Breathing...

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Karu-chan, 8 Junio 2014.

  1.  
    Karu-chan

    Karu-chan Karu-Chan<3

    Piscis
    Miembro desde:
    8 Junio 2014
    Mensajes:
    2
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Breathing...
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1076

    Capítulo 1: Pesadilla.

    -“¿Quien eres tú y por qué me miras así?” le pregunté. Su cara borrosa llevaba mirándome y atormentándome desde hacía ya un par de minutos. No respondió, no parecía poder hacerlo. Tenía una forma un tanto extraña, antropomórfica, pero desenfocada. Estaba de pie frente a mí, en medio de la oscuridad y tras los árboles, provocándome intriga y a la vez terror. De repente, comenzó a arrastrarse hacia mí, y nada más hacerlo comencé a gritar. Fue entonces cuando desperté...-

    -¿Huh..? ¿Sueñas con 'eso' muy de vez en cuando? - Me preguntó aquella mujer, abalanzada sobre su libreta, dispuesta a escribir a toda prisa todo lo que le fuese diciendo.


    -Así es... Desde que tenía 6 años... -.


    -¿Sufres maltrato o algún tipo de agresión doméstica?-


    -¡¿Qué?!-.


    Me levanté molesto de mi asiento. Ya era el decimosexto psicólogo al que asistía, y todos hasta entonces llegaron a la misma conclusión. Me despedí de ella bruscamente, enfadado y bastante decepcionado, y me largué por la puerta. “Tssskk... ¿Por qué he de hacer esto? Es solo un estúpido sueño...” pensaba mientras iba camino a mi casa. Desde que nací había vivido como una persona normal, sin ningún tipo de problema ni molestos pensamientos. Era un chico feliz, totalmente feliz. Pero... Esa pesadilla lo fastidió todo; absolutamente todo. Ese primer día, me levanté corriendo de mi cama y salté sobre mis padres asustado, aterrorizado; entonces, les conté mi sueño tal y como se lo conté a los 16 malditos psicólogos, y al momento noté que sus rostros se tornaban expresando pánico. Desde entonces no han hecho otra cosa que llevarme de psicólogo en psicólogo, con la intención de buscar una solución a mi sueño. Ya... suena como si alguno de esos brujos de la cabeza fuesen a robarme un sueño así, por arte de magia.


    -Ya estoy en casa...- Abrí la puerta con desgana, y dejando mi carpeta repleta de bocetos tirada en el pasillo, avancé velozmente, con la intención de no toparme con ninguno de mis dos padres.


    -¡Espera Etel! - Dijo mi madre, deteniéndome a medio camino de subir las escaleras – El piso de arriba está recién fregado...


    -¡Ah! Upss... -Me di la vuelta rápidamente y antes de que dijese nada comencé a andar en dirección a la cocina.


    -¿Qué tal con la psicóloga?¿Notaste algún cambio? -Se apresuró a decir, mientras agarraba mi camisa.


    - Es excepcional, pero excepcionalmente inútil. -


    -¡Vaya...!-


    Mi madre se distanció unos metros y me dejó seguir mi camino; probablemente notó mi malhumor. Mi padre no estaba en casa -para mi suerte- a pesar de ser tarde. Me senté en el sofá, ocupando su sitio con mis piernas, y encendí la televisión...





    -...pero, ¿qué es esto?-


    Un extenso mar de tierra me rodeaba y se extendía a lo largo y a lo ancho, iluminado por multitud de luces de variados colores que se movían a mi alrededor. Caminé hacia ellas con la intención de tocarlas, pero ellas no parecían estar de acuerdo y se alejaban al unísono. De pronto comencé a oír una voz, desconocida, en la distancia. Gritaba en susurro mi nombre, y me hacía sentir confusión. Con intriga perseguí su voz, corriendo sobre la tierra, jadeante. Pronto me percaté de que volvía a tener 6 años, pues mis piernas no resistían corriendo demasiado tiempo. Agotado caí de rodillas al suelo. Ya no quedaba nada allí, las luces aprovecharon para disolverse y todo era sombrío y tenebroso. Cuando miré hacia atrás, noté como si alguien estuviese llorando. Mi corazón se estremeció, y, volviéndome hacia delante, me percaté de que era aquello lo que lloraba. Había una pequeña criatura berreando en el suelo, del tamaño de una semilla. Lloraba como un bebé recién nacido; tanto que empecé a dudar si lo era o no.


    -Pero qué estoy pensando... si no te pareces en nada a un bebé...-.


    Mi vista se emborronó de repente, y volví a oír mi nombre en la distancia, acercándose más y más a mis oídos.


    -Etel...¡Etel...! ¡¡ETEL!!- Mi madre me zarandeaba agarrando mis brazos. -¡No entiendo como has podido quedarte ahí dormido...! Mira que eres incómodo. Ven, vamos a desayunar cuanto antes, o llegarás tarde a clase.


    “¿Qué? ¿Desayunar? Pero si es de noche...” pensé adormilado, mirando el reloj con desgana. Abrí los ojos sorprendido; eran las 7:30 de la mañana, y si no me daba prisa, lo más probable era llegar tarde otra vez. Corrí a la cocina, desayuné y me fui.


    Ya de camino a clase y algo más tranquilo, me coloqué mis auriculares, y me dejé llevar por mis pensamientos, tratando de recordar aquel sueño y retenerlo en la memoria para luego poder dibujarlo. Cerré mis ojos mientras sonaba un tranquilo recital de piano en mis oídos, cuando de repente algo golpeó mi espalda y una imagen de aquel 'ser' vino a mi cabeza. Aterrorizado miré hacia atrás, quitándome los cascos. Eran mis amigos, Bruno, Ángel e Iván.


    -¡Buenos días, campeón! - Grito Iván entusiasmado, tirándose a mis brazos.


    -¿Qué clase de andar es esa? ¿Eres sonámbulo? - Dijo Ángel haciéndome burla.


    -¡Joder, vaya susto! - Exclamé correspondiendo a Iván con un abrazo.


    Miré a Bruno, quién aún no había dicho ni una sola palabra. Me miró preocupado y con interés por saber como me fue con la psicóloga; yo negué, como diciéndole que solo era otra estafadora. Él era de entre los tres, mi mejor amigo, y se podría decir que no nos hacían falta las palabras para hablar. Iván se apartó de mí y comenzó a hablar de nuevo:


    -Como te decía antes de despertarte de tu sonambulismo... Este sábado habíamos pensado en ir de acampada al camping ese que está repleto de arces y pinos. ¿Te gustaría venirte?-.


    -No creo que haya ningún problema con tus padres, además, ya tienes 18 años, es hora de que dejen de estar encima tuya – Suspiró Ángel. Él antes no disponía de libertad, así que esos temas le cabreaban un poco.


    -Si tanto me insistís... - Sonreí hacia ellos tiernamente, no quería hacerles el feo, y, además, hacía tiempo que no hacíamos algo juntos.


    Iván, emocionado volvió a abrazarme, descolocándome las gafas. Parecía muy entusiasmado con la excursión, lo cual me hizo sonreír un poco. Bruno exclamó exaltado mirándo la hora en su reloj analógico; llegábamos tarde. Salimos corriendo asustados.


    ….
     
    Última edición: 8 Junio 2014

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso