía que varios se estuvieran preparando para salir. Al preguntar sobre lo ocurrido, hice una mueca. Al parecer, la ventisca estaba impidiendo que los guías y cuidadores no pudieran acercarse a las cabañas, por lo que nosotros teníamos que ir a verificar en el estado de las otras.

    — Bueno, el deber llama. Tendremos que desayunar luego —le comenté de manera jocosa a Liza.

    Le solté la mano, y le di un beso rápido en la mejilla. Me dirigí hacia mi habitación, tomando el regalo para mi amigo invisible, y luego bajé de vuelta, yendo directamente a la cocina. No iba a irme sin probar todo lo que había cocinado, obviamente.

    Una vez que me hubiera llenado el buche, me dirigí hacia Ian, con una sonrisa.

    — No hablamos casi nada, la verdad. La Navidad es un buen momento para conectar. ¿Me quieres acompañar a revisar algunas de las cabañas, a ver como se encuentra el resto de los residentes? —le pregunté. Luego, le extendí un paquete.— Y esto es para ti. El gordo está muy despistado últimamente.

    Dentro había un suéter tejido a mano, con motivos de Squirtles jugando con Gameboys. Me habían dicho que esas eran cosas que le gustaban al chico, así que bueno, esperaba haberle pegado. Tal vez con esta pequeña aventura iba a aprender más sobre él.

    Bueno, 2/4, let's go!!!!
     
    Última edición: 29 Marzo 2021
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    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

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    Tocaba repartirse las tareas, pues, ¿eh? Estaba intentando pensar cómo organizarnos cuando Givan se acercó a mí, de repente, agarrándome por el hombro y vestido con una extraña bata de profesor pokémon. Me sentía algo estrujado, pero por suerte me liberó pronto, así que pude respirar ampliamente. Entonces, propuso que hiciéramos equipo e ir a ver cómo se encontraban otras cabañas. Lo cierto es que me parecía una buena idea: así al menos podríamos hablar algo, ya que en la noche fue imposible. Y podría preguntarle s-si notó algo extraño por la noche, quizás no se había dado cuenta aún de que era sonámbulo, ¡y tampoco era necesario!

    Acepté la petición gustoso, así como el regalo.

    —¡Me parece estupendo! Y por cierto, qué bata tan chula, ¡te queda genial! ¡Ah, y muchas gracias por el regalo! No sabía que habías sido tú mi amigo invisible, ¡qué casualidad! —comenté, mientras abría el paquete. En su interior, encontré un estuche de entrenador con una réplica exacta de las medallas de Sinnoh, ¡era alucinante! Abracé a Givan de improviso, preso de la emoción. Lo cierto que había sido un detalle precioso, ¡no se merecía menos!

    Lo solté cuando escuché la voz de Mimi llamarme. Parecía que quería hablar conmigo de algo, ¿qué ocurriría?

    Me acerqué, expectante.

    —Dime, Mimi, ¿qué ocurre?
     
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    Hygge

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    Aguardé, paciente, a que terminase de abrir el regalo del todo. El corazón me latía un tanto desaforado en el pecho, quizás por la vergüenza, quizás por la propia expectativa. A fin de cuentas no era nada del otro mundo. Algunas personas pasaron por el pasillo, pero no les presté atención.

    Tan solo bastó notar las lágrimas que surcaron sus mejillas al contemplar la imagen para que todo se detuviese a mi alrededor.

    Abrí los ojos, sin saber cómo reaccionar. La idea de que fueran lágrimas de tristeza, de haber removido algún recuerdo que no debía me oprimió el pecho y avancé un paso hacia él, apremiante. Entreabrí los labios, dispuesta a disculparme, pero la voz no me salió. No fue necesario. Cualquier miedo que pudiese sentir en ese instante se desvaneció cuando se abalanzó y me rodeó con sus brazos, sollozando en silencio. Su cuerpo estaba tibio y el calor del gesto destensó mis músculos por completo.

    ¿Estaba... llorando de felicidad? ¿De verdad le había gustado tanto? Con lo mal que me había quedado. Cerré los ojos, dejando escapar un suspiro profundo, y acaricié sus hebras doradas con una sonrisa suave en los labios.

    No podía concebir el momento en el que había empezado a quererlo tanto.

    —Dale las gracias a Santa —murmuré contra su oído. Oculté mi rostro en su cuello, absurdamente enrojecido para ese entonces. Era una persona muy tranquila, por ello las emociones fuertes se hacían tan evidentes. Era demasiado vergonzoso—. Espero que pudiese compensar los años perdidos.

    No supe cuánto tiempo estuvimos allí; el tiempo solía escurrirse entre mis dedos cuando se trataba de Nikolah, pero no me importó realmente. Entrelacé los dedos contra los suyos cuando tomó mi mano, asintiendo ante su propuesta del desayuno, y nos dirigimos finalmente al salón. Lo cierto es que al final solo había alcanzando a tomar el chocolate caliente, tenía bastante hambre. Y, por lo que se ve, el resto ya había terminado con lo suyo en ese tiempo. Tendría que darme prisa.

    Recibí el beso sobre mi mejilla como mejor pude, pero para cuando se alejó junto a Ian me fue imposible esconder la sonrisa estúpida en mis labios. Arceus, Liza, basta. No eres una niña. Decidí que serenaría un poco mi mente tomando un par de dulces de la cocina. Tomé un brownie de chocolate con bastante gusto y regresé al salón, donde supe que los chicos ya habían sido informados del tema de manos del guía. Llegaba bastante tarde.

    —¿Vais a ir al lago, entonces? —inquirí, acercándome hacia Cay y Aleck con una sonrisa. Por suerte había recuperado la tonalidad normal de mi rostro para ese entonces—. Voy con vosotros. Me quedé con las ganas de visitarlo la tarde anterior, seguro será divertido.

    Pobre de mí que no sabía que no era precisamente un grupo de tres como creía.

    Ahora en breve posteo el inicio del evento de Niko e Ian; lo mismo para el de Lucas y Givan uwu
     
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    Yugen

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    ¿Le gustaría? Lo poco que sabía de él es que sentía una gran pasión por los Pokémon de tipo planta. Si así era, un objeto relacionado con ellos debería estar bien también. El paquete contenía un pequeño colgante con un dije de una semilla milagro de plata. El oro me parecía demasiado pretencioso.

    —Aquí—extendí la mano con el paquete. No podía evitarlo, no acostumbraba a dar regalos, no de esa forma. El hecho de que fuera secreto se sentía casi íntimo—. No sabía que comprarte de modo que estuve bastante tiempo buscando algo decente. Yo... Solo... ábrelo y ya.

    Empujé el paquete contra él instándole a que lo tomara de una vez.

    Seguí jugueteando con mi cabello una vez se hizo con ella, dirigiéndome miradas esporádicas para ver su reacción cuando abriese finalmente la caja. Me interesaba y no me interesa al mismo tiempo saber su reacción. Podía parecer ciertamente algo indiferente o al menos fingir indiferencia, pero quería que le gustase. Quería al menos saber qué había hecho algo bien.

    Aunque fuese una sola cosa en todo ese viaje.

    La pregunta que le hizo White durante el juego la noche anterior y su respuesta regresaron repentinamente a mi cabeza y el rubor de mi mejilla se intensificó. Había dicho que quería salir conmigo. Generalmente me habría negado, ¿pero qué sentido tendría cuando solo sería una cita de amigos? No tenía pretensiones de ser nada más. Como salir a comprar con Emily o ir de acampada con Liza.

    Podía hacer eso.

    >>Aunque... si hubiera sabido antes que querías tener una cita no cita conmigo habría comprado entradas para el cine. O algo así—titubeante, me mordí el labio inferior. Arceus, sí que era vergonzoso. ¿Por qué demonios era tan jodidamente vergonzoso? Negándome a mostrar la vulnerabilidad que sentía terminé por cruzar los brazos frente al pecho, protegiendo mis emociones, y aparté la mirada con obstinación—. S-solo por un día ¿sí?
     
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    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

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    ¿Que Mimi no sabía qué comprarme? ¿A qué se refería? No entendía nada... Abrí el paquete que efectivamente me había tendido, y pude encontrar dentro un colgante muy especial: era una semilla milagro tallada en plata. ¿¡P-pero...!?

    —Yo... Eh... —balbuceé algo confuso. ¿Quién era mi amigo invisible, entonces? Entendía que Mimi, pero... ¿Y el regalo de Givan? De nuevo, dejándome llevar por el impulso, me lancé a darle un abrazo a Mimi, como muestra de agradecimiento—. Muchas gracias, ¡es precioso! —exclamé feliz. Decidí cortar el abrazo antes de que fuera demasiado tarde, cuando me di cuenta de que podría incomodar a Mimi, ella no era una persona tan efusiva, al menos por lo que había visto de ella.

    >>¡Y no te preocupes por lo del cine! Después de todo, siempre podemos buscar algún momento para ir todos juntos, ¿no? ¡Como una gran cita de amigos! —bromeé. Aunque en realidad no era tan broma, ¡sonaba ciertamente tentador!—. Muchas gracias de nuevo, ¡tienes muy buen gusto! —mientras decía esto, me coloqué el colgante, bien acomodado sobre mi pañuelo.

    Miré entonces de reojo a Givan. I-igual no lo había entendido bien, ¿pero él también me había comprado un regalo? B-bueno, siempre podría salir de dudas preguntándole durante nuestra exploración.
     
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    Yugen

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    Mimi Honda

    Esperé y esperé con el corazón en la garganta mientras quitaba el papel de regalo y abría la cajita. La expectativa iba por terminar dándome un ataque de nervios. Si no tuviera los brazos cruzados probablemente incluso me hubiera mordido las uñas.

    La expresión confundida de Lucas cuando finalmente abrió la caja me paralizó. Parecía... perplejo. ¿No le gustaba? ¿Debí comprar el de oro? ¿Prepararle pokochos aunque se me daba fatal cocinar? Su expresión me golpeó como un mazo y relajé mi postura, dolida, agachando la mirada hasta mis pies. La culpabilidad que ya sentía solo se duplicó.

    Esbocé una sonrisa amarga.

    —Yo... ¡Ah!—mi patético intento por disculparme terminó en una exclamación ahogada cuando Lucas se me echó encima y me abrazó. Mi cuerpo se paralizó, tan tomado por sorpresa que fui incapaz de reaccionar.

    Parpadeé perpleja. ¿Le había gustado? ¿Entonces por qué había puesto esa cara...? ¿Tal vez el problema era que no le entendía aún? ¿O solo fingía?

    Descrucé los brazos, algo más liviana, y le sonreí con orgullo.

    >>Por supuesto que tengo buen gusto. Estás hablando con una experta, Diamond.

    Cuando finalmente nos alejamos me llevé la mano al pecho y exhalé. Aún mi corazón latía con fuerza. Había tenido miedo... genuino miedo a cagarla otra vez.

    Por amor a Arceus qué susto.

    Bueno, fuera como fuere, tenía algo mucho más importante entre manos. Pronto, hice de tripas corazón y dejé atrás la reacción de Lucas. Ahora nada me impedía marcharme. Nada, exceptuando...

    —Imagino que ya habréis decidido los grupos. Y si no es así no sé que demonios hacéis. No tenemos tiempo para estar perdiéndolo—dije en voz alta, tomando el papel de líder cuando nadie me lo había pedido. Pero era concienzuda y responsable y la determinación me desbordaba por los poros cuando se trataba de la vida de otros—. ¿Quiénes irán a inspeccionar el perímetro del lago?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Al final Aleck había salido pitando también para entregarnos nuestros regalos y la calidez que los gestos de ambos me estaba provocando solo siguió aumentando, hasta el punto de desaparecer cualquier rastro de tensión que había mantenido hasta entonces. El par de idiotas parecían haberse puesto de acuerdo, porque el collar de Aleck hacía juego con el regalo Gen.

    Lo dejé hacer, que nos abrazara y todo el asunto, pues ni modo. Si ayer también lo había abrazado ya hasta pecaba de hipócrita tensarme bajo su tacto o lo que fuese. Ya para cuando el castaño se centró en el tema de los grupos me extrañó que me preguntara si estaba seguro y fruncí un poco el ceño, todavía ajeno a la decisión estúpida que había tomado, pero afirmé.

    —Excelente, entonces descubriré si puedo regañar a alguien además de ustedes dos por hacer estupideces —añadí mientras toma una galleta más y asentí cuando dijo que iba a prepararse.

    Aproveché cuando regresó para hacer lo mismo, darme posiblemente la ducha más rápida de la historia. Me volví a colocar la camiseta nueva pues porque ni modo, me ajusté encima una camisa negra y sobre eso la chaqueta, de un tono borgoña y un par de pantalones limpios. Escarbé por otro par de guantes, otra bufanda y bajé con ambas cosas en las manos, Aleck seguía echado en el sillón y me dejé caer en el sofá con bastante pesadez.

    Cinis y Licht pronto aparecieron, les dediqué unas caricias a cada uno y me decidí por regresarlos a sus esferas. Estaba regresando los esféricos a su lugar cuando escuché la voz de Liza preguntarnos si íbamos al lago. Alcancé a sonreírle suavemente y asentí con la cabeza.

    —Bien, así Aleck tiene a dos personas que eviten que haga una estupidez —bromeé.

    No tardó mucho en alzarse la voz de Mimi, tomando una suerte de papel de líder que en sí nadie había pedido, cosa que por el momento me dio bastante igual, y entendí por fin porque qué Aleck había cuestionado mi decisión, pero ya estaba tomada y no había nada que hacerle. Además ya se lo había dicho, ¿no? Seguiríamos subiendo los muros o los tiraríamos a la fuerza.

    Encontré la mirada de Mimi como si nada y alcé la voz.

    —Nosotros —dije, obviamente refiriéndome a los dos castaños que estaban cerca de mí.


    *inserte sticker de for fucks sake here we go again*

    Si me salté algo sorry, no quería largar un tocho post
     
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    Rider

    Rider One of a Kind

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    Había dejado mi mochila recargada junto al sillón mientras tomaba un breve respiro, con un rico desayuno degustado y una breve ducha, me sentía listo para cualquier cosa que pudiera arrojarme la vida, que poco sabía de que tipo de situaciones me iba a "arrojar" la vida.

    Cerré brevemente mis ojos mientras esperaba, sólo abriendo uno de mis parpádos cuando escuche que alguien se aproximaba hasta donde nos encontrábamos el pelirrojo y yo, en el sillón. — ¿Uh? ¡Oh! ¿Qué tal Liz? — Saludé con una sonrisa y una ademán a la castaña, sus ojos azules se veían un poco vidriosos, cómo si hiciera poco hubiera llorado, pero estaba comiéndose un brownie de chocolate con una amplia sonrisa, realmente se veía feliz, así que seguro que no era nada de que alarmarse.

    La castaña nos cuestionó si seríamos nosotros quienes irían al lago.

    — ¡Sip~! El Pelo d Fuego, yo y también-. — La chica interrumpió antes de que pudiese nombrar a todos los miembros de este "nuevo equipo", remarcando que ella también quería ir con nosotros, ya que se había quedado con ganas de ver el lago el día anterior. De un saltó me enderecé en el sillón de tal modo que quedara sentado justo enfrente de la castaña. — ¿T-También quieres ir al lago? Eeeeh...Bueno, esto... ¿Estás segura?— Le pregunté a la chica, aun dudoso de su respuesta, pero aunque parecía sorprendida por mi pregunta, justo cómo lo había hecho Cay, se le veía bastante convencida, sin perder esa sonrisa con la que había llegado.

    — B-bueno, entonces supongo que ya tenemos el equipo formado, pero, ¿De verdad quieren ir en el equipo del lago? — Les cuestioné a los dos presentes, no quería indagar demasiado en el asunto, pero es que sencillamente me parecía extraño que Liza y Cayden; repito: LIZA Y CAYDEN, hubiesen decidido por su propia cuenta ir en el mismo grupo en el que iría Mimi, yo no tenía problemas, yo podía llevarme bien con todos, pero ¿Ellos tres? Aunque lo nieguen, son igual de testarudos entre ellos. Ambos me cuestionaron el porque de tanta insistencia. No fue hasta ese entonces que las ultimas cuatro neuronas de mi cerebro por fin se pusieron a trabajar, dándome cuenta de lo que realmente estaba pasando con esta situación.

    Soy el único que sabe como está conformado el equipo en su totalidad ¿No es cierto?

    ¡Pero que imbécil! ¿Cómo no me di cuenta antes? Pero ya no había tiempo, Mimi ya había bajado las escaleras y estaba lista para salir, nos dirigió unas cuantas palabras, parecía que estaba dispuesta a asumir el rol de la líder, mostraba una genuina preocupación por las personas que se pudiesen encontrar en el lago. La rubia entonces preguntó quienes irían al lago.

    Alcé mi mano mientras soltaba un par de risas apenadas. — ¡Aquí! — Mientras que el pelirrojo hacía lo propio pero sin levantar la mano, indicando que todos los que estábamos presentes en la sala éramos el grupo que iría al lago.

    Esto será divertido, claro que sí.

    Aleck, no habiéndose dado cuenta antes de que ni Mimi, ni Cay, ni Liza saben que irán en el mismo equipo:
     
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  12.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    ¿Cuáles eran las posibilidades? ¿Una entre un millón? ¿Una entre mil millones? Mi expresión cuando escuché la voz de Cayden y mi mirada se dirigió hacia los tres debió ser todo un poema. Esperaba muchas cosas. Ver a Cayden en el grupo superaba con creces mis expectativas, pero verla a ella... era como un mal chiste.

    Mi cuerpo se tensó por pura inercia cuando nuestras miradas se cruzaron, fría, como si hubiera sido alcanzada por un genuino rayo hielo. Abrí los ojos en su máximo de la sorpresa.

    —¿¡Huh!?

    ¿Pero qué...? ¿Por qué el universo conspiraba contra mí de esa forma? Después del numerito con Nikolah de la mañana esperaba no volver a cruzarme con ella en todo el día. Pensaba largarme sin ir más lejos. No podía disculparme, era superior a mis fuerzas. Ni siquiera podía mirarla a la cara sin sentirme como la mierda. Pero tampoco podía pedirle que se fuese a otro sitio, con otro grupo. Había límites en cuanto a lo infantil que podía ser.

    Aleck, Cayden y Liza.

    Casi hubiera preferido a Ian. A pesar de que era un completo imbécil sería mucho menos violento.

    Chasqueé la lengua por lo bajo y fijé la mirada en cualquier otro lugar incapaz de mantener el contacto visual por demasiado tiempo. ¿Siquiera ella era consciente de dónde había ido a parar? A juzgar por su expresión juraría que este jueguecito del destino le había tomado con la guardia baja. Usualmente nos molestábamos la una a la otra, nos picábamos y hacíamos la puñeta por puro amor al arte. Pero era un simple juego, nuestra dinámica. Así funcionaba nuestra relación. Esa situación era completamente distinta. Ambas estábamos fuera de nuestros ejes enfrentadas por una estupidez, sin saber cómo hacerle frente de manera correcta.

    Tensa, apreté los labios en una fina línea.

    Aquello iba a ser más que incómodo. Ni siquiera habíamos salido y ya podía sentir el ambiente tenso, gélido, tan afilado como el filo de un cuchillo. Giré sobre mis talones y me encaminé hasta la puerta. Mientras nos centrásemos en la misión no tenía porqué haber problemas. Eso no se trataba de nosotras, no podía ser tan egoísta.

    —Como sea.

    Solo esperaba que ese hipotético cuchillo no nos separase más.

    Como si eso fuera siquiera posible.
     
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  13.  
    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Ian Lockhart

    Después de empapar la cara de Emily su Espeon apareció en el baño. Parece que ganaba por default esta vez.

    Tras salir del baño me dediqué a comer el desayuno sin poner demasiada atención a mi entorno, absorto como estaba en la comida. No fue cuando nos hicieron un encargo sobre revisar el estado de las cabañas por una aparente ventisca que había ocurrido que volví en mí.

    Terminé de comer sin ninguna prisa, incluso cuando los demás comenzaban a marcharse, permanecí allí. Quizá podía escaquearme y quedarme a dormir en el sofá, no sonaba tan mal la idea.

    Nikolah llegó después, cuando todos se habían marchado y se sentó a desayunar. Cuando pensaba marcharme, el chico me habló para preguntarme si quería acompañarlo a revisar lo de las cabañas. Ugh, no podía escaparme si me lo preguntaba directamente.

    —Sí, claro. Supongo... —allí se iba mi día de descanso.

    Lo siguiente era algo que no me esperaba, pues el chico me dió un regalo de navidad. Un suéter tejido de... ¿Squirtles jugando a la Game boy? Qué específico era aquello, ¿Lo habría hecho él? No me sorprendería de ser el caso.

    El suéter era curioso, pero al fin y al cabo le agradecía el gesto. Y llevar algo más encima nunca venía mal.

    —Uh, gracias Nikolah, es un buen regalo.

    Me quité la chaqueta que llevaba encima y me lo puse rápidamente, tras lo cuál volví a colocarme la chaqueta. Si íbamos a salir al horrible frío del exterior, al menos iría lo más abrigado posible.

    —Acabemos pronto para poder regresar temprano a la cabaña, vamos.
     
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  14.  
    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    Givan Velren

    Cuando salí ya del baño, arreglado, Lucas llegó de improvisto a darme un abrazo con gran fuerza, yo solo reí enérgico y conmovido, correspondiendo, se le notaba emocionado y eso de verdad me alegraba, aunque no me dio tiempo a explicarle que Santa había llegado a dejarle ese regalo, cuando estaba por decirle Mimi llamó su atención, bueno, ya podría decirle después.

    Luego de eso, vi como comenzaban a organizarse, agradecía eso, porque el día pasado con las habitaciones eso llevó una cosa a la otra.
    Me alegraba que Lucas aceptara, sin más, me regresé a la cocina, pero olvidé algo y me regresé rápido a nuestra habitación, de ahí saqué mi mochila y volví a la cocina, increíblemente discreto, posiblemente porque todo mundo estaba absorto en sus cosas, de ahí, comí a veocidad mi postre, unas galletas y me llevé unos cuantos dulces, galletas y hasta unos panecillos que estaban por ahí, me serví en un termo, cortesía de Aleck, lo último de chocolate que quedaba y en otro lo llené de agua, porque creo que ya ni té había.
    Así, ya habiendo comido algo y haber guardado unas provisiones para al menos estar en calor en este breve viaje, debería bastar para no preocuparnos si algo salía mal. Vi por ahí a Génesis y le asentí, guardándolo en su esfera.

    Regresé a la sala, vi a Lucas perplejo por el regalo de Mimi, no pude ver bien qué era, me temo, pero no evité sonreír con alegría al ver que mis hermanos ya tenían mis regalos en ellos cuando Aleck ya me estaba dando el mío, ¡vaya! Esto compensaba bastante todos los tropiezos de la noche pasada, al abrazarle sin abrir el regalo, le dí un par de achuchones y esta vez si me separé a verlo, riendo maravillado, ¿un záfiro con decoración dorada? Azul... adoraba el azul, mi bata lo delataba, todo mi estilo, hasta mis ojos maldita sea. Así que este regalo era más que perfecto para mi.
    —Te has lucido Aleck, muchas gracias—. Dije, realmente emocionado como pocas veces en mi vida, para colocarmelo en el cuello, si, era precioso.

    El ambiente no tardó en ponerse tenso, parecía que Mimi ya planeaba revisar el perímetro, pero con la mala suerte de que Liza, Aleck y Cayden iban a ir también, no le cayó nada bien a Mimi y no evité entristecerme un poco, estaba poco enterado de lo sucedido anoche.
    Me rasqué tras la nuca y miré a los presentes.

    —Bueno, tienes razón Lucas, hay que ponernos en marcha—. Dije, sonriendole a este para con calma llevármelo afuera de la cabaña ya, no quería tampoco atrasar todo, entre más pronto terminaramos, más tiempo tendríamos de hablar, o discutir... dependiendo como fuese todo.

    Adoro las piedras espirituales jsjsjs Gracias Rider uwu

    Hygge (?) bueno, yo ya saqué a Gen y a Lucas, idk si era así (?
     
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  15.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    La broma de Cayden me arrancó una risa por la nariz pero no añadí demasiado. Tampoco iba a decirle que la noche anterior había animado a su hermano yo misma a cometer la estupidez de bailar ebrios por el salón, mucho menos que nos terminamos comiendo el suelo de lo lindo como resultado. Aleck lucía tan animado como de costumbre, me alegraba que de haber amanecido con resaca esta hubiese remitido, un poco como había sido mi caso después del desayuno.

    —¿Hm? ¿Es que no me quieres en el equipo, Al? Qué cruel —fingí una molestia que no sentía, cruzándome de brazos en el proceso. No entendía muy bien a qué venía tanta pregunta de repente, e intercambié miradas con el pelirrojo, obteniendo la misma duda de su resina. Posé las manos en los hombros del castaño, intentando restarle algo de tensión en el proceso—. Venga, relájate. Todo irá bi...

    No pude terminar la frase. Una voz se alzó por sobre las demás, captando la atención de los presentes. Mis manos se tensaron, allí sobre sus hombros, y giré lentamente el rostro. Distinguía perfectamente de quién se trataba, pero era tan absurda la probabilidad de todo aquello que necesité verlo con mis propios ojos. Mi cuerpo se congeló cuando ambas buscamos la mirada de la otra a la vez, confirmando así nuestras sospechas.

    "¿¡Huh!?"

    —¿¡Ah!? —exclamé, soltando a Aleck de golpe. Tenía que ser una broma. Tenía que ser una maldita broma. El destino tenía un sentido del humor demasiado negro para mi gusto—. No, espera, yo no...

    Clavé la mirada en cualquier otro lugar, incómoda. ¿Yo no... qué? No quería ver a Mimi. Seguía dolida por sus palabras, por la crueldad con la que las había soltado, buscando golpear donde más me afectaba. Se suponía que éramos amigas. Pero sobre todo me dolía que su solución fuese simplemente huir. No era estúpida para saber que todo aquel numerito de la maleta venía de lo mismo. Era una idiota, y una jodida cobarde, pero yo no era muy distinta a ella. Por eso estábamos en una situación así.

    Por eso no podíamos siquiera vernos a los ojos ahora.

    Solté lentamente el aire por la nariz. No podía simplemente cambiarme de equipo. ¿Qué imagen estaría dándole al resto? Tan solo me restaba lidiar con mi elección. Cuanto antes terminásemos con aquello, antes acabaría aquel estúpido numerito sin sentido. De modo que alcancé mi mochila, sacando el plano del resort, y avancé hacia la puerta. El lago no debía quedar demasiado lejos según el mapa.

    Les hice un movimiento de cabeza a los chicos, pasando por el lado de Honda. Era un encargo. Podíamos ser profesionales y dejar nuestros problemas de lado.

    >>Bien, andando.

    O al menos eso creía yo.

    Wa hacer temas aparte porque si no nos morimos con los tocho posts jsjsjs
     
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  16.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    [​IMG]

    aber
    Gigavehl Givan es el amigo secreto de Emi so ahí describo su regalo en el post~
    Yugen Hygge hay regalo para las nenas también (also andy ola donde tengo que ir jsjsjs)
    Lelouch también hay una pendejada para Ian pos porque puedo (?)

    Emily Hodges

    Me encogí de hombros ante la pregunta de Mimi, sin darle mayor importancia al asunto mientras seguía concentrada en el desayuno. Movidita quizás estaba siendo, pero diría que nos habíamos acostumbrado tanto a ello que me resultó simplemente la actividad normal. Miré después la taza que me extendía con el ceño fruncido, y en definitiva, algo contrariada.

    —Estoy perfectamente, Mimi... —murmuré, sin entender muy bien por qué iba a necesitar aquel mejunje.

    De todas formas, luego escuché a Aleck decir que solo era algo de té que había hecho y relajé la expresión, dedicándole una sonrisa ligera. Bueno, si ese era el caso, podría tomármelo sin mayor problema. De hecho, en eso estaba cuando el otro chico del trío de Gérie, Givan, se acercó y me extendió una caja. Ah, ¿él era mi amigo secreto? ¡Qué casualidad! Abrí el envoltorio con cuidado y... venga, esa no me la había esperado.

    Una ola de calidez se me extendió por todo el cuerpo y no tardé en lanzarme a los brazos del chico para apretarlo con fuerza, murmurando un gracias en el proceso. No era tanto por el regalo en sí, que también era muy bonito, sino por el hecho de que se había preocupado por descubrir algo que me gustase para poder hacer un detalle más personal. Me hubiese emocionado hasta con unos calcetines, las cosas como eran, así que un detalle tan especial hacía eso.

    Justo después llegó la llamada del guía y todos los chicos comenzaron a dividirse para las tareas que, un poco de la nada, nos habían caído encima. Nada nuevo bajo el sol, sin embargo. Por ese mismo motivo me tomé toda la preparación con mucha más calma de la que debería.

    >>Yo buscaré a Yukio, entonces~ —fue lo único que dije antes de volver a la cocina.

    Me acabé mi desayuno y, como venía siendo costumbre, me esperé hasta el final, hasta que estuve asegurada de que ninguno de los demás se quedaba atrás o sin grupo, aun a costa de ser yo la que había acabado quedándose sin nadie que me acompañase por el bosque.

    Una vez más, nada nuevo bajo el sol.

    Al menos pude aprovechar la soledad para darme una ducha relativamente tranquila, aunque sin perder el tiempo, y... bueno, hacer mi ronda repartiendo regalos. Tras salir del baño, me vestí con unos vaqueros, un jersey negro de cuello alto y unas botas peluditas, ¡porque se podía combatir el frío con estilo! Después abrí la maleta y saqué unas cuantas cosas que había escondido bien al fondo.

    Un regalo fue a parar sobre la cama de Ian, tratándose de un conjunto de gorro, bufanda y guantes de lana para que no volviese a pasar frío jamás de los jamases; otro par de bolsitas se quedaron en la habitación de Mimi y Liza, eran unos colgantes para la pokédex con sus iniciales que, obviamente, yo también tenía y había colocado ya en su correspondiente lugar; y para mi amigo secreto, curiosamente Givan, dejé una sobre bastante grande de papel, dentro había una ilustración original de él y su Lucario combatiendo en un gimnasio. Había sido algo difícil encontrar algo para el chico, ya que no lo conocía demasiado, pero paseando un día por Gérie encontré a un señor que hacía ilustraciones personalizadas y tirando del club de fans y las redes sociales, conseguí fácilmente una imagen de referencia.

    Con todo eso hecho, guardé a Espeon en su pokéball, me eché el abrigo por encima y salí finalmente de la cabaña.
     
    Última edición: 1 Abril 2021
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    Hygge

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    Por suerte para Aleck solo bastó algo de luz y memoria espacial para regresar sobre nuestros pasos, rumbo de vuelta hacia la cabaña. Despedimos a Diona y a su familia asegurándole que comprobaríamos su estado a primera hora de la mañana. Mimi se había quedado dormida, acurrucada allí sobre mi hombro en mitad de mis caricias y con un cuidado absurdo la rodeé con mis brazos, procurando no despertarla. Akira me ayudó a sostenerla y la cargó entre sus brazos mientras le ajustaba el cierre de la chaqueta.

    No podía culparla. Había sido un día cargado de emociones, debía estar exhausta.

    Las luces de la cabaña estaban apagadas cuando llegamos y algo dentro de mí se comprimió al ser consciente de ello. Ninguno de los grupos habían llegado aún y la noche había caído, inexorable sobre nosotros. Sea lo que fuera que estaban haciendo les estaba tomando más tiempo del que debería pero de nada servía perder los papeles de nuevo. Debía confiar. Si nosotros habíamos sobrevivido a una trampa helada ellos lograrían hacerle frente a cualquier cosa.

    —Voy a llevar a Mimi a nuestra habitación —murmuré, dejando mi chaqueta sobre una de las sillas cuando las luces se prendieron. El calor de la cabaña se sentía reconfortante, como un refugio seguro o una burbuja aislada del mundo. Se sentía bien volver a casa después de un día arduo de trabajo como holders.

    Subimos las escaleras y abrí la puerta para permitirle el paso a Urshifu. El pokémon dejó a Mimi sobre su cama con cuidado y le ayudé a apartar las sábanas y quitarle las botas antes de arroparla. Estuve por dar media vuelta e ir a buscar mi ropa pero en su lugar me acuclillé, movida por un repentino impulso, y la vi dormir con aquella expresión de absoluta paz plasmada en el rostro. Se me dibujó una sonrisa ligera sin ser consciente de ello y le aparté un par de mechones rebeldes del rostro, dejándole un beso sobre la frente.

    Solo habíamos estado enfadadas un día pero me sentía tan aliviada de que todo hubiese regresado a la normalidad. Quizás teníamos nuestros roces, quizás nuestro orgullo era estúpido e innecesario pero Nikolah tenía razón. Al final del día nos queríamos, y terminábamos regresando junto a la otra.

    Ojalá estuviese allí para verlo.

    —Aleck —Al cabo de unos minutos me asomé en el pasillo, buscando al chico con la mirada. Había doblado mi pijama contra mi pecho junto a una toalla blanca—. ¿Crees que tengas más vendas? Me gustaría ducharme y cambiármelas de nuevo.

     
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    Zireael

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    Tuve que tragarme la carcajada al ver a Aleck revisando y revisando el kit, solo para darse cuenta que había dejado unas pocas paletas. La reacción nunca perdía su gracia, no iba a negarlo, quiero decir hasta entonces no le había sacado nada de encima a nadie que fuese a molestarse así que era más bien un remedo de broma que cualquier otra cosa.

    —Pues sí, pero no tenía gracia —respondí mientras lo veía guardar las cosas de nuevo—. Y sí, te digo que es como si me diera un chute de energía.

    Como fuese, quisiéramos o no ya iba siendo hora de regresar a nuestra cabaña y aunque hubiésemos querido que Diona fuese con nosotros, lo cierto es que no era lo que correspondía. Lo suyo era quedarse allí en el hogar temporal de su tribu, esperar su regreso y recibirlos junto con Rudy y sus padres.

    —Cinis está esperando afuera, no va a dejar que nadie más me lleve a rastrar.

    Acepté la mano de Aleck para incorporarme, el dolor ya no era tan insoportable, pero la verdad es que no me daba tampoco el cuerpo para caminar hasta la cabaña sin sentir que iba a palmarla o algo. Pensé en regresarle a Aleck su chaqueta, aunque solo iba a servir para que nos metiéramos en una discusión de quién debía quedársela así que me aguanté el impulso y me acerqué a Poochyena, para acuclillarme con cierta dificultad y dedicarle una última caricia.

    —Lo hiciste muy bien —murmuré y miré ambos Mightyena—. Todos lo hicieron muy bien.

    Nyx se incorporó al escucharme acercarme, bostezó y se coló bajo mi brazo para que me apoyase en ella cuando me levantara, que si no me iba de cara al piso. Me guió hasta afuera donde como había dicho Cinis estaba esperando a un lado de la yurta hecho un ovillo, levantó la cabeza y se acomodó para que subiera a su lomo, luego se incorporó. Cuando ubicó a Aleck se acercó, le echó una nube de brazas encima y de un empujón en el hocico lo obligó a caminar frente a él para poder mantener su calor en lo que llegábamos a la cabaña.

    —Casi me muero en este jodido bosque dos veces, más me vale recordar el camino, ¿no crees?

    Cuando llegamos a la cabaña ya estaba medio atontado por el calor de Cinis otra vez, aún así le di un par de golpes suaves en el costado para que me dejara bajar y una vez en el suelo él y Nyx entraron prácticamente corriendo, se echaron frente a la chimenea sin pensar en nada más. Cuando di el primer paso dentro de la casa sentí que me iba desplomar solo del alivio que me corrió por el cuerpo, aún así continué hacia el interior de la cabaña mientras me sacaba la chaqueta de Aleck de encima para dejarla remojando en agua fría, a ver si la mancha de sangre se le salía.

    Una vez hecho eso regresé sobre mis pasos y me eché en el sillón cerca de la chimenea.

    —Si a Aleck no le quedan creo que hay unas en mi maleta —dije dado que había escuchado la pregunta de Liza—. Porque nunca se sabe y eso.


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    Rider

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    Aleck Graham

    Para nuestras suerte el trayecto de regreso a la cabaña había sido tranquilo y sin complicaciones y con la ayuda de Cinis el frío casi no se sintió en el camino. Era un autentico alivio que los chicos supiesen como regresar a la cabaña, porqué perder en el bosque durante la noche ya no estaba entre mis planes futuros. Nos despedimos todos de Diona y al cabo de unos minutos ya nos encontrábamos nuevamente frente a la cabaña. El ligero alivio que sentí al ver nuevamente el lugar se esfumó al darme cuenta de el detalle que nos mortificó a todos.

    Todas las luces seguían apagadas. Nadie había regresado aún.

    Aquella labor rescate nos había tomado todo el día. Cuando todos los holders dejamos la cabaña no había absolutamente ningún luz encendida, evidentemente en aquel momento del día no era necesario, nadie había previsto que regresaríamos tan tarde. Y aun así, había conservado unas pocas esperanzas, esperanzas de que ellos ya estuvieran ahí, de que al abrir, Gen, Niko, Emily y los demás hubieran regresado antes que nosotros y ya estuvieran ahí, sonriendo, contándonos cómo les había ido.

    No había que perder la fe, eran personas mucho más capaces que nosotros, pero...

    Las palabras de Liza interrumpieron el silencio en la cabaña mientas encendían las luces del lugar. Asentí con la cabeza mientras la castaña se llevaba a la chica junto con ayuda de aquel Urshifu a su habitación. Mimi había caído en un profundo sueño. Era la segunda vez que la rubia se quedaba dormida primero que todos y necesitaba que alguien la cargase hasta su cuarto. Vaya Déjà vu. Mientras la castaña y su Pokémon subían las escaleras cargando con Honda redirigí mi atención al pelirrojo.

    — Te sugeriría que también fueras un poco a dormir; pero siendo que eres más necio que un niño pequeño y más inamovible que una montaña ni siquiera me voy a esforzar.— Remete aquellas palabras con una risa nasal mientras le ofrecía mi hombro al chico para que pudiese apoyarse mientras lo acompañaba al sillón de la estancia. Lo ayudé a que se sentara sobre el sofá para que pudiera seguir reposando. Ya hacía rato que había tomando las pastillas así que pronto podría empezar a moverse con algo más de facilidad.

    Me senté en el mismo sofá que él pelirrojo y dejé caer mi cuerpo con algo de pesadez. Hacía lo mejor que podía por mantener mi mente ocupada, pero ya estando en la seguridad de la cabaña era simplemente algo que no podía seguir ignorando. El dolor de cabeza se había estado acentuando, al punto de que comenzaba a resultar algo molesto. Recargué mi codo sobre el apoyabrazos mientras colocaba mi mano sobre mi frente, sobándola un poco para aliviar al dolor. No sabía con cara le reclamaba a los chicos que se dejaran atender si yo era igual.

    Escuché la voz de Liza al otro lado del pasillo, mientras lo veía sujetar una pijama y una toalla, a la par que Cay complementaba sus palabras. Al menos me hacía sentir bien que ya me tuvieran en cuenta cuando se trataba de seguir atendiéndolos, ayudaba a distraerme, pero no lo suficiente.

    —¿Huh? — musité mientras trataba de centrar mis ideas— ¡Oh, claro claro! Creo que aun me queda un paquete, pero si no es así, intercambiaré las paletas que me fueron robadas por unas cuantas vendas. — Le lancé una mirada de soslayo al pelirrojo acompañado de una amplia sonrisa —¡Ah! Y no lo olvides, desvenda tu brazo lentamente, no dejes que la caiga agua de demasiado caliente y procura no tallar mi fuerte sobre la herida o comenzará a sangrar de nuevo ¿de acuerdo? Yo mismo te equiparé con un brazo biónico después de eso.

    Concluí mis indicaciones con aquella broma nuevamente, alzando mi pulgar en señal de aprobación mientras la chica se marchaba a tomar un baño. Ahora solo quedábamos en el lugar el pelirrojo.

    — H-Hey...— llamé la atención del pelirrojo con algo de duda en mi tono— Lamento haber manchado la chaqueta nueva, no sabía que lo que estaba limpiando de mi frente era sangre y no sudor. —confesé algo avergonzado, soltando una par de risas entrecortadas.

    >> Como sea. Ahora ¿puedes explicarme que rayos fue todo eso con Mimi? Quiero decir, entendí la broma de la pareja y tal pero después de cierto punto siento que perdí el hilo de esa conversación. —Me crucé de brazos algo confundido al recordar aquel intercambio de palabras mientras interrogaba a Cay con el tema— No estoy seguro de si es que yo tengo un concepto de familia distinto al de los demás...Después de todo, llevo algo de tiempo sin familia.

    Un risa sin gracia se me escapó ante mi ultimo comentario. Aun cuando ya había pasado tiempo desde que había dejado mi hogar, realmente sentía que llevaba siglos desconectado de mi propia familia. Mi propia sangre. Tomé de mi mochila aquella cantimplora que siempre cargaba conmigo y le di un trago. Ya no sabía si para tratar de olvidarme el dolor de cabeza o por mera resignación, además beber en frente del pelirrojo no me preocupaba después de lo que habíamos bebido la noche anterior.
     
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    Zireael

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    Luego de haber hecho lo de la chaqueta Aleck me había prestado su hombro para apoyarme y la verdad ya no tenía mucha energía para negarme, así que solo acepté el gesto con todo y regañina incluida a la que si acaso respondí con un sonido afirmativo. Cuando ya estuvimos los dos en el sillón lo escuché responderle a Liza, al parecer todavía le quedaban vendas y si no que se cobraba las paletas robadas con las que yo tenía en la maleta, cosa que era justa.

    Terminadas las indicaciones para Liza me llamó con tono dudoso, haciendo que girara el rostro para mirarlo. El idiota en serio se estaba disculpando por la mancha cuando a mí me importaba más que estuviera vivo, porque bien podía haberle pasado algo peor que lo que sea que le hubiese abierto la frente.

    —Es una chaqueta, Al, si la mancha no sale se compra otra. Si te hubieras abierto el cráneo no te podemos comprar otra cabeza, así que no te preocupes por estupideces —respondí junto a una risa floja.

    Luego soltó la pregunta de lo de Mimi, haciendo que suspirara con cierta pesadez. Ya no no sabía si esta que este chico era inocente a tal punto o directamente era denso, ya estaba dicho que él no era el intelectual del trío precisamente, pero es que esta cuestión ya rozaba lo increíble ciertamente. Bebía como puto cuarentón pero iba y no entendía los dobles sentidos.

    Aún así lo primero que hice antes de responderle, porque tampoco iba a dejarlo con la duda, fue estirar la mano y quitarle la cantimplora para pegarle un trago también. Por un segundo pensé en quitársela para que no bebiera, pero la verdad es que después de todo lo que habíamos pasado pues tampoco podía dármelas tanto de santurrón. No era la mejor de mis ideas estar revolviendo medicamentos con esa mierda, pero si no me había matado el bosque tampoco pues que le dieran a todo lo demás.

    Después de eso me las arreglé para subir las piernas al sillón y girar el cuerpo en su dirección para poder hablarle mejor sobre todo porque había soltado así nada más lo de que llevaba un tiempo sin familia. Arrugué un poco los gestos por el esfuerzo, pero nada del otro mundo.

    —Que Mimi no nos creyó una mierda, eso fue lo que pasó. Así que luego la conversación se desvió totalmente hasta llegar a insinuar que si tan cercanos éramos, pues te podía pedir otra clase de favores. —Le pegué otro trago a la cantimplora antes de regresársela—. Favores sexuales pues, pero no te preocupes, defendí nuestro honor.

    ¿Y así tan pancho lo soltaba? Pues no me quedaba de otra, si me ponía muy tiquismiquis con qué cara iba a decir que era el responsable de este idiota que parecía tener el cerebro de un niño de siete años.

    —No tienes ningún concepto de familia distinto, enano, eso te lo puedo asegurar. Así que no te comas la cabeza por eso, ¿de acuerdo? —Le dediqué una sonrisa ligera y estiré la mano para picarle la mejilla—. Quizás no compartamos la misma sangre, pero eres mi familia y por rebote mi familia es tuya. Debería llevarte a dar una vuelta a casa cuando volvamos a Gérie, ¿qué dices?


    im s o f t

    dejaré esto por aquí cuz me metió el mood (?
     
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