Personas reales BLACKPINK: A Solas (JenLisa)

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Luncheon Ticket, 10 Febrero 2019.

  1.  
    Luncheon Ticket

    Luncheon Ticket THE BE(a)ST

    Virgo
    Miembro desde:
    30 Octubre 2017
    Mensajes:
    558
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    BLACKPINK: A Solas (JenLisa)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1799
    El siguiente es un fic un tanto mediocre originalmente dedicado a una amiga blink por una petición especial... in your area.



    BLACKPINK: A Solas (JenLisa)



    La noche cubría con su manto oscuro el descanso de la urbe, tan inefable y callada. Una doncella de cabellera ígnea daba vueltas sobre su lecho. No podía conciliar el sueño, una inquietud incontrolable se lo impedía. Un pensamiento con la forma de una muchacha de aspecto sofisticado y primoroso. Jennie Kim, el nombre de una obsesión. Su pelo negro se asemeja a la cara oscura de la luna, tan bella y misteriosa. Otro giro, y acomoda la almohada bajo su oído izquierdo. Jennie, adorada Jennie. Su piel pálida remeda la pureza de la nieve que reposa en la superficie del ártico. Quisiera tenerla ahí recostada a su lado, pero los sueños, a veces, están conformados por imposibles.

    De nuevo una vuelta, las sábanas le molestan un poco. Oh, mi Jennie. Su voz es como el melodioso canto de aquel ruiseñor que murió por la espina de una rosa incrustada en su corazón, tal cual lo leyera en un cuento. Se gira por enésima vez solo para mirar el reloj despertador que está sobre su mesita de noche, eran las 23:57 PM. Da un jadeo muy sutil, creía que las horas habían avanzado mucho más. Mejor que pensar en su compañera, era tenerla cerca. Falta tanto para el amanecer. En fin, imaginó sus ojos. Las pupilas, las pestañas; esa mirada tan atrapante y jovial. Supo entonces que ya no podría dormir.

    A la mañana siguiente, la joven Kim yacía recostada sobre el sofá de la sala mientras jugaba una partida de su videojuego favorito. La productora dispuso un amplio departamento para ella y las otras tres integrantes del grupo con la finalidad de hospedarlas en medio de las giras y presentaciones. De por sí el lugar estaba adecuadamente equipado y, si bien no era demasiado lujoso, resultaba acogedor. Lisa acababa de levantarse, se la notaba cansada y desabrida. Pero, de repente, al encontrarse con su amiga pareció recuperar toda la vitalidad. Parecía estar rebosante de alegría.

    —¡Jennie! ¡Buen día! —dijo esto y se lanzó sobre ella, abrazándola—. Creí que acompañarías a Rosé a ir de compras.

    —Oye, ten cuidado. Estoy a punto de romper mi marca, ¿que no ves? —Jennie no apartaba la vista de la pantalla de su móvil, estaba muy concentrada —. Además, Jisoo fue quien se ofreció a ir con Rosé, a pesar de que no le gustan tanto las compras. Relevo de última hora, supongo.

    Lisa no podía ser más feliz al considerar que tendría a Jennie para ella sola todo el día, o casi. ¿Y a qué venía ese ‘casi’? Ella empezó a odiar esa palabra, ¡estúpido adverbio! No permitiría que nada ni nadie arruinara sus planes de disfrutar una jornada entera en compañía de su encantadora Kim. Pero, de verdad, ¿de dónde había sacado esa duda? Su carita demostró que lo había descubierto: la sesión de fotos para aquella marca de ropa juvenil tan importante y reconocida. Gracias a un contratiempo no había asistido el día anterior, por lo que se había reprogramado para hoy en la tarde. Rosé, Jennie y Jisoo ya habían modelado, solo faltaba ella.

    Jennie seguía totalmente abstraída con su celular, no se dio cuenta que, a su lado, Lisa caía derrotada desde el sofá a la alfombra que recubría el suelo de la sala. Desde esa posición, la niña tailandesa suspiró un poco. Esperó unos minutos y, como no obtenía respuesta alguna, decidió hacer un sonoro resuello. Pero nada, su colega solo atinaba a apretar con vigor el display de su aparato, a la vez que sonreía con entusiasmo. Se erguía lentamente, tan solo unos puntos más. Ya casi, por fin obtendría un nuevo récord. Lo daba por hecho, ¡era tan excitante! Pero falló.

    —¡Lisa! ¡Qué haces! —levantando la mirada, Jennie encaró a quien había entorpecido el éxito de su partida, puesto que inusitadamente una mano se atravesó contra las suyas—. Estaba a punto de… ay, ya no importa.

    —Tuve que hacerlo, no me prestabas ni la más mínima atención —ella volvió a sentarse a su lado, le encantaba hacerla rabiar porque así y todo era adorable—. Como sabes, en unas horas iré para hacer la sesión y… bueno, me preguntaba si quisieras acompañarme.

    —También tengo un compromiso hoy —Jennie cerró la aplicación, ya resignada—. Aunque, cuando acabemos con ambos asuntos podríamos encontrarnos en el centro, en aquel parque que usamos como punto de reunión cada que salimos juntas a pasear. ¿Te parece?

    Lisa no pudo ocultar su euforia, ¡entonces sí era posible pasar un momento a solas con su NiNi a pesar de todo! La abrazó nuevamente, antes de ir a prepararse para salir. Jennie sonrió, la verdad era inconcebible enfadarse con alguien tan tierna y afable. No pasó mucho tiempo hasta que la joven Manoban se despidiera con un ‘hasta luego’ tan entusiasta como infantil, mientras cruzaba el umbral de la puerta cancel. Ya estando sola, Jennie se sorprendió por echar de menos a su compañera luego de tan breve ausencia. Intentó distraerse con algo y, qué oportuno, un mensaje nuevo llegó a su teléfono justo cuando iba a recogerlo. Su compromiso había sido cancelado abruptamente.

    Las horas pasaban y nuestra anfitriona intentaba distraerse. No había nada interesante en la televisión, ya había leído casi todas las revistas que tenía a mano y, las que no, pues no le despertaban interés alguno. Lo mismo pasaba con la PC y su videojuego favorito. Pensó que eso era curioso, ahora nadie la interrumpiría y aún así no tenía ganas de empezar una nueva partida. Se quedó mirando el paisaje de la ciudad desde el balcón, el día estaba sumamente nublado. Las nubes parecían estar pesadísimas y oscuras, de hecho algunas gotas ya comenzaban a caer. A lo lejos incluso se podía divisar algunos truenos incipientes, acompañados de su estruendoso sonido. Ante tal panorama, sintió un poco de frío y se abrazó a sí misma.

    —Lo siento mucho, Bunny —murmuró, dando por sentado que su cita en el parque se anulaba debido al mal clima—. Será para otra ocasión.

    Afuera el viento arreciaba y la inclemente lluvia golpeaba con fuerza el vidrio de la ventana. No era muy tarde, pero tan mal estaba el tiempo, que parecía de noche. Jennie esperaba pacientemente al resto de las chicas con un delicioso té caliente entre las manos. Sin lugar a dudas, el momento se prestaba para ello. El timbre sonó, así que ella se levantó para abrir con paso ligero. ¿Sería Bunny? De seguro se apresuró a venir ni bien acabara la sesión. Pero no, quienes estaban de pie frente a la puerta eran Jisoo y Rosé. Ingresaron a la sala un tanto empapadas, ante la atenta mirada de quien las recibiera.

    —¡Qué temporal! —exclamó Rosé, sacudiéndose la humedad de su blusa—. Es terrible, casi se me arruina toda la ropa que compré. Oh, menos mal que fuimos en coche.

    —No es para tanto, niña. Apenas si se mojaron algunas bolsas —Jisoo, en cambio, parecía estar divirtiéndose con la aparente desgracia de su amiga.

    —Les prepararé unas tazas de té caliente —había ocasiones en las que la amabilidad de Jennie no tenía igual.

    Ella se dirigió a la cocina, encendió el calentador y dispuso en un recipiente la cantidad de agua necesaria. Por un breve instante le pareció olvidar algo. Intentó cavilar, pero no podía enfocarse en ello. No con el ruido del secador de pelo que provenía de la estancia contigua. El agua estaba a punto de hervir, apagó el fuego y apartó unos saquitos de té para finalizar la infusión. De nuevo la atacó aquel dilema. ¿Qué era lo que estaba dejando pasar? No podía ser, todo estaba en orden. Inesperadamente, Jisoo se le acercó para hacerle una pregunta.

    —¿Dónde está Lisa? —procedió a hacerse con una de las tazas al mismo tiempo que se secaba el cabello con una toalla—. ¿Qué ya no debería haber vuelto de su sesión de fotos?

    Jennie se quedó pasmada. Fue a toda prisa hasta la habitación de la única integrante ausente. En efecto, el móvil que le pertenecía estaba sobre su cama. Por eso no había recibido ninguna llamada ni mensaje de su parte. No puede ser. Si aún no había llegado, quería decir que de todas formas fue al parque. A pesar del mal tiempo. A pesar de todo, ella estaría allí. No lograba concluir si era muy temeraria o muy ingenua. Quizás un poco de ambas cosas. La jovencita de pelo azabache tomó un paraguas y abandonó el lugar con celeridad. De la tranquilidad había pasado a la preocupación en cuestión de segundos.

    Como media hora después de conducir entre el tránsito y los chubascos, Jennie arribó al parque. Y sí, en lontananza distinguió una figura muy familiar. Lisa permanecía bajo la lluvia, con la mirada gacha. Su vestimenta estaba tan mojada, que se ceñía perfectamente a su anatomía, delgada y muy bien proporcionada. Al observarla de esa manera, Jennie consideró que extrañamente era bastante atractiva (más de lo habitual). La muchacha elevó la vista, tenía el semblante amargado y se la notaba con mucha zozobra. Sencillamente prefirió quedarse en silencio. Algunas gotas se escurrían por su cabello, humectando su tersa y delicada piel.

    —¿Por qué no fuiste al departamento cuando notaste que estaba lloviendo? —había un dejo de pena en la voz de Jennie—. Y, por si fuera poco, olvidaste tu móvil. No podías avisarme que estarías esperando aquí. ¿Es que estás loca? ¡Vas a contraer un resfrío!

    —Yo… disculpa. Realmente quería pasar la tarde contigo —al anunciar esto, Lisa volvió a bajar la mirada, como intentando paliar la vergüenza por un capricho tan estúpido.

    Jennie, como respuesta, se quitó su chaqueta y la puso sobre lo hombros de su colega. No quería admitir que estaba conmovida, tampoco demostrar que sus ojos se humedecieron un poco. La amaba, quería a esa niña tonta como a nadie, eso no lo podía negar. Le ofreció caminar bajo su paraguas para dirigirse hasta el coche. Ya en el departamento, decidió atender las necesidades convalecientes de una Lisa que se la pasaba estornudando a cada rato. Debía guardar reposo por unos días, y de ninguna manera permitiría que abandonara la cama hasta recobrar la salud completamente. Por eso mismo, se acostó a su lado y se tapó con las sábanas para luego darle un cálido abrazo. De una manera impensable, el malestar de la niña enferma fue disminuyendo. O eso le pareció. A veces los sueños se hacen realidad, aún cuando están compuestos por imposibles.

    —¿Sabes algo, Bunny? —Jennie se aproximó aún más para susurrarle al oído—. Por las noches, pienso en ti. A veces por eso mismo no puedo dormir.

    Lisa sonrió.
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso