Harry Potter Billeur

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Dayu, 25 Abril 2013.

  1.  
    Dayu

    Dayu Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    22 Noviembre 2012
    Mensajes:
    18
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Billeur
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    561
    Las cristalinas aguas que podían apreciarse a través dela pequeña ventana de la cocina, lanzaban múltiples destellos bajo los rayos del sol recién salido.
    La arena, suave y blanca como siempre, parecía adquirir cada mañana los tonos anaranjados del encandilante amanecer. Era tan hermoso como ver, cada mañana al despertar, los ojos claros de mi esposa observando mi desfigurado rostro con la mayor atención. Su largo cabello platinado sobre el hombro, atado en una extensa cola de caballo que le llegaba hasta más abajo dela cintura. Nunca había querido cortárselo, y yo tampoco lo hice a pesar de las constantes súplicas de mi anciana madre.
    Todo era perfecto: cada mañana las gaviotas nos despertaban con sus canturreos cuando pasaban por la playa; el fresco viento nos hamacaba por las noches de verano para que pudiéramos descansar frescos; las olas calmas permitían que jugáramos toda la tarde entre ellas, bañándonos con su salada espuma blanca; las luciérnagas daban hermosos e incesantes espectáculos junto a las estrellas, y era al atardecer cuando más bello se veía el océano. Pero todo tiene un final, y no siempre es feliz como en los cuentos fantásticos que los muggles cuentan a sus hijos. No, señor, para nada.
    Cuando llegó el día que más temía, nada volvió a ser como antes. Supe que había pasado algo malo ni bien llegué a la diminuta y antigua ero bien cuidada cabaña en la que habíamos vivido desde el día de nuestra boda. Las olas rugían furiosas, reclamando a gritos chocando contra las rocas el nombre de alguien que no volvería a verlas ni a tocarlas; los amanecer y las puestas de sol comenzaron a ser tristes y carentes de vida. Parecía que cada día lloraban su partida; las gaviotas no volvieron a oírse, y en su lugar el viento comenzó a clamar con más fuerza la presencia de la mujer a la que amé durante tantos años. Las sábanas estaban frías, y mi cuerpo extrañaba su calor, mis manos añoraban volver a entrelazarse con las suyas, y mi mente no podía convencerlas de que dejaran de buscar sus mejillas, que mis brazos ya nunca volverían a abrazarla y mis hombros ya no se empaparían con sus lágrimas. Ya no volvería a ver el suave rosa de su rostro, ni sus ojos azul cielo, el cual ahora siempre estaba de un color gris claro opaco, y la neblina se había apoderado de los alrededores de nuestro…mí… hogar.
    Pocos meses después de su partida, me di cuenta que no valía la pena acabar con mi solitaria vida, pues me había dado cuenta que no estaba solo en este dolor, y que ella nunca me había abandonado. Su cuerpo estaba muy cerca de mí, siempre lo había estado: solo bastaba con atravesar la niebla dela parte trasera de la casa, donde reposaban en tranquilidad los lirios que había dejado hacía pocas horas. Corté una flor más, idéntica a la que se encontraba en su tumba, y le pedí al pequeño amigo que se encontraba junto a ella, que la cuidara donde sea que estuviesen. Segundos más tarde sentí sobre mi hombro una pequeña manito y escuché que la voz del elfo que hacía más de cuarenta años estaba enterrado bajo un montón de arena, prometía que mi mujer y mi hermano me esperarían el tiempo que fuera necesario.
     
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