Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Tema en 'El cuento de la doncella y la flor de cristal' iniciado por Hygge, 18 Noviembre 2020.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Cayden Dunn

    ¿No podía comportarse en su vida? En apariencia no, porque bien podía justificar su reacción con el hecho de que Liza había hecho de madre o de hermana mayor al sacarle el vaso, pero la verdad es que cualquier ser humano con dos malditos dedos de frente y que la conociera y se preocupara por ella lo suficiente lo hubiese hecho. Yo mismo lo habría hecho si tuviera tan solo un par de líneas de confianza con ella, pero no había sido el caso.

    Y ahora me alegraba.

    Esa gente debía estar desgraciada, solo atraían problemas.

    ¿Qué maldita necesidad había de buscar herir con las palabras de esa manera? Había sido un trago y un reto, no le había insultado a su madre, pero había respondido como si lo hubiera hecho y la verdad había bastado esa sola reacción para que terminara de decidirme. Lo cierto es que estaba hasta los cojones de todos y ya mucho me había forzado a fingir que no.

    Me levanté del brazo del sofá, me volví a llenar el vaso y le dirigí una mirada de soslayo a Liza, no había mucho en el gesto, solo quería comprobar su reacción más que nada antes de irme. Ya me jodería a mí que mis amigos cuestionaran mi integridad por una mierda de ese calibre, como si no hubiese hecho cosas más cuestionables ya de por sí que quitarle el trago a alguien.

    —Aleck, la próxima vez que cualquier rubia te pida que le prepares un trago mejor dile que no aunque te cueste algo de la ropa que llevas encima —escupí de mala gana, aunque el malgenio no estaba ni de broma dirigido a él. Todo rastro de tranquilidad que tenía se esfumó tan rápido como apareció—. Te aseguro que le harías un favor al mundo, enano.

    Me bajé un trago del whisky antes de seguir caminando y hablarle un poco al aire, para el resto.

    —Buenas noches.

    Me retiré a las habitaciones, si me iba a terminar mi trago lo iba a hacer en la tranquilidad que solo otorgaba no estar revuelto con la gente.
     
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    Hygge

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    Liza White

    Todo sucedió a una velocidad vertiginosa, me golpeó con contundencia y a pesar de tener los sentidos medio embotados, las palabras de Mimi me alcanzaron con tal fuerza que me borraron la sonrisa de cuajo. No supe en qué momento había dejado de ser un juego. Se suponía que era uno de nuestros estúpidos tira y afloja no... lo que fuera eso. Era obvio que nada de lo que decía o hacía debía tomarse en serio, si acaso solo una preocupación genuina que ella misma había propiciado pasándose con la bebida horas antes.

    Sentí que me arrancaba el aire de golpe con cada puñalada. Golpe bajo tras otro. Me había tocado los ovarios hacía poco más de una hora pero jamás se me hubiese ocurrido arremeter contra ella de esa forma. Jamás heriría a alguien que quería de manera intencionada, no así, sabiendo que estaba jugando con algo delicado, y quizás fue esa realización la que me ensombreció el rostro cuando destrozó el trenzado y se largó de allí, dejándome estaqueada en el sitio.

    Supongo que yo también me equivoqué contigo.

    Sentí la mirada de Cayden poco después. Fue gracias a él que noté cómo el ambiente distendido se había disipado y esta vez para no volver. Me obligué un poco a despejar la bruma en mi cabeza cuando nos despidió, a ignorar el ardor en mis mejillas y detrás de mis cuencas y alcancé el vaso de whisky en silencio.

    Ni siquiera fui capaz de mirarles.

    —Lo siento. Fue culpa mía —me disculpé. No creía haber hecho nada malo como tal pero sí que me sentía culpable por ellos. Por arruinarles la noche de esa forma. Les dediqué una sonrisa pequeña, apenada, antes de posar mi vista en Aleck—. Te prometí unas navidades bonitas. Siento no haber sabido cumplirlo, cariño.

    Me acabé el contenido del vaso. El ardor pareció distraerme por un instante de la pesadez que sentía, de cientos de pensamientos de mierda que Honda había traído de vuelta y que no necesitaba escuchar ese dia. Si de verdad merecía la pena desvivirse por los demás. Si siquiera me necesitaban. No parecía ser el caso.

    Quizás Mimi solo había sido la primera en exponer en voz alta lo que el resto había pensado siempre, pero que no se habían atrevido a decir hasta ahora.

    Vaya.

    Me dejé caer sobre el sofá, posando la vista en el techo. De nuevo volvió a salir esa risa de mierda que no venía a cuento. A esas alturas reía por no llorar.

    >>Creo que el sillón no es un lugar tan malo para pasar la noche. ¿Veis? —señalé al castaño al otro lado del sillón, durmiendo plácidamente—. A Ian parece gustarle.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mimi Honda

    Subí pesadamente las escaleras hasta el cuarto y cerré la puerta tras de mí nada más entrar. Sin encender la luz caminé a oscuras hasta mi bolso y extraje un pequeño frasquito traslúcido.

    Bingo.

    Ni siquiera sabía el nombre pero conocía perfectamente lo que hacía. Me medicamento prescrito por mi terapeuta en Sinnoh.

    Abrí el frasco y su cierre de seguridad, me eché un puñado en la palma de la mano y me las tragué sin pensar ni vacilar un segundo. Ayudaban a serenar mi mente cuando todo estaba demasiado enredado en mi cabeza. No era como si fuese la primera vez que las tomaba. Control de la ira, control de impulsos, bla, bla, bla.

    Calmantes en definitiva.

    Cerré el frasco y volví a guardarlo en su lugar. La luz que se colaba por la ventana era tenue, platina, apenas lograba dibujar el contorno de los muebles y los objetos circundantes. Las voces del salón apenas me alcanzaban allí, ahogadas, como si estuviera tras un grueso vidrio. Me dejé caer de espaldas sobre una de las camas y mi cuerpo rebotó ligeramente sobre el colchón por el impacto.

    "¿Por qué me molestó? ¿Ni siquiera te lo imaginas? Un bote de salsa picante, sabes que por orgullo lo hubiera hecho. Me lo hubiera comido entero... ¿y luego qué? Solo querías verme hacer el ridículo frente a todos porque me tomé el vaso que me quitaste, como si fuese un bebé al que hay que castigar. ¿O de verdad esperas que me crea que fue un reto sin segundas intenciones? No soy una niña aunque a veces actúe como una"

    Me eché el antebrazo sobre los ojos, mareada. Ya fuese por la concentración de alcohol en mi sangre como por la brusquedad con la que había tomado el medicamento, lo cierto es que incluso sentía naúseas. ¿Alcohol y medicinas? Qué buena combinación. Bueno, así morían las grandes, ¿verdad? Después de detenerme un instante y entender lo que había hecho allí abajo, quizás era un final apropiado.

    Miserable.

    "Si quieres ayudarme solo dímelo. Nos hubiéramos ahorrado todo este circo sin sentido si tan solo me hubieras dicho que no querías que bebiera más. Lo hubiera entendido. ¿Pero quitarme el vaso sabiendo lo orgullosa que soy? ¿Qué esperabas que ocurriera? ¿De verdad piensas que podía salir bien? Me conoces mejor que eso."


    Inspiré profundamente llenando al máximo mis pulmones y exhalé despacio hasta casi vaciarlos por completo. Era un desastre, no había mentido cuando lo dije. Era un completo desastre como ser humano y era perfectamente consciente de ello. Tenía un genuino pánico a estar sola... y sin embargo siempre terminaba alejando a las personas que quería de una y otra forma.

    Porque era esa perra egoísta y estúpida.

    Solté una risa sardónica por la nariz.

    ¿Qué pintaba ahí, de todas formas? ¿Entre toda esa gente? No encajaba con los chicos de Gérie. Solo les arruinaba constantemente las vacaciones con mi carácter pésimo y mi poquísima paciencia. Lo había escuchado, por supuesto. Había oído a White pedir disculpas y a Cayden despedirse y largarse del salón. Y lo peor de todo es que había lastimado a Liza a consciencia porque había querido y sabido cómo hacerlo.

    Había convertido mis palabras en veneno corrosivo y se lo había escupido a la cara.

    Y eso era... asqueroso.

    Repugnante.

    "No soy una persona fácil de tratar. Lo sé de sobra. No tengo filtro cuando estoy molesta, no mido mis palabras, y digo un montón de mierdas sin pensarlas realmente."

    Mi mente empezaba lentamente a nublarse, a diluirse y los párpados me pesaban como rocas de granito. Lo último que vieron mis ojos antes de cerrarse por completo fue mi maleta, en un rincón, tenuemente iluminada. No escuché nada más, solo ruido blanco. Pero un último pensamiento cruzó mi mente antes de que todo se volviera negro.

    "Por eso me iré mañana"

    Yo debería estar durmiendo que hago llorando a las cinco (?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Después de quitarle la zapatilla a Liza, me había quedado jugueteando con ella mientras aprovechaba el calorcito que la chimenea otorgaba a mi posición. El ambiente había logrado esta relajado de nuevo, con los retos y verdades de los demás, y eso me alivió bastante. No me inmuté cuando Nikolah dijo lo del cuerpo porque a esas alturas de la vida, seguro que no era para nada aquello que a todos pareció escandalizar. Tuve razón.

    Tampoco me pareció buena idea que la estúpida de Mimi pidiese otro jodido cóctel, a decir verdad, pero estaba un poco cansada. Yo apenas había bebido una copa antes de cenar y hacía mucho que su efecto había desaparecido, así que supuse que sería efecto de que era tarde y la somnolencia que el calor del fuego creaba. Sea como fuere, no hice nada porque si Mimi era tan irresponsable de no saber controlarse aun cuando claramente la había liado apenas unas horas antes por un par de copas... pues allá ella, sinceramente, no podíamos estar detrás para cuidarla todo el rato como si no fuese lo suficientemente mayor para tomar sus decisiones y afrontar las consecuencias.

    Liza no pareció pensar igual, porque le arrebató la copa de las manos, y eso, de alguna extraña manera que no entendía, había molestado enormemente a la rubia. ¿Y soltarte todas esas mierdas a la pobre chiquilla que lo único que había hecho había sido preocuparse por tu saluda? Eso era bajo e innecesario hasta para Mimi, y la verdad es que no lo entendía en absoluto.

    Me levanté de la alfombra con un suspiro y me acerqué hacia el sillón donde Liza se había sentado, colocándole la zapatilla con delicadeza.

    —Lo siento, Lizzie, no entiendo qué le pasa a Mimi pero no tenía derecho a decir esas cosas, mucho menos delante de todo el mundo. No creo que tenga razón, por cierto —murmuré, acuclillada delante de su posición—. No te voy a obligar, pero puedes dormir conmigo si quieres. Podemos compartir una cama sin problemas, ¿sí~? No te cortes, ven cuando te apetezca.

    Me incorporé después de aquello y me incliné para depositarle un beso sobre la frente. Quizás no fuese la mejor de las ideas dejarla sola, pero pensé que necesitaría un tiempo para tranquilizarse y poner sus ideas en orden.

    Me giré entonces hacia Ian y volví a inclinarme, soplando ligeramente sobre su nariz hasta lograr despertarlo.

    >>Eh, Lockhart, tengo tu reto: dormir en una cama normal durante toda la noche, ¿crees ser capaz de hacerlo?

    Recuperé un poco de diversión al decirle aquello, incluso llegando a sonreírle con gracia en lo que lograba desperezarse de la siesta que se estaba echando. No le di tiempo a responder, la verdad, lo enganché de la mano y prácticamente me lo llevé hacia la habitación como un niño pequeño.

    >>Buenas noches, chicos~ —canturreé, despidiéndome con la mano de los jóvenes que aun quedaban en el salón.
     
    Última edición: 10 Marzo 2021
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    Rider

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    No era propiamente capaz de explicar todo lo que había ocurrido, había sido tan...fugaz, podría jurar que todo había sucedido en el transcurso en el que me había sentado nuevamente en la alfombra y retornaba mi vista al frente, pero las palabras, las miradas, casi sentía que hubieran durado una eternidad.

    Las cosas que dijo Mimi, la expresión de Liza, llegaban a un nivel surreal ¿Cómo había ocurrido todo esto? Hacía tan sólo un par de segundos todo parecían risas y juegos, un ambiente agradable lleno de jubilo y amor, pero tras la partida de Mimi, todo se ensordeció, todo se desvaneció como la niebla por la mañana a los primeros rayos del sol. No conocía a Mimi, tan sólo llevaba pocas horas tratando con ella, tal vez era por eso que no era capaz de entender que la podía orillar a decir tales cosas.

    Ninguno de los presentes rompió el silencio, hasta que el propio Cayden se puso de pie y soltó un par de palabras para mí.

    Aleck, la próxima vez que cualquier rubia te pida que le prepares un trago mejor dile que no aunque te cueste algo de la ropa que llevas encima. Te aseguro que le harías un favor al mundo, enano.

    — P-pero yo...yo no quería- no trataba...— Lo intentaba con todo mi ser, pero las palabras simplemente no salían, no era capaz ni siquiera de estructurar una oración en mi mente, no era capaz de expresarles a todos cuanto sentía haber detonado esto.

    ¿Por qué no desapareces, Aleck? Te aseguro que le harías un favor al mundo.

    Sabía perfectamente que esas no eran las palabras del pelirrojo, pero no podía dejar de asociarlas con esas cosas horribles que escuchaba en casa y en la escuela, así cómo no podía dejar de culparme por esto, por todo. Si tan sólo no hubiera elegido reto, si tan sólo hubiera preferido quitarme una prenda, si tan sólo me hubiera cortado un dedo en la cocina, si tan sólo me hubiera negado, ¡por Arceus, sin tan sólo la estúpida botella hubiera girado un poco más! ¡Si tan sólo no hubiera traído el maldito alcohol a este viaje! Hubo tantas manera de evitar esto, tuve tantas oportunidades no cometer un de mis acostumbradas imprudencias. Yo no era la pólvora, sólo era la jodida colilla de cigarro que alguien olvidó apagar en la fabrica de petardos.

    Las palabras serias de Cay, ese seco "Buenas noches" fueron como una breve cubetada de fría realidad.

    — ¿H-Hermano?— Apenas si pude alzar un poco la mirada y mi voz, pero cuando miré en aquella dirección, era tarde, el pelirrojo ya no estaba. Giré lentamente en dirección a Liza, nuestras miradas se cruzaron por unos instantes. Por Arceus, dolía, dolía sólo mirar. No solo era capaz de sentir todo el dolor que White estaba experimentando, también podía sentir miles de agujas entrándose en mi piel, era la culpa, la culpa de pensar que tal vez esto no hubiera pasado si los Gérie no hubiéramos venido, si yo no hubiera estado aquí.

    "Santa no le traerá nada a niños cómo tú...¡No mereces una feliz navidad!

    A cada segundo que pasaba lo podía confirmar, tenían razón, todo el tiempo la tuvieron.

    >> L-Liza...yo no intentaba- de verdad, yo no...— Aun seguía en un estado catatónico, confundido, ¿Cómo había podido salir todo tan mal? Quise encontrar una palabra, cualquier palabra que pudiera expresar cuanto lamentaba todo lo ocurrido, como lamentaba haber arruinado la navidad dos veces en una misma noche, pero ni siquiera era capaz de poner mis pensamientos en orden.

    Con mucho esfuerzo y tambaleos, pude aferrarme de uno de los apoyabrazos del sillón y ponerme en pie, tomé nuevamente mi vaso y alcancé la botella que se encontraba a un costado, mis manos y rodillas temblaban, un par de gotas de Whisky se derramaron, pero pude servir el resto de mi bebida sin hacer un desastre. Volví a colocar la botella en el suelo con mucha delicadeza, procurando que un uno de mis movimientos brusco las fuese a dejar caer.

    Por unos instantes miré el fondo del vaso, distante, oscuro, sabía que el alcohol había causado todo esto, y era evidente que el mismo alcohol no lo iba a solucionar, pero... ¿Qué más podía hacer? Sin meditar más el asunto, comencé a beber de manera apresurada el liquido, casi logrando acabarme todo el contenido en solo dos tragos. En cuanto separé mis labios de vaso, no pude evitar toser violentamente, traté de cubrirme con el antebrazo, pero el ruido era inocultable, pero al menos había funcionado, mis temblores se habían esfumado y el ardo que atravesó mi cuello me hizo sentir que podía hablar nuevamente.

    Jadeé un poco tras aquel ataque de tos, lentamente fui inhalando un poco de aire, hasta que todo salió en un pesado suspiro. Cuando recobré el sentido y miré a mi al rededor, sólo para encontrar a la castaña tumbada en el sillón, mirando hacia el techo, para seguidamente señalar a Ian y cómo parecía estar cómodamente dormido, no pude evitar soltar un pequeña risa nasal ante tal escena.

    — Parece que nada es capaz de perturbar el sueño de este chico ¿Eh? — Dije, con una leve sonrisa mientras me volvía a sentar en la alfombra, con mi espalda recargada en el sillón contrario, quedando justo enfrente de la castaña. — Liza, de verdad, de verdad lo lamento, tenías razón no debí traer estas cosas, y en el fondo...—Solté una breve risa sin gracia antes continuar.— supongo que sí bebo sólo para tratar de olvidar las cosas, como si nunca ocurrieran, en serio lo lamento.

    >> Pero hey, no tienes porqué dormir en uno de estos sillones, puedes dormir en nuestra habitación, estoy seguro que a Cay no le molestará, o en la de Emily, siendo que es probable que Ian no la necesitará ¿O sí? — Sonreí mientras miraba cómo el castaño roncaba cómodamente. — ¿También te quedaras esperando la llegada de Santa, Liz?

    En serio ¿Qué rayos acaba de pasar? (?
     
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    Hygge

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    Poco a poco los chicos fueron marchándose del salón y la noche llegó a su fin. Noté varias miradas encima pero no les di demasiada importancia; si había decidido beber aquella noche era para no pensar más, y prefería mantenerme en esa especie de pseudo-letargo todo el tiempo que hiciese falta.

    Al menos hasta que dejase de doler como tal.

    —Gracias Em~ —canturreé por lo bajo cuando noté que me colocaba la zapatilla en su lugar, el antebrazo cubriéndome el rostro aún. Giré el rostro al escucharla hablarme y solté una pequeña risa, negando con la cabeza—. Prefiero quedarme a esperar a ese gordo rojo, seguro será divertido.

    En el fondo sabía que había declinado su oferta porque incluso estando ebria me sentía culpable, pero lo mandé al fondo de mi cabeza junto a las palabras de Mimi, resonando incansables en algún rincón de mi mente. Quizás lo que más me dolía de todo era que se lo hubiese tomado personal. Quizás no me conocía tanto como creía. Qué más daba ya.

    Seguí los movimientos de Aleck en silencio. Se le notaba terriblemente culpable por... ¿por qué razón realmente? No había hecho nada. Le dediqué una sonrisa algo vaga, mirandole de soslayo. Santa no me quitaba el sueño, pero podía seguir con el teatrillo un poco más. Suficiente drama por un día.

    —¿Por quién me tomas? Esperaré en primera fila. Niko y Yukio nos reservaron los asientos, ¿verdad? —Mi mirada se posó en el rubio por primera vez desde todo lo sucedido, manteniendo la sonrisa—. Tenemos que preparar las galletas para Santa y la leche para los renos.

    Tomé impulso hacia atrás y me levanté de un salto. Mala idea, porque el mundo me dio vueltas de repente y tuve la necesidad de sujetarme del respaldo por un momento. Se me escapó una risa baja. Definitivamente me había pasado un poco con la bebida. Caminé hacia donde Aleck se encontraba y me subí de rodillas al sillón, rodeando al chico por el cuello para atraerlo hacia mí. No pensaba realmente lo que hacía desde hacía bastante rato, pero al menos aquella vez no estaba metiendo la pata. Creo. Yo ya no sabía nada.

    Apoyé la mejilla sobre su cabeza, cerrando un poco los ojos.

    —Tomar alcohol por primera vez es extraño. Te hace decir y hacer cosas que ni de coña harías en otro momento. Es toda una experiencia, ¿huh? —Me encogí de hombros sin más. Le estrujé un poco entre mis brazos, con el mismo tono liviano de antes—. Con suerte mañana nos despertamos sin acordarnos de nada o en su defecto nos da un coma etílico. Lo que pase primero~.

    No más drama en mi guardia bitches, tengo un título en softología y no me da miedo usarlo
     
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    Rider

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    Emily se había puesto de pie nuevamente tras todo el incidente, no pronunció mucho al respecto, se acercó a Liz para consolarla por un momento mientras le colocaba la zapatilla nuevamente y después de eso, se llevo a rastras al pobre Ian hasta su habitación para que pudieran dormir y se despidió.

    — Descansen, señores. — Me despedí con un simple y algo torpe gesto de mano. — Y en serio, lo lamento...— No podía dejar de disculparme, Emi había sido quien me había ayudado cuando toda la situación de Mimi encima mío ocurrió, y ahora que había visto que había cometido la misma estupidez de darle a la rubia otro trago. Hombre, a este paso los de Galeia no van a querer verme ni en pintura.

    Bueno, no todos. La castaña aun no se marchaba, de hecho, parecía que realmente tenía intenciones de quedarse hasta la llegada de Santa, junto con Niko y Yukio. Pobre chiquitín, tenía ya bastante rato sin verlo, seguro que se había ido a esconder por todo el ruido o a robar algo de la cocina. Le dedique una sonrisa escondida a Liza, realmente no estaba seguro cómo es que no me odiaba después de todo esto, pero en fondo, saber que no lo hacía me hizo sentir mejor.

    La castaña se puso de pie cómo pudo desde su sillón, se le veía bastante mareada, y no era para menos, primera vez bebiendo y ya estaban excediendo los niveles, pero al menos parecía que se podía mantener en pie, yo para este punto ni siquiera podía sentir mi cara. La chica como pudo se levantó de su asiento y caminó hasta colocarse en el sillón que se encontraba a mis espaldas, rodeó mi cuello con sus brazos, el cálido tacto humano me hacía olvidar la penas, me hizo darme cuenta cuanto tiempo había pasado desde la ultima vez que había recibido un abrazo, y lo mucho que los disfrutaba.

    Mientras la chica colocaba gentilmente su mejilla sobre mi melena, yo tomé lentamente uno de su antebrazos que rodeaba mi cuello con mi mano, a una manera de corresponder el gesto, y con un poco de suerte, transmitirle las paz que ella me transmitía a mí, o tal vez, sólo era un intento desesperado de que no me soltara.

    —Tomar alcohol por primera vez es extraño. Te hace decir y hacer cosas que ni de coña harías en otro momento. Es toda una experiencia, ¿huh?

    ¡Y que lo digas! Es todo un brebaje raro, a veces actúa como suero de la verdad, a veces como somnífero. Aun con mi par de años de experiencia, no deja de sorprenderme. — Contesté a la chica, mientras soltaba una risa nasal.

    —Con suerte mañana nos despertamos sin acordarnos de nada o en su defecto nos da un coma etílico. Lo que pase primero~. Agregó la castaña mientras apretaba con un poco más de fuerza, la manera en que estaba manejado la situación realmente me tranquilizaba, incluso hacía que sintiera la confianza de bromear un poco.

    — Oye, la idea del coma etílico no suena mal ¿Eh? Nunca he estado en un hospital. — Solté un par de risas, tal vez a causa del comentario sin sentido, tal vez a causa del alcohol.

    >> ¿Liza? —Pronuncié para tratar de llamar su atención — . No fue tu culpa...Si hay alguien a quien deberíamos señalar como culpable, tal vez sea a mí, pero...— Interrumpí mientras jugueteaba un poco con el vaso. — De verdad, estas han sido unas lindas fiestas.

    La chica no podía verlo, pero mientras apretaba con más fuerza su antebrazo, había una sonrisa genuina dibujada en mi rostro al pronunciar esa frase, y tal vez un par de lagrimas que contuve con todas las pocas fuerzas que me quedaban.

    SOFTNESS HERE WE COME (?
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Nikolah Cruz

    Pestañé perplejo. Todo había pasado demasiado rápido. Había explicado la historia sobre el cuerpo muerto debido a que la mayoría se había asustado, a pesar de que no era nada del otro mundo, y después de eso, Liza le arrebató el trago a Mimi, se bebió la mitad, luego la retó a beberse una botella de salsa picante. Sinceramente, los desafíos comenzaban a volverse bastante peligrosos. Y Mimi reaccionó bastante mal, le arrebató el vaso a Liza, se tomó la otra mitad del trago, espetó algunas cosas sobre que yo la había rechazado, y luego desarmó su trenza y arrojó la gomita al suelo. ¿Qué había rechazado qué? No recordaba haberlo hecho. Tal vez lo dormir juntos, pero eso se había solucionado. ¿Tanto desastre por eso? Pero si incluso Mimi dormía con Liza, supuestamente.

    — ¿Ven? Por eso no había que jugar a la botella —mencioné, con tono severo.— Lo bueno es que ningún asesino vino hasta la cabaña. Aún.

    Nadie me escuchó, pues parecían estar intentando procesar todos los eventos. Yo ya me había rendido con eso. Si estábamos jugando a un juego nuevo, la verdad es que no lo entendía. Me encogí de hombros, mientras podía ver como Cayden se iba hacia las habitaciones, seguido prontamente de Emi e Ian. Nos quedamos solamente Yukio, Aleck, Liza, y yo. Este último parecía estar viviendo en un derrotero, pues no dejaba de disculparse una y otra vez. Liza también se estaba disculpando. ¿Era ahora un juego de las disculpas? Estaba demasiado dormido como para hacer sinapsis, se ve.

    Liza luego se dirigió hacia mí, sonriendo, diciendo que se iba a quedar a esperar a Santa conmigo. Le dediqué una sonrisa radiante, pero luego, sus palabras hicieron que mi rostro pasara a uno de urgencia. Me incorporé de un salto, lanzando al pobre de Yukio por los aires.

    — ¡Las galletas y la leche! —exclamé, y salí raudo hacia la cocina.

    ¿Cómo me había olvidado de eso? La parte más fundamental para atrapar al gordo no podía faltar. Llené prontamente un vaso, y luego tomé varias de las galletas que habían quedado en la cocina y las puse en un plato. Preparé de manera rápida una bandeja para llevar todo hacia el estar, y lo dejé sobre una mesita. Listo, la trampa estaba preparada. A ver si aparecías, deslizachimeneas.

    Sin embargo, las constantes disculpas de ambos, en especial de Aleck, hicieron que frunciera el ceño. Hasta cuando se iba a disculpar el niño. Parecía como si hubiera cometido treinta y ocho crímenes uno detrás del otro. Al menos, si coincidía con lo último que había dicho.

    — Ya basta con las disculpas, parecen discos rayados —les dije, girando la cabeza para verlos.— Si las gastan tanto, después no van a tener valor. Además, no es culpa de nadie. Estoy seguro que todo lo que ocurrió es por el cansancio, los nervios, el estrés, el alcohol y el sueño. Así que nadie de acá tiene la culpa. Y si vamos a empezar con una cadena, el que inició todos los problemas fui yo, y no me ando disculpando cada dos por tres. Las peleas ocurren en las mejores familias, y somos eso, una familia. Y pudimos celebrar la Navidad con una rica cena todos juntos, riendo y hablando sin preocupación. Y mañana, tendremos regalos, en especial si logro atrapar a Santa. Me debe como diez años de presentes.

    Volví mi vista hacia la chimenea.

    >> Pueden quedarse a esperar conmigo si quieren. Si no, puedes dormir en mi cama, Liza. Duermo con Dante, así que no habría problemas. No es muy cómodo dormir en un sillón —me quedé un rato pensando.— Bueno, al menos no para alguien de mi tamaño.

    Solté una risotada, y me acosté sobre el suelo, esperando la llegada del gordo rojo.
     
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    Hygge

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    Liza White

    Noté su intento por devolverme el abrazo y reímos al unísono cuando soltó aquel comentario sin sentido, aún cuando ni gracia tenía realmente. Estábamos un poco con la risa floja, al parecer. Los engranajes de Nikolah se habían puesto en marcha cuando mencioné la trampa anti-santas y salió disparado hacia la cocina, alargando un poco más la gracia. Ya me fue imposible contener la carcajada al ver que Yukio había terminado pinchado en la alfombra, sobre su vértice. El enano refunfuñó un poco mientras se erguía y se marchaba frente a la chimenea pero ninguno lo tomábamos en serio sobrios, menos ahora.

    Acaricié un poco la cabellera castaña de Aleck cuando le escuché pronunciar mi nombre, secando las lágrimas de la risa para intentar tomármelo un poquitín más en serio. Se había disculpado mil veces, sí, pero saber que no habían sido tan horribles las vacaciones para él me hizo feliz. Era bueno saberlo. Para ese entonces Niko había regresado y nos reprochó por andar culpabilizándonos de esa forma.

    —Ya lo has oído, ¿cierto? —le dije al chico desde arriba, picándole la mejilla—. Nada de disculpas por el resto de las vacaciones. Órdenes de arriba —Ladeé la cabeza hacia el rubio, sintiendo mi cabello cosquillearme las mejillas desde mi lugar. Fruncí ligeramente la nariz—. ¿A nadie le gusta su cama o qué? ¡Quiero quedarme aquí, ya lo he dicho! No hay vuelta atrás.

    Un agradecimiento estaría bien al menos, qué se yo, tampoco se me pasó por la cabeza como muchas otras cosas. Saqué el videomisor cuando la bombillita en mi cabeza pareció parpadear un poco, al menos dio una señal de vida o algo, y me incliné un poco más hacia Graham para enseñarle mi muñeca. En la pantalla estaba seleccionando varias canciones.

    —¿Sabes qué otra cosa nos faltó, ahora que solucionamos lo de las galletas? —Bajé la voz cerca de su oído, como si fuese secreto de Estado, y volví a dejar escapar el aire por la nariz, irguiéndome de vuelta—. ¡Los villancicos! ¿Qué Navidad que se precie no tiene villancicos, Aleck?

    ¿Iba a poner música a las dos de la mañana cuando nadie andaba de humor en esa cabaña? Iba a poner música pero al menos la neurona me dio para ponerla relativamente bajita. Al menos esa decencia me quedaba. Lo estrujé un poco de nuevo antes de soltarlo y pillar una botella de agua vacía, como si fuese un micrófono o vete tú a saber qué, y de un saltito me senté en el respaldo del sillón justo cuando la canción daba comienzo. No era una mala forma de acabar la noche. Había puesto una lista cualquiera pero cómo no, tenía que haber salido esa.

    Contuve el aire en un intento por parecer centrada en lo que hacía. Fallé estrepitosamente, cabe destacar.

    I don't want a lot for Christmas... —Teniendo en cuenta que no sabía cantar y que a duras penas contenía la risa, debía ser bastante gracioso de ver. Adiós a mi sentido del ridículo. Me incliné hacia atrás, acercándome la botella a los labios—. There is just one thing I need...

    Desde allí le extendí el "micrófono" a Aleck, sonriéndole con cierta complicidad. ¿Quién no se sabía esa canción, por amor a Arceus?

    Venga, cielo. Ya no nos queda nada más que perder.

    Mataría por ser Nikolah en este momento ayuda
     
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    Rider

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    De un segundo a otro, toda la vidilla en la cabaña había regresado, ahora había bastantes risas, las luces volvían a brillar con la misma intensidad de siempre y el ambiente se sentía de nuevo feliz. Incluso la repentina epifanía de Niko al percatarse de que le hacía falta un elemento esencial para su captura del viejo de rojo disipó por completo cualquier atisbo de incomodidad o culpa en el lugar, al punto de reír a carcajadas sin mayores preocupaciones, tanta que hasta unas cuantas lagrimas se habían escapado de manera involuntaria.

    Pobre Yukio, de verdad que nosotros éramos la peor parte de su trabajo, pero verlo andar con esas patitas y esos pucheros que hacía, vamos, era adorable no importara lo que pasara o lo que hiciera.

    El rubio regresó de la cocina con una bandeja de abundantes galletas y leche, todas parte de su plan maestro para asaltar al barbón de Santa, para posteriormente reclamarnos un poco acerca de nuestras constantes disculpas, para ser honestos, sí que debía ser algo cansino escucharme repetir lo mismo una y otra vez, pero estaba claro que no era algo intencional. Antes de que pudiera pronunciar cualquier palabra al respecto, sentí cómo con un dedo la castaña picaba la mejilla con cierta delicadeza, a manera de reafirmar las palabras de Niko.

    — Está bien, está bien. — Contesté con una sonrisa aliviada — . No habrá más disculpas hasta el final de la vacaciones...O hasta que cometa un crimen de verdad, lo que pase primero. — Agregué en un tono de broma.— Bueno, esta decidido entonces, haremos guardia hasta que Santa llegue o salga el sol.

    La idea realmente me agradaba, quedarse despierto hasta la mañana, sólo disfrutando de la noche. Instantes después, la castaña parecía estar toqueteando su videoemisor, para posteriormente mostrármelo, o mejor dicho, mostrarme algo en la pantalla.

    —¿Eh? ¿Qué pasa? — Cuestioné curiosos ante el movimiento de Liza, aunque mi vista estaba un poco borrosa y no lograba distinguir del todo las letras en la pequeña pantalla, podía jurar que se trataba de una lista de reproducción de música. La chica entonces inquirió sobre que más hacía falta para completar el combo navideño de estas vacaciones. En aquel momento lo primero que se me ocurrió fue "pirotecnia" pero eso si que sería jugar demasiado con los limites de mi idiotez.

    Por fortuna la respuesta era mucho más sencilla: "¡Villancicos!"

    — Hey, es verdad, desde que llegamos aquí no he escuchado ni un sólo tema musical navideño ¡Eso sí es un crimen! — Contesté, mientras sentía un ultimo estrujón por parte de la castaña al rededor de mi cuello antes de que tomara una botella vacía y emplearla cómo si fuese su propio micrófono personal. Tras que se acomodara nuevamente en el sillón y la música comenzara a sonar, la chica hizo cuanto pudo por mantener la compostura, pero con el nivel de alcohol en nuestra sangre, eso iba a ser un poco complicado.

    No podía negar que la escena era capaz de conmover, aun con las constantes risas de White interrumpiendo su cantar, eran hasta contagiosas, parecía que realmente le estaba poniendo empeño a la cosa. Me puse de pie nuevamente, no sin los constantes mareos y tambaleos esperables, pero logré casi deslizarme hasta el apoyabrazos del sillón, justo a lado de la castaña para poder escuchar su actuación mejor.

    De un instante a otro, White me acercó la botella con una sonrisa desvergonzada, esperando que continuara con la tonada, realmente yo tampoco era un cantante excelso, habían pasado años desde la ultima vez que había cantado un villancico, y había sido en la escuela primaria; pero había algo en esa sonrisa, en esos ojos; parecía sólo una niña pequeña haciendo travesura y disfrutando un buen momento en compañía de un amigo.

    Fue entonces cuando decidí dejarme llevar por "la magia de la navidad y el espíritu navideño" (Y por el whisky) Había estado guardando algo para el momento indicado y este parecía ser ese momento.

    Saqué de mi bolsillo aquel gorro que Liza había tirado al piso más temprano esa misma noche, lo coloqué con cuidado en su cabeza de tal modo que la colita quedará a un costado de su mejilla, luego tomé con delicadeza el "micrófono" y me dispuse a dejarme llevar por el momento.

    —I don't care about the presents...underneath the Christmas tree! — La cantidad de notas desafinadas en ese sólo verso era anormal, pero el sentimiento ya me había invadido, en efecto, era muy difícil aguantar la risa —. I just want you for my own...More than you could ever know. ¡Vamos Liz, aquí viene el coro!

    Mi mirada se lleno de vida, se podía ver el brillo en mis ojos, producto del jubilo y del alcohol mientras extendía de vuelta la botella a la castaña. Esto era justo lo que necesitaba, un momento para olvidar y sólo reír.

    Un grupito de adolescentes sin nada que perder.
     
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    Hygge

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    Liza White

    El gorro navideño me hizo cosquillas en el rostro y soplé, haciendo que la bolita impactara contra mi mejilla de vuelta mientras cantaba. No recordé que fue ese mismo gorro el que había creado una brecha entre los dos, pero se sintió bien sentirlo sobre mi cabeza de vuelta, sin saber bien por qué. Fue como si una de las piezas del desordenado puzzle de mis emociones regresase a su lugar.

    Había iniciado esa estupidez un poco por quitarle la pena de encima, ahora que incluso los de Gérie se habían marchado, pero quién diría que el efecto me rebotaría a mí por igual. Solo estábamos barriendo los problemas bajo la alfombra pero al menos, durante un instante, se sentía bien no pensar en nada más.

    Me llevé una mano al rostro mientras Aleck cantaba. Cada nota desafinada hacía que fuese más y más dificil contener la carcajada, sobre todo cuando mi propia reacción le provocaba aún más la risa a él y terminábamos en un círculo vicioso de palabras inconexas. Me incliné hacia el micrófono improvisado desde donde lo dejó.

    Make my wish come true~ —Obviaremos el gallo que salió aquí. Animé al castaño con la mirada a seguirme la nota, y ambos alzamos la voz quizás un poquitín más de lo que deberíamos. ¡Culpa de la emoción del momento! (y un poco del alcohol)—. All I want for Christmas... is you~!

    Sin duda escoger una canción animada fue todo un punto a favor. Cuando la instrumental tomó cierto ritmo me aparté del sillón, girando sobre mis talones en un mini pase de baile que casi hace que me caiga de bruces. Volvimos a reír como estúpidos por nada, e intercalando frases nos fuimos marcando aquel dueto de lo más variopinto. Recién caí en la cuenta de que teníamos público, y correteé al ritmo de la canción hacia varias guirnaldas que se habían descolgado por ahí.

    Yukio alzó la cabecita al notar que me acercaba, crispado, pero ni con sus reflejos pareció librarse; coloqué una guirnalda dorada alrededor de su cuello, bastante satisfecha.

    Oh, I won't ask for much this Christmas.
    I won't even wish for snow
    —Le brindé una caricia rápida que le sacó parte del mal humor, y mis pasos erráticos fueron a parar hacia Nikolah. Repetí lo mismo, solo que tras rodear su cuello con la guirnalda dejé un beso sobre su cabellera rubia como si nada—. And I'm just gonna keep on waiting, underneath the mistletoe.

    Regresé junto a Aleck milagrosamente sin accidentes de por medio, mientras él continuaba la letra, y en algún momento mi sonrisa se amplió, extendiendo mi mano hacia él, expectante. Casi parecía que le estaba invitando a terminar lo que quedaba de canción con un... ¿baile? ¿En ese estado?

    Oh no.
     
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    Rider

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    Aleck Graham

    Todo se había convertido en un espectáculo difícil de describir, lo único que se podía apreciar eran un montón de risas por parte de los dos, que eclipsaban el resto de la letra de la canción, al punto en el que las risas eran provocadas por el otro de manera involuntaria. Estaba seguro que habría un par de cosas que olvidaría a la mañana siguiente, pero esta estaba seguro que no sería una de ellas.

    De esto era lo que se trataba la navidad, de esto era de lo que me había perdido tantos años y extrañaba con tanto anhelo. No se trata de los regalos, las luces o incluso el alcohol, sino de tener una excusa de, sin importar que tan dura y cruel pudiera ser la vida, ser feliz, sonreír y dejar los problemas afuera del pórtico de la mente. Vivir por ese momento en donde nada más importa que pasarla bien.

    Estaba seguro que para Niko y Yukio nuestro intento de canto era más cómo el sonido de un purrloin maullando y gritando a la luz de la luna; para mi no sonaba tan mal, evidentemente eso era producto del alcohol, porqué estaba seguro de que quizás habíamos subido la voz un poco más de la cuenta. Pero nada de eso importó cuando nos unimos para cantar el icónico coro.

    All I want for Christmas... is youuuuuuu! — Podría jurar que alargué ese ultimo "you" un poco más de lo necesario, pero era un coro a dueto, tenía que salir a lo grande, ni siquiera me preocupó que eso tal vez pudiera molestar a la gente que trataba de dormir.

    Cuando la parte instrumental de la canción comenzó a sonar, la castaña se puso de pie y comenzó a dar vueltas por la sala, de alguna extraña manera se había logrado mantener en pie, hasta consiguió avanzar por el lugar y colocarle un par de muérdagos al rubio y al enano de Yukio, aliviando finalmente un poco el mal genio que le habíamos provocado al pobre chiquitín. Mientras ella se reintegraba, yo decidí tomar el resto de bebida que quedaba en mi vaso, eso sería todo el alcohol que tomaría por esa noche...O al menos por las próximas horas.

    Continué cantando el estribillo mientras Liza, por obra de un milagro navideño, regresaba sin ningún rasguño. La canción estaba ya cerca de la parte final, estaba a punto de sentarme antes de que no pudiera mantenerme más en pie, cuando de repente, la castaña extendió su mano hacia mí, con esa misma sonrisa decidida y traviesa que había visto antes. Acaso quería...¿Bailar?

    Mi instinto me hizo tomar la mano de la chica sin pensar demasiado, era cálida y bastante suave al tacto, y después de todo, era descortés dejar a alguien con la mano extendida, además, ¿Quién le podría decir que no a esa sonrisa? Pero, bailar no era mi fuerte, y seguramente mi estado actual no ayudaría en lo más mínimo… ¿O sí?

    Esta era probablemente otra de nuestras imprudencias, pero al menos, estaba seguro de que esta la disfrutaría sin importar que.

    — Bien White, es oficial. —Pronuncié para la castaña mientras liberaba una pequeña risa nasal —. Oficialmente eres mi compañera de desastres e imprudencias. —Agregué, mientras con un gentil movimiento de mano hacia que la chica diera una vuelta sobre si misma, no tenía la más mínima idea de como bailar un villancico, pero la verdad no importaba, la tonada de la canción era lo suficientemente alegre, así que sólo habría que moverse un poco al compás ¿No?

    Sin soltar la mano de Liza, comencé a mover esporádicamente mi cadera en un intento de seguir el ritmo de la canción, a la par que movía mi otro brazo arriba y abajo de manera un poco más pausada, seguidamente comencé a mover mis hombros adelante y atrás, lo cual hizo que por consecuente también moviera un poco a la chica. Probablemente por fuera nuestro baile pareciera más un ataque de epilepsia que otra cosa, pero debía confesar que bailar era más divertido de lo que recordaba.

    Hice que la castaña diera una vuelta más sobre si misma, lo cual podría no haber sido una buena idea, pero luego, la chica devolvió el movimiento, haciéndome a mí ahora girar sobre mi eje, sin querer di un paso de más y mi pie acabo topando se con el borde del sillón, traté como pude de no perder el equilibrio, pero fue inútil, por suerte logré soltar a Liza antes de arrastrarla conmigo, acabé cayendo de espalda plana contra el piso, era algo que tenía que pasar en algún momento dadas estas circunstancias.

    Una vez tirado en el piso, no pude evitar soltar una carcajada bastante ruidosa, ya no sólo por el estado de ebriedad, sino porqué genuinamente hacía mucho tiempo que no me divertía así.
     
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    Hygge

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    Liza White

    Había que ver con qué facilidad se subía a mi desastre. Quizás era cosa del momento en sí, porque ninguno de los dos parecíamos ser del tipo que hiciese esas estupideces a menudo, pero en ese momento ni siquiera me importó. El caso es que tomó mi mano con delicadeza, a pesar de la duda inicial que vi en sus ojos, y por obra de un milagro navideño ambos nos mantuvimos en pie incluso cuando me permitió girar sobre mi eje con un movimiento de muñeca.

    —Lo consideraré todo un honor, sir —dramaticé un poco, haciendo una leve inclinación de rodilla con el brazo libre extendido en el aire. Al volver a encontrar sus ojos desde abajo la risa le ganó a la seriedad repentina, y ambos comenzamos a movernos al compás de la música.

    No podía concebir un mejor final para un día tan rocambolesco e impredecible como lo fue ese. Nunca creí que llegaríamos a perder a Nikolah en aquellas vacaciones, o que la cabaña se volviese un caos y acabase discutiendo con mi amiga de esa forma. Como tampoco habría llegado a adivinar que terminaría bailando un villancico en compañía de Aleck. ¿Los villancicos se bailaban, en primer lugar? Si la respuesta era no, estábamos siendo todo unos pioneros en ese instante.

    Danzamos de aquí para allá, los pies arrastrándose sobre la alfombra. Dimos vueltas sobre nosotros mismos aun cuando no seguíamos ninguna clase de compás visible, pero para nosotros era perfecto. Giré y giré, a pesar de que en más de una ocasión creí perder el equilibrio, pero no fue si no hasta que la canción llegó a su final que incité a Aleck a hacer lo mismo. Terminó tropezando con sus pies, cayendo de espaldas contra el piso y me llevé las manos a la boca con una mezcla de preocupación y gracia.

    Tardé incluso unos segundos en reaccionar y extenderle una de mis manos, soltando una risa baja.

    —Oh por Arceus, ¿estás bien? —cuestioné, pero cuando el chico intentó tomar mi mano la propia risa hizo que no tuviese la fuerza suficiente para levantarlo y terminé cayendo con él. Tuve que tomarme un momento para calmarme en cuanto me senté, apoyé las manos tras mi espalda y me incliné hacia atrás, mirando el techo con bastante gracia—. Definitivamente no podré llevar el coche durante un buen par de horas. Os he fallado.

    Lentamente fui calmando mi respiración, me sequé alguna que otra lagrimilla y ya con el momento cúspide de la noche finalizado, fui un poco más consciente de que si seguíamos así probablemente alguien viniese a lanzarnos alguna almohada para que nos callásemos de una vez. Miré la hora con cierta pena, porque me lo estaba pasando muy bien, y me volví hacia Aleck sentado a mi lado sobre el suelo.

    —Creo que va siendo hora de irse a dormir. Deberías ir con Cay, seguro que te está esperando —le aconsejé, sin intención de decidir por él ni nada. Al menos me quedaba tranquila de ver que se iría a dormir con una sonrisa. Señalé a Niko con el pulgar, de espaldas a él—. Nosotros te cubrimos las espaldas por aquí~.

    Nos pusimos en pie al fin, esperando no volver a caer estrepitosamente, y le dirigí una última sonrisa antes de revolverle el cabello.

    >>Buenas noches, Aleck. Y Feliz Navidad.

    Y eso es todo <3 Rider y yo queríamos evitar cerrar la noche de esa manera tan deprimente, así que por mi parte yo ya cumplí por el día de hoy. Ahora bien, mi plan es ir cerrando el día 24 y continuar la historia, pero sé que algunos roleros se me han quedado por el camino y otros andan algo aburridos maybe, así que me gustaría saber con honestidad si debería seguir el spinoff o lo dejamos aquí. Tampoco es plan de responder por compromiso y tal jsjs.

    • So, quienes quieran que cierre ya el día automaticamente porque no van a seguir posteando, que me den un de acuerdo pls.
    • Los que quieran responder alguna vez más, maybe en las habitaciones o para cerrar con sus personajes en la noche, dadme impactado.
    • Los que no vayan a seguir lo tomaré como cualquier otro rating o la ausencia del mismo.
    Amane Yugen Lucas Diamond Rider Gigavehl Nekita Hitori Lelouch Reual Nathan Onyrian
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Ian Lockhart

    Terminamos de cenar y, ciertamente, quedé más que satisfecho. Probablemente porque me había comido dos raciones de la cena, no iba a negarlo.

    Estaba listo para jugar al póker cuando Mimi salió, como de costumbre, a quejarse. Quería jugar a verdad o reto, y antes de que me diera cuenta, el resto había aceptado.

    Bah, podía ser interesante aún así; después de todo ver la incomodidad de la gente al tener que responder ciertas preguntas o verlos hacer retos tontos sería divertido~

    ...O eso pensé, pero cuando me tumbé en el sillón sólo escuché a Mimi tirar retos sin ninguna gracia.

    No pude evitar bostezar; no solo por lo aburrido y lento que me estaba resultado aquello, si no porque acababa de llenar mi estómago y el cuerpo me pedía dormir un poco. Podía notarme aletargado, y el sillón me resultaba cada vez más cómodo.

    Antes de darme cuenta, caí dormido.

    ...

    Un gruñido gutural fue lo que emanó de mi garganta al sentir el viento golpeando contra mi nariz, incesante y molesto. Aquella sensación de hormigueo constante comenzaba a volverme loco, pero tampoco tenía las fuerzas para despertarme o abrir los ojos.

    Seguí gruñendo, mientras me removía en el sofá, reticente a marcharme de allí. Aquello duró lo que me pareció una eternidad, hasta que una mano enganchó la mía y tiró de mí.

    Estaba fría, pero era suave y agradable al tacto, y al final logró que le siguiera con dificultad fuera del sofá.

    Mientras me arrastraban por la sala, hice el esfuerzo de ubicarme en el espacio-tiempo y entender quién era y hacia dónde se supone que iba. Avanzaba somnoliento, y con la cabeza completamente agachada y mirando al suelo, a penas con energía. Logré abrir ligeramente los ojos y mis ojos se toparon con Liza, sentada en el suelo.

    Quizá era por qué aún seguía dormido, pero lucía rara. Y cuando respondió
    aquella pregunta que no llegué a escuchar, también la noté rara.

    Mientras seguían tirando de mí para que subiera las escaleras, giré mi rostro hacia mi captor. Obviamente no era otra más que Em, que se despidió del resto al tiempo que seguía arrastrándome al piso superior.

    —Oye Em —le dije por lo bajo, con la voz totalmente aperesada y los ojos cansados—, ¿Le pasó a Liza?

    Más que preocupado, que aquello fuese lo primero que veía tras despertar me había dejado con curiosidad.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

    Piscis
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    Emily Hodges

    —¿Uhm?

    Giré la cabeza para enfocar a Ian en cuanto escuché su voz, bastante sorprendida de que tuviese las neuronas para preguntar algo, y aun más por el hecho de que preguntase por Liza. Volví al vista al frente justo después, con una sonrisa enternecida, y seguí avanzando por el pasillo del piso superior sin soltarle la mano en ningún momento.

    >>Un par de roces con Mimi, nada nuevo —respondí, ralentizando al paso para permitirnos estar a la misma altura—. Te hubieses enterado si no te hubieses quedado dormido~ —canturreé, adoptando algo de diversión en el tono de voz, y extendí la mano libre para picarle la mejilla.

    Lo dejé libre al fin cuando llegamos a la habitación y me dejé caer sobre la cama con un suspiro.

    >>Pero supongo que se arreglará pronto, siempre es así con ella~
     
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    Rider

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    Aleck Graham

    ¿Cómo habíamos llegado hasta este punto? Dando vueltas y bailando al son de un villancico, sería difícil de explicar y recapitular todo el orden de los sucesos que condujeron hasta este preciso instante, pero la verdad, eso era lo de menos, todo lo que sabía es que estaba en el suelo, riendo sin control, viviendo probablemente la mejor navidad que había pasado en años.

    Liza hizo cuanto pudo por aguantarse la risa al verme tropezar, tal vez a causa de un poco de preocupación genuina por lo estrepitosa de la caída, cuestionándome si me encontraba bien.

    — ¿Eh? Sí, creo que sí, ¿Quién puso ese sillón ahí? — Solté cómo pude, mis palabras se ahogaban entre las múltiples risas tanto de la castaña cómo las mías, la chica me extendió una de sus manos para tratar de ayudarme a ponerme en pie, pero quizás a causa de la risa, de que tomé a la chica desprevenida o por mi peso muerto, acabé tirando de ella sin querer y terminó cayendo al piso también.

    Podría jurar que las carcajadas duraron un par de minutos, incluso la canción había terminado ya. Nos tomó unos instantes recuperar el control de nuestra respiración y parar las risas, mientras Liza colocaba sus brazos tras de si, yo recargaba mi espalda contra el sillón y sacudía un poco de polvo de mi ropa. La castaña mencionó un poco sobre su estado actual y sobre cómo no podría ser nuestra conductora designada.

    — Es una lastima, pero no te preocupes, yo conduzco.— Mencioné, en un tono evidente de broma, si de por sí no sabía conducir muy bien, mucho menos podría hacerlo en estas condiciones, aunque estaba tentado a intentarlo, la verdad.

    Sacudí un poco mi cabeza, tratando de olvidar esa estúpida idea, para posteriormente reposar mi nuca sobre el borde del sillón cerrando lentamente los ojos con una sonrisa dibujada en mi rostro. Sentí que podía simplemente dejarme ir, caer victima de un coma etílico cómo lo habíamos mencionado al principio de la noche, y aun así, me iría feliz. Solté una risa nasal para seguidamente mirar el reloj en mi muñeca, ya era bastante tarde.

    La castaña sugirió que fuéramos a dormir y que alcanzara al buen Cay en la habitación, quien se había ido más temprano, realmente parecía una buena idea, aun me apetecía compartir un par de tragos con mi hermano, pero si iba a seguir bebiendo, lo más prudente sería que lo hiciera en la seguridad de mi habitación, en donde al menos se reducirían las posibilidades de que ocurriese una tragedia. Me puse lentamente de pie a la par que asentía alegre al consejo de la chica, remarcando que ella y Niko harían guardia en la sala.

    — Estoy de acuerdo, no sé si mi espalda pueda aguantar más rondas de baile. — Solté una breve risa mientras estiraba un poco mis brazos hacia arriba. — ¡Oh, cierto! Si ven al viejo gordo, díganle que llevo esperando una nueva chaqueta desde hace años, pero me conformo con que deje de traerme carbón ¿De acuerdo? Cuento con ustedes.

    La castaña se puso de pie, para revolver alegremente mi cabello, a lo cual yo me dejé con una sonrisa. Antes de dirigirme rumbo a mi habitación, me acerqué nuevamente a Liza y le di un fuerte abrazo, envolviéndola con mis brazos, sin expresar palabra alguna, era la única manera que tenía de expresar de la manera más sincera mi agradecimiento por esta noche.

    Me separé después de unos segundos, tomé la botella de Whisky con la poca bebida que le quedaba dentro, a la vez que un vaso y me dirigí rumbo a las escalera, pero antes de poner un pie en el primer escalón, me giré en dirección a la castaña nuevamente.

    — Feliz navidad, Liza.— Le dediqué una sonrisa sincera a la castaña, mientras hacía un pequeño gesto de mano a manera de cerrar la despedida. — Oh, y ¿White? Buena suerte.— Guiñé el ojo a la chica mientras comenzaba a subir las escaleras con un poco de dificultad, no pretendía incitarla a nada, mucho menos después de todo lo ocurrido esta noche, pero siendo que se quedarían en la sala el resto de la velada, bueno, podría ser un buen momento para pasar algo de tiempo de calidad con Niko.

    Tras subir los escalones, con un autentico miedo de que algo malo fuese a pasar, me encontraba en el pasillo de todas las habitaciones, no teniendo ni la más mínima idea de cual de todas era la mía, no podía simplemente estar tocando todas y cada una de las puertas, ya que probablemente había varias personas dormidas, y sabía perfectamente lo fastidioso que podía ser que alguien no te permitiera dormir, así que tenía que usar un método infalible para asegurarme de no acabar molestando en la habitación de alguien más.

    — De acuerdo, veamos... —Coloqué mi mentón apoyado en mi puño, mientras trataba de recordar cual habitación habíamos elegido —. No era la más cercana al baño, esa era de Lucas, tampoco era ninguna de las que estaban junto a las escaleras, así que...

    >> De tin marin de...¡Ésta! — Me acerqué a la puerta que había sido seleccionada con el infalible método del tin marin, giré la perilla, rogando por no haber errado de cuarto, pero para mi suerte, el método probaba una vez más su eficacia, pues ahí estaba el pelo de fuego . — ¡Uf! ¡Que alivio! por un segundo creí que tendría que disculparme por enésima vez esta noche.— Exclamé aliviado al ver al chico en la habitación.
     
    Última edición: 19 Marzo 2021
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  17.  
    Zireael

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    Cayden Dunn

    Había subido a la habitación sin prisa ni nada, porque en sí no la tenía solo quería mi preciada soledad y ya. Caminé por el pasillo, le di un trago al whisky y abrí la puerta, lo primero que me recibió fue la oscuridad y por extraño que fuese me hizo sentir cómodo, tranquilo, como si hubiese llegado a casa; fue tal la sensación que cerré la puerta sin encender la luz todavía y eché la espalda contra la puerta.

    Estaba agotado.

    Me deslicé hasta sentarme en el suelo, bebí algo más y permanecí allí un par de minutos solo sintiendo el terrible cansancio que cargaba encima y había pretendido disimular no sé muy bien para qué, si al final las mierdas habían acabado así. Lo cierto es que lo más fácil hubiese sido cenar, excusarme y subir a aislarme como hacía a veces en casa en las fiestas. No era bueno con los grupos de gente, con la gente en general, y solo había aprendido a lidiar con Gen y Aleck un poco porque no había tenido opción, pero ahora eran las únicas dos personas que aceptaba abiertamente a mi lado, Nikolah estaba cercano también por rebote e intentaba hacerlo con Liza pero todavía era difícil, ni hablar del resto.

    Debía haberme quedado en Gérie.

    Me levanté, golpeé el interruptor de la luz y me saqué los zapatos para recostarme en la cama, solo acomodé la almohada para quedar más o menos sentado y poder terminarme el trago.

    Al rato escuché las risas abajo, intentaban hacer silencio pero tenían a Aleck y alcohol en el sistema, así que no era la tarea más sencilla del mundo. Aún así me alegraba que al menos ellos tres hubieran sido capaces de, no sé, regresar a sus centros de alguna manera, arreglar la noche para que no terminara con el drama que se había montado la otra.

    Terminé con la vista clavada en mi maleta, sabiendo que allí estaban los regalos para los dos idiotas que me habían acompañado por media Gérie, y suspiré mientras bebía lo que me quedaba del whisky en el vaso, dejé el objeto en la mesilla junto a mí y me recosté por completo a pesar de que no creía que fuese a dormirme pronto, total ni me había cambiado de ropa ni nada.

    Claro, cuando Aleck abrió la puerta casi me saca el corazón del pecho porque al final había estado dormitando algunos minutos. Tomé aire con algo de fuerza mientras me sentaba en el borde de la cama, restregándome los ojos con el dorso de la mano.

    —Estás de buen humor —dije un poco de la nada, pues no conectaba con ni una palabra de las que él había dicho, y busqué su mirada como si pretendiera comprobar su estado solo con reparar en sus ojos—. Y borracho que te cagas, ¿cómo no te fuiste de boca en las escaleras?

    Me levanté de la cama entonces, me acerqué a él y le eché un brazo sobre los hombros arrastrándolo dentro del cuarto básicamente, cerré la puerta detrás de nosotros, y le saqué el brazo de los hombros cuando estuve cerca de la cama. No había reparado en el asunto, pero no había sentido ni una gota de tensión al contacto.

    —Lamento si algo de lo que dije antes de irme fue brusco —añadí sin mirarlo, a pesar de que no creía que tuviera las suficientes neuronas en funcionamiento para tomarme muy en serio—. Ahora que pude estar en mi cueva de la introversión un rato y volví a ser yo, bueno, perdona si te hice sentir que tenías responsabilidad alguna en lo que pasó.


    tochohell is that u?
     
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    Ni bien abrí la puerta, pude ver al pobre Cay dando un vuelco sobre su cama, tal vez al final si debí haber tocado antes de entrar, pero lo hice porqué veía más probable que para estas alturas ya estuviera dormido. Cuando finalmente se reincorporó y controlo su respiración, dio un vistazo rápido a mi persona, cómo si me estuviese analizando, para luego inquirir sobre mi estado de animo y mi bastante evidente nivel de ebriedad.

    — ¡Me declaró culpable, señor Juez, he bebido en horas de trabajo! — Alcé algo cómico los brazos, cómo si me hubieran descubierto cometiendo un delito y me estuviera entregando. — Para serte sincero, no tengo ni la más remota idea de cómo no me maté en el camino hasta acá...La suerte de los tontos, supongo.— Contesté, con una breve risa, mientras el pelirrojo se levantaba y sujetaba mis hombros con uno de sus brazos y tiraba para hacerme entrar a la habitación.

    El chico me acercó hasta mi cama, en la cual aun habían un par de prendas que había dejado cuando me había cambiado para la cena, me senté en el costado de la misma, de manera que quedaba justo en frente de la cama del pelirrojo. Antes de que si quiera pudiese mostrarle lo que había traído conmigo de la sala, el chico se disculpó por su repentina salida más temprano en la noche y sus palabras.

    — ¿Eh? Oh, no, no, no, no tienes porqué disculparte, la verdad, fue comprensible una salida así de fugaz. —

    —Ahora que pude estar en mi cueva de la introversión un rato y volví a ser yo, bueno, perdona si te hice sentir que tenías responsabilidad alguna en lo que pasó. — Continuó el pelirrojo.

    — ¡Awww, Big Brother Cay se preocupa por mí! Yo sabía que debajo de tanta seriedad había un corazón y no una piedra.— Contesté algo bromista y juguetón, tomándome incluso la libertad de arrojarle de manera inocente una almohada, pero sin nada de fuerza, era más cómo un gesto de simpatía más que un ataque.

    >> Oye, de verdad no tienes nada porqué disculparte ¿De acuerdo? — Respondí, mientras colocaba mis brazos detrás de mí, sobre la cama, replicando un poco el gesto que había visto hacer a Liza varias veces durante la noche. Desvié por unos instantes la mirada al techo mientras seguía hablando. — No puedo parar de pensar que si hubiera hecho algo distinto esta noche, tal vez las cosas no hubieran terminado de la forma en que lo hicieron...Pero también soy consiente de que no puedo controlar la vida y acciones de todas las personas que me rodean. Es algo que aprendí a la larga con mi familia, y creó de corazón que no había ni la más mínima malicia en tus palabras. —Redirigí mi mirada en dirección al pelirrojo, con la amplia sonrisa que me caracterizaba.

    — Así es que, tú tranquilo ¿Sí? Estamos bien, además, mira.— Extendí la botella de Whisky que había traído conmigo desde la sala, agitándola de manera suave ante el chico. — ¿Te apetece terminarte lo mejor en alcohol que Gérie puede ofrecer en compañía del anciano Graham?

    Rematé con aquella broma que me habían hecho sobre mis aparentes gustos y aptitudes de señor cuarentón jubilado, mientras me servía un poco más en mi vaso y me quitaba las botas para subir los pies a la cama, no estaba seguro de si el pelo de fuego aceptaría un trago más, pero para mí, era más que suficiente pasar un rato con mi hermano...Además, si me dormía inmediatamente la cruda a la mañana siguiente podría ser mortal, así que valía la pena esperar un poco más, y quien sabe, tal vez hasta podríamos ir a irrumpir en el cuarto de Gen y arrastrarlo hasta nuestra habitación.

    —Hey...Cay...¿Puedo hacerte una pregunta? — Cuestioné al pelirrojo mientras jugaba con el vaso en mi mano.
     
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    Su buen humor consiguió arrancarme una sonrisa ligera, impulsada quizás por la ligera oleada de calor que el alcohol todavía me tenía encima del cuerpo, pero la cosa es que Aleck siempre había tenido ese poder, ¿no? Era el que siempre traía alegría consigo, el que nos mejoraba el humor y aunque se mandaba sus cagadas, eso nunca lo detenía.

    Nunca.

    Se me escapó una risa por la nariz al escuchar la tontería de big brother Cay y me encogí de hombros, no lo había dicho nunca pero sí, me sentía como el hermano mayor de los dos, me preocupaba por ellos y si había algo que deseaba era su bienestar, siempre el de ellos. Por eso no había querido ni imaginarme la clase de crisis en la que hubiese entrado si alguno de ellos se hubiese perdido en el bosque también, por eso los había regañado al verlos salir de la cabaña.

    Recibí la almohada que me arrojó y se la lancé devuelta.

    —Obviamente me preocupo por ti, idiota —respondí todavía de pie, en lo que se acomodaba y seguía hablando—. Bueno, al menos no fue por ti que Nikolah terminó perdido en el bosque. Una rubia ebria y con mal carácter no alcanza eso, así que me vas a disculpar, pero me llevo el premio en "cosas que no debimos hacer" de este viaje.

    Cuando sacó la botella de whisky volví a reír y negué con la cabeza, incrédulo, pero la tomé luego de que él se sirviera y volví a llenarme el vaso que había dejado junto a la mesilla.

    —El anciano Graham no debería darle más whisky a su hígado, no quiero tener que limpiar vómito aquí o en ninguna parte, gracias. —Dejé la botella en la mesa, tomé el vaso y fui hasta sentarme a su lado en la cama—. Pero son consejos de big bro, así que tú verás qué mierda haces con ellos.

    Me bajé un trago antes de girar el rostro hacia él, siendo que me había hablado y aunque me extrañó lo que acaba de soltar no lo demostré, me limité a asentir con la cabeza.

    —Claro, pregunta lo que quieras, enano.


    Nadie:
    Absolutamente nadie:
    Ni un alma:
    Yo roleando esta pendejada con esto de fondo:


    [​IMG]
     
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    El pelirrojo arrojó la almohada de regreso, impactando justo en mi rostro, aunque el golpe fue algo inesperado, conseguí no derramar nada de mi vaso sobre las sábanas. Sonreí por lo bajo mientras arrojaba la almohada al lugar de donde la había tomado, sabía perfectamente que cuando Cay se tomaba la libertad de ponerse físico con nosotros era porqué genuinamente se encontraba de buen ánimo, cómo cuando nos regresaba los golpes en el hombro durante nuestro periplo por Gérie.

    Me hacía sentir que de verdad había logrado superar las barreras de la apatía y conectar tanto con el pelirrojo cómo con Gen, y era porqué, en efecto, lo habíamos logrado.

    Escuché atento y alegre las palabras del pelo de fuego, sobre cómo se preocupaba por nosotros, aunque me reservé el comentario sobre el incidente de Niko; después de todo, yo también estuve ahí, también pude haber evitado que Niko se marchara solo al bosque si tan solo hubiera dicho algo, pero a diferencia de Cay, yo no tuve el valor de ir en su rescate al bosque. Sabía que no tenía sentido mencionarlo, pues entraríamos en un bucle infinito de culpas, y en honor a las palabras del propio rubio: Ya hubo suficientes disculpas por hoy. Sólo me tomé la molestia de resaltar algo sobre el título de "cosas que no debimos hacer"

    — ¡Eh, no cantes victoria tan pronto! Este viaje aun no termina, aun puedo cometer varias imprudencias si me lo propongo ¿Sabes? — Remarqué en un tono retador pero burlón, si bien no tenía intenciones de ampliar el marcador de malas decisiones tomadas en este viaje, éramos jóvenes, podría salir algo mal aun si ni siquiera nos movíamos de la cabaña.

    Sonreí levemente al ver al pelirrojo servirse un poco más de Whisky, aun cuando me decía que debía dejar de atormentar a mi pobre hígado, era un tanto irónico, pero comprensible, ningún ciudadano de Gérie que se precie se podría negar a un poco de la más fina malta fermentada de un whisky de las tierras altas, lo llevamos en la sangre.

    — ¡Oh vamos, mi hígado está bien! Además, no es cómo si tuviera planeado donar mis órganos o algo así. — Solté un par de risas mientras envolvía el cuello del pelirrojo con mi brazo tras que se hubiera sentado a mi lado. — Tranquilo "big bro" no es mi primer rodeo, puedo aguantar un poco de nauseas si llegase a ser necesario...Aunque no podría decir lo mismo de los demás.

    Solté un poco al chico y separé mi brazo de su hombro mientras me detenía a pensar un poco en los demás y cómo se sentirían al despertar después de haber bebido ésta noche. — Cómo sea, sugiero que nos alejemos del baño principal, por seguridad.—Continué mientras bebía un poco más de mi vaso, antes de proseguir con las preguntas para el pelirrojo, incluso obvié el hecho de que me había llamado enano de nuevo.

    — Cuéntame...¿Cómo exactamente alguien cómo tú terminó sintiendo simpatía por alguien cómo yo? — Me preocupé un poco al notar que quizás había formulado mal mi pregunta. — ¡N-no me lo tomes a mal! Me refiero a...Bueno, no siempre soy una persona fácil de tratar, con Gen lo entiendo, es sereno, tranquilo y siempre es tan amable con todos, pero yo, básicamente tengo escrito "imán de problemas" en la frente... ¿Cómo es que llegué a ser amigo de dos personas tan agradables cómo ustedes?

    Terminé mi pregunta mientras trataba de ocultar la pena que sentía por haber hecho una pregunta tan infantil.
     
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