Botineras (SasuSaku, NaruHina, NejiTen, GaaMatsu, ShikaTema, SaiIno & JiraTsuna)

¡Hola amores!!
Si, tal y como oyeron, hay conti!!!
Les prometo mucha accion, mucho suspenso (como ya deben estar acostumbradas xD) y mucho amor y mucha pasion,
ademas, estoy segura de que todos se mueren por saber que sucedió con Tenten, asi que los dejo con el fic. Y para quienes no sepan, les cuento que Mei Tegumi es la quinta (y actual) Mizukage.
Beso!
Rocio



Nota: Aquí la cancion de Sakura y Hinata, pero les cuento que la cantan hombres, yo oí una versión femenina y escribí basada en ella, pero no pude encontrar un link para la cancion, gomen
Nos veremos otra vez

Capitulo 22​

Orochimaru sonrió macabramente al ingresar al laboratorio de Easter. En una cápsula del largo de una cama, se encontraba la inconsciente modelo de ojos chocolate. Kabuto se encontraba a su lado junto con un grupo de científicos, sonriendo victorioso. El jefe de Easter avanzó hacia Tenten, quedando junto a sus subordinados.

—¿Ya le aplicaron la inyección? —preguntó Orochimaru.

—Así es, Orochimaru-sama —dijo uno de los científicos, mostrando una jeringa vacía.

—¿Qué hay de los efectos secundarios? ¿Sobrevivirá? —siguió preguntando el hombre de tez pálida.

—Sigue con vida y, como usted predijo, Orochimaru-sama, ha perdido la memoria completamente —explicó Kabuto— ¿Me permite hacerle una pregunta?

—Te escucho —soltó su jefe.

—¿Por qué ella? ¿Por qué elegió a Tenten Ama para hacer las pruebas de la cura? —quizo saber el Yakushi.

—Te contaré una historia, Kabuto, una historia de antes de que tú llegaras a Easter —resolvió Orochimaru— Hiro y Mikato Ama, una pareja recién llegada de China que venía a instalarse en el país con su hija de cinco años. Él no conseguía trabajo, ella tampoco, no tenía ni un centavo, por lo que Hiro respondió a un anuncio del diario publicado por la compañía Easter, que necesitaba voluntarios para unas pruebas inofensivas.

—¿Realmente eran inofensivas? —dudó el hombre de cabello gris.

—En aquel momento lo eran —admitió su superior— En fin, una vez que concluyeron las pruebas y el hombre recibió su dinero prometido, obtuve resultados que me dejaron perplejo. Los patrones vitales de Hiro Ama… eran increíblemente altos, demasiado para una persona normal. Quize convencerlo para que se hiciera nuevos estudios, pero no cedió, dijo que ya tenía un nuevo trabajo y no necesitaba de mi dinero.

—¿Qué sucedió entonces?

—Realizé mis estudios en ellos de todos modos —reveló el jefe de Easter— Logré poner la sustancia que estaba desarrollando en sus alimentos pero… más tarde me enteré que fallecieron al ingerirla… continué mis experimentos en otros humanos, pero siempre con el mismo resultado, la muerte. Hasta que descubrí a Kushina Uzumaki.

—Si no mal recuerdo, Minato, el esposo de Kushina, falleció en el acto al ser expuesto a la cura —recordó Kabuto— Para aquel entonces, yo ya había entrado a Easter.

—Estás en lo cierto, Minato murió, pero cuando probé la cura en Kushina, tuve un error en cuanto a las sustancias usadas. Y ese error causó que Kushina sobreviviera, claro que con algunas secuelas —continuó Orochimaru— Efectos secundarios, provocados por las nuevas sustancias que incluí, pero nada grave, sanó con el tiempo. Sin embargo, al parecer los efectos secundarios varían según el tipo de persona, una persona con patrones vitales altos como Kushina o Tenten sufrirán de pérdida de la memoria, por ejemplo.

—Entonces es por eso que trajo a Tenten —dedujo el Yakushi— Porque sus padres tenían patrones vitales muy altos, y también ella.

—Exacto. Quiero comprobar si estos efectos secundarios cancelan la muerte instantánea, y al parecer así sucedió en el caso de Tenten. A partir de este experimento, podré desarrollar una forma de cancelar estos efectos secundarios —dijo Orochimaru— Es por eso que necesito tenerla en observación.

—¿Va a mantenerla aquí hasta ese entonces? —se sorprendió Kabuto— ¿No sería algo peligroso?

—Claro que no. Si tenemos en cuenta que sufre amnesia, lo único que tenemos que hacer es mantenerla alejada de sus amigos. Y ahí es donde entra nuestro amigo…

Cuando dijo esto, se volteó y miró hacia un rincón oscuro del laboratorio, donde había un hombre entre las sombras. Al ver que se referían a él, salió de las tinieblas para revelarse ante todos.

Era joven, tendría aproximadamente la misma edad que Tenten., era un poco más alto que ella. Su cabello era color rubio cenizo y sus irises presentaban un particular color lila. Alrededor de ellos, tenía unas líneas delineadas, y llevaba un brazalete dorado en cada brazo. Su tez era morena, semejaba el color del chocolate, y vestía una musculosa puramente negra, un pantalón beige y zapatillas negras.

—Marik Ishtar, ella será tu misión —informó Orochimaru con satisfacción.

—¿Qué debo hacer? —preguntó el susodicho.

—Enamorarla… —reveló su jefe.































—Neji… Neji… Neji… —susurraba una tímida voz, intentando reanimarlo.

Los ojos perlados del muchacho se entreabrieron un poco, aún estaba atontado, no distinguía a quien le hablaba, tan sólo veía sombras. Le parecía ser una mujer, lo dedujo por la cabellera larga que poseía, y luego cayó en cuenta que se trataba de su prima Hinata.

—¡Esta reaccionando! —exclamó otra voz femenina, vegamente la distinguió como la voz de Ino.

Entonces, una serie de escenas que habían ocurrido recientemente aparecieron en la memoria del Hyuuga. Recordó súbitamente como Tenten había sido arrebatada de sus manos, e inmediatamente abrió bien grandes los ojos y se sentó apropiadamente.

Estaba en el césped, el frío pasto del jardín de Tsunade. Lo rodeaban Ino, Hinata, Naruto, Temari, Sakura, Matsuri, Sasuke, Sai, Shikamaru, Lee, y todos sus otros amigos. Todos sus rostros parecían demandar una explicación.

—¡Tenten! —rugió él, poniéndose de pie de un salto, asustando un poco a sus amigos— ¡¿Dónde está?! ¡Tenten! ¡Tenten!

Iba a salir corriendo en su búsqueda, pero alguien lo detuvo. Hinata lo tenía atrapado en un abrazo mientras derramaba lágrimas de dolor, estaba llorando porque ya había intuído lo que sucedió…

—Ne… Neji… —murmuró la modelo de cabello azulino— Lle… llevas inconsciente unas cua… cuatro horas…

—No puede ser… —captó su primo, sin oponer resistencia al abrazo de ella.

—Neji… ¿acaso es lo que creo que es? —preguntó temblorosamente Hinata, asustada de la respuesta.

—Tenten… ella… —balbuceó el Hyuuga, le dolía incluso decirlo— Ella… fue secuestrada…

Hinata lo abrazó con aún más fuerza, y lloró aún más. Ino se tapó la boca con ambas manos en clara señal de horror, tanto asustada como triste. Sakura comenzó a llorar desconsoladamente y fue refugiada por los contenedores brazos de Sasuke, la abrazó para intentar así apaciguar su dolor, pero eso era imposible. Matsuri cayó de rodillas al suelo, sin poder creerlo, y las lágrimas no tardaron en surgir.

Pero quien peor se puso, quizás debido a su personalidad tan fuerte, fue Temari. Sus ojos se abrieron hasta más no poder, e intentó lanzarse en un furioso ataque contra Neji pero fue interceptada por Shikamaru, quien la atrapó en un abrazo del que ella intentó zafarse sin éxito.

—¡¿Cómo dejaste que se la llevaran?! ¡¿Cómo?! ¡¿Quién fue?! ¡No pueden! ¡No pueden llevársela! —gritaba con dolor la Sabaku No, llorando en brazos de su novio— No… —agregó con voz quebrada, sin dejar de sollozar— No pueden… no pueden… no pueden llevársela…







































Media hora había pasado desde que se habían enterado de la terrible noticia, y cada uno partió hacia su respectivo hogar. En el auto de Kankuro, nadie pronunciaba ni una sola palabra. Habían dejado a Temari en casa de Ino, la médica les prometió cuidar de ella en la noche para que no se sienta sola, y que por la mañana saldrían a hacer la denuncia y a buscar a su amiga hasta en el último rincón del planeta. Su hermano menor venía en el asiento de copiloto, mientras que la novia de éste se encontraba en el asiento trasero junto con Kiba. Dejaron al Inuzuka en su respectivo departamento para luego hacer un par de cuadras y llegar al suyo.

—¿Matsuri se quedará en casa? —se sorprendió Kankuro al verla entrar junto al pelirrojo.

—No quiero que se quede sola —se justificó Gaara— Dormirá en el sillón, no malpienses las cosas.

—No es eso… —murmuró el castaño— Saben, creo que iré a un bar que queda aquí cerca, necesito despejar la cabeza, volveré más tarde.

—Iré contigo, también necesito un poco de aire —decidió Matsuri. Creía que Kankuro había superado su amor por ella y ya lo consideraba un amigo como todos los demás, pero el panorama era muy distinto para él…

—¡No! —exclamó el Sabaku No, luego se retractó— Es decir, no, necesito estar solo un momento.

—De acuerdo —lo comprendió la joven.

—Llévate llaves —le recordó el colorado.

—Claro, nos vemos —se despidió su hermano.
































Hinata caminó hasta el baño de su amiga de cabello rosado. Se había quedado en casa de Sakura por invitación de ella, era evidente que la Hyuuga no quería estar sola, pero más obvio aún era que la Haruno no quería quedarse sola. A ambas les golpeó duro la desaparición de Tenten, era su gran amiga y consejera, esa que siempre estaba al pie del cañón por ellas, incondicionalmente.

Hinata suspiró. Podía recordar con claridad aquella vez que Tenten la defendió de las acusaciones de Neji en la fiesta “Tsuki”, cuando la animó en su primer desfile, Tenten era uno de los cinco pilares que sostenían a la muchacha de ojos perlados. Si bien los otros cuatro, Sakura, Ino, Temari y Matsuri, seguían con ella, la falta de Tenten comenzaba a derrumbarla.

Camino al baño, se cruzó con su amiga. Sakura estaba junto a la ventana, viendo la lluvia caer. De la nada, había aparecido una gran tormenta, que las acompañaba con todo su poder en su dolor.


—Es como si el cielo llorara… —murmuró la joven de irises jade, volteándose hacia Hinata.

—Sakura…

—Hinata, ¿puedo pedirte algo? —preguntó la médica, a lo que la Hyuuga accedió asintiendo con la cabeza— Trajiste tu guitarra, ¿no?

—Sí, la había llevado al cumpleaños de Jiraiya —recordó su amiga.

—¿Podrías por favor tocar en ella una canción para mí? —pidió la muchacha de cabello rosado.

—¿Qué… qué canción? —preguntó la Hyuuga, dudosa.

—Se llama “Nos veremos otra vez”, de Serú Girán —reveló Sakura— Realmente quiero que la toques porque… porque… porque se que nosotras… nosotras…

—La veremos otra vez… —comprendió Hinata, y la doctora asintió.


Hinata se fue a la cocina, y tomó de allí la guitarra que Neji le había regalado en su cumpleaños. Con el instrumento en manos, se sentó en el suelo junto al ventanal, en compañía de Sakura, mientras la lluvia afuera caía sin cesar. Comenzó a tocar las primeras notas de la canción pedida, y ambas amigas iniciaron el canto juntas…


Hinata:
“Aunque te abraces a la luna…
Aunque te acuestes con el sol…”

Sakura:
“No hay más estrellas que las que dejes brillar…
Tendrá el cielo tu color…”


Neji se apoyó contra la ventana de su departamento, con la lluvia torrencial tras su espalda. En sus ojos también llovía, lloraba mientras se deslizaba hacia abajo y eventualmente quedaba sentado en el suelo, contra la ventana, llorando desconsoladamente por su amor perdido…


“No estés solo en esta lluvia…
No te entregues por favor…
Si debes ser fuerte en estos tiempos,
Para resistir la decepción,
Y quedar abierto mente y alma,
Yo estoy con vos…”


Temari se sentó en el sillón del departamento de Ino. La médica rubia estaba en la cocina haciendo quien sabe que cosa, mientras afuera la tormenta no cesaba ni en lo más mínimo, es más, parecía incrementar cada vez más su furia. La verdad es que internamente ella estaba destrozada, y no estaba llorando en ese instante simplemente porque ya no tenía más fuerzas para ello, sentía que ya no le quedaban más lágrimas. Entonces fue cuando Ino llegó y le tendió un plato con un par de sandwiches de jamón y queso, regalándole también una sonrisa optimista, una sonrisa que a todas luces le decía que no debía abandonar sus esperanzas…


“Si te hace falta quien te trate con amor,
Si no tenes a quien brindar tu corazón…”


La modelo de cuatro coletas miró un momento la comida que le ofrecía su amiga, pero ello duró un segundo, porque enseguida le devolvió la sonrisa y tomó uno de los emparedados que la Yamanaka había preparado. Ino se sentó junto a su amiga y comenzaron a comer, ambas riendo. Porque es mejor sonreir y hacer algo, que llorar y lamentarse por algo del pasado que ya no se puede cambiar, pero si se puede cambiar el futuro…


“Si todo vuelve cuando más lo precisas,
Nos veremos otra vez…”


Itachi ingresó a la recamara donde estaba confinada Kushina. La encontró en el suelo, con la cabeza hundida entre sus brazos, los cuales reposaban sobre la orilla de su cama blanca. Dejó frente a ella la bandeja con su comida y abandonó la habitación tan pronto como había llegado. En cuanto se fue, la Uzumaki estalló en rabia y mando a volar la comida que el Uchiha le había dejado. Comenzó a llorar echada sobre la cama, se sentía tan impotente y… tenía tantos deseos de ver a su hijo…


“No estés sola en esta lluvia…
No te entregues por favor…”



Itachi pudo oír claramente como la bandeja que él había dejado había salido volando por los aires, podía oír desde el otro lado de la puerta. Al salir, se recostó contra la puerta y suspiró. Era un hombre frío y cruel pero… había momentos en que incluso para él era difícil manejar ese personaje...

Sacó de su bolsillo una foto, una foto que siempre llevaba con él, una foto que siempre lo acompañaba, una foto que él adoraba. La foto de un pequeño niño inocente de seis años, de cabello negro azabache, ojos del mismo color, y de nombre Sasuke Uchiha. Esbozó una pequeña sonrisa por un instante.


“Si debes ser fuerte en estos tiempos,
para resistir la decepción,
Y quedar abierto mente y alma,
Yo estoy con vos…”




Sakura y Hinata se miraron. La canción aún no acababa, pero ellas ya se sentían mejor, se sentían revitalizadas, más unidas, ellas… sabían que… Tenten, definitivamente la verían otra vez…


Sakura:
“Si te hace falta quien te trate con amor…”

Hinata:
“Si no tenes a quien brindar tu corazón…”

Sakura & Hinata:
“Si todo vuelve cuando más lo precisas…
Nos veremos otra vez…”

































—No… nos… ve… re… mos… otr… a… vez…

—¿Qué dijo? —preguntó Kabuto a su secuaz.

—Creo que está despertando —comentó el científico— Será mejor dejarla aquí.

—Estoy de acuerdo, vamos —decidió el Yakushi.

El científico que acompañaba a Kabuto dejó el cuerpo semi-inconsciente de Tenten en el medio de aquella llanura desierta. No estaban muy lejos de la ruta principal, en las afueras de la ciudad. Kabuto y su acompañante corrieron rápidamente a través de la llanura y unos minutos después dieron con la ruta y un gran camión azul de Easter que se los llevó de regreso a su hogar.

Las frías gotas de lluvia no tardaron en despertar a una desorientada Tenten. La modelo de ojos chocolate abrió sus ojos lentamente, estaba mareada. Se sentó, luego se puso de pie con lentitud y miró alrededor, confundida. No reconocía la zona, no reconocía sus ropas, no se reconocía a ella misma…

—¿Dó… dónde estoy? —preguntaba la Ama— ¿Qué es este lugar? Y… ¿quién soy yo?

La respuesta a sus preguntas no fueron palabras, sino gruñidos. Oyó a sus espaldas el ruido de un animal, el gruñido de un molesto animal para ser exactos. La joven se volteó para descubrir a un grupo de cinco lobos plateados, con ojos ámbares dispuestos a atacar. Parecía ser que tenían hambre, puesto que la miraban con ojos que expresaban deseo, deseo por saborear su suculenta carne humana.

Intentó conservar la calma, retrocedió lentamente, pero su desesperación pudo más y salió corriendo despavorida. Los lobos comenzaron a perseguirla, ansiosos por devorarla. La morocha corrió y corrió sin cesar, comenzó a agitarse pero no se detuvo… debía sobrevivir, debía averiguar quien era y como había terminado en aquel descampado…

—Oh no…

Tropezó. Esa maldita piedra se interpuso en su camino y causó que cayera al suelo de cara. La caída no le dolió, pero si saber que estaba a punto de ser la cena de esos lobos, eso le dolió mucho más. Pero no fue así, la suerte estuvo de su parte…

Una motocicleta pasó junto a la muchacha y se interpuso entre ella y los animales. Los lobos se asustaron ante el ruido misterioso para ellos que causaba la motocicleta, por lo cual se dieron a la fuga.

El motociclista apagó su medio de transporte y se dirigió a la joven. Tenía un buen cuerpo, buenos brazos. Vestía jeans oscuros y una campera negra, y cuando se quitó el casco reveló su cabello color rubio cenizo, sus ojos lilas ligeramente delineados y una amable sonrisa.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Marik, tendiéndole la mano para que se pusiera de pie.

—S… sí —murmuró ella. Aceptó su ayuda y se reincorporó— ¿Cómo supiste qu…

—Te vi —al decir esto, señaló detrás de Tenten, donde se encontraba una larga ruta— Regresaba para la ciudad cuando vi que esos lobos te perseguían, supuse que necesitabas ayuda.

—Muchas gracias —le sonrió Tenten— Me salvaste de una muerte segura, te agradezco mucho.

—No hay de que —le devolvió el rubio— Me llamo Namu.

—Y yo soy… —se detuvo en seco mientras hablaba, ya que no sabía como terminaba esa frase— No… no lo recuerdo…

—¿Qué? —preguntó el Ishtar, extrañado.

—Es que… no puedo recordar nada… desperté aquí y me empezaron a perseguir esos lobos… no se que hacer… —se desesperó la modelo de chonguitos.

—Tranquila… —intentó calmarla “Namu” — Mira, ¿por qué no vienes conmigo y te llevo con un doctor para que te revisen?

—¿En serio? —Tenten estaba sorprendida ante la amabilidad del moreno— Muchas gracias Namu…

Él se subió a la motocicleta y le tendió su casco a Tenten. Afortunadamente, contaba con un casco extra, el cual se colocó inmediatamente. La modelo se subió y se puso su casco, se abrazó a la cintura de Marik y partieron rumbo a la ciudad…
































Kankuro bebió un poco de sake, sin abandonar la barra de aquel bar. Aún faltaba para que cerrara, pero no había mucha gente allí. Kankuro llevaba poco en el lugar, se había sentado en la barra y el barman había tardado un poco en traerle su sake porque estaba preparando un café para su agotado compañero de trabajo Zabuza.

—Mis disculpas por la tardanza —se disculpó Haku ante el cliente.

—No hay problema, olvídalo —lo perdonó Kankuro.

—¿Mal de amores? —intuyó el barman.

—¿Cómo es que tú… —el castaño no pudo ni completar su frase cuando Haku lo interrumpió.

—Se te nota, estas ahogando penas. Déjame adivinar, un amor prohibido. Ella es alguien que tú sencillamente no puedes tener, eres un hombre de honor y no le puedes fallar a los demás. Pero tampoco puedes resistirla, todo te atrae a ella, su cuerpo, su aroma, su esencia… ¿me equivoco?

—Deberías ser psicólogo, te harías rico en media hora —contestó el Sabaku No con desdén.

—Este tipo de cosas pasa por aquí todas las noches. Mira a esa mujer, por ejemplo…

Kankuro no escuchó lo que Haku siguió diciendo porque al voltear a verla, descubrió que se trataba de esa loca de cabello rubio desarreglado y gafas espiraladas que tanto odiaba. Se alejó de la barra y fue hacia ella, isn importarle que dejó al hombre de apariencia femenina hablando solo. Shiho alzó la vista, y esbozó una sonrisa cuando lo reconoció.

—Kankuro —dijo ella.

—Shiho… —musitó él, sentándose frente a ella.

—¿Qué sientes? —preguntó la rubia.

—Quiero matarte —confesó el Sabaku No— Quiero asesinarte, torturarte como lo hiciste con mi hermana, que te ahogues en tu propio veneno y mueras como la cucaracha que eres.

—Lo supuse —reveló Shiho sin inmutarse ante esto— ¿No vas a llamar a la policía?

—Antes quisiera preguntarte algo —decidió el castaño— ¿Necesitas realmente hacer todo esto, toda esta locura, tan sólo para conseguir un hombre?

—Eso no es de tu incumbencia, no puedo responderte eso —dijo la mujer.

—Me das lástima —escupió el deportista.

—Tal vez cambies de opinión algún día —murmuró ella, poniéndose de pie. Él la imitó.

—No creo que eso vaya a pasar —opinó el defensor.

—¿Por qué no llamaste aún a la policía?

—Porque aún quiero saber tu respuesta…

—No puedo dártela…

—Entonces, cuando nos volvamos a ver, entonces esperaré esa respuesta. Hasta entonces, mi opinión no cambiará…

—Bien, supongo que esto es un hasta luego entonces…

Y así fue. Shiho partió, y Kankuro regresó a la barra a embriagarse., para ahogar penas…








































—Gaara… —murmuró la castaña, mirando a su novio directamente a los ojos— Estoy muy cansada… creo que voy a dormir…

—Yo también, fue un día agotador... —comentó el Sabaku No.

Ambos se pusieron de pie. El pelirrojo partió hacia su recamara. Matsuri, por su parte, abandonó la cocina donde habían estado comiendo juntos algo de helado hasta ahora, para arrojarse en el sofá de la sala y allí se quedó dormida al rato tras haber apagado las luces. Pasaron cinco, diez, veinte minutos, quien sabe cuanto tiempo. La modelo dormía tan plácidamente… no notó cuando la puerta fue abierta… no notó que alguien entró, tambaleándose…

Se arrodilló frente al sillón, frente al rostro de la castaña. Ella seguía dormida. Acercó su rostro a ella y besó su mejilla, y recién entonces ella reaccionó. Lo miró somñolienta, creía que era Gaara. Se sobresaltó al ver de quien se trataba…

—¡¿Kankuro?! —exclamó la sorprendida muchacha.

Pero no pudo decir más porque fue callada por el abrupto beso del Sabaku No. El joven la agarró de sorpresa, y durante un momento ella correspondió al beso, pero al segundo reaccionó a tiempo y despertó, apartándose del castaño.

—¡Matsuri! ¡¿Qué no te das cuenta?! ¡Te amo! —exclamaba él con dificultad, la cual se originaba en su borrachera.

—¿Qué esta sucediendo? —para completar la escena, Gaara había salido de su habitación al oír los gritos.

—Nada, no pasa nada —mintió la joven, luego añadió en voz algo más baja, pero igual audible— Esta borracho.

—¡No estoy borracho! ¡Estoy enamorado! —exclamó el deportista ebrio— ¡Estoy enamorado de vos, Matsuri! ¡No puedo soportarlo más!
































El timbre sonó tempranísimo en la residencia de Tsunade Senju. La rubia bajó escaleras abajo en bata a toda prisa, le había dado el día libre a la muchacha que la ayudaba a mantener la casa en órden aquel día. Eran alrededor de las ocho y media de la mañana, y al abrir la puerta se encontró con una persona desconocida en el umbral.

Se trataba de una mujer de una figura perfecta, delgada y curvilínea. Poseía ojos color verde claro, y su cabello era castaño y muy largo, llegaba hasta sus tobillas. Traía una especie de moño atado con una banda azul oscuro sobre su cabeza, y uno de sus mechones de cabllo tapaba su ojo derecho. Tsunade no la reconoció, pero sí a la persona que la seguía...

—Koharu —la blonda reconoció a la anciana del Departamento de Adopción— ¿Y usted es…

—Me llamó Mei Terumi —se presentó la mujer— Soy la secretaria de Koharu-sama.

—Me enviaron en calidad de trabajadora social, Tsunade —le explicó la anciana— ¿No nos vas a dejar pasar?

—Sí, por supuesto, pasen —la Senju se hizo a un lado y les permitió ingresar.

—Y bien, ¿dónde está tu marido? —preguntó la vieja trabajadora social.

—Esta descansando —dijo la jefa del hospital— Mire, vaya directo al grano. ¿Por qué la mandaron?

—Hemos recibido una denuncia anónima —explicó Mei— No pudimos rastrear el número, pero sí pudimos localizar el teléfono de quien llamó, alguien de la compañía Easter…

—Pero eso no viene al caso —la calló Koharu— Lo importante es que hemos recibido información de que su matrimonio podría ser falso, y de ser así…

—¡¿Qué?! —exclamó Tsunade, tanto atónita como nerviosa— Pe… pero… ¡ya le mostramos todos los papeles! ¡¿Qué clase de broma es esta?!

—Ninguna broma, necesito comprobar que su matrimonio es verídico —escupió la anciana— Mei, toma nota. Número uno, no trae su sortija de casada.

—¡La dejé en el baño! —mintió rápidamente la dueña de casa.

—Número dos, tiene mal carácter —comentó la trabajadora social— No me sorprendería que ningún hombre la soportara… —Tsunade tuvo que morderse el labio inferior para contener sus ardientes deseos de golpearla y hacerla volar por los aires— Número tres, el marido aún no aparece…

—No me sorprende, es aún muy temprano —opinó la Terumi, y Tsunade sintió una oleada de gratitud hacia ella en aquel momento.

—Mei, limítate a tomar nota —le espetó la anciana— Es por esto que no tienes marido…

Ahora Mei sintió deseos de golpearla hasta asesinarla. Había una particularidad acerca de esta secretaria, no soportaba ningún tipo de comentarios acerca de su vida amorosa, y amenazaba de muerte a quien comentara sobre ello, pero aún así tenía que contenerse ante su jefa…

—Vamos Mei, hay que inspeccionar esta casa, debemos saber cuanto hay de cierto y cuanto de mentira en esta historia de amor… —ordenó la vieja.































Ino se sentó en uno de los bancos de la popular plaza Kakashi Garden, la acompañaba su novio. Sai la envolvió en sus brazos, y la rubia sonrió.

—Gracias, Sai —le agradeció ella en cuanto se separaron— Necesitaba salir a tomar un poco de aire, y que bueno qe trajiste a Shikamaru, Temari lo necesita.

—Leí en un libro que cuando una persona a la que quieres pasa por algo malo, sería de ayuda hacer algo que despeje su mente —explicó el morocho, causando que la Yamanaka riera.

—Ay Sai, eres tan raro —rió la blonda, y por un segundo el semblante de su novio se entristeció— Pero eso es lo que me encanta de ti.

Y entonces besó tiernamente los labios del deportista. En cuanto se separaron, fue un beso fugaz, ella reposó su cabeza sobre el hombro del futbolista, sin dejar de sonreir, él estaba algo sonrojado por el inesperado beso.

—Supongo que sí hay cosas que no se aprenden de los libros —suspiró el joven, causando que ella riera otra vez— Quédate aquí, iré a comprar algo de tomar, ¿tú qué quieres?

—Una Coca-Cola —le pidió Ino en cuanto se puso de pie para dirigirse a un vendedor de bebidas ambulante— Light, por favor. Empecé de nuevo con la dieta.

—¿Otra vez? —se sorprendió Sai— Por enésima vez, Ino, preciosa, no estás gorda.

—¡El espejo no dice lo mismo! —exclamó la Yamanaka— Durante los últimos siete meses aumente como trescientos gramos, ¡tengo que adelgazar urgente!

—Deberías probar la dieta de Chouji —sugirió él— La llama “La dieta de la luna llena”.

—¿Cómo es? —se interesó la médica.

—Él mismo la creo, y es así: “Podes comer de todo a toda hora durante todo el día, siempre y cuando no haya luna llena”.

—¡Pero eso es casi todos los días! Y… ¿por qué luna llena?

—Quien sabe… —murmuró el morocho de tez pálida, yéndose a comprar las bebidas.

Caminó a través del parque hasta llegar al puesto de vendedor, a quien le compró una coca light para su novia. En el camino de regreso, ya casi llegaba hasta donde Ino se encontraba, pero se distrajo por un instante y tropezó con alguien.

—Perdona, no me fijé por donde iba —se disculpó Sai.

—Oh no… —murmuró el hombre. Cuando se chocó con Sai, se le habían caído al suelo varios lienzos blancos, pinceles y demás utencilios de arte.

—Descuida, te ayudaré a recogerlos —le aseguró el morocho, y entre ambos juntaron todo.

—Gracias uhm… —le agradeció él.

—Sai, ¿por qué tardas tan… —empezó a preguntar Ino al acercarse, pero se detuvo en seco— ¡¿Deidara?!

—¡Ino! —y ambos rubios se abrazaron.

—¡Ha pasado tanto tiempo! ¿Cómo has estado? —preguntó ella con naturalidad.

—Bien, estoy trabajando en la peluquería de mi madre para ganar dinero ahora, pero pronto podré ser un artista completo uhm… —relató Deidara.

—Oh, casi lo olvido, Deidara, te presentó a mi novio Sai. Sai, él es Deidara Yamanaka, mi primo —los presentó la doctora.

—Un gusto uhm… —dijo el rubio, estrechando la mano del morocho.

—Igualmente —dijo el otro joven— ¿Qué apodo te quedaría bien? ¿O ya tienes alguno?

—Mejor déjalo para otra ocasión —suspiró la muchacha— En fin, cuéntame Deidara, ¿para qué es todo esto?

—Es que mañana Sasori no danna tendrá una exposición de arte y está abierta a nuevos talentos uhm… —dijo él con orgullo.

—¿Sasori no danna? ¿Así que ya no estás soltero, eh? —lo burló su prima.

—Sasori no danna y yo no salimos, lo llamó así porque aunque en el pasado significaba esposo, hoy en día significa maestro uhm… la homosexualidad quedó para mí en el pasado —le aseguró el Yamanaka sin inmutarse— Sólo fue una cosa de la secundaria, ahora estoy saliendo con una chica que conocí hace poco en una feria de arte, es francesa y muy interesante, se llama Lulú y tiene una pasión por la joyería uhm…

—Preséntamela algún día, podríamos salir los cuatro —propuso Ino— Oh, ¿dijiste abierta a nuevos talentos? ¡Sai es artista!

—¿Ah sí? Estoy seguro de poder convencer a Sasori no danna de que te permita exponer como parte de sus nuevos talentos, claro, si tu quieres uhm… —le ofreció Deidara— ¿Qué dices?

—Bueno… —dudó Sai— Realmente no se… jamás he expuesto ninguno de mis cuadros…

—Mira, la idea es que simplemente le muestres al mundo lo que puedes hacer, no importa si no vendes, porque ganas la satisfacción de que la gente vea tu arte y lo admire uhm… —opinó el rubio.

—¿Qué te parece si vamos a hablar con este tal Sasori y vemos si logra que Sai entre en la exposición? —propuso el médica— Vamos Sai, no tengas miedo, yo estaré ahí para ti, ¿qué dices?

—Creo que… podemos intentarlo…

—Bien, debo irme, te llamaré en un rato, Ino, y arreglaré una reunión con Sasori no danna…

—Adiós —se despidieron ambos.

—Oye Ino —recordó entonces el morocho— ¿Crees que le guste como apodo “Deidei”?

—Olvídalo, dar apodos no es lo tuyo.


































—¿Naruto-kun? —preguntó Hinata al ingresar al departamento de su novio.

—¡Hinata! —exclamó la voz del rubio desde el cuarto— Enseguida voy, espérame.

—Esta bien, sólo pase a buscar algo de quitamanchas para mi blusa —contestó la Hyuuga.

Tenía llave del apartamento de su amado, y como vivía a tan sólo unas cuadras de distancia, fue allí a buscar un quitamanchas. Entonces fue cuando notó que todo el lugar estaba lleno de bolas de estambre, hilos que atravesaban todo el lugar, de todos los colores posibles. Y en el medio, Ikuto atrapado bajo los hilos de estambre, parecía haber jugado con ellos como si fuera un gato.

—¿Cómo llegaste allí? —preguntó ella, acercándose.

—Ah, hola pervertida —la saludó él jovialmente.

—¡Que no soy pervertida! —exclamó la modelo de ojos perlados.

—Como sea, me quedé atorado, ¿me ayudas?

Le tendió una mano y ella intentó levantarlo, pero él tiró con fuerza y ella cayó sobre él, sobre su varonil y bien formado pecho. Ella enrojeció al instante, y él rió y la acusó de tener pensamientos pervertidos.

—¡Que no! ¡T… tú fuiste él que me empujaste! —exclamó ella, acusándolo mientras se levantaba.

—¿Me vas a decir que no te gustó? —preguntó él con un tono seductor. Ella se puso seria un momento, y al ver esto él comenzó a reír de nuevo.

—Hinata, aquí estoy, dime que sucede —Naruto apareció en escena abruptamente.

—Iba a pedir un quitamanchas —informó la susodicha— Pero ya no lo necesito…

—¿Qué sucedió? ¿Acaso apareció Mr. Músculo y te ayudó? ¡Yo siempre quize que me ayude pero nunca viene, dattebayo! —se quejó el Uzumaki.

—No, qui… quiero decirles… algo… —dijo la Hyuuga— Es hora de que los tres nos quitemos las manchas.

—¿Qué quieres decir? —preguntó el rubio.

—Yo tampoco entiendo —expresó el violinista.

—Bien… etto… tengo un problema… —murmuró Hinata.

—¡Estás enferma! —gritó Naruto, asustado.

—No —negó la muchacha.

—¡Neji está enfermo!

—No.

—¡Sakura está enferma!

—No.

—¡Ino está enferma!

—No.

—Tú novio está enfermo!

—Naruto, ¡ése eres tú! —le recordó el Tsukiyomi.

—Seré directa —intervino Hinata— Es raro pero… siento algo especial… por ambos… Naru… Naruto-kun… Ikuto… me gustan… los dos…

Entonces, la puerta del departamento se abrió abrupta y sonoramente, la despistada Hinata había olvidado cerrar con llave. Una voz femenina tronó desde el umbral de la entrada:

—¡Alto ahí!



Continuara…











¿Cuál fue tu parte favorita de este episodio?
¿Crees que veremos a Shiho de regreso pronto?
¿Qué opinas de la declaración de Kankuro?
¿Podrán Tsunade y Jiraiya salvarse de esta acusación?
Sai no debería dedicarse a poner apodos, ¿verdad?
¿Quién habrá llegado al departamento al final del capi?




Proximamente, en Botineras...

-¡Jiraiya, Tsunade y Cheryl! ¡¿Seguiremos juntos?!
-¡La exposición de Sasori! ¡Arte eterno, arte fugaz, arte maravilloso!
-¡GaaMatsuKanku! ¡¿Hermanos en guerra?!
-¡Médica extraordinaria! ¡¿Sakura en concierto?!