BUENOS DÍAS CATHERINE La mañana inicia agradable, el sol se filtra por las cortinas de tu habitación; el despertador suena con urgencia por tercera vez, y por fin decides despertar. ¡Buenos, Días Catherine! Despiertas aun con sueño, pero tratas de ignorarlo; con una enorme sonrisa, procedes a iniciar tu mañana. Tu cabello esta hecho un desastre, aquello no es una novedad; lo cepillas y atas lo mejor que se ha podido, te lavas el rostro con agua helada y cepillas tus dientes concienzudamente. De tu armario has escogido la ropa más adecuada para el día, y una blusa bonita; te agrada esa blusa. Juzgas tu imagen por última vez en el espejo y de nuevo te sonríes; ¡Anda corre, vas tarde! El transporte público ha tardado… como siempre, pero no te importa ¿cierto? Decides correr, aun llevas algo de tiempo. Corres y miras la gente en la mañana, todos ocupados, todos deprisa; ríes, es como si te miraras a ti misma. Llegas al trabajo, “Buenos Días a Todos” saludas alegre, ingresas a la oficina, tu lugar invadido de papeles que debes entregar; enciendes el computador y empiezas a acomodar tus documentos; facturas, pólizas, cheques… Los conoces de memoria. Pero, siéntate Catherine; lo has hecho. Sacas tu carterilla de maquillaje y solo usas mascara para pestañas y algo de rubor, tu rostro se mira enfermo, ¿quizá un poco mas de rubor en tus mejillas? Te juzgas de nuevo en el espejo; está bien, no se puede hacer mucho con ese rostro tuyo. Sales con tu taza negra por algo de agua caliente, deseas hacer café, pues te regalaron aquella crema de almendra para bebida, que sabe tan bien. De regreso a tu lugar, ahora tienes facturas por hacer y recibos por afectar; ¿Por qué bufas, Catherine? Es tu trabajo, ¡anda hazlo! Terminas los recibos y las facturas y por fin decides beber tu café… Helado, le faltaron hielos al parecer. No te preocupes puedes hacer más para desayunar, ¿Desayunar? ¡Pero si ya son las 2 de la tarde! Debes comer… Olvidaste tu almuerzo y no traes efectivo; suspiras de nuevo, el día de hoy el pago de tus servicios se hará, tranquila. Te encierras en la oficina y apagas la luz, ¿eso es para que nadie te moleste en tu horario de alimentos?, No ha funcionado, mira alguien viene. Te pide como favor lo ayudes, es un cliente que vive lejos; Anda Catherine, no te cuesta nada ayudar. Ha pasado media hora y el cliente llega por fin; que bien lo atiendes, pero se va sin decir gracias… ¿Qué más da? Lo has hecho bien. Por fin te encierras y vuelves a apagar la luz, miras el computador y algunos archivos que te enviaron, “¡Qué bello gatito!”, “que buena canción…” “Esa historia es buenísima”… sonríes de nuevo; estas tranquila. Ha acabado tu almuerzo Catherine; debes volver a las labores, el estómago te ruge y exige comida. Faltan pocas horas para salir, tranquila. 6:30 pm Catherine, es hora de irte a casa… Espera, Aun tienes trabajo que hacer; ¡termina! 7:15 pm… Catherine, ya ve a casa… El cielo se ha oscurecido, es tarde; ¿caminando de nuevo Catherine? Adelante entonces; La gente ahora va despacio, sin prisas, lo notas ¿verdad? Tu sonrisa en labios de nuevo, disfrutas caminar sola, Sola… siempre caminas sola. ¿Y la sonrisa? ¿A dónde ha ido? Recuerda que hoy es día de pago, ve al banco Catherine. ¿Qué sucede? Estas irritada… tu ceño se ha fruncido, Es el bono extra, ¿Cierto?... Respira Catherine… no está ahí, pero esta lo del alquiler. Por fin haz llegado a casa; la luz está apagada, el apartamento se ve solo. Tu madre sale de la habitación, Deudas, reparaciones, gastos, más facturas… y no hay despensa. Tu madre vuelve a presionar. ¿Solo el alquiler?... ahora dudas tener para el alquiler…. Tranquila Catherine… ¿Catherine…? ¿Por qué te encierras en tu habitación? ¿Catherine…? ¿Le has gritado a tu madre…? Te sientes mal… ella no tiene la culpa… ¿no puedes con todo…? Animo Catherine… 3:00 am Catherine, ¿A dónde vas? ¿No puedes dormir…? Cocina… ¡¿Qué haces Catherine?!... La navaja en tu mano tiembla, tus ojos lloran… Catherine… Catherine…tu llanto incesante te impide ver con claridad, tu mano pierde fuerza… la navaja ha caído. No puedes… tú no puedes renunciar. Regresas a tu habitación, tu gato maúlla a tus pies, lo acaricias un instante, y de nuevo sonríes; el edredón de la cama no te brinda el calor que necesitas… ¿Ahora en que piensas?... “¿Estás sola?” ¿Es esa tu pregunta?... ¿Por eso la navaja en tu muñeca? Tus manos en el rostro, las lágrimas fluyen incontrolables…No podrías renunciar, lo sabes… dependen de ti; Eso evita que renuncies… ¡Ay, Catherine! Tu motivación me entristece; Deberías hacerlo por ti… Respiras profundo y decides dormir…. El sol se filtra por las cortinas de tu habitación; el despertador suena con urgencia por tercera vez, y por fin decides despertar. ¡Buenos, Días Catherine! De nuevo sonríes, tu rutina de siempre, tus emociones quieren explotar; pero tu…. De nuevo sonríes…
En verdad que la comprendo porque yo y otro millón de personas viven esto día a día, es lo más triste, es una rutina de la que uno no puede escapar. Qué bien que la hayas plasmado con tanto detenimiento y exactitud. Me ha gustado mucho, a pesar de que es triste, pero es algo muy realista. De vez en cuando uno se siente caer, como si no pudiera con todo, como si estuviera cansado de vivir de esa manera, como un robot o una máquina todos los días levantándose para ir a trabajar y trabajar, ganar dinero sólo para pagar las deudas y alimentarse a medias, y luego seguir, sin poder disfrutar realmente de la vida. Así nos toca vivir a algunos :/ No queda más que animarse e imaginar que un día las cosas cambiarán para bien (?)
