Botineras (SasuSaku, NaruHina, NejiTen, GaaMatsu, ShikaTema, SaiIno & JiraTsuna)

No estoy segura si hay errores o no... mañana releere y editare si es necesario, tengo muy poco tiempo para dormir :S
Por cierto, cuanto spam! XD Pobre blackrose, tuvo que encargarse de todo ella... gente, en serio, aprecio sus comentarios pero el spam no me agrada, no les exigo una biblia de comentario sino que no spameen, si? Sean buenitos :) (Ademas, a los spammers no les aviso de la conti ;) )
Ahora, vamos al capitulo, si?

Capitulo 33​

Tsunade prácticamente saltó los escalones, llegando al último piso del hospital. Miró alrededor y salió corriendo hacia la derecha. No podía ser, debía haber un error, no era posi…

—¡Tsunade-sama! —exclamó Shizune.

Contempló la escena ante ella. Jiraiya se encontraba en el suelo, y bajó él se encontraba un pequeño montón de sangre que parecía emanar de su nariz. Adornaba su cara una estúpida sonrisa que a Tsunade no le agradaba. Pero lo importante eran esos enormes pechos –incluso más grandes que los de Tsunade- que se encontraban sobre la cara del albino, que pertenecían a una joven de cabello largo y color naranja claro, que combinaban a la perfección con sus ojos azules cristalinos, con un aire de picardía y malicia.

La mujer notó la presencia, y al oír el grito de Shizune se puso de pie de un salto. Pero no fue producto del miedo, al contrario, al ver a la directora del hospital repuso una enorme sonrisa y se lanzó hacia ella en un abrazo.

—¡Tsunade! ¡Por fin te encuentro mujer!

—Matsumoto… —resopló la Senju con impaciencia— ¿Qué andas haciendo por aquí?

—¡Tu casamiento por supuesto! Cuando recibí tu invitación no me pude resistir el venir a darte una pequeña sorpresa.

—Creo que la sorpresa se la llevó él —Tsunade señaló a su futuro marido.

—Oh, sí… —lo levantó del suelo con sorprendente fuerza y el hombre se sacudió la suciedad del traje que llevaba puesto.

—Disculpa. Ella es mi prima Matsumoto, tiende a ser un poco… demasiado afectiva.

—Ya somos familia, puedes llamarme Rangiku —concedió la joven belleza.

—Not… noto el parecido —observó el manager.

—Bueno Tsunade, ¿qué dices de un poco de sake? —sugirió Matsumoto— No me digas que lo has dejado.

—Jamás —sonrió la otra mujer socarronamente— Ven, creo tener un poco en mi oficina.

—¿En el trabajo! ¡Esa es mi prima!

Y ambas mujeres comenzaron a caminar de regreso al despacho de la rubia. Jiraiya, al verlas tan juntas, por alguna razón tuvo otra fuga de sangre por su nariz.

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—¿Dónde esta Hinata ahora? —preguntó Matsuri.

—Dándose una ducha —contestó Naruto, su mirada aún posada en el suelo.

—¿Y crees que lo que dijo es cierto? —preguntó Gaara serenamente, cruzándose de brazos.

—¡Gaara! ¿Acaso crees qué ella inventaría algo así? —replicó su novia.

—No es eso a lo que me refiero —Gaara suspiró y dirigió su mirada a su compañero— Sabemos que Hinata sufrió una experiencia traumática. Sus recuerdos pueden confundirse, pudo haberlo inventado inconscientemente.

—¿Quieres decir que esta… confundida? —intentó comprender la castaña.

—Algo así. Es impresionante el progreso que ha mostrado desde su condición pero… aún puede haber una recaída. No creo que posea ningún recuerdo, sino que su mente le esta jugando juegos, ella se fuerza a recordar y termina creyendo que recuerda, creando un recuerdo totalmente nuevo.

—No —Naruto alzó la voz, poniéndose de pie— Si Hinata dice que vio algo, entonces yo le creo.

—Naruto… —musitó Matsuri.

—Yo confío plenamente en ella. Aún sí… —el sonriente rostro de una mujer con cabellera rojiza pasó un instante por su mente y sus ojos se apagaron. Pero al recordar a otra mujer, ésta con cabellera azulina, volvieron a encenderse— No me importa que tan loco o estúpido suene. Yo creo en Hinata.

—Sólo un tonto habla así —suspiró el pelirrojo.

—Sí para ser inteligente no debo creer en Hinata… entonces prefiero ser un tonto por el resto de mi vida.

Gaara simplemente lo miró, como si no creyera sus palabras. Mirando con detenimiento su determinada expresión, miró en otra dirección hacia el suelo.

—Tu novia ya lleva un largo tiempo bañándose. ¿No deberías fijarte que todo este bien?

—Yo iré —decidió Matsuri.

La castaña caminó a través de la habitación entera y se retiró en busca de su amiga. El joven deportista de cabello rojizo sólo se quedó mirando a su compañero de equipo ahora, meditando sobre el próximo curso de acción.

—¿Qué planeas hacer?

—Voy a hablarlo con Shikamaru —decidió Naruto, poniéndose de pie y enfocando su mirada en Gaara— Y armaremos un plan.

—Me parece bie…

—¡Hinata! —el desaforado grito de Matsuri estremeció a todo el departamento.

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Cerrando firmemente la puerta tras ella, Ino abandonó la habitación de Shiho, cerrando la marcha. Una vez que la puerta estuvo cerrada, todos intercambiaron miradas de escepticidad, mezclada con confusión y… ¿pena?

—Eso fue… duro —opinó la Yamanaka.

—Siento como si esto fuese mi culpa —confesó Shikamaru— En parte lo es.

—No, no lo es —aclaró Kankuro— Tú sólo…. —su mirada cayó sobre la de su hermana— A veces las cosas no son lo que parecen.

—Tal vez sea mejor… que vayas a verla, Kankuro. Uno debería quedarse con ella —sugirió Temari.

Kankuro aprobó la idea y regresó a la habitación. Temari detectó a Neji caminando entre la gente, y le hizo señas para que se les acercara. El Hyuuga miró a los tres desconcertado.

—Los estuve buscando por todas partes, no encontraba la habitación —reveló el deportista— ¿Y bien? ¿Cómo esta la loca?

—¡No la llames así! —exclamó la rubia de cuatro coletas. Neji le lanzó una mirada gélida— No… no es su culpa…

—Esta estable —intervino Ino, esperando evitar una confrontación— Goza de buena salud, pero psiquicamente… tal vez sea mejor que la visite el psicólogo del manicomio de Suuna. Kankuro dijo que era muy bueno y había hecho progreso.

—Podemos hablar con Karin, la psicóloga de Hinata —comentó el Nara— Aunque el psicólogo de Suuna ya tiene su historial. Pero esta la posibilidad de que no quiera viajar a la ciudad, eso es lo más probable.

—Esto es sólo otra prueba de que Easter debe ser detenido —musitó Neji, apretando los puños— Todos sabemos que son los culpables de esto.

—No, sólo nosotros lo sabemos —clarificó Shikamaru— Piensa Neji, tú eres el genio Hyuuga, ¿recuerdas? ¿Crees que algún juzgado admitirá el testimonio de una mujer sacada de un manicomio?

—Pero Shiho no fue su único crimen —añadió el castaño de ojos perlados— Los secuestros de Ino, Hinata y Tenten, las muertes que Utau nos contó…

—El video —recordó Ino— Itachi Uchiha le dio un video a Sakura, donde se probaba que yo fui secuestrada. También probaba los experimentos realizados en Shiho.

—¿Uchiha se lo dio voluntariamente? —se extraño Neji— Tal vez deberíamos investigarlo más…

—No creo que nadie más que Sakura pueda sacarle algo —suspiró la modelo de irises aguamarina— Es a la única que conoce, y si le dio ese video es porque confía ciegamente en ella.

—O puede ser una trampa —agregó Shikamaru— No debemos confiarnos ahora. Ino, ¿ese video esta en un lugar seguro? —la rubia asintió con la cabeza— Bien, mantenlo ahí. Lo mejor que podemos hacer ahora sería reunirnos con Utau, ver si ella tiene evidencia que un juzgado podría considerar válida.

—Yo puedo encargame de eso más tarde —se ofreció la médica— Pero hay algo que no entindo, ¿cómo se supone que vamos a probar el rapto de Tenten si es amnésica? Podemos probar el mío con el video y el de Hinata con su testimonio pero… ¿y el de ella?

—Kabuto Yakushi. Ese es el nombre del hombre que vi secuestrando a Tenten esa noche, lo recuerdo perfectamente, lo investigué. Es el vice presidente de Easter.

—¿Vice presidente? —se sorprendió Temari ante la declaración de Neji— Sí es cierto y podemos probarlo, entonces…

—La batalla será nuestra —sonrió Shikamaru victorioso— La pregunta es, ¿cuál será nuestro movimiento ahora?

Pero la respuesta llegó antes de lo esperado. De la mano de Tenten, que venía corriendo por los pasillos gritando el nombre de Neji.

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—Naruto…. kun —musitó Hinata.

—¡Matsuri, esta viva! —exclamó un feliz Naruto.

—¡Por supuesto que sí, tonto! ¡¿Qué acaso su respiración no te debe ningún tipo de pista?!

La joven Hyuuga se reincorporó y se sentó sobre la cama. Se llevó una mano a la cabeza, le daba vueltas, se sentía ciertamente mareada. Detectó a Gaara cruzado de brazos y apoyado contra la pared al fondo de la habitación, el cual le dio la explicación que su mirada demandaba.

—Te desmayaste durante tu baño y Matsuri creyó que habías intentado suicidarte de nuevo.

—¡Gaara! —chillaron los otros dos.

—E… esta bi… bien —intervino Hinata— A… apre…. aprecio que sea honesto… pero no quise…

—Lo se, Hinata —le sonrió Naruto— Sólo estabas muy cansada porque hoy saliste mucho de casa. Ahora sólo tienes que descansar.

¿Cuándo se había vuelto tan débil? Ella no lo sabía, pero allí estaba Naruto, su amado Naruto, para cuidar de ella y darle la fuerza que necesitaba para continuar. ¿Cómo negarse a lo que pedía cuando la miraba con esos hermosos ojitos azules? Era simplemente irresistible.

—Gracias, Naruto-kun… creo que dormiré un poco más…

—Yo me retiro —informó Gaara— Shikamaru debe estar en el hospital. Iré a verlo.

—Espera, voy contigo. Matsuri, ¿puedes quedarte con Hinata?

—Claro, no hay problema ustedes vayan. Y ten cuidado Gaara. Te qui… —sonrió de lado y se corrigió— Te amo.

—También yo, Matsuri —le dijo él— También yo.

—Tenten… ¿es eso cierto? —preguntó Neji, mirándola con ojos desorbitados.

—¿Por qué inventaría algo así? —se defendió la chica, mirándolo como todos la miraban atónitos— ¡Estoy diciendo la verdad! ¡Yo lo recordé!

—Por supuesto que te creemos —dijo Temari— Pero entiende que no es algo… sencillo de digerir.

—Recordé toda esa noche —repitió Tenten— ecuerdo haber cantado en el cumpleaños de Jiraiya, recuerdo haber salido afuera en busca de aire fresco, recuerdo que alguien vino de atrás y me llevó, dejándome inconsciente… recuerdo recobrar la consciencia en un lugar extraño, como en una especie de cápsula.

—Deben ser los laboratorios de Easter —opinó Ino, recordando el video visto con Sakura.

—Y recuerdo ver a un tipo… muy feo, de pelo grasoso, le estaba dando instrucciones como un jefe, instrucciones a…

—Namu —completó la rubia de cuatro coletas— Sabes que esta es una acusación muy fuerte, ¿verdad?

—Pero no tengo dudas —aclaró la modelo de chonguitos— Si bien me dejaron inconsciente nuevamente al ver que me estaba despertando, estoy segura de lo que vi. —miró al suelo, ocultando sus ojos vidrosos— Ya no… ya no se si pueda confiar en Namu.

—Siempre me dio mala espina —comentó Neji— Todo su encuentro con Tenten fue bastante extraño, como si estuviese arreglado. ¿Podría Easter haberlo elegido para mantener a Tenten vigilada?

—Es una posibili… —Tenten fue interrumpida por el sonido de su teléfono celular— Debe ser él…

—Atiende —sugirió el Hyuuga.

La joven hizo como le indicaban. Tomó el celular con sus temblorosas manos y observó la pantalla. Frunció el ceño, ¿un correo de voz? Se llevó el teléfono a su oído para escucharlo, y al hacerlo sus ojos se abrieron de tal manera que temió que se le salieran de su cara. Cuando los demás interrogaron el porque de su reacción, ella sólo puso el mensaje en altavoz.

—“Entreguen a Tenten Ama. De lo contrario, sus cabezas comenzarán a rodar, una por una, y todo sera culpa de ella. Tienen veinticuatro horas para evitarlo, llevándola a las afueras de la ciudad y dejándola allí. Esta será nuestra última advertencia.” —dijo una voz fría y distorcionada del otro lado del aparato.

—Tsk, que problemático es —se quejó el vago, hablando por fin— Pero ya tengo un plan.

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Marik abandonó el teléfono y miró a su hermana, que lo observaba cómodamente desde el sillón.

—¿Por qué me miras así, Ishizu? Son órdenes

—Eso lo se. Pero temo que estés cayendo en la oscuridad, Namu —suspiró Ishizu— En una oscuridad de la que luego no podrás escapar.

—Yo llegaré hasta donde sea necesario para salvar a nuestra madre —replicó él— Sólo el tratamiento de Easter puede salvarla y lo sabes. ¿Cómo más pretendes pagarlo?

—Yo conozco mis límites —dijo la mujer con sencillez— ¿Y tú?

—No hables así a tu hermana, Marik —musitó Itachi desde el otro sillón, sin sacar su vista del libro que leía.

—¿Quién te invitó a esta conversación? —contestó Marik de mala manera.

—¿Quién te invitó a mi apartamento? —respondió Itachi con otra pregunta.

—Bien, entonces me marcharé —decidió “Namu”, dirigiéndose a la puerta, pero al abrirla…

—¿Namu? —preguntó Sakura, su mano en el aire como si hubiese estado a punto de golpear— ¿Qué haces en el departamento de Itachi Uchiha?

—¿Sakura? Yo…

—Visita —contestó por él su hermana, poniéndose de pie— Me visitaba. Mi nombre es Ishizu Ishtar, hermana de Namu y novia de Itachi Uchiha.

—¿Novia? No sabía que… —la joven de cabello orsado miró primero a la mujer, luego a su “novio” y de regreso a ella— Creo que Tenten la mencionó en una ocasión.

—Ya nos retirabamos, así que podrán hablar de Sasuke tranquilos ahora —mencionó Ishizu, pasando por el lado derecho de Sakura y alejándose.

—Espera, ¿cómo supi…

—No es una persona normal —intervino Itachi mientras ambos hermanos se alejaban— Puede adivinar… predecir el futuro… o algo por el estilo. No es una ciencia muy clara en verdad.

—No vine a hablar de Sasuke —aclaró la Haruno, entrando y cerrando la puerta tras ella— Sino de tí.

—Te escucho —dijo él sin levantar la mirada de su libro.

—¿Me entregaste ese video sólo porque confías en mí? ¿Trabajas para Easter? ¿Por tu propia voluntad?

—Sí, sí y no.

—Justifica tu respuesta —ella sonrió de lado, como si de un exámen esto se tratase.

—Ese video es el voto de confianza en mi cuñada, Tú sabras que hacer con él. Trabajo para Easter desde hace algunos años, eso tú ya lo sabes —levantó la vista de su libro— Y creo que eso es todo lo que diré por hoy.

—¿E… eso es todo? —fue lo único que llegó a balbucear Sakura. Itachi alzó una ceja— ¿Eso es todo lo que dirás? ¿No me dirás por qué aún trabajas para ese monstruo?

—No. Creo que ya fueron demasiadas revelaciones por un día —miró hacia la puerta— Si te marchas te lo agradecería, cuñada. Estoy en una parte muy interesante de este libro.

Sakura se dio media vuelta y abrió la puerta. Sin embargo, no podía irse del departamento del Uchiha sin decir lo que estaba pensando, así que alzo la voz y…

—Sasuke ni siquiera se ha dignado a pedirme perdón. Jamás se ha siquiera disculpado portodo lo ocurrido. No quiero estar con alguien que no es capaz de luchar por lo que quiere por su orgullo, así que… —le lanzó una mirada amenazadora— No me llames cuñada.

Itachi ni siquiera se inmutó cuando ella abandonó el lugar con un potente portazo que amenazó con destruir la puerta. Suspirando, Itachi regresó su completa atención al libro.

—Según la predicción de Ishizu —miró el reloj de pie frente a él— No faltará mucho para que esa declaración cambie.

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La noche cayó sobre la ciudad más rápido de lo que uno estaba acostumbrado. Debía ser el hecho de que se acercaba el final del verano. Sin importarle el motivo, Kabuto Yakushi acabó temprano con todo su trabajo por el dái de hoy, así que tras despedirse de su jefe abandonó las oficinas.

Su propio hogar no estaba muy alejado de las oficinas de Easter, así que caminaba ida y vuelta todos los días. Iba a paso tranquilo, cargando su portafolios y meditando sobre temas sin importancia, cuando se detuvo secamente en una calle desolada.

—Es una falta de educación seguir a las personas, señorita —informó él, ajustándose sus lentes.

Habiendo sido descubierta, ella abandonó su escondite y se paró frente a él, que se había dado vuelta para enfrentarla.

—¿Precisas algo, Ama?

—Sólo una pregunta —contestó ella— ¿Fuiste tú la persona que me amordazó, drogó, raptó e intentó arruinar mi vida y por poco lo logra?

Ante esto, Kabuto simplemente volvió a ajustarse sus anteojos redondos y sonrió de lado.

—No se de que me esta hablando, señorita Ama.

Intentó darse la vuelta y seguir con su camino. Pero no lo logró, algo o alguien se lo impidió. Ese alguien lo golpeó desde atrás, con tal fuerza que lo dejó inconsciente en el acto, había golpeado en alguna especie de punto débil que forzaba la inconsciencia.

—Hiciste bien, Tenten —le aseguró Neji, mirando como Kabuto caía al suelo sobre su cara y sus anteojos se rajaban— Ayúdame a cargar la basura, por favor.

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Era hora de la cena en el hogar de Tsunade Senju. Sin embargo, la usualmente pacífica y amena charla que constituía la cena en cualquier otra ocasión hoy se encontraba visiblemente… perturbada. Y la razón tenía largo cabello anaranjado y ojos celestes muy claros…

—Y entonces le dije que ni se moleste, que comenzara a juntar sus cosas porque no lo queria volver a ver —finalizó Matsumoto, tomando otra porción de pollo y devorándola— Sinceramente, hay gente tan irrespetuosa…

—Casi lo ahogas con tus pechos, es normal que comience a gritar —suspiró Tsunade.

—No, creo que exager… Jiraiya-kun, ¿sucede algo?

—Na… nada —contestó él, alejando de su mente la imágen.

—Por supuesto que nada —bufó Tsunade, visiblemente molesta.

—Por cierto Tsunade, esta ciudad tiene unas tiendas preciosas. Mañana iremos de compras, necesito ir de compras de inmediato, ¡olvide todos mis sostenes en casa! —tomó sus enormes pechos y los sacudió libremente para demostrar su punto— La sensación de libertad es increíble, por supuesto, pero aún así, siento como que estoy exhibiendome…

—Nada raro en eso.

—¿Qué dijiste, prima?

—Nada, na…

—¡Oops!

La bata que Matsumoto tenía puesta se resbaló, revelando un poco más de su anatomía de lo que ella deseaba. Se cubrió rápidamente antes de quedar completamente desnuda, por fortuna, pero eso bastó para que Tsunade perdiera la poca calma que le quedaba y lanzara a su prometido por los aires de un golpe.

—¡Tsu… Tsunade!

—¡No te hagas el vivo que no estoy ciega! —exclamó la furiosa mujer, poniéndose de pie— ¡Te la has estado devorando con los ojos desde que apareció!

—Pe…

—Sólo déjame en paz, ¿quieres?

Dicho esto, la Senju abandonó el comedor, prácticamente corriendo a su habitación.

No pasó mucho tiempo antes de que él apareciera en su dormitorio. Ella estaba abrazando su almohada y tenía los ojos vidrosos, pero no estaba llorando, no estaba llorando, no estaba llo…

—Maldición —insultó ella— Vete.

—¿Y dejarte así? Que ideas locas que tienes, mujer. —rió él suavemente, sentándose en la cama junto a ella.

—¿Qué quieres? ¿Por qué no estas atrás de Rangiku de nuevo? —replicó Tsunade, sin mirarlo aún.

—¿Podrías dejar los celos, Tsunade? Ya estamos grandes para eso…

—Matsumoto es como una versión más joven que yo, pero mucho más bella —suspiró la jefa del hospital— Es normal que cuando uno sale con una mujer vieja… desee a otra más joven y…

—¿Eso te preocupa? —se sorprendió Jiraiya— ¿Qué desee a una mujer más joven y bonita?

El silencio fue su respuesta, y ella aún no le dedicó una mirada. En respuesta, Jiraiya sólo se echó a reír.

Atónita con su reacción, Tsunade lo miró perpleja, su mirada demandando una explicación. El albio dejó su risa al notar esto, pero no puedo evitar sonreír, como un tonto en opinión de ella.

—¿Qué… es tan gracioso?

—Oh Tsunade, que buenas bromas haces…

—Esto no es ninguna broma, Jiraiya.

—Pues lo parece. ¿Dejarte sólo por otra mujer más joven? —volvió a reir ante este pensamiento— No, no veo eso pasando.

—Eso dices ahora —contestó ella, revoleando los ojos— Pero cuando los años pasen, te cansaras de mí, que estaré vieja y arrugada y gorda, y me cambiaras por la primer zorra que pase.

—Tsunade —posicionó sus manos sobre los hombros de ella, obligándola a fijar su mirada en él— ¿No lo entiendes? Puedes engordar quinientos kilos, puedes envejecer y tener incontables arrugas, te puedes arrancar los pechos y quedarte plana, puedes encogerte hasta el tamaño que quieras siquiera. Pero aún así yo te seguiré amando.

Sus ojos se humedecieron y esta vez no sólo amenazaron con romper en llanto. Lo hicieron. Lloró incontrolablemete, pero esta vez de felicidad. Él se dedico a abrazarla, la abrazó por un largo tiempo mientras ella aún dejaba caer sus reprimidas lágrimas. Pero eventualmente, uno de los dos tuvo que romper el silencio.

—¿Quieres que te traiga lo que quedaba de tu cena? —sugirió Jiraiya.

—Sí, por favor —aceptó la aún hambrienta mujer.

El manager deshizo el abrazo para dejarla recostada en la cama. Ya de pie, abandonó la habitación y se dirigió hacia las escaleras, para buscar los restos de la cena. El sondio de suaves aplausos a su espalda lo detuvo en el acto.

—Bravo —lo felicitó una sonriente Matsumoto— Has aprobado.

—¿Qué? —preguntó el albino, confundido.

—No puedo dejar que mi prima se case con un cualquiera —explicó ella con naturalidad— Debo decir que la primer impresión no fue muy buena, pero el amor es innegable. Mi prima es muy afortunada.

—No, yo soy el afortunado —dijo él, mirando la puerta cerrada— Tsunade es muy especial.

—Oh, y por cierto, mañana me iré a un hotel —mencionó Matsumoto— Ahora que has aprobado mi pequeña prueba, no hay necesidad de que permanezca aquí. Siento cierta envidia por mi prima, ¿de casualidad no tienes un hermano menor para mí?

Ambos rieron tras la pregunta de Matsumoto. Sin embargo, cuando se disponía a bajar a la cocina de una vez, ella se puso muy seria.

—En serio, ¿no tienes?

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—¿Podemos confiar en ella? —preguntó Naruto, sin estar completamente convencido.

—Si no confias en ella, confía en mí. Yo creo en Shiho —declaró Kankuro— Y ella esta de nuestro lado.

—Estoy con él —añadió Temari— Shiho es definitivamente una de los nuestros. Lo que… sucedió en el pasado no fue su culpa, técnicamente, yo pude perdonarla. ¿Tú puedes, Naruto?

El rubio alzó la mirada hacia la luna llena que iluminaba parcialmente esa desolada zona de la ciudad. Ni una sola alma a la vista, era una sección de la ciudad donde había varios almacenes vacíos y fábricas abandonadas con vidrios rotos, una parte empobrecida y prácticamente deshabitada de su ciudad. El recuerdo de Shiho envenenando a Hinata, a su Hinata, era algo que no abandonaba su cabeza, pero no podía evitar pensar en todo lo que había vivido Temari con esa mujer, y si confiaba en ella… ¿acaso no era una razón válida para hacerlo él también.

—Si ustedes le creen, yo le creo también, dattebayo —sonrió él.

Si planeaba continuar hablando, jamás lo sabrían, pues Gaara salió de la construcción abandonada más cercana, para informarles algo de suma importancia.

—Llegaron —reveló sin más.

Naruto y sus hermanos le siguieron, ingresando a la edificación de la que acababa de salir. El pelirrojo lideró la marcha hasta que llegaron a una silla en el medio del lugar, sobre la cual estaba sentada una figura con la cara algo ensangrentada y los anteojos rajados, pero una sonrisa maliciosa siempre presente en su rostro. Era rodeado por Neji, Tenten, Shiho y Shikamaru.

—Brillante plan, capturar al enemigo cuando baje la guardia —burló Kabuto— ¿Quién es el genio detrás de este plan?

Sus ojos escanearon a las ocho personas frente a él, y notó que fue Shikamaru el que miró en otra dirección ante su pregunta. En él se posaron sus ojos, y entonces fue cuando lo supo.

—Así que fuiste tú. Nos vendría bien alguien de tu intelecto en Easter, ¿qué dic…

No llegó a completar su propuesta porque recibió un potente golpe de parte del Hyuuga, enviándolo hacia la derecha –dirección en que lo había golpeado- unos pocos metros. Sin dejar ni por un momento, su mirada fría como el hielo, tomó al aún más dañado vice director de Easter y lo regresó a la silla sin sutilidad alguna.

—¿No te das cuenta en la situación en la que estás? —suspiró el Nara.

—Tú no hablas si no te lo decimos —le indicó Neji con frialdad.

—Curioso. Creía que ustedes eran los buenos de la historia —rió el Yakushi.

—Eso no lo decides tú —aclaró Temari— Ahora, empieza a hablar, basura.

—Creo que los que hablaran serán ustedes. Pero no conmigo —dijo él misteriosamente.

Antes de que pudiesen preguntar a que se estaba refiriendo, sonó un celular. El de Tenten. Número desconocido.

Al notar que era el suyo el que sonaba, ella comprendió de que se trataba, debía ser el mismo de esa tarde, no había duda alguna. Neji comprendió también, tomando el aparato antes de que ella atendiera. Le indicó mediante rápidas señas a Gaara que se quedara con Kabuto, a Shikamaru y Naruto que fueran por la puerta trasera, y al resto a que lo siguieran en lo que hacía. Finalizadas las indicaciones, atendió.

—¿Qué quieres? —soltó secamente.

—Cuanta frialdad, Hyuuga —burló la voz distorcionada e irreconocible del otro lado— ¿No llegó mi mensaje anterior?

—Sí, se escuchó muy claro. Pero si crees que vamos a entregar a Tenten después de haberla encontrado al fin, estas muy equivocado.

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No muy lejos de allí, en la seguridad de una furgoneta gris, Marik se encontraba con una computadora portatil, última tecnología provista por Easter, la cual le permitía distorcionar su voz. Tomó otra vez el aparato conectado al ordenador portatil y resopló, molesto.

—¿Qué necesidad de complicar las cosas? ¿Por qué quieren seguir jugando a los ángeles de Charlie? No son más que un montón de deportistas, modelos, caras bonitas que apenas si son famosas, no entienden nada.

—Pues prefiero no entender antes que ser una basura como tú. No, eso no es correcto. Eres un cobarde.

Marik soltó una pequeña carcajada fría antes de continuar.

—Digamos que yo soy el cobarde, Hyuuga. ¿Eso te convierte a tí en el héroe? No recuerdo a ningún héroe que tomara rehenes y comenzara a torturarlos.

—No es tortura, necesito información. Y es más humano que lo que hacen ustedes. Yo no lastimo seres humanos. Kabuto Yakushi no califica como uno.

—Sigue sin ser un acto de mucha valentía, Hyuuga. Terminemos con este juego, entrega a Tenten Ama antes de que alguien salga herido.

—Yo no soy la persona más valiente —reveló Neji— Pero al menos no me escondo dentro de una camioneta —la puerta de la furgoneta gris se abrió súbitamente— Namu.

“Namu” simplemente miró con ojos a punto de salirse de sus órbitas a Neji, que dejaba el teléfono celular, a Tenten, que se llevaba las manos a la boca, horrorizada con el descubrimiento, atribuyéndolo a una ilusión, a un sueño, a Temari, a Kankuro, a Shiho, ellos…

—Tú máscara a caído, Namu —le espetó el castaño.

—E… ese… —Tenten dio un paso al frente, intentando dejar de temblar del miedo que estaba sintiendo— Ese no es tu verdadero nombre… ¿no es así?

—Supongo que no tiene sentido mentir —suspiró él— Mi nombre es Marik. Trabajo para Easter.

—Eso ya lo se. Ya lo sabemos. Tu encuentro con Tenten fue demasiado… perfecto, como para ser casual —intervino Temari— Por Dios, que acaso no tienes ver…

—Namu. No. Marik. Por favor, retírate de mi vista —dijo Tenten con frialdad, increíblemente inesperada en ella, sorprendiendo a todos— Vete de aquí antes de que te mate.

—Oh, ¿tú me matarás? —una sonrisa curvada zurcó los labios del Ishtar mientras extraía de su bolsillo trasero una pequeña pero peligrosa arma de fuego— ¿Tan segura estas?

Neji retrocedió, insitintivamente intentando proteger a los demás. Sin embargo, Tenten no retrocedió, es más, avanzó, dando otro paso al frente, sin importarle que la pistola se encontraba apuntando a ella.

—Tú eres… tú eres una maldita —insultó Marik— Tú complicaste todo. Se suponía que sería algo fácil, terminaría pronto, nada complicado, mirar a una chica, darle comida y techo, vigilar que no se escape, cuidar de ella. ¿Por qué tú tuviste que crear tanto problema? ¡¿Por qué tuviste que enamorarme, maldita?!

—¡Tenten! ¡Aléjate! —exclamó Temari, asustada.

—No temas. Él es un cobarde —le lanzó una mirada asesina al Ishtar— No puede matarme.

—A tí no… ¡pero a ella sí!

Cambió el curso de su disparo hacia la derecha de la chica de chonguitos, y la Sabaku No se convirtió en el blanco del arma. Antes de que ella llegase a reaccionar, ya había salido una bala, y el suelo a sus pies ya se había comenzado a teñir de rojo sangre…

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—¿Qué fue eso?

Preocupado por el bien de los demás, sorprendiéndose incluso a sí mismo, Gaara se volteó para intentar detectar el origen del disparo. Aprovechando la distracción, Kabuto lo atacó por detrás, amordazándolo con una mano y torciendo su brazo con la otra. Ahogando sus gemidos de dolor con su mano, arrojó al pelirrojo contra la pared, la cual lo dejó inconsciente tras el golpe, ni siquiera alguien con la resistencia de Gaara podría aguantar tal golpe.

Kabuto se dio cuenta que los otros dos no tardarían en llegar, así que sólo se le ocurrió una solución, escapar por la dirección en la que provino el disparo. Podría escapar en la confusión, con un poco de suerte…

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Lo que más le sorprendio a Temari cuando abrió los ojos no era la pequeña piscina de sangre que se formaba frente a sus ojos, sino el hecho mismo de que había abierto los ojos. Significaba que aún seguía con vida, y tras tocarse rápidamente el pecho, donde pensó impactaría la bala, no encontró herida alguna. Pero, ¿por qué…

La razón la encontró al levantar la vista. Sus ojos se abrieron como platos, Shiho Nonaka se encontraba parada defensivamente frente a ella, los brazos extendidos hacia los lados, protegiéndola del daño, y ella sufriéndolo en su lugar. Entonces comprendió que la sangre pertenecía a Shiho, no a ella, y quien ahora estaba cayendo de espaldas al suelo, seguida por otros tres sorprendidos pares de ojos no era ella, sino Shiho.

—No… —musitó la rubia de cuatro coletas, atrapándola antes de que golpeara el suelo— ¿Qué haces? Tonta, ¿para qué te pones en el camino?

—Per… dona… pero quería… pedirte perdón… por lo ocurrido… antes… esperaba así me… perdonaras…

—¡Idiota, ya lo hice! ¡No mueras ahora! ¡Ni se te ocurra morir ahora que hasta me caes bien!

—Shi.. Shiho… —Kankuro cayó sobre sus rodillas a su lado, mientras Temari intentaba buscar la fuente del sangrado, donde la bala había impactado, intentando detener la pérdida de sangre, pero sin mucho éxito.

—Kankuro… que lástima… si viviera… de nuevo… te eligiría… a tí… —volteó dolorosamente la cabeza para dedicarle una última sonrisa— Te amo…

—Shi…

—¡No! ¡No cierres los ojos! —gritó Temari, la sangre de la muchacha cubriendo sus manos, intentando detener la hemorragia— ¡No detengas tu pulso! ¡No dejes de respirar! ¡No dejes de latir! ¡SHIHO!

Continuara…​